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Entrevista: David H. Urdaneta
David H. Urdaneta, sacerdote, ingenerio, filófoso y teólogo
David Humberto Urdaneta nació en tierra venezolana, Maracaibo, a finales de julio de 1981. Familia con raíces católicas. Cuatro hermanos. Tiene a sus seres queridos en Medellín (Colombia). Primero fue ingeniero electricista, luego tomó el camino del sacerdocio. Prolonga actualmente sus estudios filosóficos de Venezuela y Alemania en Pamplona, en la Universidad de Navarra. Admira a personajes de la cultura como al abogado e intelectual Arturo Uslar, de la ciencia caso del médico y científico Jacinto Convit, del deporte Jackie Robinson, beisbolero de los Dodgers y primer negro en las Grandes Ligas USA y al religioso francés Teilhard de Chardin, jesuita y paleontólogo. En su tiempo libre toca la batería y se suma a los video juegos. Otras preferencias: La vida secreta de Walter Mitty (cine), Los miserables (la famosa obra literaria de Víctor Hugo) y Stop This Train (canción de John Mayer).
El pasado día 19 de diciembre, fronterizo con la Navidad, David H. Urdaneta defendió en la Universidad de Navarra, y en presencia del obispo de Bilbao, su tesis ‘Estudio del concepto de milagro como vía de mediación en el diálogo entre ciencia y fe’.
Al terminar su exposición, ¿qué sensaciones tuvo y cómo resumiría su análisis filosófico para nuestros lectores?
Tuve la oportunidad de exponer mi trabajo doctoral en un ambiente de debate ameno y edificante para el diálogo ciencia y fe. Mi trabajo es un análisis del concepto de milagro donde intenté evaluar un aspecto moderno muy influenciado por la ciencia. En este sentido, usando la misma ciencia procuré reevaluar dicho concepto para intentar abrir nuevos caminos de debate sobre el tema de los milagros.
¿Ciencia y fe toman rumbos semejantes o están condenados al divorcio?
Ni lo uno, ni lo otro, hay muchos bulos sobre el tema ciencia y fe. Ha calado la idea de que la relación entre ciencia y fe se ha desarrollado siempre en clave de conflicto y hay muchos datos que indican algo distinto. Ciencia y fe, cada uno en sus ámbitos, ofrecen vías para explicar instancias sobre el tema de la vida y su relación con la realidad que, aunque van por raíles distintos, normalmente se encuentran en el camino del ambiente filosófico. ¿Sabría vivir sin Filosofía?
Podría vivir sin los títulos académicos, pero sin la capacidad de pensamiento crítico que me ha dado la Filosofía, lo dudo.
Iba para ingeniero y giró al sacerdocio
Podría definirme como un ingeniero con inquietudes, un filósofo sin extravagancias y un teólogo con religiosidad.
Twitter, ¿es una vía de escape o un escenario para ‘escupir’ sus ideas?
Veo actualmente esta plataforma como un espacio en el que se manifiesta la ‘edad de oro’ de lo que Ortega y Gasset llamó La rebelión de las masas, en la que
DAVID H. URDANETA PRESIDE LA CELEBRACIÓN DE LA MISA LATINAMERICANA EN BILBAO UNA VEZ AL MES
se impone la violencia de las opiniones. Yo prefiero usar otros medios para ‘escupir’ mis ideas. No obstante, mi relación con la red social es superficial.
¿Cómo interpreta el chico de Maracaibo, actualmente en la cima de los 40 años de edad, la huida del país de 7 millones de venezolanos?
Una triste realidad que nunca debió haber sucedido.
¿Fan de Messi o de Ortega y Gasset?
Messi no solo está en el corazón de los argentinos. He aprendido mucho de su ejemplo de vida deportiva. Ojalá a alguien se le ocurra hacer un trabajo antropológico del efecto Messi en la Humanidad. No obstante, está en lo correcto, Ortega y Gasset es un filósofo que me ha dado una base profunda para intentar entender el tema de la vida.
¿Existe una sociedad poco humanizada? ¿Ganarán los malos?
Pregunta y respuesta son complejas. Hablamos del dilema de la existencia del mal. En pocas líneas podría decir que la palabra “deshumanizado” nunca la he entendido bien. El que hace el bien o el mal es humano, lo hace desde su humanidad, porque lo hace desde su libertad para decidir por un acto bueno o malo, y la libertad es lo más humano que hay (esto tiene tela para el debate). No sé si los malos ganarán, aunque no veo esto como una competencia; lo veo más bien como una circunstancia de la vida. La vida no se agota en la realidad de los malos, la bondad siempre está a la vuelta de la esquina, todo puede cambiar cuando decidimos optar por el bien, por amar, perdonar, ayudar. Es algo que Víctor Hugo intentó expresar en su obra Los miserables.
La ciencia podría vencer a la muerte, se comenta. ¿Estamos al borde de la inmortalidad?
No creo que estemos al borde de la inmortalidad. Sin embargo, hoy los avances científicos en términos de medicina, alimentación y salubridad han logrado que vivamos más años. La idea es que esos años tengan mejor calidad de vida, y que sean años donde podamos compartir más nuestro amor. Por eso podríamos no hablar de inmortalidad sino de amortalidad, escapar de la muerte por un rato más. La idea es noble, sin embargo, no debe confundirse con la idea de querer escapar del sufrimiento. La amortalidad no conlleva necesariamente a que el ser humano deje de hacer sufrir al otro. Y luego está el tema ético sobre quien puede acceder a la amortalidad (tema muy profundo que en pocas líneas es muy difícil discernir).
¿Qué papel jugará el amor en un mundo futuro repleto de avalancha tecnológica?
La tecnología cumple un papel importante en la vida del ser humano. Los avances tecnológicos y la técnica, como diría Ortega, serían el esfuerzo del ser humano para hacer menos esfuerzo. La cuestión a partir de aquí es qué haremos con el tiempo que nos sobra gracias a los avances tecnológicos. Por ejemplo, en esto el amor será un gran protagonista. Si entendemos que tendremos más tiempo para ayudar, para visitar a nuestros amigos y familiares, para concentrarnos en las necesidades de los demás y en las nuestras, si decidimos amar y usar nuestro tiempo para ello, entonces el amor prevalecerá.
Háblenos de la religión. ¿En América Latina se vive de forma diferente?
La base de nuestra religiosidad y espiritualidad cristiana en gran medida se la debemos a España. Así como España no es monolítica, tampoco lo es Latinoamérica. Hay países en Latinoamérica con matices religiosos muy distintos, pero con la misma intención: llevarnos a Jesús. En este sentido, hoy hay muchos lugares del estado donde la fe se vive de manera distinta. Por ejemplo, siempre me preguntan cómo es la fe donde yo vivo, y siempre digo “es como el sirimiri” (aquí aprovecho para hablarles de la lluvia en el País Vasco y sus bondades para los que andamos a pie). La fe como el sirimiri, una fe que pareciera que no nos mojara, pero ahí está, no con la fuerza de una gran lluvia, pero sí de una manera persistente •
Ernesto Díaz