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Bonos verdes: los bancos avanzan a paso lento

SISTEMA FINANCIERO

Negocios sostenibles

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Pese a que la necesidad de incorporar criterios de sostenibilidad en la gestión es impostergable, las entidades financieras tienen dificultades para desarrollarse en este sentido.

Opinan:

María Paula Mazzucchelli - María Alejandra González - Pablo Cortínez María Laura Schiavone

La adopción de criterios de sostenibilidad medioambiental y mitigación del cambio climático es, cada vez más, una parte esencial en la agenda de los bancos de la región y una práctica arraigada en su estrategia de negocios. Sin embargo, los bancos

“Las finanzas sostenibles están empezando, hay bancos que pueden integrarlo a su negocio antes que otros. En 2018 las cosas estaban mejor. En 2019 esto se podría haber incrementado, pero fue un año lamentable.” Pablo Cortínez

argentinos están comenzando a dar sus primeros pasos.

La evidencia de que el riesgo climático es una amenaza para el sistema financiero es ineludible. Según una encuesta de Mazars y el Foro de Instituciones Monetarias y Financieras Oficiales (OMFIF, por sus siglas en inglés), el 70% de los bancos centrales y de los reguladores a nivel global creen que el cambio climático es una amenaza para la estabilidad financiera.

En el documento La sostenibilidad ambiental es una prioridad para los bancos en la etapa pos-COVID19 la Federación Latinoamericana de Bancos (FELABAN) advirtió que el sector no está exento de sufrir las consecuencias derivadas del cambio climático, y que el impacto de la crisis sanitaria complicará la gestión del riesgo climático y de las finanzas sostenibles de los bancos.

“El impacto negativo de la pandemia en los niveles de desempleo, de informalidad,

de migración y de comercio mundial, entre otros, han afectado negativamente a la banca en forma de mayores niveles de mora, mayor gasto por provisiones, mayor exposición al riesgo financiero y, en últimas, menores niveles de rentabilidad. La preocupación de los bancos es el 2021, año en que se sentirán con mayor fuerza los estragos de esta crisis en sus hojas de balance”, sostiene el análisis hecho por la federación especializada en la región.

En cuanto al mercado de capitales, señala que pudo sentirse el impacto negativo en la emisión de bonos, tanto soberanos como corporativos. Sobre los bonos verdes, la organización Climate Bonds Initiative destacó que la emisión a nivel global a junio de 2020 fue de 80.000 millones de dólares, contra los 257.000 millones de dólares registrados en todo 2019. No obstante estiman que habrá un repunte durante el segundo semestre de este año, y podría llegar a superar incluso el total emitido durante 2019. En tanto, en la Argentina, sólo un banco emitió este tipo de instrumento hasta el momento.

Una gestión más sustentable

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la ONU y el Acuerdo de París marcaron la hoja de ruta para que las empresas de todos los sectores de la economía puedan aproximarse a un modelo de gestión más sustentable.

A nivel local, el Protocolo de Finanzas Sostenibles, firmado en julio de 2019, es el tutor para que las entidades financieras argentinas avancen en la implementación de mejores prácticas y políticas internacionales y logren encaminarse al objetivo de un desarrollo sostenible.

En ese sentido, María Paula Mazzucchelli, analista de Sustentabilidad de ICBC, opinó que los bancos vienen de un modelo de gestión en el que estos indicadores no se tenían en cuenta. Sin embargo, la tendencia se está revirtiendo en los últimos años, y las instituciones entendieron que los factores medioambientales y sociales afectan a todo el proceso. “Estamos todos viendo la manera de seguir haciendo negocios, pero colaborando con un mundo más verde”, afirmó la especialista sobre las políticas que lleva adelante la entidad. Aunque todavía no tiene bonos verdes emitidos, opta por otras alternativas para limitar el impacto.

En esa línea, el ICBC trabaja en una estrategia fuerte orientada a la reducción del consumo que apunta, entre otras cosas, a mejorar la huella de carbono. A través de una serie de campañas internas desarrollan programas de concientización para una mejor utilización de los recursos. “Es un tema que se está viniendo a nivel global y no sólo afecta al sector financiero”, enfatizó Mazzucchelli.

La oficina Madero Office cuenta con la Certificación Green Building Council y es un edificio sustentable que, a través de su diseño, logró reducir el impacto negativo sobre el medioambiente y las personas.

En 2015 encararon el pasaje a luminarias LED y lograron un ahorro de energía del 66%. Además desarrollan acciones de reciclado de residuos y chatarra electrónica; tienen un proyecto de transformación digital para disminuir el consumo de papel y lograron eliminar el uso de vajilla de plástico en los edificios centrales.

Hasta el momento el Banco Galicia es la única compañía de la industria que tiene bonos verdes emitidos, y datan del 2018. En este caso, fue suscripto por la Corporación Financiera Internacional (IFC), una institución del Grupo Banco Mundial que busca apoyar el desarrollo de bonos verdes en mercados emergentes, aunque todavía es muy incipiente. Por un total de 100 millones de dólares, el instrumento cuenta con un plazo de siete años.

Para María Alejandra González, jefa de Estrategia Ambiental de Banco Galicia, desde que en 2015 se incluyera al sector privado dentro de los objetivos de desarrollo sostenible como un actor importante en la lucha contra el cambio climático, el tema comenzó a formar parte de la agenda de los bancos.

En ese sentido, González destacó que el sector financiero tiene un rol clave, no sólo por su capacidad para intermediar económicamente en la financiación de proyectos, sino en la posibilidad de identificar y valorar los riesgos.

“Si vas a incentivar a las compañías para que adopten decisiones de inversión y producción, también es importante que sean sustentables. El sector financiero está muy involucrado en todo lo que tiene que ver con planes de transición energética”, enfatizó González. Y agregó que en el Galicia trabajan desde hace varios años en esa línea, retomando las buenas prácticas internacionales, alineados con los Principios del Ecuador y los Principios de Banca Responsable de Naciones Unidas.

“Buscamos trabajar la sustentabilidad de una manera integrada al negocio. En función de eso establecimos metas y estamos avanzando en una estrategia ambiental y sustentable que incluye desde la medición del im- “No fue una tarea simple incorporar un producto totalmente nuevo para el banco en un mercado donde recién se empezaba a hablar del tema. Tuvimos que meternos a fondo y aprender, perfeccionar el análisis en nuestro circuito de crédito. Fue entrar a un mundo nuevo.” María Laura Schiavone

“Estamos todos viendo la manera de seguir haciendo negocios, pero colaborando con un mundo más verde. Es un tema que se está viniendo a nivel global y no sólo afecta al sector financiero.” María Paula Mazzucchelli

pacto indirecto del banco hasta cómo hacer análisis de riesgo y qué productos verdes diseñamos para relacionarnos con el cliente”, explicó.

Dentro de las acciones de impacto directo implementaron desde 2010 el Sistema de Gestión Ambiental (SGA) ISO 14001. Comenzaron certificando la torre corporativa del banco y en 2019 lo hicieron con su segundo edificio, que también tiene una certificación de construcción LEED, que es un sistema de certificación de edificios sostenibles desarrollado por el Consejo de la Construcción Verde de Estados Unidos.

Además llevan adelante otra serie de acciones, como separación de residuos, reducción de utilización de plástico, disminución del consumo de papel y el recambio de luminarias LED. “Un 30% de la energía de nuestros dos edificios principales, donde está el 35% de nuestros empleados, se provee de fuentes de energía renovable”, agregó.

Argentina bono verde

Puertas adentro, los bancos parecen tener muy clara la necesidad de incorporar estrategias de sostenibilidad para su funcionamiento cotidiano, pero están dando sus primeros pasos en la evaluación del riesgo y en la financiación de proyectos amigables con el medio ambiente a través de bonos verdes.

Para Pablo Cortínez, economista con más de 20 años de experiencia en el mercado de capitales, “la situación es complicada”. En ese sentido, agregó que hay interés de los bancos, se están formando y adquiriendo herramientas, pero la inflación, entre otras variables, complica la situación. “Las finanzas sostenibles están empezando, hay bancos que pueden integrarlo a su negocio antes que otros. En 2018 las cosas estaban mejor. En 2019 esto se podría haber incrementado, pero fue un año lamentable”, aseveró.

En 2017 las provincias de Jujuy y La Rioja salieron al mercado con dos bonos verdes de 200 millones de dólares cada una para la financiación de proyectos de energía solar y eólica, respectivamente. Ambos fueron colocados offshore. “Comparado con otros bonos subsoberanos el destino de esos fondos representa un salto de calidad”, manifestó Cortínez.

Otras experiencias locales tuvieron lugar el mismo año a través del Préstamo Verde que recibió Itaú Argentina y el Bono Sostenible emitido por el BICE, por 50 millones de dólares y por 30 millones de dólares respectivamente, suscriptos por la Corporación Financiera Internacional (IFC, por sus siglas en inglés) y por BID Invest.

En febrero de este año también se emitió un bono verde para la financiación del parque eólico de AES Argentina en Neuquén. En este caso, Cortínez manifestó que “la relevancia de esta emisión está dada por ser la primera de su tipo colocada de manera genuina en el mercado local. Digo esto porque son muchos los potenciales inversores que me consultan sobre la posibilidad de comprar estos bonos con destino verde específico”.

“Casi el 90% de los bonos verdes emitidos en la Argentina se destina a energía renovable. Dada nuestra matriz productiva, cabe preguntarse cómo es posible que no se financien, además, proyectos de agricultura inteligente, ganadería sostenible u otras energías limpias como biomasa. Este tipo de financiamiento permite dinamizar las economías regionales”, agregó Cortinez.

En el caso del Banco Galicia dio un primer paso en las finanzas verdes cuando lanzó su línea de préstamos sustentables en 2016 por 30 millones de dólares para el desarrollo de 10 proyectos de energías renovables y eficiencia energética, entre otras. En 2018 continuaron con esta tendencia y lanzaron una línea de bono verde por 100 millones de dólares.

“Al día de hoy tenemos colocados 17 proyectos por casi 56 millones de dólares en bonos verdes y, junto con los préstamos que colocamos en 2016, sumamos un total de 27 proyectos sustentables por 86 millones de dólares en los últimos cinco años. No fue una tarea simple en aquel momento incorporar un producto totalmente nuevo para el banco en un mercado donde recién se empezaba a hablar del tema. Tuvimos que meternos a fondo y aprender, perfeccionar el análisis en nuestro circuito de crédito. Fue entrar a un mundo nuevo”, explicó María Laura Schiavone, especialista de Análisis Ambiental y Social en Créditos de Banco Galicia.

Dentro de las acciones de impacto indirecto, en el área de financiamiento y crédito trabajan en el análisis de riesgo, en identificar una cartera verde y desarrollar productos sustentables. “El contexto económico es complejo para desarrollar estos productos, y ahora todo está atravesado por la COVID-19, que plantea una necesidad mucho más social. No obstante, hay una agenda ambiental instalada y un compromiso del banco”, agregó Schiavone.

Por su parte, el ICBC todavía no tiene bono verde, pero están analizando el tema y adelantaron que está en la agenda de la institución. No obstante, según explicó Mazzucchelli, tienen líneas de financiamiento para microemprendedores y, aunque no es una política establecida, contemplan si el proyecto es verde o no cuando otorgan un crédito.

Desafíos para la gestión de riesgos

Desde el Banco Galicia coinciden en que la tendencia a incorporar finanzas verdes en el mercado tiene sus vaivenes, por momentos toma impulso, por momentos se desacelera porque depende en gran medida del contexto y de la agenda del Gobierno.

En ese sentido, Schiavone destacó que existe un compromiso mundial en avances en la gestión del cambio climático: “Desde el banco venimos haciendo una buena gestión y avanzando en proyectos de impacto ambiental, con la aplicación de estándares internacionales. Es algo que vino para quedarse y un desafío para nosotros poder incorporarlo”.

Para González, la firma del Protocolo de Finanzas Sostenibles es un gran paso que servirá para ayudar a nivelar el trabajo que están haciendo algunos bancos de forma más avanzada y otros de forma incipiente, porque es un espacio para conocer las mejores prácticas de los mercados que están adelantados. “Hay ánimos del sector financiero de estar a la altura de la agenda mundial”, afirmó.

Por su parte, desde FELABAN identifican algunos desafíos que la banca deberá superar para incorporar asuntos climáticos en sus metodologías de administración de riesgos. En ese sentido destaca: 1. Dificultades para identificar y cuantificar el riesgo climático que podría ser explicada por la poca disponibilidad de modelos confiables y la escasez de datos relacionados con “Si vas a incentivar a las compañías para que adopten decisiones de inversión y producción, también es importante que sean sustentables. El sector financiero está muy involucrado en todo lo que tiene que ver con planes de transición energética.” María Alejandra González

el cambio climático. 2. Capacidad de respuesta limitada para gestionar el riesgo climático. A pesar del interés y de la disponibilidad presupuestal de muchos bancos, la ausencia de profesionales especializados en medición y modelación de riesgos climáticos impide avanzar en ese sentido. 3. Dificultad para valorar el riesgo climático a precios de mercado. Por lo general, los activos financieros no incorporan aspectos de riesgo climático en su proceso de formación de precios. 4. Incertidumbre sobre la gestión del riesgo climático en el sector financiero, aunque a nivel regional hay interés en avanzar en una regulación. 5. Exigencias a algunos bancos latinoamericanos de ser corresponsables en operaciones crediticias ante cualquier eventualidad social o ambiental derivada de los proyectos que financian, aun cuando los bancos no intervengan en el proceso de identificación de este tipo de riesgos.

Pese a estas dificultades, los bancos latinoamericanos están incorporando cada vez más criterios de sostenibilidad y mitigación del cambio climático en su gestión, aunque para FELABAN es clave la articulación de los sectores público, privado y multilateral para acelerar la adopción.

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