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La pandemia actual y su relación con algunas de las Bellas Artes

C.P.C. David González Martín del Campo “Perruno”

El título en sí de este artículo suena muy fuerte o sin conexión, pero de lo que se trata es de comentar sobre algunas pandemias a través de la historia de la humanidad. Y como bien es sabido, las llamadas Bellas Artes son parte esencial del ser humano, mismas que son implícitas al hombre desde su más remoto origen. Una prueba de ello son las pinturas rupestres además de algunas manifestaciones vocales o de sonido, que se pueden tomar como el antecedente de la música. Pues bien, el caso es que en esta ocasión me permito comentar algunas de las relaciones que hay entre algunas de las Bellas Artes y las pandemias.

Empecemos por la cinematografía (El llamado séptimo arte), en la que en cintas como MATRIX (De las hermanas Wuachowski, 1999), con ciertas referencias a controles rebasados en los sistemas de salud de las sociedades por objetivos, de control masivos y de dispositivos digitales. El de la película Cuando el Destino nos Alcance (1973 de Richard Fleischer), en la que, como en el caso actual el sector mas vulnerable, tal como con este coronavirus es el grupo de la tercera edad, improductivo desde la perspectiva de la economía y políticas neoliberales. Y en la que los mares recobran sus colores originales, mientras la gente sobreviviente queda hacinada en las grandes ciudades. Y sobre todo en la cinta Los Límites del Control (2009 de Jim Jarmusch) donde se ven imágenes de las ciudades y las calles vacías, tal como en la crisis actual de epidemiológica, ambiental, ética y cultural y las multitudes permanecen hacinadas y escondidas por el terror de extraños virus, de rumores y falsas noticias. (1).

En el caso de las artes plásticas tenemos el ejemplo en dos pinturas una del alemán Matthias Grünewald (1470-1528) y la otra del flamenco Pieter Brueghel, el Viejo (1525-1569). En la primera de ellas la “Crucifixión y Las tentaciones de Cristo de San Antonio” (1512), se muestra en el desgarrador Cristo una alusión directa de la muerte de cuerpos descomponiéndose por una enfermedad “el ergotismo” misma que hacia arder los cuerpos por fiebres elevadas provocadas por un parásito que contaminaban los cereales y cuyo consumo derivaba en necrosis de los tejidos y, casi inevitablemente, en la muerte. En la segunda, Brueghel pintó en 1562, una descarnada escena en “El triunfo de la Muerte” con una alusión directa al libro bíblico del Apocalipsis, en la parte donde el jinete llamado Muerte, desata la muerte y La Peste”. (2).

Por último, hablemos de la literatura y ahí tenemos desde La Iliada de Homero, donde se hace referencia a una plaga que arrasó el campamento griego en Troya, para castigarlos por la esclavitud de Criseida por parte de Agamenón. Pasando por El Diario del Año de La Peste (1722) de Daniel Defoe, el cuento de Edgar Allan Poe “La máscara de la Muerte Roja” (1842), en el libro En el Siglo XX, La Peste, de Albert Camus (1942), El Amor en tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez (1985), Apocalipsis, de Stephen King (1978) y sobre todo “Ensayo sobre la Ceguera, de José Saramago (1995). (3)

Es sobre este último libro, que quiero hacer una invitación a su lectura para los que no lo hayan hecho, y a los que si lo hayan leído a hacer una relectura de este.

José Saramago (16 de noviembre de 1922, Azinhaga, Portugal-18 de junio de 2010, Tías, España) Premio Nobel de Literatura 1998, nos traslada en esta novela de 1995 a un escenario fantasioso, que de entrada parece “kafkiano”. La narración inicia con una aterradora epidemia de ceguera blanca, la cual ataca primero a un conductor en su automóvil y que se queda ciego en medio de un tráfico citadino. Cuando un taxista se da cuenta de lo que sucede se ofrece a llevarlo a su casa en el auto del primer afectado, cuando lo deja en ella, procede a robarle el coche, sin imaginar que también se contagia. Volviendo al primer ciego éste es llevado por su esposa al consultorio de un especialista, donde no solo contagia al médico en cuestión, sino a todos los pacientes que ahí estaban para otras consultas, un jubilado tuerto, que iba por unas cataratas, un niño estrambótico, al que abandona su madre, una sexoservidora que atiende a gente de la clase media. De ahí se inicia un contagio masivo, que obliga a las autoridades, en una medida urgente y sin plan establecido, por lo sorpresivo del evento, a confinar a gran parte de la ciudad en el desahuciado edificio, de lo que había sido un manicomio.

Es ahí donde se inicia una impensada mezcla de varios estratos sociales, dándose todo tipo de conflictos de convivencia, alimentación, de cotos de poder y control, incluidas actividades de grupos delincuenciales. Llama la atención que nunca aparecen integrantes de las clases altas (resultando cierta similitud con lo que estamos viviendo en la actual pandemia). En ese mundo de desesperación inexplicablemente la única persona que conserva su vista, sin que los demás lo sepan, es la esposa del médico, y es ella la que mantiene la esperanza y la cordura. El final de la novela arroja nuevos conceptos de convivencia y comportamiento del ser humano (¿Nueva Normalidad?), mismos que sirven de ejemplo a seguir.

Por todo lo anterior los vuelvo a invitar a entrar al maravilloso mundo de José Saramago.

Referencias (suplemento cultural del periódico “La Jornada”, “LA JORNADA SEMANAL”): (1) EPIDEMIA Y CONCIENCIA cine, amor y erotismo de Antonio Valle, 19 abril de 2020. (2) Artes visuales Germaine Gómez Haro, 10 de mayo de 2020. (3) NARRATIVAS DE LAS PANDEMIAS de la Ilíada al coronavirus, Alejandro García Abreu.

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