Mefisto
Defecto 2000 (a casi veinte años) Daniel maisner*
C
uando era niño, cerca de mi casa vivía una gitana que, cada vez que yo cruzaba por el portal de su casa, asomaba la cabeza y me preguntaba con un tono entre burlón y altanero, ¿quieres conocer tu futuro? Las primeras veces sentía algo de miedo y me alejaba acelerando el paso. Con el tiempo, me acostumbré a esa presencia, que se manifestaba cada que cruzaba una persona, y comencé a reírme para mis adentros imaginándome, mientras seguía mi camino siempre un poco apurado, que le respondía ¿pa qué quiero conocer mi futuro, si ya con mi presente tengo? Pero lo cierto es que, como a cualquier individuo, me intriga el futuro, que sin lugar a dudas es una de las preocupaciones permanentes del ser humano. Aunque los tiempos han cambiado un poco y los anhelos de encontrar un gran amor, una enorme fortuna o un viaje maravilloso ya no son tan comunes e irrealizables, y han sido sustituidos por otros, los individuos seguimos intrigados por nuestro futuro y el de nuestra especie. Desde la magia, la ciencia o el arte, estamos proyectando e imaginando permanentemente lo que sucederá en los años venideros. * Profesor de la UACM San Lorenzo Tezonco.
10
Nos interesa predecir todo, desde cuándo lloverá hasta los resultados del futbol y seguimos pendientes de los vaticinios que hacen los especialistas, o presuntos especialistas, que juegan el papel de adivinos modernos. A las profecías tradicionales hemos sumado un tipo nuevo: las tecnológicas. Día con día escuchamos cómo la tecnología cambiará nuestras vidas y lo que se logrará en el futuro: el desarrollo de lentes con conexión automática a internet, pantallas de plasma que harán desaparecer los cines, tabletas que darán el toque de gracia definitivo a la letra impresa, coches con piloto automático que harán que saber manejarlo manualmente sea cosa del pasado, etcétera. Las predicciones sobre la tecnología por venir, y los cambios que sucederán con su aplicación, tienen las mismas características que los auspicios tradicionales: junto a intuiciones geniales o amplios conocimientos de un tema que permiten tener una idea clara del futuro, conviven obviedades, ambigüedades, errores de percepción que provocan predicciones simplistas o erróneas y, por supuesto, las predicciones catastrofistas de las cuales presentaremos un viejo ejemplo en el presente artículo.