Muestra de Catalogo Marisa Caichiolo

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MARISA CAICHIOLO Skin 2010 - 2020


Marisa Caichiolo Over the last twenty years, regardless of its variations, my work has focused on reflecting about the skin. Skin as a metaphor, as a shield, as a mediating element and a support for a nomadic identity, always changing, always expectant, exposed to interacting with others and the construction of my feminine and feminist self. From my perspective as a displaced womanartist-curator, skin is that layer, that blanket, that barrier (always permeable), which separates our inner world from the outer realm and its harshness. At the starting point, I use skin as a symbol, as a narrative structure, later transforming it into a medium and conceptual support. It is from there, from that place, that I approach topics beyond the basic notions of biology and cognition in order to reach reflections of another scope, leaning more into social and political themes. I am particularly interested in power relations: their discursivelinguistic instrumentation and their potential for the diminishment and deconstruction of dominant orders. This quest has led me to explore new paths, environments and subversive strategies associated with insurrection, without ever jeopardizing my

artwork’s hedonistic nature and aesthetic dimension. During this process, I have incorporated the use of different materials into artistic practice, as I find them more malleable to transport the pieces. Time has also borne witness to my work’s metamorphosis, which has acquired a certain levity in terms of materials, thickness and volume, but also has become more intense and critical from a conceptual point of view, skin thickens until it forms a callus and turns into metal and silver objects. Subsequently, I make the metal burst open in a very sensual or sexual way, and transform it into something permeable and fragile to create an organic shock with the use of my own hair through embroidery (a practice that I feel very attached to since my grandmother’s death). This is where my critical commentary comes in, denouncing hidden violence, abuse and immigration as narratives of the ceaseless dominance and vexation that have led women to spaces of silence and forced subjugation. I confess that, in my professional evolution, I have developed a great predilection for artistic residencies as the main platforms for developing artistic projects. I firmly believe that the creation process should not be carried out from a closed-up studio. Instead, we should establish connections with what happens in other parts around the globe,

fostering interaction and growth, which can only flourish from contact with other people and cultures. In recent years, exhibitions of my work have always been under the gaze and supervision of curators and I have participated in solo exhibitions and small group showings, always under 10 artists. I have recently exhibited in China; in Los Angeles for the PST Getty under the curatorship of Isabel Roja Williams; and in Foto España, Madrid, under the curatorship of Andrés Isaac Santana. Also at the Oscar Niemeyer Museum during Brazil’s Curitiba Biennial, curated by Gabriela Urtiaga; at the Thousand Oaks Museum under the curatorship of Lynn Farrand; at Ecuador’s Museum of Modern Art in Cuenca under the curatorship of Dermis Leon; and in Italy at the Vimercate Museum curated by Martina Corgnati from the Brera Academi Milano; among others. When discussing my career, I prefer to talk about fixations and obsessions. If I detect any personal obsession, I try to observe and analyze it from an objective perspective, because I often have a bipolar attitude when it comes to separating my curatorial practice from my artistic practice. In fact, I never incorporate my own work into any project when I am involved as curator.

mccuratorial@gmail.com www.marisacaichiolo.com


En los últimos veinte años, con variaciones o sin ellas, mi trabajo se ha centrado en una reflexión sobre la piel. La piel como metáfora, como escudo, como elemento mediador y como sustento de una identidad nómada, siempre cambiante, siempre expectante, expuesta al diálogo con el otro y la afirmación de mi yo femenino y feminista. La piel, desde mi consideración como mujerartista-curadora y desplazada, es esa capa, esa manta, esa barrera (permeable todo el tiempo), que separa nuestro mundo interior del ámbito exterior y sus asperezas. Parto de la piel como un símbolo, como estructura narrativa, para convertirla en medio y en soporte conceptual. Es desde ahí, desde ese lugar, que abordo temáticas que superan las nociones básicas de lo biológico o lo cognitivo para ocupar reflexiones de otro alcance, más tributarias de lo social y de lo político, especialmente me interesan las relaciones de poder: su instrumentación discursiva-lingüística y sus posibilidades de rebajamiento y desestructuración de los órdenes dominantes. Esta investigación me ha llevado a explorar en nuevas formas, nuevos medios y estrategias de acento subversivo asociados a la protesta, sin poner nunca en riesgo el carácter hedonista y la dimensión estética de mis obras. En ese proceso he incorporado a mi práctica artística el uso de materiales diferentes que me resultan más

maleables para transportar la obra. El tiempo ha sido testigo también de una metamorfosis en mi obra, la cual ha ido adquiriendo una ligereza en cuanto a la materialidad, grosor y volumen, pero que se ha tornado más intensa y crítica desde un punto de vista conceptual. Durante la investigación de mi última serie ¿En qué más puedo servirle?, estuve inmersa en un intenso diálogo conmigo misma. En esta, la piel se va engrosando hasta formar un callo y convertirse en metal y objetos de plata. A su vez, y de forma muy sensual o sexual, hago que el metal se abra, se transforme en algo permeable y frágil para crear un choque orgánico con el uso de mi propio cabello a través del bordado (una práctica a la que me siento muy apegada, especialmente desde el fallecimiento de mi abuela). Es aquí́ donde se genera el comentario crítico o la señalización de la violencia encubierta, el abuso, la inmigración como narraciones de poder y de vejación permanentes que han conducido a la mujer a espacios de silencio y de subalternidad obligada. Confieso también que, en mi evolución profesional, he desarrollado gran predilección por las residencias artísticas como plataformas principales para el desarrollo de proyectos artísticos porque creo que el proceso de creación no debe realizarse desde el interior de un estudio cerrado, sino estableciendo conexiones con aquello que

pueda estar ocurriendo en otros lugares del planeta, fomentando una interacción y un crecimiento que florecen a partir del contacto con el otro y con otras culturas. En los últimos años, la presentación de mi obra siempre ha sido bajo la mirada y supervisión de un curador, participando en exhibiciones individuales y grupales con menos de 10 artistas. Recientemente he expuesto en China; en Los Ángeles para el PST Getty bajo la curaduría de Isabel Roja Williams; y en Foto España, Madrid, bajo la curaduría de Andrés Santana. Además en la bienal de Curitiba Brasil, en el Museo Oscar Niemeyer bajo la curaduría de Gabriela Urtiaga; en el Museo de Thousand Oaks, curaduría por Lynn Farrand; en Ecuador, Museo de Arte Moderno de Cuenca, curaduría por Dermis Leon; Italia, Museo Vimercate, con la curaduría de Martina Corgnati de la Brera Academi Milano; entre otras. Al hablar de mi trayectoria, prefiero hablar de fijaciones y obsesiones. Si detecto en mí alguna obsesión personal, trato de observarla y analizarla bajo un prisma objetivo, porque tengo una actitud bipolar a la hora de separar mi practica curatorial de mi práctica artística. De hecho, nunca incorporo mi obra a ningún proyecto en el que esté involucrada en calidad de curadora (comisaria).


The fire that devastated the city serves me as a perfect excuse, also becomes another compelling reason to rethink the role of women throughout history in the domestic sphere�. MC


California Museum of Art Thousand Oaks Empathy Beneath the surface Curated by Lynn Farrand

“In the site-specific installation, The house, Caichiolo focuses on issues of home, family and recovery. Her sophisticated design along with dramatic lighting and the flow of her melodic voice, draw you into examine familiar objects in a different light. Caichiolo employs clothing, old photographs and human hair wrapped around burnt branches to symbolize the significance of the home. This installation is personal for Caichiolo as it is inspired by her first-hand experience with fires in California. Whether you understand loss from the fires, or simply the challenges of leaving behind everything that is familiar, Caichiolo’s art viscerally connects you with loss as it pertains to family structures, memories and recovery. It also reminds us of the regenerative power of nature and the resilience of the human spirit.” “En la instalación de sitio específica, La casa, Caichiolo se enfoca en temas de hogar, familia y recuperación. Su diseño sofisticado con iluminación dramática y su voz melódica que fluye, lo llevan a examinar objetos familiares con una mirada diferente. Caichiolo emplea vestimenta, fotografías antiguas y ramas quemadas envueltas con cabello humano para simbolizar la importancia del hogar. Esta instalación es personal para Caichiolo, ya que está inspirada en su experiencia vivida durante los incendios en California. Ya sea que uno comprenda la pérdida de los incendios, o simplemente los desafíos de dejar todo lo que le es familiar, la obra de Caichiolo nos conecta visceralmente con la pérdida en lo que respecta a las estructuras familiares, los recuerdos y la recuperación. También nos recuerda el poder regenerativo de la naturaleza y la capacidad de recuperación del espíritu humano.“ Lynn Farrand, Curator, Los Angeles, California


The house The conflict of history doesn’t reside in history itself. It resides in the subjects that write history with every deed, gesture or action. In Marisa Caichiolo’s latest work, suggestively entitled La casa/ The house, the Argentinian artist addresses, with her signature sensitivity, a recent event that took place in the city of Thousand Oaks, located southeast of Ventura county in California. In line with her work’s usual narrative, this beautiful installation circles back to topics that are of utmost concern for her. The fire that devastated the city serves as a perfect excuse for the sample’s argument, yet it also becomes another compelling reason for Marisa to rethink the role of women throughout history in the domestic sphere. There is no questioning the irrefutable fact that every house, home and family environment is shaped by the existence of women who are mothers, wives, sisters and friends. Women have been at the core of that sphere ever since true stories of survival, undying love, and reproduction were written, stories of legacies that are preserved and multiplied. These houses thus become a tribute to all the victims, a consistent and precise metaphor of women’s value and a gesture of love and reconciliation in the face of pain and loss. Far from emphasizing the situation’s dramatic nature or stating more or less forced and opportunistic expressions of empathy, the artist engages in the plot by referencing her true-life experiences.

It’s precisely for this reason that the piece unfolds as a fine allegory of a large female body in which the burned house and dresses represent –through fictional recreation and ellipsis– the identity, memory and legacy of the women who inhabited these environments that were ripped away by fire and folly. The color palette and the formal derivations that orchestrate the staging are essential to understand the array of senses in the installation involves, completely affecting the different levels of local collective memory. Writing history is an elusive pursuit, a gesture that ventures into the depths of deceit whenever narratives are built by solely focusing on the virtue of heroes and winners. History can only be a true and honest recollection when its writing connects microstories and accidents to the whole. Marisa is familiar with this, and why wouldn’t she? She is an artist herself, a mother, displaced, and an immigrant; she is both a narrator and the subject of a narrative. As opposed to made-up truths told by fabulists and clever storytellers, Marisa gives a word of warning that becomes a call for love and forgiveness, as she is ultimately speaking to herself. These houses and dresses cease to be an exercise of representation and become a poetic of interpellation. Andrés Isaac Santana, Art Critic & Curator (ArtNexus, Arte al límite, El Nuevo Herald) Madrid, Spain


La casa El conflicto de la historia no reside en la historia en sí, sino, por el contrario, en los sujetos que la escribimos, que damos cuenta de ella en cada acto, en cada gesto, en cada obra. El nuevo trabajo de la artista argentina Marisa Caichiolo, bajo el sugestivo título La casa/ The house, se aproxima, con declarada sensibilidad, a un acontecimiento reciente ocurrido en la ciudad Thousand Oaks, ubicada en el sureste del condado de Ventura, California, en los Estados Unidos. Como es habitual, y respondiendo a la operatoria discursiva de su trabajo, esta hermosa instalación vuelve sobre temas que resultan de máxima preocupación para ella. De tal suerte, el incendio devastador que ocurriera en la ciudad y que sirve de pretexto argumental para muestra, se convierte, al mismo tiempo, en otra razón de peso para que Marisa decida reflexionar sobre los roles de la mujer a través de la historia dentro del ámbito doméstico. Qué duda cabe acerca del hecho irrefutable de que cada hogar, cada casa, cada espacio familiar está marcado por la existencia de mujeres que son madres, esposas, hermanas, amigas. Es la mujer, ese centro gravitacional desde que se escriben las verdaderas historias de sobrevivencia, de amor, de perpetuación afectiva, de reproducción, de legados que se conservan y se multiplican. Estas casas, por tanto, devienen en un homenaje a todas esas víctimas, una metáfora congruente y precisa del valor de la mujer y un gesto de amor/ reconciliación frente al dolor y la pérdida. Lejos de hacer énfasis en el carácter dramático o de postular elaboraciones emergentes y oportunistas de estrategias de empatía más o menos forzadas con la realidad del otro, la artista se involucra en

la trama desde la misma autorreferencialidad que su condición impone. De ahí́, precisamente, que la pieza se dispone como la fina alegoría de un gran cuerpo femenino en el que la casa quemada y los vestidos refieren –por medio de la recreación ficcional y de la elipsis– a la identidad, la memoria y el legado de las mujeres que habitaron esos espacios arrebatados por el incendio y la insensatez. La gama cromática y las derivaciones formales que orquestan esta puesta en escena, resultan fundamentales para intentar comprender la cadena de sentidos que se involucran en la instalación y que afectan, por completo, distintos órdenes de la memoria colectiva local. Escribir la historia es un afán que se escabulle, un gesto que peregrina en los frondosos bosques de la mentira cuando sus textos narrativos se construyen solo desde unos centros que focalizan la virtud de los héroes o de los vencedores. Su fijación como tejido, como relato de verdad y de honestidad consumada, ocurre solo y únicamente, cuando su escritura responde a la pertinencia de esos micro relatos y accidentes que dibujan un todo. Marisa sabe de esto, y tanto que lo sabe, cuando ella misma es artista, es madre, es desplazada, es inmigrante, es sujeto narrador y narrativo a un tiempo. Frente a la invención de la verdad en manos de fabuladores y diestros narradores, Marisa lanza una mirada de advertencia que, como es ella misma, se convierte en un reclamo de amor y de perdón. Estas casas y estos vestidos dejan de ser entonces un ejercicio de representación para traducirse en poética de la interpelación. Andrés Isaac Santana, Crítico de arte, Madrid, España


�The objects are naturally beautiful and they are carrying a very strong social memory. The union of the metal and humanity is an unconditional love dance between the elements. Its an armor, it is an offering, food, a representation of an earthly god.� ARR


How Else Can I Serve You? Marisa Caichiolo’s Capillary Calligraphy The notion of things-in-itself doesn’t exist, everything boils down to interpretation. Hegel neglected his defense of the “Phenomenology of Spirit” –which contains the questionable chapter “Independent and Dependent SelfConsciousness: Lordship and Bondage”– and took care of his young wife. By disregarding his brilliant philosophy, they both died of cholera. In the 19th century, the vibrio cholerae bacillus made its way from the Ganges delta into all continents. The same thing happened with the pandemic that ultimately justified capitalism, which Alexandre Kojève, Kandinsky’s godson, ideologically analyzed in his interpretation of Hegel’s “master-slave dialectic”, prompting a debate on the complex relationship between the people who dominate and the submissive. Marisa Caichiolo presents an association of elements –the banquet silverware, the woman (represented in Rachel Loba Robles’ image), and the red writing– weaving the story and redefining it by using her own hair. With this series, she proposes a new power dynamic: it’s not about a symbolic boot that crushes, but an artistic subtlety that emancipates. The structure and the visual rancor of the room at Madrid’s Athenaeum become the stage to showcase that the connection between submission and rebellion can escalate to a true unstable confrontation in an evident cultural dispute. “How else can I serve you?”, superior in voice


and height, comes to question such troubled relationships, establishing that servitude and the anthropological myth of the joy in dominance no longer exist. “More Blood”, presented on a silver platter, recreates Kojève’s dialogue with Raymond Aron about the 1960s Parisian protests: “How many are dead?” asks the Russian. “None,” responds the author of “The Opium of the Intellectuals”. To which Kojève stated: “Then nothing happened in France in May 1968.” The power relation in the pieces cancels the typical coercion of those who take refuge in the belligerence of an ideology. This gives way to a mental reflection that, in its harmony and meticulousness, with the same beautiful and natural feminism the artist has portrayed before, persuades viewers not to do things against their will. Dictatorial and repressive regimes, products of an imbalance between wisdom and human compassion, only strengthen criminal complicity in their modern versions of seduction, acceptance and exclusion... To that, Caichiolo says “No” and, from each capillary calligraphy in the artwork, her deep analysis in “How else can I serve you?” is precisely what dismantles repression, abuse and domination. Rael Salvador, Art Writer (Suplemento Cultural El Vigia) - Ensenada, Mexico

La Caligrafía Capilar de Marisa Caichiolo No hay una cosa en sí, todo abunda en interpretación. Hegel olvida la defensa de su “Fenomenología del espíritu” –donde aparece el cuestionable capítulo “Autonomía y dependencia de la autoconciencia: dominio y servidumbre”– y atiende a su joven mujer. Desatendiendo los brillos de la filosofía, ambos mueren de cólera. Desde el delta del Ganges, en el siglo XIX, el bacilo vibrio cholerae avanzó de la India hacia todos los continentes; lo mismo pasó con la pandemia que justifica el capitalismo y que analiza ideológicamente Alexandre Kojève –ahijado de Kandinsky– en “La dialéctica del amo y el esclavo en Hegel”, fomentando el debate ante los compromisos mezclados del que somete y quien es sometido. En esta relación de elementos que expone Marisa Caichiolo –la platería de banquete, la mujer (en la imagen de Rachel Loba Robles) y la redacción roja, en la acción de tejer la historia y resignificarla en su cabellera–, evidencia el nuevo juego de poder: no es el simbolismo de la bota que aplasta sino la sutileza artística que emancipa. La gramática del escenario, el encono visual de la sala –en el Ateneo de Madrid–, se convierte entonces en la muestra donde la relación de sometimiento y rebelión guardan la debida escala inestable del enfrentamiento en una evidente disputa cultural: “¿En qué más puedo servirle?”,

superior en voz y altura, es la interrogante que determina la relación inmersa donde no existe más la servidumbre ni el mito antropológico del gozo dominante. “More Blood” (Más sangre), que se nos presenta en bandeja de plata, refrenda el diálogo de Kojève con Raymond Aron en la ruptura parisina de los sesenta: “¿Cuántos muertos?”, pregunta el ruso. “Ninguno”, responde el autor de El opio de los intelectuales. A lo que Kojève dictamina: “Entonces en mayo del 68 no pasó nada en Francia.” La relación de poder que hay en las piezas anula la coacción entre quien se ampara en la beligerancia de una ideología, dando paso a la reflexión psíquica que, en su armonía y pulcritud –en un feminismo hermoso y natural, como ya se ha visto en otros discursos de la artista–, persuade al espectador que no haga nada en contra de su voluntad. Los regímenes dictatoriales y represores, producto del desequilibrio entre sabiduría y compasión humana, sólo fortalecen la complicidad en su versión moderna de seducción, consentimiento y exclusión... Y es ahí donde Marisa Caichiolo dice “No” y, a partir de cada caligrafía capilar, su profundo análisis de ¿En qué más puedo servirle? precisamente sirve para desmontar operaciones de represión, maltrato y dominación. Rael Salvador, Escritor (Suplemento Cultural El Vigia) - Ensenada, Mexico


“How else can I serve you?” is a mise-en-scène, a declaration of principles and an installation of objects with an eminently feminist discursive emphasis, supported by her relevant and daring critical commentary. In this piece, the artist unfolds a web of her own hair, a sort of strange vine, onto “the body” that defines the repertoire of silverware, providing a new meaning for the utensils’ dual semantic-linguistic nature. The piece is beautiful in itself, in its most radical autonomy, but the title is what truly determines (and amplifies) the discursive context of its interpretation and possible meanings. Even with its straight-forward enunciation, it refers to the troublesome social contract that nominalizes gender inequality, condemning ongoing loyalty to power relations and their governing structures. The piece itself is a kind of memorandum for a geography of fury. However, her proposal transcends a mere feminist interpretation to attain other discursive elements of a broad symbolic and narrative implication. In fact, its statement refers to the de facto nominalization of the subservient role that the “female symbol” has been reduced to, where women are subject to constant humiliations and silences by the phallocentric narrative and its extensive mechanisms of domination and control. Nevertheless, that same statement and those same objects retort to speak on the constant condition of otherness and the stratification of contemporary subjects. By saying this, I don’t deny the piece’s feminist dimension (in fact, this semiological component is quite obvious), but I believe that, due to an extension of the real or figurative meaning, it should be taken into account that these objects are, by force majeure, the mirror of many subaltern realities and lateral subjectivities. The artist has experienced

in her own flesh, like myself and many others, this situation of withdrawal and violent (arbitrary) distribution of law. More or less recently, after spending enough years on American soil, she finally came to uphold the “power” of owning an American passport. As far as I know, this means conquering one nationality, provided you give up another. Once more, control mechanisms offer an advantage that will imply loss and uprooting in the long run. I strongly believe that, at is core, this piece passes a sharp critical comment on all operations of authority, segregation and loss. Andrés Isaac Santana, Art Critic, Madrid, Spain

“¿En qué más puedo servirle?” resulta una puesta en escena, una declaración de principios, una instalación de objetos de énfasis discursivo eminentemente feminista que sustenta un comentario crítico advirtiendo así su propia pertinencia y audacia. En ella, y guiada por una suerte de re-significación del utensilio en su doble condición semántico-lingüística, la artista despliega un tejido, a modo de extraña enredadera con su propio cabello, sobre “el cuerpo” que define este repertorio de cubiertos de plata. La pieza es hermosa en sí misma, en su más radical autonomía, pero el título es lo que viene a cerrar (lo mismo que amplificar) el contexto discursivo de la interpretación y los posibles sentidos. Aun en su frontalidad enunciativa, esta pieza remite al contrato social conflictivo que sustantiva la desigualdad entre hombres y mujeres, subrayando el vasallaje de las relaciones de poder y de sus estructuras regentes. La pieza en sí misma es

una suerte de apunte para una geografía de la furia. Sin embargo, su propuesta trasciende la mera interpretación feminista para alcanzar otros elementos discursivos de amplia implicación simbólica y narrativa. En efecto, el enunciado de la pieza remite de facto a la sustantivación de ese rol servil al que “el signo mujer” ha estado reducido en la trama de vejaciones y silenciamientos del relato falocentrista y de sus amplios mecanismos de dominación y de control. Sin embargo, ese mismo enunciado y esos mismos objetos, replican discursivamente sobre esa constante condición de alteridad y de estratificación del sujeto contemporáneo. No afirmo con ello que sea errática la lectura de la dimensión feminista de la pieza (de hecho, resulta bastante obvio ese engranaje semiológico), pero creo que, en virtud de una ampliación del sentido real o figurado, debería atenderse al principio de que estos objetos son por fuerza mayor, de la retórica, el espejo de muchas realidades subalternas y de muchas subjetividades laterales. La propia artista ha experimentado en carne propia, como yo y muchos, esta situación de repliegue y violenta (arbitraria) distribución del derecho. Hace relativamente poco, luego de suficientes años en suelo estadounidense, vino, por fin, a detentar el “poder” de la tenencia de un pasaporte americano. Lo que supone hasta donde sé, la conquista de una nacionalidad a condición de perder otra. Una vez más los mecanismos de control nos sirven de una ventaja que implica, a larga, una pérdida y desarraigo. Creo, con mucho, que esta pieza remueve en su núcleo duro un comentario crítico hacia todas esas operatorias de autoridad, segregación y pérdida. Andrés Isaac Santana, Crítico de Arte, Madrid, España


“Caichiolo says “No” and, from each capillary calligraphy in the artwork, her deep analysis in “How else can I serve you?” is precisely what dismantles repression, abuse and domination.” RS


“Even with its straight-forward enunciation, it refers to the troublesome social contract that nominalizes gender inequality, condemning ongoing loyalty to power relations and their governing structures. The piece itself is a kind of memorandum for a geography of fury.� AS


PERFORMANCE Video - How Else Can I Serve you? Performance Photographic Documentation Performer: Rachel Loba Robles 2017



�For me playing around and putting together the strength of the metal and the fragility of the hair... was very powerful, very personal. The magical part was to see how the hair can go through the metal and break it in such an organic and sensual way...� MC



“My idea here is to raise my voice against the unjust wages, unfair gender working conditions, generating questions related to borders, illegality, diversity... also open the dialog to many current issues: abuse... violence...� MC


“The dress as a skin, a shield and defense; the model is slowly hovered through the waters of a swimming pool, a metaphor of the sea that unites us and makes us equal.“ MC



Her visual work has travelled through a variety of concerns; however, it is currently focused on working and investigating the skin as a metaphor that allows her to create a poetical speech about the different problems and complexities related to identity. All this through a thorough exploration of the different artistic forms the author uses to express herself. Skin is a part of the body; it is a part of all of us even though it differs from one person to another. Every skin has its own story, past, present, and future. Penetrating the epidermis and looking beyond is not an easy task: its interpretations and undertones are very fluctuating. Caichiolo appreciates this organ as a wrapper, as a map that separates our inner and outer worlds. Marisa keeps inquiring and exploring her own territory in a very similar way, and broadens her series “Bajo la Piel, el Vacio” with new creations that stimulate our thinking. Her most recent piece, classified as a performance- installation by the artist, was executed during her stay at the Ifitry residence in Morocco. She works with a local model (Sanae Arragas) in a both accurate and intelligent way that allows her to dialogue with her context and nod at the rest of the world. Black and white are once again present on the symbolic world that Marisa Caichiolo builds with every work, Dermis León describes. The elegant and sober result consists on a woman that is wearing a long dress that works as skin, shield and defense; she is slowly hovered through the waters of a swimming pool, a metaphor of the sea that unites us and makes us equal. Her emptiness disturbs us; her messages produce more questions than answers. That is what her work and contemporary art are about: having doubts, reflecting on and approaching every object or artistic action. Marisa Caichiolo’s complete production manages to transmit even the smallest detail. Her philosophical, aesthetical, religious and artistic thinking has allowed her to create pieces full


of mystical symbolism that contain a unique energetic vibration that allows the audience to experience different emotions with every piece. Daniel G. Alfonso, Art Critic & Curator (Interview Arte Al Limite magazine) - Lima, Perú Su trabajo visual ha transitado y visitado diversas inquietudes, sin embargo, en la actualidad, su obra está enfocada al trabajo e investigación de la piel como metáfora que le posibilita crear un discurso poético sobre las complejidades y los diferentes problemas de la identidad; todo a través de una exploración minuciosa de las diversas manifestaciones artísticas de las que se vale la autora para expresarse. La piel es parte del cuerpo, a todos nos pertenece no obstante son diferentes; cada piel tiene su historia, su pasado, presente y futuro. Penetrar la epidermis y ver más allá, no es tarea fácil, las interpretaciones y sus connotaciones son muy variables. Caichiolo aprecia este órgano como envoltura, como un mapa cartográfico que separa nuestro mundo interior y el exterior. El vestido, piel que nos cubre, se convierte en un símbolo o huella que es imposible borrar, es una marca que nos acompaña por nuestro viaje en el universo. Esto se evidencia en la obra in situ que ejecutó en las playas de Qingdao, en la que dos largos vestidos –uno negro, alegoría de la mujer, y otro blanco, metáfora del hombre– eran trasladados por todo el espacio por las corrientes creadas por las olas. El mar nos separa y nos une, es una barrera invisible entre los diferentes sistemas de creencias.

De un modo muy similar, Marisa sigue explorando e indagando en su propio territorio y amplía su serie Bajo la misma piel, el vacio con nuevas producciones que hacen que nuestro pensamiento se active. Su más reciente pieza, catalogada por la propia autora como performance-instalación, fue realizada durante su estancia en la residencia Ifitry, Marruecos. De un modo muy inteligente y acertado, trabaja con una modelo local (Sanae Arraqas) que le posibilita dialogar con el contexto en el que se encuentra y a su vez hacer “señas” de carácter universal. Blanco y negro vuelven a estar presentes en un mundo simbólico que construye Marisa Caichiolo con cada producción, escribe Dermis León. La solución, elegante y sobria, versa sobre una mujer que porta un vestido largo que cumple la función de piel, coraza y defensa; desplazada lentamente nada en las aguas de una piscina, alegoría del mar que nos une y nos convierte en iguales. Su vacío nos inquieta, sus mensajes generan más preguntas que respuestas. De eso se trata su obra y el arte contemporáneo, tener dudas, reflexionar y acercarnos a cada objeto o acción artística que ejecuta. Marisa Caichiolo, con su producción toda, logra contagiarte hasta el más mínimo detalle. Su pensamiento filosófico, estético, religioso y artístico, le ha permitido crear piezas de un simbolismo místico, que lleva en su interior vibraciones energéticas únicas que facilitan establecer emociones diversas frente a cada una de sus obras. Daniel G. Alfonso, Crítico de Arte & Curador (Entrevista Revista Arte Al Limite) - Lima, Perú



“Special thanks to Ifitry Artists in residence, Morocco. To Director Mostapha Romli for his friendship and support during the entire project and local model Sanae Arragas for her support and willingness toward the project�. MC


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