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CATEDRAL DE SAN ISIDRO - SANTA MARÍA DE LA CABEZA NUESTRA SEÑORA DE LA RIBERA - STELLA MARIS
Año 16
Junio 2020 n 161
Distribución gratuita RevistaBienaventurados
¿Íntimamente unidos o forzadamente juntos? Las escuelas vacías
Cuando pase la tormenta
P. Carlos Avellaneda P. Pedro Oeyen P. Juan Manuel Bianchi Jazhal Wenceslao Gómez Caride José Hamed Lunes a viernes 8, 10 y 19 h Sábados y feriados 10 y 19 h Domingos 9.30, 12.30, 19 y 20.30 h
Diarias: media hora antes de la misa de 19 h Dominicales: media hora antes de cada misa De lunes a viernes de 8.30 a 12 y de 16 a 20 h Adrián Beccar Varela 530 Tel.: 4743 0291/4990 Atiende en Anchorena 469
Elcano 172, Acassuso Tel. 4742 7198 Horarios de misa:
sábados 19 h (de niños) domingos 11 h
Horarios de secretaría: jueves 15 a 17 h sábados 16 a 18 h
33 Orientales 1301, Beccar Horario de misa: domingos 11 h
España 1016, Beccar Horarios de misa:
sábados 19.30 h (de niños) domingos 11 h Distribución gratuita Tirada: 3.000 ejemplares 1era edición: año 2004
Director Padre Pedro Oeyen Dirección y coordinación Mechi Ruiz Luque Diseñadora Mechi Brousson mercedesdesign@gmail.com Correctora Sofi Costa fb e inst: Lantia Traducciones Ilustradora Paula Martínez reynartallerdecuentos@gmail.com Redactores Cata Beccar Varela Mechi Ruiz Luque Juanjo Mayer Felipe Dondo Teby Mentruyt Álvaro Panzitta Community Manager Juanjo Mayer
Debido a la situación actual, las misas se celebran online en https://catedraldesanisidro.org/misas-online/. Para más info., ver página 15 de la revista. Si querés anunciar en Bienaventurados o hacernos llegar un comentario, escribí a bienaventurados_catedral@yahoo.com.ar o contactanos a través de nuestro nuevo instagram @revistabienaventurados ¡ SUSCRIBITE Y RECIBÍ LA REVISTA INTERACTIVA EN TU MAIL!
CARTA DEL PÁRROCO
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¿Íntimamente unidos o forzadamente juntos? El 20 de marzo pasado fue decretada la cuarentena de aislamiento social en nuestro país. En estos meses hemos hecho una experiencia que nunca antes nos tocó vivir. El encierro, con todos los matices que cada familia, grupo social o sector profesional acataron, viene haciendo sentir sus efectos. En no pocos casos, la prolongada reclusión provocó en las personas insomnio, depresión, irritación y agresividad. En otros casos, la cuarentena está despertando sentimientos de afinidad y solidaridad con los enfermos, los ancianos y los pobres sin alimento, vestido o vivienda. También la relación entre los amigos se vio modificada. Gracias a las plataformas digitales de conexión, muchos cambiaron las conversaciones de ocasión por charlas más íntimas, compartiendo sus sentimientos y emociones. También nos reencontramos con amigos, familiares y conocidos con quienes hacía mucho tiempo no charlábamos. La reciente fiesta de Pentecostés, en la que celebramos la incesante efusión del Espíritu, nos ayuda a comprender cómo vivir nuestras relaciones de cercanía. Estas pueden provocar saturación y agobio, pero también pueden ser una ocasión de crecer en intimidad. El libro de los Hechos de los Apóstoles nos dice que, después de la resurrección de Jesús, ellos estaban “íntimamente unidos y se dedicaban a la oración, en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos” (1, 14). “Íntimamente unidos” es una expresión de un estado de ánimo muy diferente al que se vivía el primer día de la semana, cuando estaban encerrados en un lugar “por temor a los judíos” (Juan 20, 19). En esa ocasión, podríamos decir que los discípulos se encontraban forzadamente juntos. La amenaza ahora se volcaba sobre ellos y temían correr la misma suerte que el Maestro.
Crecer en intimidad y cercanía ¿Qué fue lo que cambió el estado emocional de estos hombres? Sin duda, el encuentro con Jesús resucitado. La posibilidad de ser perseguidos todavía era real y los mantenía juntos, pero ahora la vida había triunfado y el Señor les prometió ser vivificados por su Espíritu. Por eso “al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar… y todos quedaron llenos del Espíritu Santo” (Hch. 2, 1-4). Hoy somos nosotros los que recibimos el Espíritu vivificador; y, si bien en la zona del AMBA seguimos limitados por la cuarentena, podemos vivir este encierro forzados por las restricciones impuestas o bien decidir crecer en una comunicación más paciente y sincera con nuestros allegados. No está en nosotros modificar la restricción, pero podemos cambiar la actitud con la que la vivamos, aprovechando el encierro para crecer en intimidad y cercanía, superando la conflictividad del estar juntos por la fuerza. Quiero aprovechar estas líneas para agradecer a todos los laicos y laicas que están colaborando en la administración económica de la parroquia, la organización de la liturgia de cada domingo y la asistencia a las familias más humildes del Jardín Maternal. Gracias también a todos los fieles que se unen a nosotros, los curas, en la celebración de cada misa y nos hacen llegar su aliento y gratitud. Les dejo un cariñoso saludo y mi bendición. P. Carlos.
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PADRE PEDRO
Cuando pase la tormenta Vi un corto sobre los tornados y su efecto destructivo: por donde pasan, no queda nada en pie. Una región del sur de EE. UU. los sufre periódicamente. Mostraban cómo un hombre iba manejando su camioneta en un camino rural, mientras escuchaba por la radio que se acercaba uno. Lo vio venir a lo lejos y siguió andando porque pasaba relativamente cerca de su ruta pero estaba un par de kilómetros más adelante del lugar en que se encontraba. A medida que llegaba a la zona que había sido azotada por el fenómeno, el paisaje era aterrador: enormes árboles arrancados de raíz, animales muertos, etc. Cuando llegó a su casa, vio que estaba totalmente destruida y que, en un radio de varios centenares de metros, había chapas, maderas, hierros retorcidos, trozos de mampostería y todo tipo de elementos que antes eran parte de lo que había sido su hogar. El paisaje era desolador. No había allí ningún signo de vida humana, su familia había desaparecido. Loco de dolor, desesperado, bajó de la camioneta gritando por su mujer y sus hijos, llorando a mares, sin poder abarcar la dimensión de su pérdida. De pronto, en medio de los escombros algo se movió y como por encanto se levantó una tapa oculta en el piso, dejando paso a la mujer acompañada por los niños. Sólo en ese momento recordó que tiempo atrás habían construido un sótano hermético en previsión de que un tornado pudiera llegar allí. Providencialmente, todos habían logrado refugiarse antes de que impactara de lleno en la casa. Las lágrimas y los gritos se transformaron en alaridos de júbilo y abrazos
interminables. Lo perdido carecía de importancia porque todos estaban vivos y sanos. Subieron a la camioneta y se fueron al pueblo para pasar la noche. Cuando volvieron al día siguiente para recuperar lo que podían, nuevamente las lágrimas brotaron de sus ojos. Pero ya no era de desesperación, sino de dolor por lo que habían perdido. Y, mientras cumplían con la tarea, hablaban de cómo reconstruir todo. No hemos sufrido un tornado, sino una pandemia, que se desató de golpe y afectó a todo el planeta. Aún no terminó y no podemos valorar exactamente el daño que hemos sufrido colectiva e individualmente; pero, mientras escribo estas líneas, comienzan a recuperar su ritmo algunas actividades y esperamos que de a poco las cosas se vayan normalizando. En estos dos meses hemos perdido muchas cosas, cuya lista cada uno puede completar. Para más de uno eran importantes. Quizá también el tiempo de cuarentena sirvió para hacer otras, que resultaron positivas y nos enriquecieron; cada uno puede completar el elenco. Pero comenzamos a entrever que empieza una nueva etapa y estamos llamados a mirar nuestra realidad desde lo que tenemos, no desde lo que perdimos, para construir o reconstruir el futuro. Es decir, para vivir en esperanza. Esta no consiste en aguardar que todo se solucione automáticamente por gracia de Dios, o por intervención del Estado o de cualquier otro ente o individuo. Tendremos que esforzarnos, sacrificarnos, tener paciencia y perseverancia en el esfuerzo; pero, si lo hacemos, podremos levantarnos y no nos quedaremos llorando lo perdido.
REFLEXIONES Cata Beccar Varela
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catalinabeccarvarela@gmail.com
El valor de lo simple Aprendió a quererse como nadie. Aprendió que lo que importa no es el resultado, sino el proceso. Aprendió que en la vida la única contraseña correcta es tratar con amor. Sabe que su vida es tan frágil como una telaraña y sin embargo es ella misma la que invita a los elefantes a balancearse sobre ella. Sabe, y sobre todo comprende, que un abrazo apretujado aliviana la carga más que cualquier otra cosa; y sostiene que el respeto y la amabilidad son lo único que no puede perder. Hoy se mira en el espejo y se sonríe a ella misma, porque sabe que en aquel reflejo se encuentra con su propia verdad. Se encuentra con sus ojos, chispeantes y curiosos; se encuentra con el sol radiante que oscureció cálidamente su piel. Se mira y se reconoce, despeinada porque el viento quiso acariciarla, tal vez un poco cansada porque el día la invitó a vivir. En su piel puede encontrar mil galaxias, descubiertas entre pecas y lunares sin fin. Se mira en el espejo y recoge con cuidado los recuerdos, guardándolos ordenadamente en el corazón. Se mira y observa aquel instante, reconociendo el regalo de vivir el hoy. Hoy se mira y se quiere tanto que logra olvidar aquellas palabras que algún día hirieron lo más hondo de su ser. La lla-
maron ignorante, prepotente, egoísta, haciendo ojos ciegos a todo el universo primaveral que brotaba en su interior. Intentaron derrotarla diciéndole que no valía, intentaron de mil formas hacerla sentir infeliz. Sin embargo, cada mañana se descubre alegre, graciosa; se descubre viva. Baila, canta, cocina, estudia, habla, escucha, ama. Reconoce la belleza de la vida simple, reconoce la sagrada dulzura con la que las flores brotan de sus mil macetas. Abraza cada causa como propia, se adapta a cada credo para poder mirar desde el corazón. Se agacha para escuchar a los más pequeños y no teme que le gane una ilusión. Hoy su día termina tarde y, aunque esté cansada, elige agradecer. Ella sabe que mañana la lucha comienza de nuevo pero que el sol trae entre sus rayos mil y una oportunidades. Escribo sobre ella porque su vida me ensancha mucho el corazón. Escribo sobre ella porque en su vida encuentro mil respuestas. Hoy quiero ser más parecida a ella, descubriendo que el verdadero sentido está justo dentro del corazón. Hoy quiero prometerme amar la vida y comprometerme a elegir ser feliz. Que podamos rodearnos siempre de personas así, personas que amen con fuerza el valor de lo simple.
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REFLEXIONES
Álvaro Panzitta
alvaro_panzitta@hotmail.com
@pancompartido
Transformarse Encontrarse de manera personal y comunitaria con Dios nos va transformando cada día para mejor, buscando vivir la santidad en todo. No da lo mismo ver un partido, un documental, que escuchar la Palabra. Hay cosas que nos gustan y nos aportan a su manera. Pero conocer a Dios nos transforma por enteros, para ser la mejor versión de nosotros mismos. No solamente los sábados durante el encuentro comunitario o los domingos en misa, cada día es un nuevo despertar con Dios, cuando también experimentamos ser comunidad fuera del espacio de grupo. Y en casa podemos armar un altarcito, poner la Palabra, alguna cruz, y orar cada día para ser mejores personas. Dios se nos va revelando también en la semana, en la oración y en la forma de vincularnos. Será nuestro compañero en cada alegría y en cada tristeza. Dios está con nosotros. Y como Dios nos va mostrando una manera distinta de vivir, podemos preguntarnos qué estamos haciendo con nuestra vida, que es un regalo Suyo. ¿Cómo tratamos a nuestro cuerpo, con lo que consumimos, con las relaciones que tenemos? ¿Cómo tratamos nuestro corazón? ¿Nos respetamos? ¿Respetamos a los demás? ¿Buscamos que nos respeten? ¿Nos amamos? ¿Nos dejamos amar? ¿Qué cosas tenemos que transformar para cuidarnos más? Alimentarnos mejor, tomar menos alcohol, dormir más horas… ¿Qué vemos en los medios de comunicación? Lo que leemos, vemos o escuchamos puede alimentar o dañar nuestro corazón. ¿Qué relaciones frecuentamos? ¿Son sanas o tóxicas?
Transformar la manera de vivir nos purifica, nos limpia, nos hace bien. Dios tiene propuestas de felicidad para nosotros, de trabajo, de pareja, de comunidad. Pero, si andamos rebotando entre propuestas que no son suyas, vamos a salir lastimados e ir alejándonos de sus promesas buenas y abundantes. Tenemos que pelear contra lo que nos hace mal. No da lo mismo vivir en el desorden que lastima que vivir de una manera ordenada. Aunque nos digan que tomar hasta quebrar es divertido, al otro día no damos más. Aunque aseguren que es mejor acostarse con cualquiera, quedamos vacíos interiormente y no sabemos cómo llenarnos. Cuando más solos estemos y todos los que nos vendieron un “mundo de sensaciones” nos den la espalda, sólo quedará Uno que no se habrá ido: Jesús. Al seguir su camino nos van a tildar de locos, de antiguos, queriendo presionar para que dejemos la Iglesia. Vamos a sufrir persecuciones. Pero, si permanecemos cerca de Jesús, la victoria será suya y nuestra, por lo bien que nos hace. Y, en determinado momento, seremos causa de sanación, invitados por Dios a rescatar a otros. Porque nosotros somos las manos, las palabras y la mirada de Dios para consolar al que tocó fondo y necesita levantarse. Ese amor no es un show. Es amar en el silencio sin esperar mayor recompensa que la felicidad del otro por haber encontrado a Dios. ¿Vivimos con Dios cada día, o nuestra fe queda relegada a los fines de semana? ¿Dejamos que nos transforme para mejor? ¿Qué cosas necesitamos cambiar para crecer sanamente?
7 SOCIEDAD COMUNIDAD 7 Felipe Dondo
felipejmdondo@gmail.com
Sólo el humor salvará al mundo
Hace poco se murió un grande. Con mi familia solíamos poner los VHS de Les Luthiers a la noche, y en los largos viajes en auto escuchábamos sus cassettes. No teníamos más que tres o cuatro que repetíamos sin cansarnos. Nos sabíamos los diálogos de memoria, pero siempre absolutamente siempre nos volvíamos a reír en los momentos correspondientes. Hay que ser grosos para lograr eso, y estos tipos lo eran. Marcos Mundstock era uno de los referentes del grupo, ya que solía oficiar de presentador y, con su inconfundible voz de bajo, iba llevando el hilo conductor de los espectáculos. Cuando aparecía con su carpeta roja y su smoking y se paraba solo frente al micrófono, uno sabía que lo que venía a continuación era un hilarante despliegue de ingenio y juegos de palabras. Mundstock era el integrante con menos formación musical del grupo, pero evidentemente manejaba con absoluta maestría su propio instrumento: la palabra. Los diálogos desopilantes que mantenía con Daniel Rabinovich son repetidos por los fanáticos casi con devoción:
“Ramírez, estoy hablando solo. Estoy haciendo un monólogo cuando esto debería ser un bi-ólogo” y tantas otras genialidades. Uno de los pilares de Les Luthiers es Johan Sebastian Mastropiero, un compositor delirante cuyas anécdotas solían ser narradas por Munsdtock con esa mezcla de solemnidad y risa que eran su sello. Otros de sus personajes geniales fueron el cantante José Duval, el doctor Heriberto Tchwok, el africano Oblongo Nhgé… Cada uno con su caracterización, sin más apoyo que un smoking y la expresividad sin límites propia de un verdadero clown. El año pasado, Munsdstock hizo un discurso para el Congreso de la Lengua en el que se dedicó, otra vez, a jugar con nuestro idioma frente a un auditorio conformado por serios filólogos y lingüistas de todo el mundo. “La expresión ‘me importa un bledo’ no tiene igual: ¿alguien sabe lo que es un bledo? Algún día un ejército de bledos se lanzará sobre los hispanohablantes para vengarse de tantos siglos de ninguneo”. Ese discurso, igual que todas las presen-
taciones de Mundstock en sus más de 50 años de trayectoria, es básicamente una humorística declaración de amor a la lengua. Los matices, las ironías, la elegancia, las sutilezas, las contradicciones, y todas las aristas de nuestro idioma fueron la partitura de Mundstock y la marca registrada del grupo. Victor Borge, un humorista danés, dijo una vez que “La risa es la distancia más corta entre dos personas”. Marcos y sus compañeros nos han hecho reír durante décadas y así, de alguna manera, nos acercaron un poco como sociedad. Cuántas veces nos hemos alegrado al reconocer, en alguien que acabamos de conocer, el mismo fanatismo por Les Luthiers. Si podemos reírnos de los mismos chistes y repetir de memoria el mismo sketch, casi seguro que podemos ser amigos. Él mismo expresó así, en una entrevista con LA NACIÓN, su relación con el público: “Es puro amor”. Ojalá que ese humor siempre nos siga salvando.
En tiempos de cuarentena, la enseñanza y el ir a clases han cambiado radicalmente. Las escuelas están cucha el griterío de los niños y niñas que juegan. Los pizarrones limpios y el timbre que sigue sonando n no están. Como tampoco están aquellos que soñaban con ese último año de colegio; no están aquellos qu do que el último año, lleno de expectativas, comenzaba. Aunque parezca exagerado para algunos, hay un clima de tristeza y desaliento entre aquellos que tanto de su formación escolar.
ESTANISLAO
JÓVENES
Las escuelas va En esta edición, Estanislao, que en su buzo de egresados lleva el nombre de “Wanchope” en honor a su ídolo xeneize, nos cuenta acerca de vivir el último año de colegio en plena crisis mundial.
¿Qué esperabas de este último año de colegio? Este último año fue algo que esperé durante mucho tiempo. El objetivo de todos creo que es llegar a sexto; poder irnos todos juntos de viaje; la fiesta, el buzo, y muchas más cosas en grupo. Yo esperé esto con muchísimo entusiasmo y tenía expectativas muy altas porque tengo un grupo de amigos con el que me llevo muy bien, y son los que me dan ganas de ir al colegio cada día. Soñé con este año rodeándome, día a día, de mis amigos. Soñé vivir con ellos la etapa más linda del estudiante: aquella en la que todos nos volvemos uno y nos hermanamos más que nunca. ¿Qué pasa por tu cabeza al pensar que el último año de colegio fue en cuarentena? Todos los días pienso en todo lo que me estoy perdiendo: la tan linda convivencia con mis amigos, ser los más grandes, ser los encargados de diferentes actividades escolares... Es una lástima pero creo que es lo que nos tocó, y que de alguna forma nos hace ser parte de algo diferente y de vivir una experiencia inimaginable. Me hubiese gustado poder disfrutarlo con normalidad, pero hoy en día lo único que se puede hacer es aguantar y cumplir. ¿Qué es lo que más se extraña del colegio? Creo que lo que más extraño del colegio son mis amigos. Extraño el convivir, los chistes, las peleas, las risas. Extraño los recreos, donde con mi grupo estábamos todos juntos porque queríamos aprovechar al máximo este tiempo. Extraño estar rodeado de gente que me quiere y de un grupo cuya principal característica es el amor entre todos. Creo que una de las cosas que más extraño es estar en clase y “molestar” con mis compañeros hasta llorar de la risa. ¿Qué esperás que pase en el futuro con todo esto? Lo único que espero es poder volver al colegio por lo menos por un tiempo y así poder disfrutar de todas estas cosas. Como dije antes, es algo que esperé con muchísimas ganas y sería una lástima no poder disfrutarlo. Necesito acordarme de cómo era mi rutina, y de todas las cosas que llenaban mis días y me daban ganas de vivir la vida.
acías
n vacías, en los pasillos no se esnos recuerdan que los alumnos ya ue el primer día llegaron festejan-
INÉS
o esperaron llegar al último año
Inés no termina su ciclo escolar este año pero, al igual que millones de alumnos, vive la experiencia de cursar desde casa.
¿Cómo es tu rutina diaria estos días de cuarentena? Lo primero que hago es presentarme a clases virtuales del colegio. Estas son, generalmente, de 9 a 12. Después almuerzo en familia; todos nos sentamos a la mesa, comemos y charlamos de todo un poco. A la tarde, todos los días tengo clases virtuales de inglés. Además, los lunes, miércoles y viernes tengo un encuentro vía zoom con mis compañeras de hockey y mi entrenador para hacer algunos ejercicios; esa es mi parte favorita del día. También me encanta preparar postres, galletitas, bizcochuelos… ¡lo que sea! Casi todas las noches me encuentro con mis amigos, también por videollamada, y nos pasamos horas charlando o jugando (al tutti-frutti, por ejemplo). ¿Cómo es “ir al colegio” estos días? Del colegio nos llegan muchos trabajos prácticos todas las semanas. No estamos acostumbrados a tanta tarea, y resolverla se nos complica aún más porque los profesores no están disponibles todo el tiempo para explicarnos o ayudarnos. Además, tenemos muchas clases virtuales, y en las familias grandes se arma un lío tremendo con el tema de que no hay computadoras para todos. Por otro lado, está bueno estar tranquila en casa mientras trabajo. No tengo tanta presión, hago las cosas a mi tiempo y estoy más cómoda. Además no me tengo que levantar a las siete de la mañana todos los días, una gran ventaja. En lo personal, prefiero ir al colegio en vez de cursar a distancia. A veces se extraña el lugar, a los profesores, compañeros, y sobre todo, a los amigos. ¿Pensás que es importante ser una alumna responsable desde casa? Sí, creo que es muy importante ser responsable, sobre todo porque no todos tienen la oportunidad de ir al colegio. Además, me parece muy útil aprovechar las ventajas de trabajar en casa para asegurar buenas notas, y que sea más fácil al momento de volver. También creo que la suspensión de clases está durando tanto tiempo que, de no comprometerme en hacer las cosas bien, no aprendería nada nuevo y todo el esfuerzo sería en vano. Para lograr estar al día con todas mis tareas de manera responsable, lo que intento es hacer los trabajos a medida que me van llegando. Simplemente, mantengo la calma y hago las actividades una por una, siempre consultando mis respuestas en distintas fuentes, para asegurarme de que todo esté bien. Si hay algo que no entiendo, suelo pedir ayuda a mis compañeros y al profesor correspondiente. No dejar todo para último momento y entregar las cosas a tiempo es fundamental. Me hace bien saber que me comprometo con lo que me toca en estos tiempos de pandemia.
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ESPIRITUALIDAD
Teby Mentruyt
estebancarlosmentruyt@gmail.com
¡Celebremos, tenemos esperanza! “Ansiedad de tenerte en mis brazos, musitando palabras de amor” se escuchaba cantar a Nat King Cole en uno de sus boleros, famoso entre la generación de nuestros abuelos, que describe un momento romantiquísimo... que todavía no llega. Y aunque su melodía era pegadiza, serena y agradable, nada transmitía acerca de todo lo que sentimos cuando nos invade, justamente, la ansiedad. Para hablar de lo mismo: me refiero al sentimiento de inquietud, nerviosismo, preocupación, temor o pánico por lo que está a punto de ocurrir o puede ocurrir pero todavía no llega. Sin irnos a extremos que necesiten intervención profesional, muchas veces (¡y tanto más ahora!) nos abruma esa sensación que mucho tiene que ver con lo que está viniendo inevitablemente a nosotros… pero a veces con demasiada lentitud. Claro está que podemos sentirnos así por algún suceso futuro que sea agradable (terminar los estudios, llegar a un encuentro) o más bien desagradable (una vacuna, la sentencia de un juez (¡o profesor!)). También puede aparecer cuando esperamos impacientes que termine eso de
lo que nos queremos escapar: situaciones laborales, una clase teórica que se extendió, etc. En cualquiera de los casos, no es un sentimiento en el que quisiéramos permanecer. Pienso que la herramienta que nos ofrece Jesús para encontrar paz en esos momentos es la siempre bienvenida esperanza (la paciencia vendrá después). En primera instancia, si esperanza es “creer que algo bueno llegará pero todavía no”, esta nos quedaría corta para combatir la angustia de que ese momento no sea ahora. Sin embargo, esta buena virtud teologal propone más que sólo aguantar mirando un futuro más prometedor, cruzando los dedos para que nuestra suerte mejore. Ella nos regala hoy mismo un destino cierto como realidad positiva. “Quien tiene esperanza vive de otra ma-
nera; se le ha dado una vida nueva” diría Benedicto XVI en Spe Salvi. La esperanza nos salva hoy. Nos exhorta a vivir el presente de forma esperanzada, celebrando hoy mismo nuestra prometida realidad. Francisco nos alienta en Evangelii Gaudium diciendo “Nadie puede emprender una lucha si de antemano no confía plenamente en el triunfo. (...) ¡No se dejen robar la esperanza!”. No nos anima a dejar de luchar, creyéndonos prematuros vencedores, pero se pelea distinto cuando sabemos que la lucha no será eterna. ¿Nos imaginamos festejando hoy que la cuarentena tendrá un fin? ¿Podemos celebrar ahora que terminaremos, algún día, nuestros estudios o proyectos? ¿Cómo nos afecta el “Todo terminará bien” en nuestra rutina? Los invito a hacer algún signo (una oración, sonreír, ¡lo que sea!) agradeciendo por aquello que todavía no se nos dio, pero que ya estamos disfrutando.
SOCIEDAD Paula Martínez
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paulipeinture@yahoo.com.ar
¿Cómo está tu día? Es una pregunta sincera en estos tiempos, porque queremos saber cómo están esos OTROS que amamos y añoramos volver a abrazar. Las respuestas más frecuentes que he recibido fueron: “con días de desencuentros, y otros más tranquis”, “con días de luz, y otros oscuros”, “a veces bien, a veces mal”, “como en una montaña rusa, para arriba y para abajo”. Noté que las respuestas tenían una coincidencia: el contraste y la polaridad. Y pensé en que cada uno de nosotros tiene el poder de construir nuestro propio día al levantarnos. Depende de en qué lugar nos paremos. Todos los recursos están en nuestro interior, como una paleta de colores que nos permite elegir de qué color será el día. Y recordé las palabras del Génesis. Lo primero que creó Dios fue el cielo y la tierra, todo sin forma y vacío. Las tinieblas cubrían el abismo. Y Dios dijo: “Que exista la LUZ”, y la luz existió. Y Dios separó la Luz de las tinieblas. Al despertar, cada día esta vacío y sin forma; entonces tenemos el
poder de decidir cómo pintarlo. Tal vez el día anterior fue de nubes o tormenta, y tenemos el poder de generarnos una sonrisa frente al espejo. Esta primero repercute en uno mismo, y después en todos los que se encuentren con no-
sotros en un mensaje de voz, en un zoom, o en nuestras palabras escritas por WhatsApp. Tenemos la responsabilidad de cuidarnos y cuidar, ¿te suena conocido? La LUZ de Dios penetra en nosotros si creamos las condiciones
adecuadas para que esa LUZ transforme la oscuridad de la tormenta, abriendo el corazón y confiando en ÉL. Los sentimientos son los colores que tenemos dentro, los que reflejan nuestro sentir. Muchas veces están mezclados, enredados, y la confusión provoca oscuridad y tiniebla en el alma. Hay un cuento que se llama “el monstruo de colores”. Una niña le preguntó a un monstruo qué le pasaba porque estaba enredado con muchos hilos de colores. El monstruo no supo qué contestarle. La pequeña lo ayudó a poner cada color en frascos. Así el monstruo pudo diferenciar cada sentimiento que se desprendía de ese color. Los frascos quedaron ordenados ante él, y el monstruo se sintió feliz de haber acomodado su sentir. Muchas veces, el cielo nos regala los colores ordenados después de una tormenta. Siete colores en forma de arco. Siete colores frescos y brillantes. Así es nuestro interior, con colores que reflejan sentimientos. Sentimientos originados por un encuentro o desencuentro, en nosotros o con los demás.
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REFLEXIÓN
Mechi Ruiz Luque
COMUNIDAD 7
mechiruizluque@gmail.com
@mechiruizluque
Ser puente ¿Qué es un puente? Es aquello que conecta y une dos lados. Estos lados pueden estar separados por ríos, calles, vías o lo que sea. Y el puente sirve para comunicarlos; ese es el sentido de su existencia. Los seres humanos estamos hechos para vivir en sociedad, y una de nuestras mayores necesidades es la de vincularnos con los demás. Sin embargo, sin darnos cuenta, muchas veces nos vamos distanciando y terminamos quedando separados por anchos ríos de egoísmo e indiferencia. Nos centramos solamente en lo que nos importa a nosotros y nos aislamos, nos convertimos en islas vivientes. ¿Cómo podemos llegar a ese punto de olvidarnos de los demás? ¿No somos mucho más felices cuando nos comunicamos con el otro, lo miramos a los ojos y logramos hablar de corazón a corazón? Cuando compartimos nuestras alegrías, ¿no se potencia nuestra felicidad? Y cuando compartimos tristezas, ¿no se hacen mucho más llevaderas nuestras cargas? Nuestros vínculos le dan un gran sentido a nuestra vida. Pensemos en cuán bien nos hace sabernos amados y valorados por nuestros seres queridos. Recordemos lo lindo que se siente cuando practicamos la empatía, la aceptación, la tolerancia, el respeto… Propongo que, de ahora en adelante, asumamos siempre la misión de ser puente. En
primer lugar, que podamos vincularnos de manera sana con nuestra propia interioridad. Que estemos conectados con lo que nos pasa, que sepamos aceptarnos y escucharnos. Porque quien no se acepta y escucha a sí mismo jamás podrá hacerlo con los demás. En segundo lugar, que podamos tender puentes hacia quienes nos rodean. Sólo podremos amar si nos animamos a salir un poco de nosotros mismos para abrirnos a los demás. Porque uno no puede amar lo que no conoce. Y no se puede conocer al otro si antes no se le hace un lugar en la propia vida. En este punto, también sería lindo ayudar a construir puentes entre los que están distanciados. Quizá por haber crecido en distintas culturas y con distintas creencias, quizá por diferencias de personalidades, de edades, etc. En estos casos, nuestra misión no sería meternos en el medio de la relación, pero sí aconsejar desde el amor. Y, por último, que podamos llevar a todos al corazón de Dios. Como cristianos, estamos llamados a irradiar su luz en este mundo, a ser instrumentos de su amor y canales de su misericordia. Nuestra misión en este caso es ser puente entre Dios y los hombres, anunciando y llevando su palabra a quienes no lo conocen o a quienes están lejos.
El staff de Bienaventurados selecciona sus preferidos y te los comparte. ¡No te los pierdas!
NETFLIX Sherlock (Reino Unido, 2010)
Lucha, jugando con lo imposible (Argentina, 2016)
Una serie producida por la BBC que te va a atrapar desde el primer capítulo. Inspirada en las obras de Arthur Conan Doyle, renueva a los personajes y transporta sus historias al siglo XXI, dialogando de una manera muy original con la fuente literaria.
Este documental sobre la vida de Luciana Aymar, la “Maradona” del hockey argentino, es un viaje por el proceso de maduración de una deportista que hoy es modelo para tantas mujeres. Vale la pena.
LIBROS
YOUTUBE Les Luthiers
La peste, de Albert Camus
El canal oficial del grupo de humor y música más premiado de nuestro país. Están prácticamente todos sus espectáculos, con versiones de distintas épocas. Realmente vale la pena suscribirse y tener siempre a mano sus videos. https://www.youtube.com/user/LesLuthiersOficial/featured
Esta novela de 1947 es un clásico que en estos tiempos cobra nueva vigencia. Además de maravillosamente escrita, es un espejo ideal para sondear lo peor y lo mejor de la vida humana, en un contexto límite como el que nos toca vivir ahora. Y, de paso, puede ser la puerta de entrada a un escritor de los grandes. Pequeño país, de Gaël Faye Una novela autobiográfica sobre un hombre que sobrevivió al genocidio de Ruanda. Gaël Faye es rapero y vive en Francia, y este libro fuerte y bello fue una de las revelaciones literarias de 2016. Una manera de entrar al corazón de África en la voz de uno de sus tantos emigrados.
Infinito + uno Es una productora y distribuidora de cine española que, además de hacer películas buenísimas, tiene su canal de YouTube al que vale la pena suscribirse. Ahora están haciendo videos cortos llamados “Catequizis” (ideales para chicos y también para grandes, por qué no), y también tienen charlas muy copadas sobre la vida cristiana. https://www.youtube.com/user/infinitomasunoorg/featured
MISAS ONLINE
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COLECTA ONLINE
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COLECTA NACIONAL DE CÁRITAS
Se realizará con todas las donaciones que hagan llegar a la cuenta de la Catedral el fin de semana del 13 y 14 de junio. Muchas gracias.
CUARENTENA
Hasta nuevo aviso, no se podrán abrir los templos, ni atender confesiones, ni celebrar misas, ni casamientos, ni bautismos con asistencia de fieles. La secretaría atenderá sólo por teléfono o por el mail catedral_sanisidro@yahoo.com.ar de lunes a viernes de 9 a 12 h.