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EL PRÍNCIPE JUERGUISTA
from ESP_ytinav082021
by aquiaqui33
SYLVIA LINARES/FILMMAGIC (IZQUIERDA) BAUER-GRIFFIN.COM (DERECHA)
EL PR ÍNCI PE DE L P OP En la celebración del 23º cumpleaños de la actriz y cantante británica Kelly Osbourne. En la otra pág., en la fiesta de su 25º cumpleaños junto a Michael Jackson.
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En octubre de 2020 la jet set internacional lloró la pérdida del príncipe Azim, un joven playboy que murió con tan solo 38 años. Ahora, a punto de conmemorarse el primer aniversario de su partida, TIM BULLAMORE recuerda cómo su extravagancia, su afición al gasto y los rumores sobre su homosexualidad desentonaban con el conservador régimen antigay que preside su padre, el sultán de Brunéi.
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l obituario publicado en The Times era extraordinario: en él aparecía una frase tras otra para recordar con cariño al más bueno, más considerado y más generoso de los espíritus. Lo firmaban la actriz Sofía Loren, el magnate de los medios de comunicación Rupert Murdoch, la cantante Chaka Khan y el actor Thimothée Chalamet, además de otros 1 00 personajes; y todos coincidían en lo siguiente: “Nos fascinaba su autenticidad, gracias a la cual se mostraba cómodo en los entornos más rutilantes, y nos encantaba que estuviera igual de cómodo en nuestras casas, junto a nuestras familias”. El objeto de su adoración era el príncipe Azim de Brunéi, que falleció el 24 de octubre de 2020, con 38 años.
Siguiendo las tradiciones islámicas, a Azim lo enterraron el mismo día. Muy poco después, su hermano menor, el príncipe Mateen, reveló en las redes sociales que a Azim le habían diagnosticado una vasculitis sistémica grave, una enfermedad autoinmune especialmente agresiva. “Además, también padecía un trastorno bipolar, lo que complicaba el tratamiento”, escribió Mateen. “Mi hermano acabó siendo víctima de un fallo multiorgánico, causado por unas infecciones persistentes que la enfermedad autoinmune había originado”.
Pero ¿había sido el popularísimo Azim un príncipe feliz? Desde luego, su infancia fue de cuento. De pequeño tenía una suite en el palacio de su padre, que cuenta con 1 .788 habitaciones: para un niño, aquello era un mundo fantástico lleno de caballeros, castillos y casitas escondidas en el bosque. En sus cumpleaños llegaban en avión privado personajes de Disney World, ya se celebrasen en Brunéi o en la mansión londinense de la familia, situada en Kensington Palace Gardens. Y los coches a pedales no eran para este principito: tenía versiones en miniatura de Lamborginis, y de otras marcas de lujo, que alcanzaban los 50 kilómetros por hora. Ese entorno idílico no se desvaneció cuando Azim cumplió la mayoría de edad. El príncipe adquirió fama en Gran Bretaña de ser un playboy que celebraba sus cumpleaños en sitios tan despampanantes como el hotel Dorchester (que después, convenientemente, pasó a ser propiedad de su familia, aunque
EL PRÍNCIPE AZIM ERA UNO DE LOS PERSONAJES FIJOS DE LAS ALTAS ESFERAS DE LONDRES
992) M 1 ZI E A PRÍNCIP O ( LOUNES/GAMMA-RAPH no sin polémica) y fue haciéndose con toda una serie de admiradores dentro del mundo del espectáculo. Era “un hombre tímido pero sociable”, cuenta Joan Collins. “Muy divertido, aunque a veces se mostraba callado y reservado; complejo en muchos sentidos, pero una compañía muy agradable. Comimos y cenamos juntos muchas veces”. La extravagancia de Azim era legendaria: en una fiesta londinense se presentó con una camiseta casi transparente con un estampado de piel de serpiente, una boa de plumas azul pólvora, vaqueros rotos, un sombrero de copa adornado con un velo de abanico y una llave de plata colgada en el cuello.
ncluso para lo que es habitual Ientre los megarricos, el patrimonio de Azim era estratosférico: se calculaba que su fortuna personal llegaba a los 5.000 millones de dólares [unos 4 .16 0 millones de euros]. “Una vez mi padre me regaló una Game Boy de oro puro y diamantes y yo le dije: ‘Esto pesa demasiado, quiero una normal”, contaba como si nada. En 2008 ocupó el octavo lugar en la lista de los 20 miembros de la realeza más deseados que publicó Forbes. A lo mejor era deseable desde un punto de vista económico, pero en lo físico era adorablemente orondo, con un cuerpo de 16 5 centímetros, un pelazo negrísimo y una sonrisa cautivadora. Llegó a mostrar la valentía de desfilar por una pasarela en un evento benéfico de Naomi Campbell, pero preguntó azorado: “¿Me tengo que poner tacones?”. La veintena y la treintena las vivió a todo tren, en esa época no disminuyó sus gastos: se dice que solo las flores de una fiesta conjunta de cumpleaños que celebró con sus hermanos en 2009 costaron 7 0.000 libras [unos 80.7 00 euros]; las bolsas de cotillón de otro evento costaron 20.000 libras [unos 23.000 euros] cada una, e incluían un bono para hacer un safari en Kenia, un móvil nuevo, un aparato de navegación por satélite, un cuadro al óleo y una remodelación dental con un dentista privado.
El príncipe juerguista, como lo llamaban con cariño los porteros del Dorchester, era uno de los personajes fijos de las altas esferas londinenses y solía aparecer en las columnas de sociedad de los periódicos. La modelo Caprice Bourret, que mide más de 180 centímetros con tacones, le sacaba varias cabezas a su bajito acompañante cuando Azim y ella acudieron a un evento en mayo de 2005. Dos meses después el príncipe salió del restaurante Nobu de Old Park Lane cogido de la mano de la oscarizada Faye Dunaway, que podría haber sido perfectamente su abuela. Anteriormente el joven había mostrado interés por el cantante Usher: compró 20 filas de butacas en un concierto que la estrella dio en 2001, en el Hammersmith Apollo, y le regaló unas zapatillas Nike engastadas con diamantes. Cuando la joyería de lujo De Grisogono cometió el error de no incluirlo en la lista de invitados de una fiesta que iba a celebrarse en el club Annabel’s, Azim entró en el establecimiento
UN A G RA N FAMILIA El príncipe Azim en su peregrinación a La Meca en 1992. Arriba, el sultán con sus esposas e hijos. En la otra pág., el sultán (izda.) y su hermano en un juego de polo en 1995 y Azim (dcha.) en la boda del príncipe heredero en 2004.
y declaró que, si le encontraban una invitación, abriría la cartera. “Su hada madrina hizo un gesto con la mano y, después de todo, el príncipe Azim pudo asistir al baile”, contó un columnista de sociedad.
Pero no todo estaba tan en calma como parecía. Meses antes de la muerte de Azim, el cotilla profesional Perez Hilton se dedicó a criticarlo en YouTube y lo sacó del armario. Perez Hilton señaló que el padre de Azim había “promulgado una ley según la cual había que lapidar a los hombres gais”, a pesar de la sexualidad de su hijo. Brunéi acababa de aprobar una ley (después rebajada) que dictaba que el sexo entre hombres era un delito susceptible de ser castigado con la muerte por lapidación, lo que produjo un ruidoso boicot contra los hoteles de lujo que eran propiedad del sultán, como el Beverly Hills Hotel, Le Meurice en París y el Dorchester, en el que Azim había organizado sus diversiones personales durante mucho tiempo. “Querido Perez”, le escribió el príncipe a Hilton en un correo. “No me importa que publiques cosas ni que me ‘saques del armario’, pero las palabras que has empleado seguramente han ofendido a unas cuantas personas dentro de esta comunidad. No me molesta ser el objeto de tus críticas ni que trates de demostrar tu opinión recurriendo a mí, pero preferiría que esto sirviera de algo… Dale un significado porque, de lo contrario, da la impresión de que actúas con malicia, y sé que no es el caso”.
La magnánima y empática reacción de Azim fue típica de él, pero con ella no pudo negar lo cierta que era la contradicción que Perez había destacado de forma inclemente. El padre del príncipe, evidentemente, es Hassanal Bolkiah, el 29ª sultán de Brunéi, un diminuto país rico en petróleo que ocupa un territorio al norte de Borneo, en el sureste de Asia. En 1984 el padre de Azim logró la independencia del antiguo protectorado británico y lo hizo miembro de la Commonwealth.
unque la vida que llevaba AAzim y sus opiniones eran modernas, la riqueza que lo mantuvo a lo largo de su vida era de origen antiguo: el sultanato se fundó en 1363, y el petróleo se encontró en la década de 1920. En la actualidad los 459.500 habitantes de Brunéi no pagan impuesto sobre la renta ni IVA, mientras, según Forbes, disfrutan de los beneficios que brinda vivir en el quinto país más rico del mundo. Millones de los petrodólares de la nación acaban en el Reino Unido, a través de la presencia de la Brunei Investment Agency en la City
EN UNA OCASIÓN REGALÓ UN COLLAR DE 5.700.000 DÓLARES A LA CANTANTE MARIAH CAREY
de Londres, y existe un estrecho vínculo entre las familias reales de ambos países desde hace mucho.
El padre de Azim subió al trono en 1967 y es uno de los pocos monarcas absolutos del mundo. Aunque el sultán ha promovido una ideología conservadora, su vida privada ha sido compleja: con su primera esposa tuvo dos hijos y cuatro hijas; dos hijos (uno de ellos, Azim) y dos hijas con la segunda, una exazafata de vuelo; y un hijo y otra hija con la tercera. De la segunda y de la tercera mujer se divorció, pero sigue casado con la primera. Durante muchos años el príncipe Jefri, tío de Azim, ministro de Economía del país desde mediados de los ochenta hasta mediados de los noventa, llevó el sambenito de ser el playboy de la familia: poseía toda una colección de relojes de temática erótica y coches de gran cilindrada; eran famosas las fiestas que organizaba en su yate de 55 metros, Tetas (cuyas lanchas auxiliares se llamaban Pezón 1 y Pezón 2). No cuesta imaginar lo perdido que pudo llegar a sentirse el joven Azim en medio de tanto barullo.
Quizá no sea de extrañar que el príncipe buscara un refugio en mujeres mucho mayores que él, entre ellas Jerry Hall, que le llevaba 26 años. Tras verla sobre las tablas en el papel de la señora Robinson de El graduado, Azim le mandó un brazalete de diamantes “como homenaje a su talento”; el año siguiente ordenó que le enviaran una composición floral tan grande que fueron necesarios dos hombres para llevarla. En otra ocasión fletó un avión privado para que entregasen un collar de 5.700.000 dólares [unos 4 .730.000 euros] en el Madison Square Garden de Nueva York, para la cantante Mariah Carey, 12 años mayor que él. La artista le profesó un gran cariño hasta el final.
asta qué punto el hedo-
Hnista Azim se llevaba bien con su padre o no es algo sobre lo que solo se pueden hacer conjeturas. Después de una de las espléndidas fiestas del príncipe, la oficina del sultán respondió a las crónicas que señalaban un gran despilfarro destacando que el sultán no había acudido y que no
REALEZ A V S . A LFOMBR A ROJA El palacio real de Brunéi. Abajo, de izda. a dcha., el sultá n y la reina Saleha en 2017; Azim y su hermano, el príncipe Mateen; desfilando con Naomi Campbell en Londres en 2007; con su hermana en el estreno de Ella es el partido; y en la presentación de la línea Versus Versace en Nueva York en 2013.
había tenido nada que ver con su organización. En gran medida, siempre que la vida que llevaba Azim se desarrollara lejos de Brunéi, parecía que el sultán hacía la vista gorda. Al fin y al cabo, al príncipe no lo habían educado para que se dedicara a lo que estaba haciendo. Según la página web de la familia, Azim comenzó su formación en la International School Brunei, para después continuarla en la Raffles Institution de Singapur y en la universidad Oxford Brookes de Inglaterra. Pero eso no fue todo. Pese a que procedía de una devota familia musulmana, con 1 5 años lo mandaron a Leighton Park, un internado cuáquero situado cerca de Reading. Después de eso estuvo en la academia militar de Sandhurst, que abandonó al cabo de solo una semana, ocasión en la que el joven declaró con orgullo que la suya había sido “la estancia más corta de cualquier miembro de las familias reales de todo el mundo”.
n el año 2000 se supo que un funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores británico había mandado en persona la solicitud de Azim al Magdalen College de la Universidad de Oxford. La estrategia produjo el resultado opuesto al esperado y en el Ministerio tuvieron que explicar que, de forma incomprensible, la solicitud del príncipe la habían recibido ellos y se habían limitado a reenviarla a la facultad pertinente. Por si todo esto aún no era lo bastante vergonzoso, los responsables de admisión del Magdalen no vieron nada en el historial académico de Azim por lo que este mereciera una plaza.
No parece probable que este lamentable affair ayudase a que Azim se sintiera más cómodo en su piel. A continuación asistió a Oxford Brookes y se marcó como objetivo convertirse en estrella del pop, pero, de nuevo, con poco éxito: sus incursiones práctica-
mente se limitaron a las noches de karaoke que organizaba en una su ite del ático del hotel Claridge’s, que costaba 4.500 libras [5.200 euros]. “Desgraciadamente, no tengo la cara necesaria para ser cantante”, declaraba. A Azim no solo le atraían los cantantes y los actores, sino también otras personas de las más diversas procedencias. Quizá la más insólita de sus amistades fue la que mantuvo con Jade Goody, estrella del programa Big Brother. “El príncipe me vio por televisión y quiso conocerme”, explicó Goody. El joven la colmó de regalos, entre los que se encontraba un anillo que, según la versión, costaba entre 3 0.000 [unos 3 4.700 euros] a tres millones de libras [unos 3 .470.000 mil euros]. Aunque Goody le puso el apodo de “mi príncipe azul”, también llegó a describirlo de forma más prosaica: “Es más feo que un pecado”.
Dada la vida que llevaba Azim, hubo muchas especulaciones (varias de ellas de una desinformación ofensiva) sobre su hospitalización en el Jerudong Park Medical Centre de Brunéi en 2020. Sin embargo, sus amigos se mostraban convencidos de que el príncipe se recuperaría pronto, de que retomaría su vida de relumbrón. Se escribió por WhatsApp con Joan Collins, que revela que el príncipe parecía estar “seguro de que iba a superar su enfermedad”. Pero no fue así. Tras su muerte, Janet Jackson escribió en una historia de Instagram: “Azeem, yo también te quiero” e “Inshallah [si Dios quiere] no sufras ya más”.
o obstante, Azim sí dejó un prometedor recuerdo: su papel de productor ejecutivo en The Happy Prince, el debut como director de Rupert Everett; el título del largometraje procede de un cuento de Oscar Wilde. La cinta retrata los últimos días del escritor, cuya relación con lord Alfred Douglas lo llevó a la cárcel y produjo su caída en desgracia. ¿Quería Azim decir algo con esto? ¿Pretendía mandarle un mensaje a su familia? En todo caso, los más de 1 00 firmantes del obituario de The Times aceptaron al encantador y divertido Azim tal como era y lo consideraban “el más bueno, considerado y generoso de los espíritus”. Aunque es posible que él no se sintiera un príncipe feliz.
LUTO EN EL S ULTANATO El sultán y otros miembros de la familia real en el funeral del príncipe Azim el 24 de octubre de 2020.