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David Salomón Alba Ortiz

DAVID SALOMÓN ALBA ORTIZ (Bolivia)

Nació el 22 de enero de 1959, en Cochabamba, Bolivia. Profesor, artista plástico, abogado y poeta. Vive en Buenos Aires, Argentina. Obtuvo la doble nacionalidad, boliviano-argentino. Estudió primaria en las unidades educativas “6 de Junio” y “Sucre” y secundaria en el Colegio Nacional Calama, ambos en Quillacollo. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Políticas por la Universidad Mayor de San Simón de Cochabamba, Bolivia. Hizo curso de Bellas Artes en la Escuela Superior “Raúl G. Prada” de Cochabamba. Se tituló como profesor de Artes en Artes Visuales en el Instituto Universitario de Arte, el 2 de junio de 2005 en Buenos Aires, Argentina. Abogado del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (Área: Gerencia Operativa de Asuntos Jurídicos, Judiciales e Institucionales del Gobierno).

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EL ABUELO (poesía)

David Salomón Alba Ortiz

Beso de alba onda de luz. Un pueblito aquí con codos de caminos. Otro pueblito allá. Yo escribo por los caminos, paisajes de Bolivia.

De repente una niña llamó a un anciano entendiendo que era su abuelo.

Tenía el cabello blanco, la frente fruncida, mirada triste y un rosario entre los dedos; Él nada le respondió.

Otra vez en tono afectuoso lo llamó abuelo.

Y otra vez no le respondió.

Ante el silencio replicó la niña ¿Por qué no me respondes abuelo, acaso te marchas, yo te quiero abuelito?

Él sin decir nada, apoyado en el bastón con pasos cortos, columna encorvada continúo caminando en silencio

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—Signos de sordera o cosas de la mente puede ser, tal vez si o tal vez no—

Allá la madre, a pasos de la pequeña escuchar “abuelo” fue el motivo para correr, abrazarla, besarla y apretarla sobre su pecho materno.

Es que hace nueve lunas había experimentado la muerte de su difunto padre.

Por ser nomás, sangre de su sangre, carne de su carne emergieron de su mente imágenes, ruidos; brotando lágrimas de sus ojos y no podía callar. Imposible de callar, callar sería una hipocresía.

Dijo la madre apuntando al rosario, tu abuelo no sabía de rosarios, de misas ni confesiones.

Y no es que no creía en Dios.

Es que tu abuelo creció solo sin rosarios, ni vírgenes ni credos.

Por eso, entre otras cosas más;

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que nadie, y que nadie hable de rosarios o curas, porque lo iba a callar a trompadas.

Por esto, por aquello, que ninguno hable mal de su familia. de hacerlo el amado abuelo habría eliminado a quien lo intentará

Es que así fue el abuelo. miraba, y miraba solo miraba su hogar y de tanto mirar no sabía, ni tenía otra cosa que mirar porque era lo único que tenía y quería: fue su amada familia, como el mismo abuelo inenarrable.

Ahora mismo, madre y nieta sienten la mirada del abuelo no lo ven, pero lo sienten.

Hoy ya no es, pero es el espíritu del abuelo quien los protege. En las calles del pueblito. —Siempre hay algo que no muere y continúa— .

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