Amano Magazine No.9

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DESING | Diseño

AN AESTHETIC EXPLOSION TEXT AND PHOTO BY / Texto y fotos de Pepe Menéndez

E

| UN ESTALLIDO ESTÉTICO

Latin Americans, who are so emotional and idealistic, live intensely the stories they watch on the screen. Some people make comments out loud about the film’s plot and most of them do not even refrain from concealing their fright, laughter or anger at what they are watching, turning the theater into a promiscuous place. Surrounded by strangers, we share our emotions candidly. Two hours of someone else’s joys and sorrows but lived as our own. Pipe dreams that the cinema brings us when we let ourselves be carried away to other places and times, to other worlds.

Los latinoamericanos, tan emotivos y soñadores, vivimos intensamente las historias que vemos en pantalla. Algunos comentan en voz alta los sucesos del filme; la mayoría ni siquiera se inhibe de ocultar el susto, la risa o la ira que les provoca lo que están viendo, convirtiendo a la sala en un lugar promiscuo. Rodeados de desconocidos, compartimos sin rubor nuestras emociones. Dos horas de alegrías y tristezas ajenas pero vividas como propias. Ilusiones que nos reporta el cine cuando nos dejamos llevar a otros lugares y tiempos, a otros mundos.

The “heralds” of those pipe dreams born in darkened theaters have always been posters. Although both technique and aesthetics have changed, their role remains unchanged: to lure passersby into going in and watching the movie. In the past, posters were exhibited along with stills displayed behind glass, embellishments that took up the front of the theater for premieres, and press announcements. Barely more. This was all aimed at gaining public attention and ensuring the production of the “merchandise.” Posters were a sales tool and their creators were part of the essential commercial makeup.

Los «pregoneros» de esas ilusiones de sala oscura fueron siempre los carteles. Aunque han variado la técnica y la estética, su función permanece inalterable: seducir al peatón para que entre a ver la película. En el pasado estaban, junto con ellos, los stills exhibidos en las vidrieras, las decoraciones a escala de fachada para las premieres y los anuncios de prensa. Poco más. Con eso debía conseguirse ganar la atención del público y asegurar la realización de la «mercancía». Los carteles eran una herramienta de venta y sus creadores, parte del engranaje comercial imprescindible.

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ver since moving pictures were first brought to Havana in 1897 by Gabriel Veyre, French filmmaker and emissary of the Lumière Brothers, there has always been a real passion for watching movies on this island. At first, people were dazzled by the tremendous magic of those silent shorts; then, by the first attempts to tell stories on celluloid. Soon, there was an avalanche of films made in Hollywood and a great deal of Mexican and Argentine productions. Having reached maturity, when the people were well-read and open to the world, we eagerly filled the darkened movie theaters to watch our own films and the best of world cinema. Thus, since 1978, Havana is headline news every December when the International Festival of New Latin American Cinema becomes a grand event for the public. The rest of the year, we would go during the weekend to watch the movies that had been released on Thursday. Especially on Saturdays, we would go to the movies and then have a drink, walk, sit on the Malecón. But it was always about the movies.

Amano

Los cubanos adoramos el cine. Desde que en 1897 el francés Gabriel Veyre, emisario de los hermanos Lumière, trajo a La Habana las imágenes en movimiento, en esta isla ha habido siempre verdadera pasión por ver películas. Inicialmente deslumbrados ante la magia tremenda de aquellos cortos silentes; luego, capaces de hacer los primeros intentos de contar historias en celuloide. Pronto llegó la avalancha de Hollywood y mucha producción mexicana y argentina. Ya en la madurez, siendo un pueblo letrado y abierto al mundo, llenamos las salas oscuras con absoluta avidez para ver nuestros propios filmes y lo mejor del quehacer mundial. Así, desde 1978, La Habana es noticia cada mes de diciembre, cuando el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano se vuelve una gran fiesta de público. El resto del año, cada fin de semana teníamos que ver lo estrenado el jueves. Especialmente los sábados: ir al cine y luego tomar algo, caminar, sentarse en el Malecón. Pero siempre el cine.


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