© Enrique Carratalá Deval © Jorge Sánchez Antúnez © De la presente edición: Ayuntamiento de Torrent El cine en Torrent 1911-1996 Salas, películas y programas de mano Alcalde: Jesús Ros Piles Concejal Delegado de Publicaciones y Cultura: Alfred Costa Folgado Autores: Enrique Carratalá Deval (Colección de carteles y programas de mano) Jorge Sánchez Antúnez (Textos y coordinación) Diseño: Eugenio Simó Muñoz Ilustraciones: Manolo Sánchez Peris Edita: Ayuntamiento de Torrent Concejalía de Publicaciones y Cultura Ramón y Cajal, 1 46900 Torrent. València Telèfon: 96 111 11 11 www.torrent.es Impresión: Gráficas Royanes Encuadernación: Encuadernaciones Gómez Depósito Legal: V-2538-2016 ISBN: 978-84-939709-5-6
Tipografías utilizadas: Galaxie Copernicus Galaxie Polaris Burford Papeles utilizados Arcoprint Milk de Fedrigoni Queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total y o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento.
Foto cubierta: Asistentes al cine Montecarlo, entre ellos los actores Fernando Rey y Ángel de Andrés, 1949 (Cedida por José Royo Martínez). Ilustraciones: Pág. 16. John Wayne Centauros del desierto Pág. 30. Gene Tierney, Dana Andrews y Vincent Price Laura Pág. 42. Charles Chaplin El aventurero Pág. 74. Gene Tierney y Dana Andrews Laura Pág. 84. King Kong King Kong Pág. 108. Peggy Cummins y John Dall El demonio de las armas Pág. 134. Christopher Lee Drácula Pág. 150. Dana Andrews Mirando a ninguna parte Pág. 166. R2-D2 y C-3PO La guerra de las galaxias Pág. 178. Marcello Mastroianni y Anita Ekberg La dolce vita Pág. 210. Boris Karloff Frankenstein Pág. 232. Orson Welles Ciudadano Kane Pág. 278. Dana Andrews ¿Ángel o diablo? Pág. 312. José Luis López Vázquez El pisito Pág. 332. Monica Vitti La aventura Pág. 340. Marlon Brando El padrino Pág. 350. John Wayne Centauros del desierto
«A Esperanza porque en todo está tu ausencia» Enrique Carratalá Deval
«A mi padre Francisco con quien tantos ratos pasé en los cines Liceo y Avenida y que hoy, como cualquiera de las estrellas del viejo celuloide, resplandece orgulloso en lo más alto del firmamento». Jorge Sánchez Antúnez
Índice 9. Introducción de los autores 17. Recuerdos de papel: el programa de mano en el cine y otras propagandas 31. Torrent y el ocio urbano anterior al cinematógrafo 43. Los orígenes del cine en Torrent: el cine Cervantes 76. Los grandes cines de la Avenida 85. El cine Avenida 109. El cine Montecarlo 135. El cine Liceo 151. Los cines en el ámbito eclesiástico 167. Las últimas salas de cine 179. El cine al aire libre y los cineclubes 211. El cine que veíamos 217. El cine mudo y el cine sonoro: los años 20 y 30 233. El cine en tiempos de guerra y de posguerra: los años 40 279. Las innovaciones técnicas y el cine de las grandes épicas: los años 50 313. Las coproducciones europeas y el cine en el coso ibérico: los años 60 333. El cine sin ropa y el fin del prospecto: los años 70, 80 y 90 341. La crisis del cine vista desde Torrent 347. Cinema paradiso: las huellas de un cine perdido 351. Agradecimientos
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a afición por los programas de mano heredada de mi infancia me despertó un interés por el cine que me ha acompañado toda mi vida, pero al abandonar la niñez y con la necesidad de empezar a trabajar arrinconé aquellos recuerdos de papel que mantuve guardados en una caja. Sin embargo, los caprichos del destino no quisieron que me desvinculase de manera definitiva de mis viejos prospectos de cine y, en el viejo establecimiento de filatelia de la plaza Dels Porxets de Valencia que exhibía programas como los que yo conservaba, anunciando su compraventa, descubrí años después un amplio mercado destinado al coleccionismo cinematográfico. Recordé al instante mi preciado tesoro tanto tiempo sellado y mi aletargada vocación se reanudó con el mismo afán mitómano de antaño, cuando los niños de mi generación acumulábamos aquellos restos de singular belleza, diseñados por los mejores ilustradores, en un intento por mantener vivas las tardes de los domingos que le dedicamos al cine y a las grandes estrellas del séptimo arte que nos encandilaron a los que nacimos durante la posguerra. Poco a poco, me introduje en el universo de los coleccionistas profesionales y conocí un tipo de personas más numeroso del que podría haberme imaginado nunca que habían hecho de la recopilación de programas de mano su particular modus vivendi. Con mucha paciencia y durante mi tiempo libre conseguí infinidad de ejemplares en rastros, mercadillos y ferias, gracias al intercambio con otros coleccionistas y visitando tiendas especializadas. Las nuevas adquisiciones fueron aumentando la colección de mi primera juventud; programas que me proporcionaron mis amigos, conseguía en la taquilla o recogía del suelo. Era un papel gratuito del que fácilmente se desprendían los adultos a la salida del cine y algunos nos abalanzábamos para capturarlo. Los programas de mano actuaron como un eficiente reclamo para determinar qué película ver, si no existía la posibilidad de contemplar sus fotogramas a la entrada del cine para tomar la decisión definitiva. Los cines Cervantes, Avenida, Montecarlo y después el Liceo, las cuatro grandes salas de Torrent, funcionaron en la década de los cincuenta como los antídotos más eficaces para combatir la monotonía de nuestra ciudad, pues escaseaban las ofertas de ocio, aunque para muchos no sólo se distinguieron como factorías de evasión y de pasajero divertimento sino que sus cientos de películas se convirtieron en una lección de vida y a menudo constituyeron nuestro primer encuentro con recónditos lugares que superaban los límites de nuestra
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imaginación. Los periplos allende los mares o las inolvidables aventuras narradas en filmes como Las minas del Rey Salomón, rodada en un tecnicolor chirriante, nos trasladaban con ojos noveles hacia desiertos infinitos y selvas inaccesibles preñadas de animales exóticos y nos ponían en contacto con extraordinarias tribus como las de los estilizados guerreros batutsis en el corazón de África. El cine ejercía su atrayente poder sobre una sociedad falta de alicientes y congregaba a centenares de espectadores a la entrada de las salas. La concurrencia por la Avenida, salvando las distancias, se asemejaba a un paseo de Brodway y Torrent, en ese sentido, era un destello para los municipios de nuestro entorno justamente por sus imponentes salones y la numerosa oferta de su cartelera; a pesar de estrenar más tarde que en Valencia las cintas recalaban antes que en otros municipios. Nuestra ciudad llegó a albergar ocho salas de cine y cuatro terrazas de verano con proyecciones al aire libre. En las décadas de 1950 y 1960 se concentraron el mayor número de cines y, en vista de la cantidad de películas que programaron nuestros exhibidores, en una semana, hasta diez o doce títulos diferentes, la colección de programas de mano en Torrent resultó muy variada. Las primeras notas de las fanfarrias de la Universal, la Fox, la Metro Goldwyn Mayer o la Paramount resonando atronadoras en el interior de las salas ejercían un poder hipnótico que nos zambullía de inmediato en la épica de los pioneros del western o en las correrías de Errol Flynn, Burt Lancaster, Douglas Fairbanks y tantos actores y actrices que nos hicieron más deliciosos nuestros días de primavera adheridos en unos incómodos asientos; ese era el precio por acceder con entradas de general, más baratas que las localidades de butaca, y a veces no teníamos más remedio que conformarnos con un raquítico banco de madera sin separadores como los del cine Cervantes. Había precios tan diferentes como tipo de localidades pero en la general estábamos mejor enclavados que en el gallinero desde donde se desprendía el inoportuno objeto lanzado por el público más alborotado. Las pipas, las meriendas, el griterío, los cortes, los silbidos y los aplausos, aunque llegaban a ser irritantes, eran parte inherente de la apoteosis cinéfila. La sintonía con las historias resultaba tan real en aquel imperecedero ensueño de héroes contra villanos dispuestos a luchar por conquistar el amor de la chica o por el dominio del mundo que, de repente, participabas como uno más en las peleas de los protagonistas moviendo los pies y apretando los puños para agredir el aire. Los que aprendimos a amar el cine en las salas de Torrent nos abstraíamos de todo lo demás arrobados en la oscuridad con los cincos sentidos pendientes de la pantalla. A los ocho o nueve años era fácil compartir el espíritu aventurero de Stewart Granger, el ansia de justicia de Robin de los Bosques en pugna constante contra el despreciable príncipe Juan y la vida rodeada de peligros del joven Sabu en el Libro de la selva. En tan animadas jornadas vespertinas discurrieron los mejores años de nuestra vida y, rodeados entre gánsteres, indios, monstruos o piratas, cayeron imperceptibles las hojas del calendario mientras los cimientos de los cines comenzaban a resquebrajarse sin necesidad de que Víctor Mature emplease su fuerza bíblica para derribarlos. La crisis del sector nos dejó huérfanos de cine y el gentío que un día hizo de Torrent su referente cinematográfico se esfumó. Los coliseos torrentinos fueron adaptándose a las demandas comerciales y lúdicas de cada momento, como el viejo Cervantes, luego abandonado a su suerte, y las tardes de cine se desvanecieron en la nebulosa del recuerdo, aunque hoy nos quede la satisfacción de haber visto en Torrent los grandes
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filmes que marcaron un hito en la historia de la cinematografía antes de que la televisión y más tarde el vídeo doméstico coadyuvasen a la decadencia de nuestro cine de pueblo. No me cabía en la cabeza que el rastro del cine desapareciera de Torrent por el sumidero de la indiferencia como si no hubiera existido jamás y por eso, hace algún tiempo, me propuse el objetivo de escribir un libro donde encajar mi afición por el séptimo arte, los programas de mano y la historia del cine en nuestra localidad, sus salas y sus películas, a fin de evitar la extinción de la memoria del cine en Torrent, como parte integrante de nuestro patrimonio de vida y de la cultura del ocio de varias generaciones. Recopilé cierta información, hablé con algunos de los exhibidores, diseñé la trama del libro y conté con alguna colaboración en la redacción de determinados textos pero el proyecto se demoró más de lo que me hubiera gustado por unas u otras circunstancias. Fue con ocasión de una entrevista para el BIM Torrent que conocí a Jorge Sánchez Antúnez, historiador a tiempo parcial, como él mismo se define, y colaborador de la decana publicación del Ayuntamiento, a quien le entusiasmó el proyecto del libro desde el primer momento y se embarcó conmigo en esta aventura aportando sus propias ideas, indagando en archivos y realizando un sinfín de entrevistas. Hoy por fin, este testimonio imprescindible para mayores y jóvenes sobre el tiempo de cine en Torrent ve la luz para añoranza de unos y curiosidad de otros. Soy consciente de que se nos habrá pasado por alto algún episodio digno de reseñar, es posible; la memoria tiene sus riesgos y gran parte de la narración es información oral facilitada por los empresarios del sector, sus descendientes o de quienes han estado vinculados al cine, dada la escasa documentación existente y la imposibilidad de contrastar datos y de averiguar determinados detalles sobre su evolución. Otros muchos serán conocedores de infinitas anécdotas, como cada uno de los que fuimos espectadores, que no caben en esta obra y hubieran desvirtuado su objetivo primigenio. Por último, los numerosos carteles que alimentan el libro corresponden a títulos de películas que se estrenaron en nuestra ciudad, constatados documentalmente en los reversos de los propios programas de mano o bien a través de información de prensa. Sólo en ocasiones nos hemos permitido alguna licencia recurriendo a carteles que no llegaron a Torrent, al menos hasta donde sabemos, por su originalidad, película mítica, atractivo del prospecto o porque nos ayudan a comprender ciertos periodos de nuestro cine. Si los lectores comparten la misma ilusión al leer estas páginas que la que nosotros hemos depositado a la hora de elaborar el libro se habrán cumplido todos nuestros propósitos.
Enrique Carratalá Deval
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cudir a cualquiera de los cines de Torrent, que nuestra edad nos permitía, no dejaba de ser un acontecimiento extraordinario a pesar de la fuerte competencia de la televisión −con sólo canal y medio a mitad de los setenta ya nos tenía maniatados a los que éramos niños teleadictos− pero las gigantescas pantallas de nuestros cines nos proporcionaban una posibilidad con la que la pequeña pantalla no podía competir y era la enormidad de las imágenes gracias a las cuales los personajes que habíamos descubierto curiosamente entre los tóxicos productos de la “caja tonta”: Tarzán, los Hermanos Marx y El Gordo y El Flaco cobraban una dimensión excepcional y en el Avenida y el Liceo aún se reponían treinta o cuarenta años más tarde sus películas legendarias, en sesiones vespertinas, los largos días de verano. La espera, sentados en la butaca hasta el comienzo de cada sesión, se nos hacía eterna y cuando por fin se descorrían las cortinas, tras el bombardeo de tráileres de los próximos estrenos, se colaba la sempiterna publicidad en forma de diapositivas muchas veces como preludio del programa, o eso creíamos. Lawacis contaba las excelencias de sus lavabos e inodoros inmaculados con la machacona reiteración del nombre del establecimiento, zahiriéndonos los tímpanos, para que nunca se nos borrara de la memoria y García Marín anunciaba sus modernos electrodomésticos de línea blanca imprescindibles para las mamás vanguardistas, máquinas de coser Alfa y televisores Vanguard en la Avenida de los Mártires 19 y 21. Después el festival de luces se encendía de nuevo y las kilométricas telas volvían a tapar la pantalla. Para distraer aquella tortura gratuita por otra pausa prescindible contaba los manojos de bombos distribuidos por el interior del cine Avenida, imitando al Conde Draco de Barrio Sésamo, y miraba con recelo su desproporcionada lámpara que se adueñaba del centro del salón, por si se nos caía encima alguna vez y, en el cine Liceo, veía cómo volaban las bolsas arrojadas desde el anfiteatro. En esas naderías ocupaba el tiempo añadido a la espera y, sin aviso y de pronto, nos quedábamos a oscuras. Las cortinas esta vez se plegaban a toda prisa y antes de que hubieran alcanzado los extremos de la pantalla unos haces luminosos se deslizaban desde la tronera de la cabina para transformarse en el león de la Metro, rugiendo tan exasperado como nosotros por la tardanza, la cabecera de una producción de Dino de Laurentiis, o en los pasos solitarios que sin ningún acompañamiento musical, quizás el bufido del viento, reclamaban nuestra
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atención; un disparo repentino o un grito estremecedor, apenas humano, ahogado con los acordes gangosos de una armónica rompían la monotonía del silencio como arranque del enésimo spaghetti-western de Eduardo Fajardo o Fernando Sancho en el papel de mejicano malvado, harapiento y sudoroso. El público podía entrar y salir a su antojo aunque ya hubiera transcurrido la mitad de la película y en el momento más inoportuno, el acostumbrado adulto se sentaba delante dispuesto a entorpecerte la visión por su altura o su peinado, si se trataba del moldeado soufflé de alguna espectadora entrada en años, cuando hacía su aparición un gorila aterrador aproximándose a las costas del Japón en La batalla de los simios gigantes, mientras Raquel Welch corría presa de pánico entre dinosaurios de plastilina en Hace un millón de años o al mirar a Segovia Lolo García en La guerra de papá. ¡Con lo grande que era el cine! En los setenta consumimos grandes dosis de comedias absurdas y otras cochambres que se exhibían en nuestra localidad pero eso era lo de menos; en aquellos días parecían obras maestras hasta las cintas de Manolo Escobar. El Montecarlo, el más señorial de todos nuestros salones, donde se proyectaban las películas “picantes” de los mayores, fue un descubrimiento, a los trece años, con el estreno en Torrent de una de las novedades de la temporada: Excalibur, la película de John Boorman nos despertó la curiosidad por el ciclo artúrico y nos introdujo en las leyendas medievales. El Torrent Decine se inauguraría con la nueva década aportando unos aires de renovada modernidad que dejaba obsoletas al resto de las salas y durante varios años nos recreamos con los éxitos de moda en los ochenta que nos brindaba su gerente. Pero los cines ya no “enganchaban” y en Torrent habían perdido tantos espectadores que irían cerrando uno tras otro hasta evaporarse sus días de vino y rosas y un modo de vida con ellos. Por obra y milagro del vídeo teníamos las películas que nos apetecían en casa y si queríamos ver los estrenos nos acercábamos a Valencia. Las reducidas salas de Las Américas, a mitad de los noventa, no consiguieron entusiasmar al público por el mismo descalabro del centro comercial y prácticamente pasaron inadvertidas. No obstante, el recuerdo de los cines, las interminables colas en sus taquillas y las bulliciosas jornadas que originaron las tres salas abiertas en la Avenida permanecen latentes en la memoria de las generaciones que lo vivieron. Hace algunos años Ana Coronado, directora del BIM Torrent, me comentó la afición por el cine de Enrique Carratalá Deval y su asombrosa colección de programas y carteles con el propósito de entrevistarlo para la revista dada mi inclinación por desempolvar las cosas añejas de nuestra ciudad, aquellas que pasaron de moda o dejaron de existir. El guante estaba lanzado pero demoré la causa de la gran pantalla a medida que me surgían otros temas a los que hincarles el diente, al fin y al cabo mi conocimiento del celuloide no era otro que el de un espectador más en busca evasión, sin mayores honduras. Fue una sorpresa conocer a Enrique Carratalá de quien sabía de su trayectoria deportiva en las artes marciales y en la Escuela Deportiva Herca fundada por su familia y de encontrar en el veterano deportista una sensibilidad tan volcada por el séptimo arte. Me enseñó el envidiable material que había reunido durante años y el proyecto de un futuro libro sobre el cine en Torrent iniciado hacía más de una década, a falta de un impulso definitivo en su redacción y de nuevas pesquisas en las profundidades de archivos y hemerotecas, en muchas ocasiones infructuosas. Me presté a colaborar con él de inmediato porque me pareció un proyecto de gran atractivo, inédito en
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Torrent, como obra de entretenimiento por la añoranza que todavía despiertan los desaparecidos cines en un amplio sector de la población, espectadores muchos del Cervantes, Avenida, Parroquial, Montecarlo, Liceo, Montesión, Torrent Decine y Las Américas y como reflejo de nuestra cultura popular más inmediata. Cuando apareció una parte de ese material en el despacho de mi directora para que me lo entregara y ponerme al día, incluyendo una golosa muestra de su colección de programas de mano de los que se repartían en los cines de la ciudad (son más de mil los que guarda relacionados solamente con los cines de Torrent), Enrique y yo seguimos nuestro particular camino de baldosas amarillas sacando información de publicaciones de época, recuperando textos y algunas de las críticas que salpican estas páginas, fundamentalmente del semanario local Torre, y entrevistando a las personas que estuvieron relacionadas con los cines de Torrent. Los pilares básicos del libro descansan, pues, en la historia de los cines y del cine en Torrent, con el repaso de una parte del infinito repertorio fílmico que pasó por sus grandes pantallas a lo largo del siglo XX, entre 1911 y 1996, ilustrado con sus respectivos programas de la colección Carratalá, y una somera introducción de sus géneros más representativos y de los progresos cinematográficos de cada década, con repercusión en Torrent. Los programas de mano, columna vertebral de estas páginas, habitualmente siguen el orden cronológico de la producción de las películas en cada uno de los apartados del libro, salvo los programas encajados en el texto, y no por su estreno en Torrent, imposible de saber la mayoría de las veces. Las terrazas de verano con sus ruidosas veladas y los cineclubes también cuentan con un apartado en esta obra. Sé que esta es una historia abierta y que surgirán nuevas aportaciones una vez que el libro haya visto la luz, suele ocurrir, y nos congratularemos por ello, nada me hubiera gustado más que haber llamado de puerta en puerta a cada uno de los que fueron colaboradores de las salas de cine y asiduos espectadores para indagar en sus recuerdos. En este sentido, las páginas de esta obra están destinadas al reencuentro del lector con sus antiguos cines y si no transmiten la sabiduría del especialista no les faltan en cambio ni el esmero ni la dedicación del aficionado, siempre desde el rigor, y con la confianza de hacer pasar a los lectores un buen rato.
Jorge Sánchez Antúnez
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RECUERDOS DE PAPEL: EL PROGRAMA DE MANO EN EL CINE Y OTRAS PROPAGANDAS
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a televisión, Internet, la radio, la prensa, las revistas especializadas… hoy son innumerables los canales de difusión de los que disfruta el cine para promocionar sus estrenos. El cartel en vallas publicitarias, en las marquesinas del transporte urbano y en las propias salas de cine, felizmente conservado, se asoma desde una época que ya parece remota cuando el papel era el soporte publicitario más recurrente y toda suerte de reclamos cinematográficos se imprimían en una endeble hoja. En Torrent el cartel grande se pegaba directamente en las fachadas de los edificios, después se situaron sobre bastidores de madera, y de metal más adelante, para llegar a todos los rincones del municipio: calles Silla, 25 de Abril, Cervantes, Plaza Mayor, Calvario, Camí Real… pero, sin lugar a dudas, fueron los diminutos programas al alcance de la muchedumbre el anzuelo por excelencia para captar la atención del público. Los entrañables programas de mano de cine, prospectos se les llamó en Andalucía y carteleras en Valencia, que los niños cazaban al vuelo los días de viento o rescataban empapados de un charco en la calle para aumentar la colección de unos testimonios de tardes imborrables ante las pantallas compartiendo las aventuras y las vivencias de sus etéreos héroes, se convirtieron en audaz gancho cinematográfico y la decisión de entrar finalmente a ver una película dependía de tan pequeña publicidad impresa. Las generaciones de jóvenes que crecieron en las décadas de los años treinta, cuarenta y cincuenta, la edad dorada de esta publicidad callejera, se dedicaron a la recopilación de programas de mano, lo mismo que los cromos, y gracias a esos recuerdos guarecidos en cajas de zapatos se han conservado miles de joyitas de papel del cine representativo de aquellos años, permitiendo a cientos de coleccionistas exhibir a través de la Red, libros y exposiciones sus preciadas colecciones; unas veces recuperadas de su infancia, pero la mayoría procedentes de un paciente peregrinar por mercadillos, tiendas de antigüedades y demás establecimientos de productos retro. Los programas de mano se entregaban a los espectadores que acudían a las salas de proyecciones, a la entrada o a la salida, o bien en las taquillas
Carteles de los cines Cervantes y Montecarlo donde se aprecia el anuncio de la película Melodía interrumpida, protagonizada por Glenn Ford y Eleanor Parker. Calle Cervantes, 1960. Foto Revista de Fiestas Patronales, 1970.
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en el momento de comprar las localidades. Estas inconfundibles octavillas aparecieron en los primeros años del siglo XX tomando como referente a los pasquines del teatro y a las tarjetas postales pero de forma más austera y sobre papel de mala calidad. Los exhibidores se adelantaron a la hora de elaborar los primeros programas pero al engrasar Hollywood su maquinaria emprendió una imparable carrera y productores y distribuidores cogieron el testigo para promocionar sus producciones de forma masiva inundando capitales, ciudades y pueblos con estos atractivos señuelos. En los años veinte surgen las primeras imágenes consistentes a menudo en el fotograma de la película en color monocromático (sepia, verde y azul) con una escueta información sobre el título, director y actores principales. Con la irrupción del star system, las imágenes de los protagonistas de los filmes serán las más utilizadas en la propaganda de cine y, como no, en los programas de mano. En los años treinta con la difusión del cine sonoro, los programas continúan basando su discurso gráfico en la foto pero evolucionan con imágenes más sofisticadas sobre montajes fotográficos. Se resaltan los rostros de los protagonistas aprovechando su fama para garantizar la afluencia de espectadores a la sala y se hace incidencia en las películas habladas y cantadas y al idioma, e incluso se reproducen fragmentos de diálogos o letras de las canciones, este artificio superará la década. La variedad de modelos y formas en los programas serán infinitas: dípticos, trípticos, folletos de varias hojas, desplegables, móviles, en tres dimensiones y los bonitos troquelados con sus diferentes for-
La ley del más fuerte USA. 1932 Sono Art-World Wide Pictures Programa simple 8,7 x 13,3 cm Soligó Johnny Guitar USA. 1954 Republic Programa simple 13,5 x 9 cm Jano
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mas de aviones, puñales, abanicos, libros, flechas, animales, etcétera, siempre con una gama cromática diferente. Como soporte se utiliza sobre todo el papel pero también se opta por el cartón. Los programas más antiguos expuestos en este libro corresponden a los que se entregaban en los cines Cervantes y Avenida a partir de los años treinta, principalmente de cartulina con la impresión de los fotogramas del film y destacando la leyenda de su versión en español. Por otro lado, eclosionaron los grandes ilustradores de programas de mano: los valencianos Josep Renau, Ramón Raga y Peris Aragó, junto a los no menos efectistas, Freixas, Enrique Herreros, Emilio Chapí y Moscardó. La Guerra Civil desviará su actividad creativa hacia la propaganda bélica y una vez callen las armas algunos de los mejores pinceles partirán rumbo al exilio. En los cuarenta y cincuenta surge otra remesa de valiosos talentos que dejarán una impronta imperecedera y sus magníficas ilustraciones las utilizará Hollywood para la promoción mundial de sus películas, son los Josep Soligó, Grau Solís, Francisco Fernández Zarza Jano, Macario Gómez Quibus Mac, MCP (Martí, Clavé y Picó), Padilla, José Montalbán, Fernando Albericio, Fernando Piñana, Carrillo, Lloan, Tulla o Cruz Novillo, que se elevan como los nuevos referentes creativos de la publicidad cinematográfica cuyas obras de cartel se trasladan al programa de mano. El reconocimiento a su labor no impedirá que se vean obligados a lidiar con la presión de la censura que en ocasiones los forzará a retirar sus composiciones no sólo por cuestiones morales sino también por razones políticas. Las penurias de la situación económica pasarán factura; para ahorrar costes, salvo excepciones, los programas adop-
Luz de gas Gran Bretaña, 1940 British Nacional Films Programa simple 11,8 x 17 cm
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Si yo fuera rey USA. 1938 Paramount Programa simple 8,5 x 13,5 cm Los tambores de Fu Manchú USA. 1943 Republic Programa díptico troquelado 9,7 x 19 cm
tan el mismo tamaño en dos formatos fundamentales: 13,5 x 8,5 cm, el más habitual y utilizado, y 15 x 10 cm el más grande, empleado únicamente por algunas distribuidoras. La española Cifesa se decantará por el formato doble de sus coloristas programas. A menudo las distribuidoras no se conformaron con un solo programa, encargando a sus ilustradores la confección de dos o tres diferentes, cada uno de tamaño distinto. El dorso blanco del programa de mano quedará reservado para que lo imprima la empresa exhibidora con los detalles de la proyección casi siempre acompañados por frases grandilocuentes, muchas sin sentido, acuñadas por los publicistas de las distribuidoras. A veces rezumaban intriga y dramatismo, como en Yo confieso proyectada en el cine Avenida en enero de 1955: “Sus labios estaban sellados por un secreto inviolable, los de ella lo estaban por un gran amor”, o buscaban el enternecimiento fácil con textos más sensibleros, como en Fray Escoba que ofreció el cine Montecarlo: “Si al ver esta película sus ojos resaltan lágrimas de emoción, no se avergüence porque llegará a su corazón este mensaje de bondad”. Los programas de Torrent inciden en las excelencias de las salas por su refrigeración, calefacción y su perfumado ambiente y se exalta la espectacularidad de la cinta y la calidad de los programas con calificativos rimbombantes: monumental, grandioso, magno, colosal, sensacional y extraordinario. Elevándolo a dimensiones de imposible superación como “programa atómico” cuando se agotan todos los adjetivos. El dorso informa sobre los horarios de los pases de las películas, días de programación, los próximos estrenos y a veces del precio de las localidades y de sus descuentos. El cine Cervantes recordaba: “El miércoles toda señora acompañada por un caballero, tendrá la entrada gratis”. Los empresarios de nuestra ciudad acudirán a las imprentas locales como Gráficas Vidal –más adelante Germán Vidal–, Gráficas Reunidas, Arte Tipográfico, Ángel Simó, Regino Esteve y Gráficas Puchades que completan el detalle del programa. El anuncio de la proyección obligatoria
A partir de 1950 el cine Montecarlo incorporó una imitación del escudo de armas del principado de Mónaco, en recuerdo al distrito monegasco con el que compartía nombre, como logotipo de la empresa, que le identificó hasta el día de su cierre en sus programas y folletos. El emblema, un tanto pretencioso, al igual que el blasón de los Grimaldi, consistía en un campo fuselado de plata y gules (aunque el color no se puede apreciar por la impresión en blanco y negro de las traseras de los programas), sostenido por dos tenantes, en este caso la figura de dos monjes blandiendo cada uno una espada en actitud vigilante, que dejan ver las cruces de su hábito y la tonsura más que evidente de sus cabezas. Debajo del escudo aparece el mismo lema de los príncipes de Mónaco escrito en latín, “Deo Juvante” (o “Con la ayuda de Dios”). Todos estos elementos están situados sobre un manto, alzado con cuerdas, sobre el que reposa una corona real, pero sin cruz que la remate.
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del noticiario NO-DO se incluirá a partir de los cuarenta y en contadas ocasiones informará de sus contenidos. También se observará la evolución de los logotipos y los distintos tipos de rotulación de los programas de mano locales. Mientras los cines Cervantes y Avenida no crearon ningún símbolo característico, limitándose tan solo a pequeños cambios en la rotulación y el tipo de letra, los cines Montecarlo y Liceo ensayaron diferentes caracteres en sus programas de mano hasta que adoptaron los logotipos que nos serían familiares. El Montecarlo asimiló un escudo de armas muy parecido al del principado de Mónaco, en el encabezamiento de sus folletos, junto a la denominación de la sala. El cine Liceo optó por dos leones rampantes enmarcando su nombre, recuerdo de los felinos cobrizos que culminan a ambos extremos del edificio, y una estrella de cuatro puntas que sustituía el punto de la i latina. A mediados de los años sesenta el papel del programa pierde gramaje y calidad y se desencadena su declive como publicidad cinematográfica con la aparición de nuevas ideas publicitarias y la utilización de medios de comunicación masivos y más directos como la radio y la televisión. Como puntilla estaba el afán recaudatorio de los ayuntamientos al entender el programa de mano como un medio de amplia difusión y susceptible de pagar impuestos, pero ya daba igual porque la televisión les había comido el terreno y el programa desaparece de manera repentina en los primeros setenta. En los ochenta y noventa algunos distribuidores y exhibidores intentaron recuperar programas de mano más modestos aunque estandarizados con la forma exacta de las tarjetas de correos eliminando el papel. Torrent Decine inaugurado cuando el programa de mano era sólo un eco del pasado llegó a imprimir algunos sobre papel en impresión monocolor y otros en color para los matinales infantiles pero esta nostálgica recuperación distaba mucho del atractivo visual de los viejos programas, tampoco era su propósito.
Tipos de anagramas de los cines de Torrent.
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FOTOGRAMAS DE VESTÍBULO CINELAM A la entrada de los cines, o en el vestíbulo, sobre paneles o en unas vitrinas, se exponían diez o doce fotogramas de un tamaño de 35 x 50 cm, aproximadamente, que reflejaban las escenas de mayor acción y carga dramática de las películas, o sus momentos más originales, como avance del film. Los años del destape los fotogramas y carteles de muchas películas eróticas, si no se cubrían por un firmamento de inoportunas estrellitas los lugares más íntimos de la anatomía de sus protagonistas, no podían exhibirse en el exterior, para no despertar ninguna susceptibilidad, como se puso de manifiesto con el cartel de Emmanuel en el cine Montecarlo, donde Sylvia Kristel posaba sentada con el torso al descubierto y cuya exposición sólo se autorizó en el interior del cine. Originales de la Sociedad CINELAM (Liceo, Avenida y Montecarlo) son los carteles y fotogramas que se muestran en este apartado.
El forastero USA. 1940 Samuel Goldwyn Company 34 x 24 cm
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Los profesionales USA. 1966 Columbia Pictures 33,5 x 23,5 cm Solo ante el peligro USA. 1952 Stanley Kramer Productions 33,5 x 23, 5 cm Tienda de locos USA. 1941 MGM 30 x 23 cm Una noche en Casablanca USA. 1946 MGM 22,7 x 32,8 cm
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CROMOS O EL CINE CON SABOR A CHOCOLATE La popularidad del cine sirvió a muchas marcas para promocionarse con la consecución de regalos insertados en el interior de sus productos de consumo como tabaco, dentífricos, productos de belleza y de moda, bebidas alcohólicas, caramelos y especialmente los chocolates con sus cromos de gran difusión en toda España, hasta restaurantes y talleres de aparatos eléctricos se apuntaron al éxito del cine entregando a sus clientes llamativos pericones (especie de abanicos de cartón) con imágenes de las grandes estrellas del celuloide similares a los que se repartían en las salas de cine pero con alusiones a la empresa en cuestión. Los coleccionables, sin ser programas de cine, funcionaban como testimonios impresos de los filmes de cada época. Los cromos que las marcas de chocolate insertaban en sus tabletas pertenecían a distintas series de estampas de los actores y actrices de moda o a las escenas de las películas más aplaudidas. Amatller fue la primera marca de chocolate de producción nacional que se embarcó en este universo mitológico con las figuras troqueladas de las grandes estrellas: Buster Keaton, Charles Chaplin, Harold Lloyd, Stan Laurel y Oliver Hardy, Franzisca Gaal... Torrent, a la cabeza de la industria chocolatera de l’Horta, también aprovechó el tirón del séptimo arte para sacar algunas colecciones entre los años treinta y cuarenta. Chocolates Esteve, de Vicente Esteve Miquel, sacó una serie de treinta cromos de la película El rey vagabundo de la Paramount. La fábrica de chocolates de José María Puig, en la calle Santa Ana, lanzó una colección
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de cromos de las glorias del cine protagonizada por los artistas más famosos y otra serie con las escenas más representativas de la película El Signo de la Cruz a través de veintiuna estampas, con narración argumental al dorso. En el mismo contexto, Chocolates Alhambra de Vicente Romero, en la plaza del Comandante Franco (Aviador Franco), ofrecía una serie de cuarenta y cinco cromos con los actores y actrices en boga del cine sonoro sobre los que se añadían algunos datos biográficos, de elaboración casera o mal traducidos. Nada más apetitoso ni atractivo parecían cine y chocolate formando un tándem de rechupete, más sano que las palomitas, ni nada parece más grato que recuperar el tiempo del cine en Torrent.
Chocolates Alhambra. Artistas de cine sonoro
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Chocolates José María Puig. El signo de la cruz
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TORRENT Y EL OCIO URBANO ANTERIOR AL CINEMATÓGRAFO: CASINOS, CAFÉS Y TEATROS
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n los umbrales del siglo XX la sociedad que asistió al nacimiento del cinematógrafo en Torrent, tradicional, mayoritariamente agrícola y profundamente religiosa, trabaja de sol a sol sin permitirse muchas distracciones: alguna escapada a la taberna más cercana, misa los domingos y comidillas vecinales en los corrillos del animado mercado de los viernes1.
“Los viernes, por razón del mercado semanal, se reunían muchos hombres y charlaban, se transmitían noticias, se pasaban un rato agradable, con independencia del negocio”
Después cada cual en su a casa a proseguir con sus tareas y a atender a su prole. Salvo las festividades marcadas en el calendario litúrgico y algún acontecimiento extraordinario, los ratos dedicados al tiempo libre por labradores, artesanos y pequeños comerciantes, para desentenderse de sus hábitos diarios, brillan por su ausencia. Cafés, cafetines, las sociedades recreativas y el teatro consistían en todo el entretenimiento del que se podía disfrutar en el entorno urbano. El juego de la pilota en el trinquet o en la calle y a veces, las eventuales corridas de toros y novilladas, cuando hubo plazas, eran otros alicientes para completar unas horas de evasión. José María Ibáñez Clemente desde la añoranza de un Torrent idílico y rural que impregnan sus artículos señala que a pesar de la escasez aparente de elementos de diversión 1 BEGUER ESTEVE, Vicente, “La música en Torrente (1840-1970)”. Obra completa, Vol. I, 1997, pp. 23 y 24.
El casino y el café eran los lugares de ocio preferidos por los torrentinos del novecientos para poder charlar y reunirse con las amistades. Grupo de amigos a la puerta del Ateneo Musical Obrero, Ca Lluïset, años 20. Foto Archivo Municipal de Torrent.
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veía a los hombres felices con su trabajo, su comercio, su hogar y sus familias2. Cuenta que en los años veinte −su descripción es útil para explicar unas décadas anteriores− la estación, por la que todavía circulaban pocos convoyes, se animaba las tardes de los domingos y festivos cuando los jóvenes paseaban por su andén. La juventud, dice, era poco exigente en sus diversiones, paseaban dos o tres centenares entre chicos y chicas, entre novios y aspirantes y que todos se conocían y se distraían con sus pláticas. Por las noches el paseo ferroviario quedaba desierto y los pasos se encaminaban, entonces, a la plaza Mayor y a los porches del mercado, bajo la Torre, según las condiciones climatológicas3. No obstante, y a pesar de esa cotidianidad anodina, Torrent disfruta de una expansión económica y cultural sin precedentes que se refleja en las mejoras urbanas del municipio y en la consolidación de una burguesía vinculada a la agricultura de secano y a un pequeño sector industrial que participa activamente en el desarrollo de la localidad y sonríe pletórico al progreso, “¡Feliz Torrente que entra tan dignamente y con tanta gallardía en la vida moderna…!”,
exclamará el abogado Juan Mora4, y no era para menos dados los adelantos y las reformas en una localidad que se benefició por su cercanía a Valencia. La línea de ferrocarril se prolonga hasta Torrent en 1893, el servicio de tranvías se inaugura en 1895 y en 1900 se electrifica el tramo que se dirige a nuestra ciudad, en 1906 el centro histórico ya se ilumina con alumbrado eléctrico y las bombillas de la casa Lebon al tiempo que se funda la Caja Rural y Sindicato Agrícola, posterior Caja de Ahorros de Torrent, de honda huella en nuestra economía cerca de un siglo; en 1907 se restaura el edificio del Ayuntamiento y en 1909 los reconstruidos porches bajo la Torre acogen el nuevo mercado del municipio y las nuevas dependencias judiciales. Entre tanto, se habían canalizado aguas, inaugurado fuentes, adoquinado las principales vías y abierto otras como la calle Baviera y la calle Cervantes para acceder a la estación de tren. En el Vedat, gracias a su excelente ubicación y características climáticas, se barajaba la posibilidad de construir un hospital psiquiátrico desde 1892 por la Diputación provincial, pero no se hizo realidad hasta 1923 por falta de recursos. El sanatorio Padre Jofré se destinaría finalmente al tratamiento de enfermedades pulmonares, óseas y anemias5. A esta variedad de obras públicas que fueron transformando el centro urbano y la fisonomía del pueblo se le sumaron la construcción de algunos edificios de corte modernista reservados como centros de recreo a iniciativa del patriciado torrentino, muestra de la pujanza y el bienestar que había logrado y de su apoyo a determinadas actividades culturales. El interés por la cultura cristalizó en algunos proyectos y así, aprovechando la conmemoración del segundo centenario de la finalización de las obras de la iglesia parroquial, vio la luz en 1897 el semanario La Crónica, obra del actuario judicial Silverio Ribelles; le seguirían otros como El Regional y El 2 IBÁÑEZ CLEMENTE, José Mª., “Torrente en mis recuerdos”. Revista de Fiestas Patronales, 1976. 3 IBÁÑEZ CLEMENTE, José Mª., “El paso de la estación”. Torrente. Boletín de Información, abril, mayo y junio de 1969, p. 7. 4 “La Crónica”, 4 de diciembre de 1897, p. 2, en Torrent i la seua premsa entre dos segles (1890-1910). València, Ajuntament de Torrent, 1997. 5 Biblioteca Virtual de Prensa Histórica: Diario de Valencia, 17 de mayo de 1923, p. 3 y Las Provincias, 17 de mayo de 1923, p. 5.
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Torrentino. En 1898 también se constituye la Sociedad Dramática Torrentina en la que se implicaron los personajes más granados de la vida pública torrentina: la escritora y sufragista Elena Carballo, los comerciantes Jaime y Francisco Torán, el pintor Salvador Bellmont o el propio director del periódico Silverio Ribelles, y contribuyeron a la celebración de unos grandiosos juegos florales en el Teatro Principal de la calle Santos Patronos en 1900 y 1901 a imitación de los certámenes literarios de Lo Rat Penat, ambos encuentros gozaron de amplia difusión en la prensa. La culminación de este éxtasis literario tuvo su broche de oro con las visitas del prestigioso Centro Excursionista de Lo Rat Penat en 1897 y 1906 por los rincones más pintorescos de Torrent, alentadas por los entusiastas mecenas de la localidad. La eclosión de municipio tan dinámico despertó por él la curiosidad de las clases más selectas de la sociedad valenciana atraídas por la salubridad de sus aguas, la pureza de su aire, su proximidad a Valencia y sobre todo por las ventajas naturales del Vedat para pasar unos días de asueto y de vacaciones, de modo que empezaron a construirse las primeras residencias veraniegas en el monte con los estilos más variopintos6. “En la primavera y verano se cuentan por miles las personas que van de Valencia y otros pueblos a pasar el día y respirar el aire puro y sano que allí se da”.
La revista El Guante Blanco seguía la pista de algunos de los distinguidos veraneantes que se retiraban al Vedat o se alojaban en la urbe, entre ellos el 6 ANDRÉS LÓPEZ, Victoriano, Torrent: Apuntes y datos muy curiosos referentes a esta villa (introducción y transcripción de J. R. Sanchis Alfonso y José Royo Martínez). Torrens, estudis i investigacions de Torrent i comarca, 11. Torrent, 1997, p. 94.
Reunión de excursionistas en el Vedat, 1917. Foto Archivo Municipal de Torrent.
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director de la revista, el escritor Maximiliano Thous; el escritor y periodista José Ribelles Comín, acogido con seguridad por unos días en “Villa Modesta”, propiedad de su hermano Silverio Ribelles; la familia del concejal valenciano Bernardo Prieto y la del empresario Vicente Algarra; Rafael Santonja, presidente del Real Tiro de Pichón; el corredor de bolsa, Enrique Salvador; el diputado a Cortes por Sagunto Francisco Trénor y Palavicino, conde de Trénor; el diputado e intelectual Evaristo Crespo Azorín; el impresor José Oltra y el escritor Ramón Andrés Cabrelles7. Aprovechando sus jornadas de recreo la colonia veraniega se encargaba de organizar alguna verbena allá donde se alojaba, en el barrio de la estación o en la ermita, en esta barriada8: “Raro es el día que no se improvisa una velada, verbena, castillo de fuegos u otro recreo aéreo, ígneo o acuático para pasar agradablemente las primeras horas de la noche.”
La publicación de Maximiliano Thous describía a sus lectores las excelencias y los defectos del Torrent estival y sus lugares de esparcimiento con estilo festivo y comentario jocoso9: “Si fuéramos a decir verdad, Torrente sería uno de los pueblos favoritos del veraneante frescales. Cuando el sol aprieta de lo lindo, el mar envía una de sus brisas más ligeras, y el monte, por no ser menos, envía también alguno que otro cefirillo saturado de pino, de romero, de tila, de manzanilla y de caracoles moros. El Vedat es un lugar sagrado. Ni el manicomio se atreve con él. Allí hay extensiones donde se cultiva la piña, y solares donde se apiña la gente que va de rapiña. La colonia viste de encaje, de chantilly y de entredós de bolillos. En Torrente es el pueblo donde dan la puntilla por más bajo precio. De escobas tampoco andan mal, pero todo se necesita en este pícaro pueblo que de polvo lo hizo Dios. El lavadero es una modesta acequia que, lamiendo, lamiendo las raíces de los árboles, sigue el curso de una calle. ¡Da gusto ver a las mozas sacando espuma y sacando cadera! ¡Qué ropa tan blanca! ¡Qué brazos tan torneados! ¡Qué agua tan buena!... El Chorro, La Torreta, de Pascual Gay, casa Ferro, la fuente de San Luis y la Ermita son los departamentos más paelleros del contorno. La colonia veraniega baila al son que tocan, y sin pensar que en Torrente es fama acabar muy mal los bailes, aunque los dirija Mascarilla […] En Torrente hay procesión todos los sábados y domingos; animación en el café del Rosco; buen vino en la tienda del Realón, a cargo de Mariano; tranvía al mismo precio en el motor y en la “Perrera”, y baches en la carretera del Vedat…”
De este amanecer de modernidad, a caballo entre dos siglos, fueron fiel reflejo la interesante variedad de locales de recreo y un movimiento asociativo impulsado por la burguesía local que disfrutaba del tiempo libre suficiente que le permitía su posición. Antes de que termine la centuria y aprovechando alguna raigambre teatral, en el convento de Montesión ya se representaban obras con asiduidad. En 1884 se inaugura un teatro en la calle Sagra con capacidad para seiscientos espectadores construido por el empresario, maestro y director de banda, Lorenzo Escamillas. Una década después su local había cerrado pero el liberal Vicente Marín, abogado, gran aficionado a la música y futuro fundador en 1914 del hotel que llevaría su nombre en el Vedat, abre en 1895 un nuevo teatro en la calle Santos Patronos, esquina a la calle Alcàsser, cuyo nombre de Teatro Principal tomaba el de su homónimo de Valencia del que había sido empresario. El nuevo escenario con capacidad para mil doscientos veintidós 7 Hemeroteca Municipal de Valencia, El Guante Blanco, núm. 70, 7 de septiembre de 1913, p. 5. 8 Hemeroteca Municipal de Valencia, El Guante Blanco, núm. 209, 24 de septiembre de 1916, p. 11. 9 Hemeroteca Municipal de Valencia, El Guante Blanco, núm. 20, 22 de septiembre de 1912, p. 7.
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Interior del Ateneo Musical Obrero, Ca Lluïset, con motivo de la inauguración de una sucursal del Banco Popular y de los Previsores del Porvenir. La Semana Gráfica, 3 de agosto de 1929, núm. 160. Foto Cabrelles.
espectadores se estrenó con el melodrama El soldado de San Marcial y acogió obras de mayor relieve que las representadas en el teatro de la calle Sagra, generalmente actuaron compañías de Valencia y de otros lugares hasta su cierre en 1906. La Sociedad Dramática Torrentina fundada porque10: “se sentía por todos la necesidad de constituir una agrupación sin más objetivo que el de poder contar con un teatro digno de la importancia de esta población, en el que pudiera reunirse selecta y culta sociedad”,
puso en escena representaciones de cierto nivel. Unos años más tarde, en 1914, entró en funcionamiento un teatro menor, El Calcetí en la calle dels Moralets, de efímero recorrido. Junto a los teatros destacaron los populares casinos, círculos o sociedades, identificados también como cafés, íntimamente ligados en Torrent a las bandas de música. Los hubo más selectos, alguno de carácter obrero, con más o menos vinculación política, de origen eclesiástico o adscritos a una actividad deportiva como el Casino de la Sociedad de Cazadores. En el casino se charlaba, se conversaba sobre estrenos y novedades literarias entre los sectores más cultos… y se discutía; se jugaba alguna partida en compañía de una copa mientras se hojeaban las páginas de la prensa, se entablaban acaloradas tertulias, se intercambiaban inquietudes y opiniones y sus socios se ponían al corriente de los chismes del pueblo. Entre 1883 y 1925 se detectan una docena de casinos en el entorno de la plaza Mayor y sus calles adyacentes donde se concentraban el poder económico y administrativo del municipio, los principales comercios y los profesionales liberales tenían sus residencias. El primero de los casinos inaugurado en Torrent, el 29 de abril de 1883, fue construido por José Chiner Ortí en la calle Sagra como11: “centro recreativo donde podían reunirse las más distinguidas familias de la villa a comunicarse los adelantos de la época, al propio tiempo que servía para distracción y recreo”.
10 “La Crónica”, 6 de enero de 1898, p. 3, en Torrent i la seua premsa… 11 BEGUER ESTEVE, Vicente, “La música en Torrente (1840-1970)”, op. cit., p. 58, nota 83.
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En la puerta de la Casona del Conde Casal, edificio conocido popularmente como Ca Cabota. Durante varios años fue la sede de la Sociedad Musical Obrera. Plaza Mayor, hacia 1922. A la izquierda, con sombrero, Marcelino Costa Peiró y a la derecha, el más joven, su hijo Alfredo Costa Gay.
La estancia más importante del casino era el gran salón, pintado al óleo y decorado al estilo pompeyano por los artistas José Martínez Tarazona y Genaro Palau. Disponía de un piano que servía para amenizar las tertulias de los domingos y de una biblioteca que contenía obras literarias y científicas, la Enciclopedia Espasa y la numerosa prensa de la época a la que estaba suscrito. En 1892 su propietario lo arrendó al Centro Artístico Musical instalándose su banda de música pero ésta se disuelve por su déficit económico un par de años más tarde. El casino conservó el nombre de la banda y en fechas señaladas, carnavales y Año Nuevo, organizaba bailes a los que acudían preferentemente los familiares de los socios y se convertía en la ocasión propicia para que entrasen las mujeres en el local en vista del carácter sexista de estas asociaciones. Con ocasión de las fiestas de carnaval La Crónica anunciaba la celebración de un baile12: “como en años anteriores, reunión familiar y baile de máscaras”.
En los primeros años del siglo XX llegó a organizar una modesta orquesta para dar conciertos. La Crónica, se hacía eco de las actividades que se generaban en los casinos en la sección, “Círculos y sociedades”: charlas, teatro, veladas literario-musicales para el instruido público y en cuaresma se sustituían las funciones teatrales por noches de lectura. En 1900, tras la expulsión de un considerable número de socios del casino encabezados por Vicente Marín debido a las disputas ideológicas con otro gallo de armas tomar, socio del mismo casino, como Modesto Sebastián, entre los cuales se lanzaban toda suerte de insidias también en sus respectivos semanarios de los que eran directores, el liberal El Torrentino y el conservador El Regional, se recompone la extinta banda con sede en el Nuevo Centro Artístico Musical de la calle del Rosario número 1, esquina a Fray Luis Amigó en la conocida como Casa El Gallo. En 1907 se crea el casino de la Música Nova conocido como Casino El Rosco, edificio actual de la empresa Nous Espais. Con la posterior escisión de la banda del Centro Artístico Musical de Casa El Gallo surgirá la Sociedad Musical Obrera, cuya sede en la plaza Obispo 12 “La Crónica”, 20 de febrero de 1898, p. 3, en Torrent i la seua premsa…
“Las sociedades recreativas de Torrent son, en orden a su antigüedad, las siguientes: El Círculo Católico Obrero, situado en la plaza del Castillo, edificio construido ex profeso por el malogrado presidente del mismo D. Tomás Baviera, víctima de la catástrofe de Riudecanyes; el Centro Artístico Musical (hoy Centro Agrícola Obrero) situado en la calle Sagra; el Centro Musical Obrero Torrentino instalado en la plaza Mayor, en un magnífico local construido ad hoc por don José Andreu Blasco, y la Sociedad Musical Obrera instalada en la plaza del Canónigo. Todas estas sociedades tienen buenos salones de café lujosamente decorados, billares, salas de tresillo y de juego de ajedrez y damas, biblioteca, teléfono y la primera y la última buenos teatros con magnífico decorado.” Archivo de la Diputación Provincial de Valencia, Memoria técnica de Francisco García Collado, 1908, pp. 12-13, signatura ADPV, E.9.3.15. caja 7
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Residencia veraniega de la familia Torán en la Noria de Don Pedro. Partida del Safranar, hacia 1915. Foto Archivo Municipal de Torrent.
Benlloch en 1913 se traslada a la casona del Conde Casal, Ca Cabota (frente a la fachada sur de la Torre), y tras extinguirse, aparece el Ateneo Musical Obrero en 1922 instalado en Ca Lluïset, en la plaza Mayor. Estos casinos respondían a patrones similares: servicios de café y juegos, salón de música y archivo. Algunos acogieron funciones teatrales como el Círculo Católico, la Sociedad Musical Obera, el Rosco que lo hizo temporalmente y la Filoxera, en 1922, plaza Mayor esquina a Rey Don Jaime. Sus socios estaban afiliados al partido conservador y en el mismo tuvo su sede la Unión Patriótica de Miguel Primo de Rivera, según comentario del cronista Vicente Beguer13. Otros casinos de marcado carácter ideológico fueron el Casino Canalejista, en la plaza Obispo Benlloch, y el casino de Unión Republicana, en la plaza Maestro Giner, a cuyo acto de inauguración en el Trinquet acudió Vicente Blasco Ibáñez en 1904. Victoriano Andrés López habla de un casino republicano, pero en la calle Sagra14. Las tertulias sobrepasaron la frontera del casino y en los cafés igualmente se entablaban algunos debates impregnados con los mejores aromas; establecimientos como el Café Novedades en la plaza Mayor, a cargo de Pascual Gay dueño del merendero la Torreta en el Vedat, anunciaba a sus clientes: 13 BEGUER ESTEVE, Vicente, “El teatro en Torrent”, Obra completa, Vol. II, 1998, p. 81. 14 Rastrear la pista de los diferentes casinos de Torrent con la filiación de cada uno de ellos es una tarea que no es el cometido de este libro. Los casinos aparecen y desaparecen con la misma facilidad, se desgajan, cambian de nombre, se intercambian locales y las fuentes de información proporcionan unos datos enrevesados por la misma volatilidad de estos casinos. Los expedientes abiertos para el cobro de la matrícula de la contribución industrial anual del Ayuntamiento, entre 1901 y 1916, son poco clarificadores. En el citado periodo como casinos recreativos sólo se recogen dos bajo la denominación de centros artísticos: El Centro Artístico Musical de la calle Sagra y el casino de la Casa El Gallo. El Anuario Batlles del que sólo se conoce el número correspondiente al periodo 1914-1915, sobre las actividades comerciales, industriales y profesionales referidas a las provincias de Valencia, Alicante y Castellón, en el apartado de sociedades enumera los siguientes casinos y su ubicación: Casino Artístico Musical, calle Sagra; Casino Católico Obrero, plaza del Castillo; Casino de Labradores, calle Sagra; Centro Obrero Torrentino Musical, plaza Mayor; Musical Obrera, plaza Canónigo; Casino Canalejista, plaza Canónigo y Unión Republicana, plaza Giner. En Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España.
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Francisco Torán Fabiá, dueño del cine Cervantes, fue el fundador del cinematógrafo en Torrent. Foto Archivo Municipal de Torrent. Desaparecido edificio del casino La Filoxera con los carteles de los cines Liceo, Montecarlo y Avenida, años 80.
“un esmeradísimo servicio en cafés, chocolates, sorbetes, mantecados, crema, limón, horchata y toda clase de pastas y licores a precios económicos”15.
Con objetivos más filantrópicos en 1884 se había inaugurado, bajo el patrocinio de la Iglesia, el Círculo Católico en la plaza del Castillo, hoy Colón, que tenía como finalidad la mejora religiosa, moral, intelectual y económica de la clase obrera. Los cafés y, de modo prioritario, las tabernas fueron espacios más propios de la sociabilidad popular. En 1911 cuando el cine Cervantes preparaba su apertura había diez cafés y dos tabernas16 en una población que no alcanzaba los diez mil habitantes. El profesor Victoriano Andrés López lamentaba la proliferación de estos establecimientos, entre otros males que aquejaban a Torrent:17 “Torrent es buen pueblo, sus casas y calles son anchas y espaciosas, sus aguas riquísimas, sus vinos excelentes, sus frutas exquisitas, en ella se cría la mejor uva de planta de España, y nada hay que decir de su posición topográfica inmejorable. En cuanto a la gente, sucede, como en todas partes, hay de todo, sin que esto quiera decir que vayamos mejorando, pues la abundancia de casinos y tabernas, los muchos cafetines donde se dilapida el dinero, los tranvías hasta las altas horas de la noche hacen que sirvan de medio para viciar y perder a la juventud, y que los pueblos vayan a la desmoralización y la barbarie, pero esto no sólo pasa aquí, sino en muchas partes”
No es de extrañar que inmerso en este entorno de eufórico optimismo animado por la burguesía local, la abundancia de sociedades y el desarrollo 15 “La Crónica”, 11 de agosto de 1899, p. 4, en Torrent i la seua premsa… 16 Archivo Municipal de Torrent, Matrícula de la contribución industrial, 1911. 17 ANDRÉS LÓPEZ, Victoriano, op. cit., p. 61. Isidro Miquel Casanova unas décadas antes se lamentaba justamente por lo contrario, de la escasa afición de los torrentinos por las actividades recreativas y los fracasados intentos por fundar teatros y casinos donde promover tertulias.
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económico, un avispado personaje integrado en todos los sectores del entramado productivo, en la política municipal y en los ambientes más exquisitos, con una de las fortunas más sobresalientes del Torrent de entre siglos, Francisco Torán Fabiá (1868-1954), se enfrascase en la construcción de un cinematógrafo en una población rural, pero en constante progreso y con aspiraciones de modernidad. Hacendado, comerciante del textil y la alimentación, poseía sendas tiendas de tejidos y de comestibles en la plaza Mayor, llegó a montar un taller de alpargatas y en el terreno agrícola introdujo el motor de caballos destinado a la extracción de agua para el regadío en Torrent18 y fue pionero, en la provincia de Valencia, en la aplicación de nuevos abonos que mejoraron los rendimientos en la cosecha del cacahuete19. Fue socio fundador de la Caja Rural y Sindicato Agrícola, representante del Banco de España en la localidad y tesorero de la Sociedad Electra Torrentina que suministraba electricidad en Alaquàs, Aldaia y Torrent. Como concejal en las corporaciones de la Unión Patriótica y de la Derecha Regional Valenciana, entre las décadas de los años veinte y treinta, fue uno de los impulsores de la apertura de la Avenida hacia el Vedat y promotor y continuador de una serie de mejoras socioeconómicas para el desarrollo del municipio. Muy popular entre sus paisanos era conocido como el Tío Jaume y le perseguía cierta fama por su tacañería. Dice un irónico Beguer Esteve que cuando la Caja de Ahorros se hallaba floja de numerario para atender algún reintegro o facilitar algún préstamo, se recurría a él y con mucho agrado facilitaba las cantidades que se precisaban20. Los más ancianos lo recuerdan por el porte con el que lucía su capa por las calles. El mundo del espectáculo no le sería ajeno ya que su malogrado hermano Jaime, con quien compartía negocios, participaba en algunas de las obras que se representaban en el Teatro Principal, él mismo intervino en la creación de la Sociedad Dramática Torrentina, y dado su estatus estaría al corriente del entretenimiento de moda de los teatros y salas de Valencia: el cine, muy comentado entre el público de su alcurnia. Es probable que atraído por la pantalla confluyesen en él su entusiasmo por el aparato de los hermanos Lumière y la posibilidad de explotar un próspero negocio en la virginal periferia de la capital del Turia carente de ninguna sala comercial dedicada a la novedosa industria21. El cinematógrafo supuso un cambio progresivo en los pasatiempos de la sociedad torrentina de la segunda década del siglo XX y el cine Cervantes solía llenarse. Además de su atractivo como espectáculo abierto a todo el mundo, el cine se fue colando entre las preferencias de la población a resultas de la novedad del medio con la seducción de las imágenes en movimiento, y sin duda, a las escasas alternativas de ocio. Las actividades recreativas en los casinos eran muy limitadas y estaban restringidas a sus socios y las funciones dramáticas eran ocasionales mientras que el cine permitía ofrecer varias funciones en una misma jornada. 18 ROCA RICART, Rafael, “De poble en poble, de vila em vila”. Lo Rat Penat per l’Horta Sud (1880-1906)». Torrens, núm. 15, 2003, p. 27. 19 Biblioteca Virtual de Prensa Histórica: El Pueblo, 23 y 24 de mayo de 1911, p. 2; Las Provincias, 7 de abril de 1912, p. 2 y Diario de Valencia, 9 de abril de 1912, p. 3. 20 BEGUER ESTEVE, Vicente, “La Caja General de Ahorros y Monte de Piedad de Torrente (1906-1970)”. Obra Completa, vol. II, 1998, p. 33. 21 En 1933 Torán filmó por primera vez en Torrent una boda, la de su primogénita Leonor con el violinista del cine, Vicente Roig, en la parroquia de la Asunción y la celebración del convite en La Noria de Don Pedro de la que era propietario. La difunta Concha Roig Torán, nieta de Francisco Torán, nos proporcionó algunos de estos datos en 1996, así como detalles sobre su abuelo, y nos relató determinadas anécdotas que reflejamos a lo largo de estas páginas como los sorteos y los altercados que se sucedían en el cine. Vid. PIERA FENOLL, José Vicente y SÁNCHEZ ANTÚNEZ, Jorge, “Els col·laboradors de la premsa torrentina”. Torrent i la seua premsa entre dos segles (1890-1910), 1997, pp. 194-195.
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El horizonte se presentaba prometedor y la apuesta por el cine perduró en Torrent toda la centuria. En poco más de una década, entre 1911 y 1923, junto al cine Cervantes la experiencia cinematográfica se extendió al convento de Montesión y a la plaza de toros, a orillas del barranco, y antes de que estallara la guerra abriría otra gran sala en la Avenida.
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¡Volga, Volga! Alemania, 1928 Peter Ostermayr-Filmproduktion Programa simple en cartulina 7 x 9 cm La cinematografía alemana tuvo un gran acierto al adaptar el poema ruso “Stenka Razin”, el generoso caudillo de los cosacos que se rebeló contra el zar Alexis I en el siglo XVII, al cine con la ambiciosa ¡Volga, Volga!, acogida con gran entusiasmo en las pantallas de la época. La producción de esta película muda corrió a cargo de Iossif Nikolaïevich Ermoliev, un pionero del cine ruso, refugiado en Francia tras la revolución de octubre de 1917, y que durante su estancia en Alemania, en los años veinte, fundó un estudio en Múnich en donde ya había costeado otro drama de la literatura rusa como Taras Bulba, en 1924. Para la dirección contó con Víctor Tourjansky, un cineasta compatriota suyo, también exiliado de la Rusia soviética. La película se desarrollaba en doce partes y sus principales escenas transcurrían en el palacio del rey de Persia y en la fragata de los rebeldes cosacos al mando del pirata Stenka Razin que interpretaba Hans A. Schlettow, compañero de reparto de Imperio Argentina en Noches de Andalucía, una de aquellas películas UFA de corte folclórico que se grabaron en la Alemania nazi durante la Guerra Civil. Junto al actor germano, compartieron protagonismo la actriz británica Lillian Hall-Davis y el polifacético Boris de Fast, cuñado de Tourjansky. ¡Volga, Volga! se estrenó en Berlín el 15 de noviembre de 1928 y a nuestro país llegó en 1929. Tras uno de sus pases en el Teatro Olympia de Valencia, en el instante final, se incendió la cinta y el fuego se propagó enseguida por la cabina de proyección, algo corriente entonces por lo inflamable del celuloide. El film llegó a Torrent el 16 en marzo de 1930. Tras su éxito, y con la extensión del sonido, la película no tardó en sonorizarse y la distribuidora SAGE-Selecciones Julio César, que tenía los derechos del film en España, de nuevo volvió a hacer su agosto con la alabada superproducción germano-rusa a finales de 1932. El programa de mano de ¡Volga, Volga! es el más antiguo del cine Cervantes de los que se muestran en este libro.
LOS ORÍGENES DEL CINE EN TORRENT: EL CINE CERVANTES
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Si yo fuera diputado México, 1952 Posa Films El mundo en sus manos USA. 1952 Universal Programa simple grande 15 x 21 cm
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l interés por la representación gráfica de las escenas de la vida es tan viejo como la humanidad, desde que los hombres del paleolítico se refugiaron en las cavernas y comenzaron a narrar a través de la pintura sus jornadas de caza. Pero la necesidad de insuflar de realismo las imágenes y simular con ilusiones ópticas la sensación de movimiento en representaciones estáticas fue un sueño que empezó a vislumbrarse cuando la técnica se desarrolló lo suficiente y el trabajo de jugueteros, artistas o científicos lo permitió. Si en el siglo XVII charlatanes y feriantes consiguieron despertar la curiosidad entre sus clientes con la linterna mágica o los titirimundi, no sería hasta los últimos años del siglo XVIII, y especialmente a lo largo del siglo XIX, cuando una serie de artefactos precinematográficos como el fenaquistiscopio, el estroboscopio, el zoótropo, el praxinoscopio y algún otro, que nada tenían que ver con el cine, abrieron una senda que desembocaría en la creación del cinematógrafo. La invención de la fotografía en 1839 y la cámara fotográfica Kodak en 1884 constituyeron un paso definitivo para la evolución del cine que gracias al fotógrafo William Kennedy Laurie Dickson, colaborador en el laboratorio de Thomas Alva Edison, comenzó a ser una realidad con la invención en 1889 del kinetógrafo, una cámara fotográfica que capturaba series de imágenes en movimiento continuo, y el kinetoscopio, aparato que servía para mirarlas de forma individual. Pronto los aparatos fueron imitados y falsificado por todo tipo de oportunistas y se desencadenó una guerra por las patentes. Aún así, Edison consiguió suculentos beneficios económicos con el nuevo ingenio de visión individual reuniendo varios de estos equipos en diferentes salones a los que se llamó Nickelodeon −un tipo de teatro barato que se acondicionaba en cualquier establecimiento− adonde acudían preferentemente niños y gente de escasos recursos por cinco céntimos, el valor de un níquel, para pasar las horas viendo todo tipo de escenas curiosas en este primer espacio destinado a la proyección. El invento norteamericano iba a tener una réplica con otro reproductor ideado en Alemania por los inventores Max y Emil
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Edificio del cine Cervantes. A ambos lados de la puerta principal podemos ver los exhibidores donde se colocaban los carteles de las películas, y a la izquierda la puerta de acceso a la zona de palcos. La Semana Gráfica, 3 de agosto de 1929, núm. 160. Foto Cabrelles.
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Skladanowsky, el bioscopio, pero tres días antes de su presentación al público, anunciada con toda pomposidad en el Folies Bergere de París, los hermanos Auguste y Louis Lumière se adelantaron con la primera sesión pública y comercial de su cinematógrafo el 28 de diciembre de 1895, en el céntrico bolulevard de Les Capuchins de la capital francesa, con su película La salida de los trabajadores de la fábrica, arrebatándoles la gloria del invento del cine que algunos les conceden a los investigadores alemanes. En Barcelona y en Madrid ya se habían ofrecido imágenes en movimiento gracias a la exhibición del kinetoscopio en mayo de 1895, y unos días antes de que la capital de España participara de las primeras proyecciones de los inventores galos, entre el 13 y 15 de mayo de 1896, Erwin Roubsy presentó a un grupo de periodistas su animatógrafo o teatrógrafo. El éxito del cinematógrafo Lumière, en los bajos del Hotel Rusia donde se había instalado, fue inmediato y apenas transcurridas unas semanas de su presentación la familia real acudió a la sala para no perderse el espectáculo. El invento se estrenó en Valencia unos meses después, el 10 de septiembre, con otra ovacionada proyección en el Teatro Apolo de la calle Don Juan de Austria de la mano del exhibidor Charles Kalb. Los empresarios teatrales valencianos se sirvieron del cinematógrafo como reclamo al inicio de la nueva temporada y teatros como el Ruzafa y el Princesa también incluyeron entre sus funciones algunas proyecciones, de modo que a finales de aquel año se instalaron salas dedicadas exclusivamente al cine en una planta baja de la antigua Casa de Colomina, de la desaparecida calle Zaragoza, frente al Micalet, y en un pabellón en la calle de las Barcas denominado Eliseo Exprés, pero en marzo del año siguiente cerraron todos ellos por falta de películas y problemas técnicos. Durante un tiempo el cine se asoció a las atracciones de feria ya que eran los exhibidores ambulantes quienes se encargaban de su funcionamiento en los destartalados barracones que montaban para mostralo al público, perdiendo el éxito y el reconocimiento inicial cosechado entre las clases medias, hasta que un nuevo impulso relanzó su popularidad con el surgimiento en Valencia de nuevas salas dedicadas a la exhibición cinematográfica únicamente como el Cinematógrafo La Paz y el cine Moderno, a partir de 1905, y a innovadores conceptos narrativos que eran capaces de generar emociones. De todos modos, durante la Exposición Regional de 1909, el cinematógrafo fue incluido como una atracción más en el entramado de la organización del famoso evento porque así era considerado por la mayoría del público más que de un nuevo arte. Si el celuloide se había asomado previamente por las calles de Torrent de forma ambulante o en alguno de los casinos en los que se realizaban funciones de teatro en el centro de la ciudad es algo que desconocemos; la nula información de la que disponemos nos hace dudar de que el fenómeno del cine ambulante se diese en Torrent antes de la apertura de la sala Cervantes. Testigos de la época como el cronista Silvino Beneyto Tasso y el profesor Victoriano Andrés López en sus memorias respectivas sobre Torrent obviaron el cine y lo pasaron por alto. Lo que resulta innegable es que la sala Cervantes fue la pionera de los cines estables en nuestra ciudad a iniciativa de Francisco Torán Fabiá. El todopoderoso empresario construyó, sobre unos terrenos de su propiedad en la calle Cervantes, abierta al tránsito en 191022 para acceder al trenet, 22 La inauguración de la calle Cervantes tuvo lugar el 27 de marzo de 1910, Domingo de Resurrección, tras la procesión del Encuentro Glorioso. La multitud que asistió al acto cívico posterior ocupó la nueva vía cuyos terrenos habían sido donados por Francisco Torán y Tomás Baviera para posibilitar la apertura de la calle. Biblioteca Virtual de Prensa Histórica, Las Provincias, 29 de marzo de 1910, p. 2.
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El cine Cervantes durante un acto benéfico dedicado a los niños de las escuelas municipales, patrocinado por el Banco Popular y el Ayuntamiento de Torrent. En la fotografía el alcalde Félix Vilar entregando un obsequio a un niño. El escenario donde están subidos desaparecía al bajarse el lienzo de la pantalla que asoma bajo el medallón con la figura de Miguel de Cervantes. La Semana Gráfica, 3 de agosto de 1929, núm. 160. Foto Cabrelles.
un elegante edificio de fachada plana y sobria, con algunas reminiscencias modernistas, y cubierta a dos aguas, con el propósito de instalar su cinematógrafo en un lugar privilegiado y estratégico como el centro urbano, paso obligatorio, y lugar de paseo entre la plaza Mayor y la estación que le aportaría pingües beneficios porque, no sólo se nutriría del público local sino también del foráneo que podría desplazarse tanto en un trenet, aún con unos servicios muy reducidos, como en tranvía, ambos a escasos metros de su establecimiento. El 9 de junio de 1911 solicitó del Ayuntamiento la autorización para abrir al público su sala de cine y el 16 el consistorio encargaba al inspector municipal de sanidad y al ingeniero industrial Luis Millás Sagreras la inspección del local. Una vez informadas las condiciones del mismo, el 22 de noviembre de 1911 el Ayuntamiento autorizaba la apertura del primer cine de Torrent23: “Visto el informe emitido por el abogado asesor de la corporación referente a las circunstancias y tramitación que debe darse a la instancia presentada por Don Francisco Torán Fabiá solicitando autorización para instalar en un edificio de nueva planta de su propiedad situado en la calle Cervantes, un cinematógrafo público el Ayuntamiento por su parte y sin perjuicio de las facultades que competen a la Alcaldía acuerda procede se conceda la autorización solicitada”.
El cine adoptó el nombre de la calle que homenajeaba al autor de El Quijote y con su apertura se inauguraba el único cine estable de la comarca, a excepción de los cines de Valencia, y uno de los primeros abiertos en la provincia24. Del día de su inauguración nada sabemos por la carencia de una 23 Archivo Municipal de Torrent, Libro de Actas 1911, Sesiones de 9, 16 y 30 de junio y de 22 de noviembre. En el mismo pleno de 22 de noviembre se autorizaba también la licencia para la apertura de la fábrica de hielo de Nicolás Andreu en la calle Cervantes que durante un tiempo abasteció al cine Montecarlo para lograr la refrigeración de la sala. 24 El Anuario Batlles en el apartado de espectáculos públicos, enumera los siguientes cines en la provincia de Valencia en el período 1914-1915: Valencia, cines Benlliure, Corona, Escalante, Moderno, Romea, Sagunto, Sogueros, Victoria, El Cid, Palacio de Novedades, La Rosa, Ruzafa y Salón Eldorado; Ayora, cine Vicente Bru; Benifayó, José Piñana (cinematógrafo); Massanassa, José Muñoz Raya (cine); Játiva, cine del León; y Torrent, cine Cervantes. En 1918 se había disparado el número de salas y la lista de cines, y de locales que proyectaban películas, matriculados en el registro de la Junta Consultiva de Teatros de la provincia dependiente del Gobierno Civil, exceptuando los de Valencia, son los siguientes: Albalat de la Ribera, Tetro Soler y Moderno; Alcàsser, Tejar; Alzira, Serrano; L’Alcúdia de Carlet, Vergara; Aldaia, C. Libertad y C. Tradicionalista; Alfafar,
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Vida, Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo Francia, 1903 Pathé Frères Programa simple de uno de los reestrenos sonorizados de la película 9 x 12 cm
prensa local que informase de las noticias municipales. La prensa regional tampoco se hizo eco del acontecimiento ni siquiera revistas de carácter social como El Guante Blanco, que en su apartado cinematográfico sólo se ocupaba de las salas de la capital. Pero, sin duda, celebración la habría dado lo inédito de una sala ajena a la capital, la relevancia de su dueño y la propensión de los torrentinos y sus autoridades por celebrar con todo boato cualquier acontecimiento extraordinario ocurrido en la localidad. La estructura interior del edificio respondía al clásico patrón que imitaba el diseño de los teatros, con una zona de palcos en el piso superior y un patio de butacas en la planta baja que consistía en unos centenares de sillas. En líneas generales, semejante configuración intentaba complacer el gusto de la burguesía y con ello atraerla a las salas porque así evitaba mezclarse con otras clases sociales y resultaba más adecuada a la comodidad, elegancia y seguridad que su condición exigía y en Torrent solía pasar largas temporadas de recreo. En 1928 el aforo del cine alcanzaba las seiscientas treinta y nueve plazas (noventa y seis entradas de palcos, trescientas treinta y seis de butacas y doscientas siete de asientos generales)25. El edificio del cine Cervantes se convirtió en el local con mayor capacidad de aforo de Torrent y desde sus orígenes albergó todo tipo de reuniones multitudinarias, asambleas, actos benéficos y actos políticos de las fuerzas conservadoras representativas de cada época como la Unión Patriótica, en los años veinte, y la Derecha Regional Valenciana, en los treinta, llegando a reunirse con frecuencia dos mil y tres mil almas. Su amplitud era reseñada Sagasta; Algemesí, Montaña y Legitimista; Alginet, Alfonso; Antella, Júcar; Benetússer, Estación; Benifayó, Mayor, Teatro Verano y cine Musical; Bétera, Novedades; Canals, cine Moderno; Catarroja, Valencia; Chiva, Valencia; Quart de Poblet, La Amistad; Enguera, Moderno; Fuente la Higuera, Juan de Joanes; Llíria, Español; Manises, Moderno; Massanassa, Quevedo y Real; Paiporta, cine Paiporta y Delicias; La Pobla Llarga, Conservador; Sedaví, Sedaví; Sollana, Sollana; Torrent, Cervantes; Utiel, Salón Pérez y Villanueva de Castellón, Ideal. Biblioteca Virtual de Prensa Histórica, El Correo de Valencia, 10 de noviembre de 1918, p. 2. 25 Archivo Municipal de Torrent, Contribución industrial, 1926-1936.
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Velada conmemorativa del 12 de octubre de 1925 en el cine Cervantes. A la izquierda, bajo el escenario, se puede ver el piano que se tocaba como acompañamiento musical de las películas. “Para celebrar la Fiesta de la Raza, realzada este año por los triunfos del ejército en África [se refiere al desembarco de Alhucemas el 8 de septiembre de 1925 que propició el final de la Guerra del Rif contra Marruecos], el Ayuntamiento ha organizado un programa, que cuenta como elemento principal con el entusiasmo de los torrentinos. Las fiestas comenzarán el día 11, con volteo de campanas, tracas y músicas.
por la prensa valenciana cada vez que acogía alguna de estas manifestaciones hasta la construcción del Gran Cinema Avenida que superó su aforo. Las primeras referencias a su funcionamiento como cinematógrafo se remontan a marzo de 1912. “En Torrente hay abierto un cine, en el que se ofrecen películas de gran corrección e instructivas, muy en consonancia con la cultura del público que lo frecuenta”.
Esta noticia la conocemos por el malestar que habían generado los comentarios y la conducta de un sector del público a raíz de la proyección de una película sobre la Pasión de Cristo26 de la que informaba el diario conservador La Voz de Valencia, destacando la pasividad de las autoridades del orden ante la afrenta27. “Días pasados se ofreció la Pasión y Muerte de Jesús, muy oportunamente en época cuaresmal; pero unas cuantas gentes ineducadas hicieron comentarios nada correctos, a ciencia y paciencia de los agentes de la autoridad que lo presenciaron. Nosotros esperamos que el alcalde con su celo evitará que se repita el caso; pero si así no fuera, sería conveniente que el dueño del citado cine retirase la película de referencia en evitación de espectáculos como el que lamentamos.”
La programación de los cines se completaba con representaciones teatrales, zarzuelas y otras variedades y el Cervantes no fue una excepción a los cines de la época. Alternaba las proyecciones cinematográficas con temporadas 26 Probablemente se trate del film de los directores franceses Ferdinand Zecca y Lucien Nonguet La vie et la passion de Notre Seigneur Jésus-Christ (Vida, Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo), producida por Pathé Frères en 1903, que se estaba proyectando en varias ciudades españolas en la Semana Santa de 1912, o del remake de la misma película, realizado por el equipo anterior en 1907, en el que colaboró el oficial turolense Segundo de Chomón que utilizó innovadores efectos técnicos, suyo es el origen del travelling. La película se proyectó en color y tuvo un éxito duradero. En los años veinte seguía circulando, todavía, por los cines de nuestro país con versiones sonorizadas. 27 ROYO MARTÍNEZ, José, Torrent en la prensa de Valencia. La Voz de Valencia (1901-1917), 2006, p. 750.
El día 12, función religiosa con Te Deum; descubrimiento de una lápida dedicando a Cristóbal Colón la plaza del Castillo; festival deportivo; concierto en la plaza, y velada literario-musical en el cine Cervantes por la Juventud de la Unión Patriótica.” Las Provincias, 10 de octubre de 1925, p. 5. Foto Archivo Municipal de Torrent.
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de teatro gracias a la afición que había en Torrent por las tramoyas y las bambalinas pero, según ha señalado Vicente Beguer, las funciones teatrales dejarían de representarse hacia 1923 para hacerlo de manera esporádica. Los meses de verano, cuenta, también se ponían en escena algunas obras en el corral anexo a la sala. Recién inaugurado el cine actuaban varios músicos durante la proyección de la Revista Pathé para acompañar con sus instrumentos las vistas panorámicas producidas por la famosa compañía francesa. Hacia 1914 esta orquestina la formaban Mariano Puig Yago, sus tres hijos mayores y otros cuatro músicos. Agustín Andreu Barat, al piano, amenizaba el desarrollo de las cintas mudas para proporcionarle el fondo musical que requerían y sus notas se intensificaban en los momentos de mayor dramatismo mientras que Vicente Roig Alegre lo acompañaba al violín28. La música mermaba los ruidos que producían los asistentes a la proyección y se dice que a petición del público, los músicos interpretaban obras en el momento del descanso29. El cine Cervantes también incorporó la figura del explicador de la función por el elevado índice de analfabetismo entre la población y para evitar el rumor que se producía en la sala cuando el público mejor instruido leía los letreros para transmitir su contenido a sus vecinos de butaca menos dotados en letras. El explicador asumía esta misión y los espectadores seguían el argumento del film sin perderse. En el cine Cervantes dicho papel lo realizó un personaje conocido como “Tío Lerite”, del que no tenemos más referencias que su apodo. Con una caña señalaba y leía los letreros de cada una de las escenas, o bien las comentaba, porque los letreros solían aparecer en la lengua de origen de la producción: “Ara ix el moro i l’abraça”, y describía el papel de cada uno de los intérpretes: “Eixe que porta la capa 28 BEGUER ESTEVE, Vicente, “La música en Torrente (1840-1970)”, op. cit., p. 186. 29 “Las calles saben historia”. Butlletí d’Informació Municipal, núm. 2, noviembre, 1980, p. 10.
Asistentes a un mitin de la Derecha Regional Valenciana en el patio de butacas del cine Cervantes, 18 de diciembre de 1931. La Semana Gráfica, 29 de diciembre de 1931, núm. 285. Foto Sigüenza.
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és el torero i eixe que porta els cuernos és el bou”30. El “Tío Lerite” tenía reservada la misión de captar la atención del público ejerciendo de avisador y a la puerta del cine pregonaba y ensalzaba las películas en cartel voceando a pleno pulmón: “Pasen, señores, pasen, para ésta y para la otra. Sólo vale quince céntimos”.
El cronista Beguer Esteve comenta que fue el último y más popular de los avisadores del cine31. La organización de rifas fue otro de los recursos a los que recurrió el propietario del Cervantes para conseguir mayor clientela. Unas veces se sorteaba un cordero, importante reclamo en una sociedad agrícola como la torrentina, y otras cualquier objeto que despertara el interés de la gente. Pero la mejor manera de acaparar la atención de los espectadores era adelantarse a la tecnología y experimentar con sonidos caseros, a riesgo y cuenta de su exhibidor, en un cine que todavía carecía de voz. De forma que por el exceso de celo por sonorizar algunas películas, poniendo en práctica efectos especiales rudimentarios, se incurría en cualquier dislate, en la línea de los aprendices de brujo. Fue así como durante la proyección de una película de aviación, para darle mayor realismo a la escena, se hacía arrancar una moto situada detrás de la pantalla coincidiendo con el despegue de la aeronave, con tan mala suerte que en una de las sesiones la moto se negaba a arrancar mientras el avión ya había emprendido el vuelo, entonces, la moto que se había ahogado, arrancó por fin pero a destiempo produciendo tal humareda que el público se vio obligado a abandonar la sala para no asfixiarse. Las espantadas del público no fueron excepcionales antes de finalizar la programación del día y, en una época en la que el uso de de las hojas de reclamaciones no era una práctica muy difundida, las quejas de los usuarios se resolvían a las bravas y la sala padecía los estragos de una muchedumbre enfurecida ante cualquier incidencia32. “Anoche a las ocho se encontraba llena de público la sala de espectáculos del cine de Torrente. El público, cansado de esperar, demostró su desagrado en forma ruidosa; pero el empresario no se dio por entendido, lo que originó un escándalo fenomenal y varios desperfectos en el local. Acudió la Guardia Civil, obligando al empresario a devolver el dinero, con lo que los concurrentes se dieron por satisfechos, desalojando el local con el mayor orden. Ni hubo desgracias ni detenciones”.
A veces la crispación no se contenía. Volaban las sillas, se arremetía contra el mobiliario del local, se multiplicaban los gritos porque se había anunciado una película y se sustituía por otra y los asistentes se sentían estafados. En última instancia la Benemérita resolvía el revuelo deteniendo a los alborotadores empleados en romper sillas y bancos33. La proyección del entierro del general Primo de Rivera en 1930, cuando el público esperaba una película diferente, levantó a los asistentes de sus asientos protestando y se armó una formidable bronca que, según informaba el diario republicano El Pueblo, fundado por Blasco Ibáñez, “el ex dictador oiría desde su tumba” a lo que añadía el corresponsal de la crónica que, “Ni en el cine queremos dictaduras ni figuras dictatoriales” y pedía a 30 Según recuerda José Vicente Piera sobre los comentarios de su abuelo cuando iba al cine Cervantes siendo joven. 31 BEGUER ESTEVE, Vicente, “El teatro en Torrent”. Op. cit., pp. 80 y 81. 32 Biblioteca Virtual de Prensa Histórica, La Correspondencia de Valencia, 2 de diciembre de 1914, p. 3. 33 Biblioteca Virtual de Prensa Histórica, Las Provincias, 17 de junio de 1919, p. 4.
Sólo el valiente USA. 1951 Warner Bros. Programa troquelado 9,3 x 16 cm MCP
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Francisco Torán que no volviera a incluir esas películas en los programas del cine para evitar escándalos34. Pero las trifulcas se repitieron con relativa frecuencia a lo largo de los años y en 1953 para “esas oleadas de mozalbetes de Picaña, de Paiporta y otros países civilizados que salen del cine Cervantes completamente desmendados [sic]” el semanario Torre propondría como escarmiento, encerrarlos en la Torre, multarlos con cien pesetas y devolverlos a sus pueblos35. Las programaciones más antiguas del cine Cervantes anunciadas en un medio de comunicación, de las que tenemos constancia, las reproduce el periódico Actividad, una rareza informativa de la prensa torrentina, del que hay localizados cuatro ejemplares de 1923. Había sesiones jueves, sábados y domingos. La semana del 15 de julio la cartelera anunciaba La epopeya de una mujer, La lucha por los millones y Los conquistadores del Oeste. A partir del 9 de septiembre presentaba El misterio de la doble cruz, La lucha por los millones y Los conquistadores del Oeste y la semana siguiente La senda del terror, El misterio de la doble cruz, y Los ojos de Satanás36. Los filmes respondían a cintas norteamericanas de serie que solían proyectarse en tandas de varios episodios. En 1930 el semanario La Voz Local, otra de nuestras publicaciones 34 Biblioteca Virtual de Prensa Histórica, El Pueblo, 23 de noviembre de 1930, p. 4. 35 Torre, 21 de febrero de 1953, p. 1. 36 “Actividad”, de 9 de septiembre de 1923 en Torrent, imatge gràfica: la gent i la ciutat, (1860-1960), 1998, p. 470. Los números correspondientes al 15 de julio y 16 de septiembre de 1923 se encuentran en la Hemeroteca Municipal de Valencia.
Ben-Hur USA. 1925 MGM Programa díptico 16,5 x 23,5 cm El fava de Ramonet España, 1933 Jam Films Programa díptico 19 x 14,5 cm
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bizarras, anunciaba en su cartelera de espectáculos sesiones continuas de cine en la sala Cervantes, sábado y domingo, y su crítico destacaba como lo único notable de la programación cinematográfica de la semana, anterior al 25 de enero de 1930, la Revista Torrente. Mestre, el autor de la crónica, fantasea sobre el futuro y se ve cuarenta años más tarde asistiendo a un reestreno de aquella sucesión de fotogramas que afortunadamente nos ha descrito. Se imagina de nuevo en un renovado cine que nos dice mucho de cuales eran las condiciones del local: “no es el de ahora, sino un elegante coliseo, con sillones afelpados en la preferencia, butacas en la general, ventiladores, calefacción eléctrica, y sin olor de… excuso decirlo”,
acompañado por su nieto a quien explica de quién se trataba cada uno de los personajes de la localidad captados por el objetivo de la cámara: La joven rubia, simpática y bella era Araceli37: “una flor que mandó Torrente a Valencia para que hiciera exhalar, a un coso de 24 mil almas, el perfume de estos jardines…”
Una célebre vendedora ambulante se llamaba Rosa38, “la que apenas rayaba el día, con su gorro blanco y su cesta al brazo, se lanzaba a la calle desafiando la crudeza del invierno gritando “Buñolots calentots”; o en verano gritaba “chiques ahigua chelá”…” [sic].
Le seguía Víctor, a quien describía como un cardo en medio de tanta flor : 39
“es aquel que te dije que a su muerte dejó 3.427,45 cuartillas escritas a lápiz…”
A continuación se descubre ante una figura de la ópera que se ríe satisfecho40: “Ernesto Rubio, el barítono que, con su magnífica voz, llevó el nombre de Torrente de triunfo en triunfo por toda España y hasta por América. Los periódicos de aquellos tiempos hacían de él grandes elogios y él se enorgullecía al decir que era de Torrente.”
Por último cerraba su repaso con la familia Torán41.
“¿Ves a esa familia? Es la del Señor Torán, el propietario de este cine en aquella época
37 Araceli Sanchis Alegre era una muchacha que representó a la mujer torrentina en el homenaje que el mundo del toreo dedicó a las mujeres de la provincia en las “corregudes de ioes”, organizada por la Asociación de la Prensa en el coso de la calle Játiva, el 26 de mayo de 1929. Los diarios le dedicaron todo tipo de halagos y la describieron como una joven encantadora de seductora belleza. Biblioteca Virtual de Prensa Histórica, Las Provincias, La Correspondencia de Valencia y El Pueblo, de 25 de mayo de 1929 y días sucesivos. 38 Conocida como Rosa Bernat, su verdadero nombre era Ana María Verdet Catalá, chacinera y vendedora ambulante. Fue un peculiar personaje de la localidad por su vida licenciosa plagada de anécdotas. Sobre su semblanza, vid. NICO (Nicomedes), “Personajes y folcklore torrentinos”. Torrente. Boletín de información, noviembre-diciembre, 1975, p. 15. 39 Vid. nota 77. 40 Sobre Ernesto Rubio Sancho, vid. SÁNCHEZ ANTÚNEZ, Jorge, “Ernesto Rubio: La voz de la zarzuela en Torrent.” BIM TORRENT, núm. 196, 2016, pp. 25 a 29. 41 “La Voz Local” de 25 de enero de 1930. Torrent, imatge gràfica..., 1998, p. 475.
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¡cuánto dinero ganaría con él! – Le gustaba mucho guardárselo; pero en medio de todo era simpático.”
Aquella revista de la que lo desconocemos todo pudo tratarse de un encargo de Francisco Torán para deleite y atracción del espectador local a modo de lo practicado en los primeros años del siglo en los cines de Valencia. En este sentido, de la mano del productor valenciano Antonio Cuesta y dirigida por el tarraconense Joan Maria Codina se había grabado en 1908 el corto El pastorcillo de Torrente, perteneciente a la serie de producciones de temática valenciana realizadas para su exhibición en las salas de Valencia, del que no tenemos más referencias que su nombre y tal vez ambientado en Torrent. El cantor de jazz de Alan Crosland con Al Jolson cantando Mammy revolucionó la industria del cine tras su estreno en 1927 y el cine sonoro progresivamente sustituyó al cine mudo. Torán tuvo que acondicionar el cine Cervantes al novedoso sistema, no sólo para satisfacer una demanda que el público le iba a exigir, sino porque en 1931 Jesús Muñoz había inaugurado el cine Avenida adaptado al sistema sonoro. Un año después el programa de mano de la producción Gente Alegre, que anunciaba la película hablada en español, revela que el empresario torrentino habría acometido las reformas técnicas pertinentes instalando un proyector sonoro para programar las primeras películas habladas en su cine. La industria Cinematográfica Nacional Española, S. A. con sede en Barcelona y delegación en Valencia, para comercializar sus aparatos de proyección sonora Erko Cinaes en el Levante peninsular, recogía en 1933 la relación de cines que recientemente habían adquirido sus modernos proyectores, entre ellos el cine Cervantes de Torrent42. La nuevas producciones sonoras contaron casi desde el principio con el aliciente de que la versión original norteamericana se volvía a rodar en nuestro idioma para la población de habla hispana por actores españoles o iberoamericanos que trabajaron en Hollywood, al temer las grandes compañías la pérdida de mercado con sus producciones exclusivamente en inglés. Evitaban así ahuyentar al público extranjero con una lengua a la que no estaba acostumbrado. Esta novedad la reflejaban los avisos de los programas del cine Cervantes: “Hablada y cantada en español” o “Totalmente hablada en español”, aunque también resultaba extraño oír una lengua híbrida para que se entendiera tanto en España como en Iberoamérica, el uso de palabras y giros de procedencia hispanoamericana o con acento mejicano. Las quejas de intelectuales y de la propia Real Academia de la Lengua Española no tardaron en producirse por los desaguisados lingüísticos de muchas de estas películas43. El experimento de la doble versión pronto quedaría descartado. Los estudios tomaron la decisión de doblar las películas a otros idiomas y los profesionales españoles del doblaje tuvieron que viajar a París hasta que abrieron en nuestro país los primeros estudios de doblaje en Madrid y Barcelona en 1933. Con la dictadura franquista, a partir del 23 de abril de 1941, se impuso el doblaje obligatorio de las voces por actores nacionales. El principal responsable fue el jefe del Sindicato Nacional del Espectáculo en ese momento, Tomás Borrás. El cine en valenciano había tenido su momento de gloria con el estreno en 1933 de un mediocre film como El fava de Ramonet, un gran acontecimiento para los cines de nuestra capital y ampliamente difundido por la prensa regional 42 Biblioteca Virtual de Prensa Histórica, Las Provincias, 17 de mayo de 1933, p. 14. 43 DÍEZ PUERTAS, Emeterio, Historia social del cine en España. Madrid, 2003, p. 352.
Miguel Abellán Vendrell, empresario del cine Cervantes, se ocupó de su gestión a partir de la segunda mitad de los años 30. Foto cedida por Gloria Abellán Belda.
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al ser la primera película con diálogos íntegramente en valenciano. Los cines Cervantes y Avenida, aprovechando el tirón del mediometraje de Juan Andreu, lo contrataron para su estreno en Torrent el domingo 17 de diciembre de ese mismo año.44 Hasta la apertura del cine Avenida, el cine Cervantes careció de competencia efectiva pero en Torrent ya se habían exhibido películas en otros recintos. La Real Pía Unión de San Antonio de Padua establecida en el convento de Montesión consiguió un proyector en 1918 y los domingos ofrecía cine para el público infantil, la experiencia fue efímera y el aparato se vendió. También tenemos noticias de las noches de cine en la plaza de toros de Torrent en los felices años veinte. En octubre de 1932 Francisco Torán todavía ejerce su actividad como exhibidor cinematográfico, según se desprende del registro municipal de altas de actividades45, pero no tardaría en abandonar la gestión del cine y puso el local en alquiler. Su celo empresarial con los asuntos del entretenimiento no habría decaído y en el verano de 1935 prueba fortuna con la apertura de una piscina pública en la partida del Safranar46, al menos se le autorizó para ello, intentando sacar algún rédito de la balsa de su propiedad en La Noria de Don Pedro.
44 Biblioteca Virtual de Prensa Histórica, Las Provincias, 15 de diciembre de 1933, p. 13. 45 Archivo Municipal de Torrent, Registro de altas de matrícula industrial de Torrent, 1931-1940. 46 Archivo Municipal de Torrent, Libro de Actas 1935, Sesión de 7 de agosto.
Pinocho USA. 1940 Walt Disney Programa simple 10,5 x 15,5 cm Quo Vadis USA. 1951 MGM Programa díptico 18,5 x 26 cm
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En cuanto al cine, en enero de 1935 la documentación revela a la familia Abellán de Valencia como responsable de su explotación comercial en la persona de Miguel Abellán Martínez47, novel en esos menesteres, aunque sus intenciones, según su nieta Gloria Abellán, eran pasarle el testigo a su hijo Miguel Abellán Vendrell, todavía un muchacho48, como salida laboral y animado también por su hermano mayor Pedro, que conocía bien la industria del cine y trabajaba para la distribuidora Chamartín de la que se marchó para incorporarse a la Universal como gerente en Valencia. En 1938 el menor de los Abellán ya se había hecho con las riendas del cine Cervantes como lo demuestran algunos registros municipales49 y le tocó lidiar con las eventualidades de la Guerra Civil. Al estallar el sangriento conflicto que hizo saltar a España por los aires, el cine Cervantes no suspendió su programación −el cine Avenida tampoco− y durante los años de la confrontación programó una media de cuarenta funciones anuales frente a las cincuenta de 1931 y las ochenta y siete de 193250. Todo parece apuntar a que el local fue municipalizado al serle incautado a su dueño, Francisco Torán, autoridad destacada de las corporaciones conservadoras anteriores y una de las fortunas más prósperas de Torrent51, como ya hemos visto, por alguna de las organizaciones del constituido Comité Ejecutivo Popular, el 18 de julio de 1936, o del Consejo Municipal que sustituyó a aquél a partir del 28 de enero de 1937 en las funciones del Ayuntamiento, a raíz de las manifestaciones del consejero José Martínez Carratalá que en febrero de 1937, para paliar la ausencia de recursos de la Consejería de Beneficencia y Sanidad, proponía52: “que la recaudación del cine Cervantes vaya a Sanidad, por ser este local del Consejo”.
En mayo Francisco Torán aparecía en la larga relación de propietarios que el Consejo Municipal, a instancias de la Consejería de Obras Públicas, propuso a la Junta de Fincas Urbanas Confiscadas cuyas propiedades debían expropiarse con carácter definitivo al entenderse que tenían responsabilidad por haber intervenido en la rebelión o haber cooperado con ella53. La corporación municipal barajó algunas opciones a fin de aumentar la recaudación para socorrer las necesidades básicas de la población y fue en los cines donde encontró una fuente segura de ingresos porque el público no abandonó las salas aunque disminuyeran sus funciones durante la guerra. Sobre la propuesta de conseguir la recaudación del cine Cervantes destinada a la Consejería de Sanidad, en vista de la imposibilidad legal de poderlo llevar a 47 Archivo Municipal de Torrent, Registro de altas de matrícula industrial de Torrent, 1931-1940. 48 El padrón municipal de 1950 refleja que Miguel Abellán había nacido el 22 de mayo de 1917 en Valencia, así que cuando su padre se quedó con el cine tenía entre 17 ó 18 años. Archivo Municipal de Torrent, Libro 8146. Hojas patronales de 1950. Hojas 418/122. 49 Archivo Municipal de Torrent, Libro de Actas 1938, Sesión de 26 de enero y Registro de altas de matrícula industrial de Torrent, 1931-1940. 50 Archivo Municipal de Torrent, Registro de altas de matrícula industrial de Torrent, 1931-1940. 51 El Decreto del Ministerio de Hacienda, de 27 de septiembre de 1936 (Gaceta de Madrid, 29 de septiembre de 1936) creó la Junta de Fincas Urbanas Confiscadas y exponía las razones que llevaron al Gobierno a tomar las medidas de incautación como castigo a quienes apoyaron la rebelión del 18 de julio, haciendo hincapié en el abandono de las fincas urbanas por sus propietarios y administradores, y Torán abandonó Torrent, con toda probabilidad, temiendo por su vida. De todos modos no le hemos encontrado demandando ningún bien incautado en Torrent en las causas que se abrieron contra los actos denunciados contra la España republicana. Vid. Archivo Histórico Nacional. Causa General. Ramo de Torrente. 52 Archivo Municipal de Torrent, Libro de Actas 1937, Sesión de 24 de febrero. 53 Archivo Municipal de Torrent, Libro de Actas 1937, Sesión de 5 de mayo.
Una de las butacas fabricada por el propio empresario del cine Cervantes con motivo de la ampliación de su aforo en 1947.
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cabo, se consideró como mejor opción obligar a sus gestores a pagar un alquiler ya que el cine había pasado a ser propiedad del Consejo. El consejero José Esteve Peris estimaba que “si el cine fuera de cuenta del Consejo se perdería dinero”54. Las medidas impositivas llegarían por otro lado. A medida que avanzaba la guerra los bandos contendientes acudieron a distintas formas impositivas amparadas por una variedad de disposiciones sobre las que las diferentes autoridades se arrogaban funciones que muchas veces no les correspondían. En Torrent se gravaron con un sello benéfico algunos productos y el 15 de julio de 1937 una Orden del Ministerio de Hacienda, dada su paralización, daba cobertura legal a los Consejos Municipales para gravar con impuestos toda industria, comercio o explotación, de manera que facultaba al Consejo local para acordar el 15 de diciembre de 1937 la creación de un sello denominado “Pro-Asistencia Social” de cinco céntimos para que entre otros productos gravara “cada una de las entradas y localidades de los espectáculos públicos”55. Los cines tenían que cobrar la entrada junto al sello y entregar el ingreso en la cuenta del consistorio. La medida se hizo efectiva a partir de 1938 y este método constituyó una de las mejores maneras de obligar a la compra de sellos, pero a las dos semanas de ponerse en circulación, como ha explicado Salvador Císcar, Jesús Muñoz Mora, exhibidor del cine Avenida, planteó realizar el pago anual del sello en una entrega, estimando un valor de tres mil pesetas, lo que suponía la venta de sesenta mil entradas de cine. Miguel Abellán siguió su ejemplo y propuso un concierto al Consejo de dos mil quinientas pesetas por el mismo concepto. El Consejo Municipal accedió a ambas peticiones pero en realidad el cine Avenida transfirió mil quinientas pesetas en cinco entregas y el cine Cervantes mil cuarenta y una en tres entregas. La legalidad de sello fue cuestionada y finalmente se suprimió antes de terminar el año56; sin embargo, el Frente Popular local denunció al Consejo Municipal que los cines continuaban cobrando el mismo precio por las entradas 54 Archivo Municipal de Torrent, Libro de Actas 1937, Sesión de 24 de febrero. 55 Archivo Municipal de Torrent, Libro de Actas 1937, Sesión de 15 de diciembre. 56 CÍSCAR i JUAN, Salvador, 1931-1939. “Torrent, Història d’una guerra”. Llibret de la Falla Ramón y Cajal, 2013, pp. 85 y 87.
Programación cine Cervantes. Torre, 16 de octubre de 1948 Rivales por un beso USA. 1942 Paramount Programa simple 8,5 x 13,5 cm
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por lo que se les requirió a los empresarios implicados para que justificaran el motivo por el que seguían cobrando la misma cantidad57. Cuando finalizó la guerra, la propiedad del cine volvió a manos de Torán, cuyos herederos siguen siendo los dueños del edificio. Junto al cine Cervantes los hermanos Abellán asumieron la gestión del Imperial de Aldaia y el Ideal de Alaquàs, éste último lo acabarían comprando en 1946. Un año más tarde, en 1947 Miguel Abellán emprendió unas reformas en el interior de la sala para aumentar la capacidad del aforo pasando a disponer de ochocientas trece plazas (ciento doce entradas de palco, quinientas ochenta y seis entradas de butacas de patio y ciento quince de generales)58. Las butacas eran abatibles, de madera, fabricadas por el propio Miguel en el amplio corral dependiente del cine, lugar que también acogió su banquete de boda con la torrentina Vicenta Serrano en 1944. Gloria Abellán, sobrina de Miguel e hija de Pedro, nos ha descrito cómo era el cine que ella conoció en los años cincuenta. “Se accedía a él por un gran portón con cancela cubierto por la marquesina, que aún se conserva, y a su derecha se situaban los ventanucos de las taquillas. A la izquierda existía otra puerta que conducía hasta el anfiteatro. Una vez dentro, en el zaguán había tres puertas de entrada a un pasillo central y a dos corredores laterales en el patio de butacas. El escenario era liso sin ningún frontón que recordara la figura de Cervantes. A la izquierda de la sala había otras puertas que comunicaban con el patio ajardinado. En verano se abrían para que entrara el fresco. La calefacción llegaría poco más tarde. En un extremo del corral se emplazaba una casita con chimenea en donde se instalaron unas calderas de leña para la calefacción. El aire caliente tenía la salida por debajo del escenario y ayudado por unos ventiladores distribuía el calor por toda la sala, a veces era tanto el ruido que distraía la atención del público. A la derecha del edificio había una planta baja habitada por el conserje del cine que se ocupaba de entregarle al ordinario las cintas que se habían proyectado. En este mismo ala se ubicaba un barecito atendido por su mujer que disponía de un único mostrador. Allí se vendían cacahuetes, altramuces, chufas y limonadas”.
La pantalla era pequeña y cuadrada, del tipo habitual, “como un sello de correos”, apunta Gloria Abellán, pero al llegar el Cinemascope se instaló una más grande. Los proyectores, de la famosa marca OSSA (Orpheo Sincronic, S.A.) conocida luego por la fabricación de motocicletas, estaban en la cabina del piso superior. Habitualmente dos operadores y un ayudante eran los responsables de las dos máquinas que contribuían a dar continuidad a la proyección. Se encargaban de empalmar las cintas para distribuirlas a su comodidad. Una vez efectuados los pases las recomponían para que salieran en buenas condiciones para su exhibición en otras salas. No se trataba de personal experto en el sector sino que compaginaba sus tareas en el cine con sus oficios habituales a fin de conseguir unos ingresos extras. Entre los empleados del cine Cervantes había un granerer, un conductor de carros para transporte y un zapatero remendón. Francisco Tárrega, jornalero de Alaquàs, en su puesto como acomodador ganaba catorce quinzets los sábados y cuatro pesetas los domingos59. El cine Cervantes se publicitaba “a la vanguardia de los grandes programas” y estrenaba o reponía algunos títulos míticos: el Ben-Hur de Ramón Novarro, cuya versión sonorizada estrenó el 13 de enero de 1934, la monumental 57 Archivo Municipal de Torrent, Libro de Actas 1938, Sesión de 23 de noviembre. 58 Archivo Municipal de Torrent, Contribución industrial, 1942-1951. 59 TARÍN LÓPEZ, Ramón, “Biografíes. Francisco Tàrrega Mas, el tio Paco el de la Nena”, Quaderns d’investigació d’Alaquàs, núm. XX, 2001, p. 190. Entre 1925 y 1937 un quinzet equivalía a 25 céntimos (14 quinzets = 3,5 pesetas, poco más de dos céntimos de euro).
El último mohicano USA. 1936 United Artists Programa troquelado 14 x 6,5 cm El signo de la cruz USA. 1932 Paramount Programa simple 8,5 x 13,5 cm Buffalo Bill USA. 1944 20th Century Fox Programa simple 8,5 x 13 cm
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Cervantes. El signo de la Cruz (1932) Una vez más hemos acudido a admirar la genial superproducción El signo de la cruz con la cual se consagró como gran director Cecil B. de Mille, hace ya muchos años. El signo de la Cruz es un colosal monumento cinematográfico de fastuosa presentación en que masas ingentes de comparsas sabiamente desenvueltas ante la cámara, sorprendentes escenas de duro realismo entre el marco fantástico de un montaje sin igual, constituyen juntamente con la trama argumental, delicado exponente de la gesta de los primeros mártires de la fe, una cinta que perdurará en la mente del espectador durante largo tiempo.
El signo de la cruz de Cecil B. De Mille, La fiera de mi niña con Katharine Hepburn y Gary Grant, la obra maestra del cine español La aldea maldita, dirigida por Florián Rey, y tantos títulos guardados en la memoria de varias generaciones. Con el desembarco masivo de las películas norteamericanas el western se erigió en el género preferido por los espectadores y con el tecnicolor las películas de aventuras y de acción cobraron un nuevo atractivo y potenciaron la imaginación de los más pequeños; las Aventuras de Buffalo Bill y el cartón piedra de Quo Vadis hacían las delicias del público tanto como los filmes de miedo y aquellos seriales que alertaban del peligro amarillo protagonizados por Fu-Manchú. El público de la época era muy sugestionable y se emocionaba con las aventuras y desventuras de tantos héroes con gran facilidad. En 1949 se podía asistir a las sesiones del Cervantes por dos pesetas la entrada de butaca y una la general para ver estrenos que causaron escándalo como Gilda. “Vicentín, a on vas?” −le preguntaba una madre desde el balcón a su hijo. Sabedora de que el muchacho iba a pasar la tarde en el cine Cervantes con una frívola pelirroja como Rita Hayworth, le advertía: “T’en vas a condemnar”. En 1953 se repondría en la pantalla del cine Montecarlo. Otros melodramas cosecharon éxitos similares como La violetera que a finales de los cincuenta agotó los billetes de la taquilla y se organizaron largas colas para asistir a su proyección. Hasta finales de los años cincuenta, las películas se solían contratar con las distribuidoras a un precio fijo, pero de aquéllas que se sabía que iban a llenar la sala, como la cinta de Sara Montiel, las casas rehusaban este sistema para ir a porcentaje con arreglo a la taquilla recaudada. Para ello la propia distribuidora acuñaba las entradas y así se controlaba el taquillaje.
Hemos notado algunos cortes que no la desmerecen en absoluto, antes bien privan al público de escenas excesivamente duras. La interpretación de Fredrich March, Elisa Landi, Claudette Colbert y Charles Laughton un tanto afectada, al estilo de entonces, no deja por ello de ser magistral. Sobradamente es conocida esta película para destacar alguna escena relevante, ya que en su conjunto, por su arte, por su belleza o dramatismo, todas ellas logran indiscutiblemente rayar a la mayor altura. Torre, 13 de noviembre de 1948 Cervantes. Buffalo Bill (1944) En este salón hemos tenido ocasión de admirar la conocida cinta de la Fox pródiga en aventuras del célebre rey de la pradera. Buffallo Bill es un magnífico film en tecnicolor donde la majestuosidad de los paisajes fotografiados, el sugestivo argumento lleno de sangrientas luchas entre pieles rojas y el ejército americano, magistralmente obtenidas, mantienen el interés creciente del público durante toda la proyección. Joel McCrea, a la altura de su categoría artística. Torre, 25 de septiembre de 1948
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Programación cine Cervantes. Torre, 25 de diciembre de 1948 Con motivo de las celebraciones de Navidad y Año Nuevo en 1948 y 1949 el semanario Torre avanzaba a sus lectores los próximos estrenos que iban a proyectarse en los tres grandes cines de Torrent de aquel periodo: Cervantes, Avenida y Montecarlo, durante las fiestas y la temporada de invierno En la página siguiente cuatro programas de mano de las películas que anunció el cine Cervantes en la Navidad de 1948.
En los primeros sesenta Miguel Abellán abandonó la explotación del cine Cervantes al asumir el cargo como jefe comercial de la delegación en Valencia de la casa INTER especializada en productos electrónicos, radios y televisiones, y todo parece indicar que Jesús Muñoz, propietario del cine Avenida, se responsabilizó de su gestión60. Con la inauguración de nuevas salas de cine en Torrent, más modernas y mejor equipadas, el cine Cervantes iría perdiendo fuelle frente a sus competidores. La televisión, las mayores ofertas de ocio, fundamentalmente para el público joven, acabaron con el decano de los cines torrentinos en 1969.61.
60 Según coinciden Gloria Abellán y Jesús Muñoz Fernández y apunta el impreso de solicitud de reapertura del cine en la temporada de 1964 a nombre de Jesús Muñoz. Archivo Municipal de Torrent, Reapertura cines... Signatura CN-5082/43. 61 BEGUER ESTEVE, Vicente, “El teatro en Torrent”, op. cit., p. 81. En la Revista de Fiestas Patronales de 1970 el cine se anuncia como una sala de baile “donde siempre es primavera”.
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Sangre y arena USA. 1941 20th Century Fox Programa simple 8,7 x 13,5 cm Soligรณ Desde aquel beso USA. 1941 Columbia Programa simple 9 x 13,5 cm El filo de la navaja USA. 1946 20th Century Fox Programa simple 8,5 x 13,5 cm La senda tenebrosa USA. 1947 Warner Bros. Programa simple 8,5 x 13,5 cm
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PROGRAMAS DEL CINE CERVANTES Gente alegre USA. 1931 Paramount Programa díptico 16,5 x 24 cm Agente secreto USA. 1932 Renacimiento Films Programa díptico 16 x 22 cm
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La melodĂa prohibida USA. 1933 Fox Programa simple en cartulina 7,5 x 11, 5 cm La feria de la vida USA. 1933 Fox Programa simple en cartulina 8 x 11,5 cm
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El marido de la amazona USA. 1933 Fox Programa simple en cartulina 8 x 11,5 cm HuĂŠrfanos de Budapest USA. 1933 Fox Programa simple en cartulina 8 x 11,5 cm El diablo se divierte USA. 1933 Fox Programa simple en cartulina 8 x 11,5 cm
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Laurel y Hardy en el Oeste USA. 1936 MGM Programa simple 9 x 13 cm La fiera de mi niña USA. 1938 RKO Programa simple grande 16 x 23 cm
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Si yo fuera rey USA. 1938 Paramount Programa simple 8,5 x 13,5 cm La mรกscara de hierro USA. 1939 Edward Small Productions/United Artits Programa simple 8,5 x 13 cm
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La aldea maldita EspaĂąa, 1942 P. B. Films Programa simple 13,5 x 9 cm Sabotaje USA. 1942 Universal Programa simple 9 x 13,5 cm
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El fantasma de la Ăłpera USA. 1943 Universal Programa simple grande 14 x 21,5 cm
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Eloisa está debajo de un almendro España,1943 Cifesa. Programa díptico 20,5 x 12 cm Una tarde en el circo USA. 1943 MGM Programa simple del reestreno 8,5 x 13,5 cm
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Luchas submarina USA. 1951 20th Century Fox Programa simple 8,5 x 13,5 cm Soligó De aquí a la eternidad USA. 1953 Columbia Programa simple 8,5 x 13 cm
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Al este del EdĂŠn USA. 1955 Warner Bros. Programa simple 9 x 12,5 cm Jano Escrito sobre el viento USA. 1956 Universal Programa simple 10 x 14,5 cm
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Indiscreta USA. 1958 Warner Bros. Programa simple 10 x 14,5 cm Tómbola España, 1962 Guión Producciones Cinematográficas Programa simple 10 x 14,5 cm
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Merlín el encantador USA. 1963 Walt Disney Programa simple 9,7 x 13,8 cm Caso clínico en la clínica USA, 1964 Paramount Programa simple 10,2 x 14,3 cm
LOS GRANDES CINES DE LA AVENIDA
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os días 28 y 29 de septiembre de 1929 el jolgorio se había apoderado de un amplio sector de la población ávido de celebraciones. El Ayuntamiento, encabezado por el manisero Félix Vilar David, supo aprovechar la designación como alcalde honorario de Torrent de la primera autoridad de Valencia, Carlos Sousa Álvarez, Marqués de Sotelo, como escaparate para mostrar las mejoras urbanas que se habían emprendido en el municipio, a mitad de la década, con “grandes fiestas de carácter patriótico” a las que habían acudido las principales autoridades de la provincia arropadas por cientos de curiosos que no quisieron perderse detalle de los actos. Entre las ceremonias más sobresalientes de aquel fin de semana de bombos y platillos, pólvora y campanas, destacaron la inauguración de las obras de la Gran Avenida, diseñada en el proyecto de ensanche urbano de los arquitectos Luis Albert y Alfonso Fungairiño, que uniría la placeta dels tramvies con el Vedat. Los golpes simbólicos de la piqueta contra la pared de una de las tres viviendas que habrían de derribarse en la plaza Obispo Benlloch para la apertura de la Avenida de Alfonso XIII, efectuados al alimón por el agasajado marqués y el celebérrimo gobernador Heraclio Hernández Malillos, significaron el punto de inicio de la expansión urbana de Torrent hacia el suroeste y el origen de una senda que con el transcurso del tiempo se convertiría en el corazón de la ciudad62. La apertura de la Avenida respondía a un ambicioso programa de obras públicas y a un proceso de modernización que transformaría la fisonomía de la urbe y ponía a Torrent a la cabeza del desarrollo de las poblaciones rurales de Valencia en la línea de la política fomentada por el gobierno de Primo de Rivera que alentaba a los ayuntamientos a emprender planes de desarrollo local dándole continuidad, por otro lado, a las reformas y progresos experimentados en nuestra ciudad en las postrimerías del siglo XIX. El diario Las Provincias alababa estas reformas y los proyectos de cambio urbano en Torrent y la repercusión de la Avenida en la vida local porque63: 62 SÁNCHEZ ANTÚNEZ, Jorge, “La Avenida, un largo paseo de ochenta años (I)”, BIM TORRENT, núm. 164, 2009, pp. 5-10. 63 Biblioteca Virtual de Prensa Histórica, “Torrente, villa progresiva”. Las Provincias, 28 de abril de 1926, p. 4.
Anteproyecto de la Gran Avenida al Vedat de 1926 que inicialmente se llamó Alfonso XIII. La extensión prevista para la gran vía de Torrent excedía de los dos kilómetros y una anchura de cincuenta y ocho metros. De dicha amplitud, catorce metros correspondían al paseo central que quedaría bordeado por dos hileras de pinos, y a ambos lados doce metros de calzada se destinarían al servicio de tranvías y coches de lujo, línea de árboles, acera de seis metros, y cuatro metros también a ambos extremos para dedicarlos a parcelas ajardinadas delante de las residencias que se tenía previsto levantar. Foto en La Semana Gráfica, 28 de septiembre de 1929, núm. 168.
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Ceremonia inaugural de la Avenida al Vedat, 29 de septiembre de 1929. El alcalde de Valencia, marqués de Sotelo, arriba, y el gobernador Hernández Malillos, abajo, golpean el muro de una de las viviendas que serían demolidas para la apertura de la Avenida. La Semana Gráfica, 5 de octubre de 1929, núm. 169. Foto Sigüenza.
“será la avenida el mayor timbre de orgullo para el pueblo que supo impulsarla”.
La revista La Semana Gráfica enumeraba estos cambios: “Fruto de una tenacísima labor política y social es este resurgir de Torrente en el panorama de las grandes ciudades del campo valenciano. Después de cimentar su riqueza agraria e industrial Torrente se apresta a adquirir fuerte personalidad de urbe culta y prepara un extenso programa de reformas urbanas y sociales en el que serán atendidos todos los temas dominantes de la nueva cultura: turismo, enseñanza moderna, sistemas económicos, organizaciones societarias, casas baratas, decoración de la ciudad, aprovechamiento y propaganda de todas las riquezas naturales del distrito, enaltecimiento de todas las formas típicas del arte popular, etc.”
Recordaba que los artífices de estas mejoras habían sido el alcalde Félix Vilar David y los demás miembros de la corporación: Francisco Torán, Pascual Silla, José Andreu, Tomás Baviera y Fidel Parrizas, secretario municipal, el presidente de la Caja Rural, Miguel Reig, y otras personalidades y entidades influyentes”64. En la Avenida hacia el Vedat, concebida ingenuamente como zona residencial, se instalaron los principales comercios y los grandes negocios, los bancos, los lugares de recreo y sus recordados cines. Los tradicionales paseos de los domingos que transcurrían por la plaza del Raval, la plaza Mayor, la 64 Hemeroteca Municipal de Valencia. “Torrente despierta”. La Semana Gráfica, 3 de agosto de 1929, núm. 160.
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Jornada inaugural del cine Liceo, 1 de enero de 1959. Fotograma extraído de la grabación doméstica que sobre el cine Liceo realizó la familia Moreno-Planells poco antes de derribar el edificio en 1984.
estación del tren y la calle Sagra se desplazaron a la Avenida poco a poco al acabar la guerra, sobre todo en su periodo más cinematográfico, y las pandillas de jóvenes a la caza de su media naranja y las parejas de enamorados caminaban de arriba abajo acompañados de sus inseparables carabinas para evitarse caricias y susurros excesivos en forzoso cumplimiento de las disposiciones del Gobierno Civil que no permitía ningún achuchón en público. En otoño de 1963 el director del boletín municipal, José María Ibáñez Clemente, describía el trasiego de gente en la populosa vía65: “El tráfico en esta tarde dominguera es enorme. De todas las calles converge numeroso público con diversas direcciones, aunque la que domina entre todas es la de la entrada a la Avenida de los Mártires, la arteria más amplia de la ciudad y por ser el punto en donde con mayores proporciones abundan los cafés, los cines, paseo y atracciones. La gente de la población y la que de todos los pueblos cercanos de la comarca afluye a Torrente en busca de paseo o espectáculos, forman en este punto un gran hervidero, numeroso gentío que sobre nuestra vista aparece de forma multitudinaria.”
Los tres cines construidos en el embrionario paseo: Avenida, Montecarlo y Liceo, compitieron en grandiosidad, en confort y en la pugna por conseguir las películas más exitosas para ganarse la fidelidad del público. Finalmente las circunstancias les obligaron a reconvertirse en una empresa común, CINELAM. En cierto modo, los cines contribuyeron a animar la Avenida, como nunca lo ha hecho ningún establecimiento, en una época en la que no había muchas distracciones. La radio resultaba soporífera con su interminable retahíla de dedicatorias en los programas de discos dedicados. La televisión estaba por llegar y cuando por fin llegó TVE en 1956 era un lujo restringido a unos pocos, y sin apenas cobertura, salvo en Madrid y sus alrededores. Los desplazamientos fuera de la población no eran habituales por falta de medios y por estar restringidos por los progenitores y los bailes no eran frecuentes o 65 IBÁÑEZ CLEMENTE, José María, “Balcón a la calle”. Torrente. Boletín de Información, diciembre, 1963, p. 5.
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estaban prohibidos. Así las cosas, en el entorno rural en el que se circunscribía Torrent, los cines eran una opción al alcance de la mayoría de los bolsillos habida cuenta de que el Estado intervenía los precios de la taquilla para que no crecieran por encima del coste de la vida y cualquier subida debía de estar antes autorizada por el Gobierno. A pesar de este control las sucesivas inflaciones de los años cuarenta habían obligado a la subida de las entradas. En Torrent por ejemplo, a finales de 1950, subieron de tres a cuatro pesetas. El ariete informativo del régimen en nuestra ciudad, el semanario Torre, animaba a asumir este coste como lo menos malo. “Se dijo 5 y lo han dejado por 4. Dudamos si ha sido por teatralidad y hacernos pasar una píldora más suave ante el temor de una ingesta, o por qué causa. Lo cierto es que 4 pesetitas no están mal, a mayor abundamiento cuando todo anda fuera del alcance del telescopio. Bien están 4 pesetas, porque no es mucho el aumento; porque en nuestros cines nos endosan buenos programillas… de vez en cuando; porque allí pasa uno sus seis horitas los domingos consumiendo media libra de acahuet [sic] y hasta merendamos, cenamos y «resoponamos» [sic]”
Claro que, por otro, lado interpelaba a los exhibidores a fin de mejorar su servicio en justa recompensa por la subida de los precios y proponía, entre otras medidas, aislar a los espectadores molestos66: “¡Ah, señores empresarios!; todo lo bien está bien y el que toma a dar se obliga. Habremos de ir pensando en corregir abusillos; en enseñar educación a espectadores que andan a cuatro manos, evitar que a los humildes y mansos de corazón les pongan en los hombros las manos de abajo, los de la butaca de detrás; clavar de vez en cuando los clavillos que abren ventanas en los pantalones adquiridos por mediación del «Ocaso»; se habrá de pensar en la construcción de un cuartillo para los que silban, para los que roncan fuerte, para los que «dialogan» a grito pelado...”
En los cincuenta, el precio de las entradas en Torrent osciló entre las 3 pesetas la entrada de butaca y 2 la de general, los días festivos y los sábados por la noche, mientras que lunes, martes y miércoles había temporadas de una y de dos pesetas la sesión67. En concreto en 1954 el precio líquido por butaca declarado al Ayuntamiento era de 2,22 pesetas los días festivos y de 1,48 los días laborables y de 1,11 pesetas y de 0,74 céntimos, por entrada de asiento de general. El cine Cervantes expedía además un tercer tipo de entrada para los asientos de palco, pero los precios eran los mismos que los de butaca68. Al final de la década se llegarían a pagar hasta cinco y seis pesetas. Los más afortunados evitaban rascarse el bolsillo. Así a determinadas autoridades y fuerzas del orden se les permitía la entrada gratuita en razón de su cargo y también a sus acompañantes y si se terciaba algún amigo de éstos, participaba de idéntica exención. Para eludir mayores pérdidas económicas y dado lo inestable del sistema eléctrico en el municipio el Montecarlo advertía en sus programas de mano: “Si por causa del fluido eléctrico se interrumpiera la función una vez empezada, el público no tendrá derecho a ninguna clase de reclamaciones”.
Al fin y al cabo la responsabilidad no era suya. 66 PEPE (¿José Ortí?), “Los cines a 4 pesetas”. Torre, 2 de diciembre de 1950, p. 4. 67 Según información oral proporcionada por el difunto Roberto Baviera Chiner del cine Montecarlo 68 Archivo Municipal de Torrent, Certificado de los aforos de los locales de espectáculos. Signatura CN53/19.
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Empleados de CINELAM en la cafetería del cine Montecarlo, 1976. A la izquierda, agachado, Antonio Moreno López y al lado su compañero Vicente Verdet; detrás, Vicente Gasull y Amparo Mora Cervera, la taquillera. A la izquierda de ésta, Manuel Raga Chisvert y a su lado Paco, otro de los vedeles. Foto cedida por Ana Mª Moreno Saiz.
En los sesenta, con la mejora económica, empezaron a vislumbrarse algunos cambios en las costumbres en detrimento de los cines pero sin afectarlos en demasía. Los jóvenes encontraron otras alternativas y mayor libertad para desplazarse con sus ruidosas motocicletas y a mitad de la década pudieron mover sus extremidades con la propagación del rock y el pop en salas como el Sirtaki y el Bomar, en la misma Avenida, no sin el recelo de sus mayores, cuando no organizaban sus guateques particulares gracias a los tocadiscos cuyo uso se había generalizado. Los cines de Torrent, salvo excepciones, sólo ofrecieron películas de reestreno. Las cintas se estrenaban primero en la capital donde la saga de los Pechuán acaparaba el negocio e imposibilitaba estrenar ningún título en su área de influencia mientras no hubiera transcurrido un tiempo desde su pase en la capital, incluso su reestreno, porque también se reestrenaba en Valencia antes que en los demás municipios. Podían pasar varios meses o algún año antes de que una película recalara en nuestras pantallas, hasta que prácticamente no habían salido del circuito del influyente empresario. Aún con estas contingencias, los cines de la Avenida no sólo atrajeron al público de Torrent sino que buena parte de sus espectadores procedían de Alaquàs, Aldaia, Xirivella, Picanya y Paiporta porque de todas maneras las películas se estrenaban en Torrent antes que en sus localidades, la oferta era mayor y el precio de los cines más barato que en Valencia, elevando a Torrent a la categoría de una capitaleta del cine, en palabras de Roberto Baviera. En los sesenta se les unió la terraza El Clot que compartía la programación con el cine Avenida, pero a la fresca durante sus veladas estivales. Después de la guerra, todos los cines: el Cervantes, el Avenida y poco después el Montecarlo, aumentaron el número de espectadores, principalmente jóvenes cuyo comportamiento distaba mucho de los ejemplos de urbanidad que reflejaban los manuales de la época. Torre, les afeaba la conducta y censuraba el continuo escándalo provocado por los alborotadores que hacían de los cines
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el salón de su casa. A los acomodadores les demandaba mayor compromiso para frenar aquellos abusos69: “¿Hasta cuándo los acomodadores de los cines van a consentir los «pequeños» escándalos que ciertos «caribes» acostumbran a realizar con los pies y butacas en las proyecciones de las películas? ¿Hasta cuándo van a consentir que otra masa de los «mismos», sintiéndose artistas y durante los descansos comiencen a corear los discos de canciones de su agrado, como si estuvieran solos en la sala de proyección? ¿Hasta cuándo consentirán también que una vez comenzada la proyección entren ciertos sujetos llamando a voz viva a sus amistades, como si estuvieran en plena selva? Todo ello se puede impedir con un pequeño esfuerzo en bien del respetable público y en ayuda de enseñarles educación a los promovedores de estos desacatos y demostrar a los visitantes un grado de educación que a la vista de tales hechos es dudoso demostrar.”
Para corregir las algarabías la publicación falangista sugería colocar algunos avisos intimidando con algún castigo muy al uso del momento70: “A fer el burro al carrer, i el que el faça ací dins, a l’eixir, a la barbería a ficar-li el meló al zero”.
En 1966 José Mª Ibáñez Clemente no ocultaba su irritación por las estridencias de algunos espectadores “[…] a lo que no hay derecho es a que un espectador suelte sus risotadas estridentes, que muchas veces suenan éstas antes de haberse producido el chiste o la gracia, y el paciente espectador callado no se entera”
Y comparaba su actitud con la educación del público de Valencia71: “Cualquiera de los que asiduamente frecuentan los cines habrá ido, sin duda, alguna vez a los cines de estreno de la capital, y habrá podido observar esta notable diferencia. Un silencio agradable, que hace que uno esté más atento al desarrollo de la película, y, además, encaja mejor para ir puliendo nuestras buenas costumbres ciudadanas.”
En 1968 se prohibiría comer pipas en los cines de Torrent, con avisos en la pantalla durante los descansos y al final de cada sesión. Al director del boletín municipal no le parecía mala idea, pero puestos a elegir prefería el crujir de las pipas, porque la gente al menos permanecía callada mientras se las comía, a la actitud indisciplinada y los ruidos de los más jóvenes72. “Esos que, sea cual sea la película, has de aguantar todas las reacciones que se producen a veces de una manera estrepitosa, por una parte de público, que suele ser joven, vehemente y expresivo, y se desahoga a viva voz insultando a veces al que le tocó el papel de traidor o se meten a favor del galán o la dama. Todo estaría bien si no molestasen a la mayoría de espectadores…”
Los cines ofrecían tres sesiones que se llenaban con todo tipo de espectadores: entre las tres y media y las cuatro asistían las familias con sus retoños y las pandillas de amigos que eran los más escandalosos; a las seis o 69 “Tiros al blanco”. Torre, 23 de octubre de 1948, p. 2. 70 “Tiros al blanco”. Torre, 19 de mayo de 1951, p. 2. 71 IBÁÑEZ CLEMENTE, José Mª., “El silencio en los cines”. Torrente. Boletín de Información, noviembre de 1966, p. 5. 72 IBÁÑEZ CLEMENTE, José Mª., “Prohibido comer pipas”. Torrente. Boletín de Información, septiembre y octubre de 1968, p. 6.
Pasión de los fuertes USA. 1946 20th Century Fox Programa simple 8,5 x 13 cm Programación cine Avenida Torre, 19 de febrero de 1949
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seis y media, sobre todo iban las parejas; finalmente a las nueve de la noche, los matrimonios y la gente mayor. Como las sesiones eran continuas muchos padres llevaban a sus hijos al inicio de la primera sesión y no los recogían hasta las nueve, en cines tolerados como el Liceo, y revolucionaban la sala para martirio del personal del cine. A menudo los domingos había matinales destinados al público infantil que empezaban entre las once y media y las doce. Las sesiones se reducían a dos cuando se proyectaban superproducciones como Lo que el viento se llevó, por su larga duración, o bien se adelantaba el horario del cine. Con la proyección de Ben-Hur en el cine Avenida, el 7 de diciembre de 1961, la primera sesión se inició a las dos y media para dar cabida a las otras dos. La programación se alteraba en Semana Santa. Era el tiempo para las películas religiosas como Las campanas de Santa María, Forja de hombres, Sansón y Dalila y Rey de reyes. El público acudía al cine por la tarde porque por la noche había que ir a las procesiones y el Viernes Santo cerraban los espectáculos y la hostelería. Navidad también era época para ver películas bíblicas como Los diez mandamientos y La túnica sagrada antes de la cena de Nochebuena y los exhibidores aprovechaban para programar estrenos atractivos. Por otro lado, los cines actuaron como válvula de escape para olvidar por unas horas las carencias de la sociedad de posguerra y las rutinas diarias e igualmente sirvieron como refugio para los apremios de los amantes, o eso creían, si antes no les delataba la linterna del acomodador. En Torrent a veces había más espectadores que butacas, pero la escasez de asientos se solucionaba porque a menudo se encontraban “...parejas saturadas de un espíritu tan «desprendido» que con una sola butaquita se arreglan.” Aun ocultos en la noche de la sala, cientos de ojos escrutaban la oscuridad a la caza de los devaneos encubiertos y de las caricias furtivas de los enamorados más osados que se sentaban en las últimas filas, las “filas de los mancos” y Torre, en su papel como cancerbero de la moralidad, las buenas costumbres y el recato se encargaba de recordárselo73: “… ¿acaso no se han dado cuenta ciertos «lilós» que en la obscuridad, a los cinco minutos, vemos muy bien hasta cien metros de distancia? Y francamente, los programas no son tan despreciables para hacerles la competencia con escenitas que reclaman con furor una ducha fría. Y si no hay duchas frías portátiles, sí puede haber por lo menos un sifón a manos de cada aposentador […] pero es que hay películas «aptas» que las hacen inaptas los tortolillos de la sopa boba.”
Tampoco era extraño que los acomodadores aceptasen sentar en las últimas butacas a las parejas de novios a cambio de una propina y de mirar para otro lado, mientras enviaban a las pandillas a las primeras filas para que no les molestaran. Algunos padres aconsejaban a sus hijos evitar estas filas cuando iban al cine y sólo al crecer comprendieron aquella precaución paternal. Los ratos de intimidad cinematográfica se truncaban con la ausencia de la persona amada, al echarse los quintos el macuto a la espalda para cumplir con sus obligaciones militares. Huérfanas de amor, las jóvenes de Torrent raramente asistían al cine a no ser que lo hicieran acompañadas por algún familiar, o la misma suegra, en aras de preservar la fidelidad de la futura nuera. Durante décadas los cines de la Avenida consiguieron largas colas y en plena fiebre del destape las colas se prolongaron, al menos en el Montecarlo 73 “Tiros al blanco”. Torre, 19 de mayo de 1951, p. 2.
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y el Avenida que proyectaban películas clasificadas “S” exhibiendo lencería fina, cuando no las incendiarias curvas de Nadiuska, Susana Estrada, Mª José Cantudo o Amparo Muñoz con guiones de echarse a correr. La letra de alguna canción de aquellos setenta de falda menguante y pierna creciente describía las preferencias anatómicas, o gastronómicas, de un público mayoritariamente varón que se acercaba a mirar los fotogramas del Montecarlo a ver quién o qué se destapaba: “Encara que les cuixes que s’estilen no son cuixes de pollastre ni son de corder pasqual que sempre es veu al Montecarlo cúa de gent que els cartells remira buscant cuixa o cansalà…”74 La proliferación del cine sin pantys no evitó la crisis del sector cinematográfico; no obstante, con las grandes producciones norteamericanas de suspense del estilo de Tiburón y de ciencia-ficción como Superman, Encuentros en la Tercera Fase y La Guerra de las Galaxias el Liceo, que proyectaba cine tolerado, pudo darse con un canto en los dientes. Al desparecer sus cines la Avenida, cada vez más urbanizada, quedó como un bulevar de comercios y servicios, pero huéfana de espectáculos.
74 Estrofa de la canción La cuixa, de Ascensio Carratalá Beguer, según la recuerda Rogelio Mora exintegrante del grupo Fusta.
Encadenados USA. 1946 RKO Programa troquelado 19 x 7,5 cm Cary Grand, Ingrid Bergman y Claude Rains, astros de la cinematografía con brillo de primera magnitud, funden en esta película el caudal extraordinario de sus facultades artísticas para elevar por sus propios méritos a nivel un argumento de apasionada acción en que el amor –tema indiscutible–, intriga y sacrificios van sucediéndose en coordinada mezcolanza hasta el remate feliz que tanto subyuga al espectador. El nombre de los intérpretes, basta por si solo para avalar la calidad de la cinta. Torre, 13 de marzo de 1949
EL CINE AVENIDA
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n el número 16 de la Avenida al Vedat existe en nuestros días un concurrido supermercado de la cadena Consum donde nada recuerda que antaño estuvo ubicado el primero de los cines de la Avenida de la que adoptó su nombre. Julio Baviera Miquel, empresario del vino y uno de los promotores de la apertura del popular paseo, alentó a Jesús Muñoz Mora, empleado suyo, a montar un cine para animar e impulsar el desarrollo de la nueva vía, aún despoblada, sin más paisaje que campos, caballerizas y muchos escombros en los inicios de los años treinta. “Home, senyoret ¿Com vaig a fer jo un cine?”, le preguntaba aquél sorprendido. Julio Baviera le proporcionó la ayuda necesaria para llevar a cabo el proyecto. Le vendió el solar para construir el cinematógrafo y le hizo un préstamo. A través de un conocido buscaron el asesoramiento de Emilio Pechuán Giner, médico fundador de la familia que manejaba el negocio del cine en la capital, porque ninguno de los dos tenía conocimientos sobre un espectáculo que cada vez más se situaba entre las preferencias lúdicas del público. El proyecto tuvo como referente al cine Capitol de Valencia construido en las mismas fechas75 y llegó a término en poco más de un año, formando la sociedad del cine Avenida los hermanos Muñoz: Jesús, Daniel y Vicente junto con Aldino Fernández. El aspecto externo del edificio presentaba las características propias de una casa de pueblo careciendo de lujos arquitectónicos. Constaba de 75. De la entrevista inédita de Juan Antonio Delgado con Roberto Baviera Chiner en 1998 para el BIM TORRENT, núm. 116.
Fachada original del cine Avenida hacia 1960. Foto Archivo Municipal de Torrent. Jesús Muñoz Mora, empresario del cine Avenida, contó con la ayuda económica del industrial Julio Baviera, para poner en funcionamiento su cine. Foto Archivo Municipal de Torrent.
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dos plantas. La primera tenía tres portones de acceso a la sala y a izquierda y derecha del portón central se encontraban los bastidores de los carteles y la taquilla. Sobre esta puerta principal, en la planta alta, había un balcón con dos ventanas a ambos lados que formaban parte de la vivienda familiar cuya entrada era independiente a la sala. Durante unos años se alojó en ella un amigo de la familia que hacía las veces de portero. La parte superior de la fachada culminaba en un friso donde se leía el antiguo nombre del cine. El Diario de Valencia lo describió como el mayor local de Torrent y uno de los de mayor capacidad de la provincia76. El cine compartía medianera con el bar Avenida o ambigú, abierto en el vestíbulo del cine. Para que el público pudiera asistir sin tropiezos ni enfangado las temporadas de lluvias −la Avenida era un camino de tierra sin asfaltar− el día de la inauguración se improvisó una pasarela de madera montada sobre tablones desde el Ayuntamiento actual, antiguo emplazamiento de las diferentes Caja de Ahorros de Torrent, hasta la sala. La inauguración estaba prevista para los días 14 ó 15 de mayo de 1931 pero se retrasó, quedaban algunos flecos sueltos por solucionar; no obstante, circularon programas de mano anunciando la velada sin que apareciera el nombre del cine en los folletos. Finalmente se inauguró la noche del jueves, 21 de mayo de 1931 bajo la denominación de Gran Cinema Avenida. La inauguración resultó un rotundo éxito y fue muy celebrada por el público, según ha narrado Víctor Almerich77. La película musical El precio de un beso protagonizada por el tenor mejicano José Mojica, estrenada en dos partes, fue el plato fuerte del amplio programa preparado para ocasión tan excepcional junto a otros cuatro títulos: Centinelas del mar, una revista muda; Entre platos y notas, un film cantado y hablado en español de la Fox; El terrible toreador, una película sonora de dibujos animados de Walt Disney y Leoncitos a bordo, comedia silente en dos partes que cerraba la velada. La gente se agolpó, a las nueve y media de la noche, a las puertas del cine atraída por la publicidad de los días previos y la gratuidad de las entradas. En vista de los numerosos asistentes fue preciso sacar a la venta algunos billetes en un intento por disuadir a la multitud que permanecía en la cola. Los precios oscilaron entre los 75 céntimos del patio de butacas, los 50 de los palcos y los 25 del anfiteatro. Los espectadores más afortunados, impacientes y raudos, 76. ROYO MARTÍNEZ, José, op. cit., p. 1.234. 77. La extensa información sobre la jornada inaugural del cine Avenida y las siguientes nos la proporciona un documento inédito que conservan los descendientes de Jesús Muñoz Mora, firmado por un tal Víctor, cronista. El autor, creemos, debe tratarse de un peculiar personaje de la vida local cuyo nombre completo respondía al de Víctor Almerich Alonso conocido popularmente por su nombre de pila. Víctor nació en Torrent en 1891 y murió el 21 de abril de 1933, según consta en su certificado de defunción (Archivo Parroquial de la Asunción de Torrent, Libro 70-Folio 139). Se dice de él que su afición al periodismo, en forma de cronista, le estimulaba para tomar notas por doquier de todo cuanto creía interesante para sus fines, pues aspiraba a escribir una historia de Torrent. Por ese motivo era infatigable en sus pesquisas y nada se le pasaba por alto. Asistía a todas las sesiones del Ayuntamiento de las que no perdía detalle. En su archivo particular, además de toda la documentación interesante recogida sobre nuestra ciudad, guardaba una colección completa de programas de fiestas, cines y teatros locales, ordenados por fechas y años que abarcaba el periodo comprendido entre 1916 a 1925. Del mismo modo había reunido un numeroso material de prensa sobre el expediente Picasso referente al desastre de Annual de 1921 en la guerra contra Marruecos. Se cuenta por ello que era curioso, inquieto y polémico porque no se casaba con nadie y porque no tuvo descendientes que conservaran su valioso legado, éste fue pasto de las llamas por el desinterés de otras personas. Víctor Almerich debió ser el mismo personaje que aparece en la Revista Torrente de la que informa La Voz Local sobre el cine Cervantes y de la que ya hemos dejado constancia. Vid. NICO, “Personajes y folcklore torrentinos”. Torrente. Boletín de información, marzo-abril, 1976, p. 21.
La venganza de Frank James USA. 1940 20th Century Fox Programa simple 8,5 x 13 cm
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Fotograma de El terrible toreador. Walt Disney, 1929.
ocuparon por completo las más de seiscientas butacas del cine Avenida, adquiridas en un cine de Valencia que acababa de ser derruido78, pero era tan grande el deseo por presenciar el espectáculo en el primer cine con sistema sincronizado de sonido de Torrent que muchas personas permanecieron de pie en los extremos de la sala. Aunque se habían hecho unas pruebas de sonido previas, durante la sesión el volumen fue tan elevado que resultaba ensordecer para los espectadores y se podía oír hasta en la calle. Además en los momentos de mayor interés se produjeron algunas interrupciones. En la función de la noche posterior se solventaron los imprevistos y la aglomeración fue menor. La segunda jornada se completó con un concierto de piano. Se tocó una pieza titulada El Ruiseñor de la huerta, del alberiquense Leopoldo Magenti muy aplaudida por todos los asistentes aún deslumbrados por el cine hablado. El sábado y el domingo siguientes se repitió la misma programación. Las imperfecciones técnicas del equipo y del material cinematográfico todavía causaron muchos quebraderos de cabeza al dueño del cine Avenida porque las cintas se quemaban con frecuencia y los operadores se veían obligados a añadirles algunos trozos en blanco para mantener la unidad de tiempo y evitar la desincronización entre imagen y sonido con el consiguiente enfado de los espectadores al aparecer la pantalla inmaculada por los fragmentos sin imágenes. Vicente Castelló y Agustín Fernández fueron dos de los operadores profesionales que trabajaron en el cine. De todos modos siempre se podía echar mano del piano de la sala, todavía conservado por la familia Muñoz, para amansar a los descontentos. A pesar de las deficiencias,
78 Información proporcionada por Jesús Muñoz Fernández.
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La parada de los monstruos USA. 1932 MGM Programa simple en cartulina 9 x 13,7 cm
el cine sonoro llegó para quedarse en Torrent79 y en los primeros años treinta se proyectaron La llama eterna, La máquina infernal, Una viuda romántica, Vivamos hoy, Esta edad moderna, Yo, tú y ella, Melodía en azul, La Venus rubial, La parada de los monstruos y, el día de Navidad de 1933 se estrenaba en la pantalla de Jesús Muñoz, King-Kong80. En octubre de 1934 el cine Avenida se adecuó para representar funciones dramáticas. Como teatro se inauguró con las zarzuelas del maestro Serrano Los claveles y La Dolorosa interpretadas por Amparín Bosch y Vicente Sempere81. Hasta los años sesenta alternó su programación de cine con la puesta en escena de diferentes obras, los populares belenes de Navidad, zarzuelas y variedades, llegando a actuar el famoso cantante de copla Miguel de Molina en los años treinta, algunos de los grupos pop de la década ye-yé y el debut del hijo de la localidad, Paquito Vargas “El gitano de bronce”, el 25 de enero de 1949, en un espectáculo de estampas andaluzas de Curro Paredes. Jesús Muñoz conservó su cine durante la guerra y declaró programar veinticinco funciones para 1936, cuarenta y tres en 1938 y cuarenta y cuatro en 193982 frente a las ochenta y dos de 1932 y, como los inquilinos del cine Cervantes, asumió la venta de sellos benéficos con las entradas además de acoger algún acto benéfico para recaudar fondos a favor del comedor público que se estableció en Torrent dadas las penurias alimenticias83. En 1948 acometió una ambiciosa reforma del salón forzado por las mejoras del cine Cervantes y la competencia del cine Montecarlo, obra de su mentor cinematográfico, más amplio, elegante y cómodo que el Avenida y que acababa de inaugurarse con enorme éxito entre el público.84 79 Apenas ocho meses antes se había estrenado la primera película sonora en Valencia en el cine-teatro Olympia, El Arca de Noé. Vid. TEJEDOR, Miguel, El libro de los cines de Valencia (1896-2014). Valencia, 2013, p. 35. 80 Biblioteca Virtual de Prensa Histórica, Las Provincias, 23 de diciembre de 1933, p. 13. 81 Biblioteca Virtual de Prensa Histórica, Las Provincias, 14 de octubre de 1934, p. 13. 82 Archivo Municipal de Torrent, Registro de altas de matrícula industrial de Torrent, 1931-1940. 83 Archivo Municipal de Torrent, Libro de Actas 1938, Sesión de 2 de noviembre. 84 “Tiros al blanco”. Torre, 16 de octubre de 1948, p. 2.
Tod Browning, el director del Drácula de Bela Lugosi, se basó en el cuento de Tod Robbins, “Espuelas”, para filmar una insólita e inquietante película, La parada de los monstruos (Freaks), en la que intervenían un grupo de actores con deformidades físicas y psíquicas reales. La crítica recibió la obra con frialdad, cuando no con horror, tachando a su director de morboso y fue un fracaso de taquilla, por la repugnancia que le produjo al público. En Estados Unidos se prohibió durante años a los pocos meses de su estreno, como en otros países, y en Gran Bretaña no se estrenó hasta 1963. La Metro Goldwyn Mayer que se ocupó de su producción, aunque no era un género en el que se prodigara, tras su estreno, retiró el logotipo de la compañía de todas las copias. El guión nos acercaba a la historia de Hans, un enano artista de circo, que hereda una fortuna y a partir de ese momento, Cleopatra, la bella contorsionista, de la que está enamorado, pero quien lo desprecia, intentará seducirlo para apoderarse de su dinero compinchada con Hércules, el hombre forzudo. Sabedores de las intenciones de éstos últimos, únicos personajes “normales y bellos” de la trama, crueles con su amigo, los demás compañeros del frustrado Hans: tullidos, deformes y repelentes a la vista, intentarán vengarse. Browning con esta obra planteará una disyuntiva sobre las preferencias del público: la honestidad de los seres monstruosos o la maldad de las personas normales. En Valencia la película se anunció como el espectáculo más espeluznante llevado a la pantalla y se estrenó en el cine Capitol el 27 de julio de 1933. Al cine Cervantes llegaría en 1934. En los años sesenta una nueva generación de espectadores descubrió el incomprendido filme, inicio del declive de su director, hasta nuestros días en que se ha convertido en una obra de culto entre los amantes del género de terror. Pero mucho antes, en 1935 Luis Buñuel ya la destacó como una de las películas que le hubiera gustado realizar.
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El tesoro de Sierra Madre USA. 1947 Warner Bros. Programa simple troquelado 9,30 x 16 cm Que el cielo la juzgue USA. 1945 20th Century Fox Programa simple 8,7 x 13 cm Soligó
“El Montecarlo, −comentaba Torre− empieza a dar fruto. La primera banderilla la ha sentido en sus costillas el Avenida y ¡vaya respuesta! Eso es tener sal don Jesús; lo demás zapatos viejos”
Jesús Muñoz, según describía el redactor del semanario, respondió a la suntuosidad del Montecarlo transformando “un cajón desmantelado y antiestético en un palacio de las mil y una noches” para añadir después que el director artístico de las obras, Valeriano Saiz, le dio a la sala un aire estilo Luis XVI en la decoración. Durante varias semanas decenas de obreros de todas las profesiones: albañiles, pintores, carpinteros y electricistas trabajaron febrilmente para que no se demorasen las obras y el 7 de octubre, la reforma había concluido. La sala abría de nuevo para admiración de los asistentes con la minuciosa restauración85. “La primitiva forma rectangular de la sala, rechazada por los estilos modernos, tan sólo ha sufrido una ligera modificación al levantarse dos esbeltos chaflanes laterales en la boca del escenario, de construcción cónica y que sirve de paso al interior del mismo, cuartos de aseo y puertas de escape. Circunda todo el patio de butacas, un zócalo jaspeado de tono marrón; sobre él en magnífico contraste con el rico tapizado de damasco que cubre las paredes, alzan su airosa silueta hasta las escocias de primoroso corte, estriadas columnas imitando a mármol, cuya armonía lineal se corona con artísticos capiteles de singular belleza. En el techo y entre un sobrio conjunto de líneas y círculos, destaca con ricos caracteres una lámpara monumental tallada en hojas de acanto de reflejos metálicos que pone una nota de magnificencia y arte al sabor más delicado.”
En opinión del retórico Vicente Alejos lo más llamativo fue el marco de la pantalla y el escenario:
85 ALEJOS, Vicente, “Gran Cinema Avenida”. Torre, 9 de octubre de 1948, p. 2.
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Programación cine Avenida. Torre, 28 de mayo de 1949 Currito de la Cruz España, 1949 Cifesa Programa simple 9 x 13,5 cm La novela de Pérez Lugín del mismo nombre ha sido llevada a la pantalla por los estudios españoles con éxito clamoroso. La cinematografía nacional se ha valido de nuestra fiesta brava, con todas sus grandezas y emociones, para crear una película basada en la vida de un torero; y esta vez la figura protagonista no desfila en el celuloide hábilmente sustituida como en Fiesta brava, sino que, torero de verdad, de la rancia solera sevillano el Currito de la Cruz lo vive un Pepín Martín Vázquez diestro que sabe de soles ardientes abrazando arenas de los ruedos taurinos donde infinitas veces ha cosechado las glorias de su arte.
“Sobre un plano inferior de moldura convexa luce el atrevido porte de sus perfiles y contornos, un arco carpanel de gola reversa, formando bellísimo juego de matices el esmalte marfileño de las tallas, los reflejos metálicos, relieves de hojarasca; magníficas hojas de acanto, en concierto con la lámpara central, circundan el bordón exterior que delicadamente se engarza en lo alto por una llave dorada, constituyendo en su conjunto un marco riquísimo del que carecen los mejores salones de nuestra capital.”
El tapizado interior de fibra de vidrio extinguió los ecos de la sala, modificó su acústica y mejoró el sonido de la pantalla. No obstante, los mayores elogios de la obra se los llevaron la instalación y la ornamentación eléctrica por los cinco globos blancos en el techo, los apliques de bronce laterales y los efectos luminosos que proporcionaba el resplandor oculto de variados colores en la colosal lámpara central, entre los zócalos y entre los bordones de la pantalla “que al variar entre guiños de mutación sus iones rojos, verdes y blancos inundan la sala en suave penumbra para dar mayor relieve a la belleza incomparable de juegos de sombras y difuminos sobre el tapizado y tallas proyectando matices multicolores de variados perfiles a la policromía de la decoración que se inunda en un apoteosis de fantasía oriental”
Con motivo de su reapertura no se organizaron grandes alharacas, y se proyectó un éxito de 1939, Amarga victoria, con Bette Davis, Humphrey Bogart y Ronald Reagan. Sin embargo, la elegancia del nuevo salón a veces se deslucía no sólo por algunos de los espectáculos de variedades alternativos a las proyecciones cinematográficas que no eran del gusto del crítico de Torre que con tantas fiestas había celebrado las obras de la reforma sino por otros espectáculos en el patio de butacas86: 86 ALEJOS, Vicente, “Varieté”. Torre, 28 de mayo de 1949, p. 4.
En esta película –caso insospechado- vemos a Pepín, hábilmente conducido por el prestigioso director Luis Lucía interpretar como astro insuperable el papel del hospiciano en una película fuerte, emotiva, reflejo fiel de una fiesta nacional de algarabía jubilosa asombro del mundo entero y soberana de todas las fiestas, que por fin nos ha brindado el cinema español en su arranque atrevido del ambicioso director valenciano. Quién en cine mudo, en teatro o en su novela, todos conocemos el calvario del soñador glorioso Currito de la Cruz, bellísima historia de lucha y amores de hombres que burlan la muerte en los ruedos para ser presa fácil en las pasiones de una rivalidad que sólo puede vencer la muerte; pero a la vista de esta nueva versión de la obra de Pérez Lugín, de técnica depurada; perfecta interpretación de Martín Vázquez, Jorge y Nati Mistral, Tony Leblanc y otros; magníficas fotografías de las llamadas andaluzas, así como el interés y emoción que rebosa a este film de calidad, no podemos menos que felicitarnos por este monumento de arte de la cinematografía en el que cobra valores indiscutibles el ambiente policromado de nuestra gran fiesta nacional. Torre, 7 de mayo de 1949
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“Éste ofrece un aspecto londinense pero cambiando la niebla por humo de tabaco del país, porque en estos espectáculos ni rezan los cartelitos de «prohibido fumar» ni se consiente el boicoteo a la producción nacional. El ambiente es de un tipismo atroz; toda la población del mediodía torrentino se halla aposentada; muchos espectadores recrean sus manos traseras en los hombros del vecino delantero. Calés por aquí, calés por allá; éste que llama a aquél desde el extremo opuesto de la sala, silbando como una locomotora: cayados en reposo rematados en porra. Patillas y bigotes de la exclusiva de Sierra Morena y entre la policromía chillona del salón decorado a lo Luis XVI, las luces de las vistosas lámparas penetran perezosas entre las espirales de humo que ascienden juguetonas, posándose sobre los peinados femeninos con más brillantina que el almacén de la Perfumería Ibáñez –no es propaganda– y más caracoles que la Acequia del Ràfol en primavera lluviosa. En una palabra: aunque con más ruido, respira la sala ambiente de una de esos fumadores de opio que existen en París o en los suburbios de Massanassa”
En el cine Avenida se estrenaron producciones inolvidables: La venganza de Frank James, El tesoro de Sierra Madre, Encadenados, Vacaciones en Roma, Que el cielo la Juzgue… En 1953 los datos para la matrícula de contribución industrial revelan que el aforo del cine alcanzaba las mil ciento quince plazas (ochocientas quince butacas y trescientas de general)87. Con el fin de adaptarse a las últimas tecnologías y ofrecer las cintas con las nuevas técnicas de filmación que experimentaba Hollywood se emprendieron nuevas reformas para instalar una gran pantalla y el sistema de sonido adecuado. Fue necesario subir el techo apuntalándolo y elevándolo, de manera artesanal, con gatos hidráulicos de automóvil, por secciones hasta completarlo por entero y el escenario desapareció. El 5 de abril de 1956 el cine ya estaba listo para la inauguración del Cinemascope con la comedia de Jean Negulesco Cómo casarse con un millonario, interpretada por Marylin Monroe, Lauren Bacall y Betty Grable. El cine también varió su nombre original, Gran Cinema Avenida, por el de Avenida Cine en 1959 hasta que en 1966, de manera indistinta, sus programas adoptaron la denominación de Avenida Cine o Cine Avenida, como se conocería comúnmente. La definitiva y última gran reforma del cine se llevó a cabo hacia 1961, al constituirse la Sociedad CINELAM. Se remozó su fachada abandonando el arcaico aspecto de vivienda tradicional por una entrada abierta a la calle con tres escalones a un zaguán de acceso a la sala, más en consonancia a la imagen que ofrecían los cines de la década. 87 En 1971 la policía municipal rebaja a 1056 las plazas del cine (867 butacas de patio y 189 asientos de general). Vid. VÁZQUEZ RABANAL, A y GONZÁLEZ PÁRAMO, J. M, “Servicios del bienestar social”. Estudio socioeconómico de Torrente, vol. III, parte segunda. Torrent, Caja de Ahorros de Torrente, 1972, p. 420.
Vestíbulo y patio de butacas , 1985. Fotos Enrique Carratalá Deval.
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La crisis del sector arrolló al cine Avenida y echó el cierre en 1985 cuando ya habían caído el Liceo y el Montecarlo. De sus espectadores más fieles se despidió enseñando músculo con La furia del coloso y en un pequeño clásico en el género de las artes marciales, muy en la onda de las generaciones de aquellos años, El último dragón, toda una declaración de intenciones.
Fachada del cine Avenida con el cartel de El último dragón, película de despedida que se proyectó en el cine antes de su cierre, 1985. En la puerta de entrada al vestíbulo se observan los fotogramas y los carteles promocionales. En la calle, el quiosquero ambulante, a lo largo de los años supo esperar paciente la entrada y salida del público del cine para vender sus golosinas y demás chucherías. Foto Enrique Carratalá Deval.
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Programación cine Avenida. Torre, 25 de diciembre de 1948. Camarada X USA. 1940 MGM Programa simple 8,5 x 13 cm Juan Nadie USA. 1941 Warner Bros. Programa simple 9 x 13,5 cm Juan Nadie Es una realización de Frank Capra, que como todas las suyas colma la exigencia más extremada en pulcritud, cuidado de detalles y técnica de perfección. El celuloide expresa un asunto de vivos caracteres y fuerte ambiente en el que se destaca con suma maestría el protagonista Gary Coopert, galán eterno a quien la madurez no resta calidad artística. Secunda su labor Bárbara Stanwych, siempre bella y atractiva con su variable personalidad y ágil de envoltura. Por eso Juan Nadie sale de su difícil cometido airosamente, elevándose con matices humanas la calificación de cinta valiosa. Torre, 2 de abril de 1949 El abrazo de la muerte USA. 1949 Universal Programa simple grande 13,5 x 21 cm
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Avenida. El niño y el unicornio (1955) Me hablaron tanto y en un tono tan encomiástico de El Niño y el unicornio, que me alegró, francamente, verla en cartel. Había leído muchas críticas, laudatorias todas, sin excepción, y tenía verdaderas ansias por conocerla. Se trataba de la historia de un niño ingenuo, deliciosamente ingenuo, que cree en el poder del unicornio, a quien le pide favores para cuantos le rodean, muchos de los cuales se cumplen circunstancialmente. El tema −un cuento de fantasía− se prestaba a mucho y podía rendir óptimos resultados. Además nos curioseaba la actuación del director, Carol Reed, adentrándose por primera vez, en asunto tan difícil y exquisito. Y me llevé una gran desilusión.
El niño y el unicornio Gran Bretaña, 1955 London Film Productions Programa simple 8,50 x 11,8 cm
Ya me extrañó, en principio, que un empresario tan competente como el del cine Avenida no la colocara en la cabecera del programa. Después, exceptuadas las primeras escenas que prometían la película que esperaba, de gran calidad y acierto, la cinta fue cayendo en chabacanería y desinterés, circunstancias que se agravaron conforme iban sucediéndose los planos. Es una lástima que esta película se le haya estropeado a Carol Reed, el estupendo director inglés. No sólo no le ha sacado partido al pequeño Joe, sino que ha caído en el error de relegarle a un segundo plano, conforme va transcurriendo la trama. Y, ocurre que, relegado el niño, la película va perdiendo interés. Es entonces cuando se suceden situaciones excesivamente preparadas, sin ilación entre sí, que fracasan en su desenlace.
Entrada del cine Avenida.
Anuncio de la película Raíces de pasión. Torre, 3 de diciembre de 1949.
Acaso para darle más ambiente y mayor atractivo al candor del niño, o quizá para que éste resalte, se intercala una trama, a cargo del mundillo de los gladiadores, asunto bastante desagradable y fuerte, que nada tiene que ver con el pequeño. Cuando termina la película uno está desorientado y no sabe si el argumento gira en torno a un niño delicioso, relacionado con un ambiente duro −el de los gladiadores− o si es la historia de unos atletas y su modo de vivir, a los que llega, por casualidad, un niño.
No hay nervio. Falta el argumento. Está frustrado el fin. Es una cinta fracasada, cuando tanto prometía. Antes de verla llegamos a barruntar, a través de la crítica y la publicidad, que debía tratarse de una película muy superior a Marcelino, pan y vino, a Pepinno y Violeta, la exquisita historia de un muchachito y su asnilla, y quizá al Pequeño fugitivo. Y no ha sucedido así. Todo queda en intento y agua de borrajas. No se puede ni comparar a ninguna de ellas. La crítica ha hecho mal en alabar esta película, y la publicidad ha perdido más prestigio aún al respaldar unos valores que no existen. Son éstas unas tretas que nos molestan y que no admitimos. Personalmente nos causa asco una propaganda excesivamente ditirámbica que, por lo menos en lo esencial, no se ajuste a la realidad. No nos desagrada una publicidad discreta −necesaria para el negocio− que deje entrever lo óptimo y lo pésimo, el valor y el demérito, aún cuando realce, de intento, las buenas cualidades. Sí desaprobamos la falta de verdad y la ausencia de sinceridad. Y, de ningún modo, toleramos que nos pasen gato por liebre. Aparte lo comentado, hemos de añadir que el colorido es bueno, aunque un tanto chillón en ocasiones. La interpretación de todos es francamente elogiable: Diana Dors, Jonathan Ashmore, Joe Robinson, Celia Johnson y Primo Carnera, éste en un plano más bajo. Hay calidades bien logradas: el color abigarrado de Petticoat Lane y sus mercados ambulantes; el extraño mundo de sus tipos. La interpretación sugestiva del pequeño que trata todo como cosa propia y la fascinación que este mundo ejerce en el chico. Carol ha estudiado bien los tipos, consiguiendo su pretensión: el sastre, la madre de Joe, la «Marilyn Monroe» del barrio, el atleta... En síntesis. Que si Carol Reed hubiera trazado un argumento totalmente al servicio del pequeño, otra hubiera sido nuestra crítica. Watson, Torre, 24 de marzo de 1956
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Felicitación de los cines Avenida, Cervantes y Parque de Atracciones con la programación de la temporada. Torre, 24 de diciembre de 1949. Tiburones de acero USA. 1943 20 th Century Fox Programa simple 9 x 14 cm Soligó El demonio del mar USA. 1949 20th Century Fox Programa simple 8,5 x 13 cm Soligó Vuelve a mí USA. 1949 MGM Programa simple 8,5 x 13,5 cm
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Un par de gitanos USA. 1936 MGM Programa simple 8,5 x 12,5 cm Moscardó Vendaval España, 1949 Columbia Films Programa simple 8,5 x 13,5 cm Belleza maldita México, 1948 Hispano-Mexica Films Programa simple 8,5 x 13,3 cm
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PROGRAMAS DEL CINE AVENIDA
El vampiro de Düsseldorf Alemania, 1931 Nero Film Programa simple del reestreno 9,5 x 12,5 cm El beso redentor USA. 1932 Fox Programa simple en cartulina 8 x 11,5 cm Indeseable USA. 1932 Fox Programa simple en cartulina 8 x 11,5 cm
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Esclavitud USA. 1932 Fox Programa simple en cartulina 7,8 x 11,5 cm
La viuda romántica USA. 1933 Fox Programa simple en cartulina 12 x 8 cm
El último varón sobre la Tierra USA. 1933 Fox Programa simple en cartulina 8 x 11,5 cm
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No dejes la puerta abierta USA. 1933 Fox Programa simple en cartulina 8 x 11,5 cm Blancanieves y los 7 enanitos USA. 1937 Walt Disney Programa simple 10 x 14,3 cm
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Vacaciones en Roma USA. 1949 Paramount Programa simple 11,4 x15,5 cm Jano La Cenicienta USA. 1950 Walt Disney Programa simple 9 x 13,5 cm Llo/An
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Situaciรณn desesperada USA. 1950 20th Century Fox Programa simple 8,7 x 13,5 cm Soligรณ 4 pรกginas en la vida USA. 1952 20th Century Fox Programa simple 9 x 13,5 cm Soligรณ Juegos prohibidos Francia, 1952 Silver Films Programa simple 8,5 x 13 cm
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Los puentes de Toko-Ri USA. 1954 Paramount Programa troquelado 11 x 16 cm
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Ben-Hur USA. 1959 MGM Programa simple 8,5 x 14 cm.
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Con la muerte en los talones USA. 1959 MGM Programa simple 8 x 13 cm
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Rocco y sus hermanos Italia / Francia, 1960 Titanus-Les Films Marceu Programa simple 8 x 13 cm. El empleo Italia, 1961 Titanus Produzione / The 24 Horses Programa simple 8 x 12,5 cm
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Faraรณn Polonia, 1966 Kadr Film Programa simple 9,5 x 13,5 cm Jano 8 en fuga USA. 1967 Hope Enterprises Programa simple 10 x 14 cm.
EL CINE MONTECARLO
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Julio Baviera Miquel, exhibidor del cine Montecarlo. Junto a su hermano Patricio eran los máximos accionistas de la empresa y sus principales promotores. Foto Archivo Municipal de Torrent.
Francisco Silla Baixauli, socio fundador del cine Montecarlo y su principal responsable cuando la familia Baviera abandonó la gestión del cine. Foto cedida por Javier SillaBaixauli Soriano.
¡Qué bello es vivir! USA. 1946 RKO Programa simple 11 x 15,7 cm
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Tiempos modernos USA. 1935 United Artists Programa simple 9 x 13 cm Llo/An
E
n 1946 la Avenida se prolongaba, todavía semidesértica, hasta el Parque dels Moralets, pero ya empezaba a cobrar forma. Se habían construido algunas residencias, a lo sumo de dos alturas, y se había iniciado el embellecimiento de su paseo con la plantación del arbolado. Durante aquel año, sobre unos terrenos en los que Francisco Silla Baixauli pretendía levantar una vivienda, Patricio Baviera Miquel, Patriciet, amigo suyo, le comentó la posibilidad de agregar un par de solares adyacentes y en su lugar construir una gran sala de cine porque existía espacio suficiente para ello. Tras hablar con su hermano Julio y otros parientes, la familia Baviera, industriales de tradición vinícola, se vinculó a la idea del cine junto con Francisco Silla y los hermanos Pascual, Francisco y José María Chuliá Llopes. Recaudaron un millón de pesetas pero meses más tarde todos los socios hubieron de ingeniárselas de nuevo a fin de conseguir mayor numerario porque el dinero no les alcanzaba para amortizar la obra sumándose por fortuna algún otro socio al proyecto como Juan Ferrer, amigo de Patriciet y propietario en Almenara de unos campos de naranjas. Roberto y Patricio Baviera, hijos de Julio y sobrinos de Patricio, se implicaron en el proyecto siendo adolescentes e intervinieron en su gestión y la mejora del cine desde que abrió. Por fin, frente al cine de Jesús Muñoz, se materializó un magnífico salón, el mejor de la comarca, y su inversión ascendió a tres millones de pesetas. La que iba constituir la vía escaparate de Torrent contaba con su segunda gran pantalla. El edificio, de corte neohistoricista, fue obra del arquitecto municipal Carlos Soria que diseñó un inmueble que combinaba dos cuerpos: uno horizontal, determinado por su lenguaje ecléctico y con ornamentos clásicos, y otro vertical, racionalista, por su torre estrecha y alta, y con una función exclusivamente decorativa que destacaba por su singularidad. El aparejador municipal Antonio Salom Comos plateó otro proyecto con un diseño más comercial pero sobre los planos la propuesta de Carlos Soria resultaba más preciosista. Las influencias de su estilo
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La estrella del Variedades USA. 1943 United Artists Programa simple 11 x 15 cm La película está interpretada por la magnífica actriz que es Bárbara Stanwick. El papel que desarrolla, como el mismo título indica, le viene muy bien a su temperamento de girl vamp según el argot cineasta hollywoodense. La encontramos en esa línea vampiresa que interpretó en Perdición y su trabajo es acertado y entretenido. La fotografía es buena y la acción se desarrolla con esa rapidez propia de las cámaras cinematográficas yanquis. Está dentro del género arrevistado que tan bien saben hacer los norteamericanos. Tiene un pero: la deficiencia moral. Torre, 6 de noviembre de 1948 La dama de la frontera USA. 1945 Universal Programa simple 11 x 15,5 cm
arquitectónico serán más que evidentes en el viejo cine Capitolio de Tavernes de la Valldigna, construido en 1952 y, en menor medida, en los cines Montecarlo de Buñol y el Astoria de Chiva. El azar, por último, decidió la denominación de la sala como cine Montecarlo frente a otras propuestas que barajaron los socios como Astoria y Saboy. La cafetería se situaba a la entrada del cine, a su derecha, y al calor del bar se fundó el Club Montecarlo y la Peña Taurina Montecarlo. El 18 de junio de 1948 el cine Montecarlo encendió sus proyectores por primera vez al público con uno de los grandes clásicos del séptimo arte: ¡Qué
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bello es vivir! La gran acogida de la obra de Frank Capra se repitió los días sucesivos y el verano de 1948 la taquilla marchó viento en popa. El nuevo cine contaba con más de mil plazas88 y desde el principio irrumpió con fuerza en el panorama cinematográfico local, pues consiguió estrenar algunos títulos todavía inéditos tanto en las carteleras de Valencia como en las de otras capitales de provincia. Torre habla de varias películas estrenadas en el Montecarlo antes que en el resto de España como la cinta de intriga La estrella del Variedades, que se presentó en Torrent el 4 de noviembre de 194889, ambientada en el mundo del music-hall y con Bárbara Stanwyck como primera actriz90. “El cine Montecarlo, en su afán de vencer el «hándicap» de su retraso como empresa dada su reciente inauguración, está presentando al público torrentino películas no estrenadas todavía en nuestra patria. Con ésta que comentamos hoy, son tres las que hemos visto en plan de «gran estreno» Y por el esfuerzo que esto supone debemos dar la enhorabuena a la empresa.”
Gracias a las excelentes relaciones que los gerentes de la sala mantenían con la compañía Suevia Films pudieron estrenar algunas de sus producciones antes que en Valencia como La niña de la venta, el 12 de abril de 1952, protagonizada por Lola Flores y Manolo Caracol, y la no menos taquillera versión de Violetas Imperiales, la segunda semana de diciembre de 1953, con Carmen Sevilla y Luis Mariano. Patricio y Julio Baviera siempre que pudieron invitaron a las estrellas nacionales del celuloide para promocionar su cine. En enero de 1949 algunos actores que habían intervenido en el rodaje de la ambiciosa Mare Nostrum, una de 88 En 1954 el cine disponía de 1.250 plazas (1.050 butacas y 200 asientos generales). Vid. Archivo Municipal de Torrent, Certificado de los aforos de los locales de espectáculos. Signatura CN-53/19. Esta cifra la rebaja en diez plazas el informe de la policía municipal de diciembre de 1971. Vid. VÁZQUEZ RABANAL, A. y GONZÁLEZ PÁRAMO, J. M., op. cit., Vol. III, p. 420. 89 La película se estrenaría en Sevilla el 10 de enero de 1949, en Barcelona el 1 de abril y en Madrid el 9 de julio, según datos obtenidos de Jorge Montalvo a partir de los coleccionistas Alberto Jarque y Antonio Pereira en http//www.eldoblaje.com. En Valencia el cine Museo la estaba proyectando en octubre de 1949. Levante, 13 de octubre de 1949, p. 2. 90 “La Estrella del Variedades”. Torre, 6 de noviembre de 1948, p. 2.
Proyectores Supersond Clipper con linternas Magnalux en la cabina de proyección del cine Montecarlo. A la izquierda, Antonio Gutiérrez Noguera, 1954. Foto cedida por Rafael Poveda Baviera. Fachada del cine Montecarlo, años 50. Foto cedida por la familia OrtíPenella. Vicente Castelló Lladró, proyectista, hacia 1950. Foto cedida por Julia Castelló Lladró.
Estreno de la película Mare Nostrum en el cine Montecarlo al que asisten algunos miembros del equipo de rodaje y de la compañía de producción. En la tercera fila (de derecha a izquierda): el director Rafael Gil y los actores Ángel de Andrés y Fernando Rey. En la segunda fila, las accionistas del cine, Consuelo Chiner Rius, a la derecha, y María Soriano Sánchez, a la izquierda. Enero de 1949. Foto cedida por José Royo Martínez.
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las apuestas internacionales de Suevia Films con María Félix a la cabeza, se desplazaron a Torrent para asistir a su estreno en el cine Montecarlo, coincidiendo con su estancia en Valencia. El estreno tuvo lugar a la vez que en la capital del Turia y Fernando Rey, Ángel de Andrés, el director Rafael Gil y otros protagonistas y responsables de la compañía cinematográfica acudieron a una sala que el público desbordó para verlos de cerca. Los ilustres invitados fueron agasajados en casa de Patricio Baviera con un almuerzo como merecía la ocasión. El debut como actor del padre Venancio Marcos, un falangista joseantoniano de gran predicamento por sus locuciones radiofónicas aquellos años, sirvió como excusa a los exhibidores del Montecarlo para invitarlo al estreno de su opera prima en Torrent, Cerca del cielo, sobre el proceso contra el obispo de Teruel, Anselmo Polanco, en la Guerra Civil. El 13 de abril de 1953, festividad de San Vicente Ferrer, el párroco mediático asistía a la presentación de su alabada película91. En 1957 se repitió en Torrent el fenómeno de las grandes capitales y una producción que agotó los billetes de la taquilla como El último cuplé, con Sara Montiel enseñando escote, se mantuvo en cartel durante varias semanas, un hecho insólito en la cartelera torrentina porque las películas no solían superar la semana en nuestras pantallas. El cine Montecarlo, que esperaba obtener una recaudación extraordinaria con la obra de Juan de Orduña, la anunció como “la mejor película del siglo” y no era para menos, sin proponérselo la película arrastró a miles de espectadores a las salas de cine y en nuestra ciudad muchos admiradores de la diva repitieron pases para gozar con su sensualidad manchega mientras se recreaba en el placer de fumar, sentada en el chaise longue. Tal vez fuera con ocasión de su visita a Valencia los días 6 y 7 de junio para recibir un homenaje del público valenciano en el cine Lys por el incontestable éxito de su película, que la más internacional de nuestras estrellas aprovechó unas horas para presentarse en Torrent invitada por Patricio Baviera. La sorpresa fue mayúscula. Como recuerda Amadeo Navarro, la popular actriz y cantante se dirigió a la cafetería que regentaba su abuelo, José Navarro, “Ca Peña”, en la plaza Mayor, que era propiedad de los anfitriones, la familia Baviera, y allí se tomó un aperitivo. La multitud se arremolinó en la plaza y le abrió un pasillo mientras caminaba hasta el café. El torero Enrique Vera, compañero de reparto de la Saritísima, se dejaría caer, por las mismas fechas, en la piscina Las Delicias, una de nuestras referencias del ocio estival en donde se daba cita el Torrent más pecador y atrevido, a las afueras de la población. Todavía, en octubre de 1959, los dueños del Montecarlo lograron que Marujita Díaz desfilase por la pasarela torrentina después de estrenar, en agosto, otra de cuplés: Y después del cuplé, en la que interpretaba el pegadizo y patriótico pasodoble Banderita, del maestro Alonso. Con todo, los destellos de glamour y la antelación de los grandes estrenos del cine Montecarlo fueron la excepción. La mayoría de las primicias de las que hacían gala sus exhibidores respondían a menudo a títulos para olvidar y los espectadores, decía Roberto Baviera, se quejaban a la salida del cine: “Ja estic far de les pel·lícules d’estreno en Espanya”, porque eran cintas malas, muchas italianas de la distribuidora Ruano Valcárcel, pero como había demasiado material mediocre, pocas salas de estreno y en Valencia no se iba a exhibir determinado cine por su pésima calidad, a las distribuidoras, que les interesaba sacar aquellos
91 Torre, 11 de abril de 1953, p. 2.
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productos, no les importaba su estreno en cines distintos a los de la capital. Así que el anzuelo de la novedad resultaba una efectiva estrategia para atraer a los espectadores. En verano de 1957 el estreno de la colombiana Llamas contra el viento, una película del montón, consiguió un lleno inimaginable y buena parte de los asistentes permanecieron en los pasillos por la costumbre de vender entradas para estar de pie. Dio la casualidad que como invitados acudieron los responsables del salón Lys del paseo Ruzafa, que había abierto hacía tres años, para comprobar el sistema de aire acondicionado que estaban experimentando los hermanos Baviera sobre el que mantenían sus reservas y, asombrados por el número de espectadores y el supuesto éxito de la cinta, la contrataron para su cine, pero en Valencia pasó sin pena ni gloria. El auténtico reclamo de la sala no había sido otro que la puesta en marcha de la moderna refrigeración. En 1949, al cumplir con su primer año de existencia, el cine Montecarlo había dado muestras más que evidentes de su ambición por ganarse el favor del público proyectando los mejores títulos en su pantalla: San Antonio, Los últimos de Filipinas, Tiempos modernos, Juana de Arco…; invitando a las estrellas del cine español, anunciando sus estrenos en Torre −fue el primero de los cines que promocionaba sus películas con clichés de prensa en las páginas del semanario local−, y emprendiendo sus dueños una carrera para disponer de una sala confortable y del agrado de los espectadores que culminaría con la instalación de la calefacción eléctrica y un sistema de aire acondicionado. No es de extrañar, con estos antecedentes, que la empresa se mostrase ufana al celebrar su aniversario con una gran función de gala que contó con la asistencia
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Almuerzo en casa de Patricio Baviera con los protagonistas y el director de Mare Nostrum junto a algunos representantes de la compañía productora de la película, además de los responsables del cine Montecarlo y otros personajes. En el extremo derecho de la mesa Fernando Rey, Consuelo Chiner Rius (accionista del cine y mujer de Julio Baviera) y Ángel de Andrés. En el otro extremo, a la izquierda, sentado, el director Rafael Gil; de pie, Julio Baviera Miquel; detrás, a su lado, José Navarro Rivera, el camarero que sirvió el almuerzo, enero de 1949. Foto cedida por Amadeo Navarro Puchades.
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Cerca del cielo España, 1951 Columbus Films Programa simple 9 x 12,5 cm Llo/An Anuncio de la película San Antonio. Torre, 23 de abril de 1949
de las autoridades municipales92. Para la ocasión tiró de un gran éxito del cine religioso, La mies es mucha, un film de Sáez de Heredia muy del gusto de los rectores del poder político y espiritual de la localidad. El pulso entre las diferentes salas por captar el mayor número de espectadores animaba a los empresarios a mejorar la calidad de las cintas y la comodidad de sus recintos pero con esa lucha interna perdían dinero, todos acudían a por las mejores películas y las empresas distribuidoras subían los precios. La competencia, sin embargo, repercutía en beneficio del público declaraba Roberto Baviera en el BIM Torrent93: “Al haber competencia por ver quién ponía las mejores películas, también se procuraba tener las salas lo más adecuadas y aseadas posibles. La competencia interior del pueblo tenía también sus cosas buenas. Esta última era una de ellas. Hacía que nos motiváramos más por nuestros cines”,
Se barajó, entonces, la posibilidad de crear una taquilla única para repartir los beneficios entre los tres grandes cines de Torrent pero la familia Baviera, máxima accionista de la empresa, se opuso. No obstante, en 1951 se alcanzó una solución de consenso y se optó por el reparto de las diferentes distribuidoras entre los cines (Cifesa, Paramount, Universal, Fox, etc…). Cada uno defendería a su distribuidora y sus lotes de películas que se adquirirían por paquetes, no por unidades. Con este método de distribución se incluían junto a los filmes de éxito cualquier subproducto y además se comprometían a exhibir películas todavía por filmar.
92 Torre, 11 de junio de 1949, p. 3. 93 Citado por DELGADO, Juan Antonio, “El Montecarlo: historia de un cine”. BIM TORRENT, núm. 116, 1998, p. 29.
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Cafetería del cine Montecarlo en los años 50. Foto cedida por la familia OrtíPenella.
La pax cinematográfica comenzó a resquebrajarse con la construcción del cine Liceo y se alteró definitivamente en 1959 cuando abrió. De nuevo se puso sobre el tapete la vieja idea de establecer una taquilla única como solución a una competencia en la que, coinciden Roberto y Patricio Baviera, ninguno salía ganando. “El cine no era negocio podías conseguir una pequeña renta para sobrevivir, pero nada más y en Torrent no cabía un cuarto cine”.
Por fin, después de varias reuniones, se suscribió un convenio para compartir los beneficios pero la familia Baviera no quiso participar en el acuerdo y, junto a la amenaza de la televisión, les determinó a desentenderse del cine. En 1961 vendieron sus participaciones a su socio Francisco Silla Baixauli, proclive a la taquilla única, pero al carecer de la capacidad económica suficiente para hacer frente a todas las acciones, Jesús Muñoz, del cine Avenida, adquirió una parte y Tomás Moreno, del Liceo, otra. Los más jóvenes de los Baviera enfocaron su trayectoria profesional a la explotación del negocio del frío que con tan buenos resultados habían experimentado en el cine Montecarlo y lo exportaron a toda España. Por otro lado “llegó la tranquilidad a casa” al desprenderse de la propiedad porque se desvanecieron las trifulcas familiares que les ocasionaba la gestión del cine, recordaba Roberto Baviera. Desde su apertura, por el afán de dotar al cine con las mayores comodidades, el Montecarlo ya se había inaugurado con un sistema de ventilación, un tanto rudimentario, que distaba de una refrigeración de calidad y, a pesar de que se leyera con grandes caracteres “refrigeración” en el gigantesco toldo que protegía la entrada del local, ni siquiera soplaba una bocanada de aire fresco en su interior. Por lo menos aquella tela colorada atemperaba el sol abrasador de poniente por la ubicación del cine y de algún modo palió la ausencia de cortinas en las puertas que se habían olvidado con las prisas de la inauguración.
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La mies es mucha España, 1948 Chápalo Films Programa simple 8,5 x 13,5 cm La mies es mucha se programó con motivo de la celebración del primer aniversario del cine Montecarlo como reflejan el programa de mano de la película y la información de la revista Torre de 11 de junio de 1949, p. 3.
De modo que el día de su puesta de largo en 1948, cuando se abrían los accesos, aún penetraba la luz del estío hasta reflejarse en la pantalla con los inevitables murmullos de disgusto de los espectadores por el molesto deslumbramiento. Antes de que finalizara 1948 Roberto Baviera le pidió a un técnico austriaco, que vivía en Castellón y se dedicaba a construir hornos de cerámica, que le montase una estructura similar a unos conductos para la calefacción como los que éste diseñaba a fin de aplicarlos al asunto del frío. En aquel momento existía un sistema de refrigeración en el cine Capitol de Madrid, pero de rendimiento mejorable, según comentaba el exhibidor del Montecarlo. El operador tirolés le diseñó hasta donde alcanzaban sus conocimientos unos canalones, un ventilador y un horno para la calefacción y aunque se anunció al público la puesta en marcha de la calefacción por aire caliente, el sistema era defectuoso y nunca funcionó bien. Para la refrigeración recomendó colocar entre seis y
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doce barras de hielo a la salida del ventilador para proporcionar la sensación de aire fresco. Por otro lado para combatir los efluvios de la multitud el salón se perfumaba. “Los cines en aquella época, al poco tiempo de llenarse, se cargaban mucho. El mal olor y el sudor eran un inconveniente para todos los que estábamos allí”94.
A pesar de las deficiencias este tipo de ventilación frío/calor lo mantuvieron por unos años aunque en invierno seguía helando y había que entrar muy abrigado a la sala. El cine Avenida, por el contrario, había instalado un sencillo sistema de calefacción a base de radiadores, imperfecto, pero que cumplía con su misión y agradecía el público, lo que restaba espectadores al Montecarlo. Por tanto, en la temporada de 1956-1957 el cine Montecarlo instaló la calefacción eléctrica y de manera automática incrementó el público y la recaudación. Ya que la calefacción había funcionado correspondía plantearse la posibilidad de conseguir un sistema de refrigeración efectivo para aumentar la clientela que mermaba en verano y no tener que cerrar. Durante 1957 los jóvenes hermanos Roberto y Patricio convencieron a sus socios para aumentar el número de barras de hielo y frenar la competencia que les suponía las terrazas de verano a las que el Cervantes y el Avenida trasladaban su equipo para continuar las sesiones de noche. De esta manera, de las doce barras de hielo originarias pasaron a consumir entre trescientas y trescientas cincuenta por sesión de sábado noche dependiendo del número de espectadores, llegando a gastar hasta mil doscientas y mil trescientas barras de hielo cada domingo. La gente llenaba el cine por su frescura, aunque repitiera la película. En los programas de mano, mientras, se anunciaba el moderno sistema con la “nueva refrigeración a base de hielo”. Los bloques de hielo los proporcionaba la fábrica de Nicolás Andreu Mora “Colau” en la calle Cervantes. Muchas veces era necesario acarrear barras toda la noche y durante la madrugada para tenerlas preparadas el día siguiente. Cuando terminó la temporada estival se habían consumido treinta y cuatro mil quinientas barras de hielo. El sistema, 94 Citado por DELGADO, Juan Antonio, op. cit.
Embrujo España, 1947 Producciones Boga Programa simple 9,5 x 13 cm Dorso programa simple del cine Montecarlo que anuncia su nueva refrigeración a base de hielo, 1957. Dorso programa simple del cine Avenida de Valencia, en la Avenida del Reino, que se anuncia con el sistema de aire acondicionado de los hermanos Baviera tras su instalación, 1960.
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Belinda USA. 1948 Warner Bros. Programa simple 16, 3 x 13,5 cm El cine Montecarlo nos ofrece una magnífica producción. Producción de primera categoría, de trazos fuertes, dramáticos, de patetismo arrebatador, pero realizado con tanta delicadeza que hace suaves los duros trazos de la dramática Belinda. La cinta desarrolla la vida del sordomudo. Vida interior, cerrada a todo lo que no entre por la vista, hecha complejidad psicológica, a la par que sencilla. La historia de la muda apartada de todo afecto –de belleza, de cariño, de comprensiónque crece en un ambiente de desprecio, escarnio y trabajo de un pueblecillo mísero, ruin y primitivo.
aunque exitoso, no resultaba rentable porque subía más el precio del hielo que el de la propia película, pero la respuesta positiva del público a la refrigeración, animó a los menores de los Baviera y se pusieron manos a la obra para conseguir un sistema más práctico y económico aplicando sus conocimientos de Física y Matemáticas. Recopilaron toda la información a su alcance sobre las técnicas de generación de frío buscando alternativas que sustituyeran el sistema del hielo por un compresor. Sería por la tradición creativa de sus antepasados95 pero por fin lograron una refrigeración propia aprovechando los conductos instalados en el cine. Después de muchas pruebas aprendieron a fabricar frío para las salas y profesionalmente se dedicaron a refrigerar los cines de toda España abandonando la actividad en el Montecarlo. En Madrid refrigeraron más de cincuenta cines, en Sevilla y Córdoba todas las salas, y en Andalucía en general refrigeraron más de cien salas; en Barcelona llevaron el frío a otra treintena de cines. En Torrent refrigeraron la fábrica de bronces Peris Andreu y en Valencia enfriaron casi todas las salas: Oeste, Capitol, Lys, Coliseum... En 1960 Las Provincias informaba sobre la instalación de aire acondicionado en los cines Rex, Lys y Olympia96 y el mismo año el cine Avenida, pero el de la capital, anunciaba sus programas de mano incluyendo la novedad de contar con el sistema de los hermanos Baviera. Durante quince años refrigeraron más de seiscientos cines recorriendo la geografía española, no sin las reticencias de los empresarios del sector antes de llevar a cabo su innovación. En Europa, los hermanos Baviera pusieron a España a la vanguardia de la refrigeración de los cines. Existía otra 95 Al segorbino Julio Cervera Baviera los últimos estudios le otorgan la paternidad, por lo menos compartida, del descubrimiento de la radio, 96 http://valenpedia.lasprovincias.es/historia-valencia/1960/
El tema de una dureza poderosa, ha sido suavizado por la delicadeza del director −Jean Negulesco− y la maravillosa interpretación de Jane Wyman. Una muda interpretada genialmente con la luz de sus ojos y el matiz cambiante de expresión, dándonos con ello sólo, todas la emociones posibles en una mente y en un alma. Jane Wyman, sin una palabra en toda la cinta, ha creado un tipo que quedará como distintivo entre las interpretaciones mejor logradas de la cinematografía. El óscar está ganado a pulso. Torre, 4 de marzo de 1950
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El Cid USA. 1961 The Rank Organisation / Samuel Bronston Productions Programa simple 10,5 x 14,5 cm Lucecita España, 1976 KFilms S.A. Cartel 70 x 100 cm
forma de generar frío comercializada por la empresa Carrier de Estados Unidos, el Rex había sido refrigerado por la famosa marca, pero como el servicio de los Baviera era más económico y de mejor calidad hundieron a la competencia, afirmaba Roberto Baviera. La taquilla única funcionó bien las décadas siguientes y con la llegada de las películas ardientes y el “destape” en los años setenta, el Montecarlo agregó el incentivo del cine erótico para adultos después de cuatro décadas de represión sexual. Con el filón del erotismo se filmaron todo tipo de productos y un melodrama que había acaparado la audiencia de las sobremesas radiofónicas de 1974 como la célebre Lucecita, basado en El ángel perverso de Delia Fiallo, tuvo su propia adaptación cinematográfica. Sin haber reparado en los matices de la versión para la gran pantalla, algunas de sus fieles oyentes acudieron al estreno de la película en el cine Montecarlo en el verano de 1976, pero el romanticismo de la radionovela quedó transtocado por los previsibles argumentos de Susana Estrada y Beatriz Rossat, con la consiguiente decepción de las seguidoras del serial. En los últimos tiempos el cine Montecarlo continuó reponiendo lo títulos épicos de toda la vida: El Cid, en 1982, junto a las novedades del momento, El lago azul y Excalibur hasta que cerró definitivamente en 1983.
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Programación del cine Montecarlo. Torre, 25 de diciembre de 1948 Días sin huella USA. 1945 Paramount Programa simple 8,5 x 13,3 cm La Atlántida USA. 1948 United Artists Programa simple 9 x 13, 3 cm
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PROGRAMAS DEL CINE MONTECARLO
El beso mortal USA. 1932 KBS. Productions Inc. Programa simple del reestreno 8,5 x12,7 cm Llo/An Bambi USA. 1942 Walt Disney Programa simple 9 x 13,5 cm
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Persecución en Argel USA. 1945 Universal Programa simple 9 x 13,5 cm Pasión en la selva USA. 1947 United Artists Programa simple 10 x 15 cm Al dorso se anuncia un NO-DO con los momentos más destacados del Congreso Eucarístico celebrado en Torrent en octubre de 1949. El asesino poeta USA. 1947 United Artists Programa simple 8,5 x 13,3 cm
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Mare Nostrum España / Italia, 1948 Suevia Films-Cesáreo González / Scalera Films S.p.a. Programa simple 12,1 x 8,5 cm Pequeñeces España. 1950 Cifesa Programa díptico 13,5 x 20,5 cm El caso 880 USA. 1950 20th Century Fox Programa simple 9 x 13,5 cm Soligó
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La niña de la venta España, 1951 Suevia Films Programa simple 11,5 x 15,5 cm Ana Italia / Francia, 1951 Lux Films Programa simple 8 x 11,5 cm Esc Entre los años 50 y 60 se puso de moda bailar el bayón, un ritmo carioca, que en buena medida debió su éxito a la película Ana, en la que Silvana Mangano canta y baila, electrizante y vivaracha, El negro zumbón contoneando caderas y sacudiendo los empitonados bustos que hizo famosos en Arroz amargo, gracias a su ceñido jersey. La actriz italiana se convirtió en un sex symbol de posguerra, como sus paisanas Sofía Loren y Gina Lollobrigida, y aceleró las pulsaciones de una generación que no estaba acostumbrada a tal derroche de voluptuosidad en la pantalla. El programa de mano de la reposición de Ana en septiembre de 1953 en el cine Montecarlo, “a petición de numeroso público” recordaba que en cada sesión se iba a repetir el famoso bayón, sin más finalidad que explotar la sensualidad de la musa romana para llenar el cine. Me siento rejuvenecer USA. 1952 20th Century Fox Programa simple 9 x 13,5 cm
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Violetas imperiales España / Francia, 1952 Producciones Benito Perojo / Les Films Modernes / Suevia Films Programa simple 11,5 x 15,5 cm Tempestad en Oriente USA 1952 Paramount Programa simple 8,5 x 12,8 cm Tulla Condenados España, 1953 Cifesa Programa díptico 11 x 20,5 cm
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Morena Clara España, 1954 Cifesa Programa díptico 11 x 20,5 cm El Conde de Montecristo España, 1954 Cifesa Programa díptico 11,5 x 20 cm El último cuplé España, 1957 Producciones Orduña Films Programa simple 9 x 12,5 cm
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Las noches de Cabiria Italia / Francia, 1957 Lopert Films Programa simple 8,5 x 12,5 cm De entre los muertos USA. 1958 Paramount Programa simple 10 x 14,5 cm Albericio Con faldas y a lo loco USA. 1959 United Artist Programa simple 10 x 14,5 cm Mac
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Desayuno con diamantes USA. 1959 Paramount Programa simple 10 x 14,5 cm MCP El apartamento USA. 1960 United Artists / Mirisch Corporation Programa simple 9,5 x 14 cm Mac Esplendor en la hierba USA. 1961 Warner Bros. Programa simple 10 x 14 cm Mac
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Psicosis USA. 1961 Paramount Programa simple 10 x 14 cm Mac Fray Escoba España, 1961 Copercines Programa simple 10,5 x 15 cm Jano Tristana España / Francia / Italia, 1969 Talia Film-Época Film / Selenia Cinematografica / Les films Corona Programa simple 10 x 14 cm
EL CINE LICEO
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Tomás Moreno Mora, empresario fundador del cine Liceo. Foto cedida por Tomás Moreno Planells. Fachada del cine Liceo. Foto Torrente. Boletín de Información, número 149, mayo de 1974.
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omás Moreno Mora tampoco tenía conocimientos de la industria del entretenimiento ni del mundo del espectáculo ya que se había dedicado a fabricar chocolate y había fundado con sus hermanos Chocolates Moher, pero, como sus futuros compañeros de viaje, también había adquirido unos terrenos en la floreciente Avenida para explotar una actividad de ocio; esta vez con la idea de abrir una sala de baile. Sin embargo, sus ilusiones pronto se desvanecieron porque la autoridad municipal y los rectores eclesiásticos pusieron el grito en el cielo sabedores de su descabellado propósito pues debieron pensar en lo impío de un establecimiento, refugio de la tentación, en una vía que iba a convertirse en la más concurrida de Torrent, cuando el baile agarrado había estado proscrito como embaucador de la juventud y corruptor de la mocedad, en ocasiones denunciado, y se opusieron a ello. No se arredró de todos modos ante la adversidad y se decidió a construir un cine, un gran cine, que en los primeros años cincuenta parecía un boyante negocio, pero de nuevo sus horizontes de grandeza devinieron emasculados por las zancadillas de los empresarios de la competencia quienes le torcieron el gesto al conocer el verdadero cometido de las obras que removían la tierra en el número 50 de la actual Avenida al Vedat allá por el año 1950. El semanario Torre recogió el malestar suscitado, eso sí, convencido de un entendimiento futuro97.
“Pronto, muy pronto, si el «tiempo» no lo impide y con permiso de –quien sea− inauguración de un nuevo cine. A pesar de las dificultades esperamos que se resuelvan algún día. Vaya si se resolverán. No se resolverán las obras del Asilo para ancianos pobres de Torrente, tampoco las obras de un teatro para la juventud de nuestra población, pero ¿un cine nuevo? Podemos asegurar que sí se arreglará el asunto… aunque se disgusten sus colegas de gremio, que según malas lenguas, le han enfilado la proa. De todas formas, nosotros que pagamos las consecuencias en la popa, nos da igual tener tres que seis cines. Y nos da igual porque estamos seguros que en lo concerniente a precio –que es lo que nos pica– han de estar de acuerdo aunque fueran ochenta y tres los empresarios. De todas formas, y haciendo honor a la justicia […] hemos de convenir que tres o 97 “Tiros al blanco”. Torre, 15 de marzo de 1952, p. 4.
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El cine Liceo, todavía sin permiso de apertura, en la Avenida nevada, 1958. Foto Archivo BIM Torrent.
cuatro pesetas entrada, para ración de tres horas de pantalla, no es cara, si comparamos con otras salas. Claro es, que si ración de proyección por lo general siempre nos parece poca, en cambio nos parece mucha, la de apretujones, cola ante taquilla y tufillo en los locales. A esperar pues el nuevo templo y a ver si así se airea un poco la cuestión.”
El periódico retomaría el controvertido asunto, todavía candente, con indiferencia “nos importa tres pepinos de tasa, que haya un cine más o un cine menos” porque atisbaba el acuerdo en detrimento de los espectadores, aunque se demoraría en el tiempo:98 “Si lo ponen bien por unos días, para la competencia hasta que venga el acuerdo y de nuevo empiecen a rodarnos El Capitán Blood (drama en 40 partes), y películas de ese corte. Pero a la larga, todos de acuerdo. Todos menos nosotros que nunca nos ponemos para no ir.”
Las presiones para impedir las obras llegaron hasta el Gobernador Civil de Valencia, Salas Pombo, y el propio interesado, Tomás Moreno, se encaró con su excelencia por su negativa a autorizar la apertura del cine. Los demás exhibidores argüían cobertura legal por el exceso de plazas en la población, para oponerse a la inauguración y las obras se paralizaron en varias ocasiones99. Por otro lado, trataron de convencer al nuevo empresario sobre 98 “Tiros al blanco”. Torre, 5 de julio de 1952, p. 1. 99 En la exhibición el Sindicato Nacional del Espectáculo estaba facultado por las Direcciones Generales de Seguridad e Industria para emitir los informes sobre la conveniencia o no de autorizar la apertura de una nueva sala de cine siguiendo una serie de condiciones que pretendían evitar la excesiva saturación de salas de exhibición algo que, como en el caso de Torrent, preocupaba a los empresarios del sector porque veían peligrar la estabilidad de su negocio. A primera vista parece ser que el cine Liceo no cumplía la normativa en lo referente al aforo con respecto al censo de población. Para abrir un nuevo cinematógrafo el aforo de los locales existentes en un municipio no debía ser superior a un 10 por 100 del censo, salvo en las localidades donde las funciones no fueran diarias, en cuyo caso podría subir hasta el 20 por 100. Dado que en Torrent las funciones en los cincuenta se hacían a diario, este punto no lo cumplía ya que el aforo del conjunto de los cines de la ciudad superaba el límite del 10 por 100 del censo que en 1950, cuando se iniciaron las obras era de 15.974 habitantes y en 1958, un año antes de que abriera el Liceo, alcanzaba los 20.631 habitantes de hecho, según datos de la Unidad de Estadística del Ayuntamiento; por otro lado, el total de plazas superaba con creces, entre los cines Cervantes, Avenida, Montecarlo y Parroquial, las dos mil quinientas, contraviniendo ya la normativa. Sin
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La vida por delante España, 1958 Estela Films Programa simple 10 x 15 cm Jano Fuego verde USA. 1954 MGM Programa simple 8,5 x13 cm
la escasa rentabilidad del negocio y de su disposición a que designara a unos contables para que interviniesen las cuentas de sus taquillas, las facturas y las recaudaciones de los tres cines si hacía falta, y si finalmente le demostraban que el negocio no producía los dividendos que se imaginaba estaban dispuestos a venderle cualquiera de los cines de Torrent, excepto el Cervantes por estar alquilado. El precio de compra sería el que valorara su arquitecto. Le ofrecieron, además, la posibilidad de admitirle como parte del pago el solar sobre el que quería levantar el cine comprometiéndose éstos a no construir ningún cine en esa parcela destinando su uso a la edificación de viviendas. Tomás Moreno no respondió a aquella oferta100. La pugna continuaba desatada. La idea de Tomás Moreno consistía en levantar un salón espectacular, dada la competencia existente en la ciudad, y por eso apalabró la compra de un par de viviendas en el lugar en donde se iba a situar la pantalla pero, al enterarse de sus pretensiones, desde el Montecarlo, ha explicado José Vicente Moreno Planells, persuadieron al vendedor, y le arrebataron las dos casas por un precio superior al pactado originariamente con su padre. Para salvar la penúltima contrariedad y al no poder disponer de los inmuebles se ganó el embargo, y salvado el obstáculo de las distancias que debían guardarse entre el nuevo local y los existentes porque la norma no regula al respecto sobre las poblaciones de menos de cincuenta mil habitantes, existían unas consideraciones finales que permitían modificar las condiciones generales que bien pudieron influir para conceder la licencia de apertura, independientemente de cualquier otra anomalía que hubiese detectado el Gobierno Civil en otras materias, presiones aparte, así el local tendría el visto bueno de la autoridad “Si el cinematógrafo proyectado contribuyera al ornato y embellecimiento de la localidad en que se pretenda instalar y supusiera una mejora técnica para la industria cinematográfica”, punto sobre el que se podían establecer múltiples lecturas en beneficio del Liceo y sobre todo “Si las posibilidades económicas de la población, por su afluencia de forasteros, periodicidad de ferias u otras razones análogas, supusiera un mayor nivel de vida en su desenvolvimiento”. Gracias, desde luego, a la masiva afluencia de espectadores de los municipios cercanos los cines de Torrent cubrían habitualmente su aforo y aquello repercutió en beneficio de la ciudad. Vid. VIZCAÍNO CASAS, Fernando, Suma de legislación del espectáculo. Madrid, 1962, pp. 179 y 180. 100 Información oral proporcionada por Roberto Baviera Chiner.
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espacio ampliando la platea hacia la entrada del cine y así aumentó el aforo en doscientas butacas. Finalmente el Gobierno Civil accedió a la apertura de la sala. Superado el último escollo el cine se inauguró el 1 de enero de 1959, nueve años después del comienzo de su construcción y con la familia al borde de la ruina porque se habían multiplicado los costes iniciales de la obra. Radio Torrente, la radio parroquial que desde un altillo de la Asunción emitía su programación y dedicaba algunos de sus espacios radiofónicos de mayor audiencia al mundillo del celuloide, solicitó la colaboración de sus oyentes para buscarle nombre a la nueva sala. Josefa Companys, cuya pasión por la ópera le hizo pensar que Torrent también podía tener su propio Liceo, propuso la denominación del palacio barcelonés y resultó seleccionada. Recuerda haber recibido un premio de mil pesetas el día de la inauguración, una auténtica fortuna.101 A la familia Moreno le gustó aquella denominación porque coincidía con su idea de adoptar un nombre corto, sonoro y que además evocaba a los centros de enseñanza. La inauguración del cine se celebró la mañana de Año Nuevo con una sesión especial y gratuita. Incluyó una combinación de cortos que hicieron las delicias de los asistentes, la película de Fernando Fernán Gómez, Analía Gadé y Pepe Isbert La vida por delante y la norteamericana Fuego verde, con Grace Kelly y Stewart Granger como protagonistas. Por último se proyectó un documental que impresionó a todos los espectadores que llenaban la sala, por el extraordinario sonido ambiental que poseía por sus cuatro pistas magnéticas. El cine Liceo era un coliseo descomunal de cuatro plantas y por su aforo, uno de los más grandes de la provincia. Hoy conservamos la fachada de un edificio de raigambre neoclásica que consta de tres cuerpos organizados de manera simétrica con predominio de elementos clasicistas: frontones triangulares en los laterales y semicolumnas lisas. A la vez incorpora elementos de la arquitectura local por sus amplios ventanales con balcón y otros más vanguardistas como el remate superior a modo de frontón roto que enmarca un busto de género ambiguo remarcándose finalmente los dos leones cobrizos que flanquean el edificio que le otorgan la majestuosidad y la nobleza que buscaba Tomás Moreno. Tenía capacidad para dos mil doscientos espectadores. Sólo la platea contaba con mil cuatrocientas butacas y el anfiteatro sumaba otras ochocientas, según comentan los descendientes del empresario del Liceo.102. La gigantesca pantalla de 20 x 7 metros era una magnífica miracle mirror, para disfrutar del Cinemascope con toda su espectacularidad. La acompañaban tres grandes torres de sonido con cuatro altavoces cada una de ellas. En las paredes, tras los cortinajes, había otros veinticuatro altavoces, sincronizados con las cuatro pistas magnéticas con las que era posible proyectar; tres pistas correspondían a las tres torres de la pantalla y la cuarta pista a los altavoces ambientales. El proyector, un Western Company Ibérica, era el mejor de los existentes en el mercado. Las dificultades parecían haberse disipado cuando por fin abrió la sala, pero el cine tenía que funcionar y en los primeros meses resultó difícil mantener 101 SÁNCHEZ ANTÚNEZ, Jorge, “Historias de la radio en Torrent (II)”. BIM TORRENT, núm. 149, 2006, p. 25. 102 En 1971 la policía municipal rebajaba el número de plazas a 1.624 (1.182 butacas de patio y 442 de general). Vid. VÁZQUEZ RABANAL, A y GONZÁLEZ PÁRAMO, J. M, op. cit., vol. III, p. 420. Superaban las dos mil butacas el cine Coliseum, el Hercumar, el Concorde y el Martí, todos de Valencia salvo el cine Hercumar de Alaquàs, y por encima de las mil seiscientas plazas estaban el Tyris, el Gran Teatro, el cine Boston de Benicalap y el Lux de Benimámet. Vid. IGLESIAS TORTOSA, Severiano, Cines olvidados. Valencia, periferia y pedanías. Valencia, 2016, p. 26.
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una programación de cierto nivel ya que el Liceo carecía de estrenos que proyectar y para paliar las estrecheces había que recurrir a una programación a base de reprise. A la familia no le quedaba más remedio que conformarse con los restos y las películas viejas. Los hijos de Tomás Moreno, José Vicente y Enrique, se encargaban de remendar las cintas porque se rompían con mucha frecuencia. Al haber que recurrir a la imaginación para atraer al público Enrique, que también diseñaba la programación, se ocupó de ir entregando casa por casa a todos los vecinos, a modo de telegrama, un mensaje sugerente con el suspense de una sola línea “No podrás dormir” para anunciar el estreno de un éxito de Christopher Lee que se revelaría en la pantalla: Drácula, en cuyo programa de mano se leía: “Los nerviosos y enfermos del corazón, absténganse de verla por su realismo”.
La publicidad no pudo ser más efectiva y el 16 de junio de 1960, festividad del Corpus Christi, no cabía un alma en el cine para ver la producción de la Hammer. Los grandes carteles para publicitar a Cantiflas o a Lola Flores también alcanzaban su objetivo con dos figuras que arrasaban. Los hermanos Moreno recuerdan que el cine comenzó a superar el bache al variar la estrategia de las compañías de distribución porque quisieron obtener mayores beneficios de las recaudaciones y en lugar de vender las películas a un precio convenido intentaron lograr un tanto por ciento de lo recaudado en taquilla y el cine Liceo, al ser el de mayor capacidad, le convenía esta nueva posición. Así consiguió hacerse con títulos más comerciales y de mayor éxito como Molokai y el estreno la primera semana de mayo de 1959 de la legendaria ¿Dónde vas Alfonso XII? con Paquita Rico y Vicente Parra, que se la arrebató al Montecarlo que la estaba anunciando en su cartelera, dándole un puntapié a su competidor por las rencillas pasadas. El éxito cosechado en Torrent por la adaptación cinematográfica de la obra de Luca de Tena de la que el cine distribuyó entre los espectadores una tarjeta con los autógrafos de sus dos protagonistas, tuvo su propia versión torrentina sobre el escenario del Teatro Hogar Antoniano representada por su cuadro artístico el 7 de noviembre de 1959.
Aventuras y desventuras de Charlot USA. 1918 The Essanay Film Manufacturing Company Programa simple 8 x 11,5 cm Llo/An Jaimito contra Dinamita Selección de cortos años 20 USA. c. 1940 Programa simple 8,5 x 12 cm
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Al margen de lo estrictamente cinematográfico, el cine Liceo obtuvo otro éxito el 25 de septiembre de 1961 con la actuación por primera vez en Torrent de unas jóvenes estrellas que brillaban con luz propia en el balbuceante pop español y acababan de triunfar en el festival de Benidorm: el Dúo Dinámico, un auténtico bombazo en nuestra ciudad, con entrevista radiofónica incluida en la emisora parroquial. Las fans llenaron la sala para oír a sus ídolos de moda que levantaban pasiones con sus Quince años tiene mi amor. Como teloneros intervinieron los torrentinos del grupo Los Melódicos que realizaron una versión de la adaptación de Manolo y Ramón de la pieza principal de la película Éxodo y el famoso tema La novia, del chileno Antonio Prieto, junto con su recordada canción Óyeme nena, incluida en su Ep de 1962 que grabaron para la Belter. Además de las sesiones de tarde y noche, el cine Liceo se caracterizó por sus matinales. La programación matinal estaba dirigida prioritariamente al público infantil y constituía una ocasión excepcional para visionar y descubrir las antiguas películas de cine mudo que ya habían dejado de exhibirse en los circuitos comerciales. Resultaba una experiencia gratificante porque niños y adultos reían sin parar con los artistas cómicos de la altura de Jaimito, Charlot, Stand Laurel… que antes habían hecho reír a sus padres y antes a sus abuelos. La industria Disney tampoco podía faltar en las sesiones tempraneras y con el transcurso del tiempo, aprovechando la popularidad de algunos personajes de la televisión española de los setenta, rescató las películas de los payasos de la tele: Gaby, Fofó, Miliki y Fofito, rodadas en Hispanoamérica, o proyectaba de un tirón varios episodios de series que paralizaban al país delante del televisor todos los sábados como Pipi Calzaslargas y Heidi y que los niños volvían a ver en el cine, pero en color. La situación era angustiosa para los cines de la ciudad al recortarse sus beneficios por los costes de las películas y las luchas intestinas entre los exhibidores hasta hacerse insostenible el negocio. Los interesados se reunieron en varias ocasiones para encontrar una solución. Gracias a la resolución de Francisco Silla Baixauli, favorable al acuerdo, y al haber conseguido las participaciones de la familia Baviera del Montecarlo, con la ayuda de los
Invitación al cine, anverso y reverso, por promoción de una lavadora. El guardia, el ladrón y la camarera Italia, 1958 DDL Programa simple 8,5 x 12 cm Jano
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Sube y baja México, 1959 Posa Films Programa simple 8,5 x 12 cm Albericio Programa del último espectáculo que acogió el cine Liceo con motivo del centenario de la fundación del Círculo Católico de Torrent.
propietarios del Liceo y el Avenida, se logró un consenso para crear la taquilla única con la constitución de la sociedad limitada CINELAM, iniciales de los tres cines de la Avenida: Liceo, Avenida y Montecarlo. CINELAM unificaba esfuerzos y reducía gastos al representar una única taquilla en la que se compartían beneficios y desembolsos. Los costes de las películas se redujeron a la mitad porque los distribuidores se vieron obligados a negociar con la nueva empresa común si querían proyectar en Torrent y no por separado como antes cuando se disparaban los precios al capricho de estos últimos. Torrent constituía un mercado demasiado goloso para perderse y las compañías de distribución no tuvieron más remedio que adaptarse a la nueva coyuntura. La sociedad CINELAM quedó constituida el 21 de enero de 1961 por un periodo de quince años y sus tres primeros administradores fueron Tomás Moreno Mora, del cine Liceo; Jesús Muñoz Mora, del cine Avenida y Francisco Silla Baixauli, del cine Montecarlo. Se mantuvo en vigor durante veintidós años, siete años más a lo suscrito inicialmente, hasta que la crisis del sector la hizo inviable. En 1983 quedaba disuelta y el Liceo cerró. A pesar de su cierre, seis meses más tarde, el 1 de noviembre de 1983, proyectaría una pieza arqueológica del celuloide mejicano: Sube y baja, con Cantinflas como gancho, pero en los ochenta el título y el personaje como guinda final para una sala mítica quedaban un tanto desfasados para los gustos de la época. El 14 de abril de 1984 aún acogería un festival de tunas universitarias patrocinado por el Círculo Católico con motivo del centenario de su fundación. El edificio del cine, aunque conservó su fachada, fue derribado para construir la Delegación de la Agencia Tributaria en Torrent.
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PROGRAMAS DEL CINE LICEO
King Kong USA. 1933 David O’Selznick Programa simple del reestreno 11 x 14,5 cm Lo que el viento se llevó USA. 1939 MGM Programa simple del reestreno 8,5 x 13cm
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FantasĂa USA. 1940 Walt Disney Programa simple 9,8 x 14 cm Casablanca USA. 1942 Warner Bros. Programa simple del reestreno 10 x 14 cm Mac
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Tarzรกn en Nueva York USA. 1942 MGM Programa simple 8,5 x 13 cm Peter Pan USA. 1953 Walt Disney Programa simple 10 x 14 cm
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Drácula Gran Bretaña, 1958 Hammer Programa simple 9 x 12,5 cm Rufufú Italia, 1958 Lux Film / Cinecittà Programa simple 8,5 x 12,7 cm
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¿Dónde vas, Alfonso XII? España, 1958 Pecsa Films-Carreras Planas Programa simple 8,5 x 13 cm Espartaco USA. 1960 Bryna Productions / Universal Pictures Programa simple 11,5 x 22 cm
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Retrato en negro USA. 1960 Universal Programa simple 8,5 x 12,5 cm Jano La evasiรณn Francia / Italia, 1960 Filmsonor / Play Art / Titanes Programa simple 8,5 x 12 cm
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Agente 007 contra el doctor No Gran BretaĂąa, 1962 MGM / Eon Productions Programa simple 10 x 14,5 cm Mac Dos en la carretera Gran BretaĂąa, 1967 20th Century Fox Programa simple 8 x 13 cm
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A
unque desde algún sector del clero se había tachado el cine después de la guerra como la calamidad más grande que había sucedido en el mundo desde Adán, peor que el Diluvio Universal, las guerras mundiales y la bomba atómica103, en nuestra ciudad, bajo la tutela de las dos instituciones decanas de la espiritualidad torrentina, el cine gozó de todas sus bendiciones en vista de la influencia que ejercía sobre la sociedad y la propaganda del cine parroquial animaba a su asistencia: “El cine parroquial, tu cine, el cine de todos. Asiste a él”. Como ha explicado Adrià Besó, una de las preocupaciones de la Iglesia en los años cuarenta fue el establecimiento de recintos cerrados donde, bajo su patrocinio, se protegiera la moral pública de la juventud católica frente a las inmoralidades en que estaba cayendo la sociedad moderna, con dicha finalidad se perseguía alejar a los jóvenes de la contaminación externa. La parroquia de la Asunción, con este pretexto, abrió un teatro y un cine, la emisora y la piscina parroquial104. El convento de Montesión, por otro lado, ya disponía de un teatro que reconvirtió en cine en diferentes etapas, destinado a sus escolares sobre todo, pero abierto a todo el mundo.
103 ABELLA, Rafael, La vida cotidiana en España bajo el régimen de Franco. Barcelona, 1985, p. 80. 104 BESÓ ROS, Adrià, Una parroquia de la Diócesis Valentina: La Asunción de Nuestra Señora de Torrent (Siglos XIII-XX). Torrent, 1994, p. 234.
Salón parroquial durante la representación del belén Sol de amor y paz, 1950 Foto Archivo Municipal de Torrent.
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Opio USA. 1948 Columbia Programa simple 8,4 x 12,7 cm Sobre hechos auténticamente reales, basados en documentos secretos, se ha construido esta película que resulta un magnífico documental unido a una trama interesante de aventura policiaca de represión de estupefacientes. En el reportaje gráfico desfilan escenarios magníficos y atractivos de Norteamérica, China y Egipto. Bien realizada, a pesar de la deficiencia del diálogo y de la excesiva explicación oral. Está interpretada con justeza por Dick Powell, Signe Hasso y Maylia, bajo la acertada dirección de Robert Stevenson. Torre, 9 de abril de 1949
EL CINE PARROQUIAL En la calle San Juan de Ribera, número 3, frente al lateral sur de la parroquia de la Asunción, existe desde 2011 un moderno teatro de la parroquia que sustituye al viejo salón parroquial. El recinto demolido en 2009 había acogido desde la posguerra obras de teatro, zarzuelas, presentaciones falleras, festivales navideños, programas de la emisora y sesiones de cine. En 1934 la iglesia arciprestal compró una casa a Matías Silla con la idea de abrir un teatro propio. Las obras se iniciaron pronto y en 1935 parece ser se representó El divino impaciente, escrita por José María Pemán en 1933 sobre San Ignacio de Loyola, según una programación hallada en una pared medianera situada detrás del escenario durante el derribo del antiguo edificio. El patio de butacas permaneció descubierto y al llegar la guerra en 1936 todos los proyectos se paralizaron. En 1945 se cubrió el salón y de nuevo comenzaron a representarse obras de teatro, pero ya se proyectaban películas como lo demuestran algunos programas de mano de 1943 que anunciaban entre otras La sombra de Frankenstein y Rembrandt. El rectorado de José González Frasquet, a partir de 1950, se consagró a la juventud y a la promoción de obras de carácter social de modo que impulsó el cine dada su aceptación entre los jóvenes. En 1951 hizo algunos arreglos en el cableado eléctrico y las butacas del salón parroquial y adquirió un proyector. Vicente Castelló Lladró, hasta que murió, y su padre Vicente Castelló Salt proyectaron en el cine de la parroquia y como eran electricistas colaboraban en el montaje técnico de las representaciones teatrales. La programación respondía a “películas, nodos y documentales marcadamente religiosos, instructivos y culturales”105, autorizada siempre para todos los públicos, como se constataba en los anuncios de la revista Aleluya, pasando el doble tamiz de la censura oficial y la censura de la propia parroquia para preservar la moralidad de los filmes106: 105 Archivo Parroquial de la Asunción de Torrent, Escrito de actividades que se desarrollan en el salón parroquial de 20 de mayo de 1953. 106 Archivo Parroquial de la Asunción de Torrent, Aleluya. La Voz de la Parroquia, 27 de septiembre de 1970, p. 3.
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“[…] la parroquia tiene conciencia de prestar un gran servicio a sus feligreses, e incluso a toda nuestra ciudad. Ello no sólo por ofrecer un lugar de esparcimiento a gran parte de nuestra chiquillería, sino también por proyectar siempre películas apropiadas a los niños seleccionadas con criterios morales”.
Dentro de la localidad el cinema, cine o salón parroquial era un cine de reestreno pero a veces sorprendía con alguna novedad como Sangre en el Japón, rodada por el director Tomiyasu Ikeda en 1931. La de Ikeda fue la primera película japonesa que se estrenó en España y se veía en el cine Parroquial con riguroso estreno en 1953. El film arrancaba en los primeros días en que el misionero franciscano, el español Pedro Bautista, llegaba a Japón como un enviado del gobernador general de Filipinas y abordaba la historia de los misioneros que en el siglo XVI evangelizaron el archipiélago nipón siguiendo la estela de San Francisco Javier y el martirio de los veintiséis cristianos crucificados por el Taikō Toyotomi Hideyoshi a las afueras de Nagasaki. El Parroquial proyectaba todo tipo de géneros y de títulos: Cuando muere el día, Dos buenos chicos, Opio, Perlas de infortunio, Juventud que promete, Habitación para tres, Locos del aire, La primera sirena, Su majestad de los mares del sur, Sublime decisión, Alarma en la ciudad, La carga de los jinetes indios, Mujercitas, Vacaciones en Roma, Ivanhoe, Lanza escarlata, Un ladrón de guante blanco, Lili, La dama y el vagabundo, La carabina de plata, Nobleza baturra…, destacando los títulos de temática religiosa: La mies es mucha, Cerca del cielo, Yo confieso, Genoveva de Brabante, Las campanas de Santa María, Marcelino, pan y vino o La túnica sagrada con Víctor Mature como alma del film. En 1960 la Voz de la Parroquia se dirigía a los fieles para que no perdieran la oportunidad de ver la última proyección en nuestro país de la primera película estrenada en Cinemascope, presentándola como “El gran drama del Redentor; su vida y pervivencia en el mundo.”107. Junto a los dramas espirituales abundaban las películas cómicas de Stan Laurel y Oliver Hardy y las sempiternas de caballistas de Bob Stele. El cine parroquial disponía de cuatrocientas ochenta butacas según el expediente formado para la matrícula de la contribución industrial del ejercicio 1954 y seiscientas veinticinco en 1971108. Había sesiones los sábados noche y domingos tarde y noche a partir de las tres y media ininterrumpidamente y en verano cerraba para reanudar la temporada coincidiendo con el curso escolar. Se podía asistir al cine con invitación o por donativo voluntario y más adelante, por unas pesetas, se podían repetir sesiones, comer pipas, aplaudir a los buenos, odiar a los malvados o llorar con los protagonistas. Unas veces se proyectaban películas para los niños del catecismo y los jueves por la tarde que no había colegio era frecuente que acudieran los escolares con gran júbilo para disfrutar con cualquiera de los filmes que narraban la vida, obra y milagros de algún santo para asombro de los más pequeños por su pía existencia y los recursos milagrosos del protagonista tocado por el dedo divino. Santos, vaqueros e indios, monstruos, marcianos y romanos convivían en aquellas sesiones repletas de cortes por el mal estado de las cintas o por las tijeras de los mantenedores de la estricta moral. Los pataleos y algún que otro pito eran la respuesta a las interrupciones de las cintas y cuando se desenfocaban los besos en la escena final de alguna película del Oeste. El cine parroquial siguió funcionando hasta 1981, cuando cerró por falta de rentabilidad económica109, pero el salón parroquial continuó acogiendo funciones teatrales y demás actos lúdicos y festivos. 107 Archivo Parroquial de la Asunción de Torrent, Aleluya. La Voz de la Parroquia, 1 de mayo de 1960, p. 4. 108 VÁZQUEZ RABANAL, A y GONZÁLEZ PÁRAMO, J. M, op. cit., vol. III, p. 420. 109 BESÓ ROS, Adrià, op. cit., p. 235.
El halcón y la flecha USA. 1950 Warner Bros. Programa troquelado 9,5 x 16 cm
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Sangre en el Japón Japón. 1931 Nikkatsu Programa simple 9,5 x 13,7 cm Carrillo Alarma en la ciudad USA. 1937 Universal Programa díptico 9,3 x 13 cm Locos del aire USA. 1939 RKO Programa simple 8,7 x 12,5 cm Ramón La mies es mucha España. 1948 Chápalo Films Programa simple 8,5 x 13,5 cm
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PROGRAMAS DE MANO DEL CINE PARROQUIAL
Rembrandt Gran Bretaña, 1936 London Film Production Programa simple 11,5 x 16 cm Ramón La sombra de Frankestein USA. 1939 Universal Programa díptico 15 x 19 cm
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Vuelven de la guerra USA. 1947 Columbia Programa simple 8,5 x 12 cm Beut El detective Gran Bretaña, 1954 Columbia Programa simple 8,5 x 13 cm F. Piñana La Dama y el vagabundo USA. 1955 Walt Disney Programa simple 10,8 x 15 cm
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Teatro Hogar Antoniano en 1973. Foto cedida por José Royo Martínez.
EL CINE EN MONTESIÓN El cine de la parroquia permaneció abierto cerca de cuarenta años aunque la actividad cinematográfica en el seno de la iglesia de Torrent se había iniciado mucho antes en el convento de Montesión. No era un aparato de cine, pero durante el tiempo, entre 1902 y 1909, que dirigió fray Antonio Mª de Torrelavega la Real Pía Unión de San Antonio de Padua, establecida en el convento, adquirió, para la didáctica de la catequesis, uno de los primeros pantoscopios110 que se pusieron a la venta en España, con el que proyectaba una serie de imágenes fijas, a modo de diapositivas, y consiguió de algunos países europeos, por diferentes medios, clichés en color para proyectar sobre una pantalla grande111. Este sencillo sistema de proyección, cuando el cinematógrafo ya había echado a rodar, parece que fue uno de los primitivos antecedentes del cine en Torrent antes de la apertura de la sala Cervantes, pero el invento de los hermanos August y Louis Lumière debió despertar la curiosidad a los miembros de la congregación, sobre todo a su nuevo director, fray Carmelo Mª de Paiporta (1914-1921), para continuar con la adhesión de los niños del catecismo y como diversión de los pequeños. En 1918 la obra benéfica recibió un importante donativo de una testamentaria y con ello pudo saldar algunas cuentas pendientes con el depositario, Francisco Gozalbo, quien había sufragado algunos de los gastos de la asociación que no podía afrontar por carecer de fondos; con la parte restante fray Carmelo propuso comprar una pequeña máquina de cine por seiscientas setenta y cinco pesetas en tres plazos, pagando uno cada trimestre partiendo del día de la adquisición de dicha máquina112 con la que todos los domingos se darían sesiones después 110 El pantoscopio, también conocido como “titirimundi”, fue uno de los diversos artefactos precinematográficos que jugaban con las imágenes y que en sus orígenes consistía en una caja óptica por la que los titiriteros dejaban mirar a los curiosos por unas monedas para ver las maravillas del mundo a través de un agujero. 111 ROYO MARTÍNEZ, José, Real Pía Unión de San Antonio de Padua. Cien años de vida. Torrent, 1999, p. 35. 112 ROYO MARTÍNEZ, José, op. cit., p. 24, nota 5.
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Proyector Proyecson Xenolux de 35 mm, adquirido en 1973 con motivo del regreso del cine a Montesión. Foto Enrique Carratalá Deval.
de los oficios de la tarde para los jóvenes antonianos que llenaban el salón. Una comisión se encargaba de revisar las cintas antes de la función pero, al resultar muy complicado conseguir programas con los contenidos morales adecuadas, se dejó de proyectar cine y se vendió el aparato y todo el material que poseían para disgusto de los muchachos113. En los años cincuenta el convento de Montesión recuperaría de nuevo la actividad cinematográfica entre las funciones del Teatro Hogar Antoniano. Del recién inaugurado teatro, los días 7 y 8 de noviembre de 1953, se esperaba una variada programación con “representaciones teatrales, cine de verano, grandes belenes, y sabe Dios cuántas cosas más…”114, pero hasta bien entrada la década el cine no se coló entre sus espectáculos. Tras unas reformas en el teatro en 1957 en las que se mejoraron las instalaciones del local: butacas, sistema eléctrico, servicios, piso de madera…, porque la juventud prefería asistir a las salas de cine de la ciudad antes que a las representaciones dramáticas, la junta de la Pía Unión instaló un aparato de proyección adquirido en la casa Proyecson de Valencia para transformar el teatro en sala de cine. El cine regresaba a Montesión oficialmente el sábado 25 de enero de 1958 con un programa que incluía las películas Una chica de Opereta y Kim de la India115. La junta estableció varios turnos para atender el funcionamiento del cine responsabilizándose cada semana de la organización: portería, venta de entradas, o aposentadores. Las proyecciones se realizaban a lo largo del año, sábados por la noche y domingos por las tardes habitualmente, aunque a veces se hicieron sesiones los viernes, los domingos por la noche y los días festivos, salvo los meses de agosto que cerraba y en las fiestas navideñas, en cuyo periodo se representaban los populares belenes.
113 TORRENT NAVARRO, Vicente, “Crónica general de la Real Pía Unión San Antonio de Padua”. Torrens, estudis i investigacions de Torrent i comarca, 8. Torrent, 1994, pp. 182-183. 114 “Monte-Sión de enhorabuena”. Torre, 24 de enero de 1953, p. 4. 115 ROYO MARTÍNEZ, José, op. cit., p. 168.
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LOS CINES EN EL ÁMBITO ECLESIÁSTIC O
Una chica de opereta España, 1944 Cifesa Programa díptico 20, 5 x 12 cm Kim de la India USA. 1950 MGM Programa simple 8,5 x 13 cm
El cine en el convento, como apunta José Royo, atravesó por momentos de apuros por la competencia con las demás salas de la ciudad, sobre todo a raíz de la inauguración del cine Liceo en 1959 que proyectaba cine tolerado para todos los públicos y que restaba posibilidades de elección al salón antoniano. No obstante, se mejoraron las condiciones del local para hacerlo más confortable y se instalaron calentadores eléctricos para los meses de invierno, se tapizaron las paredes con fibra para obtener mejor calidad de sonoridad, se colocaron puertas en el vestíbulo para separarlo de la sala y se reformaron los aseos. También se contactó con los exhibidores de los cines Avenida y Montecarlo y se acordó obtener de las distribuidoras películas a un precio más asequible para el convento, debido a las posibilidades económicas que los empresarios de estos cines tenían. En este periodo destacaron las reposiciones de películas de aventuras, los musicales y los filmes distribuidos por Arajol con el caballista Kent Maynard y su caballo Tarzán. El cine en Montesión no tuvo continuidad y con el transcurso del tiempo se hizo insostenible su mantenimiento, por lo que se optó por darlo de baja en 1963. El proyector se vendió en 1968 a la parroquia de Puzol por 52.500 pesetas. A principios de los años setenta el teatro sufrió una importante remodelación que cambió su estructura y de nuevo, a finales de 1971 se reanudaron las sesiones de cine porque la asociación de padres del colegio compró un aparato de 16 milímetros pero dos años después adquirieron un proyector Proyecson Xenolux de 35 milímetros ya que el anterior, al proyectarse las imágenes, resultaba una pantalla pequeña y a la gente no le gustaba116. Entretanto se sustituyeron las butacas procedentes del cine Rialto de Valencia, colocadas en 1969, por otras nuevas de madera de railite en la platea. Aunque no será hasta 1975 cuando, esta vez organizado por la parroquia de Ntra. Sra. de Montesión, se le dé un nuevo impulso al cinematógrafo con la construcción de una cabina en la general para instalar el proyector y una pantalla más grande. Manuel 116. Información oral proporcionada por José Royo Martínez.
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Royo se ocupó de las proyecciones hasta que cerró el cine, después prosiguió en el cine Parroquial hasta que también cerró. En 1977, una vez más será la Pía Unión la que se encargue de la organización y la puesta en marcha del cine; sin embargo, el público cada vez menos numeroso por la discontinuidad de la programación, las sucesivas interrupciones, como consecuencia de las representaciones teatrales y las presentaciones falleras los primeros meses del año, y en vista de una inspección que obligaba a hacer una serie de modificaciones en la estructura del edificio muy costosa para albergar el cine, contribuyeron a la suspensión de las proyecciones y al cierre del cine en abril de 1978117. Como en el cine Parroquial, en el convento las películas fueron de reestreno destinadas fundamentalmente a un público juvenil. Las sesiones eran gratuitas o bien se entraba con invitaciones muy baratas de 5 ó 10 pesetas en la década de 1970.
PROGRAMAS DE MANO EN EL CINE DE MONTESIÓN
El terror del rancho USA. 1934 Mascot Pictures Programa simple 6,6 x 9 cm Llo/An
117 ROYO MARTÍNEZ, José, op. cit., p. 170.
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LOS CINES EN EL ÁMBITO ECLESIÁSTIC O
Contrabandistas de brillantes USA. 1940 Hapalong Cassidy Film Programa sencillo 8,5 x 12,5 cm MCP Iremos a París Francia, 1949 Hoche Productions Programa simple 8,5 x 13 cm
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LOS CINES EN EL ÁMBITO ECLESIÁSTIC O
El sueño de Andalucía España / Francia, 1951 CEA / Columbia Films / C.C.F.C. Programa simple 8,5 x 13 cm Los caballeros del rey Arturo Gran Bretaña, 1953 MGM Programa simple 10,3 x14 cm
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LOS CINES EN EL ÁMBITO ECLESIÁSTIC O
El caballero negro USA. 1954 Columbia Programa simple 8,5 x 13 cm El caballero negro USA. 1954 Columbia Programa simple 8,5 x 13 cm
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LOS CINES EN EL ÁMBITO ECLESIÁSTIC O
El rey loco Alemania, 1955 Aura / Bavaria Film Programa simple 8,5 x 13 cm Los ladrones somos gente honrada España, 1956 Aspa P.C. Programa simple 8,3 x 14 cm
LAS ÚLTIMAS SALAS DE CINE
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En Torrent Decine desaparecieron las cortinas que cubrian la pantalla a diferencia de las anteriores salas de la ciudad.
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uperada la fiebre cinematográfica de los años cincuenta y sesenta, cuando abrió el Torrent Decine hacía dos décadas que no se había inaugurado ninguna sala en la ciudad. Muchas cosas habían cambiado en el año electoral de 1979 y otras sencillamente se habían heredado. El desarrollo y el desarrollismo alocado de las décadas anteriores había dejado su impronta y Torrent era un adefesio de hormigón. El urbanismo cabalgaba sin bridas ignorando las reglas de la arquitectura popular y rompiendo la armonía de las edificaciones antiguas; la ciudad resultaba más caótica. Mientras se publicaban bandos para mantener la limpieza y la higiene de la vía pública habían florecido suburbios faltos de los servicios básicos y el tráfico se había apoderado de las calles. En 1979 se sobrepasaba la cifra redonda de los cincuenta mil habitantes producto de un constante flujo migratorio procedente de las regiones más deprimidas de España y del interior de la provincia. Los talleres y las pequeñas y medianas industrias que todavía salpicaban el entramado urbano, a falta de la consolidación de un polígono industrial, progresivamente iniciaron su declive, anquilosadas y por modernizar, y cerraron incapaces de adaptarse a la nueva coyuntura económica y a la crisis que se arrastraba desde mediados de los setenta. Así las cosas, la incertidumbre del paro se cernía en el horizonte como una espada de Damocles. Entre tanto, la “libertad sin ira” que cantaba Jarcha se interiorizaba por la población y la efervescencia política, con la restauración de la democracia, el proyecto preautonómico valenciano en marcha y la recién nacida Constitución de diciembre de 1978, resultaron nuevos acicates que habrían de culminar en las elecciones generales de marzo y municipales de abril que le dieron el poder en Torrent, una ciudad de consolidadas convicciones conservadoras, por primera vez al partido socialista. Las campañas electorales se manifestaron en calles y plazas, empapeladas por cientos de carteles y pasquines, y con el primer ayuntamiento democrático muchas de aquellas vías cambiarían de nombre o recuperarían sus antiguas
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Aspecto interior de Torrent Decine: vestíbulo y patio de butacas. Proyectores OSSA y Cinemeccanica Victoria 5. Fotos cedidas por Josep Almudéver i Codoñer
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Patrimonio nacional España, 1981 Incine//Jet Films El expreso de Chicago USA. 1976 20th Century Fox Folleto 10,7 x 21,6 cm Cartel de la versión original de La Gran Comilinona (1973), primera película que se proyectó en Torrent Decine.
rotulaciones como Torrent, que volvería a su topónimo en valenciano ciento cincuenta años después. Algunos eslóganes de campaña como aquello de “En Torrent hay que cambiar al alcalde” alertaban, por otro lado, de las carencias de estilo de los partidos y de la necesidad de mejorar la EGB entre una población que leía poco. TORRENT DECINE: EL MODERNO CINE DE LOS OCHENTA En plena transición democrática los gustos cinematográficos también habían variado, al menos en un sector de los espectadores que reclamaban un cine de mayor compromiso político y social y de contenidos más profundos frente a la sola apuesta por el cine comercial de las salas de Torrent que continuaban repitiendo antiguos títulos de éxito durante diez, quince o más años. En esta línea, el crítico del boletín municipal manifestaba el nulo interés de las salas torrentinas por crear un ambiente cultural cinematográfico de nivel: “... la única preocupación que han tenido es la de traer películas, normalmente de baja calidad, para poder llenar la sala los fines de semana, rigiéndose en la elección de aquéllas, en si son taquilleras o tienen renombre entre el público, para así conseguir el lleno completo, como nos lo han venido demostrando hasta ahora.”
En Torrent Decine creía observar un aire renovador que le había inspirado cierta confianza118. “De entre los cuatro que existen, Avenida, Liceo, Montecarlo y Torrent Decine [...] ésta última ha venido a romper la pauta marcada por las anteriores, con un aire progresista que al principio me atrajo, pues inauguró su funcionamiento con unas sesiones dentro de una línea de calidad, pero que después no ha continuado desgraciadamente”.
118 MICHEL, “Cine”, Butlletí d’Informació Municipal, núm. 2, noviembre, 1980, p. 16.
Josep Almudéver i Codoñer.
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Pep Almudéver, gerente del nuevo cine, justificaba la endeble calidad de sus programas a causa de la demanda119. “Nosotros hemos intentado realizar programas de calidad pero la respuesta por parte del público de Torrent ha sido escasa o nula. Por ejemplo, cuando pasamos El árbol de los Zuecos había cuatro gatos, en cambio cuando se proyecta a Pajares, Esteso, este tipo de cine, o clasificadas S, la sala se llena”.
Pensaba que en Torrent no había suficiente público para realizar otra programación porque la gente no respondía y no tenía más remedio que acudir a un estilo de cine que le proporcionaba mejor rentabilidad. Pep Almudéver i Codoñer era un inquieto joven de Albal que se embarcó en la aventura del cine cuando las salas de reestreno y el cine de barrio hacían aguas. No obstante, en Torrent, con mayor población, existían mejores posibilidades de hacer negocio que en su localidad de origen. Más aficionado que profesional del séptimo arte quiso darle un giro a su actividad laboral relacionada con la industria del automóvil y, junto a los otros socios de la mercantil Incibo, S. L., responsable del cine, representada en aquel momento por Miquel Polo, montó un local moderno y funcional, coqueto, con toques decorativos muy cinematográficos, en un bajo del número 14 de la calle Caja de Ahorros. Los demás socios terminarían abandonando la empresa y Pep Almudéver se quedó como administrador único, cambiando de nombre la sociedad a Torrent Decine, S. A. La familia cinematográfica de Torrent Decine la componían Conceso, que ejerció las veces de acomodador y de encargado, a veces tenía que echar al público molesto. Su mujer, Concepción, atendía el bar. Marisa era la taquillera y el Sr. Risueño, el portero. Rafa “patata”, permaneció durante años como operador, y José Fernando Coronado también llegó, en 1985, en calidad de proyectista los fines de semana. El cine tenía un aforo original de quinientas cuarenta butacas que los espectadores agradecieron por su comodidad, acostumbrados a los rígidos asientos de los cines de la competencia. Con el tiempo se incrementaron aprovechando algunos rincones todavía libres y recortando las distancias entre la pantalla y el patio de butacas. El público, además, se sumía en un acogedor ambiente gracias a las bandas sonoras que como fondo musical, y a veces los ritmos salseros, envolvían la sala, y también el bar, antes del comienzo de cada sesión y durante los descansos, 119 “El moderno cine de pueblo”, Butlletí d’Informació Municipal, núm. 17, marzo, 1982, p. 20.
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Diferentes carteles de películas de éxito en los años 80 que exhibió Torrent Decine.
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una novedad original inédita en otros cines. Cada vez que se editaba el LP con la banda sonora de alguna de las películas de estreno en Torrent Decine, su gerente la adquiría para la ambientación musical de su local. El cine contaba con un buen equipo de proyección, dos máquinas, una OSSA más antigua que funcionaba a base de carbón y otra de lámpara de la marca italiana Cinemeccanica Victoria 5. En sus instalaciones el director Carles Mira llegaría a rodar las escenas de un corto con Paco Algora como intérprete. Torrent Decine se inauguró en 1979 y la celebración tuvo lugar en la discoteca Lo Rat de la calle Padre Méndez aunque la primera película que se proyectó, La gran comilona, coproducción francoitaliana de 1973 en la que intervenían Marcello Mastroianni, Ugo Tognazzi, Michel Piccoli y Philippe Noiret, no gozó de las simpatías del público porque era larga y tediosa, según recuerda Pep Almudéver. “Vinieron pocos espectadores, pero a mitad de la película se largaban. Era insufrible”. Muy pronto el flamante empresario se dio de bruces con los sinsabores de la realidad y, con la documentación todavía en trámite administrativo, se vio obligado a cerrar por unos meses desde marzo de 1980, hasta obtener la autorización de apertura del Gobierno Civil, el 28 de julio. Entendió que la irregularidad había sido denunciada por sus competidores, pero lo cierto era que se repetía una vieja historia y los demás cines habían recibido a la nueva empresa mostrándole las uñas. Algunos vecinos del incipiente barrio tampoco estaban dispuestos a facilitar las cosas y se opusieron a la apertura del cine porque consideraron “que ello convertirá la calle en centro de atracción de gentes excesivamente amantes del bullicio y producirá un ambiente propenso al ruido, algaradas, etc…, rompiendo la pacífica convivencia y tranquila morada de las familias del vecindario”120. Torrent Decine tuvo problemas para abastecerse de películas, a las primeras de cambio, ya que CINELAM las contrataba a un precio más elevado que el que podía asumir Pep Almudéver y 120 Archivo Municipal de Torrent, Torrent Decine, Signatura, CN-599/34.
Acceso a Torrent Decine durante una matinal infantil. Foto Archivo BIM Torrent.
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las compañías de distribución no confiaban en la nueva empresa, de manera que sólo le proporcionaban títulos de mala calidad y de difícil salida en el circuito comercial, o bien podía programar las películas clásicas de toda la vida como Con la muerte en los talones o Ben-Hur. La carrera de cuadrigas de Charlton Heston hubiera pasado desapercibida, por sus frecuentes reposiciones en las pantallas de Torrent, si no se hubiera proyectado en una fecha de imposible olvido para los asistentes al cine aquel 23 de febrero de 1981. De todos modos y con paciencia el exhibidor de Albal se fue introduciendo en el mercado y logró convencer a distribuidoras como la Warner, la MGM o la Paramunt para traer a Torrent el reestreno de los grandes estrenos de moda como Indiana Jones en En busca del arca perdida, sin desplazar a las cintas más ramplonas, y aunque la nueva sala también participó en el tormento cinematográfico con los filmes de Enrique y Ana o cualquiera de las locuras de Parchís, los nuevos ídolos del público infantil, torturas aparte, se proyectaron los mejores clásicos de los ochenta desde el episodio piloto de la serie de televisión El increíble Hulk, con Bill Bixby en el papel del canijo doctor Banner que se transformaba en una enorme masa de músculo verde cada vez que se alteraba, encarnando a su yo justiciero y bestia un cejijunto Lou Ferrigno, hasta los recordados Campeón, Mad Max, Rambo, Rocky, Cocoon, Blade Runner, E. T., Dune, Memorias de África, El retorno del Jedi, Jo qué noche, Piratas, La Mosca, Gran golpe en la pequeña China, La chaqueta metálica, Regreso al futuro, La selva esmeralda, El crimen de Cuenca, El chico de oro, El siciliano o El rector, donde James Belushi despachaba a sus alumnos “camellos” ayudado por un bate de béisbol. Entre las rarezas y cine minoritario que hacían de Torrent Decine un cine diferente, sorprendió al ofrecer para un público muy concreto: Sugata Sanshiro (La leyenda del gran Judo), el primer film de Akira Kurosawa rodado en 1943 que, cedido por la embajada de Japón, se proyectó en sesión única e irrepetible para entusiasmo de los practicantes de las artes marciales de la ciudad. El negocio no fue mal y la empresa creó su propio equipo de fútbol con el nombre del cine, pero los préstamos, al alto interés de la década, ahogaban
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Invitaciones para los matinales infantiles. Programación Torrent Decine en colaboración con la Filmoteca Valenciana y el Ayuntamiento de Torrent, 1986.
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al joven empresario por lo que tuvo que renegociar la deuda contraída con los bancos a más largo plazo. El cine de Pep Almudéver organizó matinales de cine infantil sábados y domingos y colaboró en las campañas que organizaba el Ayuntamiento todos los miércoles con ciclos de humor, aventuras, cine social y los destinados a revisar el cine del Oeste. En la primera campaña de esta muestra, se quejaba la revista municipal, acudían en avalancha un variopinto conjunto de espectadores: mamás con sus bebés, niños pequeños, jóvenes, jubilados… sin importarles la clasificación de las películas y si eran adecuadas para determinadas edades. La sala adquiría las trazas de un picnic de salón en donde cada cual llevaba su merienda, sus pipas y sus ruidos para ver La escopeta nacional, Esa gente divertida o algunos clásicos de Buster Keaton121. La experiencia se repetiría posteriormente con ciclos dedicados a Alfred Hitchcock y entradas a cincuenta pesetas para evitar el alboroto de la gratuidad. Torrent Decine se adhirió al circuito de salas de la Filmoteca Valenciana con algún ciclo dedicado a la transición política con películas como La muerte de Mikel, No se os puede dejar solos, Asignatura pendiente, La mujer del ministro, El puente… y proyectó otro cine en colaboración con asociaciones como las Amas de Casa Tyrius. Cuarenta años después, al haber estado prohibida por la censura, Torrent Decine estrenaba en nuestra ciudad ¿Por quién doblan las campanas?, basada en la novela homónima de Hemingway sobre la Guerra Civil española. Sin embargo, la mayoría del público asistía al cine los fines de semana y, cuando los filmes venían precedidos por el éxito comercial, la sala se quedaba pequeña, faltaban butacas y se perdían clientes. Entre semana se programaban las películas de “destape” y otras de mala calidad porque había que exhibirlas de cualquier modo. A mitad de los años ochenta cerraron los demás cines de la ciudad y Pep Almudéver se quedó solo ante el peligro como único exhibidor, con una situación asfixiante y sin ver aumentado el número de espectadores a pesar del desierto cinematográfico en que se había convertido Torrent. El problema del sempiterno monopolio del cine de la capital que trataba de impedir por todos los medios la exhibición simultánea de los títulos que llegaban de estreno a las salas que quedaban en su área de influencia, la lejanía de Torrent Decine del centro urbano en una zona todavía despoblada, el cambio de hábitos de los espectadores que ya no esperaban a que la película llegara a Torrent y se desplazaban a la capital para verla y el precio del cine, empeoraban las perspectivas del negocio. En 1987, junto con otros supervivientes de la periferia de Valencia, de Alaquàs, Paterna, Catarroja, Silla, Sagunto y Cullera, se planteó como una única posibilidad para subsistir, conseguir estrenar simultáneamente con la ciudad de Valencia para lo cual los empresarios del sector realizaron un concienzudo estudio que plasmaron en un proyecto para llevarlo a las distribuidoras, pero aquéllas hicieron caso omiso, sólo se desplazó desde Madrid el jefe de ventas nacional de la Warner para conocer sobre el terreno las propuestas de los cines implicados. Tras el fracaso de la propuesta, los pocos cines que quedaban se vieron abocados al cierre. Finalmente le tocó el turno a Torrent Decine que se despedía en 1989. Pep Almudéver vendió el cine en los primeros años noventa a Caixa Torrent que necesitaba un salón de actos, el de su sede central era pequeño y no disponía de todas las garantías de seguridad, y saldó la deuda con la entidad bancaria.
121 “I.ª Campanya de cinema”. Butlletí d’Informació Municipal, núm. 23, octubre, 1982, p. 18.
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PROGRAMAS E INVITACIONES EN TORRENT DECINE
Anverso: Chacal Gran Bretaña / Francia, 1973 Warwick Film Productions / Universal Productions France Con la muerte en los talones MGM USA. 1959 Dorso: El Golpe II USA. 1983 Universal Evasión o Victoria USA. 1981 Lorimar Folleto, 16 x 20,6 cm San Valentín sangriento Canadá, 1981 Canadian Film Development Corporation La bestia y la espada mágica España / Japón, 1983 Amachi Films / Acónito Films Folleto 10,8 x 15, 8 cm Tarzán, el hombre mono USA. 1981 MGM / Svengali Productions El puño ciego de Bruce Gran Bretaña, 1979 Kam Bo Motion Picture Co. Folleto 16 x 21, 5 cm
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Campeón USA. 1979 MGM Programa monocromático en tinta azul 11,5 x 16,5 cm Invitación de una matinal infantil.
LOS CINES DE LAS AMÉRICAS: LA EXPERIENCIA DEL MULTICINE El 13 de diciembre de 1991 se inauguraba con gran asistencia de invitados, entre ellos el presidente de la Generalitat, Joan Lerma, el centro comercial Las Américas, situado en la Avenida, un poco antes de llegar al Vedat. Había sido obra del promotor Luis Arenas que decidió probar fortuna en Torrent después de su periplo americano; en Caracas y Miami ya había levantado otros dos centros similares. La apertura del magno complejo suscitó grandes expectativas de negocio en la localidad. Disponía de múltiples comercios, establecimientos de ocio, restaurantes, diferentes servicios, además de un hotel en construcción que nunca llegó a culminarse y el proyecto de dos minicines en los sótanos del recinto. En los primeros tiempos la gente respondió bien al novedoso centro pero por diferentes causas fracasó y fueron desapareciendo negocios. Hoy los cines de Las Américas son los menos recordados de la ciudad por lo efímero de su funcionamiento y porque cuando iniciaron su actividad
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Acceso subterráneo a los cines Las Américas. Contaba Roberto Baviera que su mujer y él un día fueron al cine en Las Américas, pero cuando se plantaron en la puerta se llevaron la sorpresa de que no se iba a proyectar la película en cuestión. Preguntaron el motivo y es que no había nadie en la sala. Sin embargo, en la taquilla les animaron a entrarar porque aún les podían poner la cinta y la proyectaron para ellos dos solos. Además, para colmo, recogieron su entrada con descuento porque tenían carné como jubilados.
en la Navidad de 1993 el cine, o mejor dicho el cine en sala, ya no ocupaba el papel preponderante que durante años había gozado como lugar de recreo de la población. Las dos pequeñas salas concebidas para ser gestionadas con el mínimo gasto se convirtieron en cuatro salones, estrechos y alargados, poco tiempo después, con una capacidad total para cuatrocientas ochenta personas, pero algunas anomalías relacionadas con las salidas de emergencia y el pinchazo del complejo les afectó del mismo modo; nadie se detenía ante su cartelera en un centro sin alicientes y muchas veces fantasmagórico. A menudo una o dos personas eran los únicos espectadores e incluso se suspendía alguna sesión por ausencia de público. Los cines de Las Américas llegaron a estrenar a la par que en Valencia al integrarse en algún momento en el circuito de la capital pero el uso del vídeo extendido por la mayoría de los hogares y la cercanía de Valencia con sus mayores ofertas, igualmente influyeron en la agonía de las cuatro salas que cerraron en abril de 1996. Con la clausura del cine en Las Américas se cerraba un siglo de cine estable en nuestra ciudad después de que los locales del desafortunado centro comercial hubieran brotado como un verso suelto en la historia del cinematógrafo en Torrent, cuando ya habían desaparecido todas las salas de la población. Desde los primeros años de nuestro siglo sus instalaciones las ocupa una comunidad evangélica.
Cuando un hombre ama a una mujer USA. 1994 Touschstone Pictures Cuatro bodas y un funeral Gran Bretaña, 1994 Polygram Film Entertainment / Channel Tour Films / Working Title Folleto 15 x 21 cm
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Baile en el cine Casalt, años 50. Foto cedida por Isabel Castelló Román.
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a gran aceptación por la sociedad del cine entre los años cuarenta y sesenta propició también en Torrent que se proyectasen películas en otros recintos durante la temporada estival y así proliferaron las terrazas de verano que ocupaban el vacío por el cierre, a veces, de los cines, o funcionaran como solución al contratar con ellas algunos exhibidores para no perder público por el insoportable calor del estío, ofreciendo sus sesiones a la luz de la luna. Por otro lado, y en ambientes distintos a los salones comerciales, surgieron a partir de los sesenta varios colectivos que promovieron un cine de calidad a través del cineclub como una actividad de reflexión y debate. Algunas instituciones como la Caja de Ahorros de Torrent y el Ayuntamiento contribuyeron a la promoción del cine con una asiduidad irregular, al desaparecer las salas. LAS TERRAZAS DE VERANO Las terrazas de verano acogían diferentes espectáculos de variedades, teatro, baile los domingos y cine. En los años veinte se celebraron verbenas en el campo de deportes de Xenillet y “varietés” y veladas cinematográficas al aire libre en la plaza de toros que había junto al barranco, al final de las calles San Ramón y Xocolaters, a cargo de una empresa de espectáculos nocturnos como complemento a las novilladas vespertinas. El semanario Actividad animaba a sus lectores a combatir el calor asistiendo a las noches de la plaza de toros122: “En este tiempo cuando el calor es sofocante hace imposible la estancia en algunos locales destinados a espectáculos, solamente buscamos sitios donde impere la comodidad y el bienestar y por ello, teniendo ocasión de encontrarlos, creemos oportuno indicar al público lo agradable y amena que resulta la velada asistiendo a la Plaza de Toros, donde por poco dinero puede a la par que respirar el aire fresco que anhelamos y distraer nuestro pensamiento admirando las grandiosidades cinematográficas que allí se exhiben. Ya lo sabéis pues: no hay que pensarlo ni un momento; de noche a la Plaza de Toros.” 122 Hemeroteca Municipal de Valencia, Actividad, 15 de julio de 1923, p. 3.
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Modificación de la fachada del proyecto de terraza de verano en la Avenida solicitado por Serafina Llópez al Ayuntamiento en 1945. Archivo Municipal de Torrent.
Los domingos 9 y 16 de septiembre de 1923 el semanario anunciaba una sesión de cine en el coso recién inaugurado123 a partir de las nueve y media y próximos estrenos124 además de los números de la bailarina Manolita Benito y la canzonetista Teresita Puchades. Después de la Guerra Civil y con la propagación de fenómeno cinematográfico llegaron a existir cuatro terrazas que proyectaron películas en verano: Piscina Las Delicias, Parque de Atracciones, Cine Casalt y Terraza El Clot. La temporada daba comienzo el uno de junio y se prolongaba hasta finales de septiembre o los primeros días de octubre. El público, a la búsqueda del fresco que no disponía en casa, pasaba las sesiones nocturnas a partir de las diez o diez y media entretenido, cenando de sobaquillo, bebiendo Pepsi-colas, tomando el aperitivo en el servicio de bar, fumando algún pitillo y viendo cualquier película que le hacía más llevadera la canícula por una bagatela. El éxito de las terrazas resultó incontestable hasta la puesta en funcionamiento de la refrigeración en el cine Montecarlo. Roberto Baviera confesaba que mientras su cine aumentó los ingresos aquéllas se resintieron y disminuyeron sus beneficios. Las terrazas no desaparecieron pero recibieron un fuerte mazazo. Los detractores del sistema del aire acondicionado, por contra, no renunciaban a comerse un blanco y negro durante la sesión nocturna y preferían el fresco de la noche y el ambiente de las terrazas. De haber prosperado la solicitud de apertura de otra terraza en abril de 1945, la Avenida hubiera contado con su primer salón de verano, antes incluso de la construcción del cine Montecarlo. Serafina Llópez Simó, vecina de la calle San Onofre, quiso construir un local que albergara espectáculos al aire libre y cine en un solar del que era arrendataria en el número 15 de la gran vía de Torrent. El presupuesto global de proyecto era de trece mil pesetas y la redacción corrió a cargo del arquitecto valenciano Miguel Martínez Ortega, que diseñaría la reforma del cine Ideal de Alaquàs, propiedad de los hermanos Abellán del cine Cervantes, en 1957. El local tenía capacidad para alojar doscientos setenta y 123 CÍSCAR i JUAN, Salvador, “Torrent i la tauromàquia”. Llibret de Falla Ramón y Cajal, 2008. 124 Vid.“Actividad”, de 9 de septiembre de 1923 en Torrent, imatge gràfica: la gent i la ciutat, (1860-1960), 1998, p. 470 y de 16 de septiembre de 1923, p. 3, en la Hemeroteca Municipal de Valencia.
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Piscina Las Delicias en los años 40. Se observa la gran pantalla de cemento al fondo. Foto Archivo Municipal de Torrent. El delator anónimo Gran Bretaña, 1937 London Films Productions Programa simple 11,5 x 16 cm Programación piscina Las Delicias. Torre, 23 de julio de 1949
dos espectadores y en la parte destinada a patio de butacas se proyectó construir un pavimento de hormigón previendo disponer de una pista de baile. En sesión celebrada el 5 de mayo de 1945 el Ayuntamiento denegó la autorización para construir el local porque, a pesar de tratarse de una construcción provisional, los espectáculos que habían de darse eran de carácter permanente y los edificios de la Avenida debían tener una fachada de dos pisos y ocho metros de altura. La interesada presentó una modificación del proyecto para adaptarse a las ordenanzas municipales, pero, aunque contó con el criterio favorable del aparejador municipal, de nuevo la Comisión de Fomento Municipal informó en contra del permiso de apertura y el Ayuntamiento volvió a denegar la autorización; cumplía con la altura de la fachada, pero no con la condición de constar de dos o más plantas. El proyecto no siguió adelante125. 125 Archivo Municipal de Torrent, Obra cine de verano. Signatura CN-209/59.
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Piscina Las Delicias, 14 de junio de 1953. Foto cedida por Vicente Martínez Simó.
PISCINA LAS DELICIAS La piscina Las Delicias estaba ubicada en la actual calle Zaragoza, a la altura del número 16, posteriormente la reemplazó la Sala Bony y luego el bingo, también desaparecido. Los programas de mano de los años cuarenta y cincuenta la sitúan en la calle Padre Méndez número 59 ó 69. Sin embargo, cuando Joaquín Martínez Prats solicitó construir en unos terrenos de su propiedad un campo de deportes y atracciones “para natación, gimnasia, patín, baile y sesiones de cinematógrafo al aire libre”,126 en noviembre de 1943, la zona todavía no estaba urbanizada y la calle era la correspondiente al número 43 del plano de Torrent127. Una vez que se obtuvieron los permisos municipales, la piscina Las Delicias se inauguró en el verano de 1944, ofertando a sus clientes actividades y espectáculos de diversa índole, principalmente las actuaciones de orquestas y solistas que amenizaban las veladas de fin de semana. De todos modos no parece que el cine fuera uno de sus platos fuertes. Sabemos que en agosto de 126 Archivo Municipal de Torrent. Libro de Actas 1943, sesión de 30 de noviembre. 127 Con la expansión del barrio de Poble Nou, según Acuerdo de 1 de julio de 1959 del Pleno del Ayuntamiento, Las Delicias quedaría enclavada en la calle Zaragoza, “calle travesía de la Piscina”. Vid. Boletín de información, julio y agosto de 1959, p. 3.
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1944 ofrecía El capitán Blood con Errol Flyn y Olivia de Havilland y en 1945, entre la programación de las Fiestas Patronales, se anunciaba una jornada de espectáculos con velada de cine incluida en la misma piscina128. “A las 10’30 de la noche, en la Piscina Las Delicias, festival artístico-deportivo, cine, concurso-exhibición por el famoso equipo del Club Natación Valencia, que alternará con elementos locales, actuación de una conocida orquestina y fuegos aéreos por el pirotécnico D. Francisco Miquel Conejeros (Cafís).”
En 1949 la empresa cambió de manos y pasaron a gestionarla José Redón, Francisco Lerma y Manuel Climent. La ocasión tuvo inauguración oficial el 4 de junio con una serie de actuaciones a beneficio del Asilo de Santa Elena, entre ellas la del “fenómeno del cante y baile gitano” Antonio Díaz, la bailarina y canzonetista Paky Mar y la maquetista y bailarina Enriqueta Esteve con bailes amenizados por la Orquesta Sur, habitual en la piscina129. La información de la temporada de 1949 en el semanario Torre es muy completa y el cine no aparece entre la programación veraniega de Las Delicias. En la inauguración de la temporada de 1950 tampoco tuvo cabida pero sí se proyectaron algunas películas en años posteriores como la obra circense de Cecil B. De Mille El mayor espectáculo del mundo, en julio de 1954. El expediente para la contribución industrial de 1954 describe una superficie dedicada al cine de 250 m2 y un aforo para colocar quinientas sillas. La pista dedicada a baile era de 27 metros y en ella se podían colocar alrededor de cincuenta y cuatro sillas; si había mucha afluencia de público se utilizaba también el perímetro del cine. La pantalla estaba construida en cemento, como solía ser costumbre en los cines de verano, y quedaba situada a la entrada a la piscina, a la izquierda; unas jardineras separaban el cine de la zona de baño. Allí se encontraba el pequeño escenario, una barra de bar y la pista principal de baile donde la gente más atrevida se movía al ritmo de la música cuando los bailes sufrían la beligerancia de la Iglesia y no gozaban de su beneplácito. Las entradas a la piscina y el baile rondaban las 3,50 pesetas y las butacas de cine las 2 pesetas. Entre otras figuras pasaron por Las Delicias Antonio Molina, Enrique Vera y algunos grupos pop de la época, como Los Melódicos y Los Truenos de Torrent. En 1954 el gerente de la terraza era Leonardo Domingo Antolí130 y en 1966 la sede social de la empresa se ubicaba en la calle Cádiz de Valencia bajo la responsabilidad de Juan Amores Laura131. La piscina continuó abierta al público hasta quedar integrada en la gran sala de fiestas Bony.
128 Archivo Municipal de Torrent. Programa de Fiestas Patronales, 1945. 129 Torre, 21 de mayo de 1949, p. 2. 130 Archivo Municipal de Torrent, Certificado de los aforos de los locales de espectáculos. Signatura CN-53/19. 131 Archivo Municipal de Torrent, Registro de altas de matrícula industrial de Torrent, 1956-1978.
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PROGRAMAS DE LA PISCINA LAS DELICIAS El capitรกn Blood USA. 1935 Warner Bros. Programa simple 9 x 13,5 cm El mayor espectรกculo del mundo USA. 1952 Paramount Programa troquelado 10 x 15,2 cm
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PARQUE DE ATRACCIONES El recordado Parque de Atracciones de la calle Ramón y Cajal era propiedad de la familia Pastor de Valencia. Hacia 1930 parece ser que se instalaron en el amplio recinto el matrimonio formado por Tomás Sanchis López, el popular “Tío Tomás”, y su mujer María Francés, junto a otros parientes como inquilinos con derecho a vivienda y a un local interior para la fabricación de helados, agua cebada y otros refrescos132. Es probable que para sacarle mayor rentabilidad a su propiedad Luis Pastor Antón decidiese acondicionar, en febrero de 1944,133 el corral de su casa como parque de atracciones y así animar y hacer más llevaderas las noches de verano a sus vecinos. Desde la calle Ramón y Cajal, antiguo número 37, se accedía a un patio interior de grandes dimensiones, a través de un pasaje a cuyo término estaba la heladería que haría las delicias de los espectadores, a la izquierda. Hoy, el antiguo solar lo ocupan varios edificios y un patio interior en la calle San Gregorio. El Parque contenía una gran pista central de cemento y un escenario al fondo para espectáculos de variedades, funciones de teatro y cine. La superficie destinada al cinematógrafo tenía 420 m2 con una capacidad para albergar ochocientas cuarenta sillas, y la pista de baile medía 170 metros134. Unos muretes laterales y algunos árboles y arbustos cercaban el recinto. 132 BENLLOCH, Valentín, “Helados Tomás: una història que ens deixa gelats”. BIM TORRENT, núm. 142, 2004, p. 8. 133 Archivo Municipal de Torrent. Libro de Actas, 1944, 17 de febrero. 134 Archivo Municipal de Torrent, Contribución industrial, 1942-1951.
Patio central y escenario del parque durante un convite de boda, 1958. Foto cedida por Vicente Martínez Simó.
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En el verano de 1944 Torrent disponía de dos establecimientos para expansión nocturna a la fresca, porque, como la piscina Las Delicias, el Parque de Atracciones, abrió al público en 1944, pero en un barrio más céntrico que la lejana piscina. Durante los años cuarenta y cincuenta, el apartado cinematográfico del parque fue explotado comercialmente por los hermanos Abellán y Jesús Muñoz compartiendo programación con sus cines. Los exhibidores del Cervantes y del Avenida trasladaban sus equipos para las sesiones nocturnas y así salvaban las dificultades del verano por la escasez de espectadores debido al calor asfixiante en el interior de las salas. Los programas de la noche se repetían en la sesión vespertina de ambas salas. Familias enteras acudían a estas veladas de película con los ruidos inevitables de la chiquillería y Torre las retrataba con ironía135. “Con el calor de este año se nos acaban las simpáticas veladas de cine, o lo que sea, del Parque de Atracciones. Tan rebién que estábamos. Hasta en los descansos teníamos carreras de caballitos de simpáticos chavales imitando a los «cou-woys» [sic]”.
En 1952 informaba de la prohibición de la entrada a menores en los cines a partir de las nueve, medida que ya defendía el periódico en 1948136 y sin duda perjudicial para los padres que pasaban las noches en el Parque. “Quien pagará los vidrios rotos, van a ser aquellos felices progenitores que con una «media» de cuatro pesetas semanales entraban él, ella y los chicos bajo la saya no ya de los cines de «estrenos» -que guasa- de la localidad, sino en el Parque […] y allí en el Parque, señores se pasa tan rebién mirando la pantalla entre placenteros ronquidos mientras los chicos corren y juegan a «conillets»”137.
135 “Tiros al blanco”. Torre, 9 de septiembre de 1950, p. 3. 136 “Tiros al blanco”. Torre, 23 de octubre de 1948, p. 2. 137 “Tiros al blanco”. Torre, 5 de julio de 1952, p. 1.
Buffalo Bill USA. 1936 Paramount Programa simple 8,7 x 13,5 cm Mi chica favorita USA. 1942 20th Century Fox Programa simple 9 x 13,8 cm Soligó Programación del Parque de Atracciones. Torre, 17 de junio de 1950
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Lo que fue de la Dolores España / Argentina, 1947 Argentina Sono Film S.A.C.I. Programa simple 8,5 x 12,5 cm
Las terrazas eran una excusa para reunirse, cenar en compañía y por supuesto evadirse del calor. Las películas, siempre de reestreno, eran lo de menos así que la programación estival no solía ser de muy buena calidad. Por dicho motivo Torre celebraba la nueva temporada cinematográfica haciendo gala de su mordacidad138. “Los cines ya «ruedan» con carteleras más decentitas que los «rollos» del verano, cinco días de los siete de la semana. Ánimo señores, por dos días más ¿quién lo notará.”
En 1954 se pagaba una peseta tanto por las entradas de pista como por los billetes de cine. El Parque de Atracciones ofreció cine aún después de la construcción de la Terraza El Clot, la cual coincidió con la fundación de la Sociedad CINELAM y el abandono de la gestión del cine Cervantes de los hermanos Abellán a principios de los años sesenta, si atendemos a las diferentes instancias de autorización de reapertura de temporada presentadas por la titular del parque María Roig al Ayuntamiento a lo largo de la década de los sesenta. Los espectáculos continuaron y por allí debutaron magos, humoristas, orquestas y orquestinas, solistas, flamencos y algún ye-yé, locales y nacionales, con gran aceptación entre el público como Manolo Escobar, Juanito “El Mejorano”, Enrique Montoya, Emilio “El Moro”, Karina, Carmen Morell y Pepe Blanco, Juanito Valderrama y Dolores Abril, Pic-Nic −el grupo de Jeannette− o Micky y los Tonys. La reunión de tantas figuras constituyó una fuente de anécdotas inagotables. El Dúo Dinámico actuó a menudo y sabía ganarse la simpatía del personal del parque por la naturalidad de sus componentes, así Ramón Arcusa se afeitaba con hojas Wilkinson en el mismo establecimiento a la vista de todos, sin cortarse. Bruno Lomas, de más áspero carácter, la emprendió a golpes con un espectador por el estado de embriaguez del cantante y tuvieron que intervenir los municipales. Peret, todavía novel, 138 “Tiros al blanco”. Torre, 30 de septiembre de 1950, p. 3.
Fort Apache USA. 1948 RKO Programa simple 11 x 15, 2 cm Programación del Parque de Atracciones. Torre, 2 de julio de 1949
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Actuación de Los Danubio, años 40. Foto cedida por Rogelio Mora Fernández.
fracasó en sus inicios en la gala torrentina reuniendo sólo a unas pocas personas. Sin duda la historia más sonada la protagonizó el cantante Raphael. El empresario Juan Botifora, responsable de los espectáculos en el Parque de Atracciones, consiguió contratar la actuación estelar en 1967 del joven cantante de Martos que ya arrastraba un reconocido prestigio, pero al constatar el nuevo ídolo que sólo se iba a cubrir la mitad del aforo, los precios por las entradas resultaron prohibitivos para la mayoría del público y además había descargado una inoportuna tormenta, se excusó aduciendo una afección en la garganta que simuló con un pañuelo con el que se tapaba la nariz y la boca mientras se volvía al hotel Lido sin actuar. Antes, la autoridad municipal quiso aportar su granito de arena en el espectáculo clausurando el establecimiento durante una semana, en los años cuarenta, por la irreverencia de una canción en la que mostró su ingenuo repertorio la vocalista de Los Danubio, una de las orquestas locales contratadas para amenizar la tarde: Fui a rezar a San Antonio y a pedirle un maridito. En qué pensaría el Santo para traerme a Benito.139
139 Información proporcionada por Rogelio Mora Fernández. Su padre, Rogelio Mora Parra, era batería de Los Danubio y a menudo tocaba en el Parque de Atracciones.
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Aventuras del capitán Maravillas: Las lentes de la muerte USA. 1941 Republic Programas simple 8,5 x 13,3 cm La mujer de las dos caras USA. 1941 MGM Programa simple 8,5 x 13,5 cm Me he de comer esa tuna México. 1945 Grovas, S. A. Programa simple 8,5 x 13,3 cm
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PROGRAMAS DEL PARQUE DE ATRACCIONES
El clavo España, 1944 Cifesa Programa simple 8,5 x 13,5 cm Que Dios me perdone México, 1948 Cinematográfica Filmex, S. A. Programa simple 8,5 x 13,2 cm
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Balas vengadoras USA. 1949 Lippert Pictures Programa simple 8,7 x 13,4 cm Camino a Bali USA. 1952 Paramount Programa simple 8,5 x 13 cm Jano
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El tesoro del cóndor de oro USA. 1953 20th Century Fox Programa simple 9 x 13,5 cm Soligó Los ases buscan la paz España, 1954 Titán Films Programa simple 10,5 x 15 cm Soligó
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CINE CASALT El cine llegó al Vedat gracias a Vicente Castelló Salt y a sus hijos, Vicente y Francisco, que en 1950 se plantearon abrir un cine de verano en el apreciado monte para deleite de la colonia que allí disfrutaba de sus vacaciones. El padre y su primogénito eran peritos electricistas especializados en la fabricación de receptores de radio, gramolas y equipos de proyección y sonido para cinematógrafo. En la plaza actual de Les Corts Valencianes tenían el taller, frente al parque, y en él montaban los equipos al tiempo que suministraban sus aparatos a otros cines de la provincia. En el cine Montecarlo, recuerda la familia, se instaló alguno de sus proyectores. Fue además, Vicente Castelló, el primer operador cinematográfico con titulación oficial de Valencia y había sido operador en el cine Avenida. Su hijo, Vicente Castelló Lladró, al tiempo que se titulaba como perito electricista e ingeniería industrial ejercía como operador en el cine Montecarlo y el menor, Francisco, los emuló consiguiendo el mismo título como operador para ejercer su profesión en el cine de la familia, aunque los Castelló también proyectaron en otros cines de Torrent (Avenida, Parroquial, Motecarlo y Liceo) y alrededores. Con estos antecedentes profesionales y la expansión del cine a partir de los años cuarenta, no es de extrañar la apuesta del primero de los Castelló por embarcarse en el proyecto de un cine propio en el Vedat donde adquirió una parcela. El pulmón de Torrent todavía contaba con pocos residentes pero en verano se animaba principalmente con los veraneantes que llegaban de Valencia.
Pantalla cine Casalt y sillas en el patio central, años 50. Fotos cedidas por Isabel Castelló Román.
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El nuevo establecimiento, frente a la Iglesia de Nuestra Señora de Monte Vedat, en el número 175 de la Avenida de San Lorenzo, tenía 800 m2 y en vista de su emplazamiento: “en lugar tan céntrico, deslumbrante iluminación por medio de potentes focos, sobria decoración y excelentes servicios entre los que cabe significar el de Café-Bar con mostrador y mesas en el propio recinto, perfectamente dotado […] Casalt es un cine de verano acogedor y de agradabilísimo ambiente”.
Torre resaltaba la pantalla panorámica, la calidad de los equipos de reproducción y el sonido de alta fidelidad que harían las delicias del público140. Las máquinas se emplazaron en una cabina sobre el bar y en un cuarto oscuro contiguo se realizaba el montaje y los arreglos de las cintas que llegaban en mal estado. Julia y Conchín, las hijas, se responsabilizarían de la taquilla. El 30 de junio de 1951 se inauguraba el cine Casalt y a pesar de las inclemencias del tiempo acudió numeroso público a la ineludible cita del Vedat. Sus primeras películas ya se habían estrenado en Torrent, la obra maestra del cine negro protagonizada por Rita Haywort y Orson Welles, La Dama de Shangai y la comedia en tecnicolor de Danny Kaye y Virginia Mayo La vida secreta de Walter Mitty. El cine Casalt, cuya denominación era un acrónimo compuesto por la primera sílaba del apellido Castelló y el segundo apellido Salt, fue un referente para los exquisitos veraneantes del Vedat de Torrent que se hacían acompañar por las criadas de su servicio doméstico, ataviadas con mandil y cofia, para atenderles cuando precisaban de los refrigerios del bar y para cuidar de sus hijos. En el cine todos se conocían, y muchos se convirtieron en espectadores asiduos como la familia Gil de la famosa camisería Casa Gil de Valencia, de quienes llegaban a reunirse más de una docena de miembros, y el señor Momparler, de otro secular establecimiento valenciano, que tampoco se perdía ninguna cita cinematográfica. La programación era abundante y las películas se cambiaban casi a diario por la gran acogida del público que después de la cena se pasaba un buen rato disfrutando con los clásicos del séptimo arte: Noche y día, El crepúsculo de los Dioses, El ladrón de bicicletas, Música y lágrimas… 140 “Inauguración en el Vedat del Cine Casalt de verano”. Torre, 7 de julio de 1951, p. 2.
Patio central. Sobre el bar, en la planta superior, estaba la cabina de proyección como testimonian las troneras. Al fondo, a la derecha, se observa la torre del chalet Amparín del Vedat, años 50. Taller de montaje de los equipos electrónicos de la familia Castelló en la actual plaza de Les Corts Valencianes, años 50. Fotos cedidas por Isabel Castelló Román.
Programa inaugural del cine Casalt, 1951.
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Vicente Castelló Salt. Foto cedida por Isabel Castelló Román. Cantina y patio de butacas del cine Casalt, años 50. Fotos Archivo Municipal de Torrent.
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Los bailes de los domingos fueron comunes a todas las terrazas de verano, años 50. Foto cedida por Isabel Castelló Román.
Un sillero reparaba los desperfectos de las sillas de anea de la terraza que los niños deshilachaban, con la paciencia artesana de su labor, y que cada temporada se desplazaba al cine Casalt con sus bártulos a cuestas. Como en las demás terrazas los domingos por la tarde había baile. Las sillas se colocaban formando un círculo y se creaba una pista en el centro donde jóvenes y mayores movían las articulaciones al son del tocadiscos y los altavoces o con alguna actuación excepcional como la de Bruno Lomas. En otras ocasiones había representaciones teatrales como El sueño de una noche en el Vedat en 1954. La programación continuó cada verano hasta que falleció el cabeza de familia en septiembre de 1966. Después sus hijos, Vicente, el mayor, también había fallecido unos años antes, se ocuparon en otros negocios y se desentendieron del cine y del taller. El local se desmanteló y se dividió en dos edificaciones distintas, el Restaurante Ca Tomás, que continúa en manos de la familia Castelló y en el que todavía se respira el recuerdo imborrable del cine Casalt, y en una vivienda donde había estado instalada la enorme pantalla del único cine que tuvo el Vedat.
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La vida secreta de Walter Mitty USA. 1947 RKO Programa simple 9 x 13,5 cm Amablemente invitados por la empresa, hemos visto la producción en tecnicolor de La vida privada de Walter Mitty. Se trata de un corrector de pruebas en editorial de novelas de folletín, truculentas, que continuamente «sueña despierto» por influjo de las mismas. Este «soñar despierto» con cualquier motivo vista de un «cow-boy» que le hace considerarse un matón del «FarWest», por ejemplo –conduce a situaciones comiquísimas muy bien interpretadas por el protagonista, magníficamente encarnado por Danny Kaye. El papel femenino corre a cargo de la bellísima Virginia Mayo que, en el caso concreto de la cinta que tratamos, sirve para despertar su estancia en la «luna» a Walter Mitty. La dirección es ágil; el tecnicolor aceptable y la interpretación magnífica. Tiene además una ventaja: la de ir mezclados los «sueños» de Walter con una realidad de policías con asesinato que hace pasar momentos de interés. Torre, 13 de noviembre de 1948 La dama de Shangai USA. 1948 Columbia Programa simple 9 x 13,5 cm La distribuidora erró al imprimir el programa y atribuyó la dirección de la película a Sam Nelson, que fue ayudante de dirección, y no a Orson Welles. Oro, amor y sangre USA. 1940 Warner Bros. Pictures/ First Nationa Pictures Programa simple 8,5 x 13,5 cm Bajo el cielo de Asturias España, 1951 Producciones Iquino Programa simple 8,7 x 13x5 cm
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PROGRAMAS DEL CINE CASALT
Sangre sobre el sol USA. 1945 Cagney Productions Programa simple 9 x 13,5 cm
Ladrรณn de bicicletas Italia, 1948 Produzioni De Sica (PDS) Programa simple 8,5 x 13,3 cm
Cerco de fuego USA. 1950) Warner Bros. Programa simple 10 x 17 cm
Intermezzo USA. 1939 Selznick Internacional Pictures Programa simple 8,5 x 13,5 cm
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El hotel de los líos USA. 1938 RKO Programa simple 8,5 x 12 cm
TERRAZA EL CLOT El Clot fue la terraza de la Sociedad CINELAM, alquilada a Jesús Muñoz del cine Avenida, propietario del solar y gerente de la misma empresa. La terraza estaba emplazada entre la Avenida, número 6, en el lugar que ocupa la sede social de la Caja Rural de Torrent y la actual calle Moralets. Es probable que en la fecha en que se solicitó la licencia de apertura al Ayuntamiento, el 19 de julio de 1963, y durante la tramitación del expediente, El Clot ya estuviera en marcha como cine, según se desprende de las fechas de algunos programas de mano de agosto y septiembre de aquel mismo año y de la propia petición de apertura en la que se dice que la sociedad CINELAM, S. L. desea proceder a la apertura de un local de cine de verano instalado en solar vallado de la Avenida de los Mártires número ocho y que reúne las debidas condiciones higiénico-sanitarias y de seguridad, al haberse adaptado con arreglo al proyecto del arquitecto Filiberto Crespo Samper. El arquitecto, quien años después sería diputado en Les Corts, diseñó la fachada principal con vistas a la Avenida sobre una estructura de hormigón armado con acabado de ladrillo visto color pajizo y estucado, la puerta amplia, vitrina, taquillas y una cornisa que corría a lo largo de la fachada, bajo la cual estaba instalado el alumbrado eléctrico y los proyectores. En la parte alta corría otra cornisa menos importante, también alojando alumbrado, y como remate culminaban unos cubos de plástico luminosos que iban a componer el rótulo del cine. La pantalla era de 7 x 14 metros, panorámica, construida con ytong sobre una estructura previa de hormigón armado. Bajo la misma se situaba un escenario de reducidas dimensiones para la actuación de artistas de variedades y en un rincón del patio y bajo unos pórticos se emplazaba el bar, que constaba de una barra de unos seis metros de longitud y estantería. La pista de baile se concibió de forma circular, de cemento y un estrado para la orquesta con un muro posterior curvo para mejorar las condiciones acústicas, de fábrica de ladrillo, enlucido con algunos detalles de cerámica de color. El Gobierno Civil autorizó el 24 de septiembre de 1963 la construcción del local
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a condición de que durante la ejecución de las obras se ampliaran a tres las puertas de acceso, se rectificara la colocación de la puerta de la cabina de proyección abriendo hacia el exterior así como darle ventilación y se habilitara un local distinto de la cabina para la manipulación de las cintas y el cambio de la bobina, se instalara una enfermería o un botiquín, todo ello de acuerdo con el Reglamento de Espectáculos de 1935141. El Clot se comunicaba con el cine Avenida y compartía su programación, a veces también con el Liceo. Las sesiones de 16 a 20 horas de los cines se repetían a partir de las diez de la noche en la terraza. Se programaban entre cuatro y seis películas semanales entre reposiciones y estrenos, fundamentalmente spaghetti-western y peplum ya que coincidió con el apogeo de ambos géneros, pero las fauces del horripilante Gorgos y los brillantes colmillos de Drácula no le fueron a la zaga ni los dramas ni las comedias de Sara Montiel, Lola Flores, Raphael, Cantinflas, Gina Lollobrigida y Sofía Loren, con un gran número de admiradores entre los espectadores de Torrent. La pantalla y la cámara las instalaron la familia Moreno del Liceo y cuando cerró el cine Cervantes se trasladaron sus proyectores a la terraza. El Clot disponía de un aforo de ochocientas plazas. La publicidad de la Revista de Fiesta Patronales en 1968 decía que El Clot “ofrece al público los mejores programas de cine y variedades dentro del mejor ambiente” y no era para menos porque esta vez sí llegaría a actuar, pero sobre las tablas de El Clot, el cantante Raphael. En 1973 la terraza aún programaba sesiones de cine, pero a partir del verano de 1974 alojó los ensayos de la Unió Musical de Torrent142 hasta cerrar y convertirse en un área de estacionamiento de vehículos.
141 Archivo Municipal de Torrent. Licencia de apertura de cine de verano, Signatura CN-892/91. 142 Archivo Municipal de Torrent. Ensayos Cine El Clot. Signatura CN-5020/18.
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Planos del proyecto de la terraza el Clot, 1964. Archivo Municipal de Torrent.
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PROGRAMAS DE LA TERRAZA EL CLOT La batalla de Siracusa Italia / Francia, 1959 Paramount Programa simple 10 x 14 cm La esclava de Roma Italia, 1961 Atlantica Cinematografica Produzione Films Programa simple 8,5 x 12 cm Balonga Casgar ¡Socorro! / Help! Gran Bretaña, 1965 United Artists Programa simple 9,7 x 13,5 cm
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Una tumba para el sheriff España / Italia, 1966 Estela Films/Nile Cinematografica, S.R.L. Programa simple 9 x 13 cm Una dama entre vaqueros USA. 1966 Universal Programa simple 9,7 x 14 cm Jano Tarzán 66 USA. 1966 Sy Weintraub Programa simple 10 x 13,5cm MCP
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Los largos días de la venganza España / Italia / Francia, 1967 Produzioni Cinematografiche Mediterranee (PCM) Programa simple 9,7 x 14 cm Tú perdonas… yo no Italia, 1967 PEFSA-Crono Cinematograficas Programa simple 9,5 x 13,5 cm Los malvados de Firecreek USA. 1967 Warner Bros. Programa simple 9 x 13,5 cm
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La ley del silencio USA. 1954 Columbia Programa simple 8,5 x 13 cm
EL CINECLUB Y EL CINE EN LAS INSTITUCIONES En la década de los cincuenta proliferó por toda España el fenómeno del cineclub, pero la legislación cinematográfica los tenía en el olvido hasta que una disposición ministerial de 11 de marzo de 1957 reguló un registro oficial de cineclubes definiéndolos como143: “Asociaciones que, sin finalidad lucrativa, y mediante la proyección de películas cinematográficas en sesiones privadas, tienen por objeto contribuir al mejoramiento de la cultura cinematográfica, de sus estudios históricos, de su técnica o de su arte, así como a perfeccionar su influencia en la formación moral de los espectadores y al estímulo del intercambio cultural cinematográfico”.
En Torrent su actividad se desarrolla en los primeros años sesenta al amparo de determinadas instituciones e impulsados por grupos minoritarios de cinéfilos y aficionados al séptimo arte que buscaban una manera más analítica de enfrentarse a la pantalla recurriendo a un cine sobre el que verter opiniones y promover el debate. Los grupos de estudio del llamado “cine de calidad” venían potenciándose en las universidades, en muchas parroquias y en diferentes ámbitos culturales, y algunas revistas de cine les servían de soporte teórico como la prestigiosa Cahiers du Cinema. En la práctica los cineclubes funcionaron como lugares de tertulia y reflexión en torno al cine, en un ambiente cultural que buscaba dar salida también a los deseos de conocer nuevos estilos de vida, y a su manera se convirtieron en una forma de oposición a la cultura oficial del régimen. Los aficionados que no sólo contemplaban el cine como un divertimento encontraron en el cinefórum una actividad paralela al cineclub donde ahondar y debatir sobre los argumentos de los filmes. La semilla del cineclub en Torrent se plantó en el Círculo Católico por algunos jóvenes con inquietudes cinematográficas que programaron una 143 VIZCAÍNO CASAS, Fernando, op. cit. p. 82.
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charla bajo el título “¿Cómo ver el cine?” A la tertulia invitaron al periodista Ángel Carrasco López, crítico de cine. Su verbo encendido y sus conocimientos del fenómeno cinematográfico prenderían en un reducido grupo de personas a quienes les interesaba la línea definida por el periodista de Radio Popular y gracias a su colaboración se organizarán varias sesiones de cinefórum. El propio Ángel Carrasco dirigirá estos primeros debates y será quien se encargue de seleccionar las películas y orientar de dónde conseguirlas. Desde el principio indujo a los interesados de Torrent a que se responsabilizaran en la búsqueda de material, de elaborar programas y pequeños guiones para los asistentes, bajo su dirección desde Valencia, pero poco a poco el grupo se fue separando del establecido en la capital hasta hacerse totalmente autónomo. Las revistas especializadas de la época, y sobre todo Film Ideal, proporcionaban los guiones y la bibliografía que interesaba adquirir. El éxito del público en los cineclubes fue tan inesperado que se creó una asociación cultural con el nombre de cineclub Film Ideal arropada por el Círculo Católico y la parroquia arciprestal. Todas las sesiones se programaban en el salón parroquial, sede del cine, y las películas se alquilaban directamente a las mismas distribuidoras que abastecían a las salas comerciales. El cineclub subsistía de las cuotas de los socios, de algunas ayudas y de pequeñas aportaciones para gastos diversos. El cineclub Film Ideal funcionó bien durante años con sesiones quincenales o mensuales; después dejó de existir como asociación independiente aunque las sesiones continuaron de modo esporádico tanto en el salón parroquial como en el Círculo Católico. El cineclub Film Ideal cubrió la demanda de un cine de calidad y de autor que, sin llegar a ser alternativa a las salas comerciales moldeó un tipo de espectador que aprendió a valorar las películas por sus cualidades intrínsecas: argumento, interpretación, fotografía, técnica… Este espíritu se conservó en ciertos sectores del público de tal modo que en años posteriores, al programarse algún cinefórum por alguna institución cultural de la ciudad, siempre se encontraban personas que anteriormente habían asistido a las sesiones del cineclub Film Ideal. También es importante la labor que se realizó
Calle mayor España / Francia, 1956 Suevia Films / Play Art / Iberia Films Programa simple 8 x 13 cm Muerte de un ciclista España / Italia, 1955 Guión Films / Trionfalcine Programa simple 9,5 x 13,5 cm
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La noche Italia, 1961 Nep Films / Silver Films / Sofitedip Programa simple 10 x 14 cm
por conseguir una formación cinematográfica que a la larga fue capacitando a algunas personas para saber valorar una crítica o la reseña de una película y ayudó a potenciar la afición a la lectura de revistas y de libros de cine. En el Film Ideal se proyectaron clásicos franceses de Robert Bresson y de René Clair; italianos de De Sica, Rossellini, Visconti y Antonioni; españoles de Berlanga y Bardem; norteamericanos de Elia Kazan y Orson Wells y británicos de Carol Reed, entre otros. Los cineclubes jugaron un papel relevante en el ambiente cinéfilo de la ciudad entre los años sesenta y ochenta, pero trabajaron con escasez de ayudas y de medios. Muchos de sus impulsores empezaron con ilusión pero las dificultades y los problemas internos terminaban con el agotamiento de los integrantes y la desmotivación. Los proyectores se estropeaban cada dos por tres, los locales no reunían las condiciones adecuadas y las distribuidoras presentaban catálogos muy limitados para los cineclubes y en más de una ocasión las películas que se pretendían alquilar no estaban disponibles, las cintas se encontraban en mal estado y la asistencia de público no cubría siquiera el coste de éstas. De entre los cineclubes apareció a finales de los setenta el cineclub Groucho en la calle Fray Luis Amigó número 3, que programó títulos como Mi querida señorita, Padre Padrone, Muerte de un ciclista, El Espíritu de la colmena o El hotel de los líos y ofreció ciclos de cine social, de ciencia-ficción y cine religioso, los sábados por la noche… y como Ateneu Cultural Popular organizó maratones de cine y proyectó filmes de Carlos Saura, Joseph Losey,
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Víctor Erice, Orson Wells y Roman Polansky, dedicando ciclos para niños con clásicos de la calidad de El chico de Charlot. Otros que también programaron algunas sesiones cinematográficas fueron las asociaciones de vecinos de Nicolás Andreu, Marxadella y Sant Gregori. La desaparecida Caja de Ahorros de Torrent en su perenne ubicación de la calle Ramón y Cajal, número 1, esquina a la Avenida, manifestaba la magnitud de su auge financiero inaugurando un vanguardista edificio como sede central en 1974, y en su salón de actos ofrecía a menudo una selecta programación de los mejores filmes. La publicidad de las proyecciones se realizaban bajo la denominación de Cinefórum dentro de las actividades del Aula de Cultura para no colisionar con los intereses del resto de los cines de la población, al igual que la asistencia se circunscribía a los clientes de la entidad. Algunos de los títulos más destacados fueron Johnny cogió su fusil, Habla mudita, Hello Dolly, La clase dirigente, Dos mujeres, La noche, Alma negra, El proceso de Verona, Las sandalias del pescador, Psicosis, El desafío de las águilas, Duelo en el Atlántico, Patton, El mundo de la risa con los grandes payasos, El gran rubio con un zapato negro, Hasta nunca doctor, Funny Lady, Secretos de una esposa, Los cañones de San Sebastián, El misterio de las doce sillas, Zorba el griego, El incomprendido, Fantasía, El asunto, Chicas de Club… Siguiendo la estela de la Caja de Ahorros, la posterior CAM ofreció algunos ciclos sobre ética y violencia en las actividades de su Aula Cultural, aprovechando las dependencias del antiguo Torrent Decine que había adquirido como propiedad. En los primeros años dos mil proyectó La lista de Schindler, La heredera, La jungla de asfalto y Siete días de mayo. Desde la llegada de la democracia el Ayuntamiento de Torrent se ha interesado por el séptimo arte, hasta hubo un intento por abrir una escuela municipal de cine para acercar el mundillo del celuloide a los jóvenes de edad escolar como los establecidos en Puçol y Burjassot. Aunque de forma discontinua el consistorio ha patrocinado algunos ciclos; en los años ochenta en colaboración con Torrent Decine, y desde que se inició el actual siglo cada verano ha organizado veladas al aire libre en un intento nostálgico por recuperar el cine a la fresca de las terrazas. Primero se programaron en el Jardín de Trénor y a partir de 2002 se trasladaron a la plaza de la Iglesia, siendo conocidas como Nits a la plaça, todos los sábados, en donde se han pasado las películas más sobresalientes de cada temporada. Los niños también han tenido sus sesiones de cine y durante la Navidad se les han proyectado en el salón de actos del edificio del Ayuntamiento los títulos recientes, muchas veces doblados al valenciano. En el salón de actos de la Casa de Cultura ha habido viernes de cine dedicado a las grandes actrices, tirando del material audiovisual de la biblioteca. Así, en los meses de otoño, se ha homenajeado a celebridades clásicas y actuales como Lauren Bacall, Sophia Loren, Rita Hayworth, Marilyn Monroe, Scarlett Johansson y Penélope Cruz.
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Fantasía USA. 1940 Walt Disney Programa simple 8,5 x 13,5 cm Aula de Cultura. Fantasía (1940) En la noche del martes se proyectó la maravillosa obra de Walt Disney Fantasía, verdadera obra de arte ante cuya contemplación no supimos, una vez más, si apreciar la música de los grandes genios del clasicismo que nutren la película o si dejarnos arrebatar por la inacabable sucesión de imágenes, secuencias, paisajes y fotogramas desarrollados en medio del más espectacular de los cromatismos, completando en perfecto sincronismo la musicalidad excelsa del guión. Torrente. Boletín de información, sept.-dic., 1977
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Metrópolis Alemania, 1926 UFA Programa simple 10 x 27 cm Crítica y críticos La cartelera torrentina, evidentemente, estuvo sometida a las opiniones de la crítica coincidiendo con la aparición del semanario Torre en 1948, aunque antes, en enero de 1930, ya encontramos algunas valoraciones sobre los espectáculos de la semana en el Círculo Católico y el cine Cervantes de un desconocido columnista apellidado Mestre en el periódico La Voz Local. Gracias a sus comentarios tenemos la referencia de una filmación titulada Revista Torrente que se ofreció en el cine de Francisco Torán. La crítica cinematográfica en Torre, junto a la información de la cartelera, evidencia la consolidación del cine como actividad de ocio entre la población y el interés de un medio de carácter “oficial”, seguido por muchos lectores, por influir, en cierto modo, con sus opiniones sobre el público que iba a ver las películas. Aunque muchas veces los redactores hicieron especial hincapié en la escasa calidad de la programación, en líneas generales los críticos fueron benevolentes con las películas de estreno y particularmente amables con los dramas religiosos. Una mala crítica podía afectar el negocio y todos se conocían en el pueblo, articulistas y exhibidores. No obstante, y a pesar de las relaciones cordiales que demostraron ambos colectivos, las discrepancias surgieron, como advertía Vicente Alejos, responsable de la popular sección “Tiros al blanco”, al efectuar el balance del primer aniversario de la publicación: “En espectáculos hay que hacer la crítica a gusto del «productor»; si es el nuestro aunque obrando con prudencia pero con sentido común, hay que echar a correr seguido de garrotes por decir la verdad; y en caso contrario, cuando un panegírico de modus vivendi exagera la calidad de una película, una función, etc, etc, te invitan..., a que retires en taquilla tu entradita y pases al interior a convencerte de que eres idiota siete veces.” Resulta difícil identificar a los críticos de cine porque sus autores no solían firmar sus opiniones, o se refugiaban bajo pseudónimo como Watson, que llegó a colaborar en la revista de la Semana Santa, y aparece casi en exclusiva como el único comentarista de cine a partir de 1955. En cualquier caso, cualquiera de los redactores pudo ensayar la crítica en vista de la faceta literaria que demostró el equipo de redacción. Como críticos reconocidos estaban Francisco Juan Torrent, redactor jefe del semanario y autor años después de varios libros; el Padre Tomás Roca Chust, bajo el pseudónimo de Justo Caro y las iniciales J. C., con una prolífica trayectoria en la prensa católica y como divulgador de libros históricos relacionados con temas religioso; y Vicente Alejos Cervera, el redactor más polemista, incomodó a algunos sectores del aparato local de Falange por sus comentarios, también fue escritor y actor del teatro para aficionados que se producía en Torrent. Al dejar de publicarse el semanario Torre en 1957, desapareció la información de la cartelera en la prensa municipal posterior que lo sustituyó, salvo algún comentario crítico excepcional de José María Alejos, funcionario del Ayuntamiento, y Miguel Mora Lerma, director del boletín, que reflexionó sobre el estado de nuestros cines en los años setenta, cuando ya estaban de capa caída.
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La quimera del oro USA. 1925 United Artists Programa díptico troquelado de la versión sonorizada en 1942.
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l cine en Torrent fue el gran vehículo de evasión de una sociedad que empezaba a disponer de tiempo libre, con independencia de su extracción social, y un medio de divulgación cultural relativamente barato que en nuestra ciudad perduró e influyó en varias generaciones de espectadores cerca de noventa años. El periodista José Mª Ibáñez Clemente, testigo de excepción del Torrent del novecientos, subraya que el cine que se ofrecía en la ciudad en los años veinte era malo y no tenía muchos adeptos entre los jóvenes, que preferían pasearse por el andén de la estación las tardes de los domingos y los días festivos144. A propósito de la calidad de las películas nunca faltaron críticas; unas veces se consideraban, sencillamente, un “rollo”, pero otras los reproches resultaban más descriptivos145: “En medio de tanto cine malo, acostumbrados a soportar peliculones birriosos de pésimas calidades…”
Claro que cuando el comentario de algún espectador minusvaloraba expresamente la producción nacional: ”Pchís, una españolada ¿Qué puede pasar?”,
la pluma del redactor de Torre reaccionaba de inmediato por la ofensa al cine patrio146. “Y para esta clase de elementos ¿no hay una perrera a mano para ocuparles de conductores”.
Las quejas no menguaron a lo largo de los años, sobre todo porque con el programa doble, en donde primaba la cantidad sobre la calidad, se estrenaban infinidad de títulos prescindibles, de relleno, aunque también otros que de otra 144 IBÁÑEZ CLEMENTE, José Mª., “El paso de la estación”. Op. cit, p. 7. 145 WATSON, “Críticas de cine”. Torre, 17 de de marzo de 1956, p. 3. 146 “Tiros al blanco”. Torre, 13 de de mayo de 1950, p. 3. La perrera era un tipo de tranvía descubierto, incómodo y antiguo para la época.
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manera nunca se hubieran estrenado. Muchas veces la película de complemento era muy superior a la de fondo, generalmente norteamericana, lo que propició que las producciones europeas tuvieran una difusión regular. Durante los años cincuenta, época de la industrialización torrentina y de su despegue económico, Torrent contó con el mayor número de salas de cine que ofertaban un buen puñado de películas a la lo largo de la semana. Cervantes, Avenida y Montecarlo ofrecían cuatro películas semanales cada uno, por regla general. Los lunes y los martes dos cintas de reestreno y de jueves a domingo dos películas más recientes. Además, los cines familiares, Parroquial y Montesión, los fines de semana sumaban a la programación sus películas de reestreno, y alguna cómica de corta duración, ampliando la oferta semanal hasta una docena o más títulos donde elegir. En 1959 se uniría el cine Liceo al amplio repertorio fílmico. Sin lugar a dudas, con todos sus defectos y cintas de perezoso recuerdo, el cinematógrafo, inaugurado en la capital de l’Horta Sud en los umbrales del siglo XX en un tiempo de progresos infinitos, actuó como una ventana abierta al mundo en una sociedad todavía campesina, y gracias a ello muchos espectadores, que nacían y morían sin haber conocido más que los límites de su entorno, descubrieron a través de las imágenes en movimiento otras sociedades con ritmos de vida distintos, diferentes culturas y nuevos modelos a los que imitar e incluso, cuando llegó el sonido, otros modos de pensar; si bien al público del nuevo siglo le gustaba reconocer en las proyecciones los lugares que les resultaban familiares. Fue así como la Casa Cuesta de Valencia se especializó en la producción de documentales y películas con argumentos y contenidos locales por encargo de los cines de la capital para complacer la demanda de sus espectadores. Entre ellos produjo reportajes sobre el Tribunal de las Aguas, las visitas de Alfonso XIII a la Albufera y a los actos de inauguración de la Exposición Nacional de Valencia de 1910, la película Visita a Portaceli y los cortometrajes del estilo El ciego de la aldea, rodado en Godella, Benítez quiere ser torero o El pastorcillo de Torrente, filmados antes de la Gran Guerra de 1914. No tenemos constancia de que llegaran a exhibirse en el cine Cervantes pero, como hemos comentado en páginas anteriores, tampoco se puede descartar que Francisco Torán en 1930 emulase la táctica de las primeras salas valencianas y encargara la producción de la Revista Torrente para sorpresa de sus paisanos que también pudieron ver en la pantalla a los personajes más populares de su vecindario, de sobra conocidos por todos. Las noticias sobre el cine que vieron nuestros antepasados, entre 1911 y 1930, son muy pobres. No tenemos programas propiamente de Torrent referentes a estos veinte años ni publicaciones regulares de ámbito municipal que nos despejen las dudas respecto al tipo de cine que se veía, salvo una muestra de escasa representatividad para un periodo tan amplio, que nos aportan cinco ejemplares de dos semanarios a los que ya hemos aludido: Actividad, del que se han conservado cuatro números de 1923, y La Voz Local, del que existe un único ejemplar localizado, de 1930. El semanario Actividad, dirigido por Gerardo Marín, informa y defiende los espectáculos veraniegos en Torrent: fútbol, cine, toros, variedades y verbenas al aire libre, desmarcándose de alguna crítica que se habría vertido en contra en la hoja parroquial. Es probable que por la actitud y los apasionamientos del público joven durante su asistencia a estas diversiones147. 147 Hemeroteca Municipal de Valencia. MARÍN, Gerando, “La moral social”. Actividad, 16 de septiembre de 1923, p. 1.
El temible burlón USA. 1952 Warner Bros. Programa simple 8,5 x 13 cm
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“No obstante, y a pesar de lo que la Hoja Parroquial estime, desde este semanario con cuya dirección me honro, sigo diciendo, que hoy Torrente no es un pueblo falto de distracciones honestas, y que con los varietes en la plaza de toros y las verbenas en el campo de deportes, el público tiene lugares de esparcimiento, en los que muy cómodo y fresco «recrea sus sentidos y olvida las penas de la vida». Y sigo diciéndolo, porque yo que mis ansias de perfección no suelo creerme el que una cosa sea el mal hasta que por mi mismo no me convenza, (pues creo debiéramos tener por norma «luchar y luchar de modo que aún de entre el fango y el lodo, ver de sacar sin mancilla el alma», no he tenido inconveniente en descender a tales espectáculos y en los que me he convencido de que nada son contrarios a la moralidad actual”
No es difícil imaginar que a Torrent llegaron muchos de los títulos que anunciaba la cartelera valenciana a los que se daba amplia difusión en revistas especializadas: La Reclam, Vida cinematográfica, Vida artística, Cine Moderno o Select Films dedicadas a la literatura, el arte y el cine148. La gran aceptación y el impulso del cine en la década de los treinta se refleja en el mayor interés de la prensa diaria por la cartelera. El Gran Cinema Avenida que acababa de inaugurarse en 1931 promocionará sus películas, nada más y nada menos que en Las Provincias, un diario de tirada provincial, cuando informe sobre Torrent. En 1948, el lanzamiento del semanario Torre, creado por el Frente de Juventudes de la Falange local, constituye una fuente recurrente de información cinematográfica, en consonancia con la época y la ideología a la que representa, relativa a los cines de Torrent, sus programas y la crítica de la cartelera, y a su modo funcionó como una guía para los espectadores de cara al fin de semana ya que salía todos los sábados. Torre informó sobre la cartelera hasta 1952, después el cine no tendrá cabida, tal vez porque los empresarios dejaron de insertar su publicidad y por la progresiva institucionalización del medio, con la excepción de ciertas críticas esporádicas. A partir de diciembre de 1956 volverá la cartelera a sus páginas, pero en 1957 el semanario deja de publicarse. Los boletines que le sucedieron, el Boletín Municipal en 1958 y Torrente a partir de 1962, generan mayoritariamente información de carácter institucional y el cine brilla por su ausencia, ignorando la programación. Hay que acudir a la Voz de la parroquia, anexa a la revista semanal Aleluya editada por el Arzobispado de Valencia, para averiguar qué películas fueron familiares a la sociedad torrentina de aquellos años, pero con la contrariedad de que el archivo parroquial tampoco dispone de la colección completa de dicha revista. De los números que se conservan, entre 1942 y 1946, la Voz de la parroquia carece de información cinematográfica. De 1946 a 1953 se han extraviado sus ejemplares y, exceptuando la ausencia de algún número, entre el 1 de marzo de 1953 y los primeros setenta, la hoja parroquial es un recurso imprescindible para conocer las propuestas del séptimo arte en Torrent, por el interés de la revista en publicar la catalogación de los filmes de acuerdo a la puntuación moral que establecía la Comisión Episcopal de Ortodoxia y Moralidad. Después decaerá este seguimiento y desaparecerá la información del cine. No obstante, son los programas de mano los que nos ponen sobre la pista del cine que se proyectó en Torrent entre los años treinta y los años setenta.
148 La revista Cine Moderno, editada por la propia empresa cinematográfica, se imprimía en Gráficas Vidal de Torrent.
Programación de los cines. Torre, 12 de enero 1957
EL CINE MUDO Y EL CINE SONORO: LOS AÑOS 20 Y 30
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EL CINE MUDO: LOS AÑOS 20 En la década de 1920 desembarcaron ambiciosas producciones del otro lado del Atlántico como El fantasma de la ópera, Rey de Reyes, El chico y La quimera del Oro de Charlot o la superproducción Miguel Strogoff de la cinematografía rusa, así como las adaptaciones americanas de las obras de Blasco Ibáñez Los cuatro jinetes del Apocalipsis (1921), que consagraría a Rodolfo Valentino como astro cinematográfico, Sangre y Arena (1922) y Los enemigos de la mujer (1923). Ben-Ur, con Ramón Novarro dirigiendo la cuadriga, y dramas nacionales que también se versionearon en años posteriores llegaron a cosechar la misma expectación: Nobleza Baturra, El negro que tenía el alma blanca y las Violetas Imperiales de Raquel Meller. Pero sin duda, fueron las películas cómicas las producciones más exitosas del cine mudo, protagonizadas por Jaimito (Larry Semon), Carlitos (Charles Chaplin), Pamplinas (Buster Keaton) y El Gordo y el Flaco (Stan Laurel y Oliver Hardy); los filmes de caballistas de Buck Jones, Ken Maynard y su caballo Tarzán, Tom Mix y su inseparable corcel Tony y William S. Hart y, por último, algunos melodramas con los galanes y las divas Lilian Gish, Greta Garbo, Rodolfo Valentino, Gloria Swason y Douglas Fairbanks. El semanario Actividad nos permite ser conocedores de varios seriales de nacionalidad norteamericana que se estrenaron en Torrent en 1923. Sobre los seriales hablaremos más adelante, pero gracias a su formato el público permanecía expectante hasta el estreno del siguiente episodio, ya que solía acabar en una situación límite o angustiosa, y así se mantenía la intriga de la trama por el desenlace del film. El serial alcanzó gran popularidad durante el periodo silente del cine y se rodaron cientos de ellos, la mayoría perdidos por la oxidación del nitrato. Los seriales anunciados en el semanario torrentito son seis. El misterio de la doble cruz se estrenó en Estados Unidos en 1917 y dos años más tarde parece ser que recaló en nuestro país. Fue un drama en quince episodios producido por la corporación Astra Film, dirigido por Louis J. Gasnier y William Parke. Entre sus principales protagonistas destacaba la
Los cuatro jinetes del Apocalipsis USA. 1921 Metro Pictures Corporation Programa simple 9,2 x 13,5 cm Fernández El mejor hombre malo USA. 1924 Fox Programa simple 10,2 x 17,5 cm 7 viriles películas de aventuras del Oeste USA. 1924 Fox Programa simple 10,3 x 17,7 cm
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El negro que tenía el alma blanca España, 1927 Goya Producciones Cinematográficas S.A. / Production Francaise Cinematographique Programa simple 9,5 x 13,5 Vinfer Puños y humor. Selección de cortos 1915-1920 USA. c. 1940 Programa simple 8,5 x 12 cm Estrellas del ayer. Selección de cortos 1915-1920 USA. c. 1940 Programa simple 8,5 x 13 cm C. Muñoz La sal y salero de 1920. Selección de cortos 19151920 USA. c.1940 Programa simple 9 x 12,5 cm
actriz Mollie King. La lucha por los millones era un western en el que aparecieron pieles rojas auténticos con la atleta Edith Johnson y el actor Joe Ryan como estrellas, bajo la dirección de William Duncan. En España probablemente sus quince episodios se estrenaron en 1919 en el cine Príncipe Alfonso de Madrid. De los demás filmes, La epopeya de una mujer, La senda del terror, Los ojos de Satanás y Los conquistadores del oeste, pocos datos tenemos, salvo de éste último que constaba de veinticuatro episodios. Los programas con que hemos ilustrado esta sección, sin ser de Torrent, corresponden a películas de la década que se exhibieron en nuestros cines.
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Así es Brodway USA. 1933 Fox Programa simple en cartulina 7,7 x 11,5 cm Bolero USA. 1934 Paramount Programa tarjeta 9 x 14 cm
EL CINE SONORO: LOS AÑOS 30 El cine sonoro se estrena en Torrent, al iniciarse la turbulenta década de los años treinta, con la producción de la Fox El precio de un beso (1930), coincidiendo con la inauguración del Gran Cinema Avenida, que aventajó al cine Cervantes en la incorporación del sonido. La rápida implantación del sistema sonoro, tras el apabullante éxito de El cantor de Jazz149 en 1927, revolucionó la industria de Hollywood y todos los estudios decidieron seguir la senda marcada por la Warner con su mediocre producción y adaptarse a la sonorización. Algunos magnates pensaron que el cine hablado reactivaría la industria cinematográfica, tan afectada por la crisis de la gran depresión, como las demás ramas de la economía; sin embargo, los espectadores en otros países se mostraron reacios a las nuevas filmaciones por la barrera lingüística. Para recuperar al público extranjero empezaron a rodarse versiones diferentes de las películas originales con diálogos aprendidos en los idiomas de los países a los que se querían exportar o recurriendo a actores nativos. De este modo se produjo el desembarco masivo de actores españoles y de origen hispano en Hollywood donde trabajaron varios años como Rosita Moreno, Roberto Rey, Carlos Villarías, Conchita Montes y José Mojica, por citar algunos, pero la empresa resultaba poco práctica y muy costosa, hasta que en 1932 se introdujo la costumbre de doblar las voces. Los primeros dobladores españoles empezaron a trabajar en los estudios Joinville-le-Pont, a las afueras 149 Una cinta localizada en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos en 2010 por el guionista Agustín Tena prueba que Concha Piquer protagonizó la primera película sonora en español en 1923, exhibida en el cine Rívoli de Nueva York, cuatro años antes de que Alan Crosland rodara El cantor de jazz, considerada como la primera obra cinematográfica hablada. La cinta de once minutos rodada por el director Lee DeForest incluye recitados de la adolescente Conchita, un cuplé andaluz, una jota aragonesa y un fado luso al ritmo de las castañuelas de la artista valenciana, lo que también la convierte en la primera película sonora en portugués. Imprescindibles en http://www.rtve.es/television/20110709/2.
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de París, que había adquirido la Paramount y, aunque el doblaje se extendió deprisa, en nuestro país perduró durante varios años en los programas de mano el aviso con la leyenda “hablada en español”, por si había alguna duda, como reflejan los programas más antiguos de los cines de Torrent. Con el cine sonoro se alumbró el género musical. Los estudios norteamericanos se lanzaron a adaptar obras de Broadway y todo tipo de revistas filmando películas, en general poco imaginativas. Parecía que, tras años de silencio, el cine tenía muchas ganas de cantar y bailar, tanto en Estados Unidos como en Europa, y el público asistía complacido al espectáculo gracias a la vitalidad de los números musicales y a la novedad del sonido, pero estas cintas en clave de sol carecían de un argumento consistente, centrándose en números y piruetas con apoteosis final de modo que muchos espectadores terminaron cansándose y los ingresos cayeron. La aparición de coreógrafos como Busby Berkeley y bailarines como Fred Astaire, Ginger Rogers, Eleonor Powell o Rita Haywort supondrán un cambio en la evolución de este género. En nuestro país, mientras, triunfaban las películas con aires andaluces, ritmos baturros y las basadas en libretos de zarzuela que monopolizaron la cuota nacional de las pantallas los trágicos años de la Guerra Civil.
La verbena de la paloma España, 1934 Cifesa Anverso parcial Programa díptico troquelado 28,5 x 13 cm La hermana San Sulpicio España, 1934 Cifesa Programa simple en cartulina 9,5 x 15, 5 cm Josep Renau
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EL CINE ENTRE DOS BANDOS En España se había construido una estructura industrial bastante sólida al despuntar la década siguiendo el modelo capitalista acorde a las leyes del mercado y que proseguiría su desarrollo hasta 1936, pero con el estallido de la Guerra Civil los partidos políticos, los sindicatos y los organismos públicos, tomarán las riendas de la producción cinematográfica que pasó a ser planificada por cada uno de los poderes en liza. Entre julio de 1936 y abril de 1939 la producción nacional alcanzará un total de quinientos noventa y dos títulos, la mayoría documentales de propaganda de los contendientes, noticiarios y apenas filmes de ficción. La pocas películas que se rodaron no eran suficientes para abastecer las salas de exhibición así que las carteleras se compensaban mayoritariamente con películas norteamericanas, francesas y alemanas, y en menor medida soviéticas, pero en vista de los pocos estrenos extranjeros debido en parte a la cautela de los grandes estudios de Hollywood, atentos al desenlace de la escalada bélica, los exhibidores recurrieron a las reposiciones (El signo de la cruz, Una noche en la ópera, Cleopatra, Los mares de China…). Lo castizo, las comedias, los musicales, las películas de aventuras, de terror y de acción se encontraban entre las preferencias del público para evadirse de la guerra y Florián Rey y Benito Perojo sobresalieron como los directores españoles más prolíficos e Imperio Argentina como su estrella más luminosa. Los nacionales carecían de una infraestructura cinematográfica adecuada pero mantenían estrechas relaciones con las totalitarias Alemania e Italia por lo que se trasladaron allí sus equipos de rodaje. En los estudios de la productora alemana UFA se rodaron clásicos como Carmen la de Triana y La Canción de Aixa, ambas con Imperio Argentina, y El barbero de Sevilla y Suspiros de España protagonizadas por Miguel Ligero y Estrellita Castro. Del lado republicano las organizaciones obreras UGT, CNT o la FAI controlaron el mundo del cine en Madrid y Barcelona, siendo un melodrama cargado de tópicos como ¡Centinela, alerta!, el más representativo del cine
Carmen, la de Triana España / Alemania, 1938 Carl Froelich-Film GmbH / Hispano Filmproduktion Programa simple 11 x 18 cm Suspiros de España España / Alemania, 1939 Hispano Film Produktion Programa simple 11x18 cm La Dolores España, 1940 Cifesa Programa simple 8 x 12,5 cm Peris Aragó
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El fantasma va al oeste Gran Bretaña, 1936 London Films Programa díptico grande 31 x 11,4 cm ¡Centinela, alerta! España, 1937 Filmófono S.A. Programa simple en cartulina 9 x 14 cm
comercial de la República durante la guerra, que llegó a mantenerse en cartel varios meses en las principales ciudades. En Torrent, ya hemos visto, que el cine Cervantes fue incautado y que se impuso una tasa sobre las entradas de los cines para atender a las necesidades derivadas del conflicto, porque las contingencias bélicas no interrumpieron el espectáculo y la gente acudía a las salas, a pesar de las precariedades que comenzó a padecer la población, entre 1937 y 1938, por la falta de víveres como pan, leche, carne y vino. Sobre las películas que se exhibieron en Torrent durante este periodo no tenemos noticias a excepción de la producción de Alexander Korda
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Drácula USA. 1931 Universal Programa díptico 15 x 22,5 cm M. Guarne Producción para el público hispano El doctor Frankenstein USA. 1931 Universal Programa díptico 23 x 15 cm
El fantasma va al Oeste, que se estrenó en el cine Cervantes el sábado, 21 de agosto de 1937, como tampoco sabemos hasta qué punto las organizaciones del Frente Popular utilizaron los dos cines del municipio para transmitir su propaganda. El pleno del Consejo Municipal, por otra parte, determinó, para mejorar la vigilancia nocturna de las diferentes rondas que recorrían el municipio, que se adelantara el horario de cierre de los cafés y de los cines, habitualmente llenos, a partir de la una de la madrugada150.
LOS MONSTRUOS DEL TERROR Al tiempo que se afianzaron las grandes productoras y se consolidaban variedad géneros, uno de ellos despertó el entusiasmo del público por encima de los demás: el cine de terror, no todo iban a ser bailes. Aunque ya existían magníficos antecedentes que provenían sobre todo del expresionismo alemán con títulos reconocidos como Nosferatu, El gabinete del Doctor Caligari y Doctor Mabuse, sería al comenzar los años treinta cuando se originaron los grandes mitos del miedo: Drácula (1931), Frankenstein (1931), La momia (1932), El hombre y el monstruo (1932), El hombre invisible (1933), King Kong (1933) y El lobo humano (1935); obras de culto en nuestros días de las que continuamente se han venido produciendo secuelas. El caso de Drácula fue muy curioso. El original del director Tod Browning, interpretado por el terrorífico Bela Lugosi, no llegaría a nuestras pantallas hasta 1969, tras su pase en el Festival de San Sebastián. En su lugar la Universal lanzó la versión española escrita por Baltasar Fernández Cué, bajo la dirección de George Melford y Enrique Tovar Ávalos, con tal acierto en la interpretación y la puesta en escena que hoy la crítica se decanta por la calidad de la versión hispana del vampiro a su homónima anglosajona, cuyo equipo de rodaje grababa de noche aprovechando el descanso del equipo que grababa la versión en inglés. Entre el reparto, encabezado por el actor vallisoletano Carlos Villarías, destacaría la 150 Archivo Municipal de Torrent. Libro de Actas 1938, sesión de 6 de julio.
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La momia USA. 1932 Universal Programa troquelado 6 x 12,7 cm El lobo humano USA. 1935 Universal Programa díptico 18,7 x 15 cm
interpretación del valenciano Pablo Álvarez Rubio como el loco Renfield. El cine Olympia estrenó Drácula en Valencia en mayo de 1931. En la actualidad carecemos de información que nos permita averiguar cuales de estas cintas llegaron a estrenarse en los cines Cervantes y Avenida en el momento de su mayor gloria, salvo King-Kong, el 25 de diciembre de 1933, pero en años posteriores se reestrenaron en las diferentes salas de la ciudad.
EL SERIAL O LAS PELÍCULAS DE JORNADAS Herederos de los folletines literarios decimonónicos que se publicaban por entregas en los periódicos y antecedentes de las series y los culebrones de televisión fueron los seriales, cine de episodios o películas de jornadas. El serial constaba de doce o quince episodios, a veces más, con una duración de entre quince y veinte minutos y cada uno de sus capítulos concluía con un cliffhanger o instante decisivo en la acción, intrigante o de extremo peligro para los protagonistas, cuyo desenlace no se revelaba hasta la siguiente entrega para mantener en vilo a los espectadores. El origen de este formato se gestó en Francia; sin embargo, fue la potencia de la industria norteamericana quien se encargó de explotarlo a conciencia. En España se denominaron películas de jornadas, entendiendo por jornada cada capítulo del serial. El serial fue la imagen más popular de la aventura con sus ingredientes de misterio, peligro, acción, exotismo y relaciones amorosas. Era distinto a las series que están integradas por relatos
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Flecha negra USA. 1941 Columbia Programa troquelado 8,5 x 18,5 cm La mano que aprieta: El invento fatal El enemigo invisible Los misterios de Nueva York USA. 1936 Weiss Productions 3 programa simples 8,3 x 12,5 cm Aventuras del capitán Maravillas: El escorpión de oro USA. 1941 Republic Programa simple 8,5 x 13,3 cm La llave maestra Jornada 1 a 6 USA. 1945 Universal Programas simple 8,6 x 13,3 cm El misterioso doctor Satán: El tanque humano USA. 1940 Republic Programa simple 8,5 x 13,5 cm
completos pero que repiten el personaje, línea de aventuras y actores en diferentes películas como el inmortal James Bond. El serial arrancó en la etapa muda del cine pero durante las décadas de los años treinta y cuarenta alcanzó su mayor popularidad gracias a las producciones de la Universal, Columbia y Republic. Los seriales pertenecían al género B, de bajo presupuesto, y servían de complemento en la programación cinematográfica a otros filmes de metraje regular y categoría superior. De forma progresiva estas producciones se fueron alejando de la literatura para acercarse al cómic, medio en el que ya habían nacido Batman (1929), Dick Tracy (1931), Flash Gordon (1934), El Hombre Enmascarado (1936) y Superman (1938), a cuya estela se unen una legión de imitadores con suerte dispar. En nuestro país se recopilaron en tandas de dos o tres jornadas saturándose las pantallas con paladines siderales defensores del planeta y todo tipo de héroes en eterno combate contra el poder maléfico de científicos enloquecidos y villanos con pretensiones opacas, reflejados en El misterioso doctor Satán, La mano que aprieta o las Sombras del barrio chino. En Torrent fueron interminables los seriales que se reprodujeron hasta bien entrados los años cincuenta. El semanario Torre manifestaba alguna
Programación cine Cervantes. Torre, 23 de octubre de 1948
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velada crítica en sus páginas por lo inacabable del formato151. Uno de los seriales más famosos, Los tambores de Fu-Manchú (1940), se ofreció en los primeros años cuarenta en el cine Cervantes, dividido en tres jornadas: Fu-Manchú ataca, La venganza del Si-Fan y La derrota de Fu-Manchú. El cine Montecarlo repetiría la saga una década más tarde. Los misterios de Nueva York, La moneda rota, Las aventuras del Capitán Maravillas, La llave maestra, Flecha negra, Colmillos vengadores, El Tigre de Esnapur… serían otras de aquellas historias de continuidad que se estrenaron y reestrenaron con mucho éxito entre el público de Torrent, que asumía a sus protagonistas como personajes de su propia cultura.
151 Vid. nota 98.
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El expreso de la muerte: El devastador USA. 1932 Mascot Pictures Programas sencillo 8,5 x 13 cm El expreso de la muerte: La mรกscara fatal USA. 1932 Mascot Pictures Programas sencillo 8,5 x 13 cm La moneda rota: Hombres peligrosos USA. 1936 Weiss Productions Programa simple 8,5 x 12,7 cm
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La moneda rota: Los colmillos de El Tiburรณn USA. 1936 Weiss Productions Programa simple 8,5 x 12,7 cm La moneda rota: El tesoro fantasma USA. 1936 Weiss Productions Programa simple 8,5 x 12,7 cm En la selva del terror: La cicatriz delatora USA. 1941 Republic Programa simple 8,5x13 cm
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Los crímenes del fantasma: El terror invisible USA. 1941 Republic Programa simple 8,7 x 13,5 cm Los crímenes del fantasma: Unos segundos en la vida USA. 1941 Republic Programa simple 8,7 x 13,5 cm Los tambores de Fu Manchú: Fu Manchú ataca USA. 1943 Republic Programas simple 8,7 x 13,3 cm
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El rayo atĂłmico USA. 1944 Universal Programa simple 9 x 13,5 cm El Tigre de Esnapur: La epopeya india Alemania / Francia / Italia, 1959 Central Cinema Company Film Programas simple 9 x 13,4 cm Jano El Tigre de Esnapur: La tumba india Alemania / Francia / Italia, 1959 Central Cinema Company Film Programas simple 9 x 13,4 cm Jano
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Objetivo Birmania USA. 1945 Warner Bros. Programa simple troquelado 9 x 16 cm
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Programación cine Avenida Torre, 30 de diciembre de 1950 Los ángeles perdidos USA. 1948 MGM Programa simple 8,6 x 13, 2 cm
E
l incremento de espectadores coincidió con la edad de oro de Hollywood, y si la década de los treinta había finalizado con magníficas producciones como La Diligencia, Adiós Mr. Chips, El mago de Oz, Gunga Din, Cumbres borrascosas, Ninotchka y la inolvidable Lo que el viento se llevó (una de las producciones de mayor repercusión en la historia del cine que no se estrenó en España hasta 1949) los años cuarenta destacaron con la realización de dos cintas claves en la historia del cine: Ciudadano Kane (1941) de Orson Welles y Casablanca (1942) de Michael Curtiz, adulterada, esta última, en su doblaje por la censura franquista. Sin embargo, las heridas de la Primera Guerra Mundial nunca cicatrizaron y de nuevo la tensión mundial desembocó en otra guerra más cruenta que marcó la producción tanto en Hollywood como en el resto del mundo. Aumentaron las películas de propaganda bélica donde el patriotismo y el heroísmo sin fisuras resultaban patentes pero poco realistas. Tras la rendiciones de la Alemania nazi y del humillado Imperio del Sol Naciente, los Estados Unidos se elevaron como primera potencia económica y militar al tiempo que una Europa arrasada se enfrenta a las penurias derivadas del desastre bélico, con el difícil reto de tener que reconstruir su tejido industrial. La corriente neorrealista italiana retratará el ambiente y los modos de vida de la posguerra con producciones tan crudas como Roma, ciudad abierta de Roberto Rossellini y El ladrón de bicicletas de Vittorio De Sica. Fred Zinneman rodará por su parte la no menos conmovedora Los ángeles perdidos sobre las circunstancias de los niños huérfanos en la Alemania derrotada152. 152 El cine Cervantes anunció la película como Los ángeles marcados en el semanario Torre pero el título no le había parecido conveniente a la censura y se estrenó con el que se ha conocido finalmente en nuestro país. En Torre, 25 de diciembre de 1948, p. 10.
Los ángeles perdidos es una película para todos los públicos que cautiva la simpatía del espectador por sus matices sentimentales y trágicos perfiles de un argumento que exalta los más nobles sentimientos humanos. Es una dramática relación de sucesos captados del vivo escenario de la guerra mundial, donde una madre y un hijo, víctimas inocentes, ángeles inmolados por los hombres, se buscan con ansiedad por entre las ruinas de una Europa destrozada por la guerra. El calvario de una infancia que vaga. La idea mostrando en sus rostros inocentes los infinitos sufrimientos de verse arrancados de sus hogares adquiere en este film hondos caracteres que llegan a lo más íntimo del alma. Ivan Jandi, el niño checo de 9 años descubierto en Praga por el director Fred Zinnemann, obtiene en los Los ángeles perdidos un éxito rotundo de interpretación que con Montgomery Clift, Aline MacMahon y Jarmila Novotna elevan notablemente el mérito de la cinta Torre, 12 de marzo de 1949
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EL MUSICAL Los estudios americanos buscarán distraer a sus espectadores con películas ingenuamente espectaculares, alegres y con muchos colores alejándolos del ruido de la artillería y los convulsos años de guerra en Europa y el Pacífico. Será cuando el musical viva sus mejores momentos y el león de la Metro reine por encima de las demás compañías en un género que alcanza su madurez desmarcándose de la fórmula tradicional arrevistada. Con la entrada en escena de Gene Kelly, Stanley Donen y Bob Fosse el musical adquiere una dimensión más moderna al salir a la calle e integrar la historia en el film. Es el caso de Un día en Nueva York (1949). Todavía en la órbita del viejo estilo de la revista pero con la novedad de la inclusión de números musicales acuáticos y la nadadora Esther Williams desenvolviéndose como pez en el agua, Escuela de Sirenas, se estrenaba en el cine Cervantes en 1948. Simultáneamente se programaba de nuevo, un año después, en el cine Cervantes y el Avenida, pero sus reposiciones serían frecuentes una temporada tras otra. El sistema de producción de los musicales empezará a resquebrajarse con los cambios de gustos del público y la televisión, pero aún mantiene cierto esplendor en los cincuenta con títulos como Cantando bajo la lluvia. La película de Stanley Donen, cumbre de los musicales, que recrea la decadencia del cine mudo y los balbuceos del sonoro, se estrenó en el cine Cervantes en diciembre de 1953. A finales de los cincuenta el Rock and Roll se coló en el género destinado expresamente al público juvenil como vehículo de promoción de un joven Elvis Presley, nuevo icono de los jóvenes blancos estadounidenses, que a nadie dejaba indiferente con sus golpes de cadera y su estética rebelde inspirada en Malon Brandon. En Torrent uno de sus éxitos: King Creole, se ofreció en el cine Liceo en mayo de 1961. Claro que para rebeldías, rivalidades y amores imposibles las que demostraron en el cine Montecarlo Natalie Wood y Richard Beymer en West Side Store.
Programación cine Montecarlo. Torre, 11 de septiembre de 1948. ¡Al fin solos! USA. 1940 Paramount Programa simple 8,5 x 13,4 cm L.R.
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La diosa de la danza USA. 1947 Columbia Programa simple 10,8 x 15,5 cm Un día en Nueva York USA. 1949 MGM Programa simple 9,7 x 13,5 cm La historia de Irene Castle USA. 1939 RKO Programa simple 9 x 13,4 cm Escuela de sirenas USA. 1944 MGM Programa simple 8,7 x 13,4 cm Simultáneamente nos ofrecen los cines Avenida y Cervantes la gran producción en tecnicolor de la Metro Goldwyn Mayer, Escuela de Sirenas la que suponemos habrá admirado ya la mayoría de nuestros lectores y volverá a admirar de nuevo. En esta deslumbrante película compiten reñidamente, su técnica belleza, música, colorido y alegría. Esther Williams luce su belleza e insuperables dotes de campeona de natación, Red Skelton brindando en esta comedia su deliciosa comicidad y el bullicio de sus orquestas e ilustración musical con relieve singular de los números de órgano, sencillamente deliciosos, forjan en Escuela de sirenas un espectáculo sin igual. Es una película grandiosa muy esperada, que ha llegado ya... y sin aumento de taquilla ¿Se puede pedir más? Torre, 12 de febrero de 1949
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Un americano en París USA. 1951 MGM Programa simple 8,3 x 13,2. Cantando bajo la lluvia USA. 1952 MGM Programa simple 8,2 x 13 cm
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Brigadoom USA. 1954 MGM Programa simple 8,5 x 12 cm Jano Luces de candilejas USA. 1954 20th Century Fox Programa simple 9,8 x 15 cm Jano
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Siete novias para siete hermanos USA. 1954 MGM Programa simple 8,5 x 13 cm King Creole USA. 1958 Paramount Programa simple 8,8 x 14,2 cm Mac
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West side store USA. 1961 United Artists Programa simple 10,3 x 13,7 cm My Fair Lady USA. 1964 Warner Bros. Programa simple 13,5 x 19,5 cm
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JOSÉ ITURBI: EL GLAMOUR DE HOLLYWOOD LLEGÓ A TORRENT Una de las estrellas del Hollywood de los años cuarenta, el pianista valenciano José Iturbi, estuvo vinculado con Torrent durante algún tiempo, una vez que puso fin a su carrera cinematográfica en la Metro Goldwyn Mayer. Quizás nadie pensó en aquel momento, mientras el pequeño José Iturbi Báguena (1895-1980) tocaba el piano con maestría adulta como acompañamiento de las películas mudas que se exhibían en las salas de Valencia, con apenas siete años, que terminaría haciendo sus pinitos en la gran pantalla. En 1940 una gira le llevó hasta la ciudad de Los Ángeles y ante los encantos de los paisajes californianos decidió instalar su residencia en Beverly Hills donde conoció al poderoso productor de la Metro Joe Pasternak, un reconocido melómano que quiso contar con Iturbi para participar en sus películas. Entre 1943 y 1949 intervino en siete largometrajes interpretándose así mismo como pianista y director de orquesta, empleando su propio nombre. Junto a Xavier Cugat fueron las estrellas hispanas del musical de los estudios del greñudo felino que tan buenos réditos le darían a la compañía a lo largo de la década. Al compás del corazón, (1944) Dos chicas y un marinero (1944), Levando anclas (1945) o Festival en México (1946),153 serían algunos de sus títulos más conocidos en los que compartiría reparto con algunas de las figuras de la época: Frank Sinatra, Gene Kelly, Walter Pidgeon, Roddy MacDowall o la niña Margaret O’Brien. Iturbi dio muestras de su elegancia y su talento y supo meterse al público en el bolsillo por su naturalidad ante las cámaras y su manera de sonreír. Sus películas contribuyeron a difundir internacionalmente la música clásica y a los grandes compositores, aunque sus detractores le consideraron un oportunista que aprovechó su incursión en las pantallas de cine para lanzar sus discos e incrementar la asistencia de público a sus conciertos. El músico valenciano también cultivó el jazz y grabó programas para distintas cadenas de televisión norteamericanas. Abandonó finalmente los platós en el momento en que el musical comenzaba a languidecer y afectado por el suicidio de su hija María 153 En este film intervenía el joven Fidel Castro en un pequeño papel, interpretando a Bit, antes de convertirse en el dictador de Cuba.
Al compás del corazón USA. 1944 MGM Programa simple 8,7 x 13,5 cm Avenida. Levando Anclas (1945) Levando anclas. Supera en gran manera las producciones musicales que la Metro viene realizando sin interrupción. Es una revista magnífica de asombroso montaje ensalzado por el color. En ella podemos admirar la figura gigantesca musical, universalmente admirada, de José Iturbi, español y valenciano, que con las voces deliciosas de Frank Sinatra y Kathryn Grayson, bailes de Gene Kelly ensalza notablemente el mérito de la cinta que se desenvuelve alegre y dinámica dentro del marco de su fastuosidad. Torre, 26 de febrero de 1949
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con la que había estado en pleitos. A pesar de su intensa actividad artística se dejaba caer con frecuencia por Valencia y en un gesto que le honró, con motivo de las inundaciones de 1957, suspendió todos sus conciertos para recaudar fondos por toda España dirigiendo la Orquesta Municipal de Valencia para reconstruir la ciudad. José Iturbi había enviudado en 1929 de su esposa María Giner de los Santos −al igual que su hija se había quitado la vida en Francia− pero el contacto con sus suegros se mantuvo y frecuentaba la casa que se habían construido a finales de los años veinte al lado de la estación del tren, una de las zonas de veraneo de Torrent preferidas por la burguesía valenciana, y hoy sede de la Mancomunitat Intermunicipal de l’Horta Sud en la calle Cervantes, número 16. Tras diferentes vicisitudes con la vivienda, fueron especialmente habituales las visitas a nuestra ciudad del músico y actor en la década de 1960. En Torrent se refugiaba el Iturbi más hogareño, acompañado de su adusta secretaria Marion Seabury, en un ambiente todavía de cierta tranquilidad rural. Era afable, educado y reservado con sus vecinos, paseaba con su perro fumando su popular pipa y gozaba con un buen plato de arròs amb bledes. Trabó amistad particularmente con un empleado de la serrería de Tableros y Maderas Sanz colindante con su casa, Avelino Climent, a quien invitó a uno de sus conciertos preparándole para la ocasión: “Avelino, dile a Conxeta que se arregle que vais a venir a verme”. Su famoso Rolls Royce fue a recogerlos para llevarlos hasta el Teatro Principal y durante el concierto les buscaba con la mirada en la primera fila en la que estaban sentados. Mientras ensayaba la gente se acercaba a las puertas de su casa para escuchar tocar el piano a quien habían visto hacerlo en más de una ocasión en el cine. En 1968 el Ayuntamiento le dedicó una calle a propuesta de la Falla de la Plaza154.
154 Información oral sobre José Iturbi en Torrent proporcionada por Lamberto Sanz y en ROSELLÓ, Tomás, “La huella de Iturbi en Torrent (I)”.Levante-EMV (edición de l’Horta), 28 de marzo de 2015, pp. 11 y 12.
Festival en Méjico USA. 1946 MGM Programa díptico 13,5 x 20 cm
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Cayo Largo USA. 1948 Warner Bros. Programa simple 8,5 x 13,5 cm El Montecarlo presenta una cinta de gánsteres. Un argumento un poco conocido pero pleno de vida y de emotividad. Edward G. Robinson encarna el papel del Jefe de la banda «Rocco» y tiene momentos que le acreditan y confirma como uno de los mejores actores del cine mundial; entraña un personaje brutal, siniestro, solapado, con reacciones de anormal. Y Humphrey Bogart le da la réplica acertada y exacta en su papel de hombre amargado por la guerra y que encuentra arrestos suficientes para reaccionar ante la injusticia frente a su amargura apática.
LOS TIPOS DUROS DEL HAMPA Los colorines y las luces del musical contrastaron con la penumbra de un género que aprendió de la oscuridad y la tensión del expresionismo alemán y se inspiró en las novelas detectivescas de Raymond Chandler y Dashiell Hammett: el cine negro, en donde se rompen los tabúes del delito y la violencia campa a sus anchas con todo realismo. Es la época del desencanto de la sociedad americana que surge durante la gran depresión financiera de los años treinta, la ley seca… y prosigue, y se acentúa, durante y después de la Segunda Guerra Mundial y con la Guerra Fría. Esta decadencia hará que los magníficos decorados de los grandes estudios disminuyan de tamaño y las historias ganen en intimidad. La cámara se acercó más que nunca a los actores, y los directores comenzaron a profundizar en la psicología de sus personajes, tipos duros cargados de negativismo y de una profunda desconfianza hacia el ser humano. Entre los años cuarenta y cincuenta Otto Preminger, Raoul Walsh, John Huston, Orson Welles o Howard Hawks filmaron las mejores obras de un género en el que cohabitan detectives solitarios, policías obstinados, políticos corruptos, gánsteres sin escrúpulos, y todo tipo de rateros y delincuentes, marcados por el desarraigo, la marginalidad, sus costumbres corrompidas y sus actitudes neuróticas en ambientes urbanos, arropados por la noche. Humphrey Bogart, James Cagney, Edward C. Robinson, Robert Mitchum y un largo etcétera de las grandes estrellas del mejor Hollywood encarnarán a los principales protagonistas de este género de pistolas y pitillos en la sombra en El halcón maltés, El cuervo, Gilda, Laura, Forajidos, Perdición... Mientras que a su lado, una serie de femmes fatales, Lauren Bacall, Gloria Grahame, Barbara Stanwyck o Ava Gadner, inofensivas aparentemente, pueden desencadenar la tragedia de sus víctimas en cualquier momento. Los temas del cine negro pronto se hicieron tremendamente populares y en Torrent tuvieron una legión de seguidores junto con las películas del Oeste.
La fotografía es buena, sobre todo en unas imágenes del huracán en las costas de Florida. Los aficionados a las películas de gánsteres pasarán un rato entretenido. Torre, 28 de enero de 1950
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La pasión ciega USA. 1940 Warner Bros. Programa simple 9 x 13,5 cm El último refugio USA. 1941 Warner Bros. Programa simple 8,5 x 13 cm El cuervo USA. 1942 Paramount Programa simple 8,5 x 13 cm Laura USA. 1944 20th Century Fox Programa simple 9,5 x 13,5 cm Soligó
El 26 de enero de 1950 el Montecarlo estrenaba Cayo Largo y a últimos de diciembre el cine Avenida Al rojo vivo. En marzo de 1951 de nuevo el Avenida ofrecía otra de personajes subterráneos con la magnífica Jungla de asfalto y en el Parque de Atracciones se reestrenaba El último refugio los días 29 y 30 de agosto de 1950.
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Perdiciรณn USA. 1944 Paramount Programa simple 8,5 x 13,5 cm Forajidos USA. 1946 Universal Programa simple 11,5 x 12,5 cm Tulla Al rojo vivo USA. 1949 Warner Bros. Programa simple 10 x 17 cm La jungla de asfalto USA. 1950 MGM Programa simple 8,5 x 13,5 cm
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Retorno al pasado USA. 1947 RKO Programa simple 8,5 x 12 cm Mac El justiciero USA. 1947 20th Century Fox Programa simple 8,5 x 13,4 cm
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El beso de la muerte USA. 1947 20th Century Fox Programa simple 8,5 x 12,5 cm Una vida marcada USA. 1948 20th Century Fox Programa simple 8,5 x 13 cm Soligรณ
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La dama de Shangai USA. 1948 Columbia Programa simple 9 x 13,5 cm Como ya hemos indicado en otro programa de la misma pelĂcula al hablar sobre el cine Casalt, aunque en el programa se acredite como director a Sam Nelson, en realidad fue una obra de Orson Welles. El demonio de las armas USA. 1949 United Artists Programa simple 8 x 12,5 cm
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Corazón de hielo USA. 1950 Warner Bros. Programa simple 8,5 x 13 cm Yo amé a un asesino USA. 1951 Roberts Pictures Inc. / United Artists Programa simple 11x 15,5 cm Jano
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El cuarto hombre USA. 1952 Associated Players & Producers Programa simple 8,5 x 12 cm Gardenia azul USA. 1953 Warner Bros. Programa simple 8 x 13,5 cm
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Los sobornados USA. 1953 Columbia Programa simple 9 x 14 cm Mรกs allรก de la duda USA. 1956 RKO Programa simple 8 x 13 cm
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A quemarropa USA. 1967 MGM Programa simple 9,5 x 14 cm Bullit USA. 1968 Warner Bros. Programa simple 9,5 x 13,5 cm Mac
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El telón de acero USA. 1948 20th Century Fox Programa simple 8,5 x 13,3 cm Soligó Sobre la obra que escribió el ruso Víctor Kravchenko −Yo escogí la libertad− , cuando fue protegido por la policía para escapar a las garras de sus compatriotas en Canadá se basa el guión de El telón de acero, muy bien interpretada por Dana Andrews con la encarnación por Gene Tierney, del principal papel femenino.
LA GUERRA FRÍA El choque entre los dos grandes gigantes surgidos tras la Conferencia de Potsdam, Estados Unidos y la Unión Soviética, capitalismo versus comunismo, se trasladó de manera inmediata al celuloide. Solamente entre 1947, cuando se inicia la Guerra Fría, y 1954 se realizaron más de cincuenta películas antisoviéticas de espías, traidores y saboteadores. La amenaza comunista desencadenó la caza de brujas patrocinada por el obsesivo senador Joseph McCarthy entre 1950 y 1956 y afectó con especial virulencia a los ámbitos administrativos, intelectuales y artísticos de la vida norteamericana, y como no podía ser menos, a la industria de Hollywood. Centenares de artistas fueron puestos bajo sospecha por presuntas actividades poco patrióticas y antiamericanas con una excusa que sólo pretendía limpiar el mundo del cine de posibles elementos comunistas o simpatizantes de la doctrina de Stalin. Algunos directores y guionistas tuvieron que exiliarse o trabajar bajo pseudónimo acusados por sus propios compañeros de profesión y, salvo ocasión excepcional para recoger un óscar honorífico, genios como Charles Chaplin no volvieron a pisar suelo americano. El telón de acero es una de las primeras películas que sitúa a la Unión Soviética en el punto de mira; la seguirán otras muchas como El Danubio rojo, La amenaza roja y Me casé con un comunista. La voz en off de las cintas alertaba de los inquietantes peligros del comunismo. Las tensiones de la Guerra Fría inspiraron magníficos guiones durante dos o tres décadas como la corrosiva comedia de Billy Wilder Uno, dos, tres (1962), El premio (1963) de Mark Robson, con Paul Newman y Edward G. Robinson, Cortina rasgada (1966) de la factoría de Hitchock y la apocalíptica de Stanley Kubrick ¿Teléfono rojo? Volamos hacia
Película llena de movimiento, hábilmente conducida por el director que halla situaciones formidables para interesar al espectador en las peripecias del ruso que no quiere volver al «paraíso soviético». Es una película basada en hechos ocurridos y que marcan la tónica antisoviética de Estados Unidos. También enseña la realidad de un imperialismo infrahumano que no se detienen ante barreras internacionales. En resumen: una película ágil con un tema interesante. Torre, 4 de diciembre de 1948.
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Programación cine Avenida. Torre, 28 de octubre de 1950. El Danubio rojo USA. 1949 MGM Programa simple 8,5 x 13,3 cm
Moscú (1964). La saga de James Bond, entre los años sesenta y ochenta, también retrató las incidencias de los dos bloques en un buen puñado de sus trepidantes aventuras. En Torrent el anticomunismo del régimen de Franco lo recogen las páginas de Torre cuya redacción la emprendió en bloque contra un sector de los asistentes al estreno de El Danubio Rojo en el cine Avenida, agraviado por su actitud hacia el film. ¿Realmente alguien se atrevió a expresar en público ninguna discrepancia contra el argumento de la película poniendo en evidencia su posicionamiento político? El caso es que el semanario dedicó toda una batería de descalificaciones a los espectadores que protestaron contra una película que se anunciaba en el programa como: “Trágica visión de la implacable persecución soviética a los que no quieren repatriarse. Un drama de cuando las aguas del Danubio dejaron de ser azules”.
Los redactores echaron mano de sus aversiones en una de sus secciones más críticas y populares: “Tiros al blanco”, habitualmente a cargo de Vicente Alejos, animando a las autoridades a tomar cartas en el asunto con su apoyo, cuando el periódico era un órgano de la Falange local y del propio Ayuntamiento, en definitiva, uno más de los tentáculos de control del aparato político de la dictadura155. “Esta semana relevamos a nuestro redactor de «Tiros al blanco» de su cometido. Los disparos de hoy, son del cuerpo de redacción en pleno Y van directos al Gran Cinema Avenida. Pero no se asuste el querido y buen amigo empresario Don Jesús Muñoz; no van por él sino por cierto «publiquito» asistente al rodaje de la película «Danubio rojo» el pasado martes por la
155 “Tiros al blanco”. Torre, 4 de noviembre de 1950, p. 2.
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noche. En dicha película se mueve algo la charca del comunismo y naturalmente, a muchos del gremio no hizo pizca de gracia la cinta y se despacharon a su gusto. Hubo bostezos, aullidos, tacos, eructos, pataleos, ronquidos y muchas más groserías propias de canalla patibularia. Desde luego nadie puede emplear otros modales que los que le son característicos y la cabra al monte con apéndices y todo. Nos duele en verdad sacar trapitos cuando por todos los medios y buenos deseos tratamos de olvidar lo que no es fácil de apartar de la mente. Y en esta ocasión rompemos el silencio Porque entendemos que uno puede tener por antecesores, ejemplares de raza canina “con perdón sea dicho para los pobres animalitos que ninguna culpa tienen de «producir» semejantes paquetes de inmundicia. También se es libre para rechazar todo principio de educación y al estilo horda, como recordamos haber visto en 1936-1939, amargar la existencia del prójimo con toda clase de inconveniencias y groserías. Igualmente puede pensar cada uno en la forma que crea conveniente, aunque por hallarse en posesión de contextura de reptil se nade en la charca. Lo que es de todo punto imposible es que en una sala de espectáculos donde muchas personas decentes van a olvidarse de preocupaciones, tenga que soportarse a cuatro salvajes hijos de Doña Dolores. Los fulanos en cuestión hicieron pasar un mal rato a sus inocentes vecinos de butaca al tener que soportar comentarios que apestaban a estiércol moscovita y no pocas irreverencias contra personas y escenas de respeto que se proyectaban en la pantalla. Denunciar sus nombres sería mancharse nuestro semanario. Bastante lamentamos tener que emplear este lenguaje al que nos habituamos estando con esa canalla frente a frente en otros terrenos donde no alardeaban de tanta insolencia. Y para concluir con este desagradable asunto; por considerar que tales individuos no son merecedores a la más elemental consideración ciudadana y que son dignos acreedores a un estupendo bozal reforzado con alambre de espino y una argolla de pocilga [ ] nos atrevemos a proponer a nuestras autoridades tomen cartas en el asunto para lo cual ofrecemos nuestra colaboración entusiasta. Y por último pedimos perdón a nuestros lectores por el lenguaje que antecede. En descargo, afirmamos, que aún no nos hemos expresado como se merecía el caso.”
La polémica continuó en otro artículo del mismo número que lanzó algunas sugerencias para embridar a los disidentes156. “Si bien en otro lugar de nuestro semanario se hace referencia, burla burlando, a los incidentes ocurridos en el Cine Avenida el martes pasado con motivo de la proyección de la película El Danubio Rojo que por su matiz de prudente anticomunismo hizo echar las patas por el aire a los lobeznos del gremio, no creemos sobrado remachar el asunto haciendo un breve comentario. En él no queremos referirnos a la censurable actitud y «modales» empleados en la sala por cuatro desdichados que desde un principio trataron de hacer público su matiz coloradito. De ello nos dimos por enterados en el primer momento; tampoco queremos discutir si hay allí o no materia delictiva para hacerles saber que su época de cortezas de naranja y desvergüenzas ya la hemos echado en el olvido todos los españoles decentes, que piensan como les viene en gana, hasta incluso sin ser muy afectos al régimen. Desde luego opinamos que no estaría de sobra seis pasadas de vara a cada uno de los cerriles: pero aparte de todo ello, es preciso recordar a nuestros empresarios y autoridades locales la necesidad de que se pongan de acuerdo para resolver este «pequeño» problema de educación cívica.”
156 PEPE (¿José Ortí?), “Otra vez los cines”. Torre, 4 de noviembre de 1950, p. 4.
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Uno, dos, tres... USA. 1961 United Artists Programa simple 10 x 14 cm Mac ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú Gran Bretaña, 1964 Columbia / Hawk Films Programa simple 9,5 x 13 cm Montalbán
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A mi la legión España, 1942 Cifesa Programa díptico 10 x 28,5 cm Los títulos de las películas agudizaban el ingenio de los lectores y servían como divertimento para exponer las penurias alimenticias y el racionamiento inmediato a la guerra. Un aficionado al cine, nos envía una curiosa relación entre los alimentos y los títulos de las películas. He aquí el diccionario de sinónimos:
EL CINE ESPAÑOL DE POSGUERRA La Guerra Civil y las dificultades económicas de la década de los cuarenta habían dejado el país en una situación desoladora. Torrent padeció el desabastecimiento general de los productos básicos y la precariedad de los servicios públicos. Los cortes en el fluido eléctrico, por ejemplo, fueron frecuentes a lo largo de estos años y al articulista de Torre le resultaba irritante que los apagones coincidieran con la hora de preparar la comida y el suministro se repusiera en el momento de la apertura de los espectáculos157, para no perjudicar a los empresarios del sector, se dejaba entrever. Las restricciones de agua potable también se convirtieron en un hábito corriente y la población se quejaba por pagar un servicio a domicilio del que carecían a menudo. De modo que en las fuentes públicas se daba cita una ruidosa multitud de amas de casa, con sus comentarios irónicos, que la guardia municipal tenía que ordenar por turnos. “El año pasado –murmuraban– con más restricción había agua hasta en la calle de San Cayetano y ahora, después de la reforma, se acaba hasta en las fuentes públicas”158. Las calles sin asfaltar, como en el Far West, eran caminos de polvo y barro por las que se veía algún que otro vehículo circulando con gasógeno, a falta de gasolina, y acabar la jornada con el vestido impoluto y sin salpicaduras se convertía en toda una proeza. El servicio de tranvías a Valencia se había resentido igualmente. Los convoyes no se habían renovado y la frecuencia de paso era inferior a la de antes de la guerra, mientras que la población había seguido en aumento. De 10.443 habitantes en 1930 se había pasado a 13.586 en 1940 y 15.974 en 1950 y la población infantil, según especulaba el semanario Torre, había crecido en 1948 hasta los dos mil quinientos niños159 para los que 157 “Tiros al blanco”. Torre, 2 de octubre de 1948, p. 2 158 DE LA VILLA, Juan (RUBIO PUCHE, Pedro), “Ventanal a la calle”. Torre, 25 de septiembre de 1948, p. 1. 159 “Escuelas y escolares”.Torre, 18 de septiembre de 1948, p. 1.
El racionamiento: La alegría de la huerta. El pan: El negro que tenía el alma blanca. El pan blanco: Como tú me deseas. El queso: Huellas del pasado. El arroz: Ausencia injustificada. El chocolate: Horizontes perdidos. El azúcar y el café: Una pareja invisible. El bacalao: Héroe desconocido. La patata: La bien pagada. Frutas y verduras: El secreto de vivir. El aceite: Suspiros de España. El jamón: Más allá de la luna. El pollo: Sublime obsesión. El embutido: La alegre mentira. Carne de caballo: Forja de hombres. Las alubias: Los tambores de Fu Manchú. Las cebollas: Porque te vi llorar. La carne: Deseo El tabaco: Cargamento siniestro. El estraperlo: La batalla silenciosa. Géneros a precio de tasa: Siempre llego tarde. De un racionamiento a otro: Cien años y un día. Vivir sin estraperlo: Héroes a la fuerza. Comer, vestir, calzar: Callejón sin salida. La señora al ir a la plaza: Ave sin rumbo. Al querer comprar algo: 75 minutos de angustia. Al salir de la plaza: La tonta del bote. A la hora de comer: Allá en el Rancho Grande. Torre, 11 de septiembre de 1948
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no había colegios suficientes. A esta situación se la calificó como la “crisis de las escuelas”. Pero muchos de aquellos chavales, a veces sin más opciones que trabajar con sus padres en el negocio familiar y sin posibilidades de alfabetizar, salvo en la escuela nocturna patrocinada por la organización sindical local, encontraron tal acomodo en el cine que les hizo verdaderos aficionados a la pantalla. El cine se consolidó como un refugio relativamente barato para olvidar las cartillas de racionamiento, en uso hasta 1952, y apartar las aflicciones personales por un rato frente a las escasas perspectivas vitales, de manera que el número de espectadores creció progresivamente en todas las salas. Los cines Cervantes y Avenida reformaron sus locales y aumentaron la capacidad de sus aforos a finales de los cuarenta. Las terrazas de verano Las Delicias y el Parque de Atracciones ofrecieron cine desde su apertura en 1944 y abrieron otros salones, el Parroquial y el Montecarlo, para satisfacer la cada vez mayor demanda cinematográfica que pedía el público.
GESTAS, PATRIOTISMO Y RELIGIÓN Las autoridades victoriosas que se instalaron en el poder al terminar la Guerra Civil se encargaron de aplicar rígidas medidas de control sobre el cine español a través de la represión –recurriendo a la censura y al doblaje obligatorio– y a la protección de la producción cinematográfica con diferentes tipos de ayuda. Así que la temática y la ideología de las películas estarán dirigidas y vigiladas y casi todas ellas serán declaradas de interés nacional y acapararán los premios establecidos por el sindicato vertical. En este contexto, la sociedad española asiste a un cine militarista, de corte falangista, que se inspira en la confrontación reciente, con el que se alecciona a los espectadores: Raza, con argumento del mismísimo Franco bajo el pseudónimo de Jaime de Andrade, Porque te vi llorar, Boda en el infierno, Sin Novedad en el Alcázar y El santuario no se rinde, cuyo estreno se programó en el cine Montecarlo los días 27, 29 y 30 de julio de 1950, casualidad o no, apenas una semana después del aniversario del alzamiento militar y que coincidió con
Sin novedad en el Alcázar España / Italia, 1940 Film Bassoli Programa simple 9,4 x 13 cm Raza España, 1941 Cancilleria del Consejo de la Hispanidad Programa simple 11,7 x 16,8 cm El santuario no se rinde España, 1949 Valencia Films / Centro Film Programa simple 8,5 x 13,4 cm
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Los últimos de Filipinas España, 1945 Cifesa Programa simple 8,5 x 13, 3 cm
la inauguración del monumento a los caídos que se plantó en la Avenida a iniciativa de la Junta Local del Movimiento. Una variante de este género al que se ha denominado “de cruzada”, serán los filmes coloniales de exaltación patriótica y valores castrenses, con títulos que homenajean el coraje, la camadería y la virilidad hispanas: Héroes del 95, Harka, Bambú, ¡A mí la legión! o Los últimos de Filipinas. El estreno de esta última tuvo lugar en el cine Montecarlo el 2 de septiembre de 1948. La crítica local la recibió con entusiasmo, alardeando del arrojo de los sitiados del Baler. La programación del memorable día, cinematográficamente hablando, la completaron un corto de Charlot, A mal tiempo buena cara, el documental Cuernavaca y un dibujo animado Disney del pato Donald, El iluso ilusionista. La película se mantuvo varias semanas en la cartelera del cine. Tras el éxito obtenido en 1948 por Locura de Amor, estrenada en el cine Avenida el 3 de febrero de 1949, festividad de San Blas, se fomentará un cine histórico que canta las gestas nacionales, muy al gusto del régimen, con un ciclo de grandes épicas producidas por la valenciana Cifesa responsable de películas del estilo de Alba de América, La leona de Castilla y Agustina de Aragón. La presentación al público torretino de la película sobre la heroína de sitio de Zaragoza, el 1 de noviembre de 1950, se recibió con el mismo estruendo que los cañones que disparaba Aurora Bautista contra el ejército napoleónico. Estas ambiciosas producciones, a la larga, contribuyeron a la quiebra de la compañía de la familia Casanova. Las comedias folclórico costumbristas, las adaptaciones de los dramas clásicos del teatro y la novela, y las cintas de temática religiosa, forman los otros pilares del cine español que transcenderán la década. Las películas confesionales, sin ser las realizaciones más numerosas de la cinematografía nacional, serán amplia y detenidamente comentadas en el semanario Torre, tanto españolas como extranjeras, por encima de las de cualquier otro género, cada vez que recalaban en nuestras pantallas, y no era de extrañar dicha atención puesto que entre el equipo de redacción había sacerdotes y la mayoría de los redactores estaban vinculados al convento de
No podemos dejar sin comentario en nuestras páginas esta producción cinematográfica que se está proyectando en la pantalla del Montecarlo, dado el caso de exaltación de nuestros valores raciales enmarcados en una técnica perfecta, desde el guión que se ajusta a la realidad hasta el último detalle. Hace falta que el cine se emplee en un sentido formativo, bien de carácter moral, religioso o patriótico. Para este último aspecto educativo, nada mejor que la cantera inagotable de nuestras proezas en todos los tiempos de la Historia. Esta del Baler es una de las que más se destacan, tanto por el espíritu de sacrificio, el concepto del honor y el valor que tenían nuestros héroes, como por la época y la forma en que se producen los hechos. Mientras el liberalismo europeizante vende las Filipinas, no cabe en la mente del laureado general Martín Cerezo, fallecido recientemente, tal actitud cobarde en ningún español, y resiste con sus cuarenta soldados españoles un asedio de trece meses en una Iglesia, cuyas proezas no pueden reflejarse con todo detalle en el corto espacio de tiempo de una película. Todavía queda un superviviente en Caudete que nos ha referido proezas y anécdotas que no aparecen en la película. A pesar de ello el guión es magnífico, hasta dibujando al soldado español, en sus más nimios detalles; la cámara fotográfica, hace un alarde de técnica, la presentación goza de acertado realismo y los personajes interpretan sus papeles con naturaleza y sin afectación. Bien puede decirse, después de ver Los últimos de Filipinas que en España podemos filmar películas con tanta técnica como en cualquier parte y siempre con mejores guiones. Hace falta querer. Torre, 23 de octubre de 1948
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Locura de amor España, 1948 Cifesa Programa díptico 11,5 x 20,5 cm El Gran Cinema Avenida nos obsequia esta semana con la superproducción Cifesa Locura de Amor que es, sin discusión alguna la mejor película española. El momento cumbre de la historia en que la reina Isabel exhala su último suspiro en el Castillo de la Mota; la subida al trono de doña Juana de Castilla y el Archiduque Felipe de Austria, con las intrigas cortesanas de la nobleza y el influjo flamenco que con la venida de los soberanos pretende arraigar en España apuntando un bamboleo en que parece va a retroceder hacia la Edad Media toda la obra de unidad hispana de los Reyes Católicos, sirve de partida a esta cinta monumental basada en el argumento de Manuel Tamayo y Baus.
Montesión y al Círculo Católico, instituciones de hondo arraigo en Torrent. Encontramos títulos como La Fe, El cardenal, La mies es mucha, Balarrasa, Cerca del cielo, Marcelino, pan y vino, Sor intrépida, entre las españolas y La canción de Bernadette, El milagro de Fátima, La ciudad de los muchachos, Nube de Sangre o El cardenal, entre las extranjeras. Cifesa lanza infinidad de títulos que cosechan los aplausos del público: Malvaloca, El clavo, La patria chica, Eloisa está debajo de un almendro, Currito de la cruz... En Torrent, el cine Montecarlo se encargará de exhibir las películas Cifesa, Suevia Films y Films Ruano Valcárcel, tras el consenso alcanzado con las demás salas de la ciudad en 1951. Al margen de compañía valenciana, comparada con la Metro Goldwyn Mayer, se realizarán otros filmes de cierta repercusión: Vida en sombras, La torre de los siete jorobados, Un hombre va por el camino, etcétera. Edgard Neville, José Luis Sáez de Heredia, Rafael Gil y Juan de Orduña son algunos de los directores más representativos del cine de posguerra junto a los actores Alfredo Mayo y Amparito Rivelles. Por otro lado, en 1942 se instituye el NO-DO (Noticiarios y Documentales Cinematográficos Españoles) y, a través de una Orden ministerial, fue obligatorio en todas las exhibiciones cinematográficas entre el 1 de enero de 1943 hasta el 23 de agosto de 1975. El NO-DO anulaba cualquier reportaje al margen de la oficialidad. La compañía Viuda de Mateo, responsable de las grabaciones del noticiario en Valencia, filmará en exclusiva para el cine Montecarlo algunos momentos del Congreso Eucarístico celebrado en nuestra ciudad entre el 12 y el 30 de octubre de 1949, según consta en el programa de mano de la película Pasión en la selva proyectada en este cine los días 24 al 27 de noviembre de citado año, pero sin repercusión para el resto de España160. 160 Información oral proporcionada por Patricio Baviera Chiner.
Locura de Amor es digna de admiración por la sugestiva trama argumental sabiamente conducida, en la que logran vida los dramáticos y trascendentales sucesos históricos de la España del siglo XV, por la magistral dirección de Juan de Orduña que colma en la película sus ambiciones de excelente director dotado de fina sensibilidad artística por su fastuoso montaje, depurada técnica de desarrollo, y por la magnífica interpretación de todo su conjunto. Allí vemos a Aurora Bautista, sorprendente revelación de exquisita actriz dramática, vivía en la interpretación magistral de Doña Juana «La Loca» que asombra por su realismo, la intensa tragedia del personaje histórico; a Fernando Rey, primera figura de nuestro cine, encarnar acertadamente el papel de Felipe «El Hermoso»; a Sara Montiel tan llena de belleza y flexible desenvolvimiento; a Jorge Mistral, Jesús Tordesillas, Manuel Luna, Juan Espantaleón y otras destacadas figuras de nuestra pantalla, rayando a gran altura su cometido. El fondo musical del maestro Quintero, ilumina impecable las múltiples escenas de profunda emoción que cala el ánimo del espectador, hasta el final de la película, reflejo viviente del cuadro de Pradilla que supo inmortalizar en el lienzo la pálida llanura, donde, al frente de un cortejo sepulcral azotado por el viento, la reina loca, vive tan solo para custodia desesperada de los despojos de quien fue su gran amor. Torre, 5 de febrero de 1949
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Fuenteovejuna España, 1947 Alhambra Films/CEA Programa simple 8 x 13 cm La empresa de este salón continúa superándose. El jueves vimos dos magníficas películas El rey de la jungla, película instructiva de cacerías por la India y Península Malaca y la versión cinematográfica de la inmortal obra de Lope de Vega Fuenteovejuna. Está el guión bien ajustado a la obra del Fénix de los Ingenios y las escenas tienen un ritmo ameno y dramático en los momentos cumbres. La interpretación de Amparito Rivelles es magnífica, así como la de Manuel Luna en su encarnación de comendador y tirano del pueblecito que lleva por nombre la cinta. El mejor trozo de la cinta, a nuestro concepto, la irrupción de Laurencia en la reunión del Concejo y el encuentro de Frondoso −encarnado por Fernando Rey− frente al Comendador defendiendo a su amada del ultraje del noble. Hace pasar una velada agradable y la emoción llega al ánimo del espectador. Torre, 4 del 12 de 1948 Agustina de Aragón España, 1950 Cifesa Programa simple 11,5 x 15,5 cm Alba de América España, 1951 Cifesa Programa díptico 11,5 x 20,5 cm
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Algunas extranjeras todavía no han llegado a nosotros, como El diario de un cura de aldea, dirigida por Robert Bresson y que viene precedida con fama de extraordinaria calidad cinematográfica, a juzgar por los premios obtenidos en certámenes internacionales. Otras han sido prohibidas o mutiladas por la censura como Don Camilo y El fugitivo. Como es de esperar, España también está presente en este aspecto. Así podemos citar como películas nuestras de «curas» a Balarrasa, que abrió la marcha: La mies es mucha, Misión blanca, Cerca del cielo, Cerca de la ciudad, La fe y alguna otra. Por estas cintas desfilan sacerdotes arrancados de toda condición y situación, desde el que cuelga los hábitos el Le Defroque; pasando por el extraviado que nunca pierde la fe y termina en el martirio que lo redime, como El fugitivo; hasta los héroes y santos, como en Monsieur Vicent, Almas en lucha y Un hombre de leyenda. Y es justo señalar que, generalmente, los sacerdotes son tratados con dignidad y nobleza, rindiendo a veces un cálido homenaje a su vida de entrega y a su misión benéfica. La fiel infantería España, 1960 Ágata Films S.A. Programa simple 8 x 12, 3 cm Nube de sangre USA. 1950 The Samuel Goldwyn Company Programa simple 8,5 x 12, 7 cm Jano El sacerdote, personaje de cine La proyección de Nube de Sangre en nuestra localidad, en que aparece un personaje clerical, hace oportuno tratar este asunto. Parece que ningún personaje sea menos llamado a aparecer en la pantalla que el sacerdote. Sólo
verle debía ya molestar a los espectadores ávidos (según creeríamos) de temas ligeros, desenvueltos. Y sin embargo sucede lo contrario. Es ya muy larga la lista de cintas en las que se asigna a los sacerdotes un papel muy destacado. Con frecuencia es él la figura central. Y es también notoria la tremenda aceptación que tienen por parte del público. Recordemos a Siguiendo mi camino que fue la primera que vimos y en la que se nos cuentan las andanzas de un cura anciano y su joven coadjutor. Película discutida, bien hecha, interpretada por primeras figuras, que el público vio complacido e interesado y que triunfó. Siguió luego Las llaves del reino, con Gregory Peck, que alcanzó igual discusión y éxito. Y luego Yo confieso, americana; Creo en Dios, mejicana; Forja de hombres con Spencer Tracy; La ciudad de los muchachos; El Padre Pitillo y otras muchas, que constituyen un dossier muy considerable.
Más interesante aún es destacar esta preferencia por el sacerdote protagonista por parte de los productores cinematográficos. Lo cual demuestra que ellos, muy conocedores de los gustos del público, están seguros del éxito de tales películas. Y realmente no se equivocan, pues con frecuencia son para ellas los mejores elogios y beneficios económicos. Seguramente los lectores recordarán ahora Yo confieso, y asegurarán que les gustó muchísimo y que les llegó a causar sensación en el alma ver morir a un sacerdote por callar lo que oyó en confesión. En total que en estos tiempos, aparentemente tan frívolos, el sacerdote lejos de ser olvidado y despreciado, es pedido y aplaudido por los mismos públicos. Y esto es todas las naciones. Watson, Torre, 30 de julio de 1955
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La Fe España, 1947 Suevia Films-Cesáreo González; Cesáreo González Producciones Cinematográficas Programa simple 9 x 13 cm En la pantalla de Montecarlo se proyectó la pasada semana La Fe, cinta nacional premiada, que ha suscitado vivos comentarios para todos los gustos, algunos de ellos, fruto de mentalidades regularmente obtusas. Como católicos hemos de salir al paso en estas columnas, de algunos de estos juicios emitidos, no solamente por personas de dudoso pensar, sino incluso por otras de reconocido prestigio piadoso, para afirmar de una manera rotunda, que La Fe, es una película inmoral y despreciable en todo su contenido. No pensamos abundar en la crítica de la película; su acertada dirección, magnífica labor de los intérpretes, así como fotografía y general realización, con ser digna de alabanza y mérito, no puede compensarnos del deplorable atentado que sufre la moral cristiana, a través de su argumento. Quizá seamos incapaces para juzgar contra corriente, pero francamente no acertamos a imaginar cómo se ha podido galardonar una cinta en que dentro de un descarnado argumento de innecesario atrevimiento, desfilan escenas de durísimo realismo y de refinada maldad, conducidas con un refinamiento y delicadeza que admiran por su «facilidad». Y no comentemos determinadas escenas francamente borrascosas y −lo más reprobable− la paradójica flaqueza del
protagonista Ministro del Señor a quien faltan las luces y la fe en algún instante, ante la embestida absurda de unas ideas filosóficas, fácilmente rebatibles, no sólo por un sacerdote naturalmente saturado de las enseñanzas de los santos Padres, sino de cualquier persona con escasos conocimientos sobre la materia.
en todos los países la película Juana de Arco. Dieron, en Nueva York, un banquete al productor Walter Wagner y le ofrecieron un diploma de honor por haber demostrado que una película altamente espiritual puede alcanzar un rotundo triunfo popular y es un triunfo para la industria y el comercio cinematográfico.
Nuestra Madre la Iglesia, con acertadísima condena, ha puesto punto final a todo comentario sobre la película La Fe que por carecer de esta virtud debió ser purificada en el fuego.
Juana de Arco, en la historia del cine, es el principio de una fecunda producción religiosa. Figura en las antologías como la última obra de Víctor Fleming, la más genial creación de la Bergman, el máximo acierto de Hollywood, la suma perfección de ambiente histórico y la más completa cinta cristiana. Además ha servido para poner frente a frente los criterios comunista ateo y el cristiano. Las células comunistas y las sectas masónicas organizaron una campaña difamatoria de la cinta, que, iniciada en Hollywood, donde se pretendió que no obtuviera la aprobación de la Academia de Ciencia y Artes, llegó hasta manifestaciones públicas, como en Broadway. Pero a pesar de todo, la cinta va acompañada del triunfo más rotundo y del aplauso de las multitudes.
Torre, 23 de octubre de 1948 Juana de Arco USA. 1948 RKO Programa simple 8,8 x 13,5 cm La actividad de los Christophers Los Christophers son los representantes del movimiento católico cerca del cine, fundados por un sacerdote de Nueva York: el P. James Keller, que ha impuesto como regla «traer a Cristo, como San Cristóbal lo hizo, a la industria cinematográfica». El crítico William H. Mooring, en un reciente escrito cita, entre las estrellas que acuden a los retiros espirituales del P. Keller, las figuras de primera magnitud Loreta Young, Rosalind Russell, Joan Leslie, Irene Dunne y Jeanne Crain. También acuden Bob Hope y Bing Crosby. Este es el simpático animador con el P. Peyton de las emisiones semanales del Santo Rosario. El triunfo rotundo de Juana de Arco Los Christophers han contribuido con su propaganda al éxito rotundo que ha alcanzado
F.J.T. (Francisco Juan Torrent) Torre, 24 de diciembre de 1949 Anuncio de Juana de Arco y Festival en México. Torre, 24 de diciembre de 1949
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Cerca del cielo España, 1951 Columbus Films Programa simple 9 x 12,5 cm Balarrasa España, 1951 Aspa Producciones Cinematográficas Programa díptico 20,5 x 11,5 cm Película española, producida por Aspa, presentada por Cifesa, dirigida por J. de Nieves Conde; argumento y guión de Vicente Escrivá e interpretada por Fernando Fernán Gómez, Mª Rosa Salgado, Dina Sveny y Luis Prendes. A las puertas de la muerte, un misionero español en Alaska recuerda algunos momentos de su vida; escenas del frente y sus actividades, siendo ya seminarista, para hacer volver a su familia hacia el buen camino. Toda la película rezuma valores humanos que rectamente guiados sirven de ejemplo y enseñanza moral. No es un cine ñoño y monjil, antes por el contrario, tiene la auténtica nota de virilidad que inspira el recto obrar del catolicismo consciente. Mas con ser muy importantes estos méritos, no son únicos, ya que por sus valores artísticos se hace interesante al espectador indiferente. Hemos visto pocas películas, sobre todo en los últimos años, que tuvieran tan bien dosificados la comicidad, el dramatismo y la expresión de otros valores humanos. Es un acierto indiscutible el guión del inspirado escritor valenciano Vicente Escrivá, que viene a realzarlo la sencillez de su desarrollo, armonizada con la grandiosidad oportuna en los momentos solemnes. Colaboran al éxito de una acertada dirección, su buena fotografía y la interpretación excelente, en especial de Fernán Gómez. Una escena del frente y la frivolidad de la familia del protagonista han hecho que las censuras católicas no la consideren apropiada para niños, pero en cambio sí apta y recomendable para los demás sectores del público. J. C. (Justo Caro), Torre, 17 de febrero de 1951
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Sor Intrépida España, 1952 Aspa Programa simple 8,5 x 13,5 cm Marcelino, pan y vino España, 1954 Falco Film / Chamartín Programa simple 9 x 14,8 cm La canción de Bernadette USA. 1943 20th Century Fox Programa simple 9,5 x 13,8 cm Soligó
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El milagro de Fátima Portugal, 1943 Filmes portugueses Cesar de SA Programa simple 8,8 x 13,5 cm Con la amabilidad que caracteriza a la empresa del Montecarlo, fuimos invitados a presenciar en privado el rodaje de la película El Milagro de Fátima que durante la próxima semana se proyectará para el público. Afirmamos, en primer lugar, que la película cautiva, desde el principio hasta el final, la atención del espectador sin que decaiga por un momento la emoción que producen sus escenas magníficamente llevadas a la pantalla. Pueden decir los portugueses, sin jactancia de ningún género del tecnicismo que precisa el cine. El guión −muy humano y muy cristiano− lleva la realidad ajustada a los hechos del doble milagro que más influencia ejerce en la veracidad de las apariciones de la Virgen en la Cova d’Iria, en Fátima. Moralmente, tanto el guionista como los realizadores, no han tenido ni el menor desliz que pudiera deslucir la grandiosidad de los hechos milagrosos. La cámara fotográfica y el maquillaje alcanzan casi la perfección técnica, los intérpretes hacen desenvolver las escenas con naturalidad prodigiosa y unción cristiana y el protagonista hizo suya la psicología del personaje, sin por un momento se le vea decaer en el difícil cometido que el guión le asigna. Para los católicos españoles que tan arraigado llevamos en el alma el sentimiento mariano, nos hace gozar esta cinta de blancura sin tacha que nos presenta en la pantalla una gloriosa jornada de Fátima. El público en general reconoce la emotividad y la perfección de los portugueses en esta superproducción suya de El Milagro de Fátima. Torre, 24 de diciembre de 1949 El mensaje de Fátima USA. 1952 Warner Bros. Programa simple troquelado 9 x 16 cm
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El cardenal Italia, 1945 Vi.Va Film Programa simple 8,5 x 13,3 cm Invitados por la empresa de este salón hemos asistido esta semana a la proyección en privado de la película El Cardenal. En la misma hemos visto a Fosco Giachetti genial protagonista de Sin novedad en el Alcázar y Montecristo imprimir el sello inconfundible de su personalidad artística dando vida al cardenal, Juan de Médicis, antes de ascender al trono pontificio. El argumento basado en la obra de J. Parker, que ya nuestro Linares Rivas llevó al teatro español en el drama del mismo nombre, por desarrollarse en la Roma de aquella época y fundamentar su argumento en un hecho irreal de escabrosa naturaleza nos obliga a admitir la cinta con no poca prevención. Acertada la dirección artística y fotográfica, discreta la actuación de los intérpretes y muy ajustado al guión ampliado del teatro. Torre, 25 de septiembre de 1948 Antonio de Padua Italia, 1951 Oro Film Programa simple 8,5 x 13 cm
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LA CENSURA El control sobre el cine se ha ejercido de diferentes maneras desde sus orígenes en todos los países, con mayor o menor rigidez, según su régimen político y en virtud de la moralidad, la decencia y el orden público recurriendo a las justificaciones más peregrinas y con frecuencia como medio de adoctrinamiento. En Estados Unidos la presión de algunos grupos conservadores creó el llamado Código Hays para la regulación de la moral y las buenas costumbres en 1927 pero no se aplicó de forma estricta hasta 1934. El código, con una serie de normas muy restrictivas, determinaba los temas que se podían abordar en las producciones americanas y los que no. La práctica hizo que los productores consultaran la oportunidad de iniciar cualquier rodaje que consideraran que pudiera ser conflictivo, o incluso que se sometiera el guión a examen para evitar que se negara el visado de aprobación. El código, elaborado por el líder del partido republicano William H. Hays, constituyó un sistema de censura hasta 1967 para dar lugar a un nuevo sistema de clasificación por edades. En España los mecanismos de la censura específica para el cine se establecieron en 1912 durante el reinado de Alfonso XIII. Ya en enero de
Callejón sin salida USA. 1947 Columbia Programa troquelado 16 x 13 cm Barba
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aquel año la fiebre por salvaguardar la moralidad pública tuvo su propia campaña en la prensa valenciana que cargó las tintas contra la programación cinematográfica acusando a los cines de corruptores a medida que crecía su aceptación entre las clases populares161: “También ellos, los simpáticos cines, encanto de las almas ingenuas, de los soñadores, de los niños, se han convertido en escuela de corrupción. Con las hermosas vistas de paisajes y costumbres alternan melodramas espeluznantes, groserías, payasadas y novelones patibularios; pronto los invadirá la pornografía descocada. Ya no es posible llevar a los niños a ese recreo sin enterarse antes concienzudamente del programa”
Prestigiosas instituciones de la ciudad mostraron su preocupación contra aquella laxitud moral como la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Valencia, cuya comisión permanente de moralidad pública decidió visitar al Gobernador Civil para hacerle ver los peligros que entrañaban para la honestidad ciudadana el funcionamiento de cines como el Salón Novedades y el Palacio de Cristal y otros centros afines162. Gobernadores civiles y alcaldes fueron adquiriendo la capacidad para actuar contra los supuestos excesos de los cines aunque la censura se llevó a la práctica por primera vez por el Gobernador Civil de Barcelona, Rafael Andrade el 19 de octubre de 1913 al considerar que debían perseguirse y prohibirse: “las cintas pornográficas, las que representen crímenes, suicidios, adulterios, amoríos vehementes, robos, aquellas en que se dé malos tratos a los niños, etc…”
La primera comisión de censura la componían un sacerdote y una dama catequista y en los años veinte amplió su campo de acción, no se limitó sólo a las películas y a sus contenidos sino a la misma organización de la salas de cine introduciendo en los cines de Madrid una separación por sexos163. Durante la Segunda República se mantuvo en vigor una Real Orden de 12 de abril de 1930 por la que la Dirección General de Seguridad asumía las competencias para analizar todas las obras que se exhibían, pero ante las protestas catalanas porque la mayor parte de las compañías distribuidoras se hallaban en la Ciudad Condal y la Dirección General en Madrid, el Gobierno optó por atomizar estas competencias y entregárselas a los gobiernos civiles. La censura en el periodo republicano no fue diferente a la de otros países occidentales y se ejerció en defensa de la moral tradicional, la buena imagen de los países, para evitar subvertir el orden público y ocultar desnudeces, situaciones escabrosas o representaciones del sexo. En plena Guerra Civil, en marzo de 1937 se crearon en la España dominada por Franco los primeros gabinetes de censura cinematográfica en Sevilla y La Coruña, y en noviembre nacía la Junta Superior de Censura Cinematográfica, cuyos fallos se declaraban inapelables con la consiguiente indefensión de los afectados, además asumió también la tarea de conservar, durante un plazo de dos años, los fragmentos de película suprimidos. Una serie de órdenes legislativas promulgadas a medida que se consolidaba el avance del 161 Hemeroteca Municipal de Valencia, FEBRERO, Nuño, El Mercantil Valenciano, 3 de enero de 1912, p. 1. 162 Archivo digital de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Valencia. Colección, 1912. http:// hdl.handle.net/10251/26733 163 ÁLVAREZ LOBATO, Pablo y ÁLVAREZ SAN MIGUEL, Carlos “La censura cinematográfica en España”. Sexualidad, psiquiatría y cine. Barcelona, 2010, pp. 46-47.
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No más mujeres USA. 1935 MGM Programa simple 8,5 x 12,5 cm En el programa no se refleja el nombre de sus tres protagonistas, Joan Crawford, Franchot Tone y Robert Montgomery, por haber sido vetados por la censura, ya que mostraron sus simpatías por la España republicana. La ciudad siniestra USA. 1935 Warner Bros. Programa simple 9 x 13,5 cm En este programa falta la cita a James Cagney por idénticos motivos a los expresados arriba.
bando sublevado irían trazando las directrices que afectaron tanto al control de las películas como a los programas de mano. El 2 de noviembre de 1938 uno de los preámbulos de la orden para el perfeccionamiento técnico de la censura en la que se aplicó Serrano Súñer, revelaba el objetivo de la censura en el medio cinematográfico y la necesidad del Estado por controlarlo. “Siendo innegable la gran influencia que el cinematógrafo tiene en la difusión del pensamiento y en la educación de las masas, es indispensable que el Estado vigile en todos los órdenes en que haya riesgo de que se desvíe de su misión“
La Iglesia condenó al medio cinematográfico y un moderado, crítico con las actividades del régimen y que intentó reconciliar al pueblo dividido tras la guerra, como el Obispo de Pamplona Marcelino Olaechea, posterior Arzobispo de Valencia y visitante ocasional en Torrent, en 1939 escribió164: “Son los cines tan grandes destructores de la virilidad moral de los pueblos, que no dudamos que sería un gran bien para la humanidad el que se incendiaran todos… En tanto llegue ese fuego bienhechor, feliz el pueblo a cuya entrada rece con verdad un cartel que diga: «Aquí no hay cine»”.
Durante el franquismo la censura alcanzó su máximo grado de paroxismo y se inmiscuyó en todo lo relacionado con el cine. Centrándonos particularmente en los programas de mano se produjeron situaciones de lo más estrambóticas. Películas que se habían estrenado antes de la guerra con un título determinado, y así se había reflejado en su programa de mano original, en el reestreno posterior a la contienda variaron su nombre. El título 164 Citado por ÁLVAREZ LOBATO, Pablo y ÁLVAREZ SAN MIGUEL, Carlos, op. cit., pp. 49-50.
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Picnic USA. 1955 Columbia Programa simple 11 x 14 y 11,5 x 15,5 cm La dama de Trinidad USA. 1952 Columbia. Programa simple 11 x 15 cm Jano Muere una mujer España, 1964 Moncayo Films Programa simple 10,5x16cm Viciano
de Rebelión a bordo fue sustituido por La tragedia de la Bounty porque “rebelión” tenía connotaciones subversivas. En esta línea, la Jefatura de Prensa emitió una circular el 2 de abril de 1940 mediante la que se prohibía citar por sus nombres en los carteles anunciadores, en los repartos de las películas y en las críticas de prensa, a determinados actores desafectos a la “España victoriosa” que se habían descolgado con declaraciones de apoyo o simpatía por el bando republicano: James Cagney, Charles Chaplin, Bette Davis, Douglas Fairbanks Jr., Eddie Cantor, Joan Crawford, Franchot Tone, Robert Montgomery y Bing Crosby. Uno de los ejemplos más chirriantes se dio con la película No más mujeres en la que los tres protagonistas estaban vetados: Joan Crawford,
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Franchot Tone y Robert Montgomery. En su prospecto aparece el título del film sin el nombre de los actores y con la leyenda: “la película de las tres estrellas”; no dejaba de ser un poco ridículo. Otra forma de control era la presentación del programa de mano en la comandancia de la Guardia Civil para autorizar su distribución, éste quedaba refrendado con el sello y firma de la autoridad. También era frecuente al acabar la guerra leer en el reverso del programa los obligatorios vítores de ¡Arriba España! y ¡Viva Franco!, bien destacados. Los programas de cine fueron retocados elevando escotes y alargando faldas. La falda no podía estar por encima de la rodilla y el escote no debía dejar ver el canalillo. En la española Muere una mujer, Mabel Karr lucía un generoso busto en el programa de mano, éste fue retirado y se repartió otro en el que se tapaba con las plumas de su pon pon. La lasciva Rita Haywort vestía con un escote palabra de honor en el programa original de La dama de Trinidad pero algún censor local, cada ciudad tenía su aprendiz, le colocó un jersey negro encima para que la actriz no se enfriara. En menor medida se censuró el cuerpo masculino. En la película de Joshua Logan, Picnic, en su primer lanzamiento William Holden lucía el torso desnudo y a sus pies Kim Novak, en una actitud suplicante, lucía un amplio escote. El programa se cambió por otro en el cual la pareja, encorsetada hasta el lóbulo, se abraza en una aptitud más edulcorada. Hubo películas que se prohibieron cuando ya se había editado su programa de mano, es el caso de Sinistra Obsesión una interesante cinta de cine negro sin ningún elemento aparente para ser censurada salvo que su director Jules Dassin pertenecía al partido comunista. En Torrent, para cumplir con las normas de calificación moral de espectáculos aprobadas por la Comisión Episcopal de Ortodoxia y Moralidad, la Voz de la Parroquia semanalmente calificaba con diferente puntuación, de 1 a 4, el contenido de todas las películas que se estrenaban en la ciudad en la sección “¿Puedo ir al cine?” 1 y 2 eran películas siempre morales, sin reservas; 3 y 3R (R significaba “con reparos”) las películas no inmorales y 4 eran obras que atentaban contra el dogma, la moral o contra ambos, rechazables incluso para los adultos. La tabla de calificaciones establecía las siguientes edades: 1. Niños: hasta catorce años. 2. Jóvenes: de catorce años cumplidos hasta veintiuno. 3. Mayores: de veintiún años cumplidos en adelante. 3R. Mayores con reparos: la misma edad anterior, pero con “sólida” formación moral. 4. Rechazable: gravemente peligrosa para todos. Callejón sin salida de Bogart, estrenada en el Cervantes, se calificó con un 3 por la ligereza de algunas de sus frases. No estamos casados con matrimonios que no eran tales se ganó la calificación de 3R y la turbulenta Niágara y el lío de ex amantes Educando a papá se llevaban un 4, como las clásicas Arroz amargo y Duelo al sol donde se sugerían sendas violaciones, o la controvertida Gilda con su aureola de insinuaciones. Ni la película de Bárbara Stanwyck La estrella del Variedades, estrenada en el Montecarlo, se libró de un coscorrón por su “deficiencia moral” ni la estupenda Ulises de Kirk Douglas capeó el recelo de la misma crítica local con su particular manera de juzgar y minusvalorar las creencias de los pueblos antiguos.
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Calificación moral de las películas en La voz de la parroquia, abril de 1956. Archivo Parroquial de la Asunción de Torrent.
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Las mujeres de Acción Católica asumieron con celo el papel por preservar la moralidad pública en Torrent y trabajaban incansables en su cometido. Siempre que se terciaba suprimían espectáculos, denunciaban actividades “ofensivas” y alertaban sobre la dudosa moralidad de algunas películas. En el cancel de la parroquia de la Asunción colocaron una pizarra con la programación de cine que contenía la clasificación de cada una de las películas exhibidas en las salas de la ciudad de acuerdo con la publicación eclesiástica y se mostraban confiadas en que estas medidas influirían al menos en los jóvenes de Acción Católica para abstenerse de ver determinados títulos. Al final del curso 1942-43, realizaban el siguiente balance165: “Seguimos publicando en la pizarra del templo parroquial la clasificación de las películas y, aunque no en gran escala, se observan algunas abstenciones. Confiamos en que el sentido de la dignidad se imponga, y lleguemos hasta hacer el vacío cuando las proyecciones sean inmorales.”
La censura generó cantidad de equívocos e interminables anécdotas y tuvieron lugar algunos actos violentos. En 1947 Gilda levantó las iras del clero y provocó atentados falangistas. Conocedor el público de la rigidez de la censura y reprimida su natural necesidad de ver las cosas como eran, empezó a imaginar situaciones extraordinarias: se decía que, en la versión original, Rita Hayworth se quitaba, efectivamente, el guante, pero que eso era sólo el aperitivo porque acababa desnudándose del todo. En Torrent algún muchacho 165 Citado por BESÓ ROS, Adrià, op. cit. p. 216.
Gilda USA. 1946 Columbia Programa simple 9 x 13,5 cm
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también creía que en la película Salomé la misma actriz, tan dada al despelote en el imaginario popular, durante la famosa danza de los siete velos al ir despojándose de ellos, uno tras otro, al llegar al séptimo se volvía a quedar en cueros. En el clásico de Charlton Heston Cuando ruge la marabunta algunos pensaron que lo que mostraba la versión española como oleadas de hormigas gigantes era, en realidad, una estampida de mujeres sin ropa166. La censura, además de carne y besos, privó en España de ver grandes películas: Ser o no ser de Ernest Lubischt, El gran dictador de Charles Chaplin, Tener y no tener de Howard Hawks o ¿Por quién doblan las campanas? de Sam Wood, junto a otras que no recalaron en nuestros cines hasta la restauración de la democracia.
166 TORRES, Rafael, La vida amorosa en tiempos de Franco. Madrid, 1996, p. 33.
Arroz amargo Italia, 1949 Lux Film Programa simple 11,5 x 15,5 cm Siniestra obsesión USA. 1950 20th Century Fox Programa simple 9 x 14 cm No se estrenó en España.
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Duelo al sol USA. 1946 David O. Selznick 2 Programas simples 8 x 12 cm Jano (programa de fondo amarillo) Niรกgara USA. 1953 20th Century Fox Programa simple 9 x 13,5 Soligรณ
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Ulises Italia, 1954 Dino De Laurentiis Programa simple 10,5 x 15 cm Esta semana pasada hemos tenido la honda satisfacción de presenciar en el Salón Montecarlo, una excelente producción: Ulises. En medio de tanto cine malo, acostumbrados a soportar peliculones birriosos de pésimas calidades, una película como Ulises es una especie de oasis en un desierto. y no es que sea una película ideal. Es sencillamente excelente. Porque tiene sus defectos, ligeros desde luego, pero que la empañan un tanto. Ulises está basada en el célebre argumento de La Odisea, pieza mitológica de la antigüedad, clásica entre las clásicas. Relata las aventuras de un héroe, Ulises, a lo largo de escenas llenas de agilidad, de emoción y de intriga. Con ser muy difícil la selección y concatenación de los diversos pasajes de la obra, excesivos en demasía en el original, el director ha logrado darle vida y veracidad. Quizá sea ésta una de las principales virtudes de la cinta. Antes de contemplarla temíamos que ésta hubiera caído en los defectos en que suelen incidir las de su género: la teatralidad, el acartonamiento, la falsedad. Y no ha sucedido así. Kirk Douglas encarna un papel
humano, lleno de vida, excelente en lo lírico y en lo dramático, sin un bache en su cometido y con momentos de auténtico divismo, como el del paso por la isla de las Sirenas. Tiene personalidad y «dureza» serena, sensata, una dureza que nos satisface y nos llena más, mucho más que la violenta de Burt Lancarter o Víctor Mature, y más artista, desde luego, que éstos y otros asteroides que se llaman de primera magnitud. Bien Silvana Mangano, en una reaparición en la que tiene poco que lucir salvo su extraña belleza y algún que otro momento de dramatismo. Los demás, a la misma altura. Muy bien la fotografía, particularmente en los exteriores, aunque algo oscura en dos o tres escenas. Justo, adecuado el color, que realza, en todo momento, la gran calidad de la película. Y recargados, en demasía, los escenarios y barrocos. Así mismo inadecuados los trajes de algunos personajes, nada en consonancia con la concepción personal que tenemos de la mitología griega. Con respecto al fondo moral diremos que, salvo ligeros defectos de forma, alguna que otra fugaz insinuación, y ciertas frases impías del protagonista, la película, es una exaltación a la fidelidad conyugal, continua por parte de Penélope, la esposa ejemplar, y ligeramente empañada por parte de
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Ulises. Nos causa asombro que los antiguos amantes de la impureza hasta el punto de entronizar y consagrar altares a los dioses de la Inmoralidad y de la Impudititia, tuvieran una estima tan grande, a pesar de la corrupción, de las virtudes matrimoniales. Un ejemplo, que una civilización más culta y más sensata, debiera no olvidar y sentir. En suma, una excelente película que se sigue con creciente interés. Watson, Torre, 17 de marzo de 1956
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n la década de los cincuenta Hollywood se siente amenazado por el éxito de la televisión. Para competir con la pequeña pantalla la Meca del cine revitaliza y refina primitivas técnicas de filmación como el relieve buscando la profundidad, era el primer 3D, para el que resultaba imprescindible proveerse de unas gafas especiales hechas de cartón con una lente roja y otra azul de plexiglás, pero el sistema no convenció y a mediados de 1954 el 3D ya estaba fuera de circulación. No obstante, en Torrent se estrenaron algunos títulos con el curioso sistema; Bwana, el diablo de la selva fue toda una sensación, en el cine Cervantes. Le siguieron Los crímenes del museo de cera, en el Avenida, y Fort Ti, en el cine Montecarlo. La Fox ensayó con otros primitivos sistemas de pantalla panorámica y aprovechó el invento francés de Henri Chrétien, el Anamorphoscope en 1928, rebautizado con el nombre de Cinemascope por la Fox. En este formato se utilizaban unos lentes especiales anamórficos, que podían comprimir una película ancha al formato estándar de 35 milímetros y luego podía descomprimirse al combinar lentes en el proyector. La imagen ancha, proyectada sobre una pantalla extensa, daba una sensación de profundidad suplementaria similar al relieve, junto con la imagen más grande y el sonido estéreo que aportaba el Cinerama. El Cinemascope tenía la ventaja de la novedad combinada con su vena práctica, pues requería sólo unos ajustes mínimos en las salas y en los sistemas de proyección, y podía filmarse con una cámara
Tierra de faraones USA. 1955 Warner Bros. Programa simple 10 x 17 cm Los diez mandamientos USA. 1956 Paramount Programa simple 9, 8 x 13, 5 cm
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estándar de 35 milímetros. Los primeros estrenos empleando el nuevo método de filmación fueron extremadamente populares y la 20th Century Fox produjo títulos inolvidables como La Túnica Sagrada (1953), Cómo casarse con un millonario (1953) y Río sin retorno (1954). El cine Montecarlo parece que ya había incorporado las mejoras técnicas, como asegura Patricio Baviera, cuando proyectó La túnica sagrada, según su programa de mano, en mayo de 1955, e inmediatamente anunció el estreno de Río sin retorno también filmado en Cinemascope. Ahora bien: esto se contradice con la información de un programa de Nochebuena del citado año que sí avisa de la inauguración en este cine del Cinemascope, sobre una espectacular pantalla miracle mirror de ochenta y dos metros cuadrados de superficie, con la producción de aventuras La sirena de las aguas verdes del director John Sturges, rodada en Superscope. El cine Avenida seguiría el ejemplo de su competidor la primavera siguiente. Los temas históricos, sobre todo las historias bíblicas y los relatos ambientados en la Antigüedad se vieron favorecidos por el éxito de La Túnica Sagrada y Howard Hawks realizó su única película en Cinemascope, Tierra de faraones. Otras compañías apostaron por otros sistemas, y así la RKO desarrolló el Superscope; la Paramount experimentó un procedimiento no anamórfico al que denominó VistaVision con el que grabó Los diez mandamientos; la corporación Technicolor usó el Technirama que se aplicó en el rodaje de Horizontes de Grandeza, Los Vikingos, Espartaco, Salomón y la Reina de Saba y Samuel Bronston utilizó en sus superproducciones filmadas en España. Otro sistema de efímero recorrido, el Todd-AO, se caracterizaba por una pantalla ligeramente curva que envolvía al espectador y estiraba su campo de visión. El musical ¡Oklahoma!, no le hizo justicia al nuevo procedimiento pero el fiasco se pudo arreglar con La vuelta al mundo en 80 días. A principios de los años sesenta el Technirama sería reemplazado por el sistema de Panavision de la compañía del mismo nombre y que empezó a desarrollar en 1957 para la MGM.
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Bwana. El diablo de la selva USA. 1952 United Artists Programa simple 11 x 15 cm Los crímenes del museo de cera USA. 1953 Warner Bros. Programa díptico troquelado 11 x 15 cm
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filmar películas en las que pueden mostrar escenas al aire libre, grandes salones o montajes de revistas musicales, pero con un argumento de fondo hasta la fecha son muy pocos los films con que se cuenta, pero ya se están empezando a rodar varios con estos términos. Pero con todo su modernísimo de Cinemascope, tardará todavía años en imponerse totalmente sobre el cine normal, puesto que de éste último son una infinidad las películas que existen y no llegando al centenar las de Cinemascope. Torre, 21 de enero de 1956. PANTALLAS GRANDES Los progresos en el séptimo arte, desde su invención, vemos que van con pasos agigantados. En su «niñez» eran las películas mudas, pasando por las sincronizadas y sonoras, entramos luego en el «relieve» y un peldaño más, el Cinemascope, ¡qué grandeza!, pantallas de catorce o quince metros de largas por siete u ocho de anchas; y lo que es más el sonido estereofónico. El Cinemascope no se debe confundir con el relieve, aunque en general da más sensación de relieve que el cine normal; debido a la pequeña curvatura que se le da a la pantalla, hace que la ilusión óptica del espectador vea una profundidad en la pantalla durante la proyección con efecto de relieve. Este procedimiento permite al espectador el creer estar conviviendo con los actores dentro de la escena. En este nuevo sistema del cine con sus pantallas gigantes, se prestan más que todo para
TAMBIÉN NOSOTROS VAMOS AL CINE Se habla de velocidades supersónicas de los aviones y de descubrimientos impresionantes en los armamentos. Pero, probablemente, lo que más ha progresado es el cine. Hace unos sesenta años era todavía el rudimentario juguete que ponía en movimiento figuras infantiles, o que filmaba borrosamente la llegada del tren a una estación. Cuando esto último apareció en una blanca pantalla, con aquella máquina vomitando humo, los escasos espectadores quedaron asombrados. Aquello les parecía prodigioso. Hoy, a la vuelta de pocos años, aquello ha sido tan superado y alcanzó tan vastas proporciones, que el cine está −con frase tremenda del Papa− «lanzando casi su propia impronta a nuestro siglo». Es decir, que con la misma categoría que se le puede llamar el siglo
atómico, así merece el calificativo de «siglo del cine». Y esto, tanto por el progreso técnico alcanzado con su sonoridad, tridimensión y perfección artística, como por las multitudes a las que ha alcanzado y subyugado. En las horas convenientes, las calles son ya ríos que desembocan en las salas de cine. El cine será bueno, o malo; pero como la noche lo invade todo con su soñolienta sombra, o como el sol con la alegría de su luz penetra hasta los últimos rincones, así la luz y la sombra cinematográfica se van adueñando de los hombres. Y su marcha, lejos de aminorarse, crecerá de día en día. Ponerse a gritar contra el cine sería tan pueril y ridículo como echar piedras al sol para que se detenga. Además sería injusto, porque el cine no es malo, aunque puede ser muy malo. El mundo cinematográfico tiene dos sectores, que podríamos apelar con los nombres comerciales de productor y consumidor. El primero está integrado por los escritores, productores, directores artísticos, músicos, operadores, técnicos… Y aunque su número es siempre limitado, forman ya ingentes legiones, que levantan numerosas industriales e incluso verdaderas ciudades. En cuanto a los espectadores, nos van a dar los números la estadística más impresionante de los tiempos modernos. Sus cifras reflejan el fenómeno más asombroso. Durante el año 1954 el número de espectadores en todos los países del mundo fue de 12.000 millones. Es decir «tres veces más que habitantes tiene la tierra. Torre, 16 de julio de 1955
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A remolque de Estados Unidos otros países pusieron en práctica sus propios sistemas de visión panorámica. En Japón fue el Toeiscope, Suecia el Agascope, Gran Bretaña el Camerascope o Italia el Totalscope, por citar unos ejemplos. En España Ignacio Ferrés Iquino, productor y realizador de los Estudios IFI del Paralelo de Barcelona, creó el Ifiscope, con las iniciales de su nombre. La primera de sus producciones con dicha modalidad fue El difunto es un vivo, una pésima comedia musical de 1955 en la que intervenían Paco Martínez Soria, Mercedes Monterrey y Mary Santpere. El cine Montecarlo la estrenó el 29 de agosto de 1956.
El difunto es un vivo España, 1955 Ifi Producción Programa simple grande 22,5 x11,7 cm
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Fort Ti USA. 1953 Columbia 2 programas simples 9 x 13,5 cm La túnica sagrada USA. 1953 20th Century Fox Programa simple 9 x 13,5 cm Soligó
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Cómo casarse con un millonario USA. 1953 20th Century Fox Programa simple 9 x 13,5 cm Soligó La sirena de las aguas verdes USA. 1955 RKO Programa simple 8 x 13 cm
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Robin de los bosques USA. 1938 Warner Bros. Programa troquelado 9,3 x 16 cm Simbad el marino USA. 1947 RKO Programa simple 9 x 13,5 cm
EL COLOR: CINE FANTÁSTICO Y CINE DE AVENTURAS El color en el cine ya lo habían experimentado Georges Méliès y la Pathé Frères tiñendo sus cortometrajes a mano o con la técnica del estarcido, a principios de siglo. Entre los años diez y veinte se volvió a la práctica de colorear las películas: sepia o amarillo para las escenas diurnas, azul para la noche y ocasionalmente se utilizaban otros colores si hacía falta como el rojo o el verde. A finales de los años treinta comenzaron a verse masivamente las películas en color con el procedimiento Technicolor de tres bandas o tricrómico y en color se filmaron algunas de las producciones más ambiciosos: Lo que el viento se llevó, El mago de Oz, Robin de los bosques y Blancanieves y los siete enanitos, pero hasta los años cuarenta no empezaron a llegar con regularidad alternando con el mayoritario cine en blanco y negro. En los años cincuenta se consolida la filmación en color, aunque muchos directores se mostraban reacios a ello. Con el color el cine fantástico y de aventuras adquirió un encanto excepcional y si antes entusiasmaba a los más jóvenes porque compartían las andanzas de sus protagonistas, ahora, pequeños y grandes, quedaban prendados ante un universo de mares y paisajes inimaginables, pero tan reales en magníficos cromatismos como la propia realidad. En los años cuarenta y cincuenta se produjeron infinidad de cintas de aventuras en las cuales se han inspirado directores contemporáneos de la talla de Steven Spielberg, George Lucas y algunos otros. Basta recordar Las minas del rey Salomón, Mogambo, Cuando ruge la marabunta −ambientadas en África y vulgarmente conocidas como películas de selva− El halcón y la flecha, El temible burlón y la superproducción de la MGM Los tres mosqueteros, del director George Sidney que se estrenaba el 9 de marzo de 1950 en el cine Avenida.
Simbad el marino. Las leyendas de la Arabia con sus encantos y aventuras de amor que tanto abundan en Las mil una noches han servido de argumento a este delicioso tecnicolor en el que Douglas Fairbanks, galán simpático y calavera, se ajusta como anillo al dedo a su papel de fabuloso inventor de hazañas fantásticas que convierte en realidad. El ambiente oriental, colorido fuerte y atractivo así como la trama interesante y alegre logran una calificación para la cinta muy aceptable. Torre, 26 de febrero de 1949 Programación cine Cervantes. Torre, 11 de diciembre de 1948
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El cisne negro USA. 1942 20th Century Fox Programa simple 8,5 x 13 cm Piratas de Monterrey USA. 1947 Universal Programa simple 15,5 x 10, 8 cm Tulla La malograda María Montez, Reina del tecnicolor, fue una habitual en los géneros de aventuras y se prodigaba sobre todo en las fantasías orientales como Las mil y una noches o Alí babá y los 40 ladrones, en esta última compartió reparto con el español Fortunio Bonanova como jefe de los ladrones.
Del género fantástico destacaron todo un ramillete de ilusiones orientales: Las mil y una noches, reestrenada en el cine Cervantes en abril de 1946, Alí Babá y los cuarenta ladrones, de reestreno también en el Cervantes en enero de 1950, Sherezade, El ladrón de Bagdad, Aladino y la lámpara maravillosa, El libro de la selva y, por otra parte, las aventuras marinas y de piratas como El cisne negro, que la ofrecía el cine Avenida en octubre de 1948, La isla de los corsarios y El mundo en sus manos. Este género, habitual en las carteleras de nuestra ciudad, era toda una lección de ciencias naturales para el público infantil que, maravillado, exploraba la jungla, navegaba por aguas infinitas y se familiarizaba con los misteriosos sonidos de la selva, a veces de papel y corcho, y sus peligrosas criaturas adentrándose en la literatura de Rudyard Kipling del que en Torrent muy pocos sabían de su obra. Las películas de aventuras y las fantasías orientales −marca de la London Films del húgaro Alexander Korda−, con sus estridentes colores y su endeble rigor histórico conseguían que las horas transcurriesen deprisa y la imaginación planeara sobre lugares lejanos en el espacio y el tiempo.
En el cine Cervantes hemos visto esta película de la Universal. Se trata de un tecnicolor subido de tono con alguna fotografía aceptable, de los que van sumándose sin pena ni gloria al cortejo de su clase. En él nos sorprende María Montez, menos «agresiva» que en otras películas en un asunto compartido con Rod Cameron, que por carecer de pretensiones entretiene al espectador el tiempo que dura la proyección. Torre, 5 de febrero de 1949 Scherazade USA. 1947 Universal Programa simple 10,7 x 15,5 cm Tulla
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Las mil y una noches USA. 1942 Universal Programa simple grande 14,5 x 20 cm Alí Babá y los cuarenta ladrones USA. 1944 Universal Programa simple grande 13,5 x 21,5 cm Los tres mosqueteros USA. 1948 MGM Programa simple grande 14 x 20 cm En el cine Avenida nos ofrecen esta nueva versión, trepidante y bonita, de la obra de Dumas. El tecnicolor presta nueva belleza, a la agilidad y destreza de los espadachines en los momentos cruciales de la producción. Y junto a ellos, D’Artagnan dinámico y fuerte y un Planchet lleno de ocurrencias y chistes, cabe destacar la belleza rubia de Lana Turner. Cinta de largo metraje que se hace ligera porque el tema está tratado de forma movible y simpática, ayudando a esta buena acogida, su bello tecnicolor. Torre, 11 de marzo de 1950
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El ladrón de Bagdad GB. 1940 London Films Alexander Korda Programa simple 8,5 x 12,5 cm El libro de la selva USA. 1942 Alexander Korda Films Programa simple 9 x 14,3 cm Las minas del rey Salomón USA. 1950 MGM Programa díptico 11,5 x 12,5 cm
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El mundo en sus manos USA. 1952 Universal Programa simple 8,5 x 13 cm Mogambo USA. 1953 MGM Programa simple 8 x 13 cm ¡Hatari! USA. 1961 Paramount Programa simple 10 x 14 cm Mac
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EL CINE DE CIENCIA-FICCIÓN
La ciencia-ficción hunde sus raíces en la prehistoria del cine. En 1902 Georges Méliès, realizador y productor de filmes fantásticos, en los que juega con profusión con toda clase de trucos, lanza su Viaje a la luna alumbrando el origen del género y durante el periodo mudo Frizt Lang dirigió obras excepcionales como Doctor Mabuse (1922), Metrópolis (1926) y La mujer en la luna (1929). En la década de los treinta se filmaron largometrajes de gran acogida como El doctor Frankenstein, El hombre y el monstruo, El hombre invisible, King Kong, Flash Gordon y La vida futura. Los años cuarenta fueron menos prolíficos en aventuras futuristas pero dejaron interesantes producciones: El Doctor Ciclops, Las aventuras del capitán maravillas, Superman, en quince episodios, y algunas secuelas de Frankenstein y El hombre invisible. No obstante, los años cincuenta constituyen la época dorada de la ciencia-ficción y en Torrent se estrenaron sus mejores títulos: Destino a la luna y La guerra de los mundos en el Gran Cinema Avenida, El enigma de otro mundo, Ultimátum a la Tierra, El monstruo de tiempos remotos, Cuando los mundos chocan, 20.000 leguas de viaje submarino, en el Montecarlo y Planeta prohibido en el Liceo. Torre aprovechó el estreno de La guerra de los mundos para lanzar alguna de sus andanadas, esta vez a propósito de nuestras polvorientas calles:167 “Felices Pascuas, queridos lectores y amigos. Un año termina y otro nuevo a la brecha que deseamos feliz en todos los órdenes. Y quiera el cielo que sobre todo tengamos paz; pero paz como Dios manda; que si Él no lo remedia al paso que va el mundo vamos a ver pocos años nuevos. Y sino que lo pregunten al cine Avenida con los inventos que exhibió en la película La guerra de los mundos. Se nos puso la carne de gallina al ver ese aparato barriendo rascacielos. Lástima no tenerlos en nuestra limpieza pública para conseguir barrer las inmundicias y el polvo callejero. Pero eso no tiene importancia; el polvo y el barro forma parte de nuestra existencia. Polvo eres… y polvo hasta en el tuétano mientras vivas en Torrente…”
El género de ciencia-ficción deparó un sinfín de pequeños clásicos de serie B que se han convertido en obras cinematográficas de culto con su batería de mensajes apocalípticos, anticomunistas y con el reflejo de las paranoias humanas. La humanidad en peligro, El increíble hombre menguante, La invasión 167 “Tiros al blanco”, Torre, 25 de diciembre de 1954, p. 4.
La guerra de los mundos USA. 1953 Paramount Programa troquelado 22,5 x 9 cm
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20.000 leguas de viaje submarino USA. 1954 Walt Disney Programa simple 8,5 x 13,3 cm El experimento del Dr. Quatermass Gran Bretaña, 1955 Hammer Films Programa simple 8,5 x 12 cm Japón bajo el terror del monstruo Japón, 1954 Toho Film Programa simple 8,5 x 12,5 cm Mac
de los ladrones de cuerpos o El experimento del doctor Quatermass son algunos de sus títulos más representativos. Con El Monstruo de tiempos remotos se abrió un hueco en nuestros cines la saga de los dinosaurios mutantes por radiaciones atómicas, arrasando todo lo que se les interponía en el camino, y la cienciaficción japonesa, particularmente, se ganó a un público fiel al daikaijü Godzilla con sus aterradoras fauces; los días 15 y 16 de diciembre de 1956 el cine Cervantes estrenaba el clásico del género Japón bajo el terror del monstruo168. El éxito de 2001: Una odisea del espacio y El planeta de los simios, ambas de 1968 con profusión de primates, dieron origen a sus respectivas secuelas. 168 Torre, 15 de diciembre de 1956, p. 3.
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Cohete K-1 USA. 1950 Lippert Pictures Programa simple 8,5 x 13,3 cm Soligó Ultimatum a la Tierra USA. 1951 20th Century Fox Programa simple 9 x 13,5 cm Soligó
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Cuando los mundos chocan USA. 1951 Parmount Programa simple 8,5 x 13,5 cm Jano El enigma de otro mundo USA. 1951 RKO Programa simple 8,5 x 12,5 cm
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Con destino a la luna USA. 1951 United Artists Programa simple 8,5 x 12,7 cm El monstruo de tiempos remotos USA. 1953 Warner Bros. Programa simple 8 x 13,5 cm
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La humanidad en peligro USA. 1954 Warner Bros. Programa simple 8,5 x 12 cm Jano Planeta prohibido USA. 1956 MGM Programa simple 9,5 x 13,7 cm Esc El hombre con rayos X en los ojos USA. 1963 American internacional Programa simple 9 x 14 cm
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El planeta de los simios USA. 1968 20th Century Fox Programa simple 8 x 13 cm 2001, una odisea en el espacio Gran Bretaña, 1968 MGM / Stanley Kubrick Productions Programa simple 9 x 12,7 cm
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EL WESTERN Sin lugar a dudas el western fue el género cinematográfico por excelencia de los años cincuenta. Sus escenas de acción en territorios inhóspitos, las epopeyas protagonizadas por los intrépidos pioneros que atravesaban extensas praderas y, en definitiva, la sencillez de las historias de sus cientos de personajes aguerridos, héroes y villanos, cautivaron al público desde sus comienzos. En 1903 se produjo la que se considera primera película del Oeste, Asalto y robo de un tren, del realizador Edwin S. Porter, a la que seguirían infinidad de películas cortas y seriales a cargo de los primeros cowboys: Bronco Billy, Tom Mix, William S. Hart y Bob Steele. Las cintas eran muy simples y repetían argumentos y estereotipos. En los años veinte mejoran los contenidos del Far West con títulos como La caravana de Oregon de James Cruze y El caballo de hierro de John Ford. Será John Ford en 1939 quien se destaque con la magnífica La diligencia inaugurando el western moderno hasta que en los cincuenta se rueden las obras maestras del Oeste americano con John Wayne a la cabeza de los grandes actores del género. Seguirían sus pasos una aureola de magníficas estrellas: Gary Cooper, James Stewart, Henry Fonda, Ernest Borgnine, Gregory Peck, Robert Mitchum, Walter Brennan, Dean Martin o Burt Lancaster. La figura femenina estuvo relegada a un segundo plano en estas épicas de hombres y no hubo actrices habituales del género, aunque la española Sara Montiel encandiló en la Meca del cine y repitió protagonismo en Veracruz y Yuma para regocijo de nuestros empresarios porque la Saritísima era uno de los mejores reclamos para aumentar la recaudación. Los protagonistas del western tenían gran influencia entre el público joven de Torrent que, entusiasmado con las escenas de persecución y las cabalgadas del Séptimo de Caballería, simulaba el trote de los caballos sobre el entarimado del Liceo para irritación de los acomodadores. Algunos de aquellos alborotadores terminaban en la calle al dejarse arrastrar por la acción de sus personajes favoritos, vaqueros dispuestos a desenfundar sus revólveres por una buena causa, que se pegaban con los malos y luchaban contra los indios salvajes. El chico, como se llamaba vulgarmente al que “llevaba la película”, solía tener un código ético ejemplar por lo que sus influencias no resultaban perniciosas.
El forastero USA. 1940 Samuel Goldwyn Company Programa troquelado 29 x 13 cm
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La diligencia USA. 1939 United Artists Programa troquelado en cartulina 17,7 x 10 cm Programación cine Avenida. Torre, 19 de marzo de 1949 Tierra de audaces USA. 1939 20th Century Fox Programa simple 8,5 x 13 cm Soligó La ley del más fuerte USA. 1932 Sono Art-World Wide Pictures Programa simple, sin título, correspondiente a esta película 8,5 x 13 cm
Mitos del western como Río Rojo, Raíces profundas, Río Bravo, Centauros del desierto, Tambores lejanos, Horizontes de Grandeza, Johnny Guitar... consagrarían a los maestros John Ford, Anthony Mann, Howard Hawks, Nicholas Ray… En los sesenta el western, aunque todavía con algunos títulos memorables, Los siete magníficos y Grupo salvaje, pasó a mejor vida mientras despuntaba el spaghettiwestern con antihéroes sucios, despeinados y que escupían tabaco mascado.
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Winchester 73 USA. 1950 Universal Program simple grande 14 x 21,3 cm Río Bravo USA. 1959 Warner Bros. Programa simple 9,7 x 16,7 cm
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Oro en el desierto USA. 1932 Sono Art-World Wide Pictures Programa simple 8,5 x 13,4 cm Jinetes del desierto USA. 1932 Sono Art-World Wide Pictures Programa simple 8,5 x 13 cm
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Río Rojo USA. 1948 United Artists Programa simple 11 x 15 cm Tambores lejanos USA. 1951 Warner Bros. Programa troquelado 14 x 6,5 cm
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Horizontes lejanos USA. 1952 Universal Programa simple 8,2 x 13 cm Solo ante el peligro USA. 1952 United Artists Programa simple 11 x 14,5 cm Raíces profundas USA. 1953 Paramount Programa simple 8,5 x 12,5 cm Llo/An Al dorso del programa se lee que el director de la película, George Stevens, es el mismo que el de Duelo al sol, pero se trata de un error porque el director de ésta última fue King Vidor.
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Centauros del desierto USA. 1956 Warner Bros. Programa simple 10 x 15 cm Jano En esta película interviene el actor español Antonio Moreno, pionero en el Hollywood del cine mudo, en uno de sus últimos papeles, como don Emilio Figueroa, el terrateniente mejicano. Horizontes de grandeza USA. 1958 MGM Programa simple 10,5 x 14, 5 cm MCP
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El árbol del ahorcado USA. 1959 Warner Bros. Programa simple 15,7 x 10,5 cm El sargento negro USA. 1960 Warner Bros. Programa simple 10 x 17 cm
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El hombre que mató a Liberty Valance USA. 1962 Paramount Programa simple 10,4 x 14,5 cm MCP Los profesionales USA. 1966 Columbia Programa simple 9,8 x 13,8 cm Grupo salvaje USA. 1969 Warner Bros. Programa simple 10 x 13,8 cm MCP
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Historias de la radio España, 1955 Chápalo Films-Suevia Films Programa simple 9 x 13 cm Jano
DEL SAINETE Y EL CUPLÉ AL CINE NEORREALISTA EN ESPAÑA En los años cincuenta el cine español prosigue con la línea oficialista, pero se inicia una lenta decadencia de los géneros que se propugnaban desde la Administración representados por los filmes de cruzada, glorias imperiales y temas confesionales. En cambio la comedia continuará con su senda de éxito y evoluciona hacia la picaresca y el sainete: Historias de la radio (1955), Manolo guardia urbano (1956), Atraco a las tres (1962), y el musical folclórico, apegado a una tradición andalucista, encuentra por otro lado en el cuplé un filón que explotar desde el exitoso estreno de El último cuplé (1957), al que seguirían La violetera (1958) Aquellos tiempos del cuplé (1958) o Y después del cuplé (1959). Entretanto se alumbrarán nuevas tendencias críticas que se desmarcan del cine afecto al régimen influenciadas por la corriente neorrealista italiana y abordarán temas incómodos para los gustos de las autoridades como la inmigración, el desempleo, la prostitución, el desahucio, las desigualdades
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Surcos España, 1951 Atenea Films Programa simple 8,5 x 13,2 cm Esa pareja feliz España, 1951 Altamira Programa simple 8,5 x 12,5 cm Jano El Cristo de los faroles España, 1958 Unión Films Programa díptico 16 x 12 cm Y después del cuplé España, 1959 Hispamer Films Programa díptico 10 x 14 cm
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Bienvenido Mister Marshall fue presentada en 1953 en el festival de Cannes y para promocionar la película se repartieron entre los asistentes sus correspondientes programas de mano en forma de dólar norteamericano causando gran revuelo entre la delegación de los Estados Unidos. Una parte de la delegación española tuvo que presentarse en la gendarmería acusada de falsificación de moneda hasta aclarar que sólo se trataba de una promoción publicitaria de la película. La polémica no sólo quedó ahí. El actor Edward G. Robinson, que formaba parte del jurado, protestó enérgicamente por el plano final de la obra de Berlanga porque cuando se desmantelaban las guirnaldas y los decorados andaluces, con los que los habitantes del castellano pueblo de Villar del Río habían transformado su localidad para recibir a los americanos, aparecía una bandera española y otra estadounidense arrastradas por el agua de una acequia. La escena se consideró ofensiva para el patriotismo yanqui y se suprimió.
sociales y la miseria del país; son los trabajos del tándem Bardem-Berlanga que inauguran la década con la película Esa pareja feliz (1951) y José Antonio Nieves Conde con su películas Surcos (1951), en la que retrata la emigración del campo a la ciudad; ésta fue recibida con reticencias en las esferas del poder como El inquilino (1958), primero prohibida por el Ministerio de Vivienda y autorizada seis años más tarde con importantes cortes y cambios en el desenlace final. La película retrataba las peripecias de una pareja a la que se había desahuciado de su casa. En 1952 José Luis Berlanga realiza su magistral Bienvenido Mister Marshall y Juan Antonio Bardem estrena Cómicos (1954), Muerte de un ciclista (1955) y Calle Mayor (1956). La década, por otro lado, conocerá el auge de un cine negro de impronta nacional que también se desvincula de los géneros comerciales, apoyados por el régimen y que demanda el público.
La VI flota fondeaba frente a la ciudad francesa.
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La chica del río Italia / Francia, 1954 Excelsa Film / Les Films du Centaure / Ponti-De Laurentiis Cinematografica Programa simple 9 x 14 cm
LA LOREN Y LA LOLLO: EL EROTISMO QUE VINO DE ITALIA Sofía Loren llegó por primera vez a España, el 5 de febrero de 1956, para conocer el país y al equipo técnico de Stanley Kramer con quien iba a rodar Orgullo y Pasión, un drama bélico ambientado en la Guerra de Independencia de 1808, en el que compartiría reparto con Gary Grant y Frank Sinatra. El revuelo que se produjo en Barajas durante su recibimiento afinó las plumas de la crítica cuestionando su talento y el semanario Torre, que no podía ser menos, se despachó a gusto contra la vacuidad de su legión de admiradores y contra la propia musa del cine italiano en la que veía solamente “un físico muy agraciado” y sin altura frente a las grandes estrellas. La irrupción en nuestras pantallas de un cine curvilíneo representado por Sofía Loren y Gina Lollobrigida despertó el interés por la cinematografía italiana de más de un espectador seducido por sus esplendorosas exhuberancias, tan poco frecuentes en los cercenados cincuenta.
Sofía Loren en España. Nuestro analfabetismo cinematográfico La noticia no es fresca. La célebre actriz nos visitó hará pronto dos meses. Pero como dos meses, tratándose de acontecimiento tan importante e inaudito son algo veloz en la medida del tiempo, nos da la impresión de que es oportuno hablar de su viaje a España. La noticia no es reciente pero es actual. La trajeron todas las revistas y todos los periódicos. Se conoció en los rincones de la Península. Fue la comidilla de chicos y grandes, durante unos días, y el tema obligado durante semanas y semanas de muchas peñas sociales. La cosa empezó en el Aeropuerto de Barajas, cuando llegó procedente de Roma, en un avión de la TWA.
El recibimiento fue, poco más, poco menos, así: Una masa informe de personas de todos los sexos y edades invadió el campo de aterrizaje. A su paso arrollador e impetuoso todo quedaba devastado. Se dijera que avanzaba la marabunta. Del avión italiano fueron descendiendo viajeros. La última en bajar fue Sofía Loren. Vestía un traje de punto color verde y un abrigo «mouton» color miel; altura, 1’70; boca grande como para ser explotada en publicidad de dentífrico. Al aparecer en la escalerilla saludó simpática y expresiva. La multitud empezó a vitorear, vociferando. Sofía estaba evidentemente satisfecha. Su primer contacto con el público español no podía ser más satisfactorio. Luego, vino el paso victorioso y triunfal a través
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La mujer más guapa del mundo Italia / Francia, 1955 G.E.S.I. Cinematografica / Sédif Productions Programa simple 8, 8 x 13, 5 cm Jano
de aquella masa humana, esclava, idólatra de su persona. Y después las fotografías y la entrevista con los periodistas. Y aquí es donde se desarrolló un espectáculo sin precedentes. Ni la batalla de los Campos Cataláunicos. Ni el Barranco del Lobo. Ni Troya. El bar quedó destrozado. Las mesas y las sillas, arrinconadas en siniestro montón. Una cámara de tomavistas, de los equipos de Stanley Kramer, quedó hecha añicos. La sonrisa de Sofía se trocó de simpática en algo parecido en una mueca. Perdió después el color. Una expresión de horror fue dibujándose en su asombrado rostro. Y acabó gritando. Por la prensa supimos, sucesivamente, las interminables ruedas de prensa a que estuvo sometida, las fabulosas fiestas que organizaron en su honor, el homenaje unánime de la «crem» madrileña, el recibimiento triunfal en Barcelona, su estancia en la finca de Luis Miguel Dominguín en Cuenca… Y nos preguntamos: ¿Pero quién será esta Sofía Loren que despierta tanta atención? ¿Acaso una Greta Garbo? ¿Un Charles Chaplin? Sabemos que es una artista de cine pero ¿tan única como para que se le tributen recibimientos únicos? No, amigos. Sofía Loren es una linda muchacha italiana, de veinte años, con un físico muy agraciado, intérprete de unas doce películas. Y, nada más. De formación corta. De cultura, floja. De inteligencia, mediocre. Sus películas lo atestiguan. No tiene sensibilidad ni estilo. Su personalidad no es brillante. Los críticos, excepto en sus encantos personales, son parcos en alabarla. Y nosotros seguimos preguntando; si las masas, que están formadas por individuos, tratan de ésta manera apoteósica a una persona, como la
Loren, sin merecimientos por su parte, ¿cuál será el motivo de ésta reacción masiva? Indudablemente que hay muchos y todos verdaderos, pero nosotros queremos insistir en uno; en la deplorable e ínfima formación cinematográfica de nuestro pueblo. La gente no da valor al arte. Y si a lo facilón y burdo. Paquita Rico, Lola Flores o Juanita Reina, atraen a más gentes que Ingrid Bergman o Jeniffer Jones. Y se celebran más la payasadas ridículas de Luis Mariano o la voz de Antonio Molina que el arte hondo y auténtico de Gary Cooper o Richard Widmark. Bien está que se busque el pasatiempo cinematográfico pero que ésta distracción lleve, al menos, un atisbo elemental de arte. Bien está que nos interesemos por Esa voz es una mina, pero no al punto de despreciar y dejar de contemplar Marty o La rosa tatuada, cuyos protagonistas, respectivamente, Borgine y Ana Magnani han obtenido los óscares de 1955. Y esto es lo que sucede. Nuestro público troca los valores. Es injusto. Niega el premio al arte y concede la apoteosis a lo ínfimo. Una pena. Recibimiento como el tributado a Sofía Loren en Madrid, por los españoles, es la expresión más burda y zafia de nuestro analfabetismo cinematográfico. Espectáculos tan bochornosos no debieran consentirse, desde ningún punto de vista, porque nos honran muy poco. Y ya va siendo hora de que estudiemos los medios para instruir cinematográficamente a nuestras masas. Torre, 7 de abril de 1956
LAS COPRODUCCIONES EUROPEAS Y EL CINE EN EL COSO IBÉRICO: LOS AÑOS 60
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Plácido España, 1961 Programa simple Jet Films 9,8 x 13,3 cm MCP
A
l comienzo de los años sesenta los cines de Torrent rebosan de público. De todos los rincones de la ciudad y de la comarca, la gente aprovecha la excusa del cine para pasear por la Avenida, encontrar pareja, tomarse algo en las cafeterías y, si se tercia, acudir a alguna de las primeras salas de baile que salpican el municipio. El cine Liceo se ha sumado a la oferta cinematográfica local con el recelo de las otras salas, es una amenaza que mermará sus beneficios; no obstante después de tiras y aflojas, los cines deciden unir sus intereses creando la Sociedad CINELAM. El Clot se convertirá en la terraza de cine de la Sociedad, pero a mitad de la década, con la televisión encaramándose en el altar de los hogares españoles y otras alternativas de evasión, los cines como negocio comenzarán a resentirse iniciando una lenta agonía. A lo largo de la década se consolidarán dos géneros de discutible calidad que nutren las pantallas torrentinas durante más de veinte años y que gozaron de cierto éxito entre el público: el cine de romanos o peplum, producciones de bajo presupuesto de origen italiano y que han recogido el testigo de las grandes obras del cine histórico como Ben-Hur, Los Diez Mandamientos, Quo Vadis?, Tierra de faraones, Espartaco o Cleopatra, y el Spaghetti-western, cine de coproducción hispano-italiano rodado en los desiertos de Almería y paisajes peninsulares similares.
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El cine español, por otro lado, continuará la producción de comedias de situación, musicales y bufonadas diversas, junto a una demoledora producción alejada de la comedia celtibérica con títulos que forman parte de las mejores obras de nuestro cine como Plácido y La caza, al ritmo que exprime la interminable cantera de niños prodigio alumbrada en la década anterior.
PEPLUM: CINE DE ROMANOS VISTO POR LOS ITALIANOS Juan Antonio Delgado Aunque el peplum haya sido el término con que los críticos franceses denominaron al “cine de romanos” de serie B italiano, lo bien cierto es que no solamente se ciñó a esta época histórica. El peplum con el tiempo se fue adentrando en la historia, en la mitología y también en la fantasía, a lo largo de su periplo cinematográfico. El primer peplum es el Hércules (1957) de Pietro Francisci, considerado por algunos como el padre de la criatura. Con este título se abría un nuevo género. Francisci introduciría en esta película algunas de las normas con las que más tarde seguiría este nuevo filón del cine italiano: presupuesto reducido, argumento nada complicado y héroe protagonista musculoso. A partir de 1957 fecha del Hércules de Francisci y hasta 1964, año en que el spaghetti-western comienza su andadura, son para el peplum sus años de gloria y de esplendor. Steve Reeves, que había sido proclamado Mr. Universo, lleva el protagonismo de Hércules. El hombre más fuerte del mundo al que los dioses han concedido la inmortalidad; mezcla no sólo la mitología griega, sino que al mismo tiempo el guión nos introduce en las luchas con el león de Nemea, el toro de Creta y los virulentos encuentros con todo tipo de personajes, donde este tosco caballero tendrá que llevar a cabo los diferentes trabajos encomendados. El éxito de la película unido al del actor en Italia hizo que un productor norteamericano, Joseph E. Levine, la comprase y la llevase a su país, donde redobló los ingresos obtenidos en Italia. El mismo equipo, y dirigido también por Francisci, rueda al año siguiente Hércules y la reina de Lidia, consiguiendo superar incluso a la primera. Aunque con mayor o menor fortuna, la presencia de Hércules se iría extendiendo en el peplum. Obsérvese títulos como La venganza de Hércules (1960) de Vittorio Cottafavi, La conquista de la Atlántida (1961) también de Cottafavi, Ercole L’invincible de Alvaro Marcori, y así
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Tríptico programación CINELAM, 8 a 14 de julio de 1974
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hasta 1964 con Il magnifico gladiatore de Alfonso Brescia. La presencia de Hércules se extiende en un total de más de veinte filmes y con diferentes protagonistas. A partir del ya citado Steve Reeves, también pasaron por el papel Mark Forest, Mickey Hargitay, Reg Park, Michael Lane, Brad Harris, etc. Otro de los personajes que se merecieron un lugar privilegiado en el Olimpo del peplum es Maciste. El personaje lo introdujo el director italiano Giovanni Pastrone en su película Cabiria (1910) y con Bartolomeo Pastrone como forzudo protagonista. El cine mudo italiano lo utilizó en múltiples ocasiones hasta 1926 con Maciste en la jaula de los leones y no volvió a reaparecer hasta la llegada del peplum con El gigante del Valle de los Reyes (1960) de Carlo Campogalliani y con Mark Forest de protagonista y que ya había ejercido como Hércules. La posición de Maciste ante lo que lo rodea es siempre la de defender a los humildes, frente a la tiranía y abusos de los más poderosos. En cierta forma y con notables parecidos, los títulos de la filmografía donde aparece Maciste, se suceden en más de cuarenta largometrajes. Eso nos puede dar una idea de la importancia de este mito cinematográfico. Títulos como Maciste el coloso (1961) de Antonio Leonviola, Maciste el invencible (1961) de Mario Costa, o Maciste e la Regina di Samar (1964) de Giacomo Gentilomo, último donde aparece la figura de Maciste. El peplum no sólo ha pasado a la historia del cine por la incorporación de sus dos héroes más conocidos. Quizá esta fue una de las fórmulas para competir con el cine histórico extranjero. La presencia del peplum también abarcó otras culturas. Evidentemente no se podía comparar con Sinuhé el egipcio (1954) de Michael Curtiz o con Tierra de Faraones (1955) de Howard Hawks, pero el Egipto de La Reina del Nilo (1961) de Fernando Cerchio y la Babilonia poco creíble de Duelo de reyes (1963) de Primo Zeglio, fueron dos pinceladas dispares y oportunistas entre dos civilizaciones diferentes. Del mismo modo ocurrió con Grecia y Roma, por donde también se paseó y con notable popularidad la historia del peplum. La Grecia de La manzana de la discordia (1954) de Marc Allegret y Helena de Troya de Robert Wise (director de West Side Story, entre otras), sirvieron para dar otra vuelta de tuerca al tema, esta vez dirigida por un italiano. La guerra de Troya (1961) de Giorgio Ferroni y que contó con una segunda parte: La leyenda de Eneas (1962) de Alfredo Antonini, contando en ambas con el especialista en papeles de esta índole: Steve Reves. El mundo helénico también estaría presente en La Batalla de Maratón (1959) de Jacques Tourner y La batalla de Siracusa (1960) de Pietro Francisci. El cine italiano ya había realizado algunas incursiones en propia historia como Espartaco (1913) de Enrico Vidali, Cabiria (1914) de Giovanni Pastrone o Escipión el Africano (1937) de Carmine Gallone, cuando todavía el peplum no existía. Rómulo y Remo (1961) de Segio Corbucci incidía en la fundación de Roma, dejando el protagonismo de los recién nacidos amamantados por una loba al consagrado Seteve Reeves y al ex-Tarzán Gordon Scott. Mientras todavía resonaba el éxito de la última película de Stanley Kubrick (Espartaco), en Italia se hacía lo propio con El hijo de Espartaco (1962) de Sergio Corbucci. El rapto de las sabinas (1961) de Richard Pottier, Héroe sin patria (1964) de Giorgio Ferroni, Brazo de Hierro (1964) de Ferroni, La batalla de Roma (1964) de Ferdinaldo Baldi, son algunos títulos tardíos y cuando el género ya estaba a punto de extinguirse, poniendo la nota final la mastodóntica producción de Samuel Bronston La caída del imperio romano (1964) de Anthony Mann, título más que sugerente y no ser un peplum coincidió con la despedida de éste.
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Hércules España / Italia, 1958 Galatea Film / Urania Film Programa simple 9 x 12,5 cm La conquista de la Atlática Italia / Francia, 1961 Comptoir Français du Film Production (CFFP) / SpA Cinematografica Programa simple 9,5 x 13,5 cm Rómulo y Remo Italia / Francia, 1961 Titanus-Ajace Cinematografica Programa simple 8,8 x 13,5 cm
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La guerra de Troya Italia / Francia, 1961 Compagnie Industrielle et Commerciale Cinématographique (CICC) / Europa Cinematografica / Les Films Modernes Programa simple 10 x 14 cm Mac El retorno de Maciste Italia, 1962 CRE Films / Compagnia Internazionale Realizzazioni Artistiche Cinematografiche (CIRAC) / Giorgio Agliani Cinematografica Programa simple 9,5 x 13,5 Esc
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EL SPAGHETTI-WESTERN: GÉNERO O SUBGÉNERO Juan Antonio Delgado Aunque en la época de su nacimiento (mediados de los años sesenta) el spaghettiwestern era la producción en serie de westerns de bajo presupuesto, hoy en día hay muchos que lo califican de todo un género. Las cifras de películas rodadas entre 1962 y 1978 sobrepasan los quinientos títulos y en ella la variedad temática, es para todos los gustos. Bajo el régimen de coproducción y con unos costes que hoy sonrojarían a cualquier productor, lo bien cierto es que si bien todas no fueron de una excelente calidad, hay muchas que consiguieron un nivel comercial y artístico aceptable. En los años sesenta el western había tenido cierto declive en comparación con los años cincuenta. Títulos como Los siete magníficos (1960), El hombre que mató a Liberty Valance (1962) y El gran combate (1964), aunque sobresalían, no hacían del western un género tan venerado como años anteriores. En España la producción en serie de westerns comienza en 1962, propiciada en gran medida por la necesidad que el cine nacional tenía con los problemas de censura, y al mismo tiempo para poder rentabilizar económicamente su salida al extranjero. Aunque el cine español aborda ya este género con Cabalgando hacia la muerte (1962) y El sabor de la venganza (1963), las dos del director español Joaquín L. Romero Marchent, lo bien cierto es que hasta 1964 no sería el arranque del spaghettiwestern, o mejor dicho, por aquel entonces del western all’italiana. Sergio Leone, un realizador italiano que había pasado por diversos trabajos en el cine, hasta llegar a dirigir El coloso de Rodas (1960) y algunas secuencias de Sodoma y Gomorra (1962), vio que el peplum se estaba viniendo a menos y decide dar un cambio en su carrera. La traslación al oeste del film de Akira Kurosawa Mercenario, le sirve como referencia en su guión. Tras la elección de un joven actor que había protagonizado algún capítulo de la serie Rawhide, decide escoger a Clint Eastwood y convertir todo esto en Por un puñado de dólares (1964). El resto es prácticamente historia. El hombre sin nombre, como así se llama en el film, es un pistolero que no tiene amo y que se adentra en un inhóspito pueblo por nombre llamado San Miguel donde dos familias rivales se disputan su forma de subsistencia. La forma de tratar, medir y tratar la violencia ante el espectador era completamente distinta a lo que el western nos tenía acostumbrados. El éxito de Por un puñado de dólares hace que el productor Alberto Grimaldi se incluya en otro nuevo western: La muerte tenía un precio (1965) una coproducción también como la anterior italo-hispano-alemana y que iba a suponer un nuevo reencuentro entre el director y su protagonista. El éxito de La muerte tenía un precio no sólo se produce en Italia, España y Europa, sino que se traspasa a Norteamérica. Tanto es así que en 1966 Sergio Leone rodaría otro, aunque no el último. Se trata de El bueno, el feo y el malo, originando lo que se ha denominado la “trilogía del dólar”. A partir de los filmes de Leone, el reconocimiento del gran público es general, aunque también lógicamente sus opositores, especialmente la crítica, que sólo veía un montón de violencia incontrolada. Pese a todo, los productores, ávidos del buen momento por el que atraviesa el spaghetti-western, quieren aprovechar la ocasión y se lanzan con la misma fórmula. Para mejor introducirse en el mercado extranjero se utilizaban pseudónimos extranjeros. Algo que hasta el propio Sergio Leone había utilizado haciéndose pasar como Bob Rob Robertson y el compositor italiano Ennio Morricone como Dan Sanvio.
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La muerte tenía un precio Italia / España / Alemania, 1965 Arturo González Produzioni Europee Associati (PEA) / Arturo González Producciones Cinematográficas, S.A / Constantin Film Produktion Programa simple 10 x 14 cm Mac
Tanto los productores y exhibidores estaban de enhorabuena. Sólo en Italia entre 1963 y 1969 se habían rodado trescientos filmes. Los lugares de rodaje se encontraban en Italia (estudios de Cinecittá), Madrid (Colmenar y Hoyo de Manzanares), Barcelona (Esplugas) y Almería (Tabernas), fueron los más significativos. Allí la producción era en serie, incluso se rodaban tres películas a la vez. Por estos lugares pasaron Álvaro de Luna, Miguel Bosé, Ramiro Oliveros, José Sancho, Ágata Lys, Teresa Rabal, Franco Nero, Lee Van Cleef, etc. Entre los directores que aportaron una serie de filmes al género se encuentra Sergio Corbucci con Salario para matar (1964), Djanjo (1966), Johnny Oro (1966) y Minnesota Clay (1965). Duccio Tessari hizo también lo propio con Una pistola para ringo (1965), Un tren para Durango (1969), El retorno de Ringo y Viva la muerte… ¡tuya! (1972). Sus compatriotas Tonino Valerii y Enzo G. Castellari probaron fortuna con títulos como El día de la ira (1967), Cazador de recompensas (1967), Keoma (1976) o Mátalos y vuelve (1969). Pero sin lugar a dudas, el director español que más sobresalió en el western europeo fue el madrileño Joaquín L. Romero Marchent, auténtico descubridor del potencial artístico de los exteriores almerienses. Aparte de las arriba ya citadas, incluir La venganza del Zorro (1962), Aventuras del oeste (1964) o La muerte cumple condena (1965), entre otras. Los rasgos más comunes que habían caracterizado al spaghetti-western, donde la violencia, la codicia, la crueldad y la venganza, habían marcado el nacimiento y el desarrollo de este género dio un giro al inicio de los setenta. La pareja formada por Bud Spencer y Terence Hill protagonizan Le llamaban Trinidad de Enzo Barboni, cambió de forma radical los disparos por bofetones. La pareja cosechó un enorme éxito que no sólo les vino bien a ellos, sino al propio género, dándole más vida. Una vida que acabaría sucumbiendo unos pocos años más tarde. Concretamente en 1978, año donde tan sólo y apenas se rodaron cuatro títulos. Cincuenta años después, el fenómeno del spaghetti-western, sigue siendo revisado y analizado por los estudiosos del tema. Para el espectador ha sido una mirada un tanto ácida y no tan benevolente y amable, a la que estábamos acostumbrados en el género del western.
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Oklahoma John Italia / España / Alemania, 1965 Balcázar Producciones Cinematográficas / Cinematografica Associati (CI. AS.) / International Germania Film Programa simple 10 x 14 cm MCP Una pistola para ringo Italia / España, 1965 Balcázar Producciones Cinematográficas / Produzioni Cinematografiche Mediterranee (PCM) Programa simple 10 x 14,8 cm MCP El justiciero de Kansas Alemania / Yugoslavia, 1965 Rialto Film / Jadran Film Programa simple 9,5 x 13,5 cm Mac
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El bueno, el feo, y el malo Italia / España / Alemania, 1966 MGM release / Produzioni Europee Associati (PEA) / Arturo González Producciones Cinematográficas, S.A / Constantin Film Produktion Programa simple 10 x 14 cm Balonga Cassar 7 dólares al rojo Esapaña / Italia, 1966 Albatros C.P.C. / Matheus S.r.l. Programa simple 9 x 13 cm Hermida Un río de dólares Italia, 1966 Dino de Laurentiis Programa simple 10 x 14 cm Jano
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Django España / Italia, 1966 Tecisa / B.R.C. Produzione S.r.l. Programa simple 10 x 14 cm Mac Clint el solitario Italia / España / Alemania, 1967 Balcázar Producciones Cinematográfica / Internacional Germania Film / Lux Film Programa simple 10,2 x 14,2 cm MCP Winchester uno entre mil España / Itallia, 1968 Concord Film / Copercines, Cooperativa Cinematográfica Programa simple 8,7 x 13 cm Jano
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Juguetes rotos España, 1966 Paraguas Films S.A./ PEFSA Programa simple 8,5 x 13,8 cm
CINE ESPAÑOL DE LOS 60: NO TODO ERA TURISMO EN ESPAÑA Juan Antonio Delgado Si en Europa durante los años sesenta habían surgido nuevas tendencias, concretamente en Francia la Nouvelle Vague, en Gran Bretaña el Free Cinema y en Alemania el Nuevo Cine Alemán, en España lo que se dio en llamar el Nuevo Cine Español y la Escuela de Barcelona, acaparaban la atención de los más jóvenes directores. No solamente este fenómeno ocupaba las nuevas revistas como Film Ideal y Nuestro Cine. La España de los años 60, aparte del boom turístico también es el país de las coproducciones. No sólo las del imperio de Samuel Bronston y sus colosalismos épicos, sino también la llegada del spaghetti-western en tierras almerienses, hicieron que esta década ocupara un buen aluvión de producciones, si no del todo españolas, al menos rodadas en nuestro país. Con la llegada por segunda vez en 1962 de José Mª García Escudero al frente de la Dirección General de Cinematografía y Teatro, el antiguo Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas se transforma ahora en la Nueva Escuela Oficial de Cinematografía, esto lleva a implantar unas normas legales en el código de censura, una protección al cine español mediante subvenciones según taquilla, etc. Todos los cambios originan que muchos alumnos del antiguo IIEC y licenciados en la EOC, empezaran a acceder a la realización. Uno de los impulsores de este Nuevo Cine Español fue, sin lugar a dudas, el donostierra Elías Querejeta, más tarde asiduo a los filmes de Carlos Saura, uno de los más conocidos del grupo. Aunque ya había realizado Los golfos (1959) y Llanto por un bandido (1963), la carrera triunfal de Carlos Saura empieza a despuntar en 1965 con La caza, una parábola sobre la Guerra Civil Española en el transcurso de una cacería. Mario Camus fue otro de los directores que se incorporó con Los farsantes (1963), Young Sánchez (1963) y con el Viento solano (1965) a este Nuevo Cine Español, aunque más tarde su obra iría por senderos más inesperados, con películas protagonizadas por Raphael y Sara Montiel.
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El verdugo España / Italia, 1963 Naga Films, S. A.-Zebra Films Programa simple 10,3 x 14,2 cm Mac
El sevillano Manuel Summers, que provenía del humorismo gráfico, alcanza un notable éxito con Del rosa al amarillo (1963), un film donde la ternura se mezcla con la amargura a la vez. Summers acabó dando de nuevo en la diana con títulos como La niña de luto (1964) y Juguetes rotos (1966), para acabar su filmografía con películas meramente comerciales. Angelino Fons con La busca (1966), Miguel Picazo con La tía Tula (1964) y Basilio Martín Patiño con Nueve cartas a Berta (1965) son también algunos de los directores más representativos de esta nueva hornada de los sesenta. En Barcelona, en cambio, asistimos, a diferencia de Madrid, a una corriente complementaria que se llamará Escuela de Barcelona, bautizada así por Ricardo Muñoz Suay, fundador de la Filmoteca Valenciana. Esta nueva corriente no sólo se abría a temas cinematográficos, sino que sus campos de acción abarcaban la moda, la arquitectura y la pintura. Sus directores más notables fueron Jordi Grau (Noche de verano y Acteón), Carlos Durán (Cada vez que… y Libertina) y Pere Portabella (Nocturno 29). Con todo esto el cine tradicional realizado por directores como Pedro Lazaga, Rafael Gil, Luis Lucía o José Luis Sáenz de Heredia, seguía presente en las carteleras. Títulos como El turismo es un gran invento, Camino del Rocío, Las cuatro bodas de Marisol o Historias de la televisión, eran la alternativa comercial que más seguía la mayoría de los españoles. Las coproducciones, sobre todo con Italia, hicieron también de esta década la más conocida por la llegada del spaghetti-western a nuestras tierras mediterráneas. Los hermanos Romero Marchent y los también hermanos Balcázar Granda son los más prolíficos. Destacar brevemente Pistoleros de Arizona (1964), Cuatro dólares de venganza (1965), Cabalgando hacia la muerte (1962) y Dos cruces en Dances Pass (1967). Y para finalizar Viridiana de Luis Buñuel, realizada en 1961 y que gana el Festival de Cannes, aunque no por ello se libra de ausencia en las carteleras españolas hasta después del franquismo, y Campanadas a medianoche (1965) de Orson Welles, rodada en España y que pese a su bajo presupuesto, es una de las mejores obras del autor de Ciudadano Kane.
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Young Sánchez España, 1963 Ifi España Programa simple 9 x 13 cm Jano Con el viento solano España, 1965 Pro Artis Ibérica, S.A. Programa simple 8,6 x 12 cm La piel quemada España, 1967 P.C. Teide Programa simple 9,8 x 14 cm Esc
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40 grados a la sombra España / Argentina, 1967 Cinehit / PEFSA Programa simple 10,5 x 15 cm Jano Objetivo Bi-Ki-Ni España, 1968 Ízaro Films Programa simple 9,5 x 13,6 cm Jano El turismo es un gran invento España, 1968 Pedro Masó. P.C.- Filmayer Producción, S.A. Programa simple 9,8x14 cm
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¡Cómo está el servicio! España, 1968 Filmayer Producción - PEFSA Programa simple 9,5 x 14 cm Vente a Alemania, Pepe España, 1971 Aspa P.C.-Filmayer Producción Programa simple 9,5 x 13,7 cm Jano Préstame 15 días España, 1971 Atlántida Films Programa simple 9,5 x 13,8 cm Jano
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LOS SOLDADITOS DE PLOMO. NIÑOS PRODIGIO EN EL CINE FRANQUISTA El cine con niños fue otro de los filones que explotó Hollywood para crear una oferta cinematográfica destinada al público menudo y convertir a los pequeños en potenciales espectadores que empujaran a sus padres hasta las salas. Jackie Coogan, Judy Garland, Mickey Rooney, Margaret O’Brien, Natalie Wood, Elizabeth Taylor y tantos otros, sobre todo “la hija de América” Shirley Temple, una muñequita con tirabuzones de aspecto angelical, fueron encumbrados como modelos infantiles de su tiempo, con sus carreras meteóricas, considerables fortunas y vidas aciagas al crecer sin infancia muchos de ellos. Nuestro país también contó con una tropa de niños prodigio utilizados por la dictadura, entre los años cincuenta y sesenta cuando proliferó el fenómeno de los niños cantores y pizpiretos, para lanzar sus soflamas nacionalcatólicas, moralizantes, paternalistas y tradicionalistas con elevados valores familiares. La admirada Marcelino, pan y vino (1954) de Ladislao Vajda con Pablito Calvo como protagonista le reportó una popularidad inmediata y le sirvió para rodar otros proyectos con el mismo director levantando la veda del cine de lágrima fácil dirigido a la infancia. Películas previsibles, de personajes planos y sin ninguna profundidad invadieron con un éxito comercial inimaginable las grandes pantallas, de la que no escaparía Torrent, y el estereotipo de angelitos sin alas apaleados a sus pocos años conmovían a todos los espectadores cuando se ponían tiernos. Eran niños de pueblo, pobres y explotados, profundamente religiosos y con una caridad digna de ganarse el cielo. A veces no tenían padres y recalaban en la ciudad corrigiendo con su sabia rural los degradados valores morales de sus relamidos parientes de acogida del mismo modo que los personajes de Paco Martínez Soria, o se ocupaban de enternecer a los más gélidos de los corazones. Las dificultades y los dramas en que se veían envueltos finalmente los resolvían gracias a su espontaneidad y su singular desparpajo; unas coplillas, algún taconeo y sus relucientes caritas rebosantes de dicha ponían la guinda a semejante pastel. Joselito, bajo la dirección de Antonio del Amo, y Marisol, de la
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Aventuras de Joselito en América España / México, 1960 Filmex, S.A. / Suevia Films Programa simple 9,5 x 13,5 cm Jano Un rayo de luz España, 1960 Guión Producciones Cinematográficas / Producciones Benito Perojo Programa simple 9 x 13,5 cm Jano La chica del trébol España / Italia, 1964 Época films / Mondial Cineproduzione Programa simple 9,5 x 13,5 cm
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mano de Luis Lucía, fueron los máximos exponentes del cine español con niño pero hubo otros como Miguelito Gil, Pepito Moratalla, Miguel Ángel Rodríguez, Maleni Castro, las hermanas Pili y Mili, Rocío Dúrcal y más tarde Ana Belén, por citar a algunos. En muchos casos estos pequeños ruiseñores de tómbola, después de haber escalado a las cumbres más altas, rodaron por la ladera al hacerse mayores y sus carreras se trucaron. Rotos, como los soldaditos de plomo, se olvidaron en una caja porque ya no se podía jugar con ellos.
Mi tío Jacinto España / Italia, 1956 Chamartín-Falco Films / E.N.I.C. Programa simple 8,4 x 13 cm El ruiseñor de las cumbres España, 1958 Argos P.C. / Suevia Films Programa simple 9 x 13, 5 cm Jano Tengo 17 años España, 1964 Época Films, S. A. / Procusa Programa simple 10 x 14 cm
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Lo que cobran los niños de la pantalla Periódicos y revistas de Norteamérica, Francia e Italia, que dedican especial atención al «Séptimo Arte», dan cuenta en sus páginas, ilustradas con multitud de grabados, que durante los últimos quince años, han llamado con gran insistencia a las puertas de la sede del cine norteamericano de Hollywood, unas cinco mil mamás, llevando cada una de ellas de la mano a su «Niño Prodigio», o por lo menos así lo creían estas apasionadas o interesadas progenitoras que llevadas por sus entusiasmos y amor maternal, y, una buena dosis o porción de cuquería, exclamaban en el acto de la presentación de sus «bebés»: -¡Mi niño es un gran artistas señor director, espero que le dará una oportunidad para que lo demuestre y se convencerá de ellos! ¡Es la admiración de todos, y espero que lo será de todos los públicos del mundo cineasta! Y aquellas madres, vivían en el mundo de Hollywood, llenas de ilusiones, pensando, que sus «Niños Prodigios», las enriquecerían, interpretando aquellos partos de los buenos literatos americanos, o los esperpentos de algunos ilusos de la misma progenie que todo se ha rodado en aquella sede del cine, a donde acuden toda suerte de valores reales, y de muchos que no lo son, pero que van unidos al carro de los negocios de algunas que otras empresas, que intentan darnos la mayoría de las veces, gato por liebre.
con sus exigencias obligan a prolongar la duración del rodaje, y por lo tanto resultan más costosas. Estos pequeños luceros, cuando sus señoras mamás, los creen ya astros resultan antieconómicos, ya que al prolongarse los rodajes de las películas, ellas, obtienen más dólares de sus hijitos artistas. Algunos de estos pequeños artistas, por los motivos expuestos han rebasado las tarifas ordinarias asignadas. Actualmente las estrellas infantiles mejor pagadas son las niñas Françoise Gigi Perreau, que percibe mil dólares semanales, Shirley Temple que cobró seis mil, Jackie Coogan cobró la respetable suma de diez mil dólares, que convertidos a pesetas según cambio resultan la cantidad respetable de 450.000. Por lo consignado, no puede producirnos extrañeza, que las cinco mil mamás, quieran encasillar a sus retoños en los cuadros de los cineastas de la sede de Hollywood, para que conquisten fama y dineros. Claro está, que estas gentes, carentes la mayoría de ellos de todo caudal espiritual, no buscan más que el dinero. El artista es codicioso para cobrar su trabajo; y el capitalismo que sólo tiene cabeza, aparta el corazón, le sobra para
Los norteamericanos que todo lo convierten en sustancia, y en todo ven negocio, han creado una entidad titulada «Asociación de Niños de la Pantalla», para explotar la credulidad de las innumerables mamás de los «Niños Prodigios» prometiéndoles mediante el desembolso previo de veinticinco dólares, proporcionar trabajo adecuado a sus prodigiosos hijos. Lo resultante es, que no para todos los niños hay trabajo, pero, los que consiguen actuar ante las cámaras representando su pequeñez física, y la gracia de su «Arte», como un don graciosamente dado por Dios, expresado y representado con naturalidad sin afectaciones, que en eso consiste el verdadero arte, tanto del guionista como el de los intérpretes. Estos pequeños artistas, digo, perciben las siguientes cantidades por sus trabajos: un bebé, de quince días a dos meses de edad, cobra 75 dólares diarios; de dos a tres meses 50 dólares, y de tres a seis meses 25 dólares. Pasadas estas últimas edades reseñadas, sólo cobran 15 dólares y 56 centavos. Estos pequeños artistas, a veces resultan unos Enfants Terribles y la mayoría de ellos sólo trabajan ante las cámaras, cuando se ven obligados por sus respectivas mamás, y tan pronto éstas vuelven la espalda, se declaran en huelga, y declaran a quien quiera oírles que detestan el trabajo en la escena. Estos «Niños Prodigios», según confesión de los directores y productores, son muy difíciles de manejar, pero aún son más difíciles las mamás de estos pequeños artistas, que
Nuestra hijita USA. 1935 Fox Programa troquelado 9,5 x 15,5 cm
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realizar sus negocios. Por eso en las películas unos y otros nos sirven esos platos fuertes, y algunas veces, mezclados con pepinillos y verduras, que estragan el gusto y relajan la moral. Véase si no, el actual panorama que ofrece la juventud que si no puede considerarse como extraviada, no es menos cierto que está al borde del precipicio. ¿Y es que no hay dineros de nuestros capitalistas, para dedicarlos a fundar grandes estudios, y filmar «Nuestro Cine»? Y al decir nuestro cine, entiéndase como tal, el que entretenga, edifique y aleccione con arreglo a la más estricta moral cristiana, sin mojigaterías. Nosotros, nos desenvolvemos con gran pobreza, y no obstante nuestro gran acervo espiritual, cultura, luz y alegría, hasta la fecha hemos producido pocas películas buenas; puede que no llegue a media docena, y eso, que además de nuestros grandes artistas adultos, tenemos también nuestros «Niños Prodigios» pero no cobran como Françoise Gigi, Shirley Temple y Jackie Coogan. MIQUEL, Hermenegildo, Torre, 21 de abril de 1956
EL CINE SIN ROPA Y EL FIN DEL PROSPECTO: LOS AÑOS 70, 80 Y 90
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Varietés España, 1971 Copercines / Exclusivas Floralva Producción / D.C. Films Programa folleto 10,5 x 15,5 cm
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llá por el año 1972 se dejan de repartir los programas de mano como propaganda en las salas de cine, salvo promociones excepcionales, a iniciativa de algunas productoras y los propios exhibidores, pero sin el encanto de las antiguas ilustraciones y con tinta monocolor. Las salas torrentinas continuaban reponiendo los clásicos de toda la vida: el Tarzán de Johnny Weissmuller, las comedias de los hermanos Marx, las grandes producciones que hicieron época como Lo que el viento se llevó, Espartaco o Gigante y todos los géneros, subgéneros y saldos de producción nacional e internacional para completar el acostumbrado programa doble. Entre tanta variedad fílmica, después de la dictadura, por fin se pudo ver en nuestra ciudad El gran dictador de Charles Chaplin en el cine Avenida y los éxitos de la década: El padrino, Taxi Driver, Perros de Paja, Apocalypse Now, Funny Girls, Fiebre del sábado noche, Tiburón, Grease, La guerra de las galaxias y algunos títulos precedidos por la controversia como Soldado azul y Un hombre llamado caballo. De la película de Elliot Silverstein en la que participaba Richard Harris como blanco integrado en una tribu de indios sioux escribiría José María Alejos su benévola y particular crítica frente a las reticencias que mostraron los indios americanos por el film169.
“De tal forma está bien llevada esta película, que se llega a olvidar a Richard Harris como actor y se advierte sólo la personalidad de la figura que el director ha querido imprimir. Revela unas costumbres salvajes con toda su crueldad: la forma de vida de esta clase de gente y su lucha constante por ser consecuente con sus ideas y fielmente temerosos a su dios y ese alto grado de supervivencia que tiene todo humano”
Las artes marciales se colaron con la década como género menor dentro del panorama cinematográfico con el estreno de la película Kárate a muerte 169 ALEJOS, José María, “Cine”. Torrente. Boletín de información, junio de 1971, p. 3.
Operación dragón USA / Hong Kong, 1973 Warner Bros. / Concord Productions Inc. / Sequoia Productions / Golden Harvest Company Carátula
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Experiencia extramatrimonial de una esposa España, 1979 José Frade Cartel de vestíbulo 23,5 x 33,7 cm Cine Montecarlo
en Bangkok en el cine Avenida en 1971. La siguieron El luchador manco y Operación Dragón en el cine Montecarlo, esta última de factura americana y que consagraba a Bruce Lee, experto en artes marciales, en estos papeles. A la sombra de semejantes éxitos se filmaron películas con argumentos calcados y rodados en los estudios de Hong-Kong con personajes que se expresaban con ademanes cómicos, saltos inverosímiles y maullidos gatunos. Las pantallas de la ciudad se saturaron de patadas hasta la decadencia definitiva de las salas torrentinas. EL DESTAPE Y LAS PELÍCULAS CLASIFICADAS “S” Un género de gran aceptación en la España de los años setenta, y no precisamente por su calidad argumental, fue el de las películas de destape o clasificadas “S”. Con los aires de libertad que se atisbaban durante los estertores de la dictadura, un film con alguna carga erótica como No desearás al vecino del quinto (1970) se convierte en la película más taquillera de la cinematografía nacional marcando la senda de un cine de temática sexual de baja intensidad, a la española, en cuyas sábanas revueltas la lencería de las protagonistas despertaba la lujuria y los instintos más primitivos del macho ibérico que sudaba febril preso de sus propias ensoñaciones, relamiéndose con el mismo apetito que un famélico Carpanta, en situaciones de lo más absurdas. El landismo, representado por una serie de comedias casposas y de argumento facilón abordaba las contradicciones de una sociedad que había estado reprimida hasta en la cama. La mismísima “novia de España”, Carmen Sevilla, probó suerte en los primeros tiempos del erotismo hispano enseñando su deslizante tersura como la cera virgen.
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Emmanuelle Francia, 1974 Yves Rousset-Rouard Cartel de vestíbulo 24 x 33,5 cm Cine Montecarlo Sensualidad España, 1975 Bautista Soler Crespo / Enrique Esteban Delgado / Este Film Cartel de vestíbulo 23 x 33,4 cm Cine Montecarlo
Las películas de auténtico contenido erótico todavía se proyectaban al cruzar los Pirineos, tal vez sobrevaloradas, pero se hicieron célebres por los cientos de españoles que se desplazaban a Perpiñán para ver lo que todavía estaba prohibido en la piel de toro como El último tango en París (1973) o Emmanuelle (1974). Ya lo apuntaba el título de la legendaria del género Lo verde empieza en los Pirineos (1973), de modo que las agencias de viajes organizaban excursiones a la ciudad francesa con las entradas al cine incluidas para satisfacer la fuerte demanda. Las visitas a la frontera terminaron a finales de 1977 al abolir el gobierno de la UCD la censura. En aquel momento comenzó el verdadero destape. Para distinguir el cine insinuante del auténticamente pornográfico se creó la clasificación “S”. El cine europeo, sobre todo el francés e italiano, llevaba años produciendo este tipo de cintas. El cine español rodó al menos un centenar de películas clasificadas “S” entre 1977 y 1983 sin más pretensiones que poner al descubierto la anatomía femenina con sus escenas de desnudos gratuitos. Se produjeron toda una serie de títulos que jugaban al equívoco como señuelo para el espectador masculino que era su máximo consumidor: Yo soy fulana de tal, Más fina que las gallinas, Mi mujer es muy decente dentro de lo que cabe, El fontanero su mujer y otras cosas de meter, El triangulito, Mi conejo es el mejor, La pitoconejo, Susana quiere perder eso, Zorrita Martínez, etcétera. Nadiuska, Amparo Muñoz, Blanca Estrada, Mary Francis, María José Cantudo, Norma Duval, Susana Estrada, Ágata Lys, Bárbara Rey, Victoria Vera, Pilar Velázquez… fueron las musas del destape. Entonces se acuñó la frase “sólo me desnudo si lo exige el guión” pero estaba claro, el guión exigía desnudarse a las primeras de cambio. Torrent se convirtió en lugar de peregrinación en la comarca de l’Horta del público que acudía a los cines Montecarlo y Avenida para calmar sus ansias por ver las curvas más famosas de España. La lástima fue que en aquellos años habían dejado de imprimirse los programas de mano porque, seguro, hubieran sido muchos más sus coleccionistas.
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Más fina que las gallinas España, 1976 Lotus Flims Internacional, S.A. Cartel Esas chicas tan pu… España, 1982 Ifi Cartel de vestíbulo 23,5 x 34 cm Cine Montecarlo No desearás al vecino del 5º España, 1970 Ízaro Films / Atlántida Films / Fida Cinematográfica Programa simple 9,5 x 14 cm Jano El triangulito España, 1970 Producciones Cinematográficas Orfeo Programa simple 9,8 x 13,5 cm
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¿Por quién doblan las campanas? USA. 1943 Paramount Programa monocromático en rojo 9,3 x 14 cm Cuando Almanzor perdió el tambor España, 1984 Expomundo, S. A. Más allá del valor USA. 1983 Paramount Folleto, 10,5 x 15,5 cm
LA AGONÍA DE UN CINE SIN PÚBLICO: LOS AÑOS 80 Y 90 En los ochenta se despidieron los cines de Torrent. La crisis y la competencia con los videoclubes les pasó factura y las antiguas salas de la Avenida fueron cerrando progresivamente, pero sus pantallas aún estrenaron algunos de los títulos más sonados de aquellos años entre una programación cinematográfica cada vez más mediocre. Excalibur en el cine Montecarlo; Gremlins, en el cine Avenida y Superman II y El imperio contraataca, en el cine Liceo, lograron hacer caja, junto a las prescindibles parodias y comedias grotescas de Mariano Ozores con Esteso y Pajares como dúo cómico: Yo hice a Roque III, Los liantes, Los chulos, Todos al suelo, El liguero mágico, Cristóbal Colón, de oficio descubridor y un disparate de Angelino Fons, como El Cid Cabreador, con el malogrado Ángel Cristo fuera de la jaula de los leones jugando a ser actor. Sólo quedó Torrent Decine para satisfacer la demanda de los espectadores nostálgicos que todavía preferían la gran pantalla, pero la crisis igualmente fue implacable con la última gran sala de la ciudad. Torrent Decine, como ya hemos manifestado más arriba, estrenó los grandes éxitos de los ochenta en nuestros pagos, colaboró con el Ayuntamiento y se adhirió a la Filmoteca Valenciana en un intento por recuperar las cintas clásicas y a los grandes maestros del cine con la organización de varios ciclos retrospectivos; sin embargo, los estímulos de la Administración no despertaron la suficiente curiosidad para atraer a un nuevo público al cine de siempre y a las obras de autor. Torrent Decine, a pesar de funcionar en una época en la que el programa de mano tradicional ya no se repartía, imprimió una serie de programas y postales de la distribuidora Lauren Films con la leyenda “Yo amo el cine” y la imagen de algunos de los nuevos protagonista del star system en el anverso. Del prospecto de ¿Por quién doblan las campanas?, al no haberse estrenado en España en su momento, no existían programas de mano así que se imprimieron tres mil ejemplares en monocolor expresamente para esta sala.
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El superpoderoso Italia / USA / España, 1980 El Pico S.A. / TVI / Transcinema Tarjeta postal 10 x 15 cm
A partir de 1993 el intento por consolidar unas salas de cine en Las Américas resultó una anécdota pasajera, los cines se habían quedado vacíos y el tiempo del celuloide de la capitaleta del cine se desvaneció en un entrañable recuerdo.
Diferentes carteles de películas de éxito exhibidas en los últimos años en los cines de Torrent.
LA CRISIS DEL CINE VISTA DESDE TORRENT
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Cariño mío ¿Qué me has hecho? España, 1979 Carátula El fontanero, su mujer... y otras cosas de meter España, 1981 Hesperia Films. S.A. Carátula
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l cine, como el teatro, lleva arrastrando dificultades desde sus orígenes y por ese motivo se ha reinventado constantemente a la búsqueda de nuevas fórmulas para captar la atención del público. El declive del cine en sala a partir de los años sesenta del pasado siglo desencadenó el cierre de los viejos coliseos y obligó a buscar otras alternativas como las multisalas e igualmente el hundimiento del negocio diversificó la explotación del cine por otros canales diferentes a la gran pantalla, para exprimir al máximo los beneficios de cada una de las producciones. El primer competidor serio al que se enfrentó el cine fue la televisión. La fuerte competencia del nuevo medio de masas que se empezaba a enseñorear en los miles de hogares en los que se metía, a ambos lados del Atlántico, forzó a las productoras a echar los restos para seguir contando con el favor del público. Invirtieron millones de dólares en fastuosas superproducciones amparadas por una campaña publicitaria previa, pero para que no se vaciasen las salas acudieron igualmente a las mejoras técnicas, y una de sus respuestas más espectaculares fue la puesta en funcionamiento del formato panorámico, abanderando el sistema el Cinerama y el Cinemascope que no dejaban indiferente a ningún espectador ante la grandiosidad de las imágenes y su potente sonido estereofónico. El experimento del relieve y el cine en tres dimensiones constituyeron una apuesta menos acertada por lo rudimentario de la técnica y no cuajaron. En nuestro país las salas cinematográficas fueron ganando adeptos desde el final de la guerra en 1939 hasta 1965. A partir de 1966, según datos del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, comenzó un progresivo descenso que condenó a bajar las persianas a miles de salas por toda la geografía nacional170. Torrent no fue una excepción en la merma de espectadores coincidiendo con el desarrollo económico de los años sesenta a raíz de los 170 Vid. LÓPEZ LABIANA, Francisco J., Evolución de la exhibición cinematográfica en España, p. 10. www. profesores.ie.edu y Anuario SGAE de las artes escénicas, musicales y audiovisuales 2013, pp. 10 y 11.
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planes de estabilización y la salida del aislacionismo internacional de España iniciado en 1955, el cambio en los hábitos que le acompañó y cierta apertura en el corsé de la dictadura. La televisión también fue el primer varapalo que recibieron los cines españoles a mitad de los sesenta cuando se extendió su uso en nuestro país. Los empresarios de Torrent no ocultaron su temor por su implantación y Roberto Baviera la situaba como uno de los motivos por el que su familia se desprendió del cine Montecarlo con independencia de que sus intereses empresariales apuntaran en otra dirección. Miguel Abellán, del cine Cervantes, le vaticinaba con acierto al exhibidor del Montecarlo que el cine no iba a morir con la televisión pero sí las salas de cine. Los exhibidores torrentinos coinciden en señalar que el uso cada vez mayor de las motocicletas primero y los turismos después contribuyó a la aceleración de la crisis porque la gente se sentía más libre para desplazarse y diversificaba su tiempo de ocio en menoscabo de los cines los fines de semana171. En cambio, en épocas anteriores, dice Vicente Moreno Planells, los padres eran reacios a que sus hijos salieran a Valencia en busca de diversión pero acudir a Torrent, el pueblo de al lado, era otra cosa, les daba mayor seguridad. La extensión de las vacaciones pagadas y la adquisición de segundas residencias, entre determinadas capas sociales, influyó para que cada vez más familias pasaran la temporada estival en su recién estrenado chalet del Vedat, alejándose de la urbe. Paralelamente al desarrollo económico, desde 1959 la irrupción del rock and roll y el pop en España abrió un nuevo mercado y una nueva estética entre el público joven con múltiples posibilidades de negocio en ese segmento de la población y comenzaron a surgir los ídolos juveniles de “la nueva ola”, informales y trepidantes, que pronto subieron a los altares de sus fans sustituyendo a las estrellas familiares del cine que Hollywood o la cinematografía nacional habían creado. Por otro lado, las familias se lanzaron a adquirir a plazos sus primeros electrodomésticos y el tocadiscos destacaba en los sesenta como uno de los aparatos más populares en los hogares torrentinos, pieza indispensable en la organización de guateques. El estudio socioeconómico publicado por la Caja de Ahorros de Torrent referente a los últimos sesenta revelaba, en este sentido, el incremento de los bailes privados sin presencia de adultos en domicilios particulares con numerosa asistencia de menores172. En 1963 el capellán de juventudes de Falange aprovechaba el boletín de información municipal para arremeter contra el rock, el twist, el madison y todas esas “diversiones anormales, frenéticas”173 que pervertían a la juventud, pero a pesar de sus andanadas y del arrobamiento espiritual de buena parte de la población, Torrent se puso a la vanguardia del ambiente musical moderno y del ocio discotequero durante un largo periodo. A mitad de la década habían abierto en la Avenida el salón Sirtaki y la pista Bomar donde llegaron a actuar Bruno Lomas, Micky y los Tonys, Los Sonors, Los Huracanes o Camilo Sesto, pero fue la apertura de la Sala Bony en 1967 y Dandy en 1968 lo que desató la locura entre los jóvenes de la ciudad y de la provincia; por millares pasaban sábados y domingos bailando y presenciando las actuaciones en directo de sus ídolos en sesiones 171 En 1971 el treinta por ciento de las familias torrentinas disponía de un automóvil. Vid. VÁZQUEZ RABANAL, A y GONZÁLEZ PÁRAMO, J. M, “Factores extraeconómicos del desarrollo” op. cit, vol. IV, parte tercera, 1972, p. 38. 172 VÁZQUEZ RABANAL, A y GONZÁLEZ PÁRAMO, J. M. “Anexos”. Op. cit., vol. V., pp- 30 y 31. 173 “Juventud eterna”. Torrente. Boletín de Información, mayo de 1963, p. 6.
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vespertinas, hasta erigirse ambas salas de fiesta en referente musical para los gustos adolescentes y de los ambientes musicales valencianos. Muchos formalizaron allí su pareja y los cines quedaron relegados a un segundo plano entre las preferencias juveniles. El cine Cervantes fue el primero en claudicar a la crisis en 1969 reconvirtiéndose el local en una sala de baile para personas mayores. A los factores exógenos de la crisis se le sumaron algunos de orden interno: el monopolio del cine de la capital siempre impidió el estreno de las películas en Torrent a la par que en Valencia; el aumento desbocado del precio del cine en toda España, entre 1966 y 1980 subió más de un ciento treinta por ciento174 y, en opinión de Roberto Baviera, con la unión de los tres cines de la Avenida en una única empresa las salas se descuidaron a falta de competencia. La ausencia de inversión en la mejora de sus instalaciones acentuó su decadencia por obsoletas y viejas. Vázquez Rabanal y González Páramo califican la situación del cine en el Torrent de 1971 de poco satisfactorio debido a los programas de escaso valor y a sus salas sin actualizar175. En esta línea, en 1976, Miguel Mora Lerma, figura del teatro en Torrent, escritor, poeta y durante un tiempo director del boletín de información municipal, opinaba que la ausencia de público en los cines de la ciudad desde los primeros años sesenta se debía a la pésima calidad de las películas y no tanto al mayor uso del automóvil y mucho menos a la televisión porque todo el mundo criticaba sus programas. Creía que “… las películas españolas, producidas e interpretadas desde el anhelado “destape”, fueron de tan ínfima calidad artística y argumental que han producido el hastío de las gentes” y ese tipo de cine comercial que ilustraba “el arte de quitarse la ropa para meterse en la cama a dormir o hacer en ella actos que antes eran íntimos”176 había desprestigiado el arte del cine convirtiéndolo en una estafa177. “Pues estafa y no otra cosa supone la escalada erótica que, últimamente, se ve obligado a sufrir quien es aficionado al cine. Porque escalada es la exhibición del vicio por el vicio; ese halago de los instintos o esa norma de que la cópula haya reemplazado al beso; la exaltación de los raptos; de las masacres, del suicidio y hasta del canibalismo; esa sensación de normalizar las relaciones sexuales comunitarias, las incestuosas y las masturbaciones […] una estafa, porque incitan al amor sin amor y al goce sexual por instinto.”
En los primeros ochenta un amplio sector del público había huido de las salas comerciales de la ciudad, no tanto por la baja calidad de los programas como por la diversificación del tiempo libre, pero del mismo modo existía un público más exigente. El boletín municipal se hacía eco de la dificultad para encontrar cine de autor entre la programación de nuestras pantallas178: “Un repaso a las carteleras de cualquier día del año evidencia que algo grave está pasando. En Torrent, sin ir mas lejos, las posibilidades de ver un porno, una comedia “celtibérica” 174 LÓPEZ LABIANA, Francisco J., op. cit., p. 2. 175 VÁZQUEZ RABANAL, A y GONZÁLEZ PÁRAMO, J. M, Op. cit., vol. III., p. 420. Señalan los autores que en 1970 sólo un 6% de la población torrentina era asidua a los cines de su ciudad lo que traducido en cifras suponía un flujo aproximado de 2.498 personas en sus días libres dejando vacantes un 47% de butacas (unas 2.047 de las 4.545 disponibles a lo largo de todo el año) y que preferían desplazarse a los cines de Valencia un 4% de los potenciales espectadores. 176 MORA LERMA, Miguel, “Cine o teatro”. Torrente. Boletín de Información, núm. 155, enero-febrero, 1976, p. 16. 177 MORA LERMA, Miguel, “Cinematografía”. Torrente. Boletín de Información, núm. 176, septiembre-octubre, 1976, p. 12. 178 “El moderno cine de pueblo”. Op. cit.
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Cena en el hotel Lido de algunos socios de CINELAM poco tiempo antes de que comenzaran a cerrar sus cines. De derecha a izquierda: José Mª Chuliá Llopes (Montecarlo), Francisco Silla Baixauli y María Soriano Sánchez (Montecarlo), Concepción Roig, Llácer y Agustín Fernández Lerma (Avenida), José Vicente Moreno Planells y María Consuelo de Ávila Tatay (Liceo) y Encarna Gil (Montecarlo), 12 de marzo de 1983. Foto cedida por Javier SillaBaixauli Soriano.
o a Bruce lee “pegándose tortas con el enemigo de turno”, son enormes, en cambio difícil y problemático resulta poder visionar un Fassbinder, un Bertolucci o incluso un Saura o Buñuel, por indicar grandes nombres. Y es que la demanda de cultura es muy pobre y la oferta que nos dan nuestros exhibidores deja mucho que desear”.
En 1980 el vídeo no llegó a matar a ninguna estrella en la radio salvo a la de la famosa canción de Buggles; en cambio, la proliferación de los reproductores de vídeo y de los videoclubes resultó la puntilla definitiva para acabar con las salas de cine en Torrent a mitad de los años ochenta; un negocio de cine fenecía frente a otro, ya que desde la comodidad del salón de casa se podía disfrutar de cualquier película en cualquier momento a un precio mucho más económico y sin necesidad de esperar a que los títulos recién estrenados llegaran a las salas de Torrent, muchas veces lanzados en vídeo antes de su estreno en la cartelera local. La competencia con las cintas del vídeo doméstico obligó a ir reduciendo las sesiones de cine progresivamente, como ha manifestado Tomás Moreno Planells. Para Pep Almudéver el vídeo supuso un duro golpe, pero la proximidad con Valencia junto con el monopolio de la capital fue decisiva para el empresario de Albal, porque al quedarse con el único cine de la ciudad no podía cubrir las necesidades de programación de los diferentes tipos de público lo que originaba un éxodo a Valencia por tener una oferta cinematográfica más variada y para todos los gustos. Su tentativa junto a la de otros empresarios de la comarca por hacer causa común frente a la política de las distribuidoras y estrenar a la vez que en Valencia cayó en saco roto. La aprobación en 1982 de un nuevo Reglamento General de Policía de Espectáculos Públicos y Actividades Recreativas, que sustituía al antiguo permiso gubernativo vigente desde 1935, obligó al cierre de sus cines a muchos empresarios a causa de la inversión que les era necesario efectuar para adecuar la infraestructura de las salas a la nueva normativa cuando sus números ya estaban en rojo. Sin necesidad de las nuevas disposiciones la suerte de los cines de Torrent estaba echada, era cuestión de tiempo, de muy poco tiempo.
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CINEMA PARADISO: LAS HUELLAS DE UN CINE PERDIDO
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os cines de Torrent apagaron sus proyectores uno tras otro y las salas se sumieron en una noche infinita. Aquella sociedad otrora pobre y atolondrada, artesanal y agraria, salpicada de barro por sus calles sin asfalto; de niños con mocos, rapados para no cobijar liendres, procesiones semanales, cuchicheos de beatas y rotgles de Pascua, pantaloneras de puntadas a destajo y costureras con presbicia, había encontrado en los cines, especialmente al finalizar la guerra, el abrigo donde dar rienda suelta a sus emociones, ocultar besos clandestinos y alimentar, en definitiva, su tiempo libre hasta que la prosperidad, montada en seiscientos al compás destartalado que marcaban los bailes ye-yés y los anuncios de la tele, cambió las rutinas de ocio y los colosales cinematógrafos, territorio de vaqueros, hampones de gabardina, piratas tuertos y musas de última hora con las bragas al descubierto, quedaron desiertos. Los empresarios buscaron otras salidas para rentabilizar sus inmuebles, cuando no se desprendieron de ellos, y los grandes cines, al menos los de la Avenida, acabaron mordiendo el polvo. Camino de la antigua estación del trenet, el secular edificio del cine Cervantes, el primero y el más longevo de nuestros cinematógrafos, milagrosamente se mantiene en pie, vacío, abandonado y casi en ruina al capricho de grafiteros, sin que a nadie parezca importarle. No sobresale por ningún argumento arquitectónico relevante; sin embargo, constituye un testimonio excepcional de una población rural que se subió al carro del progreso descollando por encima de otra localidades de l’Horta en los albores de un siglo alucinante, y el Cervantes fue una de aquellas propuestas de desarrollo tecnológico anuncio del aire renovador de los tiempos modernos de 1900. A su cierre en 1969, el cine Cervantes había proyectado miles de películas a dos generaciones y, acorde con la moda, se transformó en un salón de baile destinado al público adulto, esta vez el local lo había alquilado la familia Moreno del cine Liceo. Por la nueva boîte pasó alguna figura de la canción de cierto éxito, así Henry Stephen, famoso por su popular tema Mi limón, mi limonero, actuó para un aforo que no cubrió las expectativas de la inversión. En los ochenta soportó ritmos
En la página anteror, de izquierda a derecha y de arriba abajo, estado actual de los edificios que albergaron los cines Cervantes, Avenida, Montecarlo, Liceo, Parroquial, Montesión, Torrent Decine, Las Américas, Piscina Las Delicias, Parque de Atracciones, Casalt y El Clot.
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discotequeros más juveniles cambiando su denominación de sala Cervantes por Lime y Deppartment primero, y Rayas después. Nada más y nada menos acogió un concierto de la incombustible Alaska y Dinarama en 1985. Las sucesivas reformas del histórico inmueble adulteraron su estructura interna hasta su clausura total hace más de veinte años y la decadencia definitiva del edificio con la amenaza de un derribo cercano. El Gran Cinema Avenida atrajo a cientos de curiosos el día de su inauguración, en 1931, para ver la primera película sonora en Torrent. Con más de medio siglo de proyecciones ininterrumpidas apenas se reunieron unos pocos espectadores en la sesión del adiós para despedir al último de nuestros antiguos cines. Su apariencia externa, sobria y funcional, nunca gozó de gran atractivo, aun después de la reforma de la entrada y su fachada en los sesenta, pero su decoración interior respondía a la estética clásica de los grandes salones como en Valencia. El recinto no permaneció mucho tiempo cerrado y, al igual que los cines de tantas ciudades, se acondicionó como supermercado, el primero de la Avenida, quizás. Desde entonces ha pasado a ser Jobac, Eroski y Consum. El Montecarlo era un edificio elegante diferente a las demás construcciones de la Avenida de los años cuarenta y cincuenta. Fue un cine innovador. Con su sistema de refrigeración, cuando el resto de las salas carecían de aire acondicionado, hizo más confortables las jornadas de cine en verano y gracias a los hermanos Baviera Chiner se extendió el sistema por toda España, pero aquella no fue su única novedad porque, a pesar del frío, el Montecarlo introdujo el “destape” en las pantallas de Torrent. Durante unos años se le buscaron varias alternativas de uso que pasaban por su derribo completo. Las conversaciones entre la empresa Vatove, S. A. propietaria del cine Montecarlo y el Ayuntamiento culminaron en 1988 con el proyecto de reforma del antiguo cine en un centro cívico, cultural y comercial para la ciudad de tres plantas, planta baja y sótano obra de los arquitectos Carlos Moreno Mínguez y Lorenzo M. Martín Piqueras. Posteriormente y descartada la posibilidad de construcción de un auditorio municipal, por determinarse en la Marxadella, desde 2007 acoge, entre sus múltiples usos, las espectaculares instalaciones de la Unió Musical de Torrent, obra del arquitecto Juan Ramón Burgos Ortí. Por fortuna se han conservado la fachada y la torre del cine, únicos testimonios del primitivo edificio. En 1984 la familia Moreno había decidido el futuro del cine Liceo tras la disolución de la sociedad CINELAM. La gran pantalla ya no resultaba un negocio boyante y mantener abierta la monumental sala a duras penas cubría los gastos de mantenimiento. Así que cuando se les presentó la ocasión de destinar el antiguo cine como Delegación de la Agencia Tributaria, sus propietarios no desaprovecharon la oportunidad y en tiempo récord, entre septiembre de 1984 y junio de 1985, el cine se había derribado, exceptuando su fachada, y el nuevo edificio Liceo se levantaba con otras finalidades más antipáticas para los gustos ciudadanos. A partir de entonces algunos consideraron que el Liceo hacía honor a uno de los clásicos seriales que con tanto ruido se anunciaron en las carteleras de nuestros cines como La mano que aprieta, por la nueva actividad del edificio. Por fortuna la familia Moreno, que tanto ahínco puso para sacar adelante su empresa, se resistió a que se esfumara el recuerdo de su querido cine y tuvo el acierto de grabar los rincones del magnífico salón antes de echarlo abajo. La grabación no es buena pero gracias a su excepcional documento nos hemos reencontrado con un cine cuyo recuerdo imborrable dormía en nuestra memoria con la inevitable distorsión del tiempo. Hoy los
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usos de este emblemático inmueble de la Avenida han vuelto a variar y desde 2013 una academia de inglés ocupa el primer piso y un comercio de origen oriental se ha instalado en la planta baja. El cine Parroquial y el teatro de Montesión dejaron de proyectar antes de hacerlo las salas de la Avenida, pero continuaron abiertos a otras actividades y funciones dramáticas ocasionales. El viejo salón parroquial de la calle Pintor Ribera se derribó en 2009 y sobre su solar se alzó un moderno teatro que en 2011 inauguraba el arzobispo de Valencia Carlos Osoro. Torrent Decine lo adquirió la Caja de Ahorros del Mediterráneo como Aula de Cultura. El cine se reformó y ha alternado diferentes actos, representaciones teatrales y ciclos de cine muy de tarde en tarde. En 2015 la Fundación Caja Mediterráneo reabrió el salón de actos del Aula Cultural CAM para la proyección semanal de películas de autor a propuesta de la empresa CineTeca, que se mueve en el ámbito de este tipo de cine de escasa repercusión en las salas comerciales, y ha conseguido restaurar las aulas de cultura de varias ciudades como salas comerciales para difundir el cine independiente y de autor, pero en Torrent no ha acabado de despegar. Los cines de Las Américas permanecieron cerrados varios años y por último terminaron adecuándose a los asuntos celestiales como hemos mencionado páginas atrás. Las terrazas corrieron suerte paralela y desaparecieron entre los últimos años sesenta y los primeros setenta. La piscina Las Delicias se cubrió para convertirse en la mítica Sala Bony −en los últimos ochenta pasaría a denominarse Sección 25− y después se transformó en un parking y el bingo de la calle Zaragoza, actualmente cerrado y en venta. La superficie del Parque de Atracciones se aprovechó para la construcción de un enjambre de viviendas entre las calles Ramón y Cajal y San Gregorio, y el cine Casalt del Vedat continuó en manos de la familia Castelló, a mayor gloria del placer gastronómico, como restaurante. El recinto del Clot, después de habilitarse como parking de los distintos supermercados del edificio del cine Avenida, ha desaparecido bajo otra edificación y la planta baja la ocupa el local social de la Caja Rural de Torrent. El guión de los cines de Torrent no fue ni original ni distinto al que planteaba Cinema Paradiso de Giuseppe Tornatore, parábola del auge y decadencia de los antiguos cinematógrafos; sin embargo, y a pesar del crepúsculo de aquellos venerados salones en los que no cabía un alfiler para ver con ilusiones renovadas domingo tras domingo y, casi como única vía de escape, sus memorables películas en blanco y negro o en color más tarde, aunque se nos hayan caído sus cascotes o hayan desaparecido hasta sus escombros, las luces de sus proyectores esperamos que a través de estas páginas reverberen de nuevo en el imaginario de cada lector para permanecer encendidas en el recuerdo de Torrent.
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AGRADECIMIENTOS
Un libro no sólo es la obra de sus autores, en él también intervienen otras personas directa o indirectamente para que su fin último, la publicación y el encuentro con los lectores, llegue a buen puerto. Por eso es justo y obligado dedicarle unas líneas a quienes contribuyeron con simpatía y desinterés a hacer realidad estas páginas así como para expresarles nuestra gratitud por el tiempo que nos han dedicado. En primer lugar, y no podía ser de otra manera, quisiéramos recordar a los exhibidores, empresarios y gente del cine en Torrent, familiares y descendientes de aquellos que levantaron nuestras salas cinematográficas por la información y las anécdotas que nos contaron y la cordialidad y el calor con el que nos atendieron, sin su contribución este libro sería un cascarón vacío. Gracias, pues, a Gloria Abellán Belda por los recuerdos que nos transmitió sobre el cine Cervantes de su juventud y sus experiencias en la gestión del cine en Alaquàs. A Jesús Muñoz Fernández, del cine Avenida, por sus clarificadores comentarios y sus valiosísimas aportaciones documentales. Del mismo modo, no podemos evitar dedicarle un emotivo recuerdo a Roberto Baviera Chiner, del cine Montecarlo, que nos abandonó en mayo de 2015. Él quiso desplazarse, a pesar de sus años y algunas dificultades físicas propias de su edad, para entrevistarse con nosotros un caluroso día de julio. Allá dónde esté esperamos no le defrauden estás páginas que de algún modo llevan su impronta. Igualmente expresamos idéntica gratitud a su hermano Patricio Baviera. Agradecidos estamos a los hermanos Tomás, José Vicente y Rafael Moreno Planells, del cine Liceo, dispuestos a colaborar en todo momento y entusiasmados con la idea del libro y a Pep Almudéver i Codoñer, gerente de Torrent Decine, por rescatar los recuerdos de su memoria y a José Fernando Coronado Gavilán, proyectista durante alguna temporada en la misma sala y experto conocedor de los aparatos de proyección de ayer y hoy, que nos relató algunas de sus vivencias en el moderno cine de la calle Caja de Ahorros. No podemos pasar por alto a Julia Castelló Lladró ni a su sobrina Isabel Castelló Román, muy motivadas, nos explicaron los años que el cine Casalt formó parte de sus vidas y pusieron a nuestra disposición cuantas fotografías encontraron del cine del Vedat. Esta muestra de gratitud es extensiva a Pascual Mateo Gálvez y a Vicente Martínez Simó por sus apreciaciones aclaratorias sobre el Parque de Atracciones y el material gráfico que nos han proporcionado. Imposible olvidar la colaboración de Jaime Santonja por su ayuda para conocer los pormenores del cineclub en Torrent y, sin lugar a dudas la de Juan Antonio Delgado, antiguo colaborador del BIM Torrent y apasionado cinéfilo, cuyos textos sobre los diferentes géneros cinematográficos del cine en los años sesenta, que con gran profusión se proyectaron en nuestras pantallas, y que había escrito hace más de una década cuando este libro no era más que un balbuceante proyecto, han enriquecido nuestra historia y hemos reproducido en su integridad; como por otro lado le agradecemos que nos entregase la grabación de la entrevista que le realizó a Roberto Baviera en 1998 sobre el cine Montecarlo para la revista municipal, muy reveladora de los entresijos de nuestros cines en general y no solamente del Montecarlo.
Agradecemos a Amparo Ortí del Archivo Parroquial su predisposición por facilitarnos nuestra labor en la búsqueda de documentación en el seno de la parroquia y a José Ramón Sanchis Alfonso, archivero municipal, sus sugerencias para mejorar el contenido histórico de la narración, alertarnos sobre la documentación inédita referente a nuestros cines localizada en las dependencias municipales, así como por prestarnos su apoyo desde el Archivo Municipal de Torrent para llevar a cabo nuestras indagaciones cuantas veces nos ha hecho falta. También tenemos que mencionar la desinteresada colaboración de José Royo Martínez, cronista de Torrent, que nos informó sobre el cine en el convento de Montesión, nos dejó consultar su archivo personal y nos ha prestado su ayuda siempre que la hemos necesitado. La misma gratitud le expresamos a Vicente Puig Mora que, mientras llevaba a cabo sus infatigables pesquisas sobre la industria chocolatera en nuestra ciudad, nos adelantaba las informaciones de interés con las que se topaba, útiles para este trabajo. Los trabajadores de la Hemeroteca Municipal de Valencia y la Biblioteca Municipal de Torrent merecen, cómo no, nuestro reconocimiento por su deferencia y haber satisfecho las interminables peticiones de material e información que les hemos demandado. Tampoco queremos que pase desapercibida la colaboración y la desprendida ayuda que en diferentes momentos nos han prestado una serie de personas muy estimadas: José Luis Silla-Baixauli Soriano, Enrique Carratalá Sánchez, José Vicente Piera Fenoll, Rosa Cervera Baviera, Presentación Mora Juan, Vicente Moreno Seguí, Rebeca Marín Palop, Ignacio Garcí Rodríguez, Fernando Sánchez Miramón, Rafael Soriano Hernández y Francisco Chuliá March. Este agradecimiento es extensivo a quienes nos prestaron sus fotografías sin necesidad de insistirles como Rafael Poveda Baviera, Ana María Moreno Saiz, Amadeo Navarro Puchades, Rogelio Mora Fernández y Javier Silla-Baixauli Soriano. No quisiéramos eludir nuestra gratitud a nuestro Concejal de Publicaciones y de Cultura, Alfred Costa Folgado, por el interés y la confianza que mostró por este trabajo, nada más tuvo noticias sobre su realización, por su impulso y por su apoyo, así como agradecer al Ayuntamiento de Torrent el haber posibilitado su publicación. A Eugenio Simó por el diseño y maquetación del libro y a Manolo Sánchez por sus ilustraciones. Por último, hemos querido reservar las palabras finales a Ana Coronado Gavilán, directora del BIM Torrent, para expresarle un agradecimiento muy sincero porque fue ella quien puso en contacto a historiador y coleccionista en esta aventura de película además de ponernos, como siempre, a nuestra disposición el archivo de la publicación más antigua de Torrent. Por otro lado, y abusando de una confianza de más de veinte años, leyó con paciencia el borrador del libro realizando las observaciones oportunas. La gratitud es auténtica cuando se siente, así que gracias de nuevo.