viajero bacanal
La isla del no problem ofrece un combo tentador de alojamiento “all inclusive”, actividades en la naturaleza, cultura rastafari, comidas tipicas y el reggae como musica de fondo, para sentir que la pausa es la que prima en este lugar. texto Susana Parejas fotos Susana Parejas y Oficina de Turismo de Jamaica
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s la tierra más hermosa que jamás se haya visto, sus montañas tocan el cielo”, cuenta la historia que dijo Colón cuando avistó la isla en su segundo viaje, en 1494. Jamaica logra ese impacto. Mar en todos los tonos de turquesa, arenas blancas, muy blancas, y el verde de las Blue Montains, la cadena montañosa que recorre la isla y que sí se eleva al cielo. Por eso, aún con mucho de leyenda, las palabras del almirante bien podrían haber salido de su boca. Sin embargo, aunque los españoles fueron los primeros que recalaron en ella, hoy no se habla español, sino inglés: Jamaica es la isla anglófona más grande del Caribe y la tercera en la región. Claro que el inglés que se escucha, con una musicalidad especial, es para los turistas, los jamaiquinos tienen su dialecto: el patois, una mezcla de inglés, de diversas lenguas de África Occidental y de otros idiomas. Imposible saber de qué están hablando. Los españoles con su castizo fueron expulsados por los ingleses. Henry Morgan (el pirata) llegó a ser teniente gobernador de la isla. Los ingleses también se fueron,
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pero dejaron no sólo el idioma sino la costumbre de manejar por la izquierda. Al principio la sensación de ir de contramano hace cerrar los ojos en las curvas, pero luego comienza a hacerse costumbre y relaja el viaje en micro desde el aeropuerto hasta el hotel en Montego Bay, o “Mo-Bay”, como le dicen aquí, a apenas una hora y cuarto de vuelo desde Miami. Es la segunda ciudad más importante, ubicada en la costa Norte, y es por donde se comienza a descubrir la magia de este lugar. Una vegetación exuberante de un verde intenso acompaña a los costados de la ruta, y por momentos se interrumpe con entradas majestuosas con enormes portones de hierro negro. Parecen algo así como countries de lujo, pero allí están los complejos hoteleros que supieron imponer desde hace años el sistema “all inclusive”, y que le dio el apelativo de ser “el resort por excelencia”. Pero Montego Bay, además, cuenta con pequeños albergues y hosterías, para los que quieran estar más cerca de la vida jamaiquina.
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relax en mo-bay La mayoría de los resorts están sobre el mar. El combo de bar y comidas libres, diversión nocturna, más piscinas imponentes junto a playas de mar calmo y muy caliente, es parte de la oferta que tanto atrapa a los turistas de todos los rincones del planeta. Si se logra alejarse de la vida relajada del resort, algo que a veces cuesta mucho, Mo-Bay ofrece desde galerías de arte como la Galería de Arte Antillano (Gallery of West Indian Art) y la Bay Gallery; sitios históricos como la Iglesia Parroquial de Santiago (St. James Parish Church), construida entre 1775 y 1782, o el pequeño museo The Cage, un calabozo del siglo XIX donde antiguamente encerraban a esclavos fugitivos y marinos rebeldes. la playa sin fin ¿Vamos a Negril? La propuesta tienta. Su playa de “siete millas” (11,2 km), es más que suficiente para emprender el viaje que lleva poco más de una hora desde Mo-Bay. Cuando se sale del resort se comienza a descubrir la verdadera vida de Jamaica: chicos que salen de la escuela con sus uniformes azules, verdes, beiges; gente sentada en los umbrales, autos que transitan con música fuerte, casas pintadas de colores vivos. Llama la atención que en muchas sobresalen cuatro columnas de hierro del techo. “Es que los hijos se casan y siguen viviendo con sus padres, por eso las casas se dejan preparadas para ampliar”, explican. En el viaje surge otro dato curioso: la medida que impone la altura de los edificios en Negril está dada por la palmera más alta. Los edificios no pueden superarla, tanto que el hotel Palladium tuvo que sacar un piso completo para cumplir con este requisito. Ya en Negril, no se necesita medir, la playa se abre inmensa a los ojos. Los kilómetros y kilómetros de arena blanca se extienden en todo lo que da la vista. El faro, construido
Los rastafaris no toman alcohol ni comen comidas procesadas, pero si fuman marihuana o “ganja”, porque es un sacramento, segun dice la Biblia. Curiosamente, su consumo es ilegal aqui en Jamaica.
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Dónde dormir Hay mucha oferta en la costa norte de Jamaica. Los Sandals (www.sandals.com), exclusivos para parejas y muy solicitados para bodas. La conocida cadena española Riú (www.riu. es) tiene varias opciones en Negril y Ocho Ríos. También está el Golden Eye Hotel & Resort (www.goldeneye.com) en Oracabessa Bay. Se trata de la casa donde Ian Fleming concibió a James Bond, ahora convertida en hotel. Rock House (www.rockhousehotel.com) son unos bungalows íntimos con un restaurante al aire libre. En Montego Bay, el elegante Half Moon (www.halfmoon.com.jm) tiene casas increíbles que se alquilan con servicio doméstico incluido (mucama y cocinero), las hay hasta para 12 personas, y no posee “all inclusive”. El Iberostar Rose Hall (www.iberostar.com) despliega su tres categorías de alojamiento al pie de las Blue Mountains. Para los que quieran investigar hoteles pequeños en la isla, pueden entrar a www.inslandoutpost.com
en 1894, ofrece una panorámica de la zona después de una subida de 100 escalones. Pero si hay algo imperdible aquí son las puestas de sol. Y el sitio para verlas es el Rick’s Café, desde donde, copa de ron en mano, también se oberva a los clavadistas arrojándose desde un acantilado a nueve metros de alto. reggae-rastafari El rastafarismo es un movimiento socio-cultural y religioso que considera como encarnación de Dios al emperador de Etiopía Haile Selassie I, quien antes de ser reconocido como tal, se llamaba Ras Tafari Makonnen, de ahí el nombre del movimiento. Ocupa el 2% de las religiones que conviven en la isla. El 92% se reparte entre los cristianos, musulmanes y judíos y el 6% restante hindú. Son vegetarianos, pero comen pescado. Consideran a Etiopía como su país natal, y por esa razón usan los colores de su bandera, rojo, verde y amarillo. Y no se cortan su pelo porque está escrito en la Biblia. Hay varios grupos dentro de ellos y muchos llevan sus rastas ocultas, por una cuestión religiosa, en sus tams (gorros tejidos). No toman alcohol, no comen comidas procesadas, pero sí fuman marihuana o
“ganja”, como la llaman en Jamaica, porque es un sacramento, según dice la Biblia también. Y, aunque puede suponerse lo contrario, el consumo de “ganja”, la hierba sacramental, es ilegal en Jamaica. El héroe máximo de la isla y padre del reggae es Robert Nesta Marley. Bob, el omnipresente. Cada 6 de febrero, natalicio de Marley y feriado nacional en Jamaica, tiene lugar un
Cómo llegar No hay vuelos directos. Los vuelos de Copa salen del Aeropuerto Internacional Tocumen de la ciudad de Panamá al Aeropuerto Internacional Sangster, en Montego Bay, los lunes, jueves, sábados y domingos. También se pueden tomar los vuelos de American Airlines haciendo escala en la ciudad de Miami u otra de Estados Unidos. En este caso hay que tener la visa para USA, además de la vacuna contra la fiebre amarilla.
en nine mile, una aldea que queda a una hora en auto desde ocho rios, nacio y hoy esta enterrado bob marley, con una biblia a la derecha y su guitarra a la izquierda. importante festival de reggae. En Nine Mile, una aldea que queda a una hora en auto desde Ocho Ríos, hacia el interior de la isla, nació y hoy está enterrado, con una Biblia a la derecha y su guitarra a la izquierda. A la vuelta de Nine Mile, no se puede dejar de ir a la cascada River Dunn, en Ocho Ríos, sin dudas la mayor atracción natural y la mayor marketinera de Jamaica. Su caída de 183 metros hasta el mar permite subirla a través de las piedras calizas que componen su lecho. Entre las piedras se forman verdaderas piscinas naturales, por lo que es muy divertido intentar el ascenso intercalado con más de un chapuzón en ellas. Hay que usar unas
zapatillas especiales, porque si no la resbalada está garantizada. sabor caribeño No se puede dejar la isla sin probar sus platos regionales. Entre ellos, la carne, ya sea cerdo o pollo, a la jerk. Mientras el cocinero prepara el plato, surge la historia de la cocina jerk. Su origen fue en las montañas, cuando los esclavos liberados necesitaban conservar lo que cazaban, como jabalíes salvajes, recubriéndolos con un aderezo especial que combinaba pimientos, tomillo, azúcar morena, jugo de lima y el ají jamaiquino conocido como “scotch bonnet”. Picante, bien picante. Otro de los platos es el pescado a la sal con “ackee”, una fruta originaria de África Occidental que cuando se cocina tiene un sabor parecido a huevos revueltos. También el “bammie”, una especie de barquillo tostado y aplanado que se come con pescado. Ya casi al final del viaje, el estrés citadino quedó perdido entre montañas verdes y playas alucinantes. Se cambiaron los tiempos, se apoderó del cuerpo y el espíritu la cadencia del reggae. Ahora todo sucede bajo el ritmo propio jamaiquino, tal vez por eso del no problem se siente que el tiempo no cuenta. No cuenta de verdad.
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