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Y EL LOCO BAJÓ DE LA

… y el LOCO bajó de LA COLINA

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A punto de cumplir 81 años, el periodista Jesús Quintero vive alejado del ruido, entre rumores de quiebra y regateándonos la voz (y los silencios) con la que cubrió miles de horas de radio y de televisión. Apenas concede entrevistas (qué paradoja, no le gustan), pero accede a conversar con JOANA BONET, madre de una de sus hijas, sobre su trayectoria a ambos lados del Atlántico, cómo es vivir con depresión y, sobre todo, su legado.

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l coche deja atrás la gasolinera Platero y avistamos un bosque de eucaliptos y palmeras que escupe la humedad. Las siluetas de los pescadores se borran en el atardecer. Estamos cerca de la frontera con Portugal (3.000 horas de sol al año, 120 kilómetros de playa) en dirección a un pinar donde vive Jesús Quintero. Escribo su nombre en la hoja que mandaré a la redacción y por un instante traspaso al otro lado del texto. Siento la ridícula extrañeza de estar escribiendo sobre un hombre que fue mi pareja hace más de 25 años, el padre de mi hija Lola. Pero el pasado acaba encontrando un lugar pacífico donde alojarse, como estos campos de fresas.

El Loco de la Colina no concede entrevistas. Alguna por escrito. Esta me la entrega, nada más verme, en unos folios encabezados por una frase de Oriana Fallaci: “Cada vez que uno es entrevistado, vende su alma”. Su solemnidad forma parte del mito. Igual que los silencios. El humo del cigarro que no fuma desde hace 20 años. Los rizos ondulados. La sombra de Freud y la del Beni de Cádiz. Los gitanos le atribuyen un cuarterón y los argentinos le pidieron que pasara de extranjis, por si acaso, la cinta de los juicios de Videla que conserva en sus archivos.

Lleva un fular de colores de Etro (tiene centenares; según él, significan protección) y deportivas. Mirada torva, mirada risueña, paso despacioso (hay que moverse poco cuando hace calor) y una melancolía heredada de Al-Mutamid, el último rey mozárabe que escribía versos en su cautiverio. Le recuerdo que he ido a visitarlo para hacerle una entrevista para Vanity Fair. Demasiado tiempo apareciendo como un fantasma en los programas del corazón o en la prensa; El País publicaba el pasado verano una nota titulada “Éxito y caída de Jesús Quintero” donde no aparecía ni una sola declaración suya. Deudas. Ruina. Enfermedad. Abandono. El corazón herido. Incluso alguien dijo que lo vieron rebuscando en la basura. Tras una extensa carrera como creador de un mundo y un estilo propios en la comunicación, hace cinco años abandonó los platós, coincidiendo con la quiebra de su último proyecto, el Teatro Quintero. No ha perdido la intensidad al observar, forzando la retina, como una manera de penetrar en la mirada del otro. —Quintero, aunque sea por tus hijas, ¿por qué no has desmentido tanta decadencia? —Porque no soy vengativo. Además, lo que escribo sobre mí lo olvido. ¿Tantas cosas han dicho de mí? A mí me gusta el misterio. Siempre estaré cerca de los poetas abuhardillados, no me importa lo que digan. Ahora medito sobre un verso de Juan Ramón Jiménez: “La luz con el tiempo dentro”. Voy a menudo a ver el atardecer a Moguer, porque él decía que la torre se ponía color malva. Hasta que un día lo vi. Ese es el punto. Cuando era joven, pregunté en casa si podíamos ser familia del poeta. “En todo caso, tú has salido más a Platero”, me dijo mi madre. Quintero regresó hace cuatro años a su pueblo, San Juan del Puerto, y empezó a crear su centro cultural. Allí han ido a parar todos sus archivos: 40 años de preguntas y respuestas con los líderes de la política, la cultura y los perros verdes. El agosto pasado se casó con María, su colaboradora durante una década. Coincidía con su 80º cumpleaños, aunque él considera una grosería hablar de la edad. Incluso a mí me hizo creer que tuvieron problemas en el registro cuando nació. “Pero ¿cómo te ha sentado cumplir 80?”, insisto. “Bah, di que me echo años.”

En la puerta del salón de la casa con patio, jardín con camas balinesas, gatos y un perro, Gala (a menudo la llama Calma, su amado golden, el perro verde), cuelga una fotocopia con una imagen suya y un aviso que le dejó María cuando se fue de viaje: “Quintero, apaga la estufa”.

a gata acaba de parir en una casita de cartón entre percheros de ropa de marca (y ahora también de Zara). Las carpetas de colores con preguntas por temas y letras mayúsculas se desparraman por las mesas. Colecciona todos los libros editados sobre L la entrevista. Quintero escucha la radio. —¿A dónde te llevó la vida? —La vida me ha llevado a saber que sin comida para todos no es posible la paz. Durante 5 0 años me ha llevado de San Juan del Puerto, Huelva, Sevilla, Madrid y Barcelona a Buenos Aires, Nueva York, Miami y Los Ángeles para hacer Un loco en América para la comunidad latinoamericana a través de DirectTV. La vida me ha llevado a la colina, a recorrer España en una Roulot llena de libros de viaje y sartenes. Y me ha llevado a reyes, a presidentes, a estrellas del deporte, a manicomios, a conventos, a prostíbulos y a 4 0 cárceles para entrevistar a 80 presos de España y de América. —¿Por qué nunca has dejado de ser el Loco de la Colina? —Porque no tengo un sentido práctico de la vida. Porque sé bien quién es el enemigo y cuál es la guerra. Porque creo que la distancia más corta entre dos puntos no es la coma sino la cama. Porque creo que el fondo de los mares es para el coral y no para los submarinos nucleares. Me cansé de ser un locutor loro y ahí nació el Loco de la Colina. Soy un desastre para la venganza, no es que perdone, es que olvido las ofensas.

Todo empezó con el flamenco, cuya marca internacional nace en Granada, con el Festival de Cante Jondo organizado en 1 922 por Federico García Lorca y Manuel de Falla. El joven Quintero, idealista y trovador, empezó a comentar música en Radio Popular de Huelva, y luego en Radio Nacional de Sevilla. Entrevistaba a los grandes, desde Borges (“Sentate, muchacho”, le dijo en el hotel Alfonso XIII) hasta Antonio Mairena, que “hacía tres discos en un día, uno detrás de otro, era puro, era verdad, de dentro para fuera”.

MIRADA INTEN SA El periodista Jesús Quintero, retratado en exclusiva para Vanity Fair,cumplirá 81 años el próximo 18 de agosto.

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PR EG UNTAS Y R ESPUESTAS (1) Quintero junto a Rafael Alberti y Paco Rabal en 1989 tras el rodaje de Qué sab e nadie. (2) En 1988, con Julio Iglesias en El p erro verde. (3) Durante el concierto de Amy Winehouse en Madrid en 2008. (4) En 1988, entrevistando a Lola Flores en El p erro verde. (5) En la radio, con Rocío Jurado. (6) En 2006, junto con Felipe González, a quien entrevistó en tres ocasiones. (7) Con Antonio Banderas en La noche de Quintero ese mismo año. (8) En 2007, junto a Luis Eduardo Aute en El vagamundo. (9) En 1991, con Antonio Gala en el programa Trece noches. (10) Con Julio Anguita en el año 2000.

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Se empapó del Romancero gitano: “Es de las grandes obras de la historia de la literatura. Lorca es Virgilio”. Y colaboró con los locutores norteamericanos de Radio Washington en las bases americanas de San Pablo presentando las listas de Billboard. Se convirtió en mánager de Paco de Lucía. El disco Fuente y caudal (1973) apenas había vendido 300 copias pero Quintero convenció a Mariano de Zúñiga, director de Philips, de que Paco era mejor que Jimi Hendrix: el álbum se reeditó y Paco culminó su gira en febrero de 1975 en el Teatro Real de Madrid. El resto es historia.

n los años setenta se cansó de hacer de locutor Edurante la dictadura, se compró una Roulot y viajaba para grabar un programa piloto. Me motivaba crear un mundo, como Fellini, Almodóvar, Valdano…”. El director de RNE dijo que aquel programa conducía al suicidio. Él decía: “Para quien hablo, a quien me escucha, siento que mi cabeza funciona como un Fórmula 1 por un acantilado…”. Se cuenta que Manuel Gutiérrez Mellado llamó al director de la emisora y le preguntó: “¿Quién es ese muchacho que habla por la noche? ¿Por qué lo has quitado?”. A partir de entonces todo fueron puertas abiertas. Un día sonaba The Fool on the Hill. la emisión no me conceden lo que me corresponde, voy a suicidarme”. El 27 de julio de 1988 Escobedo aparecía ahorcado en su celda del Penal de El Dueso. “Me quité de en medio”, recuerda. “Siempre he pensado que un periodista no tiene que verse envuelto en un escándalo. Me fui a casa de mi compadre Paco Cervantes, y en la playa uno me dijo: ‘Estarás contento de que se haya matado Rafi’. Ahí empezó la telebasura”.

En 1987 recibe la Medalla de Andalucía junto a su amiga Rocío Jurado. A los 10 días le cierran Radio América. No le importan los nombres, quiénes, ni por qué. Curtido en el diván, cuenta que lloró más en el entierro de su psicoanalista Castrillón que en el de su padre. Encadenó varias depresiones. “Tuve que tomar litio para entrevistar a Alfonso Guerra en la Moncloa, estaba en el suelo, con una gran depresión, y no quería anular la entrevista. Él no lo supo. En la vida hay que ser un gran simulador, los parlamentarios lo son”. A mitad de los noventa puso en marcha otro sueño, el Montpensier (restaurante con paraguas y sala de conciertos en el parque de María Luisa). Y en 1992 tuvo a su primera hija, Andrea, fruto de su relación con Ángeles Urrutia (una joven catalana que fue a estudiar a Sevilla y trabajó en su productora).

Volvió a arruinarse. Idealista y moroso, vivía rodeado de jaulas antiguas y vacías en su azotea de Placentines. Ya había

MÁGENES) S I OTRA L ( ERSONA M P LBU ) / Á ALA N G CO M ( EFE/ALBU

“Perder dinero no ha sido una tragedia, voy pagando las deudas. Los bancos se han portado bien”

Y decidió que aquel era el nombre del programa: “Yo soy un loco de la colina”, dijo, y así quedó el título, en lugar del que pedía la emisora y que Quintero despreciaba: “Para mayores sin reparos”. —¿Y entonces tuviste libertad para hacer lo que quisieras? —Abderramán dijo que solo tuvo 10 días felices en su vida. Hacer El loco de la colina me dio al menos 20 de plenitud.

En esos días hizo el amor en el estudio, les hablaba a los suicidas con cantos a la vida…: “Monté uno sin guion y empecé a hacer un clamor sobre el vacío. Decía: ‘Y te pido a ti, a los poetas abuhardillados, a los músicos, que vengáis…’. Y hasta fue mi madre. Ahí sentí que era el Loco de verdad.

El personaje crece. Llega a la televisión. Empieza a ganar premios (Ondas, Rey de España de periodismo). Todos sus programas, desde el título, enfatizan su condición de bicho raro. Salta el charco. Tiene amores latinos: Soledad Bravo, Aidé Benítez. Se manifiesta con las madres de plaza de mayo y entrevista a montoneros y a exguerrilleras. Emiten sus programas en Canal 7 y en Telemundo Internacional.

Pero la fama salta tras el caso de Rafi Escobedo (marido de Myriam Urquijo y condenado a 53 años de cárcel por el asesinato de sus suegros), que le dice: “Quiero hablar en tu programa, comunicar que si en el plazo de cinco días después de triunfado en televisión con El perro verde y luego vinieron Qué sabe nadie, Trece noches (con Antonio Gala), La boca del lobo o Las noches de Quintero. Mezclaba con un ritmo casi hipnótico entrevistas que intentaban tocar el alma con música en directo, y le interesaban Felipe González o Aznar, Bardem y Tom Jones, el comadante Marcos, Vargas Llosa y el cura Diamantino (que ayudaba a los agricultores frente a los patronos). Cuerda de presos, en 1996, lo marcó. Hubo presos que se le plantaron. —En 1996 un infarto casi te mata. ¿Qué recuerdo tienes de Valentín Fuster?

l doctor Fuster le estaba contando que venía de

Apasar una temporada en el duro mundo de la cárcel, donde había entrevistado a más de 100 presos en 40 centros, cuando de pronto me miró como si e descubierto la causa de mi dolencia. —¿Has conocido algún político honesto? —A Julio Anguita y a algunos más. A Julio le miré hasta las cuentas del banco y no tenía ni un duro. —¿Como tú? —Sí, el dinero siempre me ha quemado las manos. El gran error de mi vida es que invertí mucho en Radio América, Montpensier y Teatro Quintero, y que después de gastarme

300 o 400 millones de las antiguas pesetas ha pasado a otros. —¿Y por qué te metías en esos líos? —Por emprender y crear, por mi tierra. Perder dinero no ha sido una tragedia, voy pagando las deudas. Los bancos se han portado bien.

U N B ICH O R ARO es culta e inteligente. Pero fui un padre imperfecto. En El Loco de la la colina estuve a punto de volverme loco de verdad. Colina, en su centro cultural —No me negarás que has sido machista. de San Juan del —Lo bueno es darse cuenta de eso. Una vez tomas Puerto y en conciencia, ya no puedes ser machista. Además, tensu casa con su go dos hijas feministas. Las mujeres han representado perra Gala. mucho para mí. No podría vivir sin una compañera. Superó el infarto. Un 23 de agosto de 1 998 nació Lola, en Barcelona. Él estaba en Buenos Aires, llegó al día siguiente. Cuando cumplió dos años, nos separamos: empaqueté cuatro abrigos largos y se los mandé por Seur a Sevilla. En 2007 una emisión de L a noche de Quintero fue censurada. “Televisión Española ha decidido no emitir la mayor parte de la entrevista realizada por Jesús Quintero al periodista José María García que se iba a incluir hoy en el espacio La noche de Quintero. Pero, curiosamente, a las 24 horas se emitía —¿Cuántos amores has tenido? en abierto en el canal El Mundo TV. “Yo preguntaba a García —Ya ni me acuerdo. Pero claro que ha habido amores im- si alguien había pagado para quitarlo de en medio y me decía portantes. Me acuerdo de ti. Porque vivimos juntos, viajamos que sí”. La cadena justificó la censura por los insultos: García por todo el mundo. En dos días pasaba de la cárcel a las pasa- ladraba contra Florentino. Se rompió el contrato con la caderelas de París, que me fascinó. ¡Y John Galliano! Incluso me na: “Había grabado 5 0 millones de pesetas y me los tuve que presentaste a Schiffer. Nos unía la profesión. comer. Hay momentos en los que hay que dar la cara”. —¿Cuáles son tus pasiones? —El mito del silencio, ¿acabó siendo pose? —Mis tres grandes pasiones son la radio, la noche y mis hi- —Yo paso muchas horas callao. jas: Lola y Andrea. Andrea es periodista, escribe con mucho Como el Rey Sol lo describía Javier Salvago, su compañero arte. Y Lola, Lola estudió Políticas y Sociología en Inglaterra, fiel durante años. “No era el mejor jefe, pero era un genio”, han dicho antiguos colaboradores. Nunca hizo publicidad: “Umberto Eco decía que la televisión es lo que ocurre entre publicidad y publicidad”. En sus últimos programas sacó de la calle a la pillería ingeniosa, los Risitas y los Cuñaos. Algunos lo acusaron de aprovecharse de ellos. “Yo me río con el entrevistado”. Sus monólogos sobre la desinformación y la baja calidad en la comunicación hoy se han hecho virales, igual que algunas de sus entrevistas. Desde su centro cultural quiere digitalizar sus programas y validar sus derechos. En 201 7 se encontró su voz en unas escuchas del caso Ausbanc. Hablaba con Luis Pineda (director de la entidad) de embargos y ruina. “Nos alquilaba el teatro para hacer un espectáculo. Yo hablaba con él para reclamar un pago. Era sinvergüenza, me pidió dar una conferencia en Madrid donde todos fumaban puros. Fueron a por mí”. —Me hablas de tu legado. ¿Piensas en la muerte? —Totalmente. No le tengo miedo. Creo que la muerte está bien pensada, porque si viviéramos sine díe, lo dejaríamos todo para el siglo que viene. El paso del tiempo nos sitúa. —Una despedida al estilo del Loco. —Paciencia hermano, hermana, todo esto pasará. Los Estados Unidos pasarán como pasaron otros imperios, caerán como cayeron Persia, Roma o Cartago. Pasarán los ejércitos, las guerras y las fronteras. Pasarán las crisis, todas las crisis. No hay tragedia que dure eternamente ni fiesta que no acabe. Hermano, todo esto pasará… Aunque ni tú ni nadie pueda tal vez contarlo.

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