Bienaventurados, agosto 2020

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CatedraldeSanIsidro catedraldesanisidro

CATEDRAL DE SAN ISIDRO - SANTA MARÍA DE LA CABEZA NUESTRA SEÑORA DE LA RIBERA - STELLA MARIS

Año 16

Agosto 2020 n 163

Distribución gratuita RevistaBienaventurados

Alma de pobre Ese mismo sol

El pan de cada día


P. Carlos Avellaneda P. Pedro Oeyen P. Juan Manuel Bianchi Jazhal Wenceslao Gómez Caride José Hamed Lunes a viernes 8, 10 y 19 h Sábados y feriados 10 y 19 h Domingos 9.30, 12.30, 19 y 20.30 h

Diarias: media hora antes de la misa de 19 h Dominicales: media hora antes de cada misa De lunes a viernes de 8.30 a 12 y de 16 a 20 h Adrián Beccar Varela 530 Tel.: 4743 0291/4990 Atiende en Anchorena 469

Elcano 172, Acassuso Tel. 4742 7198 Horarios de misa:

sábados 19 h (de niños) domingos 11 h

Horarios de secretaría: jueves 15 a 17 h sábados 16 a 18 h

33 Orientales 1301, Beccar Horario de misa: domingos 11 h

España 1016, Beccar Horarios de misa:

sábados 19.30 h (de niños) domingos 11 h Distribución gratuita Tirada: 3.000 ejemplares 1era edición: año 2004

Director Padre Pedro Oeyen Dirección y coordinación Mechi Ruiz Luque Diseñadora Mechi Brousson mercedesdesign@gmail.com Correctora Sofi Costa fb e inst: Lantia Traducciones Ilustradora Paula Martínez reynartallerdecuentos@gmail.com Redactores Cata Beccar Varela Mechi Ruiz Luque Juanjo Mayer Felipe Dondo Teby Mentruyt Álvaro Panzitta Community Manager Juanjo Mayer

Debido a la situación actual, las misas se celebran online en https://catedraldesanisidro.org/misas-online/. Para más info., ver página 15 de la revista. Si querés anunciar en Bienaventurados o hacernos llegar un comentario, escribí a bienaventurados_catedral@yahoo.com.ar o contactanos a través de nuestro nuevo instagram @revistabienaventurados ¡ SUSCRIBITE Y RECIBÍ LA REVISTA INTERACTIVA EN TU MAIL!


CARTA DEL PÁRROCO

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Elige la vida y vivirás A lo largo de estos meses de pandemia y cuarentena, hemos protagonizado una experiencia extraordinaria como comunidad global, como país, como familia, como Iglesia y como individuos. La vida se nos presentó amenazada. Son muchos los que padecen la epidemia del COVID-19, y muchos los que han perdido la vida. Innumerables familias se quedaron sin trabajo, sin ingresos y sin alimentos. La mayoría de nosotros atravesamos sensaciones emocionales intensas: decaimiento, enojo, impaciencia, tristeza. Quizás algunos hayan claudicado en su fe. Una pandemia de tales dimensiones, y que todavía nos aflige, posee un gran poder sobre la vida, que se ve afectada de mil maneras. Por ese motivo, la amenaza no es sólo epidemiológica, psicológica y económica, sino, en última instancia, existencial. Lo que está puesto a prueba es el sentido de nuestra vida, dónde se apoya nuestra existencia; qué valor tiene trabajar, ser honesto, luchar, formar una familia. Qué sentido tiene esperar de Dios el fin de la pandemia que avanza sin detenerse. Por si todo esto fuera poco, cuando se retiren las “aguas” de este “tsunami” sanitario, ¿tendremos ante nuestra mirada los restos de una sociedad empobrecida y cansada por la debacle económica, política y social? Es probable que sí. Entonces, ¿qué actitudes asumiremos, y qué podemos hacer ahora para enfrentar esta situación? Víctor Frankl, el reconocido psicoanalista y fundador de la Logoterapia, afirma que “el hombre no está totalmente condicionado y determinado; él es quien determina si ha de entregarse a las situaciones o hacer frente a ellas. El hombre no se limita a existir, sino que siempre decide cuál será su existencia y lo que será al minuto siguiente”. A la luz de estas incisivas afirmaciones, podemos preguntarnos: ¿cómo me está afectando la adversidad derivada de la pandemia? Es bueno que seamos conscientes de la fragilización que nos ha provocado la prolongada

¿Qué respuesta daré a las circunstancias que afectan mi vida y la de los demás? adversidad. Pero además debemos preguntarnos: en mi situación particular, ¿qué haré por mí, por los míos y por los demás? ¿Qué respuesta daré a las circunstancias que afectan mi vida y la de los demás? Responder a la primera pregunta nos ubica en el lugar del daño y de la fragilidad. Pero, si sólo diéramos vueltas una y otra vez en torno a esa respuesta, nunca saldríamos del lugar de la víctima, es decir, de la queja, la protesta, la tristeza y la depresión. Por eso la respuesta a la segunda pregunta es aún más importante, y nos podría convertir en protagonistas de nuestra propia vida, si reconocemos que hay algo que debemos hacer y que nadie hará por cada uno de nosotros. Por supuesto que, para dar una respuesta personal, me ayudarán los imprescindibles vínculos familiares, de amistad y los de la comunidad de fe. Pero nada ni nadie podrá suplir mi protagonismo a la hora de asumir la vida que está en mis manos. En el libro del Deuteronomio encontramos estas palabras que, por medio de Moisés, Dios dirige a su pueblo: “Elige la vida y vivirás”. Hoy más que nunca, no podemos dejarnos vencer por las amenazas de muerte que nos asedian. Debemos tomar la decisión de vivir y hacerlo del mejor modo que podamos. No será lo ideal, lo soñado y lo perfecto. Será la vida que podemos vivir. Pero será aquella vida que, porque la hemos elegido, nos será dada por Dios. Un abrazo a todos y mi bendición. P. Carlos.


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PADRE JUAN MANUEL

Nos encontraremos otra vez Sin duda, cuando en el mes de marzo arrancó la cuarentena, ninguno de nosotros imaginaba que iba a ser tan prolongada, que iba a llevarse tantas vidas como está sucediendo y que iba a generar tantos problemas sanitarios, sociales y económicos en nuestro país y en el mundo. Desde ese momento, muchas cosas en nuestra vida cambiaron; y casi todo lo que habíamos planificado para esta primera mitad de año se suspendió o postergó. Dentro de la Pastoral de Jóvenes de la Catedral, también todo cambió, al menos por ahora. Muchas de las actividades que estaban programadas no se pudieron realizar, como por ejemplo los encuentros semanales de todos los grupos en Anchorena; los retiros de fin de ciclo de Confirmación, Caminar y Ágora; las celebraciones del sacramento de la Confirmación y sus vigilias; todas las actividades de servicio; y la misión de San Francisco, que estaba programada para fines de julio en Reconquista, Santa Fe. Como verán, son muchas las actividades que no pudimos llevar a cabo pero, más allá de los eventos no realizados, lo que está de fondo es el no poder encontrarse

en esos espacios que tanto bien nos hacen a todos. Pienso en los coordinadores de Confirmación y en los coordinados, que, siendo la primera vez que estaban en ese lugar, no pudieron reunirse presencialmente durante toda la segunda parte del ciclo; en los de Caminar, que también querían cerrar su ciclo como coordinadores y coordinados antes de pasar a otra etapa de la comunidad; en los de Ágora, que, durante esta segunda mitad de ciclo, tuvieron que adquirir todas las herramientas para coordinar de manera virtual; o en el grupo misionero San Francisco, que había empezado a generar un vínculo de afecto con el barrio Belén en Santa Fe y debieron postergar el viaje un año. Y a esto se le suma la desilusión que viven muchos jóvenes por distintas situaciones, como la de atravesar el último año de colegio o el primer año de facultad en este contexto. Pero, más allá de todo lo que no pudo ser, los grupos se siguieron juntando de manera virtual a lo largo de estos meses. Y he aquí algunos aspectos a resaltar. El primero es la buena predisposición de todos para juntarse, aun durante estas últimas semanas, en las que la palabra “zoom”

ya no nos parece tan simpática como en abril. Segundo, la creatividad que se fue dando semana a semana en todos los grupos, y las nuevas ideas que fueron aportando tanto los generales como los coordinadores, e incluso los coordinados de cada área. Sin cuarentena, muchas de estas nuevas ideas difícilmente hubieran surgido. Tercero, y no por eso menos importante, la iniciativa de los jóvenes más grandes por hacer algo por los más necesitados: comenzaron a cocinar para ellos semana a semana. Ya dijimos que cerraremos los ciclos sí o sí, con encuentros presenciales cuando sea posible. Porque nos parecía muy importante que estas etapas (Confir, Caminar o Ágora) se cierren encontrándonos en persona, y no con un mero encuentro virtual. Porque estamos hechos para encontrarnos, para juntarnos, para compartir la vida. Todos sabemos lo bien que nos hace encontrarnos con nuestro grupo, contarles cómo estoy, escuchar cómo está el otro. Falta menos para volver a vernos y cerrar este ciclo difícil, pero arrancaremos el nuevo ciclo con muchas más ganas por lo que nos faltó.


SERVICIO Paula Martínez

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paulipeinture@yahoo.com.ar

Felices los que tienen alma de pobres porque a ellos les pertenece el reino de los cielos

Jesús nos dijo “el Reino ya esta aquí”, y es verdad. Cuando nuestro corazón se abre y nos dejamos llevar por él, encontramos el Reino de Dios en la tierra. El Reino de Dios en pequeños y majestuosos gestos humanos. Hace un año que estoy acompañando a pacientes de cuidados paliativos, y también a sus familiares. Descubrí que no soy yo sino que son ellos los que me acompañan a vivir. Los cuidados paliativos son aquellos que implican acompañar el final de la vida. En ese momento tan sagrado, un ENCUENTRO es un pedazo de cielo en la tierra . Con mis compañeros de trabajo voluntario, tuvimos una formación para respetar, en su máxima expresión, ese momento en que la vida se retira de este mundo. Esa vida que creemos que se apaga, en realidad está llena de luz si somos delicados en presencia. Estar ahí, sólo estar ahí. Algo simple de todos los días, y a la vez olvidado por el trajín de cada obligación. La vida en el final es tan plena, no hay un mañana; hay un instante,

ESE instante. He tenido experiencias de Cielo en la Tierra al pie de la cama de varias personas que estaban por partir. Me regalaron sonrisas sinceras y agradecidas, miradas profundas y eternas, porque eterno será el recuerdo que queda en mí. Desde que estoy trabajando en el hospital, comprendí el verdadero valor de un ENCUENTRO: este sólo se da cuando el corazón está dispuesto, entregado y vacío. Vacío porque, cada vez que abro la puerta de una habitación, no sé bien qué hacer. Entro con mi bolso, lleno de cuentos, pasteles, lápices, marcadores, tijera, imágenes, música y perfume. Llevo mi saber de arteterapeuta y mi nada, esa nada que me guía a los mejores lugares, ahí donde habita Dios en el ENCUENTRO entre dos seres humanos. Mi nada es mi pobreza entregada a la disponibilidad de Dios para ese ser, y a la vez entregada para que Dios sea en mí. Y no falla. La nada se transforma en alegría, en agradecimiento, en silencios; en sostener una mano que te aprieta para

que no te vayas y te suelta con respeto para dejarte ir. La nada es también momentos de entrega absoluta en los caminos de un cuento o una meditación. Mi saber es pobre al lado de todo lo nuevo que genera cada ENCUENTRO . Creía que iba para dar, y en realidad es tanto más lo que recibo. Pero me dí cuenta de que en el fondo de mi bolso tengo lo mejor: mi tiempo, mi disponibilidad y mi amor, porque amar es dar y recibir sin darte cuenta. Y el amor es la suma de instantes sagrados. Hoy las puertas se transformaron en llamadas. En este tiempo de pandemia, nuestras almas están necesitadas de ENCUENTROS sinceros, encuentros con sabor a cielo; encuentros con la sensación indiscutible de que Dios está ahí frente a ese otro, entre nosotros. Por eso, cuando no sepamos qué hacer, los invito a recordar que en la pobreza Dios se hace presente y hace maravillas. Si lo dejamos entrar…


6 Teby Mentruyt

VIDA DIARIA estebancarlosmentruyt@gmail.com

Inundados de su amor No es la primera vez, pero esta vez fue literal. Mi domingo empezó a las 6 de la mañana, cuando me despertó el ruido de agua goteando. Salí del ensueño y vi todo mi departamento inundado con una capa de agua que convertía mis pocos metros cuadrados en una escandalosa laguna sobre el quinto piso. Era todo agua. La responsable directa: una válvula en el baño que falló. Mientras tanto, la rejilla parecía burlarse de mí, irónicamente seca por un desnivel mal realizado. Ya se me había inundado la vida alguna vez. Estar vivo exige tener abiertos varios frentes al mismo tiempo y puede ser que, en algún momento, estemos perdiendo más de una batalla a la vez. Estudio, trabajo, familia, amigos, parroquia, deporte… suelen significar tener que encarar problemas. Cuando varios asuntos a resolver coinciden, nos podemos sentir desbordados. Valen dos leyes para entender por qué el destino conspira de esta manera contra nosotros. La primera, la ley estadística: cuantas más responsabilidades tengamos, más probabilidades existen de que tengamos que atender a más de una de ellas en algún momento de nuestro calendario. La segunda, la ley de Murphy: si algo puede salir mal, saldrá mal. Incluso aparecen obligaciones que, si bien en principio no elegimos, nos reclaman activos. No es fácil conservar la calma en estas circunstancias. Sensaciones

de ahogo y asfixia se vuelven hacia nuestro corazón y no suelen dar señales de tregua a nuestra necesidad imperiosa de pedir “medio tiempo”. Un descanso para relajarse, y quizá también para planear estra-

tegias para resolver los muchos problemas que acontecen al mismo tiempo, es tan imprescindible como irrealizable. Nos faltan manos para tapar las agujeros. Nos hundimos. Pensaba en los discípulos que temblaron de miedo cuando el agua azotaba en la noche sobre el Lago de Galilea. ¿Por qué temen? El pasaje me invita a declarar que “no hay tormenta más grande que Dios”. Ni siquiera la tormenta Muerte puede ahogar el amor que Dios nos tiene. En mi caso, después de exclamar en voz alta las pertinentes palabrotas hacia el destino, me puse en acción y, con una toalla, fui absorbiendo gotita por gotita toda la Laguna Mala Suerte en la que se había convertido mi casa. Fue un trabajo que duró toda la mañana, y me dejó cansado todo el día; pero hoy piso el suelo descalzo, con alegría de que no me ahogué en la dificultad. Aun cuando somos prudentes con las responsabilidades que asumimos, la vida nos puede pedir más de lo que podemos dar. Muchas veces, esto nos desborda y abruma. Sin negar la muerte, ni el dolor en cualquiera que sea la desdicha, no nos hundiremos nunca si navegamos con Aquel que camina sobre el agua y nos quiere ver secos de angustia y empapados de su amor. Grandes tormentas nos esperan mar adentro, pero no tengamos miedo, porque vamos con Jesús resucitado.


7 REFLEXIONES COMUNIDAD 7 Cata Beccar Varela

catalinabeccarvarela@gmail.com

El círculo magníficamente vicioso Una de la tarde, suena el teléfono. “¿Hola, viejo?” dice, con alegría en los ojos, mi abuela. Todos los días, durante más de 50 años, ella recibía ese llamado de mi abuelo que, desde su trabajo, aprovechaba la hora del almuerzo para charlar unos minutos con ella, preguntarle cómo había transcurrido la mañana y qué planes tendría para el resto del día. Las llamadas cesaron hace un par de años. Él ahora está jubilado. Como dice mi abuela: “Ya no me llama porque lo tengo conmigo en casa”. Y a mí esta historia me genera un no sé qué. Se me empaña la mirada al tipear sobre el teclado. Me emociona pensar que un amor dure tanto, que un amor de la vida dure tanto. ¿Cuál es la clave?, ¿existe alguna? Porque, si existe, yo quiero conocerla. Tan linda es la experiencia de querer a otro, y tan gratificante es sentirse querido, apreciado, cuidado… que muchas veces me entristece ver tanta discordia, tanto recelo, tanto resentimiento en la sociedad. Cuando me percibo a mí misma enojada con otro, muchas veces intento definir el porqué; entonces descubro en aquella persona cosas tan mías que me asombro. Descubro que la soberbia del otro me genera ira, porque su soberbia choca con la mía. Descubro en su egoísmo toneladas de ego en mi interior. Descubro en su corrupción mis ansias de poder. Entonces, por suerte, tengo dos opciones: o sigo alimentando con cizaña toda aquella horrible oscuridad, o elijo cambiar (o al menos intentarlo) aquellas cosas que me molestan de mí misma. Intento reconocerme humana, errante, defectuosa, para luego comprender que los que me rodean son tan humanos como yo. Me pregunto qué habrá pasado esos días en que

mis abuelos estaban peleados por algún motivo… el llamado de todos los días a la una de la tarde, ¿igual tenía lugar? Quizá con menos efusividad en las palabras, claro, o con menos alegría en el saludo, pero confío en que igualmente se hubieran dedicado unos minutos. Y lo creo así porque confío en el amor como aquel sentimiento que entiende de peleas, de discusiones, de desencuentros; pero que también apuesta por la importancia de muchas veces agachar la cabeza, reconocerse errado y con necesidad de volver a comenzar. A veces me pregunto lo siguiente: ¿son muchos los que aman con tanta intensidad?, ¿o es sólo una muy pequeña minoría? Si me pienso a mí misma, me reconozco con gracia como amante de alta intensidad: para conmigo, para con mi familia, para con mis seres queridos, para con la naturaleza misma. Pero no porque viva en un mundo utópico lleno de flores, abrazos y besos, sino porque tuve y tengo la grandísima oportunidad de conocer el amor de cerca, de abrirle la puerta y de invitarlo a vivir bien cerca de mí. A mí el amor me hace enorme, me permite volar, me permite disfrutar y sentir. El amor se convierte en mi eje central. Porque el que ha experimentado el amor sabe muy bien que este es un círculo perfecto, de esos que en el colegio dibujábamos con compás. Es un círculo infinito, que se retroalimenta constantemente; es magníficamente vicioso, y muchas veces es exponencial. Es dar una semilla y recibir un árbol lleno de frutos. ¿Y si quien lee estas líneas no entiende bien de lo que hablo? Pues, entonces, déjenme citar las palabras de Josef Kentenich: “A caminar se aprende caminando; a amar, amando”.


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SOCIEDAD

Álvaro Panzitta

alvaro_panzitta@hotmail.com

@mundoap_original

Que mi forma no estropee el contenido Hace un tiempo conocí a un grupo de personas que se habían alejado de la fe por la forma en la que les habían enseñado las propuestas de Jesús en el Evangelio. No habían sido caritativos con ellos, sino que, por el contrario, les habían exigido una perfección que no iban a poder alcanzar. Esto hizo que terminaran por descartar no sólo la forma adusta sino también el contenido. El tiempo pasó, y es el día de hoy que no pueden hablar de temas religiosos sin ponerse a la defensiva o directamente escaparse por las ramas cambiando de tema. Y es totalmente comprensible porque, en su caso y en el de tantos otros, la forma terminó por estropear el contenido. Al pensar en mi propia historia, me doy cuenta de que yo también me cerré a muchas enseñanzas de mis padres o profesores a lo largo de los años, rebelándome no sólo a su forma de decir las cosas –que a veces fue mejor y otras, no tanto–, sino al contenido profundo del mensaje, que muchas veces fue bueno. Esto me hizo pensar en cuántas veces quiero transmitir algo, ya sea por una plataforma virtual o cara a cara, y tan convencido estoy del mensaje en sí mismo que puedo llegar a perder de vista el modo en el que lo digo. ¡Más aun teniendo vocación de comunicador! Entonces decidí ponerme una regla de oro, que no siempre logro cumplir: “que la forma no estropee el contenido”. Como un emisario que no envuelve bien su paquete, como un delivery que pasa a velocidad por una calle empedra-

da, yo también puedo estropear aquella entrega. Y si pienso que el mensaje es una entrega, tengo que animarme a dar lo mejor de mí mismo para que llegue por completo. Es por eso que creo que la forma se convierte en la primera capa del contenido, haciéndose parte el uno del otro. Pero, además, la forma y el contenido también hablan de cómo soy yo y de cómo quiero ser. ¿Soy caritativo con los demás?, ¿soy un buen mensajero?, ¿mis obras y mis palabras van de la mano? Anhelo poder poner mi corazón y el del otro como primer resguardo en cada mensaje que dé; anhelo que mis gestos y palabras no sean disparos al corazón del otro, sino caricias a sus necesidades. Anhelo que mis respuestas no estén nunca envueltas en formas hirientes, aun cuando haya sido herido. Sobre todo, quiero aprender a salir a amar primero. Quiero dejar de acelerar para no atropellar la vida del otro. Quiero descalzarme ante su corazón, que es tierra sagrada, para no pisotearla. Y, cuando tenga que poner límites, deseo aprender a hacerlo desde el amor. Creo que hoy más que nunca tenemos a nuestro alcance medios de comunicación que pueden ser veloces mensajeros de nuestras palabras. Por eso, no quiero ser impulsivo, comunicando algo sin pensar, para cuidar, además del mensaje, el corazón de quien lo recibe. Pienso que así se da una perfecta comunión entre la entrega, el que la recibe y el que la envía.


JÓVENES

Ese mismo sol Es el sol. El que te vio nacer. Y te saluda en cada amanecer diciendo “Hoy te regalo un nuevo día”. Ese sol que te acompañó en cada momento de tu vida. Que te hizo asustarte, cuando no lo encontraste ese día de lluvia. Y alegrarte, cuando de repente viste su rayito. Ese mismo sol que te regala cada atardecer y te ayuda a reflexionar sobre tu día, sobre tu vida. Este sol es el mismo sol para todos. Algunos lo tienen más cerca. Lo ven más seguido. Otros lo tienen más lejos, tienen más días nublados. Les cuesta más verlo. Muchos no se dan cuenta de que está, no lo valoran. Y pocos lo miran y agradecen tenerlo día a día. El sol siempre está. Puede cambiar de forma, de color. Puede parecer que desaparece, hasta puede hacernos sentir el frío de su ausencia. Pero siempre está. Dándonos calor desde lejos. Ayudándonos a vivir y a salir adelante cada día. Nunca pierdas la esperanza en tu sol. Esperalo cuando lo pierdas. Aprovechalo cuando lo tengas. Puede que llueva, granice o nieve, pero el sol siempre vuelve a salir. Por Martu Besio, joven de la comunidad


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HISTORIA

Felipe Dondo

felipejmdondo@gmail.com

23 de agosto: Aniversario del Éxodo Jujeño

Una cuarentena al revés No siempre hubo que quedarse en casa para salvar al otro: una vez hubo que irse. Amenaza Junio de 1812: Belgrano se enteraba de que las ciudades de Chuquisaca y Cochabamba habían sido saqueadas por las tropas realistas del general Goyeneche, quien ahora se disponía a invadir Jujuy. Debilidad El ejército de Belgrano no pasaba de 1500 hombres pobremente armados. Ante su pedido de refuerzos, el gobierno respondió: “el Estado no tiene en el día ni espada ni sable disponible, ni tampoco dónde comprarlo”. Las fuerzas del ejército español duplicaban a las nuestras. Sacrificio El 29 de julio de 1812, Belgrano habló con dureza a los habitantes de Jujuy: “Llegó pues la época en que manifestéis vuestro heroísmo y de que vengáis a reunirnos al Ejército de mi mando, si como aseguráis queréis ser libres…”. Todos debían abandonar la ciudad y llevarse consigo sus animales, alimentos, objetos de hierro y artículos de comercio. Cuando llegara el enemigo, debía encontrar tierra arrasada. El objetivo era

que no pudieran proveerse de nada: ni armas, ni alimentos, ni animales. Eso debilitaría el avance de los realistas hacia el sur y evitaría una derrota segura. No había lugar para el disenso: “serán tenidos por traidores a la patria todos los que a mi primera orden no estuvieran prontos a marchar y no lo efectúen con la mayor escrupulosidad, sean de la clase y condición que fuesen”. Los que se resistieran, serían fusilados. Desde los primeros días de agosto, la ciudad comenzó a vaciarse. El 23 de ese mes se marcharon los últimos y, a la retaguardia, el ejército – por supuesto que unos cuantos jujeños se quedaron, no necesariamente para enfrentar a los realistas, sino todo lo contrario…

Desacato Luego de algunos enfrentamientos fugaces durante la retirada, los patriotas llegaron a Tucumán. Recibieron algunos refuerzos (400 hombres al mando de Balcarce) y se formó un nuevo cuerpo de caballería con vecinos voluntarios de Jujuy y Salta: los “Decididos”. Mientras tanto, los realistas habían sufrido algunas bajas y venían debilitados por la larga marcha. El Triunvirato había recomendado que la retirada fuera más amplia, hasta la ciudad de Córdoba: “deben quitarse todos cuantos recursos podrían favorecer sus marchas: la Patria es preferible a las lágrimas de quienes se quedan infelices por medidas de tal naturaleza”. Pero esta vez el general Belgrano desacató las órdenes. Con-

sideró que sus tropas ya estaban en condiciones de enfrentar al enemigo: habían recibido un duro entrenamiento, estaban mejor organizados, habían crecido en número y, lo más importante, ahora vibraban de entusiasmo patriótico. “Algo es preciso aventurar y esta es la ocasión de hacerlo: felices nosotros si podemos conseguir nuestro justo fin, y dar a la patria un día de satisfacción, después de los muchos amargos que estamos pasando”, le escribió a su amigo Bernardino Rivadavia, quien lo amonestó duramente desde Buenos Aires. Victoria El 13 de septiembre, la victoria de Tucumán fue una de las más importantes de la guerra por la Independencia.


11 SOCIEDAD COMUNIDAD 7 Juanjo Mayer

juanjomayer@gmail.com

Expectativa vs. realidad

En redes sociales como Twitter, Facebook e Instagram, podemos encontrar divertidos memes (chistes en imágenes) que, de forma creativa e ingeniosa, muestran lo siguiente: del lado izquierdo, una foto de una situación en la que “todos” quisiéramos encontrarnos, como un destino turístico, una relación sentimental, un momento con amigos; o resultados que ansiamos, como el aspecto físico, la cocción de una torta, e infinidades de ideas que los usuarios van proponiendo; del lado derecho, los usuarios comparten una imagen del resultado inesperado, mostrando que se encuentran en una situación “peor”. Ahora bien, no todos sentimos que tenemos todas las habilidades o condiciones para hacer algo “perfecto” o completamente acabado. Siempre hay algo que se puede mejorar. ¿Será una tara

perfeccionista mía? O tal vez se trate de ser consciente y sensato a la hora de ver los resultados de las cosas que uno hace… Alcanzar algo bien acabado o “perfecto”, entre comillas porque el ser humano es imperfecto, requiere de tiempo, dedicación, mucho trabajo, y algo de suerte. Sin embargo, cada uno, dentro de sus posibilidades, con la información que tiene y en el contexto en que se encuentra, dará lo mejor de sí para acercarse a esa completitud. ¿Qué pasa cuando vemos tanta perfección en redes sociales? Nos decepcionamos. Vemos que todo ese mundo ideal es inalcanzable. “Pero, ¡¿cómo puede ser?! Si ese pudo, ¡yo también tengo que poder!”. Puede ser… pero no. La “realidad” o, mejor dicho la realidad de cada uno, es diferente. Algunas personas tienen ventajas en ciertos aspectos; algunos mienten en sus

publicaciones para aparentar la expectativa; y algunos otros viven exclusivamente para crear esa expectativa. Sin ánimos de tirar abajo proyectos o aspiraciones, pienso que, dentro del mundo digital, es importante mantener los pies sobre la tierra; mirar más allá de la foto del atardecer perfecto en la playa, más allá del auto reluciente, del último modelo de celular que aparece en el espejo de la selfie, y más allá de los rostros bronceados en invierno. Así como lo podemos hacer con la historia y con las noticias, pintemos el cuadro lo más completo posible y pongamos a esa persona, marca u objeto en contexto. Y, cuando sea nuestro turno, pensemos a cuál expectativa nos queremos sumar. Sigamos riéndonos de nosotros mismos cuando algo no resulta como esperábamos, que de seguro al menos alguna cosa nos sale bien, o al menos lo intentamos.


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REFLEXIONES

Mechi Ruiz Luque

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mechiruizluque@gmail.com

@mechiruizluque

El pan de cada día Si hay algo que tuve que hacer durante este tiempo fue amigarme con la cocina. No porque antes no supiera cocinar, sino porque no encontraba el momento o porque, siendo sincera, me daba mucha fiaca. La cuestión es que, al mes de haber empezado la cuarentena, me encontré buscando recetas para hacer pan. Las había de mil tipos y con mil variantes; yo elegí una que no fuera ni muy básica ni muy compleja. Desde ese día, cocino mi pan todas las semanas. Fui mejorando la técnica y disfrutando cada vez más del proceso. En los momentos de amasado, incluso llego a conectarme más con mis pensamientos y así van naciendo algunas reflexiones. Lo primero que hago es separar los ingredientes necesarios en las cantidades estipuladas. Eso es fácil, solo tengo que medir y poner todo en un bol. El siguiente paso ya implica un compromiso mayor: literal-

mente, hay que poner las manos en la masa. Mientras trato de desintegrar el huevo crudo con los dedos, de incorporar bien el aceite a la mezcla, de que la sal no toque la levadura antes de lo debido, pienso: “¿quién me mandó a meter la mano acá?”. Pero, al superar esa impresión inicial, al involucrar mis manos y meterlas de lleno en esa mezcla, puedo sentir cómo cada ingrediente se va haciendo parte de mi pan. Cuántas veces nos pasa que no queremos comprometernos del todo con algo, y entonces quedamos como metidos por la mitad, con los pies en un lado, pero la cabeza en el otro… Y nos sentimos divididos, fragmentados, incompletos, simplemente porque no estamos en sintonía con lo que somos. Esto de amasar me sirvió también para darme cuenta de la importancia de conectarse con uno mismo, con lo que uno es. Con la simpleza de la

harina, con la dulzura del azúcar y la ternura de la leche, por ejemplo. Pero también con las texturas —vamos a clasificarlas como “interesantes”— del huevo crudo y del aceite. Creo que uno puede llevar una vida más plena cuanto más integrado está con todo su ser, y eso implica algunos aspectos lindos y otros no tanto. Alguna vez me pasó de dejar levar la masa más de una hora, que era lo que decía la receta. Voy a admitir, concretamente, que una vez me colgué y la dejé más de cinco horas. No puedo explicar lo que creció el bollo. Y ahí pensé en la cantidad de sueños y proyectos que tenemos y que a veces, para crecer, sólo necesitan más tiempo. El tiempo transforma, sana, nos da la posibilidad de crecer. El tiempo nos regala oportunidades que, a veces, nuestra ansiedad nos impide ver.


El staff de Bienaventurados selecciona sus preferidos y te los comparte. ¡No te los pierdas!

PELÍCULAS

LIBROS

El juego de la fortuna (EE. UU., 2011)

La lección de August, de Raquel Palacio (Debolsillo, 2012)

Billy Beane es el gerente de un club de béisbol bastante fracasado y tiene que recuperarlo. Para eso, tendrá que animarse a romper los esquemas. Una película ideal para los que quieren buscar nuevas maneras de resolver los mismos problemas de siempre. Basada en una historia real.

Good bye, Lenin! (Alemania, 2003) Unos días antes de la caída del Muro de Berlín, la madre de Alex (ferviente comunista) entra en coma. Cuando despierta ocho meses después, su hijo hará lo posible para que no se entere de que está viviendo en una Alemania reunificada y capitalista. Un relato original y respetuoso sobre un momento único de nuestra historia.

“No voy a describir mi cara. No sé cómo la estarán imaginando, pero seguro que es mucho peor”. Así se presenta el protagonista de esta historia: un chico de diez años que debe encarar el enorme desafío de empezar a ir al colegio por primera vez en su vida. El desafío de enfrentarse a los demás sintiéndose tan distinto. Una novela entrañable para cualquier edad. Sobrevivir para contarlo, de Immaculée Ilibagiza (Logos, 2014) En 1994, el enfrentamiento entre hutus y tutsis se llevó la vida de más de un millón de personas. Immaculée permaneció escondida en un baño diminuto durante 91 días y hoy nos cuenta su historia. Lo llamativo es que no se trata solo de una historia de supervivencia, sino de esperanza y de perdón. La resistencia, de Ernesto Sábato (Seix Barral, 2000)

En busca de la felicidad (EE. UU., 2007) Chris Gardner y su hijo de cinco años deben enfrentarse a problemas duros: desempleo, hipoteca, abandono… Pareciera que están solos frente al mundo, pero lo importante es que están juntos. Hace mucho bien ver esta película de vez en cuando.

En este libro, Sábato dejó cinco cartas dirigidas a las nuevas generaciones. Son duras y luminosas al mismo tiempo, porque las escribe desde su vejez – profundidad, sabiduría y un poquito de esperanza: “nos salvaremos por los afectos”. Muy pero muy recomendable para los que se animan a resistir.


MISAS ONLINE

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COLECTA ONLINE

Quedate en tu casa, pero seguí aportando a la colecta de tu comunidad. ¡Lo necesitamos! Hacelo a través de la aplicación de Mercado Pago (escaneando el código QR) o vía transferencia bancaria: Alias de CBU: ROJO.BOLA.BARRO CBU: 2850522030022387936014 CUIT: 30609906738 Obispado de San Isidro Catedral de S.I.

ATENCIÓN PASTORAL EN LA CATEDRAL (hasta nuevo aviso)

Según lo acordado con las autoridades, la Catedral está abierta todos los días de 9 a 13 h exclusivamente para oración individual. En esos horarios el Santísimo está expuesto en el altar mayor. La comunión se distribuye todos los días a las 11 h y los domingos a las 11 y a las 12 h. Rogamos respetar las normas sanitarias dictadas por las autoridades para preservar la salud de todos: llevar tapabocas, conservar la distancia social, lavarse las manos con el alcohol en gel que está junto a las puertas y sentarse en los lugares señalados. Además, en esos horarios los fieles pueden reconciliarse pidiendo turno previo en secretaría. La confesión se hace en los salones parroquiales detrás de sacristía. La secretaría atiende de lunes a viernes de 9 a 12 h, sólo a través de los siguientes medios de contacto: - TELÉFONO: 4743-0291 (interno 7) y 4743-4990 (int. 7) - CORREO ELECTRÓNICO: catedral_sanisidro@yahoo.com.ar También por medio de la página web de la Catedral. Por ahora no se realizan celebraciones comunitarias, misas, bautismos, ni casamientos. Cualquier cambio que haya, se comunicará a través de la página web de la Catedral.




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