Vestido de novia

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Vestido de novia, Pierre Lemaitre

Recreaci贸n realizada por el club de lectura As mil e unha historias a partir de la lectura del libro.

隆C贸mo que segundas partes nunca han sido buenas!


Vestido de novia 10 de febrero de 2002 Tras sincerarme con Frantz sobre todo nuestro pasado y lo que nos ha ocurrido, he decidido ir al médico, mi marido me lo había estado recomendando desde hace ya un tiempo y Valérie lo mismo. Yo no he ido muy conforme, pero al final me han convencido. Frantz me ha dicho que un amigo suyo le había recomendado este doctor. Sí que era muy simpático e hizo todo lo posible para que me abriese a él. La verdad es que no me ha dicho nada que yo no supiese: que necesito reposo y, cuando crea conveniente, debo seguir escribiendo todo lo que vaya haciendo en esta libreta. A decir verdad, lo considero bastante patético porque estoy segura de que la voy a terminar perdiendo como ya me ha ocurrido en otras ocasiones. En lo que respecta a Frantz estoy bastante agradecida con el gran apoyo que me está demostrando en estos momentos cuidando de mí e incluso regalándome este mismo cuaderno. 18 de febrero Ya hace casi una semana que he comenzado esta agenda y la verdad es que estoy empezando a cogerle gustillo, desde que he comenzado no he dejado ni un solo dato sin apuntar aquí, pero es cierto que cada día que pasa me da la sensación de que me acuerdo de todo lo que tenía escrito. Al final, igual no es tan mala idea la terapia.

2 de marzo Desde hace un par de días noto un poco raro a Frantz. Igual son paranoias mías…, pero cuando estoy escribiendo en el cuaderno no deja de mirarme hasta que lo guardo en el cajón de mi mesita de noche. A veces, incluso hago que estoy escribiendo para pillarlo mirándome fijamente y, cuando lo consigo, hace un giro repentino con su mirada y se centra en los muebles del salón o de la cocina. No quiero alarmarme pero tampoco que él se preocupe tanto por mi salud.


17 de abril Ya me extrañaba mucho que mi salud se recuperase a un ritmo tan acelerado. Hace ya casi un mes que no he escrito nada en la agenda porque no conseguía recordar el lugar donde la había dejado. Había puesto patas arriba todas las habitaciones, el salón e incluso el baño, por si acaso. Pero no encontré rastro alguno de ella. Desde que no escribo nada cada vez me encuentro más y más cansada. Al final la hallé en el cajón del mueble de la cocina, bueno yo no, ha sido Frantz. ¡Es muy extraño! Desde que mi salud empeoró había sido él quien ha estado cocinando y cuidándome y no la ha encontrado hasta esta mañana. Por la noche la revisaré de nuevo para ver si recuerdo todo lo que puse estos meses.

18 de abril Ayer por la noche me quedé dormida, pero esta mañana la he podido revisar. Cuando terminé me dio la sensación de que estos meses he escrito más de lo aparece en ella, igual es fruto de mi mal estado de salud, pero además creo que hay cosas que yo no he escrito. Como si este tiempo alguien hubiese cambiado todo lo que se encontraba en ella. A partir de ahora tendré más cuidado con lo que escribo y la manera de hacerlo. En lo que respecta a mi marido, ya no me observa con tanta atención cuando me pongo a escribir mis pensamientos. Además, está mucho más pendiente de su ordenador, cuando pasé a por una taza de té a la cocina he podido observar que estaba ojeando una página web sobre viajes al extranjero; quizás tanto ajetreo le pueda estar estresando a él también y necesite un par de días para desconectar.


23 de abril Frantz parece estar molesto conmigo y yo no he hecho nada, que recuerde, para que se comporte así. Hoy por la mañana hemos discutido mucho porque no me gusta que tenga tanta “basura” en casa. Conserva muchos recuerdos inservibles de su infancia entre los que se encuentra hasta el vestido de novia de su madre que parece estar a punto de deshacerse si alguien lo toca. Cuando se lo he dicho ha reaccionado de manera muy agresiva, casi he llegado a sentir miedo. Más tarde se ha acercado a mí muy cariñoso, demasiado diría yo. Me vino a pedir perdón por su comportamiento al dormitorio y allí me pidió que le acompañase una semana de vacaciones a donde me apeteciese. No es que me entusiasme mucho la idea, pero accedí solo porque seguro que está bien pensar en otras cosas que no sean mi salud, el cuaderno… y poder disfrutar un poco. 2 de mayo Pasado mañana nos marchamos a Grecia de vacaciones. A Frantz le entusiasma la idea, a mí la verdad es que no. Allí fue donde Vincent y yo pasamos nuestras últimas vacaciones juntos. A veces me gustaría poder revelar toda la verdad sobre mi vida para liberarme de ese peso, pero no puedo arriesgarme a ello, un error como ese puede llevarme a la cárcel por el resto de mi vida. Acabo de terminar de hacer la maleta y creo que no se me olvida nada, salvo el cuaderno. 3 de mayo A estas alturas necesitaría mucho poder hablar un par de minutos con mi padre o con Valèrie, con alguien en quien realmente confíe. El espionaje constante al que me está sometiendo Frantz va en aumento y empiezo a sentirme un poco incómoda cuando se acuesta a mi lado. Quiero pensar que sólo es que está preocupado por mi estado de salud, pero me da la impresión de que ocurre algo de lo que yo no soy capaz de darme cuenta.


6 de mayo No he escrito nada desde que hemos llegado a Grecia porque no quiero que Frantz note que desconfió de él; sin embargo, sea cual sea la razón hemos venido a parar al mismo hotel en el que Vincent y yo nos habíamos hospedado un par de años atrás durante nuestro viaje y esto provoca en mí un continuo malestar. Hace ya un par de días que no suelto mi cuaderno en ningún momento del día, pero creo que empieza a molestarse por este comportamiento. Ayer fuimos a un parque de atracciones y todas las parejas de enamorados estaban esperando en la cola para montar en un romántico viaje en noria. Necesitó rogarme mucho para conseguir mi “sí” pero al final accedí. A medida que íbamos alcanzando altura Frantz se ponía más y más nervioso, como si la altura y el espacio reducido en el que nos encontrábamos le hiciesen permanecer constantemente en alerta. Yo pronto me di cuenta y aferré mi cuaderno muy fuerte contra mi cuerpo; sin duda, notó mi tensión y en un momento en que estaba descuidada se abalanzó sobre mí para intentar besarme, aunque su intención real era que mi cuaderno cayese al agua del río que se encontraba en ese preciso momento bajo nuestros pies. No tardé en darme cuenta cuando, al intentar disculparse por lo sucedido, no pudo contener una leve sonrisa entre dientes. Al terminar el viaje me fui corriendo para intentar encontrar la agenda. Por suerte, en ese mismo instante pasaba un joven de unos veinte años que la había recogido y estaba esperando en el lugar exacto que había caído por si alguien la buscaba.


8 de mayo Cada día el comportamiento de Frantz es más insoportable, cada día me encuentro más débil y es imposible disfrutar un momento de nuestras vacaciones. Me temo que no voy a ser capaz de terminar esta semana de la misma manera que la comencé. Sin que mi marido se entere estoy tomando tres pastillas tranquilizantes por día para mantenerme medianamente calmada el tiempo que nos queda en Grecia. Desgraciadamente, noto que cada vez me flojean más las piernas y me cuesta más aguantar la jornada de visita en la ciudad. Además de esto, me provoca una enorme angustia no poder comunicarme con mi padre ni con Valèrie, ahora mismo los necesito.

10 de mayo Estos últimos días mi salud está yendo a peor a una velocidad incontrolable y yo no puedo hacer nada para evitarlo. Esta es nuestra última noche en el hotel y necesito hablar seriamente con Frantz. Voy a proponerle que mañana a primera hora nos presentemos en la comisaría más cercana y nos entreguemos a la policía. No sé lo que podrá opinar Frantz, pero yo no pienso cambiar de opinión. Me haré responsable de mis crímenes y no aceptaré un “no” como respuesta por parte de Frantz.


13 de mayo de 2002. Diario Le Matin A lo largo de la mañana de hoy, viernes 13 de mayo, los forenses han podido practicar la autopsia de los dos jóvenes que han aparecido muertos en la habitación de un hotel en plena capital de Grecia. Al parecer los cuerpos los encontró uno de los miembros del servicio del hotel cuando se disponían a limpiar la habitación de los chicos que, según la información que ha proporcionado el hotel, debían haberla abandonado la tarde anterior y podían pertenecer a la fugitiva Sophie Duguet y su actual marido Frantz Berg. A falta de los últimos resultados de diferentes pruebas, todo apunta a que los cuerpos pertenecen a los jóvenes, que se hallaron sobre la cama del dormitorio abrazados. Por el momento, no se puede afirmar con certeza, pero la causa más posible de la muerte ha sido una sobredosis. También se baraja la posibilidad de que el varón haya matado a su pareja por celos. Pero a juzgar por otras pruebas que se encontraron entre la ropa de Sophie, como puede ser una nota escrita por ella misma en la que se hace responsable del asesinato del que había sido su jefe y propietario de una hamburguesería, su identidad parece clara. Por otra parte, su marido se responsabiliza de otros entre los que destacan el anterior marido de Sophie, Vincent, que falleció tras un accidente; Andreé, ex-pareja del mismo; y Leo, el hijo de la familia Gervais y del que la principal sospechosa era Sophie. Además de la nota incriminatoria, se pudo encontrar otro tipo de material valioso como pueden ser varios cuadernos de cada uno de los jóvenes en los que se relatan los hechos transcurridos en estos pasados dos años y que servirán a la policía para poder resolver con éxito este caso que permaneció abierto durante un par de años sin pista alguna de los asesinos y su paradero. Rocío Rego, 4ºB


Vestido de novia Sophie ha aprendido una gran lección a base de ir de error en error: no puedes empezar una nueva vida sobre los cimientos de un vida falsa. La vida con el sargento fue un lago de ternura y amor los primeros años de matrimonio. Él siempre se mostró muy atento con ella e incluso la acunaba entre sus brazos cuando se despertaba chillando de sus pesadillas... Cuando el médico le comunicó que estaba embarazada los dos se volvieron locos de alegría con la idea de ser padres. Él quiso comprar una casa en el campo y Sophie aceptó al ver su cara de alegría el día en que fueron con el agente inmobiliario a ver el terreno imaginándose a un niño jugando en el jardín delantero mientras sus padres lo vigilan desde el porche sin interrumpirle pero expectantes. Dos meses después de llegar a la casa Sophie empezó a tener alucinaciones: Veronique tirada en un charco de sangre en el suelo de la cocina, Léo ahogado en la cuna que habían preparado para la llegada del bebé... Él comenzó a preocuparse verdaderamente por la salud de Sophie y un día después de una de sus alucinaciones decidió pedir cita con un médico que les derivó a un psicólogo. Sophie iba a verlo una vez a la semana. Tiene deberes que hacer, como el psicólogo le dice; en una libreta tiene que apuntar todo lo referente a esas alucinaciones y las sensaciones que estas le producen. Han ido a hacer una ecografía y les han dicho que esperan un niño. De camino a casa Sophie le dice que le gustaría llamarlo Vincent y él dice que no le gusta. Sophie se desmorona por dentro, pero tiene la tonta fantasía de que al final acabe accediendo con lo del nombre, pues ella no quiere llamar al niño de otra forma. Han ido a cenar a casa de los padres de él, aunque Sophie nunca se ha sentido cómoda en aquella casa. Su suegro cree que el casamiento fue muy apurado y no acaba de aceptarla a ella y su suegra le dice que no le haga caso, que ella es una chica estupenda. En cierta forma Sophie compara esa familia con los padres de Vincent y, al ver que todo es diferente, no se siente cómoda. Esa noche ha tenido una pesadilla horrible en la que empujaba a su antigua suegra por las escaleras y al llegar abajo esta cambiaba de cara y se convertía en su actual suegra con su cara dulce y la confianza petrificada en una mueca de asombro; a sus pies su marido y su suegro la miran sin acabar de creerse que ella haya podido hacer eso.


Al final ha logrado convencerle y el niño se va a llamar Vincent. Ha llegado la hora de que el bebé vea la luz. El parto se ha complicado y han tenido que hacerle una cesárea de emergencia. Él ha estado a su lado en todo momento y, en su delirio, Sophie lo confundía constantemente con Vincent y no dejaba de llamarlo así, aunque como él se lo tomaba como si estuviera susurrando el nombre del bebé no hubo nada raro en ello. Han pasado dos meses desde que Vincent nació y Sophie ha tenido un brote psicótico en el que ha cogido al bebé y lo ha estrechado contra ella gritándole a su marido que se alejara de ellos y que no iba a permitir que le hiciera daño a ella o al bebé. Él le ha rogado que se tranquilizara llamándola por su nombre falso, con lo que no contribuía a calmar la locura de Sophie. Ella se acercaba peligrosamente a las escaleras andando de espaldas y él intentó cogerla para que no pusiera en peligro su vida o la del bebé, pero su mano se extendió y tan sólo cogió aire, puesto que Sophie se precipitó escaleras abajo. Se despertó en la camilla de un hospital justo en el momento en el que su marido hablaba con un médico diciéndole que ya no la reconocía, que ella no era la mujer con la que se había casado y le rogó que por favor le ayudara con sus problemas mentales. Sophie interpretó eso como una mentira que su marido estaba inventando para apartarla de su bebé, para quedarse con la custodia. Se intentó incorporar para plantarle cara y descubrió que estaba atada con extrañas correas de cuero a la cama para evitar qué, ¿un brote de ira en el que Sophie se abalanzara sobre su marido?, ¿que tratara de escapar del hospital?, ¿que se hiciera daño a sí misma? El caso es que ahora él ya sabe todo sobre el pasado delictivo de Sophie y la mantiene todo lo lejos posible del niño para evitar la catástrofe que no sucedió el día que se precipitaron por las escaleras. Sophie está interna en un centro psiquiátrico con un cuadro clínico severo y los médicos no ven señales de que su situación vaya a mejorar. Vive en una habitación de paredes blancas acolchadas, no puede salir al exterior para evitar que les haga daño a los otros internos y cuida a un muñeco al que llama Vincent con verdadero esmero. Irene Cela, 4ºA


VESTIDO DE NOVIA, 2ª PARTE Sophie y el sargento se instalan en un pequeño apartamento cerca del centro. Ella consigue otro trabajo de limpiadora, más cerca de casa y con unas condiciones aceptables, mientras que él sigue con lo suyo y, a pesar de que no parecía haber traslados en el horizonte, Sophie nunca pierde la esperanza. En los primeros meses, los olvidos de Sophie parecen disminuir hasta el punto de que su marido no se da cuenta de ninguno de ellos. La convivencia es tranquila. Se tratan bien mutuamente y consiguen llenar las comidas y los momentos juntos con pequeñas conversaciones sobre su día a día o sobre las noticias. En ocasiones Sophie siente que podría confiar en él. Cuando estas ideas se acercan, ella las aparta inmediatamente. No puede confiar en nadie. Un día, el presentador del telediario anuncia que la policía ha detenido a un grupo amplio de personas por falsificación de documentos públicos, de partidas de nacimiento en particular. Sophie reconoce inmediatamente la cara de uno de ellos. Es el hombre que le vendió la identidad de Marianne Leblanc. Coincidiendo con la aparición de la noticia, Sophie comienza a olvidarse de más y más cosas. Su marido no le da importancia al principio, pero más tarde, cuando los accidentes aumentan gradualmente, le sugiere que encuentre un médico que le pueda ayudar. Ella se resiste al principio, pero después lo acepta. Encuentra uno que tiene consulta cerca de su piso. Con él, retoma las libretas. Se compra cinco y lleva una siempre consigo. Apunta minuciosamente todo lo que le pasa y copia el contenido de las libretas, de forma que en todas esté escrito lo mismo, en caso de que alguna se pierda. Unas semanas antes del primer aniversario de su matrimonio, cuando el sargento empieza a sospechar que su esposa está loca, el hombre de la partida de nacimiento vuelve a aparecer en las noticias. Algunos periódicos sensacionalistas cuentan que podría estar intentando intercambiar información para conseguir un acortamiento de su pena. Se sugiere que una de las personas a las que podría desenmascarar es Sophie Duguet, supuesta autora de varios asesinatos que nunca pudo ser encontrada.


En ese momento Sophie decide que es el momento de levantar el campamento. Insiste a su marido sobre la posibilidad de un traslado, pero él sigue contestando que no es probable. Entonces, decide actuar por sí misma. Hace una maleta con un poco de ropa. Se lleva el dinero que ha estado ahorrando y comienza a huir de nuevo. Dos meses después, aparece en los titulares de todos los periódicos. Han cogido a Sophie Duguet. Declara que no es capaz de recordar los asesinatos. Habla de constantes pérdidas de memoria. Durante el juicio, llora varias veces. Insiste constantemente en su inocencia. Incluso sugiere la posibilidad de que alguien le esté tendiendo una trampa. El jurado parece creerla cada vez más a medida que habla. Incluso después consigue que el sargento confirme los olvidos. El fiscal expone como móvil para el asesinato de Léo el descontento de Sophie con el comportamiento del niño. Sugiere que lo habría matado después de meses de ira acumulada contra él. Habla de una personalidad calculadora y rencorosa, que no parece corresponderse con la joven llorosa a la que se está juzgando. El jurado llega a la conclusión de que la causa más probable sería la existencia de problemas mentales que produjeran las pérdidas de memoria y quizás también los asesinatos. El caso de Sophie es derivado a un equipo de psiquiatría. Se afirma que lo más probable es que termine pasando unos meses en tratamiento psiquiátrico, dependiendo de lo que se extraiga de los análisis. Al salir de la sala, Sophie sonríe. Sólo tiene que actuar un poco más. Se lo han tragado todo. Carmen Pavón Souto, 3ºA


Vestido de novia, continuación Sophie estaba entusiasmada, bueno no, en realidad estaba expectante. A tan sólo tres días de crearse una nueva vida sólo podía sentir alivio y al mismo tiempo algo de tristeza. Había dejado de pensar en ello desde hacía mucho tiempo, pero la cercanía del momento en el que dejaría de ser ella para empezar a tener en cuenta a otra persona la aterraba. Marianne Leblanc era únicamente algo de paso, algo sin futuro, pero si se convertía en Marianne Berg, Sophie quedaría enterrada en lo más profundo de ella, o eso esperaba. Lo esperaba porque quería una vida normal, quería poder salir a la calle sin miedo, quería ser, no feliz, porque a estas alturas no pensaba merecérselo, pero sí tener una vida tranquila. Por otra parte eso conllevaba dejar de lado su otro yo, olvidar a Vincent, olvidar a su padre, olvidar a toda su vida, olvidar todas esas muertes y… ¿en verdad estaba lista? Pero ahora no podía retroceder, si a estas alturas del juego algo había aprendido era que debía seguir y apechugar con sus decisiones y nunca mirar atrás. Para Frank todo sería perfecto, después de todo lo que había pasado en la vida por fin veía la luz al final del túnel. Sabía que Marianne buscaba algo, el qué no lo sabía, pero aún teniendo conocimiento de ello durante todos estos últimos días había visto como su cariño crecía y sí, puede que ella lo necesitara a él, pero él también a ella. Frank había sido muchas cosas, había sido marinero, cocinero, estilista… ¿por qué? Fácil, igual que Sophie él también tenía algo de que huir, huía de la responsabilidad podría decirse, huía de plantar cara a su pasado y enfrentarse a él. Antiguo jefe del cuerpo marítimo de salvaguarda de las costas australianas, había sido testigo de toda clase de sobornos, hurtos, degradaciones…, porque el dinero lo puede todo y también pudo con él. En esa época en la que los turistas sólo buscaban gastar todo lo que tenían, el contrabando de joyas hechas con corales y todo tipo de especies protegidas de Australia lo había enriquecido. Había decidido volver a su Francia natal cuando se dio cuenta del gran despropósito que todo eso era, pero su pasado lo perseguía continuamente. Cuando llegaba a casa y no había nadie, los recuerdos volvían y él no quería más recuerdos, ya no. Quería una vida con Marianne, una vida en la que pudieran ahuyentar juntos los temores del pasado.


Los días pasaron, así una mañana Sophie se despertó y era el día. Frank hacía rato que estaba despierto, no había querido desaprovechar la oportunidad de ver el amanecer de esa mañana. ¿Qué dices el día que se supone es el más feliz de tu vida a la persona a la que vas a engañar durante lo que os resta de ella? Eso pensaba Sophie, por eso, cuando miró a Frank a los ojos en el momento en el que tenía que decir acepto sólo pudo quedarse callada. Frank lo entendía perfectamente, ambos estaban tan rotos y maltrechos emocionalmente que parecía que todo lo que pudiera suscitar un cambio en sus vidas los hacía estremecer. Sabía el debate interno que ella estaba teniendo. Lo comprendía. Así que Sophie hizo lo que pensó más correcto, cogió a Frank de la mano y lo arrastró a una pequeña habitación que había al lado de la sala en la que estaban en el ayuntamiento y se lo contó. Le contó todo lo que había vivido, todo lo que había pasado a lo largo de esos meses, cómo había dejado de ser la mujer más feliz del mundo para convertirse en una forajida. Frank escuchó paciente, mirándola con comprensión y, en el mismo momento en que ella acabó su historia, él le contó la suya. Le contó cómo se convirtió en un corrupto, cómo el arrepentimiento vino con el tiempo y cómo quiso huir de todo lo anterior. Y cuando acabó, sin decir palabra, ambos se cogieron de la mano y volvieron a la sala de donde saldrían como marido y mujer y desde donde comenzarían su nueva vida juntos. Sophie jamás volvió a mencionar su verdadero nombre, a Vincent, a Léo, a Valérie, a nadie. Sólo escribía a su padre de vez en cuando. Frank por su parte decidió abrir su propia tienda de animales y dejar el ejército, ambos acabaron viviendo en una pequeña casita a las afueras de Nantes. Sophie fue al psiquiatra, acompañada de Frank. Tras numerosas visitas descubrieron que el problema de Sophie no era otro que un nervio cerebral que tensaba una zona del encéfalo y provocaba la pérdida de memoria. Frank y Sophie no volvieron a mencionar los asesinatos. Sara Muíña Ramil, 4ºB


Vestido de novia, 2a parte Quedaban dos semanas para la celebración de la boda. Sophie estaba confusa. Desde la noche de Fin de Año algo se había removido en su interior algo que podría llamarse amor. Cada día le atormentaba más la idea de decepcionar al hombre que había confiado en ella, el que había respetado su decisión de no hurgar en su pasado. Ahora, con él se sentía protegida, incluso había empezado a comer y dormir bien. Le aterrorizaba pensar en una nueva huida, en tener que enfrentarse ella sola al mundo otra vez. Un par de días antes de la boda, mientras se probaba el vestido que iba a llevar, se sintió muy culpable y decidió descubrirle a su futuro marido su verdadero nombre y su pasado, asumiendo todas las consecuencias. Ella no era la misteriosa mujer Marianne Leblanc, sino la fugitiva Sophie Duguet. Cuando le contó la verdad al sargento, este se quedó totalmente desconcertado y horrorizado. Acto seguido, abandonó el apartamento de Sophie sin poder pronunciar una palabra. Una vez que llegó a su casa empezó a recabar información sobre la tal Sophie Duguet, ya que había muchas cosas que no le cuadraban. Según ella, la policía llevaba meses buscando su paradero y había puesto en marcha muchos recursos, entre ellos la prensa que había difundido la noticia por los medios de comunicación. Sin embargo, a él ni ese nombre ni esos asesinatos le sonaban. Tras buscar en las bases de datos a las que tenía acceso por ser sargento, descubrió que Sophie no era una asesina sino una joven que tras la muerte de su marido, había ingresado en un centro psiquiátrico, donde la estaban sometiendo a un tratamiento. En el informe constaba que Sophie padecía un trastorno que le hacía deformar totalmente la realidad. Tras las indagaciones, el sargento habló con Sophie, le contó la realidad y la convenció de que debía ingresar en el centro para seguir el tratamiento y curarse. Ella aceptó. A partir de ese día, Sophie comenzó a sentirse cada vez más reconfortada al ir asimilando que todos los cadáveres que habían ido apareciendo a su alrededor eran producto de su imaginación. Ella nunca mató ni a Leo ni al banquero ni siquiera a Véronique. El sargento siguió visitando muy a menudo a Sophie y entre ellos cada día se iba reforzando más el sentimiento amoroso y la necesidad mutua. Esta situación se mantuvo así durante unos dos años, hasta que el médico les comunicó que le iban a dar el alta a Sophie, pues consideraba que se encontraba preparada para regresar al mundo exterior y estaba concienciada de que necesitaba ese tratamiento para llevar una vida normal. Una vez que salió del centro, el sargento la acogió en su casa y empezaron a convivir. Sophie contó con todo el apoyo de él, que le animó a seguir cursos de reciclaje. Al cabo de un tiempo consiguió un trabajo en una empresa y decidieron casarse. Sophie utilizó en la boda el mismo traje de novia que le impulsó a revelarle la verdad al sargento. A partir de entonces ella consideró siempre ese traje como el símbolo de su liberación y de la recuperación de su cordura. Ángela van der Mel, 3o B


Vestido de novia 17 de septiembre de 2012 Ya no recuerdo qué fue de aquella mujer a la que todo el mundo perseguía, la que se tenía que ocultar al estar acusada de ser responsable de varios asesinatos, ya nada queda de Sophie Duguet; nada era como antes, no olvidaba dónde ponía sus cosas o si había hecho sus tareas o si tenía que acudir a alguna cita o ya lo había hecho. Mi padre falleció hace unos meses y no pude acudir al funeral por miedo a ser descubierta. Hacía tiempo que no lo había pasado tan mal como lo pasé aquel día al recibir la noticia. En estos momentos, trabajo de administrativa en la oficina de turismo del pueblo y mi esposo continua en su puesto de sargento en la comandancia vecina. Desde que lo conocí, mi pasado está prácticamente olvidado y mi vida cambia día a día; estoy siendo feliz como nunca había sido antes tras pasar muchísimo tiempo sin saber lo que era sonreír. Frantz es un hombre estupendo, que se preocupa por lo que le pasa a sus amigos o a su familia y que siempre está dispuesto a ayudar a quien lo necesite, un esposo ejemplar. Nos casamos hace unos seis años, un matrimonio sin amor, pero momento tras momento esto fue cambiando a pasos agigantados. Desde entonces hicimos bonitos planes como el de tener una numerosa familia con la que llenar nuestra maravillosa casa de campo, que compramos hace unos meses, y efectivamente nuestros planes se cumplen ya estoy esperando a mi segundo hijo que será una preciosa niña... Ahora mismo lo único en lo que pienso y lo que realmente deseo es que este sueño no se termine nunca y que hasta el fin de nuestros días seamos una feliz familia, como cualquier otra en la que los problemas se solucionen casi en el momento y que esto no afecte jamás a nuestra felicidad, porque si algo deseo con todas mis fuerzas es continuar viviendo tan inmensamente dichosa como lo soy ahora.

Hasta nunca querida libreta María Díaz Pardo, 4ºA


VESTIDO DE NOVIA Ya está. Lo ha hecho. Dentro de unas semanas, Sophie estará casada. Adiós, Sophie la Pirada. Una nueva vida. Durante unos segundos, consigue respirar libremente. Él sonríe mientras mira a la gente. FINAL ALTERNATIVO Después de unos meses planificando la boda Sophie y Frantz se casan. A los pocos días de casarse, los dos decinden huir del país debido a que la policía busca a Sophie. Ellos huyen hacia Madrid. Después de llegar al aeropuerto de Barajas deciden coger otro avión hacia Santiago de Compostela. Llegan a Santiago a las dos de la madrugada. Deciden quedarse a dormir en el aeropuerto, ya el próximo día cogerían un autobús que los llevase a Mondoñedo. Al cabo de unos años en los cuales se han hecho muy conocidos en Mondoñedo, deciden regresar a su ciudad natal, pensando que el caso de Sophie estaría archivado. Al llegar al aeropuerto de París Sophie se cruza con la señora Gervais, quien no la reconoce por su nuevo look. Ella no se saca de la cabeza a la extraña persona con la que se cruzó en el aeropuerto; intrigada por saber su identidad, decide contárselo a su marido, quien le dice que probablemente sería una vieja compañera de clase de la cual ya no se acuerda. Pero la señora Gervais no le hace caso y se toma la justicia por su mano, decidiendo regresar al aeropuerto e intentar recoger datos personales sobre aquella misteriosa persona. Mientras tanto, Sophie y Frantz están de vuelta en su ciudad, en el piso en el que vivía Frantz. Él no tiene trabajo, en cambio ella trabaja de dependienta en una nueva tienda de ropa deportiva que se abrió a dos manzanas de su apartamento. Pasados unos meses de su encuentro con la señora Gervais, las dos se encuentran en su tienda. Sophie intenta evitarla, pero su compañera ya tiene otra clienta así que le toca atenderla. Al final, la señora Gervais compra una blusa y una camiseta, pero cuando está pagando decide preguntarle cómo se llama y dónde vive, a lo que Sophie le reponde que se llama Dolores y que es de España, pero está allí por razones de trabajo. Sophie no quiere decirle dónde vive, pero la señora Gervais le insiste hasta que consigue que se lo diga.


Cuando Sophie llega a casa decide contárselo a Frantz. Él se queda sorprendido y no sabe qué decir, pues creen que lo mejor será huir otra vez del país, pero esta vez no volverían a regresar. La señora Gervais por su parte decide contárselo tambíen a su esposo y le enseña una foto que le ha sacado cuanto Sophie estaba distraída. Él le dice que no es ninguna antigua compañera de clase ni nada por el estilo, sino la niñera que había asesinado a su hijo y después se había dado a la fuga. Los dos deciden ir a comisaría a denunciarla, inmediatamente la policía inicia una búsqueda en su ciudad. Cuando la policía llega a su apartamento ya no se encuentran allí. El jefe que dirige ese caso decide poner controles en todos los aeropuertos del país, pues Sophie y Frantz haría dos horas que se habían iso y en ese tiempo era imposible que pudieran llegar al aeropuerto más cercano. Mientras tanto, Sophie y Frantz deciden pasar la noche en el coche que tienen, en medio del bosque donde nadie los encontraría. Ellos escuchan por la radio que la policía ha puesto controles en los aeropuertos y que se ha retomado su búsqueda. Después de escuchar esto, ellos no saben qué hacer ni cómo actuar ante este contratiempo, pero a Sophie se le viene a la mente la idea de ir a la casa de sus padres, una que tenían en el campo. Esa misma noche Sophie llama a su padre y éste les dice que pueden ir, que por allí ya han terminado la búsqueda y que solo pasa por allí una patrulla. En realidad, la policía estaba con su padre escuchando la conversación. Éstos deciden esconderse y esperar la llegada de Sophie y Frantz. Cuando llegan entran en casa y se encuentran a su padre en el sofá, pidiéndoles perdón por lo que les ha hecho, pero diciéndoles que era su única posibilidad. Frantz y Sophie no comprenden nada hasta que observan llegar a la policía que rodea su casa. Frantz, lleno de rabia, decide asesinar con un cuchillo al padre de Sophie, pero ésta se lo impide. Al final la policía logra entrar por la fuerza en la casa y consigue detenerlos.


Antes de acudir al juzgado que impondrá su condena, los señores Gervais deciden preguntarle a Sophie el porqué de la muerte de su hijo Leo. Ella responde que no lo había hecho, pero que había huido del país por el miedo a que la condenasen. En el juicio, la conciencia reconcome al señor Gervais por dentro e interrumpe el juicio diciendo: “Detened el juicio… El culpable de la muerte de Leo y de Véronique no es ni Sophie ni Frantz… A Leo lo he asesinado yo”. Todos los que estaban allí en ese momento se quedan sin palabras, el juez no sabe qué decir, su mujer le cruza la cara de una bofetada… Solo se escucha la bofetada, todos siguen en silencio durante unos segundos. Después de unos meses llega el juicio del señor Gervais. El juez lo condena a cadena perpetua por el asesinato. A la salida la señora Gervais espera a Sophie y Frantz, les pide disculpas. Ellos las aceptan. Ángel Anido Oseira, 4ºA


VESTIDO DE NOVIA Frantz continúa con su plan de seguir suministrando somníferos a Sophie hasta que esta esté casi sin fuerzas y acabe muriéndose. Pero, antes de todo esto, a principios de su matrimonio, vivían días muy felices. Sophie cada día estaba más guapa que el anterior y eso hacía que Frantz cada vez le suministrara menos somníferos, pues se estaba enamorando de ella. Sophie, que intenta rehacer su vida, se apoya mucho en él, lo que hace que cada día que pasa ese odio que él le tiene se vaya volatilizando hasta e l punto de que ya no le daba ninguna pastilla para que se sintiera mal. Sophie queda con su mejor amiga para contárselo todo sobre su maravilloso marido y lo feliz que se siente a su lado, pero esta le sorprende con una desagradable noticia, le dice que estuvo hablando con su padre y que hace ya unas semanas que andan investigando a Frantz, porque les parece extraño lo que sepa todo sobre ella cuando apenas se conocen. Al buscar por el nombre que supuestamente tenía no encontraron nada por ningún sitio, así que decidieron seguirlo cuando salía de casa y así descubrieron que se había comprado un piso a las afueras, donde pasaba la mayoría de los días cuando a ella le decía que se iba a trabajar. Consiguieron entrar con una copia de sus llaves que Valerie había hecho un día que había ido a visitar a su amiga en su nuevo hogar. Al entrar en aquel apartamento, Valerie y el padre de Sophie se encuentran con todo muy desordenado, ven unas cuantas fotos de Sophie bastante íntimas con su anterior pareja, Vicent, también hay fotos de ella saliendo de casa, caminando por la calle… Encuentran numerosos objetos que son pertenencias de Sophie. En el portátil de Frantz hay varias carpetas, todas con el nombre de Sophie y el nombre del mes en que fueron creadas, dentro de cada una más de 100 fotos de ella, su apartamento, su coche, sus cosas… También encuentran, al lado del aparato, numerosas fotocopias de emails entre Sophie y Valerie y entre Sophie y su padre. Además su amiga también le cuenta que encontraron varios objetos personales de ella, como su agenda, las llaves de su casa… Incluso descubren un diario donde explica que él había matado a todas las personas que Sophie creía que había matado ella. Tras toda esta información Sophie habla con su padre y con su amiga y deciden que deben ir a la policía con toda esta información. Aprovechando que Frantz se tiene ir a la otra punta de la cuidad a hacer un trabajo, lo que les deja a los tres un margen de 4 horas para conseguir meter a esa escoria en la cárcel. Gracias a un antiguo amigo del padre de Sophie que es el comisario oficial de la ciudad, el procedimiento se ejecutó muy rápi do y la policía se presentó en el apartamento de Frantz bastante deprisa. Y así en cuanto este volviera a su casa, ya habría dos p olicías esperándolo para llevárselo a la comisaría. Y así sucedió, nada más entrar por la puerta ya fue arrestado y llevado a la comisaría donde tuvo que explicar el porqué del espionaje a Sophie y fue condenado a 15 años de cárcel. Mientras todo esto iba sucediendo Sophie, su padre y Valerie se estaban subiendo en un avión destino a Nueva York, donde empezarían una vida desde cero. Paula Rivas, 4ºB


Vestido de novia Después de aceptarse como pareja Sophie y Frantz, deciden normalizar su relación. Primero viéndose en la zona donde se habían encontrado, ya que eso les hacía recordar el momento en que se conocieron y consolidar más su promesa de matrimonio. Su amor sigue creciendo (aparentemente) y Sophie sigue conquistando a Frantz para realizar lo que ella en realidad pretende, pues en su mente solo existe la única intención de poder cambiar su apellido y lograr que todo su pasado desaparezca de su entorno. Él, sin fingir amor, le pide matrimonio una noche mientras están cenando en un restaurante, a lo que ella accede sin pensarlo dos veces, pues desde un principio era lo que pretendía. A la semana siguiente van a formalizar su relación al ayuntamiento y cambiar ella su apellido para, a partir de ahora, no ser reconocida por su amargo y preocupante pasado. Desde este momento se trasladó al piso de Frantz. Las aspiraciones de Sophie se habían realizado, pero no intuía lo que comenzaría desde ese preciso momento, aunque la entrada en el piso y su decoración ya le causó una impresión desagradable. Ya instalados, Sophie empieza a trabajar de camarera día tras día. Este oficio no le gustaba a Frantz, dado que su horario no era compatible con el propio, aunque Sophie no conocía a qué se dedicaba él, pues trataba siempre de que ella no supiese su horario y su destino. En el momento que se encontraban en casa fingían y trataban de ocultar su pasado, dando aparentemente valor al momento que estaban viviendo. Pasados varios meses, Frantz le comenta a Sophie que tiene que hacer un viaje de varias semanas, a lo que ella accede y le anima, dado que su interés por explorar la vivienda es algo prioritario y era mayor su preocupación por todo lo que le rodeaba que su amor e interés por él. Dos días después, marcha para realizar su viaje sin que ella conociese, como era de costumbre, su destino ni su ocupación. Al verse sola comenzó a revisar armarios y vitrinas, algunas las tenía llenas de ropa, calzado y otros accesorios diversos, hasta que encontró la llave de un trastero, del cual ella no tenía conocimiento. Muy intrigada, abrió dicha puerta y encontró unos muebles lúgubres que intentó revisar, pero eran totalmente inaccesibles, en ese momento pensó en alguna forma abrirlos, no podía perder la oportunidad de saber lo que allí se guardaba. Volvió a la vivienda y, cogiendo una herramienta rutinaria, regresó al lugar para abrirlos. Después de intentarlo durante un tiempo logró acceder a ellos y ese fue el peor momento de su vida, al tiempo que logró liberarse de toda la pesadilla que desde hacía mucho la venía persiguiendo. Encontró un diario oculto donde él proyectaba sus estrategias para realizar sus asesinatos. Allí pudo leer los asesinatos que él había cometido y se enteró de que ella sería la siguiente. Después de esto comprendió que no debía seguir viviendo así y, al regresar él de su viaje, en un momento que estaba distraído ella lo mata y decide escapar para continuar con su vida anterior. Transcurridos 20 años, la policía no había logrado encontrarla aun sabiendo que ella era la asesina y nadie volvió a saber nada más de ella. Farid Trih, 4ºA


Vestido de novia Pasaron dos semanas y Sophie ya está casada. Se marcha dos días de luna de miel con su marido, ya que no dispone de mucho tiempo. Su principal objetivo ahora es encontrar un trabajo para distraerse durante el día, puesto que en solo dos días que ha pasado con su marido ya se ha cansado de él y de su forma de ser. El primer día que sale a buscar trabajo ya lo encuentra, en una oficina de turismo como guía. Al principio el trabajo no la convence mucho, pero no espera conseguir uno mejor. Cuando se lo cuenta a su marido se enfada con ella y le para de hablar durante dos o tres días, porque él no considera necesario que ella tenga que trabajar. Los problemas entre ellos siguen aumentando con el paso de los días. Pasada una semana la despiden de su trabajo porque sus jefes han recibido una queja de unos turistas alemanes a los que ella supuestamente les ha contestado de malas maneras. Los motivos hay que buscarlos en los problemas que tiene en casa con su marido. Pasada una semana desde que la echaron, ya no aguanta más, necesita urgentemente encontrar un trabajo, pero no lo encuentra. Por culpa de los problemas que tiene con su marido está entrando en una depresión. Por eso decide irse uno o dos días a otro lugar ella sola, para poder reflexionar sobre lo que debe hacer. Cuando regresa a casa su marido parece que ha cambiado totalmente, le enseña varias ofertas de trabajo que ha buscado para ella, le hace la cena y le cuenta todo lo que ha hecho estos dos días sin ella. Ella piensa que a partir de ahora va a ser feliz, pero se equivoca. Después varias semanas los problemas volvieron a empezar. Sophie ya no aguanta más esta vida, necesita ir a un psicólogo. El psicólogo le aconseja que lo mejor para no tener una grave depresión es divorciarse de su marido. Sophie le da muchas vueltas a lo que le ha dicho y finalmente toma la decisión. Sophie pasó varios días pensando cómo decirle a su marido que quería divorciarse y finalmente encontró la manera, le diría que ella estaba enamorada de otro hombre que hacía poco que conocía y que no quería engañarlo con él. Su marido reaccionó bien, dijo que lo aceptaba, que él ya sabía que ella no estaba realmente enamorada de él. Pensaba que él reaccionaría de una manera muy diferente. Varias semanas después llaman a Sophie para decirle que su exmarido se había suicidado en una playa. Él había dejado una nota en la que decía que quería mucho a su exmujer Sophie, aunque ella a él no y que le daba las gracias por todos los momentos felices que le había hecho pasar junto a ella en poco tiempo. Esto marcó para siempre la vida de Sophie, ella se sintió muy culpable de lo ocurrido. Alba Ramos, 4ºA


ACABANDO CON EL INDIVIDUO QUE LE ARRUINÓ LA VIDA Sophie se acababa de prometer con Frantz. Su plan era acabar con él, fuera como fuese. Aunque eso tendría que ser antes de que estuvieran casados. Tendría que ingeniárselas para hacerlo y sabía que no iba a ser fácil. A la mañana siguiente había quedado con Frantz para decidir la fecha de la boda, restaurante, iglesia, invitados… Este parecía muy entusiasmado con la idea, pero a Sophie no le hacía ni gracia. Mientras Frantz hablaba y hablaba en aquella mesa de un bar parisino la cabeza de Sophie no podía parar de pensar en la manera de acabar con ese cretino. Frantz notó que Sophie apenas le estaba prestando atención, por lo que se sintió un poco molesto y decidió que debían marcharse del bar para ‘despejarse’. Sophie lo observaba disimuladamente: qué le llamaba la atención a Frantz por la calle, qué le molestaba, sus gestos… Había descubierto que aquel hombre la había estado siguiendo durante años y años y sabía toda su vida. Aquella denuncia a la policía por robo le ayudó a descubrir que un hombre la perseguía, incluso había matado a toda esa gente por ella, haciéndole creer que estaba loca. Tantos años, tantos sustos que le había aclarado aquel inspector en la comisaría. Todo coincidía. Por esa razón fue por la que decidió ir a la agencia matrimonial. Frantz sabría que estaba apuntada y también iría. Esa era la trampa en la que Sophie confiaba e ingenió. Y así fue, Frantz acudió a la agencia, pidió una cita con Sophie y la intentó engañar. El plan de Sophie estaba funcionando. Y ahora se van a casar, o eso es lo que Frantz espera. A Sophie le extraña que él no planee algo también, ¿acaso está enamorado de ella? Ya ha pensado varias técnicas con las que podría matar a Frantz, pero ninguna la ha convencido demasiado. Le da igual que la policía descubra que ha sido ella. A estas alturas todo le da igual. No le importa pasar el resto de su vida encarcelada. Ya no tiene nada más que hacer. Frantz la ha invitado a cenar esta noche en su casa. Sophie se percata de que esa va a ser la noche. La noche en la que se libre del individuo que le arruinó la vida por completo. Sophie llamó al timbre y él le abrió la puerta mientras descorchaba una botella de vino. Ella le da un beso. Un beso falso. A continuación se acercan a la cocina para echar un ojo a lo que Frantz ha cocinado. Después de un rato charlando de como había llegado a ser sargento deciden sentarse a la mesa para cenar.


Frantz sirve el segundo plato. Sophie sabe que es el momento. El momento en el que Frantz se vuelve a la cocina a buscar más pan y ella le envenena la comida. Ya está. Ahora nada podrá salir mal. Frantz vuelve. Juntos comen, pero de repente le empieza a blanquear la piel y comienza a sudar. Sophie se queda quieta. No dice nada. Frantz se cae encima del plato. No se mueve. Ella le mira el pulso y al ver que está muerto, huye. Coge su bolso y la chaqueta, echa un último vistazo a ese hombre que odiará toda su vida y se va. Baja por las escaleras. No se cruza con ningún vecino. Por la calle solo pasea una anciana con su perro. Sophie ni la mira. Ya está. ¿Lo ha hecho? Sí. ¿La van a pillar? También. Pero no le importa. Arranca el coche y llega a la estación de tren. Coge el que va hacia España y se acomoda en un asiento. Intenta dormir. Está contenta. Mañana por la mañana estará en España y cogerá un avión hacia algún lugar. Quizás lo escogerá al azar en un panel informativo, pero llegará a algún lugar.

Gemma Muíña Bermúdez, 4º B


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