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Se reordenan las billeteras digitales
from NBS 313
31 de marzo de 2023 la Línea de Financiamiento para la Inversión Productiva (LFIP), la principal vía por la que se canalizan en la actualidad los créditos a las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) con tasas subsidiadas para proyectos de inversión y para financiar capital de trabajo.
Según la norma, las entidades financieras deberán mantener un saldo de financiaciones dentro de esta línea que sea equivalente, como mínimo, al 7,5% de sus depósitos del sector privado no financiero en pesos, calculado en función del promedio mensual de saldos diarios a septiembre de 2022.
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Este tipo de financiamiento ha tenido un relativo éxito, con un alcance de 284.500 empresas. De acuerdo a los últimos datos oficiales de junio 2022, los préstamos comerciales en pesos crecieron 20,7% real en el último año y fueron impulsados por la LFIP, una herramienta con la que se acumularon desembolsos nominales por casi 2,5 billones de pesos desde su lanzamiento en octubre de 2020, hasta junio de 2022. El saldo de crédito estimado de la LFIP se ubicó en 871.700 millones de pesos. De este monto, cerca del 40% corresponde a financiaciones de proyectos de inversión, lo que representa casi 22,6% del saldo de crédito total a las empresas.
Diego Rannazzo considera que muchos emprendedores precisan un acompañamiento financiero de parte de los bancos “para cubrir sus necesidades de capital de trabajo”. Y explicó: “En estos casos, los asistimos con descuento de cheques de pago diferido o préstamos digitales de corto plazo. Todo esto contratado digitalmente desde nuestra web”.
El Banco Nación tampoco se queda atrás en este segmento y apela a las facilidades de financiamiento desde el apoyo estatal. En mayo pasado la entidad anunció un paquete de financiamiento para micro, pequeñas y medianas empresas por un monto total de 18.000 millones de pesos, que incluye una línea específica de microcréditos de entre 50.000 y 500.000 pesos con una tasa final del 25%.
Para cumplir ese objetivo, se fijó un fondeo al Banco Nación de 3.000 millones de pesos (en tres tramos de mil millones por vez) por medio del Fondo Nacional de Desarrollo Productivo (FONDEP). Entonces también se dispuso una línea de créditos de hasta 5 millones para inversiones o capital de trabajo, que en el caso de las personas humanas podrá destinarse a la compra de materiales, máquinas e insumos, con el respaldo del Fondo de Garantías Argentino (FOGAR).
Desde los estados provinciales también buscan robustecer la bancarización de estos sectores, no solo desde los bancos locales, sino a través de la cooperación internacional. Por ejemplo, en octubre el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) aprobó un préstamo de 40 millones de dólares para proveer financiamiento productivo a alrededor de 200 micro, pequeñas y medianas de la provincia de Neuquén, con la intención de contribuir a la recuperación productiva en la región. Este tipo de créditos, gestionados con organismos multilaterales, apuntan a públicos específicos y cuentan con algunas condicionales. Por ejemplo, en el caso de Neuquén, el 25% de la cartera se tiene que destinar a empresas lideradas o de propiedad de mujeres, y al menos el 30% se debe colocar en inversiones que contribuyan a la mitigación o la adaptación al cambio climático. Otra proporción se tendrá que destinar al acceso al crédito o garantías de al menos veinte mipymes de poblaciones indígenas y diez mipymes de personas con discapacidad. En cualquier caso, el mercado pymes está en disputa entre los distintos actores del sistema, cada uno con sus propias armas y herramientas. El Banco Galicia viene con una frecuencia de vincular unas 300 pequeñas y medianas empresas sin historia crediticia por mes. Ese es el paso previo para que, posteriormente, el sector corporativo y emprendedor quede habilitado para acceder a créditos.
“Luego de cumplir más de seis meses de antigüedad, casi un 40% de ellas quedan calificadas para líneas de financiación por conocimiento de ese cliente. Se le da la posibilidad de que opere más allá de ese historial crediticio que quizá no tenían. De esta manera fue cómo se amplió la bancarización de las pymes”, evalúa Bárbara García.
En los últimos años se modificó el mapa de bancarización de nuestro país, incluyendo a muchas empresas que estaban fuera del sistema, ya que empezaron a requerir servicios bancarios que antes no existían de la mano de la evolución de los medios de cobro y pago digitales.
Perspectivas a futuro
La bancarización del sector pymes está en auge y las entidades se vuelcan hacia este tipo de actividades ante la oportunidad de ampliación del negocio. “Se trata de un segmento fundamental en la matriz de rentabilidad de cualquier banco y se demuestra en la inversión realizada en los últimos años para poder asistirlos”, indica Diego Pablo Rannazzo.
Ahora bien, desde la entidad con sede en el País Vasco remarcan que “para rentabilizar el segmento se debe dar escala, pero entendemos que es el camino adecuado que se debe recorrer no solo en los bancos sino en la economía argentina, ya que las pymes son los mayores contribuyentes al empleo y la recaudación”, considera Rannazzo.
En el Galicia, en tanto, remarcaron que el desembarco hacia sus potenciales clientes dependerá siempre “del tipo de industria o de la etapa en la que se encuentra la pyme”, sea en su etapa de nacimiento, desarrollo o madurez. En el repertorio de estrategias, impulsan la marca Buenos Negocios, que implica la organización de actividades, encuentros y capacitaciones para este tipo de empresas, sean o no clientes de la entidad, con la intención de colaborar en el ecosistema del sector.
En cualquier caso, desde el Banco Galicia insisten en que las propuestas tienen que ser a medida de cada emprendedor o compañía. “Con una propuesta de valor personalizada y un ejecutivo especializado en el segmento, además de estar acompañado por lo que más valoran, que es la financiación y la operación 100% digital, el Banco Galicia conquista a las diferentes pymes a nivel país”, concluye Barbara García.
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dEspués dEl augE dEl 2020 y 2021, la industria sufrió una dEpuración, dondE algunas fintEch quEdaron En El camino y otras sE rEpErfilan para continuar crEciEndo. llEgó El tiEmpo dE autoExaminarsE para dEfinir.
Opinan:
David Somoza Mosquera - Mario López - Julián Colombo - Francisco Uría
Después de un 2020 boom y un 2021 exuberante para las fintech, 2022 fue un año de reordenamiento para las start-ups de base financiera, porque el contexto local e internacional complejo, signado por la desaceleración de la actividad económica, las llevó a revisar sus modelos de negocio.
Lo cierto es que, luego de dos años de crecimiento con la pandemia, para muchos jugadores llegó el momento de frenar la pelota y analizar su presente y futuro. Con la irrupción del coronavirus, las billeteras virtuales tomaron relevancia y se convirtieron en una importante herramienta financiera para usuarios que se encontraban fuera del sistema bancario.
Pero en medio de un avance explosivo, más rápido del previsto en determinados casos, algunas no pudieron vencer los obstáculos y quedaron en el camino, mientras que otras supieron identificar las oportunidades que el mercado presenta para consolidar su posición en la industria.
Con la entrada y la salida de jugadores se multiplicaron las opciones de administración del dinero en forma digital para los usuarios. Luego de este salto, la industria prevé que ahora se acerca una etapa de maduración, con una promisora proyección hacia adelan-
te, pero también con la imperiosa necesidad de autoevaluarse y reperfilarse para ser sustentables en el tiempo.
“Si bien a lo largo de estos años, las fintech introdujeron una ráfaga de innovación, desde nuevas plataformas de pago hasta contratos inteligentes. Ahora tienen el potencial de brindar servicios financieros de manera más rápida y segura, pero cargan con sus propios desafíos que, en medio de la pandemia, se hicieron mayores”, observó David Somoza Mosquera, especialista en negocios y manejo de capital humano.
Ganadores y perdedores
En términos de financiamiento, 2022 se encamina a terminar con un amesetamiento. En 2021, las empresas de tecnología financiera de América Latina consiguieron 132.000 millones de dólares (más del doble que en 2020). Pero, por el cambio de condiciones macroeconómicas globales y regionales, este año recibieron menos flujos internacionales.
Según la edición correspondiente al primer semestre de 2022 del informe Pulse of Fintech, que elaboró la firma de auditoría y consultoría KPMG, la inversión total en fintechs en América registró un descenso: pasó de 59.700 millones de dólares contabilizados al semestre anterior a 39.400 millones al cierre del ejercicio que se extiende entre el 1° de enero y el 30 de junio.
En ese sentido, según un análisis del Financial Times, las acciones de las empresas de tecnología financiera cayeron, en promedio, más del 50% desde comienzos de año, comparado a la caída del 29% del Nasdaq Composite. Su capitalización de mercado acumulada bajó 156.000 millones de dólares en lo que va de 2022. Si se mide cada acción desde su máximo histórico, se perdieron más de 460.000 millones de dólares.
El flight to quality y la búsqueda de seguridad de los inversores va a contramano del crecimiento frenético de muchos de estos emprendimientos. Quienes los respaldan muestran cierta desconfianza, especialmente los inversores de capital de riesgo no tradicionales, tales como fondos de riqueza soberana y de pensión. Algunos adoptaron una actitud cautelosa y se están retirando de acuerdos que habían firmado.
En la Argentina varios episodios desnudaron el difícil momento que atraviesa el sector. El 16 de agosto dejó de operar la plataforma Bimo, que pertenecía a Prisma Medios de Pago y Agea, y que tenía el apoyo de Clarín 365. Se había lanzado en 2020 y permitió realizar distintos tipos de pagos.
Su cierre se sumó al de Ank, la billetera digital de Banco Itaú. El 29 de julio fue su último día de funcionamiento.
A su vez, la inflación de los Estados Unidos —con las consecuentes subas de las tasas del Sistema de la Reserva Federal (FED, por sus siglas en inglés), que tientan a los inversores a volcarse a los bonos del Tesoro de ese país—, la aversión al riesgo por el retroceso de la economía global, la incertidumbre de la pospandemia y la guerra entre Rusia y Ucrania fueron un cóctel letal para uno de los activos preferidos de la actualidad, pero de mayor riesgo: los tokens.
El criptocrush se cobró este año a su primera víctima en la Argentina y magnificó el derrumbe que sufrieron muchas empresas de criptomonedas en los países emergentes. En mayo, Buenbit, el exchange local que había levantado 11 millones de dólares en su primera ronda de inversión Serie A hace poco más de un año, redujo abruptamente su personal en casi un 50% y anunció que detendría sus planes de expansión en el corto plazo. Además, informó que momentáneamente dejaría a un lado su modelo de crecimiento acelerado, el estilo favorito de Silicon Valley, para preservarse mientras pasa el “invierno financiero”. A la espera de una situación más favorable, para subsistir sin depender de capital externo, la firma decidió dejar de invertir
por sobre su punto de equilibrio, lo que advirtió que podría ralentizar su captación de mercado en la región.
No obstante, aunque en este escenario de “tormenta perfecta” varias compañías no lograron vencer las adversidades, también se encuentran las que consiguieron fondos frescos para continuar su expansión. En esta lista, figura Koibanx, plataforma local de tokenización de activos y pagos a través de la tecnología blockchain, que cerró una ronda de inversión Serie A, en la que obtuvo 22 millones de dólares que utilizará para avanzar con la ampliación de su operación regional.
Casi al mismo tiempo, la fintech Pomelo levantó otros 15 millones de dólares en una extensión de su ronda Serie A, y con eso elevó los fondos alcanzados a 50 millones de dólares. La empresa, fundada por tres ejecutivos que anteriormente formaron parte del nacimiento de la fintech Naranja X, ya consiguió fondeo por más de 60 millones de dólares en solo 18 meses. Al igual que en el anterior caso, empleará los recursos para expandir su presencia en la región y robustecer su cartera de productos.
Estos ejemplos implican un espaldarazo para el sector en una coyuntura de preocupación por el cambio de las condiciones para su desarrollo. Al respecto, el CEO de la firma Poincenot Tech Studio y presidente de la Alianza Fintech Iberoamericana, Mario López, consideró: “Los inversores que siguen apostando por estos proyectos priorizan no tanto las proyecciones de buenas historias, sino sus resultados a largo plazo. Esto significa un desafío para muchas empresas, pero también representa una oportunidad de crecimiento. El sector se enfrenta ahora al reto de comenzar a dibujar su madurez”.
La búsqueda de la rentabilidad
Por caso, actualmente en la Argentina hay más de 30 empresas que brindan servicios en un mercado conformado por 47,7 millones de clientes potenciales, y que crece mes a mes. “El usuario vive su propia experiencia. Como cada firma tiene una propuesta distinta, las personas arman su propio ‘banco’ y utilizan, por ejemplo, una fintech para invertir dinero y otra para realizar sus consumos, con descuentos en supermercados o servicios de streaming”, analizó Julián Colombo, especialista en la industria financiera y CEO de N5 Now.
En ese sentido, la popularidad que las envuelve y el creciente número de usuarios activos, entre otros factores, creó en el imaginario popular el supuesto de que a estas empresas les va muy bien económicamente. Sin embargo, Colombo señaló lo contrario. “La mayoría suele perder dinero en una coyuntura volátil como esta”, aseguró.
“No me refiero a las más grandes, que por captar gran parte del mercado pueden obtener hoy, o potencialmente, algún tipo de rentabilidad, sino a las otras, las más chicas que difícilmente serán rentables. Es un fenómeno mundial, no exclusivo de la Argentina, en el que el sector se lanzó a una carrera irreflexiva por capturar un espacio sin un modelo de negocio del todo claro”, evaluó.
De acuerdo al experto, las compañías que entraron más tarde al ecosistema se enfrentan, principalmente, a dos desafíos: primero, deben competir contra las más grandes, las cuales ya están más sólidamente instaladas; segundo, aun en un segmento con ausencia de competidores, las fuentes de ingresos de este negocio todavía son limitadas.
En base a un informe reciente de Red Link que expone que en diciembre de 2021 se realizaron 263,3 millones de transacciones, un 227,3% más que el mismo período del año anterior, Colombo reflexionó: “¿Por qué motivo empezó, no la cuarta empresa, sino la número 34? ¿Por qué estaban tan seguros de que habría un mercado lo suficientemente amplio para entrar?”. A lo que respondió: “La única explicación racional es: ‘Para ser comprados en el proceso de consolidación que tendrá el sector’. Cuando tres billeteras tengan cada una el 30% del mercado, quien ostente parte del share del 10% restante será atractivo para quien quiera asegurarse el liderazgo”, explicó el economista, con más de 20 años de experiencia en el rubro.
Pero, justamente, para Colombo esta situación es “el gran dolor del sector financiero”. Y explicó: “Los bancos tradicionales lo sufren especialmente porque lidian con dos dimensiones: por un lado, con un entorno de presión en el que el accionista exige rentabilidad y, por otro, con un mercado que impone la necesidad de inversión tecnológica, pero vir-
tualmente desprovisto de ingresos”.
En ese sentido, Colombo auguró que, con el correr del tiempo, las empresas que hoy no hablan de cómo rentabilizar su operación, lo van a tener que empezar a hacer porque “sin la capacidad de generar utilidades, todo depende de poder convencer periódicamente a los inversores para que sigan apostando, el día que se pongan escépticos, la mayoría de los players desaparece”, apuntó el especialista, quien es ex directivo de Banco Santander.
“Las fintech se enfrentan a un momento decisivo en el que los inversores van a discriminar entre aquellas que sean capaces de garantizar un adecuado retorno de la inversión en un plazo razonable, que concentrarán buena parte de la inversión; y aquellas que no lo sean y que, en un contexto de mayor incertidumbre, dejarán de tener acceso a la financiación abundante y barata de la que disfrutaron hasta ahora”, explicó el socio responsable global de banca de KPMG, Francisco Uría.
Lo que viene
En este turbulento contexto, se vislumbran algunas tendencias del futuro de las fintech. “Las grandes firmas están respondiendo a la crisis diversificándose más rápido, expandiendo los servicios que ofrecen y, sobre todo, innovando, que es su médula espinal. A las más pequeñas les tocará hacer lo mismo si quieren sobrevivir en medio del vendaval”, adelantó Somoza Mosquera.
El experto afirmó que esta situación la expone The Economist, en su artículo “After a golden decade, fintech faces its first true test” (Después de una década dorada, las fintech se enfrentan a su primera prueba verdadera), publicado en junio. Allí se augura que el aumento de las tasas de interés y la desaceleración de la economía norteamericana sacudirán a este modelo de negocios.
“Las consecuencias están a la vista y las empresas deberán especializarse en nichos dentro la cadena de valor, con el potencial de mejorar la eficiencia de la industria y promover la inclusión de grupos sociales tradicionalmente desatendidos”, opinó Somoza Mosquera.
Otro punto es la colaboración entre bancos y billeteras digitales, dos sectores que mantienen una manifiesta rivalidad pero que, ante el avance de hechos que suponen peligros para ambos, se vuelve necesaria la cooperación. Así lo demuestra el acuerdo que sellaron a inicios de septiembre
las cuatro cámaras que agrupan a los bancos locales —la Asociación de Bancos de la Argentina (ABA), la Asociación de Bancos Argentinos (Adeba), la Asociación de Bancos Públicos y Privados de la República Argentina (Abappra) y la Asociación de la Banca Especializada (ABE)— con la Cámara Argentina Fintech, que propicia un abordaje conjunto de acciones contra el fraude.
De esta manera, trabajarán en forma conjunta en la prevención de delitos financieros, especialmente en lo concerniente a las ciberestafas, modalidad que creció con la cuarentena y el teletrabajo, y perjudicó tanto a las entidades como a los consumidores. Las partes destacaron que el entendimiento fue posible porque todos los actores del sistema coinciden en que su principal compromiso pasa por “brindar una experiencia segura a quienes operan a través de canales digitales, protegiendo tanto su patrimonio como su información personal”.
Otro de los lineamientos que se observa es que algunos segmentos crecerán más que otros. De acuerdo al informe de KPMG citado anteriormente, los esfuerzos se concentrarán en áreas como los pagos businessto-business (B2B), la automatización de la ciberseguridad y los análisis basados en datos.
No obstante, el estudio de la big four resaltó que, dado que la resolución de los retos no parece próxima, incluso en estos nichos el mercado podría asistir a una notable ralentización de la actividad en comparación con 2021.
Aunque se prevé que la inversión resistirá, en cierto modo, las operaciones podrían tardar más en realizarse, ya que los inversores mirarán con lupa las oportunidades para tomar definiciones.
De igual modo cobrarán protagonismo las fusiones y adquisiciones. De acuerdo al reporte de KPMG, esta actividad en el mercado de M&A podría repuntar ante fintechs en apuros, dispuestas a vender en lugar de “aguantar”, por el lado de la oferta; e inversores corporativos y de capital de riesgo movilizados para aprovechar mejores precios, y empresas bien capitalizadas que tratarán de eliminar a sus competidoras, por el lado de la demanda.
“Serán probables operaciones corporativas en las que las fintechs que contribuyan a acelerar la transformación digital y el modelo de negocio de entidades tradicionales serán adquiridas. También, se vislumbra una tendencia a la consolidación, comandada por las fintechs que se posicionan como las más exitosas”, destacó Uría.