“Reconstruir la historia de Castilla y León es, pese a todas las dificultades, una tarea urgente. Y ello no sólo por imperativos académicos, sino fundamentalmente por la necesidad de recuperar una conciencia colectiva y, en definitiva, de caminar hacia el futuro” (Valdeón, 1988, pág. 14. Ciudad vaccea y romana, visigoda y medieval, judía y árabe, cristiana y luterana, en sus calles y en sus piedras se han producido debates de impacto mundial. Estas reflexiones muestran su carácter plural y abierto. Discurrieron sobre leyes, arte, urbanismo, ciencia, teología, política, o cultura literaria, gastronómica o el arte del vestir. Distintas épocas han impregnado sus calles y sus monumentos de historias que los convierten en lugares de trascendencia universal y excepcional, un legado inmaterial, que se expresa en sus arquitecturas y espacios urbanos. En este conjunto de debates, herencias y elementos de interés patrimonial, la creación de los estados modernos se considera como base de la propuesta de declaración