Bienaventurados, julio 2020

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CatedraldeSanIsidro catedraldesanisidro

CATEDRAL DE SAN ISIDRO - SANTA MARÍA DE LA CABEZA NUESTRA SEÑORA DE LA RIBERA - STELLA MARIS

Año 16

Julio 2020 n 162

Distribución gratuita RevistaBienaventurados

Vivir en plenitud Mis amigos, mi alegría El matrimonio en crisis


P. Carlos Avellaneda P. Pedro Oeyen P. Juan Manuel Bianchi Jazhal Wenceslao Gómez Caride José Hamed Lunes a viernes 8, 10 y 19 h Sábados y feriados 10 y 19 h Domingos 9.30, 12.30, 19 y 20.30 h

Diarias: media hora antes de la misa de 19 h Dominicales: media hora antes de cada misa De lunes a viernes de 8.30 a 12 y de 16 a 20 h Adrián Beccar Varela 530 Tel.: 4743 0291/4990 Atiende en Anchorena 469

Elcano 172, Acassuso Tel. 4742 7198 Horarios de misa:

sábados 19 h (de niños) domingos 11 h

Horarios de secretaría: jueves 15 a 17 h sábados 16 a 18 h

33 Orientales 1301, Beccar Horario de misa: domingos 11 h

España 1016, Beccar Horarios de misa:

sábados 19.30 h (de niños) domingos 11 h Distribución gratuita Tirada: 3.000 ejemplares 1era edición: año 2004

Director Padre Pedro Oeyen Dirección y coordinación Mechi Ruiz Luque Diseñadora Mechi Brousson mercedesdesign@gmail.com Correctora Sofi Costa fb e inst: Lantia Traducciones Ilustradora Paula Martínez reynartallerdecuentos@gmail.com Redactores Cata Beccar Varela Mechi Ruiz Luque Juanjo Mayer Felipe Dondo Teby Mentruyt Álvaro Panzitta Ricardo Aranovich Community Manager Juanjo Mayer

Debido a la situación actual, las misas se celebran online en https://catedraldesanisidro.org/misas-online/. Para más info., ver página 15 de la revista. Si querés anunciar en Bienaventurados o hacernos llegar un comentario, escribí a bienaventurados_catedral@yahoo.com.ar o contactanos a través de nuestro nuevo instagram @revistabienaventurados ¡ SUSCRIBITE Y RECIBÍ LA REVISTA INTERACTIVA EN TU MAIL!


CARTA DEL PÁRROCO

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Padres, testigos del deseo El pasado mes de junio celebramos el día del padre. Quisiera compartir aquí con ustedes las reflexiones que propuse a los matrimonios de la comunidad al comenzar la Cuaresma y que ahora les dejo a los padres como regalo atrasado, pero afectuoso. La pareja de padres en la familia comunica la vida a sus hijos, no sólo biológica sino también personalmente. La transmiten a ellos que la reciben como propia, ya que es vida de ellos y no de quienes la recibieron. La reciben no sólo en la concepción y en el nacimiento, sino a lo largo de toda su trayectoria personal, especialmente en sus primeros años. En este sentido, un padre de familia da vida incesantemente a su hijo ayudándolo a ser él, a ser quien es y quien desea llegar a ser. Dar vida en sentido personal sólo puede hacerlo el que está vivo también en sentido personal. ¿Y quién está vivo en sentido personal? El que está animado por un deseo, un anhelo, una búsqueda, un amor. La figura simbólica del padre se vincula con ese deseo vital, y es la que lo orienta. La Ley organiza el deseo en el mundo de las personas, no lo reprime ni sofoca. Esta es la función paterna: ser para sus hijos testigo de un deseo en alianza con la Ley. Un padre que impone una Ley diciendo sólo lo que no se puede y no contagia el deseo a sus hijos, el deseo que hace que ellos deseen, es un padre que no vivifica, que no da vida a sus hijos. Sólo un padre que encarna la pasión del deseo puede transmitirla a sus hijos. ¿Qué significa la pasión del deseo? Dar un testimonio personal y singular del propio deseo, de tal manera que el hijo reciba vida de su padre y no sólo un modelo ético válido para cualquier otro hijo. El testimonio siempre es

El padre ha de ser el principal compañero de la apasionante tarea de crecer. singularísimo y particular: “¿por qué vivo y por qué quiero vivir?, ¿a qué me entrego?, ¿qué amo?, ¿qué sueño y qué busco?”. El hijo no tiene que querer lo mismo que su padre, desear su mismo deseo. Por el contrario, el deseo del padre debería encender el propio deseo en el hijo (su deseo, no el de su padre). Un deseo unido a la Ley. Sólo el deseo humanizado por el límite y la aceptación de la carencia, que es propia de nuestra limitación, es capaz de cuidar la vida y no disiparla en la vanidad y el vacío. La maduración del deseo pide renunciar a la totalidad del capricho y morir a la pretensión de lo ilimitado, para poder resucitar como anhelo de una felicidad plena a la que hemos sido llamados ya desde ahora, pero que sólo gozaremos plenamente en el cielo. Los cristianos llamamos a este anhelo: “esperanza”. Los hijos son un proyecto y una esperanza, una síntesis de limitaciones que ellos deben aprender a aceptar y de posibilidades que están llamados a explorar. El padre ha de ser el principal compañero de esta tarea apasionante que es crecer: tener más vida. Un cariño para todos, especialmente a los padres de la parroquia. P. Carlos.


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PADRE PEDRO

Los abuelos A lo largo de la pandemia se les brindó un cuidado especial a los “adultos mayores” por pertenecer a un “grupo de riesgo”. Esto es, sin duda, algo muy bueno. Pero implica un problema: que de tanto cuidarlos, no se los deje vivir. Porque vivir no es sólo no morir, es mucho más. Hay personas que a los 60 o 70 años se jubilan, pierden un ser querido o sufren cualquier otra privación y pierden todo interés por la vida. Aunque la muerte los sorprenda 20 o 30 años más tarde, en todo ese tiempo fueron pasivos, convirtiéndose en una carga para ellos mismos y para los demás, viviendo en el pasado y quejándose siempre. Esto es un riesgo para todos, no sólo en tiempos de coronavirus. Evitarlo depende fundamentalmente de uno mismo, no tanto de los demás. Los especialistas dicen que para vivir plenamente hay que tener un buen vínculo con cinco aspectos diferentes: el trabajo, la salud, la familia, los amigos y la vida espiritual. Así como los malabaristas mantienen en el aire varias pelotitas, también hay que evitar que se caiga cualquiera de estos cinco aspectos. El trabajo es como una pelota de goma: si se cae, puede rebotar (encontrar otro).

Pero las otras cuatro son frágiles: si caen, se dañan o rompen. 1. EL TRABAJO. Es parte de nuestra condición humana, uno de los elementos necesarios para la realización personal y para poder trascender. Con el paso de los años, es probable que ya no sea remunerado o que haya que bajar la intensidad; pero nunca debemos dejar de hacer algo que nos guste. Será bueno aprovechar la experiencia adquirida para ayudar a otros o para ponerlo al servicio de la sociedad. Estar inactivos nos destruye. 2. LA SALUD. Una dieta sana, dormir bien, manejar el estrés (no dejarse

destruir por las tensiones y los problemas), ser positivo, tener momentos de diversión y mantener actividad física son cosas fundamentales. Pero además es aconsejable aprender siempre algo nuevo. Esto mantiene activo el cerebro y retarda el envejecimiento, que en cambio se acelera al repetir lo ya conocido. 3. LA FAMILIA. En las etapas anteriores, el mayor esfuerzo se hizo en trabajar para mantenerla y educar a los hijos. Pero llega el momento en que ese objetivo está cumplido y se puede gozar más del tiempo compartido con los seres queridos y con los nietos. 4. LOS AMIGOS. Amplían el ámbito afectivo.

Es la etapa en que uno puede volver a encontrarse con los amigos de la infancia, compañeros del colegio o de trabajo. No se trata sólo de recordar aquellos años, sino de fortalecer el vínculo actual con nuevas actividades compartidas. 5. LA VIDA ESPIRITUAL. Es bueno aumentar la unión con Dios y nuestra fe, lo único que no pasa porque es eterno. Pero, además, en este mundo, ser más buenos nos da felicidad (la maldad no hace feliz). Es necesario tratar de ser más útiles para que la vida adquiera su sentido pleno, ya que Jesús dijo: “La felicidad está más en dar que en recibir” (Hechos 20, 35).


REFLEXIONES Teby Mentruyt

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estebancarlosmentruyt@gmail.com

Quererte en tiempos de e-commerce “Sentimos que tu compra no haya salido como esperabas, pero estamos seguros de que las próximas serán un éxito. Esperamos haberte ayudado”.

El lunes envolví un paquete para llevarlo al correo. La caja contenía dos mates que había comprado por internet y quería devolver, no me gustaban. La imagen que mostraban en el anuncio distaba mucho de lo que ahora estaba rechazando, o quizá compré demasiado rápido, no lo sé. La cuestión es que… ¡fue tan fácil deshacerme de ellos! Y en una semana, sabía, tendría el reembolso acreditado en mi cuenta bancaria. No fue sino hasta que volví a casa que tomé conciencia: era ya la tercera compra que devolvía. El teclado y mouse inalámbricos no funcionaban tan bien. La minipimer hacía un ruido del que desconfiaba. Al final, por H o por B, terminaba deshaciéndome de lo que yo mismo había elegido en un principio. Me había puesto exigente y muy quisquilloso con las terminaciones e imperfecciones. Inmediatamente pensé: “¿Nos habría devuelto Dios, si hubiera podido?” Después de festejar con una sonri-

sa la ocurrencia, una voz me susurró una posible respuesta: “No, Él nos creó por su cuenta en seis días. Eso ya es tiempo para enamorarte”. Los vendedores a menudo nos muestran cosas aparentemente perfectas e irresistibles. Frívola táctica marketinera que aplica tanto a productos como a personas (¿te acordás de cuando Susana Giménez salió sin pupo en una revista por un error de Photoshop?). Tanto páginas de compras como perfiles de Instagram muestran grados de belleza y perfección dignas de semidioses, y muy a menudo inalcanzables. Del otro lado del mostrador estamos nosotros, que compramos ese producto, o esa idea que nos hacemos del producto. Y cuando el mate, la minipimer o la persona no es como imaginamos… ¡qué decepción! ¡Lejos de nosotros la mentira, flaqueza e imperfección con la que nos quieren asociar! Y de inmediato, rechazamos sin escrúpulos. Quizá, si esperáramos un poco más antes de sentenciar una devo-

lución, nos daríamos tiempo a nosotros de aceptar las cosas como son. Esperar y contemplar. Me acuerdo de las tardes en las que construía juguetes de madera con mi abuelo carpintero. Al principio, él me ofrecía un boceto que en ocasiones no me gustaba para nada. Me acuerdo de verlo y no poder imaginarme que algo bueno podría salir de ahí. Sin embargo, a medida que él modelaba la madera, lograba entusiasmarme y encariñarme con la pieza en proceso. ¿Qué le podemos aportar a este mundo de idealidades instantáneas? Seguro podamos regalarle el esperar humanidades antes de rechazarlas. Abrazarlas y defenderlas. Así como de chico esperaba a la madera hacerse arte y eso me comprometía con la obra, regalémosle ese tiempo a quienes Dios envía a nuestra vida. Quizá por eso no nos devuelve Dios, porque Él nos espera y contempla en todos nuestros procesos. Y eso lo enamora más y más.


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ESPIRITUALIDAD

Paula Martínez

paulipeinture@yahoo.com.ar

María de Itatí amaina las aguas correntosas En el comienzo de las historias humanas siempre hay una alguna peculiaridad para que recordemos. Un evento, un suceso, una acción que la tradición nos trae para que quede grabada en el corazón de los que la leemos. Pueden, desde la lógica de la racionalidad, generarnos dudas; pero la lógica del corazón puede alojarla y abrazarla para enriquecernos en el caminar de la vida. Hoy les comparto la historia de la Virgen de Itatí. Ocurrieron varios milagros e incontables curaciones en los que la Virgen tuvo intervención. El más admirable ocurrió en 1748. Se dice que el misionero jesuita español Luis Bolaño y los aborígenes que se habían convertido al catolicismo se encontraban rezando el rosario cuando fueron atacados por los nativos que combatían a los conquistadores. La tradición cuenta que el paso del arroyo Yaguarí, donde ellos se encontraban, se abrió por la mitad (similar a lo que sucedió en el relato bíblico de Moisés) y los rebeldes emprendieron la retirada y se dispersaron, y el pueblo de Itatí quedó a salvo.

Los aborígenes convertidos acudieron a la Virgen en acción de gracias por su intervención. La provincia de Corrientes, donde se encuentra Itatí, recibió ese nombre por la fuerza del Paraná en esa zona. Siete penínsulas costeras que sobresalen del río generan fuertes corrientes de agua. Luego de viajar por la historia, la tradición y la geografía de María de Itatí, me conmovió el mensaje que ella susurra hoy a mis oídos. Cuántas veces estamos como agua vertiginosa sobre nuestro propio caudal de vida. Cuántas veces atrope-

llamos sin darnos cuenta por la fuerza de nuestros impulsos o instintos, necesarios para la vida pero a veces desenfrenados, que lastiman a quienes se encuentran en nuestras orillas . En este momento de la historia, María frena las aguas, hace detener las miradas ante la naturaleza que habla. Algunos huyen, otros agradecen. En nuestro interior siempre habita una parte salvaje que quiere arrebatar lo nuevo, lo que no se comprende; y una parte que se entrega a Dios, al encuentro con Él para poder incorporarlo. La oración ayuda a

hacer propia aquella novedad que Dios quiere aportar a nuestra vida. En la historia de Itatí había dos tipos de aborígenes: los que se habían convertido a lo nuevo y los que combatían lo nuevo. María, que siempre es el camino más llano para llegar al corazón del hombre, se presentó en la acción de detener las aguas impetuosas. Hoy, como en aquella época, se detuvo la vorágine de la vida de una forma impetuosa. Este tiempo nos invitó y nos invita a pensar, a registrar al otro y a nosotros mismos. Se interrumpieron las aguas del río caudaloso de la desconsideración. Cada uno de nosotros se quedó paralizado ante los acontecimientos del hoy. Podemos huir o agradecer. Nuestra vida habitual se detuvo para aleccionarnos y para hacernos pensar en cómo seguir. ¿Como será el después, cuando las aguas vuelvan a su curso? ¿Cómo será el después, al volver a la vida sin restricciones? ¿Habremos podido agradecer la oportunidad de detenernos? Que la vida, que paulatinamente está volviendo a su curso, nos permita sentirnos sostenidos por la mano de María.


7 REFLEXIONES COMUNIDAD 7 Mechi Ruiz Luque

mechiruizluque@gmail.com

@mechiruizluque

Mis amigos, mi alegría Desde que tengo memoria, siempre fui una persona muy tímida. Tan tímida que me costaba abrirme y darme a conocer a los demás. Pero recuerdo con claridad que, cuando empecé a ir a las reuniones de un grupo misionero, los chicos me recibieron con los brazos abiertos y me ofrecieron una amistad tan sincera que comencé a sentirme querida y valorada por lo que era… Y así, poco a poco, me fueron infundiendo confianza y me animé a ser cada vez más yo. Mis amigos significaron (y significan) para mí mucho más de lo que podría expresar. En gran parte, soy lo que soy gracias a todo lo que compartimos con ellos. Alegrías y tristezas. Mates y charlas. Viajes y programas de todo tipo. Salidas y juntadas a comer. Compartimos la vida. Con ellos nos apoyamos mutuamente y nos animamos a seguir adelante. Nos potenciamos, nos ayuda-

mos a ser la mejor versión de cada uno. A medida que escribo esta nota, se me vienen a la memoria miles de momentos en que nos vimos tentados por inevitables carcajadas. Situaciones puntuales en las que me dolieron los cachetes de tanto reír. A lo largo de la vida tuve muchos amigos. Con algunos nos distanciamos porque nuestros caminos se separaron naturalmente. Con otros nos vemos una vez al año, pero quizás en ese encuentro hablamos de los temas más profundos que estemos transitando. Con algunas nos vemos todos los días porque nos conocimos en el trabajo, y por lo tanto compartimos la cotidianeidad. Hay personas que sigo conociendo y se van transformando en amigos… Como ejemplo puntual, puedo mencionar a mis vecinas del edificio, que fueron las únicas personas a quienes estuve viendo durante la cuarentena. Con ellas pudimos charlar cara a cara, expresándonos y escuchándo-

nos unas a otras en este tiempo difícil para todos. Tengo también amistades profundas y duraderas que fueron cambiando con el tiempo… porque nosotros fuimos cambiando. Fuimos creciendo, madurando y viviendo situaciones que nos marcaron. Y es natural que eso pase, porque en la vida “cambia, todo cambia”. Con cada nueva amistad, fui aprendiendo que cada uno es único y diferente. Pero que justamente estas diferencias son las que nos enriquecen. Corroboro lo que decía al principio de la nota: no tengo palabras que me alcancen para expresar lo que mis amigos significan para mí. Pero sí puedo afirmar que la amistad es un don, es un regalo que nos ofrecemos de forma mutua con el otro, es el tesoro más valioso que uno puede encontrar en la vida.


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SOCIEDAD

Lo que pienso en cuarentena

Cata Beccar Varela

catalinabeccarvarela@gmail.com ¿Alguno es consciente de todas las cosas que el encierro nos genera? Desde cambios rotundos de ánimo, hasta ganas de hacer lo que antes ni se nos cruzaba por la cabeza. Muchas personas que eran casi fóbicas al ejercicio ahora se descargan en su celular alguna aplicación fit para seguir una rutina diaria. Miles de los que no sabían ni hacer un huevo frito ahora disfrutan de aprender nuevas recetas y deleitar a sus comensales. La cuarentena está llena, repleta, de contras, de desventajas, de futuro incierto. Pero es entonces que depende de nosotros elegir cómo queremos transitarla y recordarla. Con miedo a terminar siempre hablando de lo mismo, vuelvo a repetir que vivir de la simpleza me agranda mucho el corazón. El tiempo de aislamiento y distanciamiento social es triste, opaco, pesado, pero nos obliga, por decreto, a encontrarnos con nosotros mismos, a volver al eje, a tener horas y horas de estar mirándonos al espejo. Nos obliga a pensar en cómo estamos, qué sentimos, qué queremos, qué extrañamos, a quiénes extrañamos, quiénes ya no nos hacen falta. Es por eso que el tiempo de aislamiento nos permite la conexión y contemplación total. Nos asusta su final; pero el proceso, durante su propia trama, nos regala un sol radiante e increíblemente cálido durante los días de invierno, nos regala los sagrados minutos de un café cada mañana. Nos obliga a detenernos a mirar por la ventana, descubriendo las maravillas de una naturaleza más salvaje que nunca, a desear ser parte de ese mundo exterior

tan lleno de vida, de colores, de aromas. Nos obliga a ser público de esta escena tan histórica y, a la vez, a ser los verdaderos protagonistas. El tiempo de aislamiento me obliga a mirar por mi ventanal y es allí donde me encuentro con un gran naranjo, explotado de hojas tan verdes como el pasto después de la lluvia y decorado alegremente de mil naranjas como el atardecer. Lo miro y no entiendo bien por qué pero me emociona, me alegra, me hace consciente del milagroso proceso vital que trae consigo semejante árbol. ¿Alguno notó que en la cuarentena pudimos ver atardeceres increíbles? De esos que también suceden cuando la rutina de meses atrás nos atestaba de trabajo, estudio o que se yo qué. De esos que no nos deteníamos a mirar porque “hay cosas más importantes o urgentes para hacer”. El cielo pintado de rosa, naranja y fucsia: espectáculo que nos revela, de nuevo, la grandeza de lo grande, comprendiendo lo pequeños e insignificantes que somos frente a tanta obra maestra. Que me llamen loca, pero yo siento que en estos tiempos las cosas, mi entorno, mis plantas, mis mates, mi yo cocinera interior desconocida, mi yo amante de contemplar y mirar al cielo, mi familia, mis seres más queridos, mi cuerpo, mis músculos e incluso el pasto de mi jardín me tendieron esta trampa tan controversial llamada cuarentena. Para que de una vez despierte y sepa comprender el verdadero y gigantesco valor de una mesa puesta para comer en familia, de una sobremesa con hermanos, de un plantín que espera ansioso ser trasplantado a tierra fértil o, quizás, del inmenso y anhelado abrazo del reencuentro con aquellos que más extraño.


JÓVENES

El vértigo del amor

La confianza es aquello que nace durante el vértigo que nos generan algunas cosas. Confiamos cuando creemos en la capacidad, en el talento o en la virtud de quien está a nuestro lado. La confianza, creo, se va construyendo a medida que pasa el tiempo. Cada vez va siendo más fuerte y, entonces, nos va dando seguridad, nos va regalando certezas y el bienestar que genera el poder descansar en el otro. Es entonces que, al confiar plenamente en los demás, puedo confiar cada vez más en mí mismo, porque sé que hay alguien cerca que tiene puesta en mí su mirada: para alentarme, para verme crecer, para verme lograr grandes cosas, para verme volar. Pero que también puede verme caer, puede verme rodar picada abajo y sin embargo puede ayudarme a curar y comenzar otra vez. Creo en la confianza como un sentimiento que se genera con acciones, con gestos, con secretos bien guardados, con palabras. Me considero una persona que confía muchísimo, y entonces comprendo lo bueno y lo malo de siempre dar una oportunidad y confiar. Creo que muchas veces ponemos tanto de nosotros para que las cosas salgan bien, nos ponemos al servicio del otro, nos entregamos por entero y sin embargo el otro puede decepcionarnos en lo más hondo de nuestro corazón. Voy a contarles una gran experiencia de vida. Cuando tenía 15 años empecé a jugar al hockey. En mi equipo conocí a un chico que se encontraba en situación de calle. Vivía literalmente bajo el techo de la estación Virreyes, no tenía zapatillas y mucho menos un palo de hockey. De más está decir que conocer su historia me conmovió tremendamente. Fue entonces que me pregunté por qué yo tenía tantas oportunidades, por qué yo tenía tanta suerte de haber nacido en una casa y él no. ¿Por qué él tenía que enfrentarse cada día al miedo de la noche, al frío del invierno, al hambre de un estómago vacío? Entonces decidí contarle la situación de este chico a mi familia y, entre todos, decidimos tomar las riendas del asunto. Le armamos una cama en casa, y todos los días pusimos un plato en la mesa para él. Mi papá se movió entre abogados y psicólogos para lograr que pudiera comenzar la secundaria, y mi mamá siempre estuvo para abrazarlo fuerte como a cualquier hijo. Entre él y mi familia la confianza empezó a ser cada vez más grande. Compartíamos comidas y risas; se ganó la confianza de todos nosotros. Pero lamentablemente un día cometió un error. Tomó algo que no le pertenecía sin antes pedirlo prestado, y nos demostró a todos que robar era parte de su día a día. Fue muy doloroso. Esto cambió las cosas, toda la confianza que se había ganado la perdió por una sola acción. Pero en mi familia sabíamos que todos merecemos otra oportunidad, que él no era igual que nosotros, a él nadie le había enseñado que robar nunca puede ser una opción. Él no había tenido nunca educación, ni mucho menos una familia. Con el correr de las semanas, las cosas parecían mejorar; pero él volvió a equivocarse. No supo aprovechar la confianza que le regalamos y, por el contrario, destruyó todo el vínculo que había construido. Me sentí decepcionado y muy enojado, no quería saber más nada de él. Con el paso del tiempo, y tras muchas charlas con mi mamá, pude ir sanando y comprendiendo. Pude perdonar pero a la vez entender que la confianza es mucho más importante de lo que parece, que la verdadera confianza nace y se consolida con el conocimiento. Confiar plenamente en lo desconocido puede rozar la ingenuidad, y de allí vendrán las decepciones, los engaños, los abusos, los fraudes. Al comienzo siempre es bueno se cautos, prudentes. Y también pude entender que sin confianza no hay vínculo posible; y que, sin confiar, no nos arriesgamos a los actos de amor más grandes. Hoy elijo seguir confiando, con todas sus ventajas y desventajas. Hoy elijo vivir el vértigo que me genera este gran acto de amor. Estanislao María Beccar Varela (17 años)


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ESPIRITUALIDAD

Álvaro Panzitta

alvaro_panzitta@hotmail.com

@mundoap_original

Amar en lo pequeño de cada día Dios nos llama por nuestro nombre, como a los primeros discípulos, para que vivamos junto a Él y un día podamos gozar de la santidad, fruto de su gracia. Encontrarlo nos ayuda a ver la vida con esperanza, más allá de cualquier circunstancia. Esa mirada renovada nos anima a imitarlo, entregándonos por amor, dando la vida en lo que nos toca. Volviendo extraordinario lo ordinario, descubriendo la grandeza de las pequeñas cosas. Como la Sagrada Familia, que desde el primer sí entregó su vida al Padre. A imitación de María, podemos abrazar las propuestas de Dios con dulzura, permaneciendo fieles hasta el final. Como San José, podemos ser padres y esposos tiernos, protectores y dignos trabajadores. Y a imitación de Jesús, que les lavó los pies a sus amigos, y se entregó por amor a cada uno de nosotros, podemos hacer lo mismo cada día en todo lo que nos toca. En nuestra familia, con nuestros compañeros de trabajo, con nuestros jefes o empleados; pero también con el vecino, el chofer del colectivo, o cualquier otra persona que se nos cruce, tal vez por única vez en la vida. A todos podemos “lavarles los pies”. Saludando con amabilidad; negándonos a sacarle el cuero a los demás; compartiendo un mate, unas galletitas y, sobre todo, buenas palabras. Dejando de lado lo propio, el celular, la computadora, para tener tiempos de calidad con nuestros seres queridos. Limpiando, cocinando, dándonos a los demás hasta el

cansancio. Siendo fieles en lo poco y en lo mucho. Anteponiendo el amor a todo enojo. Dios es fuente de vida a la que podemos recurrir para aprender a amar donde más nos cuesta. Y su agua, que nunca acaba, la podemos encontrar en la oración personal y comunitaria, en los sacramentos, en la Palabra, entre tantos otros lugares. Su presencia renovadora nos animará a dar más fruto todavía, anunciando el Evangelio de manera directa e indirecta, con la vida misma. Y para poder amar mejor podemos pensar en cuánto ama Dios al que está a nuestro lado. Como dice San Pablo en 1 Cor. 13, “el amor es paciente, servicial…”. Si pudiéramos poner nuestro nombre junto a la palabra amor, podríamos pensar con sencillez si también nosotros somos pacientes, serviciales, etc. Quizá no se nos haga fácil ponerlo en práctica de buenas a primeras, pero Dios nos socorre con su Santo Espíritu, para que podamos imitarlo en lo grande y en lo pequeño. Bastará con pedirlo y animarnos a ir poniéndolo en práctica. Seamos la mirada, la caricia, las palabras y el socorro de Jesús para nuestros hermanos. Como dice San Pablo en Rom. 13, 8, “que la única deuda con los demás sea la del amor mutuo”. Que esa sea la huella que dejemos en este mundo hasta alcanzar la santidad. Que al final de nuestros días podamos entregar nuestro último aliento agradecidos por el amor que recibimos y felices por el amor que pudimos dar.


11 REFLEXIONES COMUNIDAD 7 Juanjo Mayer

juanjomayer@gmail.com

Aspectos esenciales En la película animada “Los Croods”, una moderna familia cavernícola debe enfrentarse al mundo exterior. Con intención de protegerse al salir de la cueva, se resisten a cambiar, lo que implica una barrera para su crecimiento. En los personajes de la familia podemos ver cómo se adapta cada uno al nuevo entorno. ¿Cuál es nuestra cueva? ¿Cómo actuamos si tenemos que salir de ella? Cuando advertimos que una persona cercana cambió en algún aspecto de su vida o personalidad, solemos afirmar “Las personas cambian”; por el contrario, cuando alguien mantiene sus actitudes o comportamientos, aseveramos “Las personas nunca cambian”. Cuando escuchamos estas frases, nos preguntamos “¿Qué quieren los demás de mí?”, “¿Qué quiero yo para mí?”. Algunas veces prometemos cambiar algunas actitudes y mantener otras, y pienso que es lógico que sintamos miedo a enfrentarnos a cambios radicales. Era común en el colegio, cuando no había teléfonos celulares, dejar y recibir mensajes con liquid paper o marcadores indelebles en las cartucheras y mochilas de nuestros compañeros. Una frase que se repetía era “Nunca cambies” (o “Nunk kmbies”). Con cierto camino de la vida recorrido, hoy podemos preguntarnos: ¿cuáles son mis aspectos esenciales, esas cosas buenas de mi persona, que quiero preservar, y cuáles necesitan transformarse? Cierto es que en algunos aspectos de la vida crecemos y obtenemos nuevos puntos de vista, en

especial con respecto a relaciones, amistades o posiciones políticas. Pero, cuando se trata de uno mismo y nuestros aspectos esenciales, ¿somos constantes en nuestra esencia?, ¿somos fieles a nosotros mismos?, ¿y con los demás? No me refiero a encerrarnos en el “Soy así, y punto”, sino a reconocernos a nosotros mismos: “Soy así, me animo a cambiar esto, pero quiero seguir siendo fiel a esto otro”. No se trata de quedarnos atascados en el pasado, sino de ser fieles, de sostenernos en nuestros pilares, de ser constantes en las cosas que valoramos profundamente. Y aquí es donde podemos poner el foco: ¿cuáles son las cosas que valoramos y merecen nuestra fidelidad? Amistades, familia, Dios, principios, valores… ¿En cuáles de estos aspectos me sale ser fiel o constante?

Es posible que el significado de Fidelidad, con su origen etimológico en “Servir a Dios” (con respecto a las personas), se haya transformado o se confunda con la “lealtad”, con su origen en “cumplir las leyes”, un concepto más bien referido a la adaptación según el contexto, y con menos compromiso (machacado por diferentes sectores políticos). Esta mezcla de conceptos podría hacer más difícil la búsqueda de la mejor versión de uno mismo. En otras palabras, las referencias de “lealtad” que tenemos a la vista pueden debilitar nuestra capacidad de buscar una versión auténtica de nosotros mismos. En conclusión, la fidelidad o la lealtad no necesariamente son buenas en esencia; son buenas sólo cuando me permiten ser coherente con la persona que quiero ser. ¡Animémonos al cambio y cuidemos nuestra esencia!


12 MATRIMONIO Ricardo Aranovich

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raranovich@yahoo.com

El matrimonio en crisis II El pasaje del enamoramiento al amor, del que nos ocupamos en el artículo anterior, implica un dinamismo particular, una verdadera metamorfosis, como la semilla que debe desaparecer para dar lugar a la planta. El enamoramiento queda como un recuerdo grato y compartido, pero no puede sostener las peripecias de la convivencia. Debe surgir algo nuevo. Una relación exclusiva entre dos personas que se eligieron para compartir sus vidas y se comprometieron a ello. Pero, claro, no son como se veían recíprocamente cuando su mirada estaba nublada por el enamoramiento. Son como son: humanos, imperfectos. Y entonces debe aparecer la comprensión, la tolerancia y, sobre todo, la aceptación. Quererse no “a pesar” de sus defectos sino “con” sus defectos. Entonces se produce el milagro de la intimidad. El ser humano parece tener sólo dos opciones: si no quiere estar condicionado por otro en su libertad, debe afrontar la soledad. Y si quiere estar acompañado, debe aceptar una limitación a su libertad. Pues bien, la intimidad es un estado en el cual se experimentan la mayor compañía y la mayor libertad porque ambos están haciendo lo que quieren: estar juntos en mutua aceptación y mutua complacencia. Porque, en la medida

en que el deseo de cada uno es complacer al otro, nada es impuesto ni forzado. Esto parece muy ideal, pero no lo es. Todo matrimonio que logra cierto éxito ha realizado, en alguna medida, esta transformación (a sabiendas o no, esto es lo de menos). Y las dificultades son porque esta transformación no se ha completado. Es la que va del natural egoísmo infantil al maduro altruismo del adulto. Hasta podría suponerse que este es el sentido de la evolución a lo largo de la vida y que el matrimonio es, al mismo tiempo, la mayor necesidad y la mejor posibilidad de hacer esa evolución. Las exigencias y el ritmo de la vida cotidiana hacen

que muchos matrimonios se queden “a mitad de camino” en esta metamorfosis. Mantienen una cierta disconformidad crónica porque “si hubiera sabido cómo era, quizá no me habría casado”, sin saber que nadie se casaría si supiera eso. Y, por otra parte, si continúan juntos es porque en alguna medida se aceptan y acompañan. Una nota sobre la cuarentena. Hemos hablado de una transformación, una metamorfosis inconclusa, que es fuente de frustración, precisamente por inconclusa. El distanciamiento cotidiano disimula la frustración por las alternativas de la actividad cotidiana que facilitan la tolerancia.

Durante la cuarentena se intensifican tanto la necesidad como la posibilidad de completar esta transformación. Necesidad porque, de no lograrlo, todo se volvería mucho más difícil; y posibilidad porque hay más tiempo para relacionarse. Y relacionamiento es reconocerse, perdonarse, revalorizarse y revalorizar lo vivido y lo logrado; resignar ilusiones y darse cuenta de que se está ante alguien único porque ambos han decidido, en su momento, unir su suerte y compartir su vida. Si lo logramos, habremos convertido este tiempo perdido en el más aprovechado de nuestra vida.


El staff de Bienaventurados selecciona sus preferidos y te los comparte. ¡No te los pierdas!

PELÍCULAS Tan cerca, tan lejos (2019, Francia)

SERIES Califato (2020, Suecia) Esta es una serie fuerte. Son ocho episodios que cuentan cómo influye el Estado Islámico sobre algunas personas que viven en Suecia. Es pura adrenalina pero, sobre todo, es una buena manera de entender cómo algunas personas hacen cosas que nos parecen inexplicables.

Rémy y Mélanie son dos jóvenes que no se conocen pero que tienen una búsqueda en común: ser felices. A lo largo de la película, cada uno irá, por su cuenta, aprendiendo a reconciliarse con su pasado y animándose a nuevas experiencias. Y, si bien empezarán por caminos separados, algo los llevará a conocerse.

LIBROS

YOUTUBE Luis Landriscina Oficial

1984, de George Orwell (De Bolsillo)

Hablando de clásicos… Este cuentacuentos chaqueño no necesita presentación, pero… es bueno saber que tiene un canal por donde podemos escuchar casi todos sus cuentos. Y, si no lo conocen, no dejen de pegarse una vuelta por acá: https://www.youtube.com/channel/UCWwPDPkWP4h5Uf2CUxsEQtg

En momentos como el que estamos viviendo ahora, algunos clásicos se reactualizan. Este es uno de ellos. Orwell imaginó un futuro en el que el gobierno controla la forma de pensar y actuar de los ciudadanos. El protagonista está encargado de reescribir la historia oficial… Percy Jackson y el ladrón del rayo, de Rick Riordan (Salamandra) Este es el primer tomo de una saga ideal para enganchar a los adolescentes con la lectura. Un neoyorquino de doce años descubre que todo eso que le contaban sobre la mitología griega es real, y no sólo eso: él es parte de ese mundo. Divertida, atrapante y, de paso… un buen puente hacia los clásicos.

Aprendemos Juntos BBVA En este canal hay un poco de todo. Sobre todo, charlas de gente que llegó muy lejos y comparte con nosotros su camino y aprendizaje. Escritores, científicos, artistas, deportistas, todos ellos cuentan en primera persona su visión de la vida y del mundo. https://www.youtube.com/channel/UCI6QcXatdaEAaRTRjl3dc0w


MISAS ONLINE

¡Seguí nuestras misas desde tu casa! Entrá a https://catedraldesanisidro.org/misas-online/, y esta página te redirecciona a Facebook. A tener en cuenta: No hace falta tener cuenta de Facebook para poder verlas. Las misas aparecerán en su horario. Si al ingresar no las encuentran, cerrar y volver a abrir. Horarios: LUNES A SÁBADOS: 10 y 19 h. DOMINGOS: 9.30, 12.30, 19 y 20.30 h. (la de las 20.30 h se ve desde la aplicación de Instagram, como VIVO)

COLECTA ONLINE

Quedate en tu casa, pero seguí aportando a la colecta de tu comunidad. ¡Lo necesitamos! Hacelo a través de la aplicación de Mercado Pago (escaneando el código QR) o vía transferencia bancaria: Alias de CBU: ROJO.BOLA.BARRO CBU: 2850522030022387936014 CUIT: 30609906738 Obispado de San Isidro Catedral de S.I.

ATENCIÓN PASTORAL EN LA CATEDRAL (hasta nuevo aviso)

Según lo acordado con las autoridades, la Catedral está abierta todos los días de 9 a 13 h exclusivamente para oración individual. En esos horarios el Santísimo está expuesto en el altar mayor, y a las 11 h se distribuye la comunión. Rogamos respetar las normas sanitarias dictadas por las autoridades para preservar la salud de todos: llevar tapabocas, conservar la distancia social, lavarse las manos con el alcohol en gel que está junto a las puertas y sentarse en los lugares señalados. Además,en esos horarios los fieles pueden reconciliarse pidiendo turno previo en secretaría. La confesión se hace en los salones parroquiales detrás de sacristía. La secretaría atiende de lunes a viernes de 9 a 12 h, sólo a través de los siguientes medios de contacto: - TELÉFONO: 4743-0291 (interno 7) y 4743-4990 (int. 7) - CORREO ELECTRÓNICO: catedral_sanisidro@yahoo.com.ar Por ahora no se realizan celebraciones comunitarias, misas, bautismos, ni casamientos. Cualquier cambio que haya, se comunicará a través de la página web de la Catedral.




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