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Alkarrizketa: Xabier Goicouria
15 de enero. Día de la Infancia Misionera
Entrevista con el misionero Xabier Goicouria
Con el lema “Uno para todos, todos para Él/Bat denontzat eta denok beretzat”, el 15 de enero celebraremos el día de la Infancia Misionera, una fecha para apoyar, de forma especial, proyectos que tienen como protagonistas y destinatarios a niños y niñas de todo el mundo.
Antes de regresar de nuevo a R.D. Congo, conversamos con Xabier Goicuria, uno de los misioneros diocesanos que más tiempo ha permanecido en misión y que desde hace décadas apoya proyectos relacionados con la infancia. Xabier partió hacia Zaire (hoy R.D. Congo) en 1966, hace 56 años. Y sigue volviendo allí con ganas, con nuevos proyectos e ilusión.
Xabier ¿nos cuentas tus inicios en África?
Empecé hace muchos años con niños minusválidos, de la forma más inocente. Un día, estaba visitando una familia y entró un crío a gatas porque no podía ponerse en pie. Me quedé extrañado porque conocía mucho a esa familia y les pregunté a los padres ¿este también es vuestro hijo? “Sí, -dijeron- hemos hecho lo que hemos podido por él, para enderezar su cuerpo, para que pueda andar y se pueda desplazar por sus propios medios, pero ya no sabemos qué más hacer”. Me surgió un pregunta ¿Por qué esta injusticia humana en la que nadie es culpable pero hay gente que está sufriendo? Y, es cuando empecé a buscar los medios para conseguir una salida para esas personas. Descubrí que había muchos casos, normalmente derivados de la poliomielitis, gente que no se había vacunado, porque no conocía la existencia de las mismas.
Un día pasó por allí de visita, monseñor Cirarda, antiguo administrador apostólico de Bilbao. En medio de la conversación, valorando la situación y los problemas que se planteaban, nos dejó algunos dólares para los proyectos de Likasi y Panda. Con eso, formé un grupo, que se fue haciendo cada vez más grande y me fue empujando a buscar medios para construir unos edificios.
¿ Y, en la actualidad?
Aquellos primeros que comenzaron a venir al centro y recibir una formación y una educación, en la actualidad, son padres e incluso abuelos. Hoy tienen una profesión y una familia.
Seguimos con el centro de minusválidos. Ahora, por ejemplo, hay más de cien chicos y chicas, internos y externos desde los 4 hasta los 18 o 19 años, que salen de la escuela.
Desde el punto de vista de la infancia, he estado totalmente volcado y preocupado por la situación, porque en aquel momento en el que llegué al Congo todavía había la creencia de que una persona discapacitada era una señal de su fuerza hechicera. Es decir, el hechicero es una persona que hace el mal, que puede causar la muerte, que puede ser el que origina la enfermedad o el que causa una desgracia… Y la solución que tenían era quitarle el hechizo. ¿cómo? Pues le abandonaban en la selva, o le arrojaban al río para que desapareciera de la familia. No podían vivir con una persona que fuera la fuente, por así decirlo, del mal, del desequilibrio familiar, de las desgracias de aquellas personas, que les impidieran vivir una normalidad, que pudieran casarse o tener hijos.
XABIER GOICOURIA
Siempre has mantenido tu compromiso por la justicia desde la fe
A mí lo que me ha movido siempre, desde el comienzo es el interrogante ¿qué has hecho de tu hermano? Esa es la primera palabra. Está al comienzo de la Biblia, cuando Dios le pregunta a Caín ¿dónde está tu hermano? ¿qué has hecho de tu hermano? Y no podemos responderle a Dios como él le respondió ¿acaso soy yo el guardián de mi hermano? Pues sí, somos los guardianes unos de otros y tenemos que hacer que el mundo sea más equilibrado y más justo. Todo el mundo tiene el derecho a la dignidad, no solamente porque una persona tiene las dos piernas o tiene los dos brazos, es una persona íntegra. Dios nos pone a estas personas enfrente para que intente-
Afrikari eta Afrikako egitasmoei buruz hitz egitea, beste mundu batez berba egitea da. Izan be, hemendik ezin dogu ulertu, pentsaera bestelakoa da-eta.
Guztioi dagokigu duintasuna, ez bakarrik hanka biak edo beso biak ditugulako, goitik beherako pertsona garalako baino.
mos arreglar lo que sea por nuestra parte, para hacer que en el mundo todos seamos iguales. En este mundo todos tenemos derechos y obligaciones. No hay nadie que se pueda escaquear. Y ahí empezó mi compromiso con los niños. Ése compromiso ha crecido con el tiempo.
¿Hasta que punto es importante la tarea de sensibilización y compromiso que se lleva a cabo desde aquí?
Tiene que haber una colaboración. Nosotros, los que estamos en el frente, no somos gente extraordinaria. Si yo estoy en el frente y no tengo balas y no tengo armamento, pues es inútil que vaya.
Casi todo el material con el que están las escuelas e incluso el centro de minusválidos y material sanitario, ha venido de Bilbao, ha salido de aquí y ha ido para allá en contenedores, en barcos de transporte, etc. Esa es la unión con la gente de retaguardia que apoya a los de vanguardia para conseguir las cosas. Yo puedo ir allí y hablar del buen Dios, al Dios no le podemos ver, pero sí podemos ver lo que somos capaces de hacer por Él. Podemos mejorar el mundo y hacer que el mundo sea el que crea un poco más en Él, a través de nuestro mensaje, nuestros sacrificios y nuestra disponibilidad. Has pasado en África la mayor parte de tu vida, ya casi eres mas de allí que de aquí
Hoy por hoy, por ejemplo, yo soy el único blanco. Todos los blancos que había se han ido marchando, unos por enfermedad, otros por cansancio, otros por hastío, otros porque les han expulsado. Yo estoy allí, la gente me conoce y sobre todo la gente ya madura de una cierta edad, que han nacido estando ya yo allí.
Puedo entrar en cualquier casa, sea católico, bautista, o de alguna secta. No tengo obstáculos. La gente no me lo impide. Se podrá extrañar ¿por qué un cura nos viene a visitar? Sobre todo, si es de otra religión o de otra creencia. Pero, me consideran, como alguien que les ha ayudado a cambiar de vida, alguien que se ha preocupado por sus hijos y les ha solucionado problemas con los que tenían que enfrentarse y no sabían cómo resolver. Por eso me dicen: “A tí te vamos a enterrar aquí”. No es que deseen mi muerte, sino que se ofrecen a ocuparse de mi cadáver. Allí es una gloria que no quedes expuesto al aire libre porque los perros, los buitres u otros animales pueden terminar de deshacer tu cuerpo. De esta manera, me demuestran su fraternidad. Ahora vuelves con un nuevo proyecto: una maternidad ¿cómo ha surgido?
Antes de venir aquí, una religiosa, responsable de la congregación africana que mantiene, sostiene y cuida el centro de minusválidos -además de una clínica de oftalmología que se ha puesto en marcha y otros temas de sanidad-, me dijo que los inspectores del gobierno les habían pedido abrir una manternidad en su dispensario. Allí el gobierno te dice lo que tienes que hacer, pero no lo hace, no da un duro, no te saca las castañas del fuego.
En este viaje me he traído el proyecto destacando las necesidades y la urgencia de la atención a las mujeres embarazadas. No se trata solamente del parto, sino de acompañar a la mujer cuya responsabilidad en el desarrollo social del poblado en el que se encuntra es grande.
Una familia de Bilbao sabía que quería construir esta maternidad y me han ofrecido parte de la herencia que han recibido de sus padres. Se me ha abierto el horizonte, el cielo y todo. Ahora vuelvo al Congo con un regalo. En cuanto llegue, estaré de nuevo con las monjas y entre todos veremos el estilo de construcción y la finalidad de esta maternidad, cuáles son las responsabilidades y si somos capaces de llevarlas y de apoyarlas •