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by aquiaqui33
DATO ALARMANTE: MÉXICO ES EL PAÍS EN EL QUE MÁS HORAS SE TRABAJA (DE LOS QUE HACEN PARTE DE LA ORGANIZACIÓN PARA LA COOPERACIÓN Y EL DESARROLLO ECONÓMICOS, OCDE).
“Vivimos en medio de proyectos que requieren deadlines muy cortos, falta de organización, difuminación de los tiempos de trabajo y descanso...”, apunta Trujillo. “Tablets, móviles, ordenadores... provocan que los empresarios pidan una disponibilidad constante a los trabajadores, sin descanso. Se despersonaliza a las personas y se agotan emocionalmente. Es algo estructural del empresario que no tiene problemas para invadir la esfera personal del trabajador” menciona.
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Esto se ve, y de forma muy clara en las startups. Carlos (tampoco es su nombre real, claro) no sabe si dejar su trabajo como desarrollador de software en una de ellas. “Me siento cansado y hasta abrumado por el caos que está presente en todos los aspectos de mi empresa. Sé que las startups no suelen trabajar de una manera organizada, pero no sabemos cómo abordar la gestión de nuestro trabajo de manera consistente”, me cuenta. Carlos es millennial, pero el burnout no es exclusivo de su generación.
La periodista estadounidense Anne Helen Petersen publicó en enero de 2019 un controvertido artículo en Buzzfeed titulado Cómo los “millennials” se han convertido en la generación quemada. Al texto le siguió meses después su dimisión, motivada por un síndrome de burnout, y un libro, No puedo más (Capitán Swing, 2021), en el cual analiza el fenómeno y en el que reconoce que va más allá de la generación millennial. “El burnout no va solo sobre una generación. ¿Quién no ha experimentado esa precariedad laboral de forma patente?”, defende Petersen.
“Hay industrias que ven el burnout como motivo de orgullo. Se fetichiza. Esas industrias no van a transformarse hasta que se las fuerce”, advierte Petersen. “Si ganan mucho dinero o sus acciones están vinculadas a la capacidad de burnout, no cambiarán fácil. Ven a sus empleados como productos desechables”. Por eso, el síndrome de burnout necesita una Greta Thunberg.
Te invitamos a un viaje a la magia de los Archivos de Disney en Burbank, California, una reproducción nostálgica de Disneyland que conserva el ingenio infinito de Walt. Un lugar único donde las reliquias y las maravillas relacionadas con el padre de Mickey y su mundo de sueños fluyen de una habitación a otra como una caricatura retro animada. Entre camisas hawaianas y peinados de High School Musical, la gente no deja de buscar recuerdos. Excepto que hoy en día se hace a través de eBay. Para seguir jugando y también para desafiar el tiempo.
POR FILIPPO BRUNAMONTI
EN LA CASA DE M I C K E Y
ENCUENTRAS LA SEGUNDA ESTRELLA a la derecha y luego sigues por Dopey Drive. En el cruce con Mickey Avenue, bajo el cartel dedicado a Tontín –el enano que se “enamora” de Blancanieves– verás una postal de la década de 1940, al costado de la investigadora Eva Sinclair –quien da los últimos toques al letrero– mientras Jackie Walker, encargado del personal, sostiene una lata de pintura. La toma se remonta a la mudanza del estudio de los hermanos Walt y Roy Oliver Disney del número 2719 de Hyperion Avenue (inaugurado en 1929) a Burbank, y simboliza la inauguración de esas puertas clásicas y arábicas al noreste de Los Ángeles. Con solo sus sueños en mente, Walt Disney se atrevió a instalar su fábrica de creaciones para competir con los mejores de Hollywood: un almacén futurista en la colina de Burbank dominado por entintadores, músicos, técnicos de escena y “comunistas multimillonarios”, como el famoso animador Art Babbitt.
Son apenas las 9 de la mañana. Basta con pasar bajo el Team Disney Building con los Siete Enanos (de seis metros de altura y hechos de fbra de vidrio y hormigón) para darse cuenta de cuánto tiempo han permanecido la obra y la cultura de Walt Disney a lo largo de los años. El estudio ha sido el nido de toda su vanguardia e ideas: desde las ciudades futuristas de Epcot (Experimental Prototype Community of Tomorrow), hasta los planes originales de Disney World en Florida, así como la fusión con más de 70 mil millones, producciones con Fox y además, uno de los primeros lugares que cubrió la demanda de la vacuna contra Covid-19 para su fuerza laboral (política extendida a decenas de miles de trabajadores no sindicalizados en parques temáticos, incluidos Anaheim y Orlando). Pero para aterrizar realmente en Walt Island, en la sede de Burbank, solo hay un camino que nosotros aquí en Esquire podemos tomar. Ed y Buena Vista Street, donde, al abrigo de los 25 grados, nos esperan diseñadores y archiveros, dentro de una biblioteca diseñada especialmente para los recuerdos.
El archivo de Disney aparece casi como una réplica de Disneyland, solo que con menos armonías en tecnicolor y más pasillos parecidos a Main Street, y sus callejones con casas de estilo victoriano. Al mismo tiempo surge un elenco de Marceline, la ciudad de Missouri de donde proviene Walt Disney, antes de comenzar a tocar y experimentar en su Laugh-O-Gram Studio en Kansas City. La proyección de la memoria de Walt y su obsesión por recordar y memorizar todo, se revela en un almacén separado equipado con sensores de temperatura, donde los curadores guardan cintas de 16 milímetros, partituras de Bach, moldes en 3D de Pinocho, la secuela nunca realizada de Fantasía, los esqueletos/xilófonos del Skeleton Dance, y la cámara multiplano utilizada en el año 1937 para El Viejo Molino de la serie Sinfonía alegre.
Incluso el archivador tiene el mapa infnito del ingenio de Walt: las habitaciones fuyen como una caricatura retro, diseñadas para que cada puerta y cada reliquia caigan sobre las demás, como la falda de Alicia en el país de las maravillas. Hasta abajo, hay un pozo de habitaciones y tesoros dejados a medio camino desde una feria, un parque infantil y hasta un museo mágico, todos con la decoración de un restaurante bistró de los años 30. También se encuentra el escritorio del dibujante, Floyd Gottfredson–quien dibujó a Mickey hasta su jubilación– y los platos del corto sonoro Steamboat Willie, flmado en 1928, en vísperas del colapso de Wall Street, y guardado junto a la primera tarjeta de presentación de Walt.
Rebecca Cline, directora de los Archivos de Walt Disney, ha estado en el personal del archivo desde la década de 1990. Saco azul, camisa rosa, ojos zafro. Nos dice con una primera sonrisa: “Nuestro objetivo es preservar la historia de Walt Disney Company. Somos el archivo más antiguo del mundo: las primeras bases de datos comenzaron en 1970. Este, por ejemplo, es el guion original del corto Steamboat Willie, la caricatura que marcó el debut de Mickey Mouse y el primer corto animado con sonido sincronizado. Está completamente escrito a mano. El estudio de Walt Disney, sin saberlo, prácticamente inventó el storyboard en 1928. Los diseños son fruto de Ubbe Eert Iwwerks, conocido como UbIwerks, Walt escribió la historia y los diálogos. Su mentalidad de niño era llevar al hombre más allá de la imaginación. Para despertar el interés de la gente por el futuro, los acompañaba con sus apuntes perfectamente conservados en el cajón de los lápices del escritorio de la ofcina”. A unos metros están las puertas de madera sagrada peruana de una sala utilizada para el catálogo de la época, donde también desflan sombreros desplumados, los primeros que reprodujeron las orejas de Mickey Mouse: “Se utilizaron para el programa de televisión Mickey Mouse Club en 1955. Roy Williams, conocido como Big Roy, fue el ratonero del programa durante cuatro temporadas y el primero en lanzar la idea de que los niños podían llevar estas orejas en la cabeza. Además de imaginar a The Kamivai Kid en el corto animado de 1929 sobre Mickey. Ratón realizado por Celebrity Productions y parte de una serie de dibujos animados dirigidos por Walt Disney. Es la primera caricatura donde Mickey habla como vendedor de hot dogs.
La plantilla está formada por una treintena de personas que trabajan en tándem en diferentes secciones: investigación, exposiciones, fototeca y laboratorio digital. Algunos tienen experiencia en archivística, educación en museos y estudios cinematográfcos, otros tienen una orientación empresarial. Lo que tienen en común es que todos son historiadores y grandes fanáticos de Walt Disney, de sus locuras y sus prodigios.
En la página opuesta: el archivo de Disney en Burbank y un bazar de recuerdos y objetos antiguo, desde bocetos originales de Mickey Mouse hasta una rara tarjeta de presentación de Walt Disney que data del período en que trabajaba en Oswald. Para completar el viaje en el tiempo, hay una colección de cómics de Mickey Mouse en italiano, con uno especial dedicado a Dante Alighieri. En las páginas anteriores, una escena del famoso episodio El aprendiz de brujo, de la icónica Fantasía, película de animación de 1940 que se convirtió en un culto.
Página opuesta, Walt Disney retratado en su estudio en 1955 mientras dibujaba a Mickey Mouse. Arriba, entre los peluches creados por Charlotte Clark, la primera costurera estadounidense que creó la línea de títeres de Mickey Mouse en la década de 1930 con la aprobación del estudio Disney.
Las colecciones cubren todos los aspectos de Walt Disney Company. Se conservan películas, bocetos de parques temáticos inimaginables, carteles, colecciones multimedia, y más. En el archivo de la empresa encontramos la historia de todas las marcas Disney catalogadas como evangelios y mapas geográfcos: ABC, ESPN, Pixar, Marvel, Lucasflm y, recientemente, 21st Century Fox. “Una parte importante de nuestra colección gira únicamente en torno a Walt Disney, el hombre”, explica Fox Carney, director de investigación de Walt Disney Animation Research. “Todo lo que existe sobre Disney, desde la primera hasta la última nota, a partir de la década de 1920, se puede encontrar aquí. Libros, artículos, entrevistas y más de 8,500 retratos fotográfcos con su esposa Lillian Bounds, y sus hijas Diane y Sharon. Nuestros gerentes cuidan la genealogía de la familia Disney. Además, recientemente hemos tenido una serie de informes anuales de la empresa desde 1940 hasta hoy, junto con guías telefónicas antiguas, periódicos de empleados, y materiales para accionistas”.
El archivo recopila carretes, programas de televisión, eventos mundiales y clips de capacitación de empleados, antes de que se llegara la huelga de 1941. Las transcripciones mecanografadas de entrevistas y discursos memorables están disponibles tanto en formato impreso como digital. Entre las publicaciones de Disney hay un estuche especial que data de 1930 y contiene una colección de más de 10,000 títulos, junto con toneladas de tiras cómicas traducidas a más de cuarenta idiomas. Para manipular antigüedades de Disney, el guante blanco con rayas negras en el centro es imprescindible. Y es, por supuesto, la reproducción en seda del mítico guante de Mickey Mouse. En el centro de los archivos de Disney, pueden dibujar el mundo para ti y encerrarlo en una elegante vía férrea, gracias a personajes caricaturescos como la mascota Eric Goldberg (el lápiz que dio vida a Mickey Mouse durante dos generaciones). ¿El lema del equipo? “Los creativos nunca cuelgan el sombrero en un clavo”. Los diseñadores toman café tras café con nosotros; los vasos de plástico sostenidos entre las rodillas o colocados en los estantes, entre una anécdota y un lápiz más por aflar. Todos tienen preferencia por los pantalones de lino y camisas hawaianas, mientras que la nueva generación, de 20 a 21 años, sigue el estilo y el peinado de High School Musical. El director de los Archivos de Walt Disney añade, con los brazos cruzados: “Hoy ya no hay lados ni extremos. En el archivo buscamos recuerdos de los años 40. ¿Dónde están? ¡En Ebay! Hace tres años recibimos un paquete anónimo que contenía el primer reloj de pulsera de Mickey Mouse que se vendió en el Sears Pavillon de la Feria Mundial de Chicago en 1933. Y entre las nuevas adquisiciones hay un trineo, relojes de bolsillo, despertadores, muñecos de trapo que se creían destruidos durante la Segunda Guerra Mundial y recuerdos del parque Disneyland que se inauguró en 1955. El archivo es el espejo de Alicia: si lo cruzas, el Viejo mundo de los juguetes se apodera de la realidad, con todos los polvorientos objetos de este renacimiento americano, hechos de colgantes de Miss Disneyland, juegos de cartas de Frontierland y trenes sacados de La Gran Locomotora Chase.
Lo que importa en Burbank es conservar la idea de la diversión, y el don de desafar los relojes del tiempo que tanto asustaban a Walt, el prestidigitador.
Cocaína ética y sostenible
La droga que barre conciencias.
POR ÁLVARO LUENGO
LA HAN BAUTIZADO COMO “WOKE COKE” Y, por lo visto, su consumo se está disparando entre las clases altas de Gran Bretaña. No se trata de una nueva Coca-Cola con extra de cafeína, sino de cocaína; de cocaína de “comercio justo”, para ser más exactos. Sí, como lees: cocaína sostenible, que jode las neuronas igual que la otra pero cuidando del medioambiente. Perico de origen ético, apto para veganos y amantes de la biodiversidad. Da igual cómo lo llamen, lo real es que la droga se vende con una etiqueta que asegura una elaboración respetuosa con el entorno y que la gente –participante en su fabricación y distribución– ha recibido un sueldo digno. ¿Por qué? Porque así se puede pedir por ella más del doble de su precio normal. En resumen, blanco y en bolsita: puro marketing. Vamos, que tiene hasta packaging.
Ocurre que mientras la cocaína no esté legalizada (ese es otro debate), resulta imposible demostrar la “veracidad” de lo que venden los nuevos y “concienciados” dealers británicos. Así lo consideran las autoridades inglesas que, después de investigar el asunto, están convencidas de que se trata simplemente de una estrategia de los trafcantes para sumarse a la corriente eco que invade otros mercados con pingües benefcios. Atención, no nos engañemos: los Pablo Escobar de 2022 no plantan la coca en macetas para no tener que talar hectáreas y hectáreas de selva. Ni recogen luego los residuos de los químicos que utilizan en su elaboración para llevarlos al punto limpio en lugar de verterlos a los ríos. Ni empaquetan su cargamento en cajas de cartón reciclado para evitar el uso de plásticos. Ni aparcan sus avionetas para sacar la droga de la selva en bicis eléctricas con cestita. Ni dan de alta a sus empleados en la Seguridad Social ni les pagan las vacaciones.
La cocaína, a día de hoy, es cocaína diga lo que diga su apellido: una droga que deforesta el planeta, que hace ricos a unos pocos a costa de matar a otros muchos y que se mueve en un mercado que de justo tiene poco. Por eso, mientras existan tontos que laven sus conciencias esnifando cocaína “de comercio justo” en el tablero de su coche deportivo, habrá otros más listos que seguirán aprovechandose de la estupidez humana –al parecer, infnita–. Y así nos va a todos. Snif, snif (de llorar, no de esnifar).