entrevista
CALU RIVERO ES HERMOSA, MAS ESPIGADA DE LO QUE IMAGINABAMOS ANTES DE CONOCERLA EN PERSONA, CON UNA MIRADA ENCENDIDA ENMARCADA POR UNA SOLIDA CONCIENCIA DE SI MISMA. HAY ALGO DE SALVAJE EN SU ESPIRITU PERO TAMBIEN EVIDENCIA UNA TEMPRANA EXPERIENCIA. UN MIX DE DISEÑADORA, ACTRIZ, DJ Y MUCHO MAS.
texto Esteban Ulrich
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Fotos Alejandra Lopez PRODUCCION Andy Benegas
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alu nació en un pueblo de nombre tan afable como puede ser el de Recreo, en la provincia de Catamarca, para luego viajar hasta el corazón de la República con sus padres. La primera impresión que genera en el trato directo es la de una chica de provincia que ha recorrido un pequeño largo camino hasta nuestra entrevista. “Nací en Catamarca y a los seis años partimos con mis padres a Córdoba, pero mantuve un lazo muy fuerte con el pueblo natal, en donde viví mi primera infancia y en donde quedó parte de mi familia. Creo que de allí proviene una suerte de fuerza criolla que forma parte de mi estilo, esa libertad que uno trae por haber crecido en un pueblo en donde se juega con cosas reales, no con juguetes de plástico, sino con barro.” Una libertad de los espacios abiertos que parece haber oxigenado su piel pero también su espíritu. Este ecosistema fértil y un entorno familiar que supo dejar crecer sus aptitudes creativas le permitieron un desarrollo natural y casi inconsciente de sus capacidades. -¿Siempre contaste con el apoyo de tu familia? -Más que eso. En Córdoba hicimos un programa de moda familiar, con mi hermana y mi mamá. Ahora al programa lo continúa mi hermana en la web. En el seno familiar, más que apoyada, siempre me sentí muy estimulada. Creo que mi madre tiene un don para eso, para el juego... No es artista pero, por ejemplo, en Córdoba nos armó una habitación en casa que tenía nombre y apellido: se llamaba la Sala de la creatividad... Ahí teníamos libertad para hacer lo que quisiéramos. Dibujar, pintar, bailar, lo que sea. Casi no veíamos televisión. -Pero el sobrenombre Calu viene de una telenovela, ¿es así? -Sí, es cierto. Veíamos una telenovela chilena que se llamaba Tic Tac. Era para más grandes, nosotras la veíamos sin entender demasiado. Ahí había un personaje que era la abuela (¡ni siquiera era la protagonista, ni mucho menos la más linda!) que se llamaba Calu y mi hermana empezó a llamarme así. -¿Cómo fue tu formación? -Recuerdo que terminé el colegio y no sabía qué hacer. Tenía claro que quería hacer algo con lo expresivo, pero no sabía qué forma podría tener. Me anoté en la carrera de diseño industrial, porque me gustaba mucho la ropa. Pero después y gracias a un don que tengo, que es el de saber escuchar a la gente más grande, un diseñador industrial amigo de mi mamá me planteó que pensara si me interesaba saber cómo diseñar una licuadora, ahí me dí cuenta de que ése no era mi camino.
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-¿Y cómo llegás al teatro? -Después de eso me anoté para hacer teatro en la Facultad Nacional de Córdoba, y aunque me gustó, enseguida me dí cuenta de que lo que se enseñaba ahí era lo básico, cosas que de alguna manera ya había experimentado en la “Sala de la creatividad...”. Por fin, vino a casa Alfredo Casero, que es amigo de la familia, y cuando le comenté que estaba estudiando teatro me dijo que me tenía que ir a estudiar a Buenos Aires y que lo tenía que hacer con Norman Briski. buenos aires El clásico cuadro criollo, una y mil veces representado en nuestra cultura popular, ése de la chica del interior que se enfrenta a la gran ciudad. Un cuadro que se vuelve a repetir en el caso de Calu. -¿Cómo fue tu llegada a Buenos Aires? -Cuando desembarqué con veinte añitos en la gran ciudad, seguíamos haciendo el programa de moda, así que me la pasé viajando para grabar en Córdoba todos los fines de semana. Fue un período muy sacrificado, de mucho esfuerzo, pero no quería dejar de hacerlo porque fue gracias a ese programa que me enamoré de la cámara. Al mismo tiempo, Norman dio vuelta mi mundo, fue como enfrentarme con un espejo implacable que te muestra quién sos realmente.
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-¿Cómo lograba eso? -Cuando llegás a él, no te pregunta tu nombre, no te deja usar maquillaje, ropa... sólo lo mínimo, y te dice “viste que tenés acné”; “viste que sos un poco bizco”... Ataca tu ego para eliminarlo. Así va sacando todas las contaminaciones con las que venís de la sociedad. Me acuerdo que fui vestida con dos remeras superpuestas y enseguida me dice “acá, la moda, no...”, me leyó enseguida... -Debió haber sido difícil al mismo tiempo chocar con la sociedad de Buenos Aires... -Sí, en ese sentido Norman me mostró que esa chica buenita que era, esa chica del interior que se mostraba tal cual, iba a terminar devorada en la gran ciudad. A partir de ahí lo que sacó de mí fue toda mi fortaleza, una guerrera interior que no sabía que tenía. -¿Cómo fue esa adaptación? -Digamos que siempre fui muy sociable. Por ejemplo, el saludo en la calle es algo que extraño acá. Pero hay mucha gente en la ciudad con dudosas intensiones. A pesar de que odio ser así, debí aprender a protegerme un poco. Una de las primeras cosas que entendí es que mi entrega no puede ser ciega. -¿Cómo fue cambiando esto mientras te ibas haciendo más conocida? -A medida que vas creciendo y que vos o tu personaje empiezan a ser más queridos, hay
más gente que quiere estar a tu lado y hay que ser muy cuidadoso con las personas a las que realmente escuchás. En ese sentido, estoy todo el tiempo aprendiendo, manteniéndome alerta, y al mismo tiempo permitiéndome ser feliz con todo lo bueno que esto produce. caminos Entre gente nueva, edificios altos y calles ruidosas, Calu encontraría de a poco su lugar en la ciudad y en la televisión, siempre gracias a la cualidad de saber elegir proyectos y amigos. “Lo primero que hice fue un bolo fijo en Son de fierro, donde ni siquiera hablaba, pero iba todos los días (hacía de alumna de Mariano Martínez), y me sirvió mucho para entender cómo funciona la ficción televisiva: sin tener la presión de encarnar un personaje, pude dedicarme a estudiar cómo se manejaban los actores con los directores, con los extras, los técnicos, todo...”, cuenta. Pero muy pronto pasó de ese bolo a una novela juvenil de mucho éxito. -¿Y luego vino Patito Feo? -Sí, con Patito Feo llegó mi primer personaje, que para la nada de experiencia que tenía en ese momento tenía su peso. ¡Se trataba de ser más mala que la mala; además había que hablar inglés y andar en Rollers! -¿Cómo llegaste al papel?
-Me acuerdo que el día de la entrevista, como estaba empezando y no tenía nada para mostrar, tuve que convencer al productor para que me probara. Me decía, “¿pero cómo sé yo cómo actuás?”... “¡Porque soy buena!”, le contestaba... “¿Te animás a hacer una improvisación?”, “¡Sí, claro!”, le dije. Al terminar me dijo que le había encantado, y me llamó a los tres días para que conozca a Rodrigo Guirao Díaz para ver cómo funcionaba nuestra química, para empezar a ver los libros... Y al día siguiente me llama y me dice: “¡No hay tiempo, arrancás mañana, te paso la escena por mail!... ¿sabés andar en rollers?” “¡Sí!”, digo sin pensar y corto. ¡Por suerte tenía unos rollers de cuando era chica y justo estaban mis papás en casa, así que salimos corriendo a practicar por Palermo! Soy muy mandada. Creo que tiene que ver con mi crianza, y si me equivoco, me equivoco... Para mí el error no es malo. personajes Así fue como le dio forma y vida a una mala que le sentó de mil maravillas, encontrando un tipo de personaje que luego volvería a
una cosa totalmente distinta, realmente adolescente, y de todas formas el productor Gustavo Marra pudo ver que podía encarnar a Erica. multitasking En sincronía con ese crecimiento, por esa misma época fue importante el impacto mediático del video que protagonizó para el tema Please me, de Poncho, trío compuesto por el DJ y productor Javier Zuker, junto a Leandro Lopatín y Fabián Picciano. Un hit de verano del cual ella pasó a ser la carta de presentación. -¿Cómo surgió la idea de protagonizar el video de Poncho? -El tema ya había arrancado por su lado un poco antes, el video se hizo después. Ese proyecto fue genial porque lo hicimos con amigos. Fue una invitación de Javier Zuker. Mucha gente se sorprendió con la cantidad de visitas en Internet, pero yo sabía que pasaría eso, toda la gente que trabajó en el proyecto es increíble. Yo participé porque quería formar parte de todo eso. Confío mucho en la gente con la que genero cosas... Después, que guste,
Norman briski dio vuelta mi mundo, fue como enfrentarme con un espejo implacable que te muestra quien sos realmente. encarnar un par de veces más, hasta acceder a uno más complejo en El Elegido. “Hice bastante de mala después. Creo que mi fisique du role tiende a eso: mis cejas muy marcadas, mi mirada que puede ser fuerte cuando hace falta... De hecho, este último personaje, el que encarno en Dulce Amor, es el más bueno que haya hecho, por decirlo de alguna manera, el más inocente...” -El personaje que encarnaste para El Elegido fue más complejo. -Sí, Erica más que una mala, se trató de un personaje oscuro. Para ese personaje, me tuve que conectar con zonas más profundas. Fue un personaje muy importante para mí. También por los temas que me hizo abordar. -Además de cuidada esa tira contó con un elenco importante... -Fue un gran desafío, y al mismo tiempo me sentí muy agradecida de formar parte de ese elenco. ¡Compartí el camarín con Leonor Manzo, de quien era fan, no lo podía creer! En ese momento también agradecí que alguien supiera ver algo más en mí, algo entre líneas. Yo estaba haciendo Alguien que me quiera, que era
que sea el más vendido, es genial. -También sos DJ, por lo que tenés una profunda relación con la música. -La música para mí es eso, es acercar... Cuando pongo música como DJ, me divierto porque vivo el mismo estado de las personas que están allí conmigo. -¿Qué música pasás? -Del DJing me atrae sobre todo los mushups, mezclar un Micheal Jackson con cumbia, por ejemplo. Más que electrónica pura y dura busco hacer algo que me divierta y que divierta a los demás. Lo hago muy desde mí... Todo lo que hago, lo hago porque me divierte, porque me gusta, porque me genera algo. Si no, no sabría cómo hacerlo... -Tu interés en la moda también sigue muy presente en tu vida. -Tengo diseñadores que admiro, que sigo... También cuando participo de una campaña como en el caso de A.Y. Not Dead mi compromiso es altísimo y siempre uso sus prendas. -¿Y pensás dedicarte a eso desde el punto de vista creativo en algún momento?
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Soy muy mandada. Creo que tiene que ver con mi crianza, y si me equivoco, me equivoco... Para mi el error no es malo.
a Ford llegué luego de trabajar con una de las principales marcas deportivas del mundo. Una experiencia en la que además descubrí una nueva pasión, la de correr maratones.
-A nivel creativo lo más cercano que hice fue lo que sucedió hace poco con A.Y. Not Dead cuando surgió la oportunidad de hacer una sesión de fotos de gala para una revista. Y como la marca no hace gala, nos juntamos y dijimos "hagamos A.Y. Not Dead Gala, si sale bien, buenísimo, si sale mal, mala suerte, pero no vayamos a buscar a alguien que hace gala para otra marca". Terminó siendo una colaboración, y quedó genial. El diseño es algo que llevo a flor de piel, me sale naturalmente customizar una remera, y seguramente lo lleve a un nivel profesional en algún momento, pero no quiero apurarme.
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-También trabajás mucho con marcas de primera línea. ¿Cómo encarás esa parte de la profesión? -Lo importante es que siempre tengo mucho respeto por las marcas con las que decido vincularme. Cuando era chica mi mamá era empresaria y trabajaba tanto que muchas veces, para estar juntas, me llevaba con ella a sus reuniones. Y así, sin darme cuenta, aprendí mucho de lo que es tratar con marcas, lo que significa un vínculo profesional. Cuando decido hacer algo es porque lo evalué mucho. Eso pasa ahora por ejemplo con Ford, una empresa que me trató de manera extraordinaria. Y
cine Creciendo cada día, Calu acaba de participar en su primer largometraje: Tesis sobre un homicidio, segundo largometraje de Hernán Goldfrid (director de Música en espera), con Ricardo Darín como protagonista, cuyo estreno está proyectado para el 17 de enero de 2013. -¿Cómo llegaste a tu primera experiencia cinematográfica? -Estaba terminando El Elegido y simplemente participé del casting. Después me llamaron para el call back con el director Hernán Golfrid, con el que me pasó algo genial porque enseguida lo sentí como un par y me ayudó mucho transmitiéndome una gran confianza. Cuando me dijo que quedé para la película, no lo podía creer. -El cambio de registro de la tele al cine no siempre es fácil de lograr. ¿Cómo lo encaraste? -Mi mayor miedo era estar nerviosa, el cine es implacable, la voz, la boca seca, hasta el corazón se escucha, y la vena del cuello salta en cámara. Por suerte al lado tenía a Ricardo que es un compañero muy generoso, y luego estaba rodeada de un elenco que me trató muy bien sabiendo que era mi primera película. Además, fui muy consciente de que era todo lo opuesto a lo que estaba haciendo el día anterior en la tira de televisión. Acá se trataba de un policial en el que mataban a mi hermana. Significó un gran desafío para mí, no podía quedarme en los laureles. Y estoy muy contenta porque sentí que estuve a la altura. -Estabas teniendo gran repercusión con tu trabajo en El Elegido. ¿Eso te daba seguridad? -Uno puede estar muy seguro de las cosas pero en el momento depende de muchos detalles pequeños, de cómo está el director, de cómo está tu compañero, de vos, si estás dispersa, si te pasó algo ese día, es muy difícil. Como dice Norman, el actor a veces tiene que tener un poco de suerte. Y eso es muy cierto...
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