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2.2.5. Sistematizaciones

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5.1 Proyecciones

5.1 Proyecciones

LA GESTIÓN SOCIAL DEL CONOCIMIENTO: TEORÍA, PRÁCTICAS Y APRENDIZAJES

y educativas fabricando subjetividades, profesiones y organizaciones. Los sistemas de evaluación se abordan como dispositivos que construyen, distribuyen y legitiman visiones sobre el mundo social y educativo, que invitan a verlo de una determinada forma y a actuar de acuerdo con ella (Monarca, 2015).

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2.2.5. Sistematizaciones

Otra de las dinámicas que aporta al aprovechamiento de los conocimientos y aprendizajes construidos en el marco de la gestión del conocimiento en la Fundación Promigas es la sistematización. Esta ha cobrado relevancia como una herramienta organizacional que permite construir conocimientos y redefinir estrategias desde el registro y seguimiento de las acciones que tienen lugar en la organización. Sin embargo, suele asociarse con el hecho de documentar, registrar o escribir un conjunto de prácticas o acciones organizacionales, dejando así de lado las acciones de teorización e interpretación crítica de esos registros. Este fenómeno puede tener relación con limitantes de tiempo y con la desarticulación de las agendas organizacionales con respecto a los procesos de aprendizaje y generación del conocimiento, que están inmersos en el ejercicio de sistematización. Así las cosas, esta dinámica tiende a asumirse como una acción aislada, procesal y estandarizada que responde a la recopilación de información para el registro y evidencia (Zúñiga, Mejía, Fernández y Duarte, 2015). En su lugar, cada vez con mayor frecuencia y contundencia la sistematización ha empezado a asumirse como una fuente de aprendizaje que permite analizar de forma sistémica las experiencias organizacionales. Hay que decir que la sistematización no responde a indicadores, sino a temas y preguntas clave que delimitan y orientan las reflexiones generadas durante todo el proceso. En este sentido, los participantes de las iniciativas sistematizadas se convierten en observadores de sus propios pensamientos, sentimientos, relaciones y acciones, brindando así insumos para una reflexión organizada y rigurosa de su praxis. Dicha reflexión posibilita, a su vez, la recopilación y el análisis de información para estructurar nuevas posibilidades de acción y para tomar decisiones en función del proceso vivido y de los resultados obtenidos. Tales decisiones invitan a nuevos procesos de reflexión que cimientan, desde la lógica de la sistematización, círculos virtuosos de aprendizaje cuya fuente principal se encuentra en la experiencia misma de la organización y sus comunidades participantes (Chaparro, 2007). Sistematizar permite realizar la documentación, el análisis y la reflexión organizada, rigurosa y participativa en torno a las potencialidades, fortalezas, aciertos, aprendizajes y oportunidades de mejora en función de los objetivos planteados para la iniciativa, las acciones implementadas, el proceso que se

generó durante esa implementación y los resultados obtenidos en esta. Así, sistematizar constituye un referente inherente a los distintos proyectos de investigación y acompañamiento de la Fundación, que se estructuran a partir de las necesidades, recursos y características de las comunidades participantes, al tiempo que responden a líneas coyunturales que empiezan a definirse desde el contexto educativo y social en el que se desenvuelven tales comunidades (Martín, 2016; Mogollón, 2016; Echeverría y Gómez, 2015).

Sistematizar implica, por tanto, la organización, reconstrucción y análisis de lo que ha sucedido en un proceso o iniciativa para propiciar la reflexión crítica que lleva a la comprensión teórica, metodológica y experiencial del proceso desde la voz de los actores involucrados, los referentes contextuales y teóricos, así como desde los procedimientos ejecutados y los resultados obtenidos. Todo esto con el fin de construir conocimientos que posibiliten el enriquecimiento de los actores, el desarrollo intencional de capacidades individuales y colectivas, y la resignificación situada de la praxis organizacional. Aquí cabe precisar que la interpretación crítica no se limita a la mera explicación de lo sucedido en la experiencia sistematizada ni mucho menos se orienta a la justificación de las acciones ejecutadas o de los resultados. En su lugar, sistematizar apunta a la “comprensión de cómo se pusieron en juego los diferentes componentes y factores presentes en la experiencia para poder proyectarla con visión transformadora” (Echeverría y Gómez, 2015, p. 17).

La construcción y organización del conocimiento mediante esta estrategia implica un valor agregado para la gestión transformadora de la Fundación en la medida en que…

… cuando se están sistematizando experiencias te permite caer en cuenta de cosas que durante la práctica no se ven. Es una oportunidad valiosa, tener el registro y estructuración de los proyectos, de las herramientas para que pueda ser replicable y entregarlo. Responde a la filosofía no de guardar el conocimiento, sino cómo a partir de ese conocimiento se generan transformaciones sociales, y que sirva a otros que no han tenido la iniciativa o disciplina de reflexión y generación de conocimiento para hacer las propuestas

Equipo humano de la Fundación Promigas.

Aunque toda sistematización exige un ejercicio sistemático que incluya documentación, registro, memoria y un texto final, es importante no hacer del proceso un fin último; por el contrario, el aprendizaje y la transformación social deben ir de la mano si lo que se pretende es cambiar las prácticas

LA GESTIÓN SOCIAL DEL CONOCIMIENTO: TEORÍA, PRÁCTICAS Y APRENDIZAJES

organizacionales con miras a incrementar el impacto de la actuación social. Por lo tanto, es fundamental analizar el apego a las herramientas y contenidos utilizados en la sistematización para dar lugar a un abordaje más crítico que posibilite la reflexión y la resignificación de la praxis misma desde una perspectiva situada y colaborativa. Se busca aprender, aprender a aprender y “aprender a resignificar la iniciativa de cambio en la que todos participan”.

De aquí que los procesos de sistematización necesiten (AFE, 2016; Mogollón, 2016; Echeverría y Gómez, 2015; Chaparro, 2007):

◼ La interacción y confluencia de saberes que se articulen coherente y contextualmente para atender los actores, las lógicas y las intencionalidades de dichos procesos (y la complejidad que les es inherente). Desde esta dinámica se propicia la interlocución entre las reglas de pensamiento lógico-formal y los discursos simbólico-narrativos que ilustran la participación de los distintos actores involucrados en una experiencia que aporta a la transformación social. ◼ La comprensión de sentidos y la construcción colectiva de significados, atendiendo a que la sistematización se estructura desde la relación de referentes objetivos y de las construcciones tanto subjetivas como intersubjetivas que se generan en el contexto donde se está sistematizando. Esto resulta pertinente en la medida en que la identificación de los sentidos que les brindan los sujetos a sus acciones contribuye a la apropiación crítica y contextualizada del rol que cada uno tiene como gestor que aporta a las transformaciones sociales. ◼ La confrontación entre los saberes existentes y la experiencia, pues desde la sistematización se abren espacios para organizar e interpretar la praxis con el fin de dar sentido a la práctica social. Esto, mediante el análisis crítico de los saberes teóricos y metodológicos que la están fundamentando, y las experiencias (con sus respectivos significados y dinámicas) que están siendo objeto de sistematización. En palabras de

Echeverría y Gómez (2015):

explicitar los sentidos que sobre la realidad social tienen los sujetos inmersos en una determinada acción, ayudarlos a formular percepciones que son producto de sus interacciones sociales situadas y condicionadas culturalmente y aún constreñidas por determinados contextos sociales es la tarea de la sistematización (p. 19).

Los procesos de sistematización retroalimentan y enriquecen tanto la formulación de proyectos e investigaciones como la delimitación de los ejes que estructuran la gestión del conocimiento en la Fundación Promigas. En la misma línea, brindan insumos para la validación crítica de la práctica organizacional y para su contextualización con miras a la consolidación de estrategias que contribuyan a la potenciación de los territorios donde la acción de la Fundación se lleva a cabo. Así, se configuran acciones que atienden a los aprendizajes construidos y que posibilitan cambios que se efectúan de la mano con las comunidades y colectivos participantes en cada una de sus iniciativas, desde un análisis riguroso y una praxis reflexiva que fundamenta y orienta cada una de aquellas.

De esta manera, tanto el diseño de proyectos e investigaciones como la delimitación de los ejes del Centro de Aprendizaje de la Fundación toman como punto de partida las reflexiones que se generan desde el quehacer organizacional, a la vez que se constituyen en un nuevo referente para la validación de tales reflexiones y la construcción de nuevos aprendizajes (Martín, 2016; Mogollón, 2016; Echeverría y Gómez, 2015; Martín y Ávila, 2012; Fundación Promigas, 2009).

Es importante mantener la cultura de la reflexión y el enriquecimiento en los temas en que se ha estado trabajando. (…) Sentarse a reflexionar de manera seria y argumentada. Sistematizar ayuda a aterrizar sobre un vacío que es lo escrito: llevar evidencias y revisión y reflexión sobre el proceso. Sobre eso, en la Fundación Promigas se está hablando de un cambio de paradigma en la sistematización; no es solo registro y ordenamiento de lo realizado, sino la reflexión y generación de un nuevo conocimiento que es importante para la generación de capacidades.

Acompañante local de la Fundación Promigas.

Ahora, para que este proceso se lleve a cabo y sea aprovechado con los distintos actores involucrados en las experiencias, la Fundación ha retomado referentes teóricos que han dado lugar a la construcción de un ciclo de sistematización que orienta el quehacer de los participantes10. Este ciclo da cuenta de un conjunto de fases que interactúan entre sí y que no constituyen un proceso secuencial y estático, sino que se enriquecen para aportar al cumplimiento de los objetivos propuestos en el proceso.

10 La Fundación Promigas estructuró en el 2015 una guía que orienta sus prácticas de sistematización en las distintas iniciativas y procesos: Echeverría, L. y Gómez, F. (2015). Sistematización de experiencias pedagógicas e institucionales. Barranquilla: Editorial Fundación Promigas.

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