POR QUÉ LEEMOS LENTO, POR AQUILES JULIÁN

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¿Por qué leemos lento? La lectura ineficiente y sus causas

Aquiles Julián

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¿Por qué leemos lento? La lectura silábica Para la mayoría de las personas la única técnica de lectura que conocen es la que adquirieron cuando fueron alfabetizados. Y esa técnica de lectura, sílaba por sílaba, palabra por palabra, que funciona bien al enseñar a leer a un analfabeto, es altamente ineficiente como estrategia de lectura de un adulto. La lectura silábica es un recurso importante para una maestra de primaria, pues hay que familiarizar al alumno con los signos: letras, sílabas, acentos, etc., y ayudarlo a aprender a relacionar los signos con los sonidos, desde la letra a la sílaba a la palabra.

La subvocalización Al habituarse a leer silábicamente se crea, de paso, un mal hábito: la subvocalización. Se nos habitúa a relacionar la lectura con el sonido, a leer pronunciando lo que leemos. Luego, la presión social: padres, maestros, otros alumnos, etc., nos obliga a dejar de pronunciar audiblemente las palabras, pero hay quienes siguen moviendo los labios al leer y la mayoría escucha como una voz en su cabeza cuando lee: están subvocalizando. Uno no puede hablar de manera entendible a una velocidad superior a 400 palabras por minuto. Eso significa que si leemos silábicamente, palabra por palabra, y además subvocalizamos, nuestra velocidad de lectura será inferior a 400 palabras por minuto. Un ritmo altamente ineficiente de lectura.

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Otros inconvenientes

El leer lento, además, genera otros inconvenientes. Se estima que el cerebro humano puede leer a más de 40,000 palabras por minuto. Si un órgano tan poderoso es penalizado obligándolo a leer a un ritmo tan lento de menos de 400 palabras por minuto, el cerebro reacciona con los siguientes síntomas: • • • • •

Se aburre y pierde el interés Se cansa Se distrae y pierde el hilo Se cansa la vista Le da sueño

Y el resultado es que la persona siente que la lectura es un fastidio, que no vale la pena. De ahí que, aunque formalmente en República Dominicana tenemos millones de personas alfabetizadas, millones de bachilleres, más de un millón de profesionales, las personas no leen. Es una competencia subutilizada y subdesarrollada.

Deficiencias en la comprensión La información no está en las palabras, está en las frases.

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De hecho, aproximadamente el 50% de las palabras suelen ser palabras vacías de contenido: artículos, conectores, modismos, etc., que ayudan a estructurar la oración y el párrafo, a darle elegancia a la expresión, pero no aportan información y esto significa que el 50% del esfuerzo de quien lee palabra por palabra se pierde. La pérdida de atención, las distracciones, la lentitud al leer afectan el nivel de comprensión. De hecho, muchas personas no entienden lo que leen y otras apenas flotan en el nivel más literal y superficial, sin capacidad de penetrar en los niveles profundos que una lectura integral proporciona. Entender lo que se lee es lo que significa leer. Y penetrar los niveles más profundos, los implícitos e inferenciales, de un texto es fundamental para tener una real comprensión del mismo. Sin embargo, muchas personas carecen de una estrategia para comprender lo que leen. La mayoría creen que comprender es repetir, se muestran incapaces de aprehender el sentido, de capturar lo que se comunica. Creen que con simplemente repetir lo que leyeron, entendieron. ¡Tremendo error!

Úsalo o piérdelo. Ahora bien, una competencia que no se utiliza, se inutiliza, se pierde. Hay profesionales que cuando leen en voz alta, parecen niños de primaria. Leen lento, silábicamente, sin fluidez; trastabillean y pierden el ritmo, pronuncian mal, dan un espectáculo lamentable de ineficiencia lectora. De lejos se nota que, aunque saben formalmente leer, no lo practican. Si, además, no tienen una estrategia de comprensión apropiada, el caso se torna trágico. Eso significa que estamos formando un nivel de incompetencia lectora que se convierte en un obstáculo al crecimiento personal y profesional de las personas, en un lastre que les perjudicará sus

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vidas y carreras, y que repercutirá negativamente en el porvenir del país, de la sociedad, de la humanidad. Y eso se comprueba en lo siguiente: en la mayoría de las casas hay muchos electrodomésticos, pero no hay libros, no hay una biblioteca. Y el hábito de leer no se cultiva.

Ahora bien, ¿por qué leer? Resulta que la lectura es la vía más eficiente conocida hasta hoy de transmitir información, de capacitar, de educar, de actualizar. Aunque el mundo de hoy posee recursos como los audiovisuales: DVD, CD, Internet, videoconferencias, etc., la misma Internet rebosa de contenidos escritos. La lectura sigue siendo la principal herramienta de formación para cualquier individuo. Vivimos un mundo complejo, impredecible, que avanza a trompicones de forma acelerada. Se estima que cada 3 años el volumen de información disponible en el mundo se duplica, y que para el 2015, dentro de siete años, la duplicación tomará 78 días. Nuevas técnicas, nuevos enfoques, nuevos procedimientos, nuevas tecnologías, nuevas disciplinas, nuevos avances… El mundo descarta y abandona tecnologías, procedimientos, ideas, enfoques y los reemplaza; hay tecnologías que compiten por el control de un mercado; nuevas profesiones que irrumpen y otras que desaparecen. Los conocimientos son efímeros y precarios, se hacen obsoletos rápidamente.

La obsolescencia del conocimiento: el obsolimiento. Los conocimientos se hacen obsoletos por la irrupción de nueva información, de nuevos enfoques, de nuevos descubrimientos e

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invenciones, y debido a eso sostener el nivel profesional demanda que uno se mantenga en aprendizaje constante. Pero no es simplemente aprendizaje: es el ciclo aprenderdesaprender-reaprender. Tenemos que desaprender viejas maneras ineficientes de hacer algo y aprender las nuevas maneras más eficientes, sólo para tener que desaprenderlas más tarde y reaprender las novísimas maneras más eficientes de hacerlo. Tenemos que actualizar conocimientos, tenemos que ponernos al día, el aggiornamiento, el up-to-date, sólo para mantenernos en competencia. Si queremos destacar, sobresalir, entonces la demanda es mayor. Imagínate entonces, tú, intentando lograr esa actualización, destacarte, con una estrategia altamente ineficiente de lectura que te mantiene en un rango entre las 150 a 300 palabras por minuto, fatigosamente tratando de sobreponerte al cansancio de la vista, al aburrimiento y a la pérdida de interés, a la distracción, al sueño… Sin embargo, si aprendes a leer sobre 2,000 palabras por minuto, a hacer neuroformatos, a manejar los distintos niveles de lectura, a dinamizar tu nivel de comprensión, etc., esta importante competencia te permitirá mantenerte actualizado, leer varios libros a la semana, ¡incluso más de un libro diario si te lo propones!, optimizar tu tiempo, disfrutar el aprendizaje, y destacar sobre tus compañeros de estudio o de trabajo, o sobre tus colegas. Leemos lento porque mantenemos, de adulto, una estrategia ineficiente que aprendimos cuando fuimos alfabetizados. Esa estrategia es útil y eficiente cuando se trata de relacionar a un analfabeto con la lectura, su alfabetización, pero para personas ya alfabetizadas se vuelve muy ineficiente. Al no aprender una estrategia eficiente de lectura, somos víctimas de la estrategia ineficiente conocida, lo que nos aleja de la lectura y la hace engorrosa, penosa, cansona, desagradable.

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¡Aduéñate de tu capacidad de aprender y de leer! Si aprendemos a leer de forma eficiente, la lectura abrirá a nuestras vidas prodigiosos mundos, espectaculares vivencias, nuevas experiencias y conocimientos, maravillosos territorios para explorar, despertará potencialidades, nos exaltará hacia cimas formidables, nos introducirá en zonas inesperadas y deslumbrantes, nos impulsará a ser lo que nacimos para ser, destapará nuevas competencias, nos mantendrá en un estado de asombro, de contagiosa alegría, de perpetua curiosidad, de crecimiento interior, de aporte y de realización. A eso es que te invitamos a participar, a que te des la oportunidad de conocer todo lo que la lectura eficiente puede hacer por ti. Aquiles Julián © 2008

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