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Delio Alcaraz Masías
DELIO ALCARAZ MASÍAS (Bolivia)
Nació el 20 de septiembre de 1958 en la Villa Imperial de Potosí, Bolivia. Profesor, escritor de literatura infantil, articulista e investigador. Trabajó en el periódico “El Siglo” como diagramador y redactor del suplemento infantil “Chilquilín” y “Literario”. Integra el Comité de Literatura Infantil Juvenil de la Sociedad Boliviana de Escritores. Fue coordinación del área literaria del IV Festival Internacional de la Cultura Potosí — Sucre; en cuyo evento se reorganizó la Sociedad Boliviana de Escritores y Poetas de Bolivia (SODESBO), del que fue su primer secretario fundador. Es autor y compilador de más de 20 publicaciones. Libros: Destellos de literatura infantojuvenil (2003), Potosí. Tradiciones y leyendas (2005), Monumentos religiosos. Patrimonio de Potosí (2006), Valores y virtudes. Relatos y pensamientos (2008), Potosí. Patrimonio natural y cultural de la humanidad (2009), Potosí. Crónicas de la Colonia (2010), Cochabamba. Tradiciones, leyendas, mitos y cuentos populares (2010), Bolivia mítica (2015), Potosí. Patrimonio del mundo (2020).
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EL MENDIGO DESCONOCIDO2 Delio Alcaraz Masías
Unos días antes del desastre de Tapacarí en el que los ríos que le circundan por las intensas lluvias caídas aumentaron tanto su caudal que sus aguas hicieron desaparecer gran parte del pueblo llegó a ésta un hombre muy castigado por la dureza de la vida; tenía la tez pálida, demasiada flaqueza, ojos encendidos y pelo erizado. Vestía un traje andrajoso con las ropas rasgadas y sucias; su presencia era tan horrible que todos lo miraban con desprecio y miedo.
Nadie supo de dónde vino y cuál era su nombre, sólo lo vieron mendigar en el pueblo pidiendo comida y cobijo. En actitud sumisa e inofensiva, se le vio vagar por las calles hurgando basureros o en algunos casos comiendo las sobras de los hacendados más ricos.
Días antes de la fatal inundación un grupo de potentados se habían reunido en una de las haciendas, una de las más ricas, en el que no se había escatimado esfuerzo alguno en ofrecer a la selecta concurrencia los manjares más apetecidos y costosos de los alrededores. Este afligido mendigo, como era su costumbre, se animó a tocar las puertas de la mansión y solicitar unos mendrugos de la opípara comida.
2 Pág. 170 del libro Tradiciones, leyendas, mitos y cuentos populares (2010) de Delio Alcaraz Masías publicado por el Grupo Editorial Kipus.
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Aproximándose a la puerta, pide por amor a Dios, pero como nadie le responde, entreabre la puerta y entra a la sala principal; al ver la cantidad de alimentos que había sobre ella, no se anima a levantarse sin el permiso del dueño de casa. Momento en que el anfitrión, en franca conversación con los invitados traspone la puerta y al ver al mendigo cerca a la mesa en actitud de tomar los alimentos, sale a su encuentro junto a sus sirvientes, dispuestos a darle una lección por su atrevimiento. Éste al ver la actitud iracunda del dueño de casa, pese a su esfuerzo en la fuga, no llega lejos pues los parciales del dueño de la hacienda le alcanzan y dan una reverenda tunda que un poco más y lo matan.
Maltrecho con las ropas hechas jirones, arrastrándose llega al dintel de una puerta, donde se acurruca en espera de su muerte. Pero Dios es grande, en eso una buena mujer que pasa por el sector, tiene compasión de su estado; ayudado por algunos vecinos lleva al mendigo a su casa para curar sus heridas y darle alimento para que el mismo se recupere de su lamentable estado.
Poco tiempo después el ermitaño, muy agradecido por el noble gesto de la mujer, le dice a la mujer: “Lo que has hecho es algo muy grandioso y tendrás una recompensa, agarra a tu familia y coge tus pertenencias y vete de la población sin mirar atrás”, haciéndole entrega luego de una pequeña bolsa con la estricta recomendación de no abrirla hasta que él se haya marchado.
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La señora queda intrigada por las palabras del mendigo y más aún por la forma como éste las había dicho, ya que nunca se le había oído hablar ni actuar así. No toma en cuenta las advertencias por ser para ella algo sin importancia.
En tanto, el cielo se cubre de sendos nubarrones y la caída de unas gotas de lluvia, presagian que la misma va a ser fuerte. En efecto la tormenta no cesa y el pánico comienza a sentirse por el miedo de la crecida de los ríos.
Así pues, sucede a las pocas horas del hecho, los dos ríos que circundan la población se desbordaron de tal manera que causaron pavor a toda la población; porque las aguas bajaron con tal ímpetu que se llevaron todo lo que encontraron a su paso; la hacienda del potentado no fue la excepción, llegando el agua lo arruinó de tal suerte que después que pasó el estrago no se supo dónde estaban los cimientos.
Se dice que las aguas turbulentas de los ríos hicieron desaparecer gran parte de las construcciones del pueblo antiguo incluyendo el templo que fue arrastrado completamente.
La mujer piadosa se salvó milagrosamente junto a su familia, pero perdió casi todas sus pertenencias, menos algunos objetos personales donde se encontraba la bolsa del mendigo, que al abrirla descubrieron una gran
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cantidad de pepitas de oro que les sirvió para paliar su situación.
Aquel anciano mendigo, era Dios que se había transformado en un ermitaño para probar los sentimientos de la gente.
Tapacarí, 1996
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Fuente: Iván Mallón
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Nuestros ancianos, son parte de nuestra propia historia como humanidad; que la comprensión de lo que han sido, nos permita crear en su presente vivido, una relación interior satisfactoria, tanto para ellos, como para nosotros.
Este tributo, es un homenaje a los abuelos del mundo, cuyas huellas profundas nos han constituido, en el eterno devenir del tiempo.
María del Rosario Aquím Chávez Docente de grado y posgrado UMSA
El libro Inolvidables abuelos. Poesías y cuentos de homenaje, es un rosal de estilos y palabras tejidas con las ajugas de esperanza por mejores días de los abuelos, quienes siempre nos acompañan, con la fortaleza de soportar las derrotas y también para celebrar el éxito, como parte de la vida cotidiana y universal.
Roberto Ágreda Maldonado Docente de grado y posgrado UMSS
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