Edición julio 2013

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REVISTA

BIOMA

JULIO 2013

ISSN 0719-093X

VIDA AL SUR DE LA TIERRA

MILVAGO CHIMANGO

Un experto en supervivencia OXALIS sp. Belleza a ras de suelo FIESTA DE SAN PEDRO Cuando el mar dice no


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BIOMA VIDA AL SUR DE LA TIERRA

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EN ESTA EDICIÓN EL TIUQUE, EXPERTO EN SUPERVIVENCIA. En la costa, en la precordillera (hasta 1.800 m.s.n.m.), en el norte y el sur, en las islas, en el campo, la ciudad y quien sabe donde más…

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OXALIS SP, BELLEZA A RAS DE SUELO Luego de las lluvias de junio, las praderas llaman nuestra atención para que nos detengamos a la orilla del camino y contemplemos un simple espectáculo... FIESTA DE SAN PEDRO, CUANDO EL MAR DICE QUE NO. Escuchábamos una señal de radio cuando anuncian el festejo de la Fiesta de San Pedro en una pequeña caleta en la localidad de Pichidangui...

EL PULSO DE LA NATURALEZA Es un espacio donde la vida toma un carácter interpretativo, las sensaciones y la percepción de todos los sentidos humanos adquieren protagonismo. Textos de Mario A. Ortiz Lafferte.


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EDITORIAL En esta ocasión creo que las palabras sobran, el Tiuque es un ave que es más que conocida por todos, la hemos divisado a la orilla de los caminos, en el campo, en la costa, incluso en las ciudades atiborradas de personas, esta especie ha sabido arreglárselas para conseguir su alimento y sobrevivir. En la presente edición recurrimos a un dossier de fotografías captadas en distintas zonas del país, tales como Isla de Pascua o los bosques tipo valdivianos del sur entre otros, sólo para contar la breve historia de un ave que para muchos puede pasar desapercibida por su “común” existencia. Ella, es un ejemplo de sobrevivencia en estos tiempos en los que la naturaleza debe hacer esfuerzos extraordinarios para conservar sus especies con vida sea cual sea el reino de donde provengan, animal o vegetal. Este reportaje de alguna manera es un homenaje silencioso a esas especies que son, digamos de alguna manera, “abundantes” en la naturaleza y por el sólo hecho de ser exitosos en sus respectivos hábitats, son cazadas sin motivos valederos, como el caso del zorro Culpeo o el Puma, que han tenido que subsistir alimentándose de animales domésticos por que nosotros invadimos sus tierras. Vale recordar que en otros tiempos, especies como la Chinchilla, el Gato Andino, el Huemul, el Pudú y tantas otras especies, eran en su momento “abundantes” en la naturaleza y hoy con suerte se puede encontrar una en estado silvestre. Por favor, amigos, recapacitemos y hagamos de este, nuestro tiempo, un tiempo en que dejamos una huella positiva para las futuras generaciones. Bienvenidos a esta nueva edición de Revista BIOMA

César Jopia Quiñones Director 05


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chimango

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Experto en sobrevivencia

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n la costa, en la precordillera (hasta 1.800 m.s.n.m.), en el norte y el sur, en las islas, en el campo, la ciudad y quien sabe donde más… suena a un aviso publicitario de una compañía de transportes o correos, pero no es así, hablamos de la distribución geográfica de una especie… a la que queremos llamar un gran amigo nuestro, el Tiuque (Milvago chimango) por que siempre ha sabido arreglárselas para hacerse notar y posar frente a nuestras cámaras. Obviamente, esto tiene que ver más con su numerosa población y rica distribución que con el interés de exhibicionista de esta ave. Este pequeño rapaz de tan sólo 40 cms. de alto, conocido también como Caracara y que pertenece a la familia Falconidae, ha sabido tener éxito en su supervivencia diaria, gracias a su variado y adaptado en ocasiones menú. En situaciones normales; es decir, cuando esta ave habita en la naturaleza sus platos favoritos consisten en peces, sapos, camarones y algo de carroña. Pero la excepción a la regla es que cuando hablamos de capacidad de adaptación, esta especie es un buen maestro para sus crias, ya que cuando vive en los campos saborea gusanos, insectos, babosas y larvas sobre todo en el momento en que estos son arados y la tierra en volteada para la siembra, ahí surgen todos estos viscosos pero suculentos petits bouchet. 09


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Como sea la lista no termina así como así. El Tiuque ha tenido, digamos un buen pasar en un hábitat que es más nuestro que de él, la ciudad. Lo hemos visto sobre volando torres de treinta pisos en pleno centro de Santiago, situándose en cornisas o en los altos pináculos de las iglesias capitalinas, seguramente escaneando con su aguda vista ratones en las azoteas o basura de algún descuidado peatón. Otra particularidad de este sobreviviente es que alrededor de año 1910, fue introducido en la Isla de Pascua por las compañías que explotaban estas tierras insulares para controlar las plagas de roedores, que dicho sea de paso ellos también trajeron, pero su labor terminó y se quedó a vivir ahí proliferando sin obstáculos hasta nuestros días como una especie invasora. 12


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El Tiuque, por su rango de distribución a llevado a los expertos a clasificar dos subespecies más, incluso una tercera; el Milvago chimango temucoensis que sólo se diferencia de la raza típica por tonalidades más oscuras en las mejillas, el pecho y el abdomen. Y la tercera de mayor tamaño que las dos anteriores es identificado como Milvago chimango fuegiensis, claro que debemos indicar que esta última sólo es reconocida por algunos ornitólogos y aún no es unánime. En resumidas cuentas el Milvago c. chimango habita desde Atacama a Concepción y Aisén a Magallanes (incluye la especie de Rapa Nui), el M.Ch. temucoensis o Tiuque del sur desde Ñuble a Chiloé y en las costas de Aisén y Magallanes. Finalmente el M.ch. fuegiensis o Tiuque de Tierra del Fuego como mencionamos antes habita en la isla grande de Tierra del Fuego y en algunas islas al sur del Canal de Beagle. Esta clasificación territorial ha hecho de esta especie, como titulamos este reportaje, un experto en supervivencia.

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Sea donde sea que esté el Tiuque pone entre tres a cuatro huevos, color crema con manchas rojas, en los meses de septiembre y diciembre; es decir dos crias al año. Una progenie muy abundante que garantiza su permanencia, lo que da pié para comentar que el Tiuque es un ave que está fuera de las listas rojas o en peligro de extinción. Una de las aves más comunes y abundantes de Chile, es un ejemplo de sobrevivencia y adaptabilidad a los cambios en los hábitat, tiene la suerte de poder ver su futuro con optimismo, una ventaja con la que muchas especies en Chile no tienen la posibilidad de contar.

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Belleza a ras de suelo

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uego de las lluvias de junio, las praderas llaman nuestra atención para que nos detengamos a la orilla del camino y contemplemos un simple espectáculo de la naturaleza, que hace resaltar la ligera perfección de una diminuta flor amarilla, que domina con su coloración las laderas de las suaves colinas circundantes. La guia de campo indica que se trata de una Oxalis sp, un nombre que proviene del griego oxys que significa ácido, de la familia Oxalidaceae. Por ello; cuentan que los niños en el campo solían tomarla como una golosina ácida que era entretenida de degustar, hicimos el mismo ejercicio y descubrimos el porqué de esta afición. El fuerte amarillo se complementa con el verdor de las praderas que la acogen, pero contrasta dramáticamente con el cielo azul. Al tendernos en la tierra para observarla de cerca, nos causa recelo movernos para evitar aplastarlas y nos damos cuenta de que se trata de una serie de obras maestras tan sencillas, cada una es simplemente perfecta y magnifica en su estructura. Si bien, en nuestras publicaciones abordamos la ciencia y la historia de las especies en nuestro país, hoy quisimos publicar a está pequeña representante del reino de las plantas, para contarles que ese día sólo nos sentamos a admirar su exquisita sencillez.

Al caminar entre cactáceas estiradas y agresivamente espinadas, meditamos en su función y como su semilla espera por meses escondida en la tierra el arribo de las primeras lluvias de invierno para emerger en busca del Sol. Suele suceder que en la naturaleza la extrema belleza de las flores, en ocasiones no parece tener sentido de ser, simplemente es bella, pero ciertamente todas cumplen una esencial función en la delgada tela de la micro vida, que tiene como hábitat estos solitarios cerros del norte de nuestro país. En espera de ser polinizadas por minúsculos insectos dejamos a la Oxalis sp tranquila, pensando que esta flor es un ejemplo más de que la naturaleza es hermosa y sabia por donde se observe y como sea que se observe.

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FIESTA DE SAN PEDRO

CUANDO EL MAR DICE QUE NO

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scuchábamos una señal de radio cuando anuncian el festejo de la Fiesta de San Pedro en una pequeña caleta en la localidad de Pichidangui, un balneario que está 197 kilómetros de Santiago. Nuestro entusiasmo crece cuando imaginamos lo alegórico de esta festividad, enriquecida con los tradicionales paseos en bote del Santo pescador. Al llegar, el público comenzaba a bajar a la caleta, tímidamente se agruparon frente a un improvisado altar para la celebración de la misa. De un momento a otro, vemos hacer su entrada a un cura que comienza a dar sus primeras palabras mientras el Sol sube, en tanto tras una malla Raschel preparan un gran asado para los pescadores, una mescla de aromas se apodera del lugar, incienso de la misa y carne con chorizos… interesante. A la distancia “la mar” se ve calmada, pero vemos como el Alcalde de mar, persona delegada de la autoridad marítima que es el enlace entre la Armada de Chile y los pescadores, habla por su radio portátil reiteradamente mientras la misa sigue su curso. Bendiciones van y vienen, mientras escuchamos la historia del apóstol Pedro que negó a Jesús tres veces y su rol para la iglesia.

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Comulgan los más fieles, y cantan alabanzas, mientras las marejadas en el borde costero toman un carácter arrogante golpeando el muelle y el embarcadero. Termina la misa y los agradecimientos, entre el humo del asado aparecen a contra luz un grupo de personajes ataviados de bandas tricolor y un sin fín de chucherías e iconos religiosos, soplando unas flautas o aerófonos verticales sin agujeros para digitar, al son de un monótono ritmo se detienen frente a la estatuilla de San Pedro posado sobre un pequeño bote de pesca. Invitan al público a degustar empanadas y una feria costumbrista se abre para los visitantes, entonces la mala noticia nos las trae el Alcalde de mar y un Sargento de la Armada, la autoridad determinó que por el fuerte oleaje en el embarcadero se suspende el “paseo” de san Pedro por la bahía, un tradicional ritual, que imaginamos en otros lugares si se realizó. Lamentablemente quedamos muy decepcionados ante nuestra suerte, pero entendemos que el mar, ya sea que fuera Poseidón o la naturaleza con el vaivén de la gravedad, en esta ocasión decidió que hoy NO.

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A Flor de Agua Que espectáculo mas inolvidable, me regaló hace algún tiempo la sorprendente isla Damas, que forma parte de la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt, protegida por Conaf, en la región de Coquimbo. Recuerdo que los gritos entusiastas de las gaviotas, inauguraban el día en la mítica isla, y llegaban hasta mis oídos con un sello de verano, evocador de otros tiempos… quizás de los días despreocupados de las vacaciones de la infancia. Después de una noche de solitaria conexión con esa energía tan especial que se respira en la isla, al llegar el día caminé hasta la orilla, para esperar en el pequeño embarcadero, al bote que debía venir a buscarme muy temprano, según lo acordado. Mientras permanecía sobre la precaria estructura de madera, emplazada entre roqueríos, a un costado de la fascinante playa de arenas blancas, conocida como “la poza”, me dediqué a contemplar el enorme horizonte del mar… Casi de inmediato me pareció ver a gran distancia, un grupo de aletas dorsales que se acercaban, apare38

ciendo y desapareciendo entre el oleaje. Lo que en un principio parecía una ilusión óptica, poco a poco se fue haciendo realidad, un numeroso grupo de delfines se acercaba a la isla, alineados uno al lado del otro, formando un gran semicírculo, que parecía muy bien sincronizado. Muy pronto pude distinguir nítidamente sus formas faciales cuando emergían del agua, y luego volvían a sumergirse curvando su cuerpo, exhibiendo una técnica insuperable de navegación a flor de agua. En un abrir y cerrar de ojos, llegaron hasta la entrada de la pequeña bahía, manteniendo una estricta formación, uno al lado del otro. Luego los delfines del extremo sur, estrecharon aún más el círculo, entorno al embarcadero, en donde yo me encontraba. Cuando todavía no podía entender lo que sucedía, y comenzaba ha sentirme rodeado por los cetáceos, me di cuenta que algo inusual estaba sucediendo debajo del muelle muy cerca de mis pies… Las aguas cristalinas y poco profundas estaban saturadas por miles y mi-


les de pequeños peces escurridizos, que se amontonaban entre el embarcadero y la playa aledaña, encerrados en un cerco mortal. Entonces comprendí lo que sucedía, con una sorprendente capacidad de trabajo en equipo, los delfines habían acorralado a un enorme cardumen en las aguas poco profundas de la playa. En medio de la magnificencia de este acontecimiento natural, sentí que mi presencia entre los delfines y sus presas, era sólo una coincidencia. Todavía no salía de mi asombro, cuando una nueva oleada de peces, llegó en estampida a la orilla, atropellando a los que habían llegado primero, o saltando sobre ellos, en una frenética carrera por la vida. Rápidamente descubrí el motivo de las estampidas, desde mi privilegiada ubicación, pude ver a un enorme delfín nadando ligeramente ladeado en las aguas poco profundas, entrando velozmente en la masa de peces, dividiendo el cardumen en dos, mientras se alimentaba al pasar. Luego el hermoso delfín, se dirigió donde sus compañeros, que mantenían la formación cerrando las vías de escape al cardumen. Cuando tomaba posición junto a los demás, observé con sorpresa, que otro delfín rompía filas y se dirigía al cardumen, repitiendo la maniobra. Con esta sorprendente técnica de caza, los extraordinarios delfines comenzaron a turnarse uno tras otro, repitiendo varias veces esta maniobra, aparentemente sin reparar en mi irrelevante presencia. Mientras duró el organizado desayuno de los delfines, en varias opor-

tunidades vi a los pequeños peces amontonados en la orilla, hasta el extremo de que muchos, se quedaban por un instante varados en la arena, emitiendo destellos plateados, hasta que eran rescatados por las suaves olas de la playa. Cuando casi perdía la noción del tiempo, me di cuenta que el festín había terminado, la férrea formación de delfines se había disuelto, y el desesperado cardumen que un poco antes parecía no tener salvación, había escapado un tanto mermado, desapareciendo en las extensas aguas del mar. Sin embargo los delfines permanecían agrupados en un sector de la bahía, moviéndose lentamente como si estuvieran tramando algo. Luego vino la guinda de la torta. Como si todo lo anterior fuera poco, un imponente delfín saltó sobre el agua exhibiendo todo su cuerpo, una vez en el aire se curvó con elegancia, antes de sumergirse en el oleaje. A continuación, dos más saltaron simultáneamente, cruzándose en lo alto antes de caer en picada, y luego otros dos se elevaron juntos vientre con vientre, separándose en el aire, cayendo de espaldas en el mar, mientras numerosos delfines ejecutaban saltos individuales, girando su cuerpo como si rodaran en el aire, antes de caer, desplegando una espontánea y extraordinaria coreografía. Repentinamente, como si obedecieran a una orden, los delfines dieron término a la función, nuevamente se agruparon, y comenzaron a alejarse de la bahía, hasta que sus aletas dorsales se diluyeron en el horizonte. 39


ILUSTRACIÓN: César Jopia Q.

Cuando todavía no terminaba de asimilar lo que había visto, pude distinguir en la distancia las líneas difusas de la embarcación que venía a buscarme. En la medida que se acercaba, las formas artificiales de la frágil estructura, y la silueta inmutable del patrón del bote, se consolidaban en la escena, poniendo fin a la magia de una mañana inolvidable.

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Para explorar... para descubrir... para conservar...

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