ISSN 2422-4391
Allanahuanga – 27 –
Revista del Grupo Cultural “Allanahuanga”
Grupo Cultural “Allanahuanga” Resolución No. 2349 del 9 de junio de 1992, Dirección Nacional de Derecho de Autor.
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Revista del Grupo Cultural “Allanahuanga”
Dirección General JAVIER RODRIZALES HERNANDO REINOSO Comité Editorial Internacional: NELSON GONZÁLEZ ORTEGA (Universidad de Oslo - Noruega) ANDRÉS HERRERA (Universidad Nacional de Tucumán - Argentina) Nacional: LUIS GABRIEL RODRÍGUEZ DE LA ROSA (Universidad de San Buenaventura - Cali) DAVID JACOBO VIVEROS (Universidad Santo Tomás - Bogotá) FERNANDO PALACIOS VALENCIA (Universidad de Nariño) GRUPO CULTURAL “ALLANAHUANGA” http://allanahuanga.udenar.edu.co
ISSN 2422-4391 | Pasto, Nariño - Chaparral, Tolima | No. 27
Ilustraciones portada y contraportada: Alvaro Pantoja Ocaña Pintor nariñense, desde 1984 ha expuesto individual y colectivamente, dibujos, pinturas y grabados, en diferentes centros culturales de Pasto, Cali, Pereira, Bogotá, Quito y Barcelona. Flora Equinoccial En la colección Flora Equinoccial visualizó un acercamiento simbólico y cromático al mundo vegetal andino. Es una interpretación de los signos de la naturaleza; líneas, formas, colores y atmósferas son intensificados con diferentes vibraciones de la luz y con gestos pictóricos que construyen una pintura más poética que realista. Entre la luz y la sombra o entre el claroscuro, hay caligrafías de la botánica, trazos acentuados y laberintos de contornos. Es el cosmos vegetal orientado siempre hacia la luz, a esa luz equinoccial de germinaciones profundas y de metamorfosis siempre nuevas.
Contenido
PARA UNA HISTORIA DEL GRUPO CULTURAL “ALLANAHUANGA” Javier Rodrizales - Hernando Reinoso
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ENCUENTROS CON BRUNO MAZZOLDI Freddy Puentes
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“EL TANGO DEL PROFE” DE ALEJANDRO GARCÍA GóMEZ. METÁFORAS DEL DESENCANTO POLÍTICO: UNA LECTURA DESDE LOS MÁRGENES Fernando J. Palacios Valencia
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LAS HUMANIDADES HOY Javier Rodrizales
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ACHIK Jesús Peña Coral
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POESÍA Hernando Reinoso Nixon Benavides
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Roberto Enríquez Izquierdo
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Para una historia del Grupo Cultural “Allanahuanga” Javier Rodrizales
Hernando Reinoso
“El caminante disfruta del mejor y más delicado de los placeres, porque además de saborear sabe de lo pasajero de todas las alegrías. No se queda largo tiempo mirando lo ya perdido, ni ansía echar raíces en el lugar donde una vez estuvo a gusto. Hay viajeros por placer que van año tras año al mismo lugar, y muchos que no pueden despedirse de un bello paisaje sin antes tomar la decisión de volver muy pronto. Buena gente podrán ser, pero no buenos caminantes. Tienen algo de la roma embriaguez de los amantes y algo de ese afán coleccionista de las muchachas que recogen la flor de tilo. Pero afán de caminante no tienen, ese afán callado, serio y alegre al mismo tiempo, siempre diciendo adiós”. Hermann Hesse
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n día de verano, en el mes de Junio de 1981, un amigo y gran lector, me invitó a una de las clases de un joven escritor que trabajaba con el programa Extramuros de la Universidad del Tolima, impartiendo conocimientos a profesores del municipio de Chaparral. Como mi amigo insistió en que era alguien realmente interesado en el arte y la cultura, a quien valía la pena conocer, acudimos a la Escuela “Gabriela Mistral” donde se encontraba orientando clases. Personalmente lo hice con gran expectativa, viendo una oportunidad para aprender, reconociendo que mi vocación fundamental era la literatura, que en bachillerato desafortunadamente no encontré la orientación necesaria para ir consolidando mi afición y formación. A mis lecturas aunque regulares, les hacía falta desarrollarse con una perspectiva histórica estructurada. La noche apenas comenzaba y recuerdo que Javier Rodrizales en su clase hizo énfasis en que el filósofo Platón no únicamente expulsó de la ciudad a los poetas considerados imitativos y que deformaban las raíces de la cultura y de la verdad, sino que también proclamó la necesidad de otro tipo de poetas, los épicos y sobre todo los líricos. Esta clase 7
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de poetas no imitan sino que son auténticos inspirados y enunciativos1. Tiempo después, leyendo el libro Abaddón el Exterminador de Ernesto Sábato, encontré esta expresión “…Sócrates inventó la razón porque era un insensato y Platón repudió el arte porque era un poeta”. Más tarde hablamos de literatura. Le leí uno de mis poemas. Rodrizales me dijo que encontraba cierta fluidez y algún signo de que no era lo primero que escribía. Al siguiente día del encuentro estuve en el Instituto “Soledad Medina” donde Rodrizales trabajaba como profesor de filosofía y literatura, anteriormente lo había hecho en el Colegio Nuestra Señora del Rosario. En esa ocasión, en un mimeógrafo se elaboró el primer folleto que publicamos, que aún no se llamaba plegable o revista “Allanahuanga”, sino “Nueva Poesía” con un epígrafe del poeta Rainer María Rilke: “Para escribir un solo verso, es necesario haber visto muchas ciudades, hombres y cosas; hace falta conocer a los animales, hay que sentir cómo vuelan los pájaros y saber qué movimiento hacen las pequeñas flores al abrirse por la mañana. (…) Es necesario tener recuerdos de muchas noches de amor, en las que ninguna se parece a la otra, (…) Y tampoco basta tener recuerdos. Es necesario saber olvidarlos cuando son muchos, y hay que tener la paciencia de esperar que vuelvan. Pues, los recuerdos mismos, no son aún esto. Hasta que no se convierten en nosotros, sangre, mirada, gesto, cuando ya no tienen nombre y no se les distingue de nosotros mismos, hasta entonces no puede suceder que en una hora muy rara, del centro de ellos se eleve la primera palabra de un verso”2 . En “Nueva Poesía”, se publicaron textos de Francisco Cifuentes, Rubén Piedrahita, Hernando Reinoso, Javier Rodrizales y Héctor Sarmiento. Estuvo también Rubén Piedrahita Llanos, con quien compartíamos el amor por la literatura y cursamos un año de estudios en la misma institución. Él ya conocía a Rodrizales. En el año 1976, el profesor Orlando Arévalo había fundado el Concurso Municipal de Teatro y Declamación en el Instituto Soledad Medina. Con la llegada de Rodrizales, el impulso del Taller de Escritores “Allanahuanga” y el entusiasmo de estudiantes, profesores y padres de familia, el evento alcanzó nuevas dimensiones y pasó a llamarse “Festival Departamental de Teatro, Poesía y Cuento”, contando con la participación de poetas, narradores, escritores y grupos de teatro de diversas instituciones educativas de la región, incluida la Universidad del Tolima. Durante la década del 80, el Festival creció y el Instituto “Soledad Medina” se convirtió en pionero de la actividad cultural de Chaparral y el sur del Tolima, 1. GOYES, Julio César. Poesía y filosofía: ¿gradación de la verdad o del conocimiento? En: https://pendientedemigracion.ucm.es/info/especulo/numero21/poefilos.html. Consulta: 21-12-2014. 2. RILKE, Rainer M. Los cuadernos de Malte Laurids Brigge, pp. 18-19 (Trad.: Francisco Ayala).
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incentivando a otras instituciones del departamento que comenzaron a proyectar su quehacer pedagógico y cultural. Se inició entonces una gran efervescencia creativa. Apareció el periódico “Antorcha”, un espacio donde la comunidad educativa se manifestaba a través de sus escritos. La misma dinámica cultural permitió que se desarrollaran talleres de literatura, teatro y danza para docentes y estudiantes del municipio y el sur del Tolima. En el área de educación artística que en la década del 80 se llamaba Estética, se iniciaron las clases de música fomentadas por un profesor dueño de una orquesta, Alfonso González, quien se proyectaba en el departamento. En la revista “Allanahuanga” y en el periódico “Antorcha”, se publicaron diversos textos históricos y culturales. En Allanahuanga 9 (marzo de 1983), se publicaron textos literarios de Javier Rodrizales, Filomeno Borja, Orlando Cerón, Jaime Peralta, Rubén Piedrahita, Héctor Sarmiento y Francisco Cifuentes. En la edición No. 10 (abril de 1983) se publicó una muestra poética titulada “Dos jóvenes poetas colombianos” (Francisco Cifuentes y Javier Rodrizales). En la No. 11, se publicó “Chaparral: historia y folclor” preparada por Juan Carlos Gutiérrez y Jaime Peralta Carrillo. Muchos fueron los jóvenes que manifestaron sus inquietudes artísticas. Algunos continuaron cultivándolas a pesar de las dificultades y contratiempos. “Allanahuanga” asociado con otros grupos literarios y culturales, creó un cine club que proyectó entre otras obras: “Romeo y Julieta”, “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha” y “Los Miserables”. Arnulfo Rodríguez desde el programa de Ciencias Sociales de la Universidad del Tolima dirigía la publicación “Etcétera”, en donde se publicaron textos críticos sobre la educación y la sociedad colombiana. En Allanahuanga 13 se publicaron textos poéticos de Reinoso, Freddy Puentes, Jimmy Allen Calvo, Martha Lucía Olaya, Carlos Eduardo Vásquez y Rodrizales. Uno de los poemas de Rodrizales publicado entonces decía así: “Violeta, tu aroma de miel Destapa mi pecho Pronto a derramar sonidos-gemidos al viento. Violeta, intensificación del sabor, Abrir los pétalos Ceder al vuelo de las mariposas Y al chirriar de las cigarras Desafiando al infierno Lo campos de concentración El despotismo ilustrado. 9
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El canto de Violeta es el canto, Enseñando a vivir, amar, cantar Trabajar bailando”3. En la década del ochenta aún era muy visible la agitación producida por el Boom de la literatura latinoamericana, así que antes de la publicación del siguiente número de la revista, y con la intención de seguir valorando ese legado, nos reunimos para definir el nombre que le pondríamos al taller literario. Cada uno de los integrantes propuso uno: El Mohán, Inti, y al final fue escogido “Allanahuanga”. Se estableció tanto la designación del taller como de la revista. El segundo número de la publicación comenzó a llevar el nombre de “Allanahuanga”, vocablo Quechua que traduce manada, rebaño, guango de cóndores. De esta forma nació el Taller de Escritores “Allanahuanga”, en junio de 1981, siendo sus principales impulsores Javier Rodrizales, Hernando Reinoso Santos y Rubén Piedrahita Llanos. Desde el primer año tuvo como propósito el rescate, investigación y proyección de los valores literarios y culturales del sur del Tolima, de tal manera que no sólo se dedicó a la creación literaria, sino también a promocionar otras manifestaciones artísticas del municipio y del sur del departamento, hasta el punto de que a mediados de los ochenta, el Taller lideraba a casi todos los trabajadores de la cultura de Chaparral. Con el tiempo llegaron al Taller desde diferentes lugares del país y del departamento, los cultores Jesús Arnulfo Rodríguez, Nubia Vizcaya Sánchez, Freddy Puentes, Evelio García, Jaime Peralta Carrillo, Pablo John Silva, Iván Espinosa, Gonzalo Osorio, José Eduardo Lozano, y luego Orlando Alí Martínez, Francisco Cifuentes, Jairo Rodríguez y Roberto Palomino. En los inicios del Taller, al comenzar la década de los 80, en el país se había implantado el Estatuto de Seguridad por parte del gobierno de Turbay Ayala, en donde la desaparición forzada, la persecución de artistas y líderes de oposición, fueron el pan de cada día. Al artista tolimense (poeta y pintor) Antonio Camacho Rugeles, lo desaparecieron y nunca volvimos a saber nada de él. El mismo García Márquez tuvo que salir del país y radicarse en México ante la persecución y amenazas contra su vida. En 1982, el presidente Belisario Betancourt, asumió la presidencia de Colombia. Su bandera fue el proceso de paz con las FARC-EP, del cual nació la Unión Patriótica. Este acontecimiento se volvió el tema más reseñado por los medios de comunicación. Convocados por el presidente, los 3. RODRIZALES, Javier (1983). Violeta. En: Allanahuanga, No. 13. Octubre-Diciembre de 1983. Chaparral, p. 2.
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creadores nacionales inundaron con sus dibujos, pinturas, artículos, poemas, no solamente las revistas culturales, sino también los muros de edificios públicos con temas alusivos a la paz. Sin embargo, los asesinatos de líderes de la UP no se hicieron esperar, así como la persecución a artistas y grupos culturales, que en muchos casos se los obligó al exilio. En 1986 fue asesinado Jaime Pardo Leal, candidato presidencial de la UP, quien estuvo en campaña en Chaparral y en el sur del Tolima. El escritor Carlos Fajardo Fajardo, después de citar una expresión del presidente Betancourt en su discurso de posesión: “No se derramará una gota más de sangre de nuestros compatriotas”, afirma: “con ‘el presidente poeta’ Belisario Betancourt (quien llamó al Palacio de Nariño a pintores, escultores, compositores, poetas, escritores y renombradas personalidades de la cultura; quien puso a los viejos y jóvenes poetas de distintos territorios a viajar por las ciudades de este ‘País que Sueña’), aumentó en Colombia la muerte por asesinato. Según un informe del 5 de junio de 1983 de la policía nacional, ocurría un asesinato cada hora en Colombia y un atraco otro tanto, siete mil locos sólo en Cali deambulaban a su suerte. Así, vivir en paz en un país como el nuestro era cuestión de milagro”. En los inicios de labores del Taller, Chaparral carecía de grupos culturales, no había tenido talleres literarios y el apoyo a este trabajo era casi nulo. Tradicionalmente tenía la denominación de pueblo liberal, como la sigue teniendo ahora, pero en sus costumbres y en su manera de ver el mundo era conservador. Así, la gestión cultural era vista como sospechosa, sobre todo por algunos personajes de la política. El 23 de septiembre de 1984, el Batallón Caycedo de la Sexta Brigada allanó la vivienda del profesor Javier Rodrizales, el mismo día de su cumpleaños y cuando tres integrantes del taller: Rubén Piedrahita, Jairo Rodríguez y Hernando Reinoso, participaban a nombre del Taller en Ibagué, en el programa “Viaje a la Literatura Colombiana, Un país que sueña”. Se le acusaba que en su casa había una imprenta clandestina donde se publicaban mensajes en clave para la subversión. El nombre del Taller y la traducción de “Allanahuanga” como bandada o ejército de cóndores, que aparecía en la revista, aumentaba las sospechas. A las autoridades la palabra Taller remitía a una imprenta clandestina y ejército a un grupo subversivo. Precisamente en la portada de la edición No. 19 se publicó el significado de Allanahuanga: “Ejército de Cóndores”. En esta edición aparecieron publicados los siguientes textos poéticos: “Lavandera de la mugre del mundo” de Javier Rodrizales; “Epidemia o subversión” de Hernando Reinoso Santos; “Jungla” y “Lo bello se aleja” de Rubén Piedrahita; “Poema I” y “Carcajada desgonzada” de Jairo Rodríguez; “Desintegración estructural del tedio” y “Materia sanguinolenta” de Freddy Puentes y “Quinto a la poesía” de Francisco Cifuentes. Los versos iniciales del poema “Epidemia o subversión” de Hernando Reinoso, dicen lo siguiente: 11
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“Y estos días… Siempre laborando angustia Ansia de golpear el silencio De una manera diferente Y hallarse pegado siempre al mismo Cable-gráfico Concibiendo idéntico abismo ¡Dios y algo de gigante angustia! Repetida en cristales jadeantes… ¿Por qué esta absurda y asquerosa monotonía…? O corazón-polvo y alharaca… Detectando basurales en rutina circulares… Calaveras o monigotes Chispeados con burla y malicia indígena…”4 En la edición No. 22 de Allanahuanga, se publicaron textos de Santos Santacruz Santander, Pablo Silva Figueroa, Sebastián Yascú, Gonzalo Osorio, Jaime Peralta Carrillo, Hernando Reinoso y Javier Rodrizales. En el preámbulo de dicha edición se puede leer: “La escritura literaria tiene diversas y múltiples funcionalidades. Es vehículo de evasión, pero puede ser instrumento de crítica social; es catarsis, liberación y apaciguamiento íntimos, pero también instrumento de comunicación, apto para dar a conocer a los demás la singularidad de nuestra situación, y capaz de permitir, por tanto, que nos comuniquemos de lo que nos separa. Por eso el escrito literario es posible debido a que el mundo no está hecho, a que es posible construirlo en el mundo de lo imaginante y darle vida, crear hombres, ideas e historias. Se escribe por placer, por encanto o, por descubrir la verdad; se escribe por necesidad interior o por ayudar a modificar la realidad; se escribe por decir lo que nadie ha dicho o por el deseo de dejar huella; por ejercer la libertad o por amor a algo o alguien; se escribe por practicar la ausencia o por no sucumbir a la locura”5. Era el tiempo en que mientras el Presidente hablaba de paz, los ministros consideraban a los artistas, y lo decían públicamente, como subversivos. La “vigilancia” a otros integrantes del Taller fue persistente. No obstante, considerándolo nuestro derecho, participamos en actividades culturales programadas por los sindicatos existentes como el de los maestros, los pequeños y medianos agricultores, los cafeteros; además de la labor desarrollada en otros espacios 4. REINOSO, Hernando (1984). Epidemia o subversión. En: Allanahuanga No. 19. Chaparral, p. 2-3. 5. Preámbulo (1986). En: Allanahuanga, No. 26. Julio-septiembre de 1986. Chaparral, p. 2.
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como la docencia, la investigación y la proyección. En el preámbulo de la edición No. 23 de Allanahuanga, correspondiente a los meses de octubre-diciembre de 1986, se puede leer el siguiente texto: “la poesía continúa siendo el más bello de los mensajes de la potencia creadora del hombre. Y estos son tiempos propicios, pues los peores períodos para la gente en general, en términos de angustia, presiones y tensiones, son los mejores para los poetas. Cuando más constreñida y angustiada está la gente, cuando trata de encontrar soluciones o está convencida de que las cosas deberían ser diferentes de como son, es más probable que haya buena poesía. El cambio y la agitación son favorables a la reflexión hiriente, en tanto que el tiempo de paz no lo es –el desarraigo de los hombres y de las cosas y no su estancamiento- conviene a la conquista de verdades turbias. El alumbramiento es obra de una madre sufriendo mortalmente, nacemos de un tumulto de gritos penetrantes. Quizá el deber del poeta, dice Adamov, es el penetrarse de la desesperación de la que su época está hecha. La poesía es guerra y ha nacido del dolor. Toda creación es una desgarradura. Todo hecho es un estímulo que puede suscitar una infinita serie de pensamientos. Por eso la labor del poeta debe ser constante, pide entrega absoluta, total, casi ritual. Para que una obra se produzca ha sido necesaria la innovación, el holocausto, el sacrificio. Por eso dice Rilke, escribir un solo verso es agotar la vida”6. Con un epígrafe del cantante puertorriqueño Rubén Blades que dice: “A dónde van los desaparecidos? Busca en el agua y en los matorrales y porque es que se desaparecen? Porque no todos somos iguales. Y cuando vuelve el desparecido? Cada vez que lo trae el pensamiento. Cómo se le habla al desaparecido? Con la emoción apretando por dentro”; en el Preámbulo de Allanahuanga No. 24, se publicó el siguiente texto en 1987: “El escritor es un ser acosado, sencillamente porque su oficio es pensar, es imaginar y también buscar salidas. Su actitud frente al entorno siempre ha sido marginalidad o participación. Ante lo uno o lo otro, la amenaza es permanente: censura o allanamiento. A León de Greiff lo detienen en una calle de la capital, le decomisan un cuaderno de poemas; mensajes en clave para la subversión dirá el veredicto. La poesía es siempre disidente. La literatura ha de ser siempre subversiva dice Vargas Llosa. El poeta de América, Pablo Neruda fallece minutos después del violento saqueo a su residencia por parte de las huestes de Pinochet. Para someter los cuerpos se requiere someter las palabras. A Luis Valdés lo visitan con frecuencia para ver cómo va la causa con la Obreríada cada vez que Suenan Timbres. Cuando los amordazados hablen tendremos la vida, liberaremos el deseo. Poesía es devolver la palabra a aquellos que han sido 6. RODRIZALES, Javier (1986). Preámbulo. En: Allanahuanga No. 23. Octubre-diciembre de 1986. Chaparral, p. 3.
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confinados en el silencio. El silencio es la palabra sometida. Antonio Camacho Rugeles desapareció y nadie da razón de él, sin embargo, nosotros aún seguimos esperándolo”7. El trabajo cultural de las instituciones educativas privilegiaba la realización de eventos, y no la reflexión y la búsqueda de nuestra identidad; las autoridades municipales casi no consideraban necesario el fomento cultural. Allanahuanga puso en marcha la idea de que reflexionar y rescatar nuestros valores culturales era una cuestión prioritaria. Como parte de este empeño Rodrizales escribió el libro “Cantares del Sur del Tolima”. “Si no existen condiciones, pues hay que crearlas”, reiteraba. La mayoría de los integrantes del Taller éramos estudiantes que cursaban los últimos grados de bachillerato, otros eran bachilleres recién egresados y desempleados. No obstante, las dificultades económicas, no nos impidieron realizar una labor signada por el compañerismo, la solidaridad, el aprendizaje colectivo, el sentido del humor –aún en los momentos más difíciles– y un amor a toda prueba. En las reuniones que se realizaban en el apartamento del Director, se corregían los textos que saldrían en la edición siguiente de la revista, se analizaban las necesidades culturales y se planeaban estrategias de proyección del Taller y las maneras de incentivar otras expresiones artísticas. Intentamos asumirnos como escritores, pero también como trabajadores de la cultura, razón por la cual nos interesó siempre propiciar el acompañamiento de creadores de otras disciplinas y artes y hacer gestión. “Si los artistas no se mueven, nadie lo va a hacer por ellos”, decía Rodrizales. No era solo comenzar a construir una obra literaria, sino también despertar el amor por la cultura y hacer de su promoción un elemento activo del contexto. Es así como en agosto de 1986, con el impulso del Taller “Allanahuanga”, se publicó la primera edición de la revista “Chaparral”, en el marco de la Semana de Memoria Cultural organizada por COLCULTURA. En esta edición Javier Rodrizales publicó un avance de su investigación etnográfica con el título de “Cantares del Sur del Tolima”, del cual hacen parte las siguientes joyas de la poesía oral surtolimense: “Chaparral, el cabezal, El Limón, la silla entera; Rioblanco el arritranco Y Herrera, la gurupera. 7. RODRIZALES, Javier (1987). Preámbulo. En: Allanahuanga No. 24. Chaparral, p. 3.
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Y, ahora que sirvan un ron Y que siga la bebeta, Tómese un trago compadre Y hágale voliar las naguas a la comadre Ascensión, Mientras le besa esa jeta”8. En 1987, salió al público la 2ª edición de la revista “Chaparral” con los siguientes artículos: Presentación, Creación de la Parroquia de Chaparral, Cantares del Sur del Tolima, Narrativa, Mitos y Leyendas de Chaparral, Leyendas de la carrera novena, Hechicería, Qué es un poder cuando es de unos pocos y no de todos, y antología de poetas chaparralunos II parte. En “Cantares del Sur del Tolima”, aparecieron los siguientes textos de la oralidad surtolimense: “Ambeima, Maito, Amoyá, Los ángeles, Chicható, Las hermosas, Pataló, con Potrerito de Aguá. De la caña sale el agua, Del agua los pescaditos, De los caratejos grandes, Salen los caratejitos”9. Frecuentes fueron las peticiones de apoyo a la alcaldía y otras instituciones, a quienes además proponíamos planes de promoción y sostenimiento del quehacer creativo, investigativo y proyección cultural. Sin embargo, pocas fueron las veces en que fuimos bien recibidos. A pesar de que el órgano rector del quehacer cultural nacional, COLCULTURA, intentaba paulatinamente poner en marcha un trabajo de rescate en las regiones; el ente administrativo municipal, al comienzo de la década del ochenta no consideraba su obligación desarrollar esta labor. Ocasionalmente su mayor contribución era proveer de resmas de papel y frascos de tinta para nuestra publicación. Como una herencia del poder nacional, en Chaparral el trabajo artístico era visto como extraño y sospechoso. El presidente Belisario con sus programas intentaba cambiar esta mentalidad, dándoles participación a todos los artistas sin reparar en sus ideologías. Ciertas “elites” del liberalismo 8. RODRIZALES, Javier (1986). Cantares del Sur del Tolima. En: Chaparral, No. 1. Chaparral, pp. 27-29. 9. Ibid., pp. 12-14.
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municipal inicialmente asumían nuestra labor con una actitud displicente, entre otras razones, seguramente porque nuestros nombres y apellidos no remitían a los de las familias patriarcales y terratenientes que siempre fueron detentadoras del poder económico, político e intelectual. En nuestras charlas y reuniones fruto de las lecturas -de entre otros autoreslos del boom latinoamericano, surgió la idea de que el trabajo literario exige una rigurosa preparación intelectual. Modestamente, unos en mayor, otros en menor grado, intentamos ponerla en práctica. Como es evidente que la más sólida formación intelectual la poseía el profesor Rodrizales, él como un auténtico Maestro, nunca impuso lecturas. En las conversaciones hablaba de autores colombianos y de otras latitudes; los demás veíamos la necesidad de conocerlos, tratando de ponernos a tono con la evolución literaria universal. Nombres como el de Luis Vidales, León de Greiff, Aurelio Arturo, Eduardo Carranza, Fernando Charry Lara y los poetas de la llamada Generación Desencantada, no faltaron en nuestras lecturas. Aunque en algunos estamentos de la izquierda con los que teníamos relaciones culturales, aún predominaban las ideas del realismo socialista. En el Taller siempre fue claro que todos teníamos absoluta libertad para escribir y pintar. Jairo Rodríguez no ocultaba su amor por Cortázar, Hesse, Bataille; Freddy Puentes hablaba sobre algunos filósofos franceses, Dalí y Cobo Borda, a quien siempre vio como un gran ensayista además de poeta. Iván Espinosa “descubría” a los poetas malditos; Rubén Piedrahita se refería a diversos autores latinoamericanos. Cada “revelación”, cada idea clarificadora, cada planteamiento que nos ayudaba a continuar el camino, era compartido con alborozo. Intercambiar libros, llevar a las reuniones textos claves de escritores que asumían la literatura, la cultura y la historia con una visión crítica, ayudó a alimentar nuestro joven espíritu, a forjarnos en la tenacidad y en la búsqueda indeclinable. Uno de estos inolvidables textos fue “Querido y Remoto Muchacho”, un hermoso fragmento de la obra ya evocada “Abadón el Exterminador” de Sábato, obsequiado por Francisco Cifuentes. Las concepciones literarias y políticas de escritores como Carlos Fuentes, García Márquez, Julio Cortázar, Mario Benedetti, entre otros, eran discutidas en el Taller. Con gran expectativa leíamos entrevistas y artículos que aparecían en revistas y periódicos. Estábamos abiertos al aprendizaje continuo e íbamos descubriendo el sugestivo mundo de la literatura y el arte. Con el deseo de continuar formándonos, luchábamos para asistir a diversas actividades culturales, así estuvimos en el Encuentro de Escritores del Tolima Grande, organizado por la Unión de Nacional de Escritores Capítulo Tolima, y el 16
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primer Encuentro Nacional de Talleres de Literatura organizado por la Biblioteca “Luis Ángel Arango” del Banco de la República, en 1984. Era el gran momento de efervescencia de los talleres, sobresalían entre otros el Taller de la Biblioteca Pública Piloto de Medellín coordinado por el escritor Manuel Mejía Vallejo, El Taller Literario Contra-cartel, El Taller Literario “Gabriel García Márquez”, dirigido por Eutiquio Leal, escritor considerado como el pionero de los Talleres Literarios en Colombia, el Taller de Escritores de la Universidad Central, dirigido por el crítico Isaías Peña Gutiérrez. En el Encuentro de Talleres conocimos personalmente a escritores de la talla de Manuel Mejía Vallejo, Evelio José Rosero y Nelson Goyes Ortega, entre otros. Aunque los talleres de literatura han tenido detractores desde que comenzaron a establecerse en el país, para nosotros fue siempre un espacio de reflexión, de aprendizaje, de compañía solidaria y vital. Un espacio de feliz creatividad que no todos habíamos conocido, y es muy probable que en la mayoría de los casos, nuestra vocación literaria hubiera naufragado, si no hubiera sido por el trabajo realizado en la dinámica del grupo. En provincia y con tantas situaciones adversas la posibilidad de sobrevivir era escasa. Entregar los textos a consideración de los integrantes, los comentarios sobre los libros que leíamos, la disciplina que íbamos adquiriendo paulatinamente, nos enseñó en la práctica la imperiosa necesidad de corregir una y otra vez, de tratar de encontrar la palabra justa, de desplegar los matices del lenguaje, de advertir que todo escrito se puede mejorar. Releer ante todo. Una condición importante en nuestro trabajo, que algunos escritores reconocidos que nos visitaron, fue que cada uno comenzaba a manejar su propia expresión, su propio estilo. La tan criticada uniformidad de los talleristas conducidos por el coordinador o director, que al parecer se observaba en otros talleres, afortunadamente nunca se manifestó en “Allanahuanga”. Una experiencia vital dentro del arduo oficio de escribir: diálogo, lecturas, escrituras, viajes, búsqueda e investigación permanente, fueron algunas de las constantes en esta fase hasta que poco a poco el equipo de trabajo se fue disolviendo no sin antes haber cumplido su misión en el desarrollo cultural del Tolima y Colombia. “Lo importante no es el camino, sino la huella; porque a punta de hacer huellas, se hace el camino”, nos había enseñado el filósofo Silvio Sánchez Fajardo. Cada cual partimos hacia destinos diferentes, con los sueños a flor de piel y la palabra siempre en alto: Jesús Arnulfo Rodríguez y Eutiquio Leal viajaron al infinito, desde donde nos recuerdan en cada sueño que los proyectos, sus proyectos no pueden quedarse a mitad de camino; que el mejor homenaje que les podemos hacer es continuar haciendo realidad sus sueños. Rodrizales regresó al Sur, a la 17
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tierra de Aurelio Arturo, “donde el verde es de todos los colores”, a seguir trabajando en la docencia, la investigación y la proyección de la literatura y la cultura. En 1993 se publicó en Pasto el libro Ajetreos Sigilares, de Javier Rodrizales, en donde aparece el poema “Xexus”, en homenaje a los caminantes, a los viajeros, a los poetas, a los que se fueron y dejaron profundas huellas. Un homenaje a los trotamundos de Allanahuanga. El siguiente es el texto completo del poema: “No hay que vacilar en partir, Nacimos para el asombro, Para la aventura. El mundo es de quienes lo arriesgan todo, los viajeros, los osados, los aventureros; Los que buscan raíces; Los obsesionados por descubrir lo desconocido, Los expedicionarios, los andariegos, Los marinos, los vagabundos; Los que tropiezan, se levantan, Y prosiguen. La sensación y los sueños, El vuelo y el camino; La pasión del navegante, Los perseguidores de utopías. El viento y el sol, El río y el mar, El rumbo y la velocidad. Los que tropiezan, se levantan, Y prosiguen…”10 En la edición No. 25 correspondiente a los meses de octubre y noviembre de 1995, Hernando Reinoso a modo de preámbulo escribió “La presencia persistente” 10. RODRIZALES, Javier (1993). Ajetreos Sigilares. Xexus Edita. Pasto, 35.
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con epígrafe del italiano Salvatore Quasimodo: “Hace tiempo que te debo palabras de amor”. El texto completo del Preámbulo dice así: “Regresamos con el recuerdo imborrable del amigo que sembró en los sueños de la piel, el fuego amoroso de la poesía y el aliento estremecido de su tenacidad creadora. El poeta ausente que ofreció la armonía del poema aferrando en nuestro espíritu el enjambre de la creación, como un testimonio vital y un combate constante por la libertad trascendente. En la delicadeza de sus manos aviva la llama de la comunión secreta con la belleza y la sinceridad, como hilos misteriosos que han tejido en “Allanahuanga” una posición definitiva ante la existencia y la cultura. Si la poesía es la esencia del hombre con todo su dolor y su inmensa capacidad de entregar, Javier ofrendó su dimensión humana iluminada por la lucidez de su pensamiento, a través de una amistad de artista comprometido con la ternura. De su ejemplo transparente aprendimos que la actividad cultural no es una pose más de la falsedad y el dogmatismo, sino una vertiente donde bebemos la riqueza del hombre y nos sensibilizamos delante de su lucha contra la mezquindad. Poeta auténtico que asume el acto creador con una entereza fundamental, amó esta tierra y como un genuino Prometeo se inmoló por ella, en su negativa a permanecer en silencio ante las arbitrariedades de la intolerancia de la cual fue víctima. En presencia de su actitud tuvimos la certeza de lo que significan la vida y la literatura”11. En el mismo preámbulo, se anuncia el nacimiento del Grupo Cultural “Allanahuanga”. Veamos lo que dice Reinoso sobre este acontecimiento: “Negándonos a claudicar, hoy retornamos convertidos en Grupo Cultural y atizando el deseo inextinguible de la poesía y el arte, como una forma de oposición a la rutina, para fundar un espacio donde la imaginación sea asumida como una dinámica liberadora. La poesía, las imágenes que soñamos se resisten a quedar decapitadas en silencio”12 . En el marco del lanzamiento de la edición 25 de Allanahuanga y del Grupo Cultural, se realizó entre el 1 y el 2 de diciembre, el Primer Ciclo Cultural “Chaparral y su dimensión en la cultura”, organizado por la Alcaldía Municipal, el Instituto Municipal de Cultura y Turismo y el Grupo Cultural “Allanahuanga”. Programación que incluyó presentación de libro, recital poético, lectura de cuentos, conferencias, exposición de pintura y música. La Presentación y la conferencia 11. REINOSO, Hernando. La presencia persistente (1995). En: Allanahuanga No. 25, octubre-noviembre de 1995. Chaparral, p. 3. 12. Ibíd., p. 3.
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central “La cultura en el contexto del sur del Tolima”, estuvieron a cargo de Hernando Reinoso. A finales de 2004 salió al público la edición No. 26 de “Allanahuanga”, revista de arte y literatura con textos literarios de los escritores Hernando Reinoso, Pablo John Silva, Javier Rodrizales, Evelio García Díaz, Benhur Sánchez, Rubén Piedrahita, Julio César Arciniegas, Jairo Rodríguez, Pablo Neruda, Julio Cortázar y Eutiquio Leal. En “Plenitud de la pasión”, a modo de Preámbulo, Hernando Reinoso, escribe lo siguiente: “Cuando la poesía constituye una necesidad imperiosa, un llamado ineludible, que exige la tentativa constante por encontrar una imagen, una palabra, que de sentido a lo se presiente o se sueña; la ausencia de espacios donde sea posible convocar espíritus para dialogar, no es un obstáculo para continuar buscando el imprevisto o la repentina iluminación, que surge en el silencio, en la soledad, en el grito de un pájaro pero también en la monotonía de los días sucesivos. La poesía como un sol omnipresente irradia la plenitud de la condición humana. De la hoguera inicial que nos convocaba en un rito de embriaguez compartida, queda la certeza de un amor que no se escuda en veleidades; pasión que exige la comunión absoluta con la existencia, y que no admite la renuncia aunque estemos cercados por la indiferencia y la brutalidad. Viviendo entre dos polos absurdos y asfixiantes, la violencia y la politiquería, la una salpicada de sangre y la otra hipócrita y banal, empecinada en convertirnos en un ejército de sonrientes vasallos, conservamos la consoladora convicción de sentirnos cobijados por la sombra del árbol de la poesía… Aunque a veces precariamente resguardados, intentando hacer resistencia a un modelo cultural que todo lo convierte en mercancía y que también pretende invadir la vasta patria donde reside la “Historia del Corazón”. El arduo relámpago de la belleza, puede certificarnos que existe un territorio hecho de dolor y deslumbramiento, donde es posible afrontar con dignidad la embestida del poder que ambiciona conducirnos como manada”13. En la segunda década del siglo XXI, el siglo de la ética y la estética, pero también de la sociedad digital, “Allanahuanga” renace de las cenizas como el Ave Fénix (“cuando le llegaba la hora de morir construía un nido con trozos de corteza de árboles olorosos, y batía las alas hasta que se prendía fuego al nido”). Desde distintos rincones de la geografía latinoamericana, seguimos empeñados 13. REINOSO, Hernando. Plenitud de la pasión (2004). En: Allanahuanga No. 26, octubre-diciembre de 2004. Chaparral, p. 1.
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en la búsqueda de aquello que nos hace más humanos, por eso le seguimos apostando a la filosofía, al arte y la literatura: la utopía perfecta; la mayor felicidad del hombre. El imaginario social, tal como nos lo enseña Castoriadis, no es imagen de... es una obra de creación incesante y esencialmente indeterminada (figuras/ formas/imágenes) por parte de cada sujeto inmerso en una sociedad, de este modo ejerce su libertad, se transforma y va transformando el mundo que lo rodea. El símbolo entendido como unidad cultural y universal; el único lenguaje universal es el de los símbolos, sueños, mitos: el lenguaje y, paradójicamente, la imagen habla con símbolos. Pues como dice la filósofa Martha C. Nussbaum; “Las artes y las humanidades…no sirven para ganar dinero. Sirven para algo mucho más valioso: para formar un mundo en el que valga la pena vivir”14. Se atropellan en la memoria las palabras con las que el filósofo David Cooper abre su libro El lenguaje de la locura (1978), en una clara resignificación del concepto “esperanza”, derivada no del verbo esperar, sino del verbo esperanzar, como en Freire: “No hay esperanza Sólo hay lucha permanente Esa es nuestra esperanza Esa es la primera oración En el lenguaje de la locura”. Palabras que se transformaron en una guía para la acción de quienes hacíamos parte de la familia Allanahuanga, luego que el profesor Héctor Rodríguez Rosales, las enviara desde el sur en una de las cartas, llena de nostalgia pero también de esperanza.
14. NUSSBAUM, Martha (2007). Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades. Traducido por Mara Victoria Rodil. Katz Editores. Buenos Aires, p. 43.
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Bibliografía GOYES, Julio César. Poesía y filosofía: ¿gradación de la verdad o del conocimiento? En: https:// pendientedemigracion.ucm.es/info/especulo/numero21/poefilos.html. Consulta: 21-12-2014. NUSSBAUM, Martha (2007). Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades. Traducido por Mara Victoria Rodil. Katz Editores. Buenos Aires. REINOSO, Hernando (1984). Epidemoa o subversión. En: Allanahuanga No. 19. Chaparral. ________________ (1995). La presencia persistente (1995). En: Allanahuanga No. 25, octubrenoviembre de 1995. Chaparral. ________________ (2004). Plenitud de la pasión (2004). En: Allanahuanga No. 26, octubrediciembre de 2004. Chaparral. RILKE, Rainer M. Los cuadernos de Malte Laurids Brigge, pp. 18-19 (Trad.: Francisco Ayala). RODRIZALES, Javier (1983). Violeta. En: Allanahuanga, No. 13. Octubre-Diciembre de 1983. Chaparral. ________________ (1986). Preámbulo (1986). En: Allanahuanga, No. 26. Julio-septiembre de 1986. Chaparral. ________________ (1986). Preámbulo. En: Allanahuanga No. 23. Octubre-diciembre de 1986. Chaparral. ________________ (1987). Preámbulo. En: Allanahuanga No. 24. Chaparral. ________________ (1986). Cantares del Sur del Tolima. En: Chaparral, No. 1. Chaparral. ________________ (1993). Ajetreos Sigilares. Xexus Edita. Pasto.
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Encuentros con Bruno Mazzoldi Freddy Puentes
Licenciado en Filosofía y Letras, Universidad de Nariño, Profesor Institución Educativa Rural de Puerto Limón - Putumayo.
“El que encuentra es quien experimenta de otra manera, sin perspectiva, expuesto al devenir, no al futuro como probabilidad programable”. BRUNO MAZZOLDI
Pasto, Octubre 19 de 1990
E
stos días quería compartir unas experiencias interesantes en las que me he visto entretenido. La más inmediata de estas aconteció entre el diez y el doce de este mes en el centro cultural “Leopoldo López Álvarez” del Banco de la República, consistente en un simposio que tuvo como subtítulo “Lo tribal, lo fantástico, lo contemporáneo”, en razón de los quince años de la Facultad de Artes de la Universidad de Nariño. Participaron Guillermo Páramo con el texto “Mito y conocimiento”, en donde se indica la posibilidad de pensar el mito como sentido común y que según el escritor ítalo-colombiano Bruno Mazzoldi mantiene la oposición estructural “mito cerrado” y “mito abierto” que corresponde, por reflexión especular, a la oposición dialéctica entre “fiesta barroca” y “happening”, que quiere conservar Sergio Ramírez en “Resonancias biográficas de barrocos y modernos en Hispanoamérica”, relativo este a una novela de José Donoso. La no presencia del crítico de arte Miguel González produjo entre nosotros gran pena puesto que iba a hablarnos de “Cuatro ejemplos de tribalización en el arte: Gauguin, Christo, Long, Smithson”. Mazzoldi se refirió en su trabajo “El suplemento musical de la creencia” al capítulo VI de “El zorro de arriba y el zorro de abajo”, escrito por José María 23
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Arguedas. En este texto se pone en cuestión los puntos de vista expresados por Ángel Rama y Vargas Llosa al querer reducir la magia a una fruición musical, considerar la magia como una actividad irracional. Precisamente Mazzoldi prueba en la dimensión de su obra que este encuentro o cita necesaria entre “magia” y “socialismo”, “socialismo mágico” de Arguedas es la oportunidad que considera que no hay incompatibilidad posible entre “racionalidad” y “magia”, entre “instrumentalidad tecno-científica” y “operatividad estética”, entre “dato” y “efusión estética”. Como se sabe, Mazzoldi lee con atención a Arguedas desde 1968 y debido a que se toma en serio esta lectura ha podido atravesar en todos los sentidos las discriminaciones eurocentristas entre “la magia de América” y “la magia de Europa”. La magia desconstruye el “principio de identidad”, “la mismidad”, “la lógica de la presencia”. Esta puede ser una de las inferencias de la solicitación que hace este estudio extenso que no se deja comprender en la ideología o forma del resumen porque excede desde dentro esta lógica de la Negatividad Abstracta hegeliana. Subvertir, también, la concepción kantiana del arte sostenida por Marta Traba pide Mazzoldi en “El Poder del Arte” –leído en el “Primer Encuentro Internacional de Investigaciones Estéticas”- y también la misma posición kantiana de Arnold Hausser debe ser cuestionada. Mazzoldi ha inferido esto en este encuentro titulado “Arte y Pensamiento”: En un diccionario kichua-alemán se puede puede poner la siguiente equivalencia: “illak”: “aura”. Por medio de esta traducción se prueba que la práctica desconstructiva llevada por y que lleva a Jacques Derrida siempre es posible y que Arguedas con su palabra “ illak” o “brillo” se pone una cita con Walter Benjamin y su noción de “aura”. Este es un encuentro eficaz entre culturas que es posible porque ya no se considera una “identidad nacional” autoafirmada en la convicción improductiva en las fronteras de la decisión o diferencia. Pasto, Marzo 3 de 1991 Durante el período comprendido entre el 26 de Febrero y el 2 de Marzo se desarrolló el “Cuarto Encuentro de Investigadores en Etnoliteratura” y esta fue una bella oportunidad para escuchar con reiterada atención el ensayo “Semiología y encanto: un desencuentro”, escrito por Mazzoldi, cuya primera parte hace una lectura desconstructiva de la noción de “isotopía compleja” del modelo semiótico greimasiano, manifestando que “la isotopía compleja en equilibrio no es isótopa”. Poner simultáneamente en juego y en cuestión este paradigma semiótico, implica afectar radicalmente la decisión del psicoanálisis paraestructuralista lacaniano, la narratología, la semiótica. La segunda parte lleva el título “El yagé en la alcoba” y efectúa un entrelazamiento entre “ el cuerpo” y “el signo”, “la pasión” y “la verdad”, como estaba indicado explícita e implícitamente desde una mesa 24
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redonda coordinada por Bruno Mazzoldi -Cfr. Revista “Mopa-Mopa”, 5, Instituto Andino de Artes Populares, 1990, Universidad de Nariño, pp.. 5-16; p. 5, 16-. En este segunda parte el operador desconstructivo “se explica” sobre la relación que entretiene con el yagé en las fronteras de la percepción y de la comunicación; con el dispositivo técnico, el aparato que asegura la reapropiación de las emisiones: la grabadora -Cfr. Grabación magnética del foro “Perfil de lo etnoliterario a través del mito, la historia y la cultura”, del 27 de febrero-. También en este orden de la experiencia, la relación que el indígena siona Francisco Piaguaje compromete con el yagé merece nuestra atención. La eficacia revelada por el texto “Duendes y enduendados”, escrito por mi amiga Irene Rosero, prueba los alcances de “la imaginación teórica” –noción que no le ha llegado a Bruno Mazzoldi de “La imaginación sociológica”, de Wright Mills –como sospechaba- sino de “Dialéctica del Iluminismo”, de Max Horkheimer atención y Thedor Adorno, citados por Derrida en la nota segunda de “ Retóricas de la droga”, traducción y edición al castellano hecha por Mazzoldi - no menos que su texto “La joroba de Kutuna”, elaborado con precisión de poeta, a partir de un exergo donde se considera el campo semántico de las palabras kichuas “kutuna” y “chichi”, que enlaza -estructura del valor de “liga”: Bindung, lazo, desmos, huasca- “fantasma” y “seno”. El artículo titulado “Del sí a la etnia y regreso”, compuesto en Enero de este año es precioso y fue acogido por el número uno de “Cuadernos de Etnoliteratura” de la “Escuela de Postgrado” de nuestra Universidad. Es una magnífica meditación sobre los términos “ethnos” y “ethos”, con todos los recursos y avances actuales de los estudios filológicos. Agueda Rosero tiene la capacidad para componer el texto etnoliterario justificando y detallando las imágenes escogidas por o que la escogen y sin hacer rendimientos a la simple efusión poética, indiferenciada o abstracta. Justifica sus imágenes, sus metáforas, en el ámbito diferencial del saber andino: “saber de la costumbre” –Cfr. “Saber Ex pectore”: pp. 0-23; p. 10-, “saber sin participio”- Cfr. Grabación magnética del foro “Errancia, ritualidad y etnoliteratura” de marzo primero y la interesante pregunta formulada por Mazzoldi: “¿Es posible pensar un pensamiento que no economice, sin casa?” Pasto, Mayo 5 de 1991 Mazzoldi tradujo “ Respuesta a la pregunta: ¿ Qué es la poesía”, de Derrida y estuvo dando en Abril, a los profesores de matemáticas de la Universidad de Nariño, una conferencia sobre “post(e)pedagogía” a partir de la lectura que hace del judeo-hispano-árabe, Gregory Ulmer en “Grammatology Applied”. Para el norteamericano Ulmer, el cineasta ruso Eisenstein anticipó la técnica del “montaje” que está dentro del campo de intereses de la desconstrucción de Derrida. 25
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Puerto Limón, Mayo 25 del 2003 Desde 1994 -diez años después de haber leído por vez primera un texto de Mazzoldi publicado en el número 43 de la revista bogotana “Gaceta”- quería escribir pero he esperado el momento justo para agradecerle sus detalladas enseñanzas. Si seguimos a Lezama Lima habría que afirmar que para mí es estimulante leer sus textos por su dificultad misma. Ha enseñado este artista cómo no traducir las categorías del pensamiento de pueblos indígenas americanos en términos de la progresista tradición judeo-cristiana occidental; ha expresado en 1998 en una entrevista efectuada en Pasto la relación entre “saber” y “costumbre”: “…no puede haber saber que no sea tradicional, no puede haber saber que no corresponda a la costumbre” y, después, en otra hecha en 1998 en Bogotá ante mi amigo nariñense Andrés Tórres: “...la tradición es lo que tiene que ser destruido, la destrucción de la tradición es la tradición”. Desde su diario “Citas de Providencia” [1984] hasta “Derrida desde las Indias” [1995] lo que ha llamado la atención son sus estilos singulares, la complicación de la forma misma, sus posiciones y figuras desconstructivas, ha llevado lejos la experiencia literaria misma. Si, como ha demostrado Derrida a través de sus obras, no hay “negociación” sin “diálogo”; “texto” sin “género”, “acción” sin “pensamiento”, entonces hay que seguir leyendo a Hillis Miller, Geoffrey Bennington y otros por su atención a un pensamiento por el cual el inmigrante italiano ha demostrado una fina atención, “sin mostrar nada, sin dar lugar a ninguna conclusión”, para utilizar unas palabras de Derrida que proceden de “La verdad en apariencia”. Si, como describe y analiza Gregory Ulmer en “El objeto de la poscrítica”, una implicación para la poscrítica de las experiencias de “Cartuchos”, de Derrida, “es que el conocimiento de un objeto de estudio puede obtenerse sin conceptualización o explicación”, esto también puede proyectarse sobre cada una de las obras de Mazzoldi, fino dibujante, riguroso escritor, editor de Derrida. El 21 de este mes grabé la segunda parte de una entrevista que le hicieron a Mario Vargas Llosa cuando hablaba de su última novela y las investigaciones que hizo sobre la vida y obra de Paul Gauguin y Flora Tristán. En un noticiero de RCN Televisión, cuando el escritor peruano hacía dedicatorias de su obra a varios admiradores que la habían comprado durante la “Feria del Libro” de Bogotá, me pareció que la videocámara enfocaba al italiano mientras estaba de espaldas y hacía un gesto de aproximación al grupo de personas que esperaban les fuera firmada la obra “El paraíso en la otra esquina”. Anoche pensé que Vargas Llosa es lo que otros designan como un “intelectual integrista”. También observé por televisión a la norteamericana Susan Sontag, de quien leí hace años “Bajo el 26
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signo de Saturno”, “Walter Benjamin: El último intelectual” y una entrevista que esta mujer - quien cuestiona a García Márquez por su compromiso político con Fidel Castro al igual que Vargas Llosa y quien considera el comunismo como una forma de fascismo- le hiciera a Jorge Luis Borges. Puerto Limón, Mayo 29 del 2015 La palabra “ética” procede del griego y de acuerdo con el lingüista francés Émile Benveniste en su “ Vocabulario de las instituciones indoeuropeas” tanto la forma verbal –eíotha- como la forma nominal –éthos- “particularizan la noción de “hábito” en tanto carácter distintivo y manera de ser individual”. El término “éthos” y la palabra “éthnos“ pertenece según Benveniste, a un mismo grupo de palabras, “ lo que permite a Meillet y Vendryes – afirma Mazzoldi en su texto “Del sí a la etnia y regreso”- “ emparentarlas con la forma reconstruida Féth- nos”. No cabría, sigue afirmando Mazzoldi, “una condición étnica” sin “una condición ética”, “sin dar a entender que la una sea presupuesto de la otra, sino a la vez incluyentes y excluyentes la una en y de la otra”. Es que en el “ámbito comunitario”, indica Mazzoldi desde Benveniste, “el carácter deja de ser individualmente distintivo para llegar a ser compartido, cuando no instituido, cuando “dejar de ser” y “llegar a ser” serían operaciones y momentos simultáneos”. Si las palabras griegas citadas anteriormente para “pueblo” o “grupo” y para “costumbre”, “repetición” tienen, según Mazzoldi estudiando a Meillet y Vendryes, la misma matriz, si “simultáneamente implica lo propio, lo íntimo”, lo idiosincrático y “a la vez aquello que subvierte la propiedad de sí”, entonces hay una división “al interior de lo mismo”. Una vez más Mazzoldi, como artista o extranjero que es, si seguimos a Bill Viola, ha probado según sus palabras que “entender de otro modo y expresarse de otra manera” es lo que sus obras hacen, expresarse desde lo que José Martí llamaba “nuestra América”, no pasando por alto “la heterogeneidad de la raza”, “la diferencia cultural”, exponiéndose a la “heterogeneidad del encuentro”. Puerto Limón, Putumayo, 2015.
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“El Tango del Profe” de Alejandro García Gómez. Metáforas del desencanto político: una lectura desde los márgenes Fernando J. Palacios Valencia
Licenciado en Filosofía, Universidad Pontificia Bolivariana Medellín. Especialista en Estudios Latinoamericanos Universidad de Nariño. Maestrante en Antropología Social, Universidad de Buenos Aires. Profesor del Diplomado en Literatura Regional, Universidad de Nariño
RESUMEN
“E
l tango del profe”1 de Alejandro García Gómez es una novela nariñense contemporánea que se presenta como denuncia, perspectiva, imagen, arenga, pulsión, catarsis, receptáculo, fuente, gesta o como un matiz más de los juegos de la trama del poder. Sin embargo, la obra cobra fuerza porque los encarna, los hace humanos, tangibles y los pasionaliza, movilizando la racionalidad teórica a la emocionalidad práctica, pues logra comunicarse a través de un lenguaje más próximo a la particular hondura de cada lector; lo moviliza para que entre en el juego e inicie a decantarlo con unas herramientas interpretativas conscientemente distintas, que podrá utilizar en las prácticas cotidianas para hacer foco sobre aquellas cosas que antes le eran borrosas y distantes. El tango del profe nos acerca la vida para comprenderla desde sus márgenes, desde sus bordes y desde allí, tomar una postura, la de la indiferencia, la de la desesperanza, la de lucha o la que sea. Palabras Claves: Novela Nariñense, Diálogo hermenéutico, Margen, Estado, Poder, Desesperanza. APUNTES INTRODUCTORIOS
Hablando de su padre el escritor Alejandro García Gómez dice: “Con el tiempo he llegado a descubrir y entender su rebeldía que, de alguna manera, me la engendró 1 El tango del profe de Alejandro García Gómez en: www.crear3000.com o www.letrasvirtuales.com.
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también a mí. Una rebeldía en búsqueda de la paz, la justicia y la libertad en la relación entre los hombres…” (Palacios, 2014). Este trabajo pretende ser eso, un acto de rebeldía, un acto mismo de desafío ante el cuestionamiento de los elementos que pueden configurar una literatura local-regional y cómo ésta, a su vez, se presenta como un posible “síntoma” del desencanto social y político regional. La novela elegida es El tango del profe (2007) de Alejandro García Gómez, obra síntesis de esa sintomatología literaria del desencanto político. El método aplicado es un riesgo particular, puesto que es una construcción propia que intenta abordar las obras a partir del diálogo hermenéutico entre el saber literario y el saber político, logrando una lectura que aúna elementos particulares del análisis cultural de la política y de algunos referentes etnográficos y filosóficos sobre el poder y el Estado visto desde sus márgenes, abriendo así la posibilidad de una mirada filosófica y antropológica de este acontecimiento “político-literario” local. Resultado de este coloquio será precisar que, por un lado, lo político es uno de los elementos articuladores, comunes, significativos y ponderados en la novela nariñense contemporánea y, por otro, que este elemento común de la narrativa regional presenta unos sentidos políticos al margen que le confieren una singularidad propicia para continuar el estudio. Este texto es, intencionalmente, una ventana abierta tanto para el estudio mismo de la literatura regional (zona cultural andino-amazónica) contemporánea representada en la novela, como para el estudio de los sentidos o imaginarios de lo político manifiestos en la cultura nariñense. 1. A PROPÓSITO DEL MÉTODO DE ANÁLISIS: UNA MIRADA DESDE LOS MÁRGENES “Es desde esta inconmensurabilidad en medio de lo cotidiano desde donde la nación dice su relato disyuntivo. Desde los márgenes de la modernidad, en los extremos insuperables del relatar, encontramos la cuestión de la diferencia cultural como la perplejidad de vivir y escribir la nación” (Homi Bhabha, El lugar de la cultura, 2002: 198).
No es posible la hermenéutica sin diálogo, esta es la premisa más clara. Por tanto, todo ejercicio hermenéutico exige un discurso, discurso que se pone en escena y que se convierte en medio y en interlocutor, además, demanda una relación no sólo entre texto e intérprete, sino una relación entre textos, porque el texto mismo, al igual que su autor se reconoce como la parte de un todo inacabado-con un antes y un después- como un decir de otros que lo complementan infinitamente. Por esto, el diálogo hermenéutico propuesto entre novela y política en el contexto regional de producción y a través de ésta con su autor y con otros de sus textos, permite acercarse a los sentidos de lo político desde la perspectiva de 29
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conocimiento que ofrece la literatura en sí misma, no entendida como la realidad sino como una metáfora de la realidad, como una manera de decir una posible verdad con el velo ficcional de la novela, tal como lo plantea Mukarovsy (2000: 90-91) Al decir que la obra artística apunta al contexto de los fenómenos sociales, no afirmamos en absoluto que coincida necesariamente con dicho contexto en forma tal que pueda considerarse, sin más, como testimonio directo o como reflejo pasivo. Como todo signo, la obra artística puede tener una relación indirecta con la cosa designada, por ejemplo, metafórica o de algún otro modo oblicua, sin dejar de apuntar a esa cosa.
Así, al hablar de sentidos de lo político no se ahondará en los conceptos diáfanos de la teoría política o filosófica sino que se presentan los diversos aportes de comprensión que desde lo novelado se hace de lo político. De ahí, que las categorías desarrolladas se deben entender como posibilidades de interpretación de algunas categorías políticas en permanente redefinición. No se trata, entonces, de precisar unas categorías a partir de la novela nariñense contemporánea, sino de evidenciar a partir de unas categorías preexistentes la visión de política que subyace en la novela regional en la primera década del siglo XXI. Es oportuno hacer un paréntesis al iniciar la reflexión de este apartado preguntando por la posibilidad de una novela nariñense del Siglo XXI. Resolver este interrogante valdría para un extenso trabajo a realizar tal vez en unos 30 ó 40 años. El Siglo XXI, apenas en sus inicios, arroja más incertidumbres que formulaciones teóricas concretas en el marco de lo que se puede denominar la literatura de región o de periferia; incluso, esta misma pregunta, puede enmarcarse sin la nominación tiempo y sería, de igual forma, compleja de responder. Sin embargo, en el marco de riesgo-investigativo que ofrece el presente trabajo, es posible afirmar que la novela nariñense del presente siglo es ya una realidad latente, que corre por las calles, caminos y páginas que poco a poco empiezan a ser renovadas por las huellas que sobre su piel incrustan nuevos lectores. Para reafirmar lo anterior, cabe notar una diferencia radical en la producción de novelas en el siglo XX y en la primera década del siglo XXI, de acuerdo al estudio presentado por el maestro Jorge Verdugo Ponce en su texto: Sobre el canon y la canonización de la narrativa en Nariño en el siglo XX, en el cual menciona que durante las dos últimas décadas del siglo XX tan sólo se publican dos novelas: Memoria de las voces perdidas de Jorge Verdugo Ponce en 1987 y La Ñata en su baúl de Cecilia Caicedo Jurado en 1990. Sería importante señalar que existen otras publicaciones excluidas del canon como las novelas de Evelio 30
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Rosero Diago2 y otros autores que, sin embargo, no alcanzan a ser más de una docena. Ahora, pasada la primera década del Siglo XXI ya se han publicado más de cuarenta novelas lo que implica un crecimiento exponencial con respecto a la producción novelística nariñense en el presente siglo. Este significativo repunte en la producción narrativa en Nariño trae consigo la pregunta del porqué del fenómeno, a lo cual podría responderse de forma hipotética o a través de un estudio pormenorizado del hecho; no siendo ésta la intención de este trabajo, se dejan abiertas la posibles hipótesis frente a éste y otros hechos sobre la novela nariñense de principios del Siglo XXI, dado que aún no se cuentan con estudios que permitan un análisis exhaustivo y profundo de este particular acontecimiento literario3. Verdugo Ponce en su canon literario del Siglo XX en Nariño, o mejor, del acto mismo de canonización concluye que una de las características en la región es la presentación de figuras, casi mitificadas, de los autores, mas no de su obra, fenómeno que se ve afianzado por la dificultad de acceder a sus respectivas obras, que, por lo general reposan en pocas manos o existen en una única y exclusiva copia en el anaquel de alguna importante biblioteca. La obra es leída por la “importancia” de su autor y no por ella en sí misma ni por su sentido estético o su valor literario y, tampoco, por sus posibles resonancias de sentido, de modo que ese autor-figura-mítica se convierte, a pesar de las críticas, en el modelo. Raymond Williams (1977), al referirse al autor, plantea su desmitificación en tanto la obra lo trasciende, pues las cuestiones históricas específicas que le otorgan su carácter creativo corresponden con circunstancias concretas que le permitieron dar respuestas de acuerdo con situaciones reales en las cuales está imbuido. En este contexto histórico, el autor se define a partir de las tensiones entre las fuerzas dinámicas individuales, sociales y culturales, por lo tanto, su obra –sin invisibilizarlo– lo totaliza en la cultura, lo hace parte de un entramado mayor a su figura mitificada. 2. A las cuales podrían agregarse Mateo Solo (1984), Juliana los mira (1986), El incendiado (1988), Papá es santo y sabio (1989) y El señor que no conoce la luna (1992) de Evelio Rosero Diago, reconocido por algunos críticos como escritor nariñense, y que en el canon de Verdugo Ponce no se tienen en cuenta. 3. Es preciso mencionar algunas novelas que permitieron ese acercamiento a los sentidos de lo político a parte de la que analizaremos en el presente trabajo: La guerra sigue llorando afuera de Arturo Prado Lima (2001); El marginado de Miguel Ortega (2003); El día de mi desgracia de Julio César Chamorro Rosero (2005);El Terrorista de Luis Omar Martínez(2005); 5-12, Operación Cauterio de Albeiro Arciniegas (2006); El baúl de Mercedes Saluzo de Juan Revelo Revelo (2006); Delirio en el litoral de Oscar Benítez del Hierro (2007); Los ejércitos (2008), La carroza de Bolívar (2012) de Evelio Rosero Diago; La flecha incandescente de Giovanny Castro Caicedo (2008); Dionisia de Eduardo Delgado Ortíz (2010); Secreto en la espiral de los tiempos de Luis Ángel Bolaños (2013). Novelas que por sus características ofrecen elementos fundamentales para evidenciar categorías de sentido desde lo político, lo que implica que éstas no se comprendan exclusivamente como novelas políticas, sino como novelas que brindan la posibilidad de mostrar el “sentir” sobre lo político en la novela nariñense de principios del siglo XXI.
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Aún más honda es la desmitificación propuesta por Foucault al exponer la idea de un intelectual (escritor) que reconoce que las masas, el pueblo, los lectores no tienen necesidad de él para saber, porque ese saber les es más claro y comprensible a ellos pero invalidado por los juegos de poder que lo censuran. El papel del autor deja de ser el de alzar la voz “para decir la muda verdad de todos”, sino que debe ser un luchador contra las formas de poder que pueden instrumentalizar su discurso; debe tratar de desprenderse de ese sistema de poder que le hace pensarse como agente de la conciencia colectiva y arriesgarse a la misma censura que sufren las masas silenciadas, con independencia del discurso que soportan a esas masas. Así, la politización del intelectual debe orientarse a su propio discurso, por el cual puede llegar a revelar cierta verdad, a descubrir relaciones políticas donde no eran percibidas, no puede continuar dando consejos, lo fundamental es que ofrezca instrumentos de análisis, que permitan detectar esas líneas de fragilidad, esos puntos fuertes a los que se aferra el poder, levantar –dice Foucault– “un croquis topográfico y geológico de la batalla… Ahí está el papel del intelectual” (Foucault M., 1991). Por este camino, la crítica literaria contemporánea ha seguido revaluando esta figura mítica del autor, logrando sacar a flote lo que planteaba Sartre sobre la producción literaria, al contemplarla como una forma de protesta que está hecha para sobrevivir a pesar de las inconsistencias entre ésta y el destino individual del autor. Eduardo Grüner se suma afirmando que la aspiración de un intelectual crítico, en este caso el escritor, debe ser la de “generar un universo discursivo que se transforme en el horizonte de toda una época, más allá de los avatares y las contingencias inmediatas del ‘nombre de autor’ que dibujó por primera vez esa línea horizontal” (Grüner E., 1998: 25). No conforme con este avance, la producción literaria latinoamericana, a la que se adscribe la producción literaria colombiana y, para el caso, específicamente la novela nariñense, busca ampliar esa postura de autor comprometido tradicional de occidente y se extiende a formas de producción que conservando el sentido crítico de lo social acuden a elementos menos totalizantes, más singulares, tal es el caso de la novela nariñense contemporánea como lo veremos en la obra de Alejandro García Gómez. Ese desafío estético, funcional y valorativo de la narrativa latinoamericana –reflejado en la narrativa regional – ha generado nuevas opciones interpretativas que van más allá de la mirada crítica horizontal; tal como lo plantea Bhabha, podría afirmarse que este nuevo lenguaje interpretativo debe conferirle su apropiada autoridad narrativa a la obra, que no responde necesariamente a una secuencialidad de memoria histórica o a un imaginario subjetivo totalizador del sentido de nación occidental (Bhabha H., 2002). Lo que se está deconstruyendo a partir de la producción novelística y de la crítica literaria es el historicismo como 32
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explicación englobante de la multiplicidad de sentidos; estamos en las puertas de la especialización del tiempo histórico, en palabras de Bajtin: “una humanización creativa de esta localidad que transforma una parte del espacio terrestre en un lugar de vida histórica para el pueblo” (Bajtin M., 1986). Así, esa deconstrucción se establece desde los márgenes, márgenes territoriales e históricos que desafían la construcción de identidad política instaurada y definida por las dinámicas colonialistas y poscolonialistas en Latinoamérica. El problema del estudio cultural de la política en el Estado moderno a través de los discursos narrativos de las minorías, o -los llamados por Bhabha- “relatos al borde” (in-between), permiten establecer la distancia que se establece entre la narrativa que patenta los poderes totalizantes de lo social, que lo homogenizan y logran un consenso histórico, y la narrativa al margen, que interpela esa visión de poder totalizante a través de la representación de los intereses e identidades contenciosos y desiguales dentro de ese contexto nacional (Bhabha H., 2002). En este caso, estoy proponiendo que la narrativa nariñense, en especial, la acontecida en la última década desafía ese poder aglutinador y se presenta como la otra cara de la historia, una historia alterna, siempre alterna, incluso en el hoy; y, por tanto, se contempla como un discurso divergente dentro del mismo relato políticoidentitario regional que se vio absorbido por la imposición del relato nacional. Este discurso de la minoría (escritores nariñenses) se revela como emergente y antagónico entre lo oficial y lo vetado, cuestionando –diría Bhabha– “las genealogías del origen que llevan a reclamos por la supremacía cultural y la prioridad histórica”. Este discurso al margen, que reconoce el estatus del discurso oficial (cultura nacional-regional), es performativo porque se manifiesta como espacio contencioso, pues se opone a la idea de un discurso elaborado diacrónicamente a partir de fuentes o documentos preexistentes que permitan constatarlo, siendo su exposición reelaborada constantemente a partir de una especie de mosaico narrativo que se retroalimenta de las historias orales y escritas en la simultaneidad temporo-espacial de la narrativa, haciendo a un lado la exclusividad de esa representación histórico-lineal “plenificadora de vida” del discurso homogeneizador y totalizante (Bhabha H., 2002: 193-194). Ahora, esta narrativa emergente -que en este estudio tiene el carácter acotado de novela- la hacemos parte de ese sinnúmero de narrativas que integran la pluralidad de voces en el contexto regional con el fin de presentar, como plantea Kohut, una simplificación de la teorización política o filosófica sobre los sentidos políticos al margen que puedan aparecer en la novela. Cuando digo simplificación no someto este ejercicio crítico a la superficialidad, sino que abogo por el lenguaje de la narrativa literaria para intentar precisar sobre algunas categorías que difícilmente se personalizan por fuera del lenguaje literario, es su sofisticación de lo que enriquece la perspectiva teórica, lo que logra matizar y mostrar 33
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esas contradicciones internas difícilmente expuestas en una abstracción teórica (Kohut K., 1995). Este proceso de escritura desde el margen, que evoca una interpretación también desde los márgenes, va configurando una narrativa crítica emergente en torno a esas manifestaciones que de lo político subyacen en la novela nariñense contemporánea. Veena Das y Deborah Poole afirman que los antropólogos (Das, Feldman, Ferme, otros) han reflexionado, entre otras cosas, sobre los poderes emergentes que configuran el sentido que las personas tienen de lo político, de la comunidad, de sí mismos; estos estudios han ido sistematizando una propuesta de “lectura etnográfica” sobre el Estado, específicamente sobre los referidos a esas narrativas de las minorías que estamos tratando (Das y Poole, 2008). Cabe aquí hacer énfasis en las posibilidades de perspectiva que ofrecen estos estudios que me han dado claves para hacer la lectura de la novela. En primer lugar, rescato la divergencia en el abordaje de los estudios, en tanto, no se pretende verificar a través de la narrativa al margen la incidencia o implicaciones de la narrativa del Estado en ellas, sino que se advierte un viraje en el que esas narrativas al margen se constituyen en categorías que luego inciden en la mirada tradicional nacional. Es en las marginales narrativas de lo cotidiano o en los límites de los procesos de la vida diaria donde el Estado es reconfigurado (Das y Poole, 2008). Por lo tanto, lo que busco en el análisis de la novela El tango del Profe¸ no es la pertinencia o no de las visiones de poder, violencia, memoria histórica, educación, exclusión, etc., con el ámbito nacional o trasnacional y tampoco tratar únicamente de establecer una postura descentralizada o periférica, sino por el contrario, focalizarme sobre esos elementos que son particularmente opuestos y transgresores que van resquebrajando e incidiendo en las perspectivas de configuración de esa narrativa nacional, cuyos márgenes no pueden ser comprendidos simplemente como espacios periféricos. En segundo lugar, me es fundamental rescatar, más que una clave interpretativa, una actitud interpretativa. Estas etnografías sobre los márgenes del Estado buscan ser reconocidas por mostrar que la especulación metafísica es insuficiente para llegar a desentrañar las gestas cotidianas de los habitantes de esos márgenes, que “las derrotas y victorias de la vida cotidiana tienen la capacidad de regresarnos de la metafísica a lo ordinario”(Das y Poole, 2008: 45),es decir, para el caso de la crítica literaria que propongo, el aporte redunda en una actitud valorativa que contraste con reivindicaciones o reparaciones simbólicas. De lo que se trata es de reconocer que en el lenguaje ficcional de las novelas, las grandes derrotas y las pequeñas victorias acontecidas en lo cotidiano son experiencias casi aprehensibles, palpables y metafóricamente vivenciales, que logran “afectar” la postura política de sus lectores, movilizarlos a sus propias búsquedas, a sus particulares configuraciones narrativas. 34
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Frente a lo anterior, vale aclarar que estos estudios situados en los márgenes del Estado no corresponden concretamente a narrativas de tipo literario, tampoco encontramos trabajos que desde esta comprensión aborden la novela como manifestación al margen; este ha sido un tema, como lo hemos tratado antes, de los estudios culturales. Sin embargo, sí corresponden al estudio de “relatos de exclusión” (Das y Poole, 2008: 26), pues al tratarse de una literatura emergente producida al margen en los usos de la lengua, la historia, la temática, la ubicación geográfica, la publicación, entre otras características, me es factible valerme de sus herramientas conceptuales y pasionales para profundizar en los sentidos que de lo político presentaré más adelante. Finalmente, este ejercicio interpretativo rescata de la crítica literaria posmoderna, por un lado, la posibilidad de la multiplicidad de sentidos y por otro, la percepción de impotencia y la muerte de las utopías a partir de las narrativas del desencanto. Esta perspectiva va a permitir sostener a través del discurso una de las hipótesis fundamentales de análisis: la política de la desesperanza, como una manifestación peculiar de una sintomatología político-literaria local, viable desde una perspectiva de análisis postmoderno. El tango del profe, como novela contemporánea está enmarcada bajo contextos literarios (nacionales e internacionales) que la glocalizan y, por esto, no podemos pasar inadvertidas estas correlaciones acontecidas en el mundo global. De este modo, considero que el autor al crear su obra decide responder desde la singularidad del lenguaje narrativo a esta multiplicidad de relaciones y, a su vez, al mundo interior que a él le habita, posibilitando apropiarnos de sus categorías para leer ese mundo en su multiplicidad y especificidad, particularmente, en la búsqueda de esos sentidos de lo político que hemos catalogado como emergentes y marginales. La posibilidad de la multiplicidad de sentidos cumple dos funciones específicas, la primera es salvaguardar el valor particular de cada obra, sin el ánimo, de caer en el absolutismo de lo particular y subjetivo, sino por el contrario, con la intención de afianzar la posibilidad de, en un futuro próximo, lograr establecer relaciones concretas entre autores, obras, contexto, corrientes, etc., que por ahora serían meras especulaciones sin suficiente análisis y fundamento. Y en segundo lugar, la función de perfilar desde las múltiples miradas algunos aspectos o intereses comunes que no tienen que ver estrictamente con el sentido de la obra misma sino con los posibles temas a los que recurren los autores nariñenses contemporáneos en sus novelas. Por lo cual, lo que se propone está abierto a nuevas configuraciones e interpretaciones, pues estamos apenas en los inicios de una crítica formal sobre la producción novelística nariñense. Y, la percepción del desencanto y la muerte de las utopías a partir de las narrativas del desencanto, se comprenden, dentro de lo que se ha propuesto como 35
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pensamiento posmoderno, manifestaciones particulares de época, no porque antes no hubiese una perspectiva similar; lo que acontece hoy, constituyéndose en horizonte de comprensión para el ejercicio interpretativo, es que ese desencanto va correspondiendo con la imposibilidad y la impotencia de solventar lo básico de la existencia humana, propósito central del Estado moderno occidental, sobre el cual tenderé las siguientes líneas. 2. METÁFORAS DEL DESENCANTO POLÍTICO: RECONSTRUIR EN LOS MÁRGENES HISTÓRICO Y EDUCATIVO “Acostumbrarse a todo, ese es el secreto… No lo olvide, profe… -fue lo último que alcanzó a escuchar el viajero mientras se hundía en la profundidad de la neblina en la que empezó a caer…” (Alejandro García Gómez, El tango del profe, p. 138).
La pregunta inicial es ¿Por qué “El tango del profe”? ¿Por qué ésta y no otra novela para presentar esos sentidos al margen que de lo político se manifiesta en la novela nariñense contemporánea? Evidentemente, no es una casualidad, por el contrario, se trata de un descubrimiento que fue posible gracias a la lectura de más de una docena de novelas, sobre las cuales recae también el peso del presente análisis. Sin embargo, El tango del profe se transformó en la novela referente por dos aspectos centrales: en primer lugar, la considero novela síntesis porque en ella se integran aspectos como el traslado de la violencia del campo a la ciudad, la corrupción, los conflictos políticos y administrativos del Estado en diferentes planos y realidades, en la escuela, en la calle, en el campo, en el pasado, en la universidad, en la vida particular y colectiva, en el interior de cada ser humano que ha vivido en medio de este mar de violencia, de impotencia, indiferencia y complicidad estatal. Además, nos amplía el panorama en la comprensión del sentido de margen, pues los contextos en los que se desarrolla así lo advierten; el margen es una condición que pareciese darse de forma natural, es una característica que subyace en el imaginario narrativo nariñense contemporáneo, es la manera de contar la historia desde el otro lado, el lado de los caídos, desde abajo. En segundo lugar, El tango del profe manifiesta literaria y políticamente lo que he denominado la Política de la desesperanza, manifestación presente en la narrativa nariñense a través de esa sensación de no-futuro, de incertidumbre, de impotencia, de desazón frente a los juegos de poder impuestos que penetran hasta en los ámbitos más íntimos del individuo. Acudiendo a uno de los enfoques de estudio que Das y Poole reconocen sobre los márgenes, estamos evidenciando –a través en esta narrativa emergente – el estudio de la relación entre el espacio en 36
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medio de los cuerpos, la ley y la disciplina, en el marco foucaultiano de biopoder, para rastrear y comprender “las formas en las que el poder extiende sus tentáculos por las ramas capilares de lo social.” (Das y Poole, 2008: 27) Descubrir esos sentidos de lo político nos lleva prioritariamente a repensar el Estado alejados del centro, desde sus márgenes, entendidos a la manera de Asad como los sitios en lo que el derecho y el orden deben ser constantemente reestablecidos, evidenciando esa siempre presente inestabilidad del Estado (Asad T., 2008). Los márgenes son esos espacios de excepción paradójicamente creativos, donde surgen formas alternativas de acción económica y política que si bien se entienden como ilegítimas van configurando la existencia en pos de la supervivencia, situación límite que lleva a encarar las posibles formas “legítimas” de sometimiento estatal (Das y Poole, 2008). La novela El tango del profe revela dos lugares al margen sobre los cuales abordaremos la reflexión. El primero, tiene que ver con el margen histórico. Este elemento, eje emblemático en la narrativa nariñense contemporánea, se convierte en una mirada divergente de la historia política oficial nacional que marcó la configuración identitaria regional y, sobre todo, orientó las prácticas políticas de un Estado fuertemente centralizado, hacia la región. El segundo, es el margen educativo. La trama de la novela se teje en el contexto de una Institución Educativa oficial en donde se presenta una situación de “robo”, el cual es excusa para desentramar las formas que el poder asume entre los bordes de la legalidad estatal y la legitimación de otros discursos y acciones que se construyen al margen de esa oficialidad política. Estos dos elementos son el preámbulo para presentar la Política de la desesperanza¸ elemento que cohesiona el presente diálogo entre novela y política; aquí, casi sin mencionarlo se presenta al poder como violencia ejercida en sus múltiples formas -legítimas e ilegítimasgenerando esa especie de “sinsabor” frente a la existencia misma, a la posibilidad de cambio, de lucha, de transformación social… donde la única alternativa posible pareciese ser el acostumbrarse a todo. EL MARGEN HISTÓRICO: LA OTRA HISTORIA DE LO POLÍTICO EN LA NOVELA NARIÑENSE He sido un enamorado del estudio de la Historia de Colombia quizá porque descubrí, con desagrado, que la que aprendí no era la real sino una amañada. Quizá la que los maestros de mis maestros quisieron que aprendiera para que me la enseñaran a mí y a mis contemporáneos y que yo la siguiera reproduciendo. En mis proyectos de nuevas obras de narrativa y en mis cuentos, veo que es imposible descartar la historia
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como elemento de ellos. Estas podrían ser algunas de las razones para que El tango del profe sea considerada novela histórica (Palacios, 2014).
Estas palabras del autor generan la sintonía apropiada para iniciar este apartado. Novelar la historia requiere de procesos serios de estudio de la misma, una pasión crítica por la propia historia, sin embargo, para catalogar o clasificar una novela como histórica se requiere de múltiples miradas y análisis, afortunadamente, El tango del profe los tiene, por lo tanto, de acuerdo con lo manifestado tanto por el autor, como por los escritores Javier Rodrizales4 y Edgar Bastidas Urresty5, y por lo reconocido en la misma a través de la actual lectura se puede decir, sin riesgo a equívoco, que estamos frente a una novela que hace de lo histórico materia prima de su esquema narrativo. Con esto, lo que se afirma es que la obra de García Gómez no es principalmente una novela histórica, sino una novela que contempla este elemento y lo desarrolla desde ese otro lado; no es la historia oficial sino la historia novelada cuya base son los micro-relatos que tejen los procesos socio-históricos de todo pueblo. Proponer la novela de García Gómez como otra versión de la cara de la historia que se vive en la región, desde las primeras luchas contra el ejército independentista de Bolívar hasta las actuales luchas que han fragmentado y herido esta zona del país, va en consonancia con lo manifestado por el autor en su crítica a la historia oficial aprendida en la escuela y con la postura crítica que historiadores, literatos y pensadores nariñenses y foráneos han venido exponiendo desde principios del siglo XX. Frente a esto, es importante señalar que uno de los imaginarios históricosociales más ponderado sobre el pueblo nariñense ha sido considerarlo como reaccionario frente al gobierno central, hecho que pareciese haber conducido a una especie de marginación política. Por esto, parece urgente la necesidad de contar de nuevo la historia con la caracterización propia que puede darse desde lo local, y no por una necesidad de reivindicación o restitución simbólica sino 4 “Una novela como “El tango del profe” nos ayuda a entender mejor la historia de nuestro país. Una fábula histórica, social, autobiográfica, pedagógica, psicológica. La polifonía en la novela, el recurso de voces diferentes que presentan perspectivas diversas de la historia supone ‘una problematización de la Historia, poner en duda la pretendida objetividad del discurso historiográfico” (RODRIZALES, Javier. Presentación del libro “El tango del profe” de Alejandro García Gómez, Pasto, 20 de diciembre de 2007, p. 3). 5 “Esta novela, en buena parte autobiográfica, de corte social, de denuncia, que fluctúa entre la realidad y la ficción, podría inscribirse como histórica en cuanto toma y trata aspectos de la historia colombiana de las últimas décadas, de los años setenta del siglo pasado, en especial” (BASTIDAS URRESTY, Edgar. La novela histórica en Nariño. Presentación del libro: “El tango del profe” de Alejandro García Gómez, Librería Lerner, Bogotá, 26 de junio de 2008, p. 3).
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como lo propone Alejandro García Gómez en su obra, se trata de una valoración al margen de un consenso nacional a partir de este acontecimiento histórico: Hablando de El tango del profe, específicamente, las escenas en las que recurro a nuestra historia, concretamente a la masacre de la navidad de 1822 perpetrada por los llamados ejércitos libertadores o patriotas, y las del inicio de la huelga estudiantil de 1971, las utilizo no sólo como recurso de atmósfera y ambientación, sino como uno de los hechos históricos símbolos de nuestro ser como pueblo. No es que sobrevalore la acción reaccionaria de la ideología realista pastusa (si se me permite el término) contra un menosprecio de la revolucionaria, en ese momento representado por la campaña libertadora. No. Lo que destaco, o intento destacar, es el valor, el coraje y la lealtad de esos antecesores nuestros, de quienes orgullosamente descendemos, así ellos hubieran estado equivocados (Palacios, 2014).
La historia que le correspondió vivir a la región fue esa y no otra, y desde allí se ha construido un discurso histórico expresado en sus múltiples formas. Por lo tanto, El tango del profe no busca esa reivindicación, aclaración o confirmación del imaginario que como país y región se ha forjado del pueblo nariñense (en especial del pueblo de Pasto), la otra historia es el escenario ideal para que el autor se rebele, para que afiance su novela como un acto de rebeldía ante la situación política del país a través de la historia. Aquí, cabría la afirmación: El tango del profe es una obra que desafía la historia en tanto reconstruye desde otras voces esos momentos históricos de profunda relevancia para el acontecer regional y nacional (Ver García Gómez, 2007: 13; 51; 96-97) y, además, logra, desde los micro-relatos de su personajes (Ver García Gómez, 2007: 30-35; 60-61; 70-74), dar cuenta de los procesos de asimilación/afectación de esa historia global en lo cotidiano e íntimo de cada sujeto. Así, en García Gómez, estos micro-relatos particulares -otras voces- se comprenden como el germen de las revoluciones, de la reconstrucción de los macrorelatos históricos de lo local y, sobre todo, de lo nacional. Ahora, esa especie de “transcripción oculta” evidenciada en los relatos al margen, se instaura siempre como una crítica hacia los grupos dominantes, que no siempre se encarna en una postura de desafío frontal, sino que acontece en los lugares que se escapan a la vigilancia y que se constituyen en dinámicas de desahogo, que pueden iniciar el proceso subversivo de orden histórico global o constituirse sencillamente como una práctica simbólica (Scott J., 1990). Glendhill es su libro El poder y sus disfraces (2000) advierte que las revoluciones como forma de la resistencia logran dar forma a las facetas de las relaciones de poder que suelen pasarse por alto, esto, debido a que las acciones realizadas por aquellos que son relativamente carentes de poder, difieren de las “dramáticas 39
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confrontaciones que atraen la atención de los historiadores o periodistas” (Glendhill J., 2000: 113); dichos actos de resistencia, continúa el autor, suelen ignorarse porque no se comprenden como políticos en la perspectiva de los Estados coloniales y poscoloniales. Por esto, lo que hace García Gómez es acudir a ese carácter de resistencia, de rebelión que fue eminentemente político pero contrario a los intereses de la naciente República y por el cual se mitifica una figura particular políticamente legítima y se intenta aniquilar las diversas formas de pensamiento adjuntas a la resistencia. Glendhill advierte que el problema central radica en analizar tanto las posibilidades como las limitaciones de los actos individuales al igual que el de los movimientos colectivos en los contextos históricos concretos y en los ámbitos, de mayor envergadura, de las relaciones de poder (Glendhill, 2000), y es, precisamente, en este aspecto donde la novela de García Gómez cobra una fuerza que irrumpe las lógicas de la reivindicación identitaria local y se adscribe a unas lógicas de resistencia que se manifiestan siempre al margen de lo normado por el poder hegemónico. Un elemento final de El tango del profe, en la exposición de lo que he denominado historia marginal, hace referencia a la posibilidad que nos ofrece el autor de presenciar de manera simple y profunda la transformación histórica de la sociedad desde sus márgenes… Pero la casa de sus padres ya no es de sus padres. Ya no existen. El herrero tampoco. Ahora todos son colegiales que bailan trabados sobre alcohol desde antes de empezar el fin de semana y terminan mucho después del fin de semana, y así cada semana. Y que tienen ideales, claro, como todo sardino, señor, sueñan con llegar a ser ayudante de traqueto, asistente de traqueto, secretaria o secretario de traqueto, para llegar a ser aprendiz de traqueto, para llegar a ser traqueto (García Gómez, 2007: 13).
Este fragmento es un retrato en el que confluyen la nostalgia y la impotencia, nostalgia de un pasado tranquilo, un pasado de paz, un pasado con su cuota de valores tradicionales, una sonora añoranza: pero la casa de los padres ya no es la “casa”. Ésta afirmación es una metáfora de la transformación de los valores transcendentales, de los valores típicos del contexto rural en la zona sur del país, altamente influenciados por una moral religiosa, pero de igual manera, por una actitud de rebeldía frente a todo aquello que degradara la condición humana, aquello que fragmentara la identidad de un pueblo. Los nuevos sueños son efímeros, volátiles, no son el fruto de la lucha cotidiana, no son los sueños propios construidos desde adentro, son sueños prestados, sueños que no le pertenecen a este pueblo. Es claro notar, a través de este punto de encuentro entre el pasado el presente y la posibilidad de futuro en los sueños, la idea de una transformación histórica 40
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intempestiva, impropia, llena de desilusión y desesperanza… la casa de sus padres ya no es de sus padres, todo ha cambiado de esa manera y no puede hacerse otra cosa, confirmando así, que lo acontecido en los márgenes una vez trastoca las dinámicas históricas globales, revierte el orden establecido, pero no siempre de forma positiva. Por esto, esa otra historia contemporánea acontecida en El tango del profe sigue reconstruyéndose en los márgenes de una resistencia al modelo de Estado regido por el narcotráfico, la guerra y la dependencia económica, presencia de ese Estado fantasmagórico o inevitable que moldea el sentido y la forma que el poder toma en esta sociedad metafóricamente dada (Das y Poole, 2008), sentido y forma que ahora les pertenece y que les tocó vivir, un nuevo orden en el que siguen confluyendo los antiguos y nuevos agentes de violencia, las antiguas y nuevas formas de corrupción y violencia institucional y las antiguas y nuevas maneras de sobrevivirlo desde lo profundo de cada ser humano, estamos presenciando en la novela lo que se ha denominado como “el movimiento del Estado por detrás del reino de lo mítico”(Das y Poole, 2008: 30), aquel “secreto público” que va haciéndose uno con la realidad cotidiana de la vida. Frente a lo planteado, queda abierto el interrogante propuesto por Bhabha sobre “¿Cómo enfrentamos el pasado como una anterioridad que introduce continuamente una otredad o alteridad en el presente?” (Bhabha, H., 2002: 194). La novela ha intentado resolverlo a partir de esa doble postura frente a la historia política regional y nacional: la mirada colectiva y la mirada particular, la del pueblo-región-país y la del escritor. Alejandro García Gómez potencia su obra como la otra historia narrada, como acontecer de resistencia colectiva y como acontecer de resistencia íntima e interior. En síntesis, es una reflexión crítica que desde la otra historia se hace de la historia misma. EL MARGEN EDUCATIVO: LAS CONTRADICCIONES INTERNAS DEL ESTADO Esta nueva propuesta interpretativa que reúne dos aspectos fundamentales de toda sociedad, la ley y la educación, es imprescindible en el análisis de El tango del profe. El mismo título lo advierte con ese toque de frescura al decir “el profe”, este recurso ya es de por sí un síntoma de lo que reconoceremos en la obra, muestra por sí mismo una transformación, acompañada por un fondo musical enérgico, marginal –incluso- si acudimos a la historia del tango, que también nos es ajeno. El escritor y crítico nariñense Javier Rodrizales en su presentación de la novela de García Gómez advierte un elemento fundamental que da pie para iniciar esta reflexión: “La novela ‘El tango del profe’ es una historia de maestros y su marco espacial se ubica en una institución educativa urbana que, como cualquier otra 41
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institución del Estado, refleja todas las contradicciones que se viven en la sociedad colombiana” (Rodrizales J., 2007). Hablar de la novela como un reflejo de contradicciones nos sitúa en el marco propicio para comprender la relación liminar que se teje entre la propuesta educativa oficial (control legítimo del Estado) y las formas de resistencia que va teniendo esa propuesta en la figura del maestro (resistencia legítima del Estado). Tanto Kant como Weber, así como otros tantos teóricos fundacionales del Estado moderno europeo, advierten que éste siempre está en peligro de perder el control de su organización racional representada en el gobierno a través de una fuerza natural interna al margen de esa misma racionalidad (Das y Poole, 2008). En este caso, García Gómez representa esa fuerza interna dentro del Estado colombiano a través de los maestros, pero a diferencia de los teóricos fundacionales referidos, los maestros de los que habla el escritor se constituyen en una fuerza racional popular que desafían las distintas formas del poder representadas por el gobierno, pero también son aquellos maestros que inmersos en las redes de los juegos de poder que se dan dentro del Estado acuden a prácticas irregulares con el fin de asegurarse un lugar en ese entramado del poder. Esta lucha interna, permite reconocer que los márgenes no son exclusivamente condiciones de territorialidad o de exclusión de un sistema cultural, político o económico; los márgenes se establecen como los límites diferenciadores entre poderes que acontecen bajo la sombra del Estado. Estas contradicciones expuestas en El tango del profe visibilizan la noción de Estado en el pensamiento contemporáneo, pues según Asad, éste adquiere vida propia, una vida distinta de los gobernantes y los gobernados; por esto, el Estado –como evidenciamos en la novela – puede reclamar lealtad de ambas partes (Asad T., 2008). El Estado no es un sujeto estático; los límites de poderes que se manifiestan en la narrativa de García Gómez generan una movilización permanente de los márgenes, provocando su indeterminación, dando lugar no sólo a estas formas específicas de resistencia sino a una atracción del Estado colombiano hacia ciertos tipos de márgenes venidos del pueblo. Recurriendo a esas historias al margen, Alejandro García Gómez intenta resolver de forma novelada esos intersticios por los que el poder va irrumpiendo en las dinámicas sociales más profundas, en este caso la educación, entendiéndola a la vez como eje (centralidad) y como margen en la configuración del Estado colombiano. Para ilustrar esto, recurro al aporte que el mismo autor plantea al respecto: “Mi novela pretende presentar la visión política y pedagógica de dos generaciones muy diferentes de maestros, los antiguos –anteriores y contemporáneos al Frente Nacional- y los “nuevos”, los de la generación posterior al Paro estudiantil de 1971 –ya reseñado-; me enfrentaba a mostrar este conflicto, que debía resolver sin que fuera explícita mi visión
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“filosófica” o política –escójala, por favor- de las posturas de cada generación, cosa que creo la supe resolver con alguna fortuna, modestia aparte. Pero además se presentaba otra situación. Jamás he olvidado ni olvidaré a la tierra que me vio nacer, crecer, estudiar, enamorarme por primera vez, sufrir el desamor, sentir la derrota, acostumbrarme a sus comidas, a protestar, etc., con todas las características sociológicas que parten de nuestra historia y de señalamiento y abandono que lleva nuestra tierra. Todo esto me dio la redondez de mi novela, teniendo en cuenta siempre que mi visión de la educación en Colombia sería como la columna que soportaría los conflictos a novelar” (Palacios, 2014).
En este texto que dimensiona de manera sintética su obra, se presentan, según él, dos generaciones de maestros: los primeros pertenecientes a la época anterior y contemporánea al Frente Nacional. Ese pacto político entre liberales y conservadores se trasladó bajo diversas máscaras al ser y hacer del maestro en la escuela y, en consecuencia, el modelo político impuesto le va dando forma a un modelo educativo contradictorio, un modelo que en teoría va respondiendo de acuerdo al gobierno de turno (liberal o conservador), pero que a su vez, en la práctica, va fraguando el descontento social, que finalmente, se traduce en necesidad de cambio. Es por eso que los docentes se movilizan; su revolución busca ser profunda, en tanto exigen los valores propios de un Estado garante de sus derechos (democrático o no). Y así, en esta trama de años de incontables luchas se erigió la revolución de conciencia frente al destino político del país, tal como lo han novelado varios autores a partir de los años 60’ del siglo XX. Volver a esa primera generación de maestros, batiéndose sigilosamente entre el liberalismo –más de nombre – y la tradición conservadora, le da a García Gómez el móvil para hacer contemporáneo el hecho de que unas y otras ideas aún perviven, de que, por tanto, no existe un modelo educativo que corresponda con el modelo político, mejor aún y como resumen, de que jamás el Estado Colombiano ha tenido una seria Política Pública Educativa, vista a través del estudio de la Historia de la Educación del país. Lo que reconocemos en la narrativa de El tango de profe es que desde entonces –y mucho antes – el sistema educativo es un rompecabezas de piezas inconexas, mediante el cual se domina y a la vez se resiste. Por otro lado, es clave señalar que García Gómez busca resignificar el rol del educador a partir de la época de lucha socialista, -el otro grupo de maestros en la novela- en la que los grandes sindicatos y movimientos estudiantiles impulsaron la construcción de una nueva visión de sociedad, un nuevo modelo que al parecer prometía mayores ventajas para los menos favorecidos, un modelo educativo basado en ideales colectivos, en la legitimación de la educación como herramienta de liberación de la mente y del espíritu, de una educación fundada en los valores que promueven los movimientos socialistas, que llegaron a tierras nariñenses y encontraron asidero en un pueblo aguerrido, defensor de su ideales, 43
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luchador por herencia, pero a la vez, fiel a una tradición religiosa, a un modelo de familia y de sociedad tradicionales, combinándose en formas variopintas e igualmente contradictorias. En este mar de revoluciones internas y externas, en las que trotskistas, maoístas, leninistas, mamertos, apologetas y fieles cristianos, escépticos e indiferentes rescataron lo que pudieron, cada uno cimentando algo de sí en este trozo de geografía humana, el poder, a través de sus estratagemas reacomoda esas piezas disímiles en un cuadro político-social cada vez menos rebelde, que poco a poco se ha desvencijado, anquilosado y perdido vigencia frente a las nuevas formas que el poder adquiere en ese Estado mutable. Las situaciones que presenta el autor en la obra, tales como la jubilación de un maestro, los conflictos de intereses internos en las instituciones educativas públicas, la relación entre justicia y educación, las inmersión de las nuevas formas de violencia en la escuela, la intromisión de políticas educativas de control, el día a día del maestro y tantas otras que podrían descubrirse, representan una posición política, porque todas ellas son presentadas y a la vez reflexionadas por una especie de “voz interior” que hace hondas resonancias de lo metafórico, la obra misma se contempla y se interpreta. Por esto, El tango del profe no es sólo una novela, es una especie de ensayo político vestido de poderosa capacidad narrativa, de evocaciones simples y contundentes, de argumentos profundos en torno a la comprensión de esos sentidos concebidos en los márgenes del poder político. Quisiera señalar a través del texto mismo un pasaje que evidencia esa “voz interior” que narra y reflexiona, que protesta consigo misma, una voz que tapiza de desesperanza e impotencia cualquier asomo de posible cambio: “Se había jodido el tinto. Ya lo sabía. Se había jodido su trabajo y el de algunos de sus compañeros. A nadie le importaba. Se había jodido todo este país. A nadie le importaba. Colombia ha permanecido jodida. A nadie le va ni le viene. Sus presidentes de las últimas décadas y sus congresistas –poder ejecutivo y legislativo –, uno tras otro, han sido financiados por las mafias del narcotráfico, de carteles o de cuadrillas paramilitares, ambas iguales de asesinas, señor. A nadie ni le va ni le viene, señor. Quizá sí. Quizá no, señor. Quizá si hubo quienes se interesaron y salieron en grupitos de cincuenta o de cien a protestar señor, los benefactores que antes beneficiaban a los dos partidos políticos, los financiadores de los poderes civiles y de las elecciones, los filántropos de nuestra democracia, señor; los mismos granujas y rapaces que crearon cuadrillas de los paramilitares para salvaguardar la patria, y que son la encarnación biológica y sagrada de los granujas y rapaces que les precedieron y que también crearon otras cuadrillas de paramilitares para salvaguardar la patria, señor. Cuadrillas que ahora se convirtieron en ejércitos de asesinos y que se liberaron de sus creadores y dueños, de los filántropos benefactores, de los rapaces y
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los granujas, señor. Esos señores pusieron su grito de mierda más arriba del cielo, señor.” (García Gómez, 2007: 15-16)
En medio de este malestar es casi imposible determinar causas y consecuencias; éstas se han entremezclado y ahora es difícil reconocer si la pobreza genera violencia o es al contrario, si la corrupción genera pobreza o si la primera es producto de la necesidad de salir de la segunda de algún modo, si el desplazamiento incrementó los índices de violencia en las ciudades o la violencia se trasladó a las ciudades en busca de los desplazados. Y tantas otras situaciones que se reflejan a través de la cotidianidad acontecida en un microcosmos educativo. Alejandro García Gómez conduce al lector por estos vericuetos de la historia y de la política regional y nacional. Las contradicciones son evidentes, son insalvables en el acontecer diario del país. Finalizo este acápite con el ánimo de dejar abierto el diálogo, trayendo un comentario irónico que conecta lo representado en su obra y a la vez critica desde otro lenguaje el ejercicio del gobierno con respecto a esa siempre resistencia del sector educativo. García Gómez a través de su Columna periodística DESDE NOD, declara -a manera de mofa– “su” personaje del año 2011 a la Ministra de Educación María Fernanda Campo, tras una afirmación que estuvo para costarle la vida a un funcionario de una apartada población caribeña y del desastroso manejo de la multitudinaria protesta nacional de los estudiantes de las universidades públicas y privadas del país en rechazo al Proyecto de Reforma a la Educación Superior (Ley 30 de 1992), entre otros desastres, mostrando que esas relaciones que se tejen entre los límites de los poderes del Estado siguen estando presentes bajo nuevas formas resistencia y contra-resistencia en este caos interminable: “Por actuaciones como ésta, llenas de sensatez y cordura, y por su inteligencia demostrada con el manejo del problema estudiantil universitario de 2011, mucho más grande y mejor organizado que el que viví en 1970 (que sirvió como parte de la ambientación de mi novela “El tango del profe”), me atreví a declararla como mi personaje del año 2011” (García Gómez, May. 2012) HACIA UNA POLÍTICA DE LA DESESPERANZA “A usted, profe, lo veo en cada esquina, y grita como queriéndome parar, siempre lo mismo: ¡ese no es tu bus, Yeison, ese no es tu destino! ¡Bajáte de ese bus o tiráte!, oigo que me grita usted, desesperado, profe, pero es que no me puedo tirar, porque igual me mataría, profe, pero más que todo porque oigo la voz de Tavo que me ordena que tengo que cargar con sus muertos. Alcanzo a gritarle en alguna de esas esquinas que usted me sale: ¡es que tengo que llevar a los muertos de Gustavo, yo tengo que cargarlos, ese es mi destino!” (García Gómez, 2007: 96-97).
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SINTOMATOLOGÍA DE LA DESESPERANZA Evocar una Política de la desesperanza es un riesgo epistemológico desde el saber político en tanto el fundamento teórico de la política no contempla definiciones como ésta. La política se constituye en uno de los elementos fundamentales de lo humano, se es político por naturaleza se afirmaba en los inicios del pensamiento occidental, pero hoy reconsideramos esta postura naturalizada y reconocemos que se aprende a vivir políticamente bajo los lineamientos estructurales de una sociedad o bajo las sombras ineludibles del poder. García Gómez afirma que “toda posición humana ante el devenir, ante la ocurrencia –perdone el barbarismo- es política. Yo me considero un ser político” (Palacios, 2014). De ahí que la Política de la desesperanza no constituye un sentido político categorial; es un sentido político en el plano de lo que se reconoce como imaginario, entendiendo el imaginario como un producto social que, para el caso, surge a partir del estudio de la novela nariñense contemporánea. Es claro, además, que la propuesta alude como una tendencia. Afirmar que se está en camino “hacia” la desesperanza no significa unívocamente que la desesperanza es un elemento configurativo de la novela nariñense. De lo que se trata es de reconocer que, en la relación política-novela, este “fenómeno” se evidencia con claridad. Casi sin esfuerzo se decanta esa sensación tras la lectura de El tango del profe y otras novelas referenciadas al inicio del presente estudio. Como se ha precisado con anterioridad, en las lecturas desde los márgenes histórico y educativo, el principal “síntoma” literario es el desencanto, un desencanto que bajo el marco de esta narrativa se traduce en un futuro menos incierto por ser cada vez menos salvable. La impotencia, el contra-futuro, esa especie de fastidio, de desazón, de angustia, de resignación en la que se desenvuelven los personajes de la novela hacen de la desesperanza una sintomatología social. Los textos como acto de rebeldía son muestra del desencanto por la realidad del país, de la región, del interior de cada sujeto, es una rebeldía que cuestiona, que crítica, que reflexiona sobre lo vivido y lo trasciende pero en ningún caso -considerando que no es esta la intención- las obras no ofrecen con claridad “anclas” de esperanza o alternativas de acción frente a esta realidad política. Ahora, El tango del profe, como novela síntesis de este “síntoma literario” afianza este sentido. El escritor Rodrizales afirma al respecto: En fin, “El tango del profe”, asalta al lector como un conjunto de crisis de todo orden. La búsqueda del sentido de la vida, es un problema para el personaje. El hombre, víctima de la administración del mundo, de los
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negocios, amenazado por el átomo y las crisis económicas, las guerras, arrojado en la maquinaria de un mundo casi totalmente trastocado y tecnificado, se vuelve cada vez en su interior más sin patria, ese hombre común de hoy, ya no puede ser un hombre armónico o un héroe ideal. Ni siquiera tiene fuerzas para una gran pasión. Según los investigadores sociales, cada vez queda menos de la realidad original y natural. Toda la actitud del hombre posmoderno respecto a la fe, a la ciencia, al sentimiento y a los valores se ha desplazado, complicado y diferenciado (Rodrizales J., 2007).
Este conjunto de crisis al que hace referencia Rodrizales es una síntesis de esa sintomatología de la desesperanza que no sólo le pertenece a la novela de García Gómez, sino a un conjunto amplio de novelas nariñenses publicadas en el presente siglo. El tango del profe recoge todas esas crisis: las externas e internas, lo global y lo local, por eso se considera esta obra como novela síntesis del conjunto de crisis, de la reflexión crítica de esas crisis y de las consecuencias de sentido que estas crisis han instalado en la narrativa nariñense. Ahora, este “síntoma” acontecido en la novela nariñense –válido por sí mismo – sería fundamental validarlo a partir de los imaginarios o sentidos que de lo político subyacen en los habitantes de la región, tanto de la ciudad como del campo; estudio que permitiría buscar las correspondencias entre lo novelado y la realidad, confrontar la realidad-ficción con la realidad-real. El aporte del presente estudio ha sido ofrecer un marco interpretativo bajo el primer aspecto: la novela nariñense, desde una doble perspectiva tanto de interés literario como de interés político, ambos en el ámbito regional y nacional, lo cual puede comprenderse de manera simple a través del comentario realizado por el escritor nariñense Bastidas Urresty (2008): “Al comienzo de la novela, el profesor, hace una descripción casi cinematográfica del entorno de la escuela, bajo el calor de los rayos de sol, la presencia de los árboles y el tránsito de los escolares. Pero él ya experimenta la zozobra de que el país se jodió, sin que se sepa cuándo comenzaron los males, ni si van a terminar algún día.” Con esto la narrativa nariñense va adquiriendo un carácter propio, una manera propia de decir, su propia voz, esa voz en apariencia desesperanzada pero necesaria, porque es mejor pensarse la existencia desde esa zozobra que serle indiferente. El narrador nariñense y, en especial, Alejandro García Gómez lo hacen, y es tan profunda esa voz que penetra la existencia propia y aún en la desesperanza provoca ponerse en camino para encontrarse con la vida, al menos como nostalgia en el amparo del olvido… “Y con las leyes que se sigue inventando este gobierno, peor nos va a coger de p’arriba –le digo intentando calmarlo y calmarme a mí mismo, aunque sé que es imposible engañarme. Pienso que después de más de cuarenta años con el 47
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mismo trabajo corremos el peligro de que los recuerdos, esos duendes que mueven nuestro deseo, se nos mueran” (García Gómez, 2007: 51). LA DESESPERANZA COMO POSTURA CRÍTICA Si bien se ha afirmado una posible comunión entre los escritores nariñenses para presentar una “sintomatología de la desesperanza”, es indispensable caracterizar esta interpretación desde otra mirada. Por esto, la desesperanza no puede ser entendida como amargura, como un simple sinsentido o como un cliché de estilo que patenta una especie de bruma a la narrativa para hacerla más trascendental o significativa, sino por el contrario, este “síntoma” en la novela nariñense y en especial en El tango del profe se asume desde una postura crítica. No es, por lo tanto, una desesperanza sin fundamento histórico o argumentativo, sin el peso de una narrativa coherente y bien planificada o sin el proceso arduo de una escritura decantada y autocrítica; la novela nariñense comprende estos elementos y los ha afinado a partir de un eje temático que es la política. García Gómez afirma lo siguiente: “Digamos que el encanto y posterior desencanto de las utopías, así no se conviertan en objeto literario directo, enmarcan cualquier postura ante la vida, que es la que se transforma en posición política, no sólo de la literatura y del arte sino de lo humano en general” (Palacios, 2014). Con esto es factible enmarcar la novela nariñense de la primera década del siglo XXI como crítica, en tanto ofrece un entramado de comprensiones y vivencias que, desde una postura política, han sido forjadas en el taller de lo histórico cotidiano y se han hecho símbolo a través del lenguaje literario. Esta visión de la desesperanza como crítica va en consonancia con la postura política reconocida en el escritor Alejandro García Gómez en su Columna DESDE NOD, puesto que en ella, al igual que en otros de sus textos, la desesperanza no sobresale, sino lo que salta a la vista es su constante voz de conciencia frente a hechos inverosímiles en este país del caos. Por esto, afirmar que su novela es una voz de desesperanza crítica es afirmar la posibilidad de alternativas, no presentadas en el texto narrativo, tal vez por su carácter e intencionalidad, pero sí reconocidas en el diálogo intertextual requerido para el presente estudio. Por esto es preciso aludir a esa condición de educador, imprescindible en su novela y en su vida, para avizorar unas posibles alternativas frente a las múltiples crisis de la realidad nacional y regional. En su Columna DESDE NOD titulada: “Menores delincuentes: empeora la situación” del 19 de marzo de 2012, no se satisface con relatar hechos y con establecer una postura crítica sobre los mismos como lo hace en su novela. En este texto hace un ejercicio propositivo, es decir, pasa de la provocación al acto, se ha provocado a sí mismo a partir de su descubrimiento, ofreciendo unas propuestas 48
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de solución frente a este fenómeno de violencia ejercida a y por menores de edad, texto que valdría la pena reflexionar y profundizar, pero que en este estudio se presenta a manera de evidencia ante lo expuesto al respecto del contraste entre lo narrado en El tango del profe y su postura política directa: “A corto plazo: es urgente la aplicación de la autoridad legítima del Estado y una revisión del Código del Menor, con el fortalecimiento de la Justicia y protección a quienes la imparten. A corto y mediano plazo: incremento de las fuentes de empleo de los empresarios privados, sobre todo de los grandes, como su aporte –hasta hoy avaro en exceso- y no sólo del Estado como hasta ahora, con el fin de aumentar el grosor de la clase media que fue adelgazado en los últimos gobiernos, más en el de Uribe con su flexibilización de las leyes laborales. Desmontar el criminal y neoliberal aumento de los combustibles, en procura también de aumentar el grosor de la clase media, gravando mucho más los impuestos de carros particulares de mediana y alta gama y de sus dueños, para compensar la pérdida. Estamos entre los países con los combustibles automotores más caros del mundo, y eso que dizque somos “productores” de petróleo. A largo plazo se necesita volver a proteger a la familia como centro de la sociedad. Que los lazos familiares vuelvan a ser tan fuertes, que ningún colombiano se quede por fuera de ellos. Esto nos llevaría por simple inercia sico-social al paso siguiente: la promoción de la unidad de valores entre las comunidades lo que nos conllevaría a la solidaridad entre ellas, como otro resultado de la inercia sico-social. Hay que recordar que son comunidades formadas a partir del desarraigo violento, y han perdido toda solidaridad porque, nuevos y desconocidos entre sí, perdieron esos valores comunes en el desarraigo violento” (García Gómez, Mar. 2012).
Además de lo anterior, Alejandro García utiliza un recurso de estilo que matiza uno de los aspectos claves de la obra: la ironía. En la novela algunos de los maestros de Ciencias Naturales son involucrados en un proceso legal por calumnia, situación doblemente injusta, pues los denunciantes de un delito pasan a ser los acusados, lo cual invisibiliza la verdadera transgresión y pone en evidencia la lucha de poderes al interior de un grupo humano. Esta situación llega a su culmen en el capítulo sexto cuando son citados a comparecer ante el fiscal por la demanda en su contra. Uno de los maestros llamados a declarar, Alejandro, se sume en una especie de alucinación dantesca, en aquel juicio las imágenes son en esencia ridículas, el juzgado se ha convertido en un circo con todos sus personajes. Al parecer, el único momento en el que la justicia logra prevalecer se presenta a través de la metáfora del circo. García Gómez no deja nada al azar, el único atisbo de esperanza es a la vez irónico e irreal, se hizo justicia pero a través de un acto circense, el cual cierra –pertinentemente – valiéndose del discurso popularmarginal del famoso tango “Cambalache” del compositor argentino Enrique Santos Discépolo: 49
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En el altoparlante del circo, un mico disfrazado de payaso acompañado de un bandoneón canta: “Que el mundo fue y será una porquería ya lo sé, en el quinientos seis y en el dos mil también. Que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafos, contentos y amargaos, valores y doblez…” (García Gómez, 2007: 111) La crítica se presenta con una voz nueva, ya no directa como en otros de los pasajes sino mimetizada, pero de igual forma genera ese efecto de desconcierto, y es sencillo comprenderlo: el juicio fue un acto de circo porque no se iba a impartir justicia, no había razón para estar allí, se hizo justicia frente a una situación artificial, inexistente, quimérica, se aclaró lo diáfano y el verdadero delito permaneció impune, se obtuvo la gran esperanza de haber ganado nada. EL CULMEN DEL DESENCANTO … Las autoridades no permiten hablar de cegueras –continuó-, Para ellas, sus habitantes son h-a-b-i-t-a-n-t-e-s y no “ciegos”. Son ciudadanos, ciudadanos libres y así lo pregonan; libres para darse el gobierno que únicamente ellas representan. No lo olvide, sólo ellas… Que sus gobernados viven una vida común y corriente, dicen, y que a ninguno le hacen faltar ni comida ni techo ni las festividades anuales del santo patrono de este pueblo, en las que la municipalidad derrocha los litros de aguardiente que usted sea capaz de beber… (García Gómez, 2007: 135).
El tango del profe entre sus cadencias, disonancias y huidas, en el capítulo ocho propone una metáfora que abre una nueva espiral en la novela, y que provoca una nueva interpretación al respecto de la desesperanza, comprendiéndola en este caso como “ceguera voluntaria”. Lo interesante en este ejercicio interpretativo es afirmar que la ceguera como condición humana personal, como condición de un pueblo, como una condición misma de la existencia, es la clave para negar la posibilidad de lo otro, de lo diferente, es la confirmación de la resignación, de la impotencia y de la absoluta marginalidad. “Entregar los ojos” es un gesto mediado por la voluntad; es esto lo que confirma que no hay salida, que el dominio que se ejerce te obliga (voluntariamente) a dejar a un lado la forma particular y colectiva de comprender y vivir el mundo. A través de este gesto simple se manifiesta esa singular búsqueda de la verdad, una verdad que no está fuera del poder ni sin él, es una verdad del mundo cotidiano, producida por casi infinitas imposiciones. El recurso onírico posibilita jugar con esas capas sobre las que el poder edifica la realidad y para ingresar a una de ellas el profesor debe “entregar los ojos”, es la condición inevitable para hacer parte de un pueblo de ciegos, de cuyos gobernantes no puede preguntarse nada, pues ahondar sobre el misterio que rodea a este lugar 50
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se hace a riesgo de desaparecer. Así, la desaparición – sutilmente mencionada por el autor – se convierte en otra manifestación de esa violencia ejercida por el poder sobre los cuerpos, y es por esto que no hay salida alguna, no hay esperanza y al parecer no es necesaria. Esta doble metáfora es, tal vez, la forma en que Alejandro García Gómez expone la forma más compleja del poder: el poder que penetra el propio cuerpo -el biopoder- como lo propone Foucault. Sin embargo, la imagen a la que acude el escritor, por un lado contrasta con la perspectiva foucaultiana porque en ésta, el poder no se construye a partir de voluntades, sean estas individuales o colectivas, ni tampoco deviene de intereses, es un poder que –como hemos constatado a lo largo del discurso – se construye y funciona a partir de poderes, de la multitud de cuestiones y efectos del poder. Pero, por otro lado, coincide en tanto que es este poder el que El tango del profe hace omnipresente en todas las relaciones, afianzando la idea de su autor de que “todo es político” y que él mismo, a través de su narrativa, esboza la estrategia para “desembrollar esta madeja indefinida.” (Foucault, 1991). “Entregar los ojos” y “callar” se convierten en un dispositivo de control sobre el cuerpo al que se accede voluntariamente; es la decisión resignada de aceptar la fuerza implacable, homogeneizadora y marginalizadora del poder; es la estrategia para evitar la violencia última que te llevará a “desaparecer”, “a-ser-desaparecido”. Alejandro García Gómez advierte la posibilidad de terminarse acostumbrando a no ver la verdad, a no querer verla: manifestación máxima de desesperanza… “Acostumbrarse a todo ese es el secreto…”, “a todo”, esa postura vital –plena resignación a una oscuridad individual y colectiva– puede sustentar la negación de un papel político dinámico, pues no tiene sentido abandonar la comodidad que les hace libres, libres de pensar, libres de actuar, libres del acto de rebeldía, libres de la esperanza y de la resistencia. Sin embargo, no termina allí, de hecho no termina jamás, por eso acude a los márgenes –la política de la desesperanza– la situación límite que enfrenta al individuo contra las formas violentas, represivas, dominantes, controladoras del poder. Es por esto que acudo a esta última metáfora sutil, últimas líneas de El tango del profe. Sólo al final García Gómez da un viso de lucha: cuando ésta se hace por la supervivencia. La Política de la desesperanza es entonces la situación límite que provoca la reacción definitiva de la “defensa”, un nuevo resurgir, el paso definitivo para iniciar un camino político nuevo, una posible alternativa para defender la compleja materialidad de su cuerpo. Alejandro (el personaje, el autor) responde, al parecer, ‘sin convicción’, “quizá porque es de la opinión que la esperanza de esperar no existe, no ha existido ni existirá jamás. Existe la posibilidad de cambiar las cosas pero sólo buscando cambiarlas, luchándolas. Esa es la Esperanza en la que yo, como persona o como autor, creo…” (Palacios, 2014), pequeña lucha definitiva. 51
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-…Ojalá que todo esto no haya sido en vano –le agrega insistentemente la misma mujer diminuta que, batiendo entre su manos las palabras, gira la cabeza y contorsiona todo el cuerpo cuando habla. El hombre observa que el tórtolo persigue al azulejo hasta el otro charco y le vuele a armar la misma bronca. Ahora la defensa de éste se hace evidente; se le cuadra y le bate ambas alas, de frente. -Ojalá –responde sin convicción el hombre que mira con ojos de vacío los pájaros (García Gómez, 2007: 143).
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Las Humanidades hoy Javier Rodrizales
Doctor en Ciencias de la Educación, Magister en Etnoliteratura, Abogado, Licenciado en Filosofía y Letras. Profesor Facultad de Ciencias Humanas, Universidad de Nariño.
“Las artes y las humanidades… no sirven para ganar dinero. Sirven para algo mucho más valioso: para formar un mundo en el que valga la pena vivir”. Martha C. Nussbaum
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os orígenes de las Humanidades se remontan a los inicios que el conocimiento se manifiesta en el mundo. Su concepto no se usa en un solo sentido, es un término polisémico. Por ello, es conveniente empezar con una clara delimitación semántica que nos permita situar el análisis siguiente en el camino correcto. Según Paul Oskar Kristeller, investigador alemán en temas relacionados con el renacimiento, el término Humanidades es tan ambiguo y controvertido como el de Renacimiento, época en la que surge este movimiento denominado humanismo. En las discusiones actuales, la palabra Humanismo se usa ampliamente para indicar cierto énfasis en los valores humanos, ya sean valores religiosos o paganos, científicos o no científicos1, filosóficos o literarios. El crítico estadounidense R. S. Crane en su libro La idea de las humanidades, nos recuerda que el primer acotamiento semántico de la palabra Humanismo apareció en un conocido pasaje de la obra Noches Áticas, del romano Aulo Gelio, gramático del S. II, quien hizo una clara distinción entre el significado de filantropía (como la inclinación del espíritu y los buenos sentimientos hacia todos los hombres sin distinción) y el de paideia, que sería la educación y el entrenamiento en las llamadas buenas artes. 1. KRISTELLER, Paul Oskar. (1990) Renaissance Thought and the Arts: Collected Essays, Princeton University Press, p. 3.
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Este último sentido es el que Gelio señala como correcto en latín para el uso de la palabra humanitas; pues el de filantropía era ya desde entonces una derivación del significado que la palabra había tenido para los griegos2 . No obstante, la palabra Humanismo aplicada al cultivo renacentista de los estudios greco-latinos y su difusión en Occidente comenzó a usarse entre los académicos alemanes del Siglo XIX. Su raíz data más o menos de finales del siglo XV y parece haber sido parte del lenguaje de los estudiantes universitarios italianos de esa época. Concretamente, la palabra Humanista designaba al profesor o al estudiante de la studia humanitatis, para diferenciarlo de un jurista, por ejemplo, y abarcaba disciplinas como la gramática, la retórica, la poesía, la historia y la filosofía moral, todas ellas basadas en la lectura de los autores clásicos que habían escrito en griego y latín3. El estudio de las disciplinas mencionadas no era del todo nuevo, pues en las universidades medievales se habían cultivado durante siglos, con los nombres de trivium y quadrivium, la retórica, la dialéctica, la gramática, la aritmética, la geometría, la astronomía y la música, conocidas en conjunto como Artes Liberales. Estas disciplinas eran las que siglos antes había señalado Quintiliano para la formación del orador: gramática (lectura e interpretación de autores), música, geometría, astronomía, filosofía, derecho civil y costumbres del Estado4. Estas disciplinas dotarían al orador, según Quintiliano, de “cosas” (temas) y palabras para ejercer su discurso e influir positivamente en su entorno social. Lo que comparten los humanistas de la actualidad, lo que los define, según el mexicano Agustín Rivero Franyutti: “son las prácticas en torno al texto: la historia, la filosofía y las letras parten de los textos y llegan a los textos; sus trabajos y sus días transcurren en la transmisión, el análisis y la producción de textos, mientras que el modo de trabajo de las ciencias (llámense naturales o sociales) parten de la experimentación, o de la práctica de campo, y utilizan al texto como un vehículo, nunca como un objeto de estudio en sí. Su fin es la comprobación de una hipótesis y la formulación de una teoría. Se pueden conocer las teorías científicas sin haber leído siquiera los textos originales que las plantearon; pero, ¿se puede conocer El Quijote sin haber leído El Quijote?”5 Es decir, el texto como unidad básica de las humanidades. 2. CRANE, R.S. (1967). The Idea of the Humanities and Other Essays Critical and Historical Volume One, The University of Chicago Press, p. 23. 3. FRANYUTTI, Agustín Rivero ( ). ¿Qué son hoy las humanidades y cuál ha sido su valor en la universidad? Revista Educación Superior. Vol. 42 No. 167. México jul./sep. 2013. 4. CRANE, R.S. (1967). Op. cit., pp. 25-26. 5. RIVERO FRANYUTTI, Agustín (2013). Op. cit., pp. 81-100.
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Etimológicamente la palabra texto proviene del latín tĕxtum, ‘tejido’ en el sentido literal. Es decir, metafóricamente hablando, un tejido de enunciados u oraciones que forman una unidad en razón de su cohesión lingüística y de su coherencia semántica. Ducrot y Todorov señalan que debe definirse por su autonomía y su clausura (para diferenciarlo del párrafo, por ejemplo), y que se divide en: aspecto verbal (elementos lingüísticos), aspecto sintáctico (relaciones entre dichos elementos) y aspecto semántico (significados de las unidades y de sus relaciones). Estos aspectos tienen su propia complejidad; no obstante, y fundamentan los diferentes tipos de análisis textual: retórico, narrativo y temático6. Esas son las tareas básicas de un humanista actual, pero mezcladas con la transmisión de los rasgos culturales que cada texto encierra en su particular modo de expresión, género y contenido desde variadas perspectivas, que constituyen las técnicas propias de las letras, la filosofía, la historia y la crítica entendida como comentario subsidiario del texto, que “debe ocupar su modesto lugar entre las notas al pie de página”7. Las humanidades forman en la actualidad un cuerpo de conocimientos, que tratan acerca de la vida del hombre en la naturaleza, la sociedad y su cultura, y se adquieren a través del estudio de las creaciones espirituales del hombre: lenguaje, arte, historia, filosofía, literatura, religión. Agrupan a todas las disciplinas cuyo objeto de estudio está íntimamente ligado a las actividades y el comportamiento de los seres humanos. Las ciencias humanas junto con las sociales se distribuyen en epistemológicas, metodológicas y ontológicas; y la acepción de este conjunto de ciencias es determinada por la sociedad, que al mismo tiempo es su objeto. A las ciencias humanas además se les adjudica como instituciones educativas, como humanidades. En universidades es habitual encontrar facultades con esta denominación. Pues como afirma Nusbbaum: “Las humanidades nos proporcionan no sólo conocimientos sobre nosotros mismos y sobre los demás, sino que nos hacen reflexionar sobre la vulnerabilidad humana y la aspiración de todo individuo a la justicia, y nos evitarían utilizar pasivamente un concepto técnico, no relacionado con la persona, para definir cuáles son los objetivos de una determinada sociedad. No me parece demasiado atrevido afirmar que el florecimiento humano requiere el florecimiento de las disciplinas de humanidades”8. La importancia de 6. DUCROT, Oswald y TODOROV, Tzvetan (2006). Diccionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje, traducción de Enrique Pezzoni, México, Siglo XXI Editores, p. 337. 7. GOMBRICH, E. H. (1999). Investigación en humanidades: ideales e ídolos”, en Ideales e ídolos. Ensayos sobre los valores en la historia y el arte, Madrid, Ed. Debate, p. 117. 8. NUSSBAUM, Martha (2012). Discurso recepción Premio Príncipe de Asturias 2012, Op. cit. Véase también el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, http://hdr.undp.org/en/humandev (15 de enero de 2014).
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las ciencias humanas para cualquier sociedad, según Yuri Jack Gómez “es su valor como matriz de conservación y de reproducción cultural con base en las cuales construir una sociedad más tolerante y democrática9. Arturo Escobar, considera que “Colombia, como tantos otros países del planeta, enfrenta un conjunto de situaciones muy dramáticas. Estos problemas, mucho más que problemas científicos y técnicos, son problemas sociales, culturales, y del imaginario de país y sociedad que queremos”10. El panorama de las ciencias humanas en la actualidad ha superado la novedad y las confusiones iniciales de la interdisciplinariedad por una necesaria interrelación y cooperación constante entre los distintos espacios teóricos. La preocupación por la pérdida de los límites entre las distintas disciplinas ha dejado su lugar a la necesidad cada vez más presente en cualquier elaboración teórica de tomar los aportes de distintas disciplinas para articular su régimen de certeza. En este contexto la relación entre filosofía, literatura y educación ha adquirido una centralidad indispensable para el conjunto de las ciencias humanas, y en particular para los programas de Filosofía y Letras. Se concibe la filosofía como una política de la verdad, cuya función es esencialmente una práctica racional, reflexiva y crítica, cuya principal tarea es la de realizar una ontología del presente, es decir una determinación del presente por lo que somos en aras de la transformación. En este marco, la cuestión de una subjetividad empírica e históricamente situada es una de las cuestiones propiamente filosóficas, en la determinación de un diagnóstico del presente de nuestras sociedades. Tal diagnóstico contribuye a la crítica y transformación desde una situación histórica de emergencia, y ello es posible de realizar en el conocimiento y comprensión de cuestiones filosóficas que se han presentado a lo largo de la historia de la filosofía. Interesa entablar un diálogo con los filósofos y la tradición filosófica, en cuanto pueden ser considerados como acontecimientos que sintetizaron y modificaron el pensamiento y su rumbo, en cuanto a su relación con la verdad y el obrar humanos. La reflexión filosófica en torno a estas cuestiones tendrá como eje la cuestión de la subjetividad, que es objeto de estudio compartido por la filosofía y las letras, y la concebimos como una construcción en la trama socio-histórica. 9. GÓMEZ, Yuri Jack (2015). ¿El fin de las humanidades? En: http://www.elespectador.com/noticias/ educacion/el-fin-de-humanidades-articulo-591959. Consulta: 12-12-15. 10. ESCOBAR, Arturo (2015). ¿El fin de las humanidades? En: http://www.elespectador.com/noticias/ educacion/el-fin-de-humanidades-articulo-591959. Consulta: 12-12-15.
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A partir de estas concepciones fundamentales en torno a la función de la filosofía y la importancia del sujeto en cuanto protagonista de ese filosofar, se propone promover el ejercicio del pensamiento filosófico y experiencias de pensamiento en los estudiantes, para lograr establecer vínculos entre la filosofía, la pedagogía y la literatura, para una integral y sólida formación, no sólo en cuanto a sus contenidos conceptuales, sino también colaborando con aspectos argumentativos y críticos, aspectos que propiamente pueden posibilitar la reflexión y ejercicios filosóficos. Cualquiera que sea la propuesta que la filosofía y las ciencias puedan hacer al respecto, es conveniente insistir en que existe otro camino de acceso al conocimiento del hombre. Se trata del conocimiento simbólico, el cual presupone dos convicciones básicas. En primer lugar, que el hombre, por su misma naturaleza, se expresa mejor por símbolos que por conceptos; y en consecuencia, el universo que el hombre habita no es puramente físico, sino también imaginario. De esta manera, se debe abordar el problema del hombre desde la literatura, pues ésta ha ejercido en la cultura de todos los pueblos y de todas las épocas, la función primordial de traducir simbólicamente las experiencias del individuo humano, con la evidente intención de comunicarlas a los demás. Ésta es la razón por la que muchas obras literarias han podido ser estudiadas como los mejores documentos para conocer al hombre en un tiempo dado y aprehender sus particulares relaciones con el mundo. Como decía Cassirer: “la literatura es la mejor revelación de la vida interior de la humanidad”. Uno de los objetivos específicos de la literatura, al asumir la problemática humana, se centra no en el hombre neutral -individuo de la especie humana que nos describen las ciencias biológicas o psicológicas-, ni tampoco en el hombre abstracto de los filósofos, sino en el hombre imaginario, el hombre simbólico, configurado por el esfuerzo constante y universal de los artistas de todos los tiempos. La imagen de hombre que desea, crea y recrea artísticamente la literatura no es la que procura una definición de su naturaleza inalterable, sino la que responde a un sujeto dinámico que vive, de hecho, la experiencia de estar en el mundo y que reacciona ante sus múltiples estímulos, hasta adquirir el suficiente dominio de su propia aventura personal. Ésta es también la figura de hombre que han intentado interpretar en nuestro tiempo las antropologías existencialistas y fenomenológicas y, desde luego, todos los hermeneutas del lenguaje simbólico e investigadores de culturas primitivas. Y ahí es donde la literatura puede resultar útil, pues las primeras formas y figuras de que se ha servido el hombre para reaccionar frente al medio –aquellos grandes mitos y símbolos universales-, suministrarán, sin duda, mucha luz en la indagación 59
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sobre la originalidad del individuo humano. Cassirer ha explicado cómo el hombre necesita de la cultura tanto como de la naturaleza, y cómo el tránsito de ésta a aquélla se realiza precisamente mediante el lenguaje. Por lenguaje se entiende, en primer lugar, la capacidad simbólica que el hombre posee y, en segundo lugar, esa estructura verbal que intenta dar forma al caos de la experiencia vital y que, por lo mismo, forma parte constitutiva de la experiencia humana. Por eso, “en lugar de definir al hombre como animal racional, lo definiremos como una animal simbólico”. Esto equivale a afirmar que la esencia del hombre es algo dinámico, un proceso ininterrumpido de expresión, de comunicación y de lenguaje. Ahora bien, como el lenguaje resulta muchas veces incapaz para describir las cosas directamente, debe apelar a modos analógicos de designación. Con lo que resulta casi imposible acceder a la raíz del hombre, sino se intenta este estudio de sus manifestaciones metafóricas y simbólicas. Si todo lo anterior es así, es razonable insistir en una antropología literaria orientada al conocimiento del hombre de todos los tiempos, a través del análisis de las imágenes, símbolos y mitos, que se han ido decantando a lo largo de los siglos, en las variadísimas corrientes de la literatura universal; por ejemplo, en la literatura del mundo antiguo y medieval, como le compete al presente núcleo problematizador. Si pasamos ahora a la educación y a la pedagogía, resulta claro que es del mayor interés conocer al hombre, pues sin ello no se puede determinar el tipo de educación que deba dársele. Toda filosofía, en general, y toda antropología, en particular, ha de resolver el dilema entre materialismo, por un lado, y espiritualismo/idealismo, por otro. O cabe también adoptar una posición intermedia (aristotélica, por ejemplo). La opción por una de estas tres posiciones determina una cierta concepción de la persona, y con ella un especial modo de ver la educación de ésta. Las soluciones que se adopten al problema de la naturaleza humana aportarán teorías y programas muy diferentes en educación moral, educación en valores, educación cosmovisional y educación social. Es importante reconocer que el estudio de las ideas pedagógicas no se limita a ser una iniciación a la filosofía antigua o contemporánea. Tampoco se reduce a lo que los filósofos dijeron con respecto a la educación. Más que posibilitar un conocimiento teórico sobre la educación, tal estudio forma en nosotros, educadores, una postura que penetra toda la práctica pedagógica. Y esa postura nos induce a una actitud de reflexión radical frente a los problemas educativos, llevándonos a tratarlos de manera seria y cuidadosa. Pues como nos enseña Paulo Freire: Docente que reflexiona su experiencia pedagógica, mejora su práctica pedagógica, y en consecuencia mejora su quehacer como docente. En fin, la expresión “humanidades” incluye un núcleo duro de contenidos que no se podrían confundir con otras disciplinas de las ciencias experimentales o las ciencias sociales. La expresión refiere a un determinado contenido y a una serie de áreas relacionadas con la cultura humana, tales como la filosofía, la lite60
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ratura, la filología, la historia, la antropología, el arte, el estudio de las religiones y otras relacionadas. Esta expresión no hace referencia exclusivamente al cuerpo de contenidos, sino a los métodos de enseñanza y sobre todo a la finalidad de los mismos. Las humanidades no se pueden concebir como el estudio minucioso y libresco, sino que deben ser, siguiendo la expresión de Mortimer Adler, una gran conversación con otros hombres. La importancia de la conversación es indiscutible como ruta para el mutuo reconocimiento. Las humanidades, en ese sentido, no enseñan sólo un canon, sino que lo interrogan, imaginan posibilidades y le permiten al hombre la capacidad de autodistanciarse de sí mismo, pensar alternativas y, por ende, saber que se cuenta con opciones y con la capacidad de elegir. Las humanidades representan y constituyen el pensamiento crítico indispensable para el actuar independiente y para el desarrollo de una inteligencia resistente a todo tipo de dogmatismo y a cualquier tradición ciega. Otro de los beneficios que ofrece la educación en humanidades es que las personas que las cultivan aprenden a imaginar situaciones en la que se encuentran otros seres humanos. Filosofía, literatura, pedagogía y otras disciplinas se inter-relacionan en contenidos y metodologías para conversar de los múltiples problemas con la región, Latinoamérica y el mundo. Pues como señala Nussbaum: “El pensamiento crítico no sería un componente importante de la educación para el crecimiento económico y, en efecto, no lo ha sido para los Estados que persiguen esa meta sin descanso […] La libertad de pensamiento en el estudiante resulta peligrosa si lo que se pretende es obtener un grupo de trabajadores obedientes con capacitación técnica que lleven a la práctica los planes de las élites orientados a las inversiones extranjeras y el desarrollo tecnológico”.11 Ante la pregunta: ¿Acaso podría concebirse mundo humano que careciera completamente de las humanidades? El mexicano Rafael González Díaz responde: “La única respuesta posible es no: no sería posible concebir un mundo auténticamente humano sin el espacio en el que el hombre se puede realizar. Imaginar un mundo en el que no hubiera espacio para lo humano sería una nueva forma de barbarie”.12
11. NUSSBAUM, Martha (2007). Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades. Traducido por Mara Victoria Rodil. Katz Editores. Buenos Aires, p. 43. 12. GONZÁLEZ DÍAZ, Rafael. Martha Nussbaum: humanidades y Universidad en el siglo XXI. Departamento Académico de Estudios Generales, Instituto Tecnológico Autónomo de México. Estudios 110, Vol. xii, otoño. México D.F., 2014.
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Bibliografía CRANE, R.S. (1967). The Idea of the Humanities and Other Essays Critical and Historical Volume One, The University of Chicago Press. DUCROT, Oswald y TODOROV, Tzvetan (2006). Diccionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje, traducción de Enrique Pezzoni, México, XXI Editores. ESCOBAR, Arturo (2015). El fin de las humanidades? En: http://www.elespectador.com/noticias/ educacion/el-fin-de-humanidades-articulo-591959. Consulta: 12-12-15. GOMBRICH, E. H. (1999). Investigación en humanidades: ideales e ídolos, en Ideales e ídolos. Ensayos sobre los valores en la historia y el arte, Madrid, Ed. Debate. GÓMEZ, Yuri Jack (2015). ¿El fin de las humanidades? En: http://www.elespectador.com/noticias/ educacion/el-fin-de-humanidades-articulo-591959. Consulta: 12-12-15. KRISTELLER, Paul Oskar (1990). Renaissance Thought and the Arts: Collected Essays, Princeton University Press. NUSSBAUM, Martha (2012). Discurso recepción Premio Príncipe de Asturias 2012. Véase también el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, http://hdr.undp.org/en/humandev (15 de enero de 2014). RIVERO FRANYUTTI, Agustín (2013). ¿Qué son hoy las humanidades y cuál ha sido su valor en la universidad? Revista de la Educación Superior, vol. XLII, núm. 168, octubre-diciembre, 2013, México.
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ACHIK
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Jesús Peña Coral
Licenciado en Arte Dramático, Universidad del Valle; Magister en Etnoliteratura, Universidad de Nariño. Autor de varios libros de poesía, teatro y narrativa.
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sa mañana el cielo estaba desteñido, a medio resplandecer, todo lo contrario a como se mostraba el regocijo de nuestros corazones, revelado en las sonrisas llenas de colores. Llegué a la hora pactada, mi imagen delgada hacía presencia en el terminal de trasporte, donde ya habitaba la imagen del maestro, todo lo contrario a la mía; él se encontraba en compañía de una pareja un poco dispareja, que parecían gorrioncillos enamorados, queriéndose acunar. Mientras aguardábamos la gloriosa llegada de Michita, Anita, y Aidita, que como siempre se hacían notar con su adiestrada tardanza, bebíamos tinto en una cafetería cercana. Abordamos el bus casi a la mitad de la mañana y arrancamos la travesía de la esperada práctica que casi se pierde. Entusiasmados y sin nostalgia mirábamos como nuestra ciudad se iba alejando detrás del bus, y frente a nuestros ojos se abrían filas de montañas que se abrazaban entre ellas como Miguel y Natalia, jugando al amor, y por el medio de ellas, de su vientre, fluían sin dolor hilos gruesos de aguas blancas que se disipaban a lo largo del camino. Cuando asomamos a la ciudad de las nubes verdes, aunque cabe decir que yo nunca las vi verdes, lo que sí he sentido y visto, es un viento frío y mojado, que siempre ha estremecido hasta los tuétanos de mi osamenta, además, sus tardes me hunden en una terrible soledad cobijada de tristeza, que me recuerda el pueblo donde nacieron mis ancestros. Empezábamos a sentir un poco de calor, dejamos el carro en el que íbamos y abordamos un bus más pequeño pero más confortable, todo el grupo se aco-
1. En Quechua, achik. luz, clara.
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modó, y salimos hacia el punto exacto donde dividieron a América por pedazos, solo para alimentar egos y caudillos que quedaron después de los españoles. Fue así como ingresamos a migración, en fila india, detrás del maestro Javier, el más ancho y fortachón, además porque él era nuestro representante legal. - Por favor todos con su cedula-. Señaló un hombre grueso y bajito, un poco menos que Javier, pero todavía con acento colombiano. Fue en ese preciso momento cuando se rompió la armonía que reinaba, Anita la más hablantina, no tenía cédula. Ese pedazo de papel que a uno le dan para certificarse como ciudadano colombiano y con el que se puede votar para elegir presidentes y representantes corruptos que roban y desangran el país. -¡Chuta mierda carajo! Pero qué pasa con estas mujeres-, susurré al maestro Javier. -No hay otro remedio que cruzar la frontera con una ilegal-, asintió el maestro, también en mi oreja. Después de salir de los dos puestos de control abordamos el bus que sería nuestro por seis días. Las diferencias entre Colombia y Ecuador eran evidentes, empezando por el desmesurado cuidado de sus amplias carreteras. –¿Dónde vamos almorzar? – Preguntó Ayda, un poco seria por el acoso del hambre, que ya se dejaba sentir a esas horas, pues ya cruzaba el medio día. –Tulcán es la provincia más cercana–, expuso el conductor del bus, empezando a intimar con el grupo. Trascurrió una hora, durante la cual pudimos recordar cómo estaban de mal cuidadas nuestras carreteras, así como ver los valles y montañas, unas verdes y otras amarillas por ausencia del llanto del cielo, que las obligaba a abrasarse para no dejarse arrastrar del viento. La primera ciudad que encontramos en el camino fue la provincia de Chota, donde nos detuvimos en un costado de un pequeño parque y abandonamos el bus en busca de un restaurante, creo que desde ahí el estómago de Micha y el mío empezaron a desconocer los alimentos y el agua. El primero en poner el desorden fue Miguel, quien compró una botella de aguardiente blanco con un raro sabor a cereza, no era muy agradable pero sí emborrachaba o más bien despertaba nuestro apetito alcohólico. La alegría se desbordaba en el bus al son de la música que nos dejaba escuchar el chofer. Con aplausos y gritos consumimos la primera botella de licor, enseguida y sin reparos detuvimos el bus en un estanco o tienda, para abastecernos de una nueva botella. Esta vez sería algo más fuerte, con los aportes y la insistencia del maestro Javier, y con la buena y mala fortuna, que ya pocos querían beber, sobre todo las mujeres, quienes en su mayoría, únicamente besaban el pico de la botella; el maestro Javier tampoco quería embriagarse a esas tempranas horas del día, así que entre cuatro degenerados y perdidos, nos acabamos la botella, hasta llegar a la capital del Ecuador, y fue allí, cuando nuestro conductor empezó a perder el sendero, siendo dueño de un pobre sentido de orientación. 64
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– Yo no soy quiteño, soy de Otavalo–. Dijo, después de dar varias vueltas por la misma cuadra donde estaba ubicado el hotel, por cierto, tenía un nombre raro, ahí nos quedaríamos dos días. Descendimos del bus, un poco ebrios y azotados por el viaje, sobre todo quienes bebimos la última botella de licor. Ubicamos nuestros cuerpos fustigados en el hotel y en la habitación asignada, una para los hombres y otra para las mujeres, -para evitar la promiscuidad-, señaló Miguel. Dejamos que nuestros cuerpos descansaran por un corto tiempo, y salimos en busca de aventuras culturales ecuatorianas, que muy poco encontramos; arribamos a un sitio llamado “Quito viejo”, donde habían calles peatonales, angostas y empedradas, saturadas de bares, peñas y tabernas. Después de pasar casi dos horas, ascendiendo y descendiendo caminos, mirando detalladamente las casas coloniales de dos plantas, conservadas en su originalidad, y adecuadas para la rumba y la bohemia, finalmente, penetramos en un bar que ofrecía los famosos hervidos cargados de chapil. No permanecimos mucho tiempo en aquel lugar, pues carecía de todo calor festivo, nos desplazamos hacia otro lugar, donde había un gran grupo musical que tocaba música, hacían llorar y bailar sus instrumentos de cuerda y percusión, en esa tonalidades festivas y nativas del ecuador, y como buenos pastusos, la sentíamos como nuestra, sin cansarnos de bailar en ese estrecho lugar, dejando desbordada la alegría de los colombianos, recordando nuestras raíces con los hermanos ecuatorianos, hijos de los Incas. Cuando la noche agonizaba y nuestros cuerpos ebrios y agotados, sobre todo el mío, las damas decidieron poner fin a la fiesta y regresar a nuestros aposentos. No fue fácil transitar las calles empinadas, bajo la noche estrellada y vigilada por la luna, si no hubiera estado a mi lado otra luz, la cual alcance a abrazar y quien amablemente guio mi camino por esas calles empedradas, que esa noche parecían más empinadas de lo normal, la luz de la esperanza atenuaba mi corazón ebrio que empezaba a latir más fuerte. Al nacer el día siguiente, nos embarcamos risueños hacía una alta y delgada cascada. La luz resplandecía en los delgados hilos de agua cristalizada que caía como llama blanca en una piedra tallada por el tiempo a orillas del río. Pasamos uno tras otro, posando ante el sol y el lente artificial de un ojo plástico, para guardar esa imagen en el corazón del tiempo. Caminamos bajo un leve reflejo de sol, por caminos desnivelados hasta llegar a un socavón que misteriosamente comunicaba al río con el monte. El agua viva corría sin cesar entre piedras y matorrales, eso hechizaba los ojos negros y achicados de Michita, quien parecía por instantes 65
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olvidarse del malestar que la apesadumbraba y le hacía buscar un lugarcito para descansar y beber agua embotellada. Anita por su parte, no paraba de hablar, trataba de descubrir el paisaje que se abría ante sus ojos. Ayda miraba minuciosamente en la crispada montaña, buscando el legendario cóndor o por lo menos su fantasma. Miguel tomaba de la mano su pequeño amor, recién nacido, y cuando nadie los miraba se robaban un beso ligero. Fabián alegremente exhibía como un duende su sombrero de paño que había comprado en el mercado de Otavalo, y el profesor Javier sentía agitado, su corazón se le quería salir del pecho, sin embargo, movía su robusto cuerpo por aquellos caminos delgados, empedrados y rodeados de árboles viejos y alargados, que parecían observar como una lechuza nuestro transitar. Yo todavía cargaba un intenso dolor de cabeza, que se había ceñido a mí como una garrapata, y que trataba de refrigerar con unos sorbos de agua embotellada, sin disminuir mi malestar. Quizá de todos los caminantes el más sereno y repuesto era el profesor Hermes, iba detrás de su hija y ella detrás de su madre, tratando de conversar con los dos, sin conseguir ningún resultado. Después de recorrer toda esa reserva sagrada, retornamos de nuevo al hotel cuando asomaba la cara de la noche. Nuestros cuerpos agotados se tendían plácidamente en los lechos, desparramándose como si fueran una masa de harina, sobre todo el profesor Javier, sin embargo, al cabo de una hora de descanso, algunos compañeros salieron a beber cerveza en un bar cercano, cosa que yo no pude hacer, pero fue mejor así. La luz que teníamos en el grupo se nos estaba extinguiendo, ya no había brillo en sus ojos negros, parecía que la tristeza y desosiego había empañado las ventanas de su alma; sus negras pestañas rizadas cerraban sus parpados tratando de atrapar un poco de sueño y así sosegar su padecimiento, el cual la llamaba con más frecuencia al baño. Yo me senté a un costado de su cama, trataba de darle ánimo, pero mis palabras no surtieron ningún efecto, y menos mis malos chistes. Las demás mujeres sentadas cada una en su tálamo, hablando quedito, como si el volumen de las palabras alterara la enfermedad de Michita. Estuvimos como una hora en esa conversación apacible, hasta que vi su rostro palidecido, su frente caliente como piedra al sol del mediodía, y su cuerpo acurrucado, como si se dejara derrotar por la desmedida enfermedad. Casi a la fuerza y un poco enojado con Ayda, la saque casi obligada hacia el hospital, aprovechando las bondades de Correa, quien había decretado la gratuidad de la salud en todo el Ecuador para los turistas. 66
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Arropamos bien a la Michita, y la embarcamos en el bus, afortunadamente esta vez el chofer no se perdió. El hospital estaba ubicado a cinco cuadras del hotel, descendimos lentamente, la abracé de uno de sus frágiles brazos, y llegamos al interior del hospital, no tuvimos que hacer fila, ni esperar turnos, de inmediato la atendieron, la metieron a un consultorio, mientras tanto Anita y yo pensábamos, si era niño o niña, si era niño, yo respondía por el pelado y me amarraba con la Michita. Me paseaba nervioso por el corredor del frío hospital, donde había cuatro personas más, también preocupados por un enfermo que estaba adentro. Pasaron veinte minutos y no teníamos ninguna razón de ella. Los chistes volvieron a nacer cuando al abrirse la puerta, salió una señora gorda con un niño en los brazos, –esa no es la mía–, dije en tono bajito, la mía es un poco más blanquita y flaquita, aunque ahora estaba un poco más desteñida, además, tan rápido no pudo nacer el bebé. Casi a la media hora salió Ayda, ya un poco sosegada, le pregunté ansioso si fue niña o niño. –Calla tonto– me dijo, tienes que ir a comprar pañales. Eso me asustó aún más. –No– asintió riéndose, necesitamos un rollo de papel higiénico, ya está un poco mejor. Como buen padre salí disparado a la tienda de la esquina, compré un rollo de papel y dos pañales, que entregué a Ayda, diciéndole que los pañales eran para Michita por si acaso. Seguía paseándome, la gente entraba y salía con sus propias preocupaciones, y así estuve como media hora más, sin poder alcanzar el reposo. Fue entonces, cuando recordé el nacimiento de mi hija. Una señora que estaba cerca de mí, me dijo que debería calmarme, que de seguro sería un parto normal, y me dio un sorbo de agua que calmó un poco mi ansiedad, y justo cuando mi rostro empezaba a empalidecerse y mis ojos a apagarse como un lucero agonizante, apareció ella, el color de su cara ya estaba retoñando, aunque todavía tenía el cuerpo achilado. –Y el niño– le dije, –¿dónde lo dejaste?–, fue entonces, cuando por fin logré ver una sonrisa en su cara, aunque muy leve, pero era una sonrisa que iluminaba aquella noche que carecía de estrellas. Ella no dijo nada, solo me miró y se sentó en una de las sillas de la sala de espera, mientras nos comentaba lo que le hicieron, hasta por darme celos, dijo que había un médico que se había enamorado de ella, y le estaba echando los perros, yo le dije que de inmediato nos fuéramos, que no iba a dejar que entrara de nuevo a ese consultorio, que ya era suficiente, sin embargo, ella argumentó que era necesario esperar los resultados de los exámenes que le habían hecho. Así que me senté a su lado, a esperar de nuevo, ya más tranquilos, seguros de que no era grave lo que tenía; creo que comió y bebió mucho, aunque yo no me 67
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di cuenta de eso. Luego de un rato entró de nuevo, el médico le formuló unos medicamentos, salimos con rumbo al bus, ahora era yo quien le servía como bastón, llegamos al hotel, ella dejó que su cuerpo descansara en su lecho, yo me senté de nuevo a sus pies, y fue cuando las pícaras mujeres empezaron a contar sus historias, concluí que habían llevado una vida vagabunda, hasta les dije promiscuas y sucias. En fin el sueño empezó a vencerme, entonces después de revisar por última vez a la enfermita, acomodé su cobija y cubrí el pie que estaba desnudo, coqueteándole, y me fui a descansar a mi cuarto. Al día siguiente, por fin asistiríamos a la parte étnica de la práctica, tendríamos una curación o ritual de sanación, de manera que nos dirigimos a Ilumán, allí nos encontramos con el taita Remigio, quien nos llevó en busca de una distinguida curandera llamada Luz María Otavalo cuando llegamos no se encontraba lista para el ritual. En la sala de una casa grande que colindaba con un pequeño cuarto donde había una cama mal tendida, el desorden y el desaseo brillaba en aquel lugar, un tanto frío y misterioso, pero lo que más llamó mi atención fue que en uno de los muros de la casa, colgaba un diploma que la certificaba como médica. A un extremo del cuarto había un montón de yerbas para curar, y al otro lado, unos bancos largos y delgados, donde nos ubicamos un poco incómodos, mientras tanto, el taita contaba la leyenda de una laguna muerta que luego visitaríamos. Él decía que el agua que reposaba en una laguna es conocida como agua muerta, que no se desplaza y permanece estancada como la sombra de un árbol, pero también existe el agua viva, la que corre libre en el río, y así continúo hablando, decía que había que ser muy cuidadoso con la laguna, porque en horas de la tarde en luna llena, las aguas muertas del espejo de agua, solían tragarse a los campesinos que se atrevían a navegarla. –Casos se oyen– dijo con una voz misteriosa, –una vez tres hombres se atrevieron a embarcarse en una lancha, navegaron en la laguna y no se supo más de ellos, a los tres días aparecieron muertos a la orilla de la laguna, tenían los ojos todavía abiertos, muy aterrorizados-. También, con cierto tono misterioso, nos contó sobre los rituales que hacían los indígenas en la piedra grande de la cascada, la misma que ya habíamos visitado. -Hacían rituales de curación en luna llena y en una determinada época del año- afirmaba el maestro. Transcurrió más de media hora y la señora no se hacía presente, el taita repetía que ella se estaba preparando, yo pensaba que a lo mejor estaba abriendo las puertas de los dioses con algún tipo de oraciones, mientras se vestía con trajes especiales y adecuados como los de sus antepasados, pero el tiempo pasaba y ella no llegaba; era evidente la incomodidad del taita por la larga espera, quien recurría a preguntar, en su idioma, si ya estaba lista la señora, pues 68
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ya habíamos esperado bastante; fue entonces, cuando empecé a sentir un revoltijo en mi estómago, de repente todo en mi interior empezó agitarse y de inmediato me llamó el baño, pensé que por fin había terminado el estancamiento de mi aparato digestivo, lo cual fue falso, regresé al salón y por fin llegó la curandera, era una señora bajita de cabellos largos y trenzado, tenía la piel cobriza como los antepasados, y su rostro curtido por el sol, vestía un traje típico de su cultura. Inicialmente nos saludó y aclaró que lo que íbamos a hacer solo lo hacía en público, cuando se trataba de estudiantes como nosotros, interesados en aprender sobre los rituales, porque las curaciones debían ser privadas. –Bueno– agregó, mirándonos a todos, –¿quiénes son los que se van a curar?–. Primero salieron los dos compañeros que habíamos acordado, pero otro decidió salir también; el problema fue que solo se pagaba por dos y medio, eso no le gustó a la señora, quien nos dijo que éramos unos profesores mañosos, fue ahí cuando entendí que la salud también, en los indígenas, se había convertido en un buen negocio, pero de todas maneras los iba a curar, entonces, les dio la orden de quitarse la ropa y permanecer en ropa interior. –¡Ahora sí se les hizo muchachas!– dijo Fabián, mirando a las mujeres, quienes miraban curiosamente, mientras ellos se desnudaban con cierta timidez, hasta quedar en paños menores, un poco azarados, enseñaban sus cuerpos muy mal cuidados, unas barrigas pronunciadas por los años, y otros demasiados flacos, faltándoles lo que a otros les sobraba. Mientras tanto, la señora preparaba las hierbas adecuadas, sin dejar de quejarse por el alto costo de los elementos que implementaría para la curación; utilizó diferentes yerbas, velas, chapil, huevos, y otros objetos. Inicialmente, le dio a cada uno una vela para que la sobaran por todo el cuerpo, pero antes, pronunciaba una serie de palabras en kichwa. Cada cual devolvió su vela, y empezaron hacer lo que la mujer decía, cargados de fe, esperando que después de ese día su vida tuviera mejores resultados. La curandera los llamó, encendió su vela frente a cada uno, y empezó a mirar detenidamente la llama de la vela y los ojos del paciente, –sí–, dijo mirando la llama de la vela, –tienes daño–. Luego, mirando los ojos de Fabián, quien fue el primero, mientras el frío lo azotaba más por fuera que por dentro, frente a las palabras misteriosas de la mujer. Yo no vi moverse la llama de la vela, como sí lo había visto en otros casos, una llama inquieta bailando agitada, sin viento como si quisiera arrancarse de la vela, pero esta vez no vi eso, la llama permanecía quieta como hipnotizada, yo diría casi asustada como los enfermos, muy entumida como queriéndose abrigar, 69
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mientras la curandera repetía una y otra vez las mismas oraciones. Los cuerpos desnudos de los hombres parecían encogerse para no dejar salir el poco calor que les quedaba, mientras los ojos de los presentes permanecían bien abiertos, casi sin parpadear, atentos, escuchando los susurros de la mujer. Posteriormente, la mujer se puso de pie, caminó hasta el centro del improvisado consultorio sobre unas esteras amarillas y viejas, hechas para esos menesteres, hizo poner a los tres hombres frente a ella, y con una vela encendida en una mano y en la otra un galón de chapil, el trago artesanal, que es sacado de la caña, que para el caso parecía alcohol. Tomó un sorbo y a cierta distancia sopló al primer paciente, poniendo la vela en medio, convirtiendo el chorro de alcohol en una llamarada de fuego, que se estrellaba en el cuerpo desnudo del enfermo; el primero en recibirlo fue Winston, al parecer la distancia estuvo mal calculada y el fuego alcanzó a chamuscar los escasos vellos del cuerpo, resintiéndole su piel y haciéndole estremecer el cuerpo. La mujer al percatarse del error dio un paso atrás, y continuó soplando con aquella lengua de fuego que se esparcía por todo el cuerpo, sin descuidar parte alguna, las chispas de esas gotas llegaban hasta nosotros, y sobre todo al maestro Javier, quien estaba muy cerca de la curandera y sus pacientes, prácticamente los escupidos de aguardiente le llegaban directamente sobre la cara. Cuando terminó esa parte, el maestro se relajó un poco. Luego, la curandera comenzó a azotar el cuerpo de cada uno, tomando un montón de yerba, un paquete que había sido separado precisamente para esa actividad, y empezó a azotar el delgado y emblanquecido cuerpo de Miguel, el cual empezaba a colorease, mientras repetía nuevamente sus oraciones, que por cierto eran casi indescifrables. En esos instantes yo pensaba cómo era posible que pudiera sacar los demonios, azotando ese pobre y debilucho cuerpo, si el mal estaba en la cabeza, sin embargo, no eran los azotes los que curaban, tampoco el chorro de fuego que se apagaba en los cuerpos de los hombres, ni mucho menos las extrañas oraciones, más bien era la fe y la esperanza que querían despertar para mejorar el resto de sus días. Después de media hora de azotes y rezos interminables a ese cuerpo flaco y cansado, cesó el martirio, entonces, la mujer tomó un huevo de esos que dicen ser criollos, se lo frotó por todo el cuerpo, también rezando o más bien, susurrando palabras en otro idioma, quizá pidiendo que todos los males se pasen al interior del huevo, así lo hizo con los otros dos. Yo no fui capaz de soportar todo el ritual, pues de nuevo mi estómago comenzó a alterarse, a rebullir como burbujas de cerveza en mis entrañas, creando una vez más la necesidad de visitar el baño, fue cuando abandoné definitivamente el recinto, y no quise regresar más; sentía 70
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el estómago como si se hubiera convertido en una piedra dura y pesada, que no quería trabajar. Por un momento estuve en el patio de la casa donde dos mujeres nativas alrededor de una chindé, ponían los granos de maíz amarillo que le arrancaban a una mazorca, lo que me llamó la atención fue que hablaban en la lengua madre, llamada nativamente lengua de los pueblos, y que más adelante los españoles llamarían kichwa; ahí estuve mirándolas y escuchándolas, al parecer yo no existía para ellas, me ignoraron todo el tiempo, nunca supe de qué hablaban, a veces reían, de vez en cuando me miraban de reojo, hasta que salió Anita, después Ayda y Michita, –no me gustó ese ritual– dijo Anita con tono despectivo. Nos dirigimos hacia el bus en medio de un intenso frío, allí esperamos más de una hora, hasta que se terminó la curación, y por fin salió el primer curado, temblando de frío, no estaba muy contento, más bien un poco triste y preocupado, pesando, quizá, en que no salieron los demonios de su cuerpo. Lo cierto fue que desde ese momento tenían que estar a distancia de todo mortal, estaban limpiecitos, así que si se acercaban a uno de nosotros se volvían a ensuciar, no podían beber ningún tipo de licor y mucho menos bailar, eso implicaba que para ellos se había echado a perder la despedida de la práctica, además, en el consultorio de la curandera se habían quedado dos mujeres que se iban a hacer curar, pero en privado porque no querían que las vean en tanga loneta. Llegamos al hotel, con los recién curados, se dirigieron a sus cuartos y se taparon con sus cobijas, cumpliendo los consejos de la curandera, menos Miguel, quien estaba muy inquieto, tenía ganas de tomarse una cerveza. De manera que nos fuimos a un bar cercano donde vendían comestibles que servían para calmar el apetito de los borrachos, Miguel pidió comida, Javier cerveza, igual que yo, pero antes salí a buscar un alka-seltzer, esperando que me hiciera funcionar mi estómago; tomé la medicina y más adelante la cerveza, pero el estómago seguía igual, luego, por insistencia de Miguel regresamos al hotel, pues debíamos recoger a su mujercita, que se había quedado en el consultorio de la curandera, pero cuando estábamos cerca al hotel ellas asomaron. Las saludamos, entramos al hotel y ya no volvimos a salir. Pero mi estómago seguía mal, fue cuando Fabián dijo que tenía una botella de vodka que podía arreglarme el estómago. Destapamos la botella, el maestro Javier bebió unos dos sorbos, yo pensé en que de alguna forma el licor mataría los microbios que le atormentaban, pero nadie de los hombres quiso tomar más, y el maestro Javier al percatarse que su ojo derecho se iba amoratando, debajo del párpado como si hubiera recibido un puño, decidió no tomar más, pensando que podía darle un infarto, o un derrame, o quizá, se le habían metido los demonios que le sacaron a los demás. 71
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Yo seguía con mi mal, salía al baño en busca de sosiego, para verificar si mi estómago había mejorado, entonces, recordé que el vodka estaba bueno, pero no tenía con quien tomar, todos estaban debajo de sus cobijas, abrasando a Morfeo; entonces decidí ir al cuarto de las mujeres, me recibieron con los brazos abiertos, estaban recostadas cada una en su cama, pero sin poder conciliar el sueño. Les ofrecí tímidamente un trago, unas recibieron, y otra, como Patricia dijo que quería cerveza, entonces salimos en busca de ese líquido burbujeante, bajamos cinco cuadras hasta que llegamos a un súper mercado, compramos cuatro cervezas, de esas grandes, y unos paquetes de galletas y comestibles, regresamos de nuevo al cuarto, Patricia bebía cerveza, Anita, Ayda y yo vodka, porque así mataríamos el microbio. Michita no tomaba, estaba convaleciendo su enfermedad, la misma que yo compartía, lo único que comía era galletas, y escuchaba los relatos que iban surgiendo de la vida de las sufridas mujeres, acompañados de una leve música que salía del computador de Ayda; yo salía de vez en cuando a fumar un cigarrillo, y a mirar como la noche seguía su camino casi sin estrellas. Al día siguiente desperté en uno de los muebles de la sala del hotel, el maestro Javier me había puesto encima una cobija para sosegar el frío que nunca sentí. El último día fue terrible, inicialmente pensé que era el guayabo, pero no, era el virus que no moría, todavía estaba en mi estómago. Empacamos nuestras cosas y emprendimos el regreso a nuestra patria, yo quería sentarme en el bus, cerrar los ojos y dejar que el día muriera hasta llegar a mi casa; sin embargo no fue tan fácil, primero hicimos una parada en una laguna, parecida a ese ojo de agua muerta que tenemos en Pasto, solo que ésta, parecía más muerta que la nuestra, era desolada, solo unos pequeños patos subían y bajaban en el tímido oleaje de aquellas aguas frías, que no despertaban ningún hilo de alegría, sino más bien nostalgia. No estuvimos mucho tiempo allí, nos embarcamos y continuamos el viaje, mientras mi cuerpo seguía agotado y desanimado, esperado ansioso la muerte del día, sin embargo, me reanimé en Tulcán, cuando ya todo se estaba terminando y la luz del sol solo alumbraba los cerros secos, mientras entrabamos a nuestra propia patria, y entonces nostálgicamente pensaba en que todo lo que se había vivido en el transcurso de dos años, juegos, lágrimas y disgustos, empezaban a morir, esa luz callada y silenciosa que alimentó en todo este tiempo la curiosidad y el conocimiento de aquellos que sabían y no sabían enseñar, que se quedaron en los libros, que había que releerse, fue corto el rayo de luz, y triste la partida, pero lo más triste fue que Lucita se llevaba en su vientre el hijo de mis sueños para nunca más volver a sentir. 72
Poesía Hernando Reinoso Santos Licenciado en Lingüística y Literatura, Universidad de la Sabana, Especialista en Gerencia y Gestión Cultural, Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, Especialista en Didáctica del Arte, Fundación Universitaria Los Libertadores. Profesor de Literatura Colegio Nuestra Señora del Rosario. Chaparral - Tolima - Colombia
I El aire trae tocatas fascinadas Y el lila es azul de flamas concebidas Manojo fragante el tiempo es fuga Y una fruta domeñada en las manos Acoge el sol que explota en tempestades. II Agoniza la tarde crepitante en los rosales Hay un astro inclinado sobre el monte Su simiente brota en un concierto Se desgajan golondrinas y hostigan la distancia Pasa el cielo y el tiempo germina en una dalia Un huracán presagia el nacimiento del hechizo. III Se reinventa el laberinto en el camino de los acordes Y un lamento del fuego fosilizó las horas En la vasta llanura del mediodía Un aletazo del resplandor arrastra el bosque Y en el aire florecen manojos de violetas perfumadas. 73
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IV Azotada por la luz Una flor explota en perfumes libertinos Su trance derrumba los muros invisibles Y pone a navegar las islas del ensueño. V Un arroyo de coros compone la eternidad El sol trenza libélulas Y pule una música deshojada por las sombras Un chapuzón de aves evoca el sueño En la vastedad del asombro viajan manantiales Y este verde surco estalla fustigado por el fuego. VI El sol fatiga las laderas Y un surco de jazmines toca el aura Se desprende una fragata rememorando los mares Despiertan en el cielo violines soñadores Y pájaros sedientos crucifican la belleza. VII Un pincel sueña la sensualidad Ondas de hogueras corrigen al viento Una muchedumbre de libélulas compone el cauce de la armonía Se tejen cigarras Una sinfonía alumbra la espesura Flores doblegadas erigen las notas Y en la cúpula del verde un ruiseñor inventa la hermosura. VIII CASCADA La caricia del bosque medita entre las brasas Un tropel de jinetes rememora tonalidades deliciosas La desmesura concibe mariposas presurosas Se dulcifica el pentagrama Los luceros juegan entre cabelleras enredadas Solo está el tiempo precipitando las fugas Y las llamas escriben sinfonías agobiadas. 74
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IX La hoguera amontona los escombros de la tarde Su caricia reinventa los objetos El sueño trae vagas melodías Y es una composición que cuenta secretos dulcedumbres Estalla una montaña de matices errabundos Sombras de pájaros cruzan Y recomponen el cauce de la figuración Febril como una espiga herida por el grito del sol La música depone barricadas Y se quiebra el instante en fulguraciones y armonías. X Un pincel prefigura el lienzo Bajo los tonos florecen manos como perfiles huidizos Castillos y laberintos se aglutinan en los ríos Atraviesan el tiempo imaginando cometas fugaces Brotan doncellas soñadas por el atardecer El movimiento se crispa en los bocetos Y en el silencio semilla de estrellas es el aire sacudiéndose. XI Moribundo los matices acechan jardines Como un dibujo esbozado por trazos ancestrales El tiempo detiene su ronda multicolor Cuchillos tambaleantes desfallecen Se sueltan timbales errantes Y el instante es una madeja de notas fugitivas Crepita la realidad y sólo jilgueros alegres bosquejan los océanos del color. XII El estupor deambula entre los fantasmas de las notas Y una romería de mariposas supera el vértice del tiempo Se percibe un rumor Y un colibrí apuñala sonatas en el alba 75
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La luna es un collar de pájaros y estrellas El instante surge del círculo de la embriaguez Y un vaivén de sensaciones disolutas Transita y suelta peces como hojas navegantes en los trigales El silencio desata los ríos Y una mano teje violas del color de las orquídeas Y es el charco una fogata atizada por los astros. XIII Un piano depone las fronteras Y la suave melodía de los pájaros se disuelve en el sol Una estrella recupera el firmamento Esa rosa ronda las tonadas De colibríes repetidos en los surcos El cielo semeja una coral perseguida por el estupor Se dulcifican las alas de las libélulas Y un caudal de sensaciones acompaña una sonata Como afluentes que olvidan las distancias Y cantares que evocan las leyendas. XIV Bandadas de pájaros atraviesan el tiempo Las llamaradas se convierten en serenatas El aire canta tocado por mariposas sensitivas Rememora el viento caminos olvidados en la piel Un sismo de colores pinta el éxtasis En las cúpulas encendidas El verde anota huellas perdidas en el sol Agobiado por la blancura de las flores se desvanece el firmamento Un gajo de colibríes penetra en el alba Danza en el río un cometa El astro desata sus alas Y un torrente desdoblado invoca la tempestad de los sinsontes. XV Prende la música la voz de las cadencias Invoca los compases de la sensualidad Pájaros alucinados se asoman al mediodía soñando tocatas Un pincel modula las notas de un acorde 76
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La limpia línea recuerda la senda de la armonía Un jardín de fragancias deliciosas relata la belleza Y es un timbal que anota fugas y romerías. XVI Un colibrí atraviesa los charcos Y repite constelaciones enfurecidas Rasga el cielo perseguido por la pasión Y es una llamarada de cuerdas modulándose Voltea su cuerpo como una flor que busca la luz Doblando su cintura de bailarina graciosa Su atormentado delirio encuentra al fin El secreto para alcanzar valles y jardines en el viento. XVII La eternidad recuerda una leyenda decapitada por el olvido. XVIII La partitura cuenta las variaciones del silencio Un rondador silva entre el follaje liberado por la orquesta Hojas sonámbulas deambulan dulcificando al viento Se fundan sonidos melancólicos Y un pez desciende desde el poniente y apuñala laberintos El fuego piensa un acorde imaginado por paletas danzantes Estalla una fragata en tonalidades sangrantes Se decantan las rosas Y la tarde solloza en la piel de las orquídeas. XIX La primavera agita sinfónicas Y cuenta el prodigio Suceden páginas con furor de soles Un gorrión acecha desde las alturas y se precipita 77
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Su canto se enreda en los trigales Se sacuden fuentes de mirlos noctámbulos Susurran brasas como gritos Notas o cauces transitan desde los orígenes Encienden rosas devoradas por la brisa Florece una cúpula de toches encendidos Y de regreso a su morada un águila Recuerda su camino contando los pétalos que anudaron su travesía al infinito. XX El crepúsculo es un viaje de lentas fogatas que se apagan en el horizonte. XXI Se han enredado jilgueros en el viento El camino une sus alas y recorre la fragancia de la música El tiempo desenvuelve veredas en la dulzura Una mariposa mitiga el bosque donde los pájaros son astros liberados. Lirios blancos transfiguran la piel Y un trajín de líneas ilumina la arboleda donde fantasea el concierto.
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Nixon Benavides Licenciado en Ciencias Sociales de la Universidad de Nariño. Egresado en Derecho de la Universidad Mariana de Pasto. Autor del poemario Andes: Morada de sueños lejanos.
CANCIÓN DEL SILENCIO Quiero amarte, salir a buscarte y saber que me esperas. Ver a tu lado los amaneceres que nacen, y las tardes cuando mueren. Ir al mar y desgajarle las estrellas al cielo, dormir una eternidad en tu cielo. Quiero amarte, no como se aman los amantes, con distantes cartas de amor, quiero solo amarte mi amor. Salir a buscarte y saber que me esperas, cuidarte de la soledad que teje el tiempo, amarte en todo tiempo. …Amarte, no como se aman los amantes, con distantes cartas de amor, quiero solo amarte mi amor. Esperar que una lluvia nos sorprenda en el camino, que llueva tanto que desgarre nuestros pensamientos, y solo deje vivos los sentimientos. 79
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Quiero amarte, no mirando el tiempo ni el reloj, quiero amarte, sin tiempo y sin reloj. Que nunca sea tarde para amarte, que me esté prohibido mañana y tarde olvidarte. Quiero amarte, no para desangrarte los labios besándote, no para sofocarte con repetidas llamadas, quiero amarte, para llevarte a conocer los unicornios… Y al ver el ábrego que en el horizonte vuela, por fin mi ausencia te duela.
ESPERA DESDE UN MUELLE Hay una mujer en un muelle esperándome. Solo la he visto en mis sueños, pero sé que existe y que me espera. Me espera, y eso me hace feliz. Yo la busco, y sé que ella también me busca y que me espera. Y se desespera, cuando las estrellas brillan en el cielo, y yo no estoy a su lado. 80
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Hay noches en que la veo sentada entre luceros, sonriendo, meditabunda, cuando la nostalgia, en mis sueños abunda. Pero me espera, no sé por cuántas noches, no sé por cuántos días, solo me espera. Me espera en un muelle, y eso me hace feliz.
LUNAS DE ENSUEÑO De esta tierra soy… de vientos y de hojas, de quenas y charangos. Tumbos de agua donde las estrellas se ven, y el viento cuelga a secar sus cabellos… Antaño, un surco de blancos granizos embellecía la tierra, -memoria de diluvios pasados-. Entre alas de mariposas se escondía el mundo, pueblos de hojas, hechos de recuerdos. La vorágine de auroras solas, donde apenas mostraba sus ojos la hierba. Así empezaba la vida, así volvía la vida. 81
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… Y más allá, al Oeste, aguardaba un mar con costillas de arena, lunas de nostalgias negras. Perros taciturnos lamían los blancos huesos de la luna y bajo la luna, cada verso fue un silencio, y cada silencio, un tiempo ya vivido. Esta boca que te habla, bebió las noches más solas, y mi mano que ahora empuña la tuya, labró las tierras más fértiles de todo el orbe. Todo, todo lo hice en tu nombre. … De esta tierra soy, de aguas mansas con sabor a laurel, y larguísimos eucaliptos con ramas hasta el cuello, donde la niebla besa, como el frío a la sabana. SOLES MUERTOS De orégano eran los corredores, y de helecho las miradas. Los besos sabían a agua enserenada, y a begonias recién cortadas. Laureles verdes florecían en las manos con aroma a yerba buena. Y las tardes de ocre se mecían en el cielo que guiaba a las garzas a mares lejanos. Las nubes eran de color violeta y los sueños un palmar azul. 82
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Orquídeas verdes nacían de luz de las estrellas… Pero más recuerdo a los almendros, y a los perfumes que crecían, donde los días morían. DEL AMOR Y EL SILENCIO Si te vas, cierra bien las puertas de tu corazón, y mi corazón no saldrá a buscarte. Ahora que dejas de ser mi amor y empiezas a ser mi recuerdo: llévame. Llévame en este poema y en los bolsillos de tu ropa, en la cartera que usas a diario, en el diario de tus días y de tus noches. Llévame en tu alma cansada, en tus besos abreviados, en tu aliento. llévame contigo, no me dejes sin ti. Llévame en la sombra de tu escarcha. En tu risa, en tu llanto, en tu desencanto, llévame por siempre. 83
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En tu seguridad y en tus miedos, soñando o despierta, en el azul y el negro, en la luz y en la neblina, en el gozo y el espanto, llévame contigo sin importar cuánto. Llévame en tu carne y en la carne de tus manos. En tu presencia y en tu ausencia. Llévame como los cabellos que se quedan en los libros de los viajes, como el perfume que se queda en la piel. Llévame en tu piel, en tu cielo y en tu infierno. En tu canto y tu melancolía llévame amor contigo todo el día. De lo cercano a lo más lejano, de este tiempo y para siempre, llévame por siempre, en tu aire, en tu perfume, y tu pañuelo. Y aun cuando yo muera y todo muera en tu mirada, llévame contigo a tu alborada… CONFESIONES Los poetas han decidido escribirle a la primavera, al amor, al viento que trae perfumes… pero olvidan que antes del viento vino la brisa, que antes del amor estuvo el dolor; y antes del perfume, el hastío. 84
Roberto Enríquez Izquierdo Autor de los libros: La gran verdad, El imperio de la razón suprema; Metafísica para el cuerpo y el espíritu; La educación musical y el niño; Cómo acceder a la lectura I; Cómo acceder a la lectura II; El maravilloso universo del Yagé; Puerto Caicedo, historia de un pueblo; Antología poética y narrativa; Poesía y autoconocimiento; El tejedor de sueños; Noventa y nueve poemas de amor. Poemas nunca escritos: homenaje a Pacha Mama.
MORIR DE VIDA Y NO DE MUERTE Todo está alegre menos mi alegría. Quiero expresarme frondoso de felicidad Pero el dolor me impide. Está creciendo en mí continuamente, Lo siento en mi camisa, en mi cartera… Y en el fuego del amor Que juega su rol de frío muerto. He olvidado por mis lágrimas mis ojos Y por el hambre mis intestinos. Siento dolor de zurdazo de hembra Porque no hay cariño sin dolor Ni caricia sin tristeza. Hay lágrimas remachadas en mis pómulos, Mejor sería morir de vida y no de muerte. Así es el dolor, ¡Avanza! Miro el agua huyendo Y siento sed de sed. ¡Qué dolor! Duele conocer buenos amigos, ¡Cruel falacia! Duele comer de memoria buena carne Y un dolor profundo por mis caballísimas ideas Porque me siento inmensamente bruto a cántaros. Hay dolor por la plata que se esfuma Porque el hombre tristemente tose Su abundante nostalgia hacia afuera. 85
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Larvas que su corazón cuenta por unidades En sus momentos ávidos de alegría. Alegría que enviudó de su corazón, Corazón que enviudó de su alegría. Me di cuenta de la Vida. Miré el tiempo generoso del minuto Y me di cuenta de la vida Que una tarde cuesta días, Que un día cuesta años… Lesionado por el tiempo grande Equinamente en mi espinazo Rechinó mi otoñal melancolía. Y, henchido de varias décadas, Con palabras fatigadas Clamé con granos de voz: ¡Sacad de mí a los filósofos! ¡No más sabios jorobados! ¡No más normas ni etiquetas! No quiero morir bajamente Con un pensamiento geométrico Ni con lo más grande y fétido Que mi perro creó bajo la cola. Deseo un pedazo de noche a mi sueño, Bajar al pozo del olvido, Tejer en el telar de lo invisible, Y llamar a mi tierra, terrenalmente. En mi esposa tumba,… Abrazado con mis brazos Comer gusanos hembras, gusanos machos Y gusanos muertos; Ser un buen muerto entre los muertos Después de haber sido Un buen vivo entre los vivos Y darme cuenta que viví de nada Para morir de todo. 86
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SUERTE DE MARTILLO Alguien sacudió su personalidad en tu alma Y ¡Te duele! Te dieron un martillazo en tu costumbre. ¡Estás triste! Te duele la dicha, te duele el placer Porque siempre regalaste un pañuelo Al que no puede llorar. ¡Te duele! Te dieron un martillazo En tu mejilla norte Y te duele también tu mejilla sur. Te duele la plata, también el oro Porque siempre quisiste Ser rico entre los pobres. Te dieron un martillazo, en tu punta, Cuando escuchabas tu alma, ¡Qué misa! Y te duele tu tímpano sordísimo, Tu oración en prosa y tus llanas lágrimas; Porque siempre ordenaste desde la cumbre. Hoy, te dieron un martillazo En tu cabeza cóncava, Donde guardas tu abstinencia Y, te duele tu alta perfección de cerdo. Te duele ser sensato y caballísimo, Como también la ubre del egoísmo Porque buscaste llenar de pecho tu corazón.
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CAMINAR, DESPEDIRSE ¿A DÓNDE IR? He iniciado mi viaje al infinito Después de ser andante en multitudes, Después de tantos eructos de gemidos Y dolor por los vicios que he parido. Elévese la altura, para mi partida. He lavado mi esqueleto Y el óxido profundo de mi tristeza. Giran, en mis ojos, los fantasmas; Recuerdos de dulzura a gajos. Me voy con mis poemas de ceniza Y con el secreto perfume de una flor. Aunque sé que aún no doy gusanos, Y que jamás se dice nunca, Me voy, cansado de esperar… Esperanzas en la misa. Queda sin voz el oro de los trigos. Sé que los pasos del alba se repiten También que ser pobre cuesta plata Y que el dolor y la tristeza arrugan tanto. ¡No importa! Brindo lágrimas por la dicha de los hombres. Pido perdón por ocultarme en mi ira, Por golpear a mis amigos con mí espejo, Por refugiarme en mil penas y en mil vinos, Por destaparme antes y después del corcho Y por pedir rosas sin espinas. Me voy con mi música a otra parte Y con mi conciencia que brota de mil ríos. Me voy, con mi prosa en verso Y con mis versos en prosa. Me voy cantando, pujando, Huyendo de mis pies Y llorando por mi nariz. 88
Revista ALLANAHUANGA No. 27
VIVIR LLORANDO, MORIR LLORANDO He regresado de mi oscuridad de madera Donde viví mis propios golpes de ciego Y buscando el camino a tropezones, Partí humildemente a la fortuna Tomando la dirección hacia el olvido. Mis pobres ojos con mirar enflaquecido De tanto vivir llorando y llorar viviendo, De morir llorando y llorar muriendo Saborearon el fruto que dejó la muerte Para reír de lo poco que habían reído. Era un instante de muerta primavera Poblado de fantasmas en murmullos. Y entre noches de nostálgica música, Entre sombras de negro terciopelo Se juntaron todas mis lágrimas Para llorar por tanto haber llorado. Descubrí el secreto de la voz oculta Dormida por la voz de un hada. Quise sentirla en singular, Escucharla en plural Y ser caminante de sus palabras No encontré el verso que lo exprese Para que todos pudiesen comprenderme.
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Revista del Grupo Cultural “Allanahuanga”
LO QUE PIENSAN DE MI LOS QUE PIENSAN Lamen mi costumbre los leones ¡Triste envidia! Y las hienas muerden mi nombre ¡Cruel complejo! Buscan acabarme en frío incendio ¡Lengua larga! Y mueren las cuerdas en mi guitarra ¡Qué tristeza! Triquiñuelas adoradas ¡No hay amigos! Solo honor para las cosas auditivas ¡Qué calumnias! Llegan a mí a enflaquecerme ¡Tácitos, esdrújulos! Y se me agota el torrente de esperanza ¡Qué tristeza! Me maldicen por salir de aquel vientre ¡Qué madrazos! Se sientan a centímetros de mi alma ¡Madre hipocresía! Montados en su asno me hacen pedazos ¡Hipótesis lejanas! Y pierde mi cuerpo su armonía ¡Qué tristeza! Me brindan una piedra para sentarme ¡Qué miseria! Me dedican un día hecho en un minuto ¡Padre egoísmo! Buscan me llueva soledad ¡Hermana tumba! Y mis sueños mueren junto a mi cuerpo ¡Madre mía! 90
Revista ALLANAHUANGA No. 27
LA DANZA DE LA MUERTE La muerte revolotea En todo concierto solista. Y tú, sufres de perspicacia escueta, Padeces de transparencia humanoide Precisamente donde están Las penumbras tenebrosas. … Danzas todos los días, ¡Para solo morir! El temor te amenaza y danzas. Das vueltas al sol Agarrándote el alma. La proteges, la amas, la maltratas, Y sufres con deseos de escape. La muerte ahí, a tu izquierda, A tu derecha, arriba, abajo, Duerme tus agitadas noches, Sonríe estruendosamente Y de manera sutil. … Mueres instante por instante, ¡Para solo morir! Sigues danzando, loco, Lobo de tu propio cordero, Rico en abundantes burradas, Esdrújulo de duro pellejo, Candado, miserable llave, Payaso en tus ratos de ocio. … Mueres poco a poco, ¡Para solo morir! Danzas con tus amantes Piernas, bustos, glúteos. Les sonríes con tu mano, Con el olfato, con la laringe. Miras en prosa cuando pasan, Y en verso cuando paran. 91
Revista del Grupo Cultural “Allanahuanga”
… Mueres minuto a minuto ¡Para solo morir! Defiendes tu lujuriosa presa, Previo paréntesis, corchetes y llaves Y te duele la ingle pública, Prototipo de presunción fálica. Mueres de momento en momento, ¡Para solo morir! ¡Al fin! La muerte, amable con deseos de tocarte, De danzar con tu alma, y tú, Aurífero, melancólico, taciturno, Con rostro triangular geométrico, En difunto. Sobran las papas, la carne Y las contradicciones bajo las sábanas Y ella ahí observándote, ¡Te toca! ¡Y danzas! El vals de la eterna primavera, ¡Tú última danza! ¿Es para esto que morimos tanto?
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El presente número de «ALLANAHUANGA», Revista del Grupo Cultural “Allanahuanga” se terminó de imprimir en marzo de 2016, en los talleres de Graficolor Pasto – Nariño – Colombia graficolorpasto@hotmail.com Se imprimieron 1.000 ejemplares