Alkarren Barri 273 (Otsaila/Febrero)

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cialmente y también quien se ha enriquecido con la cultura conocida en el Camino y regresa a casa, después de haber descansado, como en la mejor de sus vacaciones. Eso sí, pongamos las condiciones para que el Camino sea lo que es, o sea, un tránsito donde se hace un camino exterior para vivir otro interior. Al caminante se le abren las puertas del paisaje y de la amistad, las del cruce de culturas, pero el llamado ‘camino espiritual’, no encuentra una iglesia abierta. ¿Un contrasentido o una medida cautelar ante robos y asaltos? Yo he visto el poder transformador del Camino de Santiago. Se dan las condiciones para la interiorización, el silencio, el encuentro con la naturaleza, la paz, el esfuerzo, la superación personal, las dudas y los miedos, el compañerismo, las preguntas y el tiempo para responderlas, las lágrimas, las risas y un infinito etc. Cuando una persona se pone en camino, aunque no lo sepa, Dios mismo se pone a caminar con ella. Podemos orar en cualquier sitio; quizá nos gusta encontrar escenarios de paz e intimidad, tal cual iglesias o ermitas. El problema surge cuando el peregrino no las encuentra abiertas. En la Comisión Voluntarios-Hospitalarios estamos trabajando en la creación de una red informativa con horarios de iglesias abiertas, de misas, espacios para dialogar, de atención personal y espiritual, etc. Sabemos que hay soluciones y las queremos aplicar.

Desde su perspectiva, ¿le parece lo más razonable un caminar por etapas en solitario o en pareja frente a los viajes organizados y al uso de la bicicleta, caballo, burro, coche o bus? Lo de ir en burro suena un poco a broma, pero no hace tanto tiempo era una forma común de ir a Santiago. Conozco uno que recordaba la peregrinación con su familia desde Palencia con un burro que tiraba del carro. Les servía para llevar los bultos y para subirse quien estuviera cansado o lesionado, lo que hoy sería un coche escoba. Creo que da igual el medio. Cada uno hace su Camino, el que puede y le va bien en cada época y momento de su vida. Lo importante es la actitud interior que te lleva a la peregrinación. Y no hay que confundir ganar el Jubileo con hacerse con la Compostela. Xacobeo es la peregrinación a Santiago a partir de unas condiciones religiosas, y la Compostela es la acreditación por haber llegado con motivación religiosa a pie, en bicicleta o a caballo. Se puede ganar el Jubileo viajando por cualquier medio y es posible recibir la Compostela sin ganar el Jubileo. ¿Es cierto que, como respuesta al sufrimiento físico en el Camino, surge un manantial de solidaridad de desconocidos, o esto es filosofía barata? ¿Filosofía barata? En absoluto. No hay ninguna filosofía de la vida que no sea fruto de la experiencia y de la reflexión. La solidaridad es una experiencia del camino, algo que refleja nuestro

MARIAN CASELLES

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ser los unos para los otros, el deseo en todo hombre de compartir, de ayudar, de apoyar. No hay sufrimiento, sino esfuerzo compartido, físico y psicológico, hasta alcanzar la meta y en ése tránsito surge un manantial de compañerismo y amistad. Recuerdo que estuve curando las ampollas y heridas de los pies de un peregrino. Pasados unos días, me avisaron que detrás de mí, me seguía uno que había hecho 50 kilómetros esa jornada porque quería alcanzar a “aquél cura del que se decía que curaba no sólo el alma, también el cuerpo”… ¿Cree que el Camino de Santiago puede llegar a rehacer vidas? ¿En sus rutas puede haber un reencuentro de la persona con la persona? Sin duda. Para mí es un signo de los tiempos. Un fenómeno histórico que nos quiere enseñar algo importante, y es que el Camino tiene una magia especial. He conocido experiencias vitales maravillosas, que se producen por las condiciones tan adecuadas que ofrece para vivir un auténtico reencuentro personal y una profunda experiencia de Dios. En esas circunstancias, Dios mismo se hace presente y te toca el corazón. ¿Dios está en el Camino?. Yo ofrezco mi invitación: “ven y verás”. ¡Comienza tu peregrinación! • Ernesto Díaz


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