Benjamin Biolay
COMO PARTE DE LA PROMOCION DE LA PELICULA VOYAGE VOYAGE, EN LA QUE ACTUA, VINO AL PAIS BENJAMIN BIOLAY. EN ESTA ENTREVISTA ESPECIAL PARA BACANAL HABLA SOBRE MUSICA, CINE, POLITICA Y SU GRAN PASION POR LA ARGENTINA.
texto Esteban Ulrich
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l invierno se toma vacaciones. El ruido frenético de la ciudad resuena con sordina, como si se viera sorprendida por la serena suavidad soleada que propone este martes cálido de agosto. Benjamin Biolay atiende a la prensa para la promoción de la película franco-argentina Voyage Voyage, entre invitaciones de café y masitas. Edouard Deluc, su director, acaba de ser padre en Francia y no será de la partida. Entre algunos flashes esporádicos, Anna, la pequeña niña del músico, juega con sus libros. Biolay está lejos de transmitir esa fama de enfant terrible que le hicieron los medios parisinos, el centro de los rumores del affaire político-amoroso con Carla Bruni o de las peleas verbales -y algo más- con otros músicos de la llamada nueva chanson française. Su aspecto, mientras se pasea un rato con su hija entre tanto desconocido, es simple y relajado, como su forma de hablar y de
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fotos Juan Carlos Casas
tratar a la gente. La charla la hacemos afuera, al aire libre; el día lo amerita. -¿Cuándo fue la primera vez que viniste a la Argentina? -Por 2007 o 2008. Cuando salió Home, el disco que hice con Chiara Mastroiani, me dijeron que se había dado un pequeño fenómeno acá, que había gustado mucho. Me pareció formidable y al mismo tiempo bastante abstracto, Argentina estaba tan lejos... Así que crucé el Atlántico para hacer un concierto en Niceto y terminamos haciendo dos. Haber sido reconocido artísticamente enseguida fue muy agradable y, al mismo tiempo, me enamoré del lugar, como si me hubiese enamorado de una mujer, algo me pasó con este país... Cuando llegué por primera vez sentí algo extraño, como de estar en casa. Parecido a cuando te encontrás con alguien por primera vez y te parece que lo
conocés de toda la vida. Volví muchas veces después, hice un grupo de amigos y, cada vez que puedo, me escapo. Me atrae más que otras grandes capitales del mundo. Y me sirve para escapar de la pequeña Europa, que está tan esclerótica. Ahora, con la crisis, el discurso social europeo está en un estado paupérrimo, la noción de familia, de amistad... Por ejemplo, ustedes enfrentaron la crisis de comienzos de la década de 2000 de manera familiar; nosotros lo estamos haciendo de manera individual. -Home fue también un éxito en el mundo. Ya eras conocido, pero ese disco multiplicó tu exposición... -Sí, aunque estaba acostumbrado a cierta exposición. Lo que se volvió mediatizado de golpe fue mi pareja con Chiara. Con Home quisimos hacer un disco para nosotros, lo realizamos de manera muy íntima. No imaginábamos la repercusión que tendría. A
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"Nunca me gusto eso de referente de la chanson... ¿Que es eso? Es una malformacion, todo el que canta en frances entra en la bolsa, cuando en realidad somos muchos y cada uno tiene su propio estilo." Chiara le gustaba mucho cantar pero no era lo suyo, ella es actriz. Creo que todo músico en algún momento quiere hacer un disco con su mujer, y la intimidad en la que fue hecho logra transmitirse, eso es lo especial del disco. Y, gracias a él, pude descubrir este país. -Una vez instalado en la escena francesa, los medios te colocaron en un lugar en el que nunca pareciste muy cómodo... Entre un Latin Lover a la francesa, con el affaire Bruni en el medio, y la etiqueta de referente de la nueva chanson française... -Nunca me gustó eso de referente de la chanson... ¿Qué es eso? Es una malformación, todo el que canta en francés entra en la bolsa, cuando en realidad somos muchos y cada uno tiene su propio estilo. Y después todo eso de los medios es un poco insufrible. Lo de Carla Bruni es todo mentira. Son rumores que después te siguen para siempre. Y cada vez que me pongo a desmentirlo es
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peor. Más desmentís, más la gente cree que algo de verdad hay. una rod movie nacional Voyage Voyage cuenta la historia de dos hermanos franceses que viajan a Buenos Aires y de allí van a Mendoza para participar del casamiento de un primo al que adoran, que es justamente el personaje que encarna Benjamin. Siguiendo el clásico formato de road movie, el film destaca su honesta y directa relación con el paisaje argentino. Nada de coproducciones artificiales, aquí se percibe un verdadero amor por el país y su cultura. -Esta película te permitió ahora conocer la provincia, otra parte de la Argentina... -¡Sí! Ya de antes conocía Córdoba y ahora visité Salta. Aunque se dice en la película que vamos a Mendoza, en realidad rodamos en Salta... ¡Así que también descubrí los
vinos de Cafayate! Fue muy interesante, en Salta conocí más de cerca la cultura indígena. Todo allí es a la vez más religioso y más pagano. Visité las tumbas momificadas... Realmente, me encontré con un universo nuevo, distinto, que tiene una historia muy rica. -A tono con la película, podría afirmarse que hiciste tu propia road movie... -De hecho, esa fue una de las razones por las que enseguida me sumé a este proyecto. Con Edouard, el director, que a su vez es otro enamorado de Buenos Aires, nos conocimos a través de su mujer, que es argentina, y cuando me propuso un rol, no lo dudé. Primero me mostró un corto que había hecho acá de ocho minutos, se llamaba ¿Dónde está Kim Basinger?, con Phillipe Rebbot, el actor de la película. Ese corto fue filmado reproduciendo esta idea de dos franceses que se encontraban perdidos por la avenida Corrientes. Y eso enseguida me
recordó la primera vez que vine a Buenos Aires y con eso me alcanzó para convencerme, no hizo falta siquiera que leyera el guión. -Naciste en un pueblo de provincia en Francia. ¿Cómo llega la música y luego la gran ciudad de París? -Soy de los suburbios de Lyon, de un pueblo que se llama Villefranche-surSaône. Con respecto a la música, debo decir que mis padres al principio me forzaron un poco... Y ya a los 16 o 17 años me ganaba la vida tocando el trombón en una orquesta. Como empecé a escribir mis propias canciones, le avisé a mi profesor del conservatorio que ni bien tuviera una oportunidad en algún sello, les decía chau a todos. Y eso fue lo que hice. No pensaba especialmente convertirme en cantante. Sobre todo me interesaba ser songwriter, arreglador y productor. Después, llegar a la capital se hace un poco duro, como para cualquier provinciano. El tema en París es que cada semana surgen veinte propuestas nuevas, veinte nuevos artistas y a nadie le importa demasiado, así que hay que insistir, tenerse una confianza enorme... -Siempre supiste trabajar con otros artistas, colaborando con Henry Salvador o invitando a varios artistas para participar de tus discos, como Carl Barât o Vanessa Paradis... -Y lo seguiré haciendo... Vengo de sacar el último disco de Vanessa Paradis, que
escribí y produje, no puedo dejar de hacer eso. Si hubiese realizado mi sueño, hubiera conformado un grupo en lugar de cantar solo. Pero siempre me resultó muy complicado. Encontrar dos o tres personas en face conmigo... Y, después, uno es joven, la vida disoluta de los músicos, los egos y todo eso... Y Carl, es un amigo... Aunque no hay nada concreto aún, me gustaría hacer algo con él acá... -Con La Superbe en 2009 se da un vuelco definitivo: lográs un éxito comercial alabado también por la crítica. Lo mismo con tu último disco, Vengeance. En ellos tomás un camino abiertamente pop... -La Superbe también, pero sobre todo Vengeance es un disco muy especial. Hay una parte del público más cercano a la chanson française a la que no le gustó, y, en cambio, a mucha otra gente más cercana al hip hop le encantó. El hip hop ya es parte de la música francesa y quise volcar un poco de eso en el disco. Artistas como McSolar, MTM, IAM, vienen tocando hace 25 años en Francia. Hoy, la música francesa es una gran mezcla de todo. Hay grupos como Air o Daft Punk. Toda la electrónica francesa... Pero también, por ejemplo, Phoenix no es electrónica, es pop. Lo más nuevo e interesante de la música francesa viene por el lado del pop, lo que en su momento se llamó la french touch... -¿Y qué conocés de la música argentina? -Ya en Francia escuché a Soda Stereo,
también a Charly. Los Soda habían tocado un poco en Europa, y los que nos interesamos en la música los conocíamos. ¡Era una banda que llenaba cuatro Monumentales! Después, acá, me encontré con Cerati y hasta llegamos a hablar de hacer algo juntos antes de que tuviera el accidente... del cine a la política Más allá de la actitud relajada, casi campechana que muestra Benjamin Biolay en la entrevista, lo cierto es que se trata de un protagonista público en la sociedad francesa. No sólo a través de lo mediático, sino que él mismo se mueve en varias escenas con soltura. Del cine al escenario, de los premios a la política, de la crítica a las amistades. -Casi como una forma de primera consagración cinematográfica, recientemente fuiste convocado por Agnès Jaoui y JeanPierre Bacri, una pareja de autores y actores ya mítica del cine francés... -Sí, Au bout du conte salió en Francia hace unos seis meses y fue un gran éxito. Trabajar con Agnès Jaoui y Jean-Pierre Bacri fue genial. El es un actor extraordinario. Fue maravilloso trabajar con ellos porque me di cuenta de que son tan agradables como me los imaginaba. El cine es un medio que ha sido muy generoso conmigo. Mi primer film lo hice con Sylvie Verheyde, Stella. A pesar de haber hecho algún telefilm antes, Stella fue mi primera experiencia cinematográfica real. Sylvie me vio en la tele y me pidió que hiciéramos algunas pruebas y me negué durante bastante tiempo, hasta que un día dije que sí. Después, nos dimos cuenta de que íbamos a trabajar juntos con mi amigo Guillaume Depardieu y nos pusimos muy contentos. Soy muy tímido, cuando estoy en algún talk show o programa de televisión la paso bastante mal, siempre tuve horror de
"Buenos Aires Me atrae mas que otras grandes capitales. Y me sirve para escapar de Europa, que esta tan esclerotica. con la crisis, el discurso social europeo esta en un estado pauperrimo."
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"Si me sume a la aventura politica fue para apoyar el derecho a votar de los extranjeros, el matrimonio para todos, para crear nuevos puestos para la educacion nacional, por convicciones profundas..." que me filmaran, pero entendí que el cine es menos “voyeurista” de lo que había imaginado antes. Es más profundo, cada uno hace su trabajo, nadie te está mirando haciendo lo tuyo como si fueses un bicho raro. -¿“Profundo” en qué sentido? -Que puedo ir a buscar cosas que no busco normalmente, porque allí estoy al servicio de alguien más. Lo que podría ser un condicionamiento, en mi caso funciona para que me supere a mí mismo. -Más allá de actuar y ser músico, hiciste poca música para cine ¿Por qué? -Sólo lo hice dos veces... Creo que es otro métier. Me resulta pretencioso pensar que porque uno es músico puede ser compositor de música para cine. Es otra manera de hacer música. Al servicio de alguien, desde ya, de la imagen después, y de un guión. Es una gran responsabilidad. Cuando lo hice me di cuenta de que con la música podés arruinar una escena. Si ponés violines donde no hay que hacerlo es un verdadero desastre. A su vez, cuando hago música, tengo la costumbre de hacer lo que quiero. Casi como un niño malcriado. De todas formas estoy por hacer la música para un film de André Téchiné (La chica del tren, Lejos del mundo), pero porque me dijo que quiere que haga mi música. Le expliqué que no era músico de películas y él me dijo que va a tomar lo que yo haga y va a trabajar con eso. Eso me parece mejor. Me entusiasma mucho la idea... -Y siempre te mantuviste cercano a la militancia política, incluso participaste de las últimas elecciones presidenciales francesas en el equipo de François Holland. ¿Cómo abordás la política desde la cultura?
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-Cuando me sumé al equipo de Holland, aunque me ocupaba de la cultura, o sea, de poner a gente de la cultura en contacto con el candidato o con quien es la actual ministro de cultura, Aurelie Filippetti, mi primer objetivo no era la política cultural sino la política social. La política de la educación. Si me sumé a esa aventura fue para apoyar el derecho a votar de los extranjeros, el matrimonio para todos, para crear nuevos puestos para la educación nacional, por convicciones profundas... La política, para mí, no pasa tanto por trabajar desde lo cultural, sino por llevar algunas ideas a la realidad. Como artista soy liberal, en el sentido que no trabajo con el gobierno, siempre trabajé con capitales privados. Ahora, cuando uno se suma a un proyecto político, se trata más de tener la suerte de, una vez en la vida, ser
útil para los demás. Y, además, es una bella aventura para ser vivida, participar de una elección que se gana... Sus ojos se encienden recordando las peripecias de esos momentos, de lo mal considerados que estaban los “hollandeses” cuando el campeón de la izquierda era Dominique Strauss-Kahn, y cómo contra todos los pronósticos terminaron ganando. De allí, entre foto y foto, la conversación deriva hacia el fútbol, a su querido OL (Olympique Lyonnais), a su amigo David Trezeguet que ahora es parte del plantel de Newell's Old Boys... De repente, sin darnos cuenta, nos sorprendemos hablando de fútbol como en el cafetín de la esquina. Confirmado: el affaire Buenos Aires-Biolay es cosa seria.
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