Ocho Apellidos Vascos. Almudena Jiménez Virosta. Tercero de CAV. Interculturalidad. Grupo de mañana. Partiendo de la premisa de que un estereotipo ayuda a crear un orden en el universo social y de que sirven para establecer comunicación y justificar privilegios de una comunidad sobre otra procederé a analizar el estereotipo vasco según el andaluz en Ocho Apellidos Vascos (Emilio MartínezLázaro, 2014). En primer lugar, España es Andalucía, Andalucía es Sevilla, y por ende, ésta es Triana, y además una Triana coloreada por los fuegos artificiales de la Feria al comienzo. Para los guionistas de esta película todo se resume a ello. No caben más comunidades autónomas para referirnos a los “españolazos” como durante la primera escena Amaya (Clara Lago), protagonista vasca, llama a Rafa (Dani Rovira), protagonista sevillano , ni caben más lugares geográficos en la bética que no queden resumidos a la Calle Betis, el Guadalquivir y el Puente de Triana. Y me refiero a la bética, porque como se explicará más adelante en referencia a otros estereotipos, Extremadura se quedará guardada en el mismo cajón que Andalucía en cuanto a la marca España. Rafa, el protagonista de esta historia mucho más protagonista en mi opinión que el personaje de Amaya es un trianero bético y capillita de gomina, feria y carreta. Y es evidente, según el film, que esto es vivir con gracia, vivir la buena vida, y no ser un “saborío de las vascongadas”, nombre que se dejó de usar, por cierto, en 1975 con la llegada Juan Carlos I a la monarquía, haciendo de nuevo gala de ese patriotismo español por parte del andaluz al usar un nombre geográfico usado durante el Franquismo. Así, quedan ambas comunidades completamente separadas por esta diferencia ideológica, la bética franquista y la vascongada terrorista, concepto que queda bastante marcado en el momento que hablan Rafa y su amigo en la cocina sobre un piso franco y juegan con el doble sentido de la palabra, haciendo ver que los vascos “se cabrean” con Franco. De hecho, los vascos odian a los españoles según la película, rayan los coches españoles y les hablan en castellano en las manifestaciones para “que se jodan” (aunque Rafa intentara salir del paso, esto fue bien acogido por el resto de manifestantes). Como Rafa indica, el vasco no tiene culpa de ser vasco, de no tener gracia, de no tener sentido del humor porque es evidente que, cuando uno hace un chiste estereotipado sobre alguien en su cara y encima éste no le soporta, sienta muy bien) y de no nacer con un cóctel molotov bajo el brazo. O al menos, con esta declaración sobre la culpa, nuestro protagonista trata de suavizar el golpe, no solo a sus amigos, sino a sí mismo, de que se está enamorando de una persona no sólo contraria, sino peligrosa. Y es así que toda la película se genera un latente “miedo”, por así
llamarlo, al vasco, si no a la hija, al padre, y si no a la familia. Desde el mismo Rafa en la cárcel o el autobús (algo que queda subrayado por la tormenta), desde Amaya, incluso que en comparación con su padre no es tan vasca hacia su padre, y desde, los personajes que mejor reflejan esto, los amigos de Rafa (Los Compadres), ya sea en las conversaciones del principio como al final en la boda, al aparecer disfrazados con el traje vasco tradicional con el dinero del rescate, además de los interminables comentarios (“es más fácil encontrar una bomba que un pintalabios” respecto al bolso de Amaya). Y es que todos los vascos son expertos en bombas, raro es que no estén en algún comando (como se ve de forma natural en la conversación en la cárcel) y son maestros del secuestro, como indican los amigos de Rafa. También le dice Rafa a Amaya cuando llega a Euskadi que si se vuelve a Sevilla podrá peinarse como una persona normal, como si fuera que Amaya está obligada a llevar ese peinado por estar en Euskadi, como si fuera a pasarle algo si no, y nuevamente, mostrando que el peinado de Amaya es inferior al de una española porque no es de “persona normal”. La ropa es un punto importante en la película. Además de los amigos, Rafa también se disfraza de vasco, como Amaya de flamenca al inicio de la película. Lo curioso de la indumentaria de Rafa es que responde además a la moda también conocida como “perroflauta”, una expresión utilizada en tono despectivo para “hippies”, “anarkas”, “punketas”... (siendo usadas todas estas palabras además despectivamente). Si en Euskadi esta moda es vista como normal, en el Sur es más un subrayado de lo que un vasco representa: el antisistema. La moda se ve reforzada por el peinado, tanto en hombres como mujeres. En el caso de ellas, con el lateral rapado lo que fuera de Euskadi se ha puesto de moda actualmente y que desafortunadamente ha tomado la lectura de “mujer radical” para quien lo observa o con el flequillo “de etarra”, como tantas veces se oye decir y hablo de fuera de la pelicula del flequillo recto, como lleva Amaya. En referencia al flequillo de ésta, Rafa aprovecha para destacar la brutalidad y barbarie de los vascos, como desarrollaré más tarde. En referencia a la música, esto es uno de los detalles más determinantes en la cinta. Rafa escucha a Los del Río, y los mantiene como tono de móvil con el mítico “Sevilla tiene un color especial”. En cambio, Amaya tiene en su móvil el sonido de una txalaparta vasca. Dos sonidos, completamente distintos que encasillan en sus raíces si podemos llamar a Los del Río raíces a cada bando. Pero en mi opinión, la referencia en el bar al grupo Kortatu dice mucho más de todo ésto, pues cualquier chico vasco debe conocerlo, según nos hacen ver en esa escena, y subraya aún más la idea de “perroflauta antisistema”, ya que los chicos perroflautas tienen como banda sonora el ska y el rock radical. De hecho, Rafa en sus pintas de vasco tan solo con escuchar el, tan cansinamente sonado en todas partes, Cannabis de Skap ya sería tachado en el Sur de todas las menciones despectivas que antes vimos (antisistema, perroflauta, anarka…).
Respecto a personalidades, los vascos son los más brutos y las vascas las más estrechas de España. Su deporte, la pelota vasca, que aparece como primera imagen ya en localización vasca, debe ser imprescindible en la vida del chico vasco y debe dejar marcas en las manos, como le indica Koldo (Karra Elejalde) a Rafa. La pelota vasca, la Ikirruña que ya aparece por primera vez en el móvil de Amaya como fondo y los carteles de manifestación independentista escritos en euskera remarcan el fuerte nacionalismo del País Vasco. La Ardilatxa en el coche de Amaya es otra clarísima reivindicación a lo vasco, ya que es una organización que fomenta su cultura. Ellas se cortan el flequillo como si se hubieran metido hachazos, según Rafa, pues es comúnmente sabido que los vascos son leñadores de primera, expertos en la recolección de setas porque parece más normal que vomitar pararse a coger setas, según Rafa y aún mayores pescadores (que consiguen ejemplares de más de 100kg con sus propias manos). La comida parece ser el gran delirio de este tan bruto vasco que en la película se muestra, pues una olla que al final de la película da para tres o cuatro personas, en Euskadi es para una, y un menú son los platos cantados del día en Andalucía. De igual modo, todos los vascos son activos en la Kale borroka, va en su naturaleza el quemar cosas como le aplauden a Rafa cuando quema el contenedor accidentalmente y el destruir tantas otras, los grafitis en euskera también son parte de la Kale borroca. La forma de hablar, el marcado acento y las muletillas protagonizadas por “la hostia” o “tu puta madre”, se hacen protagonistas, así como la impulsividad de sus acciones, como cuando Koldo tira la mochila al mar sin saber porqué. Ellas, según la película de relaciones lentas pues Amaya hizo esperar a su novio Antxón tres semanas solo para pedirle el teléfono y de personalidad estrechas como indica Rafa cuando dice al comienzo de la película que dormir con una vasca tiene el mismo mérito que acostarse tres veces con una malagueña contribuyen a lo que parece la raza aria vasca. Y aquí reside el nombre de la película, Ocho Apellidos Vascos. Pues la importancia de tener ocho apellidos exclusivamente vascos es vital para éstos ya que odian al resto de España y se sienten por encima de todos estos. Un buen ejemplo de ésto es cuando Rafa se equivoca y da el apellido Clemente apellido aragonés , posteriormente al empezar a meter la pata, Koldo le echa las culpas a este apellido, pues con siete no es uno totalmente vasco. Ellos se relacionan únicamente con vascos, y llaman a Vitoria el Sur. Pero además de ellas en el ámbito sexual o reproductivo, los vascos en general son reflejados como poco afectivos, o nada afectivos, como se ve claramente cuando Rafa conoce a Koldo y le da un abrazo y éste comienza a sospechar de que no es vasco.
Otros estereotipos. Y aquí retomaremos el tema de la bética que se menciona al inicio. Merche, el personaje interpretado por Carmen Machi, es una ama de casa de Cáceres que se fue a vivir a Euskadi por amor, y no porque fuera la procedencia del marido, lo cual no sabemos, sino porque era guardia civil allí destinado. Y es que Extremadura y Andalucía quedan relegadas al plano español facha, a la marca España, al toro de Osborne como se ve en la película al toreo y a la guardia civil como máxima autoridad civil en España (también la ertzaintza tiene protagonismo en la película) ya que son estas cosas las que se ven en casa de Merche (y un cuadro de Rafa como torero en su propia casa). Quedando así, por tanto, Extremadura, junto a Andalucía, como conservadoras y fachas. Ejercicio crítico. En mi opinión, la película cumple perfectamente con su misión: la de reirse de uno mismo. Andaluces que se ríen de andaluces, vascos que se ríen de vascos, y el público riéndose en sala. El estereotipo queda aquí reflejado como un chiste, como una forma de relajar tensiones entre estas dos partes extremas de España. El terrorismo vasco, un tema tabú para nuestro cine es suavizado en esta película y no en el sentido de quitarle importancia, si no en el sentido de que afortunadamente no es un tema ya tan actual como quizá en los 90, no es tan protagonista de nuestros diarios y de nuestro día a día y estamos aprendiendo a hablar de ello, aunque de momento sea con Ocho Apellidos Vascos, que ya es un paso.