Alba Gundín Castro
Pequeña experta o en el desorden Ilustrado por
Sonia Sanz Escudero
Comienza otro precioso día de otoño, las hojas de los árboles empiezan a caer por el suelo, y por las mañanas hace mucho frío. Martina todavía estaba durmiendo en su cama cuando de repente suena su despertador: «Bip, bip, bip...». Martina con un ojo abierto y otro aún cerrado, lo apaga. —¡Martina vamos, tienes que desayunar para no llegar tarde al colegio! —le dice su madre asomándose a la puerta de su habitación. Martina saltó de la cama, se estiró hasta que notó que tenía todos sus músculos despiertos, se vistió y empezó a buscar sin tiempo que perder su juguete preferido, una pelota saltarina con la que podía estar jugando horas y horas. Esta pelota saltarina era muy especial, siempre estaba jugando con ella y por la noche brillaba en la oscuridad.
Buscó, buscó y buscó pero en su habitación no la encontró. Martina bajó corriendo a la cocina donde le esperaban sus padres y su hermano pequeño, Emilio, que todavía estaba durmiendo en los brazos de su madre. —Mamá, no encuentro mi pelota saltarina —dijo Martina, preocupada—. ¿Me puedes comprar una nueva? —le preguntó a su madre. —No, Martina. Tu pelota saltarina seguro que está en tu habitación, pero ¿has visto lo desordenada que está? Es normal que no encuentres tu pelota saltarina, cuando vuelvas del colegio ordena tu habitación y la encontrarás — le indicó su madre con los brazos apoyados en la cintura. —¡Puf! Cuando vuelva del colegio buscaré mi pelota saltaría —dice Martina algo enfadada porque no le gustaba tener que ordenar su habitación. —Seguro que lo haces muy rápido, Martina, y es importante que recuerdes que «¡Si ordenada eres, menos tiempo pierdes en buscar tus juguetes!» —canturreó la madre de Martina mientras seguía acunando a Emilio en sus brazos.
Martina tenía muchas habilidades. Le gustaba jugar al baloncesto en su tiempo libre, ayudaba a su abuela siempre que lo necesitaba, le enseñaba a su hermano pequeño los fascinantes bichitos que escondía su jardín, y era muy aplicada en el colegio. Pero había un problema… ¡era muy desordenada!
Todos los días cuando Martina llegaba a su casa del colegio, dejaba la mochila en el pasillo, el abrigo en la silla de la cocina, los zapatos debajo de la mesa del comedor, y el libro de matemáticas en la mesa pequeñita de su pequeño jardín. Y a la mañana siguiente nunca se acordaba dónde había dejado sus cosas.
El equilibro de Morfeo i
Aprende con Martina la importancia que tiene el orden en nuestras vidas
ISBN 978-84-18911-03-3
9 788418
911033