La voz de la esfinge - numero 7 - 8

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í Revista de Literatura Año ii • Número 7-8 Segunda Época Abril-septiembre de 2001 Directora Isabel Jazmín Ángeles Editor Antonio Marts Consejo Editorial Hilda Figueroa Carlos Maldonado Elizabeth Vivero Consejo Honorario Luis Armenta Malpica León Plascencia Ñol Marketing Heinzy Arturo Cruz

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antecámara un poema

Bernard-Marie Koltiès Monólogo de Hamlet Bernard-Marie Koltiès versión de Isabel Jazmín Ángeles 4 de

Los ojos del desierto Marco Lucchesi versión de Hilda Figueroa 6

Diseño

Imagen portada Rodrigo Medina Revista electrónica Antonio Marts Correspondencia y colaboraciones

Apartado Postal 39-37 C.P. 44171 Guadalajara, Jalisco, México. Teléfono 35 63 01 07 correo electrónico: antonio_marts@hotmail.com Esta revista cuenta con el apoyo de la Beca «Edmundo Valadez»

http://read.at/paraisoperdido

Un poema maya Ernesto Rodríguez Moguel 10

Alejandría la nueva novela

Gustavo Sáinz capítulo 2 La amante sin nombre, el viaje y el secuestro Gustavo Sáinz 13 de

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Aquella extraña cosa Enrique Jaramillo Levi 26 Amor eterno Luis Martín Ulloa 27 El desocupado Jorge S. Ruppel 31

Doble Horizonte De sus círculos alrededor de él Jair Cortés Montes 35 El topo Silvia Eugenia Castillero 36 Tres visitas a Alfama [fragmento] Mauricio Nehbli 38 Estela Françoise Roy 39

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El vacío de la luz [fragmento] Ángel Rafael Nungaray 40

Cien puertas Poesía y melancolía Santiago Rodríguez Guerrero 41

Plástica dibujos de

Roberto Vázquez texto Abril Medina 49

Heliópolis memoria en el corazón

La mirada del centinela Francisco Magaña 52 la trastienda

Novelas inéditas, novelas insólitas Luis García 54


Todo creador tiene su loco de bolsillo Marco Fonz de Tanya 56

Jacinto de Jesús, de Hugo Villalobos l.m.u. 74

El decir y el habla Manuel Cantú 59

Fundación Valencia i.j.a. 75

De héroes: El señor de los anillos Ana María Morales 62

Ilustraciones

El vértice pleno del instante en la poesía de Óscar Sauri Blanca Luz Pulido 65 Los cuentos y las historias de Báez Zacarías Marco Antonio Flores Zavala 68 Sor Juana y sus guardaditos Yadira Munguía 70 La catedral del olvido Elizabeth Vivero 73

Roberto Vázquez Roberto Vázquez Guadalajara, 1966. Estudió en el taller abierto del Instituto Cultural Cabañas. Actualmente es asesorado por el maestro Enrique Ruiz Rojo. Entre sus exposiciones individuales se encuentran «Ecos del pasado» (1999) en el Patio de los Ángeles, «Evocación mitológica» (1999) en la galería Ruíz Rojo, «Figuras ancestrales» (2000) en la Alianza Francesa de Guadalajara. Entre las exposiciones colectivas se encuentran: Salón de Octubre 1996, 1997, 1998; El vii Salón de «Nacimiento de imágenes» (2000) en las instalaciones del Tren Ligero; «35 promesas para el nuevo siglo» en la Galería de Arte Moderno (2001) y el ix Salón de la Plástica Joven en el Centro de Arte Moderno.


Koltiès Bernard-Marie

Un poema de 4

Monologue de Hamlet Bernard-Marie Koltiès

Hamlet: Pourquoi, pourquoi toujours admettre, et baisser la tête, ou dormir? Ah, dormir, dormir! Jusqu’où supporter cela? Qui le peut, s’il ne dort pas? Le pouvoir, l’insulte de son existence, le mèpris de ceux qui le tiennent! L’orgueil des gens bien placés, la puissance des bonnes places! La loi, le mensonge de la loi! Tout, pourri par cela. Comment continuer à plier, comment accepter de gémir? Qui peut se taire, alors qu’un coup de poignard peut le délivrer? Mourir, dormir, rien d’autre. Il suffit donc de la peur des terres inconnues pour troubler ce projet, et faire préférer les malheurs habituels aux autres, ignorés et obscurs. Mourir, dormir, rêver peut-être. Penser que le sommeil finira la souffrance. Mais avant, la peur, elle, est là pour retenir. Être ou non? c’est la question. Supporter encore ce hasard, ou bien faire front, prendre les armes, et tout finir? La réflexion, c’est elle qui nous fait lâches.

~ La Voz de la Esfinge


Monólogo de Hamlet versión de Isabel Jazmín Ángeles

Hamlet: ¿Por qué, por qué admitir siempre y bajar la cabeza o dormir? ¡Ah, dormir, dormir! ¿Hasta dónde soportar esto? ¿Quién puede hacerlo, si no duerme? ¡El poder, el insulto de su existencia, el desprecio de aquellos que lo sostienen! ¡El orgullo de las personas acomodadas, el poder de los buenos lugares! ¡La ley, el engaño de la ley! Todo, podrido por ella. ¿Cómo continuar con el sometimiento, cómo aceptar los gemidos? ¿Quién puede callarse cuando un puñetazo puede liberarlo? Morir, dormir, nada más. Basta entonces el miedo a las tierras desconocidas para interrumpir el proyecto y preferir las desgracias habituales de los demás, ignoradas y oscuras. Morir, dormir, soñar tal vez. Pensar que el sueño terminará con el sufrimiento. Pero antes, el miedo, él, está ahí para retenerlo. ¿Ser o no ser? Esa es la cuestión. ¿Soportar todavía el azar o hacerle frente, tomar las armas y terminar con todo? La reflexión, es ella quien nos hace cobardes.

Bernard-Marie Koltiès Metz, Francia, 1948. En 1970 comienza a escribir obras de teatro basadas en novelas de escritores rusos, funda su compañía de teatro y entra a estudiar en la Escuela Nacional de Teatro de Estrasburgo. En 1977 escribe y representa Sallinger y La noche justo antes de los bosques. Dos años después conoce a Patrice Chéreau quien a partir de ese momento dirigirá sus obras. Durante los siguientes 10 años tendrá una producción abundante, entre la cual destacan: La noche, Muelle oeste (1981), Nickel Stuff (1985), El regreso al desierto (1988, inspirado en Cuento de invierno de Shakespeare), Roberto Zucco (1988). A su regreso de un viaje a México y Guatemala, muere de sida en 1989. Actualmente es uno de los escritores mas leídos y representados en las preparatorias de Francia. Isabel Jazmín Ángeles Guadalajara, 1981. Tiene publicada la plaquette de traducciones In Excelsis (Mala Estrella, 1998). Actualmente estudia la licenciatura en Letras Hispánicas en la Universidad de Guadalajara.

~ La Voz de la Esfinge

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Los ojos del desierto

Os olhos do deserto Marco Lucchesi —fragmento—

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Marco Lucchesi

Un poema de

Lucchesi

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oi numa térra estranha, ao cabo da noite, que o pranto do desterro sofreu o impacto do vento, e o esplendor oculto dos primeiros raios tardou o espasmo da espera. Tua gravidade permanecía, imutável, no silencio. E teus labios mal suportavam o dorso das palavras, no abismo do pranto. Minhas fibras gelavam... Permaneceste calada, pois o silencio esmagava teu orguiho, página atónita do tempo, e recobria a mutua presenta de um olhar, como se fora o diluvio das palavras, que implorava, amorosamente, as pálpebras da noite. Permaneceste muda: a brisa da ilusáo acalmava o teu semblante, e o alquimista do sono vigiava tuas estrelas, para nelas infundir as leis de uma vontade que estava além de ti, como o fím da noite; o medo e o sono moviam o vento e a morte, e os raios da manhá estavam livres para banhar as térras do Ocidente; mas uma noite, Leila, flutuava em teu rosto, banhado de sombras, e se revelava num claro fulgor, longe dos males do exilio, das mortes que se abatem, nas folhas levadas pelo vento, tristes desarmonias, desferidas pelo fundo das coisas; e teu rosto luminoso, Leila, e teus labios, fontes de consonancia, onde moram os deuses; nao vejo e nao sofro essa luz esbatida, esse incendio, essa fuligem de tristeza, essa mágoa de abandono; o Sol do esquecimento queima o corpo dos dias; mas teu rosto, Leila, podia amanhecer, e teus olhos de horizonte guardavam trinta pássaros, e tua brisa, cálida como o deserto, lançava centelhas de areia sobre minha caravana solitaria; Leila, dá-me o teu refugio, pousa aqui o teu rosto, descansa tua

~ La Voz de la Esfinge


antecámara

Figueroa

Los ojos del desierto versión de Hilda Figueroa —fragmento—

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ue en esa tierra extraña, al final de la noche, donde el lamento del destierro sufrió el golpe del viento, y el esplendor oculto de los primeros rayos, demoró la sorpresa de la espera. Tu seriedad permanecía, inmutable, en el silencio. Y tus labios, mal soportaban el dorso de las palabras, en el abismo del llanto. Mis fibras se helaban... Permaneciste callada, pues el silencio vencía tu orgullo, página atónita del tiempo, y recubría la mutua presencia de un mirar, como un diluvio de palabras, que imploraba, amorosamente los párpados de la noche. Permaneciste muda: la brisa de la ilusión sosegaba tu semblante, y el sueño alquimista vigilaba tus estrellas, para inspirar en ellas, las leyes de un deseo lejano a ti, como fin de la noche; miedo y sueño movían al viento y a la muerte, los rayos de la mañana en libertad para bañar las tierras de Occidente; mas una noche, Leila, él flotaba en tu rostro, bañado de sombras, y se revelaba en un claro fulgor, a gran distancia de los males del exilio, de muertes que descienden en hojas llevadas por el viento, tristes disonancias en la intimidad de las cosas; y tu rostro luminoso, Leila, y tus labios, fuentes de consonancia, donde moran los dioses; no veo y no sufro esa luz difusa, ese incendio, ese hollín de tristeza, esa equimosis de abandono; el sol del olvido quema el cuerpo de los días; mas tu rostro, Leila, podía amanecer, tus ojos de horizonte guardaban treinta pájaros, y tu brisa, cálida como desierto, lanzaba centellas de arena sobre mi caravana

Marco Lucchesi Carioca, profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro. Editor de la revista Poesía Sempre. Tiene publicado Poemas reunidos, Os olhos do deserto, A sombra do amado, Poemas de Rûmi (Premio Jabuti, 2001), Poesie (Premio Cilento) Teatro alquímico (Premio Eduardo Frieiro, 2000) Bizâncio (finalista Jabuti, 2001), Saudades do paraíso, O sorriso do caos, A paixao do infinito, Faces da utopia. Ha traducido a Humberto Eco, a Rilke, a Khliébnikov, a Suskind, entre otros. Hilda Figueroa Es psiquiatra, psicoanalista y licenciada en literatura hispanoamericana y mexicana. Tiene publicada la plaqueta de cuentos De locura y de muerte, último viaje (Mala Estrella, 1997) y el libro de cuentos En busca de la luz (Paraíso Perdido, 1999). Fue becaria del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes en el período 20002001. Pasante de la Maestría en Filosofía de la Universidad de Guadalajara

~ La Voz de la Esfinge

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Lucchesi

Los ojos del desierto

gloria, desee as asas das pálpebras, o sereno de teus olhos, teu súplice labio, enquanto bebo na fonte da inquietáoslo, descansa a pétala das pálpebras, Leila, e a dor intransmissível, teu sonho fugidio, tua irisada primavera, que se perde na memoria evanescente; Leila, teus dias esperam incendios e inundaçóes, mas teu excesso me fascina e me espanta: abre teus velamos, tuas velas varias e vas, dá-me a vertigem da verdade, o vórtice da vida, o centro da conquista, o espasmo da espera, mares de brisas matutinas, e teus olhos tardíos, como nuvem de pranto, semen de solidao, sombra que vela o zéfíro dos desejos; teus sobressaltos, Leila, e o mundo como página que se perde na indumentaria das metáforas, primaveras do medo, harpas da beleza, enquanto voltas aos sonhos, que se perdem na escuridáo de teus segredos...

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~ La Voz de la Esfinge


antecámara

Figueroa

solitaria; Leila, dame tu refugio, posa aquí tu rostro, descansa tu gloria, baja las alas de tus párpados, el rocío nocturno de tus ojos, tu suplicante labio, y mientras bebo en la fuente de la inquietud, descansa el pétalo de los párpados, Leila, y el dolor intrasmisible, tu sueño huidizo, tu irisada primavera, que se pierde en la memoria evanescente; Leila, tus días esperan incendios e inundaciones; tu exceso me fascina y me asusta: abre tu velamen, tus naves, y dame el vértigo de la verdad, el vórtice de la vida, el núcleo de la conquista, el espasmo de la espera, mares de brisas matutinas, y tus ojos tardíos, como nubes de llanto, semen de soledad, sombra que vela el céfiro de los deseos; tus sobresaltos, Leila, y el mundo, como página extraviada en indumentaria de metáforas, primaveras de miedo, arpas de belleza, mientras vuelves a los sueños, que se ocultan en la oscuridad de tus secretos.

~ La Voz de la Esfinge

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Moguel

Un poema maya

Un poema maya Ernesto Rodríguez Moguel —fragmento—

Un poema

Maya

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Xamán kaane tan u yustik k-pol sakbanenkunta’an tumén k’in ku méntik xan u yilich’ k-bákel Tus ik’ ua T’on ol ua Ua yayaj k‘ay ku jit‘ik u álil a x-núkil yétel ik’ Yon sajbéntzil ti’ a úchbenil ku ment lob tí’ u chun a nak’ jex ik’ ku nikik ku dzilik uitz Yan sajbéntzil ka káchak a k‘ak‘al bákel le kun chánbel wudzuk je’ bix u tuk‘k’ajaj sak‘ab dzu p’ochajal ka lákak a tzek’ ka t’úbuk xan ichil u x-ma’ xul k’ánab ch’eneknakil u tial sátal ti’ yaax noy Yan sajbéntzil ka xik‘nálnak tak tu yiknal ek‘a sak pol tan u sok‘tikuba ti’ u lenbal uj ka laj sátakech

~ La Voz de la Esfinge


antecámara

Un poema maya versión del Autor —fragmento—

ii Sopla el xamán can* nuestras cabezas blanqueadas por el sol y nos hace crujir los huesos ¿Es un suspiro? ¿Es acaso un quebranto? ¿O es el cantar lastimero que el peso de tus años profundos (construye con el viento? Da miedo que tu edad milenaria cause estragos a tu vientre como el aire erosiona al cerro descamándolo Da miedo que se rompan tus huesos descalcificados cuando descienden mansamente como la caña después de haber florecido y que tu cráneo se desprenda y caiga al mar infinito del silencio para perderse en los sueños azul turquesa Da miedo que vuelen por las estrellas tus albos cabellos enredándose en el brillo de la luna y no quede nada de ti

Moguel

Ernesto Rodríguez Moguel Calkiní, Campeche, 1956. Radica en Cárdenas, Tabasco desde 1975. Pertenece al Taller Literario Juan Rulfo de Cárdenas y al grupo Génali del estado de Campeche. Cursó la carrera de Ingeniero Agrónomo y es Maestro en Ciencias, en Estadística Experimental; tiene el Diplomado en Difusión de la Cultura y Extensión Universitaria y en Educación. Es profesor-investigador de la u.j.a.t. Fue editor de la revista Unidad Chontalpa (1994-1996). Ha publicado las plaquetas de poesía: Cal-k´ín (1996); El quebranto del jade (2000). y aparece en las antologías: A la luz de los Naranjos (1998); De miradas azules y un oscuro encanto (2000) y Antología literaria del Grupo Génali: Diaria Avis (2001). Obtuvo el primer lugar en el Certamen Estatal de Poesía de Campeche en 1997. * Viento del norte. En el sureste de México se tiene la creencia que este tipo de viento es la causa de muchas enfermedades.

~ La Voz de la Esfinge

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e sentía desconsolado por la fragilidad de su cuerpo, la volubilidad del amor, la falta de verdad que en gran medida dominaba la vida pública, las renuncias y los reveses de la amistad, la insensibilidad que acarreaba la costumbre, su encierro y su inmovilidad, más diez mil otras incertidumbres que lo desesperaban Ridículo e insignificante, y como dispuesto aunque ciertamente iracundo, a ser destrozado, desollado, deshauciado, hecho pedazos Y eso apenas empezaba y parecía no iba a terminar nunca Devastado, abandonado allí, enceguecido, hundido, lastimado, sus miembros ateridos, dislocados, descolocados Despojado, incomunicado, lastimado, vejado, desahuciado, arrinconado, empobrecido Y en ayunas Así había sido su vida: caer siete veces y levantarse ocho Estertores y lágrimas Gemidos Parecía haberse dedicado con tanto ahínco a la infelicidad Ahora sí que como todos los seres humanos, que a ninguna otra cosa se dedicaban con más entusiasmo Como un títere con los hilos enredados Un títere desmadejado y lleno de polvo y telarañas y el titiritero borracho Sin piedad, obligado a sufrir, a oír, a imaginar, a quejarse Escuchar era obedecer Muchos hablaban en él al mismo tiempo, sus voces interiores se entremezclaban, se contradecían, disputaban

Gustavo Sáinz Mexicano, profesor en Indiana University, en Bloomington. Este capítulo forma parte de su novela A Troche y Moche, que aparecerá en noviembre próximo en la editorial Alfaguara. Junto con A rienda Suelta que publicará Plaza & Janés, son sus novelas 15 y 16. Fragmentos de Con tinta sangre del corazón se publicaron en el número 2 de esta revista.


Sáinz

La amante sin nombre, el viaje y el secuestro

La razón era una breve llamita y el universo una inmensa noche oscura El silencio estaba tendido no como una especie prehistórica ya extendida sino como un animal viviente Estaba sentado en el ancho lomo del silencio La banalidad cotidiana Fellini hacía lo real espectáculo o espectacular, y lo fascinaba realmente El subjetivismo cómplice de Fellini Cuando se dice todo, cuando la escena capital parece terminal, falta siempre lo que viene después Era como si lo real y lo imaginario corrieran el uno tras otro, reflejándose uno en el otro en torno a un punto de indiscernibilidad Hacía que su lengua delirara Su relato sólo podía leerse en filigrama, a través de imágenes que eran consecuencia y no acto Ya no sabía si los acontecimientos eran presentes o pasados, imaginarios o físicos Proust hablando de Gerald de Nerval afirmaba que un soñador mediocre no volvería a ver los lugares que había conocido en el sueño, ya que sólo se trataba de un sueño, mientras que un verdadero soñador lucharía por reconstruirlos justamente porque se trataba de un sueño Ozu decía que la vida era simple y que el hombre no cesaba de complicarla agitando el agua durmiente 14

~ La Voz de la Esfinge

No estaba muerto puesto que su vida no había desfilado todavía ante sus ojos Después de veintiséis transfusiones de sangre Jack Kerouac murió en un hospital de una hemorragia por ruptura de varices esofágicas Hesíodo en su Teogonía hizo una descripción de los orígenes del mundo ex nihilo y habla de cómo nacieron los dioses y la tierra, los ríos y el mar limitado por altas olas Las solas no las casadas Las altas olas y los astros brillantes Al principio había sólo tres dioses primigenios. Caos, la Tierra de amplio seno, y después Eros Hesíodo veía la historia como degeneración y extrañamiento de lo divino El hombre estaba cautivo entre dos Erides Eris, la diosa griega de la discordia, la injusticia y la crueldad Y su hermana responsable de la diligencia y la ambición El tiempo humano quedaba caracterizado por la tensión de esas dos fuerzas en conflicto La épica homérica estaba imbuida por el tiempo en cuanto duración, pero no como proceso continuo universal En Homero nunca se encontraba el tiempo como sujeto de un verbo En la orilla derecha del Sena el esplendor gótico


alejandría

de las calles medievales, el muelle Corneille, la avenida Jeanne-d’Arc y la plaza del Mercado ¿Desde cuándo vives aquí?, preguntó el director de la Editorial Y la joven editora que lo acompañaba preguntó qué era ese edificio en la orilla opuesta El Consejo General del Sena Marítimo aclaró el desdichado Dos se hacían compañía pero tres eran una pareja Unas francesas en bicicleta hicieron babear y deshacerse en elogios al director Era un hombre enorme, muy alto y gordo, y al saludarlo de mano le dejó en la palma una moneda de oro El desdichado les invitó una trucha con salsa de almendras, una bullabesa, una raya a la mantequilla negra, una mousse de frambuesa, salsa de chocolate y un soufflé también de chocolate Desde que vivía en Rouen nunca comía ni bebía nada que no estuviera citado en la obra de Proust La Cuisine Retrouvée Lo más llamativo de Proust era su combinación de la más exacerbada sensibilidad con la más absoluta tenacidad Perseguía los matices de una hoja seca hasta la última mácula Había redactado primero el final de su epopeya íntima, Le Temps retrouvé

Sáinz

El futuro de su relato era anterior al relato, representaba su clave y origen La joven editora fue la primera en preguntar por su manuscrito El director dijo que una cerveza bien fría le ofrecía a su edad una fuente más fiable que hacer el amor La lucha del bien contra el mal, murmuró la joven editora mientras hojeaba su manuscrito, no hay nada más trivial Una sinopsis de trivialidades El novelista como los científicos, no está construyendo una casa, se defendió, tampoco está colocando los cimientos de una casa, digamos que simplemente se encarga de la limpieza de una habitación, y con más precisión, de una recámara El papá de T. S. Eliot fabricaba ladrillos Los problemas del novelista eran consecuencia de un mal uso de la gramática, de una mala comprensión de la realidad, y requerían no una solución, sino una disolución La joven editora lo miraba con arrobamiento El método para disolver esos problemas no consistía en elaborar nuevas teorías sino en reunir recordatorios de cosas que todos conocemos Vestía un traje sastre negro y tenía un cuerpo armónico y unas piernas de concurso Ahora las novelas se veían reducidas a un ejercicio ~ La Voz de la Esfinge

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Sáinz

La amante sin nombre, el viaje y el secuestro

de destreza, y el nimbo del novelista estaba desapareciendo Conflictuado entre la necesidad de resistirse a ser asimilado y la necesidad de adaptarse, rubricó el director La joven editora se detuvo en una página y rió con franqueza, siguió leyendo y volvió a reír Entonces tomó las páginas y se fue a arrellanar en un sillón, embebida con la lectura El director le preguntó si no tendrían más de ese soufflé, y agregó que se sentía como en Combray ¿A la sombra de las muchachas en flor? Henry Miller decía que si tuviera que nacer de nuevo renacería como parque El deseo de Nietzsche era ser un dichoso e indiferente animal marino El joven editor se levantó del sillón y trastabilló para enseñarle al gerente un párrafo que había llamado su atención Sus personajes podían actuar, percibir, experimentar, pero no podían dar testimonio de las relaciones que los determinaban La joven editora pasaba las páginas con cierta torpeza y señalaba partes que la entusiasmaban El desdichado autor le miraba las piernas Cassavetes decía que se trataba de deshacer el espacio no menos que la historia, la intriga o la acción ¿Cómo deshacernos de nosotros mismos y desha16

~ La Voz de la Esfinge

cernos a nosotros mismos? En nuestra vida erótica la incertidumbre es delicia, la torpeza pasión Sus voces interiores se detenían, recomenzaban, se invertían, se aceleraban o aminoraban La mamá de Proust le decía “mi lobito”, dada su avidez afectiva Si fue el sexo lo que nos trajo a la familia, el sexo es también lo que nos saca de la familia De la tristeza a la ira, de la duda a la certidumbre, de la resignación a la revuelta Bergson destacaba como modelo sólo tres flujos: el de la conciencia, el del agua que corre y el del pájaro al volar La joven editora alzó la cabeza y miró fijamente a su anfitrión para preguntar ¿y por qué lo condenan a muerte? El desdichado autor del manuscrito al que se referían sentenció Todos estamos condenados a muerte Lo que producimos continuamente no son errores sino vidas alternativas Le hubiera gustado ser el novelista del cuerpo femenino De un deseo anárquico y dulce Cuando nos equivocamos somos todo lo transgresores que podemos ser Sartre y Albert Schweitzer eran primos Creía oír voces provenientes del pasado que exi-


alejandría

gían ser reconocidas Sentía en su interior vidas que se disputaban la posibilidad de ser vividas No pensaba entre pensamiento y pensamiento Winnicott llamaba a la realidad como algo en torno a lo que era posible tener ilusiones El olvido no existía, sólo el recuerdo, o para ser más preciso, lo que olvidamos no existe, sólo lo que recordamos Leer un libro constituye una versión tardía del amamantamiento materno, una especie de proceso de alimentación visual Se consigue leer pero no somos nosotros mismos quienes leemos El pasado, el presente y el futuro siempre se mantienen aparte el uno del otro, se perturban el uno al otro y se niegan a formar una unidad Bastante más tarde la joven editora leyó en voz alta diferentes líneas del manuscrito Celebraba sus puntos de vista dudosos, las hipérboles y las elipsis, los claroscuros y las ambivalencias, los efectos lumínicos y sonoros, la simulación de olores, las chispas de adjetivación paradójica, las metáforas sorpresivas, el hiperrealismo, lo grotesco, lo dramático y lo metaliterario Cuando más descuidada estaba, festejó, saltaba la liebre de la teoría literaria A él le complacía esa conversación y le gustaba

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mirar a la joven editora tan entusiasmada Concebía la novela como una especie de desbroce del pensamiento, sí Los ojos secos, el corazón helado, la cabeza inflamada, el estómago vacío ¿De dónde venía ese sol negro? ¿Esa oscuridad? ¿De cuál galaxia insensata sus rayos invisibles y pesados lo clavaban al suelo, a la cama, al silencio, a la depresión? Si la muerte no existiera tal vez nadie relataría nada Toda imaginación era abierta o secretamente melancólica En Rimbaud todo estaba dicho a los diecisiete años Era un vagabundo que atravesaba Francia a pie, que se iba a Austria y volvía La suya no fue una partida brusca Había sido muy buen estudiante, descollaba en textos latinos Cuando partió sólo había publicado Una temporada en el infierno, que quedó almacenado, salvo siete ejemplares, en el local de un librero belga Las Iluminaciones y el Relicario se publicarán en su ausencia y él no llegará a enterarse Nunca supo que él era Rimbaud Toda escritura era amorosa ~ La Voz de la Esfinge

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La amante sin nombre, el viaje y el secuestro

El acto sexual era una versión jurídica del erotismo Parecía estar dentro de un gran ataúd, a oscuras, encerrado El adn se descubrió en 1953 Y la sexualidad debía residir por entero en el campo de lo visible Creyó oír unos pasos y balbuceó Tengo hambre Asombrado de la lentitud y la dificultad con que había pronunciado esas palabras Sintió en la boca una invasión y mordió con lentitud y hasta cierta gula Era una pizza de queso de plástico y pepperoni insaboro Le daban de beber un líquido que no lograba identificar Era como refresco sin gas o agua sucia o cerveza rancia y adelgazada Creía haber tenido mucha hambre y después de tres bocados ya no podía comer más Anaxágoras se suicidó negándose a comer Quería preguntar por qué lo tenían allí, ¿hasta cuándo?, ¿qué necesitaban? Pero no podía formular oralmente ninguna palabra, y además había preguntado eso mismo muchas veces, cada vez que sentía la proximidad de alguien, y nunca le habían contestado, nunca le respondían Le limpiaron con una servilleta de papel las comi18

~ La Voz de la Esfinge

suras de la boca y creyó oír la sonrisa, el gesto de burla, su presunta sofisticación Calculaba que sólo dos personas le llevaban de comer, cuando le llevaban, pero cuando salieron de la habitación, cuando se alejaron, creyó distinguir las pisadas de tres personas Ya ni siquiera podía creer en lo que oía Se cerraban las puertas blindadas y volvía a rodearlo el bloque de cemento Había cierto movimiento en la casa, como si desplegaran una alambrada electrificada, radares, cámaras de vigilancia en cada esquina ¿Por qué le temían tanto? Estaba allí amarrado, ciego, borracho de voces interiores, de pensamientos, asustado, débil, esperanzado, lastimado, vencido, inquieto Kerouac tenía dos meses por delante para escribir tranquilamente en ciudad de México Pasó todo el tiempo en la buhardilla del departamento del anciano Bill Garver, terminado Tristessa y empezando una novela nueva sobre sus experiencias en la montaña y luego en San Francisco, titulada The Angels in the World, misma que años después terminaría publicándose como Desolation Angels Este proyecto era un experimento narrativo, tan intensamente salvaje y personal como sus diarios, y pensaba retenerla durante mucho tiempo, hasta que la publicación de las otras novelas


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produjera algún entendimiento en su obra Formas evanescentes parecían detallarse en la oscuridad pero nunca se definían Darwin decía que nuestro registro fósil es comparable a una biblioteca de la que sólo quedan algunas páginas, palabras, letras La definición del amor según Baudelaire: Un oasis de horror en el desierto del aburrimiento Según Freud cada uno de nosotros tiene una historia Cada uno tenemos una pistola cargada que apuntamos hacia nosotros mismos Una sola cara fue suficiente para lanzar mil barcos de guerra a mar abierto y para provocar una legión de sufrimientos en un corazón Cerraba los ojos e imaginaba el rostro de su esposa, el cuerpo de su esposa, los días transcurridos al lado de su esposa Hipnotizado por sus ojos Trataba de dominar a su esposa tal vez no tanto para gozar libremente sino para sofocar en ella una voluptuosidad que presentía tan fuerte y tan violenta que agotaba y relativizaba para siempre la suya Se quitó la ropa del viaje y metió en un traje de seda blanca, equilibrándose difícilmente En nuestra vida erótica nunca hacemos nada a medias aseguraba Adam Phillips Nunca era del todo acertado decir que alguien era

Sáinz

posesivo con su pareja porque cada miembro de la pareja era el otro Esta era la razón por la que nadie nunca se separaba realmente de nadie Y también la razón por la que la gente nunca estaba realmente junta ¿Sería Freud amante de la hermana de su propia esposa? A Freud lo operaron treinta y tres veces para erradicar el cáncer de su boca y garganta En eso sonó el teléfono y la secretaria del director de la Editorial le preguntó si podía pasar Él se metió a toda prisa en una camisa también blanca de seda y dijo que sí, claro, que estaba invadiendo su espacio Se cambió también los calcetines y los zapatos Entró el director y le preguntó sonriente que dónde iba a ser la boda Lo saludó de mano y le dejó en la palma otra moneda de oro Lo apresuró a que se pusiera la corbata, también de seda blanca, y ante la pequeña angustia del desdichado que no podía cargar con cartera, ni pluma, ni con la moneda de oro, el director le dijo que no se preocupara, que podía dejar todo allí, que estaba seguro, y además no tenía que pagar nada, y plumas habría siempre cerca para lo que quisiera hacer con ellas En la hacienda adonde se iba a llevar a cabo la ~ La Voz de la Esfinge

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Sáinz

La amante sin nombre, el viaje y el secuestro

ceremonia encontró a multitud de amigos y amigas El techo era muy alto y se sentía un poco de frío A Joyce le hicieron veinticinco operaciones en los ojos ¿Quién nos iba a decir que un día te iba a enseñar las fotos de mis hijos? ¿Cuántas canas hacía que no te había visto? Una chica muy pícara le dijo que salía con él hacía muchos años No la reconocía y la miraba inclemente ¿Esa belleza arrebatadora implicaba la armonía con una ley o era una gracia arrebatada a toda ley? Que él siempre la llevaba a su casa al dejar la Universidad y que se iba cada vez por caminos distintos Sería para dilatar la llegada, arriesgó esforzándose por recordarla Buscaba a gran velocidad referencias, recuerdos, certidumbres, pero sólo acumulaba perplejidades Ni siquiera podía asumir cómo se llamaba 20

~ La Voz de la Esfinge

Lo femenino era cierto o lo femenino era insoluble La anatomía era el destino según Freud Aunque ahora en su encierro recordaba a esa mujer como en fogonazos Su frescura, elegancia, delgadez, luminosidad, solidaridad, simpatía La sensación de sentirla absorbida en una suma de instantes que se eternizaban El pasado era como una ciudad prehispánica perdida, llena de templos fabulosos, calles laberínticas, personajes maravillosos y sacrificios El brillo de sus ojos, su temperatura, su suavidad Abolido todo recuerdo del pasado y toda preocupación por el futuro, la sentía abrirse a la multiplicidad incomprensible de la violencia del amor Y esos instantes amorosos eran en sí mismos eternidades ¿La evocaba o la invocaba? Esa mujer convocaba violentamente las fuerzas que la subvertirían Sus cabellos muy largos, caobas, brillantes Sus ojos muy grandes Su risa La impaciencia de sus límites por ser desbordada La vida en alta tensión


alejandría

La necesidad de gastar toda su juventud para mantenerse a la par con el desencadenamiento que la traspasaba ¿Estaría inventándose su propia historia? ¿Haciendo su propia película? Esperaban todo de esos encuentros, hasta llegar a confundirse con el cosmos Trataba de encontrar esos recuerdos y ordenarlos como una prueba de su existencia en el presente, en ese hoyo negro, aunque hubieran sucedido hacía muchos años Su pasión era como una inmensa encrucijada de ilusiones y desilusiones carnales Brindaron con gusto ¿Qué había ocurrido sino el paso de los años? El sexo estaba en todos lados salvo en la sexualidad decía Barthes Se sentía cómodo frente a ella, seguro de sí mismo, seductor Dijo que el goce sexual era posible porque iba acompañado de un momento de muerte del pensamiento, de un momento en que se mataba el Yo Todo amor era una forma disfrazada de narcisismo o de dependencia La persona deprimida decía Kristeva, era un ateo taciturno y radical El presidente del jurado describía su novela con grandes aspavientos, pero aún no lo identifi-

Sáinz

caban como el ganador Él la miraba y ella lo miraba Todos somos vigilantes y vigilados, inquisidores y víctimas No todos guardaban silencio Había como trescientos invitados Sentía hambre y después de unos cuantos bocados se había saciado Hablaban como reconociéndose Como si estuviera sacrificando una realidad tangible a cambio de algo que no existía Todo eso era demasiado real, demasiado cercano para ser verdad Le gustaba su perfume Y eso era lo fascinante, el exceso de realidad, la hiperrealidad de esa mujer Todo placer o todo amor eran una ilusión Parecían repetir indefinidamente la necesidad de un nuevo encuentro Un esfuerzo banal Había una parte de cada uno de nosotros que era real e incomunicable a un yo superficial Para Platón el amor era un conflicto y un enigma Balzac era un maleducado Stendhal era aburrido en las conversaciones Baudelaire un obseso Cheatubriand decía que cada hombre llevaba en sí un mundo compuesto por todo aquello que ~ La Voz de la Esfinge

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Sáinz

La amante sin nombre, el viaje y el secuestro

había vivido y amado, al que siempre regresaba, incluso cuando recorría y hasta podría parecer que habitaba un mundo extraño En Claude Lévy-Strauss, en Flaubert, en Proust, era la memoria quien hacía el viaje Quizás todos nosotros vivimos nuestras vidas como relatos y todos vivimos simultáneamente más de uno, algunos más personales que otros En esa oscuridad a veces sentía una presencia cerca suyo Pedía que le quitaran la venda de los ojos o cualquier otra cosa Nunca le contestaban ¿Lo habrían confundido con el director de la Editorial? Ese hombre era uno de los más ricos del mundo No llevaba ninguna identificación sobre sí mismo Kant sentía con agudeza las limitaciones de las facultades intelectuales del hombre El papá de Arles era un sacerdote Salieron de la hacienda después de la entrega del premio y la mesa de prensa y se dirigían a la editorial para recoger su maleta y llevarlo al hotel ¿Tu esposa va a llegar mañana? Eso espero dijo él, quedó de encontrarme en el hotel, hace meses que no nos vemos ¿Dónde está?, preguntó el jefe de difusión de la 22

~ La Voz de la Esfinge

empresa Es antropóloga y está haciendo un libro sobre la medicina indígena en Chiapas, empezó Había poco tráfico a esa hora de la noche Temía pensarlo, pero aceptó publicar el libro en la forma que estaba, y el premio millonario sólo por la oportunidad de verla de nuevo ¿Envejecer juntos o rejuvenecer juntos? Era tan adorable su esposa Niña fresca, terrestre, su verano, su noche, su verde, su sistema planetario, su paraíso perdido y rencontrado y de nuevo perdido Siempre había algo que resistir, algo que desafiar El vehículo desplegaba una aventura sofocada que se cocía por decirlo de algún modo Alejamiento de vida habitual, coexistencia de cuerpos, violencia de la velocidad Todo debía llevar a alguna situación extrema No estaban en ninguna parte y por lo tanto eran irresponsables Sin imágenes ni sentidos que apoyar, tejiendo vínculos que debía dominar la brevedad En eso los bloquearon tres coches de los que bajaron hombres y mujeres enmascarados y armados Manténganse tranquilos, relájense dijo el chofer al mismo tiempo que enfrenaba, Seguramente quieren el coche Pero lo querían a él o quizás los querían a todos


alejandría

Iban cuatro personas en ese coche y nadie reía ¿Dramaturgia o ritual? El chofer les ofrecía las llaves cuando al desdichado lo metieron entre dos o tres personas al piso bajo el asiento trasero de una camioneta Lo tiraron en el suelo y una mujer le puso unos audífonos con música grupera a todo volumen y en eso el vehículo se puso en marcha Recordaba la confusión, la sorpresa, el miedo, la resignación, la consternación, la ira, su impotencia, su dependencia Mientras la camioneta avanzaba a gran velocidad le amarraron las manos y los pies Por favor quítenme los audífonos rogaba gritando Se los quitaron para vendarle los ojos con gran rudeza ¿Qué habría pasado con los demás? Se acordaba de la joven editora tomando video de los edificios al otro lado del Sena ¿Cómo aprender a actuar juntos? ¿Cómo ser, una vez más, dos cuerpos en público, sólidamente unidos, guardianes de la vergüenza del atro, atentos al papel que representaban? ¿Quién imponía los pasos? Ese es el muelle Jacques-Anquetil, que antes se llamaba muelle de Elbeuf Comportarse como pareja era un arte interpretativo Su belleza era un gran antidepresivo natural

Sáinz

No había que dejar que decayera el espectáculo Nadie tenía la relación que se merecía El forajido, la mujer fatal, el hereje, el agente doble, don Juan, la infidelidad se llevaba lo más atractivo Tenía el glamour del buen secreto y de la buena mentira Si viajaba era porque tenía que hacerlo, porque creía que había otro lugar Remplazar la idea de la relación genuina con la idea de la relación placentera No se escapaba del sentido mediante la desunión, la desconexión, la desterritorialización Pensaba en el recorrido de esa camioneta y creía sentir el bulevard Raspail Debía ser muy tarde y había poco o nulo tráfico en las calles por las que pasaban casi volando Debían ser tres o cuatro coches en caravana Rugiendo Casi veía los grandes espacios que lo absorbían al salir de la Plaza de la República para precipitarlo bajo tierra hasta el Pont-Neuf Ruidos como de los embotellamientos en la calle Mazarine antes del bulevar Saint-Germain Cuando se detuvieron le pusieron una capucha en la cabeza y un gigante muy fuerte lo tomó y se lo puso doblado sobre el hombro Sintió que caminaron unos diez, quince metros Luego unas escaleras, una puerta, dos, tres, ~ La Voz de la Esfinge

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Sáinz

La amante sin nombre, el viaje y el secuestro

cuatro El gigante tenía que inclinarse para lograr pasar y se notaba que sufría por eso Luego una escalera hasta un segundo piso Debía ser una casa muy grande Otras dos puertas y allí lo de-rrumbó sobre una cama Decía Barthes que no hay que subestimar la capacidad del azar para engendrar monstruos, es decir, secuencias lógicas, es decir, sentido ¿Dónde estaba la lógica de todo aquello? Aunque Flaubert se dedicó metódicamente a experimentar las diferencias y recorrer los lugares más raros y desconocidos, advirtió que la única cosa que realmente le sucedió fue el tiempo Flaubert al terminar su periplo solamente constató que había envejecido Viajó, como decía al final de L‘Education sentimentale, conoció la melancolía de los transatlánticos, los fríos despertares bajo la tienda, el asombro de los paisajes y de las ruinas, la amargura de las simpatías interrumpidas 24

~ La Voz de la Esfinge

Regresó y constantó que había envejecido sin remedio Jaime Torres Bodet se suicidó disparándose un balazo Intervalo de pulsaciones La noción de ficción era una muestra de ambivalencia Se trataba del sentimiento y del fantasma de la soledad, pero anestesiado, de los goces suspendidos, de una espera y de un silencio tan vacíos como colmados Tanta calma y vehemencia renovadas en esa noche permanente El ardor, la quemazón de esa nada Estaba como en medio de un océano letal En su propio mar negro Más allá del principio del placer se publicó en 1920 En vez de buscarle sentido a la desesperación empezaba a pensar que no existía otro sentido que el de la desesperación Antonino Liberalis relata que Minos hacía perecer una tras otra a sus esposas pues eyaculaba serpientes, escorpiones y escalopendras Si existo es porque me horroriza existir decía Sartre


alejandría

El Marqués de Sade pedía que después de su muerte nadie pudiera encontrar el rastro de su sepulcro, que ninguna piedra llevara su nombre Y marcó al mundo y al tiempo futuro, que es el nuestro, con una huella indeleble

Sáinz

Sus sentidos permanecían despiertos pero no recibían impresiones de ninguna clase Detenerse, dormir, desaparecer Lo habían abandonado en un no-lugar En un infinito presente

~ La Voz de la Esfinge

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Jaramillo

Aquella extraña cosa

Enrique Jaramillo Levi

Enrique Jaramillo Levi Panamá, 1944. Entre sus obras se encuentra: Los atardeceres de la memoria (1978), Fugas y engranajes (1982), Cuerpos amándose en el espejo (1982) en poesía; en cuento: Caracol y otros cuentos (1998) y Nacer para escribir y otros desafíos (2000). Es coordinador de Difusión Cultural de la Universidad Tecnológica de Panamá, presidente de la Fundación Cultural Signos, director de la revista Maga y profesor universitario. Este cuento forma parte del libro Luminoso tiempo gris, que publicará la Editorial Páginas de Espuma en Madrid, en el mes de abril de 2002.

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y

no encontraba el modo de describir aquella extraña cosa que tanto me fascinaba. Sólo me la quedé mirando un buen rato, atando cabos que en realidad eran inventados, imaginando lo hasta entonces impensable. El tiempo fluía como un viento apenas intuido, aunque lo sabía al acecho siempre en su inexorable transcurrir. Entonces sucedió. Pasó lo que tenía que pasar: abrí los ojos y me supe despierto. O lo que es lo mismo, me supe muerto. Muerto de miedo se entiende. Porque aquello era la otra cara de la moneda. Nada menos que la realidad misma, con todo y la extraña cosa aquella que me había fascinado, que aún me envuelve en su imantación sutilísima, pero ahora de otra manera. Porque resulta que lo que en el sueño me era tan singularmente atrayente por desconocido y raro, en esta vigilia atroz que acaso ya nunca más dará cabida a la dulce oscuridad contemplativa empieza a resultarme perturbador. Terriblemente inquietante en su claridad que deslumbra. Y el miedo que antes no conocía ahora se manifiesta, todo sumisión abyecta, todo entrega indeseada. Crece y me permea haciéndome suyo... Hasta que ocurre. Somos una misma realidad, una sola. Soy la cosa; lo otro: ¡esto!

~ La Voz de la Esfinge


alejandría

Ulloa

Luis Martín Ulloa

H

oy sí se muere. Desde la mañana lo supo, cuando se despertó y de inmediato sintió esa punzada en el pecho. Ya no quedaba duda, pues no le habían salido de gratis tantas dolencias últimamente: en los dientes, en las articulaciones. Hasta los pinches pelos parecían dolerle. Ahora terminaba la incertidumbre de los últimos días, cuando por la noche se moría, pero a la mañana siguiente comprobaba que había sido falsa alarma de nuevo. A ratos quería creerse los razonamientos de Carlos, de que eran puras figuraciones suyas. Si tú siempre fuiste el más sano de los dos, decía, pero sonaba tan poco convincente, ni él mismo se lo creía el pobre. Y lo que más le preocupaba era que lo dijera así, en pasado: fuiste. Eso indicaba que el mismo Carlos comenzaba a aceptarlo. Por eso tal vez ya no decía nada cuando veía el espejito que Alfredo había colocado en el buró, al alcance de la mano. Y eso qué, le preguntó cuando lo descubrió, es para maquillarte o qué. Es para ver si todavía lo empaño. Cuando quieras usarlo ni vas a poder de todos modos, acotó implacable el Charly. Le dieron ganas de morirse allí mismo, para que se le quitara, para que viera que no eran nomás hipocondrías suyas. Hasta pucheros hizo. Pero enseguida Carlos vio que se había excedido. Ay, no te vas a morir hombre, agregó dándole unas

Luis Martín Ulloa Guadalajara, Jalisco. Maestro en Literatura por la Universidad de Guadalajara, donde también terminó el Doctorado en Letras. Profesor de literatura e investigador del Departamento de Estudios Literarios. En 1998 publico el libro de cuentos Damas y Caballeros (Mantis editores). Su obra ha sido incluida en diversas antologías entre las que destacan: Cuentistas de tierra adentro (Fondo Editorial Tierra Adentro, 1994) y Aproximaciones a la nueva narrativa jalisciense (conaculta-fonca, 2000). Actualmente coordina el taller literario del iteso y el taller de narrativa del Departamento de Estudios Literarios.

~ La Voz de la Esfinge

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Ulloa

Amor eterno

palmadas y cuando apagó la luz del buró se acostó muy cerca de él. Y es que las dolencias como sea se soportan. Lo que de veras lo muele es haberse convertido en un mazacote inútil, allí nomás echado en la cama. En verdad, él siempre había sido el fuerte, el que dirigía y ordenaba, quien mandaba en pocas palabras. Carlos aceptaba tímidamente sus ideas y propuestas. Incluso cuando se trató de comprar esa casa que habitaban hace ya más de veinte años. Derechos iguales tenían ambos para elegir desde los muebles hasta los mosaicos. Pero no. Pretextando que no disponía de tiempo para hacerlo, lo dejó en manos del otro. Que estaría de acuerdo en todo lo que decidiera, que le tenía plena confianza. Y eso fue visto por el grupo de amigos («los muchachos», aunque ya en aquel entonces ninguno tenía menos de cuarenta años) de dos maneras. Una parte lo vio como otro voto más de confianza ciega de Carlos; para los demás fue el colmo del cinismo de Alfredo, que ya hasta en eso quería imponer su santa voluntad. «Y es que la casa de uno es la casa de uno», decía alguien, alardeando de una sabiduría impertérrita. Pero tal situación se fue invirtiendo a partir de aquella méndiga tifoidea que por primera vez lo retuvo en cama. Aunque lo peor no fue la enfermedad en sí, sino otros hechos en torno a ella. Por ejemplo aquel doctor que no se cansaba 28

~ La Voz de la Esfinge

de repetir «Usted tiene una excelente salud para su edad». Y sobre todo la realidad tristísima que de sopetón lo rebasó en la convalescencia: cuando quiso levantarse como diario a regar el jardín y tuvo que recostarse de nuevo después del primer empujón para dejar la cama, porque el aire se le escapó dolorosamente; las molestias para orinar; cuidarse hasta de beber un mugre vaso de leche; y lo que juraba que acabaría de volverlo loco: el insomnio. Entonces a partir de ahí Carlos tomó el relevo del mando en la casa y en la tienda de abarrotes que allí mismo habían puesto en la sala, como si a lo largo de todos esos años se hubiera estado entrenando para tomar las riendas con total dominio. Aunque últimamente a él también ya le costaba trabajo caminar por esa dolencia en las piernas, de cualquier manera podía levantarse de la cama, por lo menos. Toma el control de la televisión para encenderla. Los canales se van sucediendo sin decidirse por ninguno. Recuerda lo humillante de necesitar ayuda hasta para hacer del baño. En ningún momento Carlos había dejado ver que le molestara, aún a costa de sus propias dolencias, pero era terriblemente difícil llegar a tal dependencia. Siempre... lo había sabido pero hasta ahora lo experimentaba. Y hoy había sido un día horrible, con un pinche dolorcito y el malestar de todo el


alejandría

cuerpo, que parecía quebrado, destanteado, luego la pinche moquera que no lo dejaba. Y hasta ese momento, Carlos había venido a verlo solamente una vez, cuando comieron juntos viendo la tele y después se quedó un rato mientras volvía Jorge, el muchacho que les ayudaba, para reabrir por la tarde. Hasta allí le llegó todo el barullo de la tienda en la mañana. Precisamente poco antes de la comida hizo una travesura: de pronto había entrado a la recámara una niña pequeñita, atraída seguramente por el ruido de la televisión, escapada de la mano de su madre mientras ésta compraba algo. Él estaba muy entretenido condoliéndose de sí mismo, cuando esa presencia lo sacó de sus cavilaciones. Ni la niña ni él supieron qué hacer al mirarse a los ojos, y en un impulso que jamás había pensado tener, dirigiéndose a ella, arrugó la nariz, abrió la boca y acompañando el gesto con un movimiento de sus manos, emitió un gruñido que se tradujo de inmediato en un grito infantil. La chiquilla se volvió y fue a encontrar a su madre a medio pasillo. De la risa que le provocó casi se le acaba el aire. Cuando llegó Carlos todavía lo agitaban los últimos estertores. Míralo, no que muy enfermo y te estás carcajeando, dijo, lo cual bastó para hacerle recordar todos sus achaques y retomar de nuevo un gesto de dolor. Después de un cabeceo despierta. Ni supo cuándo se había dormido. El cuarto ya está en

Ulloa

penumbras. Serán las nueve o más tarde. Debió tomarse la pastilla desde antes que anocheciera. Se estira para alcanzar el frasco en el buró, pero siente un tronido en su costado izquierdo, junto al pecho. Ya llegó la hora. —Carlos —dice primero muy quedo, hundido en la almohada, como si estuviera diciéndolo apenas para él. Por el pasillo que da a la tienda ya no se oye mucho ruido. Nada más las voces de Jorge y Carlos, y los pasos de éste acompañados del sonido rítmico de su bastón. Seguramente está comprobando por enésima vez que no se le haya olvidado encender la alarma, que estén bien cerrados los candados, que no quede abierto el gas, que no gotee el grifo del fregadero, que no esto y aquello, mientras él ya siente que da las últimas boqueadas. Escucha que Jorge se despide. Cree que ya no le queda aliento ni para respirar, pero aún así toma aire para requerir de nuevo. —Carlos, ven —a la mitad de su petición, la voz se le quiebra tomando un desvarío tonal cómico. —Ya voy, qué lata. Entre más viejo, más achacoso —contesta desde lejos el Charly, y sigue escuchándose su bastón que se acerca a la recámara y se vuelve a alejar. Un coraje repentino le hace tomar fuerzas. No, él no se va a morir allí solo, como un perro, mien~ La Voz de la Esfinge

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Ulloa

Amor eterno

tras el otro cabrón se apura más por la casa que por él mismo. Se aclara la garganta para gritar. Y si no viene, que por lo menos se enteren los vecinos que lo dejó allí abandonado en su muerte. —Carlos, por favor, me estoy muriendo. —Qué te vas a morir... seguro quieres que nos roben todo, ¿verdad? Que nos dejen la tienda pelona, sin nada de mercancía. —Carlos, por piedad —las lágrimas no lo dejan continuar. Y le gusta llorar así, con calma, sin ninguna prisa: Después de todo a quién le gustaba morirse de repente. Más le vale empezar a rezar por la salvación de su alma. Por fin se apagan las luces y sólo queda la del pasillo. La voz de Carlos se acerca rezongando. —Ya estás otra vez con tus ideas de que te vas a petatear. Y todo por una pinche gripita, escandaloso. Con dificultad se acerca al lado de la cama donde duerme él, deja el bastón por un lado y se recuesta. Alfredo, en el otro extremo, se arrebuja en su cobija dándole la espalda. Carlos le toca un hombro. —A ver, ya hombre, no pasa nada —pero el hombro continúa duro, no cede— no te hagas el berrinchudo, a ver. Alfredo por fin se da la vuelta. —Ay mi nenito, otra vez llorando. Si usted

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~ La Voz de la Esfinge

no tiene nada, qué se va a morir, ni que la chingada— sus labios enjutos se posan en las mejillas también resecas. Alfredo se deja abrazar por fin. Entonces permite que sus lágrimas mojen la camisa de Carlos. —Ándele, si tiene ganas de llorar, pues llore hombre. Empieza a arrullarlo hasta que se calma. Ya ya, le dice pasando una mano por el cabello escaso. Alfredo se siente a gusto allí, cubierto, protegido. Hasta esa punzadita en el corazón se le olvida, ya no molesta. —Oye mijo, se me hace que dejé algo afuera del refri. A ver, déjame ir. De nuevo dificultosamente, Carlos se incorpora para regresar a la cocina. Todavía hipando, Alfredo le pide antes de que salga: —No te tardes. —No mi rey —Unos golpes de su bastón resuenan en el pasillo— si voy volando. Enseguida Alfredo escucha lo que años atrás pudo haber sido una carcajada, pero hoy es más una aspiración gutural y entrecortada, deshilándose entre los espacios vacíos de la dentadura de Carlos. Y le parece la más dulce canción de cuna que nadie pudo cantarle en toda su vida.


alejandría

Ruppel

Jorge S. Ruppel

Escribir es un acto ingenuo de aquellos, que vanamente pretenden perpetuarse jsr

P

rensado. Esa era la sensación que tenía dentro del colectivo, saturado de gente y olores. Viajaba hacia el centro. El traje, que había soportado una nueva visita a la tintorería y que lucía bastante bien, terminó siendo un trapo arrugado. Detestaba mi aspecto. Bajé del vehículo con el diario bajo el brazo. Enseguida encontré la fila con muchas personas. No había duda, era ahí. Ni siquiera pregunté. Imaginé que nadie tendría voluntad de contestarme. Era un grupo de seres que parecían hilvanados. Algunos tenían consigo el periódico doblado. Otros en cambio estaban aferrados a un reducido papel, donde había algunas direcciones y datos escritos a mano. Todos buscaban trabajo. La gente que esperaba no tenía mejor aspecto que el mío. Esta situación, lejos de consolarme, me hacía sentir más miserable y vulgarmente mimetizado con la misma necesidad. Con lentitud me formé al final de la cola. Habían pasado pocos minutos y ya estaba fastidiado. Miré el bar de la vereda de enfrente y crucé la calle sin pensar por un momento que podía perder el lugar y que si esto

Jorge S. Ruppel Este cuento ganó el 2do. premio en el concurso de cuento corto Velez Sarsfield.

~ La Voz de la Esfinge

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Ruppel

El desocupado

ocurría, finalmente, no representaba una preocupación, por lo menos por hoy. Pedí un café y con tranquilidad comecé a leer las noticias del día. Muy temprano, yo había privilegiado la lectura de los clasificados. Lo hice con lentitud. Estuve un par de horas. Hacia el cuarto café la cantidad de personas que estaban esperando quedó reducida a dos. Pagué el servicio y me dirigí al lugar. Había entrado el último y rápidamente sería llamado. El Individuo que salió tenía buena cara. Se lo veía fatigado pero distendido. Seguramente pensaba que había encontrado su oportunidad. Ingresé a la oficina de entrevistas, detrás del escritorio un hombre con anteojos me invitó a sentarme, cosa que hice, mientras él tomaba una lapicera y un formulario para completar datos. Me miró por unos instantes y me dijo: —¿Empezamos? Le respondí que no. Me puse de pie lentamente y sin quitarle la vista. A continuación estiré la mano para tomar el formulario (que estaba destinado a registrar la información que sirviese para mi calificación) para romperlo en varios pedazos mientras le decía: No gaste su tiempo, creo que no tengo chance. Vi demasiada gente afuera y seguramente habrá muchos que tienen mejor oportunidad. Terminado esto arrojé el diario en un cesto, que estaba casi lleno, de los mismos formularios abollados que este señor pretendía 32

~ La Voz de la Esfinge

llenar con mis datos. Le dije que prefería evitar el mismo destino. Ni siquiera le tendí la mano y me dirigí hacia la puerta. Casi saliendo escucho que me dice: —Espere... No se retire que tengo que hablarle. Pertenezco a la Secretaría de Bienestar y Trabajo. Las autoridades están preocupadas por los índices de desocupación. Nuestra popularidad está perdiendo posiciones y eso no es bueno frente a la proximidad de los comicios que se realizarán en un par de meses. Estamos buscando... Lo interrumpí para decirle: «personas con iniciativa de todos los niveles, capaces de emprender el desafío...». Sin dejarme continuar y como si no hubiese escuchado mis palabras continuó: —Estamos buscando un escéptico, un indiferente. Usted parece una de esas personas. Para que entienda le diré que las mediciones del mercado indican un crecimiento importante de la desocupación. Largas colas de gente buscando empleo. Pocos avisos de demanda en los periódicos. La prensa ha empezado a castigarnos con este tema y sabemos que el precio político, si no tomamos rápida intervención, será muy alto. Avisos como el que leyó ocuparán varias columnas en poco tiempo. Habilitaremos oficinas para atomizar la gente y distribuirla para que las colas sean más chicas. Las personas que entrevisten a los postulantes le dirán: «solamente hemos podido cubrir


alejandría

el veinticinco por ciento de nuestra necesidad de personal. El ingreso a una de las filiales de nuestra empresa se concretará seguramente en poco tiempo. Por esta razón, es importante que durante los próximos catorce días permanezca en su casa. Una de nuestras asesoras de programa ejecutivo tomará contacto con usted para buscar su perfil de trabajo, pretendiendo ubicarlo en el lugar que resulte más útil y en el que se encuentre cómodo para aprovechar todas sus posibilidades». Como verá, es una forma práctica de inmovilizar por un tiempo a muchas personas, que por dos semanas no buscarán trabajo. Nuestra oficina de prensa se ocupará de mostrar esto. Más adelante inventaremos otra cosa; como ser miniemprendimientos de producción, donde la gente deberá esperar que una camioneta entregue el material de trabajo en su vivienda, para que lo procesen domésticamente. En fin, tenemos varias ideas que estamos analizando. —Me parece abominable y perverso, le dije. Sin importarle mi opinión continuó: —Nosotros pretendemos vender una ilusión. La gente la compra y gratis. La ilusión no tiene precio. Es mejor que la expectativa de un salario flaco. Habilita fantasías, genera proyectos de futuro. Tenemos todo estudiado. Los desocupados se sienten mejor con esta falsa oportunidad

Ruppel

y logramos que renuncien temporariamente a la realidad de su fracaso. —No creo que yo pueda servir para esto, le dije. Conservo a pesar de mi necesidad, ciertos principios. No podría participar de ese absurdo proyecto. Me sentiría un estafador de esperanzas, un delincuente. Todo esto me parece una locura. Seguía sin escucharme. Tomó sus pertenencias y saliendo hacia la calle me expresó: —La gente viene muy temprano. Es probable que cuando llegue haya varias personas. Eso no lo tiene que incomodar. Lo verán como el instrumento que puede resolver sus problemas, una suerte de mesías. Se sentirá muy importante frente a ellos. No permita en las entrevistas que las respuestas se extiendan más allá de lo necesario. No sea demasiado cortés, algunos desconfían. Mantenga un perfil sobrio, eso los tranquiliza. No exagere el proyecto empresario ni la oportunidad laboral. Sacó de una carpeta un sobre y me lo entregó. Me dijo que adentro había una tarjeta magnetizada para usar en los cajeros automáticos y las llaves de esa oficina. Mi código personal de acceso estaba escrito en la solapa de cierre. Tenía habilitado un retiro inicial para mejorar mi aspecto y el salario estaría acreditado el último día hábil del mes. Me aseguró que la suma era importante. En la pantalla de la máquina iba a ~ La Voz de la Esfinge

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Ruppel

El desocupado

encontrar algunos mensajes o nuevas instrucciones y me dijo también que no le interesaban mis datos personales. Se despidió asegurándome que, salvo la casualidad, no lo volvería a ver. Me quedé parado mientras él se iba, probablemente, a ningún lugar.

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~ La Voz de la Esfinge

Con mirada extraviada observé la calle. La gente se desplazaba para atender sus ocupaciones. Miré el sobre y lo metí en el bolsillo interior del saco. Desconcertado caminé sin rumbo hasta encontrar un cajero.


d o b l e

h o r i z o n t e

De sus círculos alrededor de él Jair Cortés Montes

Deberías aprender, sagrado hombre, de la leona, de su manera de doblegar al macho, de sus círculos alrededor de él, de su perfume animal, irresistible al olfato del gran león. Deberías saber cuántos miles de años se encuentran en el ritual de amores felinos. Deberías saber que ella te desea cuando se marcha, entender que en realidad contempla el horizonte cuando crees que te mira. Deberías aprender, sagrado hombre, entender el amor desde las venas, aprender de la leona, de sus círculos alrededor de él.

Jair Cortés Montes Nació en 1977. Realizó los estudios en Literatura Hispanoamericana. Ha publicado en las revistas Pasto verde, Alforja y Tierra Adentro y en el suplemento cultural La jornada semanal. En 1999 obtuvo el Premio de Poesía Joven Tamaulipas, y el Premio de Poesía Dolores Castro que otorga el Instituto Tlaxcalteca de cultura. Aparece en la antologías Creación Joven (1979-1999) (cnca y Secretaría de Cultura del Estado de Jalisco, 1999) y La sombra de la palabra (Instituto Mexiquense de Cultura, 2001). Es autor, entre otros, de los libros A la Luz de la sangre (Fondo Editorial Tierra Adentro, 1999), A flor de piel (Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes, 2000), Nubes Despiertas (Universidad Autónoma del estado de México y Editorial La tinta del alcatraz, 2001) y Dispersario (1995-1999) (ITC-Universidad Iberoamericana, 2001).

~ La Voz de la Esfinge

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Castillero

El topo

El topo

Silvia Eugenia Castillero

a G. «—¿La ilusión? Eso cuesta caro.» Juan Rulfo

En la ilusión comenzó esta decadencia. A hora temprana salimos del nido, había que morder la cola de mi hermano, quien a su vez sujetaba con su hocico la cola de alguien de nosotros y así sucesivamente los ocho, hasta llegar a mi madre. Entonces algo fulminante me hirió la mirada: por uno de los túneles penetró un rayo de luz. Todos continuaron en fila durante la primera travesía fuera del hogar. Yo, que iba el último, quedé perplejo ante la claridad. La seguí, aunque era doloroso y prohibido apartarse del resto. Fue así como salí de las tinieblas a descubrir la intemperie. Sentí primero sobre mi cuerpo la destemplanza del tiempo y el aire me increpaba inclemente. Después, el haz de colores que fui siguiendo, un azul con filamentos dorados y a veces púrpuras, llegaba tan lejos (casi hasta las arenas marinas), y luego en óvalos estrechaba con ternura mis pequeños ojos asustados.

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~ La Voz de la Esfinge


doble horizonte doble horizonte

No obstante, ese pasillo cálido con rumbo al corazón, se esfumó de golpe. Y quedé sobre una estepa interminable. Demasiado tarde para regresar a mi noche perpetua, al cobijo de mi propia mirada. Encaré el fulgor, el vértigo azul, y ahora no era yo —como mi condición natural me lo pedía— quien huía de la luz. Fue ella la que desapareció de mis ojos embrionarios. Fallidos los intentos por cavar, rodeado de la eternidad del día y su iluminación mediocre, mi corazón estalló de tanto latir en vano. Al cabo de las horas, alguien me depositó en el subsuelo. Pero no puedo andar: desde que llegué me integro en fragmentos a la tierra.

Castillero

Silvia Eugenia Castillero Ciudad de México, 1963. Estudió la licenciatura en letras en la Universidad de Guadalajara, y posteriormente un doctorado en letras hispanoamericanas en la Universidad Sorbonne Nouvelle de París. Tiene un libro de ensayos: Entre dos silencios, la poesía como experiencia, (Tierra Adentro, 1992). En poesía ha publicado Como si despacio la noche, (Secretaría de Cultura de Jalisco, 1993); Nudos de luz, con serigrafías de Rigoberto Padilla, (Ediciones Sur y Universidad de Guadalajara, 1995); Zooliloquios, edición bilingüe, traducción al francés de Claude Couffon (Indigo Editions, París, 1997). Ha sido becaria del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes en los períodos 93-94 y 98-99. En 2000 obtuvo la beca de estancia para traductores, otorgada por el Ministerio de Cultura de Francia, para traducir una muestra de Nueva Poesía Francesa, de próxima aparición.

~ La Voz de la Esfinge

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Nehbli

Tres visitas a Alfama

Tres visitas a Alfama Mauricio Nehbli —fragmento—

2. tejo El mundo debe ser un mapa de bolsillo entre tus manos y la memoria enorme de tu rostro asomado en él me convierte en la criatura errante que no fui mientras pensé en crear un hogar con nuestros cuerpos. Ahora mi casa es la desolación de las ciudades pese a tanto vagar sé que destino imposible es el olvido.

Mauricio Nehbli Nació en Campeche y radica en Guadalajara. Aparece en la compilación En la piel de la palabra (Amoxcalli, 2000).

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~ La Voz de la Esfinge


doble horizonte doble horizonte

Roy

Estela

Françoise Roy Ha caído mi voz, mi última voz, que aún guarda mi nombre Jacobo Fijman

Deja atrás una estela profunda, como si delante de mí bogara un gran barco invisible que parte como navaja el revoltijo azul de agua y espuma. Y yo que le escribo: «Me arrastras de los cabellos al pozo que guarda, como sarcófago, la ostra de tinta». Y que le amenazo diciéndole que he de hacerla desaparecer como un corcel que da la media vuelta ante un precipicio. Yo que le digo: «Todo se te sale siempre de las manos y tu caricia es dardo de curare». Y también que cuelgue su capa de hechicera. Y que le acuso de alta traición ante un tribunal de sordomudos y ciegos, alegando que es una asesina y que «trasega con suma elegancia, como vino que se decanta, pociones letales en la enramada de mis venas,» yo, aun así, sigo su estela como una criatura marina aspirada hacia el vacío del surco. Me traga como Dios nos tragaría si decidiera de pronto invertir el soplo y aspirar el mundo de vuelta en su pulmón. Su estela donde el revolcadero de las palabras es una danza mortal. Su estela de barco fantasma.

Françoise Roy Québec, Canadá 1959. Licenciada en Geografía por la Universidad de Florida, y Diplomada en Estudios Hispánicos por la misma universidad. Ha sido aprobada por la Sociedad de traductores de Québec de la Université de Montréal como traductora certificada y obtuvo el Premio Nacional de Traducción Literaria en Poesía en 1997 otorgado por el INBA, México. Tiene publicado el libro Nieblas del Estío (Editorial Conexión Gráfica, 1998)

~ La Voz de la Esfinge

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Roy

Estela

En el vacío de la luz Ángel Rafael Nungaray —fragmento—

La soledad corta los frutos del desastre, corta la luminosa piel de los vocablos. Y mi piel se levanta contra el cielo, el infierno empieza en las orillas de mis párpados, en las densas pupilas de los sueños que nos devoran más allá de la retina. La espesa soledad levanta su bandera contra el mundo, oscuro ser que cae en el vocablo de la luz.

Ángel Rafael Nungaray Yahualica, Jalisco, 1968. Ha publicado en las revistas: Orfeo, Reverso, Última, Ventana Interior y en el periódico El Informador.Es autor de los poemarios: Estaciones de la noche y En el vacío de la luz, inéditos.

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doble horizonte

p u e r t a s

Poesía y melancolía Santiago Rodríguez Guerrero —fragmento—

a pesar de los niños solitarios, del rosado enfermizo de los muros, de los jardines ácidos de sombras, (...) el mar hunde a tu espalda las islas, las iglesias, los palacios, las cúpulas más bellas de la tierra (...) en esa callejuela con macetas, sin más salida que la muerte A. Colinas «Encuentro con Ezra Pound, Sepulcro en Tarquinia»

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elancolía y muerte son inseparables. Hay que ser consciente de la finitud de la vida para sentir la melancolía. Solamente cuando se siente en el cuerpo, íntimamente, la punzada del tiempo, el dolor de la fugacidad, la imposibilidad de la permanencia infinita, el hombre entrecierra los ojos, hunde la cabeza y suspira. Ese suspiro es el primer paso hacia la introspección. Es el prólogo de lo que luego vendrá: el viaje infinito por el conocimiento, por el pensamiento propio en busca de imágenes, ilusiones, recuerdos. Distintas palabras para una misma idea. La vida como escenario, como teatro en el que se representa un drama fantasmal, poco más que un rumor. Un teatro abierto en la memoria consciente de cada uno. Y el recuerdo de la adolescencia, del tiempo que todos creímos pleno e infinito. El ámbito de la sensación, de la ~ La Voz de la Esfinge

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Poesía y melancolía

inmediatez, de lo primigenio y radical. Luego viene el despertar. Y es este duro, descarnado, dolorido. Incorporarse a la vida, a lo que entendemos por vida —el paso del tiempo, el lento camino hacia la muerte— precisa de calmantes, a veces muy potentes, imágenes que nos velen el fulgor extraño de la verdad. Venecia como símbolo de la decadencia, de la muerte o de la cultura. El símbolo incorpora en sí mismo su remedio. Tierra, muerte, decadencia. Venecia, paradigma de la cultura, de lo artificial, de lo elaborado por el hombre, vuelve a la tierra, a lo primigenio. De la tierra y del agua, tras un intervalo de fascinación y ficción, a su lugar inicial. Que Pound aparezca en el poema, que se fuera a vivir allí, no es casual. Como tampoco lo es su poesía. La gran almoneda de la historia y de la cultura. La poesía como recolección de versos que recordamos, momentos que soñamos o escritores que preferimos. Escribir una vez más lo ya escrito. El juego poderoso y peligroso de la intertextualidad. No hay nada nuevo y mientras el tiempo transcurre, escribimos, o soñamos, o amamos. No es casual que Gimferrer invoque a Venecia también. Teatro de la memoria, falso escenario, pócima venenosa la del recuerdo, pues nos enfrenta a lo que fuimos, a veces a lo que creímos ser. En la precisión acerada del sentimiento que 42

~ La Voz de la Esfinge

esa memoria despierta nos encontramos con que el brillo del espejo nos devuelve una imagen distinta. Falsa por no ser la que ahora somos; verdadera pues así creímos ser. El contraste nos duele, abre la herida que creímos cerrada, nos recuerda que la fijeza es imposible y que sólo existe el devenir. De la adolescencia a la madurez, del poeta esteticista y decadente al rememorador en escenarios vacíos. De la ilusión al desencanto, de la vida a la muerte. En el trayecto sólo queda una arquitectura fantasmal de ilusiones en palabras, trazos o piedras. En las enormes salas de la memoria edificamos aquello que sabemos que es sólo sueño. Venecia es un sueño, el de aquellos que creyeron que se podía construir un ciudad fundada exclusivamente en la belleza. El de las personas que invirtieron su dinero en levantar palacios sobre el agua, edificar catedrales o intentar atrapar la belleza en un cristal cincelado. No se dieron cuenta de la osadía de su intento. No entendieron que se condenaban a la empresa eterna de soplar el vidrio, idear edificios, ordenarlos. La belleza no es una propiedad estable. Es, a lo sumo, un anhelo, la aspiración eterna de una idea fugaz. Fue también el sueño de los que la habitaron, de los que ocuparon sus calles, vivieron, amaron, odiaron o mataron en aquella ciudad tan extrañamente fundada. Hoy Venecia es el sueño de los que la recuerdan, de los que leen su nombre en la poesía, admiran sus edificios en


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fotografías o sus pinturas en alguna postal. Aunque no la visiten. Venecia es el símbolo que es, a la vez, portador de su significado propio e histórico. Venecia remite a una ciudad, a una historia, pero también a una ilusión, o mejor sería decir a una serie de ilusiones: la de sus fundadores, la de sus habitantes, la de sus soñadores. Es el teatro donde se representa sin máscara alguna, y quizá por ello con todas, el fingimiento de la vida. Arropados por las caretas, inventamos personalidades, personajes fantasmagóricos que nos representa, nos esconden y, finalmente, nos revelan. La impostura, el lujo, la belleza, se resumen en su palabra. Nada más que una ilusión para olvidar lo que nunca olvidamos. Pero la finitud, la consciencia de una brecha entre lo que fuimos y lo que somos, se expresa en otros modos. No tan deslumbrantes, pero sí igual de radicales y dolientes. Que a veces no hagan olvidar temporalmente, que a veces la melancolía se transforme en risa, no cambia para nada lo sustancial. Se escribe para imaginar, se piensa para soñar. La poesía y la filosofía surgen de un instante melancólico. No son más que un grito inicial que luego modulamos, en ritmo o en razonamientos. Se piensa porque nos sabemos finitos. En la inmortalidad el trabajo se aplaza indefinidamente. En la condición humana, se acelera, se intensifica, se vive como maldición y como remedio. Para la

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condición humana el trabajo es una necesidad. Soñar con una sociedad en la que el trabajo ha desaparecido es soñar con algo pero que la muerte, con la maldición que soportan los inmortales. De nuestra finitud sacamos las energías, las ganas, la ilusión y la necesidad de pensar, de reflexionar sobre nosotros. El inmortal de Borges ha vivido todos los tiempos y todas las edades, pero se sabe condenado a no hacer nada, a no emprender ninguna tarea, pues el tiempo no le acucia. La reflexión, las páginas de Montaigne, Espinosa o Nietzsche, nacen de la condición humana. Son alimentadas por ella. El deseo surge también de la mortalidad. El hombre observa el mundo que le rodea y en algún momento se descubre finito: es testigo de la muerte de un familiar de alguien conocido, sufre la separación como algo incomprensible que no quiere aceptar. Ése es el dolor primigenio. Acepta, tarde o temprano, que también él tiene que desaparecer. Pero hasta que llegue el momento, el deseo le despierta el ansia de vivir, de sentir, de pensar. Qué es la poesía o la filosofía si no el último intento desesperado y radical por ocultar la ausencia, el vacío que nos rodea y que rodeamos como si fuese un maelstróm. El de Poe es un ejemplo certero. Entrar en él, aceptar la visión lleva irremediablemente a la pérdida de las ilusiones, al envejecimiento prematuro. Después no quedará más que la contemplación silente y ~ La Voz de la Esfinge

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temerosa por lo que se ha visto y se ha vivido. La muerte en vida no es un paso que se pueda tomar con impunidad. Mirar la ausencia sin ningún tipo de protección supone perder las máscaras, las ilusiones, saber que cualquier remedio es falso e inútil. Y sin embargo, nos empeñamos incasables en semejante tarea de acabamiento. Al final, sólo espera el silencio. El fulgor ciega la vista y enmudece la palabra. De ahí que construyamos simulacros, vanas apariencias que entorpezcan la visión o la desfiguren. Ocurre a veces que, a pesar de todo, la contemplación de aquello que no es resulta enriquecedor. El ánimo, fortalecido en la pasión y en la espera, se eleva y se reafirma. Sobrevuela ámbitos desconocidos y terribles. Conoce las «ínsulas extrañas» con las que ha soñado o ha anhelado durante tanto tiempo. Se sabe extranjero, condenado a eterna errancia y acepta su destino. Perderse conscientemente, hacerse perdediza, partir sin rumbo fijo ni tiempo establecido y hacer del viaje esa máscara que suple la falta de las mismas. O quizá porque desde el inicio se presiente errante y vacío, instalado en la ausencia, no desdeña las posibilidades que se le brindan. Pero siempre en el inicio se encuentra la queja. Es el arranque y la energía para el mismo. No se concibe movimiento sin queja, sin insatisfacción. Al final se resume todo en esa falta de contento 44

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por lo que se tiene o se conoce. Gritar, pero con mesura, pues en estos casos el exceso paraliza. Es el ánimo el que prosigue con determinación la senda que se ha tomado. Es importante no perder la conciencia en ese primer estadio. Al final, sin embargo, sí que se perderá. Se anhelará la muerte y esta sobrevendrá de manera simulada, en el éxtasis, la ebriedad o incluso, a veces, de forma real. Mientras tanto, y tras el grito, que suele ser de desamparo y que comprueba la oquedad circundante, el camino es un ir encontrándose imágenes que nos ocultan y a la vez nos indican el camino. Un espíritu fuerte no desdeña las simulaciones. Simplemente no se engaña de lo que significan o de lo que son capaces. El amor, saber que es una mentira, poco más que una representación a veces cansina y humillante; repetitiva en el mejor de los casos. Y aun así aceptarla, como se acepta lo inevitable, aspirar al culmen sabiendo que reside en nosotros, en nuestra capacidad de engaño. Cerrar los ojos y prepararse para volar, para la eterna errancia de la insatisfacción. La amistad, ese amor despojado de sexo, más atenuado en la pasión y por ello más soportable. Una unión que busca evitar la soledad, los silencios excesivamente largos. Esto explica que el amor acabe tantísimas veces en una simple amistad y que se perpetúe en el tiempo lo que ya


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no existe y es, a lo sumo, un hermoso recuerdo. Los recuerdos, en especial de la infancia y juventud, ilusiones que obsesivamente repetimos para disimular lo que no fue sino desorientación y lo que ahora no es sino vacío y esterilidad. En una palabra, un remedio, acaso el más efectivo, para negar que la madurez es, siempre y nada más, una claudicación. Siempre fascinan más las novelas de aventuras en el recuerdo que en el momento en que las leímos. Son la fijación de aquello que creímos posible ser, de lo que llegamos a creer que éramos e íbamos a seguir siendo. Aquellas novelas que ocuparon nuestras tardes, momentos de ocio, los que renegábamos de la televisión y la radio, los que se perdieron aquellos que fueron incapaces de descubrir la fascinación secreta y pasional de unas cuantas palabras que creaban mundos. Enfermos de literatura, entonces y ahora, creímos en una realidad que sólo existía en nosotros y que aún nos negamos a abandonar. La habitamos desde ese día hasta siempre. Para qué madurar si no pasa de ser un renegar de nuestras ansias infantiles y juveniles. Contemplar la vida con los ojos de entonces, juzgarla con los valores aquellos, y volver a sentir, una vez más y ojalá que para siempre, la fuerza indómita de una voluntad sobreexcitada.) La filosofía, otra triaca, la más radical cuando se une al ritmo silábico. Y mientras vamos desgranando las silbas y contando los acentos, el martilleo de los signifi-

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cados nos va recordando una oscura letanía áspera y amarga, cierta y cruel. La vida es acabamiento, es un ir rodeando espacios, momentos, anhelos hacia la deserción —que llaman madurez— para encontrarnos al final frente al gran remolino deslumbrante del vacío. Y entonces entendemos que la atracción no ha sido casual, que día tras día anhelábamos secretamente conocer el final, que ya intuíamos. Y la melancolía rebrota, si alguna vez se extinguió, y vislumbramos entre las tinieblas de lo que deseamos mantener en lo oscuro, algunos versos, ciertas palabras, caricias que un día prodigamos, cuerpos que una noche nos abrazaron, el calor de la piel como refugio, a veces algunas cosas más. Deseamos perdernos, entrar en la ebriedad, anular la conciencia. La melancolía como una leve punzada que nos despierta y nos desespera con calma. El inicio de la poesía, acaso porque revela la imposibilidad de la embriaguez eterna. Se descubre como energía que nos eleva y nos mueve. Nos conduce a la poesía, al arte, al amor. Y en esa subida continua y exaltada no nos percatamos de las ilusiones, o quizá las vemos creyendo que nos alejamos, o nos entregamos a ellas, ahondando la fisura. Pero en algún momento se acaba, y en la caída acertamos a comprender que no fue más que momento pasajero, aunque la intensidad nos lo mintiera como perdurable. En el viaje alcan~ La Voz de la Esfinge

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zamos las «ínsulas extrañas», las buscamos desde el inicio, a ella dirigimos todas nuestras fuerzas, intuitivamente, en silencio, casi a escondidas. Lugares de reposo, ámbitos desconocidos o familiares, donde descansar y olvidar el acabamiento. Y de nuevo viene la poesía, el recuerdo en versos de la adolescencia perdida, la creación de escenarios imposibles, teatros falsos de nuestro deseo. Y en ellos, a veces, lloramos o suspiramos o nos perdemos en un intento desesperado de no regresar. Habitar para siempre la poesía y con ella aquellos lugares que fueron y perdimos sin posibilidad de defendernos o de recuperarlos alguna vez. Y en la simulación nos preguntamos por lo que fuimos y por lo que somos, a dónde hemos llegado, creyendo que la vida es recorrer un camino. No nos damos cuenta de la falsedad de esa idea. No existe el movimiento, al menos no inducido ni dirigido por nosotros. La vida es una quietud nuestra y todo se va alejando de nosotros. Nuestros viajes sólo transcurren en la imaginación y en la pasión. Son sueños, aspiraciones hacia lo imposible, hacia un mundo más auténtico o una huida del final. En el fondo, un intento desesperado de negación de la madurez. Vivimos con la creencia de que nos movemos y nos acercamos a la muerte y en realidad se aleja lo que nos rodea y el vacío final es la muerte. De ahí que nos atareemos en naderías, que frenéticamente viajemos como enfermos com46

~ La Voz de la Esfinge

pulsivos, que huyamos de todos lados y vayamos hacia cualquier otro. La vida como un tráfago desorbitado e incansable que nos lleva a olvidar el verdadero final. Hay, sin embargo, algunas figuras que permanecen en el centro o que, excéntricas permanecen en la quietud, alojadas en el vacío. Sabedores del final, conscientes de la imposibilidad del escape, se sitúan cercanos al abismo y con nervios templados lo encaran, diríase que hasta disfrutan de la contemplación. Cómo entender sino al exiliado, al místico, al que se ha dejado embriagar por el lsd, o por el amor. Hölderlin contempla la nada y la cuenta en su Empédocles. Luego, consciente de lo que implica, se extraña, se aleja de sí para habitar otra persona y otra época. Al dejar de ser él, se instala en el vacío, se hace extranjero. El exilio le lleva al final antes de que hubiera llegado su tiempo. Leopardi también se aleja, a la Antigüedad, y medita ante el infinito de la dulzura de anegarse en él, en la nada total, la fusión con la Naturaleza, el extrañamiento radical de sí. Perder la conciencia es llegar a la pureza. Keats también lo anhelará, y buscará la embriaguez musical para dudar de si muere o simplemente sueña. Juan de Yepes se alza solitario en un viaje de total exilio. Sobrevolará lugares y estados de conciencia. Y mientras sus sentidos se han anulado contemplará los ámbitos de la extrañeza, de la pérdida y de la


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desposesión. Pero sobre todo verá esos ojos que en él estaban ya grabados. La apetencia del vuelo y de la pérdida anidaba ya en él tiempo atrás. Nada externo nos impulsa, de nosotros nace y nos empuja a la pérdida total y definitiva, aunque sepamos secretamente de su imposibilidad. ¿Por qué tal afán de extrañamiento?, ¿por qué el anhelo de la extranjería, que es el de la desposesión cuando se trata de nuestro ser? Ya lo dijo el poeta cuando afirmaba que era insoportable la visión continuada de la realidad. Porque realidad es decir vacío, acabamiento. Y contra ello, sólo la imaginación posee el remedio. Y el recuerdo, de una época, de un cuerpo, de unas palabras que nos susurraron una noche casi ya agotada amenazados por el alba, obliga al exilio. En él la melancolía no existe. Se ve acallada mientras dura la simulación. El exilio es el lugar del extrañamiento, el espacio descentrado desde el cual cualquier perspectiva es posible. Acaso por dicha razón, su añoranza sea tan palpable en la literatura moderna. Borges, Beckett, pero también Keats, Hölderlin o Nabokov. Extraña necesidad la de alejarse del centro, sentirse un marginado y desde esos márgenes, desconocidos, oscuros, peligrosos muchas veces, escribir o, lo que es lo mismo, vivir. Si la vida es posible, si no utilizamos la escritura como mediación. La necesidad compulsiva de escribir, como la del alejamiento,

Rodríguez

responde al movimiento primario de rechazo de la vida como algo sórdido. La vida natural lo es. Sensaciones excesivamente rudas para espíritus que apenas soportan la ruptura del despertar. La escritura protege contra la acerba sensación de la melancolía. La transforma en nostalgia y la despoja de su afán de muerte. En el poema de Colinas, imágenes de muerte habitan los versos. La melancolía anida en ellos. Venecia es símbolo de muerte y recordatorio melancólico de lo que pudimos haber sido, de todo lo que anhelamos y sólo en el arte hemos podido cumplir. El Arte como ámbito donde realizar nuestros sueños y olvidar el vacío. El lugar donde lo poblamos de imágenes e ideas, simulacros que nos permiten vivir, aunque sea olvidando, negando lo evidente. Sentimiento amargo y aun así apetecible, el de la melancolía. Nos atrae su fuerza adusta, pero también nuestra propia condición. Nos fascina ver cómo resbalamos por la infinita caída del tiempo mientras nos agarramos temporalmente a las flores, el amor, algunos recuerdos gratos... En la melancolía el placer se acrece, se intensifica, siempre a condición de que no olvidemos la finitud. Melancolía, sentimiento exclusivo de las personas. Sentimiento ingrato y necesario. No nos podemos escapar de ella a menos que renunciemos a nosotros mismos y nos volvamos inhumanos. ~ La Voz de la Esfinge

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Poesía y melancolía

Y aun así desde ella disfrutar de la vida, tras la mediación intelectual del mundo y los placeres acallando los suspiros que nos provoca. Disfrutar, al fin, de los breves placeres mientras sentimos

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~ La Voz de la Esfinge

en la piel el paso inmisericorde del tiempo. Qué más da que pase el tiempo si mientras nos afanamos en ella, olvidamos lo que somos y dónde acabaremos.


Roberto Vรกzquez obra plรกstica


ÂŤEn la obra de Roberto VĂĄzquez lo cotidiano se transforma en ritual donde cada personaje nace de un trazo primigenio que nos hace pensar en la memoria de toda experiencia presente...Âť



La mirada del centinela

Magaña

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Memoria en el corazón Francisco Magaña

La mirada del centinela Es bella la canción y amarga su escritura. G.Q.

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o sé si a la poesía de Giovanni Quessep podría accederse mediante una edición mexicana. Sé que circulaba en antologías, en revistas. En estos tiempos en que las distancias parecen suprimirse es innegable que la distribución de libros en Hispanoamérica significa todavía un obstáculo al parecer ineludible. Un par de ejemplos: la obra de José Hierro y José Ángel Valente, quizá sólo disponible en aquella Feria Internacional del Libro en Guadalajara, dedicada a España. Fuera de un par de libros de 52

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Valente (No amanece el cantor y El fin de la edad de plata) es imposible conseguir libros en las librerías del Distrito Federal. Ni la muerte de este poeta español, acaecida hace algunos meses, ha podido aligerar la circulación de su obra. Por ello resulta notable la publicación de Libro del encantado de Giovanni Quessep con el sello del FCE (Colección Tierra Firme, 2000). Nacido en 1939 en San Onofre, Colombia, Quessep a lo largo de casi treinta años ha consolidado una obra que se distingue por la recia claridad de su verso, por la exploración infinita y nostálgica del encuentro (“allí estará el amor, en esa sombra / donde la vida vuelve a comenzar”), por la concisión de sus imágenes y por la música, ese elemento vital que al hacerse presente con tal disposición, la revitaliza. En este caso la sobriedad ratifica aquella aseveración de Octavio Paz: “la poesía debe estar seca para que arda”.

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Muy lejos de la verborrea estéril que confunde sus hallazgos con la exuberancia interminable, y establecido en la tradición de una escritura que encuentra su mayor alcance en un verso que raras veces excede las dos páginas (por ejemplo “Parábola”, “A la sombra de Violeta”, “Canto del extranjero”, “Un verso griego para Ofelia”, “Resurrección” y “Carta imaginaria”), sus poemas alcanzan su alto sitio en el verso breve, en la severa restricción que salva únicamente las palabras necesarias, aquellas que sólo viven en su lugar preciso. Si hay un término que pueda definir el conjunto de su producción, éste sería “tensión”. Con la conciencia que recurre a un discurso cuya aventura es el rigor y la compacta desnudez de sus hallazgos, este material se convierte en la precisión persuasiva de sus informes, de sus atmósferas. A lo largo del libro hay una presencia inasible que confirma el título a la vez que incita a las


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preguntas: ¿Encantado el poeta? ¿Hechizado el lector? Y este sentimiento de seducción, de fascinación, puede apreciarse en al menos un par de versos, “no sé quién es, mas siempre está a mi lado” y “el paraíso existe/si duerme el centinela”, porque esta poesía es también una indagación de los antiguos jardines encantados (“en mis labios se quema el paraíso”), de nuestra memoria (“¿quién te mira escondido detrás de la memoria?”), del amor con la conciencia de la dicha y la pérdida (“tus naves en el puerto / o haciéndose a la mar, la vida es bella”), de la muerte “de pie en el umbral de nuestra casa”y del ayer que canta sus asombros: “todo pasado es bello y habla una lengua desconocida”. Si a lo anterior se añade que los versos investidos de interrogantes son un ejemplo de reflexión y sorpresa, resulta que estamos ante la obra de un poeta que encuentra en la poesía cuestionadora y libre de adornos y subterfugios, la mejor manera de llegar a su culminación. Duración y leyenda (1972),

Canto del extranjero (1976), Madrigales de vida y muerte (1978), Preludios (1980), Muerte de Merlín (1985), Un jardín y un desierto (1993) y Cartas imaginarias (1998) conforman uno de los registros poéticos más significativos de la poesía hispanohablante. Libro del encantado incluye además una sección, “El aire sin estrellas”, de 18 poemas hasta ahora inéditos que colocan, por la contundente brevedad de sus formas y su peculiar sentido de la imaginación, a Giovanni Quessep como un autor imprescindible de la poesía escrita en lengua española.

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Magaña

Preguntas a Orfeo Y ahora aquí en tu abismo qué vas a hacer, Orfeo, si es más hondo que el reino que le da una blancura lunar y enajenada a las manos [de Eurídice. ¿Pedir por ella al dios como pide el mendigo su mendrugo, o, acaso, una moneda para alcanzar de nuevo la nave [de los muertos? ¿Qué harás cuando tu lira haga danzar los lirios y las [constelaciones, pero tu amada Eurídice no sepa que es por ella que el cielo es la mitad de una [granada, y la otra, que gira, la pradera [infinita? ¿Qué harás? ¿Cantar a solas puro como un adolescente, o volverte fiera en el jardín, acaso tu jabalí y tu Adonis? Oh padre del [abismo, si un resplandor nos ciega, deja al [menos que fluya nuestro canto, y nuestra [lira diga, al final, Eurídice, y hasta la isla [de Lesbos Eurídice, Eurídice, Eurídice...

~ La Voz de la Esfinge

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Esfinge

Quessep

Esfinge

La trastienda Luis García

Feliz tú que no miras los ojos de la Esfinge, y no ves que es azul el laberinto de su arena; terrible conocimiento de una vida amarga el que nos dan los últimos jardines. Feliz tú que no sabes quién teje la ilusión de tus tapices, ni quién es la hilandera de tus días, vendimiadora que da un vino triste. Cantas tu himno, loco de esperanza, y no sabes si mueres o si vives.

Textos de Giovanni Quessep, hasta ese momento inéditos, tomados del número 57-58 de la revista de literatura Prometeo, publicada en el año 2000 .

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~ La Voz de la Esfinge

Novelas inéditas, novelas insólitas

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uenta Luis Goytisolo, que formando parte en los años sesenta del Comité de Lectura de la Editorial Seix Barral (lo pongo con mayúsculas, ya que a mi entender y por la escasa experiencia que tengo me parece uno de los oficios más difíciles y peor retribuidos que existen) llegó a sus manos un ejemplar de un desconocido autor argentino, que respondía al título de La Gándara. Una gran novela, a su juicio, que sin embargo no mereció la aprobación de sus compañeros de dicho Comité, entre otras cosas porque sobre la mesa tenían una obra maestra: La ciudad y los perros, de Mario Vargas Llosa. Y es que, como él mismo afirma, hasta el propio Carlos Barral se equivocó en alguna ocasión (si

por equivocación puede interpretarse). Baste recordar la anécdota del manuscrito de Cien años de soledad, que el editor tuvo sobre su mesa y que rechazó para mayor gloria de la competencia. A la vista de lo que nos cuenta Goytisolo, puede interpretarse de sus palabras una mezcla de resentimiento hacia sus colegas, y resulta paradójico que entre sus libros preferidos figure uno que nunca vio la luz, que jamás sufrió los intempestivos y a menudo impetuosos gustos de los lectores, y del que jamás podremos saber todo lo que hubiera dado de sí, tanto la obra mencionada como su enigmático autor de quien nunca nada más se supo. Ahora, la Editorial Lengua de Trapo rescata para su catálogo, aunque probablemente rescate no debería ser el término más adecuado, una novela de un desconocido escritor argentino, Tulio Stella, de quien lo ignoramos prácticamente todo. Una obra mastodóntica de casi setecientas páginas que se subdivide a su vez en siete novelas cortas,


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que se pueden leer de una forma independiente, y que ha llamado la atención del Jurado del II Premio Casa de América de Narrativa Innovadora que convoca dicha Editorial. ¿Qué poder de fascinación pudo ejercer sobre el Jurado, para que desechando las obras preseleccionadas se dedicaran a rebuscar entre la infinidad de manuscritos hasta que dieron con una caja que contenía tan preciado tesoro? Desconocemos tan enigmática influencia, aunque no cabe duda que La familia fortuna, que así es como se denomina la obra, como La Gándara en 1962, el año en el que Vargas Llosa se alzara con el Premio Biblioteca Breve, seguro que fue lo suficientemente atractiva como para obligarles a realizar uno de los giros mas copernicanos que se recuerden. Así, nos encontramos ante una novela de novelas, tan en moda en estos tiempos, comparada con la Rayuela de Cortázar, El Cuarteto de Alejandría de Lawrence Durrel, y si me apuran con la Sefarad

de Antonio Muñoz Molina por su carácter enciclopédico. Con todas las obras mantiene similitudes y diferencias, aunque personalmente me inclino más por la obra de Muñoz Molina, quizás porque el recuerdo de las vicisitudes de Justine o Clea, o de Rayuela, me queda demasiado lejana en el tiempo y eso entorpece una comparación ajustada. Pero en todas ellas predomina un único protagonista omnisciente: Buenos Aires, Alejandría, símbolos decadentes de una sociedad que se desmorona con sus habitantes. Reflejo de que todas ellas envejecen porque lo hacen quienes las «okupa». Porque se trata de novelas de «okupas», de anécdotas de seres anónimos que sufren, viven y mueren todos los días. La familia fortuna está compuesta por siete novelas enlazadas por un nexo común, siete historias a cada

García

cual más sórdida (espeluznante es la del homosexual escritor sentenciado por el sida y su último amante ruso, o la de la huida de una viuda a un lejano pueblo, o la del enfrentamiento de una mujer con la amante de su «ex»...) que abarcan el mundo en su conjunto, y que colateralmente tratan todos los temas malditos de la Argentina Universal, que también son los nuestros: la dictadura militar, el sida, el terrorismo, la miseria humana... Y aunque a ratos parezca una saga novelesca, nada más alejado en alguien que parece haber sufrido casi tanto como sus personajes. Por eso decía que pocas veces un jurado se ha atrevido de una forma tan insolente a poner en duda la capacidad lectora de un pre-jurado. Pero esperemos para bien de la literatura, y de cuantas novelas como La Gándara permanecen ocultas en

~ La Voz de la Esfinge

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Todo creador tiene su loco de bolsillo

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algún cajón, que dicha práctica se convierta en habitual. Sería el mejor homenaje que se le podría tributar a quien en su día deslumbrara a Luis Goytisolo.

Todo creador tiene su loco de bolsillo Fonz de Tanya Es casi una tradición intelectual dar crédito a los locos. Pero yo tengo sobre todo en gran estima a los imbéciles. Henry Michaux

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scribir sobre la locura y sobre el arte de una manera coherente me parece una locura creativa. Así que decidí ocupar las ideas como vinieran e irlas depositando en el papel de manera que los sedimentos tomaran su tiempo para ser una gran creación o una luminosa Idea o también una estrella apagada o los ojos de un moribundo. Párrafos que lleven como hilo conductor la energía

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~ La Voz de la Esfinge

de los dementes y la pasión de los creadores. Sin conexión con ninguna de las partes que forman este escrito. La única voz reinante es la del pensamiento y de su imperativo la imaginación. *

* De locura transparente viste la creación de tal forma que es difícil descubrir a primera vista cuál es el cuerpo y cuál la vestimenta. *

Existen muchos ejemplos en la historia de la filosofía, del arte y la ciencia, de las equivocaciones y los crímenes que se han cometido y se cometen en nombre de la razón. Que nuestras manos resultan insuficientes para cubrir tanta desdicha. Esto pareciera un lugar común dentro de la información que se maneja sobre el tema. Pero no lo es teniendo en cuenta que sucede en nuestro siglo xxi, Pareciera que el hombre tiene miedo de dar el paso decisivo y salir inmediatamente de la Edad Media en donde están instalados en cuestión del entender a los locos. Dejar libre todo el espíritu contenido en el hombre y salir desnudo para ofrecer el cuerpo a los dioses paganos que nutren nuestra naturaleza.

La locura está relacionada con la leyenda de Parsifal o del Santo Grial, es decir, con el Loco Puro, el santo inocente que consigue lo que el enterado del mundo no puede lograr. El loco está más cerca de las verdades divinas que el resto de la gente. Símbolo del Aire de los alquimistas el loco es la respiración de la vida espiritual. La palabra Inglesa «fool» deriva del latín «fools» que significa literalmente «saco de aire». * Hay que estar loco para vivir en este mundo suspira el brillo de la inocencia. Brillo primario que crece dentro y fuera de nuestras cabezas y que es el comienzo del pensamiento. La razón es un ángel


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oscuro que nos seduce pero a la vez nos engaña. No todo pertenece al mundo de la razón y esto lo sabe el creador y lo intuye el loco. * La imaginación corría loca por las montañas, libre y feliz hasta que la encerraron en una cueva, por inútil y floja. La encerraron y la vistieron con un traje de aldea para que no fuera peligrosa. La Imaginación fue oprimida de esta forma por no ayudar a las carnicerías de hombres útiles. * Aunque al final no hay peligro. Los locos y los creadores crecen a la par de sociedades crueles y organizadas. Siguen vagando libres, o lo que se pueda ser libres, por las aldeas y los pueblos, por las nocturnas ciudades. Se saben místicos y visionarios, los dioses los han elegido a ellos para ser el sentido de los demás seres.

* Para Platón existen varias clases de locura. La locura originada por la enfermedad humana y la locura enviada por los dioses. La locura enviada por los dioses es sagrada y se divide en cuatro clases: la locura de adivinación otorgada por Apolo, la de iniciación mística otorgada por Dionisos, la poética de las Musas y la más alta , la locura erótica otorgada por Afrodita, cada una de estas locuras es una especie de gracia divina. Cada una de ellas es muy superior a cualquier razón puramente humana. Y habrá quien afirme que esas locuras son de tiempos antiguos, pero se equivocan, mientras existan seres tocados por los dioses siempre existirán estas locuras. Además la locura y la poesía no se entienden ni pertenecen a la carne del tiempo.

Fonz

nable será eclipsada por la del demente». Platón * Ante tales seres, poetas divinos y locos, sólo queda como defensa el miedo. Y después del miedo la incomprención y la marginación, * Un hombre de razón pierde lo más preciado de su vida: el instinto. * Como murciélagos los poetas mandan una señal esperando respuesta de alguna parte, para transformarla y poder seguir volando con ella.

*

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«Quien entre al atrio de la poesía sin esta locura de las Musas, creyendo poder convertirse en poeta gracias al arte exclusivamente, no está Iniciado,y su poesía razo-

Aristóteles habla de los poetas que imitan a la naturaleza, locos originales. Y poetas que imitan a otros poetas. Pobres locos.

~ La Voz de la Esfinge

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Fonz

Todo creador tiene su loco de bolsillo

* La flor más hermosa del universo es la flor de la locura. Si Bosco y su Ungüento de Brujas formaban seres mágicos desde el ensueño de la flor. Erasmo de Roterdam elogia a la locura contra toda la tara intelectual que comienza a sepultarla. Muchos pensadores de la Edad Media creyeron que el saber de los locos predecía el reino de Satán. Aunque Satán sabe que el mal no está en la locura sino en su tratamiento.

«Desde el momento en que reconocieron en el artista al caso patológico y en la obra de arte una «compensación» de un individuo inferior, el burgués que tiene conocimientos científicos está convencido de que en cada espíritu creativo se puede señalar la tara que explica su actividad, y los poetas dementes sirven para esta demostración como los ejemplos clásicos». Escribe Muschg en la Historia Trágica de la Literatura.

* «El camino de los excesos conducen al Dolado de la sabiduría» Blake * Es verdad que la sensibilidad no es exclusiva de los poetas como tampoco lo es la locura. La diferencia, señor, entre usted y yo, es que usted se come una naranja y yo la eternizo.

*

*

Me parece que la corriente llamada «Psicopatología de la expresión» debe aplicarse con mucho tiento en el campo de las artes, ya que de por sí en el caso de la poesía, existen muchas personas que toman muy a la ligera la creación poética y esto da como consecuencia un facilismo y decadentismo que de lo que se trata es de erradicar no de fomentar. Así que cada loco con su loco.

Los poetas románticos tuvieron mejor suerte que los dementes. La nave de los locos estaba muy lejos de los poetas y sólo habitaban momentáneamente los compartimentos de la nave. Blake hablando con los apóstoles y con Dante Alighieri. Hölderlin con su amada Diótima discuten el Hiperion. Lord Byron con su sombra del demonio y Novalis platicando con su novia muerta. Que locura fantasmalmente deliciosa.

* Los poetas lloran, se enfurecen hasta la ira, tristes y sucios escriben sus versos que a nadie importan, Y el simple acto de huir mentalmente ya se considera enfermedad. Pocos comprenden el valor de la locura en estos momentos del poeta. Lo único que hacen cuando se topan con un poeta que exhibe su espíritu sublime es encerrarlo. *

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~ La Voz de la Esfinge


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* Para Rimbaud es más poderosa una idea de un loco que todos los vólumenes que se tienen que leer para descifrarla. *

a su loco que de vez en vez sale a enseñarnos la memoria del cielo y de la tierra. * ¡Viva la fatalidad! Baudelaire

Ya el Quijote pasó por aquí sembrando la semilla luminosa de la locura y la plática aún continúa dando paisajes y aventuras que la vida razonable nunca va a entender. Es demasiado esplendor como para lograr ver algo. * Tanto se podría discutir y agregar que terminaríamos con locura crónica o comenzaríamos a querer sentir el misterio ontológico de la poesía. Así que ningún loco se puede llamar a sí mismo loco. Sólo los imbéciles reconocen que no están locos. Y los farsantes poetas se hacen los locos. En fin, uno es el creador y lo guía la locura y en defensa de los buenos y malos espíritus que habitan en los hombres, uno guarda a veces en el bolsillo

El decir y el habla Un acercamiento a Heidegger desde Levinas Manuel Cantú • introducción Épodo Esa palabra que jamás asoma a tu idioma cantado de preguntas, esa, desfalleciente, que se hiela en el aire de tu voz, sí, como una respiración de flautas contra un aire de vidrio evaporada, ¡mírala, ay, tócala! ¡mírala ahora! ¡mírala ausente de toda palabra, sin voz, sin eco, sin idioma, exacta, mírala como traza en muros de cristal amores de agua! José Gorostiza

Cantú

• el decir y el habla Bajo el conjuro poético la palabra se transparenta y deja entrever... ya no lo que dice, sino lo que calla. José Gorostiza

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l ser humano habla. Hablamos despiertos y en sueño. Siempre hablamos de algún modo, es algo cotidiano. El hombre es el ser viviente capaz de hablar. Esta frase no quiere decir que el habla es una característica más del hombre, sino por el contrario es lo que hace que este ser viviente sea humano. Sin embargo, cuando nos ponemos a reflexionar sobre el habla, nos perdemos en su signo y nos quedamos sólo en la forma. ¿Qué es el Habla? Con el artículo «el» le damos un peso distinto. Ya no nos referimos al acto de hablar sino lo que esconde el habla, lo que hace ser al Habla habla. El ser humano se expresa en lo dicho. Habla tematizando y al hacerlo la razón lo gobierna en los conceptos que utiliza

~ La Voz de la Esfinge

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El decir y el habla

para explicar el mundo y al otro. Siempre en lo dicho encerramos la experiencia del infinito. No podemos abarcar con una palabra la experiencia interna, sin embargo, es necesario expresarla. Lo inagotable desborda lo dicho. Hablar del habla es tratar de ir a su encuentro y no hacerla concepto que nos permita expresar algo de ella. El habla misma es: el habla y nada más. Con este acercamiento parece que caemos en redundar. Sin embargo es llegar donde ya estamos: hablando. Anterior a lo dicho se encuentra como un relámpago inaccesible el decir, que Heidegger llama el Habla. En el decir se manifiesta la experiencia del vacío. El salto mortal de la cornisa del mundo. ¿Cómo aparece el decir? ¿Cómo acercarnos a él si no es tematizando? ¿Cómo llega el Habla al habla? Pensar de esta manera trata de situarnos en la morada misma del Habla, en su hablar y no en el nuestro. La frase el

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~ La Voz de la Esfinge

Habla habla nos deja suspendidos en el abismo mientras nos mantenemos en lo que ella dice. Heidegger menciona: «llegar al hablar del Habla de un modo tal que el Hablar advenga como aquello que otorga morada a la esencia de los mortales.» El decir es lo inasible de la palabra, el vapor que se escapa del aliento del que habla. Vidrio resquebrajado de unos ojos. El ademán que no retiene a las manos. Si es inasible ¿qué significa? ¿Qué significa hablar? Podemos contestar que es la acción de los órganos de fonación y audición. Hablar es la expresión fonética y la comunicación de lo que el hombre vive. Ante esto, el hablar es expresión y presupone un interior que se exterioriza. El ser humano habla y lo hace a través de una lengua.

El decir se da en el lenguaje; a pesar de lo constreñido de sus reglas gramaticales y de la celda que labra la propia palabra. Ante esto no sabemos decir lo dicho. En lo hablado el Habla se consuma. Esto presupone que el Habla sale a nuestro encuentro en pasado. Cuando hablamos el Habla ya se dio anteriormente. Un hablado puro es aquel donde la perfección del Hablar se forma como perfección iniciante. Lo hablado puro es el Hablar poético. En el poema encontramos la expresión infinita de la experiencia del hombre con el mundo: el Habla es el poema. En el Hablar habla la imaginación poética. Lo hablado es lo que el poema exterioriza de sí mismo en el decir. El decir antecede a lo dicho. Es la fugacidad que no podemos apresar. Es en la metáfora donde el decir se nos da en la irracionalidad del lenguaje. Campos


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semánticos extraños a sí mismos nos revelan en su conjunción al mundo. En la creación poética se trata de alejar la palabra del vaso que la aprisiona. La forma que hace que la substancia sea lo que es y no otra cosa. Es romper la cárcel de vidrios que sostiene al discurso. No es silencio; son unos ojos que vuelan rasantes sobre la piel de quien habla. Es poema que no se apresa. El poema nombra y al Hablar nombramos. No es dar títulos, por que no llama a las cosas por su nombre, las invoca a hacerse presentes a través del ritmo y la metáfora. Llama a las cosas a la palabra. El nombrar invoca. Esta invocación llama a venir a una proximidad del mundo del que habla. Llama a las cosas a su ser de cosas. Las invoca a llegar al cielo y a la tierra, al horizonte. El poema al llamar a las cosas gesta mundo y por eso habitan en la morada del ser humano. Y no sólo se invocan la cosas al mundo, también se invoca al mundo a las cosas. Al juntarse

ambos se crea una intimidad sin ser una fusión. Sólo hay intimidad en lo distinto. La intimidad del mundo y la cosa es la diferencia. Esto es que el ser de la cosa advenga al mundo y el mundo se adviene al propio ser de la cosa. Esta llamada invita a venir a la intimidad del mundo y la cosa. La verdadera invocación del Habla que se da en el poema. Es la esencia del Hablar. En este intermedio del mundo y la cosa que se da en la intimidad se adviene el silencio. Entre el decir y lo dicho reina el silencio de la metáfora. Ritmo que rompe la tela que oculta al rostro. Es en el poema donde el eco del otro se pronuncia sin claridad. Rastro de un vivir que se consume en lo dicho. Si no se usa el lenguaje poético totalizamos la experiencia infinita del mundo interior. Esta totalización, violenta en sí misma, plaga al hombre de soberbia. La diferencia reúne a ambos a partir de sí misma, llamándoles a venir al desgarro que ella misma es. El Habla habla en cuanto

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invoca a la diferencia del mundo y cosa, a la simplicidad de su intimidad. Heidegger lo sintetiza diciendo: «el habla de los mortales es invocación que nombra, que encomienda venir cosas y mundo desde su simplicidad de la diferencia.» Lo que es hablado en el poema es la pureza de la invocación del Hablar humano. Este Hablar es un corresponder. Para hablar el hombre debe haber escuchado el mandato de la invocación. Esto se da en el escuchar. El ser humano habla en la medida que escucha. Es necesario estar atentos en el silencio de la diferencia. La diferencia se da en el encuentro con el otro. Es través de la cara donde descubrimos que el otro es distinto a mí. Que su discurso se proyecta como otra experiencia inabarcable que no entiendo. Al no poder aprehenderla no queda otra cosa que asombrarme. Al decidir escuchar la invocación del otro, el otro me trae el mundo y me lleva a él. Me enseña lo distinto de mi yo con

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De héroes: El señor de los anillos

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lo que habita al mundo. El decir invoca la experiencia vivida desde lo trascendente. Al hacerlo, nombra de nuevo a la creación. El decir que se habla se da en el poema. El hombre es un ser que dice en el habla su experiencia de mundo. A través de la poesía vivimos la experiencia infinita de los rostros que nos rodean. El poema es el decir. El Habla es el poema. El hombre viviente que habla. El ser humano cuando dice en lo dicho el Habla que lo mantiene en las cosas y en el mundo es poeta. Cuando ve en el rostro del otro la invocación de traer mundo y escucha el ritmo de su metáfora es creador.

De héroes: El señor de los anillos Ana María Morales Qué es un héroe? Las respuestas pueden ser tan diferentes como posiciones deseemos adoptar, pero, en el fondo

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~ La Voz de la Esfinge

todos lo sabemos: un héroe es aquel que es capaz de sacrificarse para que los demás sigamos viviendo como hasta antes de que nuestro mundo se viera amenazado. Por este camino, muchas veces el héroe se tropieza con un cetro, otras con un reino y, a veces, con la muerte. Sin embargo, ni aún la muerte es el final de un héroe, porque casi siempre es la muerte el colofón perfecto para una existencia magnífica que por gloriosa no puede permanecer en el mundo que ha salvado. Una de las funciones de los héroes es presentarse como seres modélicos, entes dueños de una serie de cualidades que reconocemos como deseables y, sobre todo, ejemplos que nos obligan a ser mejores para ser sus semejantes o, al menos, su reflejo. Así, en una época en que se dice que el sentimiento heroico ha desaparecido basta

con que aparezca un eco lo suficientemente auténtico para que tal declaración se venga abajo. El estreno de la nueva versión fílmica de El señor de los anillos puede ser una prueba. Ya el libro de J.R.R. Tolkien había demostrado que sin que importe en qué mundo vivamos el sentimiento heroico conmueve profundamente, ahora la película, a pesar de las evidentes traiciones y omisiones al texto, se convierte en un nuevo pretexto para constatarlo. Tolkien, buen conocedor de los sistemas sociales del medievo, supo crear en El señor de los anillos a los personajes que encarnan los paradigmas de los héroes que apuntalan los cimientos de las sociedades indoeuropeas. La Tierra Media de Tolkien está poblada de héroes: Eómer, joven rey de los jinetes de Rohan, encarnación de la visión romántica del guerrero germánico que canta


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con la alegría del combate y la belleza salvaje de la fiesta de la espada; Boromir, el orgulloso heredero de un reino que se desvanece ante la sombra y que no puede ver más allá de sus fronteras, pero que muere con la grandeza del guerrero que cumple el sagrado deber de proteger al más débil, incluso con su vida. Pippin y Merry, que parten a la aventura y se encuentran con la hazaña; Gimiy, el enano, dueño de un corazón noble, una voluntad de hierro y un valor áspero, que cae preso del encanto de la belleza y entrega su amor y afecto a los representantes del enemigo ancestral: Galadriel y Lególas; Theóden, el viejo rey de Rohan, que despierta en el crepúsculo de su vida para abatir a la serpiente del señor de los Nazgúl y morir en batalla; el hermoso elfo Lególas que, con el peso de innumerables años a cuestas, siente renacer el asombro y la alegría del combate en medio de las aventuras que comparte con sus compañeros y que enfrenta el destino de su melancólica raza de

cara al mar. Éowyn, la doncella de Rohan, desesperada y bella, que enfrenta sola la furia del rey de los espectros para proteger a su tío Théoden. Y muchos, muchos más, héroes que grandes o pequeños, que de Gorfindel o Faramir al granjero Coto o Lobelia Sacovilla-Bolsón cumplen con su papel de llevar a cabo, sin que importen los sacrificios personales, venciendo al miedo, su parte en la reconstrucción del mundo, en la limpieza que hay que hacer para barrer las huellas de corrupción que el mal siembra a su paso. Pero, de entre el amplio espectro de héroes y actitudes heroicas que aparecen en el texto de Tolkien, destacan tres personajes: Aragorn, heredero y revindicador del poderío real de los reyes del Occidente, Gandalf, mago y enemigo de las más obscuras manifestaciones del mal, y Sam Gamgee, jardinero y reconstruc-

Morales

tor de la Comarca. En estos tres personajes es posible apreciar la evolución y la transfiguración de los representantes de los tres tipos de héroes que existen en el imaginario colectivo de todas las civilizaciones indoeuropeas: el guerrero, el sacerdote y el trabajador. Gandalf es el enemigo de Saurón, pertenece a una raza de la que no se dice nada, pero se sabe que es de un origen superior incluso a la de los elfos, que, cuando inicia la novela, aparece apenas como un mago que fabrica fuegos artificiales. Sin embargo, es dueño de un poder que se va develando poco a poco y termina por aparecer en todo su esplendor cuando cae en Moria, ante el poder de un balrog (demonio de fuego, perteneciente a una era anterior del mundo). Tras pasar por la prueba de la muerte, Gandalf emerge más poderoso y más puro, capaz, ahora sí, de

~ La Voz de la Esfinge

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Morales

De héroes: El señor de los anillos

mostrarse como la fuerza del bien que disipa las tinieblas. Consejero, sabio, conocedor de la sabiduría antigua, sostén espiritual de todos los héroes, culmina su vida junto con su misión. Cuando ha cumplido su labor de vencer al mal, debe abandonar la Tierra Media para permitirles a los demás crecer sin su sombra. Tal es el destino del héroe espiritual. El caso de Aragorn es muy diferente. Heredero tras muchas generaciones de los reyes de Númenor, aparece en el texto como un insignificante montaraz, casi un guía incidental. Y, apenas se ha presentado así, empiezan a surgir las pistas que muestran su herencia y su alto destino: la espada rota y las coplas que acompañan su nombre. El señor de los anillos es una obra que va aumentando de intensidad según se va desarrollando, pareja a esta evolución, corre la de Aragorn. A lo largo de la historia «Trancos», el montaraz, se transforma en Aragorn, el heredero de

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Isildur, y después en Elessar, el rey «Piedra de Elfo». «Estel», la esperanza del pueblo del Oeste se transforma en «Eluviantar», el restaurador de la gloria del Oesternesse. Aragorn encarna las más altas virtudes que pueden esperarse de un guerrero que pretende ser rey: su valor, belleza, sabiduría, prudencia y determinación lo convierten en el modelo perfecto, en aquel que reúne lo mejor de las tres edades del hombre y posee la capacidad de encender el corazón de todo hombre que lo conoce y hacer salir sus mejores virtudes. La misión de Aragorn es restaurar la gloria del reino del Oeste en la Tierra Media y es éste su lugar, su labor no termina sino cuando el mundo ha recuperado todo su esplendor y, aun más, ha llegado a un nivel que nunca tuvo antes de su advenimiento. Su destino es el del guerrero y el rey, conquistador, pero sobre todo protector de todos los hombres.

La transformación de Sam Gamgee de jardinero de Bilbo y Frodo a Alcalde de Hobbiton, y finalmente consejero del rey, ilustra bien la actitud de Tolkien sobre el papel los campesinos y trabajadores dentro del sistema social. Sam, que en el principio del texto sólo aparece como un fiel sirviente, demuestra a lo largo de la historia como, merced al sacrificio personal, a la fidelidad y el amor por su amo, el sentido práctico y el respeto por las hazañas gloriosas del pasado, se puede llegar a ver todos los sueños cumplidos. Sam abandona su hogar y su familia por amor a Frodo y sigue a su amo a través de todos los peligros y por los caminos más oscuros. Al final del camino, Sam regresa a la Comarca y la encuentra desolada, su labor será regresarla a su estado original. Sam, a diferencia de Aragorn, no tiene un pasado que lo sustente, tiene sólo su voluntad, fidelidad y amor para elevarse


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desde su posición inicial hasta el más alto sitial que puede ofrecerle su mundo. La renovación de la naturaleza, la explosión de abundancia que saluda sus esfuerzos parecieran ser el mayor premio que un trabajador puede desear. Así, para completar este recuento de héroes, sólo haría falta hablar de Frodo, el portador del anillo, pero los mártires son un tipo especial de héroe y merecería una nota aparte. De cualquier forma, no olvidemos que leer El señor de los anillos es regalarnos una oportunidad de sentir que cada uno de nosotros puede ser mejor.

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El vértice pleno del instante en la poesía de Óscar Sauri Blanca luz Pulido Apresura la lluvia su arboleda Óscar Sauri Bazán, «Otras lluvias». Alucinante canto de las gotas en el vértice pleno del instante Óscar Sauri Bazán, «Erótica».

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l año 2000, primero del siglo XXI o el último del XX, según se mire, recordando esa controversia que ya suena desvaídamente lejana apenas un año después, Óscar Sauri (Yucatán, 1958) publica dos libros de poemas, y esa confluencia merece atención y detenido examen. Primero porque se trata de libros cuya brevedad denota un lento cuidado en ir tramando con demora cada poema,

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reuniendo imágenes, trazando obsesiones en la página. Porque Sauri es un poeta que se exige un rigor interno, y aunque diversas, ambas obras* reflejan una apasionada vocación poética que en estas páginas se concreta, toma forma al fin: después de muchos afanes de Sauri transcurridos en otros ámbitos, el testimonio de dos libros publicados en el transcurso de un año revela el deseo de cruzar el umbral de ser un creador cuyas obras circulan en el pequeño o amplio círculo de talleres y espacios estatales para correr la aventura —que siempre implica riesgos— de declararse autor a todos los vientos y para todas las miradas, asumir la crítica y persistir a contracorriente y seguir urdiendo las líneas de esa trama escrita, accidentada y de imprevisible dirección.

* Otras lluvias. Instituto de Cultura de Yucatán, Colección Premios Estatales de Poesía. Mérida, 2000, y Erótica. uaem/La Tinta del Alcatraz, Toluca. 2000.

~ La Voz de la Esfinge

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El vértice pleno del instante en la poesía de Óscar Sauri

De entrada, el lector nota algo que el mismo Óscar me advierte sobre ambos libros: Otras lluvias recoge poemas escritos a lo largo de varios años, mientras Erótica es fruto unitario, más depurado, de su trabajo poético reciente. Entre ambas obras así, se percibe una clara evolución, una definición de temas y formas, una precisión que abandona la tentación primeriza de la retórica de tintes elevados para acercarse con mayor frecuencia al blanco de la palabra poética moderna, que implica más que explica, sugiere y no declara. Esto no quiere decir que los poemas de Otras lluvias (libro que mereció el Premio Estatal de Literatura en 1996) no contengan altos momentos, celebraciones del oficio de escribir, encarnizados versos donde se detectan presencias nerudianas, trascendidas en las inflexiones y obsesiones ya muy propias de

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~ La Voz de la Esfinge

Sauri: los cuerpos y sus ritos, el embrujo de la palabra, la naturaleza que todo lo imaginó desde antes, los múltiples rostros de la violencia y de la muerte. Tan sólo para mencionar algunos de los poemas reunidos en ese volumen, recomiendo la lectura de Otras lluvias, que da nombre al volumen, poema escrito a modo de conversación-contrapunto con otro autor, Javier España; «No poder escribir/, que penosamente extrae de la experiencia de la parálisis creativa sus palabras»; «Las cosas», preciso mecanismo, reloj verbal; «La mesa», discreto y enigmático; «Iniciación», de erotismo estupefacto; «El juego», «El viento». «La orilla», «Sostengo como un arco la flecha», «Colores», «Nocturna luz», «Difuntos», «Labios» y «Lenguas». Esta simple enumeración de títulos revela ya que los temas de la sensualidad y el pasmo ante los abismos revelados o entrevistos

son las obsesiones alrededor de las que Sauri teje en esas páginas, deslumhrado siempre ante el mundo, el mecanismo del poema. Y en ese mecanismo sabe elevar al lector a su misma sorpresa, mostrarle sus asombros, compartir una visión de la realidad donde aparecen una y otra vez parejas de conceptos absolutos y de intensidades contrastantes, e imágenes cargadas de fuerza y movimiento («el abismo brutal de luz y sombra»; «las auroras radiantes/los ocasos oscuros»; «la prisa de la vida/que huye de casa de muerte», «la sangre brota/como en precipicio». Por fortuna, no todo en Otras lluvias es fulgor de abismo y mundos revelados al asombro: en varios poemas crecen atmósferas que, casi contra la voluntad del poeta (que presiento romántica), fundan territorios donde es posible existir en voz baja, narrar una tarde meridiana con su «inmensa ola de sol», enunciar el insomnio o el «círculo perfecto» de unas caderas. Es


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evidente que estamos ante un poeta afirmativo, cenital, trabajado por las intensidades verbales y semánticas. Un poeta de extremos, de contrastes, que no descuida la factura rítmica de sus poemas porque ese ritmo puntual contribuye al reforzamiento del sentido. Pero es evidente también que el camino recorrido, o lo que puede verse de él en el tránsito de Otras lluvias a Erótica, muestra que la poesía de Sauri está en un proceso de cambio. Un cambio, desde mi punto de vista, que afina los procedimientos de la imagen y la vuelve menos cargada de antítesis, menos espectacular y más intensa a la vez. Los temas poéticos se restringen (el mar y la naturaleza, la mujer, el erotismo declarado desde el título) y, aunque los contrastes de color verbal siguen siendo marcados, pues ya son parte esencial del mundo poético de Sauri, están realizados con una sutileza mayor. Vaya como ejemplo este «Presagio», poema en dos tiempos:

I La fruta verde crea la imagen de las alas que se posan. Besan la rama abismos de cielo. Rotan las avenidas en segundos. Llueven notas. Hierve la fragancia, se agigantan las manos, saltan los minuteros. II El tiempo es el bandido en ruga sorda prendiendo levantiscos monumentos con su manía de céfiro con su afán de jadeo. Todo es frugal anuncio del presagio.

Rezuma Erótica mieles frutales y orgánicas, como en una silenciosa celebración de dones abiertos a la mirada, en una plenitud de vida y de mezclas, mares, lunas, frutas, cuerpos, mezcla donde reside la subver-

Munguía

sión sensual de su propuesta, delineada, nunca explícita. Al asumir el presagio y convocar las fuerzas que hacen «saltar los minuteros», esta poesía logra la confluencia de la madurez con la germinación misma de la experiencia, verbal y vital, en que está basada. Es decir: se logra la autonomía del poema de su creador. Uno podría encontrarse estos poemas al azar, desligados de su autor, y navegar en su mundo alucinado y gozoso: «Era el agua gozando los colores/entre las dimensiones de la tarde,//eran los ejercicios de las gotas/en cadencias de luz (...)/ Eran los precipicios tentadores/ entre los estertores del alarde.// Era la mansedumbre de la nota/ en los ojos de un gato adormecido./Era el mandamiento de tambores/Y bailabas un son en mil sabores». Aunque también, en medio del tono en general celebratorio y sensual del libro, hay espacio para algunos poemas que abren una veta de duda. No hay paraíso sin manzana. Porque la

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Los cuentos y las historias de Báez Zacarías

plenitud no estaría completa sin la carencia: así, los augurios pueden de pronto «hacerse nada», y surgir una «estatua del hastío» donde antes sólo brillaban certezas y cuerpos abiertos al tacto y al pensamiento. De esta manera el mundo poético de Erótica se hace más complejo, ya que no construye una visión idílica ni ingenua del mundo ni del erotismo. Otro rasgo que distingue a Erótica es su unidad, que revela a un autor que ha llegado a la madurez de sus capacidades expresivas, con una visión del mundo definida y a la vez en transformación, que hace cómplice al lector de sus hallazgos así como de sus incertidumbres. Para finalizar esta breve nota; transcribo el poema sin título que cierra Erótica, ejemplo logrado de cómo puede nombrarse la plenitud por medio de los elementos: colores, sabores, trazos en el espacio y en el tiempo que, mediante palabras, dibujan en la arena de la página la etérea y a la vez material, sen-

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~ La Voz de la Esfinge

sual e imaginaria, firme y fugaz figura de la amada: Dice el azul que el verde lo presagia que de las manos blancas no es el rumbo que no es la perfección de tu silueta la que triunfa en el halo de la lámpara. Dice el color que el tono no es el medio para calar tu cuerpo que es mi vianda que te tengo completa cuando duermo que te me haces pedazos en el día. Dice el tinte cuajado que el deleite está en el pecho de tu rama erguida que debo recorrer tu geografía para extasiar el trance que me pinta el tiempo.

Los cuentos y las historias de Báez Zacarías

Novela Historias de mamá Javier Báez Zacarías Grupo Patria CulturaMéxico, 2000. Marco Antonio Flores Zavala El pasado se me vino encima, cansándome, agotándome, sepultándome en sus buenas, dulces, blancas maneras. Mejor vete, Mayela, dije, las calles deben estar desocupadas... Javier Báez Zacarías, Única calle «Nunca Niní»


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a novela Historias de mamá, de Javier Báez Zacarías, es la tercera obra publicada en libro. Antes le fueron publicadas las colecciones de cuentos Para asuntos comerciales (Premia editores, 1987) y Nunca Niní (Dosfilos editores, 1993). También ha colaborado en antologías de cuentos y en revistas que han circulado en la amplia región centro-bajío-occidente del país, como en la paradigmática revista Tierra Adentro. Los libros de cuentos de Javier Báez se enmarcan en las obras creadas por el conjunto de escritores que emergió, principalmente, de los talleres literarios que existieron en el país en la década de 1980. Su obra participa en el discurso literario que renovó y sustituyó los cánones instaurados por la narrativa recreadora de la Revolución Mexicana. Con la originalidad que la creación literaria se hizo fuera de la ciudad de México. Hasta esta obra de Báez, está integrada al discurso que dejó fuera el mito de lo nacional

—que en provincia era frecuentemente decimonónico— y aspiró a la representación del mundo sin escenario o personaje-cliché determinado. La aportación de Báez Zacarías, por sus libros de cuentos, se distingue por los extraordinarios dominios que ejerce con el lenguaje y sobre la escritura. En Para asuntos comerciales se manifiesta la visión de un joven —el predominio de sus personajes y acciones corresponden al ambiguo mundo joven— que se opone a las opresiones poco sutiles que reproduce la sociedad en donde se desenvuelve. En Nunca Niní es la versión de quien continua revisando e interpretando el transcurrir del mundo, lo hace a través de diferentes tipos de parejas amorosas. En ambas obras la fluidez de las narraciones es evidente: contrasta el ritmo, su ritmo narrativo que va en primera persona, con la realidad que exhibe en la tercera persona y en algunas acotaciones escénicas que introduce. Historias de mamá es, lo supongo (por sus características editoriales

Flores

y las historias que contiene el texto), la muestra de su pertenencia a la generación que ha entrado a la madurez escritural y que desea escribir la versión de los hechos de su transcurrir. En el caso de Báez Zacarías le llama a su versión: recuerdos. En el aspecto editorial, Historias de mamá es un documento —literario— que subvierte la anquilosada y poco reflexiva premisa del escritor local y regional que escribe para lectores cautivos: los de su localidad. Introducido el texto de Báez al amplio espacio de la circulación y el consumo de libros —por su compra y su lectura—, se establece que no existen escritores locales, es más, ni literaturas regionales, sino obras que circulan y que son adquiridas para su consumo en lugares diferentes al del escritor, con una condición: la calidad que llame y defina a los lectores activos de una obra. En el libro, dice la reseña de la contraportada, «una madre que recuerda mientras cuenta y un hijo que cuenta mientras recuerda. Una ciudad que existe

~ La Voz de la Esfinge

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Munguía

Sor Juana y sus guardaditos

en el relato y otra que, apenas enunciada, incorpórea, existe también en alguna parte... Historias de mamá es descripción precisa, fiel, de nuestra manera de recordar y de vivir el pasado que se niega permanentemente al olvido». Historias de mamá da cuenta de personajes que se ejercen por los recuerdos: Mamabue y sus referencias a un lugar que «suena como a mineral» (que no a piedra). Otro participante de las historias es la novia-amante y suspirante de un poeta o vividor. Y Olegario, el actante clave para desenvolver los recuerdos y las acciones de las mujeres: sus condiciones de madres, amantes y bailarinas. Olegario crece en la narración con la ayuda de varios medios de comunicación: las revistas con mujeres, las mujeres del bulevar, el cine y la televisión. Historias de mamá es una novela, sin lugar a dudas. Es una novela donde se combinan los recuerdos de Báez, casi en clave, y una reflexión sobre la escritura de su tiempo —acaso, también,

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~ La Voz de la Esfinge

tiempo de nosotros. Como conjunto de recuerdos es la versión de las acciones y los dichos del escritor y su generación en las ciudades que recrea (acaso Zacatecas y San Luis Potosí). Visto desde el recuerdo, la novela es una especie de memoria que se adelanta a los analistas y biógrafos de Báez. Aunque a la inversa o adversa de los historiadores, Báez no relata para vincular las acciones de la novela con las experiencias pasadas. Lo que hace es inventar, se sale de los límites de las circunstancias históricas para dotar de vida y dramatismo a lo que narra. Respecto de la reflexión sobre la escritura de su tiempo, el creador de Historias de mamá sin alejarse demasiado de los recuerdos, se sitúa más cerca de la ironía para cuestionar sobre el rol de vanguardia de su generación.

Sor Juana y sus guardaditos

Ensayo Los guardaditos de Sor Juana Sara Poot Herrera unam México D.F. , 1999. Yadira Munguía or Juana es laberíntica, oscura dentro de su luminosidad, enigmática y desquiciante, cosechaba armonías ininteligibles, lenguaje de musa y de poeta, estruendosa voz de creador y de criatura, mujer y artista por los cuatro costados. Por eso deleita tanto su presencia, nadie puede resistirse a su encanto, a su seducción; bien lo afirmó Alfonso Reyes, nadie

S


doble horizonte heliópolis

puede estudiarla sin enamorarse de ella, es imposible no amarla, no dedicarle nuestra vida y nuestra obra. Es precisamente ese el sentimiento que se palpa en Los guardaditos de Sor Juana, de la Dra. Sara Poot Herrera, hay amor en sus palabras, hay devoción literaria en cada uno de los conceptos, la obra de la Dra. Poot es científicamente encantadora, racional y exquisita. Dentro de este minucioso estudio nos lleva a conocer, dentro de lo que es posible, a la mujer detrás del genio, al ser humano, temerario, prodigioso, aunque a veces aprehensivo, atrás de ese maravilloso monstruo que sigue siendo después de tres siglos. Nos ofrece además de una panorámica de los últimos años y obras de la Décima Musa, una disertación sobre uno de los descubrimientos más importantes: La Carta de Serafina de Cristo, dada a conocer por Elías Trabulse en 1995 y la cual, pese a diversas opiniones sobre su autoría, Sara Poot nos comprueba que Serafina no

puede ser otra que Sor Juana, ¿quién más podía haber tenido la perspicacia, y conocimiento perfecto de la Carta Atenagórica (1690)y de la reacción de los prelados ante una monja metida a teóloga? Cabe recordar que la Atenagórica o Sermón del mandato, es una carta teológica, mandada a escribir a Sor Juana por Manuel Fernández de Santa Cruz, Obispo de Puebla, y en la que hace una severa crítica al afamado jesuita portugués Antonio Vieyra. Como nos menciona Sara Poot, la Atenagórica y la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz (seudónimo de Fernández de Santa Cruz) son cartas públicas, Sin embargo tanto La Carta de Serafína de Cristo, como La carta a su confesor, o Carta de Monterrey encontrada por Aureliano Tapia Méndez, son particulares, incluso íntimas, pues son demasiado atrevidas para pensar en que dichos destinatarios las hubiesen recibido; no se ve en ellas el lenguaje cuidado, y la erudición demostrada en las otras, sino, que se muestran con

Munguía

un lenguaje directo, conciso, e incluso temerario. De esta manera, es evidente que dentro de la obra hay dos dimensiones, en especial en las misivas; por un lado está lo formal, aquello que los prelados querían escuchar de ella y de lo cual no podía escapar debido a su delicada posición de monja, y por el otro, una versión profunda, en la cual delata a los protagonistas de la especie de complot que sufrió por parte de los altos jerarcas de la iglesia, entre ellos estaban como protagonistas: Francisco Aguiar y Seixas, arzobispo de México, Manuel Fernández de Santa Cruz, obispo de Puebla, y Antonio Núñez de Miranda, antiguo confesor de Sor Juana, y calificador de la inquisición. El presente libro también retoma la problemática de la autoría de Sor Juana en la comedia titulada, El encanto es la hermosura y el hechizo sin hechizo, conocida como la Segunda Celestina , la que dejara sin terminar Agustín de Salazar y Torres y fuera encontrada esta 1990 por Dr. Guillermo Sch~ La Voz de la Esfinge

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Munguía

Cada escritor tiene su loco de bolsillo

midhuber en la Universidad de Pennsylvania. En realidad lo único que puede ser discutible acerca de su participación como dramaturga es lo referente a las fechas, pues entre la muerte de Salazar y Torres y la puesta en escena de Los empeños de una casa, donde en el segundo sainete se menciona una representación de La segunda Celestina habían pasado apenas siete años. Sin embargo lo rotundo de esta mención es prácticamente indiscutible. Como menciona la Dra. Poot, los personajes del segundo sainete de Los empeños de una casa, (Arias y Muñiz) hablan directamente de la comedia llamada Celestina, que es hispanoamericana y no Española, y que además estaba «terminada a retazos», escrita «entre un trapiche y un ingenio». Es evidente que habla de sí misma al decir trapiche y terminada a retazos, es imposible que se dirigiera a otra persona de esa manera, recordemos su gusto por autodevaluarse, y aumentar en grandeza a sus semejantes, todos estos elementos deben de 72

~ La Voz de la Esfinge

ser tomados muy en cuenta. Uno de los documentos más interesantes e importantes que se han encontrado recientemente son los: Enigmas ofrecidos a la casa del placer, encontrados por Enrique Martínez López en la biblioteca nacional de Lisboa en 1968. Estos 20 cuartetos en redondillas, que en cada estrofa refieren un misterio, demuestran en sí mismos muchas cosas: 1) que Sor Juana seguía escribiendo luego de su renuncia a las letras, 2) que la Fénix gustaba de mandar mensajes cifrados, como sucede en La carta de Serafina de Cristo, y 3) que por supuesto, creía a los enigmas una obra pública o cuando menos que podía ser publicada, y por ende, calificada por el Santo Oficio, de esta manera no podía exponerse a una situación más delicada de la que ya estaba; una obra postrera a su renuncia a las letras, tenía que ser casi inviolable para los censores, de modo que no encontraran en ella pretexto para condenarla. Los enigmas, camino espinoso y lleno de trampas y precipicios,

rebasan esa meta, e incluso Sor Juana se supera a sí misma. Los enigmas, magnificación sorjuanina, son la exacta amalgama entre la erudición de la Décima Musa y su desmesurado talento literario, así como su exacerbado poder arcano y laberíntico. Sor Juana se sublima en los Enigmas, se pondera y rectifica su altar de genio. A pesar de los grandes avances sobre Sor Juana en los últimos 30 años, en los cuales Sara Poot contribuye de manera plausible, muestra perfecta es este libro, la Décima Musa ha sido siempre y será un personaje a tal grado insondable, con tantos abismos dentro de su biografía, y tantos arcanos dentro de su obra, que todavía falta mucho por descifrar, aún no corremos por completo el velo de su hermético rostro.


doble horizonte heliópolis

La catedral del olvido

Novela La catedral de los ahogados Ignacio Padilla Universidad Autónoma Metropolitana México D.F. , 1995. Adquiéralo en: Librería Códice Elizabeth Vivero e dice que el olvido tiene muchos rostros, y difícilmente se erige para él una obra arquitectónica. Sin embargo, hay quienes sí lo hacen, hay quienes como Ignacio Padilla crea por medio del lenguaje un edificio de palabras en donde se dan cita personajes que han perdido sus

S

nombres. Así es como Padilla en su novela La catedral de los ahogados (UAM, 1995), construye bóvedas y atrios de recuerdos nunca recuperados. Miembro de la denominada Generación del Crack, Padilla parte de toda una tradición literaria que dialoga y se responde a sí misma a través de las épocas; pues al igual que Saramago, Padilla crea en torno a la soledad toda una historia donde, tal como Calvino, el signo primigenio se ha perdido en una gran telaraña de signos que ya no significan y que sólo puede ser rescatado si, de la misma manera que Carpentier, nos remontamos a los orígenes. Emprender el viaje requiere, sin duda, de un héroe que sea digno de la misión, y quién más idóneo para tal empresa que el poeta Orlando, depositario, cual Cid, de una encomienda que de noche le es revelada en sueños a través de un Ángel que finalmente cae y se humaniza. El nombre perdido, la salvación inconclusa, la doncella

Vivero

depositaria del gran tesoro de la palabra que no logra elevarse y reivindicar a su pueblo, son algunos de los elementos que conforman esta fábula de olvido y de muerte en vida. Adyuvantes que se convierten en oponenetes y villanos que son a la vez falsos héroes bajo la máscara de un demonio bañado en violeta de genciana y de un Comendador decapitado por sus propios súbditos. Historia de un pueblo que se muere tras habérsele arrebatado no sólo la identidad, sino también la inocencia que ya no tiene cabida ni aun cuando las aguas del cielo lo intentan purificar durante días enteros. Locos y ciegos, los habitantes adultos se van quedando mudos mientras los niños juegan a desplumar al ángel que no logra cumplir su misión. Y así, la lejana isla en donde se desarrolla la narración, se va consumiendo en un tiempo circular que se refleja una y otra vez en un juego infinito, convirtiéndose en una suerte de Aleph. Lenguaje en ocasiones poético,

~ La Voz de la Esfinge

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lmu

Cada escritor tiene su loco de bolsillo

en ocasiones áspero, pero siempre cadente y rítmico. La novela de Padilla explota finalmente en algarabía solitaria, perdiéndose entre el grito agónico de un mundo que ya no sueña, pues simplemente aguarda en el silencio a que alguien mueva las piezas de un juego de ajedrez nunca iniciado.

Jacinto de Jesús, de Hugo Villalobos

novela Jacinto de jesús Hugo Villalobos Editorial Fontamara México, 2001. Adquiéralo en: Jardín de senderos

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~ La Voz de la Esfinge

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acinto de Jesús es la primera novela de Hugo Villalobos, una muestra más de la narrativa mexicana de tema homosexual, que desde los últimos años del siglo pasado ha mostrado un notorio debilitamiento. Aborda la vida de un hombre gay a lo largo de 50 años, de 1949 a 2001, desde la adolescencia del protagonista en un pueblo de Michoacán hasta su madurez en el Distrito Federal. Para la escritura de esta novela, su autor recorrió un camino similar al que realizó Luis Zapata, otro escritor que también ha abordado el mismo asunto. Al parecer, Zapata entrevistó realmente a un prostituto y las anécdotas que extrajo de esa conversación, después las utilizó para crear el personaje central de El vampiro de la colonia Roma, una obra capital de la literatura mexicana. Hugo Villalobos (según se menciona en el prólogo firmado por Carlos Monsiváis) también recopiló la información que le proporcionó

un buen número de hombres homosexuales, quienes con sus testimonios colaboraron para conformar esta «biografía básica que es individual y colectiva», como continúa diciendo Monsiváis. En efecto, Jacinto de Jesús resulta ser un importante testimonio sobre la experiencia del hombre gay mexicano. Recorre algunos de los tópicos presentes en gran parte de la narrativa de tema homosexual: la adolescencia desvalida, cuando se vive el tormentoso descubrimiento de la propia naturaleza; la emigración del pueblo al «esplendor» citadino, donde el personaje encuentra la buscada «libertad», necesaria para ejercer su sexualidad, si bien invariablemente en ambientes sórdidos, y dentro de éstos, los consabidos sitios del ligue clandestino: los cines de segunda y tercera categoría, los bares encubiertos, las avenidas vacías de la madrugada. Pero aunque Villalobos repasa estos pasajes plenamente identificables en otras muchas nove-


doble horizonte heliópolis

las, su narración escapa de ser una mera repetición de lugares comunes. En bastantes obras toda la atención está puesta exclusivamente en las vivencias del personaje central, en cuanto homosexual y perteneciente a ese reducido grupo. En cambio Villalobos lo que logra dar es el “retrato” no solamente de un homosexual, sino de un hombre y sus circunstancias, de todos los pequeños o grandes sucesos socio-culturales de su época y entorno, abordados en menor o mayor medida según la visión particular de él mismo. Por ejemplo se da cuenta de la vida rural en Paracho, Michoacán, en la década de los 50, el 68 estudiantil, Avándaro, la naciente revolución sexual, el cosmopolita Distrito Federal de los 70 con sus muestras internacionales de cine y los cafés de la Zona Rosa frecuentados por artistas e intelectuales, y un asunto esencial de finales del siglo, la aparición y expansión del SIDA. Paradójicamente este aspecto termina actuando en detrimento

de la misma novela. El autor tiene una formación académica en antropología, y precisamente ha realizado estudios sobre grupos urbanos marginados y sobre comunidades indígenas. Entonces en muchas ocasiones parece más que una novela, fragmentos de un informe científico, por la rigurosidad en el detalle histórico, por el afán del narrador de constituirse en una especie de cronista. Este libro, como testimonio antropológico, podría ser un documento de gran utilidad para el estudio y comprensión de la experiencia homosexual (tanto rural como urbana) en México durante la segunda mitad del siglo XX. Como obra literaria, difícilmente podría interesar a un lector no interesado de manera específica en el tema.

ija

Fundación Valencia ija La fundación Jesús Valencia González S. C. es un espacio dedicado a difundir las artes plásticas a través de sus nueve salas de exhibición, divididas en la exposición permanente de maquinaria y herramientas antiguas de la joyería, la exposición permanente de la obra del propio Jesús Valencia González, una galería de artes aplicadas, así como una exposición temporal de un artista de la localidad, ya sea de pintura, grabado, escultura o joyería, la cual cambia cada tres o cuatro meses. Cuenta también con una tienda de regalos, en la cual pueden adquirirse piezas de joyería muy bellas y con precios accesibles, así como todos los productos necesarios para

~ La Voz de la Esfinge

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ija

Fundación Valencia

el cuidado y mantenimiento de la joyería en cualquier metal, grabados, postales, cerámica y esculturas de pequeño formato, además de chocolates caseros. Cabe destacar que también se tienen a la venta ediciones limitadas de joyería de artistas de la ciudad. Esta fundación también se dedica a organizar diversos pro-

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~ La Voz de la Esfinge

gramas para seminarios, cursos y becas que servirán de apoyo a los artistas plásticos y a los joyeros interesados en ampliar tanto su técnica como su creatividad. Visitar la fundación Valencia es dar un paseo por la evolución de la fabricación de joyería, así como una buena oportunidad para iniciar en el conocimiento de la obra

de artistas de la localidad. La fundación está ubicada en la calle Libertad 1939, en la Colonia Americana, a una cuadra de la avenida Chapultepec y tiene un horario de atención de diez de la mañana a seis de la tarde de lunes a viernes, y de diez de la mañana a tres de la tarde los sábados.


Veintitrés autores, siete libros...

Verbo Cirio I Compilación de nuevos poetas

De sol y niebla Margarita Mendoza Palomar

Verbo Cirio II

Esta casa que soy

Bajo la Voz del agua

La gota justa de agua

Compilación de nuevos narradores

Rosana Sapién

Zelene Bueno

María Cristina Ramírez

Inscripciones de abril Patricia Velasco


fondo nacional para la cultura y las artes programa de intercambio de residencias artísticas

2002 convocatoria 2002 (para residencias en el 2003)

El Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA), convoca a creadores individuales a participar en el Programa de Intercambio de Residencias Artísticas, en coordinación con los siguientes países: Canadá • Ministerio de Asuntos Internacionales y Comercio Exterior. Disciplinas: Artes Visuales (cerámica, escultura, fotografía, gráfica, medios alternativos, multimedia y pintura), Medios Audiovisuales (documental, video de arte y guión cinematográfico), Teatro (dramaturgia y adaptación de texto para puesta en escena), Letras (poesía, novela, cuento y ensayo literario), Danza (coreografía), Música (composición). • Centro Banif para las Artes (Alberta) Disciplinas: Artes Visuales (cerámica, escultura, fotografía, gráfica, medios alternativos, multimedia y pintura), Medios Audiovisuales (documental, video de arte y guión cinematográfico), Teatro (dramaturgia y adaptación de texto para puesta en escena), Letras (poesía, novela, cuento y ensayo literario), Danza (coreografía y ejecutantes), Música (composición y ejecutantes). • Consejo de Artes y Letras de Québec Disciplinas: Artes Visuales (instalación), Teatro (dramaturgia y adaptación de texto para puesta en escena), Letras (poesía, novela, cuento y ensayo literario), Música (composición). Col om bi a • Ministerio de Cultura de Colombia Disciplinas: Artes Visuales (cerámica, escultura, fotografía, gráfica, medios alternativos, multimedia y pintura), Medios Audiovisuales (documental, video de arte y guión cinematográfico), Teatro (dramaturgia y adaptación de texto para puesta en escena), Letras (poesía, novela, cuento y ensayo literario), Danza (coreografía), Música (composición). Venez uel a • Consejo Nacional de Cultura Disciplinas: Artes Visuales (cerámica, escultura, fotografía, gráfica, medios alternativos, multimedia y pintura), Medios Audiovisuales (documental, video de arte y guión cinematográfico), Teatro (dramaturgia y adaptación de texto para puesta en escena), Letras (poesía, novela, cuento y ensayo literario), Danza (coreografía), Música (composición). E stados U n i d o s Nuev a Yor k • International Studio Program Disciplinas: Artes Visuales (cerámica, escultura, fotografía, gráfica, medios alternativos, multimedia y pintura).

• Sogem - Writers Room de Nueva York Disciplinas: Letras (poesía, novela, cuento y ensayo literario), Teatro (dramaturgia y adaptación de texto para puesta en escena), Medios Audiovisuales (guión cinematográfico) Francia París • Cité Internationale des Arts Disciplinas: Artes Visuales (cerámica, escultura, fotografía, gráfica, medios alternativos, multimedia y pintura). Los artistas interesados podrán participar para obtener una de las residencias que ofrece este Programa, con la finalidad de realizar un proyecto creativo en alguno de estos países durante el año 2003 y enriquecer su experiencia profesional dentro de un ámbito cultural diferente al propio. Las residencias tienen un carácter individual, por lo que no se aceptarán solicitudes de grupos artísticos. Los interesados deberán acudir a las oficinas del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes para obtener la Solicitud y las Bases Generales de Participación, o bajar la solicitud del sitio electrónico: www.conaculta.gob.mx/cnca/fonca/. Los aspirantes que residen en los Estados podrán solicitarlo directamente en las Secretarías, Institutos, Consejos y Casas de Cultura de su Estado o por vía telefónica. Las solicitudes y la documentación correspondiente a cada disciplina deberán ser entregadas en días hábiles, de 10:00 a 15:00 y de 16:00 a 18:00 hrs., o enviadas por mensajería a la siguiente dirección: Programa de Intercambio de Residencias Artísticas Fondo Nacional para la Cultura y las Artes Av. México-Coyoacán 371, 2º piso Col. Xoco (junto a la Cineteca Nacional) C.P. 03330, México D.F. Tels. 5601 0360 5605 5507 pira@conaculta.gob.mx No se aceptará ningún documento enviado por fax u optro medio electrónico


Las fechas para entregar las solicitudes, documentación y el material requeridos de cada país, así como las fechas de publicación de resultados, se presentan en el siguiente cuadro: País

Institución

Cantidad de becas ofrecidas

Fecha de cierre

Publicación de resultados

Canadá

Ministerio de Asuntos Internacionales y Comercio Exterior

3

7 de junio

Agosto

Canadá Alberta

Centro Banff para las Artes

20

7 de junio

Agosto

Canadá Québec

Consejo de Artes y Letras de Québec

4

30 de agosto

Noviembre

Colombia

Ministerio de Cultura

5

26 de junio

Octubre

Venezuela

Consejo Nacional de Cultura

3

26 de junio

Octubre

Estados Unidos Nueva York

International Studio Program Mex-Am Foundation e Instituto de Cultura de Nueva York

3

13 de septiembre

Noviembre

Estados Unidos Nueva York

Sogem - Writers Room de Nueva York

3

13 de septiembre

Noviembre

Francia París

Cité Internationale des Arts (una para 2002 y otra para 2003)

2

17 de mayo

Junio

Proyecto para fotógrafos y escritores entre FONCA y el Centro Banff: Con base en la idea de W. J. T. Mitchell, “La historia de la cultura es en buena medida una permanente lucha por la supremacia entre el lenguaje pictórico y los signos lingüísticos”, el Fonca y el Centro Banff convocan a escritores y fotógrafos a participar en el proyecto especial del Programa de Intercambio de Residencias Artísticas: “Transfer-transferencias”. En este proyecto, diez fotógrafos y diez escritores (canadienses y mexicanos) crearán obra en conjunto, dentro del marco de un intercambio entre disciplinas y países, durante los períodos de residencia en una primera fase en México y la segunda en Canadá. País

Lugares

México (fase 1) 15 de Octubre al 15 de noviembre de 2002

Ciudad de Mérida, Yucatán Instituto de Cultura de Yucatán

Canadá (fase 2) Septiembre de 2003. Seis semanas consecutivas

Banff, Alberta Centro Banff para las Artes

Cantidad de becas ofrecidas

Fecha de cierre

Publicación de resultados

10 (5 fotógrafos y 5 escritores)

31 de mayo

Julio

Para cualquiera de los Programas de Intercambio, en el caso de aquellas solicitudes que se reciban por correo o mensajería, se tomará en cuenta la fecha del matasellos de la oficina postal de origen o del recibo de envío. No habrá trámites extemporáneos. Los RESULTADOS serán publicados en los principales diarios de circulación nacional. Ciudad de México, a 14 de marzo de 2002.


sistema nacional de creadores de arte c o n v o c at o r i a

para INGRESAR como Creador Artístico Con la finalidad de propiciar mejores condiciones para la creación artística y otorgar reconocimiento y estímulo a los artístas que hayan realizado contribuciones a la cultura mexicana, la Secretaría de Educación Pública, a través del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, de acuerdo con las Reglas de Operación Vigentes del Sistema Nacional de Creadores de Arte (SNCA), convoca a los creadores al SNCA. Se otorgarán hasta 140 distinciones, bajo las siguientes

B a s e s d e P a r ticipación: Requisitos • Ser mexicano o extranjero con un mínimo de 15 años de residencia en México. • Tener 35 años cumplidos a la fecha de su designación como creador artístico. • Haber producido obras de calidad en alguna de las disciplinas contempladas en las presentes Bases de Participación. • Haber obtenido premios o distinciones nacionales o internacionales como reconocimiento a la calidad de su obra. • No formar parte del Sistema Nacional de Investigadores (S.N.I.). • Presentar el proyecti específico de trabajo que searrollaría durante el período de pertenencia al SNCA. Documentación Los aspirantes deberán presentar la hoja de solicitud de ingreso por duplicado (sin engargolar) acompañada de la siguiente documentación por triplicado, en el orden indicado, engargolada en tres ejemplares, señalando en las portadas el nombre completo del postulante así como la disciplina en la que se registra. A) Copia del acta de nacimiento, o en caso de ser extranjero, el documento que acredite la residencia en México por un mínimo de 15 años expedido por la Secretaría de Gobernación, y original para su cotejo. B) Copia de la Clave Única de Registro de Población (CURP) C) Curriculum Vitae detallado en el que se incluya cada uno de los siguientes rubros por separado: 1) Relación de premios o distinciones obtenidos. 2) Información sobre la obra del creador que a continuación se especifíca por disciplina*: Arquitectura: obras realizadas Artes Visuales: relación de obras, exposiciones individuales y colectivas, y obras que forman parte de colecciones de museos. Composición musical: obras interpretadas, grabadas y/o publicadas. Coreografía: obras estrenadas. Letras: obras publicadas. Medios audiovisuales: obras audiovisuales realizadas.

Teatro: obras publicadas y/o representadas, obras dirigidas y/o diseños realizados. * No podrán participar intérpretes. D) Proyecto específcio de trabajo que desarrollaría durante los tres años de pertenencia al SNCA. Deberá describir claramente las características fundamentales del proyecto y detallar las actividades y los logros que pretende alcanzar cada año. E) Selección de notas críticas nacionales o internacionales publicadas en torno a su obra. F) Información documental de acuerdo con la disciplina de su especialidad (videos, fotografías, discos compactos, publicaciones, partituras, cassettes, catálogos, etcétera) que dé muestra de la trayectoria del creador. Procedimiento de selección 1) El proceso de evaluación de solicitudes se sujetará a los procedimientos establecidos en las Reglas de Operación vigentes y conforme a lo dispuesto en las presentes Bases de Participación. 2) Las Comisiones de Selección evaluarán las solicitudes con base en la trayectoria del creador, la calidad de las obras realizadas, los premios y distinciones que haya recibido y el proyecto a desarrollar. 3) El fallo de las Comisiones de Selección será inapelable. Las actas de dictaminación serán confidenciales. Permanencia En caso de resultar aprobada la solicitud de ingreso por las Comisiones de Selección, los creadores artísticos se incorporarán al SNCA por un periódo de hasta tres años y recibirán mensualmente el estímulo económico establecido por las Reglas de Operación vigentes. Durante su período de pertenencia al SNCA los creadores artísticos deberán presentar un informe anual de actividades. El creador artístico que no entregue dicho informe en el tiempo señalado en el convenio respectivo o que no cumpla con el desarrollo del proyecto presentado, le será retirada la distinción, de acuerdo a lo establecido en las Reglas de Operación.


Información general 1. Los creadores artísticos de la generación 1993 y que hayan cumplido con la totalidad de los compromisos durante su pertenencia al SNCA, podrán postular en esta convocatoria. 2. Quedan excluídos de estos beneficios, los funcionarios públicos que tengan injerencia directa o indirectamente en los términos establecidos en el artículo 47 fracción XIII y XVII de la Ley Federal de Responsabilidades de los Servidores Públicos, así como cualquier otra legislación aplicable en la materia. Asimismo, los familiares en primer grado de los miembros de las Comisiones de Selección. 3. Se podrá presentar candidatura en dos convocatorias del FONCA, cuyos períodos de registro y dictaminación coincidan, siempre y cuando se menciones explícitamente en las solicitudes respectivas y no se refiera al mismo proyecto. El incumplimiento de este requisito será motivo del rechazo de ambas solicitudes y/o la cancelación del apoyo otorgado. En caso de resultar seleccionado en las dos convocatorias, el interesado deberá renunciar inmediatamente a uno de los dos apoyos, eligiendo el que más le convenga. 4. No serán tomadas en cuenta las solicitudes de los beneficiarios de algún programa del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) que no hayan cumplido cabalmente con todos sus compromisos en el tiempo estipulado en sus convenios. 5. Las solicitudes que no cumplan con los requisitos establecidos en las presentes Bases de Participación no serán incluidas en el proceso de selección. 6. La presentación de solicitudes y documentación tiene como fecha límite de entrega el 28 de junio de 2002. En las solicitudes que se reciban por correo o mensajería se tomará en cuenta la fecha del matasellos de la oficina postal de origen o del recibo de envío. El horario de recepción de solicitudes será de 10:00 a 14:00 hrs en días hábiles. Sólo se recibirán solicitudes impresas, debidamente llenadas y firmadas, acompañadas de la documentación correspondiente. 7. Los resultados se publicarán el 6 de octubre de 2002. 8. Los creadores artísticos que ingresen al SNCA suscribirán un convenio en el que se establecerán sus derechos y obligaciones. 9. Todos los miembros del SNCA, menores de 70 años, deberán impartir anualmente cursos, talleres, conferencias y/o presentar exposiciones en recintos culturales del país y/o en el Centro Nacional de las Artes, dentro de los programas específicos que, para dar cumplimiento a esta regla, organice el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Estas actividades serán potestativas para los mayores de 70 años. Los creadores podrán optar por donar una obra al Consejo Nacional para la Cultura y las Artes para ser incorporada al acervo de uno de sus museos.

10. Los interesados deberán recoger la solicitud de ingreso y las Reglas de Operación del SNCA en las oficinas del: Fondo Nacional para la Cultura y las Artes Av. México-Coyoacán 371, Col. Xoco 03330, México, D.F. Teléfonos; 5605-5507 y 5601-0360 11. Los creadores residentes fuera del Distrito Federal podrán solicitar las Reglas de Operación y la hoja de solicitud por correo ordinario, enviando un sobre tamaño carta con su nombre, dirección y estampillas postales. También se podrán solicitar estos documentos por correo electrónico a: deca@correo.conaculta.gob.mx, u obtenerlos a través de la página electrónica del Conaculta: www.conaculta.gob.mx/cnca/fonca. 12. El FONCA devolverá dos ejemplares de la documentación, a solicitud expresa del postulante, haya sido beneficiado o no, del 14 de octubre al 13 de diciembre de 2002 de 10:00 a 14:00 hrs en días hábiles. El FONCA no se hace responsable de la documentación no solicitada en este período ni de los gastos de envío de quienes soliciten la devolución de sus documentos por correo o mensajería. 13. Los casos no previstos en la presente convocatoria serán resuletos de acuerdo con lo dispuesto en las Reglas de Operación del SNCA. 14. Al presentar su solicitud los aspirantes aceptan participar conforme a los términos de las presentes Bases de Participación y de acuerdo con los lineamientos establecidos en las Reglas de Operación del SNCA. CONSEJO DIRECTIVO

Presidente Reyes Tanez Guerra

Vicepresidenta Sari Bermúdez

Vocales Guillermo Arriaga, Gloria Contreras, José Luis Cuevas, Joaquín Gutiérrez Heras, Jaime Humberto Hermosillo, Agustín Hernández, Vicente Leñero, Héctor Mendoza, Pedro Ramírez Vázquez y Arturo Ripstein Secretario Mario Espinosa México, D.F., a 14 de marzo de 2002


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