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CatedraldeSanIsidro catedraldesanisidro
CATEDRAL DE SAN ISIDRO - SANTA MARÍA DE LA CABEZA NUESTRA SEÑORA DE LA RIBERA - STELLA MARIS
Año 15
Abril 2020 n 159
Distribución gratuita
Día de la tierra Horarios de Semana Santa
¿Qué lugar les damos a los animales?
P. Carlos Avellaneda P. Pedro Oeyen P. Juan Manuel Bianchi Jazhal Wenceslao Gómez Caride José Hamed Lunes a viernes 8, 10 y 19 h Sábados y feriados 10 y 19 h Domingos 9.30, 12.30, 19 y 20.30 h
Diarias: media hora antes de la misa de 19 h Dominicales: media hora antes de cada misa
Elcano 172, Acassuso Tel. 4742 7198 Horarios de misa:
sábados 19 h (de niños) domingos 11 h
Horarios de secretaría: jueves 15 a 17 h sábados 16 a 18 h
33 Orientales 1301, Beccar Horario de misa: domingos 11 h
España 1016, Beccar Horarios de misa:
sábados 19.30 h (de niños) domingos 11 h Distribución gratuita Tirada: 3.000 ejemplares 1era edición: año 2004
Director Padre Pedro Oeyen Dirección y coordinación Mechi Ruiz Luque Diseñadora Mechi Brousson mercedesdesign@gmail.com Correctora Sofi Costa fb e inst: Lantia Traducciones Ilustradora Paula Martínez reynartallerdecuentos@gmail.com Redactores Cata Beccar Varela Mechi Ruiz Luque Juanjo Mayer Felipe Dondo Ignacio Rico Teby Mentruyt
De lunes a viernes de 8.30 a 12 y de 16 a 20 h Adrián Beccar Varela 530 Tel.: 4743 0291/4990 Atiende en Anchorena 469
Si querés anunciar en Bienaventurados o hacernos llegar un comentario, escribí a bienaventurados_catedral@yahoo.com.ar
CARTA DEL PÁRROCO
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PASCUA: un compromiso con la vida Pronto celebraremos una nueva Pascua en comunidad. Si bien cada domingo conmemoramos la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte, en la Semana Santa lo hacemos consagrando varios días a vivir con mayor intensidad el acontecimiento de la resurrección. Una expresión de san Pablo nos ayuda a comprender qué es la Pascua para los cristianos. El apóstol dice que nuestro salvador Jesucristo “destruyó la muerte e hizo brillar la vida incorruptible mediante la buena noticia” (2 Tim. 1, 10). Jesús pudo destruir la muerte sólo al aceptarla, asumiéndola con la esperanza puesta en su Padre. Jesús no fue defraudado por Dios, que lo resucitó a una “vida incorruptible”. Hasta allí la expresión de Pablo se refiere a la pascua de Cristo como victoria definitiva sobre la muerte. Pero san Pablo, que dedicó su vida a la predicación del Evangelio, dice que la vida incorruptible brilla mediante la buena noticia. Esto significa que nuestro testimonio y nuestra predicación como cristianos están llamados a hacer brillar la vida de resurrección en medio de tantas situaciones donde la vida es amenazada. Cada vez que la Iglesia se ocupa de cuidar a los niños en sus jardines maternales y hogares, y cuando crecen los educa en sus escuelas, colegios, universidades y apoyos escolares; cada vez que asiste a los pobres mediante la acción de Caritas, y visita a los enfermos a través de tantos voluntarios, la buena noticia es que se destruye la muerte y brilla la vida. Y cada vez que alienta a sus fieles mediante la catequesis, la predicación, los sacramentos y el acompañamiento espiritual, ayudándolos a vivir con coherencia la fe y a superar desalientos y a alejarse del pecado, también entonces la buena noticia se expande, destruyendo la muerte y haciendo brillar
Jesús destruyó la muerte e hizo brillar la vida. la vida. En estos tiempos de la Argentina, la Iglesia vuelve a empeñarse en la afirmación del inalienable derecho a la vida de todos los hombres, desde el primer instante de su concepción hasta la muerte. El “no” al aborto legal es un “sí” a la vida de todo ser humano, en particular, de los más frágiles e indefensos. La pascua de Cristo logró su victoria sobre la muerte y ese triunfo está llamado a expandirse a lo largo de la historia mediante el compromiso de los cristianos que anuncian la buena noticia. Mediante este anuncio, los que están amenazados por la muerte son rescatados y así brilla en ellos la vida. Todas las situaciones de muerte -corporal, espiritual, psicológica y social- están llamadas a ser superadas mediante el anuncio de la buena noticia. Se trata de una misión a largo plazo y no estará nunca cumplida plenamente hasta que el mundo sea definitivamente salvado. La humanidad siempre necesitará nuestro compromiso con la vida y nuestro empeño en hacerla brillar mediante la buena noticia. Que la próxima Pascua nos confirme a todos en el triunfo de Cristo sobre la muerte mediante su entrega de amor. Que esa certeza nos aliente a entregarnos amorosamente a los demás en pequeños servicios que hagan brillar la vida. Los espero a todos a celebrar la Pascua en la Catedral. Un abrazo, P. Carlos.
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PADRE JUAN MANUEL
Aprender En una de las misiones que acompañé este verano, todos los días visitábamos a las familias del pueblo de casi 1.900 habitantes. Pero hubo un día en que decidimos ir a visitar un paraje más alejado, al que sólo se llega si el camino está bueno y no llovió, a unos 25 kilómetros de dicho pueblo. Este paraje tiene 7 manzanas de viviendas, una escuela y una capilla. El dato de que sólo se llega si el camino está bueno no es menor; del paraje tampoco se sale si llovió. Esto quiere decir que, ante una emergencia grave, no hay opción: te quedás en el paraje. Ese día fuimos con el sólo objetivo de visitar a las familias, a quienes ya les habían avisado que íbamos a ir, y concluir nuestra visita celebrando la Eucaristía. Lo que se vivió ese día creo que fue un gran regalo de Dios. En primer lugar, por las visitas: todos te abrían la puerta de su casa y te hacían pasar como si fueras un familiar, sin preguntarte en qué creías ni si eras practicante o no. En pocos minutos, nos descubrimos compartiendo emociones de nuestras vidas, alegrías y tristezas sin haber visto antes a ninguno de ellos, en un clima de confianza tal que en nuestro día a día sólo tenemos con nuestros seres más cercanos. Y cerramos cada visita rezando por lo que cada uno llevaba en el corazón. Tanto al mediodía como a la noche, cada uno aportó lo que tenía en su casa y se armaron comidas espontáneas (nosotros
compramos algo de carne, prendimos la parrilla y lo sumamos a lo que cada uno trajo). Antes de la cena, celebramos la Eucaristía, y cada uno puso sus intenciones en manos del Padre. Estas visitas fueron encuentros de igual a igual, en donde cada uno aprendió del otro. Y creo que, a la mayoría de los que fuimos desde acá, el escuchar la vida del otro nos hace repensar ideas, criterios y modos de vida. Sin duda, la vida en distintas realidades geográficas de nuestro país tiene ventajas y desventajas. Pero en ese paraje pudimos ver la poca capacidad que tenemos nosotros en nuestro día a día de vivir lo esencial, de no sumergirnos en la rutina y, sobre todo, de lo que Dios va mostrándonos en lo pequeño. Y, a fin de cuentas, lo más importante creo que es que estas visitas nos ayudan a encarnar eclesialmente (allá y acá) lo que nos pide el papa Francisco en su primera exhortación apostólica: La Iglesia «en salida» es una Iglesia con las puertas abiertas. Salir hacia los demás para llegar a las periferias humanas no implica correr hacia el mundo sin rumbo y sin sentido. Muchas veces es más bien detener el paso, dejar de lado la ansiedad para mirar a los ojos y escuchar, o renunciar a las urgencias para acompañar al que se quedó al costado del camino. A veces es como el padre del hijo pródigo, que se queda con las puertas abiertas para que, cuando regrese, pueda entrar sin dificultad. (EG46).
REFLEXIÓN Cata Beccar Varela
catalinabeccarvarela@gmail.com
Huellas
Desde el 1 de febrero de 2008 llevo conmigo una cicatriz en el antebrazo izquierdo. Tres horas de operación y cinco días de internación. Fractura expuesta de cúbito y radio. Tres meses de yeso y muchos más de kinesiología. No, no me atacó un tiburón; no tuve un accidente de auto, ni rodé escaleras abajo. Fue simplemente tropezar con una silla lo que me dejó una cicatriz en forma de gancho y doce puntos. Además de quedar marcada para siempre, también en esos días de internación viví un gran antes y después. Porque en aquellos días… me enamoré. ¿De una persona del hospital? ¿De algún enfermero? No, me enamoré de un libro. Y fue así como empezó la historia de amor que hoy todavía me quema ardientemente. Si tuviera que hablar de una de las sensaciones más lindas de la vida, hablaría de esa que siento cuando entro a una librería a mirar repisa por repisa, lomo a lomo, cada regalo que algún autor supo darle al mundo. Entrar en una librería para mí es mágico, es conectarse con historias, tiempos y prosas que se entremezclan en cada estante. Es conectarse con Borges y Freud al mismo tiempo, con Allende y Umberto Eco. Es caminar entre los nuevos autores y Sarmiento; es respirar la vida de Cortázar y de María Elena Walsh. Hoy me paro frente a un libro y la curiosidad me traspasa. Ni hablar de aquellos libros que enseñan, esos que tanto dinero cuestan pero que en el fondo cada una de sus páginas vale un millón. Porque son libros que en sus líneas nos explican de derecho, pedagogía, filosofía, anatomía y centenares de cosas más. Hoy me paro frente a mis libros de la facultad, subrayados, escritos, llenos de anotaciones, y me encuentro a mí misma despierta, viva. Porque cuando leo, aprendo, me nutro, entiendo y descubro. Cuando leo siento que vuelo, que
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puedo ser otra persona. Me siento yo y a la vez otro. Un libro me enamora, porque me deja ser yo misma y me regala la satisfacción de viajar. Porque no me cabe la menor duda de que leer no sólo nos da herramientas, leer nos hace realmente libres. Es por eso que entonces, cada vez que miro mi brazo, me encuentro con que la cicatriz es además huella, huella que me lleva a ese día en el que, con doce años, el dolor estremeció todo mi cuerpo y los libros se robaron mi corazón.
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SOCIEDAD
Milagro Mariano Aún golpea en mi mente y en mi corazón, sumiéndome en el más profundo agradecimiento a nuestra venerada Madre. Fue enorme, enorme la bondad de mi Santa Madre. ¡Tanto le pedí, tanto le rogué! Allá por el año 1982, el 9 de enero, convocado a prestar servicio militar obligatorio partió mi hijo menor, Julio, a la ciudad de Río Turbio, provincia de Santa Cruz. El 29 de abril, día de su cumpleaños, quise visitarlo. El Ministerio de Guerra me otorgó un pasaje de avión. Pero no podía pagar un hotel. Igualmente volé. Llevaba un bizcochuelo y un rosario que me había traído mi madre desde España; era el mismo rosario con el que recé cuando este mismo hijo cayó gravemente enfermo, tanto le recé con ese rosario que mi hijo se curó. Al llegar a Río Turbio, me dirigí a la iglesia y, gracias al párroco, conocí a Matilde Monzón. Su hijo también había sido llamado a la colimba en el mismo escuadrón que el mío. Me hospedó en la habitación que éste había dejado vacía. Convivíamos junto a su marido, minero, y su otra hija. Yo ayudaba en los quehaceres de la casa y en las necesidades de la parroquia, y mientras estaba cerca de Julio. No tenían cuartel, paraban en unos barracones que habían pertenecido a una empresa minera y estaban abandonados. Tuve oportunidades de visitarlo y conocer el ambiente en el que vivió. Fue el 1 de mayo. Mientras dormía, el marido de Matilde golpeó a mi puerta “han desembarcado los ingleses”. Se había desatado la guerra. Mi hijo debía ser trasladado al puerto de Río Gallegos, base militar y apoyo logístico del ejército argentino. Allí permanecería su escuadrón para embarcar a las islas, al frente de batalla. Esperaban en tierra continental a que llegaran las camperas adecuadas sin las cuales no podrían encaminarse al clima hostil de las islas.
Lo seguí a Río Gallegos. Llegué al lugar en donde estaba asentado el escuadrón y me despedí de Julio, obligada a volver a Buenos Aires. Le di ese rosario que había llevado conmigo y le dije “Llevalo contigo, que una vez te salvó la vida, y te la va a volver a salvar; no te separes nunca de él”. De vuelta en Buenos Aires, vivimos pendientes de lo que pasara; sabíamos que el escuadrón todavía esperaba las camperas. Yo rezaba, rogaba a la Madre por mi hijo, para que lo protegiera. El 14 de junio se firmó el armisticio que anunció el final de la guerra. ¡Mi hijo se había salvado!
Aquellas camperas nunca llegaron y el escuadrón nunca embarcó a las islas. María, Madre Inmaculada, escuchó mis desesperados ruegos, ¡hizo el Milagro! Por eso hoy me arrodillo a tus plantas, Madre Inmaculada, con voz emocionada para decirte, ¡GRACIAS! Que se difunda este auténtico testimonio del verdadero milagro mariano, que tus hijos sigan orando y confíen en tu Sagrada Protección, mediadora ante Jesús tu divino Hijo, Amén. Irma Méndez de Celiz.
7 SOCIEDAD COMUNIDAD 7 Felipe Dondo
felipejmdondo@gmail.com
Mis cuatro patas y yo Decía el gran Chesterton que un hombre completo no tiene dos piernas, sino seis: las cuatro patas de su perro son también parte de él. Cualquiera que haya tenido una mascota lo sabe: uno no es el mismo después. Supongo que de eso hablaba Anatole France cuando dijo “Hasta que uno no ha amado a un animal, una parte del alma sigue sin despertar”. Hoy en día hay miles de estudios y experiencias que lo comprueban: la terapia con animales ha ayudado a muchas personas a destrabar conflictos emocionales de todo tipo. Todo el mundo sabe que, de chicos, el cuidado de una mascota (y su amistad, por supuesto) nos hace crecer en responsabilidad, afectividad y seguridad. Bueno, y de grandes también, por qué no. Cuando llegás a tu casa y el perro ya te sintió venir desde la esquina; o cuando leés un libro y se echa debajo de la silla, con su hocico en tus pies; cuando abrís la puerta para salir a pasear y te hace fiesta porque está feliz; cuando te sigue por toda la casa y no sabés por qué… Tirarse en el pasto y el perro al lado, a mirar las nubes. Jugar y jugar con un amigo de cuatro patas que no se cansa nunca. Verlo envejecer más rápido que vos. Mirarse a los ojos con un perro, experiencia rarísima y fascinante. Acompañarse. Es evidente que los perros no son meros animales: son un airecito de Dios que nos ayuda a ser mejores. Ahora bien, nosotros somos mucho más que animales, aunque a veces nos crucemos con ejemplares que parecieran querer demostrar lo contrario: nosotros somos personas. Somos la obra maestra de Dios, y ese perro que nos quiere tanto lo sabe mejor que nadie. Nosotros acompañamos como un perro, pero también conversamos (sí, una palabra supera cualquier ladrido). Las personas creamos objetos insólitos e historias inolvidables, buscamos soluciones a problemas imposibles y las encontramos, podemos ser desinteresados hasta el ex-
tremo y miles de veces más fieles que un perro. Sí, aunque parezca imposible. Y muchas cosas más podemos hacer. Somos fascinantes, las personas… Por eso es tan deshumanizante y tan aberrante cuando una persona trata a su mascota como a un hijo. Es malo para el animal, malo para el dueño y malo para el hijo real, si lo tuviera. Es malo para toda la sociedad que un animal ocupe el lugar de una persona. Y es peligroso, ya lo dijo también Chesterton: “Donde quiera que haya adoración a un animal, existe sacrificio humano”. Es triste ver tantas movilizacio-
nes en defensa de los derechos de los animales y tan pocas en defensa de los humanos, que somos tantos y tan geniales: pobres, marginados, locos, refugiados, huérfanos, olvidados, enfermos, ancianos, nuestros propios vecinos a veces, nuestros propios padres y hermanos, nuestros propios amigos. Ni todos los animales del mundo juntos valen lo que una sola de esas personas a quienes dejamos de lado. Ni todos ellos. Porque las personas podemos tener seis patas, sí, pero los perros nunca van a tener más de cuatro.
JÓVENES 88 SOCIEDAD
Un semestre lejos de casa
En agosto de 2019 me fui a Lisboa a hacer un intercambio universitario por un semestre. Estudiar y vivir un tiempo afuera es algo que siempre quise hacer, y por suerte se me dio la oportunidad. Dando clases particulares presenciales y por internet, vendiendo acuarelas y con un gran empujón de una beca, me fui… con mucha incertidumbre, nervios y dudas, pero sobre todo con muchísimas ganas de empezar este camino lejos de casa. Durante esos meses aprendí mucho. Pude aprovechar para cursar materias que en mi universidad acá en Argentina no dictan, y descubrí cuál es la parte que más me interesa de mi carrera, que siempre me había costado encontrar. Pero no todo fue aprendizaje académico, también aprendí a vivir y depender únicamente de mí, me redescubrí y me re-elegí. Tuve tiempo para pensar en mí y en verme parada frente al mundo. También tuve la oportunidad de hacer nuevos amigos sin barreras ni juicios previos. Estábamos todos en la misma; nadie conocía a nadie ni sabía nada del pasado de esa persona; éramos todos como una hoja en blanco, con ganas de llenarla de experiencias y gente nueva; y, sin darnos mucha cuenta, terminamos siendo un apoyo entre nosotros, una familia de alemanes, italianos, belgas, españoles, franceses, portugueses, chilenos y argentinos por esos meses. Esto
fue lo más lindo de todo, me hice amiga de gente de quien nunca creí que iba a serlo; me di cuenta de cómo uno es el que pone las trabas y los límites en cuanto a las relaciones sociales, y al hacer esto estamos perdiendo la oportunidad de conocer al prójimo a fondo. Aprendí también el poder del lenguaje, no sólo del lenguaje por medio de palabras, sino del lenguaje con los ojos y el corazón. Con la mayoría de la gente que estuve este último tiempo no compartíamos la misma lengua materna, y en algunos casos ni siquiera nos podíamos comu-
nicar con palabras porque no teníamos un idioma en común. Es ahí cuando empecé a usar el idioma de los gestos, a aprender a mirar a los ojos y a descubrir lo que me querían decir, a comunicarnos con sonrisas y miradas. Al principio costó un poco, era incómodo, pero después se me hizo más y más fácil. Aprendimos a hablar sin palabras, era sólo cuestión de romper la barrera y perder el miedo. Por último, me di cuenta de lo importante que son las personas y cómo los encuentros te pueden cambiar el día de un minuto a otro. Un día, sacando una foto a una callecita perdida en el barrio gótico en Barcelona, se me cruzó un señor de la edad de mi abuelo. Ese encuentro me cambió el día y, por qué no, la estadía en Barcelona. Terminé recorriendo una ciudad con un extraño (a quien sentía conocer de toda la vida), desde sus ojos, desde la vida de un local, apasionado y enamorado de su ciudad y con ganas de que otros la conozcan y la amen tanto como él. El tiempo que me regaló Jordi me hizo dar cuenta de lo importante que es estar al servicio del otro y de que, muchas veces, hacer cosas sin que nos las pidan, desde el corazón, puede cambiar el día de ambos. Estoy segura de que los dos volvimos distintos después de esa mañana juntos. Julia Carosi – 24 años Estudiante de Bioingeniería (ITBA)
9 REFLEXIÓN COMUNIDAD 7 Juanjo Mayer
juanjomayer@gmail.com
Que sea puerta para encontrar nuestra belleza Mirada. Reflejo. Ego. Miedos e inseguridades, seguridades. Autocontemplación. Autorreconocimiento. Reflexión.
La reflexión es el cambio de dirección de una onda que, al entrar en contacto con la superficie de separación entre dos medios cambiantes, regresa al medio donde se originó. ¿Qué provoca que nuestra mirada se desvíe de los trazos de la realidad hacia el reflejo que devuelven los espejos? Estos que como portales nos muestran la realidad desde una constante nueva perspectiva. Sus atributos muchas veces son bastardeados, se los acusa de ser instrumentos de vanidad o egoísmo. Los espejos duplican y multiplican. Algunas personas perciben miedo al encontrarse con ellos en la oscuridad, pero a la luz del día encuentran simplemente un reflejo del presente, una confirmación de su existencia, de su seguridad, de encontrarse auténtico; una oportunidad de reafirmar su camino, su amor propio, de ver lo que en el día a día se ignora. Un espejo repite un recorte de la realidad, en el que las personas tenemos la oportunidad de reflexionar. A la luz del día nos puede enceguecer; o devolver una imagen clara, fiel, fresca y limpia de nosotros mismos. En la oscuridad los evitamos, tal vez por aquel recurso narrativo del suspenso o terror, o porque podemos sentir miedo de indagar en nuestro interior y de ahogarnos en el mito narcisista, el cual busco re-
significar. La luz que refracta no es siempre la del sol, es la nuestra. En algunos casos nos gusta, en otros no, y depende del día, de cómo miremos, de qué miremos. Tenemos la oportunidad de vernos como los demás nos miran, es la única forma de vernos por fuera, con o sin prejuicios. ¿Cuál es la imagen que regresa hacia donde se originó? Allí se ve parte de nuestra identidad, así lucimos; nos devuelve una parte de lo que somos (para unos, vital; y para otros, secundaria). Un espejo puede ser raíz de tormentos, de percepciones formadas por estereotipos que lastiman, que no devuelven la imagen que deseamos, la que los demás “desean”. También devuelven esa imagen “esperada”; pero quien emite esa luz percibe miedo, inseguridad de ser usado, de ser “querido” sólo por su aspecto.
¿Qué pasaría en el mundo si no hubiera más espejos? ¿Habría lugar para la reflexión, para reconocernos? ¿Qué imagen tendríamos de nosotros mismos? ¿Describiríamos de la misma forma a los demás? ¿Te sumás a darle una vuelta a aquel mito? Pienso que podemos sacarle provecho a este objeto, que sea puerta para encontrar nuestra belleza, lo que nosotros mismos decidamos que sea belleza. Busquemos que la imagen que refracte sea lo que queremos encontrar al final del día. Aunque no podamos elegir qué ver, podemos elegir nuevas preguntas que hacer. La próxima vez que te encuentres reflejado, ¿qué vas a buscar? Este texto se construyó a partir de respuestas de 33 personas a la pregunta ¿QUÉ SIGNIFICA PARA VOS UN ESPEJO?
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REFLEXIONES
Nacho Rico
ignaciorico01@gmail.com
22 de abril: Día DE LA TIERRA
Día de la Tierra
Este 22 de abril el calendario nos regala el volver a mirar al planeta que habitamos. Y en estos tiempos en los que se pone en juego la relación que tiene el hombre con la naturaleza, confrontándonos a elegir cómo responderemos al fenómeno del cambio climático, la Iglesia nos acerca la conversión ecológica. Juan Pablo II ya planteaba esto como un problema moral: volver a una fe ecológica, que nos haga transformar nuestra mente consumista y superficial (¡algo dificilísimo!) para armonizar dicho vínculo con la naturaleza. En estos momentos en que la fe se mete de lleno en nuestro modo de consumir, de reciclar, de cuidar lo creado y admirarse y agradecer al ecosistema que nos da tanta vida, retomo las palabras del papa Francisco en la encíclica Laudato Si’: “escuchar tanto el clamor de los pobres, como el clamor de la tierra”. Hoy el clamor de la tierra está en cosas tan macro como las islas de plástico que flotan en los océanos, de las cuales se alimentan los peces que comemos; como en cosas tan micro como comprar un tacho de basura extra para separar plás-
ticos y reciclables secos del resto de basura que se descompone. O tantísimas micro acciones que hijos y nietos ven con suma naturalidad, como el hacer compost o no pedir bolsas ni desperdiciar recursos. Durante los últimos años
dato Si’ es el documento fundacional de su filosofía. Están presentes en todo el mundo ya, y tienen una red de animadores Laudato Si’, cuyo curso breve se puede hacer online y es gratuito (lo mismo sucede con su newsletter).
surgió un movimiento global que se llama Movimiento Católico Mundial por el Clima (https:// catholicclimatemovement.global/). Creado por un argentino, la misión de este movimiento es trabajar por un mayor cuidado de la casa común. Lau-
¿Cómo trabajan? Trabajan en tres dimensiones: espiritual, estilo de vida y pública. Cada una es fruto de la otra, ya que todo arranca en el despertar espiritual de tomar conciencia de la belleza de la creación, y del inmenso don que representa para
el despliegue de la vida y de la responsabilidad que conlleva su cuidado. La segunda dimensión es la de la vida cotidiana, un espacio de influencia y transformación gigantesco, que está hecho de hábitos y muchas veces de cierta incomodidad por moverse en un entorno y contexto social que aún no está diseñado para ser ecológico. Y ahí viene la tercera dimensión: la de la gran vocación pública por incidir más allá de la comunidad, desde el ejercicio de la función pública hasta la generación de contenido en redes sociales o el activismo imperfecto (como lo describe la página de Instagram de @sustennials). En este 2020, la mayor referente en este aspecto es Greta Thunberg, quien le puso voz a todo el activismo ambiental que no lograba aglutinarse y hoy lidera un movimiento mundial que interpela a todos quienes la leemos. La tierra es resiliente. Pero requiere de un cambio de mirada que nos haga desafiar el modo en el que siempre se hicieron las cosas, para renovar nuestro vínculo con la naturaleza y honrar los lindísimos dones que la tierra nos regala.
ESPIRITUALIDAD Mechi Ruiz Luque
mechiruizluque@gmail.com
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@mechiruizluque
Volver a misionar... después de los 30
Entre los 17 y los 23 años, formé parte de un grupo misionero con el que viví los momentos más felices de mi vida. Fue entonces cuando empecé a abrazar más la fe, a conocer valiosas historias de vida en cada casa que visitaba y a rodearme de amigos incondicionales que siguen presentes hasta el día de hoy. Durante el año, cuando nos preparábamos para ir al pueblo que nos tocaba, trabajábamos en equipo con entusiasmo y compromiso. Y, durante los días de misión, mi corazón vivía alegre cada situación y recibía signos del amor de Dios en forma constante. Si hay algo por lo que dejé de misionar fue, principalmente, por la edad. A los 23 ya era de las más grandes del grupo, mis amigas más cercanas ya se habían ido y empecé a sentirme en otra sintonía. Además, coincidió con que también empezaba a trabajar y las vacacio-
nes se limitaban a dos semanas. A partir de ese momento, empecé a ir a otros grupos universitarios que organizaban actividades solidarias, pero nunca volví a misionar. Este año se me dio la oportunidad: empecé a ser parte de un grupo de adultos que se formó para acompañar a uno de jóvenes. Tenía cierta intriga por cómo serían las cosas, pero me alegraba poder volver a vivir eso que me hacía tan feliz, desde un nuevo rol y con una nueva mirada. La experiencia de volver a misionar me hizo darme cuenta de que esto es algo que podemos hacer
todos, sin importar cuántos años tengamos. De hecho, compartir la misión entre jóvenes y adultos de todas las edades fue totalmente enriquecedor para nuestra comunidad y para el pueblo que visitamos: Para nosotros, porque pudimos salir a misionar como comunidad, sin importar la edad, el estado civil o la profesión. Misionamos todos, y nos complementamos en todos los aspectos. Además, tuvimos la gracia de compartir una experiencia tan fuerte y profunda como es la misión. Y para el pueblo que visitamos también fue enriquecedor, porque se veía en nuestra misión algo to-
talmente coherente con el Evangelio y comprometido con la fe. En el envío apostólico, Jesús dice: “Vayan por todo el mundo…”. No dice: “Los jóvenes vayan por allá, los demás hagan otra cosa”. Anunciar a Dios es responsabilidad de toda la Iglesia. Por el bautismo, todos somos llamados a dar testimonio del amor de Dios. Por supuesto que hay etapas y ciclos en la vida, y que la disponibilidad, la energía y los compromisos van cambiando mucho. Pero uno siempre puede hacerse el tiempo para misionar: solo hay que ser creativos. Y ver cómo, sin invadir los espacios de los jóvenes, podemos involucrarnos y ayudar en estos tiempos de nueva evangelización. Que el Espíritu Santo nos ilumine para ver de qué manera podemos colaborar con la difusión de la Buena Noticia, teniendo en cuenta nuestras posibilidades y circunstancias.
El staff de Bienaventurados selecciona sus preferidos y te los comparte. ¡No te los pierdas! Historia de un matrimonio (E.E. U.U., 2019)
Hoy haré del mundo un lugar mejor, de Laurent Gounelle (Planeta)
Es durísima, pero no tiene desperdicio (y además ganó un Oscar). Nicole y Charlie eran una pareja perfecta y ahora están divorciándose. ¿Qué pasó en el medio? Para reflexionar.
Una novela muy luminosa sobre la vida de Jonathan, un hombre que no se deja ganar por las dificultades. Cuando cree que no puede estar peor, decide salir de sí mismo para volcarse a los demás. Gestos pequeños que ayudan a vivir mejor.
Llámame Francisco (Italia, 2016)
Relato de un náufrago, de Gabriel García Márquez En 1955, un joven marinero colombiano cae de un barco a plena luz del día y debe sobrevivir durante diez días en el mar. Un relato crudo y muy impactante. Y, de paso, una buena puerta de entrada al mundo de este gran escritor.
Esta película protagonizada por Rodrigo de la Serna es una buena manera de conocer un poco la vida del papa Francisco en su juventud, durante los años de la dictadura militar y durante su tiempo como arzobispo de Buenos Aires.
Museo Participativo de Ciencias ¡Prohibido No Tocar! Para curiosos de 4 a 100 años. En el Centro Cultural Recoleta se encuentra este espacio tan original, ideal para aprender jugando. Junín 1930 – C.A.B.A. Más información en www.mpc.org.ar. Museo del Holocausto Visita obligada. Muchísima documentación en un recorrido histórico impactante. Montevideo 919 – C.A.B.A. Más información en www.museodelholocausto.org.ar.