4 minute read

►Reflexiones acerca del Ikebana de Michitarō Tada, por Ariadna Lasser y Bárbara Pepe

Reflexiones acerca del Ikebana de Michitarō Tada

por Ariadna Lasser y Bárbara Pepe

Advertisement

Reflexiones acerca del Ikebana de Michitarō Tada

Michitaro Tada fue un pionero de los estudios culturales en su país, nació en 1924 en Kioto, Japón, y murió en 2007. Se graduó en la Universidad de Kioto en 1949, especializándose en literatura francesa. Pronto ingresó en el Instituto para Estudios Humanísticos. Tada se destacó por sus lúcidos tratados sobre el pensamiento francés y también por el aporte de nuevas perspectivas sobre las artes tradicionales japonesas, en especial la poesía clásica haiku. Estudió la cultura popular con el rigor de un académico: entre otros tópicos ha analizado la estética de la comida, las canciones populares, la moda, el chisme y los gestos. Como ningún otro intelectual de su generación, Tada provocó una nueva visión de la identidad japonesa. Presentamos algunas citas de su libro Gestualidad Japonesa que hablan sobre el arte del ikebana. “Una de las características de los gestos japoneses es que, en la cultura japonesa, los gestos y los movimientos son casi invisibles, es decir son parsimoniosos o controlados. En lugar de gestos llamativos tenemos el Ikebana. El Ikebana es la transmutación de los gestos de los japoneses”.

“Cuando miramos el arreglo floral en el tokonoma, vemos en él los sutiles gestos de la mujer que lo creó. El arreglo expresa los gestos que ella no puede realizar abiertamente. Podríamos decir que “leemos” su gestos en el Ikebana”.

“A los occidentales les encanta poner flores en un florero, así también a las mujeres occidentales les encanta que su belleza sea comparada con la de las flores, pero las occidentales nunca hacen lo que hacen las japonesas: cortar una rama del ciruelo y doblarla, y aunque sea casi imposible doblar la rama de un árbol lo logran, porque ponen la total expresión de sus sentimientos en esa acción. El gesto de la rama del ciruelo un poco doblada refleja sus propios corazones”.

“Los japoneses pensamos que hacer alarde de la propia belleza es un acto incorrecto o vulgar, es una exposición de puro ego. Por el contrario, al tomar la rama del ciruelo con la que compararnos o representar nuestra persona, podemos observarnos a nosotros mismos en la rama, considerarnos representados según nuestra propia visión, aplicando nuestras habilidades manuales para darle a esta representación una forma diferente”.

“En nuestro país, el Ikebana es más que meramente hermoso. Una mujer se puede comunicar con su marido doblando las ramas del ciruelo para demostrarle su amor que se inclina de manera delicada. Su marido está junto a ella pero no le dirige una mirada directa, sino que contempla las ramas del árbol en el tokonoma y lee allí las ideas y los pensamientos y los sentimientos de su esposa. El Ikebana es una costumbre que perdura, cuya función es aliviar y enmendar las dificultades de la comunicación hogareña. Además, a través de las formas del Ikebana se da forma, a su vez, a los propios pensamientos y sentimientos, traspuestos allí”.

“En mi opinión, el Ikebana conecta a una persona con otra. Demos un paso hacia atrás un momento para tener una perspectiva más amplia de las mujeres y la comunicación, ya que por lo general los arreglos florales Ikebana son creados por mujeres. Desde la antigüedad se sostuvo la idea de que era mejor que las mujeres no hablaran. Esa existencia silenciosa, sin embargo, contribuyó al desarrollo de un fuerte medio de conexión entre las personas, cuando la mujer se dedicó al Ikebana. Al establecer la conexión entre el individuo y el anfitrión, la presencia silenciosa de la mujer se convierte en algo que puede expresar cosas más significativas”.

“El Ikebana es la naturaleza artificial o hecha por el hombre, es decir, “sociabilizada” (...) El Ikebana, además, es shizen (naturaleza) en tanto primero es creado y luego, cuando deja las manos de la persona que lo creó, es shizen otra vez, y nos contempla desde el nicho donde se exhibe. Ante (y mediante) este Ikebana - a modo de “almohadón”- el anfitrión y el invitado se dan cuenta por primera vez que están comunicando sus sentimientos mutuos”.

“La sabiduría del Ikebana es que su forma se puede alterar con relativa facilidad, uno cambia la forma en la que dobla las ramas de acuerdo con lo que siente en este momento. La forma definitiva se decide al final, observando el arreglo desde todas las perspectivas”.

Las expresiones de Tada son en muchos casos osadas generalizaciones, no solo sobre les japoneses sino también sobre les occidentales, sobre todo respecto de las mujeres. A pesar de considerar que las generalizaciones siempre son como mínimo polémicas, es posible ver en sus palabras la importancia del Ikebana no solo como arte sino como forma de comunicación y sociabilización.

This article is from: