Bienaventurados, noviembre 2020

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CatedraldeSanIsidro catedraldesanisidro

CATEDRAL DE SAN ISIDRO - SANTA MARÍA DE LA CABEZA NUESTRA SEÑORA DE LA RIBERA - STELLA MARIS

Año 17

Noviembre 2020 n 166

Distribución gratuita

El lenguaje inclusivo Redescubrir el barrio

Esperando contra toda esperanza


P. Carlos Avellaneda P. Pedro Oeyen P. Juan Manuel Bianchi Jazhal Wenceslao Gómez Caride José Hamed Lunes a viernes 8, 10 y 19 h Sábados y feriados 10 y 19 h Domingos 9.30, 12.30, 19 y 20.30 h

Diarias: media hora antes de la misa de 19 h Dominicales: media hora antes de cada misa De lunes a viernes de 8.30 a 12 y de 16 a 20 h Adrián Beccar Varela 530 Tel.: 4743 0291/4990 Atiende en Anchorena 469

Elcano 172, Acassuso Tel. 4742 7198 Horarios de misa:

sábados 19 h (de niños) domingos 11 h

Horarios de secretaría: jueves 15 a 17 h sábados 16 a 18 h

33 Orientales 1301, Beccar Horario de misa: domingos 11 h

España 1016, Beccar Horarios de misa:

sábados 19.30 h (de niños) domingos 11 h Distribución gratuita Tirada: 3.000 ejemplares 1era edición: año 2004

Director Padre Pedro Oeyen Dirección y coordinación Mechi Ruiz Luque Diseñadora Mechi Brousson mercedesdesign@gmail.com Correctora Sofi Costa FB e IG: Lantia Traducciones Ilustradora Paula Martínez reynartallerdecuentos@gmail.com Redactores Cata Beccar Varela Mechi Ruiz Luque Ricardo Aranovich Felipe Dondo Teby Mentruyt Álvaro Panzitta

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CARTA DEL PÁRROCO

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Esperando contra toda esperanza Después de tantos meses de pandemia, condicionados por las restricciones de la cuarentena, todos acumulamos cansancio, confusión y ansiedad. Los que luchan contra la enfermedad en la primera fila padecen de manera especial el agotamiento. Los que han sufrido quebrantos económicos y la pérdida de ingresos salariales se sienten atrapados y sin vislumbrar una salida. La mayoría ha perdido la paciencia y rompe las reglas rígidas del aislamiento social. Todos estamos enfrentando una situación para la que nadie tiene una respuesta cierta y eficaz. Debajo de estos síntomas sociales provocados por la crisis sanitaria, a la que se suman tantas angustias por la situación institucional y económica de nuestro país, yo percibo la gestación de un malestar más profundo, una verdadera crisis espiritual: el derrumbe de la fe y de la esperanza. Alguien podrá decir que es imposible sostener la esperanza si no se vislumbra ni siquiera una mejoría de la adversidad. Todos podemos comprender este pensamiento. Pero los cristianos no fundamos nuestra fe y nuestra esperanza en signos visibles que adelantan la superación de nuestras crisis. Esa fe y esa esperanza serían actitudes humanas sensatas, ya que poder ver los primeros indicios de una solución nos daría la certeza de llegar en algún momento a superar la crisis. Pero la fe, nos dice la Carta a los Hebreos, “es la garantía de los bienes que se esperan, la plena certeza de las realidades que no se ven” (Heb. 11, 1). Y el apóstol san Pablo nos propone el ejemplo de Abraham que, “esperando contra toda esperanza, creyó y llegó a ser padre de muchas naciones, como se le había anunciado: ‘Así será tu descendencia’. Su fe no flaqueó, al considerar que su cuerpo estaba como muerto -era casi centenario- y que también

Orar y amar nos mantendrá vivos para caminar sin desfallecer por este inmenso desierto. lo estaba el seno de Sara. Él no dudó de la promesa de Dios, por falta de fe, sino al contrario, fortalecido por esa fe, glorificó a Dios, plenamente convencido de que Dios tiene poder para cumplir lo que promete” (Rm. 4, 17). Los cristianos estamos desafiados a vivir la certeza de la fe cuando las realidades no se ven, y esperar contra toda esperanza humana, apoyados en las promesas de Dios, que siempre son promesas de vida. No son los posibles logros a alcanzar los que deberían sostener nuestra fe y esperanza, sino la fidelidad de Dios. No sabemos cuánto tiempo más deberemos esperar la superación de esta crisis tan prolongada. Pero mantener viva la fe y la esperanza sólo será posible apoyados en Dios, mediante la oración y la comunión con Él. Y la vitalidad de nuestra vida espiritual debería mostrarse en la caridad y la solidaridad con las cuales nos vinculemos en casa, en nuestro trabajo y con los hermanos que estén más necesitados. Los exhorto a no bajar los brazos, a no dejarse invadir por la tristeza, el pesimismo o el mal humor. Busquemos estar cerca de nuestro Dios y ser solidarios con los que puedan necesitarnos. Orar y amar es lo que nos mantendrá vivos para caminar sin desfallecer por este inmenso desierto. Un gran cariño y un fuerte abrazo. Carlos.


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PADRE PEDRO

¿Hay que pensar en la muerte? Cada año, el 2 de noviembre la Iglesia nos invita a recordar a nuestros muertos queridos y rezar por ellos. Hasta hace no tanto, era un día en que gran cantidad de gente acudía a los cementerios; compraban flores que ponían en las tumbas, iban a misa, etc. Era un día de luto nacional. Actualmente en nuestro ambiente todo esto ha cambiado mucho y es necesario preguntarse por qué, y ver si esto es bueno. Cuando se modifican las costumbres de un pueblo, generalmente se debe a muchos motivos, que influyen de diverso modo. En este caso, sin duda hay influencias de culturas extranjeras, cambios en el ritmo de vida, y otras razones que nos llevan a tratar de no pensar en la muerte, a vivir como si eso nunca nos fuese a ocurrir. Entonces el recordar a los muertos se transforma en algo que molesta, porque nos obliga a ver que esta concepción es falsa. Pero la realidad es más fuerte y cada tanto nos pega de frente para que reaccionemos. Esto pasa cuando se muere alguien cercano

y querido. En el pasado mes de septiembre, en mi familia hemos sufrido la muerte de una de mis hermanas y de un sobrino. Sabemos que todos los días muere gente. Es parte del ciclo vital, ya que todo el que nace algún día va a morir. Pero cuando alcanza a seres queridos, impacta a nivel sensible y emocional. Ya no es un acontecimiento más, un número en una estadística. Es una persona cercana, a la que queremos, y a quien ya no veremos más. Esto nos obliga a pensar y responder a interrogantes profundos que están en el corazón de todos. Quizá los más importantes son: ¿qué pasa después de la muerte?, ¿desaparecemos definitivamente? Las investigaciones arqueológicas muestran que todos los pueblos, desde siempre, han tratado de que la memoria de los que murieron no desapareciera para siempre. Ya en los tiempos más remotos había ritos funerarios, monumentos y signos de que buscaban que algo de ellos se perpetuara. Tumbas, pirámides, inscrip-

ciones, cuerpos embalsamados… son todas muestras que evidencian esta idea. Las religiones más evolucionadas suelen incluir la idea de que hay vida después de la vida. A veces lo presentan como sucesivas reencarnaciones para purificarse o como una supervivencia espiritual. Pero Cristo trajo una novedad fundamental: ¡Él resucitó! Siguió siendo Él mismo; sus discípulos lo reconocían, podían tocarlo, poner sus dedos en las llagas, comer con Él, etc. Su cuerpo se transformó de modo que podía aparecer en cualquier lugar y luego desaparecer, pero no se convirtió en otra persona. Esta es la base de nuestra fe cristiana. Él nos aseguró que también nosotros resucitaremos y podremos reencontrarnos con nuestros parientes y amigos, estar felices con ellos para siempre junto a Dios. Esta verdad fundamental es la que nos permite pensar en la muerte con serenidad y paz, sobrellevando el dolor de la separación, y prepararnos para el día en que llegue a nosotros.


REFLEXIONES Cata Beccar Varela

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catalinabeccarvarela@gmail.com

20 de noviembre Día Internacional de los Derechos de los Niños

Patas para arriba Cierto día y hace muy poquito tiempo, en su casa había un cumpleaños. Era el cumpleaños de su mamá. Semanas previas a esta fecha, ella saltaba de acá para allá (porque no camina, salta) dando ideas de decoración, buscando fotos de recuerdos, anunciando que ella misma prepararía una torta especial. Un día antes del cumpleaños, tocó la puerta de mi cuarto y, con algo de nervios en la voz, abriendo su mano y mostrándome un par de aros, me dijo: “quiero que me hagas los agujeritos de las orejas, porque quiero darle la sorpresa mañana a mamá”. El día del cumpleaños llegó. El festejo era durante la noche. Sin embargo, a las cuatro de la tarde ella ya se había puesto su vestido blanco de flores celestes, llevaba su peinado de “coronita”, e incluso sus aritos nuevos ya colgaban de sus orejas todavía un poco doloridas. Pero, claro, aún faltaban largas horas hasta la llegada de los invitados. Así que se sentó a esperar, sonriente como de costumbre, a que pasen las horas. Mientras escribo estas líneas, miro al patio porque un ruido llama mi atención. Es ella, despa-

tarrada en el piso, matándose de la risa porque, de tan rápido que iba con los patines, se cayó. Pero ya está, ya se levantó y siguió como si nada. Ahora me mira desde su hamaca sin entender por qué la miro tanto. Me gusta mirarla. Me gusta su sonrisa, su soltura, su ser niña de nueve años que espera el fin de semana para ponerse vestidos, que espera el almuerzo y la cena para atragantarse con el pos-

tre. Me gusta que sea parte de mi familia. Me gusta que sea mi hermana. Porque, claro está, que de los hermanos uno aprende innumerables cosas. Más de quince años le llevo, y siento que ella me enseña a mí cómo es esto de vivir la vida y siempre ser feliz. Porque así son los niños. Son corazón en la mano y son el recordatorio de algo que fuimos. Algo que fuimos y que muchas veces tememos

volver a ser, porque nos da miedo hacer el ridículo, porque nos avergüenza mostrar nuestro lado vulnerable, ese que nos deja patas para arriba como a Virginia la dejan los patines. ¿Qué tal si estos días trato de imitarla? ¿Qué tal si abrazo a mi propia niña interior? ¿Qué tal si le pido perdón por haberla dejado guardada en un cajón y la saco a pasear o a tomar un helado? De chica, amaba jugar con mis primas y treparme a los árboles. ¿Vos qué amabas?, ¿qué extrañás de tu niñez? Quizás aquello que tanta felicidad te daba sigue estando a la vuelta de la esquina. Quizás es tiempo de salir a buscar aquello que nos iluminaba la cara de alegría. Quizás hoy sea tiempo de volver a reconocerse niño y, entonces, redescubrir lo que nos rodea. Cada 20 de noviembre se festeja el Día Internacional de los Derechos de los Niños. Deseo con cada parte de mi corazón que cada bebé, cada niña y cada niño reciban con cariño el abrazo fraterno que merecen. Que siempre tengan tiempo para crecer, aprender y, sobre todo, para seguir siendo nuestros maestros magistrales.


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SOCIEDAD

Álvaro Panzitta

alvaro_panzitta@hotmail.com

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Redescubrir el barrio Me crié en un barrio con pinta de pueblo, aunque queda en plena Capital Federal: Parque Chas. Famoso por parecer un laberinto, por sus leyendas y su gente que toma mate en la puerta y charla con sus vecinos. Viví ahí hasta que me casé. Entonces me mudé a Villa Luro y luego a Mataderos. Pero siempre que vuelvo me embriagan la añoranza, la nostalgia y la alegría. No es sentimentalismo. Allá se respira sencillez, cordialidad y algo de tradición. Todos se conocen entre sí. Cuando uno quiere decir “voy a la verdulería” dice “voy a lo de Antonio”, y no hace falta aclarar. Ir al almacén es “ir a lo de Daniel”. Ir a lo del gallego es ir al puesto de diarios, y así podría seguir. Esto me hizo soñar con un día alejarme de la city porteña para asentarme en el interior del país, en donde las buenas costumbres son más cotidianas todavía. Mataderos no está mal, pero no hay parques tan cerca como para disfrutar los pequeños buenos aires de la ciudad. Tampoco conocemos mucha gente, aunque mi carácter parquechasino hizo que buscara entablar buenas relaciones. Pero hay algo en el corazón que aún no se llenó del todo. Con mi esposa soñamos pasar más tiempo en espacios verdes, sobre todo desde que empecé a trabajar en microcentro. En el verano fuimos a conocer San Antonio de Areco, donde pareciera haber todo lo que nos gusta: río, campo, tradición gauchesca, artesanos como mi señora. Y es la cuna de uno de nuestros escritores más reconocidos: Ricardo Güiraldes. Mi corazón de escritor

desconocido sintió el palpitar de las letras sobre el papel al entrar a su museo y escuchar “su primera obra fracasó y tiró todo a un pozo, pero su mujer recuperó los escritos y a partir de entonces le fue bien”. Aquello me emocionó. Tan cercano. Pero tocó volver a la ciudad. Nos propusimos ir al río más seguido para darnos el gusto. Un día fuimos a Vicente López, que no es campo, pero es hermoso. Pero, cuando quisimos volver, la cuarentena se nos vino encima. Como a la gran mayoría, las cosas no se le dieron como planeamos, pero tantas otras florecieron inesperadamente. Salimos a pasear más por el barrio, y lo redescubrimos. Nos gustan esas callecitas con árboles dispares. Acá no más hay na-

ranjos silvestres y moras. También descubrimos arquitecturas muy bellas. Preocuparnos por la salud del prójimo se trasladó a los vecinos con quienes conversamos más de lo habitual. Nos animamos a patear unas cuadras más y llegamos a un parque que antes no nos gustaba, pero ahora está limpio y descubrimos que tiene un pequeño lago. El canto de los pájaros es el mismo en cualquier lugar. Y el aire que se respira es aire de todas formas. Quizás a veces no se trata de soñar con escapar a algún sitio más bonito, sino con revalorizar lo que tenemos. No voy a negar que me gustaría estar un poco más a las afueras pero, mientras tanto, disfruto lo que encuentro en el que ahora es mi lugar.


MATRIMONIO 7 7 Ricardo Aranovich

raranovich@yahoo.com

Compromiso El matrimonio es, o debería ser, un compromiso. “Compromiso”, ¡qué palabra tan intimidante, obligante, definitiva, agobiante, con olor a encierro, a situación sin vuelta atrás! Pues bien, eso es todo lo contrario a un verdadero compromiso. Todas esas sensaciones son las que nacen de una situación en la que, precisamente, lo que falta es el compromiso. Habrá obligación, presiones familiares o sociales, perjuicios materiales o emocionales, necesidad de considerar pérdidas o ganancias o de producir o no dolorosas frustraciones a terceros, entre ellos, hijos, padres, amigos, etcétera. Habrá algo de eso o, quizá, todo eso… pero… ¡Compromiso es otra cosa! A menos el que nos ocupa: el compromiso matrimonial. Cuando alguien se compromete a casarse, experimenta (o debería experimentar) una verdadera conversión. Es un fenómeno del orden de lo espiritual. Ya no es el mismo que antes de comprometerse, se ha transformado. Su visión de sí mismo, del mundo y de su proyección en él ha sufrido una profunda alteración. En consecuencia, honrar tal compromiso no tiene ninguno de los caracteres compulsivos que enunciamos más arriba. Es más, no es una obligación, es una necesidad.

Es lo que se pretende que suceda; es aquello por lo cual uno se esfuerza y vive, y que se sentiría como un fracaso o una pérdida irrecuperable si dejara de ser. Hasta ese momento, los futuros esposos han vivido por sí y para sí. Tienen vínculos con sus familias de origen, pero esos vínculos familiares no forman parte de su proyección al futuro porque está sobreentendido que, antes o después, sus vidas tomarán un rumbo propio. Tienen, además, proyectos de vida personales (cursar

una carrera, independizarse), que son pensados, también, con carácter personal. Y súbitamente, con la característica de los fenómenos que provienen del Espíritu, como un rayo, como una revelación, como una inspiración, en forma simultánea o no, sin saber de dónde viene, sienten que quieren casarse, unir sus vidas, que ese proyecto es el que verdaderamente les da sentido a sus existencias. Pues bien, ya no son los mismos. Han sufrido una

profunda metamorfosis, ya sus vidas han dejado de ser singulares. A partir de ese momento vivir es compartir, es con-vivir. Ambos ya forman parte de algo mayor que cada uno de ellos. Se cumple un principio de la unión espiritual que es un estado en el que se exaltan tanto las partes como el conjunto. Ambos participan de algo que no estaba, que ahora está y se desarrolla, y que favorece el desarrollo personal de cada uno de ellos. Es la solución del falso dilema yo/nosotros lo que es condición para lo que todos buscan: la felicidad. ¿A qué va este tema? El compromiso forma parte del resultado. Él ya es el éxito. Genera un estado en el que no hay lugar para la duda ni la vacilación. Ante la dificultad, no hay opción, hay que resolverla. Las situaciones se enfocan a partir del compromiso en adelante. Esa es la fuerza que asegura la resolución. La tendencia a lo superficial en todos los aspectos de la vida alcanza también al matrimonio, y hay quienes se casan “para ver cómo les va”. Como si el compromiso fuera resultado del bienestar y no lo contrario: el bienestar o felicidad son el resultado del compromiso. Los resultados a la vista.


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La La lengua lengua está está viva viva

Es necesario matizar esta frase tan extendida. Los cambios lingüísticos se producen en los niveles superficiales de las lenguas, es decir, en el vocabulario (es por eso que cada año se incorporan nuevas palabras al diccionario y otras caen en desuso). Sin embargo, la morfología es como la médula ósea de las lenguas, y cambia muy lentamente. ¿Por qué? Porque una lengua es un instrumento de comunicación, y para que este sea eficaz es necesario que permanezca estable y conocido por todos. En el caso del español, la estructura gramatical se mantiene prácticamente estable desde el siglo XV. La propuesta del lenguaje inclusivo radica justamente en este nivel profundo de la lengua: los artículos, los pronombres y la flexión de género. ¿Saben cuándo se terminaron de fijar estos elementos? Alrededor del siglo XI…

CUESTIONES SO QUE NO PODEM

Descripción Descripción vs. vs. prescripción prescripción

Mucha gente piensa que la Academia de la Lengua inventa reglas gramaticales para arruinar la vida de los niños en las escuelas. Lo cierto es que ellos se limitan a describir los usos extendidos del sistema para que todos los usuarios podamos comunicarnos de la manera más clara y eficaz posible. Cuando dicen que una expresión es “incorrecta” es porque el uso es minoritario y, por lo tanto, poco eficaz en términos comunicativos. Cuando permitieron el uso de “imprimido”, por ejemplo, lo hicieron porque su uso se hizo habitual y porque, además, esta es la forma regular del verbo y no genera problemas en el resto del sistema sino todo lo contrario. Por esta misma razón, si en el futuro los académicos de la RAE (y de las otras academias americanas) observan que el uso de la –e como género neutro es utilizado eficazmente por una importante masa de hablantes (y que no genera problemas de concordancia sintáctica), no dudarán en incorporarlo a la gramática como una posibilidad. Todavía estamos lejos de eso, así que el asunto es una incógnita que el tiempo develará.

Correspondencia oralidad-escritura

La escritura es una representación del lenguaje oral y no al revés. Es decir que si no hay manera de pronunciar las palabras “todxs” y “tod@s”, esta grafía pierde eficacia y se vuelve poco comunicativa.

Economía lingüística

Todas las lenguas (como todas las actividades humanas, en realidad) tienden a minimizar el esfuerzo en pos del mismo resultado. Por eso es habitual que las palabras se acorten en lugar de alargarse (‘cine’ por ‘cinematógrafo’, ‘foto’ por ‘fotografía’, ‘usted’ por ‘vuestra merced’). Por esta razón, la duplicación “todos y todas” es antieconómica, es decir, poco atractiva para la mayoría de los hablantes. Lo que sí es habitual es utilizarla como fórmula de cortesía al comienzo de un enunciado (‘damas y caballeros’, ‘argentinos y argentinas’), pero duplicar todos los artículos, adjetivos, sustantivos y pronombres (que son las palabras que tienen flexión de género en el español) puede provocar dificultades para que el mensaje sea decodificado con rapidez y comodidad.


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OBRE EL LENGUAJE INCLUSIVO MOS EXCLUIR DEL DEBATE Felipe Dondo

felipejmdondo@gmail.com

Género Género gramatical gramatical yy sexo sexo no no son son lo lo mismo mismo

El género gramatical es una categoría morfológica, no biológica. Es por eso que yo puedo decir “soy una persona tranquila” o “Juan fue la primera víctima” o “María y Juan son padres generosos” sin ser incoherentes. En este último caso se aplica el uso genérico del masculino, que está muy asentado en el nivel morfológico de nuestra lengua y nos evita tener que aclarar continuamente si nos referimos a hombres o a mujeres (otra vez, la economía lingüística), puesto que el contexto del enunciado siempre nos da la clave para comprenderlo correctamente. Cuando el contexto no nos da los elementos suficientes para comprenderlo, utilizamos aclaraciones (“todos los alumnos varones aprobaron” en contraposición a “todas las alumnas aprobaron” o “todos los alumnos aprobaron”). Si es necesario hacer esa aclaración (alumnos varones), es porque el género masculino es entendido por todos los hablantes como un género naturalmente inclusivo, es decir que puede referirse a un grupo mixto si no se aclara explícitamente lo contrario.

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Una premisa problemática

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El caso de lenguas que tienen un sistema genérico diferente al nuestro

La propuesta de la –e como sufijo de género neutro (“les amigues”) parte de una premisa que no tiene correspondencia con la realidad. Es verdad que muchas palabras de género masculino terminan en –o y muchas femeninas terminan en –a, pero esto no es siempre así (la modelo, la mano, la soprano; el poeta, el artista, el cura). Y lo que es peor, muchas palabras masculinas y femeninas terminan en –e (nene, docente, madre, gente, jefe, cantante, padre). Es decir, el sistema del género en el español es muy complejo y no se corresponde con el sexo sino con la etimología de las palabras, lo cual no tiene relación con la inclusión o exclusión de un grupo determinado de personas. Por otro lado, un cambio en las categorías genéricas repercutiría en muchas clases de palabras (artículos, sustantivos, adjetivos y pronombres), lo cual redundaría en una dificultad muy grande para los hablantes, ya que de pronto deberían aprender a concordar todas esas palabras de una manera completamente diferente a como vienen haciéndolo desde hace prácticamente diez siglos (y si un día lo aprenden, les resultaría muy confusa la comprensión de las obras literarias anteriores a este nuevo sistema hipotético o habría que reescribirlas por completo). Vuelvo al primer punto: las lenguas pueden cambiar rápidamente en su nivel léxico, pero muy lentamente (hablo de siglos) en su estructura morfológica, y nunca (pero nunca jamás) lo hacen por decisión arbitraria de un grupo de individuos, sino por el uso extendido y espontáneo de una gran masa de hablantes. De la misma manera que los académicos no deciden qué está bien y qué está mal, sino que simplemente describen (y explican) lo que funciona y desaconsejan lo que no funciona (y explican por qué no).

Otra premisa del lenguaje inclusivo es que el cambio en la gramática del español redundaría necesariamente en una mayor igualdad entre personas de distinto sexo o identidad sexual en el plano real. Si esto fuera cierto, en Inglaterra no debería haber existido jamás desigualdad entre hombres y mujeres, ya que el inglés solo tiene distinción de género en los pronombres (o sea que podría ser considerada una lengua naturalmente “inclusiva”). Sabemos que no fue así. El farsi (lengua hablada en Irán) y el turco tienen escasísimas marcas de género, así que deberían ser culturas naturalmente igualitarias y sabemos que no lo son. Todavía más: hay sociedades que utilizan el femenino genérico y, aun así, son fuertemente patriarcales (es el caso del idioma zayse hablado por miles de etíopes).

En resumen: la desigualdad entre hombres y mujeres debe ser trabajada con ahínco en los hechos de la realidad (brecha salarial, vida familiar, mandatos sociales, publicidades y un larguísimo etcétera), no en la gramática.


JÓVENES

Textos de Martina María Carman

Hacer fuerza para que entre vida Mi espacio. Donde soy yo, donde me encuentro, donde me conecto. Siempre está. Conoce todo de mí. Mis momentos lindos, y mis llantos y angustias también. A veces reina el orden, pero más el desorden. “Es lunes, vamos a arrancar la semana con un poquito más de claridad” me digo a mí misma para encontrar motivación y arreglar lo que mis días van dejando ahí, sin resolver, acumulado. Entonces, pongo mi playlist de Drexler y, entre baile y tarareo, tiendo mi cama, doblo mi ropa. ¡Qué importante es la luz a la mañana! Dejar entrar luz. ¡Cómo disfruto el roce de la palma de mi mano con la cinta de la persiana! Hago un poco de fuerza y, de a poquito, empieza a entrar. Hacer fuerza para que la luz entre. Linda comparación con la vida, ¿no? Nuestra gran maestra. Aliada. “A cuánta luz, cuánta oscuridad. Es proporcional”, resuena en mi cabeza mientras escribo. Y con esa fuerza que viene de lo más profundo del interior, y dice “Sí, es por acá, vos seguí. Sin miedo, que de todo se aprende”, podemos hacer grandes cambios. Transformar tu sombra en luz. O mejor dicho, iluminar la sombra con tu luz.

El poder de la palabra El poder de la palabra. De cumplir con ella. Respetarla. Honrarla. Guiarla a donde se merece ir, hacia el lugar donde pertenece. Frená, pensá, hablá. Que cada cosa que salga de uno valga la pena. La palabra es un arma. Tiene mucho poder y, al usarla con sutil delicadeza, puede penetrar en el pecho del otro. Y, al penetrar, conectar almas. O, por el contrario, desconectarlas.


REFLEXIONES Mechi Ruiz Luque

mechiruizluque@gmail.com

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@mechiruizluque

El impulso del alma Hoy me gustaría reflexionar acerca del entusiasmo. No sé por qué motivo, pero es una característica que siempre me llamó la atención y que considero, desde que tengo memoria, como una actitud vital para transitar absolutamente todo. La etimología de la palabra nos da un gran acercamiento a lo que significa. En griego, “entusiasmo” está compuesta por tres partes: “en”, “theou” y “asthma”, que juntas significan “soplo interior de Dios”. Otras acepciones evocan también la idea de “tener un Dios dentro de sí” o “estar lleno de Dios”. Podríamos decir que el entusiasmo es el motor de la vida. Es aquello que nos impulsa y nos mueve hacia adelante, y nos hace valorar y agradecer lo que tenemos y vivimos. Y lo lindo de esto es que se difunde fácilmente: una persona con entusiasmo lo irradia y contagia a quien se le acerque, no hay forma de ser indiferente ante esta energía tan positiva. Se dice que el entusiasmo es muy característico de los jóvenes, pero creo que también es una actitud que todos deberíamos tener ante la vida. Sin importar la edad, deberíamos aprender a disfrutar de las cosas que hacemos, ejercitar el buen ánimo y tener proyectos y sueños que nos motiven a querer alcanzarlos con

amor y voluntad. ¡Cómo me gustan esas personas enamoradas del mundo, apasionadas por lo que hacen, con los ojos siempre iluminados y la sonrisa fácil! Esa gente que tiene una especie de magnetismo que atrae a todos quienes los rodean, porque no dejan que la desesperanza, la alienación o la apatía entren en su vida. Amigos bienaventurados, este año fue

difícil y agotador en muchos aspectos. Pero creo que sería bueno desperezarnos, sacudirnos (¡saltar un poco, si es necesario!) y respirar bien hondo para llenarnos nuevamente de energía y recuperar el entusiasmo. Hagamos lo que nos toque con ganas, con alegría. Dejémonos sorprender y cautivar por todo lo lindo que tiene este mundo y por la cantidad de oportunidades que nos regala.

“El entusiasmo es la energía y la fuerza que construye el impulso del alma y la mente humana” (Bryant H. McGill)


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ESPIRITUALIDAD

Paula Martínez

paulipeinture@yahoo.com.ar

Durante este tiempo, el miedo es un sentimiento que seguro habrá venido varias veces a visitarnos. Para hacerle frente, les comparto un cuento de un árbol que no sabía quién era. El saber quiénes somos y qué podemos hacer en la vida nos fortalece para que podamos vivir con los demás.

Había una vez un hermoso jardín, en algún lugar que podría ser cualquier lugar, y en algún tiempo que podría ser cualquier tiempo. En él se cultivaban manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales. Todos ellos satisfechos y felices. Todo era alegría en el jardín, excepto por un solo árbol, que estaba profundamente triste. El pobre tenía un problema: no sabía quién era. “No sé quién soy”, se lamentaba. - “Lo que pasa es que te falta concentración”, decía el manzano, “si realmente lo intentás, podrás tener deliciosas manzanas. ¿Ves qué fácil es? Mirame a mí cómo las produzco”. - “No lo escuches”, le decía el rosal, “es más sencillo tener rosas, ¿ves qué bellas son?”. Y el árbol, desesperado, intentaba todo lo que le sugerían. Y como no lograba ser como los demás, se sentía cada vez más frustrado. Un día llegó al jardín un búho, el ave más sabia de todas, y exclamó: “No te preocupes, tu problema no es tan grave. Es el mis-

Nosotros y el miedo mo de muchísimos seres en la tierra. Es tu enfoque lo que te hace sufrir. No dediques tu vida a ser como los demás quieren que seas. Sé vos mismo, conocete a vos mismo y, para lograrlo, escuchá tu voz interior”. Dicho esto, el búho desapareció. “¿Mi voz interior?, ¿ser yo mismo?, ¿conocerme?, ¿si yo supiera quién soy?”, se preguntaba desesperadamente. De pronto comprendió. Cerró los ojos y dejó de oír los sonidos de alrededor y sus propios pensamientos, y por fin pudo escuchar. “Jamás darás manzanas, porque no sos un manzano; ni florecerás en cada primavera porque no sos un rosal. ¿Sabés quién sos? Sos un roble, y Dios te creó para que

crezcas grande y majestuoso, para que cobijes aves, para que des sombra a los viajeros y belleza al paisaje. Esa es tu misión en este mundo, cumplila”. Y el árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo; y se dispuso a ser todo aquello para lo que había sido creado. Así comenzó a reconocer quién era. Siendo quien era, lo admiraron y respetaron; y sólo entonces el roble empezó a conocer la posibilidad de convivir en bienestar. Al terminar de leerlo, en un día no tan soleado para mi alma, me surgió escribirme y preguntarme: - ¿Quién soy? Aunque creamos saberlo, cada día puede presentarse una situación que nuble nuestra claridad - ¿Quién soy? Lo sabe-

mos cuando estamos cerca de Dios. - ¿Quién soy? Se ve atacado cuando nos perdemos en el enredo de sentimientos. Existe un sentimiento que, cuando se presenta, nos paraliza, nos arrebata lo precioso que tenemos; nos pone a prueba respecto de quiénes somos, nos pone a prueba para fortalecernos, para ver hacia dónde queremos ir. El miedo parece una amenaza, tal vez es una posibilidad de recordarnos que tenemos algo valioso y no queremos perderlo. Nosotros mismos. Nosotros con los otros. Y, sobre todo, nosotros con Dios. Y, desde ese lugar, el miedo se retira y volvemos a ser quienes somos.


El staff de Bienaventurados selecciona sus preferidos y te los comparte. ¡No te los pierdas!

LIBROS

PELÍCULAS En el corazón del mar (Estados Unidos, 2015)

Sabiduría de un pobre, de Eloi Lecrec

En 1820, el ballenero Essex zarpa con el objetivo de cazar la mayor cantidad posible de ballenas, pero el destino será otro. Una ballena inmensa y la rivalidad entre dos hombres son el eje central de esta tragedia que inspiró a Herman Melville para escribir Moby Dick.

Un clásico para tener en la mesa de luz, regalar y releer de vez en cuando. El autor nos sumerge en la espiritualidad de San Francisco con un lenguaje ameno, poético y profundo.

La libertad interior, de Jacques Phillipe

Parásitos (Corea del Sur, 2019) Esta ganadora del Oscar vale la pena, pero hay que aclarar que es fuerte y puede no gustarle a todo el mundo, ya que pone en primer plano las miserias de nuestra sociedad. Dos familias parecidas pero radicalmente opuestas en términos económicos se benefician mutuamente. Una trama bien construida y un desenlace impactante. Para mirar en grupo y conversar después. El dilema de las redes sociales (Estados Unidos, 2020) Un documental basado en testimonios de ex empleados de Google, Facebook, Twitter, Instagram y Pinterest que cuentan cómo participaron en el desarrollo de estas plataformas. Muy interesante para reflexionar y charlar sobre la desinformación, la necesidad de agradar a otros, la adicción a las pantallas, la polarización de ideas, entre otros temas.

Con un lenguaje claro y directo, este libro nos dice que incluso en las circunstancias externas más adversas, el cristiano dispone en su interior de un espacio de libertad que nadie puede arrebatarle, porque es en Dios donde encuentra su origen y su mayor garantía.

El mendigo alegre, de Louis de Wohl Este maestro de la novela histórica nos relata la vida de San Francisco de Asís y de sus compañeros en una época de intensos cambios políticos, religiosos y sociales. Muy atrapante, profunda y con una sólida base documental.


MISAS • MISAS PRESENCIALES EN EL ALTAR MAYOR (con asistencia limitada de fieles) • Horarios: de lunes a viernes a las 8, 10 y 19 h; sábados a las 10 y 19 h; domingos a las 9.30, 12.30, 19 y 20.30 h. • Para participar, es necesario anotarse antes en la página web de la Catedral o llamar por teléfono a secretaría parroquial. • Los fieles se sentarán sólo en los lugares indicados con una raya blanca en los bancos. • Será obligatorio el uso de tapabocas y el lavado de manos con alcohol en gel al ingresar y salir del templo. • Recomendamos a las personas mayores y a aquellas con problemas de salud que no vengan. Las transmisiones de las misas online seguirán como hasta ahora. • La colecta dominical se realizará al entrar al templo o al salir de él, en las alcancías o en los recipientes que ofrezcan los ministros. Se puede hacer en efectivo o con Mercado Pago (escaneando el QR). • La comunión se seguirá dando en la mano. • Cantos: no habrá cancioneros. En las mesas de las entradas, encontrarán un código QR que sirve para descargar el cancionero.

BAUTISMOS Y CASAMIENTOS Consultar y anotarse en Secretaría.

SECRETARÍA PARROQUIAL Y APERTURA DEL TEMPLO

Vuelven a tener los horarios habituales, que figuran en la página 2 de Bienaventurados.

COLECTA ONLINE

Quedate en tu casa, pero seguí aportando a la colecta de tu comunidad. ¡Lo necesitamos! Hacelo a través de la aplicación de Mercado Pago (escaneando el código QR) o vía transferencia bancaria: Alias de CBU: ROJO.BOLA.BARRO CBU: 2850522030022387936014 CUIT: 30609906738 Obispado de San Isidro Catedral de S.I.




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