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Las manos de mi abuelita (poesía) José Edwin Lora Rioja

JOSÉ EDWIN LORA RIOJA (Bolivia)

Nació el 8 de septiembre de 1977, en Oruro, Bolivia, pero vive en Quillacollo desde hace varias décadas. Abogado, poeta, músico y gestor cultural. Estudió primaria en la escuela “Daniel Salamanca” y segundaria en el colegio “Juan XXIII” y educación superior en la carrera de Derecho de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Mayor de San Simón. Realizó el curso de Maestría en Derecho Constitucional, FUNDES, Universidad Técnica del Oriente. Participó en los concursos de poesía en los años 2002, 2003 y 2004; obtuvo el primer lugar los dos primeros años y el segundo lugar el tercer año. Ocupó cargos en el municipio de Quillacollo. Actualmente es asesor legal en el Viceministerio de Tierras de Bolivia. Forma parte de la UPEQ y del Ateneo Jurídico de Quillacollo. Sus poemas forman parte de los libros digitales: Gala poética internacional el mar boliviano (2ª ed., 2021) y Poesías, cuentos y ensayos sobre el maestro (2021) editado por Roberto Ágreda Maldonado. Es autor del libro de poesía: El otro rostro del espejo (2003),

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MI TATA (poesía)

José Edwin Lora Rioja

Enclenque, débil, solo… Ese no es mi abuelo. Salir cada domingo, todavía con la pelota bajo el brazo. ¡Ese es él! ¡Él que se monta la bici, y bamboleando regresa, quién sabe de dónde o quién sabe con quién, o quién sabe con qué; pero que llega montado, llega!

No derrama una lágrima, según él, ya se le acabaron. Pero esta para dar una palabra oportuna, aunque sea una palabrota, esta.

Él que compara un mono con un gallo y un conejo, Para terminar, alabando al Marcelo. Ese es el abuelo, más pícaro que mis hijos y más sabio que todos juntos.

Él que le da lo mismo vestir de playera o ponerse un traje fino. Lo que importa es estar vestidos. Ese es mi irreverente abuelo. Él que todavía, recuerda con empute a mi padre,

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que se fue primero, y aun lo odia por ello. Él que no duerme, porque espera a la muerte con paciencia y templanza. 92 es mucho, dice con resignación. ¡Él es mi abuelo!

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