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De lenguas en conflicto a la convivencias de lenguas: bilingüismo en el contexto puertorriqueño

Luis A. Ortiz López Melvin González Rivera

Luis A. Ortiz Lopez es Catedrático de Lingüística Hispánica en el Departamento de Estudios Hispánicos y en el Programa Graduado de Linguistica de la Universidad de Puerto Rico, en Rio Piedras. Sus áreas de investigacion transitan la sociolinguistica variacionista, las lenguas en contacto y la adquisicion de lenguas, areas en las que ha publicado cinco libros y casi medio centenar de articulos.

El Dr. Melvin González Rivera es Catedrático Asociado de Lingüística Hispánica en el Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico, en Mayagüez. Sus áreas de especilización son la sintaxis, semántica y pragmática del español, y su interfaz.” El debate sobre la oficialidad del español y el inglés en Puerto Rico rebasa ya sus cien años de historia y aún no tenemos un panorama claro sobre qué repre sentan y qué papel desempeñan ambos idiomas en la sociedad puertorriqueña, tanto para los puertorri queños que permanecen en la Isla como para los de la diáspora. Muchos puertorriqueños han elegido los Estados Unidos continentales como lugar de residen cia (eg., New York, Illinois, Texas, y más recientemente Florida, Duany 2011), país cuya lengua de uso, aun que no oficial, es el inglés. El debate sobre la oficialidad lingüística en Puerto Rico ha estado influenciado desde sus inicios de un severo matiz político -ie., la ocupación estadounidense en 1898 y la oficialización del español y del inglés como lenguas oficiales por el nuevo gobierno colonial, en 1902, que nos ha impedi do poner en marcha propuestas serias sobre el tema (Negrón de Montilla 1990; Delgado 1994; Ortiz López 2000; Torres 2002; Nickels 2005; Duany 2011). Por lo tanto, retomar el debate sobre la oficialidad de lenguas en Puerto Rico es insertarse inevitablemente en los conflictos ideológicos y culturales que éste acarrea, conflictos que han sido llevados al escenario lingüís tico (cf. Ríos 1995; Ortiz López 2000; Torres 2002) y

han repercutido en las nociones de lengua e identidad, nacionalidad y transnacionalidad, como lo demuestran muchas investigaciones recientes (Irvine & Gal 2002; Brown 2005; Duany 2011; Valdez 2011, 2012; Ortiz Ló pez 2010, en prensa).

El issue en el contexto puertorriqueño, a nuestro parecer, ha sido elevar el conflicto lingüístico al pla no o dilema ideológico del tipo americanización versus hispanización, dilema que se ve manifestado en el ya famoso mantra: con la americanización perde ríamos nuestra identidad y el español. Dejando este asunto a un lado, muy relevante desde la perspectiva de la sociología del lenguaje, este ensayo examina mos el dilema americanización versus hispanización en el contexto sociolingüístico puertorriqueño con el propósito de demostrar, entre otras cosas, que el dis curso enfocado en la hispanidad ha venido perdiendo adeptos a medida que progresa el bilingüismo social y se neutralizan. Tanto algunos dominios y usos del inglés y español, como las actitudes y las creencias hacia ambas lenguas, en un escenario transnacional (Duany 2011), donde: (a) el aparente antagonismo ser americano versus ser puertorriqueño pierde vigencia; (b) la movilidad geográfica y social es más visible; y (c) la globalización contribuye a que la lengua y las creen cias y actitudes asociadas a ésta estén en constante cambio, según veremos más adelante 1 . Como mencionamos anteriormente, los intentos de imponer, a través de la oficialización del lenguaje, el inglés en Puerto Rico surgen muy temprano en nues tra historia política más reciente, principalmente con la invasión del territorio puertorriqueño por los esta dounidenses en 1898, oficializando ambas lenguas, el español y el inglés, a partir de 1902. Sin embargo, los intentos de imponer el inglés se enfrentaron con una lengua con raíces históricas muy profundas: el español (cf. López Laguerre 1989). En el caso de Puerto Rico, lo sorprendente y extraño no ha sido que el español

1. Por razones estrictamente de espacio, no discutiremos la extensa bibliografía que se ha producido sobre éste y otros temas similares, referimos al lector interesado al número especial de la Revista O-Clip, del Departamento de Estudios Hispánicos de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Puerto Rico (2003- 2005), sobre la bibliografía lingüística del español de Puerto Rico. En esos números encontrará investigaciones sobre la situación de contacto lingüístico español-inglés en la Isla. se haya mantenido como primera lengua de los habitantes de la Isla, como se ha documentado en cientos de artículos y en los censos (Duany 2011), sino que el inglés, a pesar de su prestigio como lengua franca y de su valor para la educación y ascenso en la escala social, no se haya convertido en segunda lengua de uso común entre los puertorriqueños (Pousada 1999; Torres González 2002; Duany 2011). Según el Censo de los últimos años, un 80% apro ximadamente de los puertorriqueños dice no hablar inglés o no hablarlo bien (Speak English less than very well). Luego de más de 100 años de presencia esta dounidense en la Isla y de convivencia con el inglés, a través de los medios de comunicación, su enseñanza en el sistema de educación o el continuo flujo de mi grantes puertorriqueños hacia y de los Estados Unidos, entre otros medios de contacto lingüístico, más de la mitad de los puertorriqueños reconoce no hablar o tener una competencia lingüística muy limitada en el idioma inglés, o el difícil, como le bautizó la escritora Ana Lydia Vega. Sobre este asunto hay múltiples interpretaciones, aunque en el debate se ha destacado la tesis de que el inglés y su enseñanza se han utilizado con propó sitos ideológicos que persiguen americanizar, asimilar y anexionar a los puertorriqueños y, como reacción, el puertorriqueño desarrolló un sentido de hispanofi lia con el español como caballito de batalla. En otras palabras, un issue sociopolítico contribuyó a asociar y a contaminar las lenguas español e inglés con ideo logías conflictivas del tipo americanización versus hispanización; americanos versus hispanos; america nos versus puertorriqueños; Estados Unidos versus España; yanquis versus puertorriqueños. Es decir, en Puerto Rico se ha tratado el asunto lingüístico desde el conflicto y la oposición. Dentro del contexto histórico colonial del país, a partir de la invasión norteamericana hasta el presente, el español se ha visto como lengua asediada. Esto ha contribuido a que tanto políticos como intelectuales nacionalistas hayan asumido pos turas lingüísticas defensivas, convirtiendo el español en un símbolo de identidad nacional, en una trinchera de la hispanidad y en un escollo para la asimilación y la anexión (Delgado Cintrón 1994 (cf. Negrón de Montilla 1990; Trías Monge 1999).

Por otro lado, el primer centro docente del país, la Universidad de Puerto Rico, así como otros centros culturales, como la Academia Puertorriqueña de la Lengua y el Ateneo Puertorriqueño, no han estado al margen de este polémica: intelectuales y políticos han gestado, desde la hispanidad y la hispanofilia, una na cionalidad y una identidad puertorriqueña con el español como piedra angular. Desde esos recintos se ha custodiado el español; se ha defendido su pureza fren te a cualquier contaminación con el inglés. También se ha rechazado, a veces abiertamente, otras con mucha sutileza, y en muchos casos por omisión, un proyecto bilingüe para la sociedad puertorriqueña. No obstante, la sociedad puertorriqueña es hoy muy diferente a la que nos describieron Pedreira y los treintistas, contrasta también con la de los cuatro pi sos de José Luis González, y con el País que describe Luis R. Sánchez en La Guaracha del Macho Cama cho. Puerto Rico es hoy una sociedad con casi cuatro millones de habitantes, y más de cuatro millones en la Metrópoli, según el censo de 2010. La sociedad puertorriqueña de hoy es pues diversa y compleja. Esa heterogeneidad social se refleja también en la lengua; hoy las manifestaciones lingüísticas que se hablan en este territorio parecen distanciarse de aquellas que nos describieron Tomás Navarro Tomás, Salvador Tió, Rubén del Rosario y Manuel Álvarez Nazario, para mencionar algunos. Dentro de estas manifestaciones encontramos di versos tipos de monolingües en español, con sus diversos sociolectos del español puertorriqueño; una gama de hablantes bilingües, con diferentes grados de competencias en inglés y español (bilingües si multáneos y bilingües secuenciales); y monolingües en inglés. Estas múltiples posibilidades lingüísticas se reflejan socialmente mediante el bilingüismo guberna mental como resultado, no sólo de la relación política y económica con los Estados Unidos. Esta relación, dicho sea de paso, ha conllevado la aprobación de leyes que tienen el fin, según el partido que ocupe el poder gubernamental, en unos casos a vincularnos más con ellos, como la Ley 1 de 1993, o en otros a se pararnos de ellos, como la Ley IV del Idioma de 1991. Además, como resultado de la necesidad de una es pecie de lengua franca que responda a las tendencias de la globalización como del bilingüismo social, en el sentido de un continuum de habilidades lingüísticas que van desde los diversos grados de monolingüismo y de bilingüismo. También, hoy somos otros los protagonistas, y, también, son otros los textos que se debaten, aunque todavía nos persigue aquel viejo cuco de la america nización. En los últimos años, a la luz de la oficialización de las dos lenguas (1993) y de la propuesta de formar el “ciudadano bilingüe” (1998), se han le vantado nuevamente voces políticas e intelectuales, dentro del pensamiento neonacionalistas o neopuer torriqueñistas que, como en aquellos viejos tiempos, atrincherados en la hispanidad, ven amenazada, con razón o sin ella, la identidad puertorriqueña desde la lengua, y defienden a brazo partido el hispanismo e hispanofilia. Para los neonacionalistas persiste, debi do a la llegada al poder de los anexionistas y de sus políticas lingüísticas ‘bilingües’, la preocupación por el destino del español, como ‘lengua asediada’, de la patria y de la puertorriqueñidad; asimismo, prevalece en ellos un discurso lingüístico en defensa del espa ñol muy similar al de sus antecesores, con tendencias homogeneizantes que hacen desaparecer por arte de magia las diferencias étnosociolingüísticas de la socie dad puertorriqueña actual. Entre ellos se levanta, con razón o sin ella, el eterno debate del bilingüismo que trae consigo el debate sobre la americanización y la asimilación. Mediante este ‘nuevo’ discurso, a pesar del tiempo transcurrido, de la hibridez nuestra y de la fortaleza del español ante los pretendidos intentos de socavarlo, se sigue asociando patria y lengua, identi dad y lengua y, ante la pregunta qué somos, se proclama a viva voz “somos español”, como lo anunciara hace unos años el exgobernador Rafael Hernández Colón al indicar que el signo de nuestra cultura es es pañol (cf. Pabón 2002), discurso que es asumido por otros intelectuales. Asimismo, resurgen, como en el pasado, las voces que persiguen proteger la pureza del idioma. Pense mos en las cantidades de publicaciones sobre la norma lingüística, así como los artículos en la prensa y, más recientemente, cuñas radiales que atentan contra la inteligencia de nuestro pueblo. Con un tono estig matizante e insultante, se pronuncian en contra de los

anglicismos en la lengua, como en los 60 y 70, y en contra de formas coloquiales, principal, pero no exclu sivamente, de los sociolectos populares, pues muchas de éstas se han gramaticalizado entre nosostros. En estas cuñas se asocia, sin la menor conciencia inte lectual, y bajo premisas falsas, el supuesto ‘lenguaje defectuoso’ con pensamiento defectuoso, obviando toda una literatura reciente sobre contacto de lenguas, bilingüismo, adquisición lingüística y variación lingüís tica. Hoy un principio irrefutable dentro de la sociolingüística es la variación lingüística condicionada por variables internas de la lengua y externas a ella, así como el papel que juega el contexto sociolingüístico y el pragmático en el proceso de adquisición lingüística, tanto nativa como no nativa. ¿Cuál sería entonces el pensamiento defectuoso?; ¿Cuál es el lenguaje defec tuoso? Para qué nos han servido los avances dentro de la lingüística cognitiva y la sociolingüística, si se guimos con estas ideas sustentadas en ideologías e impresiones. Parte de este debate público, también, se ha tras ladado a los centros de investigación lingüística, por lo que un número significativo de la investigación lingüística reciente en Puerto Rico ha estado enmar cada dentro de la tradición de la defensa y la pureza del español frente al inglés (Prosper 1999). Muchos de los esfuerzos se han dirigido a estudiar el español de Puerto Rico en relación con el inglés, con miras a de tectar todas las formas que lo distancia del español estándar. En primer lugar, mediante la interferencia; en segundo lugar, por la transferencia del inglés so bre el dialecto puertorriqueño, siempre vistos como procesos ‘negativos’ por las alteraciones que repre senta en el dialecto puertorriqueño. Como resultado de algunas de estas investigaciones, se ha concluido que formas dialectales nuestras responden a formas ‘simplificadas’ como resultado de estados intermedios o de interlengua (Selinker 1972), como ocurre en si tuaciones de adquisición bilingüe y en escenarios de criollización, con las implicaciones cognitivas, sociales e históricas que ello conlleva 2 . Como vemos, la tradi

2. Nos preguntamos, si estas formas sintácticas a las que se refieren los académicos, son formas sincrónicas, es decir innovaciones del dialecto puertorriqueño que tienen explicaciones múltiples, más allá del contacto lingüístico, por ejemplo en las necesidades semántico-pragmáticas de los hablantes, en los patrones o com portamientos más universales de las lenguas, y en las evoluciones ción decimonónica, normativa a ultranza que asumían en aquella época instituciones culturales, entre ellas, la Academia Puertorriqueña de la Lengua, aunque más flexible hoy, no ha desaparecido del todo. Esta posi ción de la Academia requiere una reflexión que este espacio aquí no nos lo permite, pero que un proyecto lingüístico para el País debe pensarlo a la hora de di señar y planificar la enseñanza de las lenguas. Esto, también, podría darnos pistas de algunos fracasos de la enseñanza del español en Puerto Rico. Frente a este discurso antagónico y conflictivo entre las dos lenguas, Torres González (2002) ha pro puesto lo que él llama “un consenso político lingüístico imperfecto” enmarcado en un bilingüismo en el go bierno y en la enseñanza que “reconozca la primacía del español vernáculo y la importancia del inglés como segundo idioma”. Esta propuesta responde a la ten dencia a la globalización, que por un lado promueve la expansión de lenguas francas, por ejemplo, el inglés, y, por otro, favorece las tendencias hacia una marcada heterogeneidad cultural y lingüística que se manifies ta no sólo en términos étnicos, nacionales, regionales o territoriales, sino también en términos de clase, género, grupos generacionales y otros referentes so cietales. Es decir, Torres González defiende un tipo de bilingüismo aditivo en el que se consideren todos los sectores de la sociedad puertorriqueña. Asimismo, en este debate público sobre el idioma, la identidad y la nacionalidad, han surgido voces al ternas, entre las que se destacan Arcadio Díaz Quiñónez, Rubén Ríos, Carlos Pabón, Juan Duchense y Carlos Gil, para mencionar algunos, entre quienes ha surgido un discurso antagónico al afán hispanista, que cuestiona y rechaza, primero, que la nacionalidad se reduzca a una esencia étnica (hispánica) y/o lingüís tica (el español); y, segundo, niegan que Puerto Rico sea interpretado como “una nacionalidad homogénea e hispanófila en un imaginario nacional que borre a los demás, elimina la diferencia y excluye a la inmensa mayoría de los puertorriqueños” (Pabón 2002). Asimis mo, cuestionan que el antagonismo puertorriqueñismo versus americanismo sea un verdadero conflicto en la inmensa mayoría de la sociedad puertorriqueña actual.

diacrónicas de la lengua que también se evidencian en muchos otros dialectos del español.

Más allá de este debate que se ha generado principal, pero no exclusivamente, en la esfera pública entre políticos e intelectuales, americanistas versus puerto rriqueñistas; neonacionalistas versus posmodernitas, ¿qué piensan los puertorriqueños fuera de las aulas de la academia y las instituciones culturales?; ¿Se en cuentran en la disyuntiva entre americanizacion versus hispanización?; ¿Con cuáles de estas posturas coinci de la mayoría de los puertorriqueños?; ¿Es la lengua un issue conflictivo para los puertorriqueños, o es un

issue impuesto por una clase elite intelectual que no representa el pensamiento del pueblo?; ¿Es la lengua hoy un símbolo de identidad para los puertorriqueños, como creyeron los gestores de una supuesta identi dad y nacionalidad puertorriqueña que aún defienden los neonacionalistas?; ¿Representa el bilingüismo una amenaza para su existencia etnosociolingüística? Es tas y muchas otras interrogantes surgen a la luz del conflicto etnolingüístico que ha permeado en ciertos grupos de la sociedad puertorriqueña. Algunos estudios han demostrado que, para la mayoría de los puertorriqueños, la disyuntiva ameri canizacion versus hispanización en cuanto al idioma no constituye un issue. Una encuesta auspiciada por el Ateneo en 1990 reflejó que el 86% de los puerto rriqueños ha aceptado las dos lenguas como lenguas oficiales; sólo un 40% aceptaría un Spanish Only y un 6% un English Only.

Actitud Lingüística

Co-oficialidad español-inglés Spanish Only English Only

%

86 40 6

Tabla 1. Actitud lingüística hacia el español-inglés (Encuesta del Ateneo Puertorriqueño, 1990)

¿Cuáles posibles razones podemos ofrecer, entonces, para explicar los datos? Según la encuesta del Ateneo, el progreso económico se vincula con el aprendizaje del inglés. El 90% lo considera muy impor tante e importante (60%/30%), sin que ello signifique menosprecio del español, frente a un 96% que lo con sidera tan importante como el inglés. Ortiz (2000) reporta datos muy similares entre los estudiantes universitarios: el 83% cree que, ante la tendencia que existe hacia la globalización, se hace imperante el bilingüis mo entre los puertorriqueños. El 88% es consciente que el bilingüismo le abre las puertas a trabajos mejor remunerados. Estos hallazgos demuestran que la con vivencia lingüística va surgiendo de forma natural, sin los conflictos que ocasionaba en el pasado. Podría mos reconocer, entonces, que los puertorriqueños han venido aceptando las dos lenguas, más allá de con troversias de oficialidad e identidad, sin cuestionar o poner en duda que el español sea la lengua materna. En fin, hablar sobre aspectos sociolingüísticos en situaciones de contacto, como es el caso del espa ñol y el inglés en Puerto Rico, significa adentrarnos en temas lingüísticos y extralingüísticos muy complejos y polémicos. Es importante entender que algunos de estos aspectos, aunque van más allá de la investiga ción y del conocimiento de los sistemas lingüísticos en cuestión, se extienden a asuntos sociopolíticos profundos, como lo viene a ser el papel que desem peñan la nación, los grupos nacionales, la migración, así como los procesos de asimilación, aculturación, transculturación, integración, multiculturalismo y transnacionalismo. Estas situaciones se producen fre cuentemente donde conviven en un mismo territorio dos o más lenguas, es decir, en escenarios bilingües, multilingües y hasta diglósicos. En nuestro caso particular, aunque si bien los tiem pos han cambiado, parece prevalecer, en sus dos vertientes, con razón o sin ella, aquel viejo dilema público nacionalista de la defensa de la puertorriqueñidad, del español y de la hispanidad en general, contra toda amenaza americanista y anexionista. Prevalece, tam bién, aquella antigua misión, pública y privada, de pureza lingüística contra el barbarismo anglicado y foráneo. Paralelo a este debate, una parte del País reniega estas construcciones de la identidad puertorriqueña, como Díaz Quiñones (1993), quien reconoce la mez cla e hibridez de nuestra lengua, como una cultura más híbrida, heterogénea y globalizada, que pone en jaque los discursos homogéneos y excluyentes, que intentan, definir la identidad nacional, siguiendo cons trucciones de un pasado que ya no existe; apelando a conflictos que ya se han superado; otorgando valor inmutable a entidades mutables como son la lengua y la identidad nacional; legislándolas, a su vez, como si eso fuera garantía incólume para la eternidad. Nuestra situación transnacional, política y econó mica con los Estados Unidos y nuestra convivencia, cercana o menos cercana, con esa cultura por más de un siglo, ha contribuido a estos resultados. Así lo confirman los puertorriqueños mediante encuestas, referendos y elecciones. El inglés, como medio instru mental y económico, ha venido poco a poco, no sólo cambiando aquellas pasadas actitudes y creencias,

sino también ha ido penetrando, algunos dominios de la sociedad puertorriqueña, sin que ello represente una amenaza para su construcción de su identidad y para su lengua. Las motivaciones reales han logrado desarrollar en los puertorriqueños actitudes muy po sitivas hacia el inglés, y hasta cierta lealtad lingüística, como lo representa hoy la ciudadanía americana. Como sociedad heterogénea, Puerto Rico presenta muchos rostros. Una política lingüística debe atender esta realidad que nos ha llevado a una heterogeneidad sociolingüística compleja que incluye a: a. los puertorriqueños de las clases menos aventaja das, más monolingües en el español menos estándar; b. las clases medias aventajadas, más bilingües, más transnacionales y bifocales, y con mayor movilidad entre ambos países, con mayor dominio del están dar de ambas lenguas. Algunos de las clases más pudientes, como había adelantado Vélez (1999), son más monolingües en inglés o más bilingües a favor del inglés; c. los puertorriqueños de la diáspora, más monolin gües en el inglés no estándar, para quienes, principalmente aquellos de la tercera generación, conocidos como heritage speakers o hablantes de herencia (Montrul 2008), el español no representa el sello fundamental de su marcada identidad puerto rriqueña (Zentella 1997; 2002), y regresan a su País o al de sus progenitores con un equipaje lingüístico distinto; y d. las muchas otras etnias, dominicanos, documen tados o indocumentados, cubanos, angloamericanos, y extranjeros, con sus diversos dialectos y sociolectos y sus actitudes lingüísticas ya formadas.

Necesitamos seguir investigando los muchos ros tros de la realidad etnosociolingüística puertorriqueña desde una perspectiva global que considere todas las posibilidades, entre ellas, las múltiples manifestacio nes de la convivencia del inglés y el español en Puerto Rico. Esto contribuirá a poner en marcha un verdade ro proyecto de política y planificación lingüística integrador basado en esta complejidad sociolingüística. Veamos algunas propuestas que podrían servir como punto de partida para repensar las lenguas desde el salón de clases, enmarcadas en un plan educativo a largo plazo.

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5. Desarrollar una política lingüística desde una pers pectiva amplia que incluya el bilingüismo aditivo, porque como propone Torres González (2002) es un instrumento de incalculable valor para el desa rrollo humano. Si los educadores y planificadores de la enseñanza nos ponemos de acuerdo en la en señanza de las dos lenguas y le de damos el valor y el espacio sociolingüístico que tienen, según todas las dimensiones individuales y colectivas, cultura les y económicas, políticas e ideológicas –como parece que está ocurriendo con naturalidad entre los jóvenes– entonces este bilingüismo aditivo ha brá ganado mayores posibilidades de éxito. Repensar la enseñanza de la lengua materna des de una visión amplia y heterogénea de la sociedad puertorriqueña que incorpore a todos los grupos etnosociolingüisticos, con énfasis en los menos aventajados, dentro de una realidad puertorrique ña, caribeña e hispanoamericana diversa, y no desde la perspectiva de la defensa y pureza de la lengua y la nacionalidad puertorriqueña, como se ha hecho hasta la fecha. Cambiar el enfoque histórico y canónico de la len gua por un enfoque multicultural y lingüístico desde una realidad etnosociolingüística híbrida puertorri queña, caribeña e hispana. Promover la enseñanza de la lengua, entiéndase la producción y comprensión oral y escrita del verná culo desde perspectivas de adquisición lingüística y siguiendo los modelos actualizados de la lingüís tica aplicada, y no exclusivamente desde perspectivas culturales, históricas, literarias. Es decir, enseñar lengua, en este caso español; el español como un objeto de estudio y no ‘cosas’ sobre el español, aunque estas sean importantes desde otros para digmas. Repensar los currículos de preparación de maes tros de lenguas, a la luz de nuestras realidades sociolingüísticas; hoy montado sobre bases literarias y lingüísticas históricas de afirmación nacional y de defensa del español, mediante la literatura. Pensar en un currículo desde la perspectiva de la adqui -

sición de la lengua (producción y comprensión, oral y escrita) y dentro de un marco de referencia puertorriqueño, caribeño y latinoamericano, híbrido y heterogéneo, diverso étnica, ideológica y lingüís ticamente.

Las universidades tienen un gran reto por delante para empujar estas propuestas, por ejemplo, en lo que respecta a la formación de maestros. En el Recinto de Río Piedras, de la Universidad de Puerto Rico, ya lo hemos estado repensando mediante el nuevo currícu lo del bachillerato, en los nuevos certificados graduados para maestros de español y de inglés, en los nuevos programas graduados en desarrollo, pero aún falta mucho por hacer. Respecto al inglés sólo unas pala bras: No podemos seguir viendo el inglés en pugna y en conflicto con el español. La necesidad de diálogo entre los educadores y los investigadores de lenguas (primeras, segundas y extranjeras) se hace apremian te. No debemos de seguir trasladando estas luchas y conflictos ideológicos al lenguaje que se enseña los salones de clases. Ya vemos que los jóvenes disfrutan de ciertas actividades en inglés, defienden su valor y no perciben tal conflicto. Esto debe ser un estímulo para la planificación de esta lengua. Se debe enseñar el inglés con suficiente input, atendiendo la diversidad de grupos etnosociolingüísticos que existen en el País, con las metodologías adecuadas hoy más ecléticas, y de acuerdo con las necesidades particulares de los estudiantes, y con maestros especializados para ello, que la universidad ha de formar. Dentro de este mode lo, se deben integrar los contextos y dominios reales de uso del inglés en los estudiantes como son los am bientes naturales, los intercambios, la tecnología y los medios (la televisión, los celulares, el cine, la música, las revistas, etc.).

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