Edición septiembre 2013

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REVISTA

BIOMA

SEPTIEMBRE 2013

VIDA AL SUR DE LA TIERRA

ISSN 0719-093X

LA PUYA

Al filo de lo sobrenatural

GRES Inspiraci贸n natural LA CHIRICOCA Cocou


REVISTA

BIOMA VIDA AL SUR DE LA TIERRA

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EN ESTA EDICIÓN LA PUYA, al filo de los sobrenatural. Nos adentramos por la intrincada geomorfología de los valles transversales de la IV región, en un paisaje místico con sombras…

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Cuando el arte busca sus caminos de expresión surgen de esta incansable acción, mil formas y colores...

LA CHIRICOCA

Si indagáramos en las especies de aves exclusivas (endémicas) de Chile, nos encontraríamos con un reducido grupo...

EL PULSO DE LA NATURALEZA Es un espacio donde la vida toma un carácter interpretativo, las sensaciones y la percepción de todos los sentidos humanos adquieren protagonismo. Textos de Mario A. Ortiz Lafferte.


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EDITORIAL La Puya, al filo de lo sobrenatural Cuando elaboramos el plan editorial para la presente edición, vimos en el Chagual una interesante historia para relatar del reino vegetal la cual incluiríamos en nuestra sección Relatos de Flora, por ello esperábamos internarnos en un ámbito que nos causaba mucho interés, como es la relación entre los reinos que la madre naturaleza dirige, en este caso el de las plantas y el de los insectos. Y la protagonista era el segundo insecto más numeroso del mundo después de los coleópteros: una especie de mariposa, la del Chagual (de la familia de los lepidópteros). Pero soy honesto al confesar que algo que desconocía me sorprendió. Mientras recogíamos datos e información en relación a esta confabulación entre planta y mariposa dudosamente simbiótica, vimos poco a poco en el genero Puya sp una verdadera caja de Pandora, llena de sorpresas. A esta planta endémica de la zona norte, esperábamos encontrarla en esta época del año con inflorescencia, luego de extensas caminatas por cerros y llanos finalmente la encontramos separadas unas de otras hasta un centenar de metros, pero a medida que nos sumergiamos en su vida secreta, nos dimos cuenta que estabamos en presencia de una digna representante de la belleza natural, tan insólita como desconcertante, digna del extraño mundo de Robert Ripley. Colores fascinantes, forma atípica, mecanismos de defensa con aparente actitud agresiva contra los invasores, etc. Es verdad que es una apreciación personal, claro está. Por que posiblemente a algunos les parezca una planta más, sobre todo si se trata de una especie abundante. Detenerse a ver su magnifica floración en medio de la nada, llama a la reflexión y la contemplación. Por lo anterior y otras sorpresas más, es que decidimos finalmente individualizar su historia en este Relato de Flora de septiembre para que juntos descubramos sus

secretos. Bienvenidos a esta nueva edición de Revista BIOMA

César Jopia Quiñones Director 05


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LA PUYA

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os adentramos por la intrincada geomorfología de los valles transversales de la IV región, en un paisaje místico con sombras que parecen cobrar vida y desplazarse furtivamente, ocultas por el fuerte contra luz de la tarde. Buscamos al Chagual (Puya chilensis), esperamos apreciar su inflorescencia en esta época del año, pero es agosto y nuestra pesquisa es infructuosa, las siluetas estilizadas de esta planta se ven secas y opacas. No es nada extraño, por que la más grande de las Puyas chilenas florece en la primavera, es decir que septiembre es el mes adecuado para verla hasta casi fines de año (particularmente las que tienen distribución septentrional), además que es una especie delicada por lo que es susceptible a las heladas y también si el año anterior fue seco, el Chagual no florecerá. Pero la suerte nos acompaña, mientras ascendemos y descendemos por estos valles que son azotados por los helados vientos provenientes del océano, comenzamos a divisar vistosas y hermosas inflorescencias ambarinas que destacan solitarias en el paisaje del secano costero nortino. Sin embrago, no son muchas, se trata de individuos aislados, uno por aquí… otro mucho más allá, sus flores amarillas singulares alojan a una incontable cantidad de insectos que buscan alimento. De la familia de las Bromeliaceae la Puya esconde además un secreto romance con una lepidóptera muy

particular; tal vez, la más grande de Chile, la Mariposa del Chagual (Castnia psittacus) Todo comienza cuando esta vistosa mariposa se aparea, la hembra que es más grande que el macho (100 mm) vuela hasta los Chaguales para depositar sus huevos en la base de esta enorme planta que puede alcanzar los cinco metros, ahí sus larvas taladran galerías en el interior del tallo para hacer sus capullos y alimentarse, este proceso de crecimiento larvario puede tardar hasta un año, luego de ese periodo comienzan a elaborar su enorme capullo que llegará a medir hasta 25 cms. de longitud por unos voluminosos 4 cms. de ancho. El Chagual se defiende de esta larva y de otras especies invasoras como algunas abejas nativas, secretando una goma translúcida de color pardo-café de alto contenido en Basorina, (complejo de ácido metoxilado utilizado como emoliente y astringente). Recorriendo su rango de distribución geográfica, encontramos otras especies de la familia de las Puyas como la escarlata Puya venusta o Chagualillo, brotando firme desde los escarpados bordes de un acantilado con una impresionante vista al mar. Luego la Puya, nos presentó a otro familiar muy particular por la coloración sobrenatural de su flor, en una pared de un cerro pudimos divisar de reojo a una Puya berteroniana, quien encendió nuestra imaginación al ver su mágica flor azulada. 09


En un acantilado una solitaria Puya chilensis o Chagual

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Estas especies del género Puya sp. son endémicas de Chile y de las zonas comprendidas entre la IV y la VII Región. En nuestra búsqueda la vimos en la Cordillera de la Costa desde los 2000 m.s.n.m. y en la costa desde el nivel 0 hasta los 500 metros. Mientras investigábamos sobre esta especie descubrimos un extraordinario acontecimiento que afecta al Chagual o Cardón, que consiste en un fenómeno denominado como combustión espontánea o auto combustión, que sucede a los individuos mayores, debemos reconocer que al leer esa información quedamos pasmados por que cuando hacíamos las fotografías en lugares de difícil acceso hayamos en reiteradas ocasiones, tallos quemados de esta planta. Al comienzo nos parecía curioso imaginar que eran incendiadas intencionalmente por personas, no por la falta de intención sino por la dispersión de cada una y la frecuencia de estos restos parcialmente calcinados. Lo más extraño de este escenario dantesco, es que sólo afecta a la planta y no quemando lo que pueda estar alrededor. Este peculiar fenómeno aún no esta bien descrito ni estudiado por expertos.

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Ambas fotografĂ­as muestran ejemplares de Puya venusta 13


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Otra característica que causa inquietud, son sus espinas, crecen en dos disposiciones distintas para impedir que los depredadores alcancen su tallo comestible, también facilitan la “captura” de animales, los que eventualmente atrapados mueren de hambre y los nutrientes de sus cuerpos alimentan indirectamente a la planta… una escena macabra pero funcional.cada paso de la realización de este trabajo, durante la investigación y el registro fotográfico hemos encontrado en esta planta una mística muy particular nacida del corazón del reino vegetal y su vínculo con el reino animal, es como si hubiese algo muy misterioso en torno a esta historia. Es verdad, que aun queda mucho por aprender de esta relación que la madre naturaleza ha consentido y de las historias que cada una de estas especies guardan para ser narradas, es el magnetismo de esta aventura, de la odisea que es el aprender de la naturaleza, una misión que no tiene fin y que recién comienza.

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Una inquietante escena de claros vestigios de autocombusti贸n 16


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gres

Inspiraci贸n natural 21


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uando el arte busca sus caminos de expresión surgen de esta incansable acción, mil formas y colores, esta es una de las maneras de justificar nuestra presencia como especie, es prolongación, es pregnancia... es sentido. En este acto de prolongación humana hemos visto ejemplos ya de sobra, basta con dar una vuelta por literatura que habla de la historia del arte. En ella nos enseñan de un universo creativo que viajó hasta nuestros días, pleno siglo XXI dejado en paredes de cuevas o en rocas expuestas por humanos tan antiguos, que casi es imposible concebir como era el paisaje que los rodeaba en esas épocas tan remotas. Estos paleo-hombres jamás sospecharon que en el momento en que dejaron sus huellas gráficas, ya sea que estas hubiesen sido una marca en un piedra o un monumento megalítico dejado a merced de los elementos en algún sitio olvidado, no sólo comunicaban a sus congéneres lo que había afuera, sino que dejaban pistas para el futuro distante, sentencias de su mundo, sus temores y formas de creer, dejaban sus almas. Para ellos la inspiración llegaba abundante como gotas de lluvia en invierno, cada cosa sobre el horizonte de sus capacidades congnitivas que percibían o simplemente los fenómenos fisíco-climáticos que sentían, representaban para ellos una necesidad urgente de expresión. Hemos visto en las cuevas de Lascaux en Dordoña, Francia, por ejemplo; como estos artistas de las cavernas plasmaron en 24


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su arte parietal* (arte rupestre en las paredes) 1963 unidades gráficas de las cuales casi la mitad corresponden a animales. Tales como: caballos, ciervos, toros y bisontes. Se trata del vestigio de nuestros antepasados más lejanos que buscaron expresar su cosmovisión universal y espiritual, los animales eran el eje de su supervivencia, sin ellos probablemente la evolución humana se habría visto truncada. Y ciertamente... los caminos que ha emprendido el arte humano, no han sido pocos ni pobres en lo que a creatividad se refiere. Sucedió allá, y sucede aqui. No tuvimos que ir tan lejos en el tiempo para encontrar una expresión inspirada en el entorno natural, en nuestra búsqueda vimos figuras silentes con la mirada congelada en el tiempo, animales domésticos de pastoreo, plantas que saben de tierras secas… era este mundo que nos rodea atrapado en cerámicas hermosamente decoradas con una técnica llamada... Gres. Esta técnica ya se elaboraba durante la Dinastía Shang, en China (1766 1045 a.C.), teniendo posteriores manifestaciones en la Alemania del siglo XII y consiste en que luego de la cocción a altas temperaturas (alrededor de 1200º C,) esta pasta -mezcla entre arcilla refractaria, feldespato y cuarzo- muestra poca porosidad, convirtiéndola en una manera de elaborar alfarería de muy buena calidad y resistencia a la abrasión. 29


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Las virtudes de este material llevaron en 1997, a la artesana Mariana Huerta en la localidad de Guangualí IV Región, a crear formas con esta pasta nacida de la tierra, las figuras que creaba poco a poco tomaban representatividad e identidad propia. La Cabra (Capra hircus) es una de ellas, quien a su vez es un símbolo de sobrevivencia en los secos valles nortinos, así lo ha sido por siglos, una representate iconográfica cultural de una comunidad que ha visto en este anónimo animal un equilibrio entre una actividad económica sustentable y una amiga fiel de las familias. Y su representación en la cerámica con la técnica Gres, entrega una visión profunda de lo que la Cabra realmente es, un patrimonio natural. Sin embargo, este es un honor compartido, la cerámica de Guangualí por sí sola ha tomado un sitial importante dentro de las expresiones alfareras tradicionales de Chile, si bien no comparte la antigüedad, de otras como las de Pomaire, tiene definitivamente una misión protagónica que nadie más había abordado antes y que es, como indicábamos, el consagrar a un animal que representa un vanal beneficio para sus criadores, sino que además es el patrimonio y legado de la zona.

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Gracias a nuestra amiga Mariana que compartió en la intimidad de su taller sus secretos, entendemos el valor del legado artístico de ella y los miles de años de evolución creativa de la especie humana. Estamos seguros que su trabajo también llegará muy lejos en la linea de tiempo de nuestra existencia, tal vez algún arqueólogo del futuro encontrará su alfarería y aprenderá de nuestra sociedad y su entorno.

*Período Magdaleniense, 17.000 y 18.600 años atrás.

Nuestros agradecimientos a la Sra. Mariana Huerta Morales ceramicaguanguali.blogspot.com

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La Chiricoca

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i indagáramos en las especies de aves exclusivas (endémicas) de Chile, nos encontraríamos con un reducido grupo conformado por no más de 10 especies. La lista puede ser ampliada si consideramos a las especies cuasi endémicas, es decir, aquellas que tienen la mayor parte de su población en nuestro país y presentan algunos registros de ejemplares en países limítrofes. La conocida y habitual Tenca, es un ejemplo de esta situación. Si profundizáramos más aún en esta búsqueda de endémicas, tendríamos que desde ya planificar un viaje a tierras lejanas como el Archipiélago de Juan Fernández para conocerlas o tener mucha paciencia y tiempo para poder observar siquiera las colas de todas ellas, pues sus esquivas costumbres las hacen ser más un misterio que una realidad. La Turca, Tapaculo, Churrín, Perdiz y Chiricoca, son ejemplo de esto. Sin embargo la naturaleza está llena de excepciones y cuando la primavera despunta, una pareja de Chiricocas irrumpe en un escenario poco común para los hábitos descritos en la literatura; el patio de una escuela… La Chiricoca, de nombre científico (Ochetorhynchus melanurus) tiene varios otros nombre comunes, como Garganta blanca, Tapaculo de cordillera e incluso también Turca, tal como nos cuenta Don Orlando Montero Valles; pequeño criancero de cabras, trabajador de la Escuela Las Chinchillas de Cocou y vecino de la localidad del mismo nombre, ubicada en la Comuna de Illapel, lugar en donde se origina esta nota. De risa 40


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“Si indagáramos en las especies de aves exclusivas (endémicas) de Chile, nos encontraríamos con un reducido grupo conformado por no más de 10 especies...”

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fácil y rápida conversación, Don Orlando nos relata lo que para nosotros es toda una sorpresa, ya que para él le resulta habitual ver como la Chiricoca al final del invierno e inicios de la primavera inicia la construcción de sus nidos en los entretechos de las casas y cualquier muralla de madera con alguna fisura, como es el caso de la escuela de Cocou, en donde una inquieta pareja realiza rápidos y ruidosos movimientos mientras charlamos. Una rápida revisión de la literatura disponible en ese momento, nos indica que la Chiricoca habita en laderas con escasa vegetación de la Cordillera de Los Andes y de La Costa, hasta los 2.500 m.s.n.m. prefiriendo zonas con suelos rocosos y de escasa vegetación, en donde busca semillas e insectos para alimentarse. Sin duda esta descripción encaja con el entorno de la escuela, en donde las cactáceas de gran tamaño creciendo sobre áridos y rocosos suelos y el reducido número de arbustos es la tónica. Don Orlando hace hincapié en el hecho de que la Chiricoca le gusta poner sus huevos en las fisuras o huecos de las rocas, pero que regularmente el entretecho de su casa es ocupado por una pareja de estas aves, lo cual le ha permitido constatar que coloca hasta tres huevos en nidos hechos con palitos y plumas. La literatura nos habla también de esto, siendo lo común por nidada los tres a cuatro huevos de color blanco brillante. Sin embargo nada se comenta del gusto de esta ave por las construcciones humanas. plumas de su cuerpo son 43


mayoritariamente de color rufo, teniendo la garganta y parte alta del pecho de un nítido color blanco; de allí la explicación a uno de sus nombres comunes. No existe un dimorfismo sexual entre los miembros de la pareja, siendo macho y hembra indistinguibles. Adicionalmente se habla de dos subespecies, siendo melanurus atacamae, la que se distribuye entre las regiones de Atacama y Coquimbo. Otro aspecto que destaca y se transforma en el sonido de fondo de nuestra conversación, es un fuerte canto, que asumimos como el territorial, puesto que la pareja no nos quita los ojos de encima manteniendo la distancia con nosotros. Las inquietudes siguen intactas, pero al observar el comportamiento de la pareja avanzamos en la comprensión de su decisión. La dificultad que presenta la pared de madera de la bodega del establecimiento es evidente. Ningún depredador podría escalarla al carecer de zonas de agarre. Por lo demás la presencia de un árbol de durazno, ofrece una inmejorable zona de vigilancia y varias ramas de distinto tamaño para desplazamiento, considerando que esta especie prefiere moverse a saltitos más que volando. Don Orlando nos entrega un último dato para entender este comportamiento que nos ha intrigado: “Todo pajarito si no se le hace na, se amansan con las personas… están con uno y uno también se acostumbra a ellos”. En la sabiduría de los hombres y mujeres de campo, sin duda están muchas de las respuestas y comportamientos que hemos olvidado...


Texto y Fotografías: César Piñones Cañete. Para Revista BIOMA


Trucos de sobrevivencia En una época en que trabajaba en la Reserva Nacional Lago Peñuelas, de la región de Valparaíso, aprovechando un día soleado de principios de verano, emprendí la aventura de caminar por los contornos de uno de los extremos del lago, en dirección al sector conocido como el zanjón… A poco andar, me di cuenta que había ingresado en territorio de nidificación de “perritos”, ave zancuda migratoria, pariente del queltehue, pero mucho mas estilizada; Multitudinarios gritos de advertencia, parecidos al ladrido de un perro pequeño, me comunicaban que mi presencia no era bienvenida… A pesar de la claridad del mensaje, continué caminando simulando indiferencia, mientras observaba que numerosos “perritos” se elevaban desde el pastizal, para volar en círculos sobre mi. No cabía duda, todo el sector estaba sembrado de nidos, ocultos en la complicidad de la hierba protectora. Contrariando la voluntad de estos momentáneos residentes, mantuve mi itinerario, guardando la esperanza de ver algún nido. Repentinamente un furioso vuelo rasante, hizo contacto con mi cabeza, y casi simul-

táneamente una segunda ave pasó por un costado de mi cara, alcanzándome con un espolón de sus alas, provocando un leve ardor en una de mis orejas. Así sucesivamente, una y otra vez una multitud de aves me atacaban sin tregua, en medio de interminables “ladridos” disuasivos, hasta que me vi agachado esquivando los enérgicos embates, que a cada minuto se hacían tan osados, que me parecía posible atraparlas con mis manos. Al ver que no era factible llegar a ningún acuerdo, decidí alejarme del lugar, tan rápido como me fuera posible. En medio de la divertida frustración que me provocaba tanta intransigencia, casi sin darme cuenta, llegué hasta los bordes de los cuerpos de agua alargados del sector el zanjón. El ardor de mi oreja, desapareció al instante frente a una nueva escena cautivante… …una hembra de pato jergón nadaba silenciosamente, rodeada de un grupo de polluelos casi recién nacidos, que flotaban sobre el agua como si estuvieran hechos de plumavit. Sus cuerpecitos cubiertos de un fino y suave vellón, apenas rozaban el


ILUSTRACIÓN: César Jopia Q.

agua, como si estuvieran suspendidos en el aire, haciendo alarde de su extraordinaria flotabilidad. Repentinamente la madre, que se encontraba muy cerca de la orilla, saltó a tierra y cayó de bruces, dando una voltereta como si una amarra invisible la sujetara… Luego, siguió arrastrándose con un ala extendida y la otra recogida, emitiendo gritos que parecían de desesperación. En ese momento pensé que probablemente estaba enredada en un hilo de pescar, y a pesar de los principios de no intervención en los acontecimientos de la naturaleza, quise ayudar, sentí que la vida de esos frágiles y tiernos patitos, dependía de mi… Después de todo pensé, el hilo de pescar era de origen humano, lo que me hizo sentir indirectamente responsable de la situación, además en otras ocasiones había visto aves acuáticas penosamente muertas, a causa de estos elementos artificiales. Por este motivo, y sin darle mas vuel-

tas al tema, me lancé al rescate… Salté sobre ella, con intención de atraparla y liberarla de las amarras que la torturaban, y que en mi opinión, ponían en peligro el futuro de esta hermosa familia. Extendí mis manos y cuando casi la tenía… desplegó un vuelo impecable, se elevó sin ninguna limitante, proyectando sus formas anátidas en el cielo, dejándome tirado en el pasto, agitado, y profundamente desconcertado. Rápidamente me senté en el suelo y traté de ubicar a los indefensos polluelos en el agua; en ese momento comprobé que habían desaparecido como por arte de magia; en algún recóndito y secreto rincón de los bordes de la charca, permanecían en silencio, intactos y a salvo. En ese momento y tardíamente comprendí lo sucedido, su madre les había dado tiempo para ocultarse, distrayéndome con un elaborado y fantástico truco de sobrevivencia. 47


Para explorar... para descubrir... para conservar...

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