Fressia el día de la Dana

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El despertador sonó tres veces. Al escucharlo, Fressia se despertó sobresaltada, miró el reloj y exclamó: —¡Bien! ¡Todavía me quedan diez minutos para levantarme y prepararme para ir al colegio!

Al pasar los diez minutos, se levantó de un salto, con alegría, recordando las actividades que tenía en el colegio ese día…

«Hoy tengo que entregar mi dibujo. ¡Estoy ilusionada con que lo vea la señorita Julia!», pensó.

También recordó la sesión de juegos que tenían, ya que era martes y les tocaba gimnasia con pelota y muchos juegos interactivos.

Algo emocionada, dijo en voz alta:

—¡Hoy será un día genial!

Rápidamente, se puso sus pantalones vaqueros azules y su camiseta blanca con sus botas rosas. Así era como a ella le gustaba vestir, con personalidad arrolladora.

Una vez preparada, lo primero que hizo fue desayunar sus cereales con leche y fresas, ¡su fruta preferida!

Cogió la mochila y se fue de camino al colegio con sus amigos.

Llegó al cole y empezó el día de actividades como un martes cualquiera.

El día transcurría de manera normal, aunque Fressia sentía que algo no marchaba bien, pero no le dio demasiada importancia; siguió feliz con la sonrisa que la caracterizaba, bromeando con sus amigas y participando en las distintas actividades del cole.

A la una, terminó, como siempre, sus actividades para comer con sus compañeros. Fue una comida buenísima. ¡Tocaban macarrones con salsa de tomate! ¡Sus preferidos!

¡Fressia estaba feliz!

Esa misma tarde era su turno para entregar el dibujo. Tenía ciertos nervios, pero estaba contenta e ilusionada.

Transcurrida apenas una hora después de la comida, la señorita Julia les dijo que subieran a la clase y prepararan sus mochilas; los papis venían a recogerlos porque parecía que iba a llover mucho.

Fressia se puso un poco triste, porque todavía tenía que pintar en el taller y entregar su dibujo.

A la salida del colegio, su mamá le dijo a Fressia:

—No te pongas triste, iremos a casa y pintaremos juntas. Hoy será un buen día para estrenar las nuevas acuarelas.

Fressia, emocionada, exclamó:

—¡Sííí, mami! ¡Gracias! ¡Haremos un gran dibujo juntas!

Nada más salir del cole, vieron que llovía y casi no pudieron llegar al coche por el tráfico, pero consiguieron llegar. Algo mojadas, pero llegaron.

Fressia, con su alegría y sentido del humor, fantaseaba con que estaban rodando un vídeo musical y ella era una estrella del pop.

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