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arrio fĂş
Sucedió en Ojete
C
asio el solterón circulaba por la comarcal dirección Boñiga-Ojete, al pasar la vieja fábrica de harinas puso el intermitente, giró a la derecha, y apagó el motor junto a la mujer que lo esperaba. Como todos los viernes, La Úrsula, con las viejas botas de tacón de aguja y el uniforme de guerra, se ciñó el chaquetón de falso leopardo al cuerpo y subió a la furgoneta luciendo muslamen y carreras en las medias. Él no era un simple cliente, era su amigo. Casio
l l e v a b a pa r a n d o e n e s e p u n t o d e s d e h a c í a y a c i n c o a ñ o s , l a c o n v i d a b a a c a f é y p u ro l o s p r i m e ro s m e s e s , a c o m i d a y copa los siguientes. Cincuenta y tantos ella, setenta y uno él. Además de una entrañable e íntima relación, si la cosa se ponía a tiro y funcionaba lo que tenía que funcionar, en el fondo ambos huían de un lugar llamado soledad. Ella, cascada por la mala vida y las miserias; él, sentía cerca su hora y le entristecía la idea de que la parroquia, como se esperaba de un anciano solterón y sin familia, heredase la casa y sus cuatro gatos. —Úrsula, quiero hacerte una propuesta, ties que dejar la pensión. —Pero hombre, si dejo la pensión ¿adónde quies tú que me meta? Yo ya no estoy pa cambiar de vida, Casio. —Nos vamos a casar. Bien se le vieron las cuatro muelas que le quedaban de tanto que Úrsula abrió la boca pintarrajeada de rojo. —¿Pero tú qué es lo que has bebío? — Ni una gota, Úrsula. ¡Ni una! Ya me he informao, me ties que preparar unos papeles y echamos la firmita. —Casio, tú eres un buen hombre y sabes que te aprecio, pero ¿cómo te vas a casar con una como yo? ¡Que he sio puta Nicasio! Bien que ahora de uvas a peras me para algún cliente, pero yo no soy mujer pa llevar del brazo.
Betty Love
—Eres la mejor persona que conozco, Úrsula. —Casio le tomó la mano, la miró a los ojos y la convenció con un tierno apretón— No tenemos que dormir juntos si no quieres— le sonrió—, tengo una casa grande en el pueblo con muchas habitaciones…Y no creas que quiero que me cuiden, quiero cuidarte yo el tiempo que me quede. Y no se hable más. Y así sucedió, se casaron por lo civil y Úrsula se mudó a casa de Nicasio en el número uno de la calle larga. La noticia de que Casio el solterón,
natural y residente en Ojete de Abajo se había casado a los setenta, y a todas luces con una lagartona fue el chisme del momento. Las beatas se rasgaban las vestiduras y las vecinas criticonas daban rienda suelta a la imaginación teorizando sobre la vida íntima de la pareja.
En un primer momento a Casio le hubiese gustado casarse por la Iglesia, pero convino en esperar un tiempo respetando los deseos de su futura. Con la llegada de Úrsula la casa cobró vida: brotaron las plantas, que florecieron con más brío y color luciendo como nunca antes en el patio y los balcones, y los gatos, en contra de todo pronóstico, se acostumbraron a la nueva señora de la casa en un tiempo récord. La vida del matrimonio transcurría en cotidiana armonía y maduro entendimiento. Y así, día a día, semana a semana inmersos en su nueva vida, la pareja se disponía a disfrutar de su primera Noche Buena como esposos dando un paseo del brazo por la plaza de su pueblo. —¡Nieva! Hacía más de diez años que la nieve no visitaba Ojete de Abajo. —Hace un frío que pela, ¡se me están helando las pelotas! —exclamó El Llagas desde su lugar de privilegio en el Belén viviente—. Menos mal que bajo el sayo llevo dos jerséis y la barba ésta calienta un huevo, aunque huele un poco a choto… —A mí me pican los leotardos —se quejó la Virgen María con voz lastimera. —A ver si lo que te pica es otra cosa Pepi… —contestó El Llagas, que no quería ni levantar la vista por miedo a toparse de nuevo con esa pelusilla morena que como un toldo sombreaba el labio superior de la muchacha—. No me pongas ojitos que estás lista si piensas voy a caer otra vez. La Pepi, azorada, agachó la cabeza y estiró de un hilo que se escapaba de su túnica.
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Amor y mortadela
P a co M a rtín e z S o ri a e n ¡ S e a rm ó e l B e l é n ! p e l ícu l a d e J o s é L u i s S á e n z d e H e re d i a , 1 9 6 7 . —A ver muchachos, volvamos otra vez a la posición original —ordenó el párroco—. La Virgen María a la izquierda, y tú Llagas deja de moverte que parece que tienes azogue ¡Y colócate bien la barba! —Padre… —Deja de quejarte y pon cara de piadoso. —Es que la mula está orinando en el pesebre…donde Manolito. —¡Ay, pobrecito mío! Cagoen…—gruñó el cura. —¡Andá! —exclamó El Llagas— ¡Por ahí van La Úrsula y el vejestorio! El cura se volvió a mirar y saludó a la pareja con un gesto de cabeza. —A ver si tenemos más respeto por los mayores, muchacho —lo reprendió. El Llagas se disponía a replicar cuando El Liendres, montado en su Rieju con el pelo al viento y disfrazado de Papá Noel, apareció derrapando sobre el suelo helado. Detrás, de paquete, llevaba al Josete que se agarraba al sillín con las dos manos como una garrapata. Una turba de humo gris salía del tubo de escape atufando al personal. —¡Eh, Padre Cipote! ¡Le presto la moto para dar una vuelta! —se cachondeó El Liendres haciendo cabriolas alrededor del Belén. —¡Gamberro! —gritó el párroco— ¡Y disfrazado de mamarracho! ¡Ya hablaré yo con tu abuela! ¡Gamberro! —Phsss… Pepiiii —susurró El Llagas—. Seguro que sabes por qué al cura le llaman “El Padre Cipote” 6
Betty Love
—Mmmm, mi madre dice que es porque de joven tocaba el tambor… —¡JA! Conmigo no te hagas la inocente. ¿No me digas que no te has fijado lo que sobresale de la sotana? Ya sabes lo que dicen: quien tuvo, retuvo… —Venga, vosotros dos dejaos de charreta —protestó el cura más cabreao que una mona—. No hagáis caso de ese hereje, ¡a lo nuestro! que está empezando a llegar la gente. —¡Eh Llagas! —exclamó El Liendres en tono burlón—¡Si pareces un santurrón ! ¿Vas a dejar que La Pepi te toque la zambomba? JAJAJAJA Al atardecer había más de un palmo de nieve sobre la plaza, los copos caían ligeros como plumas y Ojete se iluminaba con el modesto alumbrado dispuesto para las fiestas navideñas. La cruz del campanario destelló de rojo y amarillo y las bombillas colgantes, con forma de angelitos panzones se encendieron todas de una vez. A los pies del Belén un puñado de pequeños pillos abrigados hasta la asfixia cantaban villancicos y tocaban la pandereta a cambio del aguinaldo. Los vecinos se fueron dispersando y los miembros del Belén abandonaron al fin sus posiciones volviendo a sus casas para celebrar la cena de Noche Buena en familia. Las chimeneas rendían a todo trapo colmando el aire de un aroma a leña, a carne asada, y a hogareño calor.
A l a s d o c e e n p u n t o , l a s c a m pa n a s d e l a i g l e s i a doblaron llamando a Misa de Gallo. Esa noche, el pueblo de Ojete al completo, con la muda limpia y la ropa nueva, acudía a la Iglesia de Nuestra Señora de la Angustias para recibir la navidad. Empezada la misa, Casio el solterón y su flamante esposa se abrían paso entre los feligreses buscando asiento en los primeros bancos. Algunas mujeres, que presumían de ser las más cristianas se persinaron. — Realmente esta es una Noche Buena, noche gloriosa y valiosa por un nacimiento en Belén. Una noche en la que se junta el cielo con la tierra y… El murmullo interrumpió el sermón. El día anterior el cura había oficiado en privado el casamiento religioso de Nicasio y María Luisa otorgando su bendición a la pareja. —Le acompañaban los doce y algunas mujeres que habían sido curadas de enfermedades y espíritus malignos: María, llamada “Magdalena”…—enfatizó el sacerdote improvisando en su discurso para acallar los cuchicheos. Al término de la oratoria exclamó: —¡Que la navidad sea el pan nuestro de cada día! Podéis ir en paz.
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Amor y mortadela
El Liendres escurrió el bulto y fue de los primeros en abandonar el la iglesia. —Vámonos tíos, que no me caiga encima El Cipote que me la tiene jurá. —Es que le has tocao la moral con el trajecito del barbas… —rió El Llagas— ¿De dónde lo has sacao? —Lo pedí por el Venca, el catálogo ese donde mi madre se compra los camisones transparentes para fin de año, que se cree que soy tonto y no me cosco… ¡Ayyyyy! —Ven aquí hereje —El padre Cipote lo agarró de una oreja y estiró y estiró hasta casi ponerlo de rodillas —¡Mañana bien temprano a confesar! La noche continuó como en cualquier otra parte y lugar: unos a acostarse, otros de juerga; frente al fuego, bajo la mesa de camilla, partiendo nueces, asando castañas, jugando al bingo; con los niños, con los amigos, con la parienta…
L o s m á s a f o r t u n a d o s c o ro n a b a n l a f e s t i v i d a d c o n u n alegre polvete; improvisando sobre la cama, desde el armario, excepcionalmente, de estreno, de aburrimiento, con suerte…
Casio y Úrsula se acostaron tan pronto como llegaron a su casa, calentaron la cama con un par de bolsas de agua caliente y durmieron abrazados con un nuevo y pequeño gatito a los pies de la cama.
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Queridos Reyes Magos: Este año he sido muy buena, yo creo que demasiado, y desde luego paso de detallar mis buenas acciones como hacen otras, que incluso se cuelgan medallas que no le corresponden, porque está muy feo eso de hablar maravillas de una misma. Digo maravillas, porque este año lo mío en lo referente a bondad ha sido maravilloso. Desde adoptar al cuervo Maquiavelo, que tanta felicidad me procura y le procuro, hasta participar en las tareas de extinción del incendio de la cocina de mi vecina Ángela, la fumetas que ve unicornios o no sé qué bichos desde su ventana, y la que la noche de San Juan, la muy piromanilla quemó todo lo malo… Y claro, por poco quema al barrio… Qué vida. Y qué año más duro. No sé ni cómo he puesto el árbol, porque entre que la vida como está de jodida y las lesiones que arrastro… Qué sé que la vida está jodida, lo digo porque luego hay algunas que se deben creer que además de cabeza hueca, yo soy Carolina de Mónaco y que me limpio el culo con sedas de damasco, pero no, queridas, no… La vida está jodida y mi vida es jodida… Lo sé, aunque no vaya presumiendo por ahí de tener la cabeza bien amueblada aunque, viendo las decoraciones espantosas que hay por ahí, la verdad es que es mejor tener la chola minimalista… Pero volviendo a lo jodido que está todo, no voy a quejarme que es de pésima educación. No soy una llorona. No quiero dar pena. Me niego a ser una plañidera. Prefiero vivir está puta mierda en la que vivo con la dignidad de mis abuelas en la guerra que, a pesar de que llovían bombas y que no había para comer más que mondas, seguían poniendo el mantel en la mesa. Y no sé qué hago hablando con las que me critican, si esto es una carta a los Reyes Magos. Pues eso, queridos Reyes Magos, que como siempre os pido que limpiéis esto un poco de indecencia, codicia y corrupción. Ya sé que os cuesta, ya sé que hay mucho que barrer, que está todo fatal, que hacéis lo que podéis, pero hijos míos, seguid ahí, porque tenéis tajo. Os pido salud para todos. Sanidad y educación, también. Pública. Universal.
Escribe o revienta
Y gratuita. Y trabajos que permitan a la peña llevar una vida digna y si ya nos traéis amor, pues os haremos la ola. Ahora vamos con lo mío… Os pido una editorial grande en la que publicar mi obra magna, una editorial que me merezca, que esté a la altura de mi talento, y que deje a todas estas que me critican con los ojos como donuts de esos que se zampan de seis en seis. Yo creo que me lo podéis conceder perfectamente, primero porque lo deseo y yo si lo deseo, lo poseo… Casi siempre. Vamos, casi siempre que tengo pasta y puedo pagarme estos caprichillos, llámese polvorón de Estepa o chulazo de Ventas. Joder, pero esto que os pido no es tan complicado. ¿Qué os cuesta? Si yo soy grande, gran escritora, grandiosa, y mejor persona, amiga de mis amigos y enemiga de los puercos de mis enemigos. Como debe ser. Así que venga, que lo merezco más que nadie. Por méritos propios, porque merezco llegar a lo más alto, porque soy excelsa, por mis toneladas de genialidad, y no es presunción, es sinceridad, para qué os voy a mentir, si vosotros que sois sabios, lo sabéis mejor que nadie, y además de todas estas virtudes que me adornan poseo una calidad humana que no me extrañaría que el próximo Príncipe de Asturias a la Concordia fuera para mí. Pero como soy muy humilde, mejor no extenderme en esto demasiado, aunque me gusta, me gusta ser amable y generosa con la gente que con la que me escribo, si veo que un día ponen en sus muros que tienen recién operados los juanetes o que ni con el Cialis aquello se levanta al marido, siempre pregunto, siempre me intereso, siempre tengo una palabra de ánimo, y anda que no soy generosa porque lo de los juanetes tiene mal apaño y lo otro no tiene enmienda, si yo os contara, pero mejor que no. Así que nada, regaladme la gloria que merezco, y poneos manos a la obra de una vez, so zánganos. Complacedme porque es justo, necesario y bueno, y no me toquéis más las narices porque voy a empezar a creer que no sois wellingtonianos y eso no, eso sí que no. Os espero en mi casita, sin anís ni turrones, que peonzas y empachados me curráis de pena, y lo dicho, a cumplirme todos mis deseos. Besos de paz y amor, porropompón, porrompompón… Lola W.
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Campana sobre campana
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engo la teoría de que los villancicos tendrían más aceptación si las letras no fueran tan complicadas. Los villancicos no son para todo el mundo. Hay que manejar unos códigos secretos para captar toda su esencia, porque de lo contrario siempre te pierdes algo. Vayamos con un ejemplo práctico: Campana sobre campana. Nunca he entendido qué significa eso de campana sobre campana y sobre campana una, ¿una qué? Supongo que será una melodía de repique que reconocerán los iniciados en campanología, el caso es que cuando eso sucede hay que asomarse a la ventana para ver al Niño en la cuna. Yo lo he hecho. He escuchado campanas y me he asomado y sí, el Belén de mi vecina le ha quedado precioso, tiene una manifestación de
pa s t o r e s p l a n t a d o s a n t e e l p o r t a l , r e i v i n d i c a n d o s a n i d a d y educación pública y gratuita, y el Niño guiña un ojo cómplice porque también está por la causa. Sigo cantando. Belén, campanas de Belén, que los ángeles tocan ¿qué nueva me traéis? Pues por lo que yo sé, Belén no da las campanadas, es que ya ha tenido bastante estrés con todo lo que le ha pasado este año, entre su divorcio, su decisión de ir al psicoanalista y escribir el libro, está desbordada, mas no sufráis que ella es una guerrera y puede con todo. Y en cuanto a la nueva que te traigo, pues yo qué sé, qué quieres que te cuente, nuevas pocas, vivo en un perpetuo día de la marmota, con mi pobreza energética a cuestas y con el futuro hipotecado, así ¿qué buenas nuevas quieres que te traiga? Si estoy tan jodida que si tuviera pasta iría al psicoanalista de la Esteban a que me ayudara a quitarme del enganche que tengo a los Cheetos, la Nutella y las palmeras de chocolate… Que te traiga nuevas, dices… Mejor recojo mi rebaño, las cuatro ovejas que me quedan, y me piro. Pero, por favor, no me preguntes que a dónde voy, que bien sabes que todos los años hago lo mismo: voy a llevar el requesón, la manteca y el vino. Nunca fallo. Estoy abonada a lo hipercalórico. Los camellos son los que traen la hierba: la lechuga batavia, la escarola, todo eso…
Cántame, me dijiste cántame
Y las campanas que siguen… Campana sobre campana y sobre campana dos. Dos. De nuevo, un código secreto campanero. Dos en numerología es el símbolo del equilibrio, de la empatía, de la solidaridad, de la esperanza… Todo muy navideño. Quién sabe si la letra aludirá a esto… Igual esta canción es la versión encriptada del Noche de Paz y el Adeste Fideles, así los dos mezclados crípticamente en una nueva versión. Quién sabe. El caso es que me tengo que asomar a la ventana porque ha nacido Dios… Me asomo a la ventana pero solo veo a la chica de ayer jugando con las flores de mi jardín, ni rastro del Niño… será que tengo que cambiarme de gafas. Y de nuevo, la letra que insiste traiga nuevas, qué pesadilla, me estoy empezando a poner nerviosa, con tanta pregunta. Mejor, dale a la campana. Campana sobre campana y sobre campana: tres… ¡Cuánto número! ¿Esta canción no la habrá escrito el conde
Draco de Barrio Sésamo? ¿El que se ponía con los números? Habrá que investigarlo… Sigamos con la letra: En una Cruz a esta hora el Niño va a padecer. Madre mía, pobre Niño, la que le espera… en menudo sitio ha caído… Y que de la cruz que nadie se libra, oye. Mejor al mal tiempo buena cara. Anda y dale a las campanas de Belén, que tienen una marcha te mueres, que los ángeles toquen que lo hacen divinamente, y no me hables hoy de cruces que hoy es blanca mi quimera y a las ovejas las tengo con los panderos, las sonajas, las zambombas y los almireces con unas ganas de fiesta que lo flipas. Además, acaba de llegar la MariMorena y trae una alegría en el cuerpo que no puede con él… La calle huele amor y a prisa por llegar, a gente que viene y que va a dar felicidad. Champán para brindar, luces para el Belén y leña para calentar a los que se aman bien… Ay que me he despistado y este es otro villancico… Otro día lo destripo que hoy he trabajado mucho. Feliz Navidad, guapos.
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Am a z o n
http://www.amazon.es/Salvaje-Encarna-Mag%C3%ADn-ebook/dp/B00G3CVI3M/ref=sr_1 _1 ?s=digital-text&ie=UTF8&qid=1 382685224&sr=1 -1
L i tu ra l i a
http://www.lituralia.com/roma/62-salvaje.html
Y puntos de venta habituales
Regalos y recuerdos A
yer por la tarde mandé mi pieza que ya estará on line y tengo por delante una semana de vacaciones. Unas fechas entrañables. No hay quien pasee por el centro. Atascos a diario. Y un puto frío que pela. Si cada Navidad recibo unos guantes y una bufanda de regalo familiar, ¿cómo es posible que al año siguiente no quede rastro de ellos por casa?. Cierto que en un estudio de 40 metros no hay demasiado sitio donde esconder trastos, pero en mi caso no es necesario. En cuanto comienza marzo, suelo perder uno de los guantes en cualquier bar, en una calle donde me los quité para anotar algo, en bolsillo ajeno prestado sin retorno...
Todo un simbolismo el de los guantes. ¿Me pregunto si alguien guardará uno de mis pobres desemparejados? Irremediablemente la pareja abandonada termina en el cubo de basura la tercera vez que compruebo que es el mismo izquierdo que
encontré la vez anterior y que su compañero efectivamente ha salido de mi vida.
Llevo un rato pensando, bueno más bien recordando, regalos recibidos y los momentos que los acompañan. Porque las flores, bombones y vinos suelen ser siempre acertados pero rara vez se recuerdan mucho más allá de unos días. Los regalos de mi familia tienden a cobijarse en la costumbre de lo práctico. “Si Ruso no pierde la cabeza porque la lleva unida al cuello, regalemos todo lo que va perdiendo irremediablemente” y así me nutren cada invierno de bufanda, guantes, alguna cartera de piel, gafas de sol... De ahí vienen los tres paraguas negros de diferentes tamaños y que están por estrenar junto a la puerta de entrada. Los paraguas es de lo poco que no pierdo, ya que no suelo usarlos nunca. Guardo también dibujos hechos por las mellizas en una carpeta de cartón que data de mi época de instituto, uno de ellos lleva pegadas lentejas a modo de marco. Ellas se dibujaban como
Ruso
L o s re g a l o s d e l " a m i g o i n vi s i b l e " s o n a to d a s l u ce s co m p ra d o s e n e l ch i n o d e l a ca l l e d e e n fre n te
una serie de pequeñas circunferencias y yo soy unas piernas largas a su lado con brazos casi hasta el suelo. Como tenía la costumbre de alzarlas y recogerlas al vuelo imagino que debían ver mi estatura como algo apasionante.
Los regalos de los c o m pa ñ e ro s d e c u r ro ( o los regalos también llamados del “amigo invisible”) son a todas luces comprados en el chino de la calle de enfrente, o reciclados de “amigos invisibles” de años anteriores. De ese tipo de
presente tengo un “set” de cucharones de palo y una esponja abrillanta zapatos. El despertador blanco con campanas y solo cuatro números enormes que compré a Isabel (que siempre está con prisas y haciendo referencia a mis retrasos) ha pasado ya por la mano de tres compañeros distintos (con diferente caja pero yo sé que es él). Aún me temo que termine en las mías cada cena de Navidad que hacemos. Creo que hay algún regalo recurrente más, como ropa interior roja o velas aromatizadas y de formas imposibles. Uno de los más asombrosos que yo he recibido (y nunca supe de quién provenía) fue la cajita mejor envuelta de aquel año, dentro de una bolsita a juego de Musgo. Cuando lo abrí me quedé a cuadros, ¡era un receptáculo para albergar bastoncillos de los oídos!. Con bastoncillos incluidos, por supuesto. Recuerdo especialmente el año que un becario regaló tres morcillas.
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Maneras de vivir
Supimos que fue él por el color de sus mejillas cuando estalló el cachondeo. Los cuatro meses que le quedaban los pasó escondiéndose cual sombra... Y no entiendo por qué, eran de arroz y Julio el receptor dijo días después que estaban cojonudas. Pero la “coña morcillera” nos duró muuucho tiempo. Pese a todo me parece de los mejores regalos que se han hecho. Luego están esos regalos que recibes pero que en realidad son “autoregalos”. Un año poco después de estar viviendo juntos, Raquel me regaló un electro estimulador de esos para hacer gimnasia pasiva que se suponía que era para mí pero que solo utilizó ella. La única vez que me lo puso estoy segura que lo puso al máximo, ¡eso daba unos chispazos de aupa!. Otra vez recibí unas gafas de sol, claramente femeninas, que quedaban perfectas en la cabeza de quién las entregaba y no en la mía. También he recibido de regalo ropa interior femenina, sí, pero no penséis raro... ya que normalmente ha llegado puesta sobre la “obsequiadora”. Es algo de lo que no me oiréis quejarme jamás. ¡Vivan Intimissimi, Women'Secret y Agent Provocateur! Otro de los regalos imposibles que he recibido fue de manos de una chica de Rumanía con la quedé de forma intermitente durante unos meses, sin contar los 15 días que viajó
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a su país. No recuerdo bien si me dijo que era de Cluj o algo así. El caso es que cuando a su vuelta quedamos a cenar, me dio emocionada un souvenir de su tierra, Transilvania. Ya os lo podéis imaginar. Era una placa de color barro, que en sus extremos imitaba a un papiro, y en el centro el castillo del Conde Drácula y el mismísimo señor conde, en lo que parecía un dibujo de colegio.
Re c
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Parece ser que es algo típico de allí y ella me lo entregó con mucha ilusión, yo se lo agradecí con la emoción e intensidad adecuada durante un par de horas de aquella noche. Poco tiempo después les perdí la pista a ella y al souvenir pero no me olvido de ninguno.
Ruso
regalar bien es un arte que no todos p o s e e n , p e ro q u i é n l o t i e n e suele hacerse un hueco en la memoria del receptor por Está claro que
el acierto logrado. Aunque bien es cierto que los recuerdos no tienen por qué ir asociados a un objeto concreto. Os contaré porque para mí los mantecados tienen indefectiblemente aroma a leña y nostalgia de manta de lana gorda.
obligaran a estar alejados el resto de las vacaciones. Vacaciones que pasé tratando de esquivar la mirada dolida de mi madre que me reprochaba, no ya el haber robado la caja de mantecados, ni haber desaparecido todo el día haciendo que nos buscara medio pueblo, sino el hecho de haber sido encontrado en bolas junto a la hija de Ramón el pescadero.
Uno de los últimos años que viajamos al pueblo de mi madre (cuando las mellizas aún no iban a la escuela) compartí calor, una caja de mantecados y algo más, bajo una manta de cuadros en la casa vacía de la abuela de Inés. Recuerdo la forma en que me miró Inés entonces como si fuera todo un héroe, cuando tras dejar frente a ella el botín, logré encender el fuego. Pocas veces he vivido una estampa tan navideña; con las calles nevadas, los villancicos sonando desde un altavoz en el Ayuntamiento y alumbrados por las llamas. Y menos veces aún he sido tan sinceramente feliz y me he sentido tan ilusionado y emocionado como entonces. No fue una primera vez en toda la propiedad del término y tampoco contaré todo lo que hicimos entre risas y azúcar bajo aquella manta pesada y enorme, eso se queda para mis memorias. Resumiré en que fue un gran día, pese a que nos encontrasen, (horas después y con la caja a medias) nos castigasen y nos
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Am a z o n
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H a rl e q u i n
h ttp : //www. h a rl e q u i n i b e ri ca e b o o ks . co m /n o ve l a - ro m a n ti ca . a s p x? i d b o o k= 4 7 4 0 &a m p ; n o ve l a - ro m a n ti ca = S u s a n a _&a m p ; _C o
Y p u n to s d e v e n ta h a b i tu a l e s .
Morfidal y el espíritu navideño “ É ra s e u n a ve z - co n cre ta m e n te e n l o s d ía s m e j o re s d e l a ñ o , l a vís p e ra d e N a vi d a d , e l d ía d e N o ch e b u e n a - e n q u e e l vi e j o S cro o g e e s ta b a m u y a ta re a d o s e n ta d o e n s u d e s p a ch o —¡ F e l i z N a vi d a d , tío ; q u e D i o s l o g u a rd e ! — e xcl a m ó u n a a l e g re vo z. E ra l a vo z d e l s o b ri n o d e S cro o g e , q u e a p a re ci ó a n te é l co n ta l ra p i d e z q u e n o tu vo ti e m p o a d a rs e cu e n ta d e q u e v e n ía . —¡ B a h ! —d i j o S cro o g e —. ¡ To n te ría s ! ” . 20 de diciembre 2013. Siete de la tarde. Pasear entre la multitud. Comprar una docena de castañas en un puestecito situado a espaldas del cine Callao. Atravesar la calle Preciados adornada con miles de luces de colores. Llegar a trompicones hasta la Puerta del
Sol sorteando toneladas de bolsas de regalos colgadas de millones de brazos. Me encamino hacia la calle Postas, con destino a la Plaza Mayor, para ser exactos me dirijo hacia mi taberna preferida a comprarme un bocata de calamares. ¡Mmmm! Pan caliente y crujiente. Anillas de calamar tiernas (últimamente no tanto , que hay veces que parece que mastico chicle ) ¿Qué más se puede pedir? Soy un hombre con gustos frugales. Flipo con las comilonas que la gente se mete entre pecho y espalda en esta época… ¡Ahí está! En los soportales de la plaza vislumbro el color rojo de la portada del bar. Se me hace la boca agua. El humillo a fritanga inunda mis fosas nasales ¡ Qué suerte voy a tener! ¡Calculo que solamente habrá unas 150 personas haciendo cola en la puerta! En un par de horas como mucho los calamares estarán deshaciéndose en mi boca. Gozo solamente con pensarlo.
Consultorio amoroso
—¡ Oliveriooo, ven que te voy a dar lo tuyooo! —Hoy era mi día de suerte. Marcelo, el dueño de la tasca, me había reconocido entre la gente que esperaba el turno para ser atendida. —¡ Marcelo, amigo mío! ¡Cuánto tiempo hacía que no te veía! —Me acerqué corriendo a la puerta que daba a la cocina. —Toma Oli, llévatelo y que no te lo vean. Corre ¡vete! Mañana te llamo y hablamos un rato. —Puso entre mis manos un paquetillo envuelto en papel de aluminio, mi preciado bocata, desapareciendo del escenario a la velocidad del rayo. Tranquilo y satisfecho me encuentro en medio de la plaza rodeado de puestecitos que venden toda clase de adornos navideños, con los ojos entreabiertos, dirigiendo el objeto de mi deseo previamente desenvuelto, a la boca abierta de par en par… —¡Tranquilos que dentro de nada, todos a comerle la polla al Papá Noel! ¡Mentir a vuestros hijos! ¡Gastar lo que no tenéis! ¡Soportar a quien no queréis! ¡Enriquecer a esas grandes superficies que ahora odiáis! ¡Y hasta la gola! ¡Todo, comérselo todooooooo! —Se me cayó. Ahí en el empedrado y sin remedio yacían desparramadas siete anillas doradas, las dos tapas de pan con la miga empapada en aceite y agua sucia y mugrosa. Sin pensármelo dos veces y abriéndome paso entre la multitud de personas arremolinadas en torno al pinchaglobos navideño, saqué el rabo de mi
b u r r a R o m e r a q u e s i e m p r e m e a c o m pa ñ a y a m o d o d e l á t i g o l o u s é pa r a g o l p e a r a l i n d i v i d u o g ro s e ro y maleducado responsable de mi desdicha, en medio de los omoplatos. 20
Doctor Morfidal
—¡Pero qué coño estás haciendo, viejo del demonioooo! —Un segundo latigazo, esta vez en medio del pecho, aprovechando que se había girado, le hizo doblarse por la mitad. En el instante en que bajó la guardia encorvándose por el escozor, lo arrastré hasta los soportales y lo arrinconé contra la pared. —En primer lugar no soy viejo y mucho menos del demonio. —No era difícil intimidarle pues no debía medir más de 1,75 m de estatura. Por supuesto lo superaba en altura. — En segundo lugar estoy más que harrrrrrrrrto de escuchar cómo se utiliza el infinitivo en vez del imperativo para exhortar al interlocutor: No se dice “Mentir a vuestros hijos” sino Mentid, ni “Soportar” más bien es Soportad, lo mismo para “Enriquecerrrrr”, ” Gastarrrrrrr” , se dice Enriqueced y Gastad ¡¡ Cojonessssss!!… —¡Tu nombre mequetrefe! ¡ Dime tu nombre bellaco o no respondo! —Utilicé la mano derecha para sujetarle las suyas por encima de su cabeza. —¿Para qué quieres saberlo viejo? —Me gusta dirigirme a las personas por su nombre, antes de hacerlas picadillo. No te lo voy a repetir más. —¡Clemente Rador! — Su mirada desafiante no dejaba lugar a la más mínima duda. Me encontraba frente al típico quejoso, que le amarga hasta un dulce, que no está a gusto ni en el Paraíso, o si vamos al caso, me encontraba ante la nueva versión de la marrana de Tárrega que aún follando seguía gruñendo. El destino
sin embargo había querido juntarnos allí a los dos , al hambre y a las ganas de comer. A este hombre le pasaba algo gordo. Por supuesto que lo iba a descubrir o no volvería a llamarme nunca más Oliverio Morfidal. —¡Suéltame! —A pesar de su fatiga y su respiración entrecortada me empujó sin ningún tipo de contemplaciones y continuó como un poseso dirigiéndose a la gente que nos había seguido hasta los soportales. No querían perderse el espectáculo bochornoso que estábamos mostrando el señor Rador y yo. — ¡Ya está llegando! ¡Ya casi está aquí! ¡La Navidad y su maquinaria demoledora para dejarnos el cerebro hecho un huevo fritooooo!¡Feliz consumismo y prósperas deudas nuevas! ¡No os olvidéis de eructar pasadas las fiestas! — Tendría que utilizar métodos más expeditivos o el fracasado este terminaría por conseguir sus propósitos. Saqué de la mochila que llevaba colgada de los hombros a mi quijada, el otro utensilio del que me sirvo para arreglar este mundo lleno de desamor y poco o nulo espíritu navideño. La quijada se empleó a fondo. El mordisco fue certero. No volvería a sentarse el pobrecito Clemente hasta que la estatua de Colón bajase el dedo… —¡¡¡¡Ayyyyyy!!!! — El aullido fue agudo. El infeliz se llevó las manos al trasero. — ¡Pssst! ¡Ehh! ¿ No tienes familia, mujer, hijos, un padre o una madre que te acoja en sus brazos en estas fiestas?
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—¡Una madreeeeeee! Olvídame viejo. ¡Vete con tu mamaíta como todos los babosos que adoran a la suya! No me conoces de nada. —La mirada que me dirigió fue totalmente reveladora. Avancé unos pasos hacia él; probablemente se sintió amenazado porque echó a correr por los soportales, en dirección a Arco de Cuchilleros. PLAZA MAYOR No me amilané. Hacía un frío insoportable así que una carrera para entrar en calor no me vendría nada mal. No obstante había ganado la San Silvestre el año pasado. Para los no iniciados os comentaré: Esta es una carrera de diez kilómetros que se celebra cada 31 de diciembre. La más famosa de todas se corre en Sao Paulo. El año que viene quizá “trotaría” esos 10.000 metros a ritmo de samba . El
loquito resent ido bajaba las escaleras del arco de Cuchilleros de dos en dos a todo gas en dirección a la Cava de San Miguel. —¡Para desquiciadoooo! —Cruzó la calle sin mirar y aunque me lancé sobre él y logré placarlo, no pude evitar que un coche nos atropellase a los dos…
La sensación de ingravidez y la paz que sentía eran claros indicadores de que algo no marchaba bien, pero que nada bien…Me encontraba tumbado. A mi alrededor se alzaba un magnífico bosque, así que me incorporé. Giré la cabeza hacia la derecha. A mi lado yacía el rigor de mis desdichas. —Dios aprieta pero no ahoga. Lo jodido es que me tiene cogido por los huevos. —Ni muerto dejaba de protestar el saborio. —¡ Eh Clemente! Levántate hijo. —¿ Qué ha pasado? —Totalmente desorientado se echó las manos a la cabeza atusándose el cabello. —Por tu culpa nos arrolló un coche y creo que estamos en el otro barrio. —Me parece que me he pasado un poco con la maría. ¿Sabes? Toda mi vida he padecido de insomnio. Los médicos no hacían más que recetarme pastillitas y ahora ¡planto en mi casa mi propia medicina! No veas cómo es de efectiva induciendo el sueño, ¡Vaya pandilla de hijos de puta los médicosss! —Esta vez no te has pasado con la maría, muchacho. Y por favor modera el lenguaje, o te voy a lavar la boca con agua y jabón. —¿Dónde dices que nos encontramos, viejo? —No parecía haberse percatado de la gravedad de mis palabras. —Mucho me temo que no vas a necesitar plantar más hierbajos inductores del sueño.
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—Pero, ¿qué estás insinuando? Me cago yo en todo el colegio de médicos y en la madre que los parió, no vuelvo a tomarme ni una puta pasti… ¡Aayyyyy! ¿Qué es esa cosa que no para de morderme en el culo? —Es mi quijada, un elemento indispensable para mi trabajo. Y ahora ponte de pie agorero… —Viejo, ¿has visto en tu vida algo más hermoso que este bosque? —Susurró. Se levantó muy despacio. Los rasgos endurecidos de su cara se suavizaron, su mirada se dulcificó al contemplar el paisaje. Los rayos del sol
s e c o l a b a n e n t r e l o s r a m a j e s d e f ro n d o s o s ro b l e s y h a y a s tapizados de musgo, consiguiendo unos efectos de luz majestuosos e impresionantes.
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—Sí, he visto muchos bosques, y ahora si no te importa será mejor que nos movamos. —No paraba de erizárseme el pelo de la nuca. La paz que sentía al principio estaba empezando a abandonarme. Resultaba muy curioso, que en la situación en la que me hallaba no me hubieran abandonado el rabo ni la quijada, y tampoco la mochila. Así pues guardé el instrumental de trabajo. Pusimos rumbo hacia ninguna parte. Andábamos en silencio. Al fondo divisamos un prado con una cabaña. Se podía distinguir luz a través de las ventanas y el humo gris y espeso que salía por la chimenea. Por fin podríamos preguntar a alguien qué parte de la Eternidad nos había correspondido en el sorteo de esta Navidad: ¿Cielo? ¿ Infierno? ¿Purgatorio? Yo, no sé, pero el que tenía al lado, me daba la sensación de que iba a purgar lo que no estaba en los escritos… Como si le llevaran los demonios, aquel tristón con espíritu navideño nulo, voló hasta la cabaña surgida de la nada. Apreté el paso. No quería perderlo de vista por si tenía en mente hacer alguna trastada de las suyas. Vi cómo se arrodillaba y observaba a través de una de las ventanas. —¿Estás ahí viejo? —Apenas escuchaba lo que decía. Un murmullo casi imperceptible se escapaba de sus labios. —Ven acércate y dime si ves lo mismo que yo… —¡Virgen del Parral! ¿Qué haces ahí si estás aquí conmigo? —Me arrodillé a su lado pegando todo lo más que pude la nariz al cristal. Ahí estaba don Quintín el Amargado en una salita de estar, sentado en lo que parecía un cómodo sofá, tecleando en su ordenador portátil , con la mirada concentrada en la pantalla. De repente paró de escribir, aunque seguía con las manos posadas en las teclas… —¡Vamos, sigue, no te detengas! ¡Dale matarile! ¡Mándala a la mierdaaaaaaa! ¿Por qué te paras? No puedes frenarte, ahora no… Solo te tienes a ti. No le debes nada a nadie. No tienes obligaciones con nadie ¡Escríbeselo y acaba de una vezzzz! —¿Quién es esa que mandas a la mierda? —No obtuve respuesta. Gotas de sudor perlaban aquella frente fruncida. Pude comprobar que tenía las
pupilas anormalmente dilatadas. Supongo que todo a q u e l l o s e r í a p ro d u c t o d e l a a d r e n a l i n a q u e c o r r í a alocadamente por sus venas. Enseguida comprobamos que su doble se puso a escribir nuevamente. Un grito de júbilo inundó la garganta de Clemente. Un puñetazo en la pared anunció que el otro yo de don Resentido había llevado a cabo con éxito las órdenes dictadas por Rador, desde el otro lado de la ventana. No me gustaba en absoluto el comportamiento del cafre este. Volví a arrinconarlo contra la pared. —¿A quién escribías? Contesta. —No le debo nada a nadie. —Las cosas se pueden decir de muchas maneras, Neanderthal. Creo que no estás utilizando un lenguaje correcto con esa señora o señorita. Estoy esperando
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una explicación. Recuerdo que en la Plaza Mayor me llamaste baboso porque aludí a tu madre, ahora mandas a la mierda a una mujer… ¿Qué te pasa muchacho? ¿Existe algún complejillo que quieras declarar? ¿Mmmm? —¡Mucha exaltación veo últimamente con las madres! —¿Y? —Vaya, así que la mamá tenía que ver con todo esto… Así que el nene tenía un trauma… Así que me lo iba a explicar. Sería por tiempo. —No tengo ninguna prisa. Cuando quieras. Habla. Te escucho. Suelta el lastre hijo. —Tanta hostilidad tenía que ser producto de un maltrato o una manipulación que no se curó a tiempo. Sus emociones las debió de traducir en unos malestares físicos insoportables. Claro que ahora eso ya no importaba. Sin más echó a correr nuevamente. No me pilló desprevenido. Los cobardes eran así. Se dirigía directo hacia un precipicio. Uno no podía morir dos veces, ¿verdad? Se lanzó al vacío. Yo le seguí. No había nada más que temer y mucho menos que perder. Cuando despertamos después de este nuevo accidente, nos encontramos tirados en un callejón oscuro, lleno de cubos de basura y toda clase de porquería inclasificable tirada por el suelo. Una musiquilla de fondo nos ubicó. Villancicos. Sí señor. Por fin aquella pesadilla siniestra había terminado. Nos encontrábamos nuevamente en Navidad. El sitio decididamente difería bastante de la Plaza Mayor, pero volvíamos a estar vivos ¿ O no?
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Una réplica del Cascarrabias, esta vez mucho más joven deambulaba a unos diez o quince metros de donde nos hallábamos. Estaba hurgando en una papelera probablemente en busca de comida… —Hay madres que abandonan a sus hijos, que los dejan tirados en la calle. —Entonces todo este conflicto mental que te tiene anulado es porque tu madre te abandonó… —¡Lo tengo superado! —Vociferó. —No lo creo hijo. A una persona con la cabeza medianamente amueblada, no le da por plantarse en una Plaza como si estuviera en un foro romano a echar pestes navideñas por la boca en plenas fiestas. Eres ilógico, impulsivo, tus discursitos son poco menos que agresivos. No contento con eso, mandas a la mierda a las mujeres que tienen la desgracia de toparse contigo. Seguramente te dedicas a ayudar a personas que han sufrido como tú, convirtiéndote en abogado de pleitos pobres, pensando que además de esta forma exorcizarás a tus demonios pero no te servirá Clemente. —No sé de qué me hablas, viejo. —Consejos vendo que para mí no tengo. Esa fue tu historia. Una lástima que haya terminado de la manera más anodina y de paso, te hayas encargado de arrastrarme en tu caída. — Me levanté despacio. Su testarudez me enervaba. No me lo pensé, le lancé un gancho en plena mandíbula. Este tío zafio había acabado con mi vida de la forma más espantosamente ridícula que hubiera podido imaginar. La rabia me invadía por momentos. Así que le arreé una buena patada en los riñones de propina. ¡¡Qué desahogo Diosss!! —¡Basta, viejo! No puedo soportarlo más. —Tirado en posición fetal, aquel desdichado empezó a llorar como un bebé. Me temo que empezaba a asimilar la espantosa y dura realidad. Esa puñetera realidad que nos había llevado a una situación mortalmente frustrante. Había venido al mundo a resolver problemillas amorosos de poca monta, sin embargo esto me había superado con creces. Me
había topado con un psicópata del amor, con un personaje altamente tóxico en lo que se refería a las relaciones sentimentales. El odio y el rencor se habían instalado en su corazón de una manera tan obstinada y pertinaz, que seguro que tendría que pasar una buena temporadita purgando “defectos de fábrica”. Y yo, ¿qué pintaba en este lugar cuando todo parecía resuelto y abocado a un tiempo de expiación de culpas? —Viejo, escúchame. —Se incorporó como pudo. Debía de dolerle aquella patada que le acababa de sacudir. Confiaba en que fuera así. No suelo ser violento pero este hombre sacaba el barrio que llevo dentro. —Lo he intentado miles de veces. Quiero amar pero no puedo ¡Me han hecho tanto daño!¡ Me han dejado tirado como a un perro! —Eso tiene un nombre Clemente.
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—No me des la tabarra viejo, que por ahí no vamos bi… —Miedo. Eres un cobarde. Vivías asilvestrado. El abandono te privó de aprender a comportarte con el prójimo con educación, amor y respeto. Las mujeres con las que intentabas entablar algún tipo de relación, no eran tu madre. Ellas no tenían por qué desampararte como lo hizo tu progenitora. Pero no me obstinaré. No entrarás en razones hasta que a ti o a esos huevos que intuyo que exhibes a menudo les dé por entender y transformar tu actitud. Aunque no sé de qué estoy hablando. Creo que ya no hay remedio. —Agaché la cabeza, preso de una impotencia como jamás había sentido. Eché a andar por el mismo lugar por donde había aparecido aquel joven Clemente que erraba por las calles, hurgando en papeleras, en busca de comida en plenas fiestas navideñas. —¡Viejo, esperaaa! Adoro a esa mujer. ¡Sí! Lo reconozco ¡Me porté como un canalla con ella! La dejé tirada como a una colilla en medio de una follad… No acabó de pronunciar la palabra. El puño de mi mano derecha se lo impidió. Pero qué tío más lenguaraz. —¡Joderrrrrrrrrrrr! —Deja de soltar improperios o te dejo sin dientes. ¡Me tienes harrrtooooooo! —La amo. Necesito un poco de tiempo para asimilar, eso es todo. —Tienes toda la eternidad para pensártelo. —Apreté el paso. Esta situación se estaba convirtiendo poco menos que en un dolor espantoso de muelas. —Me porté de la peor manera posible. —Vale. Lo siento por ti. Me alegro por ella. —Me perseguía como un perrito faldero en busca de una caricia. —Le pedí perdón. Al día siguiente. —¿Sí? ¿ No me digas? ¿Te pusiste de rodillas? —No. Le confesé mi amor. —¡Qué valiente! ¿Qué te contestó? —Me paré un segundo por ver si existía un atisbo de esperanza reflejada en sus ojos. —No, en realidad escribí mis sentimientos por ella, sin nombrarla claro está, en un papel y lo pegué en el espejo del ascensor. Vivimos en el mismo bloque de pisos. ¡Pudo leerlo perfectamente! —En mi vida había escuchado tamaña estupidez. Comencé a reir sin parar. —No tiene gracia viejo. —Eres patético en tu cobardía, Clemente. —¡Diosssssssssssssssssss! ¡Arggggggggggggggggggggg! ¡Hostiaaaaaaaaaaputaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!¡ Me cagoentoloquevuelayloquesemeneaaaaaaa! —Acompañó los gritos y los improperios con puñetazos dedicados a una pared cercana. Definitivamente había perdido el juicio, no así la soberbia y el orgullo que campaban a sus anchas por el espíritu de Clemente Rador.
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Lo abandoné en su desesperación. Se encontraba en plena catarsis. Continué mi camino hacia ninguna parte. Una pena, pues cometí el error de cruzar aquella calle sin mirar, tan ensimismado me encontraba en mis propias tribulaciones. Escuché una vez más aquella voz desagradable y desgarrada que me gritaba que tuviera cuidado. Sentí el golpe en las piernas producto de un placaje, esta vez llevado a cabo por Clemente. Lástima que llegara un segundo tarde la ayuda. De nuevo sufrí un atropello. Las ruedas delanteras del coche aplastaron mis piernas. Arrodillado empezó a soltarme una letanía sin fin. —¡Viejo, nooooo! ¡A ti no puedo perderte! ¡Eres el único que ha tenido las agallas de escucharme!¡ Diosss! ¡Prometo enmendar la plana! ¡Juro por la memoria de mi padre que entregaré mi amor sin condiciones, sin miedo a Beatriz! ¡Viejoo, viejitoo! ¡Esto no puede estar pasando! — Con su cabeza apoyada en mi pecho, le escuchaba, entre sollozos prometer, jurar y perjurar que sería otra persona, más valiente, menos insolente. Estaba dispuesto a aceptar las navidades, a proclamar su amor por la vecina a los cuatro vientos, todo, a cambio de que saliera ileso del enésimo accidente que había padecido en aquel purgatorio… Recuerdo que la luz me cegaba los ojos. Un olor penetrante a desinfectante se colaba por mis fosas nasales. Estornudé y con el movimiento del acto reflejo un dolor intenso me atravesó como una espada el brazo derecho. Parpadeé varias veces. Me acordé entonces que yacía inmovilizado en la cama de un hospital. Tenía la pierna derecha enyesada al igual que el brazo izquierdo. ¡Jesús qué cuadro! Giré despacio la cabeza. A mi izquierda se encontraba el alma de cántaro de Clemente. El pobre tenía los dos brazos escayolados. La misma suerte había corrido su pierna derecha. Sentada en el borde de la cama Beatriz su vecina, todo un bellezón de mujer, le daba a cucharaditas con sumo cuidado y mucho ¿amor? unas natillas de chocolate. La cara de bobalicón de Clemente era todo un poema. Un poema de amor sublime. Una oda al más genuino y puro de los sentimientos que pueda albergar el corazón del ser humano. Llevábamos hospitalizados unos cuantos días desde el incidente de la Plaza Mayor y el atropello en la Cava de San Miguel. Parecía sin embargo que habían pasado años. Imágenes extrañas invadían mi pobre cabecita dolorida… Visiones sobre Clemente, sobre su pasado desolador, su presente nefasto y su futuro lleno de cambios, promesas y parabienes. —¿Qué día es hoy? —Pregunté un tanto desorientado. —Veinticinco de Diciembre, Oliverio. —¡Qué voz tenía la chiquilla! Sonaba a música celestial. —O sea que hoy es… —Feliz Navidad, nena. Te quiero — Ese vozarrón que interrumpió aquel
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sonido angelical era el de Clemente, pero ¿qué era lo que habían escuchado mis oiditos? Giré la cabeza rápidamente hacia donde se encontraba aquel fanfarrón. Le lancé una mirada de incredulidad. Nunca una frase dicha de forma tan lógica, dadas las fechas, me había descolocado tanto, vamos que me dejó totalmente pasmado y anonadado. Me resultó imposible cerrar la boca. —¿Cómo dices? —Feliz Navidad te deseo a ti también viejo. — los ojos brillantes de pasión seguían clavados en la figura de la chiquilla. —Nunca falto a mis promesas, viejo. Recuérdalo siempre. Soy un hombre de palabra. —Feliz Navidad Scrooge. —¿Cómo dices? —No me hagas caso. Feliz Navidad para ti también niña. —Beatriz se acercó para abrazarme y darme las gracias. Cerré los ojos y esta vez dormí plácidamente sin que nada me perturbara el sueño.
P e l ícu l a " C o u n ty H o s p i ta l " , L a u re l & H a rd y.
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¿Corazón guerrero? P
nombre de novela romántica se podía ara inaugurar por todo lo alto mi publicar cualquier bazofia y venderla como sección de yoyas traigo un churros si su autoría se atribuía a una ejemplar de los que hacen historia, me escritora del género de renombre. Y para presento ante ti lector con una supuesta demostrarla puso a la venta Corazón novela supuestamente romántica y de corte Guerrero de Johanna Lindsey. Supongo supuestamente futurista. Pido licencia para que no andaría muy desencaminada la la validez de tanta redundancia pues tanta teoría si el libro forma parte de suposición no es casual, no nace A l g u i e n t e n í a l a una trilogía y la editorial consintió de mi descuido ni de mi pereza t e o r í a d e q u e b a j o en sacar a la venta éste, que es el para buscar sinónimos, los prodigo e l n o m b r e d e tercero nada menos. con absoluta deliberación, porque n o v e l a r o m á n t i c a En mi opinión el libro no ninguna de estas suposiciones se s e p o d í a p u b l i c a r tiene ni una faceta que salvar y hace realidad. c u a l q u i e r b a z o f i a para justificarme intentaré Corazón Guerrero de y v e n d e r l a c o m o desmontarlo y analizar dichas Johanna Lindsey tiene de c h u r r o s s i s u facetas por separado. futurista lo que el Ford de a u t o r í a s e a t r i b u í a Empezaré por los pedales, los tirachinas, la boina, la a u n a e s c r i t o r a protagonistas y la historia. tos o las boñigas; de romántico lo d e l g é n e r o d e Brittany es una mujer alta que cenar en casa de los suegros r e n o m b r e . (aunque parezca una o el burger de la esquina, lavar puntualización baladí, este adjetivo es de calzoncillos con zurrapas, que te regalen vital importancia en la historia) que trabaja para tu aniversario una olla exprés o que se de albañil porque quiere, un día, construir tire un pedo mañanero y airee las sábanas su casa con sus propias manos, sueño y contigo aun dentro del sobre; y con tanto meta de su existencia. Poco más se puede parecido a una novela como los panfletos decir de ella, porque el personaje es más del brujo vudú curalotodo con los que te plano que Albacete y tan profundo como la atiborran el buzón o el adoquín que ponen bañera de mi casa. en las calles del centro. Afortunadamente, De Dalden puedo decir que es un patochadas de libros como éste no extraterrestre guerrero alto y machista. Y abundan, pues la densidad de ya está. No hay más. La autora no se despropósitos por página que alcanza la calienta mucho la cabeza, y si yo creía que autora es difícilmente imitable. su Britanny era plana y poco profunda, él Tengo una teoría. La teoría de que es tan plano como el encefalograma de un alguien tenía la teoría de que bajo el
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muerto y tan profundo como una taza de café. Pero hay un tercer personaje que para mí tiene más protagonismo que este par de lerdos: Martha, una computadora tocapelotas, sabelotodo, mandona, creída, desobediente, maquinadora, maleducada, impertinente, insoportable, omnisciente y omnipresente. No las he contado, pero creo sinceramente que tiene más líneas de texto que cualquiera de los dos protagonistas, o quizás no, pero cada una de ellas se me ha hecho eteeeeeeeeeeerna. No logro comprender por qué no la desconectan, es igual de molesta, insistente y cansina que una mosca cojonera, pero mucho más prepotente. La historia va como sigue: un malo sideral llega a la tierra para convertirse en nuestro rey mundial. Es un rey sin padre ni madre ni perrito que le ladre, es decir, sin súbditos, que busca un pueblo que le adore y ande todo el día haciéndole besamanos y genuflexiones. Para ello viene con unos bastones hipnotizadores (que como nos ponga a todos en fila india para pasar a por nuestra ración de bastón se le iba a aponer el pandero cuadrado, pero bueno). Es por eso que llega Dalden a rescatar el mundo a salvarnos del rey tirano. El malo, que va con las cortas, se va con el bastón a hipnotizar al alcalde de un pueblo chusquero “con casa de empeños” (información facilitada por Brittany que nos da una idea de la importancia del municipio). Va disfrazado (vamos, que la corona la lleva en el bolsillo) y como no lo puede localizar así, a ojo, en la plaza del pueblo que está a reventar por un mitin, contrata a Brittany para que lo reconozca
por el acento, a pesar de tener a Marthayo-lo-sé-todo pegada en el cogote que no lo deja ni a sol ni a sombra, ni a pie ni a pata. Brittany es quien localiza primero a Dalden entre la multitud, porque mide 2,10 m y medio cuerpo sobresale de la marea humana. Al ver su estatura decide que se tiene que casar con él, cualquier otro impedimento es sin duda de poca monta, podría ser un asesino en serie, un violador de viejas, trabajar de aflojador de bombillas, tener tres tetillas, voz de pito, halitosis, llevar tanga de leopardo, ser adicto a las alubias… pero todo eso tiene solución, si mide 2,10 m a algún apaño llegaremos. En medio de la multitud ve como sin razón alguna pone cara de pánico y decide salvarlo de su ataque de ¿claustrofobia? Al acercarse y ver su atuendo, si había dudas sobre si era el hombre de su vida, éstas quedan despejadas y es que el atuendo no es para menos: cazadora, pantalones de cuero reapretados hasta parecer su propia piel, botas hasta la rodilla, medallón de oro colgado del cuello con cadena a juego (por como lo describe me lo imagino como un plato de café sujeto al cuello por la cadena de una bicicleta, ya que el conjunto pesa, así a ojo, más de 5 kgs, que no kilates, que no me explico cómo no le ha salido joroba de llevar eso arrastrando todo el día), escote en forma de V a lo “busco a Jacques” pero más masculino, artilugio fabricado por el profesor Bacterio colgado de la cintura con numerosos botones luminosos y de colorines más pinganillo molón, y melenón del quince. Vamos un cruce entre Hulk Hogan, un patriarca gitano, Andrés el Gigante, Fi Fa Fo, rapero
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de éxito, heavy ochentero, el gato con botas y el agente 007; el mayor anticonceptivo desde la píldora. Pero claro, ella que rozando ya la treintena sigue virgen a pesar de la sobreexposición que habrá sufrido a los piropos de andamio, carece ya de la claridad de discernimiento necesaria para distinguir a un hortera de bolera de un dandy. Además de que con los 2,10 m de maromo su suerte ya estaba echada y le hubiera parecido vestido con la elegancia del chaqué aunque le hubiera llegado arropado con taparrabos de antílope de la sabana y cabeza de ñu hueca, cual brujo de la tribu. En breve encuentran al rey errante, que como el barco holandés de la leyenda vaga por estos pagos intentando infructuosamente encontrar el puerto que le dé cabida, y se lo llevan a su tierra tras una breve lucha cuerpo a cuerpo con Dalden, en la que éste se luce ante Britanny con un espadón más largo que un día sin pan (no sé si es una burda alegoría de sus atributos o simplemente seguir en la línea de burro grande, ande o no ande que sufrimos desde la primera página; pero la exhibición del plumaje o del as de espadas, lo que me da, es ganas de dejar la partida a medias). La autora simultanea esta trama sin par con el intensísimo amor que Brittany y Dalden se profesan ya en cuestión de horas y sin haber cruzado más que un montón de malentendidos porque Dalden no habla su lengua y precisa de traducción simultánea por parte de Martha a través del pinganillo. Circunstancia que aprovecha la autora para meternos a la supuestamente graciosa Martha hasta en la sopa, pero que
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lo que dan es ganas de tirar el "pinganillófono" al pozo más profundo que podamos encontrar y entenderse por señas o con señales de humo si necesario fuera. Brittany toma a Martha, primero por una competidora al corazón de Dalden y después por algo así como su abuela y aunque de vez en cuando piensa que le gustaría estar a solas con Dalden en el fondo yo creo que le mola perderse en discusiones bizantinas con la maquinita en cuestión. Mientras tanto Dalden ya ha decidido que Brittany es su compañera de por vida, diga ella misa cantada, así que se la va a llevar a su planeta en cuanto termine la misión, pero como la quiere tantísimo intenta seguir el ritual de cortejo terrícola, por lo que se van a bailar a una discoteca donde ella intenta enseñarlo a bailar. Dalden, que no ha visto bailar en su vida, se pone a ejecutar katas de espada entre bolas de espejos y luces estroboscópicas (que lo que no sé, es cómo no lo echan de la pista a pedradas). Cuando toca bailar pegados empiezan a besarse e inmediatamente se ven inundados por una pasión incontenible, así que Dalden y Martha que hasta el momento habían puesto la discreción como elemento indispensable de la misión, mandan ésta a freír espárragos y hacen POP en medio de la pista llegando al catre por teletransporte. Es decir, nuestra albañila de primera pasa de la pista de baile a la cama, sin transición de por medio y lo atribuye a una droga mezclada en el zumo de pomelo que estaba tomando combinada con el irrefrenable ardor sexual desatado por el beso y no le da más vueltas al asunto. Brittany, que había guardado tan
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fieramente su flor, se la da a alguna juntura o arruga en las L o q u e m e Dalden tras un restregamiento de sábanas perturbe su sueño. Y es s u b l e v a y a s i n cebolleta de milisegundos y con la que aunque nosotras creíamos que r e m i s i ó n e s l a abuela a la escucha durante todo el era una ruda mujerona hecha a i d e o l o g ía proceso. Sí, sí, lees bien: Martha se trabajar en las más duras labores, m a c h i s t a , mantiene a la escucha, Brittany lo en realidad es la princesa del r e t r ó g r a d a , sabe, pero Dalden la tranquiliza guisante y los 7 colchones. r a n c i a y diciéndole que no va a intervenir. Esperemos que tenga el pecho bien co n fo rm i s ta depilado o al despertar la mejilla de Sólo nos hubieran faltado las q u e i n te n ta la bella durmiente podría cubrirse indicaciones de Martha en la cama ve n d e rm e . de ronchas y escamaciones. para terminar de espesar la densa atmósfera sensual que los rodea. La segunda mitad del libro Pero no creas por eso que el momento que nos queda se resume en el viaje de piltra está falto de estupideces del más vuelta a "Gigantolandia" en el cual Brittany alto grado, para que te hagas una idea de la se dedica a tocarnos las narices no ridiculez de la escena y del anticlímax que creyéndose nada, para ella todo es un supone, valgan estas perlas: estudio. Hay alguien interesado en medir 1. Llegado el momento clave ella le su reacción ante la situación para hacer un dice: “ Estoy en buena forma, estoy estudio en la Universidad de las preparada, adelante”. Entra a matar Chimbambas. Y para ello se gastan una machote, que de algo tiene que valer estar millonada en hacer una nave espacial, todo el día echándome sacos de cemento a contratar a todos los jugadores de las espaldas. Estoy hecha un toro. Ni el baloncesto del planeta para hacer de cantar de los cantares, ni Romeo y Julieta, extras, disfrazar a caballos de bestias ni Cyrano de Bergerac, ni leches. Aquí está extraterrestres, llevarla a ver un palacio en El Corazón del Guerrero para llenar de medio de una selva, y bla bla bla. No se poesía nuestros corazones. cree nada hasta que por poco la mata un 2. Mientras copulan él la llama castor gigante con púas en la cola y la “compañera de por vida” pero ella sigue salvan con una máquina "curalotodo". Y viéndose como el polvete de una noche y al colorín colorado, ya somos felices y oírlo llamarla así se pregunta ¿qué querrá comemos perdices. decir? No sé, no sé, ¿estará acordándose Yo aquí lo resumo muchísimo, pero de alguna novieta anterior? Cuando dice ¿te haces una idea de lo que es leer esto “compañera de por vida” en realidad ¿no durante páginas y páginas y páginas? Es querrá decir “muñequita”? En fin, habrá imposible hacerse una idea, hay que leerlo que preguntarle después y que nos lo para saberlo, te lo digo yo. Yo me lo he explique. leído para hacer esta crítica y ahorrarte el 3. Cuando terminan y Brittany se sufrimiento, pero de lo contrario este libro queda dormida, Dalden se la recuesta en se queda en la página 3. el pecho porque está preocupado de que Pero no es sólo la historia y los
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Joyas y yoyas
personajes, es que el libro está plagado de frases a medio camino entre la rimbombancia y la ridiculez que te tienen con los ojos en blanco a perpetuidad, si lo que no sé es como he conseguido centrar las pupilas el tiempo suficiente para terminar de leerlo. Frases y expresiones como “enloquecido infierno de pasión”, “ritual amatorio” o “¿estarían sus brazos registrados como armas letales?” (creo de verdad que esta pregunta se la hace Brittany totalmente en serio). La ridiculez de establecer un universo plagado de planetas que albergan vida inteligente y que entre los habitantes de unos y otros no hay más diferencias que las que pueda haber entre un español y un portugués, o entre un europeo del siglo XIX y otro del siglo XIII clama al cielo. Pero ¡si hasta las lenguas de unos planetas y otros se diferencian en chuminadas! Vamos, que a años luz de distancia, al final a la hora de comunicarse es casi como cuando un español aterriza en Buenos Aires, alguna palabrilla diferente, un boludo por aquí, un quilombo por allá, y arreando que es gerundio. Pero lo peor de todo, lo que me subleva ya sin remisión es la ideología machista, retrógrada, rancia y conformista que intenta venderme. Dalden procede de un planeta que viene a estar a medio camino entre la Cimmeria de Conan el Bárbaro y el Afganistán de nuestros días. Allí cuando el hombre elige compañera de por vida, ésta no tiene ni voz ni voto, no ya en el matrimonio, sino en nada que venga antes o después. Las mujeres son niñas eternas, sin capacidad de decisión sobre nada. Una mujer sin protector puede ser
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vendida y maltratada y una mujer que tiene padre o marido, pierde en sus manos cualquier control sobre su vida, ha de obedecer sin rechistar y, lo que es peor, sin preguntar por qué sí o por qué no. Ya sé que esto no se lo inventa la autora y está basado en hechos reales, pero lo que me repatea hasta que me duelen los riñones, es que Brittany viene de un ambiente distinto y la sabia Martha le dice que todas estas soplapolleces debe aceptarlas en aras del respeto a las costumbres distintas. Debe permitir que Dalden la secuestre y convierta en su mujer, y, a partir de ese momento dejar en sus manos todas las decisiones grandes y pequeñas que afecten a su vida, porque él lo hará todo por el bien de ella, “lo aceptarás en cuanto veas la lógica que hay en ello”. Y así es, en cuanto está a punto de morir a manos del castor cola-de-púas, Brittany cae en la cuenta de que él sabe más que ella y que todo lo que le dice que haga o deje de hacer es por su bien. Y aquí no queda todo. En "Gigantoburgo" también hay gente bajita. Los darash. Un pueblo esclavo procedente de un tercer planeta, que sometieron tiempo atrás y que trabajan sin cobrar para los guerreros, pero que son felices con su situación porque “se saben imprescindibles”. Qué más puedo añadir. En resumen: no le recomendaría el libro ni al peor de mis enemigos. No le veo el romanticismo por ningún lado, la historia aburre hasta a las ovejas, la ambientación es risible, el lenguaje está a la altura del “Me llamo Teo”, la estructura del libro brilla por su ausencia y la doctrina que intenta impartir apesta. Un cero pelotero.
De vuelta a los orígenes
P
ues sí. Estoy de vuelta a mis orígenes «lecturiles». No hay nada como retroceder lecturas para recuperar la fe en la novela romántica erótica. Porque sí. Porque leyendo la mierda que publican últimamente, y digo MIERDA en mayúsculas para que todas os enteréis, estoy de un bajón literario tremendo, incapaz de seguir torturándome con tremendos bodrios. ¿Soy yo la única
q u e v e q u e l a n o v e l a ro m á n t i c a e ró t i c a q u e s e p u b l i c a ahora es una puta mierda? (Ya sé que estoy soltando muchos tacos, pero luego me confesaré y listo). Me la suda si son superventas o si todos hablan de estos libros. La realidad es que son novelas para meter en un cubo con salfumán, insanos, sin sentido, nada románticos. Vamos que no sirven ni para papel higiénico. Por eso en un acto desesperado he regresado al pasado, a esos libros que me llenan de emociones y que me excitan tanto que me conformo con un pepino para aplacar la libido a falta de carne erecta, tierna y salvaje. Pero ha llovido mucho desde mis primeros libros eróticos, entonces era una monjita inocente, casta y pura que había encomendado su alma a ese Dios bondadoso. De acuerdo que el Diablo siempre hace sus apariciones tentándome todo lo que puede. Y ya sabemos que la carne es débil y siempre hay un curita a quien echarle mano. A estas alturas nadie se va a creer eso del voto de castidad, hermanas y hermanos. La verdad es tozuda y por mucho que los reprimidos mandamás de la Iglesia quieran hacernos creer lo contrario, la única verdad es que Jesús follaba. Sí, FOLLABA. Y quien diga lo contrario es un mentiroso; él antes de iluminarse fue humano también, y como humano pues tenía sus necesidades. Eso de la castidad llegó después de la crucifixión de Jesús porque un papa estrechito de miras, sin neuronas y con la polla pequeña exigió celibato. Además esos mismos que exigen celibato son los que en secreto follan más que los conejos y los que más perversiones satisfacen. Que sí, que sí, que es así, que yo sé lo que digo y los secretos tarde o temprano salen.
Virtudes viciosas
Bueno, pero eso no tiene nada que ver con lo que yo quiero explicar. Estaba que necesitaba recuperar mi fe en la novela romántica erótica. Pues nada, que abrí las cajas donde tengo guardadas mis reliquias, esos libros que adoro, que no quiero que se me ensucien de polvo y que de vez en cuando saco para recuperar la fe perdida. Y entonces… entonces vi uno de mis primeros libros de romántica erótica. Ese que me hizo babear y que me empujó a devorar más literatura erótica. Estoy hablando de Placer Salvaje de Sarah McCarty. No pude evitarlo… ¡y me lo volví a leer! Lo devoré en tan solo una tarde. Porque sí, porque estos libros me pueden, no me canso de leerlos, me cargan las pilas y sobre todo hacen que no pierda la fe.
S i n opsi s To d a s l a s m u j e re s d e Te xa s s a b ía n q u e l o s O ch o d e l I n fi e rn o o fre cía n u n p l a ce r s a l va j e y s i n co m p ro m i s o . O ca s i to d a s S S a m M a cG re g o r n o s ó l o e ra co n o ci d o e n to d o Te xa s p o r i m p o n e r s u s p ro p i a s re g l a s y s u s e n ti d o d e l a j u s ti ci a , ta m b i é n p o r co n s e g u i r q u e l a s m u j e re s s e ri n d i e ra n i n co n d i ci o n a l m e n te a é l . S i n e m b a rg o , l a s e d u cci ó n e ra l o ú l ti m o q u e s e l e h a b ía p a s a d o p o r l a ca b e za cu a n d o s e e n co n tró a u n a h e rm o s a j o ve n e n a p u ro s . U n a m u j e r fu e rte y o rg u l l o s a q u e g u a rd a b a s e cre to s d e m a s i a d o p e l i g ro s o s co m o p a ra e n fre n ta rs e a e l l o s s o l a . I s a b e l l a p o d ía p a re ce r i n o ce n te y s e n ci l l a , p e ro s u fu e rte ca rá cte r p o d ía ri va l i za r co n e l d e cu a l q u i e r h o m b re . S u p ro p ó s i to i n i ci a l e ra e n tre g a rl e s u cu e rp o a S a m s i n a rri e s g a r s u co ra zó n , p e ro a l g o l e d e cía q u e a q u é l e ra u n h o m b re ín te g ro y h o n ra d o q u e i n te n ta b a s o b re vi vi r e n u n a ti e rra h o s ti l . U n h o m b re q u e , tra s s u co ra za , a n h e l a b a e l co n ta cto d e u n a m u j e r a p a s i o n a d a y a ve n tu re ra q u e e s tu vi e s e d i s p u e s ta a a rri e s g a rl o to d o . ¿Pues que tiene este libro? Muuuuuchas cosas. Primero: es un libro del Oeste histórico y me gusta mucho esta temática. Segundo: una trama de amor romántica que se apoya en los sentimientos de la pareja y que la trama sexual enriquece. Algo muy diferente a las novelas románticas eróticas de hoy en día donde la trama romántica se apoya en las mentes enfermas de los protagonistas por unos gustos sexuales insanos. Los sentimientos y la
p ro f u n d i d a d e n e s t a s n o v e l a s n o e n t r a n e n j u e g o , s o l o valen los deseos de un coño y una polla. En realidad más bien se 36
Sor Virtudes
trata de las historias de un coño llamado fulanito y una polla llamada menganita, ¡menudas historias asquerosas y vomitivas! ¿verdad? Ya me entendéis, no hace falta que me explaye. Continuo. Isabella es una protagonista con los dos ovarios bien puestos, este tipo de protas me encantan. Tener los ovarios bien puestos significa ser una mujer que no se deja intimidar por nada ni nadie y que sale adelante así se le caiga el mundo entero, ella siempre encontrará una salida luchando contra las adversidades de cualquier tipo. Lo digo porque parece ser que muchas escritoras confunden lo de tener ovarios con ser maleducada, ordinaria, borde, gritona y agresiva. Horripilante, sí señor, y donde se ponga una como Isabella que no se ponga una chonita marujil pija sin neuronas que tiene el aparatito de pasar la tarjeta de crédito entre las piernas. Isabella, desde el principio de la historia, lucha por su vida, pues un tal Tejala −un hombre todopoderoso y malísimo− sí o sí quiere casarse con ella para adueñarse de la propiedad de ella. La mujer bien sabe que si se casa con ese avaricioso su vida se convertirá en un infierno, incluso tal vez pierda la vida. Por eso la mujer, sacando valor y fuerza de su alma, no duda en huir y escapar de los secuaces de Tejala que la persiguen sin descanso y de un negro futuro a manos de ese indeseable. Pero entra en acción un ranger de Texas, Sam MacGregor. Su deber es proteger a los más débiles de las garras de los villanos sin escrúpulos y de las injusticias. El chaval lo tiene todo, pero todo empezando por un cuerpo de infarto y un gran corazón. Él está buscando la hermana de la mujer de su amigo y se tropieza con la valerosa Isabella. Ohhhhh y entonces salta el chispazo entre ellos. Él la protegerá y la mantendrá a salvo de los hombres de Tejala y le promete que la regresará a casa sana y salva y que después se enfrentará al malo malísimo. Pero ella quiere más de él y él de ella, pero piensa que Isabella será más feliz con otro hombre, el cual le dará una mejor vida. Sin embargo, la mujer tiene claro lo que quiere y a quién quiere. Y quiere a Sam. Tiene buen gusto la muchacha ehhhhh. Ella, durante el viaje por tierras salvajes, no dudará en usar sus armas de mujer y provocará, incitará, coqueteará con ese maromo para que le dé todo lo que ella quiere: o sea que se la folle, las cosas hay que decirlas por su nombre. 37
Virtudes viciosas
Unos dedos acariciando un cuerpo anhelante, un comentario p i c a ró n , u n a i n s i n u a c i ó n i n o c e n t e p u e d e n m a t a r a u n hombre de deseo. Y es lo que le pasa a nuestro querido Sam, el pobre se A veces la mejor arma no es esa que escupe balas, ¡quéeeee va!
convierte en un osito de peluche encantador cuando ella usa sus armas. Y no cuento más que si no destripo el librito y os aseguro que merece la pena leer. Es una historia de amor con sexo, pero no el sexo de los libros de erótica de hoy en día asqueroso, visceral, de mentes insanas, etc… etc… Es el tipo de sexo romántico, sano, especial que una mujer con una cabeza bien amueblada ansía de su hombre. Así que estos días de invierno: manta, sofá y… Placer salvaje jijijiji Ahhhhhhh FELIZ AÑO ovejas descarriadas. Que la paz esté con vosotros. Os deseo mucho amor y muchos polvos este nuevo año. Sed malos porque yo este año en Amor fú voy a ser muy mala. La voy a liar: palabrita de niño Jesús.
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Porfirio y 50 sombras de Grey —Buenas tardes, les habla el Comandante Orellana. Bienvenidos a bordo del vuelo NorthWest 379 con destino a Sta Cruz de Tenerife. La duración estimada del vuelo será de dos horas treinta y cinco minutos. Por motivos de seguridad y para evitar interferencias con los sistemas del avión les recordamos que los teléfonos móviles deberán permanecer desconectados desde el cierre de puertas y hasta su apertura en el aeropuerto de destino… —Teté, creo que me voy a morir… —Porfi cariño, ¡tranquilo! ¿tomaste el trankimazín? —Sí. —¿Cuántas te has zumbado? —Dos. Me las he puesto debajo de la lengua. ¡Teté no puedo soportarlo! Siento los sudores de la muerte, me mareo, por Diosito Santo ¡sácame de aquí! — Me incorporé pero la mano tranquilizadora de mi amiga me empujó suavemente hacia el asiento. —No pasa nada cielo. Relájate. Acuérdate de aquel folleto que leímos en la tienda. El avión es el medio de transporte más seguro. Millones de personas lo utilizan al cabo del año y no pasa nada. Vale. Cierro los ojos. Respiro profunda y pausadamente. Pienso en lo bien que lo vamos a pasar. Playas de arena volcánica. Temperaturas suaves… —Ahora por favor, abróchense el cinturón de seguridad, mantengan el respaldo de su asiento en posición vertical y su mesita plegada. Les recordamos que no está permitido fumar en el avión. Gracias por su atención y feliz vuelo. —Así sea majo. Nunca había montado en un avión. Lo más lejos del suelo que suelo tener los pies , es cuando me subo en la escalera de mano para alcanzar de las estanterías de mi tiendita las vajillas de Duralex. Si no fuera porque mi amiga necesita desconectar de la dura realidad en la que se haya inmersa, seguiría pasando las Navidades donde siempre, en mi casita, tan tranquilo. A regañadientes me abrocho el cinturón. Pienso en que si ocurre algo, podré salir antes por la puerta de emergencia sin estar sujeto a aquella correa del demonio. ¡Iluso de mí! Si falla este trasto no se salva ni Dios…
Novelas con discount
Una azafata encantadora nos ofrece un pequeño refrigerio. Rehúso. No quiero nada. Solo deseo salir de esta cárcel cuanto antes. Noto unas palmaditas reconfortantes sobre mi mano. Giro la cabeza y observo el brillo deslumbrante de los ojos verdes de Teté. Le he cedido el asiento que está al lado de la ventanilla. Quisiera que echara la persianilla de ese ojo siniestro con vistas al vacío , pero me abstengo de decir nada. Se la ve tan feliz. Me propuso realizar este viaje hace dos meses. No me pude negar, soy su única familia, la quiero muchísimo. Se lo merece todo y más. Parece que me voy tranquilizando. Deben ser las jodías pastillitas que me puse debajo de la lengua. Sentadas en los asientos del otro lado del pasillo, dos mujeres charlan muy animadas, tanto es así que las oigo reírse y parezco contagiarme de su alegría… —¡Ay Cloti es tan mona! Ya no hay niñas que se ruboricen así de esa forma. Universitarias que tengan la posibilidad de entrevistar a esos pedazos de hombres —Que todas nos merecemos, no lo olvides Reme. —Sí claro. Faltaría más, pensé… —Por supuesto, Cloti. Yo no desespero. Llevo mucho tiempo esperando y guardándome para un tiaco de ese estilo. Y en este viaje que llevamos planeando desde que leímos 50 sombras de Grey lo voy a conseguir. Ya verás. Y todo gracias a esta autora. Es que es buenísima. Mira yo he leído veinte libros y este diecisiete veces, así que haz cálculos. —Cloti elevó una mano blanca y gordezuela y empezó a contarse los dedos. —Reme me salen tres libros. —Sacó la lengua concentrándose de nuevo; bizqueando volvió a mirarse la mano por si se había confundido. —Por supuesto. He leído tres libros en mi vida y puedo decir que es de lo
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Porfirio Discountr
mejor que se haya escrito nunca, y si no, lee las revistas, los blogs esos, las críticas. Vete al Eroski del barrio y observa en las estanterías de los más vendidos si está nuestro querido Grey compitiendo con las mejores novelas. ¡Ayyy! ¡Qué ilusión, por favor! —Claro, dos millones de moscas no van a estar confundidas. —Solté así sin más. Se me vino a la boca la frasecita de marras como un volcán que explota vomitando lava caliente a raudales. Mi amiga pegó un buen respingo en su asiento. No esperaba que soltara la lengua en el viaje, pensando que el miedo a volar me anularía la capacidad de charlar y mucho menos con unas que se creían a pies juntillas las letras que juntaba una señora. Conste, que cada uno puede tener ensoñaciones con lo que le dé la realísima gana. Miraba fijamente la cara de la tal Reme. La suya destilaba verdadero ¿odio? dirigido sin lugar a dudas hacia mi persona. —¿Y a usted quién le ha dado vela en este entierro? —Porfirio Discount, para servirle señora. Últimamente no oigo más que hablar de este señor y me pregunto qué es lo que verán las mujeres en él… —Está cañón, tiene pasta, tiene poder. Es J-O-V-E-N. —La juventud me la restregó por la cara con el ímpetu de su voz. —Señora, usted no ha leído muchas novelas románticas por lo que noto...Todos los protagonistas de este género poseen ese perfil. —No como mi Christian. —Señora, me apuesto un euro a que su Christian tiene los ojos claros, ¿quizá grises así como magnéticos? —¡¡¡Lo ha leídoooooooooo!!!! —Soltó indignada. —Claro Reme, y perdona que te tutee y que me dirija a ti por tu nombre. Opino de lo que leo. Y lo que he leído en esta novela me parece malo, pésimo para ser exactos. —¿Y por qué si puede saberse? Eres un envidioso porque no llegarás nunca a ser ni de lejos…¡¡¡¡la mierda que pisa el zapato de nuestro Christian!!! —Esta vez era la amiga de Reme la que se levantó del asiento y me gritó con todas las fuerzas y la indignación que pudo reunir. —Oiga señora no se pase con mi amigo. Haga el favor de tener un poquito de respeto . Deje de gritar como una posesa para empezar. —Esta vez fue Teté la que intervino desde su asiento. —Si no está de acuerdo igual prefiere que avisemos a una azafata para que lo ponga en conocimiento del comandante. —La seriedad con la que le habló la hizo retroceder a su asiento con cara de susto. —Cloti, no seas tan efusiva mujer. ¿Trabajáis alguna de las dos en la empresa de Erika Leonard? —Tanteé un poco el terreno, para evaluar el grado de conocimiento que tenían las amigas sobre el tema que estábamos tratando. —¿Quién es esa? —Soltó Reme.
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Novelas con discount
—Sí mujer, E L James, la insigne autora del libro que idolatráis. —¡Ahhh! Es que lo pronuncias mal. —Atacó. —Lo suponía. Por la manera que tenéis de defenderla pareciera que fuerais a heredar su empresa. —Tomé aire. Llené los pulmones y me preparé para contar todo lo que opinaba desde hacía meses de ese libro y ya puestos, de todos los que habían salido publicados a la sombra de este. Y se lo iba a soltar nada menos que a dos hooligans de Grey. ¡Que Dios me cogiera confesado! Estas dos me iban a despellejar vivo. No atendían a razones. Opinar sobre ese tipo de libros algo diferente a lo que las ultradefensoras de Grey o de cualquiera de sus secuelas, derivaciones, o guiones adaptados al cine, era poco menos que enfrentarse, ¿a la muerte? —Christian Grey es un personaje muy trillado señoras. Su autora le ha untado con todas esas capas de barniz que lo hacen apetecible a un público pero de adolescentes. Pensando además que ganará originalidad le dota de un halo de misterio con trauma infantil incluído. —¡¡Mentiraaaaaaaa!!! Lo que te pasa es que eres un viejo reprimido que nos criticas porque leemos este tipo de cosas que no se han visto nuncaaaaa. —Reme, te va a dar algo hija, cálmate. —El pasaje había empezado a girarse y a mirarnos con curiosidad. —No me conoces. Créeme que de reprimido tengo poco. Personalmente me la trae al pairo si Anastasia le mete el tacón de aguja por el ojete y no lo saca hasta que orgasme el rey del “BDSM”. Aunque no lo creo porque la pobrecilla bastante tiene con morderse el labio inferior, fruncir el ceño, decir “uauuuu”, ponerse colorada como la grana o dejar los ojos en blanco, tanto me da, no digamos ya controlar a esa salvaje diosa interior que posee. —Las amigas me miraban desde sus asientos con cara de asesinas. El sudor les perlaba la frente, y el rubor de sus caras sobrepasaba con creces al de la protagonista femenina de tan “sublime historia”. —Retira eso que has dicho ahora mismo. —Aquel graznido surgió de la garganta de Reme. —Porfi déjalo, cariño. ¿No encuentras un tanto inútil hablar con quien no quiere escuchar? —Los ojos de Teté me suplicaban que abandonara el combate. —¡Ay si el “divino marqués” levantara la cabeza! Claro que quién sabe quién es ese —susurré. Como me sentía mucho mejor y había controlado el pánico, decidí rematar la jugada.
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Porfirio Discountr
—Señoras aquí no hay sadomasoquismo, ni porno duro, solo becerradas, diálogos repetitivos, absurdos, incluído el contrato ridículo e interminable del “tontoelculo” del Amo . —El pasaje empezó a alborotarse. Se oyeron silbidos, aplausos, abucheos, en la clase turista. Las azafatas acudieron raudas y veloces para calmar los ánimos . La situación se estaba tornando un tanto peculiar, casi peligrosa. —¡Señoras y señores, vuelvan a sus asientos, cálmense! — Las azafatas apenas se hacían con el pasaje. Me encontraba eufórico. El trankimazín me había hecho efecto pero justo el contrario. Me sentía exultante, así que me levanté para lanzar con vehemencia mi perorata. —Anastasia es uno de los personajes más pusilánimes e insufribles que he tenido el disgusto de leer, le faltan dos o tres hervores, cuatro o cinco veranos, me saca de quicio. ¡Christian es…! —No pude terminar la frase. De repente solo ví una suerte de destellos brillantes que oscilaban desde el blanco radiante al rojo chillón. Estos fogonazos de luz fueron acompañados por un dolor agudo en el maxilar inferior. Alguien me había lanzado un gancho a la mandíbula. Literalmente vi las estrellas, y no sé si a “Pol Worker” montado en un nazgul de camino a la Eternidad… —Les habla el Comandante Orellana. Regresen a sus asientos. Repito: Sienténse. Abrochénse los cinturones. La maniobra de aterrizaje comenzará en breves instantes. —La voz del comandante a través de los altavoces no consiguió que nos comportáramos como seres civilizados. La situación se tornó muy comprometida . Se estaba repartiendo leña a diestro y siniestro. Los pasajeros habían emprendido sus particulares batallas con los que tenían al lado, defendiendo sus posturas de la manera menos indicada y por desgracia más violenta posible, o sea, a puñetazo limpio, —¡Serán brujaas e ignorantees! —Teté se había lanzado al moño de la tal Reme. La saña con que lo estaba deshaciendo solo era equiparable a la rabia con la que se empleaba en descargar patadas en las espinillas de Cloti. El sonido de una vuvucela fue el único que nos alertó de la coyuntura. Todo el mundo abandonó la pelea buscando el origen de aquel ruido estridente y ensordecedor. El comandante había abandonado la cabina y con aire marcial se dirigió a todos nosotros—Muy bien señores pasajeros. Ahora que he conseguido atraer su atención, hagan el favor de regresar a sus asientos, abrochénse los cinturones y permanezcan calladitos mientras realizo la maniobra de aterrizaje. Si ustedes cumplen yo haré lo mismo con total eficacia y destreza. Pero si me ponen nervioso amotinándose de esta forma, no sé si llegaremos a destino, así que, ustedes eligen. —La mirada glacial dirigida al pasaje unido al porte militar que se gastaba surtió el efecto deseado. Como niños obedientes nos sentamos y nos colocamos los cinturones. Una vez que comprobó que todo se hallaba en perfecto orden, se dio la vuelta para dirigirse a la cabina. Anduvo dos pasos, al dar el tercero dejó un instante un pie en el aire, apenas unas décimas de segundo; lo posó en el suelo, giró la cabeza y mirándome fijamente soltó del tirón — Porfirio, es usted un crack...
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Momentos rubios H
En fin, que sigo yo con mis momentos oy me apetece hablar de esos rubios. Reconozco que yo también a lo largo momento rubios que alguna vez de mi vida he tenido algún momentillo de todos hemos tenido sea hombre o mujer, estos, y en el futuro supongo que se dará morena, rubia, pelirroja... no tiene por que ser más de uno; soy humana y ya se sabe que los rubia a la fuerza. El tema, como siempre, humanos, gracias a Dios, somos imperfectos. salió en la conversación que tengo con dos Pero no voy a hablar de mis momentos amigas a las que quiero un montón. rubios, no quiero dar carnaza a «rubias Hablábamos de las novelas románticas (mi tontas» para proporcionarles temas de tema preferido) y esta vez nos centramos en conversación tan tontos como ellas o ellos, las protas estúpidas que abundan en muchas me da igual el género, la tontuna historias. Quien escribe sabe que no entiende de masculino o darle vida, soltura, credibilidad a E s a s p ro ta s femenino, se lleva dentro y sale un personaje no es trabajo fácil, yo c u y a l e n g u a , por la boca. lo considero un arte; requiere de p o r a l g ú n m o t i v o Pues bueno, voy a contar mucha habilidad. Muchas y muchos desean para sus historias q u e s e m e e s ca p a , un momento rubio que tuvo una n o co n e cta de mis amigas, la cual me ha una prota inocente y dulce que es a d e c u a d a m e n t e dado permiso para contar sin lo que más abunda en novela c o n s u s s e s o s y que diga su nombre. Ahora romántica y, sinceramente, les mismo se me ocurre que estaría acaba saliendo un churro. No co n e cta m e j o r co n e s a p a rte d e l bien hacerle la bromita de que pretendo insultar a nadie, pero a c u e r p o q u e s i r v e tuve un momento rubio y escribí veces como lectora me siento d e d e s a g ü e su nombre jajajajaja. Ella me insultada y eso tampoco está bien. hace otras bromas y siempre Me refiero a que acaban creando caigo. Pero no, no le voy hacer tal cosa, no a la típica rubia tonta (repito: aunque no sea quiero ser la culpable en el caso de que le dé rubia el concepto ya lo entendéis) sin un ataque. neuronas y con el cerebro entre las piernas. Mi amiga trabaja en una farmacia y Esas protas cuya lengua, por algún motivo hace unos días entró un adolescente muy que se me escapa, no conecta bien parecido (tipo yogurin) a comprar adecuadamente con sus sesos y conecta preservativos. Él nada más entrar pues le mejor con esa parte del cuerpo que sirve de pide una caja de condones en un tono desagüe. Es lo que digo siempre, si los decidido, pero tenso por aquello de que el hombres fueran adictos a la novela chaval es todavía un gallito joven, tierno y la romántica, esos chistes machistas que todas vergüenza aún puede con él. Entonces le hemos escuchado muchas veces cobrarían dice de golpe y porrazo a mi amiga: sentido y tendrían su lógica.
Encarna Magín
−Oyeeeee que tengo veintidós y disimulando como pudo sus prisas y su medio... bochorno. Mi amiga acabó por reírse de su Mi amiga, la pobre, se queda sin estupidez, ¡menudo momento rubio!, para habla y ya en su cabeza se pasea un recordar. Al menos en la farmacia no había miembro erecto de grandes dimensiones. más gente, porque si llega a haber clientes Ella me explicó que se quedó roja como un entonces es para morirse, eso sí que tomate, ya que notó su cara arder, hay que hubiera sido apoteósico. reconocer que la impresión puede con En fin que ya veis que momentos cualquiera por muy versada que se esté en rubios tiene todo el mundo. Mi amiga no es el tema y por muchos polvos que se hayan rubia, sino morena y metió la pata hasta el tenido. A esto ella le contesta casi fondo en una situación ridícula. Aunque sí tartamudeando: que es verdad que hay mujeres tontas, −Ehhhhh, bueno… te…tenemos tallas… tontas que bien merece eso de que «tenía El chaval, entonces, se da cuenta de que ser rubia» aunque sea teñida. Alguna su error; su apuro es visible a simple vista y conozco y yo le daría el premio a la también se sonroja. Mi amiga me contó que estupidez. También hay famosas que no sabía ni dónde mirar el pobre, solo dijo encajan con esta descripción que solo por en un hilo de voz: follarse a un famosito o tener un hijo de él −Solo llevo veintidós euros y medio… llegan más lejos que una mujer Bufffff viene aquel momento en emprendedora con estudios. Fíjate M o m e n t o s que mi amiga quiere que se la trague que carrera tan prometedora, solo ru b i o s literalmente la tierra. Se trataba de la hace falta tener los bajos bien ti e n e cantidad de dinero, no del tamaño en lubricados y ser un poco mona, luego t o d o centímetros de su instrumento de ya te harás retoques vendiendo tu e l m u n d o placer. Claro, esa manía que tienen los vida. Y encima tienen seguidoras y jóvenes de reducir textos en fans histéricas que si bien muchas no WhatsApp se contagia en sus otras son rubias, pues como si lo fueran, no maneras de comunicación. Porque vamos a hay diferencia entre unas y otras. Igual si ver, qué le hubiera costado decir que quería les abriéramos la cabeza no encontraríamos un paquete de condones, pero que su nada, solo eco. precio no pasara de veintidós eurillos. Se En fin… que en este mundo tiene que hubiera ahorrado la escenita y el momento haber de todo y como ya he dicho yo rubio de mi amiga. también he tenido mis momentos rubios, y Ella fue a buscarle el paquete de gordos. Tal vez algún día los ponga en una condones, no se atrevió a abrir la boca y el novela. muchachito aún menos. Era evidente que él Y solo me queda desearos un buen quería salir de allí cuanto antes mejor y mi inicio de año y que este 2014 venga amiga que se fuera también rápido. El cargado de cosas buenas. Dedicaros a vivir chaval pagó con sus veintidós euros y ella le la vida que es lo mejor que se puede hacer devolvió el cambio. Y se fue deprisa, sea el año que sea. Encarna Magín
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Para: Asunto:
info.amorfu@gmail.com Tarot de Miss Sousa
Querida Miss Sousa: En primer lugar me gustaría felicitarle las fiestas y desearle todo lo mejor para el próximo año. Precisamente, por el próximo año quiero yo preguntarle, me gustaría saber cómo me va a ir. En todo. Usted míremelo todo y a ver si me sale algo bueno. Porque llevo una rachaS Yo si quiere le cuento, pero no sé si eso será hacerle perder su preciado tiempo. Mejor le hago un resumen, ¿no? A ver, en la salud no me puedo quejar del todo, no estoy muy mal, pero tampoco me noto yo con mucha energía para hacer cosas que veo que hacen los demás, para que se haga idea le doy un dato: a mí me ha costado mucho poner el árbol, ¿sabe? Oiga que mi abuela Florentina se lo ha puesto del tirón, un árbol de siete metros, petado de adornos, y a mí me ha costado Dios y ayuda decorar mi pequeño bonsái. Es que estoy como floja, sin ganas, como desfondadaS El trabajo, ahí sigo, en el archivo, archivando y mirando de tanto en tanto por el rabillo del ojo a Onésimo Retuerta, el de contabilidad, si le vieraS Es tan apuesto, me llamó la atención desde el primer día que pisé la oficina hace veintitrés años, y desde entonces, sueño con que un día pasará algoS pero por ahora nadaS Lo máximo que ha pasado es ir a la cena de empresa juntos y que siempre acabemos sentados cada uno en una punta. Qué hartura. Por eso, escribo. ¿Cambiará mi suerte de una vez? ¿Este año será mi año? Gracias por escucharme y muchos besos. María del Carmen
Miss Orchidea
Q uerida María del Carmen:
Me pillas que salgo para una fiesta y tengo las cartas en la otra habitación. Da lo mismo. No me hacen falta. Te escribo así deprisita porque lo tuyo tiene fácil arreglo: espabila mona, que veo que te jubilas y el compañero Onésimo se te escapa vivo. Invítale a tu casa con cualquier excusa relacionada con la contabilidad, yo qué sé que te contabilice el número de zapatos aburridos que debes de tener, porque presiento que son todos iguales, que te haga una hoja Excel con tus gastos del mes, en fin… cualquier invento, él se sentirá honrado y ya en tu territorio, podrás hacer con él lo que quieras. Ahora que me da a mí que el Onésimo este es un pavisoso del quince, porque si todos estos años no ha dado el paso. ¿De verdad que te interesa un hombre tan paradito? Tú verás, pero yo a ti te veo muy mustia, ¿no será mejor que pases de este señor tan pelma y que empieces a divertirte un poco? Para empezar, muévete, porque te veo oxidada, más que desfondada como tú dices, yo creo que estás fondona, me da que te mueves poquito, hijita, yo creo que te convendría levantar un poco el pandero de la silla de las lamentaciones y ponerte a moverlo como una loca. Baila. Mueve las caderas. Quítate esa ropa horrenda que llevas, porque seguro que lo es, suéltate el pelo, deshazte de esa coleta horrible y esas cejas que llevas de abuela, y modernízate todo lo que puedas. Ahora estarás pensando que si tengo una bola para verlo. La respuesta es que tampoco me hace falta. Simplemente, lo sé. ¿A que he acertado? Bien. Pues sigue mis consejos… Yo empezaría por las medias o los calcetines, empieza a arriesgar por ahí, atrévete a dar la nota. ¡Si no pasa nada! Peor que estar donde estás, no va a ser. Y haz como yo, sal y vive, no esperes más milagros. Visita museos, ve al campo, sal a cenar, apúntate a cursos, y sobre todo sé buena. Y que conste que no te aconsejo esto porque estemos en Navidad, no, es que ser bueno está genial. Si lo tuyo es archivar, ayuda a los que te rodean con tu talento, ofrécete a archivar facturas, informes médicos, correos electrónicos, todo lo que pilles, eso te hará sentir bien, y ya verás como al sentirte útil, te sientes menos achacosa. Si haces todo esto, te vas a renacer, estarás radiante y la vida esa que llevas, hija mía, tan mortecina ya verás como cambia radicalmente. Ese es el secreto. Y ahora te tengo que dejar, tengo una cena navideña con unos amigos, hay uno de ellos que me gusta… Pero yo lo único que quiero es bailar y bailar, como una loca… Ya me contarás como te fueron con mis consejos. Con afecto, Miss Sousa
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Capitulo 3
Un trabajo de verano —¡Puñetas con la niña! —Madre, ya no es una niña… De vuelta a los Laureles y una vez sosegados los ánimos, Greta tuvo que relatar con pelos y señales lo acaecido durante su visita al centro de Ojete. —¡Macaria! —exclamó doña Leonarda llevándose las manos a la cabeza teatralmente, para después afirmar entornando los ojos —: maaala como la carne de pescuezo. —A su lado había otra anciana que debía estar sorda como una tapia —explicó Greta. —¡La Perpetua! Como si la viera, toda la vida ha sido marraaana. Esa está sorda pero de la mierda que lleva en las orejas, las dos arpías andan siempre juntas como uña y mugre... —Clarita trataba de quitar hierro al asunto ignorando las acotaciones de su anciana madre. —¿Y dices que en la tienda te atendieron con amabilidad? —preguntó a su hija. —Enemesia... la tendera: ¡esa es una falsa! —doña Leonarda bufó soltando una bocanada de aire que hizo vibrar sus flácidos labios. —¡Abuela! —rió Greta– ¡No deja usted títere con cabeza! En la tienda había dos mujeres bien raritas, hermanas supongo por el gran parecido, la tendera las llamó Pacas. — Las Pacas… ¡Un par de envidiosas! —¡Madre! —la reprendió Clarita —deje usted hablar. —Los filetes los compré en una carnicería justo enfrente. El carnicero, que es como un Hércules, y su hijo, no parecen tan pueblerinos. —¿Hércules? —preguntó extrañada Clarita. —Ese debe ser Modesto —adivinó doña Leonarda— el hijo de don Justo. Fue muy amigo de tu abuelo, Greta, tú no lo ves desde que eras moza, Clarita. —Pues deberías verlo ahora mamá —sugirió Greta con picardía— no cabe por esa puerta. Además, se nota que el hombre se cuida, su hijo debe tener mi edad ¿no, abuela? —Pobre chico…—se lamentó doña Leonarda— la madre era muy guapa,
Amor y mortadela
Dorita, la hija del anterior Alcalde; murió joven…dicen que de un mal aire, no era mala chica, un poco tímida pero no era mala...el chico ha salido a ella. Sabes Greta… Modesto fue pretendiente de mi Clarita, que bien lo despachó… que porque estaba esmirriado —la anciana arrugó el morro y chasqueó la lengua— a la puñetera no le gustaba ninguno del pueblo. —Bueno madre, ya está bien de chismes por hoy que tengo la olla en el fuego. Como tenía previsto, Greta regresó a la Universidad para realizar los exámenes finales. Para su sorpresa, no encontró a Francesco entre los pupitres. Lo llamó varias veces al móvil, pero saltaba el contestador: “In questo momento non posso rispondere, ti prego di chiamare più tardi”. En los Laureles estaba prácticamente incomunicada y sin cobertura, por lo que una tarde después de la siesta decidió bajar a Ojete y probar suerte por última vez: “In questo momento non posso rispondere…” Eran las seis de la tarde y el calor no daba un respiro. Greta salió de la cabina telefónica buscando la sombra, una intensa fragancia la llevó hasta un florido balcón, colmado de rizados claveles reventones; las cortinas que cubrían las ventanas enrejadas eran de color atrevido, la puerta de la entrada estaba pintada de rojo y una plaquita dorada relucía al sol: Pensión Úrsula “Habitaciones” Custodiaba el portal un astuto minino rayado.
Desde la plaza llegaron voces procedentes de la terraza del bar. —¡¡Aaaarrastro!! —sentenció un paisano con la boina puesta, arrojando el As de bastos sobre la mesa con tal ímpetu que la levantó del suelo haciendo saltar los carajillos. —¡Recoño Abundio! ¿Otra vez llevas el bastón? —bramó el más grueso— ¡Pero si no pueee ser! ¡Eres un marañoso y un tramposo! —¿Marañoso yo? —Exclamó el Abundio levantándose y escupiendo lo que le quedaba del puro —¡Y tú eres un mal perdeor! Si no sabes jugar pos no líes ¡Liante! ¡Que eres un Liaaante! —El tercero a la partida, un bulto que se retorcía en la silla, se reía como una hiena —¿Y tú e qué te estás riendo, Chepas? Chepao agqueroso... Eres igual de tramposo que él ¡Irse los dos a tomar por culo! ¡Ya no me pilláis más! —sentenció el de la boina haciendo saltar la baraja española por los aires. El tres de copas cayó justo a los pies de Greta, fue entonces cuando se percataron de su presencia. Abrieron mucho los ojos y las bocas,
comíendosela con sus miradas.
Greta los rodeó y echó a andar consciente de que los tres le taladraban el trasero, en eso, seguro se habían puesto de acuerdo “pensó”. 50
Betty Love
— Fiuuuuuuuu—silvó uno— ¡Cómo está la moza! —¿Esa es La Franchuta? Pues le hacía yo un traje saliva…—Y salivó. Greta apretó el paso sin volver la vista atrás y, al pasar por delante de la carnicería, un cartelito pegado al cristal de la puerta le llamó la atención: “Se precisa ayudante” Obedeciendo a un impulso y sin pensarlo dos veces, entró en el establecimiento. La carnicería estaba vacía, pero al instante Hércules atravesó la cortina con su peculiar tintineo. Llevaba puesto el delantal y se secaba las manos con un trapo de algodón, a Greta le llegó de inmediato un olorcillo a colonia varonil que se mezcló con el característico olor a chicha. —Hola, guapa. Veo que sigues por aquí, me alegro de volver a verte ¿Qué ponemos? —Buenas tardes, acabo de leer que necesitan personal. —Así es, nos vendrían bien un par de manos. —¿Qué le parecen estas? —Greta extendió ambas manos, de
a s p e c t o s u a v e y d e l i c a d o c o n l a s u ñ a s p i n t a d a s d e ro s a chicle. —Son muy bonitas, desde luego…—Hércules intentó disimular la sorpresa con su mejor sonrisa— pero… —¿No contratan mujeres? —preguntó ella. —No se trata de eso…—respondió él— no sé si el trabajo esté a la altura de tus expectativas. —Por el momento no tengo expectativas, se lo aseguro. Póngame a prueba. Modesto estudió a la joven con detenimiento y caviló rápido la situación. —¿Quieres hacer una prueba, eh? Bien, te espero mañana temprano a las siete en punto.
Después de la cena, tortilla de patatas y unos dulces caseros, Greta esperó a que se acostase la abuela para dejar caer el bombazo. —He encontrado trabajo. —¿Cómo dices? —Clara se atragantó con un rosco de anís. —Pues que mañana empiezo a trabajar en la carnicería de tu amigo Hércules. —Pero Greta, ¿tú estás loca, hija? Trabajar en una carnicería, aquí en Ojete… ¿Y qué sabes tú de ese oficio? —Tampoco pedían experiencia. Necesitan un ayudante y nosotras necesitamos una ayudita; será un trabajo de verano, yo no veo tanto problema. Además, aquí encerrada sin hacer nada me va dar una psicosis. — Pero hija… 51
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—¡Me aburro mamá! —se quejó— no quiero pasarme todo el verano sentada en el patio aferrada al matamoscas… —Bueno, es que ahora que has terminado tus estudios… te mereces un descanso, la que tendría que buscar un nuevo trabajo soy yo —se lamentó Clara. —Tú ya tienes bastante con la casa y con la abuela —una mosca mosqueaba alrededor—. Quiero hacer algo útil, de verdad… Y necesitamos el dinero— convino Greta, dando por zanjado el tema y atizando un golpe certero al díptero insecto. —Ya veremos cuando se entere tu abuela... —Clarita puso los ojos en blanco y se encomendó al cielo pidiendo ración doble de divina paciencia. Amaneciendo y con la fresca, Greta se montó en la bicicleta dispuesta para afrontar su primer día de trabajo. Durante la noche había estado dándole vueltas al asunto; a lo mejor se había precipitado. Mejor no saber nada, tal vez si hubiese conocido más a cerca de sus futuras tareas se habría echado atrás. Como en otras ocasiones, el gallo porculero, que por lo visto tenía muy desarrollado el instinto territorial, le salió al paso intentando picarle, esta vez, envalentonado, consiguió volar casi hasta el cestillo. La plaza de Ojete estaba fresquita y desierta a esa hora temprana, los primeros rayos de sol alcanzaban la fuente y los pájaros piaban despabilados entre las ramas de los arbolitos. El dueño del bar barría la terraza y del interior del local se escapó el sonido de una tragaperras. Hércules la esperaba puntual en la puerta de la carnicería, afeitado, repeinado. —Buenos días, Greta. —Buenos días, eh… — M o d e s t o , d i s c u l pa , n o m e h e p r e s e n t a d o
d e b i d a m e n t e . M i n o m b r e e s M o d e s t o G u e r r e ro .
Labios finos, brazos fuertes “pensó”. A primera vista Modesto ofrecía un rostro agradable, con ligeras bolsas bajo los ojos todavía hinchados por las horas de sueño, pero fresco como una rosa y oliendo a loción de afeitar. —Sígueme, por favor, entraremos por la parte de atrás y podrás dejar la bicicleta. Atravesaron un patio grande y el pestamen en el ambiente no era muy esperanzador. Greta siguió a Modesto hasta el interior de una pequeña nave, ocupada por jaulas y corrales para pollos, presos como convictos en sus celdas cacareando y armando gresca. —Bueno Greta, tu trabajo será atender a las aves: darles de comer y beber, sacarlas afuera, barrer las instalaciones…Por las mañanas cuando llegues tendrás que comprobar las luces, las jaulas, y supervisar que todo esté en condiciones. Marco estará en esa otra sala con la peladora. Durante estos meses hemos tenido
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muchos pedidos, estamos creciendo ¿sabes? Nuestros productos, en especial los pollos de corral, son cada día más demandados. Además, mientras tú nos ayudas Marco podrá ocuparse de los pedidos y nuevos clientes y, también dedicarle más tiempo a la fabricación de su mortadela, que esperamos sea uno de nuestros productos estrella. En su primer día como granjera Greta sacó a los avechuchos al exterior como a infantes de guardería para que se ejercitasen y picoteasen el maíz que previamente se esparcía sobre la hierba, y así crecer gordos y hermosos a la espera de su trágico e inevitable destino. A media mañana Marco se dejó ver, algo serio y distante la saludó educadamente. La noche anterior, cuando su padre le comunicó que ya tenían un ayudante y de quién se trataba, su primera reacción fue de enojo y protesta, “ ¿tenía que ser ella precisamente…?”. Después de meditarlo, admitió que la chica no tenía la culpa de incomodarlo, quizás fuese preferible a soportar la presencia de cualquier otro bruto paleto de entre el ramillete de holgazanes oriundos de Ojete candidatos al puesto. Tratando de vencer su timidez y sus reservas hacia la muchacha, se acercó a ella.
—Estos pollitos aún no tienen la edad para salir al exterior —le indicó— dentro de unos días podrás sacarlos, pero solo por un corto tiempo, debes evitar las horas más calurosas...son muy sensibles a los cambios bruscos de temperatura. Se lo dijo muy serio, visiblemente tenso. Marco centraba su atención en los pollos, las plumas, la paja, las paredes…Evitaba mirar a Greta a la cara. —Perdona…—se atrevió Greta—Te noto algo incómodo ¿No te parece bien que tu padre me haya contratado? La pregunta lo pilló por sorpresa y alzó la vista, se percató del desafío en la mirada de la chica, que esperaba una contestación. Sin poder evitarlo Marco se quedó enganchado al verde de esos ojos tan poco corrientes. —No—. Su respuesta sonó rotunda y sincera. —Siento escuchar eso… ¿Es porque soy una chica o porque soy “ La Franchuta”? — Greta le sostuvo la mirada y Marco intentó no ruborizarse mientras sopesaba una respuesta. —No se trata de ninguna de las dos cosas, perdona si te he parecido algo… borde. Desde un principio no estuve de acuerdo con que mi padre contratase a alguien, eso es todo. Yo puedo quedarme más tiempo si es necesario, pero si se le
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mete algo en la cabeza...Tampoco esperaba que… que fueses tú, de todas formas no tienes la culpa. Un leve movimiento en su garganta atrajo la atención de Greta, que
observó embelesada cómo la nuez masculina se desplazaba en el breve proceso de tragar saliva, mientras, pensaba que el cuello de ese tío era firme y robusto como el poste de una farola. Llevaba una camiseta ajustada con algunas salpicaduras, también en el delantal que le ceñía el cuerpo. El contraste entre el blanco de la prenda y el tono bronceado de la piel de Marco, tostada por el sol veraniego de Ojete, era realmente favorecedor. —Este tampoco es el trabajo de mi vida ¿sabes?—declaró Greta, saliendo de su embelesamiento—. No sé si podré aguantar esta peste más de un día —murmuró por lo bajini— pero creo que tu padre me ha contratado pensando principalmente en ti, para que puedas dedicarle más tiempo a tu mortadela. Sin que esta vez pudiese evitarlo, un rubor rosáceo afloró al rostro de Marco al mencionar la mortadela. —Bueno, ya es un hecho y de nada sirve que le demos más vueltas al asunto…—concedió Marco—. Agachó la cabeza ligeramente y esbozó una pequeña y perfecta sonrisa. Una refriega ocurría tras los barrotes, había varios pollos sacando pecho y plumas flotando por el aire. —Mira a ver qué sucede ahí, estaré aquí al lado por si me necesitas —. Se dio la vuelta y se largó. —¿Y qué pensará que haga yo con estos gallitos? —se preguntó Greta— ¿Que me arremangue y me meta dentro de la jaula a poner orden?... ¡Joder, qué peste! Los días se sucedían como el avanzar del verano: largos y calurosos. Las chicharras cantaban enérgicas, las tardes parecían no tener fin, y el gallo cada vez madrugaba más. La abuela había recuperado las fuerzas y la vitalidad y, aunque Clarita se encargaba de la mayor parte de las tareas de la casa, la anciana andaba siempre pegada a sus talones rezongando. No pudieron ocultar por mucho tiempo el motivo de las salidas matinales de su nieta. —Tanto estudio y sacrificio para acabar desplumando pollos, ¡habrase visto! ¡Y qué puñetas! —Madre, ya le hemos dicho que es algo provisional, un trabajo de verano. —¡Qué verano ni qué puñetas! Los pollitos crecían lozanos bien atendidos, a pesar del madrugón y el nulo glamour de su empleo, las mañanas se le pasaban rápidamente. El trabajo le permitía echar la siesta y disfrutar de la tarde libre leyendo en el patio, paseando, o
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simplemente holgazaneando y disfrutando la paz y la tranquilidad que da el campo y la sensación de sentirse útil. El trabajo no era gran cosa, mas bien lo contrario, era una gran mierda, pero día a día la cercanía del guapo y esquivo Marco, si bien pasaba la mayor parte del tiempo ocupado en sus asuntos, se estaba convirtiendo en un intrigante aliciente. Una mañana a eso de las diez Greta abrió la trampilla y sacó a los pollitos al recreo, se sentó sobre una piedra y desenvolvió un sándwich de queso para almorzar. En cuestión de dos minutos, el sol se esfumó, el cielo se puso negro como un tizón y comenzaron a caer gotas de lluvia como escupitajos. Trató de juntar a la pollería para hacerlos entrar, pero estos se empecinaban en seguir picando en el césped como si tal cosa, calándose hasta las mollejas.
—Pitas, pitas...¡Vamos adentro! ¡Entrad, entrad! Pitas, pitas… Marco apareció, alto y enérgico, y la ayudó a resguardar a las aves en un tiempo record. —Estas tormentas de verano no avisan... ¿Te has mojado?— se interesó. —Un poco —contestó Greta—. He intentado hacerlas entrar lo más rápido posible… —No te preocupes, esto es cuestión de unos minutos, cuando vuelva a salir el sol las sacaremos de nuevo para que se les sequen las plumas.
G r e t a t e n í a l a b l u s a e m pa pa d a , e l e n c a j e d e l sujetador se transparentaba. Él también lo habría notado. El pelo oscuro de Marco brillaba como recién lavado. Greta se fijó en lo bien afeitado que iba, en lo serio que estaba, en que le miraba... la boca. —Acompáñame, por favor —le pidió él—, te daré una toalla. Greta lo siguió hasta su pequeño cuartel, Marco le tendió la toalla y una camiseta limpia. Ella pasó al baño, se cambió y secó y cuando salió la esperaba una taza de café humeante encima de una mesa. —Qué bueno, muchas gracias. —Aquí en esta sala tenemos cafetera, en ese armario hay botellas de agua, galletas, y algunos aperitivos, por si te apetece. Se sentaron alrededor de la mesa, el uno frente al otro, Marco tomaba su café y desviaba la mirada cuando sus ojos se encontraban con los de Greta, que lo estudiaba por encima de la taza. El sonido de la lluvia al caer sobre el techo de uralita remitía, estaba empezando a parar. Dentro imperaba el silencio.
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No es muy hablador...” pensaba ella” pero está como un tren. Es demasiado directa… “ se decía él” pero esos ojos…, es tan guapa. Greta curioseaba. Se encontraba en una especie de despacho improvisado con dos puertas, una daba a los corrales y la otra a la carnicería. Había estanterías en las paredes, cajas, carpetas, un perchero del que colgaban unos pantalones, delantales…, entre un montón de papeles había un diccionario Español-Italiano. —¡Vaya! —exclamó intentando huir del incómodo el silencio— ¿Estudias italiano? —No exactamente —contestó— solo necesito un poco de vocabulario. Greta se lo quedó mirando pensativa, desde luego el premio al más extrovertido no se lo llevaba —¿Te sorprende mucho? —le preguntó mordazmente—.Ya sé… piensas que todos en este pueblo somos unos paletos, ¿no es así? —No, no pienso eso...—Ahora la que se puso colorada fue ella, molesta por el tonito desdeñoso de sus palabras —. Gracias por el café, Marco. Parece que está saliendo el sol, será mejor que vuelva al trabajo. Cuando Greta atravesó la puerta, Marco cogió el envoltorio del azucarillo que estaba sobre la mesa y lo estrujó con fuerza. Ese día, al acabar la jornada Modesto se ofreció a llevar a Greta a los Laureles. —Los caminos estarán embarrados, no es ninguna molestia acercarte. Sube la bicicleta a la camioneta y en marcha. Efectivamente, a poco que llovía los caminos se convertían en un barrizal. Llegaron a Los Laureles y Modesto se bajó para ayudarla con la bicicleta, el hombre permaneció de pie unos segundos contemplando ensimismado la propiedad. —Solía acompañar a mi padre a ver a tu abuelo, siempre me ha gustado esta finca… es una pena que se esté deteriorando —confesó fijándose en los muros— Bueno, guapa, hasta mañana. —¡Gracias por traerme! Al día siguiente Marco estaba enfrascado con la mortadela cuando entró su padre. —¿Cómo va la cosa, hijo? ¿Has encontrado ya la fórmula perfecta? —Estoy probando con otra especia —comentó—, busco un sabor… no sé, que sea suave pero a la vez impactante. —Suave pero impactante, ¿eh? Como Greta… —sugirió— ¿Tal vez deberías invitarla a salir?
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—Ya empezamos… No necesito que me des consejos sobre m u j e r e s , pa pá , l i m í t a t e a l a m o r t a d e l a . —Pues yo creo que sí… Una preciosidad como esa no se presenta todos los días, no te estoy diciendo que le pidas relaciones, sólo que salgas y te diviertas como corresponde a un chico de tu edad. Además, tienes que vencer esa cortedad con las mujeres, Marco, desde luego, en eso no te pareces a tu padre. —Yo no soy corto. —Mira hijo, con las mujeres hay que ser decidido, hay que tomar la delantera y nunca deben notar que te ponen nervioso… si se dan cuenta de eso ¡está uno perdido! La puerta de la carnicería sonó. —Ha entrado alguien, voy a ver quién es. Modesto cruzó la cortina tintinera y se quedó petrificado cuando reconoció a Clara, toda digna frente al mostrador. Se le cerró la glotis y no fue capaz ni de ofrecerle los buenos días. Le flojearon las rodillas, se le humedecieron las palmas de las manos y no se atrevía a hablar por miedo a ponerse en ridículo. Comprobó con desaliento que, a pesar de los años, se volvía torpe y azorado en presencia de Clarita. Continuará
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Cuento de invierno Cadillac-Mercedes
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ra el último día de clase antes de que nos dieran las vacaciones de Navidad y recuerdo que me pasé la última hora terminando de pintar, es un decir, a un angelito que había recortado, es otro decir, con mis tijeras rosas de punta redonda. Era un angelito rubio, de pelo amarillo y mofletes rosas, que sonreía con una U gigante pintada en negro. Las alas las coloreé de azul celeste y la túnica, de forma triangular y larga hasta los pies, de dorado; bueno, realmente del amarillo que resultó de apretar fuerte el lápiz Alpino con el que había pintado de amarillo pollo el pelo de mi angelito. Tenía cinco años pero no era idiota. Mi angelito era de los peores de la clase, recortaba fatal, como si empleara serrucho en vez de tijeras, y coloreaba aún peor porque me salía de la raya a menudo con mis trazos nerviosos, así que el resultado solo podía ser puro expresionismo alemán: el azul de los ojos se desbordaba por encima de las cejas y por debajo de las pestañas y los mofletes, más que dos redondeles rosados, eran dos estrellas puntiagudas que casi se escapaban del rostro. No obstante, con todas sus imperfecciones era un ángel, y lo más importante: era mi ángel. Así que, en cuanto tocó la campana que anunciaba la salida, salí toda orgullosa al patio con mi angelito en ristre para regalárselo a mi madre…
Pero mi madre aquel día no estaba… Quien me esperaba era mi tío Nene, se llamaba José, pero todo el mundo le llamaba Nene, que destacaba entre todos porque parecía un almirante con su elegante abrigo azul de botones dorados larguísimo y una gorra con un águila y la visera bordada en oro. Todo el mundo le miraba porque tenía pinta de ser alguien muy importante y eso a mí me hacía sentir una niña importante, muy importante, a pesar de ser la peor de la clase haciendo ángeles.
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Corazón DeSastre
—Tu hermana ya ha nacido. Por eso estoy aquí. ¿Has visto cómo nos miran todos? —dijo emocionado en cuanto me vio. Asentí con la cabeza. Era extraño. Sentía todas esas miradas y por un lado me daba vergüenza, pero por otro confieso que también me encantaba… —¿Le gustará a mi hermana el angelito? —dije mostrándole tímida mi ángel, sin esperar demasiado de él. —Claro, es precioso. Venga, dame la mano, que te voy a llevar al hospital para que la veas. Y de su mano, me condujo hasta un coche que ocupaba media calle, un Cadillac, que rodeaba un grupo enorme de niños con la boca abierta. Sentí un corte tremendo por ser el centro de atención, por dar el cante de esa forma, pero al mismo tiempo me gustaba que ese cochazo estuviera aguardando por mí. Era raro cómo se podía sentir una cosa y su contraria, pero así era. —¡La que estamos liando! —exclamó mi tío por si acaso no me había dado cuenta del revuelo que se había montado. —Sí. —Es un coche de princesa, como tú. Mi tío abrió la puerta del Cadillac con mucha solemnidad y yo entré en el coche a toda prisa, porque aquella situación ya me estaba viniendo demasiado grande. Una cosa era sentirse una princesa en pijama y sola frente al espejo de mi casa y otra era interpretar ese papel ante tantos espectadores, así que respiré aliviada cuando por fin perdimos de vista mis compañeros de clase. Qué experiencia. Una experiencia, una anécdota con el paso del tiempo, que mi tío me recordó muchas veces… El día que vino a buscarme al colegio con el uniforme de gala, con uno de los coches de la embajada de Arabia Saudita donde trabajaba de chófer, para llevarme al hospital junto a mi madre y mi hermana recién nacida. Es el primer recuerdo que atesoro de mi tío, él y yo juntos, en un maravilloso coche… Y ahora…
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Gema Samaro
Ahora ha pasado el tiempo y voy subida en otro coche con mi tío, un Mercedes, esta vez él va detrás y yo delante. Tumbado. Muerto. Voy en un coche fúnebre camino de la tumba que le acogerá para siempre en la Almudena. Mañana es Nochebuena y hoy voy con él en su último viaje… Llueve, hace mucho frío, y mi madre y yo hemos bajado al cementerio en autobús. Como no había sitio en los coches de mis familiares para mí y su tumba queda bastante lejos para ir andando, y más un día como hoy, el señor del coche fúnebre, muy amable, se ha ofrecido a llevarme. Me he subido al coche y he sentido que a mi tío le gusta que vayamos en un coche espectacular, un Mercedes, como si fuéramos dos personas importantes. Tal vez lo seamos, al menos él lo ha sido para mí y yo para él… De lo que sí estoy segura, mientras atravesamos la llanura de lápidas, es de que a mi tío le gusta que el último recuerdo que tengamos juntos sea como el primero, él y yo, en un coche, en un gran coche, en vísperas de Navidad, mientras todos nos miran expectantes. Lo único que yo no llevo es el angelito rubio pollo en la mano, ahora es distinto. Es distinto y es mejor. Ahora tengo un ángel de verdad, a mi lado, que sé que velará por mí para siempre. Por eso, aunque sea víspera de Nochebuena, aunque sea un día muy triste, suspiro y luego sonrío entre lágrimas…
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Al g u n a s d e l a s i m á g e n e s d e e s te n ú m e ro s e h a n s a ca d o d e l a re d , s i cu a l q u i e r p e rs o n a co n d e re ch o s s o b re a l g u n a d e e l l a s d e s e a q u e s e a re ti ra d a n o ti e n e m á s q u e co m u n i cá rn o s l o . S i ti e n e i d e a s , co m e n ta ri o s o s u g e re n ci a s co n m i ra s a m e j o ra r n u e s tra re vi s ta p u e d e e s cri b i r a i n fo . a m o rfu @ g m a i l . co m