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Rincón del libro...................................... 67 y

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Pasatiempos

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Balcei 196 julio 2021

#alcorisasaleunida

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rincón del libro «UN BURgUÉS ENTRE ANARQUISTAS. República, guerra civil y posguerra a través de la vida y muerte de un alcorisano»

Rafael Catalán Casas, José Luis Ledesma, Óscar Librado Millán “Pocas persones son capaces de demostrar un principio de ética común cuando su deliberación está envenenada de emociones.” Truman Capote

En Enero de 1946, el Obispo de Jaén aprobaba la obra España es Así, del inspector de enseñanza Agustín Serrano de Haro destinada a la difusión de la Historia entre los bachilleres adolescentes españoles. En ella podemos leer: “…Creyó el marxismo del mundo que la dureza de la prueba republicana (negrita en el original) había quebrantado el idealismo español y que nuestra Patria, disgregada y dolorida estaba a punto para ser tierra de conquista por ideas materialistas y ateas. Y cuando llegaron aquí millares y millares de hombres extraños, sin Dios y sin patria, a quedarse con esta hermosa prenda del corazón de España, se encontraron con que aún vivía don Quijote peleando por la honra; con que estos soldados que se lanzaban al combate dando vivas a Cristo, a España y a Franco eran los mismos de Las Navas de Tolosa y de Lepanto, de Zaragoza y de Bailén; con que la historia romántica de Guzmán el Bueno se repetía exactamente entre las ruinas gloriosas del Alcázar de Toledo…”

Tan solo unos meses antes, en marzo, 5 alcorisanos eran fusilados junto a las paredes del cementerio de Torrero. En Europa, la segunda guerra mundial estaba a punto de acabar y establecer un nuevo orden mundial.

Las noches y madrugadas de muchas cárceles y campos de concentración en España destilaban sangre repetida, malgastada en la tierra y ocultada en fosas comunes o improvisados agujeros. Lo que ahora, tan repetidamente en tertulias y prensa se designa como “el relato”, estaba diáfana y con fines de permanencia, cincelado y a punto de ser esculpido en las mentes de varias generaciones sin posibilidad de dudas o contrastes. Toda la cultura, la historia o el pensamiento debían estar al servicio de la Patria. Sólo podías ser buena persona si eras cristiano y nacional-franquista.

Estos hechos tan claros y reales en nuestra historia, pueden parecer irreales y fantásticos a otras generaciones. Fueron, durante muchos años de dictadura, la vida cotidiana de esas dos Españas que seguían vivas pero viviendo una como victoriosa y la otra sojuzgada.

Esos cinco alcorisanos ejecutados en plena pujanza de su existencia, habían participado de una manera notable en la vida y la historia alcorisana durante la convulsa década de los años treinta y la guerra civil.

El viernes 11 de junio, en la sala Alcor 82 de Alcorisa, en un acto extraordinario por su calidad, su calidez, su organización y por lo emotivo y sincero del mismo, se presentó el libro: UN BURGUÉS ENTRE ANARQUISTAS. República, guerra civil y posguerra a través de la vida y muerte de un alcorisano. Los autores, presentes y gozosos en el acto, nos transmitieron emoción, trabajo, sinceridad, rigor y método: Cultura. Ellos son Rafael Catalán Casas un joven historiador enamorado de su disciplina; José Luis Ledesma, Doctor en Historia y Civilización y Profesor de Historia en la Universidad complutense de Madrid, una autoridad y nuestro presidente del Centro de Estudios Locales de Alcorisa (C.E.L.A.), siempre dispuesto a investigar y compartir.

El libro se centra, preferentemente, en la estela vital de uno de los alcorisanos referidos: Jaime Daudén Segovia, hijo de una de las familias más insignes de Alcorisa, abogado de profesión, iniciando un proyecto de vida y familia y colaborando en el establecimiento de una nueva sociedad que representaba la República de 1931. Su formación, inquietudes y compromiso le hacen figurar en diferentes organizaciones y momentos de la historia local que le conducirán, no sin empellones ajenos, a las tapias señaladas de Zaragoza.

El libro recorrerá la vida individual de Jaime Daudén y el contexto social e histórico que lo enmarca. Desde las elecciones ganadas por el Frente Popular al estallido de la Guerra, de los primeros episodios de violencia y asesinatos indiscriminados por parte de individuos u organizaciones de izquierdas, hasta la usurpación del poder municipal por las derechas, hasta la nueva corporación municipal de izquierdas y, ahora sí, revolucionaria: la colectivización. Pocos escenarios de nuestra guerra fueron tan exigidos trágicamente como la provincia de Teruel y, en especial, el Bajo Aragón. Todos y cada una de las maldades que pueda acarrear una guerra estuvieron presentes en alto grado: cambios y robos de poder, abusos, traiciones, asesinatos, torturas, extorsiones… Como fenómenos inéditos: la colectivización —las comunas anarquistas— y el Consejo Regional de Defensa de Aragón —Consejo de Aragón para muchos— que fue, durante un tiempo, entidad autónoma de la República Española. El alcorisano José Aced fue el secretario de la mesa del Congreso de Caspe de 1936 al que acompañaron otros socios del Centro Aragonés de Barcelona como Calvo Alfaro y Gaspar Torrente.

Ambos fenómenos están siendo explicados y documentados por el C.E.L.A.

El papel de Jaime Segovia en la colectivización será decisivo dado su carisma y preparación. Es muy probable que los momentos no permitieran elecciones ideológicas varias. La revolución y la guerra borraban, literalmente, las posturas templadas.

Pronto caerá la colectivización y Alcorisa pasará a manos franquistas. La Victoria estaba próxima. Con la Victoria llegarán los campos de concentración, las cárceles y se desatará una pandemia de odio y venganza.

A Jaime se le acusará de los asesinatos, todos, ocurridos en el periodo inicial de la guerra en Alcorisa, unos setenta. Se le añadirán alguno más por proximidad… De nuevo las dos Españas: el alcalde de Alcorisa y jefe local del Movimiento, el comandante de puesto del pueblo y el cura párroco sustentarán estas graves acusaciones sin pruebas fehacientes; Concepción Solano, esposa de Jaime encabezará una actividad inusitada para reclamar el perdón sobre la sentencia de muerte que pesará sobre su ilustrado esposo. Carreras paralelas de intenciones, emociones, arbitrariedades y poder.

Todo esto que pareciera un relato lineal ha habido de ser escrutado y desentrañado con un trabajo minucioso, constante y destajista por los tres autores. El cómo se ha ido tejiendo la información e incluso la obra literaria de Jaime Daudén es otra parte del libro. Humana, emocionante y con suspense.

Les he desvelado sólo unas mínimas partes del libro y de la base argumental. El libro tiene partes históricas, otras literarias, a menudo políticas o ideológicas. En todo ello una fina pluma de terciopelo se impone. Rigor, citas, argumentos, afirmaciones basadas, cuidado exquisito con las personas y respeto por sus pronunciamientos…

UN BURGUÉS ENTRE ANARQUISTAS es mucho más que un libro de historia local. Es la demostración de que la historia local es historia universal. Para ello es imprescindible la preparación, el trabajo y el entusiasmo que han puesto sus autores.

Hasta el final de la historia, se presentarán nuevos avatares y suspenses: personas en una estructura preconcebida de terror y venganza.

Me atrevo a recomendarles otro libro, con un tema muy próximo al que nos ocupa pero desde una óptica diferente: FUSILADOS EN ZARAGOZA, 19361939: TRES AÑOS DE ASISTENCIA ESPIRITUAL A LOS REOS. Son las memorias que se editaron, tras 50 años de silencio solicitados por el autor, de Gumersindo de Estella monje capuchino, misionero en la China en los años veinte y que atenderá, en sus últimas horas, desde el ámbito religioso, a los condenados a muerte en la cárcel de Torrero, desde 1936 hasta 1941. La visión del religioso que compartió espacio y, quizás, confesiones sacramentales con un católico como Jaime Daudén Segovia.

Balcei 196 julio 2021

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V Concurso de relatos breves «Villa de Alcorisa»

El primer premio recae en ‘Reencuentro’, de Jorge Gálvez Recuero, y el segundo ha sido otorgado a ‘Encarnación’, de Ismael Pérez de Pedro

Reencuentro, del madrileño Jorge Gálvez Recuero, y Encarnación, de Ismael Pérez de Pedro, procedente de Viladecans (Barcelona), han resultado ganadores del V Concurso de relatos breves «Villa de Alcorisa», organizado por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento con la colaboración de la Biblioteca Municipal. El carácter internacional de esta edición ha propiciado una alta participación, recibiéndose una cantidad de trabajos (443) que ha multiplicado por siete los textos presentados en ocasiones anteriores.

Reencuentro

Barrían cada noche las estrellas apagadas, por restarle algo de oscuridad inútil a sus vidas. Después se metían en la cama y se cenaban el uno al otro como sobras frías del día anterior. Les detenía antes la hartura que el empacho y espantaban la vigilia con rezos callados olvidando que la fe se les había fugado años atrás. Soñaban que eran otros y que dormían abrazados, apretaban fuerte la almohada compartida contra el pecho imaginando que la tela ajena era la piel propia y que por fin la pasión había vuelto a sus cuerpos. Al despertar apagaban la alarma aún por sonar y se les caía un buenos días que a veces acompañaban del mismo nombre que aparecía en su carné de identidad, sin apelativo dulce ni epíteto acostumbrado. Aquella mañana coincidieron en un desnorte mayor del habitual. Al encaminarse al desayuno, atribulados por extrañas pesadillas que no lograban recordar, se encontraron con que la cocina les había cambiado las cosas de sitio. La cafetera ocupaba el lugar de la tostadora y la tostadora se había arrojado al fregadero. El azúcar, esparcido por la encimera, nevaba en arroyuelos sobre un suelo plagado de loza y cristales rotos. Ella, con el miedo naciéndole en el vientre, le tiró de la manga de la bata con fuerza. Él, con la angustia atenazándole el corazón, buscó la manera de ofrecer cobijo bajo su brazo adormilado. Les tranquilizó saberse acompañados frente a la amenaza del repentino caos. Al no saber qué hacer, se miraron para reconocerse, se vieron tan distintos que se recordaron a ellos mismos, se dijeron cariño o algo parecido a lo que se llamaban antes de olvidarse. Se dejaron calentar por el inesperado fuego de sus adentros, que incendió su preocupación por el desorden, y volvieron a la cama a redescubrirse con la virginidad recuperada en sus ansiosas manos. El televisor, al que por primera vez en muchas mañanas no atendieron, hablaba de placas tectónicas, escalas de Richter y un suceso sísmico inusual en aquellas latitudes tranquilas del planeta.

Ilustración de Joaquín Espada.

Balcei 196 julio 2021

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Encarnación

Inspiró el aire con toda la profundidad de la que eran capaces unos pulmones ya viejos y cansados, emitiendo al hacerlo un débil silbido como el que produce el viento al colarse a través de una ventana mal aislada, y lo espiró lentamente mientras doblaba con suma delicadeza, como pauta la liturgia, el último pliegue del purificador. Ahora que colgaba la sotana, el viejo párroco se preguntaba si habían servido para algo sus sermones sobre la concordia, el diálogo y el respeto; las recomendaciones que domingo tras domingo, con toda su buena fe y sinceridad, había intentado trasladar a sus feligreses durante los últimos cuarenta años. No estaba convencido de haber conseguido llegar a alguien, de haber inculcado en alguna conciencia la posibilidad de hacer las cosas de otra manera, sin odios ni rencores fratricidas; es más, le arañaba en el pecho la certeza de retirarse dejando un mundo y una sociedad todavía más crispados y divididos de como los había encontrado al ser ordenado sacerdote. Aún con ese desasosiego interno, se sobresaltó al escuchar un ruido que atravesó el silencio desde el otro extremo de la iglesia. Dejó la palia sobre el altar, sorteó en la penumbra una de las columnas del baldaquín y atravesó con paso firme el presbiterio hasta la sacristía. Cuando entró en ella y encendió la luz a punto estuvo de parársele el corazón. Apenas necesitó un instante para comprobar que las tallas románicas de Judas y de Cristo que majestuosamente flanqueaban la alacena desde hacía décadas, habían desaparecido. Le habían robado en su última noche—pensó—y abrió, descompuesto, el armarito de madera de boj donde guardaba, además de los cornijales y otros juegos de paños, una botella de moscatel de la que solía servirse una copa después de limpiar y guardar los utensilios litúrgicos. Esa noche, embargado por la desazón, necesitaba un trago más que nunca. Pero no halló botella alguna. Sobre la balda solo encontró una bolsa raída de tela con treinta monedas de plata en su interior y un misal abierto por la página de cortesía en la que, a pesar de estar escrita en arameo y aun atenazado por el asombro, el viejo cura pudo leer lo siguiente: “Hemos decidido hablar y darnos otra oportunidad. Gracias por su insistencia, padre.” Firmaba la nota un tal Judas Iscariote.

2º premio: Encarnación Autor: Ismael Pérez de Pedro Viladecans (Barcelona)

Composición fotográfica de Manuel Abad.

Balcei 196 julio 2021

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Lunes, como otro cualquiera. Me levanté tan temprano como siempre; desayuné, me vestí rápido y anduve hasta el colegio donde trabajaba hacía ya unos cuantos años como maestra de infantil. Preparé la clase y esperé a que los niños llegaran.

Como era habitual, cuando llegaron me pidieron que comenzara la mañana contándoles algún cuento; pero había estado un poco liada con unos asuntos y se me había olvidado por completo prepararlo, así que decidí improvisar.

Conté la historia de Laura, una niña de cinco años que vivía en un pequeño pueblo de Galicia con sus padres, demás familia y amigos. Laura era una niña muy risueña y extrovertida, tenía el pelo corto y castaño, unos ojos color café preciosos y una sonrisa muy peculiar que resaltaba con su oscuro color de piel. Le gustaba jugar con sus amigos, ir a clase, nadar, pasear y otras actividades habituales en una niña de su edad, pero, sin duda alguna, lo que más le gustaba era estar con su abuela Teresa, a la que tenía un gran cariño.

Teresa era una mujer mayor, tenía 82 años por aquel entonces, pero se mantenía muy activa y le encantaba disfrutar de la vida con Laura. Tenía una

La importancia de recordar

cabellera blanca preciosa, unos ojos iguales que los de Laura y le gustaba vestir con colores muy vivos y alegres. Solían verse todos los días y hacían una gran variedad de actividades juntas. Pero todo cambió a lo largo de los meses. Laura notaba a Teresa muy rara en los últimos tiempos: estaba más despistada de lo normal, se le olvidaban las cosas rápidamente y no recordaba bien algunos acontecimientos. Estaba muy triste, no entendía qué le pasaba a su abuela. Llegó a pensar que un mago le había lanzado una maldición, o incluso que su abuela pretendía gastarles algún tipo de broma. Pero la cosa siguió empeorando y Teresa dejó de ser la misma. Se olvidaba del nombre de algunas personas, era prácticamente incapaz de hablar fluidamente y apenas sonreía. Laura decidió entonces que debía hacer algo: buscó la vieja cámara de su padre y escribió en un papel todas las actividades que podría hacer con su abuela. Si ella no podía recordar las aventuras que estaban haciendo juntas, Laura se aseguraría de que sonriera en cada una de ellas y de que quedara constancia de ello. Belén López. Así fue como día a día Laura fue a casa de su abuela y le propuso una actividad diferente: cocinaron galletas, pasearon por todo el pueblo, volaron la cometa e hicieron miles de manualidades. De cada uno de esos días Laura hacía una foto y la colgaba en la pared para que su abuela pudiera recordar esos momentos al ver las fotos. Era increíble cómo Laura conseguía hacer sonreír a su abuela. Llevaban ya cientos de fotos cuando Teresa falleció. Laura estaba impactada, devastada, pero se sentía también muy afortunada de haber podido vivir tantas experiencias con una persona tan increíble como había sido Teresa. Cuando acabé de contar la historia, los pequeños se quedaron muy sorprendidos, tampoco entendían qué le había podido pasar a Teresa. La reacción de los niños me provocó mucha nostalgia y me hizo volver al pasado, a cuando yo tampoco había entendido que mi abuela padecía de Alzheimer. Ese día, cuando salí del trabajo fui a mi casa y abrí el cajón donde había guardado todas aquellas fotos, las miré con mucha emoción y sonreí mirando al cielo.

Belén López Pérez

XIX Concurso literario IES Damián Forment 1er premio relatos cortos (2º ciclo)

Todavía estás

Cuando alguien se va al cielo sabes que siempre va a estar la estrella que más reluce y jamás dejará de brillar. Unos días estás bien, otros tantos mal, lo llevas a todas partes, a cada lugar al que vas. Tu mente se abre, los ojos se cierran, recuerdas su voz, a cada paso se aferra. Están en mi corazón todos los momentos vividos, pero en mi mente siento que estoy abatido. El silencio a veces es mi amigo, pero muchas otras termina siendo mi enemigo. Anhelo estar junto a ti, eras una de mis alegrías al vivir. Aún te sigo queriendo Mi vida es esta mina. como te prometí, Paso a paso, día a día, pero es cierto en mi cabeza, la familia que cuando supe la noticia enloquecí. y en mi cuerpo, la fatiga. Te fuiste como el mar se lleva las olas, Sueños que no cumplieron, como la corriente que no puedes seguir, viajes que nunca hicieron, como las conchas que arrastra la marea, vidas que no siguieron como las lágrimas que no puedes fingir. e historias que no se olvidan. Tú me diste las alas para volar, Cada mañana al despertar ahora es el momento en que me las he de quitar; te preguntas si saldrás ven a buscarlas para que así las puedas usar de ese pozo al que bajamos en este viaje hacia el cielo que vas a comenzar sin saber si regresamos. Necesito tus consejos, El negro del carbón tus risas, tu apoyo… deja huellas en mi cuerpo Haría lo que fuera para verte reír. y en mi corazón están No me dejes nunca,aquellos que nunca salieron. por favor, hazlo por mí.

Mi abuelo y la mina

Y mañana tras mañana, nos cruzamos la montaña para empezar la jornada antes de que llegue el alba. Muchas fiestas nos montamos en las que cantamos y bailamos, y ahora que somos ancianos somos amigos y hermanos. Nuestros días han pasado, nuestro oficio se ha acabado y dejamos anclado todo lo que hemos pasado. Historias que ahora me cuenta mi abuelo a los ochenta para que yo comprenda y quizás algo aprenda.

Alba Félez.

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