Trabajos de creaci贸n inspirados a partir de la lectura del El cielo ha vuelto. Creamos finales posibles para nuestros personajes favoritos.
Rosalía El mismo día que había hecho llegar las cosas de Elías a casa de Rosalía su casero me había llamado y me había dicho que el piso ya no era suyo y que no sabía nada de ella. Tuve que recurrir a entregarle directamente las cosas a Elías en la casa de Las Marinas. Esa misma tarde me acerqué a casa de Jorge, iba a decirle que Antonio no quería los cuadros y que yo no podía pagarlos sin mencionarle nada de lo que ocurría entre Elías y Rosalía, cuando al dejar la moto me pareció verla a ella. Estaba aprovechándose de Jorge ahora que sabía que a Elías no le quedaba nada. Seguramente venderían el chalé y se irían de viaje a esas islas a las que se hubiera ido con Elías si yo le hubiera comprado los cuadros que irían al contenedor de Singapur. Estaba en lo cierto. Me acerqué a su puerta y vi como ella, sin ganas, besaba y abrazaba a Jorge mientras apilaban cajas y cajas de pertenencias sobre el jardín. Entre unas reconocí un cuadro que Elías le habría hecho una de las tantas tardes que se habían visto en mi casa. Al ir a Las Marinas a ver a Elías le pregunté por Rosalía y me dijo que solo sabía que había vuelto con Jorge, que iban a vender su chalé y que Jorge sería el representante de un pintor en Francia. Se irían a Francia, vivirían cómodamente y Rosalía podría volver a ir a clínicas costosas con Suiza más cerca y, seguramente, con continuos engaños a su marido. Jorge nunca supo lo de Elías y Rosalía, y yo tampoco tenía intención de contárselo. Conmigo se había equivocado y mucho. Era un cerdo y no me daba pena. Por fin mi vida era mía.
Elías me miró de un modo raro. - ¿Por qué te interesa saber dónde está? ¿Qué quieres de ella? Me fui sin contestar. Cogí las bolsas de plástico y las tiré al contenedor. Unos jubilados que había por el paseo de la playa me acercaron a la estación. De vuelta a Madrid, no paraba de pensar en la vida de Rosalía. ¿Cómo Elías había caído en sus brazos? ¿Por qué quiso hacerme algo así y alejarme de todo lo bueno que tenía? Hasta aquel momento yo pensaba que era Elías, pero me di cuenta de que la culpable era yo. Lo mejor que uno tiene es aquello que quiere y cuida. Me tenía y era lo mejor. Iba a formar una agencia, a poder dirigir y enseñar a otras modelos con personas que antes no veía como amigos y que ahora estaban en mi vida para mejorarla. Irina y Marcos. Pensé que no debía seguir preguntándome más sobre Rosalía, ni sobre Jorge, ni sobre Elías. Actuar como Carolina, una mente sensata y madura, lo haría. Dediqué mi tiempo a pensar en cómo estaría Kas. Al llegar lo acaricié y me puse a leer El amante de Lady Chatterley. Lucía López Cancio, 1ºBAC
Manuela Manuela es una joven guapa, modelo de profesión y, como muchas de las jóvenes que se dedican a esta profesión, está bulímica porque la competencia en este mundo es muy grande y parece que sólo pueden existir tallas de la 34 a la 36 (un mal ejemplo para la juventud ya que los vemos como si fueran dioses del Olimpo y se establecen unos estereotipos que en nada se corresponden con la realidad). Compañera de nuestra protagonista Patricia, la ve como una rival. Esta última desconfía de ella, porque piensa que pueda tener unas posibles intenciones ocultas: envidia, odio, etc. Manuela es un personaje que no se respeta a sí misma y capaz de cualquier cosa por conseguir sus objetivos, como dice Antonio: “Sería capaz de vender a su madre por conseguir lo que quiere”; es ambiciosa, mentirosa, mala compañera, yonqui, etc. No duda en hacer uso de sus artimañas para lograr lo que se propone, como utilizar a Patricia para poder entrar en la agencia donde la protagonista trabaja e ir quitándole el trabajo, poco a poco, aunque quizás la causa de esto no sea una conspiración en contra de Patricia, sino que Manuela es más joven y con más talento de modelo; ambas cosas son lo que cualquier agencia de modelos busca en sus empleados. Manuela es una mujer que pierde el control con gran facilidad, quizás se deba a su dependencia de las drogas; sin ellas no se encuentra segura, por eso el único sitio donde parece sentirse francamente bien es en el Poblado, ya que allí es donde puede disponer de material que le hace sentir “la felicidad” que provocan las drogas, o lo que ella entiende por felicidad, porque cuando el efecto de las drogas termina hay que volver a la realidad.
Incluso Irina la reconoce como una modelo estrella, pero no la quiere como socia en la nueva empresa que pretende crear con Marcos y Patricia, porque admite que se “coloca” demasiado y que sería un estorbo. En un par de años, acabará internada en un centro de rehabilitación. Y sí, es verdad lo que Irina dice: ¿Qué se puede esperar de una drogadicta? No mucho, la verdad. Su futuro es un futuro a corto plazo; mientras se tenga en pie y no dé muchos problemas, sabrán quitarle el máximo rendimiento; pero cuando pasen unos cuantos años y se encuentre demacrada y sin control por el uso de estupefacientes, cuando nadie quiera contratarla en las pasarelas, cuando todo el mundo se olvide de ella y no tenga una puerta a la que llamar, acabará prostituyéndose para algún chulo que le suministre lo que ella necesita para ir aguantando su penosa vida. Y quién sabe si un día aparece tirada en una esquina o no aguante más y acabe suicidándose para poder encontrar la paz y el sosiego que en esta vida no encontró. Patricia Sanjurjo Ares, 1ºBAC
Roberto Al día siguiente me desperté en mi cama, con la ropa del día anterior. No conseguía recordar nada, únicamente que lo veía todo azul; fui a beber agua y después... Después... no lo recuerdo. Traté de tranquilizarme, fui al baño, donde ya solo había cosas mías. El recuerdo de Elías me invadió, pero yo sabía que tenía que ser fuerte, Elías ahora pertenecía a mi pasado. Me aseé, puse un chándal para estar cómoda ya que no tenía pensado salir y bajé las escaleras. Cuando vi a alguien acostado en el sofá, corrí, asustada, a la cocina, cogí una sartén y grité con todas mis fuerzas mientras corría con la satén en alto hacia el misterioso hombre. - ¡¿Quieeeeeeén anda ahí?! -la palabra “quién” resonó con mucha fuerza en todo el salón. De repente se levantó cubriéndose con las manos. -¡Soy yoooo! ¡Soy yoooo! -era la voz de Roberto- ¡Soy yo, Roberto! Casi me matas del susto. Pero, ¿qué demonios te pasa?se quejó. -¿Qué haces en mi casa? -pregunté mientras me fijaba en su corpulento y atractivo cuerpo. - ¿No lo recuerdas? -preguntó sorprendido-, yo bajé la sartén un poco avergonzada-. Ayer vine a tu casa a preguntarte si lo habías solucionado todo con el pintor, Antonio me contó que había tratado de suicidarse. -Yo ahora solo escuchaba-. No me abrías la puerta y cuando decidí dar media vuelta y regresar a mi casa, escuché algo caerse con gran fuerza al suelo. Entonces llamé al conserje, le expliqué la situación y él me abrió la puerta. - Perdóname, Roberto, es que no consigo acordarme de nada. Perdona que te haya “atacado” de esta manera-. No me podía creer que me estuviera pasando todo esto a mí. - Eso es lo de menos... ¿Qué mierda te habías tomado anoche? -preguntó volviendo al tema-. Te encontré tirada en el suelo con cristales a tu alrededor; me preocupé mucho. -Voy a preparar un café –dije sin contestar a la pregunta de Roberto.
No quería contarle mi larga historia con Viviana. Mientras estaba preparando el café pensaba en cuando era joven y tenía encuentros amorosos con Roberto; la diferencia era que ahora yo era una mujer hecha y derecha y antes solo era una adolescente que trabajaba para pagar los estudios de su hermana y otros gastos de sus padres. Cuando volvía al salón cargada con una bandeja con dos cafés y unas pastas, Roberto estaba sentado en el sofá donde había pasado la noche, se había colocado un poco el pelo, aunque la verdad a mí me daba igual. - Patricia, -dijo con tono firme- no solo quería hablar de tu problema. Mi mujer se ha ido. Las cosas nunca fueron bien entre nosotros y tú lo sabes... -pues claro que lo sabía. - ¿Se ha dado cuenta de que llevabas la foto de Manuela en el bolsillo de atrás? pregunté con algo de celos. -Vamos..., tú sabes que Manuela está con Irina y, desde que te conocí, siempre he llevado tu foto conmigo, te he recomendado para sesiones de fotos e incluso para la película que has grabado recientemente. -Bésame. -Esa palabra me salió directamente del corazón. Roberto me acarició la cara y me dijo “ven aquí, preciosa”. Era lo que yo deseaba. A pesar de la diferencia de edad, me parecía un hombre muy atractivo y lleno de un amor que nunca había regalado a nadie y ahora podría dármelo todo a mí. Fuera llovía y la casa era iluminada por la luz del fuego de la chimenea. Roberto y yo nos encontrábamos entrelazados en el suelo. - Te quiero - me susurraba al oído. Yo también lo quería, pero no se lo dije para no cometer los mismos errores que había cometido con Elías. Ahora sí creo que puedo ser feliz al lado de Roberto. Tamara Rodríguez Cabanas, 1ºBAC
LA NUEVA VIDA DE VIVIANA Era sábado, me aburría y decidí llamar a Viviana para contarle que todo iba bien y que tenía planes de futuro. Me contestó, pero me dijo que me llamaría después porque en aquel momento estaba ocupada ayudando en un comedor social de niños huérfanos. La verdad es que desde que Viviana estaba en la India, se la notaba mucho más feliz cuando hablaba con ella por teléfono, estaba más animada y su vida espiritual estaba mejorando. Una hora más tarde, mi teléfono empezó a sonar. Era ella. - ¡Hola Patricia! Acabo de llegar a casa, vengo del comedor social. Desde que estoy aquí me siento mucho más contenta, incluso he adelgazado. Ahora todas las mañanas hasta media tarde estoy en una ONG, ayudando a gente necesitada y noto que estoy creciendo mucho espiritualmente. –Tenía muchas ganas de contarme cosas, estaba contenta, pero la interrumpí. - Pues yo he dejado a Elías, ahora estoy comenzando un nuevo proyecto con Marcos e Irina, ¡y marcha viento en popa!- conté entusiasmada. Viviana notó mi felicidad. - Me alegro de que estés feliz. Yo me estoy pensando el volver a España, aquí ya he aprendido lo suficiente y ya he ayudado todo lo que debía, a lo mejor vuelvo. Y muy contenta, sin darme tiempo a responder, me dijo que se tenía que ir y colgó.
Una semana más tarde alguien tocó al timbre, abrí la puerta sin ganas pensando que sería Marcos o Irina, pero no, tras la puerta había una mujer de pelo caoba, delgada, de ojos azules y un bolso totalmente reconocible, era Viviana. Estaba guapísima y se la veía feliz. Pero no venía sola, a su lado había un hombre alto, maduro y muy guapo. Tardé en reaccionar, pero le di un abrazo enorme. Me presentó a su nueva pareja, se llamaba Gabriel. Kas llegó corriendo desde la cocina y se metió entre los pies de Viviana, la había echado de menos. Viviana y Gabriel se compraron un piso en Madrid, donde comenzaron a vivir juntos y felices. Viviana se convirtió en mi representante y Gabriel en el recepcionista de la nueva agencia. Una nueva vida para los dos, pero especialmente para Viviana, siendo por fin, feliz. Natalia Novo Fernández, 1º BAC
EL CIELO HA VUELTO Ya habían pasado seis meses después de haber dejado plantado en la habitación a Elías y yo estaba feliz en mi nueva agencia en la que trabajaba con Marcos; nos pasábamos las horas juntos y al salir de la agencia siempre quedábamos para tomar algo; nos habíamos convertido en grandes amigos. Un día, llegando a casa después del trabajo, estaba entrando por la puerta cuando me sonó el móvil. Era un número raro pero lo cogí. - ¿Quién es?- pregunté. - ¡Hola! Soy Daniela- respondió con alegría. - ¡Daniela! ¿Qué tal tu familia? - Hasta ahora bien, pero me estoy quedando sin dinero y necesito trabajar, por eso te llamaba, para saber si podría volver a tu casa. - Claro que sí, aquí siempre eres bienvenida, pero ¿sabes que Elías y yo ya no estamos juntos, verdad? - Claro que lo sé, Elías me lo ha contado todo. Yo lo siento mucho pero no sabía lo que debía hacer, lo siento- dijo Daniela desconsolada. - Bueno, tú vente y luego ya hablamos tranquilamente ¿vale?- respondí con dulzura. - De acuerdo, te veo en dos días. Muchos besos- se despidió. Cinco días después estaba cenando en mi casa con Marcos cuando sonó el timbre; abrí la puerta y entró Daniela con su pequeña maleta rosa en la mano, le di un abrazo enorme y le presenté a Marcos.
Continuamos cenando los tres mientras le contábamos a Daniel cosas sobre nuestra agencia, sobre Antonio, sobre lo que se había perdido mientras estaba fuera… Al acabar la cena, mientras Marcos recogía, acompañé a Daniela hasta su habitación. Cuando entrábamos ésta se quedó observando su vela todavía encendida, un escalofrío recorría todo su cuerpo. Sin darle mucha importancia a lo que acababa de ocurrir, se aseguró de cerrar la puerta y me preguntó: - ¿Qué te traes con ese chico? Es guapo y parece majo. - Trabajamos juntos y nos vemos todos los días. Creo que me empieza a gustar un poco- confirmé sonriente. - Se nota mucho que os gustáis, pero primero tendrás que olvidarte de Elías. - Elías ya no es nadie para mí, después de todo lo ocurrido a mis espaldas no quiero cometer más errores como él. - Siento no habértelo dicho pero me sentía acorralada y no podía haceros daño a ninguno de los dos, teníais que daros cuenta vosotros; ahora sé que marcharme fue un error, pero no encontraba otra salida- dijo Daniela llorando. - Ya no importa, ahora ya ha pasado; yo estoy feliz y tú estás aquí, que es lo importante. Continuamos hablando unos minutos más sobre Daniela y su familia, sobre Marcos, Elías…y así fue como encontré en Daniela una nueva amiga, alguien en quien poder confiar, ahora sabía que me lo iba a contar todo. Dos años después, la agencia había sufrido un crecimiento importante y yo volvía a ganar bastante dinero. Entonces compré un nuevo chalé con piscina y jacuzzi a medias con mi nueva pareja, Marcos. Un chalé grande, de dos pisos en el que vivíamos Daniela, Marcos, Kas, al que le encantaba corretear por el jardín, y yo. Y así, tanto Daniela como yo empezamos una nueva vida, una sin secretos que sí nos gustaba. ¿Si esto no es la felicidad, entonces qué es? Noelia Novo Fernández, 1ºBAC
Antonio El mismo día que tuvimos la discusión en mi agencia, llegué a mi piso recogí todo lo necesario en una maleta: ropa, calzado, cepillo de dientes… Cogí un taxi hacia el aeropuerto de BarajasAdolfo Suárez y compré un billete para el primer vuelo hacia las Islas Maldivas. Mi único percance fue que tuvimos que hacer una parada técnica en la India durante 14 horas, así que, en vez de pasar todo ese tiempo en el aeropuerto, me perdí por los mercadillos de Nueva Delhi. Mientras caminaba por esas calles estrechas abarrotadas de gente de tez bastante morena, sentí un codazo y cuando me giré me encuentré a una mujer de constitución fuerte, de tez pálida como la loza y de pelo rojo como el rubí pidiéndome disculpas en un extraño idioma que no entendía. Entonces yo me disculpé en mi pulcro español; para mi sorpresa ella entabló conmigo una conversación en español, era de Barcelona. Mientras estuvimos caminando casi tropieza con un hombre y yo, para evitar su torpeza, la sujeté por un brazo. Desde que recuperó el equilibrio me soltó de mala gana: - Sé que estás huyendo de la policía, vete ahora mismo de aquí o seré yo quien la llame. Eres el causante de los enormes quebraderos de cabeza de mi amiga Patricia. Pero de todas formas te atraparán, no vale la pena que huyas. - Señora, ¿cómo sabe usted eso? Sin entender nada le repliqué: - ¿Y de qué Patricia me está hablando? - De la chica que trabajaba en su agencia y a la que usted le ayudó a llegar a lo más alto del mundo de las modelos. Porque tengo un don para distinguir a la gente con un pasado oscuro, así que váyase.
Como estaba huyendo de la policía sería mucho mejor para mí perderme entre la gente y volver al aeropuerto para poder llegar a mi paraíso sano y salvo. Durante el tiempo que estuve en las islas estuve intranquilo por la advertencia de la chiflada de Nueva Delhi. Pero aun así no lo pasé nada mal, retiré todo el dinero que había blanqueado de un banco de Malté (capital de las Islas Malvinas). Allí la vida me fue inmejorable, pero mi única preocupación era mantener mi seguridad. Hasta que un día que, mientras estaba con una señorita en la habitación de un hotel, entraron cinco policías armados; me arrestaron, pasé a disposición de la policía kelper (gentilicio de las Islas Malvinas) y fui condenado a 10 años de cárcel. Solo llevo 13 meses aquí. Esto es un enorme infierno, así que juro por Dios que en cuanto salga de este cuchitril iré a Nueva Delhi, me vengaré de la mujer del pelo rojo y posteriormente iré a España para hacer lo mismo con Irina. Braulio Casabella, 1ºBAC
El mundo es un pañuelo Elías, al ver como Patricia salía por la puerta y que no la podría recuperar, se acercó al minibar con el objetivo de beberse todas las botellas que allí había y así lo hizo. Borracho, salió de casa, caminó unos metros hasta la playa para darse un baño. Al estar tan ebrio no consiguió salir del agua por sus propios medios, por lo que se desplomó. Por suerte, en la playa se encontraba una chica paseando a su perro cuando lo vio flotando en el agua y acudió en su ayuda. Llamó a la ambulancia y se presentó de inmediato; lo reanimaron y, una vez en el hospital, le hicieron un lavado de estómago por la enorme cantidad de alcohol que había ingerido. Al día siguiente se despertó. Estaba desorientado, no entendía lo que había ocurrido ni dónde estaba por lo que comenzó a gritar: “¿Qué hago yo aquí? ¿Qué me ha pasado? ¿Dónde está Patricia?” Y, de repente, se presentó la enfermera de guardia para calmarlo y que no molestara a los demás pacientes. Le explicó lo que le había ocurrido y le dijo que era normal que se encontrara cansado, ya que lo habían sedado. Cuando se tranquilizó recordó que había tenido un sueño que parecía real, visualizó cómo sería cuando pasaran los años y veía la realidad de cómo iba a ser su vida si seguía el camino que había llevado hasta entonces. Su mente lo había imaginado durmiendo en albergues porque no tenía dinero para pagarse un alquiler ni en el peor barrio; solo porque ninguna mujer lo aceptaba, ni después de que Patricia lo dejara porque era un vago y un mantenido, ni cuando se quedó en la calle porque no tenía nada que aportar.
Se visualizó comiendo en contenedores y utilizando ropa desgastada y vieja. No podía seguir pintando porque no se podía permitir comprar el material y, lo más importante, estaba solo, sin nadie que lo apoyara como lo había hecho Patricia todos estos años, por lo que llegó a la conclusión de que no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes. Pasadas unas horas una chica entró en la habitación, era la misma que lo había salvado. Empezaron a hablar de lo sucedido y terminaron hablando de sus vidas personales y de sus fracasos amorosos. Pero Elías cayó en la cuenta. - Por cierto, ¿cómo decías que te llamabas? - No te lo había dicho, pero de todas formas me llamo Aura. - Yo, Elías, como ya sabes, un placer. Tras conocerse más a fondo y recibir la buena noticia de que le daban el alta, Elías la invitó a tomar un café para poder seguir charlando y conociéndola porque en verdad le interesaba. Un mes más tarde Aura le propuso a Elías un viaje nada más ni nada menos que a la India, por lo que Elías aceptó encantado. Una vez llegados a la India, hicieron turismo. A Aura le interesaba mucho la diversidad cultural y religiosa que tenían los países a los que había viajado, pero la India era su preferido. Un día decidieron ir a comer al restaurante hindú más importante de la zona. Cuando terminaron comenzaron a pasear y se encontraron un local donde una mujer se dedicaba a hacer espiritismo, por lo que Aura decidió entrar. Allí encontró un gato en su camino y escuchó: - Se llama Fanta. - ¡Hola, Fanta! Aura se agacha y lo acaricia, luego se recoloca. - Hola, buenos días, me llamo Viviana. ¿Qué problema tienes? - Nos gustaría hacer una limpieza espiritual, ¿verdad, Elías? Susana Gutiérrez, 1ºBAC
Marcos Habían pasado ya varios meses desde que se promulgó la orden de búsqueda y captura de Antonio, nadie conocía su paradero, pero probablemente se escondiera en una isla de nombre impronunciable en algún lugar remoto. El caso es que la agencia estaba en marcha y todo iba según lo planeado. Irina se hacía cargo de coordinarlo todo y a todos nosotros. Se había recuperado por completo, estaba mucho más cercana y cariñosa, había dejado atrás a aquella fría mujer, aunque dejando intacta su indiscutible elegancia. Manuela había salido ya del centro de desintoxicación y se había convertido en una chica risueña con ganas de vivir y en la modelo estrella de la agencia. Patricia había empezado de cero y le había dado a su vida un toque azul, se centraba principalmente en su trabajo y en su familia, quería recuperar el tiempo perdido en los últimos años. Por último estaba Marcos, aquel que algún día había sido un muchacho enfermizo y frágil ahora estaba hecho un hombre de fuerte carácter que conseguía todo lo que se proponía, pero cuando se trataba de Patricia se estremecía como la primera vez que la había visto. Le faltaba el valor y no era capaz de articular las palabras con fluidez cuando hablaba con ella. A pesar de que el sentimiento parecía mutuo, no podía hacerlo, ya que Patricia había salido de una relación larga y no creía que quisiera saber nada sobre el tema. Todos en la agencia podían ver la chispa en sus miradas, las reiteradas insinuaciones, pero ninguno daba el gran paso, eran como dos adolescentes, se trataban como si nunca se hubieran visto antes. En el fondo habían empezado de cero, pero les aguardaba una vida nueva llena de alegrías y alguna que otra tristeza. Solo tenían que dejar que el tiempo hiciera su trabajo. Antonio Cendán Gaute, 1ºBAC A