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La atalaya
El juego de la pelota en Valdizarbe y su entorno (VI)
POR LUIS BACAICOA
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A nivel deportivo, el juego más seguido en los frontones y medios de difusión en toda la geografía vasconavarra y zonas colindantes es el de la modalidad a mano. No hay pueblo sin frontón y jugadores a lo largo de generaciones (antes más) y con cuantioso público en el que cualquiera se convierte en experto cronista o en botillero de primera línea. Y aunque la zona no ha sido pródiga en figuras (luego veremos alguna excepción) sí ha habido al menos una masiva práctica.
En cualquier pueblo de la zona, en general, ha proliferado un destacado número de figuras populares y como el mencionar a todos resultaría un pliego interminable no cito nombres con el riesgo de dejar al margen a individuos, sagas de familias (abuelos, hijos y nietos), grupo tan numeroso que el listín telefónico, objeto éste olvidado en desusada escribanía en donde quizás se encuentren aquellas esquinadas pelotas de tripa de gato o deshilachados hilos, restos que parecen más destinados hoy a evocar el sensible baúl de las añoranzas.
A nivel infantil quien más o menos mayoría ha sido partícipe de sus lances; cada cual añoraba una pelota que, aunque de trapo, era un logro exhibirla delante de los demás. Aunque ansiada, nunca llegaba el dominio de una pelota de las de verdad, de las de cuero. Y en los lances del juego surgía cualquier revoltijo coloquial infantil: - Pronto voy a tener una pelota de verdaddice un peque. - Eso te lo has inventado, qué mas quisieras. - Sí, porque me la va a regalar mi tío, que jugó con grandes pelotaris. - Pues yo tengo un vecino que dice me va a regalar una pelota gratis. - ¡Andá que suerte!, ¿Y cómo lo consigue?.
El frontón repleto de público en el partido donde Chichán consiguió el campeonato de segunda.
- Es que es un Sr. importante, es el conserje del Labrit y conoce a todos los pelotaris.
Qué suerte para chuletas puentesinos con su paisano el del Labrit.
Y ya que va de peques hay un juego infantil muy socorrido y derivado de la pelota: el juego del ASNO. El mismo consiste en tirar la pelota contra la pared y gana aquel que tras el rebote dé mas botes la pelota en el suelo. Pierde el que menos botes consigue por lo que se convierte en asno y debe hacer todo lo que le ordenen los ganadores. El niño es coronado como asno con este ritual: Rex eris y rey serás si bien hicieres, un dos tres Martín Cortés en la cabeza me des.
Partidos, celebraciones y trofeos curiosos los ha habido en todo tiempo y lugar y de toda índole en los rincones de nuestro entorno. En unos se jugaban meriendas a base de fritadas con caracoles (poca carne y mucho caracol) o también bacalao (muy escaso éste: mucha espina y pellejo pero
poco abadejo); abundante el calderete con muchos cangrejos de las aguas del Robo y regatas adyacentes, cuyas aguas suministraban generosamente a todo lugareño de este entorno. Una de estas apuestas, que con dos contrincantes atrajo más personal a la merienda que espectadores al partido, fue la apuesta entre la pareja puentesina de Musitu y Siopapo, que por cierto tal apodo significa comer por la cara pero en este caso fueron muchos los que cenaron por la cara tras una apuesta poco eficaz en el juego pero más pregonada que los bandos de cornetín del estilista alguacil garestarra Laureano. Otra apuesta (esta en Mañeru: Gamboa, Perico contra Arguiñano), nueva apuesta y como premio para merendar un cordero. Y como colofón, de premio especial, una máquina de afeitar (novedad esta 10 veces más valorada que el cordero en aquel entonces) de aquellas importadas en estraperlo francés y que al rasurar dejaban más marcas que el mP
“Chichán” haciendo alarde de su conocido resto “bajo pata”
de la viruela. Otros premios solían ser una flor y un crucifijo. Mientras tanto, el personal espectador regocijaba el momento con abundantes azumbres de vino que haciendo destacables en sus fisonomías más colores rosáceos que los del distintivo ganador del que apostaba a rojos. En otros lances se dan curiosidades como le sucedió a aquel pelotari de Artazu que, estando en pleno juego, se le caen los calcetines hasta las alpargatas, pero lo curioso es que los calcetines no eran tales -¡ asombro para el graderío!- sino las medias de su hermana. Similar a este caso (aunque no ya en asunto pelotillero) se trataba del vicario, ya anciano, de las monjas Agustinas de Puente la Reina quien, al ser advertido por una vecina de La Zurrutia (Zubiurrutia): ¡Ay sr vicario! ¿No ve Ud que en vez de calcetines lleva medias?. A lo que el vicario le responde: Mira que ya le tengo advertido varias veces a la María: no mezcles en la mesilla los calcetines con tus medias.
Curiosidades aparte, en la zona se organizan partidos con algún renombrado deportista de fuera cuando las arcas públicas sueltan algún aporte, porque los bolsillos privados suelen estar un tanto duros para obtener entrada y a falta de ello tirar de aficionados caseros que de esos sí un largo
l l l Los únicos patronos de la pelota de José Luis Ayensa, “Chichán”, eran su propio esfuerzo, la fuerza, el ahínco, el afán, la brega y la lucha por la vida
listín imposible incluirlos en estos retazos; a ellos el parabién. Se completan programas de fiestas, ferias, días especiales en que resaltar un evento más si era religioso (más en el pasado). Así nombrado fue el partido que en la despedida del Obispo Olaechea jugaron el trío Eyaralar, Arano, Zaldúa contra el dúo Abrego-Patricio. En ese acto participó la coral de Añorbe; música y deporte implicados con personal de la zona. También en 1950, y en la conmemoración de las bodas de plata de la Federación navarra de pelota, y en ocasión con ella el nombrar a S. Fco Javier patrón de la pelota actuó de monaguillo el entonces prelado Laguardia-algo es algo-.
Centrados en este estilo del mano a mano y en esta zona se impone la referencia a la figura del pelotari puentesino, aunque procedente de Estella, José Luis Ayensa “Chichán”, deportista que como muchos empieza de cero, cuyos únicos patronos cara al futuro de la pelota eran los de su propio esfuerzo, la fuerza, el ahínco, al afán, la brega y la lucha por la vida. Con estos argumentos empieza a destacar afrontando todo tipo de partidos y por cualquier lugar de la geografía, y como único medio de transporte una bici vieja y las ganas de matar el hambre.
Valga como ejemplo la anécdota de que un día se le programan dos partidos así que, montando en el susodicho medio y con un trozo de seco y salitroso bacalao y una botella de vino, sale de Estella a solventar un partido en Allo. Terminado el mismo le advierten debe partir a jugar un nuevo partido a Los Arcos, así que a pedalear y con otro viejo trozo de bacalao y nueva botella de vino a lidiar otro trance. Terminado el partido, de nuevo vuelta a Estella. Si hubo relajo peor para el consiguiente pedaleo en un cacharro de trasto nulo en prestaciones: nada de cambios, nada de frenos, nada de llantas. Nada… sí algo el tesón y el esfuerzo. Chichán llegó a ser campeón de segunda y en primera peleó en muchos partidos y lo que logró con pocos padrinos pelotazales (cualidades tenía para que con más potentes patrones haber alcanzado más alto escalafón). Seguidores los tuvo por doquier que sabían valorar y apreciar las cualidades de este pelotari. Y para resumir, destacar la peculiaridad de darle a la pelota al estilo personal de “bajo pata”. Sabía darle con colocación y fuerza tanto o más como en el estilo libre. En sus apuestas solía retar el jugar él solo contra dos de los buenos y además “bajo pata”. Incrédulos había que ironizaban de tal reto como diciendo ¿Dónde va éste? Pero su risa duraba poco cuando, a poco de empezar el partido, viendo sus pelotazos, confirmaban asombrados tal dominio, y los apostantes preveían pasmados la pérdida de la apuesta al poco de comenzar el lance.