El profesorado y el alumnado de las escuelas de ingenieros, en lo general, coinciden en definir la enseñanza de la ingeniería como una formación estrictamente “capacitadora”, en la que se omiten aquellos componentes formativos que no son puramente técnicos. La “formación técnica” y “la formación humana” son concebidas como dos realidades disociadas, lo que implica no distinguir e identificar los valores implícitos en el aprendizaje de determinados conocimientos, habilidades y capacidades técnicas. De ahí que se describa la enseñanza en la Ingeniería como exenta de valores. Sin embargo esta asepsia axiológica no es cierta. En dicha enseñanza predominan valores del tipo instrumental de cara a la eficacia y la rentabilidad, y, asimismo, a una concepción un tanto elitista y selectiva de la profesión, basada en el éxito y el prestigio profesional