Nada en nuestro planeta permanece inamovible, estamos en un planeta vivo, en constante transformación. La actividad volcánica, el viento, la lluvia, los terremotos, provocan cambios en las forma, textura y habitabilidad de la superficie de éste nuestro hogar.
Aunque inicialmente la geoforma se debió a la actividad volcánica y a los movimientos tectónicos, al formarse los líquidos que dieron origen a la vida han sido de gran influencia en la transformación de la superficie terrestre. El ciclo hidrológico, después de evaporar y precipitar las aguas ha producido cambios en la corteza terrestre que son mas o menos profundos dependiendo de las capas de suelos y roca por la que transitan de las partes altas hacia el mar.