80 Balcei 200 marzo 2022
#alcorisasaleunida
Entre casas y corrales, este antiguo núcleo poblacional tendrá alrededor de una veintena de estructuras, algunas de bella factura. La mayor parte están construidas con zócalo de piedra y tapial, aunque hay algunos edificios de mampuesto. El tapial ha perdido buena parte de su yeso protector y la erosión ya empieza a deshilachar la cohesión del barro, la piedra y la paja. Una de las casas ubicadas a la izquierda de la calle, conforme subes hacia la loma, fue reforzada en su construcción con pilares y vanos de
explorador de proximidad
sillar labrado, que aun aguantan los envites del tiempo, los elementos y la soledad. Según he podido leer, Las Casas del Alconzal albergaron a nueve familias en sus mejores tiempos. Dando por hecho que en los años veinte del siglo pasado los núcleos familiares eran más numerosos que en la actualidad, haciendo una media de cinco miembros por familia, podemos suponer que este conglomerado de masías estuvo habitado por unas cuarenta y cinco personas antes de la guerra civil.
Un pequeño municipio turolense de la actualidad. Manuel Pizarro Cenjor, Gobernador Civil de Teruel desde 1947, ordenó el desalojo de toda masía aislada de los municipios, con el fin de que los maquis no tuviesen acceso a alimento o apoyo táctico de ningún tipo. Ese fue el principio del fin de las Casas del Alconzal, como también el de muchas otras masías de la provincia. Muchas de estas estructuras estaban muy alejadas de la población, y era logísticamente imposible ir y volver cada día a trabajar las tierras. Eso supuso que muchos de sus habitantes emigraran en busca de otra forma de ganarse la vida, abandonando sus pueblos y sus masías. Tras la disolución de la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón, algunos vecinos del Alconzal decidieron regresar, muy pocos, pero las dinámicas demográficas y el envejecimiento, hicieron que a comienzos del siglo XX tan solo un matrimonio siguiese domiciliado allí, abandonándolo años después para ingresar en la residencia de ancianos de Castellote. Hoy, las Casas del Alconzal, es un núcleo poblacional abandonado cuyo único hilillo de vida es la estacionalidad, la segunda residencia y el cuidado de los esbeltos olivos que todavía entregan su fruto cada invierno. Las Casas del Alconzal se encuentran en un paraje de gran belleza. Atalaya envidiable del valle del Guadalope y vigía excepcional del lugar en el que se enfrentan las sierras de los Caballos y la Menedella, justo donde se ha construido la nueva presa del Cañón. Sobre la loma en cuya ladera se asienta la pequeña
pedanía de Las Planas, todavía encontramos un peirón de bellísima factura que bendice el excepcional paisaje que divisamos desde allí. Al Este las inmensas hectáreas de pinar que se extienden entre Las Planas y Las Parras, al Sur el monumental Morrón de Bordón y sus imponentes estribaciones, al Oeste los abruptos paisajes de Ladruñán y las Hoces del Guadalope y al Norte el embalse de Santolea y la excepcional muralla natural de la sierra de los Caballos, con Tablada (1081 metros) como punta de lanza. El territorio castellotano es sorprendentemente completo, con una riqueza patrimonial difícilmente igualable. Castellote, por si sola, bien podría ser un parque natural. Castillos, templos religiosos y conventos excepcionales, ruinas monumentales, su propio mar, tierras de labor, riqueza agroganadera, arqueología diversa, núcleos poblacionales de gran belleza, masías imponentes, lugares de gran interés geológico, arte rupestre, un monumento natural y paisajes extraordinarios. ¿Alguien da más? Echo un último vistazo a las Casas del Alconzal. Observo con detenimiento las dos edificaciones cuya estructura está restaurada y consolidada. Si nadie lo remedia, pronto serán una isla en medio de un mar de escombro. Nuestra proximidad está plagada de esqueletos arquitectónicos que no hace tanto albergaron las esperanzas de decenas de familias. Cuánto esfuerzo hay que hacer para construir y qué poquito cuesta destruir. Óscar Librado Millán