La amistad debida. Servidumbre voluntaria y subjetividad democrática

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La amistad debida


huellas Memoria y Texto de Creaciรณn

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Serie

Problemas: la complejidad negada


La amistad debida Servidumbre voluntaria y subjetividad democrรกtica TOMร S VALLADOLID BUENO


La amistad debida : Servidumbre voluntaria y subjetividad democrática / Tomás Valladolid Bueno. — Barcelona : Anthropos Editorial, 2019 157 p. ; 18 cm. — (Huellas. Memoria y Texto de Creación ; 57. Serie: Problemas: la complejidad negada) ISBN 978-84-17556-12-9 1. Filosofía social y política 2. Ética y filosofía moral 3. Interacción social 4. Fascismo y nazismo I. Título II. Colección

Portada: Oye mi corazón clamar, fotografía de Encarnación García Cabrero, 2012 Primera edición: 2019 © Tomás Valladolid Bueno, 2019 © Anthropos Editorial. Nariño, S.L., 2019 Edita: Anthropos Editorial. Barcelona www.anthropos-editorial.com ISBN: 978-84-17556-12-9 Depósito legal: B. 9.113-2019 Diseño de cubierta: Javier Delgado Serrano Diseño, realización y coordinación: Anthropos Editorial (Nariño, S.L.), Barcelona. Tel.: (+34) 936 972 296 Impresión: Lavel Industria Gráfica, S.A., Madrid Impreso en España - Printed in Spain Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 917021970/932720447).


A Esteban Molina Gonzรกlez, mi hermano Amigo, en su ausencia y mi lamento.



Fratribus Para Rafael, Esther y TomĂĄs, hermanos y un rayo de luz triangular de dulce amor fraterno os ilumine con la amistad al sentir la hora en el reloj de la oscura plaza pĂşblica. (tvb)



Pues, a decir verdad, ¿qué otra cosa es acercarse al tirano, sino alejarse de la libertad propia y, por así decir, aferrar la servidumbre, y abrazarla? [...] Pero el tirano ve a los que están cerca de él, engatusándole y mendigando a su favor, y no solo es necesario que hagan lo que él dice, sino que deben pensar lo que quiere, y a menudo, para satisfacerle, deben incluso adivinar sus pensamientos. Para ellos obedecerle no es todo; es necesario aún complacerle, es necesario que se revienten, que se atormenten, que se maten a trabajar en sus asuntos, y, después, que se gocen con su placer, que abandonen su gusto por el suyo, que fuercen su complexión propia, que se despojen de su natural. Es necesario que tengan cuidado con lo que dicen, con su voz, con sus gestos, con sus miradas. [...] ¿Es esto vivir felizmente? ¿Esto se llama vivir? ¿Hay algo en el mundo menos soportable que esto para alguien que tenga sentido común, o, sin más, para alguien que tenga el rostro de un hombre? ÉTIENNE DE LA BOÉTIE1

1. É. de la Boétie, Discurso de la servidumbre voluntaria, trad. de P. Lomba, presentación de E. Molina, epílogo de C. Lefort, Trotta, Madrid, 2008, p. 53.



Presentación

Algunos análisis de nuestra época nos ofrecen el retrato de un sujeto que se siente defraudado. Su hiriente desengaño tendría un origen: el incumplimiento de las grandes promesas que se hizo el hombre moderno de la Ilustración, el de las consiguientes revoluciones democráticas. Las esperanzadoras propuestas de libertad, igualdad, justicia y verdad no han sido satisfactorias en sus resultados. Y al no verse cumplidas las expectativas, ese sujeto ha salido muy tocado en su condición moral y política. El devenir de la subjetividad democrática parece transcurrir, en no pocos aspectos fundamentales, conformando sujetos extraños a los que les cae muy bien el cartel de «libres siervos». Los individuos sucumben seducidos por unas promesas de autoliberación que mutan, progresivamente, en tramposas tentaciones del Gran Inquisidor de turno. Y hay quien piensa, con lúcida mirada, que la extrañeza de esos sujetos se debe a la configuración de un carácter al margen de la idea de «nobleza de espíritu».1 Al mismo tiempo, parece que hay una tentativa de reactivar, precisamente, los valores y las actitudes que corresponden a esas promesas. No obstante, a veces se tiene la impresión de que asistimos más bien a una ola de moralización transgénica de la sociedad, en el sentido peyorativo del término transgénico. La reconstrucción de la moral so1. Cf. J. Moscoso, Promesas incumplidas. Una historia política de las pasiones, Taurus, Barcelona, 2017. G. Zagrebelsky, Libres siervos. El Gran Inquisidor y el enigma del poder, Trotta, Madrid, 2017. R. Riemen, Nobleza de espíritu. Una idea olvidada, Barcelona, Taurus, 2016.

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cial puede estar degenerando en un incesante torrente de moralina, donde la fuerza argumentativa del cauce es sustituida, cascada tras cascada, por el espumoso espectáculo de una ética banal y, en ocasiones, represiva. Hasta el punto de que hace falta dotarse de un fuerte valor cívico y moral para no dejarse llevar por la corriente de manipulación de las emociones. Se estima necesario el compromiso que es inherente a la honestidad intelectual. Coraje y compromiso críticos contra una hipócrita y tediosa moral de las emociones. Esta renace en concierto con un momento —el actual— de vanos y venales moralismos de todo tipo. El buenismo, entre ellos, como sucedáneo de la bondad. La industria ideológica dispone de grandes centros comerciales con departamentos de moral social distribuidos por sectores de influencia. En estos se ofertan renovadas promesas que se exponen con el brillo de un nuevo lema publicitario: todo se puede y todo se tiene con solo quererlo. De esta guisa se pretende hacer frente al desengaño que desemboca en esa «melancolía del cumplimiento» de la que ya habló Jürgen Moltmann. Se reproduce, una vez más, un esquema abstracto de la promesa: la creencia y la exigencia de que lo prometido —en este caso la subjetividad democrática— puede ser liquidado (cumplido) de manera definitiva en un sujeto determinado. En el fondo, esto lo provoca el olvido de que «la constante plusvalía de la promesa y de su permanente exceso por encima de la historia» se debe a que no es posible la acabada consecución o representación del sujeto de la promesa. Ese olvido es causa de que la promesa de un poder democrático —que como dijera Claude Lefort, es un poder vacío, o sea, inapropiable en exclusividad por ninguna figura— se transforme en la tentación recurrente que siempre es el poder inquisidor del «Uno». La atracción que produce esa tentación sobre los sujetos, como muy bien comprendió Étienne de la Boétie en su tiempo, despliega po12


tentes fuerzas generadoras de servidumbres voluntarias, por muy anónimas e impersonales que se presenten en la actualidad. El escritor Justo Sotelo, en su portal de Facebook, y en contraste con este reino de acelerada y olvidadiza actualidad, no ha mucho se refirió a Walter Benjamin para señalar dos advertencias: primera, que «el pensamiento debe tener otro ritmo si quiere servir a la libertad y no ser estéril»; segunda, «que el aventurero que está, aparentemente, en medio del desierto no se detiene en ninguna parte. Sabe que su objetivo es encontrar la tierra prometida de la libertad». Magnífica forma, la de Justo Sotelo, análoga también a la de María Zambrano, de defender la perspectiva del ritmo exílico del tiempo y de la diáspora como liberación. Ciertamente, no es lo mismo tener como objetivo la tierra prometida de la libertad que fijarse como horizonte la libertad de la tierra prometida. En este último sentido (que define a los variados nacionalismos y otros tipos de ideologías) la libertad es una libertad esclava, una forma más de servidumbre voluntaria. La imagen o la idea que se tenga del ser humano (y de la ciudadanía) depende de esta distinción. El ethos de la vida personal y colectiva está aquí en juego, pues la libertad y la alteridad se vinculan de manera radicalmente distinta, como a su vez dejó muy bien expuesto Emmanuel Levinas. La libertad de la promesa toma una dirección contraria a los caminos que conducen al espejismo de la totalidad. La promesa es inseparable de una abierta, incierta e indeterminada dimensión del sentido de la subjetividad democrática. Pues bien, de todo este trasfondo medular pretendemos hacernos cargo en este libro, que si bien puede no alcanzar el título de bueno, al menos, sí que trata sobre la bondad. En uno de sus geniales aforismos, el poeta Ramón Andrés afirma que «un buen libro es siempre una impugnación». Si este que el lector tiene ahora en sus 13


manos es bueno o no, será algo que a él le compete determinar. Nuestra intención al escribirlo es la de impugnar la realidad que hemos referido de forma sumaria. Somos conscientes de que nuestra impugnación puede ser fallida, en cuyo caso, los lectores habrán de impugnar esta escritura que nos cuestiona como sujetos, en un doble sentido de «cuestionar»: interpelar y poner en tela de juicio. Nos preguntamos, y al hacerlo le preguntamos también al lector, sobre cuáles y qué son las pasiones y virtudes de las que venimos defraudados. Nos interrogamos e interrogamos acerca del espíritu con el que vamos o debemos ir a favor de ellas u otras que las sustituyan. En consecuencia, estamos preguntando si habrá alguna disposición del sujeto democrático que sin ser servidumbre sea servicio a los demás, y que no cayendo en la evitación pusilánime busque el encuentro sin renunciar al conflicto, pero sí persiguiendo la concordia. Además, una disposición de tal sujeto que sin ser perfecta le procure un elevado grado de civismo y que, aunque esté fundada en la conminación del otro, sin embargo, lo invista de autonomía y de responsabilidad. La respuesta que proponemos en este libro es que de haber tal disposición, sería una virtud política con el nombre de amistad debida y cuyo sujeto es un sujeto democrático en permanente in fieri. El libro está escrito con la intención de aportar un análisis sobre la amistad teniendo presentes muchos otros aportes que, desde la filosofía hasta la literatura, han examinado o tratado el tema. Nuestro proceder ha sido, ponderando cierta orientación metodológica, recuperar algunos enfoques éticos y políticos para desde ellos pensar esta problemática tratando de superar el simple abordaje retórico. Esperamos haberlo sabido evitar a lo largo del contenido del ensayo, y también que la estructura de la exposición haya servido de instrumento para nuestro objetivo. 14


Si la amistad no debe ir nunca desprovista de una acción de gracias, la escritura de un libro sobre la amistad incluye también razones de gratitud. Recordar, pensar y agradecer han sido todo a una. Y, en efecto, este libro es en primer lugar un acto de agradecimiento a mi amado y admirado Amigo el filósofo Esteban Molina González, a quien va dedicada su escritura y publicación. Que en la libertad de la Amistad eterna encuentre feliz satisfacción su noble espíritu. Por su parte, mi afectuoso agradecimiento a Antonio Lastra, director de la revista del Instituto de Estudios Avanzados «La Torre del Virrey». Fue él quien, con extrema generosidad, me invitó a que, en recuerdo y homenaje a nuestro común amigo Esteban, escribiese en la revista de dicho Instituto un artículo sobre la idea de servidumbre voluntaria de Étienne de la Boétie. Finalmente, el artículo vio la luz en la publicación digital de la revista.2 La base del artículo fue el contenido de una charla que impartí en la librería Término de Alcalá de Guadaíra: millón de gracias a Mariano Cruz y Antonio García por darle eco a mi voz en su casa de libros. De la revisión de ese texto ha salido la edición de este libro en la editorial Anthropos, a la cual también deseo expresar mi enorme agradecimiento por su acogida y el excelente trato que he recibido de todo su personal. Además, y en amistad debida, he de agradecer a Francisco Aranda, Laura Arias, Aurelio Arteta, Pablo Dreizik, Julio González Espejo, Manuel Reyes Mate y Manuel Ruiz Amezcua, los estímulos mayúsculos que supusieron los diálogos e intercambios mantenidos con todos ellos sobre cuestiones relativas al tema en cuestión. Doy también muchísimas gracias a Martín Alonso, Encarnación Gar2. <http://www.latorredelvirrey.es/archivo/la-torre-del-virrey-revista-de-estudios-culturales/numero-21>.

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cía Cabrero, Esteban Mate y Vicente Torres por el amistoso tiempo que dedicaron a la lectura atenta del texto. Sus valiosas sugerencias y acertadas correcciones me han ayudado a mejorarlo. La fotografía de portada ha sido cedida con toda generosidad por Encarnación García Cabrero: mil gracias de nuevo. Así mismo, sin la compresión, el ánimo y el apoyo cercanos de Colette Portillo Barreda, a quien expreso mi plena gratitud, no me hubiese sido posible superar las dificultades que se han ido interponiendo para llevar a término la escritura del libro. No quiero olvidar a los amigos de mi página de Facebook: nuestro compartir diario de ideas, poemas y otros textos me ha aportado un estímulo que es impagable, pero sí deseo retribuirles con este sinfín de gracias. En fin, a los lectores del libro, mi agradecimiento por una posible amistad cívica fraguada a lo largo de su lectura, la cual deseo que no les resulte tan ardua como a veces se presenta el sendero de la libertad. (tvb)

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Índice

PRESENTACIÓN .................................................................

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INTRODUCCIÓN .................................................................

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I. Los sentidos de la amistad debida .............................. 1. El sentido virtuoso de la amistad .......................... 2. El sentido político de la amistad como virtud ....... 3. Lo debido de la amistad .........................................

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II. Los límites de la amistad ........................................... 1. Riesgos, equívocos y límites de la amistad ............ 2. Un límite más allá de los límites ............................ 3. Las palabras sobre la amistad ................................

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III. La subjetividad democrática y la responsabilidad ..... 1. Subjetividad y servidumbre ................................... 2. Subjetividad democrática y liberalismo ................ 3. Subjetividad autónoma y alteridad: la libertad responsable ................................................................ 4. La esperanza en un tiempo de la amistad debida ....

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IV. La comunidad en amistad debida ............................ 1. Las bases de la socialidad: ¿amistad como comunidad? ............................................................... 2. La comunidad de la filosofía hitlerista .................. 3. La cautelosa comunidad de la amistad debida .....

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V. El cuidado de sí y el sujeto de la amistad .................. 1. La difícil alteridad: ¿cuidado de sí, cuidado del otro? ..................................................................... 2. La subjetividad política de la amistad debida .......

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CONCLUSIÓN ABIERTA... ....................................................

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