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Acciones de Gutiérrez de la Concha

La primera ciudad que recuperó Félix María Calleja fue Celaya. En ella se encontró con un gobierno insurgente dócil y dispuesto a someterse al orden virreinal. Los propietarios también se pusieron a las órdenes del jefe realista; en cambio, el pueblo bajo se mostró hostil y desafiante ante su mandato. Una vez que tuvo el control de la situación, Calleja publicó un indulto a la población, recogió todo el armamento, incluyendo los utensilios de cocina, colocó la horca en la plaza pública y ejecutó a los más criminales para escarmiento de la población. En cambio, los criollos fueron perdonados e incluso el Subdelegado Carlos Camargo fue ratificado en su cargo por contar con apoyo popular. También se organizó la defensa de la población con dos compañías de patriotas.

Sin oposición, Calleja también reconquistó Salamanca e Irapuato, donde siguió la misma política: cambiar autoridades, indultar a la población, ejecutar a algunos individuos de clase popular y organizar la milicia local. Enseguida procedió contra Guanajuato. Sin una adecuada organización, sin el auxilio de Iriarte e Hidalgo y con buena parte de la población en su contra, Allende y sus fuerzas resistieron dos días antes de abandonar la ciudad para refugiarse en Guadalajara.

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Tras recuperar la ciudad, Calleja destituyó a las autoridades insurgentes, restableció el antiguo ayuntamiento y nombró intendente interino a Fernando Pérez Marañón. Ejecutó sólo a los más comprometidos, perdonando la vida de muchos otros. El 26 de noviembre ordenó la ejecución de 23 individuos, todos decentes, entre los que se encontraba el Intendente insurgente José Francisco Gómez.1

Calleja nombró el 3 de diciembre de 1810 a Manuel José Sotero Gutiérrez de la Concha Subdelegado de la villa de León, hijo del finado capitán don Félix, constructor de la Plaza de Gallos y de doña Benita Mazorra de Vegas, quien contaba con 27 años y desempeñaba el cargo de las postas.

Al día siguiente, ordenó que se diera a conocer el Bando de Indulto del Virrey para los insurgentes que estuvieran dispuestos a deponer las armas, la exención de impuestos para los indios y las castas. También, ante la llegada de muchos menesterosos de Guanajuato y sus inmediaciones, lanzó la siguiente proclama:

Habitantes de León: el amor que os tengo y el deseo de vuestra felicidad me han hecho sacrificar mi quietud e intereses para libertaros de los males que os hubiera traído la entrada de un ejército victorioso y justamente irritado. En el empleo que obtengo, nada me será más sensible que tener que castigar y usar de las amplias facultades que me son concedidas por el señor Comandante en Jefe. Espero de vuestra lealtad y virtud, que tengo bien reconocida, que no llegará este caso.

Uno de los mayores desordenes que puede haber en un pueblo es la abundancia de gente sin arbitrio de qué subsistir; en estas circunstancias se hallan los vecinos de Guanajuato y sus inmediaciones, residentes en esta villa; en ella no pueden encontrarlo, y habiéndose publicado en aquella ciudad los mismos bandos de indulto que aquí, pueden con toda seguridad retirarse a sus casas y antiguos destinos, para lo cual les señalo el preciso y perentorio término de veinticuatro horas, el que pasado todo forastero que se encuentra en la villa será encarcelado y su conducta escrupulosamente examinada, para el digno castigo de los delitos que se les averigüen.

Los escandalosos pueblos y embriagueces de que abunda esta villa, son un mal intolerable en toda sociedad bien ordenada; para evitarlo impongo, a los delincuentes en este género de delitos, la pena de un mes de trabajo sin ganar salario alguno, en una de las haciendas a que se considere oportuno destinarlos, reservando otros castigos para los reincidentes,

Y para que llegue a noticias de todos, mando se publique por bando y se fije en los parajes acostumbrados. Que es hecho en esta villa de León, a cuatro de diciembre de 1810.2

Luego, dirigió a los dueños, arrendatarios, administradores y mayordomos de las haciendas y ranchos de la jurisdicción de León el siguiente manifiesto:

Ayer se me puso en posesión del empleo de Subdelegado de esta villa y su jurisdicción, que me ha sido conferido por el Sr. Brigadier don Félix María Calleja, Comandante en Jefe del Ejército de Operaciones contra los Insurgentes, e inmediatamente publiqué con toda solemnidad el bando de indulto cuya copia es adjunta. Hágase vos cargo de él y guárdelo en todas sus partes, con especialidad en punto a armas que recogerá vos, las que haya en sus pertenencias y me dará parte inmediatamente.

También se publicó el bando de exención de tributos para los indios y demás castas, lo que hará vos saber a la gente de su mando.

Ya que por la misericordia de Dios hemos conseguido ser perdonados y evitar los males que nos hubiera acarreado la entrada de un ejército castigador, debemos, en cuanto dependa de nuestra parte, mantener el orden y resistir nuevos ataques de los insurgentes; para lo primero es necesario que no consienta vos en los términos de su pertenencia, forastero alguno, y para lo segundo, que mantenga vos por día y noche; un mozo que cuide el camino o vereda que atraviesa sus tierras, reconozca a los que por él transiten, asegure a los sospechosos y dé cuenta a vos, quien lo hará a mí, así de estos incidentes como de cuanto ocurra y vos sepa.

Sería hacer poco honor a la interesante clase de labradores, si conminara con pena al que no observe con exactitud lo prevenido; omítola pues y espero de la lealtad y patriotismo de vos se esmere y active a competencia en el cumplimiento de lo que llevo prevenido.

Dios guarde a vosotros muchos años. Villa de León, 4 de diciembre de 1810.3

Una escolta de soldados se encargó de recorrer el territorio para leerles el manifiesto y obtener la firma de adhesión al gobierno realista:

Lagunillas. Diciembre 5/1810. José Tomás Pompa. Miguel Azpeitia. Potrero. Diciembre 6/1810. Ignacio Sánchez. Otates. Diciembre 6/1810. Pablo Pompa. Otatitos. Diciembre 6/1810. Antonio Muñoz Ledo. Duarte. Diciembre 6/1810. Vicente Medina. Hacienda de Santa Ana. Diciembre 6/1810. Juan María Flores. Hacienda de El Jagüey. Diciembre 7/1810. Ignacio Coronado. José Guadalupe Muñoz. Hacienda de la Gavia. Diciembre 7/1810. Juan Liceaga. San Vicente. Diciembre 7/1810. José Ascencio Castro.

Hacienda de los Ocotes. Diciembre 7/1810. Pablo Rodríguez. Tuna Agria. Diciembre 7/1810. José Gregorio de Castro. José Anastasio de Alba. Hacienda de la Sauceda. Dic. 7/1810. Hacienda de la Sandía. Diciembre 7/1810. José María Muñoz Ledo. San Cristóbal. Diciembre 8/1810. José Ferro. San Judas. Diciembre 8/1810. Jorge Muñoz. Hacienda de Jerez. Diciembre 8/1810. Rafael Salas. Hacienda de Santa Rosa. Dic. 8/1810. José Colosio Manrique Lorenzo Sánchez. Francisco Almaguer. Hacienda de Arriba. Diciembre 9/1810. José Gervasio Delgado. Hacienda de la Zanja. Diciembre 9/1810. Miguel Echeveste. Hacienda de la Loza y sus anexas. Diciembre 9/1810. Bernardino Muñoz. Ibarrilla y sus anexos. Diciembre 9/1810. José Ignacio Rueda. Por Tomás Vázquez y por Antonio Pacheco: Pedro de Almaguer. 4

Félix Calleja, en su estrategia de atemorizar a la población de León, el 12 de diciembre expidió un bando en Silao, que el Subdelegado mandó pregonar en los lugares más concurridos.

En el pueblo en que se cometa asesinato de soldado de los ejércitos del Rey, de justicia o empleado, de vecino honrado criollo o europeo, se sortearán cuatro de sus habitantes, sin distinción de personas, por cada uno de los asesinados, y sin otra formalidad, serán pasados inmediatamente por las armas aquellos a quienes toque la suerte.5

Un par de días después, llegó Félix María Calleja con un ejército mayor a cinco mil hombres. Los soldados fueron alojados en la Plaza de Gallos. El Brigadier, se hospedó en la casa más lujosa de la villa, la de los Obregón, donde le ofrecieron una elegante cena para celebrar su llegada a León.

El día 16, desde muy temprano, pidió una sala para despachar correos y recibir a los prominentes personajes de la villa, entre ellos al Subdelegado. Entre los asuntos que atendió, fueron los del Dr. Antonio Lavarrieta, Cura de Guanajuato, a quien le concedió el indulto, pero lo mandó desterrado a Lagos, y del Comandante del Batallón Provincial de Infantería, quien temeroso de ser derrotado y muerto a manos de las fuerzas de Miguel Hidalgo, dejó a la buena de Dios sus soldados y vino a refugiarse a León, creyendo que aquí estaría menos expuesto a perder la vida.

Calleja dio la orden de que fuera buscado hasta que lo encontraran y se le obligara a presentarse ante él, para que rindiera informe por su falta. Al tenerlo enfrente, entre injurias, y a la vista de los presentes, con brusquedad fue arrancando una a una sus insignias, arrojándolas al suelo con desprecio y lo condenó a que se presentara al Virrey para que recibiera la sentencia. Al salir de ahí, Quintana cayó en cama y falleció pocos días después.

Cuando cayó la tarde, los tambores anunciaron la ejecución. Una muchedumbre reunida en la plaza principal esperaba impaciente, apenas controlada por los soldados. La horca estaba lista, un par de prisioneros fueron conducidos ante el verdugo. Con la cara encapuchada y las manos atadas, subieron al banquillo. Un guardia les colocó la cuerda en el cuello y con una simple señal del Brigadier, los dos cuerpos cayeron. Patalearon por unos minutos y cedieron su vida a la muerte.

Calleja salió para Guadalajara en persecución de Hidalgo y dejó a sus soldados heridos en el hospital de San Juan de Dios, que declaró militar y exclusivo para atender a sus tropas.

El 22 de diciembre, José Esteban Rosas, el teniente de los Pueblos del Rincón, le informó al Subdelegado que estaba todo en buena disposición y sin novedad, y los gobiernos de San Francisco y

Purísima se le habían presentado. También, que había publicado unos bandos, que estaba recogiendo armas y que el Cura estaba haciendo cuanto tenía de su parte para hacer ver a los habitantes del error en que habían caído.6

El 26, Rosas informó que los insurgentes habían caído en la hacienda de Jalpa y sus inmediaciones, y que los habitantes de San Francisco le pedían que pusiera en las armas cuando menos cuatro hombres y un cabo.7

En otro oficio, del día 30, propuso a Nazario Juárez y Lorenzo Cruz para gobernadores de San Francisco del Rincón y Purísima, respectivamente, por no haber admitido el partido de la insurrección.8

El Subdelegado proclamó a la Madre Santísima de la Luz como Defensora y Caudilla de la población y le colocó un bastón de oro y una banda de color rojo.9

Sin la presencia del ejército de Calleja, se enfocó en la formación de un Cuerpo de Dragones con voluntarios, para defender la villa de León de los ataques, pues las noticias que le llegaban delataron la presencia cada vez más cercana de varios cabecillas. El día 29 de diciembre, don Fernando Pro le presentó el resultado de los esfuerzos:

Sargentos: Fernando Pro y José de la Luz Pompa. Tambor: Hermenegildo Hinojosa. Cabos: Ignacio Muñoz Ledo, Felipe Calvillo, Francisco Fragoso y Benito Pro. Granaderos: José Cruz Ávila, Pablo Rocha, Antonio García e Ignacio Austri.

Dragones: Justo Gutiérrez, Andrés Mújica, Jorge Piña, Anselmo García, Ignacio Rayón, José de la Luz Rocha, Rafael Gollás, Antonio Manríquez, Domingo Quiroz, Santiago López, Teodoro Mujica, Matías Suárez, José María Muñoz, Miguel Núñez, Marcos Soto, Tomás Carrillo, Fernando Mendoza, Nazario de Torres, Víctor González, Manuel Venegas, José María Perrón y Manuel de Torres.10

Concluyó 1810 con la publicación del bando suscrito por Mariano Escandón, conde de Sierra Gorda, dado en Valladolid el 29 de diciembre y difundido en la villa por el Cura de la Parroquia. En este escrito Escandón justificaba su levantamiento de la excomunión impuesta a Hidalgo y a su gente por Manuel de Abad y Queipo. Afirmó que lo había hecho para sosegar la inquietud del pueblo de Valladolid y evitar daños mayores. Al mismo tiempo, como gobernador del Obispado impuso la censura de excomunión a Miguel Hidalgo y sus seguidores, prácticamente la de Abad y Queipo se consideró suspendida.11

El 2 de enero de 1811, Manuel Merino, por el Brigadier Calleja, escribió desde Lagos al Subdelegado para que remitiera los soldados enfermos que quedaron en el hospital al cuidado del prior y que los gastos se cubrieran con los efectos que dejó para su venta o de las ganancias de la renta del tabaco. Con relación a este asunto, el día 4, el Prior Fray Marcos Sáenz se dirigió al Subdelegado para informarle:

Muy señor mío, es casi casi imposible contener los soldados enfermos sin centinela que los sujete, pues a nosotros no nos hacen ningún aprecio, salen y entran cuando quieren, siendo esto causa de extravíos en sus alimentos y curaciones, pues no excusan al comercio de mujeres.

Esto aviso a vos para que se digne poner guardia a efecto de precaver lo que llevo dicho, quedando de vos su más atento seguro servidor que besa su mano. Guarde Dios su merced. 12

Ese mismo día 2, Rosas informó que los insurgentes se retiraron de Piedragorda y envío dos estados de las armas y bestias que había recogido en los Pueblos del Rincón. Dos días después, remitió las elecciones de los nuevos justicias de esos lugares. También refirió que se le presentó el insurgente Juan Gasca, de San Bernardo, quien dijo que Rafael Sánchez y Juan de Dios Palomino se habían ido para la villa de Jerez, en compañía de Iriarte.13

El día 7, informó que se le presentaron los insurgentes José Cortés y José Antonio Zaldívar, alias Torres, llegados de Zacatecas. El primero dijo que en el paraje llamado La Cieneguilla fue derrotado Iriarte por las descubiertas del señor Bonabia. Le preguntó al Subdelegado si alcanzaban la gracia del insulto.14

El 13 de enero de 1811, el Teniente Rosas tomó la declaración del arriero Matías Becerra, que salió de León el último de diciembre para llevar seis cargas de harina, por encargo de su amo don Julián de Obregón, para entregárselas a Joaquín Espinosa.

Dijo que al llegar a Zacatecas se encontró con hombres de Juan de Dios Palomino, Rafael Sánchez, Juan de Dios Guerrero y Rafael de Iriarte. Los dos primeros lo llevaron ante Iriarte, en compañía de otros muchos que no conocía. Que Iriarte lo interrogó, a lo que dijo que llevaba el harina para completar una cuenta que tenía su amo en esa ciudad, por lo que lo dejó libre, pero Rafael Sánchez le discutió porque sabía muy bien como él, sus amos y demás dependientes de Cañada de Negros le habían servido a Calleja, y le echó en cara que con él e Iriarte no habían hecho otro tanto cuando estuvieron en León.

Que oyó decir que después de la batalla que los insurgentes dieron el día de Noche Buena, Iriarte, Palomino y Sánchez se quedaron en una casa situada enfrente del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, pero tenían la intención de tomar el rumbo de Aguascalientes para llegar a Guadalajara, con un ejército de 20,000 hombres, pero el que vio no llegaba ni a la octava parte, armados de lanzas y garrotes, sin fusiles y ni cañones de los 50 que decían. También supo que había muerto el insurgente Baltasar Muciño, un hijo de Marcial Pérez, el de La Descubridora y otros 47 de ellos.

Regresó el día 9, trayendo mil pesos en reales y ocho barras de plata que Espinosa tuvo escondidas en el colegio del Santuario para liberarlas de la insaciable codicia de los insurgentes, y se las entregó como pago para su amo. Dijo ser de 30 años de edad, originario de Jalpa y avecindado en la hacienda de Cañada de Negros.15

Esteban Rosas el día 15, le informó al Subdelegado que las cárceles de esos pueblos carecían de celdas para asegurar a los reos de insurrección, por lo que los remitía a la de la villa de León. Siendo el primero José María Pérez, indio del pueblo de San Miguel de León, quien se separó del ejército de Iriarte.16

En el extremo oriente de León había confusión con los límites. El 18 de enero, Francisco Aniceto Palacios, Administrador del Conde de Valenciana, le pidió al Subdelegado que resolviera definitivamente a qué jurisdicción pertenecía la hacienda de Santa Ana, porque no sabía si obedecer a los jueces de Silao o León, o a ambos.17

El Intendente de Guanajuato Fernando Pérez Marañón le transcribió al Subdelegado de León el oficio del Brigadier Félix Calleja, comunicándole el triunfo sobre los insurgentes en el Puente de

Calderón. Por su parte, Rosas también informó el 22 de enero, que había celebrado la victoria sobre los insurgentes y se le había presentado el rebelde Lucas Ríos, quien le dijo que los cabecillas Hidalgo, Allende y otros huyeron cobardemente poco después de empezado el combate y que infiere que se irían a unir con Iriarte.18

Tres días después, Rosas remitió a León al Dragón Jerónimo Quiroz, y le informó al Subdelegado que se estaban presentando insurgentes de los que huyeron de Puente de Calderón.19

Por esos días corrió el rumor de que Rafael de Iriarte enviaría a recoger a los desertores y que el Cura Hidalgo y Barroquín se hallaban en Aguascalientes esperándolo.20

El día 29, José Mariano Reynoso, Subdelegado de Silao, le comunicó al de León que en Salamanca cayó una porción de insurgentes ladrones, acaudillados por el Clérigo García, quienes saquearon algunas casas y se marcharon con dirección a Celaya.21

El Intendente Pérez Marañón, le envió más información sobre la toma de Salamanca y agradeció la ayuda que le ofreció para repeler el ataque que pudiera intentar en aquella ciudad el clérigo García, al frente de ciento y tantos insurgentes:

Acabo de saber, por conducto seguro que en Salamanca ha caído una porción de insurgentes ladrones, acaudillados por un clérigo García, quienes rompieron la cárcel, apresaron al Administrador de Alcabalas, ínterin le robaban los reales que tenía de su Majestad y saquearon otras casas de aquella villa, marchándose luego en dirección de Celaya (aunque éste puede ser engaño) y satisfecho de la lealtad bien acreditada.

Es cierto que el clérigo García, al frente de ciento y tantos insurgentes ha conmovido la plaza de Salamanca y con ella saqueado algunas casas de aquella villa y amenaza a los lugares circunvecinos.

En esta capital estamos prevenidos para recibirlo, de modo que creemos que, si se atreviera a entrar en él, es muy probable que no quede sin escarmiento. Y aunque para ello no necesitamos por ahora del auxilio que vos me ofrece con esa compañía, que está a sus órdenes, he apreciado mucho esa buena disposición y usaré de ella siempre que llegue la ocasión de que me vea invadido por los enemigos.

El correo se ha detenido por temor de que se perdiera su correspondencia, cuanto están como hoy, cercados los caminos de esta ciudad por esas gavillas de revoltosos que todo lo asedian.

Dios guarde a vos muchos años. Guanajuato, 31 de enero de 1811.22

Por su parte, Manuel Ignacio García, desde Silao, le avisó a Gutiérrez de la Concha que no había novedad y que contaba con dos cuerpos de plebeyos de Irapuato y Guanajuato, por lo que no aceptaba la fuerza que le ofrecía.23

Al inicio del mes de febrero, Esteban Rosas reportó el día 1º la mala conducta con que se conducía el vecindario de San Bernardo, que ahí y en Peñuelas se mostraban morosos en ejecutar la orden de vigilar a los insurgentes, pues lejos de dar parte de ellos, los alojaban y encubrían. También, que al Dragón Domingo Quiroz lo trataron de aprehender en San Bernardo los rebeldes José y Antonio Reyes, Manuel Saldaña y otros de La Descubridora, para llevárselo a Hidalgo.24

Uno de los asuntos urgentes que tuvo que atender el Subdelegado fue el estado en que se encontraban los bienes confiscados a los insurgentes, por lo que puso a cargo al Administrador de la Alhóndiga, quien rindió el siguiente informe de la cuenta de los fondos del Ejército del Centro:

Cuenta de los reales que voy entregando en satisfacción de la cantidad de tres mil trescientos cincuenta y siete pesos, dos y tres cuartillas reales en que según el avalúo se me remataron los efectos existentes pertenecientes al Ejército del Centro, que es al cargo del señor general don Félix María Calleja:

El 31 de diciembre de 1810 al padre Prior fray Marcos Sáenz, A saber: por un recibo de dicho día 100 pesos. 100pp.

Al señor administrador de tabacos, don Pablo Rodríguez, por dos recibos a favor de dicho padre Prior, uno del siete de enero, otro del veintiuno del mismo y dos minutitas que había pagado, de

El veintinueve de enero de 1811 al padre Prior, por su recibo, doscientos pesos. 305.4 ½.

200 pp.

El treintaiuno del dicho, al padre fray Juan Nepomuceno, por su recibo, doce pesos.

En 1° de febrero, a don José María Franco, por su recibo, cuarenta pesos. 12 pp.

40 pp.

Al señor Subdelegado, dos mil pesos. 2,000 pp.

2,657.4 ½.

Mientras en la villa de León se disfrutaba de cierta calma, las cosas no andaban tan bien en otros puntos de la Intendencia de Guanajuato. La primera mala noticia del mes fue del Alcalde José Mariano Reynoso, quien comunicó:

En esta madrugada me han asegurado unos europeos, que lo son: Francisco Villegas, don Santiago y otro, que Irapuato ha sido invadido por un tal Machuca, vecino de Salamanca y que su gente ha asesinado a un sacerdote apellidado Almansa y otros vecinos; lo que he tenido a bien participar a vos para su inteligencia y providencias concernientes, según lo he prometido.

Dios guarde a vos muchos años. Silao. Febrero 5 de 1811.25

Al otro día, Reynoso le transcribió el oficio del Intendente, donde pedía que las tropas de León y Silao se reunieran en Cuevas con las procedentes de Guanajuato:

En consecuencia de esto y con el objeto de destruir en su origen al movimiento e insurrección que ha comenzado, saldrá mañana de esta capital la escolta de 50 hombres bien armados y de tropa veterana hasta la hacienda Cuevas en que se hará el punto de reunión, esperando allí la fuerza militar que venga de esa congregación y de la villa de León, a cuyo Subdelegado le dará vos aviso de esta determinación para su gobierno y que si acaso no hubiere dispuesto la marcha de aquella gente, lo haga

inmediatamente en la inteligencia de que aquí lleva la tropa todas las municiones de balas, cartuchos, pólvora y demás necesarios con supera abundancia para el logro de la empresa y el feliz éxito de exterminar esas cuadrillas de bandidos dejándolos escarmentados para siempre. 26

Los ánimos en León también se alteraron, en cualquier momento las tropas tendrían que enfrentar al enemigo. La orden llegó de Guanajuato con instrucciones precisas:

Sr. Justicia Subdelegado Don Manuel José Gutiérrez de la Concha.

Por el oficio que con fecha de ayer me dirigen los señores que componen la Junta Patriótica de la Congregación de Silao, veo con el mayor sentimiento los graves e irreparables perjuicios que las cuadrillas de insurgentes han causado y aún siguen causando en las haciendas comarcanas y el justo temor de que se hallan poseídas de sufrir un ataque, por lo que se hayan resueltas a reunir sus fuerzas con las de esa villa para salirles al encuentro solicitando al efecto mi permiso y el auxilio necesario.

En junta que acabo de presidir se ha acordado con uniformidad de dictámenes, no solamente acceder a este intento, sino también prestar el auxilio de la guarnición de esta capital, que he mandado salga sin la menor demora a acamparse en la hacienda de Cuevas, en donde estará mañana esperando reunirse con las de esa villa y Silao, lo que participo a vos para que en su inteligencia disponga su salida en la forma y a los fines que van expuestos, dirigiéndose a la referida hacienda para disponer desde allí los puntos que han de cubrir y las operaciones que han de hacer para la defensa y libertar estos territorios de tan continuados asaltos de que se ven amenazados, no teniendo que recomendar a vos la eficacia que demanda la empresa, cuando la tengo tan experimentada.

Dios guarde a vos muchos años. Guanajuato. Febrero 6 de 1811.

Fernando Pérez Marañón.27

Acción en Irapuato

En la madrugada del 7 de febrero las tropas de la villa de León estaban listas para salir, compuestas por la Compañía del Regimiento del Príncipe, quince soldados de los enfermos del ejército de Calleja, que se hallaban en esta villa, y trece voluntarios.

Al llegar a Silao, los recibió el Alcalde Mariano Reynoso. De ese lugar enviaron aviso al Comandante de la Tropa de Guanajuato para que avanzase hasta La Calera y se reuniera con ellos en dicho punto y así evitar el rodeo que harían hasta Cuevas.

Las tropas de León y Silao marcharon toda la tarde y a las 7:00 de la noche arribaron a la hacienda de La Calera, donde los esperaba el Capitán Juan Francisco Luengas, con los soldados de Guanajuato.

Al pasar lista, se informó que la tropa estaba integrada por 63 hombres de León, armados casi todos de escopeta y los que no de pistola y espada; 80 de Silao, con 20 fusiles y 26 de pistolas y el resto de lanzas y los 50 de Guanajuato, 30 del Regimiento de Celaya y 20 de Sierragorda.

La orden que tenían las tropas era no pasar de Irapuato, pues por los informes recibidos se sabía que el enemigo se había ido para Cuitzeo y Pénjamo, pero se pidió autorización a la Capital de la Intendencia para hacerlo.

Al día siguiente, a las 4:00 de la mañana, todas las compañías salieron con rumbo al pueblo, al llegar no encontraron indicio de movimiento. La calma se había apoderado de todo, un completo silencio, nadie los recibió. Pero luego que la tropa llegó a la plaza principal, sin saber de dónde provenían, los atacó por todos lados una multitud de gente con piedras, palos, machetes y lanzas.

Se ordenó el fuego y a los pocos tiros se dispersaron todos los atacantes, dejando en las calles como treinta muertos y en las fuerzas algunos contusos. Concluida la acción, se dio la orden de formación en la plaza, en donde estuvieron más de una hora sin que se presentara vecino alguno. El Comandante Luengas mandó llamar al Alcalde, un tal Lic. Esquivel, y después fueron llegando algunos otros, entre ellos don Francisco Lizuáin.

Ellos declararon que era tanto el temor que les había infundido el pueblo que no se atrevían a salir. Estaban a piedra y lodo en sus casas. El saqueo de los insurgentes los había llenado de terror.

A los tres jefes realistas los alojaron en la casa de don Francisco Lizuáin. En donde se les procuró con las mayores atenciones por el anfitrión y fueron visitados por los pocos vecinos que se atrevieron a salir de sus casas. A las 6:00 de la tarde, el Capitán Luengas recibió oficio del Comandante de Guanajuato, donde se le prohibía absolutamente el pasar de Irapuato y le quitaba el mando, debiendo entregarlo al Alférez de Sierragorda, don Miguel Zarzosa.

Por un buen rato, el Capitán Luengas estuvo discutiendo con los otros militares, hasta que resolvieron ocultar la variación y dejarlo en el mando hasta el día siguiente, para evitar el disgusto de las tropas. La noche paso en calma, sin ninguna novedad. Parecía que el enemigo se había retirado asustado con la última acción, pero a las 7:00 de la mañana, un grupo de 30 hombres entraron atacando a diestra y siniestra. En cuanto pudo, la tropa se puso en alerta y salieron a perseguirlo hasta la orilla del pueblo, camino de Salamanca.

A la primera descarga huyeron como lo tenían de costumbre. La caballería los siguió en su alcance y quedaron muertos en el campo como ciento cincuenta sin haber en los realistas más desgracia que un lancero de Silao, herido de un brazo. Entre los que se cogieron, uno ofreció llevarlos a donde tenían escondidos dos cañones y dos cargas de fusiles.

El Capitán Luengas, viejo militar, puso cara de duda ante las palabras del prisionero, pero al ponerlo en consideración de Zarzosa, que no había aún tomado el mando, éste indicó que salieran a ver si era cierto y seguir al alcance del enemigo.

Los soldados iban con mucho gusto por llegar a Salamanca, pero media legua antes, una orden de Zarzosa provocó el desorden:¡Mis hombres no siguen, seguro que es una trampa! La cara del prisionero delató la mentira, así que los soldados se regresaron.

Un nuevo interrogatorio, cargado de golpes, hizo que el prisionero dijera que todo era mentira, por lo que la caballería volvió a Irapuato a montar la infantería que había avanzado pie a tierra y surgió el ánimo del inmediato retorno a las casas.

Al tiempo que estaba ya formada la tropa, lista para salir de Irapuato. El Alcalde Esquivel llamó al Subdelegado de León para mostrarle un oficio del Intendente, en el que le ordenaba quedarse

con su tropa a guarnecer el pueblo mientras se organizaba una de vecinos o llegaban auxilios de Querétaro.

Gutiérrez de la Concha desobedeció la orden del Intendente, porque no quería guarnecer Irapuato dejando su villa sola, además de que la tropa ya estaba descontenta porque no se veía jefe que mandara y ese pueblo era todo de insurgentes, pues no hubo un solo vecino que se uniera a ellos para repeler al enemigo.

Ante su negativa, el mismo Cura de Irapuato se puso de rodillas suplicando la permanencia de la tropa. Zarzosa no supo qué resolver y la desazón creció en los soldados. Ante la indecisión, el Subdelegado de León montó su caballo y ordenó la marcha.

Así salió la tropa de León, la siguió la Silao y Guanajuato. Zarzosa quiso todavía detener sus hombres en la hacienda de La Garrida, pero ellos no obedecieron y avanzaron sin detenerse hasta la Capital.28

La noticia del saqueo de Irapuato se supo en los pueblos del Rincón.

Muy señor mío, que estimo. Por dos mozos de don Pedro Otero que pasaron ayer para Guanajuato y vienen de Guadalajara, he sabido que el señor Cruz hizo prisionero al cura Mercado y a otros dos cabecillas, pero si no supieron decirme en que paraje, ni quienes fueron estos. Si vos sabe algo, sírvase comunicármelo, pues estoy desesperado al ver que nos tienen metidos en tanto silencio.

También he sabido (por uno que tengo preso) que el sedicioso clérigo García ha hecho infinitos destrozos en Irapuato y que lo esperan en Silao.

Si así fuere (que no lo creo) y pasaré adelante, he dispuesto recoger los intereses reales que existen en estas receptorías y replegar con los vecinos honrados que me acompañan a esa villa, pues de los indios, aunque están quietos y obedientes, no me fio respecto a que se fugan inmediatamente que ven el peligro. Esto es si no se voltean como lo tienen de costumbre.

Celebraré que no tenga vos novedad, como lo desea éste su afectísimo seguro servidor, que su mano besa. Rincón, febrero 8 de 1811.

José Esteban Rosas.

Sírvale a vos de gobierno, que son muchísimos los que del ejército de Iriarte han venido a presentarse para gozar del indulto.29

Rosas, el día 12, le informó al Subdelegado que los insurgentes Nazario González, José María Buzo, Eduviges Soto, Clímaco Galván y José María Gancho se habían llevado de la hacienda de Charco Prieto al europeo Miguel Poleo.30

Con el paso de los días, los indios de los pueblos del Rincón, San Francisco y Purísima, andaban muy inquietos por las noticias que se regaron sobre lo acontecido en Irapuato.31

Ya en León, el Subdelegado Manuel Gutiérrez de la Concha hizo una larga relación al Brigadier Calleja de la empresa en la que expuso su parecer:

…se malogró cuando prometía las mayores esperanzas y en la que las tropas se portaban con el mayor valor, especialmente el capitán don Juan Francisco Luengas, de quien puedo asegurar a vuestra señoría que es un oficial prudente en sus determinaciones y valiente al frente del enemigo. También son dignos de elogio el Alcalde de 2° voto de Silao, don Mariano Reynoso, y toda su tropa, pero con especialidad su hijo Ladislao Reynoso, de edad de doce a trece años a quien yo vi matar con sus pistolas; el Sargento del Regimiento del Príncipe, Francisco Castillo, Comandante de la Compañía y mis trece voluntarios que solos conmigo entramos los primeros atravesando el pueblo a escape para situarnos en la salida de Salamanca para quitar aquella retirada, lo que se verificó haciendo retroceder a innumerable pueblo que nos acometía. Los soldados enfermos del Ejército del mando de vuestra señoría no necesitan más elogio que éste, por lo que sólo incluyo la lista de los que son. Todos los demás se portaron con muchísimo valor y son dignos de igualarse a los nombrados, pero es menester hacerlo especialmente del señor Cura de Silao, Lic. don José María Bezanilla, el padre sacristán de dicho pueblo, don Francisco Barros, y el presbítero don Francisco Ortega, que anduvieron en las dos acciones auxiliando a los moribundos que daban señas de dolor. También fue y se ocupó en el mismo ministerio el señor Cura de esta villa, que no necesita de elogios míos.

Entre los voluntarios de esta villa, fue el cabo de auxiliares de Querétaro, don José María García, que por una casualidad se hallaba aquí y por su valor e intrepidez es digno de un particular elogio.

Dios guarde a vuestra señoría muchos años. León, 12 de febrero de 1811.32

En respuesta recibió del mismo Félix Calleja elogios por su actuación y la noticia de que sería recomendado ante el mismo Virrey de la Nueva España.

He recibido el oficio que me dirigió vos con fecha de 13 de este mes participándome el resultado de la expedición que hizo a Irapuato contra los insurgentes, siento que se malograse el completo de ella y apreciando como es justo el celo y patriotismo a vos, a los señores Curas de Silao y León y los demás individuos que concurrieron a aquella facción, les doy a todos las debidas gracias y con esta fecha recomiendo su fidelidad al excelentísimo señor Virrey.

Dios guarde a vos muchos años. Lagos, 22 de febrero de 1811.33

Mientras tanto, en torno a la villa de León se caldeaban otros asuntos. Rosas envió varios informes. Que el día 13, sorprendido en Peñuelas a cinco rebeldes escondidos, y dos días después que había ordenado a los hacendados proporcionaran hombres para vigilar y perseguir a los insurgentes, y que por su morosidad castigó a los mayordomos de Peñuelas y Los Tanques. 34

En Purísima, capturó el 12 de marzo a los indios Martín Rosales y Rufino Salas, quienes no obstante después de ser azotados por sediciosos en la plaza, insultaron al Gobernador tratándolo de acallejado y lo denunciaron con el Cura que estaba en Atotonilco capitaneando a los insurgentes.35

El 15, que en Puruándiro fue derrotado el Padre Navarrete por Juan Cabello, mientras que en Cuerámaro el Padre García, capitaneando a cien insurgentes, estaba repartiendo las semillas y demás muebles de dicha hacienda. Que en Pénjamo, el Subdelegado que puso allí el Padre García, tenía una porción de indios haciendo guardias con armas de garrote y lanza, y que entraban y salían soldados sin ninguna hechura.36

El Intendente, por su parte, el día 16, informó al Subdelegado, que en las inmediaciones de Lagos se aprendió al Fraile Benigno Barrón, al que se le encontró un título de Capitán de los Insurgentes, dado por Hidalgo en Valladolid, y una comisión firmada por Allende en Charcas, el 11 de febrero, para levantar ejércitos, nombrar oficiales y revolucionar los pueblos.37

Por el rumbo de Guanajuato, ante los ataques del capitán Árias, Miguel de Campos estaba tomando providencias, contaba con 150 hombres de infantería, dos cañones, dos escuadrones de dragones y uno de lanceros, todos al mando del Capitán Bernabé Tello, y ponía al tanto al Subdelegado para incluir el apoyo de las tropas de León.38

En los primeros días de marzo, llegó a León el bando impreso del Virrey, donde se dio instrucciones sobre el fuero de los soldados:

Para evitar las dudas que ocurren con repetición acerca del fuero que deben gozar los individuos de los Cuerpos y Compañías Patriotas que están formados y pueden formarse en esta capital y demás ciudades y lugares del reino, he declarado que mientras se hallen haciendo el servicio dichos Cuerpos y Compañías, gozan del fuero civil y criminal sus individuos, y cuando no hagan servicio sólo tendrán el concedido a los urbanos en este caso.

Y respecto a que el Sr. Dr. D. José Galilea, en su real título expedido a 30 de julio último se le nombró Asesor General y Auditor de Guerra de este Virreinato, he resuelto lo sea en todos los asuntos y causas relativas a los Cuerpos Patriotas, a fin de facilitar su pronto despacho y aliviar las tareas del Sr. Auditor de Milicias, lo que aviso a vos, para su noticia y gobierno.

Dios guarde a vos muchos años. México, 28 de febrero de 1811. Venegas.39

También el Indulto para quienes desearan dejar las armas, el que se publicó el 3 de marzo en los lugares acostumbrados:

1° Aunque las Cortes han mirado la deserción como uno de los crímenes más execrables en las presentes circunstancias, atendiendo sin embargo a tan plausible motivo, han venido en declarar que los desertores y dispersos del ejército y armada, que se hallasen en pueblos no ocupados por los enemigos, y se presentasen a los Virreyes, Capitanes generales, Gobernadores y demás Gentes militares y Justicias en el término de tres meses, contados desde el día de la publicación de este Indulto, sean comprendidos en él y vuelvan a servir en sus propios cuerpos u otros en que se les destine, el tiempo que les falta de su empeño sin nota alguna de deserción en sus filiaciones, aunque esta sea de reincidencia, y si fuesen sargentos o cabos, sirvan también de soldados el tiempo que les faltaba de su empeño cuando tomaron sus ginetas o escuadras, a menos que su buena conducta en las acciones de mayor riesgo les haga acreedores a ser restituidos a sus plazas, en cuyo caso quedarán sin la antigüedad anterior.

2° En los propios términos que los anteriores, gozarán también de este Indulto los desertores que se hubiesen ido a pueblos ocupados por los enemigos y no hubieren tomado partido con ellos, presentándose dentro de seis meses contados desde el día de su publicación.

3° Los desertores que habiéndose ido a los pueblos ocupados por los enemigos hubieren tomado partido por ellos, alistándose en sus banderas y acreditasen haberlo

hecho por violencia y de ningún modo por propia voluntad, siendo además circunstancia precisa que no hayan hecho uso de sus armas contra la Patria, si fueren soldados, cabos o sargentos servirán ocho años en los regimientos a que se les destine en clase de soldados todos, contados desde el día de su presentación, entendiéndose con los sargentos y cabos lo que queda dicho en el artículo 1°, para el tiempo y modo con que pueden ser restituidos a sus plazas, y además que a los que se presentaren con caballo o armamento se les rebajarán cuatro años de los ocho.

A mediados de ese mismo mes, el Intendente de Guanajuato le transcribió al Subdelegado un oficio del Virrey, del día 5, para evitar la deserción de los soldados:

Sin embargo, de las respectivas órdenes que se han dictado en diferentes épocas por esta capitanía general para la persecución y aprehensión de los desertores, me ha acreditado la experiencia que el aumento de estos proviene del poco celo y decidia con que los Subdelegados y Justicias disimulan su existencia en los pueblos y haciendas de sus respectivas jurisdicciones.

Bajo de este concepto y el de que en todos los cuerpos, especialmente provinciales, mucha la deserción que se observa, dimanada de dicha tolerancia, prevengo a vuestra señoría lo haga estrechamente a los Subdelegados de la provincia de su cargo para que soliciten y aprendan con la mayor eficacia a los desertores y me den parte cada mes de los que aprendan en cada pueblo o hacienda, remitiéndolos sin dilación a esta capital por cordillera en los términos prevenidos.

Y lo comunico a vos, encargándole estrechamente su más exacto cumplimiento. Dios guarde a vos muchos años. Guanajuato, 18 de marzo de 1811.

Una noticia de mucho impacto que hizo vibrar de alegría a unos y entristecerse a otros, llegó a la villa de León, los iniciadores de la Insurgencia habían sido capturados.

Señor Subdelegado, don Manuel José Gutiérrez de la Concha. Silao. Abril 1° de 1811.

Mi estimadísimo señor, en obsequio de nuestra amistad he determinado ponerme a su servicio, comunicándole la plausible noticia que nos ha dado hoy el padre fray Pedro Pineda, de haberse repicado en Guanajuato la aprehensión del Cura Hidalgo y demás cabecillas de la revolución, que se verificó por tierra dentro; asegura haberse sabido de oficio por lo que se ha solemnizado aquí con repiques.

Le suplico a vos le de estas noticias al señor Cura y muchas memorias de este su afectísimo servidor, que su mano besa.

José Mariano Reynoso.40

Desde Guanajuato, el Intendente Pérez Marañón, le transcribió un oficio de Calleja:

El señor General Brigadier don Félix Calleja, en oficio de 30 de marzo último dice esto:

Quedo entendido por el oficio de vuestra señoría de 25 del presente, de los efectos que ha producido hasta ahora la División que destaqué al mando del Teniente

Coronel don Miguel del Campo, y agradezco mucho las expresiones que con este motivo me hace vuestra señoría, a quien participo, para su satisfacción y la de ese público, la importante noticia que recibí esta mañana, y me comunica con fecha de 25 de este.

Por informes del Comandante de la División de Provincias Internas, que existe en las inmediaciones de Parras, de que el Cura Hidalgo y demás cabecillas, quedaban presos por las tropas de la Provincia de Coahuila y que en alcance de Allende que había huido, iban dos partidas.

Lo que comunicó a vuestra merced para su satisfacción y la dé a ese fiel vecindario. Dios guarde a vos muchos años. Guanajuato, 3 de abril de 1811.41

Acción en San Pedro Piedragorda

Por unos días las cosas estuvieron en aparente calma. El 8 de abril, el teniente de San Francisco del Rincón envío un recado urgente.

Muy señor mío, que estimo. Los insurgentes capitaneados por un coronel Valdespino y en número de 300 ya entraron anoche a Piedragorda. El portador de éste ha sido el espía que puse. Ha estado arrestado por ello y él mismo informará a vos de todo muy pormenor, para que sin pérdida de tiempo determine venirse con alguna tropa.

Esto está quieto y yo podré poner 12 hombres armados y si más armas tuviera, pondría más. No pierda vos tiempo en atención a lo que sabrá de las preguntas que hizo Nicolás Becerra al enviado, a quien escuchara vos bien.

Es de vos su afectísimo, que su mano besa. Rosas.42

Inmediatamente el Subdelegado solicitó el apoyo a Silao, a lo que el Alcalde José Mariano Reynoso le contestó:

Son las 8¾ de la noche, en que acabo de llegar de Guanajuato y recibí el oficio de vos, por cuyo motivo no puedo habilitar toda la gente que deseo, pero la que pudiera irá por el camino del Rincón, por donde puede vos dirigir sus órdenes, no siendo fácil que llegue al Rincón porque saldrá de aquí algo tarde.

Si vos determina que salga esta divisioncita por otro camino, deme vos aviso para mi gobierno. Dios guarde a vos muchos años. Silao, abril 8 de 1811.43

Las tropas de Silao avanzaron durante la noche y al llegar a la hacienda de Santa Ana del Conde, en la mañana, Reynoso envió otro comunicado:

He avanzado por el camino de Rincón, como ofrecí a vos en mi oficio de vos, traigo 26 dragones que maniobran pie a tierra, 32 voluntarios montados, con espada y armas de fuego, 24 lanceros y algunos paisanos que se me han reunido. He venido esperando la disposición de vos para dirigirme al punto de reunión que le parezca y espero me lo comunique para mi gobierno, y en el ínterin iré caminando por la mañana a La Sandía, con dirección a donde vos me diga.44

El Subdelegado de León mandó un mozo, para avisar a Reynoso que el punto de reunión sería La Puerta de San Juan y de ahí emprenderían la marcha directa a Piedragorda.

El día 9 de abril de 1811, las tropas de León, Silao y San Francisco del Rincón se reunieron bajo sus órdenes. La estrategia fue entrar a Piedragorda en un movimiento rápido, para sorprender a los insurgentes. La caballería tenía instrucciones precisas de avanzar a discreción y en cuanto alcanzaran las goteras rodear la población para entrar a la plaza.

Mientras los realistas hicieron este movimiento, al abrir fuego, el grueso de los insurgentes ya había salido sin ofrecer mayor resistencia y se ocultaron en los cerros cercanos. Sólo algunos cuantos, los más tenaces, se quedaron en sus puestos, acuartelados en una casa que estaba en contra esquina de la Iglesia de la Resurrección.

Al ser abandonados por el grueso de sus compañeros, fueron presa fácil y los capturaron. Tan sólo eran tres hombres y una mujer, que llenos de orgullo, se declararon insurgentes enemigos de la causa del Rey. Sus generales eran: Rafael Galván, de 51 años, casado con María Guadalupe González, quien hacía un año que había salido de San Pedro con el estandarte del cabecilla Torres, para ir a atacar Guadalajara; Antonio Quesada, de 25 años, casado con María de los Dolores Galván, quien dijo que por noviembre del año pasado estaba con los insurgentes en el ataque a La Barca y salió herido, por lo que se estaba recuperando en San Pedro, y don Joaquín Basauri, natural de la hacienda de Frías, de 49 años, casado con Serafina Morín. Fueron traídos a la villa de León y después de su correspondiente sumaria, fueron puestos en libertad el 7 de diciembre de 1811.45

Mientras tanto, los días 9 y 10 en la villa de León, se presentaron ante don Ildefonso Septién, varios leoneses que se adhirieron al Bando del Virrey, para dejar las armas:

José Vicente Falcón, quien entregó 7 tomos de a octavo, cuatro de ellos titulados Diario de los Literatos de España y los tres restantes Dominicas y Asistencia a la Misa, dijo que se los regaló Mariano Mares, después que vino del ejército de Iriarte.

Juan Nepomuceno López, anduvo con Iriarte desde esta villa a San Luis Potosí. Compró un estuche de barbero en Zacatecas, con seis navajas, aceitera y tijeras en 7 pesos.

Rafael de Herrera, anduvo con Iriarte desde Aguascalientes a Zacatecas. No trajo alhaja, dinero ni otra cosa alguna.

Pedro José Rivero, gamucero de oficio, anduvo con Iriarte desde aquí hasta Zacatecas. No trajo cosa alguna.

José Antonio Ortega, vecino de la hacienda de Los Hernández. Anduvo con Iriarte, desde esta villa hasta El Fresnillo. Trajo un caballo que se le murió en el ojo de agua de Los Otates. El animal se lo dio el Capitán de su compañía, don Ignacio Franco. No trajo otra cosa alguna.46

Gutiérrez de la Concha informó a sus superiores del ataque que con las fuerzas de León y Silao encabezó sobre Piedragorda, recibiendo la siguiente contestación de Miguel de Michelena:

Contesto al oficio que con fecha de ayer dirigió vuestra merced al Teniente don Tomás Carmona, por haberse retirado de Salamanca, por la corta fuerza de su tropa, y ningún auxilio de aquella villa, y esperar contestación de mi Comandante don Miguel del Campo, en esta virtud, si se ofreciere ocurriré a pedir el socorro de vuestra merced, esperando me comunique las novedades que haya por esa, mayormente si

repitieren alguna reunión de insurgentes como la que desbandó vuestra merced en San Pedro Piedragorda.

Dios guarde a vos muchos años. Celaya. Abril 12 de 1811.47

Aún con la aprehensión de los que resistieron el ataque, los insurgentes siguieron merodeando Piedragorda. José Esteban Rosas, el 13 de abril, refirió:

Por aquí no ha ocurrido más novedad que la de haber estado el miércoles en la noche, 50 insurgentes en Piedragorda, pero estos me aseguran son de los criollos de allí. También he sabido por un vecino de esta jurisdicción, que un tal Desiderio Becerra (sobrino de Nicolás) le avisó el martes a las 9 de la noche, de la venida de esa tropa, cuyo correo toparon en Silva. Desde ayer ando solicitando su aprehensión y me han dicho se fue para esa villa, en donde podrá vos solicitarlo, que yo estaré con el correspondiente cuidado aquí para que no escape.

E igualmente, he sabido por un vecino (que es Miera), que Solís tiene en ese suelo dos vigías, llamado uno Sixtos y otro Pedro, ambos negros y altos, el último más fornido, con el objeto de que le avisen los movimientos que vean en vos y esa tropa, por lo que bien podrá con el mayor empeño solicitarlo.

Avíseme vos si Sánchez (Rafael) se le ha presentado el día de ayer y, si no, mándeme a saltar la luna una escolta para remitírselo, respecto a que todos fueron sus compañeros en la insurrección y que por lánguidos (como observaría vos el día que estuvo aquí) los he extrañado y aún uno más de la casa del Cura lo puse arrestado, por lo que vos considerará qué clase de gentes son éstos.

La escolta (si vos la manda) que se conduzca con el mayor silencio, para que no se malogre el tiro, como sucedió en Las Fuentes.

Es cuanto ocurre y, saludándome al señor Cura y a don José Zamora, queda siempre a su disposición este su afectísimo seguro servidor, que su mano besa.48

Después de las fallidas acciones de las fuerzas realistas en Irapuato, a causa del desorden que provocó el cambio de jefe, los insurgentes vieron un campo vulnerable y comenzaron a asediar Salamanca. El 7 de abril de 1811, Miguel de Michelena desde Celaya le comunicó al Subdelegado de León lo siguiente:

Con destino de destruir una gavilla de insurgentes, compuesta (según el número exagerado de que la suponen los Alcaldes Ordinarios de la villa de Salamanca) de 600 hombres armados, he dispuesto con arreglo a orden del señor Teniente Coronel Comandante de División, don Miguel del Campo, mandar dos compañías, la una de Dragones de San Carlos y la otra de lanceros al mando del Teniente don Tomás Carmona, con orden de que permanezca en dicha villa con esta fuerza, sin pasar adelante a menos que no sea con el objeto de reunirse con los voluntarios de León y Silao, para impedir el que Guanajuato sea invadido por la gavilla citada, o cualesquiera otra que se forme, según noticias que adquiera en aquel punto, por los conductos que lo he comunicado. En esta inteligencia, espero de su patriótico celo, no admitirá diligencia alguna con este respecto, teniendo presente que deberán tratar de reunirse con Carmona, acordando con éste el punto más a propósito para contribuir unidos al fin propuesto.49

Su respuesta fue que algunos de los voluntarios aún estaban convalecientes y cansados, después del ataque a los insurgentes en San Pedro Piedragorda.50

De Salamanca, por el día 15, el Teniente Tomás Carmona se tuvo que retirar por la corta fuerza con que contaba. Así que una gavilla de 300 insurgentes, encabezados por Navarrete, El Anglo y otros cabecillas, tomó la villa con lujo de excesos y amenazaron con seguir para el norte para atacar por sorpresa a otros pueblos de la Intendencia.51

El día 18, José Mariano Reynoso, desde Silao, informó que el ataque a Irapuato comenzó cerca de la una de la tarde, que los realistas serían cosa de 80, apenas armados la mitad con fusiles y la otra con lanzas y cuchillos, mientras que los insurgentes eran 500, armados con lanzas, cuchillos y sólo 18 o 20 fusiles. Y que el Angloamericano estaba en Salvatierra con otros mil hombres listos para atacar.52

Ese mismo día, salieron de Salamanca con dirección a Irapuato 200 hombres capitaneados por Albino García. La alerta fue dada por Miguel de Michelena, desde Celaya, con instrucciones de reunirse las tropas de León con las de Silao para impedir un ataque a Guanajuato.53

Otra acción en Irapuato.

El 24, Antonio de Linares, desde San Miguel el Grande, le pidió al Subdelegado de León acudiera con su tropa de vecinos honrados para reunirse con la de él el día 30 en Irapuato.54

Nuevas noticias revelaron que los insurgentes, en número de 200, saquearon la hacienda de Tomé López, y se encaminaban para Pueblo Nuevo. Tan rápido corrían las nuevas, que los mismos indios de Purísima andaban inquietos por los acontecimientos en Zacatecas, Salamanca y Guango.55

El 1° de mayo, Antonio de la Llata le entregó en Irapuato el siguiente oficio:

Convencido de su patriotismo en favor de la justa causa, aptitud y demás circunstancias que le acompañan, incluyo a vos la lista de los presos en acción de guerra para que a estilo militar los sentencie y haga se ejecuten, para cuya operación dispondrá vos de la tropa necesaria, encargándole sea a la mayor brevedad posible, dándoles los auxilios que ofrece la religión.56

Antonio de Linares, por su parte un par de días después, se dirigió desde Salamanca a los curas y subdelegados de León y Silao, manifestándoles que por el Capitán Antonio de la Llata sabía que estaban muy mal avenidos con su mando y que no tomaran ninguna determinación hasta su vista.57

Mientras tanto en territorio de la Subdelegación de León, en la tarde del 2 de mayo, los insurgentes entraron en el paraje conocido como El Puerto del Rucio, perteneciente a la hacienda del Sauz de Armenta armando una refriega con tiroteo de bala, resultando varios heridos y algunos muertos, entre individuos del ejército del Rey y paisanos de la misma hacienda. Se mandó al cirujano José María Campo, que aunque no tenía estudio reconocido, ejercía el oficio desde hacía más de 25 años, para que atendiera a los heridos.

Miguel José de Emparán con las tropas realistas derrotó el 3 de mayo en el campo de Los Magueyes, cerca de Aguascalientes, a los insurgentes que se retiraban de Zacatecas, acaudillados por Rayón, Liceaga y otros, tomándoles gran parte de artillería, parque y matándoles entre mil ochocientos a dos mil hombres.58

En los siguientes días, un grupo de 30 insurgentes estuvieron en la hacienda de Las Fuentes y por las inmediaciones del Rincón pasaron otras cuadrillas de picaros que habían huido de Zacatecas, para unirse con las que estaban en La Piedad, Atotonilco y otros pueblos. Un grupo de 30, al mando de Ignacio Saldaña durmió en Las Arenillas y estuvieron en La Sarteneja, por lo que las tropas del Rincón, a cargo del Teniente Rosas, salieron a desalojarlos del territorio. Otro gran número de tropa enemiga desde Santa Ana Pacueco hasta La Piedad, amenazaba con ir a Piedragorda a hacer una carnicería. También, se hallaban en la sierra de Comanja e Ibarra.59

Ante la amenaza, el Comandante Valentín Soberón se situó en San Pedro Piedragorda. Éste informó que el administrador de la hacienda de Atotonilquillo le había entregado al Capitán del Ejército del Cura Hidalgo, José Ignacio Saldaña, a su hermano José Celio y algunos objetos que tenía embargados.60

El día 6 de mayo, José Ildefonso le comunicó al Subdelegado:

En atención al oficio de vos, le remito la mayor porción de pólvora que he conseguido con Izquierdo y Cabrera, quedando éste advertido de fabricar más.

Celebro, como debo, la gloriosa acción ejecutada por vos y mucho más el que vos saliese libre en tan inminente riesgo. Todo lo haré presente a este vecindario para que me ayude a celebrarlo. Es adjunto el oficio del señor Emparán, cuya victoria hemos celebrado con repique.61

San Felipe fue atacado por 300 insurgentes el día 10 y de ahí pasaron a San Juan de Los Lagos. Lagos temía una invasión, mientras que por la salida de tropas para Irapuato, Silao y León se declaraban indefensos. Por lo que Antonio de Linares, en oficio escrito en Salamanca el día 12, calmó los temores del Cura y Subdelegado de León diciéndoles que contaban con su auxilio en caso de necesitarlo.62

Por los méritos logrados contra de los insurgentes en Irapuato, Joaquín de Soberón, por comisión del Comandante Linares, nombró a Gutiérrez de la Concha Comandante de las Armas:

Debiendo hacer movimiento mañana, según me previene el Comandante don Antonio Linares, y teniendo de éste la facultad bastante para nombrar un sujeto benemérito que comande las tropas, que quedan de guarnición en este punto, he venido en nombrar a vos por Comandante de estas Armas con todas las facultades correspondientes a dicho empleo; lo que le participo para su inteligencia y satisfacción.

Dios guarde a vos muchos años. Irapuato, mayo 16 de 1811.63

El Alcalde de Primer Voto de Salamanca, José Tomás Machuca, le agradeció el auxilio que le ofreció a su villa, y le informó que la división del Capitán Linares marchó para Valle de Santiago.64

Miguel José de Emparán, que llegó a la villa el 16 de mayo con las tropas realistas, le ordenó al Subdelegado el día 18 que se trasladara a León con su división y en el camino le instruiría el modo que adoptarían para el resguardo de los caudales reales en Guanajuato.65

En Purísima, desapareció el Alcalde y el Regidor Mayor, y José Esteban Rosas informó el día 20 que tenía sospecha de que se unieron a los rebeldes que andaban en Piedragorda, por lo que había nombrado a nuevas personas en los puestos vacantes. Las tropas del Rincón salieron a perseguir a los

malvados, y exageradamente expresó que sería necesario acabar con la mitad de los indios de ese pueblo, pues el que mejor pensaba de ellos era como los piamonteses, esto es viva quien vence. 66

Nuevos presos llegaron a la cárcel de la villa de León, acusados de insurgentes. De San Francisco del Rincón: Eduviges Soto, que fue soldado de Iriarte y en Charco Prieto, con otros cinco, se llevó al europeo Miguel Poleo; también los indios Rufino Salas y Martín Rosales, el Padre Plata, Domingo Chico e Ignacio Liceaga. 67

El 23 de mayo, se publicó el bando del Virrey Francisco Javier Venegas en los parajes acostumbrados de la villa de León con el Indulto concedido por la instalación de las Cortes:

Don Fernando VII, por gracia de Dios, Rey de España y de las Indias, y en su ausencia y cautividad el Consejo de Regencia, autorizado interinamente, a todos los que las presentes vieren y entendieren, sabed: Que en las Cortes generales y extraordinarias, congregadas en la real Isla de León, se resolvió y decretó lo siguiente:

El indulto concedido por la instalación de estas Cortes, además de los casos que comprenden las Leyes y los indultos publicados anteriormente en la coronación de los Reyes, se extiende a los reos de contrabando, por extracción e importación de efectos prohibidos o venta de estancados.

Comprende el indulto a los fugitivos, ausentes y acusados de contumancia, quienes en el término de seis meses, estando dentro del reino, y de un año si están fuera, contado desde la publicación, deberán presentarse ante cualesquiera Justicias, para que dando cuenta a los Tribunales respectivos hagan la declaración correspondiente.

Dado en el Real Palacio de México, a 5 de abril de 1811.

Acatando la orden del Brigadier Calleja, el 3 de junio, las tropas de León se trasladaron a Salamanca, por lo que Gutiérrez de la Concha dejó a don Miguel de Obregón a cargo:

En cumplimiento de la orden que con fecha 1° del corriente me comunica el señor General del Ejército del Centro don Félix Calleja salgo esta tarde para Salamanca con la tropa de esta villa, particípolo a vos para su inteligencia y que debiendo quedar encargado de la Subdelegación que está a mi cargo continué las causas de los reos que tengo comenzadas, se las forme a los que no las tengan breve y sumariamente con ellas, dé cuenta al citado señor General a quien informará vos de lo que ocurra digno de su atención durante mi ausencia.

Dios guarde a vos muchos años. León, junio 3 de 1811.68

De tal movilización, Fernando Pérez Marañón giró oficio de enterado de que por órdenes de Calleja las compañías de León, Silao e Irapuato atacarían al perverso rebelde Albino García y cubrirían la ciudad de Guanajuato.69

El Lic. José María Esquivel y Salvago, informó al Subdelegado que Salamanca fue tomada por la cuadrilla de Albino García y expuso la situación de las tropas que defendían Irapuato:

En contestación al oficio de vos, de esta fecha, que acabo de recibir, debo decirle: que la cuadrilla de insurgentes de Albino García se apoderó de Salamanca ven-

ciendo alguna resistencia que según se le hicieron los soldados levantados allí, y con esto se apoderó de dos cañones que había en dicha villa y de algunas otras armas, cuyo número ignoro. Tampoco sé el número de insurgentes que haya congregados, ni su actual verdadera situación, pues por más que he procurado inquirirlo se me han escaseado las noticias, no obstante parece lo más cierto que el día de ayer salieron del Valle con destino a Salamanca y hoy entraron o se acamparon en sus inmediaciones, con el objeto, según ellos publicaban, de acometer a este pueblo, por cuya causa aún escribí esta mañana al señor Intendente pidiéndole auxilio y apreciaría mucho que vos se determinara a situarse en este punto.

Por lo que mira a estas tropas vayan a expedición contra los insurgentes, me parece necesario decir a vos que aquí no hay tropa alguna pagada, si no de voluntarios que sirven sin sueldo, comprometidos sólo a la defensa de este punto, se entiende resistiendo los ataques que en él se ofrezcan y sin caminar en persecución de las gavillas, aunque sea útil su destrucción para nuestra misma defensa.

Que sin este expreso compromiso, no hubiera yo conseguido voluntarios, y que ellos en realidad tienen dos gravísimos inconvenientes para salir fueras: el primero, que alejándose de sus casas y trabajo no tienen con que mantener ni sus personas ni sus familias, y el segundo, que la mayor parte son de infantería, pero compuesta de gente decente que no es capaz de resistir el trabajo de caminar a pie por corto que sea el camino.

El señor General no tendrá desde luego noticia individual del género de tropas que hay en Irapuato y se conceptuará quizá de que las hay pagadas, como es León y Silao, y en esta inteligencia comunicará a vos la orden que me cita. No obstante, viniendo vos aquí y averiguada con puntualidad la situación de los insurgentes, si no pasare a Salamanca, hablaríamos con las tropas a ver si se logra persuadirlos como en otra vez, para que pase a dicho punto, pero en caso de que no accedan me parece que no se les puede obligar por ser ésta acción fuera de su compromiso.

Dios guarde a vos muchos años. Irapuato, 4 de junio de 1811.70

El mismo Esquivel, envió nuevo mansaje en el que anunciaba que los insurgentes acamparon en el cerro de la Cal, moviéndose en dirección a Irapuato para atacarlo, uniéndoseles algunas otras cuadrillas, comandadas por el Angloamericano.71

Ante esto, el 4 de junio Gutiérrez de la Concha decidió acuartelar las tropas de León en Silao, para socorrer a Guanajuato en caso de ataque o hasta nueva orden y dio aviso al Lic. Esquivel que pasaría a Irapuato cuando se le comunicara que el enemigo se presentara en número considerable.72

Nuevas amenazas lo hicieron marchar hasta Irapuato, desde donde informó al Brigadier Calleja que contaba con ciento noventa y dos hombres y dos cañones y que los rebeldes, en número de setecientos, se encontraban en Valle de Santiago. Desde donde iniciaron el ataque a Salamanca, en cuya villa los voluntarios que la defendían se rindieron vergonzosamente, llevándose dos cañones y la mayor parte de fusiles, que eran quinientos hombres y se posicionaron en el cerro de la Cal, defendido por el río Grande.73

Cobrando fuerza, los insurgentes atacaron Celaya, preparando un nuevo asedio sobre la villa de Salamanca, mientras que el Padre Navarrete y el Angloamericano, con sus hombres, asediaban Querétaro.74

En vista de la situación, Fernando Pérez Marañón, trascribió al Subdelegado de León la orden de Calleja, para que saliera en auxilio de los voluntarios de Salamanca. Por lo que urgió alistar la Compañía del Príncipe de Silao, incluyendo a los catorce lanceros y voluntarios de ese pueblo para que se le unieran inmediatamente.75

De Silao sólo me enviaron cuatro voluntarios, temerosos de que Albino García los atacara y no hubiera tropas para defenderlo. Por lo que recurrió a Calleja, informándole que el camino de San Miguel el Grande estaba infectado de pícaros, que Albino García estaba en Valle de Santiago y que no sabía nada del Capitán Linares. Unos días después, le informó que una cuadrilla de tres mil hombres, al mando de Torres, Rayón y Huidrobo estaban en Pénjamo y se dirigían a Guanajuato, y que por más ordenes que enviaba, la Compañía de Silao no se le había unido.76

También le informó que en Salamanca no había sujeto a quien encargarle el Gobierno, dejándola en su anarquía, y le adjuntó unos bandos de Albino García, agregando que el Día de Corpus, 14 de junio, entró en Pénjamo la cuadrilla de Torres y Huidrobo, con tres mil hombres y nueve cañones, de los que cien eran lanceros, y esperaban a Muñiz con doscientos fusileros, otros mil de Lamas y nueve cañones.77

Pidió entonces al Conde de Casa Rul, nombrado por el Virrey para encargarse de las Armas de la Provincia, auxilio de caballería para atacar a Albino García, antes de que saliera para Yuriria o Pantoja, y pudiera reunirse con los de Pénjamo.78

A lo que el Conde le comunicó que le enviaría, si el Intendente le proporcionaba caballos, veinticinco o treinta dragones del Príncipe. Sugiriendo que se reunieran en Burras, para darle el escarmiento que merecían.79

Finalmente, por orden directa de Calleja, de Silao le llegó la Compañía de Patriotas con cuarenta plazas y un cañón, al mando del Sargento Aniceto Cervantes.80

El 17 de junio, el Subdelegado informó a Calleja que la División de Antonio Linares se hallaba en Valladolid, hasta donde se había replegado amenazada por una cuadrilla considerable. Consiente de tal fuerza, agregó y si somos derrotados lo seremos con honor. 81

El Conde de Casa Rul le envió al Teniente Antonio Velasco, con veintiún dragones, para reforzar la división de su mando. Pero un par de días después, le informó que un grueso de tres mil insurgentes que salieron del Xoconoxtle para San Miguel el Grande se encaminaba a acometer el pueblo de Dolores y de ahí posiblemente pasarían a la ciudad de Guanajuato, por lo que debería situarse en Cuevas para combinar ambos los movimientos que debían hacerse.82

Le respondió, el 20 de junio, que tan pronto se retirara de Irapuato la división de su mando, sería atacada por Albino García, pues la tropa que se había creado consideraba que no lo resistiría.83

Al llegar a Irapuato las Compañías de Patriotas de Silao y del Príncipe de Guanajuato, informó a Calleja que los insurgentes del Valle estaban esperando refuerzos de Yuriria, Cuitzeo y Salvatierra para atacarlos, y que los de La Barca, que derrotó Negrete, entraron a Arandas y se dirigían a Atotonilco.84

Ante tales amenazas, las fuerzas al mando del Teniente Coronel Miguel de Campo, llegaron a la villa de León para resguardar la ciudad de Guanajuato y unirse a las del Comandante para perseguir a Albino García, que tenía toda la región ocupada con sus cuadrillas.85

El Conde de Casa Rul le ordenó al Subdelegado de León que saliera de Irapuato y se situara en la hacienda de Burras y enviara avanzadas a Guanajuato, Silao e Irapuato. Además, que alistara cien hombres para cada una de las dos compañías del Regimiento de Infantería Provincial, procurando que fuera gente de mejor talla, color y honrada conducta.86

Por su parte, Miguel del Campo dio avisó de que los insurgentes querían atacar Irapuato, que salió de Silao por el camino real y pidió al Subdelegado que lo hiciera por Temascatío para ver si lograban arrollarlos.87

Desde Irapuato, el Lic. Esquivel informó que en Salamanca se encontraba Cleto Camacho con una partida, a quien se le uniría Albino García con el resto de los insurgentes y las indiadas de Valle, Salamanca, Santa Cruz, Amoles y Guaje, con la intención de atacar Irapuato. Por anónimo de un vecino de Salamanca, se supo que García llegó con cien hombres y se hospedó en el mesón de Barroso y de San Agustín, tal informante pidió piedad para esa villa para que no se tocara a degüello.88

Por tal motivo, el Subdelegado Gutiérrez de la Concha decidió marchar de la hacienda de Burras y esperar en Irapuato el ataque del enemigo. Siendo el 26 de junio, un día en que las fuerzas realistas obtuvieron un triunfo sobre las insurgentes en Valle de Santiago, con lo que pudieron nombrar autoridades en Irapuato. Éste es el informe que rindió al Teniente Coronel Comandante de la 1ª División, don Miguel del Campo, el 28 de junio:

Para cumplir con la orden de vos sobre que le participe los individuos de la tropa de mi mando que se distinguieron el día 26 en la acción del Valle de Santiago, sería necesario hacer las listas de todos, porque ninguno quedara agraviado. Cada uno, llegada que fue la acción, manifestó con las obras el valor, entusiasmo y alegría que antes se les conoció en el semblante. Vos los vio, lo reflejó y me lo dijo cuando las balas del enemigo me llegaban y pasaban.

El adjunto parte del Comandante de Silao, don Mariano Reynoso señala los individuos de su mando que hicieron algo notable y, aunque por modestia, no nombra a su hijo, don José Ladislao, yo estoy informado que merece un particular elogio por haber atacado y perseguido al enemigo en las calles, despreciando el fuego que le hacían.

De la Compañía de Voluntarios de Caballería de Irapuato se distinguieron donde Raymundo Zaragoza, que con los conocimientos del terreno guió en la marcha y ataque las valientes compañías de descubierta; don Guadalupe Gutiérrez y don José Luis Gallardo, que se hallaron en el alcance que se hizo a los cabecillas, hasta la vuelta del cerro La Batea.

De los de León, se distinguieron el sargento don Francisco Castillo, que fue el primero que se adelantó bastante de la formación para tirar a los dos o tres cabecillas que tuvieron el atrevimiento de acercársenos, luego de orden de vos mandé que hicieran lo mismo los voluntarios don Plácido Fernández y don Antonio Sañudo, que desempeñaron a mi satisfacción en el alcance, a más de los dragones de San Carlos y lanceros, de quienes podían dar razón los tenientes don Félix de la Madrid y don Miguel Verástegui; se distinguieron de los voluntarios, el teniente de la Compañía del Rincón de León, don José Mazorra, don José Rentería, don Diego Pretalia, don Juan Quijano, don Miguel Díaz, don Antonio Septién, don José Gorriz, don Ramón Mares y don Luis Martínez.

El elogio de las Compañías de Infantería de León y Silao, y de los artilleros, vos lo puede hacer mejor que nadie, pues se halló a su frente disponiendo el ataque.89

Miguel del Campo, el 2 de julio pidió a algunas personas, clero y religiosos de Irapuato eligieran a su Autoridad, luego pasó a Salamanca y viendo la imposibilidad con que se hallaba para continuar por sus enfermedades el Justicia de la villa, ordenó que se reunieran los vecinos, clero y religiosos para elegir al sustituto. Por lo que se levantó la siguiente acta de elección:

Salamanca Mero Mixto Imperio, a tres de julio del año de mil ochocientos once: estando en la sala capitular de este convento de San Juan Sahagún de Religiosos agustinos de esta provincia de Michoacán, don José Tomás Machuca, Regidor Alguacil Mayor del Ilustre Ayuntamiento de esta dicha villa, y Alcalde Ordinario de primer voto; el señor Cura Juez Eclesiástico Interno, Br. don Ignacio Muñoz; el Reverendísimo Padre Absoluto, fray Manuel Escalera; el reverendo padre fray Salvador Agustín Percas, Prior Predicador actual de este convento citado; el reverendo padre fray Alipio Flores, religioso agustino; el licenciado don Manuel de Alvis, el bachiller don José Tiburcio Incapíe y el bachiller don Mariano Páramo, y el bachiller don Victoriano Pérez, subdiácono; los republicanos don José Rafael García de León y don José Bernardo Barriga, don Vicente García de León, don Toribio y don Domingo García, don Ignacio de la Puente Rivas, don Crescencio Rodríguez y García y don Juan Ignacio de Santana, se vio el oficio orden del día de ayer librado por el señor Comandante del Ejército del señor don Félix María Calleja, don Miguel del Campo y en su consecuencia se acordó que para su debido cumplimiento le propusiesen dos personas y se procediese a votar con el objeto de ver en cual de ambos recaía el empleo de tal Alcalde Ordinario de esta recitada villa.

Y habiéndose nombrado o propuesto al republicano don Pedro de Arévalo y a don Jacinto Díez Barroso, salió electo canónicamente el último y considerando ser sujeto escaso de bienes para sostenerse, pues no tienen otra cosa que sus arbitrios en el campo, se propuso que por este vecindario se colectase una congrua suficiente para su manutención y habiéndose convenido, toda la junta ofreció contribuir semanariamente: el señor cura interino, con tres pesos; este sagrado convento dos, el Regidor Alguacil Mayor, franquearle casa para su habitación; los republicanos don Rafael García de León y don Bernardo Barriga, cuatro reales cada uno; el bachiller don José Tiburcio Incapíe (que por equívoco no se puso en el lugar que le toca) un peso cuatro reales; don Toribio y don Domingo García de León, cuatro reales cada uno.

A los que no se hallaron presentes, que fueron los que se expresaron, se les señaló o determinó contribuyeran: don Juan Marenco, con un peso; don Luis García, Regidor Fiel Ejecutor, un peso; al Abastecedor y su socio, un peso cada uno; a doña Inés Cárdenas, un peso; a don Francisco Rodríguez y Delgado, cuatro reales; a don Francisco Javier Páramo, cuatro reales, y a don Francisco García de León, dos reales.

De cuya cantidad, que asciende al total de dieciséis pesos dos reales, se le ministrarán al dicho Jacinto Díez Barroso, diez pesos, y los seis pesos dos reales restantes al presente escribano real público y de Cabildo, por ser notoria su total indigencia en la época actual, pues en lo absoluto no tiene que hacer cosa alguna.

Con lo que se concluyó este acuerdo, que firmaron todos los concurrentes, por ante mí, de que doy fe.

Ignacio Muñoz Ahumada José Tomás Machuca Fray Juan Escalera Fray Salvador Agustín Perea Fray Mateo Álvarez Fray Alipio Flores Br. José Tiburcio Incapíe Br. Mariano Páramo Lic. Manuel Procopio Alvis Br. Victoriano Pérez José Rafael García de León José Bernardo Barriga Vicente García de León Ignacio de la Puente Juan Ignacio de Santa Ana Crescencio Rodríguez Isidro Rodríguez del Castillo

En la propia villa, a cuatro del citado julio, el escribano siendo presente don Jacinto Diez Barroso, en su persona que conozco le hice saber el nombramiento que le está hecho de Alcalde Ordinario de este sitio, y en su inteligencia dijo: acepta el empleo con que esta respetable Junta se ha dignado condecorarlo, rinde las debidas gracias, pero suplica se libre exhorto u oficio al lugar donde se halle residiendo el Regidor don Luis García para que se regrese a esta dicha villa, a tomar la vara a la posible mayor brevedad, pues el que expone está instruido que el excelentísimo señor Virrey lo tiene nombrado Alcalde de este pueblo. Eso respondió y firmó. Doy fe.

Jacinto Díez Barroso Isidro Rodríguez del Postillo. 90

Acción en Salamanca

Calleja ordenó al Subdelegado de León situarse en Salamanca e imponerles un castigo de 50 mil pesos. El día 4 salió para esa villa, donde consideraba que era más fácil matar a todos aquellos vecinos que exigirles el dinero, pues el que no era insurgente era egoísta y no tenía resolución para abrazar decididamente algún partido.91

Se puso en marcha con las fuerzas de León, Silao e Irapuato, pero en el camino se dio cuenta que muchos voluntarios se habían separado sin licencia, por lo que pidió a Calleja se les diera un escarmiento ejemplar. Al pasar revista, la fuerza de la División de Irapuato estaba formada por:

Infantería: Patriotas de León 49 Patriotas de Silao 38 Voluntarios de Irapuato 60

Caballería: Voluntarios de León 22 Voluntarios de Silao 38 Voluntarios de Irapuato 25 Lanceros de Silao 18 Total 366 soldados.92

Tomó la plaza el 5 de julio y comunicó al Alcalde José Tomás Machuca que tenía órdenes de Calleja de castigar la villa por su contumacia, debiendo reunir 50,000 pesos de exacción militar o en caso contrario diezmaría a la población, saquearía sus casas y secuestraría sus fincas.

Ante la negativa del Alcalde, lo destituyó tomando el gobierno de la villa. Mandó llamar a los vecinos a la plaza para dar a conocer la sentencia y levantar un padrón de los vecinos, españoles, mulatos o de color quebrado; otro de los pueblos y repúblicas de indios y otro de las haciendas y ranchos de su jurisdicción. Según le informaron que por el Padrón General de la Feligresía de Salamanca y su Partido, de 1809, había más de 16,000 habitantes distribuidos en la villa, sus barrios de Nativitas, San Juan de la Presa, San Antonio, Señor de Roque y San Pedro y en las 17 haciendas y 20 ranchos.

Así quedó registrado el nuevo padrón y las contribuciones que pagaron los vecinos:

Repartimiento que con arreglo a la orden del señor comandante General del Ejército de Operaciones, fecha 6 del corriente, se hace entre los vecinos de Salamanca para la exacción militar de veinticinco mil pesos en castigo de los asesinatos ejecutados dentro de esta villa en soldados de las tropas del Rey, a que debieron oponerse los vecinos con todas sus fuerzas.

Don Tomás Machuca 1,500 José Luis García 1,500 Pedro Arévalo 1,000 Ignacio Puente 20 Juan Marenco 1,100 Joaquín Marenco 100 Manuel Alvis 0 Manuel Alvarado 340 Valentín Montero 50 Rafael Basurto 27 Francisco Páramo 200 José María Pérez 55 Gabriel Espino 10 Pedro Zavala 45 Francisco García de León 1,022 José María Villafuerte 14 Juan Martínez 35 José Landeros 50 Francisco Rodríguez 100 Miguel Rodríguez 100 Luis García Caballero 2 Miguel Peredo 30 Manuel Orozco 255 José Vicente Pérez 3 Ignacio Reyes 3 Rafael Reyes 2 Cristóbal Reyes 2 Tomás Méndez 2 Ignacio Ramírez 2 Ramón Zamora 2 Eufrasio Pérez 9 Antonio Lucero 6 Trinidad Huerta 4 Luis Guerrero 5 José María Quintana 2 Luciano Ramírez 2 Antonio Sánchez 2 Basilio Vidal 4 Anselmo Vidal 4 Gabriel Noriega 6 José Cervantes 3 Isidro Pérez 18 Manuel Delgado 12 Victoriano Escamilla 15 José Pantoja 2 Nicolás Hayo 3 Gabriel Noriega 10 José Cárdenas 14 Vicente Esquivel 2 Antonio Abad 23 José María Laguna 4 Jorge Cuevas 16 Matías Cuevas 15 Asencio Cardiel 20 Toribio Castillo 8 Dámaso Pérez 37 Guadalupe García 6 Basilio Castañeda 2 Mateo Rico 37 Lorenzo Bernardo 4 Juan Bautista Castañón 45 José Gervasio León 3 Nicolás Delgado 45 Pascual González 2 Francisco Ventrillas 2 Ignacio Delgado 14 José María Ramírez 4 Joaquín Reyes 3 Miguel Villafaña 4 Juan José Germán Jiménez 3 Félix Jiménez 3 Pedro Nicolás Miranda 10 José María Centeno 15 Venancio Butarda 120 José María Gutiérrez 6 Antonio de la Cruz Ramírez 2 Faustino Camacho 4 Francisco Frías 3 Juan José Ramírez 3 José María Ramírez 3 José Miguel Hernández 2 José Vicente Herrera 10 Felipe Santiago Pérez 3 José María Doroteo 3 José Teodoro García 3 Manuel Agustín 4

José Urbano 2 Salvador Manuel Pacheco 3 José Hilario Ramírez 3 José Pedro González 3 José Guadalupe Rayas 2 José Manuel González 2 Antonio Salgado 10 Rufino Esteves 20 Pedro González 5 Toribio Rodríguez 6 Salvador Cárdenas 4 Mateo Ríos 4 Juan el rebocero 3 Santiago Valtierrilla 2 Juan Vicente Herrera 6 José María Salgado 8 Vicente Elizarraras 3 Roberto Pizarro 13 Toribio García de León 535 Domingo García de León 410 Rafael Aguilera 4 Juan Reyes 19 Pedro José Paz 9 Juan José Conejo 3 José María Gutiérrez 3 Francisco Becerra 50 Bernabé Martínez 1 José Tomás de la Cruz 3 Francisco Zamudio 4 Rafael Zavala 5 José María Gaitán 16 Vicente Tavera 5 José Matías Gutiérrez 8 Manuel Vega 2 Antonio Páramo 10 José Simón Venadero 50 Agustín Calero 12 Remigio Zárate 8 José Cristóbal Serrano 7 Ramón Medina 7 Ignacio Leyva 7 Pedro Páramo 20 Quinto Vera 8 Ramón Mota 9 José María Zárate 9 José María Almansa 9 Pablo Martínez 7 Pascual de la Luz 7 José María Trinidad 7 Jacinto Ornelas 18 Mariano Cárdenas 8 Vicente Cervantes 8 Francisco Arredondo 9 Felipe Martínez 7 José María Méndez 8 Ramón Zárate 15 Claudio Hernández 9 José Silvestre 1 Francisco Salas 10 Francisco Ramírez 7 Francisco Valdés 7 Rafael López 7 Francisco Arredondo 7 José Perfecto Guerrero 7 Ramón Espinosa 7 Esteban Reynoso 7 Juan Jaramillo 18 Joaquín Tovar 35 Juan Partida 2 José Matías Arredondo 8 José Lucas Espinosa 8 Juan Manuel Lucero 14 Antonio Hernández 9 Manuel Teodoro 11 José Clemente 8 José Luciano 6 José María Crespo 9 Cipriano 1 Simón Caramosa 5 Dionisio 5 José María Teodoro 5 Bernardo de la Luz 5 José Agustín Velázquez 5 Manuel Cuevas 14 Juan Lucero 9 Isidro Pérez 2 Simón García 4 Agustín Pantoja 25 Guadalupe García Padilla 11 Marcos Manríquez 6 José María García Padilla 7 Victoriano Ramírez 8 Nicolás García 5 Pedro Martínez Conejo 1 Manuel Miranda 7 José María Lemus 4 Liberto Rosillo 18 Vicente Rodríguez 9 Francisco Javier Carmona 16 José María Martínez 7 José María García 9 José Balpuesta 2

Vicente Valtierreño 2 José Laureano 2 Asencio Nava 2 Miguel Ignacio 2 Ignacio Medina 2 Gaspar Reyes 8 José Dionisio 2 Salvador Páramo 4 Pedro Martínez 3 José María Damián 3 Pascual Flores 2 Pascual Lancón 2 Ignacio de la Luz 2 Cayetano García 8 Manuel Salmerón 11 Juan José Pérez 4 José María Rangel 4 Pedro de Olmos 3 José María Pinela 2 Santiago Arredondo 4 Venancio Acosta 3 José María Barroso 3 Salvador Rosas 11 José María Cárdenas 11 Miguel García 8 José el aguador 2 Rafael Zavala 11 Juan José Ortega 13 Francisco López 3 José Abad Villafaña 9 José Ortiz 12 Juan Celaya 30 Lorenzo Chagoya 9 Luis Antonio Rodríguez 11 Toribio Rodríguez 11 Manuel Ramírez 9 Félix de la Luz Rodríguez 8 José Agustín Enríquez 6 Manuel Flores 6 Maricelo Estrada 17 José María Raso 10 Juan Antonio Vega 7 José Santos 6 Vicente 6 José Dimas 6 José Ignacio Domínguez 6 José María García de León 4 Ramón Zárate 4 José Ramírez 2 Mariano Hernández 2 José Antonio Ramírez 3 José María Vidal 4 Juan José Ramírez 2 José Eusebio Carrillo 3 Francisco Almansa 3 Cayetano Chávez 3 Antonio Gamiño 20 Francisco Blancarte 2 Francisco Rodríguez 6 Julián Saldaña 3 Manuel Ramos 20 Isidro Díaz 10 Vicente Arredondo 6 Javier Soto 6 Hilario Sauceda 3 Juan Quiroga 3 Domingo Ortega 2 Vicente Ferrer 2 Narciso García 2 José Gregorio 2 José León Villafaña 2 Manuel García 2 Luis Paredes 100 Vicente Antonio Silva 4 Pedro García de León 6 Juan Gutiérrez Bonete 6 Tomás Gutiérrez 6 Victoriano Blanco 2 Fabián Cárdenas 4 Teodoro Salgado 6 Juan Soto 810 Antonio Sánchez 5 José Antonio Tapia 2 Ignacio Batalla 2 José Nicolás Cervantes 2 Joaquín Cárdenas 2 Vicente García de León 100 José Macario Machuca 1,500 José Dolores Puente 0 Carlos Rodríguez 7 José Ramírez 9 Agustín Cardiel 11 Antonio Pita 20 Pedro Aguilar 8 Ignacio García, sobrino de don Luis 80, el teniente de Alguacil Mayor 25 y Antonio (nombrado) El Curro 40.

Total: 13,092.

De los pueblos y barrios, se recaudó:

Santa María Nativitas. Gobernador Joaquín Reyes. 800 San Juan de la Presa. Alcalde Manuel Ramírez. 160 San Pedro. Alcalde Esteban Martín Ventura. 400 Valtierrilla. Alcalde José María Bernardo Mendoza. 1,000 Barrio de Ntra. Sra. de San Juan. Cabo Mateo Valencia. 300 Barrio del Señor de Roque. Cabo José Agustín. 90 Pueblo Nuevo. Encargado de Justicia don Ignacio Aguirre. 1,020

De las haciendas:

Total: 4,2070

Dolores, Sardinas, Doña Rosa, Mancera, Uruetaro, Cal, Santo Domingo y Tinaja. Todas pertenecientes a los herederos del capitán Santana y corren a cargo de don Manuel Alvarado, como depositario de ellas: 5,000. Los Dos Ríos, de don Teodoro Gutiérrez, por sí y sus arrendatarios, hasta el lunes: 1,100. Sótelo, de los herederos de don Francisco Guerra: 550. Loma Pelada, de don José Antonio Raso, su hermano y demás herederos: 250. Mancerita, al cargo de don Francisco Raso, quien exigirá a los dueños de ranchos y arrendatarios 150 y por sí 100 pesos: 250. San Andrés de los Dos Ríos, de don Juan Mosqueda y sus coherederos: 400. La Joya de Cortés, su arrendatario Mariano Vázquez: 200.

Total: 13,600.

Por más que insistió y amenazó a los vecinos, sobre todo a los más pudientes, no logró reunir la cantidad.93

Para aprender, juzgar y sentenciar, breve y sumariamente a estilo militar, a todos los que habían incurrido en el delito de la insurrección, tenía orden de comisionar a don José María Piña, Administrador de las haciendas del coronel Ríos. Como así lo hizo.94

El 18 de julio, informó a Calleja:

García Conde sorprendió la gavilla de Albino García y mató al cabecilla Luz Gutiérrez. En Salamanca no hay un solo individuo capaz de desempeñar los empleos de Subdelegado y Comandante. No hallo más arbitrio que quemar esta villa para que se nos ahorre el trabajo de volver después a conquistarla…95

Ante tal situación, Calleja decidió nombrarlo Capitán Comandante de las Compañías Urbanas de León. A lo que manifestó su gratitud, pero le presentó renuncia al mismo por serle imposible cumplir, a consecuencia de las obligaciones que le impondría.

He recibido de vuestra señoría de 19 del corriente, en que con la bondad que nos es conocida se sirve vuestra señoría nombrarme Capitán Comandante de las Compañías Urbanas de León, graduando de distinguidos servicios, lo que sólo ha sido cumplir con las obligaciones de buen patriota y leal vasallo. Como tal estoy dispuesto a ser y hacer cuanto vuestra Señoría tenga a bien mandarme; pero ahora debo hacer a vuestra Señoría presente que aunque en las actuales circunstancias no debemos omitir sacrificio alguno de los que se necesiten para la conservación del reino, y su

tranquilidad, tengo esperanzas de que esta la conseguiremos breve mediante el favor de Dios y acertadas providencias del excelentísimo señor Virrey y de vuestra Señoría, y en este caso (hablo con un Jefe a quien amo como y respeto como padre) el empleo de Capitán, aunque muy honroso, me será muy gravoso: entonces habrá muchos asuntos que me priven de la atención a las negociaciones de mi casa, que deben producir la subsistencia de mi numerosa familia, compuesta toda de mujeres, que absolutamente dependen de mí.

Encontrarme con pocos jefes (quizá con ninguno) como vuestra Señoría y muchas otras cosas que vuestra Señoría mejor que yo puede preveer. Tengo además el empleo de Administrador de Correos, que aunque de cortos productos me ayuda y liberta de muchas incomodidades, pues como tal no puedo admitir otro sin el permiso del señor Administrador General de México.

En atención a lo expuesto, ya que estoy enteramente resuelto a sacrificar mi vida e intereses, siempre que las necesidades del reino lo exijan, y vuestra Señoría me lo mande. Suplico a vuestra Señoría se sirva omitir el dar cuenta al excelentísimo señor Virrey, con el nombramiento que ha tenido la bondad de dispensarme y considerarse como hasta aquí un leal vasallo, que queda suficientemente renunciado, con el aprecio de vuestra Señoría.

Dios guarde a vuestra Señoría muchos años. Salamanca. Julio 20 de 1811.96

Desde Guanajuato, Bernardo Villamil lo instó que debía aceptar con gusto el grado de Capitán Comandante que se le había conferido.97

En nuevo oficio, en el que aceptó el cargo, le informó que había nombrado Alcalde a Rafael García y que había hecho presente a los vecinos que si en lo adelante no se defienden y toman una parte activa a favor de la justa causa, serán pasados a cuchillo y asolada la villa…98

También le informó que se habían presentado ochenta voluntarios y que el Padre Absoluto ofreció pagar de su bolsillo el importe de cien fusiles. A los que se sumaron más, llegando a ciento cincuenta hombres, que estaba instruyendo en el ejercicio militar.99

Por esos días, un mozo le entregó un sobre con esta felicitación:

Señor negrito, mi capitán, mi Subdelegado, mi Comandante y mi amigo, Ahí va este título famoso, he impedido los debidos sufragios para con nuestro Jefe a favor de vos, como debo en obsequio de nuestra amistad, y me he ofrecido abonador de su acreditada conducta, que ya veo seguirá vuestra merced observando, por tanto, sea mil veces en hora buena y mande a su afectísimo amigo, que su mano besa. Rocha.

Al enviarle una remesa de 16,700 pesos a Calleja, de los cuales 10,000 habían sido dados por el Padre Absoluto, el Subdelegado le adjuntó la representación que hizo el Alcalde Rafael García, en la que decía que en Salamanca el egoísmo y la miseria que todos tenían era inacabable.100

Manuel Gutiérrez de la Concha, como Comandante de la División de Salamanca, propuso un plan para desalojar las malditas gavillas de Albino García y Luna.101

El día 25 de julio, por una carta interceptada a los insurgentes, supo que el General en Jefe, José Vicente de Menchaca, proponía a los pueblos de Amoles, Guaje, Valtierrilla, Santa Cruz, San

Juan de la Vega y San Miguelito un plan para atacar juntos la ciudad de Valladolid, prometiendo liberarlos de todos los insultos que continuamente experimenta y a más de esto se les daría tierras en donde pudieran laborear los despojos de los gachupines… 102

Gutiérrez de la Concha, en oficio del 25 de julio, agradeció a Calleja su nombramiento de Capitán, haciendo presente los méritos del Sargento Francisco Castillo para que fuera nombrado Capitán de la Compañía de Patriotas de León.103

Ante la amenaza, Calleja ordenó a Manuel del Campo que saliera con su división para Valladolid, dejando el día 29 a Celaya desguarnecida. El 2 de agosto, del Campo le remitió tres pliegos, uno para Trujillo y dos para el Capitán Linares, donde les decía que todos los pueblos eran insurgentes hasta Valladolid, excepto Zinapécuaro; que en su tránsito por Tarimoro se encontró con treinta o cuarenta insurgentes, haciéndoles tres bajas.104

Dos días después, del Campo le informó que el camino de Acámbaro estaba interceptado y que confirmaba la toma de San Juan del Río por los enemigos.105

El 8 de agosto, Calleja ordenó al Capitán Gutiérrez de la Concha que enviara mozos a averiguar con exactitud el estado de las cosas de Valladolid, avisándole el resultado. Mismo que le remitió al día siguiente:

…Albino García, con 90 hombres, llegó hasta la orilla del río, pero que huyó ante la presencia del capitán Francisco Castillo, y que la plebe e indiada de la villa de Salamanca ha mostrado buena disposición, pero no tienen vecinos honrados que les den ejemplo…106

Al mediodía del 9, la guardia del río de la Compañía de Patriotas de León, fue atacada por el enemigo. En su informe Antonio Azpeitia refiere lo acontecido:

El cabo de la expresada da parte al señor Comandante, con la novedad que ayer, entre once y doce del día, llegó uno en traje de paisano y cortó el calabrote del paso. Inmediatamente me dio aviso el centinela. Salí con mi guardia y me hallé con el enemigo al frente, haciéndole fuego a los barqueros, y yo empecé a hacer los mismo a los barderos de las casas y árboles en donde estaba cubierto el enemigo. En donde gastamos como cincuenta cartuchos, no dejando llegar a los que apercibíamos después de haberme rotado el sombrero de un balazo. A la sazón nos llegó el socorro y a poco vimos salir la muchedumbre que traía el enemigo. No ha ocurrido más novedad durante mi función.

Mientras tanto, los vigías fueron llegando y el Capitán Gutiérrez de la Concha envió informes a Calleja: el día 10, no hay enemigos en las inmediaciones de Valladolid y las avanzadas llegan a Guango, desde donde está todo para acá en mayor insurrección… 107

El 14: …por informe del capitán Pedro Menezo, en Tarimoro había reunión de enemigos y se hacía pólvora. Dicho pueblo fue atacado por el teniente coronel Miguel del Campo.108

Albino García, por su parte, se situó en Surumuato, cometiendo en los pueblos de El Guaje y Amoles muchas iniquidades. Al entrar a Santa Cruz, los indios le apresaron nueve de sus hombres.109

El día 19 de agosto: Albino García no trata de resistir un ataque, sino remontarse al cerro de Villachuato y que para ir a Surumuato es indispensable pasar el río, lo que constituye una operación muy larga.110

Desde Irapuato, el 22, Pedro Menezo, le participó que el día 19 destruyó a inmediaciones de Pénjamo las gavillas de Natera y García, de Silao, e igualmente a las que envío Albino García al mando de Cleto Camacho; que los prisioneros fueron pasados por las armas, que el campo estaba intransitable y los ríos sin vados, por lo que era imposible atacar a García en Surumuato.111

Mientras que las tropas realistas esperaban el siguiente verano para cruzar los ríos y pantanos, García volvió atacar Pénjamo el día 27 y tomó el camino de San Pedro Piedragorda.112

Por lo que Pedro Menezo, salió el día 1° de septiembre de Irapuato, a perseguir la gavilla que entró al Rincón de León, que debía ser atacada por el Sargento Mayor Agustín Viña, dándome aviso para que le brindara auxilio en caso de necesitarlo.113

En Salamanca, una vez que llegó el señor José María Piña de entrevistarse con Calleja. El 3 de septiembre de 1811, el Capitán don Manuel Gutiérrez de la Concha, Subdelegado Justicia Mayor de la villa de León y Comandante de División, hizo saber a los habitantes salmantinos:

El señor Mariscal de Campo don Félix María Calleja del Rey, Comandante General del Ejército del Centro, con fecha 20 de agosto último ha nombrado de Subdelegado y Comandante de las Armas de esta villa a don José María Piña, en virtud de las repetidas renuncias de don Rafael García de León, concediéndole la facultad de que pueda residir en la hacienda del Molino de Sarabia, nombrando un teniente que arreglado a sus órdenes ejerza sus funciones y resida en esta villa cabecera, para la debida y pronta administración de justicia, en cuya inteligencia todos los vecinos de ella y su jurisdicción, tanto militares como paisanos reconozcan y tendrán al citado don José María Piña por tal Subdelegado y Comandante, guardándole y haciéndole guardar la obediencia y respeto debido a tales empleos.

Yo he visto con el mayor placer las pruebas que todo este vecindario tiene dadas de su docilidad y desengaño, he dado parte al señor General y confío que animándose más y más apurarán todos los recursos que están en su arbitrio para borrar el feo borrón que se habían echado, mantener la tranquilidad en su territorio y resistir y atacar a los enemigos de Dios, del Rey y de la Patria, bajo las órdenes de un jefe que tiene acreditado su patriotismo y valor, si así lo hiciereis contad con la protección del Rey, de sus tropas y de nuestros leales vecinos, pero si olvidados de los deberes más sagrados, se apoderan de vosotros el vicio, el egoísmo, el miedo y la vileza temed el más tremendo castigo que muy de cerca os ha amenazado ya.114

El 6 de septiembre, el Subdelegado se enteró por la versión de un lépero de León, que Albino García había entrado a Irapuato matando a varios y echando fuera a todos los reos de la cárcel. También supo, por otro informante, que García salió huyendo para no enfrentarse a las tropas realistas. Al día siguiente, Juan Nepomuceno de Oviedo le envió un oficio en el que lamentaba que no hubiera batido al insurgente y le sugería que hiciera fosos en Salamanca para detener al enemigo. Y lo más grave de todo, que Apaseo estaba acometido por los insurgentes y ya estaban preparándose en Salvatierra para atacar Celaya.115

Para auxiliar a las tropas que defendían Irapuato, el día 7 envió a José Mazorra, como Teniente, a la cabeza de la Compañía de Voluntarios de León, y solicitó al comandante de las armas de aquel lugar le informara dónde se hallaba el grueso del enemigo.

116

En la mañana del día siguiente, llegó el informe solicitado. Don Pedro Menezo le participó que los insurgentes se habían dividido para Pénjamo, Cuitzeo y Pantoja, siendo en el mayor grueso de éste último donde iba Albino García, y que para celebrar el triunfo sobre Irapuato había organizado una corrida de toros. Agregó también que este enemigo era muy molesto y que los tenía en continua alarma, a lo que le solicitó le dijera por dónde le parecía que lo persiguiera.117

Le respondió, que los pícaros estaban en Valle de Santiago con bastante gente, y que junto con su división debería irse para aquella villa, desde donde saldrían a la media noche para caer sobre el enemigo al amanecer.118

Las cosas no salieron como estaban planeadas. Los insurgentes se desplazaban con rapidez. Se apoderaron de Santa Cruz. En tal lugar, Albino García mató a diez o doce vecinos y treinta y dos dragones de España, de los de Valladolid, entre ellos al teniente, y se llevó prisionero al Padre franciscano Salas. Así que el día 13, Gutiérrez de la Concha le propuso al Teniente Coronel Juan Nepomuceno de Oviedo un nuevo plan para atacar a los insurgentes y que si no los encontraban, debían pasar a los pueblos del Guaje y Amoles, para castigarlos.119

Llegó al colmo la desesperación del Capitán Gutiérrez de la Concha, debido a que los vecinos de Salamanca no ofrecían ayuda alguna, más parecían indolentes ante las amenazas. Un grupo de vecinos, compuesto por don Francisco Gil de Hoyos, don Joaquín de Bribiesca, don José María González y fray Tomás Luvían, se le presentaron para que resolviera un asunto sin importancia. A lo que les respondió:

La criminal conducta que ha observado este pueblo es la más impolítica, bárbara y absurda. Se hacen cada vez más acreedores a su total exterminio. El único arbitrio que les queda es juntarse para perseguir a los insurgentes, pues de lo contrario, tema este pueblo el más severo castigo…

No dijeron nada, se quedaron callados. A lo que agregó:

Cuando yo esperaba que vosotros, todos reunidos con los vecinos tratasen de reconocer los excesos que se han cometido en este pueblo, contra Dios y contra el Rey y arrepintiéndose de ellos formasen un plan de defensa, veo con dolor que recurren a trivial disculpa de la fuerza y común obstáculo de las armas, motivos generales y comunes con que los pueblos rebeldes tratan de dorar su contumacia. ¡Vayan y digan a todos los vecinos inocentes que puedan, que salgan de Salamanca y vayan a otra parte en que esté el legítimo gobierno! ¡Sólo les pido que consuman el cuerpo santísimo de Nuestro Amo! No olvidéis llevaros los vasos y ornamentos sagrados, como lo tiene mandado el ilustrísimo señor Obispo Diocesano, que se haga en los lugares donde sea inevitable la entrada de los insurgentes…120

Con algunos refuerzos que le llegaron de Celaya, salió el día 17 a las cinco de la mañana con todos sus hombres para reunirse con Juan Nepomuceno de Oviedo, y atacar juntos el día 21 las gavillas de insurgentes destructoras de la humanidad e interceptoras de toda comunicación.

Llegó a las diez al Guaje, sin haber tenido razón de los insurgentes, por lo que escribió un papel con lápiz al Brigadier en que le participaba su llegada y que iba a quemar el pueblo y el de Amoles, ínterin recibía sus avisos, y que Salamanca quedaba enteramente sola y muy expuesta.

Estando a tiro de cañón de Amoles, lo volvió a alcanzar el mozo que llevaba su carta y lo previno que en el puesto que llaman La Palma, estaba una considerable partida de insurgentes y que por una mujer había sabido que iban a atacar Celaya.

Se dispuso para atacarlos por retaguardia, cuando observó una gran polvareda por el camino de Culiacán, y mandó reconocerla. Se le dio aviso que era el enemigo en número de más de mil hombres de caballería y muchísima indiada de a pie. Se dispuso a esperarlos, pero ellos se pasaron a larga distancia y tomaron posición a media falda del cerro de dicho pueblo, teniendo por delante dos potreros distantes uno de otro, cosa de 200 pasos.

Los atacó allí con mucho trabajo y huyeron a pocos tiros, pero la mucha piedra y fragosidad del cerro no le permitió seguirles el alcance. Por lo que se volvieron a reunir, reforzados por otra gruesa gavilla, que por la falda de la derecha, venía con una gran bandera blanca.

El Capitán bajó al llano y ellos se arrimaron a tirar fusilazos por retaguardia, pero inmediatamente que les volvió el frente, se retiraron y comenzaron a desfilar por derecha e izquierda, como a rodearlos. Se acercaron unos ocho o diez y el demasiado ardor de los Voluntarios los atacó a escape, sin orden. De lo que resultó la dispersión y muerte de cinco de ellos, de los cuales fueron el europeo voluntario de León, don José Escandón, y mozo referido, a quien cogieron el papel y cuatro oficios del señor General: uno para el señor Rebollo, otro para el señor Campo, otro para el Coronel Oviedo y otro para el Teniente Prieto.

El Capitán consideró que con estas noticias tratarían de dirigirse a Salamanca a cometer sus acostumbradas maldades, por lo que se fue a socorrerla y el enemigo junto con ellos, tirándoles fusilazos en los parajes que no lo podían ofender, de cuyas resultas hirió varios caballos y un soldado.

A las 11 de la noche las tropas realistas llegaron a Salamanca e inmediatamente el Capitán Gutiérrez de la Concha dio parte al General Calleja, también escribió al Teniente Coronel don Pedro Menezo, pidiéndole socorro, pues consideraba que el enemigo no dilataría en atacarlos.

En vista de lo expuesto y con las noticias de que a Parangueo habían llegado ya varias partidas de la gavilla de Muñiz, que dispersaron las tropas del Rey en Cipimeo, juzgó muy expuesta su División, no obstante, la llegada del Teniente Coronel don Pedro Menezo, y más que si el convoy no venía bien resguardado lo atacarían los enemigos. Así que ordenó la marcha a la villa de León.

Lo último que supo fue que, al llegar los insurgentes a Salamanca para invadirla, los recibieron con vivas y aplausos. Sólo el Cura de la villa y algunos vecinos se refugiaron en Irapuato.121

La situación en León

Durante los meses que el Subdelegado permaneció en Salamanca, en torno a la villa de León el enemigo comenzó a reconocer el campo. Avanzadas iban, avanzadas venían, atacando en forma de guerrillas los lugares que se mantenían fieles a la causa del Rey.

Los informantes lo mantenían al tanto sobre los avances del enemigo. El día 14 de junio, una cuadrilla de tres mil hombres, al mando de Torres, Rayón y Huidrobo entraron en Pénjamo con cien lanceros y esperaban a Muñiz con 200 fusileros, otros mil de Lamas y nueve cañones.122

El 19, entraron en Arandas y quitaron los cadáveres de seis reos que había dejado colgados el señor Castillo Negrete y que intentaban pasar a Piedragorda con el objeto de dirigirse a León. También, que estaban sublevando los pueblos de Arandas, La Barca y Atotonilco, que entre ellos andaban los Becerra, Buzo, Palomino y otros hombres prominentes de los pueblos del Rincón y habían introducido en toda esa jurisdicción moneda provisional de Zacatecas.123

El día 21, el Teniente Coronel Manuel del Campo entró a León, con el objetivo de atacar a Albino García que ya tenía todo inundado con sus cuadrillas. Su primear misión fue perseguir una escolta de 14 hombres que saquearon el rancho de San José de los Amoles, en la jurisdicción de Silao, buscando a los desertores de los ejércitos de Hidalgo. Lograron llegar hasta la Cruz de Aguilar y luego tomaron el rumbo a Cuerámaro.124

El 23, estuvo en la hacienda de Tultitán el insurgente Timoteo Gutiérrez con 30 hombres, llevándose para Cuerámaro toda la gente útil, y que en La Piedad se hallaba José Antonio Torres, capitaneando otros 500 insurgentes.125

El 27, José Ildefonso de Septién, informó al Subdelegado que estaba por llegar el Brigadier Calleja a la villa de León, y que podrían presentarse todos los presos que estaban acusados de insurgentes para que resolviera lo que fuera de su agrado.126

Durante su estancia, Félix Calleja dio a conocer su Plan para formar Compañías, mismo que había promulgado el 8 de junio en Aguascalientes, y publicado en León el 3 de julio de 1811.

Artículos correspondientes a la formación de compañías en las Haciendas y Ranchos que son parte del Reglamento Político Militar hecho para ellas y los pueblos de su demarcación:

En cada hacienda de los respectivos partidos formarán sus dueños una compañía de cincuenta hombres que la mandará un capitán con los respectivos subalternos. En las de menos consideración una de treinta al cargo de un alférez y en los ranchos un escuadrón de seis u ocho hombres.

Todos entregarán listas al comandante de armas de la cabecera y todas vigilarán en los caminos de su distrito arrestando los sospechosos y dándole parte de cuanto ocurra digno de su noticia y si resultare que se reúne alguna gavilla de bandidos dispondrá el comandante que a la fuerza de la cabecera se reúna la de todos o parte de las haciendas según fuere la necesidad y saldrá a dispersar y castigar los delincuentes.

Saldrán también, si fuere necesario, los Barrios de los Pueblos con sus respectivos jueces que los tendrán arreglados al efecto y aun cuando no lo sea se mantendrán reunidos bien que ocupados de sus atenciones, y el individuo que falte en estos casos sin muy justificado motivo será sin remisión tratado como insurgente.

La prohibición de toda especie y a toda clase de personal que no sean militares es absoluta, y a fin de distinguirlos, cada individuo de estas compañías llevará siempre consigo una certificación que lo exprese con media filiación firmada por el capitán respectivo y visada por el comandante militar de la cabecera.

El que se encuentre con ellas sin este requisito las perderá y por primera vez sufrirá la pena de seis pesos de multa que con cuenta justificada se aplicarán al fondo

del cuerpo urbano de la cabecera; doce por la segunda y destierro a cincuenta leguas por la tercera.

Los arrieros y otros que necesitan herramienta usarán únicamente del hacha y un cuchillo corto y sus puntas para cortar reatas, etc.

Los pequeños pueblos a quienes no se extienda el reglamento hecho para los grandes formarán también una compañía en todo semejante a las de las haciendas para cooperar con ellas a la destrucción de las partidas de insurgentes además de tener dispuestos sus barrios en los términos expresados a fin de salir con ellos cuando la urgencia lo pida.

De este modo se conocerá y distinguirá al buen patriota y sin la equivocación que hasta aquí se podrá castigar al malo: los pueblos y las haciendas estarán seguras y podrán dedicarse a las siembras evitando así la miseria y la enfermedad con sus frutos. Los dichos pueblos tendrán de avanzadas a las mismas haciendas que no podrán ser sorprendidas ni es posible que transite un hombre sin que se le descubra.

Este sencillo plan que realizado y generalizado extingue en muy pocos días las reliquias de la insurrección, restituye también la paz al seno de las familias y purga el país de los monstruos que le afligen; no ofrece ninguna dificultad ni exige ningún sacrificio que voluntariamente que no haigan (sic) hecho muchos pueblos y haciendas, pero si contra mis esperanzas existe algún tenaz egoísta que intente frustrarlas encargo muy particularmente a los comandantes y jueces que sin ninguna consideración a su estado o clase, que sería muy perjudicial en estas circunstancias, me den cuenta del que sea con calificación del hecho para imponerle el castigo de destierro a cincuenta leguas de su domicilio que es el menor que se puede dar a un hombre que ve con indiferencia los males que afligen al país que le sustenta y el pueblo o hacienda que bajo especiosos pretextos no cumpla con lo que se le previene sufrirá una fuerte exacción militar a favor de la Real Hacienda sin perjuicio del castigo a que puedan haberse hecho acreedores algunos de sus individuos.

Todo lo cual tendrán también entendido los comandantes de las divisiones del ejército para comunicarlo y llevarlo a debido efecto en los distritos en que se encuentre al intento; oficios acompañados de copia de esta instrucción a los justicias, dueños, administradores de haciendas de quienes exigirán contestación que asegure su cumplimiento.

Lo que en la actualidad servirá particularmente de gobierno al de la que va a salir al cargo del sargento mayor don Agustín de Viña.

127

Para dar cumplimiento a esta orden, Septién mandó avisar a los hacendados, quienes en respuesta enviaron los hombres que encontraron aptos para servir de soldados:

De la Sandía 11 (solteros españoles) La Zanja Miguel Echeveste envió 3 San Cristóbal José Ferro envió 8 Santa Ana 13 San Juan de Abajo José Guadalupe Muñoz envió 15 Ocotes José Ramón de Hoyos envió 4 Sauz de Armenta José del Carmen, sólo encontró 5128

José María Galván, presentó una lista de los sujetos que pueden servir de soldados:

El entenado de José María Torres Los hijos de Lucas Díaz El hijo de Rafael Galván Los hijos de Fabián Escoto El hijo de José el cochero Los hijos de Ignacio Chávez El hijo de José Mercado Ignacio Medel El hijo de Pedro Barreda Los hijos de Encarnación Oláes Los hijos de José Ascencio Los hijos de Toribio Vela El hijo de José Carrera, el cerero Los hijos de Domingo Castro Mazorra, el vinatero Luis Hurros Los hijos de Luis Paredes Los hijos de Chillo Castro El hijo de Juan Mercado Los hijos de José María Donato El hermano de José María Muñoz Alvino Morales Los hijos de Francisco Padilla Hipólito Morales Los hijos del rastrojero Pioquinto López El hijo de Segura Los hijos de Javier Mares Los hijos de Rafael Gómez Los hijos de Santos Aguilar Los hijos de Elías Los hijos de Juan Duro Los hijos de Miguel Coronel Los hijos de Francisco Castro Joaquín Rivas Cundo Castro Los hijos de la Almaraza Romualdo Ruiz Los hijos de Pablo García Los hijos de Luz Castro El hijo de José Antonio Díaz Los hijos del loco de Zacatecas Los hijos de Felipe Gómez El hijo de Matías Cruz Honorato Torres Cosme Cruz El hijo de Pedro Córdova Sebastián, el que crió Ortega Los hijos de José Antonio Ortega Asesorías de Ureña Remigio, el carpintero José Hermión Los hijos de tata Juan José Santana Carlos Castro Mariano Chileverde El hermano de Manuel Barriga José Silvestre Antonio Baldovino Vicente Moreno Los hijos de Joache José Torres Los hijos de la Sanluiseña Isidro Medina Los hijos de Ignacio Tafoya Juan Parada Los hijos de Ricardo Castro Los hijos de Tomás Miranda

Cuartel 2º. Julio 3 de 1811. 129

El 19 de julio, se informó del asesinato del Gobernador del pueblo de Purísima, Lorenzo de la Cruz, quien apenas una semana antes se había entrevistado en León con el General Calleja. Lo mató el insurgente Contumaz Rosalino, conocido como El Músico, en el paraje El Derramadero, llevándose su cabeza. Las cosas no llegaron a mayores, pues en ese pueblo estuvo la Cuarta División del Ejército del Centro, que regresaba de La Piedad. En su lugar, José Esteban Rosas, el Teniente de Justicia en los Pueblos del Rincón, designó a Isidro de los Ramos.130

Para aclarar el asunto, el Subdelegado ordenó al Teniente de los Pueblos del Rincón:

Siento mucho el homicidio del Gobernador del Pueblito, don Lorenzo de la Cruz, que vos me participa en su oficio de 19 y espero que con la actividad que acostumbra siga haciendo las más prolijas diligencias para descubrir y aprender al

agresor, previniendo entre tanto a todos los vecinos de dicho pueblito que si en el término de ocho días no se coge, serán sorteados y pasados por las armas cuatro de sus vecinos con arreglo a lo mandado por el señor General, cuya providencia llevará vos a efecto con todo el rigor que requiere el caso.

Apruebo el nombramiento de Gobernador que vos ha hecho en don Isidro de los Ramos y espero que no queden sin castigo los pícaros que descubra con la correspondencia que se ha cogido.

Dios guarde a vos muchos años. Salamanca, 21 de julio de 1811. 131

Unos días después, el 27, el Teniente informó que había aprendido a varios sediciosos y esperaba el regreso del Subdelegado para ejecutar el castigo que merecían. También le participó, que al correo Cirilo Villegas, que llevaba unas cartas del General Calleja para el coronel Campo, lo habían apresado desde el día 15 un grupo de dieciséis insurgentes en el paraje Lo de Sierra, de donde se lo llevaron a Tolimán, y se fugó.132

El 8 de agosto, Septién, le envió la petición de indulto escrita por María Clara, La Malinchi:

María Clara Guadalupe Tovar, vecina de Guanajuato, presa en esta Real Cárcel de León, dos meses y cinco días, de orden del Noble Juzgado de vos porque se dice que soy insurgente, parezco ante vos y digo: que Nuestro Católico Rey, que Dios guarde, en otra ninguna criatura más que en mí tiene que ejercer su caridad y misericordia, pues así nos lo prometió en el indulto que mandó publicar a beneficio de todo delincuente, y numerándome yo en la más débil criatura y desgraciada, suplico a vos se sirva aplicarme la gracia del indulto y darme la libertad porque ya espíritu me falta para padecer penosas hambres. Suplico se duela de mi miseria, me mande poner libre mediante su caridad. Su suplicante.133

El Teniente José Esteban Rosas, que fue secuestrado por los insurgentes, el 16 de agosto le envió al Subdelegado, un extenso informe:

Mi muy caro y estimado amigo: ya sabría vos como el día 10 del corriente al amanecer, fui sorprendido en mi cama por 60 insurgentes capitaneados por un tal Landeros, hermano de Dionisio el que mandé a vos con la contestación que conducía Villegas del señor General para el señor Campo. Estos perversos, son los más del partido del Rincón, me saquearon, se apoderaron de seis fusiles, mi sable, un par de pistolas, mi papelera y me llevaron preso hasta La Angostura, echando fuera los reos de la cárcel, y teniéndome esa noche en casa de un Maciel.

El día 11 salieron para Cuerámaro diciendo iban a llevarme a Pátzcuaro a presencia de su General Torres, pero a la entrada de aquella hacienda, encontraron saliendo de ella para este rumbo dos compañías de su misma clase, mandadas por los cabecillas García y Guadalajara, el primero ladrón bien conocido y el segundo dragón que fue de la compañía de don Francisco Carrillo del Regimiento del Príncipe, y acordaron que se me quitase la vida en Tultitán luego que llegasen. Esta determinación me la hicieron saber y quiso Dios no se ejecutase por la interposición del bachiller don Ignacio Arcocha, capellán de dicho puesto, quien hincado de rodillas les suplicó no cometieran tan atroz barbaridad, aunque me llevasen preso al paraje que quisieran, pidiéndoles e igualmente me dieran un ligero descanso mientras ellos comían alguna cosa. Luego que concluyeron, tomaron el camino de La Sardina que ya

estaba de su cuenta y se pasaron en la noche a robar las haciendas del Jagüey, Santa Ana y Sandía, llevándome asegurado en su retaguardia con la orden de asesinarme siempre que en estas fincas hubiera la más mínima resistencia.

Al amanecer del día 12 se llegó a mi Guadalajara asociado de otros dos (que también fueron soldados del Príncipe) y me ofreció reservadamente darme campo para que me profugase poniéndome en el camino de Silao, cuya oferta rechacé diciéndole no estaba para el caso el caballo por venir muy cansado y así que le daba las gracias; a que me reiteró proponiéndome, me daría caballo luego que cerrase la siguiente noche. A estas horas cogieron la vuelta de la hacienda del Lobo y a cosa de las ocho, se pusieron a descansar en la altura de la loma del Macho cuidando no los atacasen los señores don Francisco Barrios y don José de Jesús Manrique, que sabían los andaban solicitando con fuerzas suficientes para destruirlos.

Estando en esta situación y en número de dos o cuatro pasó por dicha loma casualmente a una confesión el bachiller don José Gerónimo Sánchez y noticioso de que allí me traiban (sic) a mí se llegó a los capitanes suplicándoles me dejasen ir con él a su casa para curarme, pues veían venía bastante enfermo e incapaz de caminar; Guadalajara y Landeros accedieron sin mayor resistencia, pero García, exponiendo era yo fuerte contrario para ellos no quiso condescender, hasta que el primero oponiéndosele fuertemente le dijo que ninguno de ellos debía tener conocimiento en mi persona y así que si no me iba con el padre, él solo con su compañía me llevaría a su General a cuyo efecto desde allí se separaba. Viendo esta desavenencia el citado bachiller Sánchez se revistió de valor y le dijo a García que o me había de traer consigo por cualesquiera medio o se lo habían de llevar conmigo hasta liberarme por ser mi primo, con lo que se venció este bárbaro, y me llevó dicho sacerdote a pasar la noche en la hacienda de La Sarteneja, teniendo el cuidado de trasladarme el día 13 a este suelo, donde subsisto restableciéndome de las ligeras heridas y contusiones que saqué, y esperando uniformarme para unirme a esa división o a la que se tuviere a bien imponerme.

Sólo en nuestra vista podré decir a vos lo que padecí y lo que pasó en mi pueblo en el acto de mi prisión; con más los antecedentes que ocurrieron, de los que hoy he dado cuenta al señor nuestro General, y así solo quedo rogando a Dios libre a vos de los insurgentes, más que de los demonios, pues los considera peores este su afectísimo amigo y seguro servidor que su mano besa.134

En una siguiente carta, continúa con el informe:

Muy señor mío y estimado amigo: la adjunta escribí a vos el día 16 y no pude solicitar quien la llevara por no haber podido salir a la calle en esos días, después fui a La Gavia a prender a Liceaga y perdí la ocasión de un mozo que despachó a vos este señor Cura, pero ahora aprovecho este lance y se la incluyo para que vea lo bien que me fue con los señores insurgentes.

El señor General me previene en 18 del corriente, me restituya a cabecera y al uso de mi empleo luego que me restablezca; sin duda su señoría cree que aquel buen pueblo está quieto como dice el Cura del partido. Ya vos ve que facilidad para persuadirse y que bien me iría si cumpliera con la orden. El día de ayer le he hecho presente las dificultades que hay de por medio, el riesgo a que me expongo, no haber allí de quien fiarse y que últimamente no puedo ir, hasta que las armas del Rey lo es-

carmienten y se me presten algunos auxilios para tranquilizarlo. Por lo que he sabido ahora después, estoy bastantemente enterado en que la sorpresa que me dieron fue tramada en el mismo pueblo; lo 1° por haber estádome quieto, y no haberme dado aviso de que se aproximaban los insurgentes a pesar de las repetidas órdenes con que en toda la jurisdicción se los había prevenido; lo 2° por no haber venido la noche anterior a la ronda los nombrados, y haber sido éstos, unos de los que me cayeron; lo 3° por haber conocido yo treinta y uno de la misma reducción, y entre ellos uno que al salir del curato la noche antes, me pidió una limosna a cosa de las diez y media de la noche; lo 4° por no haberse metido en hacer ninguna defensa los vecinos, y antes si haberlos recibido con vivas de la plebe y haberse agolpado en la puerta de mi casa; y lo 5° por lo mal contentos que manifestaban todos estar con el gobierno del Rey, cuya integridad jamás les ha gustado, respecto a estar hecho a un gobierno lánguido, disimulado y a su arbitrio como lo han tenido por espacio de muchos años. En nuestra vista haré a vos ver las medidas que pensaban tomar para conseguirlo, no estar sujetos a esta Subdelegación y burlarse de sus disposiciones. Finalmente todo en general son unos pícaros, hipócritas e insurgentes y ladrones, por lo que he de merecer a vos me exima de gobernarlos, contando siempre conmigo para castigarlos y tenerme destinado en esa división, o en cualesquiera otro destino que vos guste, en que pueda ser útil a Dios, al Rey, a la Patria y a mis conciudadanos que es a lo que con ardor aspira este su afectísimo amigo y seguro servidor que su mano besa.135

Durante este mes, Cleto Camacho y Toribio Natera estaban con García ocupando Pénjamo, el extremo sur de la Subdelegación de León, sitio bastante importante en la revuelta, pues se encuentra entre Guanajuato, Guadalajara y Valladolid, con una fuerza que sumaba de 1,500 a 2,000 hombres, en su mayoría de caballería. El día 19, don Pedro Meneze fue enviado allá a combatirlos con 200 hombres y una compañía de escopeteros de la frontera de Nuevo Santander, con lo que pudo desbandarlos, aprisionando a unos y matando a otros, pero tuvo que retirarse a defender Irapuato. En represalia, Albino García inundó el pueblo después del ataque.136

El Subdelegado Gutiérrez de la Concha, desde Salamanca, le envió la siguiente felicitación:

Oportunamente recibí el apreciable oficio de vos de 21 del corriente en que me participa la victoria conseguida en Pénjamo por esa valiente división, aquí la hemos solemnizado como corresponde y damos a vos los más sinceros parabienes.

Está muy bien que cuando las circunstancias lo proporcionen, tratemos el ataque de Albino. Los de los Dos Ríos no pasan de treinta pícaros que ya dispersos, ya reunidos incomodan a los caminantes indefensos y huyen como gamos de nuestras partidas, sin poderse sorprender porque no paran ni tienen asiento fijo.137

El 22 de agosto, Ildefonso de Septién siguió con la formación de la compañía armada para el resguardo de la villa de León, con base en el Plan de Calleja.

Lista de los hombres que hay útiles para el servicio de las tropas del Rey y defensa de la villa y su partido, como está mandado por orden superior y a su continuación por oficio en carta cordillera del señor Subdelegado en turno, don Ildefonso de Septién:

Ibarrilla y Zardeneta. 5 hombres. De San José de los Sauces, Ignacio Sánchez envió el 31 de agosto, 50 hombres. De la Gavia, el 23 de agosto, llegaron 50 y el 5 de septiembre, otros 20.

Con la intención de hacerles prendas de vestuario, Septién preguntó si podía disponer de los pilones. A lo que le contestó el Subdelegado, dos días después, que de ellos reintegrara 1,000 pesos a los bienes de María Ana de Quijas, que pidió para el vestuario de la Compañía de Patriotas y que se podía hipotecar dicho arbitrio si había alguien que quisiera hacer el préstamo.

138

Una de las preocupaciones de Gutiérrez de la Concha era que algunos insurgentes, que se habían acogido al indulto, permanecían en la villa, por lo que instruyó al señor Alcalde de 1er Voto, don Ildefonso de Septién, sobre lo que debía hacer con ellos:

Está muy bien se haya asegurado la persona de don Ignacio Liceaga y que lo remita vos al señor General.

Tengo noticia que en esa villa se hayan don Joaquín Camacho y otros sujetos, que indultados de sus delitos en la presente insurrección, y siendo como todos los que en ella han tomado parte unos holgazanes, sin oficio ni arbitrio de que subsistir, han abandonado sus tierras o porque en ellas son conocidos o desterrados con infamia. Tales hombres no pueden dar a esa villa algunas ventajas y pueden causar males gravísimos, si los jueces no tienen el continuo trabajo de velar sobre sus acciones y palabras, para evitar uno y otro, y por las presentes circunstancias me parece indispensable que los haga vos salir inmediatamente de los términos de esa jurisdicción.

Dios guarde a vos muchos años. Salamanca. 24 de agosto de 1811.139

Mientras tanto, Albino García se movilizó rodeando el Rincón de León y el 31 de agosto atacó Lagos. Llegó entre las 2 y 3 de la tarde y saqueó los comercios y las casas de los principales, sin tocar las de los sacerdotes. Aprendió al Licenciado González y al Alcalde 2°, Tranquilino González, y al Administrador de Correos, José María Rico, a quienes despojó de sus ropas, los hizo montar en burros y los paseó por la población, con el anuncio de fusilarlos en la Plaza Principal, al pie de una pirámide coronada con la estatua de Fernando VII. Sólo por las súplicas del Fraile José María Guzmán les perdonó la vida.

Al día siguiente, nombró contra su voluntad a don Urbano Zorrilla Comandante de la Plaza y formó pelotones con la plebe. Pero en cuanto abandonó Lagos, éste disolvió las tropas.

El 2 de septiembre intentó entrar a León, donde fue rechazado. El día 11, el Teniente Rosas informó sobre el ataque del Manco García en la hacienda de Lagunillas:

Mi muy estimado señor y amigo: parece que el señor General trata de tener a vos y esa valiente División en ese punto, llevarse a Guanajuato la que está aquí y dejarnos solos en esta villa, expuestos a perecer.

El señor Cura ayer en la tarde salió de ésta para Cuevas para verse con su señoría y hacerle presente el estado en que quedamos si se va el señor Viña: ¿quién sabe qué resultará?

Ya sabría vos cómo nos iba a ir el día dos de éste con el Manco García, quien traiba (sic) intención consumirnos. Yo hice ese día la descubierta con ocho voluntarios de aquí, le prendía dos de su gavilla, tomándole seis caballos, volví a dar parte al Comandante Viña y cuando volví a adelantarme, descubrí su chusma formada en batalla, en la altura de la loma, en donde está situada la casa de Lagunillas, pero apenas nos vieron huyeron cobardemente.

Por aquí estamos rodeados de gavillas que se extienden desde el Rincón hasta Piedragorda. Dicen que en la tarde de ayer mataron al señor Cura Llorca, quiera Dios sea mentira; y a su Divina Majestad pido ayude a vos y a toda esa brillante partida para que le pague al Manco, los buenos servicios que quería hacernos en esta villa, pues en ello recibirá el más vivo gusto y satisfacción este su afectísimo seguro servidor que su mano besa.140

Las tropas de León regresaron de Salamanca. Al llegar a Silao, la primera noticia que tuvo el Capitán Manuel Gutiérrez de la Concha fue que los vecinos no querían a José Mariano Reynoso como Subdelegado y Comandante de las Armas en ese pueblo, por lo que el día 20 de septiembre de 1811, envió una carta al General Calleja recomendándolo por hombre de bien, dando cuenta de su desempeño como político y militar. Sólo estuve unas cuantas horas y seguí mi marcha.141

Una vez situado en la villa de León, el primer asunto que requirió de toda la atención del Subdelegado fue la falta de maíz en la Alhóndiga, las reservas estaban por agotarse, sin hombres que labraran el campo y los constantes saqueos a las haciendas y ranchos pocas esperanzas ofrecían para esos meses. Ildefonso de Septién le pidió con insistencia que hiciera efectivo el pago a varios deudores, que en años anteriores habían solicitado fuertes cantidades de grano, pero ni ellos tenían las posibilidades. No había otra salida que racionar al mínimo las cantidades que se les daría a cada habitante.

El día 23, trató con Mariano de Obregón y Ventura Barreda, Fiel Ejecutor y Procurador respectivamente, sobre el impuesto de un real por fanega de maíz del que se consumiera en la Alhóndiga para la manutención de las tropas de la villa.142

El día 25, de la hacienda de la Sardina, el Teniente Rosas, envió el siguiente informe:

Al amanecer de este día llegué con mi partida a la hacienda del Jagüey, y ya no encontré en ella la gavilla de insurgentes que el día de ayer se llevó la caballada y mulada de dicha finca. Inmediatamente procuré informarme del rumbo que habían tomado para seguirlos y atacarlos en cualesquiera paraje que los encontrara; por lo que sin pérdida de tiempo me pasé a este puesto, en donde he encontrado solas las casas de la cuadrilla y he hallado en algunas de ellas sus raterías de saqueo, por cuyo motivo las he mandado quemar.

El administrador me ha dicho que la chusma que pasó por aquí anoche no pasaba de veinticinco pícaros y que llevaban el rumbo de Tultitán; y yo a efecto de saber la verdad he destacado un vigía que me informe con certeza para resolver el seguirlos, sin malograr el viaje. En la referida hacienda del Jagüey y ésta no he encontrado ni un caballo y así continuaré con los que traigo, a pesar de que vienen destroncados.143

Al día siguiente, informó que en Peñuelas pasó por las armas a Antonio y Andrés Ramírez, quienes habían saqueado esa hacienda y la de Frías, ordenando colgar sus cadáveres en dos mezquites frente a la casa grande. Que iba a registrar los ranchos de San Bernardo y Palenque y que andaba en persecución de los que se dispersaron de Cuerámaro.144

Por tales alertas, el Subdelegado puso todo su empeño en organizar las Compañías Urbanas de la Villa, para lo cual nombró oficiales y sargentos:

La Segunda Compañía de Patriotas, a cargo del Capitán Luis Gómez de Barreda, quedó integrada por cuatro escuadras, con 2 sargentos, 1 teniente, 1 tambor, 3 cabos, 1 alférez, 4 granaderos y 37 soldados, 50 en total.

La tropa de los pueblos del Rincón, a cargo de José Esteban Rosas y el Capitán Francisco Castillo, tuvo 1 teniente, 1 alférez, 2 sargentos, 6 cabos, 4 granaderos, 41 soldados y 1 tambor, en total 54 individuos.

La Compañía de Infantería de Voluntarios de Fernando VII, bajo las órdenes del Sargento Manuel de Ureña, con 2 sargentos segundos, 4 cabos primeros y 4 segundos, 75 soldados y 43 supernumerarios. En total 231 hombres.145

Así mismo, instó a los hacendados de León, que para limpiar la jurisdicción de gavillas de ladrones que en las haciendas hacían tantos daños, resolvió formar una compañía de cincuenta hombres que serían mantenidos, armados y montados por su cuenta. Les anexó una lista de los que a cada uno tocaba aportar, mismos que debían estar listos para recibir sus órdenes el domingo 29, montados y armados con trabucos, escopetas o lanzas, según cada uno pudiera.146

Se encontró con la grave noticia que en las haciendas de toda la jurisdicción de León no había ya caballos, pues el Sargento Agustín de la Viña los había confiscado para sus fuerzas en septiembre del año pasado. Aún así, envió una escuadra para vigilar la jurisdicción, comandada por Alonso Calderón, quien el 5 de octubre informó que anduvo en las haciendas de San Cristóbal, Garbancillo y Sandía, y que en El Talayote estuvieron 200 insurgentes.147

Al siguiente día, que pasó a Los Sauces, Duarte y Otates, y que unos 100 insurgentes que estuvieron en Duarte se fueron a La Tlachiquera a reunirse con otras gavillas; que por ahí todo se hallaba quieto y no había novedad. Pero para el día 8, a las 7:00 de la noche, que ya el enemigo se encontraba en los cerros de Duarte y Otates:

Muy señor mío: me parecen muy bien las disposiciones de vuestra merced. Hoy he transitado hasta Comanjilla y no se encuentra cosa alguna, solamente que en los cerros de Duarte y Otates es donde se hayan los insurgentes. Anoche, toda hasta que amaneció, estuve sobre las armas porque don Antonio Muñoz me puso en movimiento mandándome decir que sabía que la partida le caiba (sic) en la noche y a Los Otates. Yo deseaba la ocasión porque ya tengo deseos de una tinga, esta noche quedo acampado en el camino a dichos insurgentes, que es Duarte. Por ahora no ocurre novedad ninguna.148

En la tarde del siguiente, pidió refuerzos porque esa noche esperaba que lo atacaran.149

Mientras tanto, el Subdelegado envió al coronel Conde de Pérez Gálvez, el informe que le pidió sobre el nombramiento de oficiales para el Regimiento del Príncipe.

Muy señor mío, nada me ha dicho el señor Intendente de la Provincia, sobre guarnición del Regimiento del Príncipe, ni el Capitán de Patriotas, don Francisco Castillo, pide encargarse de este asunto, por faltarle tiempo para desempeñar su obligación. Por mi parte, cumpliré con los de mi empleo de Subdelegado.

Muy santa y buena me parece la orden del excelentísimo señor Virrey y despojar de sus empleos a los oficiales que hayan sido insurgentes, deseo que se cumpla al pie de la letra y aún que se extienda a los cobardes y egoístas.

Está muy bien que cuando vuestra señoría guste, pase a este Ayuntamiento el oficial para la propuesta de oficiales, que considero no será fácil hacer en los términos que vuestra señoría me encarga.

Don Ángel Sánchez, que tiene un oficio de vuestra señoría, en que le dice que lo ha propuesto para Alférez, supongo que será el mismo por quien vuestra señoría me pregunta y, si es él, incurrió gravemente en el crimen de infidencia, pues fue capitán de los insurgentes; está indultado y hará diez días que contra su voluntad lo puse de soldado en mi Compañía. Don Mariano Obregón y Zermeño ha estado ausente desde el principio de la insurrección hasta fines de abril, en cuyo tiempo supe que había venido y, pasados cuatro o cinco días, que no se me presentó, determiné llamarlo para preguntarle si era o no oficial y reprenderle su impolítica, pero no lo verifiqué por haber marchado a Irapuato con la División hasta el 22 del pasado, que regresé; a los dos o tres días lo busqué, lo negaron en su casa y supe que al día siguiente de llamado se marchó sin pasaporte, por lo dicho inferirá vuestra señoría que no conoce el honor y más sabido que su madre ha sido y es insurgentísima.

No he visto más propuesta de vuestra señoría sobre caballos, que el último párrafo de su carta del 7 del corriente, a que contesto sobre el particular, solo digo que los más de los hacenderos de esta jurisdicción han quedado sin un caballo que montar, resultas de la recolección hecha por orden del señor General, por el Comandante don Agustín de Viña.

Devuelvo a vuestra señoría la que me incluyó para Ortega, a quien no le querido entregarla porque ha sido coronel de insurgentes y uno de los más grandes pícaros que han seguido al infame partido de Hidalgo, éste no obstante indultado por el señor General y es una lástima.

Dios guarde a vuestra señoría muchos años, desea su afectísimo que besa su mano. León, 9 de octubre de 1811.150

El día 11 del mes, el Conde de Casa Rul transcribió al Subdelegado la orden del Virrey para el alistamiento de individuos de milicias, por lo que le pedía que auxiliara al Teniente Jerónimo Gómez para alistar 200 hombres en la villa, para integrarlos al Regimiento Provincial. Por su parte, Pérez Gálvez también pedía contribuir para formar tres compañías del Regimiento de su mando.151

La mañana del 12 de octubre de 1811 fue marcada con hierro candente en la historia de León, las cabezas del Cura Miguel Hidalgo, los capitanes Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Jiménez, fueron entregadas por una escuadra de Lagos, con la orden de hacerlas llegar a Silao.152

La incursión de insurgentes en el territorio se hizo más inminente. El Subdelegado envió al comandante de la División Volante, Francisco Castillo, a enfrentar tales avanzadas, y por sus informes se dio cuenta que el enemigo se acercaba cada día más a la villa.

El día 12 de octubre, informó que en su recorrido fue previniendo a los dueños de las haciendas sobre la tropa que debían formar para su defensa. Que no había encontrado insurgentes, por lo que salía para Los Salados y Charco Prieto, en donde despacharía espías para vigilar al enemigo. Así mismo, que había puesto en libertad a Borja; que le llegaron refuerzos de Silao y que el Manco García llegó a Cuerámaro y Pedro García al Llano Grande, cerca de Cuchicuato, con 200 hombres.153

El día 14, que un grupo de 300 insurgentes, pretendían atacarlo en Tultitán, a donde se dirigía, que no los encontró, pero creía que iban a Irapuato a reunirse con el Manco García, llevándole de regalo nueva caballada.154

Ante la amenaza, el 15, el Subdelegado envió aviso a José Joaquín Basauri, Francisco Gómez y Julián Obregón, para que, auxiliados por la Compañía Volante y de Patriotas, cubrieran las tierras de Frías, Jalpa y Cañada de Negros para evitar los daños que se estaban sufriendo y vivir con alguna tranquilidad. El único que respondió fue Obregón, que solicitó gente armada para defender su hacienda de Cañada, haciéndose responsable de los gastos.155

Para el 20, Juan Miera ordenó a los gobernadores de San Francisco y Purísima poner 60 hombres acuartelados para su defensa, pues una gavilla de insurgentes estaba en Cañada de Negros, doscientos en Las Arenillas, otro tanto en El Comedero y de Charco Prieto a San Pedro Piedragorda, otra igual. Apenas lograron reunir cincuenta, quedando los gobernadores como comandantes.156

Miera, el día 22, solicitó instrucciones para atacar una partida de mil insurgentes que se había reunido de Cruz de Piedra a Las Amarillas. Para auxiliarlo, el Subdelegado envió al coronel Diego García Conde, para que con su tropa cubriera los rumbos de poniente y norte de la hacienda del Comedero y Cruz de Piedra, evitando así la fuga del enemigo.157

El capitán Luis Gómez de Barreda, salió el 23 de San Francisco para ocupar Cañada Honda, donde había seiscientos pelantrines. También informó que en San Pedro Piedragorda habían hecho una gran iluminación por la victoria que decían obtuvieron sobre el señor Negrete, cuyo pueblo tenía acuartelado cien hombres armados con lanzas y machetes para defenderse en caso necesario.158

Al siguiente día, informó que el Comandante Flon dispersó una reunión de cincuenta zánganos; que las fuerzas de ambos se unirían para limpiar todas las inmediaciones de las gavillitas que la infestaban, y que se le incorporaron veinticinco hombres proporcionados por la hacienda de Jalpa, situándose en el Puerto del Rucio para contener las cuadrillas enemigas.159

Sin embargo, continuó su marcha, en unión del Capitán Ángel Linares, con cuatrocientos hombres, para llegar a San Pedro con la mira de atrapar al Manco y sus secuaces. En el camino pasó por las armas a dos insurgentes que aprendió.160

El día 25, que ya tenía cincuenta y siete hombres de Jalpa y La Cañada, pero que algunos carecían de armas. En contrapartida, García contaba como con dos mil hombres de caballería y se dirigía a Cuerámaro. Gómez y Linares decidieron dejar San Pedro para perseguir al Manco, llegando hasta San Luisito, en donde Linares se separó para seguir a Cuerámaro, mientras que él atacó una gavilla de insurgentes haciéndoles sesenta bajas y treinta prisioneros, fusilando a los delincuentes, y que su tropa se portó con la mayor bizarría. Por tal logro, el día 28, desde Silao, les envió a Gutiérrez y al Cura Camiña una felicitación para los Leoneros, por haber libertado a sus amigos de los rebeldes. 161

El día 29 de octubre, las fuerzas de García Ramos y Pedro García atacaron la villa de León, pero gracias a los hombres y al tenaz empeño del Subdelegado, fueron derrotados y obligados a replegarse por el rumbo de Los Castillos.

Por informe de José Mariano Reynoso, enviado de Silao el 30 de octubre, supo Gutiérrez de la Concha que entre la hacienda de Guadalupe y Trejo, jurisdicción de Irapuato, se encontraba acampado Albino García con considerable número de gente y con la intención de atacarlo, que la noche anterior cayeron quinientos hombres en la hacienda de La Laja.162

Noviembre comenzó con ataque de los insurgentes. El día primero, los indios de San Francisco, impresionando a Juan Miera, que sin embargo de su natural cobardía los enfrentaron en el rancho del Mezquitillo catorce contra más de cincuenta, resultando cuatro muertos y cinco heridos.163

Dos días después, Miera avanzó hasta El Lobo y parte del cerro de Los Salados, por haber tenido noticia que la chusma de bandidos que estaba en Charco Prieto se retiraba. En la acción, capturó un reo, llamado Ambrosio García, y envió una expedición a los ranchos de donde bajaron los que atacaron el Mezquitillo. Según sus informantes, en Cañada Honda había cerca de mil insurgentes y al Manco García se le había visto por Cuerámaro.164

Para el día 6, situado en La Sardina, Miera hizo que los bandidos se fugaran de esa hacienda, encontrando un entierro con 5 pesos 5 reales que repartió entre la tropa. Mandó una expedición a Tultitán y San Ramón, siendo informado que los insurgentes se habían subido al puesto llamado La Laguna del Buey, por lo que envió una carta a Negrete, para que en unión con él y Linares, que se hallaba en Jalpa, atacaran a dos fuegos a Núñez y Pedro García que se hallaban en la Laguna de Los Salados, con más de cien hombres.165

Posicionado en Tultitán, Miera informó el día 8, que Núñez con cincuenta hombres se hallaba en El Colorado, arriba de los cerros de Cuerámaro; Pedro García, con cuatro cientos hombres mal armados, en El Guayabo, y Corona en la hacienda de La Joya, por lo que los atacaría. El encuentro se verificó el siguiente día, contra las partidas al mando de Matías Moreno, Quilimaco Galván, Ignacio Volares e Isidro Blanco, a las que derrotó. Por lo que se regresó a San Francisco del Rincón.166

El 12 de noviembre, entró a la villa de León la División comandada por Diego García Conde, que se había encargado de aniquilar las gavillas de insurgentes que merodeaban en la jurisdicción de Lagos. Para ello se dispuso alojamiento para la tropa en la Plaza de Gallos, como ya era costumbre, y para los oficiales en algunas casas de los vecinos más pudientes.167

Albino García rodeó la ciudad de Guanajuato y se dispuso atacarla. El 17, a las 8¾ de la noche, Fernando Pérez Marañón por oficio ordenó al Subdelegado que la tropa de su mando prestara inmediato auxilio a la capital, en virtud de que el Manco y su gente se hallaban acampados en Cuevas y hacienda de La Calera, con la intención de atacar al día siguiente.168

Actuó con desacato a la orden. Contestó que las tropas no estaban en condiciones de emprender la marcha y que Pedro García, Núñez y Camarena se encontraban en las haciendas del Lobo y Peñuelas con mil quinientos hombres y que por Lagos amenazaba Oropesa, causas por las que no podía salir a defender la capital.169

Silao también estaba en aprietos. El día 25, José Mariano Reynoso le informó que un ejército de enemigos se encontraba acampado desde La Calera hasta la hacienda de Burras, llegando sus avanzadas hasta la hacienda del Medio Sitio, y que en la hacienda de Santa Rosa estaba otro grupo con intención de atacarlo.170

Ante la situación, el Subdelegado ordenó que las tropas de León, al mando del Capitán Luis Gómez de Barreda, salieran para Silao, mientras que las de Reynoso marchaban para Guanajuato. Por informe del Capitán Gómez, supo que el día 26, Reynoso había liberado la capital de caer en manos del infame Albino:

A las 7:00 de la mañana llegué a este pueblo en donde me encontré con toda una tropa en marcha, con dirección a Burras, en donde parece se hallaban reunidos los rebeldes. Toda mi caballada llegó casi cansada y la tropa bien estropeada, por

cuya razón y con arreglo a lo acordado con don Mariano Reynoso, me he quedado en este punto interín él regresa, lo que estoy esperando de un momento a otro. Igualmente, lo que haya ocurrido, que aún se ignora, no obstante, la proximidad en que nos hallamos.

En este instante acaba de regresar Reynoso, que ha libertado hoy a Guanajuato de caer en manos del infame Albino, éste logró apoderarse de la mayor parte de la ciudad, habido del mayor número de aquel infame pueblo, quien se portó como acostumbra y fue causa de la muerte de algo más de cuarenta de aquellos patriotas. En fin, mañana temprano me regresaré y diré a vos verbalmente lo que no puedo ahora, porque estoy un poco malo y muy incómodo.171

Pérez Marañón, ordenó nuevamente el día 27, que una compañía de León, bien equipada y armada, fuera a guarnecer aquella ciudad. En su carta informó sobre la resistencia que le opusieron al Manco, quien todavía estaba en Cuevas y podía atacarlos; su plan era formar una División con las tropas de Silao, Irapuato, Guanajuato y León para rechazarlo.172

Las condiciones en que se encontraba el Subdelegado eran las mismas. Había despachado ochenta hombres, al mando del Capitán Gómez, para auxiliar a Silao, y en los pueblos del Rincón había entrado una gavilla de consideración, así expuso estas razones y agregó que en más de tres ocasiones las tropas de León habían librado a la capital de ser invadida por los rebeldes.173

A finales de noviembre, Marañón insistió nuevamente en prestar pronto auxilio a la ciudad de Guanajuato, porque había fundamentos de que sería atacada por fuerzas superiores. Le hizo llegar al Subdelegado una copia de la propuesta de Francisco Aniceto Palacios, para que se unieran las fuerzas de León, Silao e Irapuato para hacer frente a Albino García:

María Santísima de Guanajuato nos libró contra toda humana esperanza de la sorpresa y veraz ataque de Albino García el memorable día 26 del presente. La misma Soberana Señora nos librará sin duda de los nuevos ataques que ciertamente ha de fraguarnos este terrible enemigo, atraído del poderoso estímulo de nuestras riquezas; más nosotros debemos no perder instante en activar nuestras diligencias para su total destrucción, poniendo en ejecución los medios más prontos y eficaces.

Ninguno lo es tanto para mí, como la reunión de nuestras fuerzas, según lo propuse en la junta de antier. León, Silao e Irapuato tienen gente aguerrida, armas, municiones y caballos en términos que pueden juntarse de los tres lugares mil hombres armados, los cuatrocientos de fusil y los restantes de sable, pistolas y lanza, con cinco o seis cañones. Nosotros podremos auxiliar franqueando cincuenta fusileros, cien lanceros y doscientos de a caballo con pistola, sable y lanza, y dos cañones. El decir que prontamente podemos juntar una fuerza efectiva de 1,400 hombres armados y siete u ocho cañones para salir al encuentro a nuestro soberbio enemigo, antes de que aumente su fuerza y se haga cada día más temible, como lo estamos viendo con dolor.

Hoy nos ataca a nosotros y divierte con una pequeña partida a Irapuato y Silao, que podían venir a nuestro socorro; mañana atacaría a estos pueblos y llamará nuestra atención con cualquier división y de este modo logra robar, aumentar su fuerza y tenernos en continua agitación, expuestos más cada día a ser víctimas de su furor infernal. ¡Qué medio pues, en tales circunstancias! Dejar resguar-

dados del modo posible nuestros lugares, reunir todas nuestras fuerzas y perseguir a este bandido hasta destruirlo. En el campo no hay plebe a temer, no hay mujeres que seduzcan, no hay atractivos del saqueo: fuego y sangre que horrorice a esos delincuentes, constancia y firmeza que los acobarde y gran confianza en nuestra protectora Soberana, que los pondrá a nuestros pies.

Si hasta ahora no se han adherido a nuestras ideas los beneméritos leoneses y silagüenses, acaso procederé de que entienden que se les trata de una acción aventurada por poco fuerte; más cuanto sepan que la acción es general, sin duda se presentarán a ella, como me lo aseguran dos sujetos de distinción, que advirtieron en el Comandante de Silao la mejor disposición para este proyecto. Si cada lugar ha de sufrir los ataques de este malvado, poniendo a todos sus habitantes en consternación y amargura, únanse todos para resistirlo y para destruirlo. Si cada uno de ellos ha sido bastante a repelerlo, unidos lo serán para destruirlo. Antes una pequeña partida bastaba para ahuyentarlo, hoy sabe ya sostenerse. Cada día cobra más fuerza y se hace a todos más temible. Reunámonos, pues, abran todos las manos para auxiliar con todo género de socorros a nuestras tropas y corramos unidos a las armas contra este perturbador sanguinario.

Guanajuato, 30 de noviembre de 1811.174

Le reiteró su falta de recursos. Así que le trascribió una orden que tenía de Calleja, en la que se obligaba al auxilio mutuo175 .

Los únicos hombres que podían moverse, eran precisamente los que estaban bajo las órdenes del Capitán Gómez y los de Linares. El 4 de diciembre salieron de Silao para Irapuato, y el Capitán envió el siguiente informe:

Mi Comandante. No hay unas tijeras prontas, por lo que me disculpará vos no vaya cortado el papel. Hoy hemos llegado aquí a las cuatro y media y nos tuvieron dando vueltas para alojarnos, como dos horas, pero al fin tiró del sable Linares y se proporcionó todo prontamente. Mañana parece que descansaremos y luego quien sabe lo que se hará. Parece que Albino se haya en el Valle y que toda su cuadrilla la ha desparramado seguramente de miedo. En fin, mañana me informaré bien y haré a vos una razón circunstanciada de todo.

Dios guarde a vos muchos años. Irapuato. Diciembre 5 de 1811, a las 8:00 de la noche.

Luis Gómez de Barreda.176

El día 6, informó que en Mendoza y sus inmediaciones se hallaba Pedro García, con una cuadrilla, en el Valle estaba el Manco, con otra, y más adelante estaba otro insurgente reclutando gente a palos para engrosar su ejército.177

La villa de León también se hacía presa fácil. El 22 de diciembre, Reynoso informó que en Cuerámaro había más de dos mil insurgentes, y que le habían asegurado que Albino García se encontraba entre ellos, por lo que proponía atacarlos junto con la División del Capitán Ángel Linares.178

El día 25, en plena celebración de la Natividad, Francisco Castillo informó que el cabecilla Reyes salió de San Pedro Piedragorda con cuatrocientos hombres y más de 1,000 pesos que recaudó entre los vecinos, tomando rumbo al Cañón de Jalpa para reunirse con otros cabecillas.179

Al empezar el año de 1812, Pérez Marañón en oficio del 9 de enero volvió a insistir al Subdelegado que por orden del Virrey debía reorganizar su Regimiento, sin perjuicio de la tropa que había formado y tenía bajo sus órdenes.180

Para ayudar al asunto, corrió el rumor de que estaban por llegar a León unos frailes misioneros, que tenían por objeto predicar y convencer a cuantos pudieran para que se fueran a Guanajuato. Por tal motivo Gutiérrez de la Concha envió un oficio al Cura Camiña:

Noticioso de que los padres misioneros que estaban en Guanajuato, están próximos a venir a esta villa a ejercer su ministerio, creo de mi obligación hacer a vos presente el poco honor que de esta providencia resulta a vos y el agravio que se hace a este pueblo, que dando ejemplo a todos los del reino, ha escuchado con amor y docilidad la voz de su pastor, con esto quedo cubierto para las resultas y vos libre para hacer en el particular lo que guste.181

Los insurgentes no dieron señal de movimiento, hasta el 25 de enero, cuando Rafael Flores informó sobre el ataque que hicieron a la villa de Lagos:

En el día de esta fecha, a las 3 de la tarde han acometido a este lugar cosa de 500 insurgentes, capitaneados de Núñez y Pedro García: han sido rechazados por las armas de esta villa y sólo en los barrios han saqueado y quemado algunas casas.

En vista de que se les ha hecho frente, y que no han podido lograr su perverso designio, se han retirado en esta hora que son las 5, no sé con qué objeto, si acaso de volver o de tomar otro rumbo, cual es el del Rincón de donde han venido.

Por tanto, vos verá lo que dispone en obsequio de este lugar y de la justa causa, principalmente en consideración de las insinuaciones que otra vez he hecho a vos.182

Ángel Linares también envío el 7 de febrero al Subdelegado una nota desde Irapuato, escrita a las diez de la noche. En ella le dijo:

Amigo Concha. Que vaya la del General a Guadalajara, es lo que quiero. Nada se sabe del Centro, Albino en opiniones o está en el Valle o lo derrotaron. Hoy espero que se aclare y pasaré noticia. Es de vos afectísimo amigo. 183

Lo que reveló el verdadero peligro fue el siguiente parte de novedades:

El capitán de la volante, da parte al señor comandante de las armas, de haber llegado con las novedades siguientes:

A distancia de una legua del Jagüey, tuve razón había pasado por allí un espía de los rebeldes, con dirección al Garbancillo, a donde inmediatamente me dirigí. Cogí a dicho espía y a poco andar de dicho Garbancillo me encontré con una avanzada de rebeldes, como de cosa de treinta hombres, inmediatamente destaqué al alférez de mi compañía, don José García, con doce hombres sobre la derecha, al teniente de la misma por la izquierda y a la avanzada de voluntarios, con su gente. El resultado de la acción fue once muertos, uno que se arcabuceó, y cinco lanzas, una mula y cuatro caballos ensillados, cogidos a dichos rebeldes.

Sin más novedad que un lancero herido levemente de brazo y mano, el que recomiendo a vuestra merced por su valor, pues se metió entre ellos solo. Sería agravio recomendar a los demás con entusiasmo y valor. León y febrero 7 de 1812.

José de Rentaría.

El espía lo mandé a la cárcel. El lancero que se recomienda en este parte es Crispino Hernández.184

El aciago día 8 de febrero inició con el aviso urgente de que el enemigo estaba por llegar al barrio de San Juan de Dios. El Subdelegado montó su caballo y emprendió la marcha por la Calle Real de San Miguel. Sin esperar el grueso de la tropa, acompañado apenas por el puñado de hombres, alcanzó los confines de la villa y entró en los terrenos que rodeaban el convento de los juaninos.

Los frailes, desde la azotea del templo, vieron claramente las acciones del enemigo y le gritaron con todas sus fuerzas: -¡Por el amor de Dios, no salga, don Manuel, no salga!

Él, despreciando la advertencia, dijo: -¡La villa no tiene más trinchera que el pecho de sus habitantes!

El ejército que quería tomar la villa, era apenas un centenar de hombres famélicos a pie, armados con piedras y palos, que en cuanto escucharon romper el fuego se pusieron en precipitada fuga. Gutiérrez de la Concha desenvainó la espada y mandó perseguirlos a degüello, lo que se verificó por muy corto espacio. Él se adelantó más que los demás entre los campos labrantíos de la hacienda de San Nicolás y entonces el grueso del ejército de Pedro García salió de la mezquitera: cientos y cientos de hombres a caballo, muy bien armados.

El terreno barbechado impidió que el resto de la caballería avanzara con rapidez, así que en unos cuantos segundos se encontró sólo dentro de un cerco formado por gran cantidad de insurgentes. Ni su agilidad ni su valor le sirvieron. El enemigo, sin piedad, le arrebató la vida: una bala se impactó en su pecho, derribándolo del caballo, luego vinieron sobre él puñetazos, patadas y las filosas puntas de lanzas se clavaron en su cuerpo.

Otros voluntarios también fueron sacrificados sin piedad. El que más resistencia puso fue Epigmenio Muciño, mientras el resto pudo replegarse en la villa, hasta donde fueron perseguidos.

La artillería, que ya estaba situada con la infantería, soltó el primer cañonazo sobre los insurgentes, que se parapetaron en el hospital de San Juan de Dios. En donde, sin escuchar ni respetar a los frailes, asesinaron tres enfermos que ahí se recuperaban, entre ellos Pedro de Torres, que al verse cercado por los hombres de Lamas, gritó con orgullo: -¡Soy soldado de los Provinciales de Puebla!

También sacrificaron al Alférez de lanceros don José Gurría, que en la retirada cayó de su caballo y pudo a pie ocultarse en una zanja, en donde lo hallaron los rebeldes en una de sus correrías, siendo el resultado de todo diecisiete muertos que hicieron, contando algunos pobres que estaban en las calles.

Los rebeldes se llevaron sus muertos, que por fuentes fidedignas, no bajaron de cien individuos, incluidos seis coroneles.

Los insurgentes se retiraron y las tropas realistas pudieron recoger los cuerpos, entre los que hallaron a José Mazorra de Vegas, José Rosas, José Miguel Díaz, Epigmenio Muciño, José Gorriz,

Juan José de Obregón, Ignacio Sánchez, José Luis López y Miguel González de Laris. Encontraron gravemente herido al Teniente José Victoriano Rentería -quien murió al siguiente día.

185

La noticia del trágico suceso llegó a las poblaciones cercanas. El 9 de febrero, a las 9:00 de la noche, Tadeo Gutiérrez Solema envío parte de la tropa de Lagos:

Señor Comandante don Luis Gómez de Barreda.

En este instante recibo orden de mi coronel para que de las mejores tropas y más bien armadas y montadas de esta villa, salgan inmediatamente a auxiliar a vos cincuenta hombres en compañía de igual número de los Dragones de Nueva Galicia, quedándose en ésta otros cincuenta del propio regimiento, los patriotas y artillería de Aguascalientes con la demás guarnición de este pueblo, la gente armada de Ciénaga de Mata, que ha pedido su Señoría, quien por este accidente estará por aquí mañana con el resto de su regimiento.

La fuerza destinada por ahora para auxiliar a vos, saldrá de aquí mañana y temprano se hallará en esa, lo que participo a vos para su inteligencia, sirviéndose renoticiarles al camino y a mí a ésta, si ocurriesen algunas novedades. 186

Los cuerpos de Manuel José Gutiérrez de la Concha y José Mazorra de Vegas fueron sepultados en el templo de la Tercera Orden.

1 Gran Historia de México Ilustrada. México, Tercera reimpresión, Editorial Planeta De Agostini, 2006 -Tomo 5-, 2006, pp. 91-92. 2 AHML SD-IND-BDS-C. 1-Exp. 7-1810. 3 AHML SD-IND-COM-C. 2-Exp. 25-1810. 4 AHML SD-IND-COM-C. 2-Exp. 25-1810. 5 AHML SD-IND-BDS-C. 1-Exp. 8-1810. 6 AHML SD-IND-COM-C. 2-Exps. 27 y 28-1810. 7 AHML SD-IND-COM-C. 2-Exp. 29-1810. 8 AHML SD-IND-COM-C. 2-Exp. 32-1810. 9 Lira, Sostenes. Efemérides de la Ciudad de León. León, Edición de la Empresa Económica de Gráfica Escolar, 1905, p. 77. 10 AHML SD-MLC-RCL-C. 6-Exp. 18-1810. 11 SD-IND-BDS-C. 1-Exp. 9-1810. 12 AHML SD-IND-COM-C. 3-Exps. 7 y 11-1811. 13 AHML SD-IND-COM-C. 3-Exps. 9, 12 y 141811. 14 AHML SD-IND-COM-C. 3-Exp. 16-1811. 15 AHML SD-IND-COM-C. 3-Exp. 20-1811. 16 AHML SD-IND-COM-C. 3-Exps. 24 y 25-1811. 17 AHML SD-IND-COM-C. 3-Exp. 29-1811. 18 AHML SD-IND-COM-C. 3-Exps. 33 y 34-1811. 19 AHML SD-IND-COM-C. 3-Exp. 35-1811. 20 AHML SD-IND-COM-C. 3-Exps. 36 y 37-1811. 21 AHML SD-IND-COM-C. 3-Exp. 40-1811. 22 AHML SD-IND-COM-C. 3-Exp. 41-1811. 23 AHML SD-IND-COM-C. 3-Exp. 43-1811. 24 AHML SD-IND-COM-C. 3-Exps. 45 y 46-1811. 25 AHML SD-IND-COM-C. 3-Exp. 49-1811. 26 AHML SD-IND-COM-C. 3- Exp. 50-1811. 27 AHML SD-IND-COM-C. 3- Exp. 50-1811. 28 AHML SD-IND-COM-C. 3-Exp. 51-1811. 29 AHML SD-IND-COM-C. 3-Exp. 53-1811. 30 AHML SD-IND-COM-C. 3-Exp. 55-1811. 31 AHML SD-IND-COM-C. 3-Exp. 56-1811. 32 AHML SD-IND-COM-C. 3-Exp. 57-1811. 33 Ibídem. 34 AHML SD-IND-COM-C. 3-Exp. 59-1811. 35 AHML SD-IND-COM-C. 4-Exp. 14-1811. 36 AHML SD-IND-COM-C. 4-Exp. 18-1811. 37 AHML SD-IND-COM-C. 4-Exp. 19-1811. 38 AHML SD-IND-COM-C. 4-Exp. 24-1811. 39 AHML SD-MLC-COM-C. 1-Exp. 17-1811. 40 AHML SD-IND-COM-C. 4-Exp. 38-1811. 41 AHML SD-IND-COM-C. 4-Exp. 40-1811. 42 AHML SD-IND-COM-C. 4-Exp. 48-1811. 43 AHML SD-IND-COM-C. 4-Exp. 49-1811. 44 AHML SD-IND-COM-C. 4-Exp. 50-1811. 45 AHML SD-IND-IFD-C. 21-Exp. 24-1811. 46 AHML SD-IND-COM-C. 4-Exp. 51-1811. 47 AHML SD-IND-COM-C. 4-Exp. 52-1811. 48 AHML SD-IND-COM-C. 4-Exp. 54-1811. 49 AHML SD-IND-COM-C. 4-Exp. 45-1811.

50 AHML SD-IND-COM-C. 4-Exp. 46-1811. 51 AHML SD-IND-COM-C. 4-Exp. 55-1811. 52 AHML SD-IND-COM-C. 4-Exp. 57-1811. 53 AHML SD-IND-COM-C. 4-Exp. 60-1811. 54 AHML SD-IND-COM-C. 4-Exp. 63-1811. 55 AHML SD-IND-COM-C. 4. Exps. 67 y 68-1811. 56 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exp. 1-1811. 57 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exp. 2-1811. 58 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exp. 10-1811. 59 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exps. 6 y 7-1811. 60 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exps. 17 y 8-1811. 61 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exp. 5-1811. 62 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exps. 13, 14, 15 y 16-1811. 63 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exp. 21-1811. 64 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exp. 25-1811. 65 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exps. 22 y 26-1811. 66 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exp. 29-1811. 67 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exp. 22-1811. 68 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exp. 36-1811. 69 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exp. 37-1811. 70 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exp. 38-1811. 71 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exp. 39-1811. 72 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exps. 40 y 41-1811. 73 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exps. 43, 44 y 451811. 74 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exp. 47-1811. 75 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exps. 48 y 49-1811. 76 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exps. 58 y 59-1811. 77 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exp. 61-1811. 78 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exp. 64-1811. 79 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exp. 66-1811. 80 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exp. 67-1811. 81 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exp. 68-1811. 82 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exps. 73 y 75-1811. 83 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exp. 77-1811. 84 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exp. 78-1811. 85 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exps. 81, 84 y 851811. 86 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exps. 86 y 92-1811. 87 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exp. 91-1811. 88 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exps. 94 y 1041811. 89 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exps. 97, 98 y 1051811. 90 AHML SD-IND-COM-C. 6-Exps. 1 y 2-1811. 91 AHML SD-IND-COM-C. 6-Exp. 3-1811. 92 AHML SD-IND-COM-C. 6-Exps. 4 y 5-1811. 93 AHML SD-IND-COM-C. 6-Exps. 6 y 7-1811. 94 AHML SD-IND-COM-C. 6-Exp. 8-1811. 95 AHML SD-IND-COM-C. 6-Exp. 35-1811. 96 AHML SD-IND-COM-C. 6-Exp. 43-1811. 97 AHML SD-IND-COM-C. 6-Exp. 45-1811. 98 AHML SD-IND-COM-C. 6-Exp. 46-1811. 99 AHML SD-IND-COM-C. 6-Exp. 48-1811. 100 AHML SD-IND-COM-C. 6-Exp. 94-1811. 101 AHML SD-IND-COM-C. 6-Exp. 49-1811. 102 AHML SD-IND-COM-C. 6-Exps. 51 y 521811. 103 AHML SD-IND-COM-C. 6-Exp. 56-1811. 104 AHML SD-IND-COM-C. 6-Exps. 63-74-1811. 105 AHML SD-IND-COM-C. 6-Exp. 80-1811. 106 AHML SD-IND-COM-C. 6-Exps. 89 y 951811. 107 AHML SD-IND-COM-C. 6-Exp. 98-1811. 108 AHML SD-IND-COM-C. 6-Exp. 99-1811. 109 AHML SD-IND-COM-C. 6-Exp. 106-1811. 110 AHML SD-IND-COM-C. 6-Exp. 108-1811. 111 AHML SD-IND-COM-C. 6-Exp. 117-1811. 112 AHML SD-IND-COM-C. 6-Exps. 134 y 1361811. 113 AHML SD-IND-COM-C. 6-Exp. 141-1811. 114 AHML SD-IND-COM-C. 7-Exp. 4-1811. 115 AHML SD-IND-COM-C. 7-Exps. 6 y 7-1811. 116 AHML SD-IND-COM-C. 7-Exps. 9 y 10-1811. 117 AHML SD-IND-COM-C. 7-Exp. 12-1811. 118 AHML SD-IND-COM-C. 7-Exp. 14-1811. 119 AHML SD-IND-COM-C. 7-Exps. 20 y 311811. 120 AHML SD-IND-COM-C. 7-Exp. 21-1811. 121 AHML SD-IND-COM-C. 7-Exp. 22-1811. 122 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exp. 59-1811. 123 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exp. 71-1811. 124 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exp. 51-1811. 125 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exp. 99-1811. 126 AHML SD-IND-COM-C. 5-Exp. 103-1811. 127 AHML SD-IND-COM-C. 6-Exp. 120-1811. 128 AHML SD-MIL-RCL-C. 6-Exp. 19-1811. 129 Ibídem. 130 AHML SD-IND-COM-C. 6-Exps. 38 y 391811. 131 AHML SD-IND-COM-C. 6-Exp. 44-1811. 132 AHML SD-IND-COM-C. 6-Exp. 59-1811. 133 AHML SD-IND-COM-C. 6-Exp. 91-1811. 134 AHML SD-IND-COM-C. 6-Exp. 102-1811. 135 AHML SD-IND-COM-C. 6-Exp. 102-1811. 136 AHML SD-IND-COM-C. 6-Exp. 117-1811. 137 AHML SD-IND-COM-C. 6-Exp. 128-1811. 138 AHML SD-IND-COM-C. 6-Exp. 120-1811. 139 AHML SD-IND-COM-C. 6-Exp. 125-1811. 140 AHML SD-IND-COM-C. 7-Exp. 18-1811. 141 AHML SD-IND-COM-C. 7-Exp. 33-1811. 142 AHML SD-IND-COM-C. 7-Exp. 35-1811. 143 AHML SD-IND-COM-C. 7-Exp. 37-1811. 144 AHML SD-IND-COM-C. 7-Exp. 40-1811. 145 AHML SD-IND-COM-C. 7-Exp. 36-1811. 146 AHML SD-IND-COM-C. 7-Exp. 39-1811. 147 AHML SD-IND-COM-C. 7-Exp. 47-1811. 148 AHML SD-IND-COM-C. 7-Exps. 48 y 531811.

149 AHML SD-IND-COM-C. 7-Exp. 55-1811. 150 AHML SD-IND-COM-C. 7-Exp. 56-1811. 151 AHML SD-IND-COM-C. 7-Exps. 60 y 641811. 152 Lira, Sostenes. Efemérides de la… op. cit. p. 77. 153 AHML SD-IND-COM-C. 7-Exps. 62 y 631811. 154 AHML SD-IND-COM-C. 7-Exp. 66-1811. 155 AHML SD-IND-COM-C. 7-Exps. 67 y 681811. 156 AHML SD-IND-COM-C. 7-Exps. 69 y 701811. 157 AHML SD-IND-COM-C. 7-Exps. 72 y 731811. 158 AHML SD-IND-COM-C. 7-Exp. 75-1811. 159 AHML SD-IND-COM-C. 7-Exp. 77-1811. 160 AHML SD-IND-COM-C. 7-Exp. 79-1811. 161 AHML SD-IND-COM-C. 7-Exps. 83,,84 y 851811. 162 AHML SD-IND-COM-C. 7-Exp. 87-1811. 163 AHML SD-IND-COM-C. 8-Exp. 1-1811. 164 AHML SD-IND-COM-C. 8-Exp. 2-1811. 165 AHML SD-IND-COM-C. 8-Exps. 7 y 8-1811. 166 AHML SD-IND-COM-C. 8-Exps. 11 y 151811. 167 AHML SD-IND-COM-C. 8-Exp. 18-1811. 168 AHML SD-IND-COM-C. 8-Exp. 21-1811. 169 AHML SD-IND-COM-C. 8-Exp. 22-1811. 170 AHML SD-IND-COM-C. 8-Exp. 25-1811. 171 AHML SD-IND-COM-C. 8-Exp. 26-1811. 172 AHML SD-IND-COM-C. 8-Exps. 27 y 281811. 173 AHML SD-IND-COM-C. 8-Exp. 29-1811. 174 AHML SD-IND-COM-C. 8-Exps. 32 y 331811. 175 AHML SD-IND-COM-C. 8-Exps. 35 y 361811. 176 AHML SD-IND-COM-C. 8-Exp. 39-1811. 177 AHML SD-IND-COM-C. 8-Exp. 45-1811. 178 AHML SD-IND-COM-C. 8-Exp. 47-1811. 179 AHML SD-IND-COM-C. 8-Exp. 48-1811. 180 AHML SD-IND-COM-C. 9-Exps. 13 y 141812. 181 AHML SD-IND-COM-C. 9-Exp. 18-1812. 182 AHML SD-IND-COM-C. 9-Exp. 17-1812. 183 AHML SD-IND-COM-C. 9-Exp. 19-1812. 184 AHML SD-MLC-PMI-C. 5-Exp. 1-1812. 185 AHML SD-IND-COM-C. 9-Exp. 27-1812. 186 AHML SD-IND-COM-C. 9-Exp. 26-1812.

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