La Voz de la Esfinge - número 20

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contenido Antecámara Poemas de Bei Dao traducción de Aaron Feng Lan Juan Carlos Galeano 4 Poemas de Carl Lacharité versión de Gabriel Martín 15

Cien puertas La muerte del miedo ALuis G. Abbadie 24 Naturaleza muerta Hainz 34

Doble horizonte Poemas Timo Berger 38 Poemas Sergio Ríos 42 Poemas Carlos Vicente CAstro 50 Poemas Gerardo Villanueva 54 Poemas Fanny Enrigue 57

Alejandría Era tu sonrisa franca a las tres de la mañana Carlos Adolfo Gutiérrez Vidal 62

Poesía viva de Andalucía José Manuel Caballero Bonald 71 Rafael Alcalá 74 Francisco Gálvez 71 Juan José Téllez Rubio 77 Uberto Stabile 79 Jesús Aguado 81 Aurora Luque 83 José Antonio Mesa Toré 85 Balbina Prior 86

Álvaro García 89 Antonio Orihuela 91

Heliópolis Cinco segundos de Montalbetti Dora Moro 100 El arte de la caza Marco Gabriel García 104

Ilustraciones Humberto López Trejo


Revista de Literatura Año vi • Número 20 Segunda Época enero-mayo de 2006 Directora Isabel Jazmín Ángeles Editor Antonio Marts Consejo Editorial Hilda Figueroa, David Flores, Rafael Medina, Brahiman Saganogo, Luis Martín Ulloa, Elizabeth Vivero Corresponsales ciudad de méxico Tanya de Fonz, Marco Fonz de Tanya cuernavaca Ricardo Venegas hermosillo Ricardo Solís mérida Svetlana Larrocha, Fernando de la Cruz nueva zelanda Rogelio Guedea tlaxcala Berenice Huerta Bazán, Jair Cortés torreón Nadia Contreras puebla Judith Santopietro Diseño Editorial Paraíso Perdido

Humberto López Trejo Guadalajara, México,1969. Inició como autodidacta. En 1994 ingresó a la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Guadalajara. Ha expuesto de manera individual en el Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara y en el Museo Raúl Anguiano. Su trabajo obtuvo mención honorífica en el V Encuentro de Arte Joven y en la V Bienal Alfonso Michel. Ha sido seleccionado finalista en varias ocasiones en el premio Atanasio Monroy. Cuenta con alrededor de cuarenta y cinco exposiciones colectivas.

Imagen portada Humberto López Trejo Página electrónica www.paraisoperdido.ws Correspondencia y colaboraciones Morelos 1265-9, Colonia Americana, Guadalajara, Jalisco, México. 44160 Teléfonos 36 13 07 01 / 35 63 01 07 Fax 35 63 01 07 correo electrónico: isabel_jazmin@hotmail.com antonio_marts@paraisoperdido.ws

Esta revista cuenta con apoyo otorgado por la Convocatoria «Edmundo Valadés» de Apoyo a la Edición de Revistas Independientes 2004 del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.


Bei Dao


A n t e c á m a r a

traducción

Aaron Feng Lan / Juan Carlos Galeano

Sin título los peatones encienden las bombillas de su mente el bulevar desemboca en la Fantasía de Octubre por rendir tributo a un perro la sombra se inclina a lo vivido el agua del arroyo descubre el sueño entre el paisaje nos turnamos para llorar bajo las ventanas eternas de luz Li Po canta mientras toca el tambor calmo y sin prisa 

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Total al final de un día total la gente simple buscando amor deja cicatrices en el crepúsculo debe haber un sueño total en que los ángeles cuidan privilegios florecientes sólo cuando el crimen total está sucediendo los relojes se ajustan al tiempo el tren empieza a moverse la llama total congrega a los invitados de la guerra en círculo para darse calor el escenario mudo, la luna total levantándose el farmacéutico preparando veneno total del tiempo 

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Extraño una generación cae como una cortina la siguiente aplaude tú de los tiempos de oscuridad ahora recibiendo atención a tientas para la llegada de la luz dejando que media vida se abra al canto de las grullas alguien nada en la enfermedad el viento del otoño revisa los humores de los animalitos la carretera se une al sueño y en la luz vencedora te levantas firme junto a la cerca sin nombre 

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Paisaje en el horizonte es el halcón que le enseña a una canción a nadar es la canción que persigue el primer viento intercambiamos pedazos de gozo entramos en la familia desde lugares distintos es un padre que confirma la oscuridad es la oscuridad que lleva al relámpago de los clásicos una puerta llorando se cierra de un golpe y hace eco queriendo atrapar su llanto es una pluma que florece en la desesperación es una flor que lucha contra el destino inevitable es un brilllo de amor que se despierta para alumbrar el horizonte 

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Año Nuevo un niño llevando flores camina hacia el Año Nuevo un director musical tatuando la oscuridad escucha la pausa más breve rápido enciérrese el león en la jaula de música enmascárese la piedra ermitaña moviéndose en las noches paralelas ¿quién es el huésped? cuando los días salen de sus nidos volando por los caminos el libro del fracaso es vasto y profundo cada momento es un atajo llevándome al significado del Este al regresar a casa, cierro la puerta de la muerte 

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B

ei Dao (seudónimo de Zhao Zhenkai), nació en Pekín en 1949. Es quizás el poeta contemporáneo más importante de China. Su poesía temprana fue considerada representativa del menglong shi o «poesía difícil», una escuela de la poesía experimental que emergió en China hacia finales de los años setentas; caracterizada por imágenes inesperadas, un simbolismo evasivo, dicción condensada y rupturas sintácticas. Bei Dao se estableció como el poeta chino más reconocido durante los años ochenta gracias al humanismo articulado en sus visiones consiguiendo gran popularidad entre la juventud china de la época posterior a Mao. Escritor disidente, Bei Dao se exilió en países occidentales a partir de 1989 y actualmente reside en los Estados Unidos. 

Traductores Fen Lan es profesor de Literatura y cultura china en la Universidad del Estado de la Florida. Su interés académico se concentra en la traducción y el estudio de influencias recíprocas de la poesía china y la poesía norteamericana. Recientemente publicó Ezra Pound and Confucianism: Remaking Humanism in the Face of Modernity (2004) Juan Carlos Galeano es autor de Baraja Inicial (poesía, 1986), Polen y escopetas (ensayo, 1997), Amazonia, (poesía, 2003) y Cuentos amazónicos (2005). También ha publicado libros de traducciones y poemas de poetas norteamericanos. Es profesor de poesía latinoamericana y cultura amazónica en la Universidad del Estado de la Florida.


Carl Lacharité versión

Gabriel Martín

Corps solubles

Cuerpos solubles

pourtant je sais bien qu’à réciter nos sexes le soleil se déchirera c’est pourquoi je ferme les ongles sur les papillons des cuisses je me chasse en toi déjà vaincu car je ne sais plus parler de moi

sin embargo sé muy bien que al declamar nuestros sexos el sol se rasgará por eso cierro las uñas en las mariposas de las piernas entro en ti ya vencido porque ya no sé hablar de mí 15


* il y a dans mes paroles une main ouverte où se reposer des errances des abandons calculés clandestinité des dérives ton cou ta bouche tes bras ton ventre tes seins tes lèvres tes yeux tes jambes tes cheveux ta langue tes mains tes cuisses tes hanches totems déclinent les rituels inassouvis

* toujours ton corps à la limite de l’indécence ton corps délesté des hypnoses des évidences et des fins 16


* en mis palabras hay una mano abierta donde descansar de las errancias abandonos calculados clandestinidad de trayectos recorridos tu cuello tu boca tus brazos tu vientre tus senos tus labios tus ojos tus piernas tus cabellos tu lengua tus manos tus muslos tu cadera t贸tems conjugan los ritos insaciados

* tu cuerpo siempre al l铆mite de la indecencia tu cuerpo aligerado de las hipnosis evidencias y fines 17


il y a dans ta voix une histoire d’évasion sans pays sans destination sans argument millénaire autre que la faille de tes lèvres sur ma peau

* du délire nous gardons la gravité enchâssée de la faim nous ne confesserons jamais autre chose que la passion du risque au déjeuner et l’odeur multiple de l’extase au retour raviné des visages

* dans la ville qui perd sa place le monde multiplie les heures à nommer la bordée de tes yeux sans parvenir à couper le fil des anecdotes qui nous précèdent l’image même du vertige

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en tu voz hay una historia de evasión sin país sin destino sin otro argumento milenario que la falla de tus labios sobre mi piel

* del delirio guardamos la gravedad engarzada del hambre nunca confesaremos algo más que la pasión por el peligro a la hora del desayuno y el múltiple aroma del éxtasis al retorno craquelado de los rostros

* en la ciudad que pierde su lugar el mundo multiplica las horas para nombrar el borde de tus ojos sin conseguir cortar el hilo de las anécdotas que nos preceden la imagen misma del vértigo

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* dans l’autobiographie des corps tu m’enjambes avec la langue le bois sec parle de nos habitudes de ta bouche qui me fait orphelin mille fois quand tu m’aimes comme on aime une autre solitude une guerre si grande qu’elle est partagée

* l’extrême liberté est celle de toutes les défaites c’est toi qui me l’as dit dans des cascades où nous vieillissons trop vite paumes ardoises aux mystères d’où je ne reviendrai peut-être plus car les draps sales sont ici les yeux cent fois recommencés

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* en la autobiografía de los cuerpos me cabalgas con la lengua la madera seca habla de nuestras costumbres de tu boca que me vuelve huérfano mil veces cuando me amas como se ama otra soledad una guerra tan grande que es compartida

* la libertad extrema es la de todos los fracasos fuiste tú quien me lo dijo en los malabares en los que envejecemos tan rápido palmas pizarras para los misterios de los que tal vez no regresaré porque las sábanas sucias son los ojos que cien veces aquí se reinician

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* petite mort je me réveille en toi te racontant le froissement d’ailes là où la main sépare en nous le nom des choses les équinoxes 

Carl Lacharité (Drummondville, Quebec, 1973). Ha publicado seis libros de poesía: A tout hasard (2000), cabaret Russia (2001), Vertiges quotidiens (2001), S’enterrer (2003) y L’illusion du mouvement (2003) . Es fundador de las ediciones Cobalt y del festival de Patafísica ‘P. Ha participado en numerosos eventos literarios y culturales, colectivos, libros de arte, y periódicos en Quebec, México, Brasil, Francia y Bélgica. Un documental del realizador brasileño Pedro Palhares fue hecho basándose en sus actividades poéticas. Ha recibido varios premios nacionales e internacionales, entre ellos el Premio Alphonse-Piché, el Premio Félix-Lecrec y el Premio Internacional Saint-Denis-Garneau. Vivió en México durante cuatro años en el marco del Programa de Intercambio de Residencias Artísticas Quebec-México, dirigido conjuntamente por el Consejo de Artes de Quebec y el fonca.

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* pequeña muerte me despierto en ti narrándote el roce de las alas donde la mano separa en nosotros el nombre de las cosas los equinoccios 

México, D.F (1966) Radica en Guadalajara desde 1979. Coordinador de las colecciones bilingües de Mantis Editores. Autor de Ellas y no siempre el espejo (Mantis Editores/Secretaría de Cultura de Jalisco, 2003) En el delfín, el mar/La mer dans le dauphin libro de poemas bilingüe francés español (Les écrits des forges/Mantis Editores, 2003). Su libro Arquetipos singulares, aparecerá en fechas próximas. Ha publicado una veintena de traducciones de poesía de autores canadienses y franceses y mexicanos.

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c r ó n i c a

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e n s a y o

LA MUERTE DEL MIEDO Luis G. Abbadié Muerto en USA, adolescente en México n tema recurrente desde hace años en mis pláticas con algunos amigos es la interminable cuestión de si es «bueno» o «malo» autoclasificarnos en literatura «de género». En un principio, el horror era mal visto por ser «comercial» y las editoriales pequeñas, enfocadas a la

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Literatura mainstream, lo rechazaban por ello. Lo divertido era que a aquellos que escribíamos Horror o cf nos era doblemente difícil publicar por el estigma «comercial». De repente, todo cambió. Más y más gente empezó a escribir —y publicar— Horror, en un nivel semiprofesional principalmente: modestas casas editoriales como Mala Estrella y Plenilunio empezaron a publicar obras terroríficas; algunos —como Mario Cruz— se autoeditaron con muy limitada circulación; el Horror dejó de limitarse a revistas de literatura fantástica como Laberinto y Umbrales, invadiendo las páginas de revistas como Plural, y editoriales de mayor magnitud como Planeta y Vid dieron espacio a novelas terroríficas de autores nacionales. Por lo menos tres certámenes de cuento de terror aparecieron. Ya para 1999, todo se veía moderadamente prometedor para el creciente Horror mexicano. Lástima que, mientras esto sucedía, el Horror era declarado muerto en los Estados Unidos. Desde hacía casi seis años, el Horror estaba prohibido para las casas editoriales norteamericanas. Fiona Webster cuenta que allá por 1984, el ganador del premio Hugo Lawrence WattEvans le comentaba exasperado: «¿Andas en el 26

horror? Deberías escribir horror. Eso es lo que Tor quiere [Tor Books, una gran firma editorial norteamericana que en 1987 llegó a producir tres títulos distintos de horror al mes] —siguen diciendo: horror, más horror». Fiona dice que puede entender la frustración de Watt-Evans: «Allí estaba él, tratando de contar las historias que tienen para contar, y Tor decía, ‘No, escribe mejor esto —se venderá mejor’».


En cambio, en 1991, Tom Weber, editor en Tor Books, aconsejaba a sus amigos: «Si quieres ser un escritor, hagas lo que hagas no escribas horror. Llámalo suspense, o fantasía obscura, o cualquier cosa menos horror. El horror sobrenatural y el splatterpunk hard-core van de salida —a menos que tenga que ver con vampiros». Y la situación empeoró. El horror estaba muerto. Las típicas portadas escandalosas con criaturas siniestras, calaveras, ojos dementes y mujeres gritando eran cosa del pasado. La sección de libros en inglés de Sanborn’s no volvió a mostrar un libro que siquiera pareciera terrorífico, y pasaron los años. ¿Cómo pasó esto? ¿Por qué las casas editoriales no querían saber nada del género comercial y bestsellero que había creado a Stephen King? Por la simple razón de que el horror ya no vendía. Mucho se especuló al respecto. Oh, aún había algunas revistas de horror; y se continuaban escribiendo algunos libros macabros: pero eran disfrazados de thriller psicológico, suspense, misterio, drama —todas ellas etiquetas que el lector promedio del horror durante su boom jamás habría mirado dos veces. Los pocos devotos del horror que ahora quedábamos teníamos que hurgar entre todos estos libros inidentificables, leer entre líneas, olfatear con cuidado para detectar cualquier mínimo rastro de miedo en sus páginas; la única apuesta segura

era cuando encontrábamos un nombre familiar en la portada: John Shirley, Poppy Z. Brite, Kathe Koja, Dennis Etchison, Joyce Carol Oates... Nombres que eran suficiente garantía para saber que, incluso si detrás de ellos no encontráramos horror —porque muchos de ellos, Stephen King como siempre el mejor ejemplo, escribían las más diversas cosas, y no sólo horror— no habría motivo para arrepentirnos de adquirir ese libro. Y mientras esto pasaba en el mundo de habla inglesa, aquí en México los aspirantes a escritores de horror, desconectados como estábamos de él, teníamos que soportar las perlas de sabiduría cargadas de condescendencia de algunas editoriales y de muchos literatos locales: «¿Por qué no escribes algo serio?», «ese libro es muy malo, ya vi la película», «no podemos publicar esto, es muy comercial», «nosotros publicamos literatura». En fin, esto no es nuevo. La literatura gótica comenzó con Horace Walpole con El castillo de Otranto, en el siglo xviii; una obra que ya contenía todos los elementos típicos de sus sucesores —Anne Radcliffe, Matthew G. Lewis, etc.—, que no tardaron en ser catalogados peyorativamente como Penny Dreadfuls —atrocidades de a centavo. Al grado que en 1811, Percy Shelley se quejaba acerca de su obra gótica, St. Irvyne, «una cosa que casi mecánicamente se vende a las bibliotecas en circulación». Así se 27


estableció la división entre el horror como literatura popular y la ficción literaria, o mainstream. Historias paralelas Los estudios de la historia de la literatura omiten al horror o al gótico como al Hombre invisible de Ralph Ellison. Como si no existieran. El momento de división entre lo popular y la literatura (en su acepción esnob, como diría la citada Fiona Webster). Encontraremos menciones de Edgar Allan Poe, e.t.a. Hoffman, Guy de Maupassant, por su importancia en el desarrollo de la forma literaria y estructura del cuento; pero jamás una mención de su papel como partes de una tradición temática y estilística. Nada se dice de la continuidad desde Horace Walpole a través de Ann Radcliffe y Charles Maturin hasta Hawthorne y Hoffman y Poe, y después de ellos a Bram Stoker y Arthur Machen y William Hope Hodgsony Ambrose Bierce y Robert W. Chambers y H.P. Lovecraft y Clark Ashton Smith. Por supuesto, jamás un literato pretenderá continuar semejante línea a través de Richard 28

Matheson, Johanna Russ y Ray Bradbury, llegar a Ira Levin y Stephen King, a Ramsey Campbell y a Isaac Bashevis Singer, para luego avanzar con Dennis Etchison, Clive Barker, y Richard Laymon, hasta Poppy Z. Brite, Nancy A. Collins, Thomas Ligotti. ¿Cuántos son reconocibles en esta muy incompleta lista? ¿Lovecraft, Singer? ¿Stoker —y sólo gracias a la película por la cual lo inculpó Coppola? Los «Penny Dreadfuls», la literatura popular gótica, tiene su heredero directo y confesado en Edgar Allan Poe, le pese a quien le pese; y él mismo no estaba por encima del comercialismo que caracterizó tanto a Horace Walpole como al más truculento Richard Laymon, llegando al punto de publicar su farsálica Aventura de un tal Hans Pfaal y Las aventuras de Arthur Gordon Pym haciéndolas pasar por crónicas verídicas. Lo siento, pero incluso el «comercial» y «bestsellero» Stephen King jamás recurrió a tales métodos para vender. De esto se ha acusado duramente a Artisan Films y demás involucrados en la narración multimedia El proyecto de la bruja


de Blair, pero si los engañados cinéfilos que se tragaron todo se hubieran molestado en ver los créditos al final de la cinta, allí habrían visto la inequívoca advertencia: «esto es una obra de ficción». ¿Cuántos de los acusadores por fraude se molestaron en verificar esto? Incluso el «documental» Sticks and bones que complementaba la historia fue tachado de engaño. ¿Alguien se detuvo a pensar que era transmitido por Sci-Fi Channel y no por Discovery Channel? En plena Depresión norteamericana, mientras Bonnie y Clyde forjaban sin saberlo una leyenda, y Elliot Ness cumplía con su trabajo sin imaginarse que medio siglo después, el mundo entero lo consideraría un personaje de ficción (el mismo caso de Blair pero al revés), se produjo la era de los Pulps. Black Mask, Unknown, Analog, Astounding Science-Fiction... y por supuesto, la mítica Weird Tales. Revistas pequeñas, baratas, con sórdidas portadas que abundarían en monstruos grotescos, escenas violentas y jóvenes desnudas. Revistas dedicadas a la literatura de género —denominación que se empezó a utilizar precisamente en este periodo—; revistas, estas sí, planeadas para llamar la atención de los lectores y hacer muchas ventas. Revistas populares. En muchos casos, esto iba en detrimento de la calidad, pues lo más vendible no siempre era lo mejor. Pero sucede que estaban dedicadas a la ciencia ficción, a la ficción noir, al horror, a la fantasía; por ello,

atrajeron a todos los autores dedicados a estos géneros, quienes encontraron en ellas un cauce ideal para sus ficciones. En sus páginas nacieron Isaac Asimov, H.P. Lovecraft, Ray Bradbury, Tenessee Williams, Robert Bloch. Fue entonces que la literatura mainstream y la literatura de género sufrió una separación irrevocable. Los géneros se definieron a sí mismos; hubo debates acerca de las mejores denominaciones: unos ponían ciencia ficción donde otros preferían fantaciencia, y otros más fantasía científica; aun hoy, algunos se sienten ofendidos si ven la abreviatura ci-fi, que consideran despectiva, en lugar de CF; en Italia, «ciencia ficción» perdió la batalla, y se habla de fantascenza. Y el horror ha alcanzado las honduras del absurdo en idénticas disputas; pero de ello hablaremos más tarde. Mientras los autores de género ociosamente se catalogaban mutuamente, la literatura mainstream no se molestaba en reconocer su existencia. En ella, no había más géneros que cuento, novela, ensayo, poesía, crónica... Los ghettos literarios ¿Se marginaron a sí mismos los autores de género, como algunos sostienen? Primero recordemos que las revistas y periódicos «serios», los mainstream, invariablemente rechazaban a estos autores. Ya habían quedado atrás los días en que 29


Poe, Bierce, colaboraban en publicaciones «respetables»: Lovecraft intentó ingresar en un círculo literario británico, y le dijeron una y otra vez que se dejara de tonterías y tratara de escribir algo «serio». Numerosas publicaciones mainstream que publicaban a grandes y pequeños autores de literatura rechazaron su material. No le quedaba sino escribir para las revistas pulp... o bien —si deseaba entrar al mundo editorial «respetable»— dejar de escribir lo que se le daba, y tratar de complacer los gustos del mainstream, cosa que jamás hizo. Pero la época pulp terminó; llegó la Segunda Guerra, y todas estas revistas desaparecieron. Para entonces, sin embargo, el horror ya era un género propiamente dicho, y separado del mainstream. Pero no era todavía una categoría editorial, con una forma de mercadeo propia. Esto comenzó en los sesentas, con el boom del horror en formato de novela. Los precursores —Ira Levin con El bebé de Rosemary, William Peter Blatty con El exorcista, David Seltzer con La profecía, Graham Masterton con El manitú— fueron editados y difundidos en el mainstream, y se volvieron éxitos de ventas (otro gran crimen a los ojos del literato). El éxito comercial de estas novelas permitió que a finales 30

de los setentas, Stephen King, el novelista, se convirtiera en Stephen King, el fenómeno de la cultura popular. Entonces las novelas y antologías de horror empezaron a ser distribuidas por vías separadas —como lo eran también los libros de ciencia ficción, misterio, romance, fantasía, etc. Pero fue en los ochentas cuando sucedió la bendición y desgracia del género de horror: eso que Fiona Webster denomina la Saga de la Fiebre de Oro del Horror. Los escritores del género empezaban a obtener contratos por millones de dólares. Esto atrajo a centenares de mercenarios que descubrieron que, sólo con producir novelas apenas legibles, predecibles y de fórmulas gastadas, pero que en ellas destacaran los elementos macabros, podían vender libro tras libro a editoriales que producían novelas de horror como tortillas, para atestar las secciones de libros y revistas de los supermercados. Señala Fiona Webster: como en la época de auge de los novelones góticos —es un caso en que el éxito popular crea un mercadeo separado, lo que a su vez crea una vía separada de respuesta por parte del establishment de la crítica.


En efecto; mientras las editoriales creaban colecciones y series especializadas de horror, y las ediciones de novelas mainstream —seguían la tradición editorial anglosajona de plasmar extractos laudatorios para el autor de las reseñas de críticos destacados (como The New York Times, por ejemplo), los libros de horror presumían recomendaciones de Locus, Whispers, y demás publicaciones aclamadas dentro del mismo género. Y esto es perfectamente válido: así como un lector mexicano del mainstream es muy probable que se deje influenciar por las reseñas de libros en Vuelta o Tierra adentro para comprar o no un nuevo libro, y puede tener en alto la opinión, digamos, de Christopher Domínguez acerca de un nuevo autor, un asiduo al género sabe que puede confiar en la autoridad crítica de Gahan Wilson en su sección de Realms of Fantasy. El problema es que la crítica mainstream prefiere ignorar a las obras de género. Siempre han habido excepciones: Thomas Harris, Umberto Eco y Peter Straub son tres ejemplos fascinantes por la manera en que han sorteado las mareas dentro y fuera de los géneros; y Borges nunca rehuyó las etiquetas y clasificaciones, valiéndose de ellas a placer, pero nunca quedó atrapado en ellas; y nunca faltará algún literato imbécil que, dándoselas de enterado durante un debate al respecto, diga como una obviedad: «Bueno, ¡pero Borges es Borges!» y espere que el apólogo de los géneros

le dé la razón, como si Machen, Chambers, Lovecraft, James, y tantos otros miembros de la zona de los ghettos no fueran dignos de besarle los pies al argentino que se preciaba abiertamente de haber aprendido de ellos. Un mundo infeliz Este tipo de fricciones inevitables se darán siempre, entre personas que simplemente pertenecen a denominaciones equivocadas. Uno dirá: «¡Está bien tu San Bradbury, pero San Borges es patrono de la Basílica Apostólica Latinoamericana, esto prueba que es mejor!», y el otro responderá: «¡Pero él escribió ciencia ficción, así que también es santo del pastoral de la cf Anglosajona, igual que San Bradbury!» Es un protestantismo de géneros: unos, aburridos de los dogmas de la «alta Literatura», se convierten a la herejía de tal o cual género, y por ello sufren innumerables intentos por convertirlos a la «única Literatura verdadera», o bien por marginarlos, ridiculizarlos y exterminarlos. En semejante realidad fabulada, no sería extraño ver en las puertas de algunas casas, estampas religiosas como las que son costumbre en México, diciendo: «Este es un hogar Literario, y no se admiten publicaciones de género». Y sólo faltaría ver a algún sujeto llamando a esas mismas puertas, ejemplares de Umbrales, Asimov y La mandrágora en mano, y clamando: 31


«¡No crea lo que dicen de nosotros, venimos a traer la lectura a su vida»... Bromas aparte, así es como muchos lectores y escritores, de género o no, ven la situación: algunos negando la validez doctrinal —es decir, artística, de los géneros; otros, proclamándose víctimas de una campaña de difamación. Y es sólo una mutua malinterpretación: los primeros realmente no creen que los géneros tengan validez literaria, incluso cuando proclaman lo contrario, y los ven como cizaña; los otros, sienten esto como un ataque y persecución sistemáticos, cuando son más bien ignorados. He discutido esto muchas veces con SergioJesús Rodríguez; éste se opone a la clasificación por géneros, al grado que se niega a llamarlos así, por lo que ha acuñado para ellos el sinónimo de especialidades. Una palabra perfectamente aplicable y —de acuerdo al razonamiento que él expone— funcional y justificada; a pesar de ello, no la utilizo, por razones que espero hacer evidentes. Sergio-Jesús sostiene razonablemente (palabra que su legión de detractores sin duda me reprochará) que la literatura ideal no necesita de clasificaciones, puesto que éstas son inevitablemente inexactas, y gran cantidad de obras suelen traslapar elementos de diversas categorías. Por ello, la clasificación por géneros (o, para el caso, «especialidades» va a ser inexacta en el mejor de los casos y engañosa en el peor. 32

En esto estamos de acuerdo, e incluso Harlan Ellison y Poppy Z. Brite, acérrimos enemigos de la clasificación genérica, apoyarían esto. Sin embargo... Prosigue Sergio-Jesús, señalando que entre los escritores de horror, ciencia ficción, etc., hay muchos de gran valor, cuyas obras son aportaciones a la literatura en sí, que no conoce divisiones, por lo que no es la misma Literatura con mayúscula, o peor aún, «Literatura seria», que descarta y margina a los géneros. Sólo que leer únicamente uno u otro género es perder más que ganar, pues un lector, digamos de horror, va a dejar de leer muchas obras valiosas que probablemente le gustarían, pero que no son «de género». Muy cierto de nuevo; aunque yo mismo soy culpable de leer más horror y fantasía que otra cosa, hay muchos libros de literatura «a secas» que aprecio. Pero debo puntualizar: es verdad que, si bien hay muchos lectores que no tocarían un libro que no fuera de su género preferido, éstos no son los mejores lectores; son los enajenados. Y no son todos los casos. Sin duda, un libro que diga «horror» en la portada tiene asegurado atraer mi atención por encima de todos los demás, y no pretendo que esto sea bueno; pero si no leo algún buen libro será porque no despierta mi interés, no porque no sea de horror; incluso hay muchos libros de horror, algunos de calidad, que simplemente no me han interesado.


Pero. Hace años, mostré un ejemplar de la revista mexicana de ciencia ficción, horror y fantasía Umbrales a algunos escritores que conozco. Les expliqué cómo ésta circulaba sólo por suscripción, y cuando uno de ellos propuso suscribirse, el otro repuso: «Pero es ciencia ficción, no es lo nuestro». En otra ocasión, Gabriel Benítez propuso un experimento colectivo de fantasía en un taller literario al que ambos asistíamos, sin éxito. Al comentar esto con una compañera, ella me dijo como una obviedad: «Pero yo escribo poesía, y luego es de fantasía, imagínate, ¿cómo voy a poder hacer algo así?» Yo, habiendo leído los sonetos de Lovecraft, los poemas de ciencia ficción de Poe y Bradbury, la poesía mítica de Robert E. Howard, y tantas y tantas obras de poesía fantástica, no acerté a responder; estaba ocupado tratando de asimilar la idea de que alguien pudiera trazar una línea infranqueable entre la poesía y la literatura fantástica. El problema que se hace evidente es que los lectores más limitados no son necesariamente

los de los géneros. Conozco muchos lectores que se declaran imparciales, que afirman que la división entre la literatura y los géneros no significa nada y, como buenos lectores, no se guían por la clasificación de un libro para escogerlo; la gran mayoría de ellos, admite que si un libro dice «horror» o Ciencia ficción» o fantasía» en la portada, es muy poco probable que llegue a tocarlo. ¿Para qué nos encerramos en un ghetto? ¿Por qué permitimos esto, cuando hay autores que acaso no han recibido el reconocimiento que merecen como representantes dignos de la literatura universal, sólo porque sus obras sufren el estigma del género? Tal vez porque esa pregunta está formulada desde fuera, por aquellos que se apartan de los géneros, y que están dispuestos a dejar de leer a ese posible representante digno de la literatura universal, sólo por el estigma del género. Quien pregunta esto, ve a los géneros con desprecio, sea o no consciente de ello. 

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NATURALEZA MUERTA Hainz

C

uatro o cinco días han pasado desde que me encuentro viajando a la deriva, no en algún navío de nombre extraño sino en mi propia mente. Estoy consciente de lo que sucede, sin embargo es otra persona la que reproduce palabras por mí. He tratado de luchar contra las blancas paredes que me aprisionan dentro de una cabeza, pero aún si rasguño y golpeo nada pasa. Mi cuerpo pertenece a alguien más: Me he visto hacer cosas extrañas, estoy por eso desesperado y confundido. Si tuviera el control en estos momentos, me quitaría la vida, la tiraría al océano más profundo… Una persona sin esperanza pierde el miedo a la vida, porque no tiene más que perder. Hace más de un mes tuve tiempo para viajar, pensé en la playa como una buena opción para

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las vacaciones. Decidí que acamparíamos en «Rincón de oro», una playa casi virgen que por casualidad encontramos hace tiempo mi esposa y yo, poco antes de que ella falleciera. Un lugar distante del movimiento abrumador de la ciudad. Estaba seguro de que las niñas disfrutarían el leve movimiento de las olas y el dulce golpe de la brisa, igual que yo. No fue así. Desde que las gemelas pisaron el lugar no pararon de llorar de manera desquiciada sin que yo lograra entender la razón. A su corta edad no pronunciaban muchas palabras pero en sus rostros se leía el horror que de cualquier manera ningún lenguaje podría expresar, salvo el corporal. Incluso Romina, el ama de llaves estuvo inexplicablemente nerviosa en el lugar. Al principio imaginé que eran molestadas por los insectos, pero recordaba que a Romina siempre le había gustado el mar y ellos no eran un pretexto para impedirle disfrutarlo. Decidí entonces que regresaríamos a otra playa que hacía poco habíamos dejado atrás en nuestro camino acá, y ya allí, en lugar de acampar como era mi costumbre desde niño, nos registramos en el hotel. Dejaron de llorar las niñas y pasamos buenos tiempos juntos, aunque todos los días por la mañana yo solía irme solo a Rincón de Oro para disfrutar su soledad. El último día en la playa, poco antes de regresar a casa, estando yo en Rincón de Oro sin nadie

más, tuve una visión extraña: La marea comenzaba a ascender formando ondas a mi derredor, el tiempo parecía detenerse, todo sonido perdía su camino hasta mí, porque ni el choque de las olas pudo ser percibido; las escasas palmeras parecían moverse unas contra otras y sus troncos semejaban figuras humanas deformes. No supe en qué momento perdí el conocimiento. Sentí cómo el mar se apoderaba de mí y me tomaba como a un pequeño insecto entre sus gigantescas manos aún cuando yo me encontraba a varios metros más allá de las grandes olas. Siendo un sujeto controlador por naturaleza, perder el control de mí era motivo de pánico. No recuerdo más después de ese momento sino hasta ya entrada la tarde cuando logré despertarme; me alejé de ahí a grandes pasos mientras sentía que alguien me observaba. No volví la cabeza. Más tarde, a mi regreso, Romina, palideció al verme. Con ella nunca más volví a intercambiar palabra. Tomé a las niñas y volvimos los cuatro a casa. En el camino, Romina se limitó a mirarme mientras se esforzaba por ocultar que lo hacía. En el regreso no hubo más acontecimientos que algunos autos colisionados, lo que era normal en esa difícil carretera. Mi vida prosiguió como hasta entonces: muchas horas de oficina, gente necia a mi alrededor, algunos clientes insatisfechos… Hace cuatro o cinco días, Javier, el subgerente a mi cargo me invitó a ir a una taberna; 35


no quería llegar pronto a casa pues había tenido una disputa con su mujer. Mientras hablábamos y llegó el recuerdo de nuestras aventuras en la preparatoria y el correr de las copas, perdimos la noción del tiempo. Seguramente Romina, quien ha estado un tanto extraña desde nuestra ida a la playa, estará dormida, pensé. Invité entonces a Javier a dormir a casa, para dar una lección a su esposa. Javier se acomodó en un sillón y se durmió profundamente de inmediato. Yo decidí leer pues había perdido el sueño. Casi al final de mi lectura sucedió todo de manera alucinante: me vi atrapado en un cuarto blanco, yo gritaba, me sabía dormido e intentaba despertar. Aún en contra de mi voluntad mis manos tomaron un cuchillo de la cocina y con él atravesé docenas de veces el cuerpo de Javier hasta dejarlo vacío, inerte. Yo sabía lo que pasaba: Javier era mi amigo ¿Por qué estaba yo haciéndole esto?

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Con el ruido, las niñas y Romina se habían despertado y se encontraban de pie, allí, frente a mí, observándome, mientras mi cara reía sádicamente y a la vez yo me esforzaba por pronunciar siquiera una palabra, y quizá despertar... Romina cayó al piso por un ataque al corazón. Había muerto. No la culpo por huir de mí de esa manera. Las niñas me miraban tranquilas y no parecían tener miedo. No hemos salido de la casa desde aquel día. Nos hemos estado alimentando con los restos de las víctimas. Quizá pronto la policía venga debido al terrible olor de los cadáveres en descomposición. No quiero pensar en las consecuencias de todo esto. Sé lo que he llevado a hacer a mis hijas. Ellas se limitan a jugar, dormir, comer… 


doble horizonte

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Timo Berger Cuidado del paisaje

Los participantes del congreso de esperanto en Potsdam azotan al cafetero con su giros propagandísticos, chocolate-flavor en vez de leche achocolatada, en este tiempo no se les entiende nada porque su idioma jamás se impuso sobre el canturreo de los pájaros, menos por el parque de las plantas vivaces arriba marchitan hojas traducidas, abajo el bulbo transgénico raíces simbióticas de hongos y bacterias, más allá de los jardines rige el inglés básico en miles de vocablos, exceptuando cifras y marcas, la gramática de un encuentro simplificado, en una carnicería de Buda Peste, por ejemplo un hombre garabatea con el dedo un uno y dos ceros de un sistema de valores decimales en el aire como las velas para año nuevo, la mujer aludida con sus nuevas emotions sacadas del messenger blande al mismo ritmo un sable de salamín, filoso, envolviendo la única palabra compartida en papel 38


más tarde, casi a la mañana, echa agua sobre la cara de él, de un vaso puesto en el nochero, y luego de la revelación de las instantáneas del vodka, ambos perciben que la vida es más que un chat, que la química funcionaba ya antes de cambiar las cartas. 

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Con tartufo y treinta

El menú, el vino, auspiciados paternalmente la novia, una de las tres damas en sonrisa el mentón sin afeitar sobre un hombro en llagas ningún libro, ni árbol, ni niño que nos llama sólo el puño en el bolsillo frente a las velas en ronda  para Fabián Casas

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Músico emergente

Su banda no se llama Cyber Camus, ni su estilo Psychedelic Pop, son gemelos falsos de los nichos de mercado una teñida, la otra con Piercing en medias rayadas y en alemán haciendo el soundcheck o como decimos nosotros prueba de sonido y él, el auténtico, al collar de remache rompe los palillos sobre el bombo los corazones, el propio, en el camino hondo entre barrios y boliches salta, la lengua paseada por los hongos, el tranvía el combo de Pankow del carril al talento

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en el backstage enciende un vaso de vino y a Los Natas, el dĂ­a apunta y cuerpos que se necesitan van dejando manchas. ď‚Ľ

para David Magnus

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La demarcación del matrimonio

Están sentados ellos casi enfrente, las brasas no listas aún, ahora relajar las cejas, antes del asado jalar el yoga por la nariz, risas de él Su mujer, un baile con los platos, brilla ella roe las costillas y pregunta ¿alguien quiere café? Una mirada que cae del placard al taxi se retira a la noche él creyéndose en el derecho sobre un ajeno pubis Ella acomoda el periódico, los lentes sobre las cartas, las camisetas lo oye llegar, cuando el portero pule la manilla pero nadie escucha cuando pregunta dónde estaba Los lugares son conocidos, el territorio marcado, el hombre como categoría coloca prohibiciones en la barba, barriga a esta lengua que suena como si fuera ceceando 43


Más silencioso y durante pisos y meses una guerra de baja intensidad, aún sólo cicatrices ahí donde había milagros En el Room of her own la puerta de dos hojas, por la que sólo niños pasan, portadores de suerte y arequipa quemada todos los dedos y dedos de pie completos Delante del espejo de maquillaje el pensamiento abierto en un beso, un Yo era joven y bello que ata las valijas y de hecho sólo emprende una excursión. 

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Sergio Ríos (gallinas y conejos)

una masa en verdad anónima de pseudoliteratura experimental pretenciosa increíblemente poco imaginativa voluntarista sobrecargada de desinformación y penosamente marcada por las deformaciones que le ha inflingido su pretensión de adecuarse ventajosamente a la oferta y demanda de un supuesto mercado libre del arte más inclinado en todo caso a los pastiches botticellianos y ghirlandaianos sintonizada plenamente con el buen gusto más deplorable y siútico que a las obras experimentales o postmodernas expuestas en espacios alternativos o de riesgo por autores uniformadamente marginales pero dispuestos a pasarse al menor aviso a la nueva institucionalidad como si algo hubiera cambiado desde el punto de vista de una marginalidad crítica al sistema 

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(certificados)

I yo el deshollinador absurdo de esta fiebre te advierto del fuego y su filo inconstante de su caligrafĂ­a en el umbral como sĂ­ntesis lacerada del dĂ­a de su latido magro que guarda como herrumbre de cuando se apea y su quemadura adhiere filamentos de lluvia descompuesta y sucede y se dispersa a otra hoguera a otro fardo de sombras 46


desconfía de ese reposo que no clausuran los círculos de viento que no amaga el atardecer disimulado porque este fuego es el barandal donde la noche pesa sus ríos es el fuego imperativo que amordaza los ojos y si padeces la usura de enmudecer viajera con el vaso vacío hay una orilla invertebrada una ranura de azogue que desboca el alba en las migraciones que secretamente nos llevan 

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(el alfabeto)

III para Ángel Ortuño

es un ejercicio invertebrado (harto de los cielos de tul entre nenúfares lacios) que esas realidades ficticias acaben disolviéndose bajo tus pies tus plantas lluvia junto a la ornitología de la lluvia

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el manuscrito en equilibrio gótico un fuego lisiado pendiente un monosílabo a traspié tarde venientibus ossa 

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Carlos Vicente Castro Poemas

Tras la puerta, en altibajos de lengua, engarzados cuerpos mezclándose aprenden a desistir en el hielo como en el fuego de la luna opaca, espejo la sombra o montículo de sesos en diurnos trabajos de imán: estelas de segundos depositados en la miseria –cabal despojo los dedos que auscultaron la memoria– giran las persianas, rompen ventanas o cerebros, liquidan la cuenta debida al aire 50

luego reflexionan, sólo cartílagos o lagos, humedad sumida en la edad, hemorragia, venas o puentes escuchando. 


La noche es una lanza quebrada contra el muro de la tarde. Ya se ha hecho el insomnio como la humedad en los travesaños de la habitación bajo la lluvia. En su mente una gota aterida, como de sudor frío, a punto del bajante. Ha sido concedido el sueño que pidió la aurora. Sale a la circunferencia atrofiada de paisajes donde nadie espera ver a nadie. 

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Lo veo allí, de ausencia tan presente, frío y cálido, en medio de todas las palabras desterradas al pasado, borradas por lengua disparatada la mía, todavía no absuelta, espina o guadaña, filo éste de noches sin estrellas sabidas: veo a mi padre tibio en un charco, despertando, labrado a mano, otro sin testamento de fieras, cercano a los altibajos del aire atrapado en los pulmones: así he llamado a este saco de cemento endureciéndose, hallado en la calle por descuido. 

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Pero muy poco se ha de saber de las culebras que rondan en el estanque del cráneo. En su glóbulo dinamitado, ya la fiebre –sólo interferencias en lo blanco del filo, sólo sándalo para embaucar a los porfiados– alcanza las cosas adheridas en las neuronas: aquello indefinible que las hace, las deshace. 

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Gerardo Villanueva Incidente Celeste

a M.V

la cifra revelada en el cenit el nombre de esta brevísima porción que podría ser veintisiete agosto todos los siglos con sus númenes posibles crece el arcano de tu serenidad pertenencia universal condición de tu movimiento abrazador de un cielo inexistente …y de noche un espasmo se advierte centelleante en tus pestañas inmóviles  54


Ingrid

—corre carrete: nieve que cubre pantalla de blanco impoluto deslizada en diagonal el paciente te acompaña las montañas de Green Manors son blanco de tu memoria inmóvil sábana interminable en que viajas portátil el mundo en blanco y negro te viertes silenciosa onírico escenario en que sólo el psiquiatra es culpable se siente culpable o se culpabiliza por ser el único que siente culpa pero tu cabellera desenfrenada sabe volar jácara en caída veloz tándem arrollador que baja baja baja en carrera con el viento que corre como el carrete en su prisa 1945 apunta hacia abajo hacia lagos artificiales a los cuerpos como médanos congelados y a la geografía donde no estuvimos doctora 55


y quizá tampoco Salvador Dalí liador de secuencias veloces

Terraplén de cromo

Bergman eras otra en la locura limen de tu piedra histriónica que hace letra en la Historia ¿y tú

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Ingrid?

¿cuál culpa lanzabas al abismo? 


Fanny Enrigue Poemas

Esta obstinada piedra de mí brota. Miguel Hernández

presiento de la lluvia sonidos de puertos que traen un tacto de plumas, descorazonador. porque el desierto o el mar mejor sería cerrar los ojos, que no supieran escuchar los oídos para que los huracanes, para que insectos y moluscos. así ninguna fatiga ningún resabio nada a donde puedan los recuerdos atarse. mutilaciones, haberme perdido en lo efímero de un canto o en una esquina (¿quién lo sabe?) haberme perdido para buscarme en barcos, hendiduras de palabras

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con sólo esta sombra en las manos esta quimera. tras el dolorido hueco y el descubrimiento en cada cosa de un rostro sin reveses: el grito de las aves y la memoria, el habla en piedra, la piel en sal. abajo, el sueño prolongado -estallando en los costados, hiriendo. dónde están los puentes, los pies sobre las aguas las ventanas que esperan por la tarde a los niños. recorro nuevamente las venas, el árido palpitar los surcos que la sed me destemplo. violenta, alrededor del círculo doy vueltas a la otra desnudez tirante y pausada a la que se ahoga y finge no saberlo. danza de pieles, aquelarre de aves, vértigo. frutas y fresas ruedan como sílabas agudas entre el canto iracundo de pezuñas cáscaras. en la otra orilla, palacios de donde nacen agua, esferas quebradas, colas-enredaderas el deseo que no cesa esta palidez de hielo.  58


Debo viajar del corazón al cuerpo. Carmen Boullosa

no me voy todavía por completo sigo dando separadamente a la tinta y a las manos abiertas siete y media aún aquí. desconozco estas palmas, sus líneas que se desdibujan ignoro cuerdas ocultas tras la lengua. y me digo, cada vez, que debo volver a estos brazos muertos confesar el abandono de mis aguas la orfandad de piel y órganos su marcha en ebullición. tengo miedo de ir, de encontrar ciudades con calles vacías calles envenenadas de sales miedo de mi carne.

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no sé desde dónde hablo. Qué tierras yermas son éstas. por qué sólo en el lado jadeante de mareas me reconozco. en el fondo, el dolor de poblar muchas islas encontrarme sin cadáveres de árboles en casas sin muros el miedo a encontrarme siendo una. 

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n a r r a t i v a

ERA TU SONRISA FRANCA A LAS TRES DE LA MAÑANA Carlos Adolfo Gutiérrez Vidal

la mañana de febrero en que Martha había digerido a su primo Carlos fingió asombrarse de no sé qué primores de la primera versión inglesa de Penthouse® 62


A l e j a n d r í a

al ver a los sobrevivientes de la casa presintió jugosos racimos helado de chocolate con vetas de menta y vapor de agua pegado a los cristales de la sala en cada uno de los desiertos ecuatoriales de las arqueadas espaldas de sus parientes vio un sitio preciso la almohada es humildosa explicó pero si la levanto luego de tan pintoresca disgresión el lector se vería compelido a cerrar el volumen sintiendo su alma herida en lo más íntimo hacia la medianoche me despedí dos domingos después papá me llamó por teléfono desde el fin del mundo dijo que por primera vez en la vida había tenido ocasión de examinar los quince mil dodecasílabos de una epopeya tipográfica una impetuosa descripción de un lavadero cualquiera en la periferia

denostó con amargura a los poetas aqueste da al poema belicosa armadura de erudición estotro le da pompas y galas ambos baten en vano rememoro inconcebibles analogías alguna relación tienen con el lector Martha vivía en la casa de la poesía didáctica no sin remozar un procedimiento cuyo abolengo estaba fundado en la decisión de no hablar el lunes con Álvaro sino el jueves en la esquina en una cafetería de sobra conocida acepté con más resignación que entusiasmo nos fue difícil encontrar una mesa que fuera inexorablemente moderna era apenas 1983 y no quería quedarme un rato más en ese sitio 63


una lluvia torrencial me favoreció no desperdicié el evento y aparecí ya dadas las ocho en 1984 evalué con toda marcialidad los porvenires que me quedaban y supe que únicamente había una posibilidad concreta a) hablar con Álvaro me contuve un momento y aclaré una severa verdad seguía siendo lunes agregó que Martha había digerido a Carlos Martha era alta frágil ligeramente inclinada había en ella negligencias distracciones desdenes verdaderas crueldades que tal vez reclamaban una explicación patológica la locura esa de Carlos era considerable y confirmatoria pero no por ello dejaba de resultar insospechada después de todo aquella era llamada la urbe de los fracasos y yo tenía que hacerme portavoz de dos méritos inconclusos la perfección formal y el día contemporáneo aquello suponía un sólido prestigio logrado en todos los lugares de la perniciosa metrópoli de chico yo solía llegar a las siete y cuarto y quedarme unos veinticinco minutos en la ducha cada año aquello parecía un poco menos atroz que el resto de mis perversiones y otras no menos novedosas

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pero lo de Martha y su primo era un prodigio en vano algo para defender su delirio para no comprobar meses después que estaban in-tactos Martha Sahagún™ murió en 1989 desde entonces no dejé pasar un seis de febrero sin volver a su memoria sin esperanza y de manera absolutamente ineficaz aprovechaba hasta hace muy poco las noches y las fiestas para no darme cuenta de que estaba idiota alguien tendría que matarme sentí un confuso malestar que traté de atribuir a una operación de corazón abierto noté que las letras de un kilómetro del curso de un pájaro no se rebajaban un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo fue entonces cuando decidí viajar para ver a mi padre y saludarlo estupefacto ante la idea solo pude balbucear formidable sí formidable la indiferencia de mi relato empieza aquí con una tierna desesperación que me aproxima a nada acaso a recordar su nombre Martha Martha Cecilia Martha Cecilia Sahagún Martha querida Martha perdida para siempre y harta de carnes fofas y envenenada por el tiempo


a fin de cuentas una sola cosa es lo que importa y es que ella se llamaba Martha se llamaba Martha se llamaba así lo de Carlos ocurrió poco después hablo con sequedad luego de haber comprendido que el trabajo del poeta no está en la poesía está en la tierra y eso me hace sentir menos idiota una copita por favor una copita más y te quedas solo hijo de puta algún roedor te mete un miedo punzante y frío por el culo fácil empresa a los pocos minutos ves el aleph en el inefable centro de una esfera cuyo centro está en la invención de otras razones con la mirada busqué en vano las ridículas alas del deseo pero no sólo películas de acción y bajo presupuesto una vez olvidado cualquier reparo en el lector quien sin lugar a dudas se vería compelido a cerrar el volumen luego de sentirse herido en lo más íntimo el alma incurable y negra de mamá Martha siguió dándose de topes contra las paredes de la casa con suma melancolía hacia la medianoche me despedí buenas noches dije hasta el próximo domingo dos domingos después papá me llamó por teléfono ahora entiendo por qué nunca escribía

previsiblemente respondió que todo había sido mi culpa esos conceptos turbios sobre el parentesco y otros más figuraban entre la bullanga ensordecedora de la voz de mi padre me propuso encontrarnos en un sitio equívoco alguno que nos fuera deparado por el ocio agregó que Martha Sahagún™ murió con una gloria intachable la más puta de todas la más mala mujer la que mamaba las vergas de sus tíos antes de arrancarles la espina dorsal aunque sentía una infinita veneración por mi padre me daba lástima su forma de curiosear donde no lo llamaban su voz aborrecida y jovial indicaba que se había devanado los sesos en averiguar lo que estaba ocurriendo en casa tengo que admitir que siempre odié a mi padre acaso ese sentimiento era siempre matizado por una negación continua al hallazgo de una batalla mayor entre ambos siempre enviaba tarjetas postales sin importar donde estuviera aún así se tratase de algún ángulo del sótano al que mis tíos me tenían prohibido el descenso pero un buen día alguien dijo que me sería deparado ese privilegio si no volvía nunca más a casa luego del treinta de abril la idea empezó a maravillarme y aunque aque65


lla forzada reunión con Álvaro tendría lugar algún jueves improbable que más bien era un lunes decidí olvidarme para siempre de la casa de los tíos del helado de chocolate y vetas de menta de las duchas largas y cuanta perversión había hecho que el tío Carlos me colmara de una maligna felicidad que por más íntima que pareciera no era más que el reflejo de todo lo que nos habíamos detestado desde la calle frente a aquel café (el del lunes) y en las mesas vecinas el excitado público mencionaba las sumas invertidas del endeudamiento global y los stocks de la bolsa publicados en Times Square no había oportunidad para el regateo con el tío Carlos felizmente nada ocurrió salvo un rencor inevitable que me inspiró aquel hombre que me leyera un pasaje aunque fuera breve de las más bajas pasiones de mi madre traspoladas a las mías abrió un cajón del escritorio (aquel que tiempo después guardaría sus testículos y los de todos sus hermanos) y me mostró cartas obscenas increíblemente precisas en las que se decía una y otra vez que mamá Martha moriría en 1989 desde entonces no dejé pasar un treinta de abril (entre 1981 y 1984) para salir por piernas de la casa cada que el sol se ponía y Martha empezaba a gemir con los contornos de aquella esfera encontrada tiempo atrás 66

felizmente nada ocurrió salvo un rencor inevitable que me inspiró aquel hombre que me permitía pedantemente bajar al sótano con la severa condición de irme de la casa un par de días después ven te voy a enseñar mi aleph me dijo Carlos un buen día para defender su delirio me di cuenta de que era el último primogénito el hijo mongol de hecho los tres hermanos mongoles éramos yo y éramos tres una trinidad divina decían los tíos al recibir nuestros favores de modo que aquella candente mañana de febrero es decir el primer día que Martha murió sentí un confuso malestar que traté de atribuir a la imaginación luego hice uso de la lima para arreglar las uñas del cadáver de mi madre tratábase todo entonces de una mano una que empecé a acicalar con esmero y sobre la cual vislumbré un mapa. me vi a mí mismo dirigiéndome a un tiempo hacia oriente y occidente hacia el norte y el sur para encontrar a mi padre *** era tu sonrisa más franca que aquellas antiguas ilusiones no había mucho qué decir y sin embargo nos lo quisimos contar todo como si aquella historia


disparatada de encuentros y desencuentros nos fuera a permitir entender algo aquella mañana apareciste de repente en el centro de la sala con el costado abierto desangrándote y tratando de enderezarte el copete con una de tus mangas

no tenían idea de cómo calmar sus nervios pretendían transferir sus pasos entre sí pero cada que lo intentaban terminaban por estallar en una verdad concebida como proyecto ¿qué diablos podrían hacer para olvidarse de todos sus parientes?

me releíste aquella carta de papá cuatro o cinco páginas. las había corregido según un depravado principio de ostentación verbal «donde antes hubo un árbol vi una pequeña esfera tornasolada de un fulgor casi intolerable al principio la creí giratoria luego comprendí que no era necesario pararse frente a ella volví a sentir aquellas cálidas caricias y de súbito se reiteraron las mismas confidencias aquello constituía la gran obra alquímica ese opus nigrum que permite asociar el pensamiento con el cuerpo y la razón con aquello que los separa»

no reconocía tonalidad alguna y los colores parecían ser los mismos cada que emprendía un nuevo viaje mi voz resultaba áspera y se dejaba ver aquella tristeza sensual que Martha me había dejado como regalo aquel sufrimiento me ayudaba a saber que no me había vuelto loco sentía un confuso malestar que traté de atribuir a algo inexplicable en su vagina me sentía como un simple impulso en el incesante y vasto universo un invitado que encuentra las puertas secretas de la casa la clave para descifrar todos los mensajes

como veían que no estaban frente a ella decidieron dar un paso al frente pero nunca pensaron que llegaría a cansarles tanto recordaron que debían tener cuidado con dormir y despertar de pronto recordaron hasta la más mínima instrucción y se detuvieron en los estantes más altos casi inalcanzables allá por el por el dulce recuerdo del sometimiento de su estirpe

acá se han sumergido la luna y las Pléyades pasan las horas sin relojes ni tiempo todo parece tener la consistencia del papel mojado y no existe la distancia a veces alcanzo a toparme con mamá en algún sitio recóndito me dice que me extraña y que no tiene caso que siga en busca de mi padre y así como el tintinear de una batalla viendo pasar la vida como una serie interminable de 67


tarjetas postales vi en un prado hespérido la urgencia de todo hombre por un tácito momento para entregarse a su lugar aquella súbita gratificación parecía borrar nuestros rencores sin duda algo menos atroz que lo que había previsto en las comisuras de tu geometría no hay minuto en que sólo piense en ti pero aquello era irrefutable nos detuvimos en forma simultánea los dos articulamos palabras porque ambos sabíamos de lo adverso o viceversa en aquel tiempo para que cada objeto revelara lo suyo es decir la misma cosa bastaba con gozar y sufrir entonces clavé mis ojos como dos alfileres vivos en su mejilla a guisa de respuesta por mantener

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aquel sentir aún intacto a pesar del anatema y la traición y lo insté a aprovechar la demolición de su persona no sintió dolor sólo el placer de lo que sucedería el policía seguía empeñado en que Martha había digerido a su primo Carlos vi un cáncer en el fondo a la altura del cuello y un fuerte repudio que le zumbaba en las orejas corrí al baño con mi revolver apuntando hacia Martha mientras ella lo jalaba con suavidad del pelo y él sin dejar de atender a los pies desnudos a aquellos desayunos colmados de la ineptitud de su frivolidad se oprimía fuertemente los pezones al tiempo que iniciaba su último viaje sin retorno 


Raúl Bañuelos / José Brú / Dante Medina / Ramsés Figueroa

POESÍA VIVA DE ANDALUCÍA José Manuel Caballero Bonald • Rafael Alcalá Francisco Gálvez • Juan José Téllez Rubio Uberto Stabile • Jesús Aguado • Aurora Luque • José Antonio Mesa Toré • Balbina Prior • Álvaro García • Antonio Orihuela 69


POESÍA VIVA ANDALUZA Dante Medina

C

on un equipo de mucha experiencia en la elaboración de antologías, estamos preparando una amplia muestra de poesía andaluza, y otra de cuento andaluz, destinadas a presentarse en la Feria Internacional del Libro como parte del homenaje que este año la fil le rinde a Andalucía. Antes, ya hemos preparado volúmenes antológicos por regiones o países: Perú (Poesía viva de Perú), Cuba (Heridos por la luz), Cataluña (He decidido seguir viviendo), Jalisco (Poesía viva de Jalisco). Este grupo de trabajo está integrado por cuatro investigadores de la Universidad de Guadalajara: Raúl Bañuelos, José Brú, Dante Medina, y Jorge Souza; y un narrador, Ramsés Figueroa. Recientemente, hicimos un viaje a Andalucía para entrevistarnos con poetas y cuentistas, obtener obra reciente o inédita, asistir a lecturas, visitar librerías, revisar bibliotecas privadas. Con el material de los cientos de libros y los miles de poemas y cuentos que recopilamos, construimos actualmente las dos antologías que abarcan los ocho polos andaluces (Sevilla, Granada, Córdoba, Cádiz, Almería, Jaén, Málaga, Huelva): Poesía viva de Andalucía, y Cuento vivo de Andalucía. Ambos volúmenes incluyen obra de autores vivos, desde los mayores hasta los jóvenes. Aquí presentamos un brevísimo adelanto de la vastísima producción poética andaluza. 

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José Manuel Caballero Bonald Jerez de la Frontera, 1926

Rimado de palacio El muy brillante en sociedad, profesión habitualmente tenida como pingüe, logra lo inverosímil con su sola presencia o, más aún, con la noticia simple e interjectiva de que vendrá después, ha prometido venir, ya no debe tardar. Ni líder ni orador, al auditorio ensimismado arrastra: consiste en su apariencia de íncubo, en su noble manera de sonarse, en las proclamas de su patriotismo, en su apócrifa taumaturgia. Jamás oséis rozar sus entorchados, demostrarle premuras, distracciones, sueño, turbarlo en su tribuna: no os oirá, perdone, es sordo a contingencias, usa capitulares para hablar, controla 71


desde la ojiva de su porte el rango de los aspirantes. El fuego apenas si lo daña, sobrevive a derrumbes, ingiere muy escasos alimentos, pacta, en fin, con todo aquel que medra en lo mediocre 

Defiéndame Dios de mí Entre muros de vidrio y de papel, sangrientas láminas de tinta agraz y vino intraducible, voy recogiendo cada furtiva noche alguna palabra, algún rescoldo de humildad o de olvido con que pueda perder mi lucha contra mí. Yo imploro al miedo, a la locura, al delincuente corazón, para que no mancillen este piadoso vértigo de tierra podrida, esta borrosa efigie del desdén, y que me dejen desoír los oráculos, 72


andar a tientas hasta poder llegar a equivocarme impunemente, mereciendo mi propia perdición. Usurpadores panes, sucios oros coléricos, vaso libro malditos, libradme del laurel alevoso, de la paz enemiga. ¿Quién eres tú que osas profanar este inviolable cerco de esclavitud: la mesa vil, la sábana cobarde, los oficios degradados del tiempo? ¿Para qué tanta propiciatoria rebelión? Nunca más, nunca más. Estoy solo mirando las cenizas de la noche indefensa, los rastros del azar trunco en vida sin nadie. Tumba y tesoro, duermo conspirando conmigo, levantando setenta veces siete

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la bandera del miedo, la culpable rapiña de los años. Madre primera, búscame entre los hijos de la ira, ciégame el pecho injusto, restáñame este vidrio desolado, este papel escrito para nunca. Aquí se yergue la equidad de mi derrota. Defiéndame Dios de mí. 

Rafael Alcalá Málaga, 1943

Anacoreta Lleva ya treinta años recorriendo el desierto. Se alimenta de insectos y bebe de los cactus. Su vestimenta es pobre: una harapa muy tosca para envolver su cuerpo y protege los pies con sandalias de cáñamo. Duerme sobre guijarros. Cubre durante el día inumerables dunas sin importarle apenas el punto de destino. 74


Con la oración aplaca sus humanos instintos. Con la meditación, anula los recuerdos. Sólo responde al móvil (que en la cintura pende) cuando el piloto rojo se enciende intermitente. Es señal inequívoca: en Nueva York la Bolsa ha roto expectativas. 

Francisco Gálvez Córdoba, 1945

Manuscrito Toda escritura oculta regresa, y vuelve a la luz. Las palabras de otro tiempo, su historia, se revela con el silencio amarillo de sus palabras cautivas en cuidada caligrafía, y delatan otro universo jamás contado; son destellos que cierran una puerta y otra abren a una nueva mirada, sin secretos.  75


Cualidades del contestador Algunas cualidades tiene. Por ejemplo escuchar tu voz cada vez que lo deseo. Hablar sin esperar respuesta, decir amor a quien lo ignora y pensar que ocupo un lugar en tus sueños y en tus horas. Es como estar acompañado en la página escogida. 

De manera inesperada el teléfono como un símbolo descansa junto a ti en silencio, indiscreto y sin miramientos, sin horas o momentos propios. Y de manera inesperada interrumpe tu intimidad y sin aprobación de nadie entra en tu casa y en tu vida sin decir hola o buenos días, y estridente ocupa tu lugar 76


tu tiempo y tus pensamientos, descoloca todas las cosas. Y luego dice adiós siempre dejándote la vida interrumpida. 

Juan José Téllez Rubio Algeciras, 1958 …publicar bandos y fixar edictos para que todos los gitanos, que tienen vecindad en las ciudades y villas de su asignación se restituyan en el término de quince días a sus lugares de domicilios, pena de ser declarados, pasado este término, por bandidos públicos… (Novíssima recopilación, Libro XII) Para Juan de Loxa y Pepe Heredia Maya

Y de Undivé, los gitanos, y «qué sinaí de llantos» palpitaron «ah tierra pon» la luz de los escaldillos, las tinajas, aquí se les llenó el clarear andalusí de las guitarras, las matas de Jaén, las vegas granadinas y luego «ese católico además de católicos reyes» invasores. Al sur, le dejaron sin olivos, sin bandera, sin idioma y sin cosecha. Desde allí, «tan sólo el látigo o la espuma entre los belfos» se nos queda. Y nosotros los payos, os dispusimos en celdas de metal, en las carretas de sal y de mistela. Una orden de siglos sobre la espalda. Era aquella ley ojival 77


de la violencia hecha vino, hecha regla de los fuertes, de los serios oficiales de los templos, y descrita como el deseo de Dios, de los planetas y del hombre. Dejadles abrirnos la mar de los corrales. Que acudan hacia el pan de los candiles. Hay una raza de nubes peregrinas al zócalo azul del arco iris, y nos hablan: «Nací gitano, si no soy bueno será por algo» (balas blancas sobre el mosto arcaico de las viñas). Y a nosotros, los payos, nos acuso de acatar la voz de los chacales, de cerrar los ojos hacia los patios y negar que el lirio es libre y que la esperanza es vuestra. 

La chica del guardarropa En madrid, hay un bar que no cierra nunca, donde un músico ensaya su pasión por el mambo —la cadera se mueve—, al que Dios bendiga. Allí sirve licores una mujer empinada que registra la carne y calienta el bolsillo —pelirroja salvaje—, que se llama Yolanda. Mirad a las parejas que bailan su tranquila vocación por la muerte. Yo prefiero —uniforme añil—, a la joven que guarda los abrigos. 

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Uberto Stabile Valencia, 1959

Exigencias de la edad Si tu mal tiene remedio ¿por qué te afliges? Y si tu mal no tiene remedio ¿por qué te afliges? Proverbio inglés o chino

Dicen que lo último que se pierde es la esperanza, pero si ya has perdido el sentido del humor, ¿de qué te sirve la esperanza? Te doblo la edad duermo la mitad de horas que tú fumo tres veces más gano cada día la paciencia que tú pierdes a diario, ¿y aún piensas que somos almas gemelas…? Después del amor siempre llega el sueño y mientras tú roncas yo devoro cigarrillos, tu ansiedad tiene un límite la mía un final. Cuando pierdas el sueño descubrirás que el amor es siempre otra cosa, lo que para ti es un mito para mí es sólo una leyenda. Es la edad la que no perdona 79


no admite créditos, devoluciones ni transferencias, podemos compartir una vida pero de la muerte nos tendremos que reír a solas. 

Vidas rebeldes Ningún camino de flores conduce a la gloria Jean de la Fontaine

Cuando era más joven pensaba que ser libre era ser libre algo así como no tener obligaciones ni compromisos, nada por lo que vivir, nada por lo que morir rebelde sin causas conocidas. Años más tarde descubrí que alguien tenía que tirar la basura todas las noches, porque la vida y la casa empezaban a oler mal, como huele uno cuando critica todo cuanto no es. Años más tarde descubrí entre la basura que tiraba el dulce aroma de mi propio hogar tu ropa sucia, mis fotografías los juguetes viejos de los niños y esa llave que nunca supe lo que abría, pero ya había perdido la casa y tuve que reconstruir la esperanza mucho más lejos de donde estaba calculado. Ahora, cuando cada noche salgo a la calle con mi bolsa de basura 80


y aprovecho el paseo para encender ese cigarrillo que despierta los perros de los vecinos y los veo en sus casitas encendidas consumir la vida, me doy cuenta que en la oscuridad era más fácil ser libre. 

Jesús Aguado Madrid, 1961

Lección de metafísica Lo que existe parece que no existe porque tú lo has tocado ser adentro, porque tú lo has tocado beso adentro con la nerviosa lengua de la nada. Me palpas con tus manos infinitas (no son manos, lo sé, sino estallidos: el tiempo que no llega nunca a tiempo, un tiempo adelantado o retrasado que acaba siendo mar o nebulosa) y se borra mi cuerpo, y al borrarse por fin se hace visible: un signo cero suspendido en el aire entre nosotros. 81


Me piensas con tu boca y con tu sexo, esos dos silogismos refutables esos dioses borrachos que han perdido la pizarra o azar donde escribirme. Y al pensarme me restas, me haces menos, me deshaces, viertes al vacío, me entregas al no ser y maniatado. Parece que no existo por tu amor porque tu amor me funda, es el origen ese punto o lugar donde está todo (también lo que no está: tu ausencia: nada). Tu cuerpo me hace náufrago, un islote de repente ignorado por el cosmos, meteorito tachado de los mapas, nave sin un planeta al que volver que fuera giro a giro di-sol-viéndose en la luz cegadora del olvido. Tu cuerpo hace que exista lo que existe: tu cuerpo hace imposible lo que existe. 

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Aurora Luque Almería,1962

Terraza Gentlemen, seguimos nuestra excursión a muchas brazas bajo el nivel del Egeo Yorgos Seferis

—De acuerdo: ya no existen visionarios, el exceso de amor no está de moda —tampoco el adjetivo de color— y es ridículo hablar de las sirenas. El poeta se ausenta del poema; entretanto, toma café o el sol con los amigos, baja un taxi hasta el mar y la metáfora se desnuda delgada entre las olas. —¿Prefieres la piscina? El poema no sufre descarnado de ti. Toma un vaso y ginebra, sumerge tu inocencia, paladea la tarde sin noticia, sin mito, sin pasado, en la indolente hamaca del silencio. De regreso, tu poema te aguarda suicidado. 

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Tópico Ya no atrapes el día —no se deja, no es tan fácil ser dueña del presente, persistir en la dicha o detenerla para el trámite mínimo de asignarle palabras. Y ni al acariciar las sienes o los pómulos o el pecho que con furia deseas, cuando la luz parece palparse con las yemas de los dedos, estás lejos al fin de los vampiros: la Utopía, el Vacío, la Memoria. Amas para escribirlo solamente, la dicha pide a gritos que un recuerdo del futuro la abrace y la duplique. No corras tras el día. Si no lo acosas puede que se tienda sumiso de noche en tu regazo. 

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José Antonio Mesa Toré Málaga, 1963

Balance La vida agota. Juegos son primero sus trampas y espejismo la cordura. El alcohol, las mujeres, el casero tarde o temprano pasan su factura. Amor más poderoso que el dinero, si no acabara siempre en amargura. Amor que va de vuelo y dice muero por ti mientras nos presta sepultura. La vida cansa, cuenta la estadística. El jefe, los amigos, los atascos mandan al otro barrio corazones. Pero antes que enrolarme en otra mística, apuesto por la vida y no hago ascos a su locura. Tengo mis razones. 

Bares de carretera El lento planear de los ventiladores sigue la melodía, frecuencia modulada 85


de una voz que demora sobre los mostradores del carmín displicente el fin de madrugada. A estas horas, el timbre de los despertadores debe estar alertando a la ciudad velada de que se acerca el día. Un trajín de ascensores y un trueque de palabras que nunca dicen nada será toda la historia. Pero tú, en la trinchera de los últimos bares, resistes el combate del recuerdo y esperas que un cuerpo te rescate de otro cuerpo. Sin rumbo, tomas la carretera y un veloz tiralíneas que temblase es el coche en el que vas huyendo de ti o de la noche. 

Balbina Prior Villaviciosa, Córdoba, 1964

Una oficina propia A Virginia Woolf

Nuestra tarea no es ya recolectar madura fruta con trampa mortal que se muerda. Ahora que en la casa dejamos atrás las naves hundidas, sin olvidar la flor en el cabello que nos perfuma desde generaciones, 86


no seremos más púgiles en un ring sexual de barro, superdotadas para el teatro del amor, aficionadas al abalorio antes de iniciar la pubertad, al ritual de cuerpos engastados en aceites nocivos para que resbalen todas las enemigas. No soy cobarde si eso me llaman, desafío las etiquetas pasajeras de verde disputa y negro fango, y nos gritéis al viento parciales victorias, si quisiera también hubiera ascendido por el puente de plata que al deseado trofeo conduce. Pero si frotamos bien el siglo Veintiuno, nos permite formular un único sueño: Él ya no será más mi oficina. No será su cuenta bancaria, ni una visa oro, corazón de plástico en su cartera, el ansiado puesto de trabajo. Él nunca más será nuestra oficina, el sólo tragaluz para un sótano sombrío, la única hiedra por la que escalar el muro a un despacho propio. Si aún queréis zurcir, cosed líquido valor a vuestras hijas, en un top Delacroix de pecho desnudo y caminad, caminad. 

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Sobre el decir que la poesía de género no existe Dedicado a Anne Killegrew

Resiste el tiempo la tentación de quitarme unos ovarios que me fueron prestados para algo que llaman engendrar, supongo que no poetas, porque la casa está en llamas y de tercer grado la locura llamada licencia masculina para versificar. Tenéis la mayoría de edad pues callad que editores y críticos buscan angustiados palabras de mujer, ansían autoras uncidas a éxito y fama, sacadas de cualquier hogar literario. No podréis esgrimir temas diferentes a gallina ciega o a Goya, ese pobre sordo loco, género, número o si acaso un lirismo multisexual, que nunca os fue negada antología. De acuerdo que la maternidad serán ellos los que mejor la poeticen, los más diestros en acallar con su grácil verbo, donaire, esprocédica y temida bravura toda queja de coro rebelde, pero esta crisis no la gobiernan.

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Y hallándome desatada en este discurso con dos poetas amigos, mis ovarios de nuevo un trocito de saldeva reclamado, pastilla nada poética, por cierto, ahora que conseguía la modernidad, ahora que no me niegan el pan, la sal, ni el pimentón poético de saraos plenos. Ahora que tocaba el mundo. 

Álvaro García Málaga, 1965

Tren de vuelta Después de un año vuelven a su sitio mis libros y yo vuelvo con la idea de no marcharme más. Toda la tarde la paso en la terraza, hasta esa hora en que nos ve el vecino aunque nosotros no lo vemos a él. Pero la noche no ha llegado y probablemente tarde un buen rato en hacerse con nosotros y nuestras ganas de poner en hora el reloj del afecto. Si esta noche 89


saliese ¿habría amigos en el sitio de siempre y aburriéndose? Ni idea. Es absurdo el momento de la noche cuando te has decidido un poco tarde. Casi te olvidarías de la idea de llamar, aunque uno de nosotros no se va a molestar por media hora y su familia viva en otro sitio. Si pensé que ya iba siendo hora de no asociar la vida a un solo sitio y me marché a otro en una noche ferroviaria y vulgar y con la idea de huir antes que fuese ya muy tarde (le ha pasado a cualquiera de nosotros), he visto que el instinto nos idea otro futuro y no hallamos la hora de renunciar: o el éxito o nosotros; y queremos volver al viejo sitio, aunque sea intuyendo que esa noche aplazamos la gloria hasta más tarde. 

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Antonio Orihuela Moguer, Huelva, 1965

El gramo de carne más caro del mundo Una hamburguesa de 80 gramos de vaca amazónica vale, en moneda medioambiental, media tonelada de selva tropical.

el juguete más caro del mundo Cada juguete que acompaña a una hamburguesa vale, millones de jornadas de explotación extrema en las fábricas del sureste de China. el segundo de publicidad más caro del mundo McDonald´s gasta dos billones de dólares cada día en convencernos de que es una empresa responsable, verde y nutritiva. el salario más bajo del primer mundo.

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Los trabajadores de McDonald´s son jóvenes, sin opciones laborales, forzados a ser explotados y sonreír, duran poco y es imposible organizarlos, en McDonald´s no hay sindicatos. el sándwich más delgado y con menos calorías del mundo McÁfrica. El tomate se adapta a McDonald´s. La patata se adapta a McDonald´s. El indígena se adapta a McDonald´s. El ketchup siempre tiene el mismo grado de fluidez. La sangre vertida siempre tiene el mismo grado de fluidez para no provocar pérdidas económicas. 

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Heliópolis

miscelánea • crónica • libros • cine • música • arte


Dora Moro

Cinco segundos de Montalbetti

M

ario Montalbetti es un poeta preocupado por lo que sucede en Perú con la poesía, por lo que transita en Internet, por lo que los jóvenes realizan y no es difícil advertirlo en su trabajo pues aunque su generación debió ya de absorber las raíces de la postmodernidad, no todos lo han hecho como él. La voz de Montalbetti es discursiva, bañada por los beats y los ingleses como T. S. Elliot, formula preguntas que no responde, pero las exhibe a veces con sarcasmo, expone miseria, lleva lo cotidiano a un nivel sorpresivo como en El peruano perfecto: ¿Quién es 100

este hombre?/ ¿Qué hace este hombre(…)/¿Por qué afila los cuchillos en lugar de gozar del sol o beber un vaso de agua fría bajo el cobertizo? Originalidad es la sensación que despierta Montalbetti con sus Cinco Segundos de Horizonte (Lima 2005) poesía diferente a la «acostumbrada», al poema descriptivo aunque fotografíe, al poema efectista aunque indudablemente provoque una reacción, lo que Mario ejecuta en cada poema es un sistema, un código en el que si el lector logra insertarse una sola vez, difícilmente abandonará la interactividad con el autor.

Montalbetti no tiene polvo en sus versos, no tiene rezagos de sesentero inconforme, actualiza las formas, no las recicla, si no que, deshebra estructuras y las muestra hilo por hilo para conformar una trama vista a zoom en cada poema. Aplica el lenguaje de una manera efectiva y joven sin rebuscamientos, nos muestra ese diálogo interno que se genera en lo cotidiano del descanso, en lo flecha de la contemplación o en lo inquieto del estrés. En los poemas de Montalbetti es palpable el instante, la congelación del sentimiento, como si varias


cámaras realizaran el efecto Bullet Time y en el interior del personaje o en el discurso del poema, se moviera una conciencia parlante, mientras alrededor todo está quieto. Retórica que mantiene al lector expectante y sumido en la gimnasia mental de quien habla en cada poema. Aliteración se antepone, luego la concreción, la síntesis. El lenguaje de los poemas parece fácil en su narrativa pero los referentes psicológicos, el riesgo en la sintaxis que expone la idea, la volición de un contraste semántico y hasta cronológico me atrevería a decir, logran redondearle al lector la percepción total del texto. Mario retuerce el curso del poema para luego extenderlo en el plano de la página y alisarlo con las manos de manera sencilla, como si después de un proceso laborioso, surgiera el poema mostrándonos «aquí no ha pasado nada» y todo queda en su sitio, como dice Bachelard.

Los adjetivos se desplazan para dar movimiento, los artículos sólo en caso indispensable, los conectores o conjunciones son ganchos que engarzan trucos, fórmulas, pócimas y hasta venenos que Montalbetti riega en la hoja como parte de sus rituales filológicos. Métodos personales, estructuras minuciosas pero de apariencia simple como una maquinaria oculta a la que por fuera se le opera con un simple botón Un ave. Un mar. Un video al límite, cinco/segundos de horizonte y a ver qué haces. Las pausas como en pentagrama, definidas por puntos viscerales, deliberadamente funestos, terminantes. El apareo de palabras-fierro con palabras flexibles que logran un discurso rapaz. El uso de interrogantes en Cinco Minutos de Horizonte, Considerado por la crítica peruana como uno de los mejores libros de 2005, logra que los textos adquieran un bajo fondo en el que se

esconden intenciones que, para el lector acostumbrado a la poesía, saltarán a la luz en la primera lectura y lograrán una reflexión, una demanda, una denuncia y una crítica por la que Montalbetti nos lleva de la mano. No poesía filosófica, si filológica, actualmente radica en Arizona enseñando. La poesía de Montalbetti no está pegada al hueso de ningún concepto, en cada poema se despliegan temas, avisos distintos. Pareciera de pronto que la semántica ejerce un revuelo desordenado y con esto se logra una salida y una entrada como en el zoom ya mencionado. Primero coloca una escena, un dónde, cuándo, cómo y nos sumerge de pronto en un pozo de emociones o sentimientos que cuestionan la condición humana. Vuelve a la escena, a lo visual, a un paraje donde se estaciona cada color, cada objeto con razón y objetivo. De una estrofa a otra se van sucediendo imágenes claras, 101


porque la claridad, no muy obvia, de Montalbetti es una de sus cualidades. Se logra unidad, por medio de estas sucesiones, de esta laboriosa urdimbre de nuevo y clásico, de imagen y sonido, de ritmo y corte, la unidad se impone a manera de bloque. Sí, denominaría la estructura Montalbettiana como de bloque, son como estrofas que se van sucediendo dentro de una tensión no muy rígida pero sí constante. Cada recurrencia nos remite al principio o al mood de cada poema y por esto la poesía de Montalbetti es una que se recuerda, que se extrae de sus páginas para inyectarse en algún sitio de nuestro cuerpo, en el cerebro, sí, pero de seguro en una pierna, en una articulación, en algún ganglio en donde lastime o incomode hasta recordarnos que el horizonte tiene siempre lágrimas por telones. 

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El peruano perfecto Mario Montalbetti ¿Quién es este hombre? ¿Qué hace este hombre? ¿Por qué está sentado bajo el cobertizo de su casa? ¿A quién espera sentado bajo el cobertizo? Esta es su casa. Esta no es su casa. El hombre nació en el Perú pero ahora vive en Arizona. El hombre vive solo en Arizona. El hombre vive exactamente a 6104 kilómetros de su esposa y de su hijo. Esta es la casa del hombre. Esta no es la casa del hombre. ¿Por qué está sentado bajo el cobertizo de la casa? El hombre prepara una clase de filología. El hombre es profesor de filología en la Universidad de Arizona. Mañana es la clase. El hombre prepara la clase. El hombre se sienta bajo el cobertizo y prepara la clase. Eso es lo que hace el hombre. ¿En qué piensa el hombre? En la clase de mañana. El hombre agrupa las palabras angosto, angustia, angina y observa que comparten una misma raíz. ¿Por qué se levanta el hombre? ¿Por qué abandona la sombra del cobertizo y se dirige a la cocina? El hombre se dirige a la cocina porque ahí están sus cuchillos. El hombre va por los cuchillos. El hombre se dispone a afilar los cuchillos mientras piensa en un grupo de palabras. ¿Por qué afila los cuchillos en lugar de gozar del sol o beber un vaso de agua fría bajo


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el cobertizo? El hombre afila los cuchillos y deja de pensar en la clase. ¿Por qué ha dejado de pensar en la clase? ¿Por qué sigue afilando los cuchillos una vez que ya están afilados? El hombre guarda los cuchillos en una gaveta de la cocina. El hombre ha terminado de afilarlos. El hombre regresa al cobertizo, ¿por qué regresa el hombre a sentarse bajo el cobertizo de la casa? Esta es la casa del hombre. Esta no es la casa del hombre. El hombre está sentado bajo el cobertizo. Ya ha preparado la clase de mañana. Ya ha afilado los cuchillos. Ahora prepara el hombre su propia muerte y resurrección. 

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El arte de la caza

Marco Antonio Gabriel a novela Estrella distante, editada por Anagrama, parece cuestionarnos: ¿Qué estrella cae sin que nadie la mire? Refiriéndose a un hecho enorme, y que sin embargo, ocurre continuamente en la inmensidad del espacio. Estrella distante, es una novela de persecución, donde se caza a un poeta, a un asesino serial, a un héroe, a la literatura, a un mito y a nadie a la vez. Sus personajes son seres que viven de la literatura, capaces de intentar olvidarse de sí mismos en una realidad adversa. El personaje principal es Ruiz-Tagle, piloto, o lo que podría ser lo mismo, poeta autodidacta que ha decidido de alguna manera ser un

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actor activo, llevando hasta las últimas consecuencias la escritura, no importa que esta se escriba en el cielo, o con sangre sobre papel fotográfico. ¿Qué hacer con algo que se busca obsesivamente? Ya que en la búsqueda, el cazador se puede perder, pero también se puede volver víctima, o puede olvidar todo y continuar una vida sabiendo que siempre las búsquedas llegan a un final; y qué hacer cuando sabemos que no somos los únicos que buscamos objetos, sino que hay cientos como nosotros, siempre en búsqueda constante, y con diferentes técnicas. En la novela, el arte de la escritura, pareciera también, el arte de la caza. Una historia con el toque de Bolaño, donde un grupo

de jóvenes poetas, ven transformada su realidad, y la búsqueda de la poesía es lo único que los salva; se podría decir que Estrella distante es la antecámara de su celebrada novela Detectives salvajes; sin embargo, sus 160 páginas duran, lo que tarda un viaje corto en avioneta, o sea muy poco, y es una invitación a la búsqueda de otros títulos de este prolífico autor. Roberto Bolaño murió el 15 de Julio de 2003, su novela más reconocida es Detectives salvajes que ha sido comparada con la calidad de Rayuela de Julio Cortázar; la crítica ha dicho que Bolaño, es una de las voces más necesarias de la narrativa contemporánea. Iniciador del Infrarrealismo,


actitud literaria, que junto con Mario Santiago Papasquiaro, Pedro Damián y Bruno Montané dejaron huella en la Ciudad de México de los años 70.  narrativa Roberto Bolaño Estrella distante Anagrama

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De los colaboradores

Luis G. Abbadié. Ha impartido conferencias sobre la literatura de horror, la historia de la brujería, el Necronómicon, y la influencia del ocultismo en la literatura. Autor de El último relato de Ambrose Bierce (Plenilunio, 1995), El grito de la máscara (Grupo Editorial Minerva, 1998), El Necronómicon: Un comentario ( La Otra Orilla , 2000), Códice Otarolense (Euterpe, 2002), y Teatro escolar (con David Mora Zamarripa) (Euterpe, 2004). Finalista del Premio Ignotus 2000 de la Asociación Española de Fantasía y Ciencia Ficción, en la categoría de Mejor Artículo, con “La literatura de horror”. Finalista del Premio “Kalpa” de ciencia ficción y fantasía, convocado por el Fondo Cultural Tierra Adentro y la Asociación Mexicana de Ciencia Ficción y Fantasía, A.C. (1994), con “El último relato de Ambrose Bierce”. Tercer lugar en el concurso de cuento y poesía convocado por la Cámara Nacional de Artes Gráficas con motivo del 2º centenario de la imprenta en Guadalajara (1993), con “Resquicio en el tiempo”. Hainz. Guadalajara, 1976. Licenciado en Mercadotecnia y diplomado en Comercio Internacional por la Universidad de Guadalajara. Primera guitarra del grupo de rock Lunamarga. Escribe cuento y poesía. Timo Berger. Stuttgart, Alemania, 1974. Vive en Berlín. En lengua castellana ha publicado, entre otros, los libros: No soy gay, soy bi (Del Diego, 1999), Literatura skin (Eloísa Cartonera, 2003) y Sex and sound (Eloísa Cartonera, 2004). Además es editor y traductor. Sergio Ríos. Toluca, México 1981. Estudio Letras Latinoamericanas en la uaem, en la Escuela de Escritores de la Sogem, y en la Unicentro de Paraná, Brasil. Becario del Centro

Toluqueño de Escritores por el libro Piedrapizarnik y Premio Estatal al Mérito Artístico en Literatura en 2003. Recibió Mención Honorífica en el Premio Nacional de poesía Joven Elías Nandino 2004 con el libro De cetrería. Carlos Vicente Castro. Guadalajara, 1975. Publicó Raíces temporales (Paraíso Perdido, 2000). Poemas suyos han sido antologados en Anuario de poesia mexicana 2004 (fce, 2005) y Un orbe mas ancho (unam, 2005). Estos textos pertenecen a un libro de proxima aparicion, Carcoma (Paraíso perdido/Ecrit des forges). Gerardo Villanueva. Guadalajara, 1978. Tiene publicada la plaquette de poesía fractura: rastro (Ediciones del Ornitorrinco, 2003). Fanny Enrigue. Guadalajara, México, 1976. Estudió Filosofía en la Universidad de Guadalajara. Cursó el diplomado de creación artística en la sogem. Actualmente estudia el doctorado en filosofía en la Universidad Complutense de Madrid. Fue becaría del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Jalisco (20042005). Sus poemas aparecen en las publicaciones colectivas Seis (Ed. Ágata, 2001), Travesía poética (sogem, 2001), Poesía viva de Jalisco. Antología de la poesía jalisciense contemporánea (Secretaría de Cultura de Jalisco / conaculta, 2004). Carlos Adolfo Gutiérrez Vidal. Mexicali, 1974. Es maestro en Estudios y Proyectos Sociales. Textos suyos han aparecido en diversas publicaciones periódicas. Es profesor de la Universidad Autónoma de Baja California desde 1998. Actualmente coordina el taller de creación literaria del Centro Estatal de las Artes de Baja California y realiza estudios de doctorado en Desarrollo Global. Su trabajo incluye no sólo creación literaria, sino que se extiende hacia la música, las artes visuales y una intensa labor editorial.

En Heliópolis Dora Moro, Marco Antonio Gabriel



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