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Igualdad, por Arantxa Hernández
La conciliación en tiempos de coronavirus, misión imposible
ARANTXA HERNÁNDEZ LACALLE
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Cuando se decretó el estado de alarma y nos confinaron en casa nos tuvimos que adaptar a una situación que nos obligó a modificar nuestras vidas y en numerosos casos a teletrabajar, al tiempo que nos ocupábamos de mayores, de menores y de todo lo que conlleva sacar una casa y una familia adelante.
El teletrabajo se impuso como una de las fórmulas escogidas por algunos sectores de actividad (aquellos que pudieron elegirla) para continuar con su producción, a pesar de no estar extendida de una forma general en la cultura del trabajo en nuestro país. El teletrabajo puede traer grandes beneficios, pero la conciliación no ha sido de momento uno de ellos porque se implementó con prisas y de urgencia, sin haberlo planteado bien.
Y entramos en pánico, nos encontramos familias enteras, monoparentales, monomarentales, numerosas, etc. confinadas en casa intentando conciliar el teletrabajo, el telecolegio, la telefamilia, la telepareja, la teleamistad y el teleocio. Se triplicaron nuestras jornadas, compartiendo espacios, ordenadores y tiempo; sin saber cuánto iba a durar todo aquello; intentando adaptarnos a una situación completamente nueva, caótica en ocasiones y excepcional.
Y es que cuando hablamos de conciliación, no nos referimos precisamente a esto. La conciliación es poder equilibrar el uso de los tiempos: tiempo de trabajo remunerado, tiempo para el cuidado de la familia y tiempo personal. Está claro que esta situación excepcional se aleja de este equilibrio.
Pero siempre hay que buscar algo positivo, ya que esta situación de fuerza mayor nos empuja a todas y todos a cambiar este modelo laboral tan rígido que poco entiende de las responsabilidades doméstico-familiares. Ahora más que nunca estamos poniendo en valor la crianza, el cuidado y el trabajo reproductivo, aquél con el que hemos cargado siempre las mujeres y que quizás ahora pase a ser una responsabilidad social. Así lo queremos entender y así debería ser.
La conciliación laboral, familiar y personal es el quinto principal problema al que nos enfrentamos las mujeres. Esta cuarentena ha tenido una repercusión diferente en las mujeres que en los hombres. Ya antes de la llegada del COVID-19 la mayor parte de los cuidados lo ejercían las mujeres. Esta desigualdad en el ámbito de los cuidados se ha acrecentado con la crisis del Coronavi
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rus. Las mujeres son quienes se han hecho cargo de la mayoría de las tareas de cuidados del hogar y la familia.
Tener esta visión desde la perspectiva de género permite obtener una mirada no sesgada de la realidad. Observar dónde se encuentran las desigualdades y poder incidir sobre ellas. El Coronavirus demuestra, una vez más, que, como siempre, las mujeres son las peor paradas.
Por ello y de ahora en adelante, y ante estos nuevos escenarios que se plantean debemos exigir una garantía de los derechos laborales y de conciliación de los trabajadores y las trabajadoras, analizando las fórmulas de teletrabajo, la prevención de la seguridad y la salud en el trabajo, la reforma horaria y los modelos de empleo vinculados a esa conciliación.