El
laberinto de las
letras Eva Mª Fuentes Usea Ilustrado por Laura García Mañas
Cuentan que existe un lugar donde se almacena el conocimiento, un sitio donde el saber aguarda dispuesto a ser descubierto, un lugar que alberga la Ciencia, la Literatura, la Astronomía, la Historia, la Filosofía... la Sapiencia.
Hay quien dice que se trata de un bosque, otros de una gran gruta, pero la mayoría coincide en que se trata de un edificio, un majestuoso palacio, o un magnífico castillo al que llaman «El palacio de la sabiduría», «El templo de la erudición», «La casa del saber»... Otros lo llaman escuela o, simplemente, vida. Quizá se trate de todo lo anterior junto.
Pero en lo que todos coinciden es en que acceder a dicho palacio no es sencillo, se necesita poseer una llave, conocer una serie de claves para interpretar tanto conocimiento. Eso sin contar con que dicho palacio, llamĂŠmoslo asĂ, estĂĄ rodeado por un enrevesado laberinto.
Esta es la historia de Iván, un niño que se vio inmerso en una aventura que tuvo lugar en el laberinto... de las letras. Iván era un niño de 5 años, de pelo castaño, rizado, de vivos ojos color avellana, sonrisa pícara y carácter alegre.
Un día jugaba con sus padres y otros amigos en un parque abierto y con un amplio césped. Distraído, se alejó de ellos, y cuando se dio cuenta estaba rodeado de altos setos rectos que nunca antes había visto pero que, sin saber cómo explicarlo, no le eran del todo desconocidos, quizá fue por eso que en ningún momento sintió miedo.
Caminó despacio intentando encontrar el camino de vuelta, pero por más que andaba no lograba dar con el modo de volver al parque del que venía. No se asustó pero empezaba a inquietarse. Aquello parecía ser un laberinto.
Observó los altos setos y pudo comprobar que en todos había letras. Mayúsculas, minúsculas, letras sueltas y algunas juntas: «U A I E O» vocales «p m s l» consonantes «D N T J» las conocía todas. Pensó que si lograba leer las letras juntas, quizá supiera cómo salir de allí.
«MA TE PA SI» El número máximo de letras que aparecían juntas eran dos. Podía leerlas y las entendía, pero no le decían nada. Sólo eran sílabas, no formaban nada coherente. La ligera inquietud se tornó en preocupación.
ISBN 978-84-17448-10-3
9 788417 448103
El equilibro de Morfeo i