El descubrimiento de América fue el mayor acontecimiento de la historia europea, en virtud de las extraordinarias condiciones de su territorio, sus enormes riquezas y su capacidad para acoger la inmigración, creando para el ‘Viejo continente’ un sinfín de oportunidades. Lastimosamente, este encuentro de civilizaciones con distintos niveles de desarrollo, no fue igual para los pueblos nativos, que fueron sometidos a una explotación sin límites legales ni morales, que perduraría, después de la independencia, durante décadas, en muchos estados nacionales y que, aún en estos días, se mantiene aunque atenuada.